Está en la página 1de 133

~11 ~

11

81bliokea de PSICOLOGIA PROFU;\DA María Cristina Rother Hornstein


(compiladora)
Eisa S. Cartolano • Uugo Lerner
Norma Najt • Liliana Palazzini
Marisa Punta Rodulfo • Ricardo R.odulfo
218. J. E. Miltnaniene, Extro· 236. N. Chodorow, El podude Susana Sternbach • Alcim Trilnik de Mcrea
11a8 parejas los sentimientos
219. P. Verhacgbe, ¿Exisl• la 236. P. Verhaegbc, El amor en Virginia Ungar
muj.r? los tiempos de la 11<1/edad
220. R. Rodulfo, Dibujo. fue· 237. N. Bleicbmar y C. Lci-
ro thl papel berman de Blcichmar,
221. G. Lancclle (comp .). El
aelf en lo teoría y •n la
los pt!TSfX'CtlL'CU dr/ pai• ADOLESCENCIAS
coanálisis
prdctica 238. D. Waisbrot, La altella·
222. M. Casas De Pereda, Err ci6n del analista
Trayectorias turbulentas
el camino de la simbo· 239. C. G. Jung. Conflictos di!l
liwcwn alma infantil
223. P Guyomard, El deseo dr 240. M. Scbneidcr, Oe11colagfo
ltu:tJ de lo masculino
224 B. Burgoyne y M. Sulli· 24 l. L. Peskin, Lo1 onge11e1
van (comps.). lAs duilo· thl sajelo y su lugar e11
g<NI .oo,.. Kleu..I.acon la clínica psu:oanolfl1co
225. L. Homstein, Narei.sumo 242. B. Winograd, /kpresi611:
226. M. Burin e l. Meler, Va·
¿enfermedad o cmur
rones
227 F. Dollo, Lo femen1110 243. M. Safouan. Laconio110
244. L. Horostein, lntersa;bje-
229. J. Moizeszowicz y M.
tividad y clínica
Moizcswwicz, Psicofor·
macologia y territorio 245. D. Waisbrot y otros
freudiano (comps.), C!ínr~a psico·
230. E. Braier (comp.), Geme· onolítú:.c1 onu la1 roJtía·
1,,. t rofes socioka
231. l. Bcrenstein (comp.), 246. L. Hornstein (comp.),
CUnica familiar p•i· Proyecta teroP'utico
coanolít1co 247. A. D. Levin de Said, El-·
232. l. Vegb, El prójimo: tn· tén del ser
laces y deswlaces del 248. l. Bercnstein, Devenir
otro con otro(s)

~~
goce
233. J..o. Nasio, Los mds fa 249. M. Rodulfo, Lo cllmca tlel
"'"'°' casos de psicosiw
234. L. Berenstcin, El sujeto
niño y su interior
253. M. C. Rothcr Homslein
y el otro: de la ausencia (comp.), Adolesuncia8: Paidós
o la presencia troyectori.tu wrbulentoa Bueno> Aire> • Barctl<>na • M~'ico
,,.,,_e__ I
íNDICE
1'50.l~ 1~S
coo ~o.a · ~~
comp1.c1<> "°'M.wt• e~ Rol'* ttomstein.·
t • ect· eueoos M• : Plí06s. 2006.
272 p ; 22U4 an.· (Pslcolcefl prof\.nja)

ISBN ~12-1~34

i.~.2 aor L~t


:Rou. oe
HoMll(etn. Matfa e~ . como.

Los autores .............................................................. 9


Prólogo, por Marta Cristina Rother Homstein .... 15

Parte I
AooL.E.'lCENl'ES Y TRAMA SOCIO-lllSTORICA

l. Adolescencia, trauma, identidad,


por Hugo Lemer .......................... .................... 27
2. Adolescencias, tiempo y cuerpo en la cultura
actua l, por Susafla Stembach ......................... 51
3. La tarea clínica con adolescentes hoy,
0 lOQG do 1411H lu .,j~ por Virginia U11gar........................................... 81
bhlotlltl l•a1dóe 6Alc·t
Uvt't 11 ta 611-J, lhw11~ AtM
• 1111 11 lh11r1,111f• \·1l\turit1lp11do4l.Com,ar
www p.1 1dourvrnl In• rom.ar Parte U
LA 1VRBULENCIA: TRÁNSITO llACIA LA COMPLEJIDAD
4ua'll'1 hKbo l'I d•·ro 1\0 que p~1t"nl la ~Y 11.723
lmpnt110 t n Is Ar~nlina · Pt¡ntcd ln Argentina
4. Vida, no vida, muerte: dejando la ninez.
lmpl'MO en Primt"ra Clue.
Preludio y fuga a tres voces,
Cal1f.>mia 1231, B""·noe Airtll. en ftbttro • 2000. por Ricardo Rodulfo ...... ....................... ............ 99
Tirada, UOO ~cmpW. 5. Entre desencantos, apremios e ilusiones:
barajar y dar de nuevo,
ISBN 950-12-<25.'1·6 por Marta Cristina Rother Homsteiri............. 117

7
6. Movilidad, encierros, errancias: avatares LOS AUTORES
del devenir adolescente,
por Lili.ana Palazzini ....................................... 137
7. La terminación de la adolescencia,
por Alciro Trilnik de Merea ............................ 161
S. Adolescencia y subjetividad: tiempo de tomar
la palabra, por Eisa S. Cartolano .................. 175

Parte IIT
TuRBUl..tNCIAS DESOROANIZANTt-:S

9. Dietantes y anoréxicas: una delimitación


necesaria, por Marisa Punta Rod.ulfo ............. 197
10. Novelas adolescentes, por Norma Na1t .......... 211 E1.."" S. CARTOLANO. Licenciada en psicología (Univer-
11 Identidades borrosas, sidad de Buenos Aires -UBA-). Psicoanalista. Ex resi-
por María Cristina Rot~er Ho~tefn ............ . 231 dente en Psicología Infantil, dependiente de la Facultad
12. "Una foto color sepia... : organización de Medicina (UBA), con asiento en el Hospital de Ni-
y dcRorganización en la tramitación ños. Miembro titular e integrante de Ja comisión direc-
adoll·~ccnte, por Lilian.a Palazzini ................. 249 tiva de la Asociación Psicoanalítica Argentina CAPA).
Socia plenaria de la Asociación Escuela Argentina de
Psicoterapia para Graduados (AEAPG). Docente uni-
versitaria de posgrado en la Facultad de Psicología
CUBA> y profesora titular de la cátedra "Escritos Socia-
les de Freud" (convenio para la Maestría AEAPG-Uni-
versidad Nacional de La Matanza). Autora de numerosos
artículos publicados en revistas de psicoanálisis y pre-
sentados en instituciones cientfficas, de la Argentina y
el exterior. Premio al mejor trabajo de promoción Celes
Cárcamo, APA, Buenos Aires, 2002. Coautora del libro
Proyecto terapéutico: ck Piera Aulagnier al psicoanáli-
sis actual CPaidós, 2004).
e-mail: elsaousanecart0no.@yohoo.com.nr

Huco LERNER. Médico psiquiatra y psicoanalista.


Miembro titular y analista didacta de la Asociación
Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA). Miembro ple-
no de la Sociedad Psicoanalitica del Sur CSPS). Vicepre-

8 9
sidente de la Fundación para la Investigación de la (1984 -1992). Ha sido miembro del Ateneo de Estu-
Depresión (FUNDEP). Ha sido profesor de las faculta- dios Psicoanalíticos de esta ciudad, donde fue profe-
des de psicología de la UBA y El Salvador, y docente sora por concurso de "Método Psicoanalítico II y III"
libre y director del curl!O de p0sgrado del Departamento e integró el equipo de Docencia y Científica. Partici-
de Salud Mental de Ja Facultad de Medicina de la UBA: pa en actividades de formación que se realizan en el
"Teoría y clínica del narcisismo". Actualmente es profe- Colegio de Psicólogos de la Provincia de Santa Fe -
sor de APdeBA y de la SPS. Ha sido panelista Y segunda circunscripción-. Integró la Secretaría de Do·
disl'rtnnte en diferentes congresos nacionales e inter· cencia y Cienllfica (1996-2001) como coordinadora del
nacionales. Autor de diversos trabajos publicados en Departamento de Investigación (1998-2000), coordi·
revistas y presentados en congresos, algunos de ellos nadora de seminarios de formación y miembro de la
seleccionados para congresos internacionales de I~ Aso- Comisión de ll:specialidades (2000-2001). Tuvo a su
ciación Psicoanalítica Internacional. Autor Y compilad~r cargo seminarios y grupos de estudio en distintas ins-
del libro: Psicoanálisis: cambios y permarunc1as (Li- tituciones. Participó como panelista en jornadas y con·
bros del Zorzal, 2003). grosos. Actualmente organiza actividades científicas
e-mail: hl•mei@lnlramed.net.ar en Rosario como miembro de la SPS, adumás de co-
ordinar seminarios de p0sgrado.
NORMA NAJT. Psicoanalista. Profesora titular de la e·mn1I: lilianapalauini@l:nblenet.net.11r
Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en las cáte-
dras: "Psicología Evolutiva r y "P~icolo~a ~linica de MARJSA PuNTA Roouu'o. Psicoanalista y doctora en
Niños y Adolescentes". Directora de U\Vest1gac16n Y pro- Psicología p0r In Univel'l!idad del Salvador. Profesora de
fc••oro de ¡>O~grado en la Carrera de Especialización en la UBA en el grado y en el posgrado, así t'Omo en distin-
<'hn11·n T'hmlllnalillc:\ con Ni1\o~ y Adolescentes CUNLP), tas universidades de nuestro pal!! y del ext.crior. Direc-
de Ir• c'unl es clin~·t11111 y reti¡~in"1ble di' su diseño Y est:á tora general y asistencial del proyecto de extensión
""""''')''''"'"In 11 11M il1•·lon1l huJO 111 clirl•cción de Sophie vAsesoramiento y asistencia psicológica en niños/as con
I• Mijoll 1 r.¡,,11,, 1, •••\•r11 1•1 t1•11JU ''La potentialité dificultades especiales", l"acultad de Psicología, UBA. Sus
¡ d 1nt11¡11n", 111 In f.'cv•lt• Jlortoralr de• Recherches en desarrollos sobre el dibujo del niño, núcleo de su tesis de
l'1y,h¡1111IV80, 1]111v1•1 1lc· l'un 7, Dl'nt~ D1derot <Fi:an· doctorado, constituyen yo hoy una referencm. Autora de
1111) 1 '01111l•1111 cl11l lrhro l'my1•clo terapéutico: dr Piera La clfoica del niño y su interior. Un estudio en detalle
Aula¡;111rr u/ ¡1t1<' o<r1wlrsis actual ( Paidós, 2004 ). (Paidós, 2005) y El niño del dihujo (Paidós, 1992); compi·
I! rntul. 11hnftJlC\.111i.unlp_rdu.ar !adoro y coautora de La problemática del síntoma
(Paidós, 1997); coautora de Trastornos narcisistas no
Lll.IASA PALAZZtNI. Psicóloga, egresada de la Uni- psicóticos (Paidós, 1995); Cllnica psicoanalfrica con 11i-
vrri;idad Nacional de Rosario. Psicoanalista. J\liem· ños y adole~entes (Ed. Lugar, 1989) y Pagar de más
bro Asociado de la SPS. Realizó estudios en diversas (Nueva Visión, 1986).
instituciones psicoanalíticas de Buenos Aires. Inte· myrrodulfo@arnet.com.nr
grante del Servicio de Orientación Vocacion_al-Ocu-
pacional de la Universidad Nacional de Rosario, como RICARDO RooULFO. Psicoanalista. Doctor en Psicología
responsable del Área de Orientación Vocacional por la Unjversidad del Salvador. Profesor titular de las

10 11
cátedras: "Clínica de Niños y Adolescentes" y de Psicología y Psicoterapia de Grupo (AAPPGJ. Docen-
"Psicopatología Infanta-juvenil". Director del Programa te titular de "Psicoanálisis y Macrocont.exto" del Insti-
de Posgrado en Clínica Psicoanalítica con Niños y Ado- tuto de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares
lescentes, Facultad de Psicología, UBA. de la AAPPG. Docente titular de seminarios sobre la
Presidente y director docente de la Fundación Estu- obra. de Piera Aulagnicr en esa institución. Ha publica-
dios Clínicos en Psicoanálisis. E~ autor, entre otros, de: do diversos artículos en revistas nacionales y extranje-
El núw y el ~iRnificante (Paidós, 1989); Estudios clini· ras. Es coautora de los siguientes libros: E11tre dos siglos:
cos (Paidós, 1992); Dtb~os fuero del papel (Paidós, 1999); una kctura psic?<'nalítica de la posmoder111dad (Lugar,
El psiccxmalisis de 11ueuo. Elementos para la decons· 1994); La parl!Ja y sus arwdamientos (Lugar, 2001);
trucc1ón del P'icoanálisis tradicional (Eudeba, 2004). Entre hermaMs: sentidos y efectos del u(nc11lo fraterno
e-mnil: myrrodulfo@nrne~.com.or t Lugar, 2003); Psicoanálisis: cambios y permanericias
lDol Zorzal, 2003); Proyecto terapéutico: de Piera
MARIA CRISTINA RO'rnER HORNSTEIN. Médica psicoana- Aulagnier al psicoanálisis actual (Paidós, 2004 ).
lista (UBA). Revalidó su título do médica en 1977 en la e·mail: 1u1anas1<:rnbach@fibertcl.com.ar
Univer.iidad Central de Venezuela. Miembro fundador
de la SPS y coordinadora del área de formación. Miem- Al.clRA T1ULN.1K DE M1mEA. Licenciada en Psicología
bro titular de la APA. Directora de la página web <UBAJ. Ha realizado la especialización en n_iños y ndo-
www.pieraa11lagnier.com. Fue profesora de "Teoría y Jei;centes en la Escuela Clínica de Niños. Miembro
Clínica Psicoanalítica" en el Centro de Estudios en Psi- fundador de la SPS. Ex profesora de la AEAPG. Ha
coanálisis (Caracas); en Ja Asociación Psicoanalitica Ar- parl.icipado e.n diversas jornadas y congresos. Ha
gentina; en el posgrado "Chnica psicoanalítica con niños escrit~ Y publ.1cado trabajos relativos a las siguientes
y adolei<centes" de la Facultad de Psicología de la UBA temáticas; psicoprofilaxis quirurgica, vínculo tempra-
y del Colegio de Psicólogos y de la Facultad de Psicología no, ~erap1as vmculares y familiares, desarrollos a
di> 111 llniver.-idnd de La Pinta. Docente libre y directora partir de la teoría de D. Winnicott y la problemática
1lcl 1·u1 811 il• ) 11o•¡¡rod11 del l)<•partantento de Salud Men- de la adolescencia.
lnl 110 Jn F11r11ltacl 1IP Mr1linnn dr la UBA •Qrganizacio- e-mail: aJc:iramere•@movi.com.ar
111 f,.,,,¡,.,¡7~'" 1111 11111'v11 p11r111li¡¡mn rltnico". Publicó
vnrlOli nrUculo • n lu~ r1·• •ita' di' p.~iroanálisis y es . V1RGINJA U~GAR. Médica psicoanalista <UBAJ. Espe-
co1111( ..111 ilo v1111119 ltlin1~: ,\A.VV.: Cuerpo, historia, irl· cialista en ruñez y adolescencia. Miembro titular con
l• 'I''' t111·ul11 d '.11<111• IO!) 11; /,a problemática <kl s(ntoma función didáctica de la APdoBA. Profesora titular del
( P 111!0~, 1!1~17); J'¡¡1connáfi.,is: cambios y permanencias Instituto de la APdeBA en las materias ~Teoría
ti .ibrus 1h•I Zorzul, :l003l; Proyecto terapéutico: de Piera klei~ian~·· "Psicoanálisi~ de niños y adolescentes" y en
J\uloglll('r al psicoanalisis actual (Paidós, 2004). Semmarios de Observación de bebés. Dicta clases en el
c-mnol; mcrothei@am~.com.at Curso para Concurrentes del Hospital de Niños Ricar-
do Gutiérroz. Dicta seminarios en Porto Alegre (Bra-
SUSANA Sn:RNBACll. Licenciada en Psicología <UBAl y sil), desde el afio 2002, para miembros de la Sociedad
en Sociología (UBA). Miembro pleno de la SPS. Miem- Psicoanalítica de Porto Alegre y para el Núcleo de Infan-
bro titular y ex presidenta de la Asociación Argentina cia y Adolescencia de la Sociedad Brasilefia de Psicoaná-

12 13
lisis de Porto Alegre. Ha dictado seminarios en el PRÓLOGO
Psychoanalytíc lnstilute of Northern California. Tiene
trabaJOS presentados en numeros~s congresos
psicoanáliticos mtemacionales, latinorunencanos y nacio-
nales. Autora de artículos publicados en las renstas de
psicoanálisia de la APA, APdeBA, Re.vista de la ~ocie­
dad Ps1(oanalftiro de Porto AJ.egre, Revista dt la Sof'iedad
Ps1coa11alflica Chilena, Revista Brasileira <k Psicotera-
pia y en el Jnternational Journal de Psychoa~alysis. E_s
la aclual Co Chair Latinoamericana del Comité de Psi-
coanálisis de Niños y Adolescentes <COCAP) de la Aso-
ciación Psicoanalítica Internacional.
e·mail virgunga~rtel.com.ar

Quienes compartimos este libro hemos sido pub<-res,


adolescentes, jóvenes, y hoy somos ya de olra11 genera-
ciones. Vivimos, padecimos, no entendimoti, nos senti-
mos incomprendido:;, incapaces de sostenerno11 sin el
apoyo de nuei;tros mayores y sentimos la n<'CCsidad
imperiosa de salir de ese atoUadero, soltar amarras y
aventurarnos con herramientas propias, ésas que ad-
quirimos y que cada uno construyó y reprocesó. Tal
vez porque pudimos no olvidar esos tiempos y lampoco
idealizarlos, como profesionales quisimos caminar jun-
to a las nuevas generaciones. Hicimos el esfuerzo de
entender, no sólo sus sufrimientos, sino oso mundo
diferente que desde el imaginario social inventa códi-
gos, propone nuevos ideales, facilita o deniega proyec-
tos, estimula o apaga ilusiones. Pero, sin duda alguna,
disfrutamos de aprender de esos jóvenes que transita-
ron por nuestros consultorios y que nos ayudaron y
enriquecieron A veces no los entendimos, pero inten-
tamos compartir sus búsquedas con nuestros recursos
teóricos y tccnicos, y con el placer de pensar, de crear,
de fantasear. Buscamos otros modelos para ampliar el
legado freudiano y comprender ese escenario multi-
facético que es In mente, el espacio psíquico, "esa otra
escenan y esa otra realidad que nos pertenece. que

14 15
hace lo suyo, que desconocemos pero que int.entnmos nao por su realización le plantean a los sujetos y a Ja
aprehender. Ellos, con su confianza Y el des~ de en- cultura propuestas siempre novedosas.
tender sus conflictos, sus temores, sus angusuas, sus
Deli<le que hemos superado el error de creer que el
dudas sus padeccres, sus utopías, s~s proyectos, sus olvido, habitual en nosotros, implica una destrucción
ilusio¿es, sus culpas, lo hicieron posible. . . de la huella mnémica, vale decir su aniquilamiento,
Entre todos los autores de este libro que, insisto, nos inclinamos a suponer lo opuesto, a saber, quo en la
compartimos el placer de interrogar las teorías y una vida anímica no puede sepultarse nada de lo que una
línica siempre cambiante, iremos planteando Y desa- vez se formó, quo todo se conserva de algún modo y
~rollnndo algunas particularidades del proceso ?doles- puedo ecr tttlfdo a la luz de nuevo en circunstancias
c te Pensar la adolescencia es indagar los códigos en apropi11d11s.•
:: ~e instituye Y que son propios de cada ópoca_. de
¿ada generación, de cada subcultura, entramados siem- Desde esta perspectiva en que lo inconsciente se
pre en la historia singular. . presenta como un inusitado reservorio de deseos que
El psicoanálisis dio cuenta de que el pasl\)e de la pugnan por encontrar formas de transformar la reali-
naturaleza a la cultura deviene en parte de la renun- dad es que la pubertad y el proceso de la adole:;cencia
cia pulsional; renuncia que nmi:ca es total. El repre- cobra particular interés en las así llamadas "culturas
sentante pulsional sigue produciendo efectos desde el calientcs•.s
. consciente. Como sigue actuando desde el fondo de En la clínica trabajamos y pensamos en las vidas de
:na negra noche, demanda satisfacción, genera con- los otros, a veces en las propias. En las djferentes eta-
flictos Y en el mejor de los casos, hace que el deseo sea pas tendemos a ver esas vidas como el resultado y el
productivo si encuentra vías que transfor~en la. rea- compendio de lo que ocurrió, de lo que cada sujeto logró
lidad. Do ahí que a veces ese retorno puls1onal. i~do­ o realizó, como si fuera tan sólo eso lo que conforma su
mablc puede volverse creatividad. ~ero la creat1v1dad existencia. Y olvidamos casi siempre que las vidas de
del ser humano, privilegio de los niños san~s y d? los las personas no son sólo eso: cada trayectoria se com-
adolescentes, lamentablemente se va perdiendo. La pone también do p6rdidas y desperdicios, do omisiones
··dad de los contenidos inconscientes, de lo y deseos incumplidos, de miserias y traiciones, de lo
comp1CJl . · d "d
v1vencindo, de los modelos identificatono.s c~eru os que una vez dejamos de lado o no elegimos o no alcan-
yo, idenl del yo, superyó, condicionan la d1vers1dad de zamos, de las numerosas posibilidades que en su mayo-
intentos de solución. Dado que aquello. que el ser ría no llegaron a realizarse -todas menos una, a la
humano ha experimentado d~ant~ su vida, y espe- postre-, de nuestras vacilaciones y nuestras enso·
cialmente durante su infancia, deJa sus marcas, la naciones, de los proyectos frustrados y los anhelos fal-
infinidad de combinaciones posibles de deiieos que pug- sos o tibios, de los miedos que nos paralizaron, de lo

l "Rllparo usted en el turbador contraste entre la .r adiante


. j¡ encia de un niño sano Y la endeblez de pcnoamiento .del 2. Freud, S. ( 1930): El mal••lar en la culturo. Buenos Aires, AE,
ndult.o promod'ro.• F reu d • S . (1927)·. El por~nir de una rlu016n.
inlo g vol. XXl.
8 1985 3. Erdhcim, M. ( 1992}: La prodU«i6n social de inconsckncla, una
Obro• compfotaw, Buenoe Aires, Amorrortu F.dlt.orea (AE). 197 • '
introduccid11 al proct!MI ctnops1coamúúico. México, Siglo XXI. 2003.
vol. XXI.

16 17
que abandonamos o nos abandonó a nosotros. Las per- 1dentificatorias que dejan profundas heridas primarias
sonas tal vez consistimos, en suma, tanto en lo que • n la organización psíquica
somos como en lo que no hemos sido, tanto en lo com- Pero, sin llegar a extremos, Rodulfo reflexiona sobre
probable y cuantificablo y recordable como en lo más t•l deseo de ser grande:
incierto, indeciso y difuminado. Quizá estamos hechos
en igual medida de lo que fue y de lo que pudo ser. (...( grande, de grandeza de greal1U?ss más que de
bi1111eg$, de desmeoura, de exceso, d<> fnfulas de liber-
También las concepciones sobre adolescencia han tad mcondic1onncla, de colmo de potencia, que palpita
oscilado entre el subrayado de angustias y duelos con- e~ lo rica fontnsmático del deseo ele ser grande. El
comitantes y una acentuada idealización como tiempo mr)o oc promete todo con (11. Y creo que, al respecto, ea
pleno de vida, probable consecuencia de la confusión la adolescencia ocurre algo del orden del traumatismo.
entre adolecer y odolescer. Pero crecer y padecer no (.. 1 hay una cosa terrible para el adolescente, que es
son lo mismo; aunque el movimiento adolescente acn· de.scubrir que los adultos no son gruntlcs, que un tt!r·
rrea trast.omo y angustia. más lo oaisiona la ausencia mmo no es sinónimo del otro, que donde él creía que
de su dei<plicgue.• habu1 un grande apenru1 ai hay un odult.o o lo que él
llamo un viejo. Es una dl'<:epción hondo, angustinnte,
La pregunta por la adolescencia en todo paciente os muy difícil de perdonar, y tiene mucho que ver con la
insoslayable. Si el proceso analítico es un trabajo do forocidttd de lu dc~calificnción que los padres a m<>nudo
historización, los trabajos psíquicos que requiere el sienten, no sin razón, tan injusta, que el adolei<eente
hace respecto de todo lo de ellos. P<>ro tarda muchos
devenir adolescente no son intercambiables y nos inci-
llilos esa herido en cerrar. Pues lo an¡¡usliantc amena-
tan a acompa1iar a los pacientes a recorrer algunas de z~ por otro llaneo, ya que el adolescente entonces per-
sus experiencias, a renovar teorías, interpretaciones c1 be que lo que le espera no es la grandeza sino la
sobre Jo que les ocurrió o en lo que creyeron. En fin, adultez y eso es insoportable. Creo que esto explica
ayudarlos a ri.-cncontrari;e una vez más, y seguramente bastante bien una suerte de fobia rnd1cal o de radica-
siempre de una manera distinta, con los recuerdos y los lización de la fobia, fácil de encontrar en esos edades
fantasmas do esos tiempos. La ausencia de recuerdos, Y que domina por largos ¡>~nodos: n•chuzo dc- lodo
el exceso de represión o de escisión remiten con fre- proyret.o futuro, de toda anticipación
cuencia a fallas en la capacidad de representación. tstas
se ponen de manifiesto como desórdenes, en particular Furiosos, se ensai\an con esos adultos que fueron sin
excesos, desbordes pulsionales, que se expresan la duda necesarios objetos de idealización que contribuye-
mayoría de las veces por medio de conductas ron a modelar su yo, su superyó y de los cuales no les
sintomáticas, "actos-síntomas~ que no son fáciles de queda otra que desligarse, aunque desasirse ~de la au-
modificar sobre todo cuando (como veremos más ade· toridad parental sea una de las operaciones más nece-
lanle) estamos frente a fallas objetales, pulsionales e •,urias, pero también más dolorosas del desarrollo".ª

6. Rodulfo, R. (2004): El psicoandlisi• de nuevo. Elementos para


4. Palauini. L.: "Movilidnd, encierro. y errancias: evntares del ltr droonslm<C'UJll del psiC(xmálisis tradtcwnal, Bul'll08 Aires, Eudeba.
devenir adolescente", capitulo 6 de .. te libro. 6. Freud, S. (1908): ºLa novela familiar del neurótico", AE, vol IX.

18 19
Idealistas, transgresores, irreverentes, e>1limulantes;
ª
uwntal la posibilidad de e ·
t•1ón del psiquismo. Quizá u ambios Y auto-organiza-
para consolidar la identidad confrontan con las genera- ccso con une transformac~ eda compar~rse este pro-
ciones que van dejando atrás y contribuyen a reformu- crn sólido. (También pued n ~ue da fluidez a lo que
rnsgos regresivos en o servarse en los púberes
lar sus códigos.
111• fuerzas que ~s~=~~~fi=~:sdestacar la liberación
Inmaduros, irresponsables, cambinntes, juguetones, rnn~ecuente
.
reorgan· ºó g a estructuras, y la
1zac1 n en forma de n ºd
reivindicndores, en última instancia practicantes in· 1cac1ones y de la poses. d
cansables de todo aquello que Jos ubique en un proceso
1
l fj 16 n e nuevos obJetos.J en-
u_evas 1
idenlificatorio, aunque inuchas veces estén al borde
Por consiguiente nuestra d
del colapso, la muyoria logrará sortear este tránsito rarso en el modelo d dcon ucta debería ins1>i-
sin cuer en el intento.' no proeura contraria':. un pe agogo co~nprcnsivo que
sino propic1llJ"ln Y amo~·ºª nelofo~mac1ón inminente,
Freud reconoció que en la bitcmporalidad del desa· llido.• iguar .a violencia de su esta-
rrollo S<'xual radica la ~condición de posibilidad" para
producir y conservar nuevas formas de cultura sin Si se considera a los roe
necesidad de que haya una transformación del bagaje fundamento del de~arrollp
· d elsoculsde
oea aprendizaje como
turapod.
genético. Este entendimiento posibilita ver bajo una lar que estos procesos ind . • • emos acep-
nueva luz la significación de la infancia temprana y de 1lcterminarán "import t ucidos en la adolc~cencia
an es aportes d 1 • dº ºd
la adolescencia para el desarrollo de la cultura. Ptapa. Los modelos identificatori e m iv1 uo en esta
Si el desarrollo sexual llegara a su término con la rncuentros significativos d 1 . _os que prop1c111n los
fase edípica significaría que solamente la experiencia In cxogamia y en el es a~i os JO:Venes en. su salida a
de los primeros años sería decisiva para la vida en menores en importa . p 0 soc13l ampliado no son
sociedad. La historia ocurriría, entonces, siempre de objetos primarios queni~~:ro~~~ los ~ncuentros con los
una manera cíclica; cada generación reproducirla de d~sde el comienzo de la ºd Jer°n imborrables marcas
nuevo laR experiencias de los padres. La irrupción rión pcrmonente del vi 8 Y .ª cri~nl!:a. La con11truc-
pub1•rnl flexibiliza las estructuras psíquicas provia- movilidad estructural spórloocesob1dentificalorio Y de la
. aca a con la muert
m1•nh' l on1<olidadas en el seno de la familia, y genera Pensar, investir sufrir• É e.
sujeto tiene que as~mir ~ra esa es la tarea que todo
0

con t•llo los prl'supuestos para una reestructuración


de la 5ubjctividad, no restringida exclusivamente a que será su vida. Sólo efamori:p~nder la trayectoria
los mnndntos parentales. La pubertad da al ser hu- de desear ser uno mismo e encuentro, el de~
. Y querer a otro como ot
mano otra oportunidad para revisar las soluciones sus sobe. r b•as Y sus debilidades- · ro -:ron
que halló durante la infancia. Lo vivenciado en ese descubnr la grandeza de tales de lo~ ?e1ará partir y
tiempo deja sus marcas pero no condena, y la diná- ellos y con las expcri . d seos, interactuar con
· enc1as e la realidad.
mica de la adolescencia proporciona un aporte funda·

B. Frcud, S.(1927): "El porvenir de un · · · •


9. Auln¡¡nier, P IL982J· •co d d a iluS1on ' AE, v.ol. XXI
' • n ena o a in t'r" ·
7. WMo U!rner, H.: "Adolescencia, trauma, idcntidnd", capitulo 1 f!n b u.sea de un seulido 'lé . s· 1 ves 1 • on Uu intlrpretc
' l" XICO, 1g o XXI, 1994.
d~ osto libro.

20 21
La vida se impone, las experiencias que los sujetos l;irse una vez más· ·có á ,__
afrontan, tan impredecibles como el día que vamos a 1 • • · . ·e, mo ser n""' nuevas subjetivida-
« t s qu~ se instituyen bajo el sesgo de acelerad
morir, ponen a prueba la capacidad de reorganización form~ciones de valores, de ideales de modas deas ódtr~­
o de desestrucluración. Está en Ja posibilidad de cada c¡ue impacta . • • e 1gos
n recursivamente en la cultura?
uno poder, saber, querer {parafraseando a Freud) que
allí donde lo traumático era, lo creativo debe advenir.
MARIA CRJSl'INA ROTRRR HORNST!:IN
Por todo esto, dedicamos el libro a esos adolescentes
que, en la blisqueda de consolidar su identidad, se re- Diciembre de 2005
belan, propician ideales y sufren para apropiarse de las
herramientas que encuentran a su paso -cuando so
enfrenton con experiencias significativas- y confrontan
a los padres, a los educadores, a la sociedad.
A los padres, que no sólo sufren la descalificación -no
siempre justa de los hijos que crecen y bu~can diferen-
ciarse sino también sus propias inseguridades que no les
permiten dejar de ser "los ídolos• e insisten en soswner
una ilusoria omnipotencia que no hace más que desacre-
ditarlos ante la mirada perpleja de los hijos.
A los educadores, que lidian con la irreverencia, las
transgresiones. los padeceres, pero también con esa
vitalidad estimulante que transmiten los adolescentes,
y cuya tarea es posibilitarles el despliegue de la crea-
tividad y las inteligencias singulares paro amortiguar
así ciertos aspectos de la violencia del estallido juvenil,
contribuyendo a que los procesos de aprendizaje intro-
duzcan solidez en el desarrollo de la cultura.
A los agentes de salud mental, siempre nlerlas a
esoR riesgos que hacen de la adolescencia un tiempo
vulnerable debido a esa mezcla de omnipotencia y
desvalimiento. Alertas, insisto, para contenerlos y acom-
pañarlos con eficacia y empatía en el proceso de encon-
trar cada uno su camino
Intentamos entre todos dejar abiertas cuestiones para
seguir interrogando las problemáticas que hoy aquejan
a padres, hijos, educadores, profesionaleij de la salud,
que parecen habitar -a veces- mundos tan disimj)es
que imposibilitan el diálogo y la comunicación. Pregun-

22 23
PARTE l

Adolescentes y trama socio-histórica


l. ADOLESCENCIA, TRAUMA, TDENT1DAD 1

Hugo Lerner

ALGUNAS GENERALIDADES'

Si bien han cambiado las épocas, la modornidad ha


dejado marcas. Algunas de ellas colocaban al adoles-
L'tmte ante la pre.'lión de lo que podríamos llamar su
"normatización". Éste era uno de los modus, con la po-
laridad implícita de "normalización o transgresión"
La noción de "normat1zaci6n" implica tener un pro-
yecto cerrado y acabado (estudios u objetivos laborales,
casarse, formar una familia, etc.), y ese proyecto exige
contar con un mundo dado de antemano que es la meta,
el paraíso que se desea alcanzar.
No obstante, en la actualidad esta polaridad no está
tan marcada. Hoy nos encontramos frecuentemente con
lo que podrlamos llamar el adolescente "navegador",
dotado de una consistencia yoica o, como hubiese di-
cho Liberman (1983), de una "plasticidad yoica" que le
permite navegar por el mundo y desplegar y expandir

l. Una venión reaumida de este capllulo IO publicó en Act~oli·


dad psk<M¡/tca, año XXIX, n' 323, Buenos Aíres, 2004.
2. En este cnpltulo me referiré al adolescenle tipo de clase media
urbana, ya que éstos "°n loe adolescentes con quiene. má$ dialogo
y a quienes cl'tlO con<>C<lr mejor. La problemática de la ndolesconcia
en IW! clasea socialmente sumergida& excede mi marco observacio-
nal.
27
diferentes potencialidades creativas. El contexto so·
HABLEMOS DEL TRAUMA
cial muchas veces le da espacio a este adolescente; no
queda entrampado en el discurso del sistema, que ...y c11a11to md~ i~tenso rl trauma, tanto máa
senala las imposibilidades de deBarrollo si se aleja del segurarnenle exteriorizará su pPrjuicio aun b .
ideal del adolescente de la modernidad, y aprende a conat~/aciones pu/sio11a/u normal;s. No h't/.;
surcar diferentes caminos. Cuando hablo de "navegar" ""'ll""ª duda de que la t/10/ogfa troumática
me refiero a que la sola presencia en el mundo justi· o(rrce al anti/isis, t'On mucho, la oportunúiad
ma• {tworob/e. S6lo en el caao con prrdomrmo
fica la existencia: no importa el puerto al que se arri- troumát1co conseguirá •I anált01s aquello de
be, la cuestión es moverse, buscar. La existencia no se que ~· mnl(16tralmente capaz: m.err:ed al {orla/e·
justifica en función de un futuro, sino en función de c:rn1e1~to del yo, sustituir ln clcci$ión deficiente
aquello que so está haciendo. "Caminante, no hay .?"' mene d~ la edad lemprrma por un.a tramita
camino, se hace camino al andar", dccia Antonio Ma- c1011 com.v:·ta. S6lo en un coso <Js( se puede !rabi
chado. ' de un ancili$is. trrmmado de/initivamen'/:
<Fiun D, Anliluu tennmable e mlennu1abk, 1937 )
Otro tipo de adole:;cente seria el yuppie (Young Urban
Professional), expresión de la adaptación absoluta al
ideal social de los ailos ochentn. Hay un tercer tipo al ' Al ocuparse de la noción de trauma, Laplanche
que podríamos llamar el "adolescente del descarte", el 1 ontalis (1974) nos dicen lo sigujento: Y
adolescente de la anomia. Estos adolescentes no pue-
den navegar ni construir, y sufren un colapso caótico . De un modo más general, purde decirse que el con-
en cualquier proyecto que inician. (Aquí estaríamos Junto de fenó~111mos clínicos en los que Freud ve actuar
dentro de una problemática psicopatológica.) Aunque el esta compulsión <de repetición) pone en ev·d .
J · · · d • 1 enCJa que
contexto permita un uso mayor de la libertad, se per- e pnncip10 e plnc<>r, para poder funcionar, ex:ige que
cibe en estos últimos la dificultad de W!arla. se cumplan dc~ermrnadas condiciones, que son aboli-
Como ya dije, la modernidad establecía metas: reci- das por la accrón del traumatismo, en Ja medida cn
birse, casa.r se, construir una familia, etc. Y el que lle- ~u? éste n~ es una ijimple perturbnción de Ja economía
ab1dmal, sano que viene a amena••r m's clicalm
gaba, ganaba. Hoy muchos llegan, y lo que era una ¡ · · - " ra ente
a mtegndad d~I sltjeto (...). El yo, al desencadenar la
meta anhelada y valiosa ya no lo cs. Muchos sienten l!Cñal d~ _angustio, mtenta evitar verse desbordado por
que ya no se pueden apartar, no pueden navegar. En el la apanc;i?n de la angustia automática que caracteriza
caso de nuestro pals el contexto social ha cambiado. La la srtuacion traumática, en la cual el yo se halla inde-
sociedad funciona como un elemento traumático, en f~nso [.... J. Es~a concepción lleva a est.ablecer una es
tanto no permite la navegación o la concreción de pla- c1e de sunetnn entre el peligro externo y el interno~)
nes, y por ende un proyecto idenlificatorio. yo es ata.cado desde adentro, es decir, por las excita~io­
En este trabajo me propongo revisar y repensar pun- nes puls1onalee, como lo es desde afuera.
tualmente algunos conceptos, sin pretender agotarlos,
como las nociones de trauma (¿es la misma que en los Mi intención no es detenerme en las expli .
6 · - caciones
comienzos de nue~tra disciplina?) y de identidad, en un t~n micas smo poner el acento en aquello que está
mundo diferente al de los inicios del psicoanálisis. ml"b.sd.alllá" de "una simple perturbación de la economía
refl eXIonar
·
1 ' ana • me interesa
• acerca de aquellos

28
29
"peligros externos• al yo que terminan arrasándolo, licre, un sajeto se encuentro en un ámbito de intercam-
devastándolo. Eso que Laplanche y Pontalis consideran h10 localizado en el espacio-tiempo, donde construye un
una amenaza radical a la integridad del sujeto. mundo y a la vez es construido por ese mundo que cons-
¿En qué medida lo social, lo contextual, puede ser 1ruye. Se puede reservar el nombre de "subjetividad"
traumático e interferir en la constitución yoica?¿Cómo paro el espacio de libertad do esa creación (Najmanovich
interviene la realidad entro los vasallajes del yo? '1.000). Es una creación de otro y también de uno. '
Consideremos, por ejemplo, lo que ha ocurrido en La subjetividad no tendría otro contenido que ese
nuestro país desde diciembre del 2001 basta la actuali- pr?Ceso. La subjetividad es la posibilidad que tiene un
dad. Crisis sociales, devaluación, violencia, desocupación, IUJCto de crear al otro, al mundo y a sí mismo. La
sen.<;ación de desmembramiento social, imposibilidad de rnndición y el marco para la producción de subjetivida-
imaginarse un futuro, de annar un proyecto. La Argen- des están dados por el intercambio social, y también
tina se había convertido de repente en una gran arena <'Atán dados estructuralmente. Para un sujeto es impo-
movediza, no teníamos piso que nos sostuviese. ·ible no producir subjetividad.
Abruptamente dejamos de hablar del sujeto globali- Si es así, frente a diferentes acontecimientos socia·
zado, para debatir sobre ol sujeto argentino, el de la h,~, Ju subjetividad o la producción de la mjsma serán
crisis actual. ¿Este último es el mismo que aquel que diferentes y variarán de acuc>rdo con los vínculos que se
estaba preocupado por la falta de sentido, aquejado por t•Hlablezcnn o con los diferentes medios sociales en que
In •sinsenliditis" de In vida, ese sujeto vacío que podía- 1•e desarrolle un sujeto.
mos homologar a cualquier otro que circulara, A menudo pienso la constitución del sujeto en fun-
interactuando con los demás, en cualquier gran urbe ción de un modelo que toma al narcisismo como eje
del planeta? c••ntral de su desarrollo, pero en el cual el narcisismo
No, no es el mismo. O, en todo caso, lo es en su depende del objeto y del medio social para que dicho
esencia pero no en su construcción actual, en la medido fil'Harrollo sea pos~ble. Aunque parezca paradójico, esto
en que el sujeto no es sólo historia congelada, no sólo llevaría a concebir un narcisismo intersubjetiva. Mi
repite la historia, ni tampoco es un conjunto de identi- intención es intentar encontrar diferentes respuestas
ficaciones fijas, sino que es el producto de su interac- para esta pregunta: ¿cómo se construye la $Ubjetividad
ción con su contexto y, por eso mismo, su subjetividad en este contexto impredecible, si, como decía, el medio
es cambiante. Como decCa Castoriadis (1998), ya quedó social es parte fundante de In misma?
muy atrás "la deliberada ignorancia de los psicoanalis- Durante la década de 1990, el argentino vivió el sue~o
tas actuales acerca de la dimensión social de la exist-On- dt> "todo por dos pesos", metáfora que validaba la ilui;ión
cia humana. [... ) El individuo con quien se encuentra el el" que todo ero posible dando muy poco a cambio. Perte-
psicoanálisis es siempre un individuo socializado Oo nt'Ciamos ol Primer Mundo o teníamos la ilusión de pcr-
mismo que quien lo practica). (...] Yo, superyó e ideal l(•nc.'CCr a él. Todo estaba a nuestro alcance. Como bien
del yo son impensables si no se los concibo como pro- ~c1lnló Beatriz Sarlo (1994), si nos sumergíamos en un
ductos del proceso de socialización. Los individuos so· n1ul Unmado shopping portcí'lo y nos olvidábamos del iclio-
cializados son fragmentos que caminan y hablan en mn que S-O hablaba a nuestro alrededor, resultaba dificil
uno sociedad dada". discriminar si estábamos en París, Hong Kong, Nueva
Partamos de la idea de que una persona o, si se pre- York o Londres. Las mismas marcas, la misma música.

30 31
-- - - -

De ese "mundo feliz" global en el que teníamos todo 1n·oncin de que él está creando el mundo. Esa cxpe-
a nuestro alcance pasamos repentinamente a nuestro ''' .ncia es imprescindible para gestar una realidad psi-
mundito latinoamericano lleno de faltas y ausencias. •1111ca y externa conliable, con Ja concomitante creencia
La ilusión de que, si no todo, casi todo era posible se ha mi esa "omnipotencia" necesaria para que el sujeto se
desvanecido. Las fantasías omnipotentes que expandían •11·nlo creador del mundo que lo rodea, o por lo menos
nuestro yo y nutrían nuestro narcisismo se interrum- 1111 participante activo en él.
pieron. La consecuencia ha sido más depresión, más Freud nos señaló que el ideal colectivo deviene de la
problemas para mantener el equilibrio narcisista (con runvcrgencia de los ideales del yo individuales, a partir
el consecuente tambaleo de la autoestima), más dificul- 11·· lo cual se van generando diferentes grupos. ¿Esto es
tades para discriminar las ~responsabilidades propias" 1~1~1ble hoy? Si no lo es, perderá sentido para los ado-
de los "responsabilidades sociales". I• «centes agruparse y ser solidarios Si forzamos un
Winnicott sei\aló int.eligentemente, con su concepto del 1 neo la teoría, vemos que el ideal imperante en los

holdi11g, la importancia que tiene contar con. un conwxto 11ltim.os años en nucstr~ país, transmitido por sus ligu-
estable y previsible para que alguien se ID!.egre Y se ' 1. dmgentes, estuvo ligado má.S bien ni egoísmo y a la
convierta en persono. Las personas que, en medio de talla de solidaridad. Estos conceptos son opuestos a los
este caos social, con esta ausencia de holdi11g social, han 11111• históricamente funcionaron como motores del mun-
podido construirse y ser corren el riesgo de sufrir todos 1!11 del adolescente. El ideal se ha vuelto confuso ines-
Jos trastornos derivados de las dilicultades para la inte- lnhlc y lejano para éste. En todo caso, supone qu~ debe
gración y la personalización. El equilibrio narcisista se lar del lado de lo ajeno, lejos, en el extranjero.
perturba, la estructura de un sel( cohesivo, vi.tal y dota- Quienes han conservado, por inercia, los proyectos
do de un funcionamiento armónico, como diría Kohut • rora soñado:;, anhelados, amasados, consideran la sa-
1

(1971), se pierde. Por supuesto, el grado de alteración lulu de la emigración como una posibilidad do completar
dependerá de In biografía constitutiva de cada uno, pero lu que el ideal del yo marcó en algún momento de su
podemos estar seguros de que nadie quedará ~u:"e e lustoria. Esto impli~ un gasto psfquico important-O, por
invulnerable ante estas sacudidas a nuestro narcisismo 1·11anto deben renunciar a su contmcto emocional cotidia-
y, por lo tanto, a las oscilaciones de nuestra autoestima, r ''· que es parte imporumt-0 del sostén de la idtmtidad.
con las consecuentes manifestaciones de depresión o, a HP convierten en sajctos que dcl.icn variar sus "objetos
veces, de su contrapartida, la manía. Y no olvidemos las 1 ;peculares" <Kohut) para "seguir siendo" (Winnicott).
hipocondrías, las somatizaciones y los trastornos ~,~t.a tarea no es sencilla en ningún momento de la vida
vinculares (de pareja, familiares, laborales, etc.). y menos aún en Ja adolescencia, período en el que el
Si nos detenemos a pensar que el adolescente ha sido ujct.o necesita la reconfirmacióo especular de su "tribu".
víctima de lo amputación de la utopía y la ilusión, no <'nmbiar de "tribu" implica el encuentro con otros ajenos
nos será dificil imaginarnos la alteración que ha sufri- c¡u<' necesariamente imponen un gasto psíquico extra· el
do la creación de ideales capaces de sostener un proyec· uuhviduo deberé ir tanteando si, en la intersubjetividad
to probable, un proyecto que convierta al adolescente 1wcesaria para ser, e$0S nuevos visitantes serán los apro-
en un sujeto en el mundo. Como bien nos ensenó 111udos o si deberá seguir buscando. Los otros históricos
Winnicott Jo ilusión (dentro de un espacio lúdico crea- los que fueron estableciéndose como significativos pan:
tivo) nece~ita un contexto que fomente en el sajeto la In construcción del yo, devinieron de modo natural y

32 33
. ntes que emigran se sienten ción subjetiva del segundo permite que su yo se vuelva
nrogresivo. Muchos ado1esce . rápi"damente a veces "idealmente plástico" (Liberman, 1983) y recurra a di-
... . ¡ ¡;· de pertenencia Y •
urgidos poodr e a ~co buscan establecer contactos de. cu.al- forcntes modalidades de ~avegación" para atravesar
de un m o mallla •"eli • el confinamiento esquizo1de tormentas sin naufragar, mientras que el primero se
quier manera. Otros. gen •umerge en aguas psicopatológicas (depresiones, enfer-
o el encierro depr_cR~O. d lescente va construyendo su medades psicosomáticas, fragmentaciones, adicciones,
Cuando un suJe. a.º es contextuales-sociales pue- o·tc.l. El yo no colapbllrá en la medida en que pueda
identidad, c~ertas s1tuae1on tn1cción Esas interferencias ·~ir estructurando proyectos, armando historia, ge-
den interferir ~n rlt<'hR 00.':{'ea de trauma. Son traumliti- nerando un futuro. Aquí entramos en el terreno de cómo
guardan rel.aci~u con 1a 1 • ndividuo sea, que logre con- fue "narcisizada" una persona, cómo fue la historia de
~ porque~1mp1d~~i~a~:er, 1989; Winnicot~, 1971) y ms identificaciones (Aulagnier), en qu~ contexto emo-
quistar el yo soy a ser lo que quiere. r1onal y social devino sujeto. Si todo to anterior fue más
estorban el proceso de .llegar piso consistente sobre el o menos armónico, la usina de proyectos continúa fun ·
El adolescente. necesit~ ~ºet suelo es demasiado llui- t·ionando y por lo tanto el proceso identificatorio sigue
cual pueda experime:~r proceso de desarrollo. Sobre
á lcniendo la vitalidad que ahuyenta el peligro del colap-
do y poco firme, ª
_,,_ no ser pued e con str··;·

Sin una base 1!0 y la fragmentación.
arenas moveuu.as no ner ladrillo!\. El contexto Si un sujeto transitó por vivencias de amparo• y apego
firme no pu ed e ""nsarse
r d
en po
.
.
hor·izontc • no permite ! Bowlby, 1969), tendrá más recursos que si vivió su-
.
social mc1e o, º. rt eufuma o • sin
mergido en el desamparo y el desapego. Los sujetos que
· · • proyectos contaron y cuentan con un medio previsible y estable
constTWr nmgun h d¿lescentes piensan en el éxo-
Así es como mue .º5 ~ de uc hay un lugar en el llevan ventaja para que su ideo! del yo no sea siempre
do, en huir con .la ~us1ónque v~ a permitir desarrollar una quimera. Aun cunndo la realidad erosiona y soca-
mundo con un piso rme l ta to la construcción yoica va, muchas veces, la historia de la construcción yoica
un proyecto y donde, por o "bln p'ara todos lo que ha de cada uno, algunas estructuras adquiridas conservan
meta pos1 e. •
vuelva a ser una ¡ durante los últimos años fue ~l poder de sortear los tremendos escollos y trabas que
sucedído en nuestro pa sd 1 s-ntes implicó un plus de la realidad, por lo menos en e:;tas latitudes, nos pone.
. pero en los a o e ~" ·
trau.mát ico, o era sólo si se podrla scgull' En cambio, quienes hayan padecido una historia llena
a~gustia.I El¡ prodbelearr:iªgu~lia era provocado por ta pre· tic discontinuidades, duelos, traumas 11everos, o todas
siendo; e p us las experiencias que obstaculizan la narcisi?.ación d!!l
gun t a.. i·lograré ser? . a un yo que nawraga
.. ~ de 1ujeto en desarrollo, estarán en desventaja con relación
¿Qué es. lo que difere;c;aLa historia de la construc- u los primeros. No obstante, soy de los que piensan que
otro que s1guo navegan o. l'sto ultimo no es una condición que inexorablemente
provocará dificultades y síntomas mayores. Como la his·
ti ó uc un cont.c.Xto soci~n6mico
3 Eliseo Veróo (2004) n arm e¡ t a mas V •unc:¡uc más tat·
ines~able ¡¡ener• mulHples r~pt"::!b1:.ueconÓmicas se tte0mpoo· 4 &cordemOll a Fleud ( 1938~ ªDe lo;i pelil(l'UA con que amenau
de lu condicionee 900ales Y asd .
· · que e¡an e
n los •""'to•
...,. tardan mucho rl mundo exterior, el nir'o e• protegido por la providoncin de 101
gaJt, las marcas ps1qwcas éll De uhl la ruen.o traum&tica quo 11rogenitores" (En las traducciones anl~riOrt!8 providcncin opareda
más en resolverse que aqu ns. . ioci·ale• <'Orno amparo.)
· 1as conmocionce
tienen con frecuencln ·

34 35
wria es una construcción constante, el individuo t.endrá muchas veces ese terror no puede i:;er nombrado se
innumerables encuentros intersubjctivos (la amistad, el 111fiere .que ~stá as.ociado al temor a la fragmenta~ión
enamoramiento, los grupos de pares, etc.) que _POSibilit.a· pnr rev1venc1a de situaciones traumáticas que hau fon.
rán reparar ese yo padeciente y averiado. 81 bay otro r1onado como terremotos dentro del yo. En estos casos
que refleja, sostiene, y funciona como obJeto esp«:ular e ••I analista n~ debe esperar, como en el modelo clásic~
idealizado (Kohutl, ese otro se convertirá en generador,
por vía intersubjetiva, de e»'tructura.p~íquica. Ei:t ~a h!S·
toria de un sujeto no todo e:; repetición o reedic1ó?•. el
,1,. las neurosis, que__!!. Jl.!1Ciente asocie. Aquí no se trata
dt• que el analista "pesque• asociacione8cómoaaméñte
llf•ntado aI bOrde del agua; aquí hay que comprometer-

psiquismo siempre está abier!D a lo nuevo, a la ed1c1ón fi•'. meterse dentro del mar y moJarso Uiómstein 2004) /
original (Lerner, 2001). . . tru!arido de construir lo que no lía ·sido constr~ido d~ V,,.
McDougall (1982) nos advierte que debemos distin- 11ditar lo que s(I e~. Estos pacientes ponen' en
guir entre lo que ella llama "catástrofes reales", que Jllque nuestra contratransferencia. Son análisis en los
son individuale!l, de "los traumas universales [... ) que son •tul' el analista siente que no hay tregua y, como dice
el drama de la alteridad, de la ~exualidad Y de la m· lllcDougall, al mismo tiempo se rechazan las interpre-
eluctable mortalidad del hombro". Y continúa dicien· Utr1ones po~u~ en r~al.i~ad se está "a la escuch~
do que a un suceso sólo puede llamárselo "traumático" una comurucac1ón pr1m1tíva, en el sentido en que se
cuando enfrentar y resolver esas •catástrofes" que es- p<>dria decll' que un runo que prohcre alariaos está"é0-
tructuran el psiquismo se vuelve más complicado que 11rnnicando". algo, en la medíaa cil que se baga una
de costumbre. Esta autora distingue aquellos ~e.c~os • · tro oye.
traumáticos que transcurrieron antes de la a~qu1S1C1ón .Juguemos con la idea de que a constitución yoica es
del lenguaje, cuando el infans !<ólo se c_om~mcab9: por '!!.' J>ªraíso prometido al cual se ijsp1ru a ilegy, la cti-
signos que sólo eran verdaderas comurucacione~ s1 ha- UlCIOn final de un viaje que comienza con el nacimiento
bía otro que las oyera, que captase las emociones Y Y l'n algún momento de la vida se arribará a ese des-
respondiese a las mismas. Atribuyo a la madre e?te rol l!no; el sujew arribará a un yo, debcnl lle ar a un yo.
de "aparato de pensar". Vemos claramente que, si no se l•rrn~ a .es mo o ~pe. ar, ~erie
la transita bien, esta relación temprana madre-bebé 111.1u_~ntído. En cambio. s1 se concepluahza al yo com(}.
puede constituir el "suceso traumalizante". . un proceso en construcción constante, la idea de trau·
Cuando nos referimos a situaciones traumáticas pre· ma deja d~ tener peso porqúe}oSd.ifef'!'nles escollos
coces que han producido una catástrofe yoica, con sus ;1.ue el sujeto va esquivando no siempre ~on traumáticos.
consecuentes trastornos identitarios, estamos hablando l rauma es una ruptura en la continuidad. oero no todo
de aquellos sujetos en los cuales ?sos sucesos, aunq~e t rnatomo en la cont1nu1dad es detención. No se produce
hayan generado símbolos, como ~1ría.McDougall, deJ~­ una detenc1 e ue seguir sien " · nicott ·
ron huellas que son sólo "signos inscriptos en el .soma , La mirada clásica sólo atien e a la historia; esto es
cuya pre.;cncia se puede intuir a través de "las mcohc- totalmente pertinente pero también debemos contem-
rencias y los blancos que provocan en e~ registro del pl~r lo actual, los vínculos presentes que funcionan como
pcnsamienwiT.os discursos de estos pacientes no tra- nbJetDs especulares e idealizadores (Kohut). Lo que
tan de comurtícar algo sino que intentan que el otro puede ser traumático para algunos no lo será para otros
pueda sentir, percibir, el terror subyacente. Pese a que porque atraviesan esa situación que llamamos

36 37
"traumática" con una intersubjetividad sostenedora, que
en e,;e momentAJ o a posterwri les permitirá usar esas la muerte inevitable", oos dirá Homstein (2003). Pero es
experiencias como ma~es COI19l\ilutivos de su yo. producto del trabajo psíquico poder aceptar todo eijto, lo
En algunos casos al ~raum~sólo tendríamos que que dará po:resultado una mayor complejizacióo yoica,
llnmarlo Mecontct:imjentAJ" (Badiou, 1988) en tanto per- una subJehV1dad y una identidad más ricas y vivas.
mita la emergencia de algo nuevo, la prod~cc.i~n de una
edición original (Lcmer, 200ll. _l!n acont~1m1ento gene-
ra ruido aumentando Ja compTeJ1dad del sistema. Y aun- F.N BUSCA DEL SENTIDO DI>: SER,
que esto podría ser considerado un trauma, un sistema DE LA IDENTIDAD, DEL "YO SOY"
al complojizarse puede aumentar los grados de autono-
mía do un sujeto. Por lo tanto, "un ruido" puede ser Porque sé que este relato ua a inf..'Cf<rrl!(! ck oluulo.._
ómiswws y errores, cuen1o co11 rlm•. No fll'l:/e1uk> 11er
traumático para unos y generador de cosas nuevas, de
absolutamente ""mz o e>XJC'lo: IN! que ll'<'Ol'dar es
edicione!I integradoras para otros; para unos será para- i1!l'c1llar, que el pasodo e1 1111 nmt1·riaJ molmble y
lizante 1 en tantAJ que para otros puede ser una posibili- qU(! uolut:r llOOre él eqiumk ms1 s1n11pm a mochficar·
dad de creación y de aumento de la complejidad' yoica, lo. Por'*" m.d$ que a ser ""'11'/a, f1.•p11V a .,.,. /id al
de enriquecimiento. Ante determinadas dificultades: al- ~o, quizá paro no lrruciottor d•·I lürla oJ prna·nlL
gunos sujetos no pueden mantener su coruns~nc1a o Por - . y porqu,-. a ~nuda la 1mlJl!l1wdm1 rwu.:rda
mejor qlll! la munana, a' lambWn qu• aqu..·Ua
continuidad yoica, y para hacerles frente compleJ•zan su ft'lúmarri /,. toadcos q"" se ahron •n isla. .Vo u11porta:
yo, mi<'ntro~ que otros detienen .1ª. C?nstrucción ~oica. al fin y al cabo, la/ <et ""' cu:rlo que .:ilo una
En la construcción de Ja subJet1~1dad, detcnrunadas hÜJlona iJWentaáa, pero tvtrrlad.·ro, pueck Jw:er qutJ
1·in·11nstanc1as pueden funcionar como acontecimientos que o/vitúmotr paro sil!mpre Ú> qu~ rcal11u:nte /in pasaáo.
un ob~t•rvador qwLá catalogue como traumáticos; pero si (J. CERc:AS, El uierúre de la ballMa, 200 l.)
eso.~ arontccimientos no producen parálisis en Ja sensa-
ción do "yo soy", no deberíamos hablar de trauma -al /.a idMlidad se inventa justo cuondo colapsa la
comumdad. La icle11tidad es 1111 s11r<'<Ílw1'0 de fa
menos en el sentido clásico del t.órmino, como elementAJ con1untdad, brota del cenu•lllt•rio y pronu!lf! /a
capaz de producir la fractura o ruplura de un proceso-. A resurrección de los muertow. Los luchas
menudo no sólo no producirán ruplura en el proceso de identital'UM están pi~"ª" ele r111do y furia
construcción do la subjetividad, sino que funcionarán como (Z. BAUMAN, Co11111r11dad, 2003.)
motores en la complejización y expansión de la identidad
"Cuesta aceptar ciertos traumas y heridas narcisistas, De deportista a intelectual, de religioso a agnóstico,
In altt>riclnrl, la diferencia de los S<'xos y l•\s generaciones, de rockero a barroco, de científico a empirista, so1lador
al fin: el adolcscent't.!!Jl. sabe dól1.!!.e y cómo aterrizará
,tu 'iº· De ahi su gran interrogante y su gran desafící.
1 l INI •r tt11pl1~t•lo1t• rn f'l llftnlldo ti• qu11 ''"'º
lu'Cho hnpurta~te !fasta la infancia la identidad se completaba bastante
11 In lfi' f11t"li11111•1111111 routr1lu I•• i11l.1tul1\1co, ln1111111u1, et."\>1ógico; con ~as. afirmaciones "yo pertenezco a esta familia", yo
1 11 h 1 I· ¡11 '/'º f,UltlU t ti tlll nh1 .,1 flllllulu loclo Pnr11 Articular soy h1,10 de mamá y papá" Rota esta pertenencia, Ua-
r 11 1111 '" In lo'l ot111 u ldn 1h1I 1111111.to, ~fun11 (200-U propune una
mémosla aRf, el adolescente debe salir a conqui11tar
t ( " ' • 11• ~ att HifiJ11t uto /\ l"*'" r•·l·•nnn In llnrnn "'pt111wumiento
1 •ittl I l j

38
_n uevos territorios, distintas "fii!ill11as"; enuncJ'iicro¡j(¡f-
ferentes de los que lo acompañaron y sostuvieron hasta _, _
39
que hizo su irrupción la sensación y la necesidad -que
lo irá dominando cada vez más- de querer ser su propio
un ,PUe_rto. s~ro Y abrigad_!>. En esto está implícito lo
qud. Wmrucott¡ llamó _:el juj¡ar~: lo ~rtante no es , /
1
constructor o, en todo caso, el ro-constructor de sí mis- ~rmmar el júego, sino su transcurso; permanecer en lli' ¡¿..
mo, de ser él quien elija a sus otros significativos, a sus -ZOlfa 1lusor1a, trans.1c10nal 1 d.o~de se da la creativid_!!9.
compai\cros de aventura, a sus compinches. Cuando yo estudiaba medicina no tenía demasiadas
dudas de que mi futuro laboral iba a estar relacionado

~
Al desaparecer un mundo plagado de certezas y eslar
nmerso en un mundo de incertidumbres, en medio de con c~a _profesión; tal vez no sabía aún en qué rama o
u búsqueda de identidad, rudolescente cons~ruye~u esptoeiahdad, pero sí que lo qu!' estaba estudiando ser-
Il!Jle un mo<lo frágil. Y, pnrnlelamente, esta s1tunc1ón viría de base para mi trabajo futuro. Hoy eso no es así.
Jo lleva 11 aferrarse a todo aquello que lo aleja de la Y esto no es solo porque no hay posibilidades de desa-
incertidumbre (fanatismo, convicciones sin alternativa rro~lo, sino po~ue ~xú;te una frontera más porosa y la
de reflexión, etc.). Cuando se desvanecen las certidul.)1- S?C1edad pe~uute ctrcular por otros territorios que no
bres, busca abroquelarse en cunlquier cosa , a.Jtlc¡m- tienen relación con lo elegido con anterioridad.
zár'-sú 1 en 1 a en e o se uc t d ub'ctividad. Podemos pensar sin dcmasindo temor a equivocnrnos
És a parece ser una ca racterística de los adolescentes: que el adolescente tiene como trabajo psíquico central
[O se abroquelan en una imagen de sí mismos y apare- la _búsq~eda de su identidad o, si se quiere, el
d?hneam1ento de su "proyecto idcntificatorio" (Auln¡¡-
cen así los fanáticos, los obsesivos que defienden a
ultranza su identidad frente al temor a la fragmenta- ni<>r, 1977), aunque é;;tc sen cambiante. Como señalo
Rothcr Hol]lstein (2003), el ndole:;cente deberá sentir
ij
ción yoica, o su vida se convierte en un cambio o una
búsqueda permanente, porque para ellos elegir es que- con convicción: - - - · ·-
dar congelados en un bastión sin salida ni posibilidad
"yo soy éste" ly no aquél>. Sentimiento que proct.'Clc de
de encuentro de su identidad~
El adolescente puede crear.cincbera identitar,!Y-, I~ represe_ntación de u~ cuerpo unificado, de la sepnra-
c1ón y l.ím1t.e entre él m1ijrno y el otro, de un sentmiiento
un búnker en el f,ue se siente a salvo, un refugio que d.c ¡>ro.piedad do sí, do su irnogcn narcisista, de la idcn-
lo protege de losuert..es temporales de la adolescencia t1ficac160 con las imágenes, los mandatos y los valores
(lo pulsional, lo social, el vacío, etc.), y a veces defiende parentales, del sentimiento de pertenencia u una fami-
obsesivnmente ese refugio para sentirse seguro. Cuan- lia, a un grupo, a un pueblo, a una cultura, etcétera.
to más fuerte sean los vientos, más energía pondrá para
construir esa trinchera. . Es~ autora nos rec;uerda que si bien_el concepto d_e
Hasta hace no tantos ai\os, el adolescente estaba identidad. no es ~ud1ang, p<><.'O a poco fue incorporán-
inmerso en una cultura ·de liiísqueda de su identidad dose al ps1coanális1s contemporáneo, y que el sentimien-
esencial, suponía que debía encontrar ¡¡u vocación de to ~e identidad •es un tejido de lazos complejos y
u.na v_ez y_pai:a siempre. Hoy ese modE'lO hace agua~ TO_§ varwbles donde se articulan narcisismo, identificacio-
adolescentes deben aprender a navegar y buscar con. 12' nes, la v_ida pulsional.._. y todo aquello que participa en
ic!_ea de que el e~enlr~ coíiSüVi>cnción~~ i;er muchas la consti.tuc16n del SuJeto. [... ) La identidad no es ttn
veces transitorio. Antt•N 111w1·gnr grn Jlr~ a pucrt_o, smo un proceso, cuyu primera fase es el júbilo
~rribar a un Jugar prol1•¡¡11lu. l loy In l<'mtílicn pa11a por extremo de ue se reconoce en el espejo".
.Jlll,vegar en s1, pm·~ no hny 11rn111cB1111l¡;um1·cre·a1can":!1r Nos dirá Vec.slir (2003):

111 41
La identidad del Yo se construye u lo largo de la veces los analistas pem1it.en que se de:;pliegue, como diría
vida, SOtit.cnida desde una matnz básjca de jdcnhficaci9· Castoriadis ( 1986>, la "autonomía de la imaginación", la
MS que permnnece y actua como sostén y resistencia "imaginación radical" que brinda Ja "capacidad de formu-
frente al impacto de acont00m1entos que, sm la ensten lar lo que no está, de ver en cualquier cosa lo que no está
cía de esta fom1a c~table de organización, podrian des· allí". En última instancia, se posibilitn el despliegue de t
e.;lructurar al suJet.o. El trahlljo de jrlentific;\Ci~n no
1 una potencialidad creadora (Winnicott, 1971 ).
acaba nunca. oorque el s1ueto no sólo se constitu.~e, si.no Si bien situam0:; la adquisición del enunciado "yo i;-0y"'
también se tmOSforma a travéa de procesoo; de íaeatifi· en los primeros momentoR del desarrollo emocional
cación. En su capital idcntificatorio hay movimit•nto Y (Winnicott, 1945), es durante el tránsito adolescente cuan-
reorganización, y la presencia actual del objeto externo do este enunciado conlinna Ja "mislllldad" del sujeto. En
J no sólo C'S causa de este mOVtmiento sino que pasa a pos de este logro subjetivo el adolescente busca reivindi-
\ formar parte consliluyentc de su ,¡objetividad.
car con pa8ión su den>cho a ser un sttjeto en el mundo.
Este camino en busca de la "independencia indivi-
En las dos citas precedentes podemos visualizar un dual" (WinnicoU, 1971), de poder s<•ntir que es una
modo de pensar Ja constitución de In identidad que unidad autónoma, singular, nunca lo será del todo en
contempla Ju idea de inter8ubjelividad, y entiende que tanto haya una independencia relativa: t-1 logro de la
ésta es un modo de lograr una subjetividad más rica. individualidad y del "yo soy" siempre exige un con-
Cuando observamos la adolescencia, parece que estu- trxto interdependiente. Se da la paradoja de que se
viésemos presenciando estos fenómenos con w1n lente logra ser en función de la presencia de otro, de la
de aumento. El grupo adolescente, matriz identificatoria dinámica intersubjetiva que permite al sujeto sentir-
por excelencia, funciona como un marco intersubjetiva se 61 mismo. "Mediante las identificaciones cruzadas
que so~tien<' y co-conslruye subjetividades y muchas se esfuma la taJante línea divisoria del yo y el no-yo*,
veces permite que "lo tra~mático" no 2evenga en dete!!· decía Win nicott (1971).
ción y desestructura i~1~ en en~que~imie~y El "yo soy"', repitámoslo, ~ólo se adquiere en un ámbi-
ma or om e izilción psíquica. La esp_!Zul.~ndaa m~er­ to intcrsubjctivo. En los comienzos de Ja constitución ele
subjeti va que aporta eTgrupo adolescentc"Tunc1ona ~orno la subjetividad, el vínculo con otro es fundante o impres-
contención y aceptación de que lo traumático, lo mex· cindible, aunque en tigor esta necesidad de ser con otro
plicable, lo que causa angustia, son experiencias _com- y "por otro* también tendrá una vigencia absoluta du-
partidas que permiten que el adolescente no se sienta rante todo ol transcurso del devenir de la subjetividad.
aislado en sus "rumiacioncs". Le hace saber que hay En los inicios de un sujeto, se ha afirmado que la
unos otros significativos que, al transitar por los mismos subsistencia psíquica os imposible sin la presencia de
caminos, funcionan como objelos del sel{ especulares un otro significativo que cumpla con los cuidados que
(Kohutl que le devuelven una imagen de poder, Yque. las demanda el sujeto adviniente y satisfaga sus necesida-
convulsionc1:1 emocionales que lo~ inundan son expenen- des <'Vionicott, 1988; Bowlby, 1969>. Y as1 como en Jos
cias comunes y no lo» detendrán. En oJgun momento Y comienzos esta necesidad apunta a provee r lo que el
en algún lugar arribll!"án a un puerto ide~l, aunque bebé necesita para no caer en un ;s.a.mpaJO l_mumáti-
mientras están transitando por tales expenencias, el co, en una n - te CI n imc1ul ( innicott, 1945), es·
puerto se halle t>scondido entre la bruma y la niebla. tas provisiones que otorga un o ro s1 1ca vo, serán
Los grupos de parei;, algunas vece¡¡ Jos padres y otras indispensables para el sujeto durante todo el transcur-

42 43
en dt• su vida, aunque de una manera distinta y menos nos trae o, como dije en otro trabajo (Lerncr, 1998),
1><'rentoria. Sin otro no hay J>roducción de subjetividad. ayudarlo a cambiar la narrativa.- - -
Desde su propia perspectiva teórica, Kohut afinnó que Aulagnier (1989) sostiene qüéfa autobiografía de un
los "objetos del self' son imprescindibles pura la estruc- adoJei¡cente -aunque yo agregaría que esto sucede en
turación del sel{ en los inicios, pero remarcó que nunca cualquier sujeto y o cualquier edad- nunca se termina
se puede prescindir del vínculo con esos objetos, que y que incluso aquellos kcapítulos• que se consideraban
reronfirmarán, darán brillo, meJorarán lo autoestima. terminados deberíon prestarse a ser modificados, "afta·
Sin esas respuestas, el sel{ se precipita al vacío, a una diendo párrafos o haciendo desaparecer otros". En este
suerte de inexistencia, de futilidad y temor a caer en proceso de "construcción-reconstrucción", agrega, se
una desestructuración. El otro, el vínculo, aleja la posi- deberán conservar "anclajes estables de Jos cuales nues-
bilidad de hundirse en esos lcn-cnos cenagosos. tra memoria nos garantice la permanencia y la fiabili-
Si un sujeto ha sufrido experiencias que lo llevaron dad. He aquí una condición para que e l sujeto adquiera
a caer en un cuadro psicopatológico y está atrapado por y guarde la certeza de que es el autor de su historia y
esas memorias traumaticas que lo convierten en un que las modificaciones que e lla va a sufrir no pondrán
individuo huidizo, esquivo, temeroso C¿fóbico?, ¿esqui- en peligro esa parte permanente, singular, que deberá
zoide, paranoide?), ¿qué puede hacer el psicoanálisis, transmitirse de capítulo en capitulo, para volver cobe·
qué utilidad tendrá? Tomo prestada la respuesta de rente y pleno de sentido el relato quo se escribe". Dicho
Julia Kristeva {1999): de otro modo, lo que afirma esta autora e" que los
cambios y trnnsformaciones que le sobrevengan al yo
Se ha repetido insistentem!'nte que el psicoanálisis durante la adolescencia no deberían alterar su
seXURliza la esencia del •cr humano, pero también que "mismidad"; que el adu lto que devendrá no !lerá ajeno
lo inWlectualiui: todo está en el sexo, o bien todo está al infante que fue, que se ha conservado un "fondo de
en laa palobras(Ni lo uno ni lo otro' el descubrimiento memoria". El futuro de ese infante y luego adole~ccnte
de Freud consí$te en dar un sentido amoroso que trans- que llegará a adulto es la "reaJJZación de una potencia-
forma el rt'Cllerd~Yo he •ido herido(a), traic1onndo(a), lidad" uc estaba ya presente en la historia de e · o.
violado(n); te lo cuento o ti; tu ntención-ronfianza-amor
me permite volver a vivir esta herida-traición·violnción i hubo una 1 ori íític e impidió 1gar los
en una rorma distinto. Yo le otorgo a partir de ese iferentes momentos evo utivos se p r00iíéi!JL.j:¡n~1-
momento y en cada nuevo lazo amoroso- un sentido continuida e a s nsnc n de •ser uñ01';de slmtir ¡:¡-n \
distinto, soportable. No es que yo borre la herida·trai- "yo continuo" con historia, con pasa o, presente y lutü-
ci6n-violnción, smo que lo dono; habría que d~>cir que yo ro. es a o: un se a entado, un yo alterado, caldo
le perdono otro sentido, que nosotros le perdonamos otro de cultivo para patologías graves. a o escen o quo

\ sentido. Ésto es la nlquimia du la lrllllsforencio: trans-


fonn ión l e al abri de un nuevo law del
cual esperamos que t.cnga unn intensi d compara le a
no se siente poseedor de una historia se encuentra en
inferioridad de condiciones para enfrontar lo que puede
tener significado traumático para su yo. En aquellos
lo de un vinculo amoroso. que tienen un yo debilitado, los fracasos sexuales, las
r Aquí se instala nuestra intervención como analistas:
L posibilitar otra mirada a la historia que el adolescente
dificultades en el estudio, en las relacioneR amorosas y
. an las amistades pueden abrir las puertas a un episo-
dio psicótico. El fracaso toma la dimensión do un "para

44 45 ..J,.r;c..,,._,
---r-:..
e)~ i ·_ " "....,,
"iempre"· no hny ful uro 11ue presuponga una salida o "para encaminarse a tii>ntas hacia su condición de adul-
cambio f)Ohibh El taempo se congela en Ju experiencia tos•. Tambi~n afirmó que crecer no es sólo producto de
traumtllica. :sólo queda la sensación de una "compu.1- una tendencia que se hereda, sino que es, además, "un
sión a la repetición" irreductible: el karma ya está ins- entrelazamiento de suma complejidad con el ambiente
cripto. facilitador", con el contexto, ya sea la familia o las
Este sujeto bólo podrá romper con ese futuro ~inies­ unidades sociales en laa que se ini:;crte el adolescente.
tro y firmemente escrito si inicia un vínculo que le En esos contextos el odolescente deberá ser "inmadu-
posibilite otra mirada. Una situación de intersubje- ro, irresponsable, cambiante, juguetón" y, como nos
tividad que prometa navegar por otros mares que hasta recuerda Winnicott, a los adultos nos incumbe acompa·
ese momento eran demasiado turbulentos, conquistar ñarlos y "que pase el tiempo y traiga lo que llomamos
tierras nuevas o desconocidas. Los mares seguirán sien· madurez".
do turbulentos por momentos, pero habrá posibilidadei; Muchos adole8Ccntes no pu1.'<len ser "inmaduros, irres-
de llegar a Haca. Ese otro que encarne Ja posibilidad de ponsables, cambiantes, juguetones" y no disponen del
un cambio podrá ser una pareja, un amigo o un analis tiempo necesario para ;;u trállSilo adole><cente, no tie-
la que dé lugar a la creación de una nueva historia y nen lu morntoria social CErikson, 1982) que se les debe-
evite que el odolescente quede colapsado en la búsque- rla dar. Por situaciones familiare;; o sociales (muertes,
da de historias culpabiliznntcs y ei;t.ériles. Un analista desempleo, trastornos en la estructura familior, etc.),
más Jjgado a la idea de la constante potencialidad de muchos se deben diplomar de adultos prematuramente,
constitución de lo nuevo y no sólo prendido a la idea de alejándO&' -como Winnicott lo dice con tanta claridad-
repetición; un analista que crea posible una edición de "la inmadurez... una parte preciosa de In escena
original. adolc~centc (que) contiene los ra~gos estimulantes del
pensamiento creador, de sentimientos nuovos y frescos,
de ideas para una nueva vida". Y continúa de esta
PALABRAS FINALES manera brillante:

Lo prwcipal ea que la ado/eacencw u all(o más La aociedad nect>sita S(•r sacudida por las a>piracío-
que pubertad {íJJU:o, aunque en gran mrd1d11 se nes de quienes no tiOn responsables. Si los adultos ab-
basa en ,,/la. l1111>lica rrPCin1it~ttlo1 qut exig•• dican, l'l adoleocente Mi convierte en un nduJto l'n forma
lU!mpo. Y mitntra.1 u e11cuentro t'n marcha ti prematura, y por un proccM> falso. Se podría aconsejar
crecw11m10 las fiRums paternas debe11 haoorse a la sociedad: por <'I bien de los adolescentes y de su
cargo de la respo111mbilidcuJ. Si abdican, la1 inmadurez, no les permitan adelnntan;c y llegar a una
adole"Ctnús tienen qu" saltar a una faJM mculrl·
rez y perd~r su máximo bien: la lib<irtad para falsa madu rcz, no les entreguen una rcsponsabilidud
tenu ideas y paro actuar por impulso. que no les corresponde, aunque luchen por ella. Con la
(W1"1\1con, R..a/idad .l' ;ucgo, 1971 ) condición de que los adultos no abdiqu~n. no cabe duda
de que los c~fuerzo• de los adolescentes por encontrar-
Como bien describió Winnicott (1971), lo> infa11s sa- se y determinar su destino son lo más aleot.ador que
podemos ver en la vida que nos rodea. El concepto del
len de esta etapa en "forma torpe y C!XC(>nlrica" para
ndole;;ccnle u•erca dr un11 «>ciedod idenl e> ineitantc y
pasar a la adolescencia, y se apartan di> la dependencia estimulante, pero lo earacteri•llco de la adole•cenc1a

-16 47
11111111111111 • 1 PI 111•1 lto tle 110 sor responsable. Éste, Bll31JOGRAPIA
111 lo 11 11lu 111. "l!"'do, dura apenas uoos pocos ai\os,
y "" w111 11ro11111<lad que cada individuo debe perder Aulognier, P. (1977): La uwkncUl de la 111terpretación., Bue-
,"'""'º lll•¡¡a a 111 madurez CWinnicolt, 1971). nos Aires, Amorrortu Editores <AE), 1988.
- (1989): "Const.rwnso) un posado", Ps1coorlálisis, Buenos
Unido a esto último, Aulagníer (1989) afirma que un Aires, APdeBA, vol. XIIl, n• 3, 1991.
adolescente se encuentra embarcado en la apasionada Badiou, A. (1988): Mani(r.e$/O por la filoso/fo, Madnd, Cáte-
reivindicación de su Mderecho a ser un ciudadano com- dra, 1990.
Bauman, Z. !2003}: Comwiidad. Ert busca de !Hguridad en
pleto en el mundo de los adultos; muy a menudo, en un
un mundo ho,,til, Madnd, Siglo XXI.
mundo que será reconstruido por él y sus pares en Bowlby, J. (1969): Altachmen.t a.n.d Loss, Hogart.h Press and
nombre de nuevos valores, que probarán lo absurdo o ihe lrultitute of Pnychoaoalysis, Nueva York.
la mentira de los que se pretende imponerle" (Aulagnier, - (1988): Una base segura, Buenos Aires, Pnidós, 1989.
1991), y que frente a estas condiciones es más impor- Castoriad1s, C. 0986}: El psr.coa11alms, proyecto y elucida·
tante la "comprensión" que la "confrontación". ció11, Buenos Aires, Nueva Visión, 1998.
Inmaduros, irresponsables, cambiantes, juguetones, - (19981: Hecho y por hacer. Pen..oar la imaginacrón, Buenos
reivindicadores, en última inst.ancia practicantes incan- Aires, Eudcba.
sables de todo aquello que los ubique en un proceso Enkson, E. 11. (1982): TIU! Lif<' Cycle Comp/eu-d. A Review,
idenlilicatorio, aunque muchas veces est.ón al borde del Nueva York, Norton & Company.
colapso, la mayoría logrará sortear este tránsito sin Frcud, S. (1937): "Análisis terminable e int.cnninable", AE,
caer en el intento. vol. XXIll.
- (1938J: Esqut'f1m del psicor1116./1sis, AE, vol. XXIll.
Arribar a la sensación de "yo soy", y a su consecuente Honu;tein, L. (2003): InreniubJetivi.dad y cUn.ica, Buenos Ai-
relación con "yo era" y "yo seré" (construir su historia), res, Paidó.,.
es un trabajo psíquico que se desenvuelve en un entre- - (2003): "Amor sin frontcrru¡", en H Lcmcr (comp.) !2003).
tejido con el mundo. De cómo se entramen osos hilados - (2004): Comunicación personal.
sociales, de qué nuevos marcos contextuales surjan en Kohut, H (1971): Anfl.lrsis del oelf, Buenos Aires, Amorrortu,
Ja vida del adolescente y cómo los transite, dependerá 1978.
que los traumas, adversidades, cataclismos emocionn- - (1977): La restaura.ci6ri del s! mitinw, Buenos Aires, Pai-
les, etc. dejen un sedimento, estructuras, y no vacíos. dós, 1980.
La lucha se Libra entre el proceso identificatorio -pro- - (1984): ¿C6mo cura el andltsis?, Bueaos Aires, Pnidós,
ceso porque la identidad no es algo acabado sino en 1986.
movún iento- y el vacío, la futilidad, la sensación de Kristcva, J. ( 1999): "Memoria y salud ment.al", en ¿Por qué
inexistencia, la patología. recordar?, Barcelona, Granica, 2002.
Laplanche, J. y Pontalis, J.-B. (1974): Drccimiario de Psicoa.-
ná/is1s, Barcelona, Labor.
Lerner, H. (1998): "Afectos, afecciones, afectacione1J", Psicoa-
nálisis, APdeBA, vol. XX. nº 3.
- (2001): •¿Oro cobreado o cobre dorado? Reflexiones acerca
de la frontero entre psicoanálisis y psicoterapia", Actuali-
dad psict)lógica, rulo XVI, nº 287, junio de 2001.

48 49
· C2002J: "l'sicoanáhsis, crisis y subjetividnd", Act.as del rv 2. ADOLESCENCIAS: TIEMPO Y CUERPO
Congreso Argentino de Psicoanálisis, Rosario, 2002. EN LA CULTURA ACTUAL
- (comp.) (2003): Ps1coan6./isis: cambio~ y permarumcias,
Buenos Aires, Libros del Zorzal. Susana Sl<•rnbach
Liberman, D. (1983): LiflgiUstica, it1teracc1dn comu11icatiua y
pro<:rl/O psicoanalitico, Buenos Aire!<, Ediciones Kargieman
Machado, A. 0974): PO<!$ias completas, Buenos Aires, Loan-
da.
McDougall, J. (1987): Teatros de la mente, Madrid,
Tccnipublicncaones.
- 0982): Alegato por cierta a11ormalidad, Bnrcclonn, Petrel.
~lorin, E. (2()().1 l: Aporte de Edgard Morin. www.iaesp.
fu11dac1te.arg.gov.11c.
Najmttnovich, O. (2000>: Comunicación personal.
Rother Homslein, M.C. (20031: "ldcntidad y devenir subJeti- No es novedad que los adolescent.es de hoy poco so
vo", en II. Lemer (comp.) (2003). parecen a los de algunas décadas atrás. Del mítico
Sarlo, B. (1994): Esr.·nas <Ú! la vida po:;m~rna, Buenos personaje encamado por el no menos mitiro Jamrs Dean
Aires, Ar1el en Rebelde 1m1 causa a los tclev·is ivos pubcres de Rebrl·
Vecslir, M. (2003): "La actualidad del psicOlloálisia", en ll de Way, muchos y su11tancaales cambios han acontecido.
Lemer <comp.) '2003>. Cambio11 sociales y culturales que, innegablemente, ho11
Verón, E. y Lcmer, H. (200·0: Entrevista radial, Radio provocado fuertes mutaciones en lo producción de sub-
Riuadavio, 27 de febrero de 2004. JClividad y por ende también en el temn que habrá de
Winnicott, O. 11945): •Desarrollo emocioual primitivo", en ocuparnos en las si¡,ruienlcs págim1~: el de esa etapa de
Escnto.s de p1•dfotr(ay psicoanálisis, Barcelona, Lnia, 1979. la vida que recién a mediados del siglo XX se ha deno-
- (1971): &aluiad y J""lfo, Buenos Aires, Granica, 1972. minado adolescencia.
- (1988): La naturaleza humana, Buenos Aires, Paidós, 1993. Por lo pronto, la adolescencia no constituye un uni-
versal, i;ino que resulta definida como tal, es decir,
categorizada, descripta, problcmotizada segun los dis-
cursos de época. Incluso aquellos sujetos que hoy coin-
cidimos en llamar adolescentes no serian coru¡iderados
como tales en otros tiempos y lugares. Y, dado que la
cultura produce configuraciones subjetivas mayoritaria-
mente congruentes con sus propuestas idont.ificatorias,
sus ideales, sus prohibiciones y sus imposibles identi-
ficatorios, también los adolescentes personifican, aun
sin saberlo, el dicho cultural acerca do quiénes son o
cómo deben j ugar su canon etario. Ni siquiera el cuerpo
permanece ajeno a la atribución identificatoria. ¿O
podríamos desconocer, acaso, el entretejido actual en-

50 51
!re lns siluctns dcsvaida~ de las anoréxicas y ciertos no son desdeñables. Es probable que el joven de 22
idealo11 sociales vigontes? Cuestión que así formulada observe con cierta extrañeza a su hermano de 12 al
podría sonar casi trivial, si no fuera porque nos invita recordar su propio ingreso en la adolescencia, apenas
n dar cuenta de los múltiples modos en que los discur- una d6cada atrás. La velocidad de los tiempos y de las
sos sociales se enraízan, produciendo, como diría transformaciones i;ocioculturales produce cambios ver-
Castoriadis, sujetos encamados. tiginosos en la producción de subjetividad, al ¡>unto tal
Los ímpetus de la globalízacíón, por lo demás, impo- que las distancias generacionales se agudizan a veces
nen sus coordenadas al actual tránsito adolescent~. Así dentro de la misma fraDJa etaria que hasta hace poco
es que la tendencia a Ja homo~eneidad atraviesa las quedaba unificada bajo la noción de adolescencia. Asf
fronteras geográficas e impregna a lo:; adolescentes de es que "cada generación es hoy parte de una cultura
regiones distantes con e:;lilos, modas, músicrui, hábitos difcronte• (Margulis, 2003) y, en tanto tal, coexiste con
de consumo y ancl!\)es identificatorios que los iguolan las restantes con códigos, valores y dialectos a menudo
tanto como In marca del jean que los enfunda El tele- francamcnt.e disímiles. A la vez, dentro de lo que se
visor, la computadora, el "chateo", el uso del celular, definiría como una misma generación, cohabitan moda-
comunican e idt"nLitican enLre sí a los millares de ado- lidades subjetivas que sólo en algunos aspectos se pa-
lescentes que tienen acce:;o al mundo tecno-mcdiático, recen entre si.
habitantes de un mundo on el que las categorias espa- Para complcjizar aún más el p1morama, diremos que
ciales hasta ahora vigentes han sido trastocadas dando las adolescencias se ranufican y diven;1fican en función
Jugar a nuevas demaTCaciones virtuales de las nociones de la extracción socioeconómica, el lugar de rcsidenci11
de cercanía y lejanía. o la tribu q ue conforma el grupo de pertenencia o de
Al mismo tiempo, la aceleración imprime un sello referencia. 'l'ribu que se nuclea en torno a emblemas,
inédito al registro cultural de la temporalidad. El incre- gustos musicales, indumentarias, configurando un 110-
mento de In velocidad, que se expresa en múltiples sotros de fuerte arraigo en la construcción de la subje-
aspectos de la vidn cotidiana actual, también penetra tividad adolci;cente.
en las generaciones y en las diferencias entre ellas. Así Partiremoii pues de una noción plural: las rukles-
es que, junto con una mayor homogeneidad ei;pacial en c~nc1as. Múlt1ples, diverl<l\S, siempre surcadas por una
lo que a la adolcscencín se relicto, las diferencias singulm·idad cntrel<:'jída con las trazas comunes que la
generacionales adoptan modalidades novedosas. A dilc- cultura actuaJ posibilita.
rencia de otros períodos históricos, en los cuales la Pero si la adolescencia aun en su acepción plural-
adolescencia se consideraba un tiempo de tránsito que es una categoría cullural, ¿cuáles serán hoy las signi-
culminaría en la adultez, actualmente es la juventud y ficaciones imaginarias sociales que esperan a los poten-
aun la adolescencia aquello a alcanzar. Por esta rauín ciales ingresantcs a la misma, con su carga de
el modelo adolescente se impone y convoca al mundo expectativas, consignas y prohibiciones? Es aquí que la
adulto a intentar permanecer lo más cerca posible -<!n cuesltón de los ideales sociales y del superyó de la
imagen, indumentaria, modos y modjsmos- de esa eta- cultura se enlaza con la problemática idenlificatoria
pa, actualmente erigida en ideal colectivo. singular. Tanto en el interjuego entre el yo-ideal y el
A la vez, curiosamente, las di8tancias actuales entre ideal del yo como en relación con la vertiente del
un púber de 12 anos, un udolesccnte de 17 y otro de 22 superyó.

52 53
Surge otra pregunta central: ¿cuál es la frontera entre berfamos, entonces, acomodamos a los nuevos ideales
el campo de la psicopatología y las actuales y seguramen- vigentes, como analistas dóciles al ~ervicio de las for-
te inéditas modalidades de producción de subjelividad? mas actuales de adaptación social? Situación potencia·
Como es sabido, las concepciones culturales acerca de da por otra parto por la frecuente devaluación de la
lo sano y de lo enfermo varían a lo lar¡;¡o de la historia y crítica social en la contemporaneidad. A diferencia de
de las sociedade:;. El psicoanálisis, en cuanto producción otras, "es ésta una época que le ha dado la espalda a lo
cientifica surgida en el seno de una época de la que ya no:; más propio y esencial de la modernjdad: la critica como
distancia más de un siglo, no puede dejar de interrogarse herramienta indiRpcnsable y como brújula orientadora".
acerca de esto. Nuestra propia clínica, diferente en !Antos (For11tcr, 2003). ¿Cómo plantear un discurso critico
aspectos de aquélla de los comienzos del psicoanálisis, nos cuando la adolescencia conforma justamente el ideal
impuh;a a ello. Y no sólo nos incita a continuar investi- cultural y la critica social tiende a domesticar.e?
gando y trabajando textos y autore¡¡, teorias y dispositi- Estando advertidos do estos obstáculos, in ten tare-
vos, sino que nos insta a at'Orcarnos al carozo mismo de mos de todos modos zanjarlos apoyados por via doble
nuestro quehacer. ¿Con qué nociones de ps1copatología en la perspectiva freudiana. Por una parte, noi; basa-
nos manejamos hoy? ¿Continúan v1g1mtcs Jos anteriore:i remos en la universalidad del malestar en la cultura,
paradigmas relativos a las estructuras psicopatológicas malestar irreducible y por ende propio de cualquier
"clásicas"? Si la mayor parte de la consulta clínica, tam- momento sociohistórico. Indagaremos, pues, ciertas
bién en la práctica con adolel<Centcs. refiere a problemá- vertientes del malestar en In cultura contemporánea,
ticas cercanas a lo que :;e denomina organizaciones en particular en lo que atañe al trayecto adolescente.
fronterizas o bordRrline, es claro que deberemos comple- Y, por otra parte, haremos pie en la localización freu·
jizar nuestros instrumentos li.'Órioo-dlnicos. cliana del psicoanálisis como "peste". Es decir, como
Más aún: dado que toda noción de lo patológico remi· herramienta apta para el cuestionamiento de Jo so-
te a cierta idea de salud o normalidnd, nuestra práctica cialmente instituido bajo 8U faceta alienante y produc-
actual no sólo nos obliga a interrognr las categorías tora de sint-0matología singular.
psicopatológicas sino que confronta a éstas con las cam- As( como el psicoanálisis contribuye de un modo fun-
biantes modalidades que la producción social de subje· damental al análisis de la culturll, \lllll lectura psicoa·
tividad adopta hoy. nalítica que no tomara en cuenta lo sociohistórico
Cabe todavía agregar una dificultad inherente a amputaría su comprensión teórica de la subjetividad
nuestra propia indagación: nuestra conformación sub- así como la eficacia clínica de la escucha y Ja interven-
jetiva, diferente en muchos aspectos a la de los adoles· ción. Va de suyo que esto no implica dejar de lado Ja
centcs que nos consultan. ¿Será que nuestra perspectiva, riqueza de los conceptos psicoanallticos ni se trata de
aferrada a cánones identificatorios perimidos pnra las ~sociologizar• el psiquismo o la operatoria clínica. Por
generaciones actuales, arroja del lado de lo patológico a el contrario, se trata de ampliar nuestra lectura de la
aquello que simplemente sería un novedoso modo de la subjetividad al incluirla en sus condiciones de época.
subjetividad? Será desde esta lectura que intentaremos agregar
Dol otro lado, el culto actual de lo joven como emble- algunos elementos que nos ayuden n acompañar a los
ma ideal podria descalificar cualquier aproximación adolescentes, a los adolescentes de hoy, en ese impor·
crítica bajo el mote invalidante de antigüedad. ¿De- tante tramo de su trayecto vital.

54 55
All< ll ,t·:SC~:NcJJ\S producción social de subjetividad no sólo como un he-
cho de discurso sino como traza cultural que marca los
C'111nt•m11ri\ cin:un.scribiendo el campo: entre los mu- cuerpos y la vida cotidiana. Se trata de aquello que en
d10~ modo.:; de transitar este período de la vida que apariencia se presenta como lo natural.
transcurre entre la niñez y la adultez, habré de referir- A la vez, las improntas culturalc.; se insertan en una
me a esa franja de adolescente.; que pertenecen a los i;ubjetividad abierta, cuya potencialidad transformado-
estratos sociales que suelen llegar a la consult.a clínica ra convierte lo recibido en tierra fértil para la apnrición
tanto institucional como privada. Quedarán excluidos de lo nuevo. De modo que institwdo-instituyenlc confi-
do estas consideraciones los numerosos jóvenes cuyas guran una dintimica en In cual permanencia y cambio
condiciones materiales de existencia los obligan a tran- interjuegan tanto en el plano subjetivo como en el co-
sitar esa etapa bajo formas que poco se parecen a lo lectivo. El trabajo de los adolescentes actuales es justa-
que aquí habremos de describir. mente el de plasmar un proyecto idenlificatorio bajo
Partir de una concepción de la adolescencia como coordenadas sociales especificas. Ni mejores ni peores
categoría y nominación cultural, supone que la misma que las de antal1o. Pero, sin duda, diferentes.
no queda reducida a sus contundentes e innegables Luego de estas nclnraciones de carácter general, nos
transformaciones biológicas. No se trata de desesti- asomaremos 11hora o ciertas características frecuentes
mar la capital importancia dol cuerpo sino en todo en los adolescentes de hoy. Sobre todo, como hemos
caso de ubicar lo corporal como parte central de la sub- anticipado, las de aquellos que suelen llegar a la con·
jetividad, una subjelivid11d hecha de cuerpo, psiquismo sulta clínica.
y lazo social. Es sabido que, al igual que la extensión de la vida
Debido a los embates de las fuertes trnnsfonnaciones misma, la adolescencia se ha prolongado. U o mfonne
corporales, a menudo la adolescencia tiende a aparecer de la Organiznción Mundial de la Salud indica que la
bajo la pregnancia de lo biológico y lo evolutivo. De este duración de lu misma se ha ampliado hasta lo:; 25 años
modo, se la sustancializa olvidando que el cuerpo tam- (citado por .Margulis, 2003).
bién es hablado desde lo social. Dato revelador, sin duda, que pospone a menudo el
Es este último aspecto el que habrá de interesamos ingreso a la adultez con su carga de responsabilidad e
en particular. Nos permitirá acercarnos a ciorlas moda- independencia económica, el menos en lo que concierno
lidades frecuentes en los adolest-enlcs actuales deRde a los jóvenes de clase media.
una lectura que no desconozca el pe.so de lo histórico- Paradójicamente, la idealización de los atributos de
social, incluso en sus efectos sobre los cuerpos. la juventud privilegia a él!ta como un bien para la in-
Cabría agregar, nún, que la alienación en los discur- serción laboral en ciertos ámbitos, destinando a una
sos culturales no sólo se manifiesta, en el plano del Jubilación prematura a los adultos, que queden expul-
pensamiento, ea In adhesión acrítica a las propuestas sados del sistema productivo. Como si, curiosamente, la
de época. También, y tal vez de modo todavía más im- adultez misma se estuviera angostando, aplastada en-
perceptible, acontece en los prácticas sociales, en las tre una juventud extendida y una vejez apresurada.
conductas, en las acciones naturalizadas, en los cuer- A la vez, la vida familiar se ha modificado notable-
pos mismos. Plantear que los discursos sociales se en- mente en las últimas décadas. La clínica con adolescen-
carnan en los sujetos es situar, ni más ni menos, la tes y con familias es elocuente respecto de la inutilidad

56 57
d1· murhus parametros con los que los analistas nos En su libro Infancia e historia, Agamben sostiene
manejábamos hasta hace algún tiempo. La familia que el hombre contemporáneo ha sido expropiado de la
burguesa tradicional es una estructuración ya casi experiencia. Ésta, siempre singular pero transmisible a
anacrónica. Dentro del enorme abanico de diversidades las siguientes generaciones, ha sido hoy reemplazada
familiares (familias ensambladas, homosexuales, por ideales y propue;;tas identificatoria.s que transfor-
monoparcntalcs, entre otras) algunas características man el transcurrir tempora 1 en un decurso que no otor·
comunes las distancian de la familia que hasta hace ga especial significación a la aprehensión subjetivante
poco se consideraba convencional. de lo vivido.
Una de estas caracwrísticas es que, fundamentalmen- A partir de esto, podríamos pensar que el "tránsito"
te, la familia no es hoy el principal, y mucho menos el adolescente, clásicamente descripto como una etapa dl'
unico, agente de socialización y transmisión. La veloci- duelos por la infancia, cuyo premio, dificultoso pero
dad de las transformaciones, al recmplazur al ritmo de atractivo, eran las pr·errogativas de la adultez, hoy día
Ja moda los códigos, los valores y los modismos, convier- adquiero caracteres diferentes.
te a menudo a padres e hijos en habitantes de mundos ¿Hacia qué tipo de adultez se encaminaría el ado-
disúniles entre los que el intl'rcambio tiende a debilitar- lescente? A menudo ésta no parece constituir un pun-
se. La otredad generacional se acentúa, salvo que lo¡¡ to de arribo convocante. Cuando el mundo adulto no
padres ~mo ocurre a veces· adopten las jergas adoles- aparece mimetizado con el del joven mismo (y, en tal
centes para fraternizar con sus hijos. Pero cuando esto caso, ¿para qué continuar el cammo hacia adelante?),
no es asi la habitual confrontación generacional de otros Jo que oferta como modelo tampoco constituye siempre
períodos históricos code paso a intercambios diluidos, o un polo atractor. Éste es el caso, frecuente por cierto,
a situaciones de cuasi aislamiento en las que, aun quie- de adultos deHOrientados, ellos mismos en crisis, con
nes conviven se conectan principalmente con y a través dificultades económicas y laborales, habitualmente con
del universo wcno-mediático. poca disponibilidad para el diálogo y el sostén del hijo
Desde este punto de vista, es evidente que la trans- adolescente. No se trata tanto de adultos con quienes
misión intergeneracional cede lugar a modalidades de confrontar sino muchas veces de adultos que no alcan-
transmisión exogámicas que sustituyen las identifica- zan a constituirse en estimulo hacia un futuro que
ciones otrora centrales por otras oxtrafamiüares. Para rnvite a ser alcanzado.
bien y para mal, es innegable que esto ha de producir Si agregamos a esto que la noción misma de futuro y
mutaciones sustanciales en las condiciones actuales de sobre todo la de proyecto se han desdibujado en el plano
producción subjetiva. Los grupos de pares, los amigos, social, como si fueran un resabio pcrimido de la moder-
las tribus de pertenencia constituyen a menudo un lazo nidad clásica, deberemos reconocer peculiares dificulta-
afectivo y de referencia para adolescentes cuyo univer- des en el decurso adolescente actual. Decurso que, al
so familiar intergenoracional no logra ya acompañar menos desde la oferta social, por momentos se asemeja
las fuertes mutaciones subjetivas en curso. más a un estado o a una condición estable que a una
Cabe destacar que la idealización de lo joven tiene su et.npa de búsqueda de inéditos proyectos identifícatorios.
contrapartida, tal como han señalado algunos autores, Por otra parte, el lugar idealizado que la cultura pro-
en la gradual dilución de la experiencia como valor pone respecto de lo jouen es, antes que nada, el lugar
social. del consumidor. Mucho menos definido e investido apa-

58 59
rrco ol lu¡;11r cl••I BllJ•'lo mruo productor y como hacedor Sería ocioso discutir si esta adolescencia es más fácil
do 111oy1•dos. Paru rnut•stra, basten las publicidades, o dificultosa que la de otras épocas, si es meJOr o peor.
mnyonlanament.c destinadas a Jos niños y a los jóve- El adolescente actual tiene abiertas posibilidades que a
m•s. J,n alegría, la belleza, el modelo identificatorio sus antecesores generacionales les estaban vedadas: una
propuesto giran en tomo aJ perfil del consumidor en menor cerrazón endogámica, menos autoritarismo, ma·
tanto ideal. Entiéndase: no sólo es una obvia estrategia yor cucstionamiento de modelos anteriores, mayor li·
de venta; también y aJ unísono es un vehículo ideológi- bert.ad en múltiples aspectos. A la vez, las propuestas
co que insta a consumir en tiempos en que la inserción culturales contemporáneas generan formas de males-
en el 11parato productivo escasea. tar novedosas y problemáticas inéditas.
Se podrá argüirc ¿c.-ómo es posible consumir sin inser· Entre los obst.ácu los a los que hemos hecho referencia,
ción laboral? Es ciertamente una de las paradojos a las destacamos la tendencia a una "adolesccnti7.nción" social,
que los adolescentes -y no sólo eUo,;- se ven conmina· que se oorrcbponde con la devaluación de In noción de
dos, paradoja que alienta incansablemente a un consu· proyecto. Esto, que puede vaciar de sentido al futuro, al
mo al que no todos podrán acceder. mismo tiempo coru;tituye una oportunidad para la diver-
La cultura <k la noche (Marguli5, 1994) es revela· si licación de búsquedas no ancladas a un proyecto
dora al respecto. La cultura del consumo oferta las idcntilicatorio ya dcfuüdo de antemano ILemer, 2004).
24 horas. Unas generaciones consumen de día, otras La diversidad de modelos idcntificatorios exogámicos
de noche. El distanciamiento generacional se cxterio· y la fortaleza de lo:; vínculos de paridad (el grupo, la
riza en la gcografra urbana y el boliche permite que, banda, la tribu) a menudo son fuente de identificación.
mientras los adultos duermen, los adoleRcentes con· No sólo eso. 'l'arubi6n proveen sostlln y promueven el
suman. En este contexto la producción se limita al aprendizaje de un lazo i;ociaJ fraterno que incluye la
mentado "producirseR, cuyo sesgo objetalizante es semejanza y 1a diforencia entre pares. Además, la ex-
ocioso res a llar. ploración y búsqueda a través de laa posibihdades que
Se trata de una oferta social COn$Onante con los aba· el mundo tecno-mediático permite, la misma prolonga-
nicos identilicatorios a los que se invita a las nuevas ción de la adolescencia como moratoria, ofrecen posibi·
generaciones. Y, tal como sucede en cualquier época, lidades anteriormente inexistentes para la subjetivncilin
dicha oferta es congruente con el tipo do sujeto idenl del adolescente contemporáneo.
propuesto desde ese peculiar momento sociocultural. Como en c11aJquier época, las significaciones imagi-
En este contexto los adolescentes actuales realizan la narias sociales, aun las de carácter más alienante, re-
salida hacia un mundo muy diferente al de décadas quieren del consentimiento subjetivo para encamarse
atrás, con las características generales de la globaliza· sin fisuras. Y, tal como acontece en cunlquier época, los
ción y del capitalismo tardío, y con las particuluridades jóvenes (y no ellos solamente) podrán tomar senderos
de un país atravesado por una sucesión de crisis y de más alienantes o bien efectuar torsiones creativas res-
situaciones políticas traumáticas, cuyos efectos se ex· pecto del instituido social previsto. En este sentido, la
tienden a las nuevas generaciones. A la vez, como ya perspectiva aquí esbozada refiere a un adolescente que
hemos mencionado, la salida se efectúa desde tramas no es pasivo y que se halla en autoeonstrucción perma·
familiares en algunos sentidos más laxas que las de nente, movimiento complejo respecto de los parámetros
otrora. de normalidad y de los ideales ofertados.

60 61
Nu1·stm tarea clínica consistirá, en todo caso, rui acom- ción de la subjetividad. Una subjetividad que no puede
pat\ar al adolescentc que nos consulta en ese proceso de sino estar marcada por las trazas temporales de su
busqueda que obUga a tramitar duelos e invila a bosque- cultura, a las cuales modifica y recrea a la vez.
jar proyectos para un yo disponible al porvenir. Hoy el tiempo parece transcurrir con una mayor
¿Pero cómo tramitar duelos y proyectoi; -eso que velocidad en comparación con épocas anteriores. El rit-
Aulagnier denominó construirse un pasado para co11s· mo de los cambios propio de la modernidad se ha ido
truir un futuro- en una época en que las nociones mis- acentuando, en parte gracias a los enormes avances
mas de pru;ado, presente y futuro ~e modifican? tecnológicos, que brindan po¡¡ibilidades inéditaR en cuan-
A esta problemática dedicarrui10s nuestro próximo to al acortamiento de tiempos y distancias. A la vez, y
apartado. a diferencia de la modernidad clásica, las nociones de
pasado y de futuro han ido perdiendo relevancia. La
desaparición de los grandes relatos y la caída de las
EL TIEMPO: ENTRE LA VELOCIDAD utopías, ligadas al fracaso de las promesas que se plan-
Y EL PROYECTO IOENTlFICATORIO teaba el siglo XX han contribuido sin duda al descredi-
to del porvenir como guía y a l apunta lamiento de la
Tiempo y espacio constituyen matrices simbólicas ex:istt'ncia personal y colectiva. La época nos propone,
fundamentales. Su construcción comienza ya en los pues, constituimos en "habitantes del puro presente"
primeros instantes de la vida, a partir de los contactos <Forster, 2003), lo cual imprime un sello peculiar a la
inaugurales. Los ritmos en la alimentación, los inci- temporalidad. La velocidad so auna de modo paradójico
pientes hábitos y rutinas, imprimen a la dialéctica pre- con cierta etemizac1ón de un tiempo efímero que no se
sencia/ausencia del vwculo primordial los primeros dirige hacia un futuro prefijado, transformador del
esbozos de ciertas escansiones temporales que serán presente.
precursoras de la construcción del tiempo. Como se ve, Ciertamentc, el psicoanálisis otorga una particular
Jos modos de la temporación hunden sus raíces en el importancia al proyecto como dimensión nece&aria para
encuentro con el otro, encuentro signado por la antici- la complejiulcíón psíquica y las posibilidades abiertas a
pación dado que el recién nacido se aloja en un mundo un yo en construcción incesante.
que ya está o.hí (Aulagnier, 1977). Es sabido que las Para el adolescente se trata de desasirse de las pro-
características de los primeros encuentros están modu- puestas identilicatorias que le fueron asignadas, para
ladas por las significaciones imaginarías y simbólicas pasar a plasmar un proyecto identificatorio que, apoya-
vigentes para cada cultura. Esto también ocurre con la do en las coordenadas previas, podrá inventar nuevas
inscripción del tiempo. El tiempo de cícrtas culturas altemativas a un yo abierto al devenir. Buena parte
orientales sin duda se parece poco al vertiginoso ritmo del trabajo adolescente consio1te en esta amalgama de
del fast-food occidental actual; la noción temporal en la desprendimientos y busquedas. Algún tiempo atrás, en
época de las Cruzadas no es igual a la de los Tiempos la clínica nos anconlrábamos con frecuencia con situa·
Modernos que satirizara la inolvidable película de Cha- ciones en las que el desprendimiento se veía trabado y
plin. la busqueda tenía poco espacio dado lo férreo de los
De modo que abordar la cuestión de la temporalidad mandatos familiares y sociales. La aspiración ya predi-
implica referirnos a un aspecto central en la construc- cha para el joven limitaba el abanico abierto al proycc-

62 63
lo propio. ll11b1a un futuro, sin duda. Pero el punto de alienantes que desde la cultura actual pueden promo-
arribo estaba tan anticipado que quedaba poco margen ver peculiares formas de malestar, particulares trastor-
para un proyecto singular que se desviara de los carri· nos psicopatológicos y obstáculos a la subjetivación en
les ya previstos. los adolescentes.
Esto no es así en Ja actualidad. La búsqueda está A menudo nuestra tarea cllnica enfrenta hoy dificul-
mucho más permitida. Entre otras cosas, pon:¡ue los man- tades propias de los efectos de las actuales sigruticacio-
datos previos han caducado y el porvenir es incierto, nes sociales que, entramadas en la problemática
imprevisible o, en última instancia no importa dema- singular, conforman una parte del sufrimiento psíquico
siado. La consabida pregunta que solla formularse a los de quienes nos consultan. Y son los propios adolescen-
niños pequeños, "¿qué vas a i;er cuando seas grande?", tes quienes a través de la palabra, el cuerpo o la acción
sonaría hoy fuera do tiempo y lugar. Y, sin embargo, traen estas dificultades a la consulta.
como dice Piera Aulah'llier, para el yo resulta funda- En la dificil amalgama entro permanencia y cambio,
mental poder situar un ideal a futuro que no se agote tarea a la que el adolescente se ve convocado, y que por
en la mera reedición de lo ya vivido. El proyecto otra parte habrá de continuar como trabajo a lo largo
idontificatorio, parte de Ja trabajosa elaboración psíqui- de la vida, la historización simbolizante y la proyección
ca de la castración, es esencial para el sujeto humano. hacia lo porvenir son fundamentales. El proyecto ot-0r-
Y recordemos que para Aulagnier angustia de castra- ga un sentido provisorio y desiderativo al yo en deve-
ción y angustia de identificación son sinónimos. nir. Promuevo efectos de subjctivación al rescatar al
El pasaje de un posicionamiento en que predomina adolescente de la inercia de las anticipaciones que los
el yo Ideal, posicionamiento fundamentalmente narci- otro~ plasmaron para su yo. De este modo, lo rescata de
sista según el cual el yo se iguala al ideal, aJ del Ideal las trampas narcisistas de un yo igualado al ideal en
del yo, incluye la noción de proyecto. La distancia entre tiempo presente. O lo que es su reverso melancolizante,
el yo actual y el ideal buscará ser zanjada a futuro. un yo identificado con el no-ideal en un tiempo no trans-
Futuro que se dibuja como proyect-0 identificatorio y formable a futuro. Detención temporal que, cuando
como sede de ideal<ls que habrán de funcionar como ocurre, produce coagulaciones de sentido y por ende no
horizonte desiderativo para un yo en movimiento ha- convoca al movimiento. El proyecto es en cambio alte-
cia lo porvenir. ración. Implica la alteridad potencial para un Yo no
¿Será la propuesta psicoanalítica también hoy una condenado meramente a permanecer.
teor!a en desuso, basada en conformaciones subjetivas ¿Pero cómo referirnos a un tiempo de permanencia
anacrónicas? Es aquí donde la frontera entre las nue- cuando lo que prima es la velocidad? Es que velocidad
vM formas de producción de subjetividad "normal" y no necesariamente implica conciencia del tiempo, cam-
las condiciones sociales productoras de patología se bio o transformación. Al igual que no poclriamos ho-
borronea. mologar la novedad a lo nuevo, a veces como dice
¿Será aún válida una fundamentación psícoannlitíca Feinmann (2004), "la velocidad mata el tiempo". Así
que considera el proyecto identificatorio como sede y como el fast-food a menudo no permite degustar, cap-
motor de la complcjización psíquica propia de Eros? tar sabores y matices, la cultura del ritmo indetcnible
Por ahora sostendremos la vigencia de estas formu- no garantiza que ese tiempo esté al servicio de la trans-
laciones. A In vez nos detendremos en ciertos efectos formación.

64 65
Con frecuencia la creciente velocidad con la cual los de la idea de proyecto. Situación cuyo reverso es el
adolescentes hablan, y que oficia como contraseña de reforzamiento de las exigencias del yo-ideal lotalizante
pertenencia generacional, está acompañada de un em- y del superyó en su venión insaciable.
pobrecimiento del lenguaje. El "todo bien.• que acompa- En csle sentido, nuestro trabajo clínico, en el cual la
ña el saludo habitual, con su obvia contrapartida del noción de proyecto y aun la de proyect.o terapéutico no
"todo mal" para dar cuenta ya sea del desánimo, la se encuentran ausentes, puede ofrecer una alternativa
angustia, la lristeia o la depresión, constituye una no depresógena, abierta a los múltiples posibilidades
muestra de dicho empobrecimiento. Lo respuesta rápi- claborativas y crealivas de los adolc~cenle~ que nos
da condensa los matices en una frase compacto, sin consultan.
sujeto ni verbo, que aplana sentimientos y elude las
múltiples posibilidades de una palabra bingular. Lo
mismo ocurre <'D cierto tipo do comunicaciones escritas, EL CUERPO: El\"TRE LA UOCIUOAD
cuyo lenguaje por momentos parece querer remedar el Y LA POTENCIALIDAD SUBJETIVANTE
de las máquinas. "Slms st 11ch" apre11ura una invita-
ción, pero comprime en una formulación impei:sonal las Es sabido que el lrayeclo adolescente conllevo la eln·
infinitas capacidades melafóricas del lenguaje. Se trata boración de las significativas transformaciones del cuer·
de una velocidad que por momentos parece girar sobre po que signan este tiempo do la vida, a punto tal que
si misma, sin conducir a diferencia alguna. a menudo las problemáticas múltiples, contradictorias
Tal vez nuestros adolescentes deban enfrentar hoy y complejas que pueblan esln etapa quedan circunl!·
algunas de estas condiciones de época. Los polencia- criptas a los innegables cambios corporales que forman
les efectos alienantes de una oferta cultural que con- parte de las turbulencias que conmueven al joven. Nos
vierte el pasado y la historia en el lrivial "ya fue• y propondremos en este apartado tratar el tema del cuer-
reduce la posibilidad de lo nuevo, de lo inédito, al po en relación con la adolescencia contemporánea. Para
reino de la novedad. Castoriadis se refiere a esta pro· ello partiremos, como hemos dicho, de la noción de un
puesta social como el "avance de la insignificancia". cuerpo que se construye en el seno de los vinculo~ y del
Doble dimensión de la insignificancia: la de una subje- campo histórico-social.
tividad y existencia poco significativas y aquólla dél Eslc cuerpo, a la vez biológico, scn~orial, erógeno,
vacío de sentido. imaginario y hablado, es por consiguiente indisociable
¿No tendrá que ver ol enorme aumento de las depre· tanto del psiquismo como del encuentro incesante con
siones, casi epidémicas en la actua]jdad y en preocu- los otros investidos y con el lazo social amp]jado. El
pante ascenso entrC' los adolescentes de la globalización, cuerpo, afectado desde sus raíces biológicas, es sin
con algunas de estas matrices socioculturales? ¿No embargo también produclo de los discursos sociales. Se
podríamos pensar, acaso, que el tedio y el aburrimienlo produce de,;de una realidad cultural y no meramente
al que "tantos adolescentes parecen ser hoy proclives, natural. El cuerpo biológico con sus improntas, el cuer·
podrían ser expresiones sinlomalcs de cierta vertiente po scn!<Orial que desde el comienzo de la vida mclabolizn
de la depresión, favorecida desde lo social? En particu- en términos do placer-displacer su encuentro con el
lar me refiero a la dilución de un lugar asignado a mundo, el cuerpo erógeno que se va plasmando en el
futuro, es decir, desde el carácter actualmente desvaído campo reh1cional, el cuerpo hablado desde los otros y

66 67
de:;de el discurso cultural: lodos estos aspectos conver- con las operat.oriaH del inconsciente y de la representa-
gen de modo múltiple y conflictivo en el decurso adoles- ción simbólica. También el cuerpo es participe de esta
cente. complejización, no sólo en el plano de la fantasea sino
El cuerpo biológico constituye el basamento material también en lo que refiere al funcionamiento del Yo.
del cuerpo sensorial y erógeno; pero las vicisitudes afec- El Yo, proyección de superficie corporal, desphega el
tivas y representacionales revierten a su voz sobre el múltiple entramado de las identílicaciones y los idea-
funcionamiento biológico corporal De este modo, el leh Mera sombra hablada en los inicios, el Yo tendrá a
sufrimiento psíquico pro~:luce a menudo sufrimiento su cargo reformular los enunciadoi; idcntificatorios que
somático. Temática de alglin modo ya presente en Freud, le dieron origen, para enunciar sus propios proyectos.
cuando en El malestar en la cultura nos ndvierte que En Ja adolescencia lodo!! estos aspectos confluyen y
~de!'de tres lados amenaza el sufrimiento; desde el cuer- se reorganizan en un interjuego conflictivo entre per-
po propio, que destinado a la ruina y la disolución no manencin y cambio. ¿Quó 1>ermaneee y qué se modifica
puede prescindir del dolor y la angustia como señales del cuerpo conocido? ¿Qut\ identificaciones tambalean,
de alarma; desde el mundo exterior, que puede abatir se reformulan, y por cuáles otrM hC sustituyen? ¿Qué
sus furias sobre nosotros con fuerzas hiperpotentes, nuevas identificaciones 11urgen y en relación con qué
despiadados, destructoras; por fin, desde los vínculos ideales? ¿Cómo se reorganiza el narcisismo. y a trovés
con otros seres humanos". Claro está que esta asevera- de qué encuentros? ¿Qué potenc1alidadei; se activan,
c1(m podria ser hoy complcjizada aún más, al proponer cuáles otras son sepultadas?
quo 1»1toR lrt>s dim!'nsiones 1:100 indisociablcs y configu- El cuerpo del adolescente es una sede conflictiva que
rnn una trama coproductora tanto del placer como del responde, sin saberlo, a estas y a otras cuestione~ que
flll fri rni1·nto. son siempre subsidiarias del encuentro con los otros y
l.n di11lt•1·tu·u ph11•C'r-cliHplncer constituye la prime- con el discurso cultural.
ñ~lnrn urntnboliznrión del encuPntro con los otros pri- Pero no sólo se trata de cuestiones identificatorias en
11111nl111lt"11. Como inrtpienll' producción representacional, In adolescencia. La habilitación sexual activa también
codifica en t~rminos del afecto. Un afecto que se expre- el mundo fantasmático y los más arcaicos modos del
Sll y traduce en cuerpo y acción. Investidura, desin- procesamiento afectivo. En la salida a la sexualidad, a
ve~ttdura, atraocion o rechazo serán la respuesta arcaica través de las tran~formaciones corporales y fundamen-
frente a las vicisitudes de un encuentro en el que habrá talmente a través del encuentro con los otros, estos
de entretejerse la dialéctica entre pulsión de vida y registro;; se ven conmovidos.
pulsión de muerte. Este proceso representacional ori- Temáticas tales como lo de la invcstidura/dcsin-
ginario (Aulagnier, 1977) permanece activo a lo largo vestidura, o la del placer/sufrimiento, se ven necesaria-
de toda la vida. Actúa como fondo representativo, pero mente convocadas a partir de esos nuevos encuentros
también como registro del afecto que se hace cuerpo y en que el cuerpo posee un lugar protagónico. En este
acción, a veces más allá del mundo fantasmático y sentido, las iniciaciones sexuales, hoy más precoces que
simbólico. en otras épocas, en particular para las mujeres, ponen
Sin embargo, estos últimos, a través de sus produc- en juego estas diversas facetas desde lo más arcaico
ciones primarias y secundarias, complejizan la metabo- hasta la fantasmática inconsciente, la imagen corporal
lización de los encuentros y enriquecen al psiquismo y los enunciados identificatorios e ideales del Yo, en

68 69
&us correlaciones con los ideale:; colectivos. Pero tam- rre cuando los "talles dos o tres" se avergüenzan do su
bién los encuentros, en tanto experiencias inéditos, volumen corporal hasta restringir sus salidas al exte-
producen recomposiciones e innovacione~ en el mundo rior. A las dificultades subjetivas se suman obstáculos
afectivo y fantasmático del adolcKcente. Potencialidad, objetivos, por ejemplo el de In búsqueda de empleo.
efecto de encuentro y posibilidad de acontecimiento se Más allá de la conciencia de los propios participantes,
anudan así, produciendo un nuevo mapa libidinal e la buena presencia requiere dos atributos fundamenta-
identifica torio. les: juventud y delgadez. Como se ve, volvemos al tema
Una cuestión, sin embargo, es incontrastable. La del tiempo y del cuerpo.
relación con el cuerpo propio es ini;eparable de la rela- Involuntariamente los actores sociales se hallan im-
ción con los otros. Temática que se juega de modo pe- pregnados por códigos de percepción que croan taxono-
culiar en Ja adole:>CCncia. mías !Margulis, 2003); códigos desdo los cuales, en el
Hemos insistido en una hipótesis: el unaginario ao- culto del cuerpo hecho imagen, quedu denotado el ac-
cial contribuye fuertemente a lo construcción de los tual ideal cultural de cuerpo legitimo.
cuerpos. Foucault lo decía a su manera, cuando se re- Como es sabido, los cánones de belleza y de cuerpo
fería a los cuerpos disciplinados por los regímenes de socia lmente consensuado varinn de modo notable se-
poder y de snber Situación que nos reconduce a la gún las épocas y las culturas. El ideal nct11al, cuando es
función de lo:; ideales y del superyó como formaciones erigido en uniforme, se basa en lo imagen de un cuerpo
bifrontes que atañen al sujet-0 y a la cultura en su estilizado, delgado a veces hasta diluir las diferencias
anudamiento inclisociable. sextJoles y generacionales tanto como las singularida-
¿Cuáles son las características del discurso social des corporales. Cuerpo11 pret·á·porter, que rozan lo
contemporáneo sobre el cuerpo? ¿Qué representa el unisex e incitan a severas disciplinas dietarias, gim-
cuerpo adolescente hoy para la cultura? ¿Cuáles son las násticas o quirúrgicas que logren pr oducir In transmu-
propuestas identificntorias, los ideales y su negativo, es tación anhelada.
decir, aquello que no encaja en el ideal, o que queda Es evidente el modo como esta situación juega en
excluido de los discursos sociales en la actualidad? muchos de los tan habituales trastornos de la alimen-
El cuerpo en general y el cuerpo adolescente en par- tación. El discipbnamiento corporal en torno a los idea-
licular resultan hoy fuertement.o investidos desde los les imperativos se encarna en la adolescente nnoréxica
discursos sociales. Habría, sin embargo, que corregir. que, aun al borde del desfallecimiento, considera no
No se trata del cuerpo en general ¿Qué aspectos de lo haber alcanzado el ideal.
corporal se encuentran ton especialmente investidos? En un trabajo anterior formulé que "el cuerpo obli-
Se trota, antes que nada, del cuerpo en su dimensión gado es el cuerpo talle uno, actual uniforme para los
estética. El cuerpo como imagen ocupa un lugar ton cuerpos desnudos. Se requiere, en efecto, una férrea
centra l en la contemporaneidad que llega a constituir disciplina para moldear, endurecer, afinar, hasta lo-
un verdadero capital estético, que opera a menudo como grar por fin ingresar en ese bendito talle uno, talle
criterio clasificador y organizador fundamental de las único• (Sternbach, 2002). Entretanto puedo agregar
relaciones afectivas y sociales. Y no sólo de los encuen- un talle más. O menos, según como se lo quiera ver:
tros eróticos, sino más ampliamente de la par1.icipaci6n el tallu cero. Sugerente, sin duda, en su evocación de
social en espacios amistosos o laborales. Tal como ocu- la nada, esa nada hacia la que el cuerpo de la anoré-

70 71
xica amenaza en ocasiones deslizarse. El ideal iden- tas transformaciones. A la vez, el imperativo de la vir·
tificatorio concentrado en el yo como imagen espeja ginidad femenina hace rato que ha caducado. La inicia·
la superficie corporal de modo casi exclusivo, arro· ción genital es hoy más precoz en las jóvenes que la que
jando fuera de Ja escena especular otros atributos estaba autorizada para sus madres; y la diversidad de
yoicos. Es decir, el yo queda subsumido en la imagen experiencias sexuales no va a la zaga de aquélla permi·
corporal, siempre relativa al ideal de perfección se- tide. a los varones. Mayores libertades, sin duda.
glin el canon de Ja época. ¿Cuáles son las nuevas problemáticas? ¿Cuáles de
A la vez, otros aspectos de la subjetividad quedan las anteriores continúan vigentes? Más libertad no ne-
disimulados: el cuerpo arduamente trabajado en el cesariamente significa ausencia de parámetros, ideales,
gimnasio ocupa toda Ja superficie del espejo, en des- restricciones. Por el contrario, en cualquier época circu-
medro de otros aspectos de Ja subjetividad que hacen lan ciertos códigos culturales para la regulación del
mella en lo corporal: el afecto, la emoción, la fantasía, cuerpo y de la sexualidad.
el pensamiento. Asomémonos a algunos de los códigos actuales .. Por
I..a alienación, destino del yo en relación al pensa- lo pronto, Ja restricción del sida, figura amenazante
miento (Aulagnjer, 1979) actúa sobre los cuerpos. Cuer- que regula los "cuidados" relativos al ejercicio sexual.
po y acción se convierten en ejecución práctica de la En apariencia, no hay muchas más restricciones. Al
alienación en el ideal cultural. Se trata de producir un contrario, parece existir una creciente tendencia a que
cuerpo asimilado a una silueta. La idealización de la los cuerpos "deijtrabados• liberen sus ímpetus pulsio-
representación del cuerpo adolescente desoye a menu· nales a través de descargas perentorias y directas. Tal
do al cuerpo real, con sus sensaciones de placer y de como nuestra propia clínica atestigua, lo pulsional
.,¡ufrimiento. Los cuerpos, dóciles, deben autodis· emerge con frecuencia con poco recubrimiento
ciplinarse, escindiendo aquellos mensajes pulsionales fantasmático y simbólico. A la vez, parecerla que hoy la
y fantasmáticos que podrían amenazar el mandato en· genitalidad no es ya sede primordial de la transgresión.
carnado. Esta se sitúa, antes, en la oralidad. Qué comer, cuántas
¿Qué ocurre con la sexualidad adolescente en este calorías, cuándo la tentación puede más que la discipli·
contexto de significaciones sociales? Sabemos que hoy na¡ los accesos irrefrenables ocupan más los devaneos
din el ejercicio de In sexualidad ha quedado liberado de muchas adole~centes que lo referido al ejercicio de
respecto de restricciones anteriormente vigentes, algu- su sexualidad.
nas de las cuale11 fueron hegemónicas durante siglos. Por otra parte, actualmente parece haber pocas ba-
I..a sexualidad actual goza de una permisividad crecien· rreras para mostrar y decir aquello que atañe al sexo.
te. No sólo porque es factible eJercerla fuera de la ins- Como si todo, o casi todo, pudiera ser dicho y exhibido.
titución matrimonial, sino porque el placer en el sexo ¿Pura espontaneidad de una palabra liberada, de los
forma parte de una validación social que se extiende cuerpos por fin destrabados del mandato social? Curio-
tanto a las majeres como a los varones. samente, algunos autores seftalan un cierto desencan-
Es sabido que la separación entre gexualidad y re- tamiento del cuerpo y de la sexualidad. ¿Será que la
producción, ligada a la caída de la indisolubilidad de la producción de subjetividad promueve una mayor per·
unión conyugal, junto con la gradual desaparición de la misividad que sin embargo no puede eludir nuevos
familia tradicional, han contribuido fuertemente a es- cercenamientos y dificultades?

72 73
Hace ya tiempo, en su Historia de la sexualidad, puesta en palabra de aquello que no ha logrado e~tatu­
Foucaull señalaba una tendencia propia de la contem- to de tramitación psíquica. Esto hnbrá de contribuir a
poraneidad: la de la incitación a los discursos. Subraya- la reapropiación do la riqueza de una corporalidad no
ba entonces que el decir "todo" podría, no siempre ser r(-'<iuctible a la imagen ni a la pulsión desencadenada,
liberador, sino que también podrla estar del lado del para incluir la potencialidad subjetivnnte del cuerpo en
control social. Recordemos que para este pensador la su multidimensionalidad.
i<exualidad no seria meramente objeto de represión, sino Esta temática nos acerca a nuestro último apartado:
que fundamentalmente tendría carácter productivo la clínica actual con adolescentes.
deRde lo social Es decir, sería productora de conductas,
comportamientos, modalidades subjetivas que alcanza-
rian aún aquello que los sujetos y las eociedades consi- F:I, ANALISTA EN l,QS BORDES
derarían como lo máR propio y lo más "natural". En
este sentido, la incitación cultural a los discursos acer- La clínica de los últimos años no.s ha obligado a re-
ca de lo sexual, si bien otorga innegablemente liberta- visar y a ampliar nuestras tcorms, así como nuc:<tra
de.s no por eso deja de ejercer efoct.os normatizantcs escucha y modalidades de inrervención. En la práctica
ligados al control social psicoanaütica con adolcscenteH C>~t.o se impone de ma-
Como en aquella paradoja que conmina a "ser libre" nera contundente.
eRa libertad puede esconder el imperativo del superyó. ¿Podemos, acaso, continuar trabajando basados en
En este caso, el del superyó de la cultura. Tal como las problemáticas que aquejaban a esos adolescentc•s
decía Freud, éste, "en un todo como el del individuo, cuyas sintomatologías parecían ceñirse grosso modo a
plantea severas exigencias ideales cuyo incumplimien- los textos psicoannliticos que habíamo.s estudiado tiem-
to es castigado mediante una angustia de la conciencia po atrás, o a aquellos que parecían cursar adole~cencias
moral" (1930). que podían evocar !ns que habíamos transitado noso·
¡,Cuál es la importancia de estas cuestiones en nues- tros mismos? Do intentarlo, scm<"jllríamos esa~ mn·
tra práctica de todos los días? dres que, como diría Piera Al1lu¡.¡nier, fallan en la
1':11 que justanwnte las problemalicas clínicas actua- distinción entre la representación del hijo que imugi·
les 111ch1yl'n el cUL•rpo de modo centr111. Los trastornos naron y el hijo real que las convoca desde su incipien-
111• 111 ohnwntncion, las adicciones, la.s impulsiones, las te singularidad.
d1•prcsiones U$ent11dt1s en lo corporal, las implosiones Trabajar hoy con adolescentes implica avanzar en
ps14·osomálicas, obligan no sólo a incluir al cuerpo como la conceptualización de sus problc máticas actuales y
mensajero fundaml•ntal de un dolor que no logra acce- de las modalidades de subjetivación contemporáneas.
der a la categor(u de sufrimiento psíquico. También Lo cual exige anudar nuestras cnlegorías psicoana·
exigen considerar las apelaciones actuales del imagina- líticas fundamentales, tales como pulsión, narcisismo,
rio colectivo y su tramitación sintomal o creativa en la identificación, castración, Edipo, con la producción
singularidad de cada situación clínica. actual de subjetividad y con las improntas de lo his-
Esta lectura complejizadora tal vez podrá ayudarnos tórico-social.
a acompañar a nuestros pacientes adolescentes en su Sugerimos: ni analistas anacrómcos de supuestos ado-
camino de subjetivación; posibilidad que se liga a la lescentes extemporáneos, ni analistas según la normali-

74 75
zación de la moda. Esto nos invita a una tnrea tan Situa.m os en relación con estas problemáticas nos
ardua como intere~ante. convoca a transitar los bordes. Los bordes entre niñez
En nuestra práctica actual predominan las proble- y adullez, los de la clínica actual, los bordes de nues-
máticas de las organizaciones fronterizru;. Problemáti- tros saberes previos, finalmente los de nuestra misma
cas en las que el cuerpo suele tomar la delantera posición analitica.
respecto de una dinámica representacional de baja com- Uno de Jos aspectos que hemos enfatizado al res-
plejidad. La acción antecede al "más largo rodeo" y se pecto reliere a la importancia de diforcnciar aquello
desencadena a menudo de modo perentorio. El mundo que compete a producciones psi copatológicas, por la
imaginario y el simbólico trastabillan y nos encontra- índole de los trastornos, síntomas o sufrimiento que
mos con la dificultad de construir tejidos psíquicos que impone, de aquello que corresponde a nuevas modali-
den la palabra a aquello que emerge como ejecución dades de producción de subjetividad. En (ISte sentido,
antes que como representación. También nos encontra- el presente capítulo sostiene dos hipótesis psicoa-
mos de modo crecienle con vac1os y depresiones, temá- nalíticas fundamentales: la importancia del proyecto
tica aun poco trabajada en la diversidad de sus ident1ficatorio y la complejización psíquica como ob-
manifestaciones. jetivo terapéutico.
Cuando ciertas problemáticas o "patologías" be tor- No obstante, dado que los modos en que estas cues-
nan cada vez más frecuentes, su nexo con lo histórico- tiones se juegan difieren en tal medida de los anterior-
social ~e hace evident.e. Tal como hemos enfatizado en mente conocidos, nos demandan un trabajo de
las página,¡ ant.eriores, ciertas condicione;¡ de la cultura interrogación múltiple que nos incluye como analistas
actual favorecen la aparición de trastornos que otorgan y como sujetos sociales.
al cuerpo un lugar protagónico hasta el punto de que ¿Cuáles son nuestros propios puntos de certeza, cuá-
Green <1990) propone un corpoanálisis, que extendería les los ideales que subyacen a nuestra lectura clínica
las fronteras del psicoanálisis tradicional para albergar y a nuestro proyecto terapéutico? ¿Qué aspectos del
las crecientes manifestaciones que incluyen lo corporal imaginario social y del superyó de la cultura se han
como sede del conflicto. encarnado en nosotros hasta llegar a naturalizarse,
En cuanto a lo psíquico, tal como señalo el mismo obstaculizando nuestra escucha?
autor, predominan la escisión y la desmentida como Acompañar a los adolescentes de hoy en su posibili-
modalidades de la defensa. La represión, con sus vias dad de exploración y en su tarea de autoconstrucción
de retorno simbólico, cede paso a estas otrns modalida- reqwere de estos y otros interrogantes. En suma, de
des, cuyos retornos acontecen a menudo justamente por nuestra apertura y disponibilidad para el cuestiona-
la via del cuerpo o del accionar. miento de los sentidos coagulados. Los de nuestros
Junto con el vector del cuerpo hemos privilegiado en pacientes y los propios.
estas páginas el eje de la temporalidad. Ésta, estrecha-
mente ligada a la cuestión del proyecto, resulta esen-
cial para el trabajo de subjetivación adolescente. La
temporalidad se halla marcada hoy por una velocidad
bajo la cual las categorías de pasado, presente y futuro
adquieren especificidades inéditas.

76 77
BIBLIOGRAf'lA - (2002): "Adolesccncío y cuerpo". en Jamadas Piera
Aulagniu, APdeBA.
Agambcn, G. <2003): lnfa1mo e llistoria, Buenos Aires - (2003): "En los bordes: clfnica actual y tramas vinculares",
Adriana Hidalgo.
en PsiroanolíslS, camb101 y permo11.e11cias, Buenos Aires,
Aulngnier, P. 11977): La i·io/e11rifl d,. la interpreúición, Bue- Ed. del Zorzal.
nos Aires, Amorrortu.
- (1979): Los d<•st111os del placer, Bal'C<'lona, Petrel.
Castoriadis, C. (1989): La 1nst1tuc16111mag111aria de la socie-
dad, Battelona, Tusquels.
- <2001 l: Figuras de lo pensable, Buenos Aires, Fondo de
Cultura Económica.
Feinmann, J P. <200·1): "La \'t'locidad mató al tiempo•, Pági-
na 12, 18 dt• julío.
Forster, R. 12003): Critica y so.•pecha. Buenos Aíre>, Prudós.
Foucault, M. (1979>: llí$lona de la s.·rualidod, México, Siglo
XX!, t . l .
- (1980>: lA t't'tdad y las formas ;urld1caN, Barcelona. Ge-
disa.
Freud, S. (1979>: El malestar m la cultura, Buenos Aires,
Amorrortu, \'OI. XXI.
Green, A. (1990>: f,,o nueva rlfnica psiroo11alttira y la tcorla
de Freud, Buenos Aires, Amorrortu.
- (1990): De locuras prwodas, Bu~nos Aires, Amorrortu.
Grüner, E. (2002): El fin de las peque1!as historias, Buenos
Aires, Paidós.
Hornstcin, L. (2004): "Ln subJctividad y lo histórico-social",
en P,·oy~cto terap/111t1co, JJucnos Aires, Paldós.
Lemer, H. (2004): "Adolescl•ncia, traumu, identidad", Re11ista
Actualidad Psicológica, Buenos Aires.
Margulis, M. (1994): La cultura de la noche, Buenos Aires,
Espasa Cnlpe.
- (2003): Juwntud, c11/turo, sexualidad, Buenos Aires, Biblos.
Rodulfo, R. (2004): El psiNKlnd/isis de nuevo, Buenos Aires,
Eudcba.
!Wther Hornsu-in, M.C C2003): "Identidad y devenir subjeti·
vo", en Psicoa11á/is1s, cambio• .Y perm11ne11cifls, Buenos
Alrl's, Ed. del Zonal.
Sternbnch, S. 11997): "La ínu-....·ención en patologías de bor-
de", Reuú;ta AAPPG, Buenos Aíres.
- (2001): "Proce.o originario, patologias de borde y nuevas
inscripciones", Rei·isto AAPPG, Buenos Aires.

78 79
3. LA TAREA CLíNICA
CON ADOLESCENTES, HOY

Virgíni.a Ungar

Escribir sobre el análisis actual con adolescentes me


ha permitido desarrollar algunas conceptualizaciones
acerca del trabajo analítico con pacientes que transitan
esa etapa de la vida, centrándome en la experiencia
obtenida en el consultorio.
En primer lugar intentaré hacer un breve recorrido
por la bibliografía psicoanalítica fundamental sobre el
tema. Luego focalizaré en la problemática actual del
adolescente, en los cambios con respecto a las genera-
ciones anteriores, para después referirme a los motivos
más frecuentes de consulta en nuestros dfas.

ADOLESCENCIA DESDE EL PUNTO DE VISTA


DEL PSICOANÁLISIS

En el campo psicoanalítico, la adolescencia ha sido


abordada desde variados puntos de vista. En este apar-
tado me limitaré a consignar de manera muy sintética
algunos de estos aportes.
Freud (1905) propuso que en la pubertad se subordina
la prcgenitalidad -que ha estado "dormida" en el perío-
do de latencia- a la genitalidad. El desarrollo psíquico
impone establecer objetivos sexuales heterosexuales
exogámicos. Anna Freud (1958) incluyó la teoría del duelo

81
y de la conmoción en el equilibrio narcisista en su com· Los análisis de niños, por supuesto, también movilizan
prensión de la adolescencia. Cuando Mclanie Klein 0932), nuestros aspectos más pnmJhvos e infantiles, pero en
estudia temas técnicos en el trat.amicnto anaütico du· nu experiencia esto es aún más fuerte en la ta rea con
rante la época pubernl, faltaban aún un par de años adolescent~.
para que presentara su teoría acerca del proceNo de Al momento de ver en consulta o un niño o a un
duelo y de Ja posición depresiva, completando en 1940 adolescente, tiendo a considerar una primera ubicación
su crucial aporte con la teoría de las posiciones. En la del paciente desde el punto de vists del desarrollo. En·
Argentina es Armindn Abcrnstury quien retoma el terna tiendo el desarrollo emoc1onal humnno como un trabajo
de los duelos y plantea que el ndole~ct'nte tiene frente para un yo que, aunque incipiente y no integrado, es
a s1 la tarea de tramitar los duelos por el cuerpo de ln capaz de llevar a cnbo tareBí!_como la de e"!if menrar
infancia, por }03 padres de la infancia y por la pérdida de angustia; relacionarse Cón sus ObjetOS y Jes egar ffie. íl\
la condición de niño. Petcr Dios (1981), por su parte, se can1sm s de ofensa. Para que pueda evar a elanle ~
ocupa de las vicisitudes del complejo de Eclipo y del ideal semejante ~fuerzo, es preciso que cuente con un medio
del yo, con el trasfondo de In teoría de Margaret Mahler familiar -insert!!_ en una estruclura socíil- que permita
en relación con el proceso de separación-individuación. A un necet<ario sosten, tanto físico como mental.
su vez, la teoría de la identificación tiene su lugar, ya que La vida psíquica se inicia con un encuentro funda·
implica un severo cuestionnmiento de las identificncíonC'l cional entre el recién nacido y la madre. Este poRlulado,
previas y también de los procesos de desidcntificaci6n. as1 enunciado, puede parecer eimplo, pcm es de una
Finalmente, los aportes de Piera Aulagnier (1991) en enorme complejidad pues cada uno de los terminos
cuanto al proceso de historización que la adolescencia involucrados está SUJeto a multiples factores. De modo
pone en juego -desarrollado en nuestro país por Janine que el desarrollo no implica un camino lineal, smo una
Pug~l{l99.~o~sWjn 09971. Mi el Leivi 11995), compleJ8 red de conflictos que el ser en evolución incVJ-
<tulio More~~~· Ignacio Lewkowicz (1997 sul· tablemenle deberá afrontar. En esa red de problemas
tan fundamentales a la ora e pensar la pu rtad y la evolutivos, la neurosis infantil constituye un pnrner "or-
adol<"scencia. ganizador" \Ungru-, 2004). Al plantearse el conflicto
Cuando un analista lleva muchos años de práctica, edipico, dice Jo'reud, todos los niños atravi<"San por una
llega a tener su propia posición avolada por las lectu· neurosis infantil, que puede ser expücita o pasar do-
ras, supervisiones y el intercambio con colegas, a la vez sapcrcib1da y ser tomada por el entorno simplemente
que ésta es intemalizada como ~que~ aprendió de como un "mal comportamiento'. Melnnie Klein también
Ja experiencia, en términos de Bion. En este punto debe se intere"6 por el concepto de neurosis infantil y lo atri·
incluirse la hIBtoria de la propia adolescencia y el pro· huyó de igual manera a la situación edípica, sólo que
pio análisis. Nada llega a conmover tanto a las estruc· ubicó el complejo de Edipo en una etapa mucho más
turas infanliles de un analista en el plano de la temprana. En esta línea, podemos establecer una divi-
contratransferencia como !~turbulencia adolescente. 1

l. Bion (19761 describe de manero ma¡¡istral lo situación de


turbulencia a.;I: "Cuando el muchacho amable. tranquilo, coopera· nal rápidamente deja de estar restringido, por los limites de lo que
dor. "" vuelvo ruidOt10, ?'\!belde y problemático, el lrAslorno emoc:10· llan>umos John, ,Jack, Jill o Jane. al marco corporal de cada uno•

82 • 83
\....
sión entre niños que ya han "logrado" armar una neW'Ol!ís jóvenes se mantienen en cuadros de latencia prolonga-
infantil, construyendo una latencia, y otros que no han da sin haber logrado "desarmar• aquella neurosis in-
podído hacerlo y nos ponen frente a una detención del fantil a través de la necesaria crisis adolescente.
deaaITOllo, una psicosis infantil o un cuadro de seudoma· Oonald Meltzer (1967) ha iluminado mi comprensión
durez. Esto último implicaria un trabajo aparte, pues se del trabajo con adolcsconte11 a partir de sus medulares
trata de casos que son mucho más graves de lo que parecen, aportes sobre el proceso y desarrollo de la adolescencia.
al tratarse, en términos metapsicológicos, de una elusión Él entiende la adolescencia como un estado mental y
del conflicto edípico, lo que deja n estos pacientes, a pesar propone que en la pubertad se produce el derrumbe de
de su apanencia, muy cerca de las psicosis. la c¡;tructura latente, sostenida por un severo y obsesi-
Tal como plantean.freud ~ Mela.ni.e~.!!!· es necesn· vo splitti11g del sel( y de los objetos. Tra¡; e::; ta conmo-
rio at!!lvesar P:Qr una neurosis infantil -a la que COMÍ· • ción, reaparecen las confusiones propias de la etapa
dero un organizador del de.!!,arroll~_para armar U!1 • pn.'-t'dipiea (bueno-malo, femenino-masculino, niño-adul-
período de latencia que tiene gue ser desarma;o 122,r!,! to) y también la confusión de zonas erógenas. Esta si-
p,roceso adolescente, el cual, a su vez, generar nuevas tuación se agrava con la aparición de Jos caracteres
transformaciones para anibnr finalmente a lo subjeti· sexuales secundarios ·~el vello, los pechos- que hacen
vidad adulta. • que eVla joven se pregunten: ¿de 'quién es est.E' cuerpo?
Me parece importante hacerle un lugar al concepto Duronte una entrevista con una púber hace algunos
de trauma, por lo menos para dejar abierto el interro- ano~. le pregunté si ya le habían aparecido ~algunos
gante: ¿sería posible concebir un desarrollo sin trauma pelitos•. Rápidamente, y no sin cierto rubor, me respon-
-tomado este concepto en su sentido amplio-? La des· dió que sí y que "lamentablemente los había tenido que
organi7.ación adolescente eA un trauma necesario. Tam- sacrificar". La niña, muy asustada, había decidido elimi-
bién es cierto que de la intensidad del mismo va a nar las evidencias de los cambios que denunciaban la
depender la posibilidad de su tramitación. Fran~ise imposibilidad de sostener la idealización de un cuerpo
Dolto (1988) propone una hermosa imagen al hablar de infantil con la suavidad caracLcrística de la piel do! bebé.
la ino ia debilidad adolescente): la de las langostas y O~ra noción de Meltzer, que considero de suma uti-
los bogavantes que pier en su concha y se ocültruíbaJo lidad, es la de la importancia del grupo de pares en el
~a~ rocas niíen~ le8!egan una nueva. La a'ütOra Se· desarrollo del adolescente. No se refiere con ello sólo al
a que si reci n heridas dli'Tilñte!íí etapa vulnera- proceso de socialización, sino a que el grupo sirve fun-
ble, quedarán marcados para siempre, su caparazón damentalmente para contener las confusiones determi-
recubrirá las heridas pero no las borrara. HaCJendo. un nadas por el uso de identificaciones proyectivas en las
paralelismo con el ser humano, podría decirse que'Jos que se ponen en juego partes del sel{ con un grado de
adolescentes hacen Jo contrario: salen aJ mun<fó y á1li fuerza y violencia tal, que llevan inevitablemente a la
_pueden recibir heridas.J.!ldo!Cbli,:a. - - acción, tan característico en la conducta de los jóvenes.
En el Lerreno de la clínica con niños los trastornos Para este autor, el niño atraviesa la pubertad forman-
del desarrollo son cada vez más frecuentes, y lo que do parte, en primer lugar, de un grupo que llama "ho-
solemos hacer en esos casos es, precisamente, pcrmillr mosexual" en sentido descriptivo, que tiene como función
que "se arme• una neurosis uú'antil. Pero, por otra parte, la contención de las confu:iiones y ansiedades paranoi-
no es menos cierto que muchos adolescentes y adultos des, y como preocupación central, la confrontación con

84 85
r
los grupos del otro sexo y la rivalidad con los del mis- actual se encuentra, Úlll diferente al de las jóvenes trata-
mo. Durante este período llevan adelante la "guerra de das por Freud, como Dora, Catalina o la joven homc>-
los sexos" y sus trofeos son las experiencias sexuales, sexual. Tampoco el de hoy es el mundo de preguerra y
que exhiben y comparten. Los "traidores" son los que se posguerra ni el de nuestra propia adolescencia.
hacen anugos del otro sexo. Caracterizar el mundo que nos rodea nos ayudará a
Si el desarrollo se produce, se pasaría luego al grupo pensar con qué se encuentra un joven a quien se le impo-
adolescente heterosexual, de caracteristicas más depresi- ne la tarea de "em.ignu" del mundo "del niilo en la fami-
vas, en témunos de la teoría de M. Kleín debido al aban- lia" hacia la construcción de su subjetividad adulta. Estoy
dono de la actitud egoísta por el destino del sel{. en favor absolutamente convencida de que el cuerpo teórico del
de la preocupación por el bienestar y el de.'l'.tino del objeto. psicoanálisis resulta insuficiente a la hora de explicar
Es así que a partir de loa "traidores• del grupo púber se esta cuestión y debe necesariamente interactuar con
van a formar las parejas. La idea central es que el grupo otras disciplinas, tales como la historia, la sociología, la
púber-adolescente crea un espacio en el que se puedan antropología y las ciencias de la comunicación.
experimentar las relaciones humanas, concretamente en La llamada transic:i6n adol~scente implica justamen-
el mundo externo, y Fin la presencia de adultos. te el pasaje del mundo dPI nirn> fn la familia hacia el
Meltzer (1998) considera que el adolescente se mue- mundo de los pares y de allí al mundo adulto. También
ve en tres mundos durante el proceso de desarrollo de es cierto que el modelo de la crisis adolescente -a la
su estructura interna: en el de los adultos, en el de los que ya mencioné como absolutamente necesaria- desde
niilos en el ámbito de la familia, y en el de sus pares. siempre implicó enfrenlamiento a lo establecido.
El joven considera que el mundo adulto detenta el Las instituciones, desde la familia hasta las instan-
poder y que los niños son sus esclavos. Estos últimos cias educativas, actuaron como fuerzas externas
creen que todo el saber está contenido en sus padres, normatizadoras del sajeto y moldeadoras de identidad,
que funcionan como garantes. Así, el púber afronta una ayudando a reglamentar el pasaje de la niiíez a la
aguda pérdida de identidad familiar al descubrir que adultez. No se nos escapa que ambas han estado y si-
sus padres no lo saben todo. Debe, entonces, hacer una guen estando, en gran medido, produciendo un unagi-
elección crucial. o abraza la idea de que se ha hecho nario armado con elementos generados a partír de las
solo a sí mismo -ese camino lleva a la megalomanía y ideologías modernas, desde fines del siglo xvm hasta
a la posible ps1cosi11- o trata de encontrar su lugar en mediados del siglo XX.
el mundo. Para inclinarse por esta segunda alternativa Asistimos a una transformación acelerada de las
tiene que encontrar primero su lugar en el mundo de instituciones. La entrada en la adolescencia produce
sus pares, en la comunidad adolescente. una colisión en el encuentro con un mundo que no está
organizado hoy según las pautas que le imprimían al
niilo, y en gran medida lo siguen haciendo, las institu-
LA PROBLEMÁTICA ADOLESCENTE ciones. Las familias acwales, que quedan excluidas del
EN El. MUNDO DE HOY modelo de familia nuclear burguesa en la que la sexua-
lidad de la pareJa conyugal monogámíca y heterosexual
En este punto me parece importante tratar de delinear resultaba el paradigma de la sexualidad normal, han
ciertas características del mundo con que el adolescente abierto un espacio de reflexión.

86 87
En este sentido, muchas de las consultas que recibi- noción que el adolescente aprecie en la actualidad. Esto
mos tienen que ver con jóvenes que provienen de nue- puede comprobarse por la escasa participación de los
vas configuraciones familiares, por ejemplo, el ahora jóvenes en la política.
clásico modelo de las familias ensambladas. También El mundo externo es amenazador para el joven. No sólo
tenemos que mencionar a las familias monoparentales porque es nuevo y desconocido. Es realmente amenaza-
en las que una majcr cría sola a su hijo, o en menor dor. En las condiciones actuales de in.seguridad un ado-
proporción estadística en las que la crianza está a car- lescente puede sufrir violencia de distintos grados: desde
go del hombre. La crianza de chicos por madres adoles- ser víctima de robo, secuestro o violación hasta morir en
centes, que en general se lleva adelante en el hogar la estación del tren que aguarda para llegar a la univer-
paterno, es parte también de esta nueva situación. Asi- sidad. Y constituye también una amenaza para el joven el
mismo, los hijos nacidos de tratamientos por fertiliza- tener un padre desocupado, a su hermano/a drogadicto o
ción asistida nos plantean interrogantes aún abiertos. preso, o vivir en un país con altísimas tasas de pobreza o
Tampoco podemos dejar de lado la crianza de niños por con sistemas de corrupción que parecen inmodificables.
parte de parejas homosexuales. Estamos ante un mo- Frente a este panorama el mundo adolescente expo-
mento de crisis y cambio que, como tal, nos exige a los ne nuevUB singularidades. Pienso que la vital impor-
psicoanalistas una actitud de profunda observación, de tancia del grupo de pares permanece vigente, no
escucha atenta y de necesidad de reflexión. obstante lo cual es cierto que han surgido nuevos agru-
Tenemos que ser sumamente cuidadosos para no caer pamientos Aparecen nueva formas de asociación entre
en posiciones extremas de idealización de los cambios las personas y nuevos modos de identidad grupal. Pue-
hacia los que nos presiona la situación actual do crisis den conformarse grupos por ejemplo alrededor de de-
de valores, derrumbe de ideologías y caída de ciertos terminados gustos musicales, o mediante la creación de
ideales. Tampoco tendríamos que adoptar una visión clubes de fans, o a partir de la protesta contra la tala
apocaliptica que resulta ciega frente al desafio que la del bosque amazónico. También la asociación puede
aparición de lo nuevo siempre nos plantea. tomar la forma de adoración a dioses paganos inspira-
Veamos algunas diferencias entre lo que pudo ser el dos en oscuros poetas ingleses del siglo XVIII o la cons-
mundo en que transcurrió nuestra adoleS<:encia y aquel titución de grupos ultrarreligiosos.
con que se encuentra el joven en la actualidad. No quie- La forma de agrupación más vigente parecen ser las
ro ser nostálgica, pero en mi infancia, se enseñaba acerca subculturas formadas por grupos de individuos que
de la importancia del ahorro. ¿Quién podría sostener comparten afinidades y se reúnen para intercambiar
hoy esta postura en familias que han perdido sus pocas información sobre groflitis, juegos de roles, tipos de mú-
reservas, reunidas con el esfuerzo del trabajo diario, sica (dance, electrónica, rap, alternativos, cumbia, etc).
como consecuencia de políticas económicas locales y Las ciencias S0C1ales explican que la ruptura con la
mundiales, que redujeron su patrimonio a cero? cultura Joven en la década del setenta aparece cuando
Qué decir del concepto de democracia, del valor del la industria del entretenimiento aprehende los usos y
voto a la hora de elegir gobernantes en nuestra sufrida los modos del punk. La oposición al sistema se transfor-
Latinoamérica que ba visto caer gobiernos rápidamen- ma en sistema y se vende precisamente a través del
te e implantar regímenes totalitarios con costos huma- sistema. El primer indicio parece ser la venta de reme-
nos que apenas podemos simbolizar. No parece ser una ras con Ja imagen del Che a principios de los años se-

88 89
tenta en Londres. ¿Cómo se va a oponer un joven a un En este punte resulta más que oportuna la pregunta que
poder representado por los padres y las instituciones si se hace Eizirik (2004): en este escenario, al que él denomi-
el sistema se ha apropiado y lucra además con sus na del "mind shnring", ¿cómo queda ubicada la clinica
emblemas? psicoanalítica, espacio íntimo y privado por excelencia?
Un tema central lo constituye el papel de los mass Mi punto de vista -insisto- es que los psicoanali~tas
media. Éstos construyen Ideales del yo, a través del tenemos que evitar una posición normativa que conde-
producto que se debe comprar, desde el champú con el ne los modelos de la época. Considero que debemos
que hay que lavarse, la ropa que hay que usar, hasta el reflexionar sobre lo que ocurro y tratar de comprender.
auto que se debe tener para pertenecer. En este sentido, En ese sentido, pienso que el tema de los vínculos 011
los medios estereotipan epifenómcnos y los trasforman li11e pueden ser una alternativa como espacio de enRayo
en verdades cargadas de una moralidad difusa. (¿sería muy aventurado pensarlo como espacio transi-
Los medios se imponen de manera directa al niño y cional?) que prepara para la salida al mundo real.
nl joven, atravesando toda la barrero protectora que en He dejado para el final de este apartado el tema de
otros tiempos podfan ofrecer la familia, la escuela, In la sexualidad en la adolescencia, pues resulta crucial.
religión o el Estado. Desde Freud i;abemos que el basamento de la ~ubJO­
A partir de la irrupción de los medios masivos de tividad, de la identidad, se encuentra en la sexualidad.
comunicación, el espacio en que se desarrollan los víncu- También es cierto que la concepción freudiana de 111
los ha sufrido cambios. Antes, csl.e terreno era la fami- misma, nacida en el auge del pensamiento moderno, ha
lia, la escuela, el club. Ahora, se han sobreimpreso los sufrido cambios. En este sentido, Julio Moreno Cl998)
espacios virtuales. La modalidad en que un adoleseente postula, siguiendo a Foucault, que conviene pensar la
de hoy atraviesa ese mundo mediático es a través de la sexualidad como un punto de pasaje para acceder a la.•
llamada realidad virtual. El intt!rcarnbio grupal puede relaciones de poder. Estima que no habría que entender
ser en el •ciberespacio", a través del e·mail, el chat,2 los a la sexualidad -desoo inconsciente- como una suerte de
juegos en red, los foros. Ahí el joven puede ser quien más "emanación esencial, pura e irunutnblc de la carne a la
quiere ser. Al mismo tiempo puede ocultarse: una ado- que simplemcnt.c se opone lo simbólico o cultural por vla
lescente anoréxica puede ser una chica sana y fuerte, un de la represión. La sexualidad emerge de la interacción
chico petiso con acné puede medir l,80 y ser campeon de del cuerpo con In reglamentación social de turno. O sea,
básquet. Una chica fea puede ser linda y exitosa. Por no es el deseo y después la ley; sino que la ley y el deseo
supuesto, los patrones están dictados por los medios. On se entraman inseparablemente".
li11e, uno es quien quiere ser de acuerdo con el patrón En esencia, las formas que asume lo sexual remiten
social y mediático imJ1Crante en el momento. a las estructuras de poder de cada ópoca y cultura. En
Por otra parto, no es necesario el encuentro personal, este sentido, Moreno postula que en la época de Frcud
se puede usar la computadora o el celular que cada vez la familia era el centro de la sensualidad y a la vez la
tienen más funciones. encargada de prohibir el incesto, mientras que ahora
estos dispositivos se disipan. La idea de represión sexual,
2. E:ste so/ru.'O.N! ¡>ennilt! formar parte de grupos, oon6¡;urándó0<1 propia de la concepción victoriana de la época de Freud,
"t'.ludades virtual~•· oon cíentos de milee de habitantes, disponíbl<,. en nuestros días parece diluida. Quizás el mayor dcsa-
la• 2.4 horas. ITo para nosotros, los psicoanalistas. sea el de encontrar

90 91
una d<'"cnpdón metapsicológica para los mecanismos acciones; Ja noción del tiempo, tan diferente de la de los
que prC'valccC'n ahora. Lo que escuchamos en nuestros adultos, que los hace incluso poco incluibles en la nor-
consultorios acerca del territorio del amor adole<;cente mativa del setting analítico.
esta en parlr hgado a sus experiencias, pero también Esto ha llevado no solamente a la proliferación de
-hay que decirlo-- a una libertad impostada. e incluso propuestas de diversa índole, ajenas al psicoanálisis,
a formas de tapar lo que podría llaman;e "desamor". Es que pueden ir desde las terapias alt.-Ornativas hasta la
cierto que también se ha reformulado el concepto de formación de subculturas, sino también, ya denlro de
amistad y compañerismo. En estos dias, por ejemplo, nuestro campo, a que los psicoanalistas muchas veces
dos chicas de 15 años pueden ir de la mano por la calle, se vean en dificultades para sostener la actitud ana-
dormir en la misma cama y hasta besarse. ¿Qué quiere lítica y se deslicen hacia actitudes de seducción o
decir esto? ¿Que son dos nenas latentes, que son lesbia- "adolescenlización" que no permiten sostener un proceso
nas, que juegan a ser amigas adultas, o qu<' se están analítico.
apoyando y armando juntas un muro de seguridad en Por otra parte, cuando el análisis se hace posible,
su ca.qcarón femenino frente al mundo del olro que les puede constituir una experiencia excepcional para ambos
es extraño y amenazador? miembros de la pareja analítica. La disposición al cam-
Una niña de entre 13 y 15 años, para ser aceptada bio, la valentia para la indagación, la pasión puesta en
por su grupo de pares, debe pasar por ciertas experien- la tarea, el agradecimiento frente al alivio de la angus-
cias -que bien podrían ser tomadas como equivalentes tia obtenido hacen del análisis del adolescentR una tarea
a los ritos de iniciación de otras épocas-, tales como difl'cil, estresante y llena de ~obretialtos pero grati-
besarse con alguien a quien acaba de conocer (no nece- ficadora como pocas para un psicoanalista Estoy con-
sariamente de diferente génerol, t~mar alcohol hasta vencida de que la tarea l.!S posible, siempre que seamos
vomitar o fumar un cigarrillo de marihuana. capaces de encontrar el necesario equilibrio entre una
Hasta hace no muchos años el peor insulto que podía flexibilidad necesaria tanto para el encuadre como para
recibir un joven era el de ser tildado de homosexual; nuestra manera de pensar, sosteniendo sin ~'Oncesiones
hoy puede no sólo no ser una afrenta, sino más bien un nuestra actitud analítica.
signo de cierto estatus interesante. ¿Cómo llegan a Ja consulta los adole!'Centes? Muchas
veces son "traídos• por padres preocupados, ya sea por
dificultades en la relación familiar, en la escuela, con
MOTIVOS DE CONSULTA MÁS FRECUE:O.IES los pares, por consumo de drogas, trastornos en la ali-
mentación, enfermedades corporales o aislamiento. Es
Se ha dudado sobre la posibilidad de tratar psicoana- necesario en esos casos hacer una buena evaluación del
líticamente a adolescentes, y por varias razones. La adolescente y de la relación familiar, sin apresurarse
principal es la dificil convivencia entre el mundo ado- en la indicación de tratamiento, pues iniciar un análi-
lescente y el del adulto, al que pertenece el analista. sis para calmar la angustia de los padres con un chico
Otros motivos son los cambiantes estados mentales de que no quiere tratarse puede tener el costo para el
los jóvenes, muchas veces con escasa relación entre sí; joven de anular una posibilidad futura de pedir ayuda.
la dificultad de contacto con el mundo interno, dada la Pienso que hay que tomarse el tiempo necesario en esta
actitud predominante de volcarse al mundo exterior con etapa, que puede incluir desde entrevistas prolongadas

92 93
con el chico para tratar de indagar su motivación para En esta etapa de la vida, en la que una persona no
el análi11is hasta entrevistas diversas con los padres o es ru un niño ni un adulto, los motivos manifiestos y
encuentros del joven con uno o ambos padres, en fin, se profundos de consulta abarcan una gran variedad.
trata de tomar todos los recaudos para hacer una indi- Justamente por ello es necesario que el analista que
cación adecuada. A veces, solamente ha sido necesario trabaja con adolescentes t41nga una especial plasticidad
tener entrevistas con los padres, para lograr de8anudar para adaptar su propio estilo a estas variaciones, que
algo. Otras veces he decidido prolongar las entrevistas por otra parte son correlativas al proceso mismo que
con el posible paciente hastn detectar la motivación vive el adolescente. Incluso tiene quo estar dispuesto a
para el análisis. En otras opo1tunid11des he indicado crunbiar aspectos del encuadre dw·an te el transcurso de
esperar hasta que la situación del joven "empeore" en un tratamiento, o en unidades más pequeñas como un
términos de ansiedad hasta que sienta la necesidad de periodo, semana o dentro de una miRma sesión.
pedir ayuda. De todas maneras, si el proceso de análisiR puede
Un detalle que debe recordarse es que si bien mu- darse, la experiencia suele ser a la vez movilizadora y
chos cuadros son ~ruidosos", expre8ión de Ja variable de crecimiento para ambos, paciente y analü;ta. El
turbulencia adole•cente, otroo; son mucho más sutiles y adolescente suele encontrar con mucha precisión los
precisan de nuestra experiencia para encontrar los puntos de resistencia -del analista- a la elaboración de
matices del sufrimiento mental en estu etapa ele lo vida. los conflictivos temas que Sl' presentan en un análisis.
Los que no conRultan generalmente en esta etapa,
salvo descompensaciones fisicas o duelos, son aquellos
incluiblcs en los cuadros de seudomadurez, es decir,
BJBLIOORAFfA
aquel adolescente que intenta saltear esla etapa y, mo-
vido por su ambición, intenta entrar despiadadamente
en el mundo de los adultos, para probablemente hacer Abenllitury, A. ( 19711: AtúJ/.uttnáa, Buen0& Aires. Kargieman.
un breakdown alrededor de sus 40 ru\os. Aulagnicr, P. 0991): "Construirse un pasado", Ps1coanalisis,
Una consulta frecuente de estos tiempos tiene lugar vol. XI!l, nº 3.
Bion, W R. (19761' "Turbulencia emocional", en Senunar1.0S
a propósito de caso:1 muy graves que llegan de la mano
dlnu;os y cuatro text0$, Buenos Aires, Lugar Editonal.
de los padres ~uadros bonkrline que pueden fácilmen- Blos, P. <1981): La tr<ms1ci611 adolesce111t, Buenos Aires,
te llegar al mundo de la marginalidad (uso de drogas o Amorrortu.
violencia de diverso tipo)-, o por latencias prolongadas: Dolto, F (1988): La causa de los adolesc1:11tes, Buenos Aires,
chicos que han quedado fijados en el mundo de los niños Seax Barral, 1990.
en la familia. Pennanecen en un e'tado de "ei;pera", Eízínk, C. (2004 ): "Sexualidade e posmodernidade", trabajo
sustentados en la teoría de que todo lo que hay que pres<>ntado en el Simposio Inaugural de la Sociedad
hacer es esperar a que los padres los introduzcan en el Psiconnalítica de Porto Alegre, el 26 de maN:o de 2004.
mundo adulto. Freud. A. (1958): P8icoanáli-<ÍJI del desarrollo del nulo y del
Otro tipo de consultas es el de los Jóvenes que pue- adn/escente, Buenos Aire:;, Paid6s, 1980
den o no pedir ellos tratamiento y que llegan a nuestro - (1905): Tres e11$0yos para 11110 teorfo sexual, Buenos Aires,
consultorio por no poder encontrar un lugar en el mun- A.E, vol. VTI, 1976.
do adolescente. Hornstein, L. 0997>: "Historiiación en la adolescencia",

95
Cucuhrrwa de APDEBA, nº 1, Departamento de Nit'lez y
Adolescencia, Buenos Aires, 1999.
Klein, M. (1932); El psú:otuiiilisUi de niños, Buenoe Aires,
Honné, 1964 .
- (19401: "El duelo y su relación con loe eo;tados maníaco-
dcpre6ivos", Obras Completas, tomo I, Buenoe Aire11, Paidós.
Leivi, M. 0995>: "Pubertad, bistoriuición actualidad y acción
en la adolescencia", Psicoanálisis, vol. XVII, n• 3.
Lewkowicz. l. 0 997 J: "Hlstorización en la adolescencia·,
Cuademoa de APdeBA, nºl, Departamento de Nil'lez y
Adolescrncto, Buenos Aires, 1999.
Meltzcr, O. (1967): El proceso psi.coonolfllco, Buenos Aires,
Hormé, 1976. P ARTE 11
- ( 1998): Adolescentes, Buenos Aires, Spalia, 1993.
Moreno, J: ( 1998): "Pubertad", Cuadernos de APd1•8A, "Pu- La turbulencia: tránsito hacia la complejidad
bertad. Hiatorización en la adole•cencia", nºI, Departa-
mento de Niilez y Adolescencia, Buenos Aires, 1999
- (2004 ): "Sexualidad y posmodernidad", trabajo pl"e$cntado
en el Simposio Inaugural de la Sociedad Paicoanalitica de
Porto Alegre, el 26 de mano de 2004 .
Nemas, C. y Ungar, V. (1993}: "Acerca del ccmil'nzo del
análisis l'n In adolescencia", presentado en las Jomadas
del Departamento de Niñez y Adolescencia, APdeBA.
Puget, J. Cl 997): "Historización en la adolr•cencin", C11adrr·
nos de APDEBA, "Pubertad. Historización en la adoles-
cencia", nº 1, Departamento de Niñez y Adolescencia,
Buenos Aires, 1999.
Ungar. V. (2004): "La neurosis infantil como un organizador
del desarrollo", Revista Brasileira de Ps1coterap11J, Centro
de Estudios Luis Guedes, Porto Alegre, marzo de 200-1.

96
4. VIDA, NO VIDA, MUERTE:
DEJANDO LA NIÑEZ.
Preludio y fuga n Lres voces

Rkardo Rodulfo

PRELUDIO

No por las buenas maneras ¡>t¡icoanaliticas lque a me-


nudo nos atiborran de ci!.a6)... , pero no me convence em·
pezar de este modo. ¿Cita el adolescento? ¿Se da cita con
qué? Y probablemente es mejor prescindir de este perso-
naje enteramente ficticio -no por ficticio, sino por conven-
cional- de "el" adolescente y volver a escribir: ¿se cita en
la adolescencia? cte., etc. ¿No se descit.a más bien con las
referencias mitofamiliarcs que no dejan de asediarla, ele-
vando no obstante su protesta contra lns citas? Y vuelta
a ensayar ser sin citas. ¿Es eso posible? ¿Y qué se haría
con los pedazos de citas disueltas en el torrente
intemeuronal? Pero ésas no son, propiamente hablando,
"citas", 1 se han integra.do. Otras m uch.as veces, la cita es
bien reconocible como tal, pero hay un tipo de integración
dado por su Jugar en un texto que dialoga con ella. Cual-
quier libro do Jacques Derrida nos ofrece multiplicidad de
ejemplo.q de tal orden. Distinta es la situación cuando la
cita ocluye todos los orificios por donde un escrito podría

l. Lugar de la pnmera cu.a. Hago referencia a <!$1.e término oe-


gún au u$0 en Winnicott, O., Natu.role:za Hun1anc1, Bu~nM Airea,
Paidóe, 1998.

99
respirar, y es que su principio de autoridad erecto cierra da aquí sin haber llegado aún a nada), se impone. Sólo
las bocas por donde podrían salir las preguntas, al tiempo él se preguntó qué es estar vivo, pregunta paradójica
que se espera que ella haga andar un texto que ni siquie- teniendo en cuenta que Winnicott no temía apoyarse o
ra podría renguear solo. La propia renguera, apreciamos, confiar en procesos y en hechos "naturales" que entre
ya es mucho, es el estilo. nosotros enseguida convocan saberes biológicos y, sin
embargo, es largamente el primero en señalar un des-
Una impresión clínica tan revoloteante como evanes- acople originario entre estar subjetivamente vivo y lo
cente corre por delante y alrededor de lo que escribo, los vivo del "organismo", por lo cual insistirá en que lo
diversos modos en gue el estar vivo de un adolescente llQ- rimero no puede darse 1>encillamente por sentado.
sjempre lluy.e. Una explicac16n con~~
del flajo de la vida, de la vida como flujo, es ineludible.
Puede o parece adecuarse bastante a los proce,;os que
Ú Cómo alguien lleg~ a sentirse vivo, qué cosas tienen
ue pasar para ello'[}:s una de sus preguntas funda-
mentales (y ~abemos por Claire Winnicott que es ésa
nuestra cultura delimita como biol6gicos -5iguiendo los una interrogación que no se detiene ni en las inmedia-
profundos surcos de una aún más vieja escisión metafisi- ciones e inminencias de las fronteras con la muerte,
ca-, pero conviene menos a los que denominamos psíqui- empezando porque él descree y objeta la idea de una
cos, sobre todo en cierta perspectiva psicoanalítica, sobre frontera nítida que las oponga; como !foidegger, tien4e
la que habremOll de explayamos un poco más. Tampoco , a pensar In sobreinclusión de cada una en la otra,are:
vamos a suscribir, en tl'l!n de cuestionar ese flujo, la no jándose así, y muy categóricamente:-aelaualismo
menos metafisicamentc cargada oposición en que se apo- pulsiooal freudiano). Así, cuundo señala como trabajo
ya Lacan (2001),2 entre una energía cruda y otra cultiva- fundamental de una madre o función-madre el lograr
da, donde todo se dirimirla entre unll. concepción de la que su bebé vivn y persevere en ello, no lo hace cierta·
existencia como flujo rechauida por "vitalista• o, más mente con la imagen del amamantamiento y cosas de
contundentemenle, imaginaria, y otra allemativa donde ese tipo en In cabeza. No se trata de la "anaclisis" po-
aquella imagen es tomada a cargo por una simbolización sitivista. Lo que <!,e ve_r:!lad sJ>stendrá a ese bebé como
tanto más imaginaria por su pretensión de exenta. Las ser <¡ue se sien.te vivo -"estar vivo• bien puede signar el
impresiones clínicas que tanteo circunscribir no se bene- plano biológico, •sentirse vivo" lo del self·ahí- no son
fician en nada de aquella dualidad. ¿Cuándo está viva y esos cuidados sino poderse enuolueren una zona de
de qué manero no una chica que acostumbra demasiado, 11 juego crecida entre madre e hijo que eventualmente
cuando ideas deprimentes la afligen, a pasar las horas , también se ocupa de contener y dar sentido a aquellos.
haciendo zczpping, sin ver lo que está viendo? ¿Cómo nom- Por ejemplo, muy señalado, si la ma~uede ~ .~
brar este ei;tado sin inmcdint.ns remisiones a términos roe es el bebé quien.J¡(lce~zón y noemlla qu~ se...
psicopatológicos que nombran sin aclarar? f oaa, o si sñbé jugar a que no está <uanáo' el mismo
No por seguir ni respaldar las buenas maneras bebé fransformn una espátula pediátrica en un jugue-
psicoanalíticas, pero una referencia a Winnicott (llega- te percutido, hace su gran aporte para que el pequeño,
movilizando su espontaneidad lúdica, haga la expe-
riencia de "sentirse vivo". Un sinuoso recorrido acom-
2. Véase au oeminano IV, Buenoe Aire., Pa1d6', 2001, en el que pañando a Winnicolt nos lleva.r á a los diversos modos
M! ha<e referencia a Ja mt"'fora del imag1nario. en que esto se puede enfermar, en diversos sesgos

100 101
esquizoides y depresivos, o autísticos más ocasionalmen- no discurre al modo de una onda sin interrupciones.
te, así como en complicaciones psicosomáticas. Como escribía Virginia Wolf (1981) a propósito de la
pareja matrimonial y su convivencia:
Por excepción, podemos centralizar nuestras princi-
pales referencias en este tema en un capítulo en parti- 1...1 la vida, digamos cuat.r0 días de cada siete, se hace
cular de Los procesos de maduracién en el niño y el automática, pero ~n el quinto dia se forma una gota de
ambiente focüitcu:Wr (Winnicott, 1994).1 sel\llación Centre hombre y mujer) que es plena y sen-
Ahora bien, aunque C>'C bebé llegue a sentirse vivo, tida debido a lot días automáticoe y consetudinarios
cuestión sólo pensable y sólo posible caso por caso (por que -e dan detrás y delante.-.
eso escribimos "ese", y no "el" ni "un", más habituales
y más universales, más propios de la ontología clásica; Lo que Woolf llama "automático" de:;cribe de algún
ese bebé, contrariamente, denota una singularidad irre- modo algún ángulo un estado que, aunque no es en
ductible al "orden simbólico" que invariablemente recu- absoluto caracterizable como de muerte, no es de pleni-
rre al artículo definido o indefinido: "el" sajeto, "una" tud e intensidad vital; un elitado en el que, propiamente
mujer, etc., cayendo en el equivoco de asimilar ..una" a hablando, no estoy ni vivo ni muerto desde el punto de
"esa". Pasa que los limites de un pensamiento estructu- vista que por el momento no queda otro remedio que
ral para acceder a algo de singularidad son inamovi- llamar "psíquico", a fin de desglosarlo del uso más co-
bles, como que vienen metafísicamente determinados. rriente del término vida. "Automático": e:;toy sin estar,
Ninguna "lectura" do lfoidogger, que en cambio habla- no-presente,• descontinuado en cierto plano, lo cual, apre-
ba del ser-ahí, podía remediar esto)' C1lto no no termina surémonos a decirlo, es perfectamente "normal" y nece-
en ésta o en alguna otra firmo adquisición "evolutiva"; sario, pues esta alternancia no sólo no excluye un estado
el asunto sigue en pie, el desacople no se sutura aun- básico de "salud mental" sino que lo posibilita. Un pa-
que largas superposiciones puedan inducir a creerlo. ciente daba testimonio de momentos así, hablando de
Sin entrar en patologías, en el plano de la cotidianidad ratos en que se veía quieto y suspenso, con la boca
más cotidiana -pero aquí no se trata tampoco de abierta (por relajada) y sin registro de pensamientos o
"Psicopatologfa de ...•, de "Exist.cociarios de .. ."- no es- emociones (en su caso era un descanso de períodos don-
tamos vivos continuamente; experienciar ser vivientes de su me11te, en el sentido de Winnicott, lo torturaba con
hipe.rideaciones obsesionalcs). Ciertos estados de -y cier-
tos recursos ni- aburrimiento constituyen los mejores
indicadores clínicos de eso bache en la supuesta conti-
3. Se trata de •el romuniCRr~ y .-1 nn romunica~ que conduce nuidad de la existencia (si Winnicott hubiera sido un
itl C1ludio de ricrtoe opucetow", uno de •u• enaayoa mh original.,.
y conflicúvoo.
4. Dedieo eetc párrafo o la 0 CUl'$lión laCMiruia•, por ser ésl.8 la 5 Cat.egorla introducido por Jacqucs Derrida en el binarismo
que en nucetro medio eo\4 a lo ca~za de loe obottáculoe para •pensar preeeocia/ausencia Upioo de la ontuloiPa dbica, y de mucha uúli-
de nuevo-pen•ar lo nuevo•, ptlll(! a "" lnfulaa "'refundacionaJes• y a dad para el poieoanalU.ta, t.ant<> en ~u cllnica como en la IA!oriuición.
su .-ocabulario ·raro• para loe poicoanali•taa de fonnacióo (neo) po- Puede de<:ine que, en texwe eomo al que me re6cro principalmente
sitivista. Sin 1r más lejoe, la problem,tica que abonlamoe eJrtá com- aqui, Winniooll lo introdujo de hecho (por ejemplo, t.ambiéo, como
pletamente precluida de eu diacun1vidad. donde la doclararia sin ·estar a eolas en p~n<'ia de otro•, preeencia que oo to es exacta·
ambages •imaginaria•, mñ. aún que en el i»ícoaMlíaie eetilo lPA. mente y neceoit.a aer interropda l.

102 103
poco más convencionalmente sistemático, habría diferen- ciooe con la ritmación del volver-a-impulsar. Estoy
ciado, no sin ventajas, uida biológica de existencia sub· sugiriendo la idea de que los estados de no existencia,
jetiva o sélfica, y nos referiríamos a existencia y a no cuando no sufren alteraciones que los distorsionen, con·
existencia -además de a la muerte psíquica- evitando tribuyen de modo altamente positivo a sentin;e vivo, sobre
malentendidos. Pero aunque rozó la cuestión en Playin¡f el cual Winnicott se y nos interroga. Clínicamente for·
and Reality, no se decidió a avanzar por allJ. Podemos mulado, "hacen bien". Quienes tengan su selffóbicamente
decidirnos nosotros, violando el abrigo del paréntesis). coloreado (no la enfermedad de la fobia) son susceptibles
Extraemos del entre paréntesis anterior esta propuesta de manife::;taciones levemente claustrofóbicas cuando algo
y la derramamos sobre el cuerpo principal de ahora en en una situación determinada estorba el ingreso al modo
adelante. Mediante este recurso a scntir.1e aburrido en de existir de la oo-exii;tencia, obligándolos a permanecer
determinadas situaciones, alguien se sustrae silenciosa· "vivos" más de la cuenta.
mente de donde parece que está. Ciertas breves modo- Estos e:;tado:; de no-existencia se vinculan en el te~
rras cumplen idéntica función, sin entrar en los diversos de Winnicott a su concepto de no-integracú5n, que sabe-
matices de desfallecimientos depresivos que hacen sen· mos es algo t.Otalmente diferente de la desmtegracion.
tir a su portador, a menudo con intensidades mínimas en pt hnCJ logat pórque en su pensarruent.olá mtegra-
y de escasa relevancia para una psicopatología oficial, no ción como proceso se da a partir de aquella no integra·
exactamente vivo, aunque a años luz de postraciones, ción, mientras que no podría surgir de la desintegración
ideas suicidas, vivencillll de intoxicación corporal y cosas defensiva. Ésta no conduce espontáneamente a aquel
así; a lo sumo, un poco "caído" o "bajoneado" o "para proceso, tiende a perseverar en sí de un modo circular o
atrás". "Conseguí mantenerme vivo", decía refiriéndose a ampliarse en círculos concéntricos en expansión. La no
a su fin de semana otro paciente con propensiones de· integración es una idea dificil do entmider para una mente
presivas definidas, a las que se añadían ataques de asma. "occidental", formada en una mctaf!sica que lo que mejor
En otros casos, alguien puede funcionar "automá- sabe es armar paros oposilivos (lo que, acertadamente,
ticamente" un dfa entero, con la sensación, llena de ver- Laplanche (19941 designó lógica fálica, basándose en que
dad, de que en rigor no se ha despertado, que sigue en los términos de cada par nunca son equivalentes; según
cierto estado de sueño por debajo y por lo bajo. Algunos el caso, ww do esos términos queda marcado siempre
silencios en sesión no son ni los de una resistencia ni los como el de más valor), por lo que vale aprovechar expe-
de la elaboración-a-través ni los del bienestar de una riencias y observaciones clfnicas que nos proporcionan
fusión lograda en transferencia (una "comunión", al de- un atajo: ¿dónde está, por ejemplo, un bebé cuando ter·
cir de Stem, 2003); corresponden, en cambio, a una fase mina de atender al estar con nosotros y su mirada se
de no-existencia de la cual emergerá luego la existencia desvía y se pierde?, ¿y cómo está?
renovada del paciente.

En todo caso, no es como lo pensaba Descartes, cuan· ~-uoA A TRES


do suponía que si Dios dejaba por un instante de pensar
el universo, éste se derrumbaría sin remedio; cada cual ' Para empezar, la muerte. El sentirse vivo en la ado-
reencuentra "su" mundo cuando retoma de estos ciclos, I lescencia parece implicar nuevas relaciones con ella
breves o no tanto, y además, eso ayuda a que algo fun- 1

104 105
1) La posición de "segundo deambulador"8 frecuente- sí, porque es un modo particular de experimentar
mente arroja a exploraciones con cierto grado de pe- lo pro¡>io como no familiar. El suicidio de un niño
ligro; estas exploraciones buscan sobrepasar la no tendría esla característica.) ¿No hay en esto una
medida de lo que era ei;tar vivo basta entonces, por muy inconsciente práctica de apropiación de 111 vida
el expediente de hipertrofiar sensaciones y estados en su singularidad sin concesiones, una vida que
afectivo.s del orden, por ejemplo, de una exaltación ya no es la de un ser "de" los padres, pues ahora
"maníaca". Pero esta busqueda puede acercarse a la le pertenece? (Notaríamos aquf la ambivalencia por
muerte, no sólo en los hechos: una mayor conciencia el peso que le cae encima al "propietario": lo prime-
de la finitud atrae muchas veces hasta el borde, no ro que hago para escriturar mi pertenencia, para
siempre tanto, pero si más cerca. La omnipotencia y subrayar que esto es mío, es arrojarlo y destruirlo.)
la negación que tradicionalmente se achacan a este Tampoco olvidemos que "yo no les pedí nacer" es
tiempo de la vida deben leerse ~o los signos indi- un reproche o "factura• que se pasa, informulable
cadores de esa nueva concienciá._$s la primera épo. antl's de los acontecimientos do la pubertad. En
ca de Ja vida en que se puede jugar con la muerte.:_J1 toda esa producción "literaria", con la muerte mi
Antes de apresurarse a conjurar fantasmas vida es más m1 vida. Y además, es bastante re¡,'U-
psicopatológtcos, convendría hacerse a la idea, es lar que haya trabajos de la fantasía que se repre-
decir aceptar, que esta exploración que a veces lleva sentan la muerte bajo modos y formas de la no-vida,
por alguna cornisa, por alguna cuerda íloja, es ne.ce· como cuando 111 ausencia radical se atenúa al pun-
saria para no quedar del Indo de acá de las fobias to de que asisto, como fantasma, a la escena donde
univen;alcs (que incluyen el "caer para siempre" de otros me lloran.
Winnicott (1994], pues participan con pleno derecho 3) Sin llegar a la descripción de enfennedade~. In ex-
de lo innombrable) y de la niñez. Que las estadísti- ploración de los limites de la existencia (si hay al-
cas noi; cuenten que lo.s adolescentes están al tope guien apasionado del límite, es alguien a <'slas
de las víctimas de la violencia en las calles de una edades) entraña cierta cuota do comport.amicntos
ciudad como Buenos Aires es una confirmación, u destructivos y autodestructivos. Sin destruir algo,
otra de que, en prom<'dio, viven más próximos a ¿hay verdadera adolescencia? ¿Cómo marcar el pun-
aquel borde. to exacto en que se pasa de la travesura al vanda-
2) La mul'rte es además un motivo "literarioª, imagi- lismo o a la actuación "delincuente"? ¿Cómo, si es
nativo, no menos que el amor. Fácilmente invoca- un punto y un paso indecidible?
da. ¿Es esto pura retórica? (¿Hay algo en el orden 4) De formaciones más abiertamente patológicas me
subjetivo que se limite a serlo?) ¿Qué otra concien- abstengo de tratar aquí, para no salir de la vida
cia del desamparo que nos sostiene incita a hablar cotidiana ... de la no-existencia y de la muerte
y a escribir acerca de la muerte, a jugar con la
fantasía del propio suicidio y cosas a~í? (El propio, .Es una suerte que la vida disponga de los estados de
no-vida para recurrir a ellos cuando no se la soporta,
dado que sería imposible soportarla sin soluciones de
6. VéM~ mi libro El p•itoa•llilui.8 de muwo, Butn.,. AiTeS, Eudeba, continuidad que den respiro. La adolescencia requiere
cap XIV, 2004 como nunca de ellos. Detengámonos un poco aquí.

106 107
¿Qué es ese requerimiento de dormfr y dormir -y si la adolescencia, aunque prejuicios acendrados podrían,
es posible, durante las horas ch mayor actividad gene· fácilmente también, subestimarlo. Para empezar, se
ral- del que no se sale, además, abruptamente, se pro- están perdiendo aceleradamente los trabajos de fusión
longa en larvadas modorras de vi!Plia, durmiendo en logrado:; y en buen funcionamiento durante varios años,
clai;e con lo~ ojos abiertos, por ejemplo? La clínica con más de una década. No siempre e:>to ~e compensa en
adolescentes no se conforma con remitirse a requeri- medida suficiente a través de una fusión con e"e amigo
mientos biológicos que son indiscutibles. Diríamos que, o amiga lntimos -traslado, desplazamiento y metamor·
en muchos caso:;, hay períodos de la adolescencia en fosis de la intimidad con, especialmente, la madre, sin
que so aguanta poco tiempo diario el sentirse vivo, y línea directa por lo antedicho; no nos quedemo1> enreda·
ello sin que medre depresión alguna; en tales casos, el dos en la banal y anticuada noción de "sustituto"-,
chico o la chica tiende a un estado de alteración de la porque tampoco es raro que no se acceda a una dimen·
conciencia (y de una función esencial de éste, la aten- sión asr, y que lo máximo sea un grupo de pares, que
ción) que da esa apariencia de.":zilmbil'" e ciertos ado- es importante, pero que no es lo mismo. La pérdida de
lescentes. Una asociación no menor los zombies fusión no es raro que se traduzca en dcsintcgrac1on~
participan de ese "automatismo" que decía Virgmfa aeleruuvas, Wwó cierta dJsoc1ac1Ón que hace parecer a
Woolf (quien ~abía mucho, según su diario lo muestra, este adolescente sumido en la indifeft.ñcía afectiva. Con
de estad01< de no-vida y estados de muerte) y de un estas opciones a la vista, el ensanchamiento de estad0:;
estatuto emparentado 1 del fanta~mn, siendo éste de no-existencia alejados de cualquier tarea de integra-
el paradigma de lo quéno está ·vivo ni muerto (Derrida ción. del Lipo_- d!l_ Tustrab~25 de d'uelo -<¡ue, por otra
y Stiegler, 1979). ~te "zombi.e• o está lo suficientemen- parte, aguardan pendientes de realización- es clara-
te integrado como p - cerse rei;pon~able dP tareas, mente preferible, y no compromete a la adolescencia en
colaborar coa los demás en algo, acordarse de lo que se operaciones defensivas patógenas o potencialmente
le ha dicho o enseñado, sostener una Resión por sus patógenas; entre la vida y la no-vida no hay escisión ni
propios medios, etc., etc. En no pocos casos, parece co- disociación7 sino un entrar y salir sin cortes. No se de-
brar vida sólo viernes y sábado por la noche. En no pocos ben pensar como uno de esos pares opositivos metafísi-
casos, de la misma manera, estos estados extremos se camente engalanados, y lo mismo vale con relación a la
apagan espontáneamente, dando lugar a olra cosa, a muerte. Cuando algo de esto ingresa en lo oposicional es
otra relación con el estar vivo y con la vida social. indicador de enfennedad. 8
Si en el caso del bebé fácilmente reconocemos cuán
imposible sería -amén de contraproducente, como en
los casos en que un medio muy alterado, muy inestable 7 , AdoplA> aqul la terminolog!a de Bolwby, quien habla de esci·
y muy impredecible obliga a mantenerse demasiado 116n cuando cada •plit es suceptible de conciencia, y .--rva duta·
atento a él, demasiado en ªcomunicación"- que estuvie- cuuuln para c:uando un amplio aspecto de la vida P"•qwca pennanea!
ra sintiéndose vivo permanentemente, dada la magni- lncon.eciente de uno manera crcSnica..
tud de los trabaJOS de integración y de los procesos de 8. El film• de Alejandro Amenábar Mar adtrilro (2004, &apaña)
noe ofrece una excelente ocasión de verificar tsto con la ayuda, una
maduración que se están llevando a cabo ~I run run vei m'8, d•I arte. Se trata de un hombre que goia de plena salud
de máquinas silenciosas, como ea una sala do compu- pe!quicu, t<!lrapléíi<-o durent.e más de un cuarto de siglo, que ha
tación-, no es para nada menor lo que se enfrenta ea tomndo ln decisión de re<:urrir a la cutnnosio, entablando para ello

108 109
Esa situación nueva que contribu e a generar, ha invariable en cuanto a como se manifieste y a qué re·
que en la adolescencia la intuicipn- desamparo se lación se plantee cada sujeto con respecto a él: su pri-
"inédita", como diría Gutton (1999).• · mera ei:lo_sión chnica violenta perceptible la con8Eifüye¡i
sivnmente arqueológica de muchOpSioonnálisis no ha las divers";S angustias deT<leamf>ulador, girando en
hecho mucho, sin embargo, por traer más a primer plano _torno a la separación7Jas fobias uníver.mleR g.uele
aquel término, que, bien enunciado por Frcud, fue de- conciernen !Rodulfo, 1992). En el bebé, es más un ma-
jado en un horizonte, más como condiC'ión que como lestar pictogramático o principio de sobreadnptación. A
concepto a poner en juego. Una interrogación cllnica no partir de la pubertad se confirma y amplfa una percep-
empirista ni conductista de nuestra existencia obliga- ción que en la níñez sólo se daba de manera fu_gaz y
ría a sacarlo de allí atrás, como lo viene haciendo en los discontinua, la de qÜe los gra11des son "grandes" y sólo
últimos ndos Ana Berezín en su investigación de cier- amp_aran en muy escasa medida, porque no tienen ñi
tas raíces de la violencia y la crueldad.'" Podría decirse ll_arn Qllo_s, To que enfurece y anguslin. Desafiar esa
que es quiui el concepto más existencial de Freud, y en bai;e frágll y expuesta a la contingencia de la vida
ese sentido le tocó el honroso olvido de nombrarlo para humana se vuelve entonces una de enns inversiones
mantenerlo en ese atrás, cuando no aguado en un caracterisltcas donde el truco es hacer omnipotencia de
evolutivismo pueril que lo querría propio del bebé y del la impotencia, lo cual impele a jugar con el riesgo, si no
niño muy pequeño: desamparo no de su mamá por ejem- hay patología que lleve más allá del juego, al acting oui
plo, cuando su lugar propio es el del existenciario, un o aun al acto de pura impulsión.
elemento invariante de la vida humana; invariante no En In adolescencia no se quiere saber nada del des-
amparo, precisamente porque se ad\'lene a una-lllliii-
cion muclio más eXhaustíva de él, y los padres o la

una bntallo legal Lo que el filme da a ver de m<><lu admirable y con


invariable belleza e& cómo esta bú•queda de su mu~rttl •• un acto
- familia ya no funcionan como una barrera protectora.
(De ahf que alguien que de niño o de niña se vi3' con-
frontado rudamente a ese no sentirse protegido, se saltee
plrnnnwnte vitol y porte in~anle de su oxU.trnclo. No lo nace
ln adolescencia; ésl.a queda precluida da hecho.) La rabia
porque eij\6 deprimido y la vida haya dejado do interesarle; al con·
trario. lo motivo su amor a la vida y n un elemento esencial, el más se extiende fácilmente a un ordenamiento social que
e•cncial, para que ""ª vida asuma el estatuto do <'Xiatencia singu- más propaga el desamparo con su multiplicidad y mul-

b
lar: la lib•:rtad . Nada de "tonático" aqui. De lo que rcaulla que, sí tiplicación de injusticias que lo contiene en algo. En
doloro&0, <•I füme no por eso se priva de una dimenaoón de ole¡¡ria términos de Winnicott, la adolescencia se duele -ne-
fundamental . Un aoilisis ulterior pendiente deriva aqul: la relación gándolo- con el descubrimiento de que no hay holding
estrecha. inextricable, entre alegría y libcl'tJld.
9 La expreouln cobra iodo su relieve, claro. al replantear el para el holding. Numerosos textos "de protesta" en la
mod!_~lliltco d•I clU:hi: d~ lo ya impre.o, con que f'reud inten· literatura del rock nacional dejan leer entre lineas sin
Ulba pensar coeae tao dinámicas como la t.raru;íerencia y 10& 1u..,_ demasiado esfuerzo que ~ P!:Qlcsta protest.J\, ante todo,
con-utiv0& a tajjübct'tll-.---~ pc>r ln falta de garantías de In existencia humana: en
• 10. Coruiultcae La oscuridad m los o;o•: ""ªyo pBtcoanaUtico - venganza, es posible entregars"'Cil un hedónico cinismo-
•obrt la crutWad. El primero, pero no único, ménto de esta obra
que tiene conunuacióo, es alejarse de toda reducción •puJsionnJ" d~
escepticismo rara vez tan radical como parece, porque
In cruclclnd, que lanlo daño ha hecho para pensar e<ita. temas de tan fuerte es la nostalgia que hasta la droga puede
un modo no ausi.<uH:inlistn. idealizarse como medio de amparo absoluto que amor-

110 111
tigüe el sordo rumor de la necesidad y la contingencia. "naturaleza"- cuando lo esencial del desamparo es que
Bastante más 1úcido, el protagonista adolescente de no tiene edad predilecta para radicarse ni limita su
Genle que llama a la puerta de Patricia Highsmith impacto al hambre y a la sed.)11
(1994 ), le agradece al azar de circunstancias afortuna- Volvamos al sentirse no-vivo. Ésta es una expre~ión
das de RIJ Vfda que lo Jfan liboraaóQe la'""tli ruda y1a ffiás pertmenTu que la de "no sentirse vivo"; no sentir·
locura del orden patriarcal. Al fin de cuentas, el azar es se vivo tiene más que ver con la muerte psíquica, mien-
lo único que nos ampara y las Íeyes de la estadiSticll tras que experimentarse no-vivo emprende un rumbo
suelen ser elúnico viento que sopla a nue~lro Ta'Vor. -diferente. Clínicamente, la ventaja es !!Orprenderlo en
Mientras tanto, es bien frecuente y regular que se óe- sttuaciones·micro, impalpables, de esas que el psicoa-
diquen algunos años a poner a todos los "viejos" en nalista trabajando atraviesa o asiste permanentemen-
ridículo sistemáticamente. "Ecco il leo11el" (¡He aquí a te, pero sobre las que raras veces se escribe por la
los protectores!) dificultad de su traducción. La música, la daru:a -pien-
so en tantas coreografias del ballet contemporáneo, en
Cierto coqueteo con la muerte -lúdico pero con to· esas secuencias donde vemos cuerpos apagados dis·
ques "negros• de muerte "en serio" colorean a esos jue- puestos en el escenario, apenas móviles, hasta que
gos de un matiz inquietante o siniestro- es pensable surgen o resurgen de allí, rompiendo esa quietud
así como una suerte de sinceramiento: veamos las cosas hipnótica- las tienen más a mano. Una canción como
como son, no como las creía de chico. No que "los Reyes I'm sleepy, de Lennon y McCartney, es un ejemplo tan
son los padres" -lo cual les otorgó aún más poder- sino bueno como tantos otros. Entre paréntesis, en sus épo-
que los padres 110 son los Reyes. cas más retráctiles, donde no hay nada que parezca
(Lo anterior también para llamar la atención sobre gustarle ni interesarle ni moverlo de esa atonía cerra-
la fecundidad clinica del concepto de desamparo, que da, por lo general lo único que no sucumbe es la música,
nos incita a introducirlo con más protagonismo recu- en la que ese adolescente se zambulle sin cesar; nueva
rriendo a él con mayor asiduidad. Toda la centración prueba, si hace falta, del lugar y del papel fundamen- 1
del psicoanálisis "ortodoxo" en el complejo de castra- tal de lo musical -ritmos, intensidade_s, acentos, tim-
ción y en "el" E<lipo como significante "nuclear" despla- .bres, espaciamientos. secuencias de sonido y de
zó el tema del desamparo a un lel6n de fondo de donde silencio- en la formación de la subjetividad humana,
se lo sacaba apenas para una cortés mención al pasar, en lo nÍás propiamente "inconsciente•, si queremos
generalmente al principio de un relato psicoanalítico, decirlo así; dicho de otra manera una archiescritura
asociándolo casi exclusivamente a la primerísima in· que entrama el cuerpo en lo que éste tiene de subjetivo
fancia y a necesidades "biológicas" invocadas como com- o en términos más tradicionales de afectivo. En esos
plemento necesario del logocentrismo tradicional. Así, lapsos de no existencia, no sería lo más exacto decir
formaba parte de 61 el no poder hablar aún. El idealis- j que ese adolescente "escucha" la música como se supo-
mo lacaniano lo enhebró a una supuesta falta biológica 1
ne que lo hace alguien que asiste a un concierto o a un
responsable de la apelación al Otro primordial -trans- recital (si bien estas dos posiciones distan de ser idén-
formando curiosamente la formidable ventaja biológica
que abre la dimensión del enlre en un fallo a ser palia- ll. Véanse mu detalles de ..1.a argumentación en loe doe últi-
do por una "cultura" metafísicamente contrapuesta a la mos capítulos de El paicoandlisia d• 111Uvo de R. Rodulfo.

112 113
11
·i

ticas); es otra cosa la relación entre eAa música - ahí de una cierta resistencia, pero de otro nivel y destino,
y él o ella: podría uno aproxímarse más diciendo que no ªal incon~cientc- ni al "Ello" ni a la "situación ana·
la música lo (la) sostiene, envuelve, ecompana, prote· lítica" ni "del analista": resistencias en el self a ser
ge ebe tiempo de no estar exactamente •vivo"; se hace desapropiado de su existencia por una especie de "glo-
cargo de la suspensión de toda "vida interior" def~· balización" que expropie lo más silencioso y la fuente
da. transcurriendo en el lugar donde no encontraría· de su intimidad (su ªnnda en el centro", dirá Winnicott
mos "representaciones" ni "afectos", alü cuando nos (1990]) en beneficio de una socialización sin reservas
contesta, si está con nosotros, "nada" (y no por evitar· (lo cual resuena hoy hasta el cansancio en el impera·
nos, o no sólo por eso, no por una táct.ica de "no sabe, tivo mediático de "comunicarse" veinticuatro horas al
no contesta"). din). Cuando el analista sabe acompañar con su silen-
cio -<¡ue estructuralmente nunca es simétrico al del
Estar pensando·sintiendo "nada" no tiene nada que paciente, hay que recordarlo--, el silencio de su posición,
ver con "pensar en la mucrt.e"; a lo mejor un rato des· lo que no significa eat.ar literalmente callado, al modo
pués, garabateando una poesla se conecta con In osco· de una técnica, antes bien, implica otras comunicacio-
ridad de la muerte, pero eso va a su.<ieitar emociones, y ne~ silenciosas (postumles, gestuales, visuales, cenes·
metáforas, más ruidosas. tésicas) asi como un hablar oblicuo, a veces de "nada en
Es interesante la comprobación cllnica de que, en parlicular" o de temas relativa y/o aparentemente neu-
adolescentes molestados por proceso,; de interferencia tros, desprovisto del look de "pi;icoanalista" consagrado
mental -aquí e.• donde todos los de>am>llos de Winnicott por las instituciones profesionales y por lru; historiet.aS.
ampliaron deciAivamente el esquema más restringido de Un modo do hablar, de estar y de intervenir que no
las "ideas obsesivas", restricción quo repite el DSM IV obligue al paciente a estar vivo, n estar en vivo, que le
con su trastorno obsesivo compulsivo (TOC>- este "ro- facilite diferir su prei;cncia (estamos hablando en otro
llo", esta sobreverbalizac1ón intraps1quica que enlcntece tono de aspectos esenciales de la función "ambiente
y sobreearga tanto el movimiento de los pensamientos facilitador" en psicoterapia). Con ello, además, sortea·
como el funcionamiento subjetivo general, afecta e in· mos una auténtica fuente de resistencia ll consultar,
terficre particularmente lo concerniente a los estados pues si a algo se es sensible en la adolescencia es a la
de no-vida, impidiéndoles constituir.;c si su intensidad presión de "tener que hablar" de cosas "importantes• y
es mayor Es Que estos. ¡:slados requieren de silencio, para colmo íntimas; cuando el consultante o paciente
especíGcoment.e llilancio en lo verbal {no ·as¡ en lo mu- advierte que no debe llenar con !'l analista el requisito
sical);'ª por eso no cabe pedirle a1T! "asociaciones" al social de una conversación adecuada a1 contexto y que
-
adolc»cente, ni fobular "resistencias" -aunque se trata
.

12. En eu bello hbro A face t1lilica CÜJ uf{, Gilberto Sufra (1999)
_si:wc\ic:Alle.~dacilii.vaO.~y.oobretOOo, lll<Onl.P. Que todo preunde ll•·•arlo a lo verbal, coincidiendo con 1.,.
1m-J>Cta.r este silencio en las 14"tliones de peicoftnálisis, criticando el l•·ndencias má• profundas y arraigadas de la cullurn occidenUll,
impeno !JTesfñ"cl4 :j,o la perlínenciB aeotailo- a.tmotivo P"icoana- cuya dcsnforodo "incitación a los diS<:ur.os• (véa•o Foucault, 1985)
lítico del •poner on palabrllli', quo puede llevar o malograr procesos e11<:onde el t.emor al silencio. Alll donde prétisamentn Foucault pone
del pscien~ que llevarían a liberarlo, mucho o poco pero algo, de su la lupa sobre la genealogía del logocentri.<mo en el P"icoanálisi•.

114 115
aquel no se incomoda por su no-estar vivo, ipso facto se 5. ENTRE DESENCANTOS, APREMIOS
siente cómodo o mucho más cómodo y anota en su re- E ILUSIONES
gistro que no está con un "viejo" como tos de siempre, Barajar y dar de nuevo
pendiente de sus boletines y de ese tipo de cosas, lo
cual favorece cierto respeto y cierta apertura (al menos, Maria Crist111a &t her llornstein
da una oportunidad). A veces esto lleva hasta al uso
ocasional del diván ... para dormitar un rato, antes,
mucho antes, de utilizarlo ªcomo es debido". Querido y remoto muchacho: / .•. ) odemlú del
ta/mio o del genio 11eceaiJarás de otrin alributos
Por est.e camino se desemboca en el sentimiento de espirituales: el coraje para ckc1r tu uerdad, la
tenacidad para seguir adelcmlc, u11a curiosa
existencia del adolescente, en el estado que aquel esté. m.ezc:la de fe en lo que 1er1l1 q1,. decir y de
rederado descnimien.to en. tuR fuena1, una
combmaci6n de modestia a nle lo. if'lfa11les y
BIBLIOGRAFfA arrogaricw ante loa 1mbic1les.
ERNESTO SABATO, Abbadón, #l •xlrrm1nador.
Beredn, Ana (1998): La oscuridad en 1-0s ojos. Enaoya p•icoa·
nalit1co liObn la crueldad, Rosario, Horno Sapiena.
Derrida J. y Stiegler J. (1997): Ecografías de lo tt>lel'lswn, Para repensar los avatares de la pubertad y de la
Buenos Aires, Paidós.
Foucault, M. (1985): "La voluntad de saber", en Hutorí.a de adolescencia privilegio ciertos ejes:
la 11U11alidad, México, Siglo XXI, t. l.
Gutton, P. (1999): Lo puberaL, Buenos Airet, Pnid6s. • el complejo de Edipo como organización fundante;
Highsmith, P. (1994): Gente que llama a la puerfa, Madrid, • las pulsiones, la sexualidad infanlil;
Anagrama. • el descubrimiento de Ja diferencia de los sexos;
Lacan, J. (2001): Seminario N, Buenos Aires, Poidós. • la constitución de las tópicas, la irreductibilidad del
Luplancba, J. (1994): Problemáticas 11, Buenos Aires, conflicto psíquico;
Amorrortu. • el narcisismo en su doble carácter: trófico y patológico;
Rodulfo, R. (1992): "De las fobias universales a lo función • la problemática identificatoria;
universal de la fobia", en Estudios clf11icos, Buenos Aíres, • la historia de las elecciones de objeto, los traumas,
Paidós las series complementarias, la realidad y el contexto
- (2004): El psicoanálisis de 11ue11<1, Buenos Aires, Eudeba
Safra, G. (1999): A fatt estétiro do sel{. San Pablo, Unimarro. histórico social.
Slern, D. <2003>: Diario de un bebé, Buenos Aires, Paidó•.
Winnicott., D. (1982): Reolidad y juego, Buenos Aires, Gedisa. Et ni"o es producto de la historia de las tramas
- (1990): Explcrociones psicoanaUtlcas, Buenos Aires, Pai· relacionales y su subjetividad "desde el primer sorbo
dós. de leche" lleva las marcas de la cultura. Una boca se
-(1994): Los procesos de maduracwn en el ni110 y el ambll!n· encuentra con un pecho que da alimento y scxualiza,
te facilitador, Buenos Aíres, Paidós. que contiene una historia, ideales, proyectos y com·
Woolf, V 0981): Dl(lrio de una escritora, Barcelona, Lumen, plejas relaciones con lo corporal, lo social y lo histó·
pág. 127. rico. Yo, idea les, superyó devienen como resultado de

116 117
identificaciones con los otros en un proceso que sólo separación, desilusión y fin de la omnipotencia infan-
acaba con el último suspiro. La adolescencia e~ par- til, duelos que, bien tramitados permiten crear nue-
te de e~e trayecto; en ella predominan las dudas, los vas relaciones de objet.o.
interrogantes, los temores, las incertidumbres, los La adolescencia entrama el cuerpo, lo psíquico y lo
sufrimientos. pero, sobre todo, la capacidad de trans· social. Es un complejo que resignifica la historia, la
formación. Una encrucijada de fragilidades y de po- sexualidad, el narcisismo, las pulsiones, las relacio-
tencialidades que cuestiona la identidad y el devenir, nes, el armado identificatorio y autoorganiza la sub-
pone en juego la organización psíquica al renovarse jetividad. El protagonismo corporal de la pubertad
los conílictos, en primer lugar entre el yo y el ideal impone un trabajo de simbolización inédito en busca
del yo. El "cua11do sea grande seré... • va siendo, y el de opciones para relacionarse con los otros, con el
superyó acompaila y apuntala (o condena desde su entorno y con lo que el imaginario social propone,
severidad).' Todas las instancias renuevan sus con· preludio do la inscripción del joven en ol espacio social
tratoR, se reorganizan o se resisten al cambio. En ampliado.
este caso la amenaza es un abanico de patologías Hay una "exigencia de trabajo" psíquica que implica
posibles o puede provocar que la ilusión de ser "gran- esfuerzo, energía y creación de algo nuevo. Si el adoles-
de• caiga en el abismo de la desilusión porque esos cente puede reapropiarse de su historia infantil esta-
•grande~ no existen•, descubrimiento tan in~oporta· bleciendo nuevas alianzas con su cuerpo, con la realidad,
ble como pingado de consecuencias: fobia a ser gran- con su mundo relacional y con las distintas instancias
de, no realización de los duelos de la infancia, psíquicas, habrá lransformación y creación subjetiva.
actuaciones repetitivas con riesgos de vida, compor· Es un proceso histórico singular y no una etapa pre-
tamientos evasivos, rechazo del desear, descalifica- determinada. Los inevitables cambios corporales, los
ción arrogante de cualquier pasión, intereses, dueloR y las exigencias socioculturales pueden producir
responsabilidades o compromisos. Todo esto no es sin efectos estructurnntes o desestructurantcs en el pro-
consecuencias, ya que cuestiona la continuidad de las yecto identificatorio. Sucesivas rctranscripcioncs de
funciones del yo. La relativa inestabilidad del yo ado· vivenciM exigen otros nexos y la resignificación de lo
lescente está en relación con el desasimiento de las previo: de los enunciados maternos, do lus marcas que
relaciones primarias y la tramitación del conílicto de dejaron sus cuidados y atenciones. Un replanteo global
de la economía objetal e identificatoria
A la familia le cuesta desprenderse del individuo, y
cuanto más cohe:;ionados sean sus miembros, tanto más
l. ºEl ouperyó oo para D060tro8 la subrogación de todu 1.. limi-
taciones moral•, el abogado del afán de perfett1ón; en suma. lo que se inclinarán a segregarse de otros individuos, y más
ee nos ha Y\lelto p<1icológicameote palpable de lo que ee llama lo dificil se les hará ingresar en el clrcu lo más va~to de la
1uperior en la vida humana. Como él mamo ee wmon1a al inOajo vida. El modo de convivencia más antiguo predominan-
de loa padres, educadores y simil&n!& 1.•.1 A.í, el lup<!ryó del nifto te en la infancia se resiste a ser relevado por modo:; de
no ae edifica en vcrdnd según el modelo de IUI pro¡¡cnitoreo. aíno convivencia cultural de adquisición más tardla.
según el eupcryó de ellos; se llena oon el mamo contenido, deviene
portlldor do 111 tradición, de todaB las valoraciones perdurables que
Desasirse de la familia deviene para cada joven una
se hon reproducido por este camino a lo largo de las gcneracione8• tarea que la sociedad suele ayudarlo a resolver median-
<Frcud, 1933). te ritos de pubertad e iniciación. El primer avance

118 119
pul~ional, que es asumido por la fase edlpica, conduce nuamente, consciente e inconscientemente, a través
a la inserción en la estructura familiar e.¡tablo, conserva- de nuestras percepciones, nuestros sentimientos,
dora; el segundo, que se inicia en la pubertad, en la inser- nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestros
ción en la cultura. Ambos procesos son diferentes entre sí. discursos y los de los otros. Ésta, nuestra historia,
En el primero se trata de la apropiación de I~ modelos que remodela en el tiempo las múltipleis identifica-
identificatorios que los objetos primarios proponen al niño. ciones que nos constituyen, es lo que nos hace sentir
En el segundo proceso, innovador para el proyecto únicos sin impedir que nos vinculemos a diversos lazos
identificatorio, el joven debe procurarse sus objetos amo- colectivos.
rosos, desarrollar las capacidades que le permitirán, al El encuentro entre madre e hijo confronta al niño
superar el antagonismo entre familia y cultura, respon- con un discurso que se le impone, el cual, aunque lo
der al principal impulso de la cultura do "reunir a los rechace, será parte de su historia. Cuando el niño
humanos en grandes unjdades" (Erdbeim, 1992). escucha a su madre se impregna de sentidos de lo
Recordaba en otro texto (Rother Hornstein, 2003) el que oye. Eso ocurre antes de comprender la significa-
papel creador de Jo imaginario, su injerencia transfor- ción. El niño es pensado, hablado y dei;eado por sus
madora en los códigos simbólicos. Lo simbólico y lo progenitores que lo incluyen en sus historias, marca-
imaginario son trreductibles pero cualquier transfor- das por i;u cultura. En los comienzos de la vida, se
mación de las representaciones simbólicas conllevan Ja nutre de un "baño sonoro• de afectos y entiende que
reorganización de la subjetividad. lo que recibe de la madre es también una respuesta
Según lo antedicho, la adolescencia es también un a lo que él le da. Cuando finalmente deviene el yo, el
momento crucial para la eclosión de cuadros psicopa- niño puede pensar sus propios pensamientos, guar-
tológicos i;everos: esquizofrenia, patologias bord4?rlüui, dar sus secretos, mostrar sus diferencias, y garanti-
neo-sexualidades, depresiones, trastornos bipolares.1 Los zarle a la madre que ha cumplido con su función
factores de riesgo y de protección, así como las respues- como madre.
tas del entorno, tanto las de orden terapéutico como las En el devenir sujeto, el carácter do inacabamiento
otras, tienen un lugar fundamental en la organización del recién nacido es lo que promueve el pasaje de la
predominante y en el carácter duradero o transitorio de naturalem a la cultura. La intersubjetividad tiene un
cada modo de CuncionllJlllento. Esto es particularmente lugar central en la conatitución del psiquismo al posi-
cierto en la adolescencia.
bilitar la singularidad de cada historia. Las historias
con los que nos encontramos en los consultorios no son
crónicas de hechos que se suceden linealmente, son
HISTORIA, ACONTECIMIENTQ Y TEMPORALIDAD
rustorias pobladas de idas y venidas, a veces deshl-
Tenemos una biografia y distintas versiones de lachadas, desentramadas, en las que los acontcctm;en-
nuestra historia, que se construye y reconstruye conti- tos que se entretejen en un juego de interpretación
sucesiva y simultánea conforman una trama que obli-
gan al yo a un trabajo de elaboración, interpretación y
reconstrucción permanente. El trabajo de historización
2. Me oxlenderé sobre las organizaciones frontcrizae en "Jdenti·
dnde1 borrotn.s•, cnpítulo 11 de est.e lfüro. que éste realiza posibilita el acceso a la temporalidad y

120 121
a pensar su proyecto identificatorio. De eso se trata, de elecciones de objeto, consolidación de mecanismos de
acce<ler al futuro.ª defensa, y la puesta en juego de potencialidades. Nue-
Freud (1896) pensó al psiquismo constituido por vamente viene en nuestra ayuda la noción de series
estratificaciones. Se establecen nexos entre las hue- complementarias• y la posibilidad de emergencia de lo
llas mnómicas y las impresiones inscriptas en distin- nuevo, de lo imprevisto, en medio de turbulencias, "en-
tos tiempos que favorecen reordenamientos y cierros y errancias",• de una subjetividad atravesada
retranscripciones. El concepto de a posteriori pone en por conflictos, instituida e instituyente, en la cual se
juego el tiempo y la historia en las producciones psí- entrecruzan la realidad material, el discurso hístórico-
quicas. El pasado deja de ser un tiempo congelado si social y la amalgama de afectos que resultan de los
en la repetición y en el recuerdo actualizado se logra encuentros significativos.
un trabajo transformador. Hist,orizar es no quedar nunca cerrado ni encerrado
La adolescencia es una trama signada por una serie en los miedos y en la incertidumbre del cambio. Poder
de experiencias que se materializan en su inicio con anclar en un punto de partida certero, aquel que el
los cambios corporales de Ja pubertad, con la serie de v(nculo amoroso con los padres instituye (narcisismo
duelos, traumas y con las vicisitudes azarosas de la primario), es condición necesaria para transitar por la
vida. Si hay retransc:ripciones y se establecen wnuevos vida, dei;cubrir el sentido de la trayectoria, y t;aber de
nexos" y resignificaciones de lo vivido, de lo fantaseado, dónde viene cada uno, dónde se está detenido y hacia
de lo interpretado, lo traumático deja lugar a un tra- dónde ~e va.
bajo de elaboración que posibilita el crecimiento. La Dinamos que nuestra existencia trani<curre de duelo
adolescencia
. reorganiza el proceso identificatorio el
yo tHme como tarea religar ciertas emociones presen-
. en duelo, momentos, sensaciones y rostros que se borran
apenas entrevistos. Algunas pérdidas reales pueden con-
tes con aquellas experiencias vividas en un lejano pa- densar duelos encubridores y otras desapariciones
sado, a las cuales no tiene acceso directo. La conciencia repetitivas del vivir.
es la única antorcha en Ja oscuridad para acceder a
esas representaciones y afectos que condensan las vi-
vencias de los primeros encuentros de placer o sufrí·
miento entre dos cuerpos, dos psiquis y dos sujetos. 4 , 'Pocoe paicoanaliatas serían tan osada. como pnro d!'('lararsc en
contra de la aobredetenninacióo y de las eerie. complementarias. Si
(Rother Hornstein, 1989)
burgamoe un poco, si discutimos qué estatuto U'órico y qué eficacia
En algún sentido lo infantil debe concluir para acce- terapo!ul1ca le atribuimos a cada uno do loe elemcntoe de la eerie,
der a un proyecto adolescente. Tiene que haber nuevas ¡edióe acuerdo bálico! (...) La retroacci6n • central en la con..,pción
freud1ana de la l.emporalidad y de la cauaalidad poiquica, ya que
expenenciu intcritaa como huellas mnémiau IOD modificadas por lo
actual. Ea a partir de lo actual que adquieren un ..ntido nut'YO y
S. "El problema del tiempo no puede quedar ..parado del proble- eficacia polquica. Ello supone superpoaiciones 1 deahndoa eou;o his-
ma del yo, en cuanto agente y efecto del llijeto como ..,r hi•tórico, toria recienl.e e historia infantil. ¿Quó efectoe do ree1lrucluraci6n,
por lo tanto wmporal, ni del problema del ello como ínat.ancia que reaignificnclón, recuperación, produce lo actual: loe duelos, loe ncon-
ee halla bn,ío la ~gida de la atemporalidad de un deaeo indeatructi· t.ccimicnto1 oigni6cativos, las crisis, 108 logro1?". llom!Jt(oin, L., Pai-
ble, dirigida a repetir y a preservar la lijeze de aua puost.M en dós, 1993).
escena• (Aulagnier, 1971). 6. Véose ul trabajo de L. Palnzzioi, capitulo 6 de esle libro.

122 123
11

CUERPO-PUBEHTAD-AOOLESCENCIA coherencia, sus acciones, sus estados internos y el re-


cuerdo de todo esto llevan al aprendizaje de la relación
El cuerpo goza, el cuerpo habla, el cuerpo duele, el entre las diversas experiencias sensoriales, relación que
cuerpo grita. Ese cuerpo que habla y es hablado por la contribuye a la emergencia de un sí mismo.
madre, se muestra y reaparece con toda su fuerza en el Las zonas erógenas -cuerpo psíquiccr condensan un
púber que también lo goza, lo sufre, lo piensa y lo en- mundo de afectos, de discursos, de mandatos identifi-
tiende desde su historia y desde el imaginario social. catorios que la madre transmite en sus anhelos cons-
Es«: cuerpo marca a los jóvenes (y a todas las etapas cientes, sus deseos inconscientes, sus represiones, sus
etarias) sus pautas, sus legalidades, sus desafios. defensas, sus rasgos de carácter. Todo esto se entreteje
La vida corporal y las repretientaciones psíquicas mál; para configurar la historia de un devenir niño, púber,
arcrucas son anteriores a la existencia del yo. Este una adolescente, adulto, anciano.
vez que adviene, es el encargado-de interpretar 10'vivi- ¿Y si consideráramOti In pubertad como otro punto
do .Y conformar una ~rama relacional. La textura ps1- nodal, punto que puedo ser surgimiento de novedad
qu1ca enhebra el coI!Junto de fantasías producto de lo (tanto estructurante como desestructurante), en tanto
experimentado como impresiones de "lo visto y lo oído" la pubertad es un "sistema alejado del equilibrio"?
reintcrpretadas permanentemente. ' (Prigogine y Steogers, 1979). Sistema abiorio que inte-
En la clínica actual nos encontramos con cierta ractúa con sus vivencias, su mundo pulsional, sus due-
! ODreTnvesbdura deT cuerpo y una creciente lo~. sus pla.ceres y sufrimientos, sus relaciones objetales
desinvestidura de la represenüieiOñ: rn-cuerpos toman y con los múltiples e~pac:ios de investimiento. La pu-
raaelantera, '!Quieren esfuerzo y dedicación en lo que bertad irrumpe desde el cuerpo, instala el ~caos" en un
~especta al _peñecc101fomleñto dClii 'iinagen rorppral aparente equilibrio anterior, la latencia, que procesa en
1denl,,..,y produc•m su frim jcotn ante.. ll!s discordancias sordina la sexualidad infantil. Y la pubertad reabre el
!:_ntre el (:Uerpo antici,padQ ..Y propuesto d;sde el imagf- protagonismo pulsional. El púber, desde su propia his·
na~io social y el cuerpo real, a veces rebelde frente a la tona, desde sus anhelos, ilusiones y deseos, desde los
violencia secundaria de la que es objeto. Sufrimiento sostenes identificatorios de los otros, de la cultura y
que a veces desencadena ataques al propio cuerpo. sobre todo de sus pares, escucha a ese cuerpo, lo des-
(Stembach, 2002). ~ culire, 1o ignora, lo contiene, lo odia, lomaltrata, lo usa,
iOenferma <ROther Homstein,1992). Yeñeada una de
Freud decía que ~I yq,is ante todo una ªesencia-cuer-
e i;as posibilidades se condensañ Jos suetaos, los
~: P1era Aülignier (1975) agrega que los ó~anos scn-
padeceros, los placeres y l<>t; desvelos de una vida. Como
SO.,!!ales so_n receptores y puente entre el !l!>ma_yJa_p¡iquis. en el contenido manifiesto del sueño, podemos ir en
La sexualidad no sólo se apuntala en el cuerpo, sino que
busca de fragmentos de historia, porque cada una de
~ste es una necesidad para la vida psíquica. De igual
estas expresiones son eslaj:>ones gue revelan diferentes
manera que lo autoconservativo se apuntala en la scxua- formas de_simbolizar los avatares gue suscitan.
lida~ ..sin esa _Iibjd~ de la ma9re que sostiene al niño el 1 Si ayudamos a nuestros pacientes a poner en pala-
narcisismo primano no ~ constitu1e. El cuerpo es la lC! bras esos afectos, PQ<lcmos establecer nuevos nexos, li~
enm.era organización gue sirve de punto de referencia ;!e,pre~nb!ciones. La adoleRCCncia deviene proceso, rehis-
para que el niño tenga ~.JI sentido de sí mismo. Su torización, recomposición narcisista, identificatoria y

124 125
libidinal. Identidades que se remodelan desde encuen- la historia y que intervienen en la con:;01idación del
tros multiples. narcisismo y del espacio identificatorio. El adolescente
En un psiquismo abierto siempre es posible recibir asume determinado tipo de defensas, pero necesita tener
elementos de lo real exterior -elemento:i •traumáticos•, la certc7.a de ciertas posiciones identificatorias que le
capaces de producir aflujos energético:; que deben ser (laranticen un sentimiento de continuidad de sf para luego
"domeilados" o expulsados para mantC'ner !lU constañ- encarar nuevas relaciones objetales que Cal igual que los
cia=Ya su vez que las representaciones ya existentes, objetos primordiales) le reaseguren ser i;ost~n de deseos,
aun cuapdo permanezcan como t.al()S CriSu _sing:ularT- placeres y proyect.os.
dad, sLlntrelaccn de manera diferente organizando La historia es un juego dinámico entre pasado, pre-
nuevas texturas (Bleichmar, 1993). - Rcnte y futuro. Depende de los éxitos o fracasos del tra-
Durante el tiempo de la infancia se constituye el bajo de la represión y de la capacidad de In psiquis de
capital fantasmático, defensivo e identilicalorio. Las elaborar, a partir de las representaciones a las que tuvo
constelaciones fantasmáticas son efecto de la unión entre que renunciar, otras representaciones a las cuales ligar
lo vivido afectivo y una huella específica de objeto y de el afecto. Sólo si el trabajo de repl'Cllión es exitoso habrá
In situación que desencadenó ese afecto en los distintas un "tiempo de conclu:;;ón" para cadu fuse libidinal y un
fases relacionales por las que atravesó el nillo. El yo tránsito logrado entre una fase y otra: lactante-níño-
posibilita el pasaje de afecto a sentimiento cuando apa- plibcr-adolescente-adu!to. Con el advenimiento del yo y
n..-<:e la palabra y lo nombra. la adqui•ición del lenguaje, cl trabajo de pen~amiento
Lo infantil en parte concluye cerrando las cuentas con adquiere mayor complejidad para resignificar los hechos,
el tiempo de la infancia invistiendo lo:i recuerdos de ese las C!<Cenas fantasmáticas y las interpretaciones de las
tiempo antes de sepultarlo de otra manera en el olvido. fases anteriores, de las particularidades que tuvieron las
La pubertad, con los cambios corporales y el embate relaciones objetales y las posiciones identificatorias pro-
pulsional como momento "caótico disipativo", es un "punto pias del ser niño. Por el contrario, si la represión fraca-
de bifurcación" que abre una serie de posibilidades. La sa, dificulto el establecimiento de nuevas relaciones, de
pulsión encuentra su fin pero está todavía lejos de en- nuc\IOs intereses. Porque lo que no pudo ser reprimido
contrar sus objetos sexuales, trabajo propio de la adoles- de las representaciones de las primeras relaciones de
CCJ'lcia. La adolescencia no implica un acabamiento de objeto insiste como el trauma, intentando retomar a un
los procesos iniciados en la pubertad pero sí una trami- tiempo anterior que no se quiere modificar y que altera
tación en el pasaje de los objetos prohibidos hacia obje- el trabajo de historización. En ese caso, lo que el niño,
tos exogámicos. Desde el punto de vista biológico es la adolegcente o adulto viven encuentra un sentido para
adquisición de nuevas reacciones fisiológicas, y desde el ello.; ~i el otro con el que se relacionan ocupa un lugar
punto de vista psíquico, la adquisición de nuevas repre- equivalente al de los personajes de la infancia. Si por el
sentaciones y afectos que le permiten otras posibilida- contrario hay un exceso de represión, es l>O"ible que se
des. Cada estadio aporta un lenguaje nuevo, diferentes incremente la amnesia y el desinvcstimicnto de recuer-
modos de elaboración, una nueva "batcrfa de signifi- dos reprimidos y que el evocarlos se transforme en una
cantes" (!.aplanche, 198la). Estos trabajos simbólicos son amenazo para el yo porque pueden disparar otros re-
propios de la adolescencia, reorganizaciones que coronan cuerdos insoportables, excesivamente traumáticos en caso
la constitución de lo reprimido q11e llevan las marcas de de que remitan a indiferencia libidinal o sentimientos de

126 127
odio por parte de las figuras primordiales (Aulagnier, Que funciona como un hilo conductor, un nexo entre las
1984a). diversru; posiciones identificat:Qrias asumidas y las elec-
cione~ de objetos sucesivamente investidos.
Las experiencias significativas que posibilitan el
LOS PADRES, LOS EDUCADORES Y LO H1$TÓRICO.S0CIAL' pa~aje de una forma de relación a otra enfrentan al
adolescente con lo que hasta ese momento ignoraba
La consolidación identificatoria requiere la transmi- respecto a si mismo, porque el reconocimiento de que se
sión de lo reprimido en los padres. El discurso de éstos ha cambiado es siempre posterior ni cambio y a veces
lleva la marca de la represión, la repetición, el discurso pone en evidencia el ser lo que nunca hO quiso ser, o la
social y el retorno de lo reprimido, y promueve el tra- distancia entre el propio sueño narci~ista y la diferen-
bajo de resignificación. La alianza con un núcleo simbó- cia con la realidad actual. Momento crucinl porque si
lico que permanezca como referencia insoslayable de esta diferencia es insostenible para el yo, éste corre
un si-mismo es condición necesaria para soportar Jos riesgos de conflictos identificat:Qrios con resultadoi; im-
cambios que euge el devenir, si bien nadie está exento predecibles pero que pueden poner en evidencia palolo-
de enfrontarse con experiencias que demanden posicio- giaR narcifiislas diversas: (1) esquiwfrenia, paranoia,
nes identificatorias que pongan en riesgo estabilidades cuadros bordcr/i11e, si lo que está en juv¡to es la identi-
alcanzadas <duelos, enfermedades, catástrofes). La ado- dad, el :;entimiento de sí, la consistencia del yo: (2)
lescencia es particularmente un tiempo de ruptura que depresiones, si predomina el déficit en In <'slima de sí;
requiere de una serie de trabajos simbólicos para reor- (3) indiscriminación con el otro cuando se tiende a con-
ganizaciones compatibles con una "matriz" relacional fundir al objeto fantaseado con el objeto real y final-
pennanentc y con un acceso a elecciones de objetos mente (4) la así llamada "clínica de>I vacío" que refiere
posibles. Hay un límite para estas operaciones, cuya a la no constitución de ciertas funciones yoicas o su
mayor riqueza es la libertad para resolver los conflictos pérdida cuando hubo exceso de sufrimic>nto.7
identilicatorios, afectivos y vinculares. Elementos úti- La adolescencia es un momento propicio por los cam-
les como herramienta diagnóstica para evaluar Ja posi- bios u los que obliga, para la eclosión de cuadros psicó-
bilidad del púber-adolescente de beneliciarse con un ticos, dcprcMiones o trastornos fronterizos, pero debemos
proceso anaHtico. ser cuidadosos cuando estamos frcnle a cil•rlus desor-
La movilidad identificatoria y la movilidad de las ganizaciones yoicas: hay que comprenderlas de manera
relaciones son inseparables del movimiento temporal diferente de las de la infancia y de las de Ja vida adul-
ta. Es la particularidad de la pubertad, de la metamor-
fosis corporal, de Ja nueva fuerza pulsionnl, del trabajo
6 , ºEn el pc»tnrior cirwíto del deoarrollo, maoatrne > aut.oridadea de duelo por los objetos primarios, del cuc:;Lionamiento
fueron retomando el papel del padre; su mandato11 prohibiciones del narcisismo infantil y las consecuentes elaboraciones
han permanecido VJgenl.,, en el ideal del yo > ahora <úerttn, como
conc1enda moral, la censura moral. La ten.alón entre lu exigencias
de la conciencia moral y Ju operaciones del yo llll B<'nLida como
aenlimicnto do culpa. Loa sen!;imientos socinlcs deecanoan en iden· 7. •t.oa cuatro modelos tienen que ver con fll yo: con1istencia.
liRcacionea con otroe sobre el fundamento d• un idéntico ideal del volor, 1ndiacrilninnci6n ccn el objeto, pérdida o no conallluclón de
yoº (Freud, 1923). funciones y remilcn n coníliclos distintos• (llorn•win, 2000 y 2003).

128 129
.,

psíquicas, tanto desde el punto de vista del erotismo Durante Ja niñez se puede posponer un conjunto de
como de la<i identificaciones, lo que le da una dinámi- decisiones, de actos, de encuentros, que «i>xijan una
ca tan peculiar a la psicopatología de ésu.> periodo en modificación esencial de la relación del niño con la tem-
que el cuerpo recobra un protagoni~mo sólo compara- poralidad, con la sexualidad, con la realidad. La adoles-
ble al que tuvo en Jos comienzos de la vida. Se requie- cencia obliga a hacerse cargo, a dejar de diferir, a barajar
re no confundir crisis de identidad, momentos y dar de nuevo. Deben fluir las negociaciones con él
depresivos, trastornos de conducta (social, intelectual mismo, con la realidad y con las respuestas a los deseos
o somática), con patologías que etiqueten y cierren un de los otros. La adolescencia también pone a prueba la
proceso de reorganización que lleva a tramitaciones capacidad de transformación de los padres. Las res-
simbolizantes. puestas que los jóvenes, los padres, los educadores
La ruptura del "la estabilidad prcpuooral" obliga a encuentren en este despertar dependen de las posibili-
una rcdistribucíón libidinal y narcisista. La fantasía dades de procesamiento de cada psiquismo, si éste puede
refuerza movimientos de atracción o de huida cuando o no admitir y utilizar ese "desorden" para establecer
Jo actual las reactiva. Ese reencuentro puede organizar ligaduras múltiples y multiformes, p:ira fnvorccer el
cuadros psicopatológicos que hasta el momento no proceso de autoorganízación del ~istemn.•
mostraban evidencias. Estos cuadros dependerán del El adolescente es un sujeto histórico que produce su
abanico de respuestas y de defensas con los que cuente textura idcntitaria a partir de una red de acontecimien-
el yo ante lo, conflictos que generan ciertas demandas tos en que toda suerte de conexiones se entrecruzan, se
de otros y/o de la realidad. Si hay exceso de fijación a alternan, i;e superponen o se combinan para dar cuenta
posiciones libidinales y/ o narcisistas arcaicas, el movi- de un entramado complejo, fecundo si favorece a su
miento identificatorio se detiene. El yo tiene que poder construcción ídentificatoria. Es un tiempo de elabora-
anclar en una historia libidinal que no ponga en duda ción, de resignificación, de revisión de lo hibtórico-
la certeza de su origen y que genere nuevas potencia- vivencial y de cambio en relación con un futuro.
lidades. Nadie puede obligar al otro a que nada cambie Los modelos educativos se transforman, pero muy
o que todo cambie en relación con su construcción iden- lenl[lmente. La familia y sobre todo las madres crían a
tificatoria. Y algunas veces la madre o el padre ejercen sus hijos de manera parecida a como ellas mismas fue-
una violencia sobre el yo que lo induce a recurrir a ron criadas. De ese modo, generan, en la siguiente
defensas psicóticas o a autoalienar su propio pensa- generación, características culturales específicas que se
miento para evitar que se produzca un estallido. La transmiten mediante hábitos, sistema11 vigentes de
violencia desea negar. ºQue nada cambie" en ese cuer- valores y de múltiples formas de comportamiento. Como
po del bebé para que no sea un cuerpo sexuado. "Que si, una vez adquiridas, las característica~ culturalmen-
nada cambie" en el objeto soporte de e"e de~eo. Un
deseo dal'líno e infructuoso, porque ningún llujeto puede
sustraerse a las modificaciones de su cuerpo, de su 8. La out<Jorganimcion da cuent.a de la mull1plic1dad de cambios
relación con el mundo según la decodificación que haga en un ~i•t.ema dado a partir de los ruidoe que p<'rturban rl oquili-
brio del sistema; ruidos que eerán proccaadoo como oníormación
de la realidad que vive. Infructuoso porque, en vez de hociendo posible la apaneióo de íenómenoa nuevo• no predecibles,
no-cambio puede producirse una manifestación psicótica loe que t.an 1610 podrán ser comprendido& por rt1trc>acc1lln (Atlan,
CAulagnier, 1984a). 1979).

130 131

l
le especificas se sometieran n una especie de compul· BlBLIOGRAf'IA
sión repetitiva que nctún más allá de los generaciones.
Sin embargo, no dejan de actuar sobre la madre y las Atlan, H. <19791: Entre el crist.al y el lw11w, Madrid, Debate,
familias los relaciones de producción y de poder macro 1990.
estructural, de acuerdo con el valor psicológico, las ne- Aulagnier, P. 09711: "Tiempo de pal11brn y tiempo de escu·
cesidade:> y frustraciones que de ellas se derivan. La cha: observaciones clinictu", en U11 111t~rprt'll' "" busca ck
adolescencia está en medio de los ámbitos progresistas sentido. México, Siglo XXI, 199-1.
de In sociedad, tendientes a In trnnsfonnación, y de los - (1975>: Lo v1olenc10 de lo 111terprrtacíón, Buenos Aires,
conservadores, reproductores de la familia. El devenir Amorrortu Editores, 1977.
- <1979~ Los dest111os del placer: al111roc1ón, amor, pasión,
mostrará si el adolescente logró el distanciamiento
Buenos Aires, Peidós, 1994.
necesario para acreder a nuevos impulsos subjclivantes
- 09821: "Condenado a investir", en Un ínttrprett' en busro
y qué consecuencias adecuadas ~e entrevé para el desa- ck ~nt1do, México, Siglo XXI, 1994.
rrollo cultural.9 - (1984a ): "Les deux príncipes du fonctionnement
Nos pr<'OCupa cuando estamos ante un adolescente idenlificatoire Cp1>rmanence el changement)", en Un in ter·
cuyo discurso reitera In escena del conflicto familiar y prcte en qut't•• de llt'llS, París, Ramsay. (Trad. esp.: "Los
los reproches o )05 padre!! que no pueden dejar de ser dos principios del funcionamiento identificatorio: p1>rma·
sus personajes primordialmente investidos. Transitan oencia y cambio", en L. Homstcin y otros, Cuupo, histo-
un presente desvitalizndo ni ser rumiadores de aconte- rio, interprctoció11, Bucnoe Aires, Paidós, 1991.J
cimientos, de historias vividas que llevan la marca de - (1984b): "Telle w1c 'ume síniHlréc~. Adole11Ce11ce, t. 2, nº 1,
un magro proceso de elobornción. primavera, págs. 9·21. lTrad esp.: "Como una zona
Esto~ situacioncH tienen como sustrato padres que siniestrada", R1•uista d•• la EHruela Arg~11ti/l.O de Psicote·
no e11l.end1eron el sufrimiento de los hijos sino que, por rapra para Graduados, nº 15, 1988.I
el contrario, no pueden dejar de ser los actores princi· -{1984c): El apre11di.z de lustoriador y el maestro brujo,
pales, mostrando 8US conflictos, en lugar de sostener y Buenos Aires, Amorrorlu, 1986.
Bleichmar, S. (1993): La fu11dac1ó11 de lo inco11scwnte, Bue-
escuchar los de sus hijos. Los retienen obligándolos a
nos Aires, Amorrortu.
ser espectadores pasivo8 de sus conflictos de pareja y
Castoriadis, C. (1975): La i11Mit11ci611 1magi.11ori.a de la sociR·
familiares aún no resuellos. Situación que incrementa dad, vol. 2, Buenos Aires, Tusquets, 1993.
en el joven el temor al afuera, a largarse a encontrar Cereijido, M. (1978): Orden, eq111l1brio y dl'St'quilibrio, Méxi·
nuevas rutas, a investir sus proyectos, a tropezar, a co, Nueva lmagen.
eofrentar~e coo "la duro realidad". En suma: el temor Erdheim, M. (1992): La prod11cció11 social de inconsc1enc1a.
a crecer. U/l.O 111troducc1ó11 al proceso etnopsícoa11alltíco, México,
Siglo XXI, 2003.
Freud, S. !1896): "Carta 52", en Obras Completas, AE, vol l.
9. •t.a humanidad nunca vive por rompleto en rl presente; en las - (1900); La mterpNtocu)n d< los ~ue11os, AE, vol. V.
ídeolo¡¡11U1 del superyó perviven el poondo, lo tradición de la raza 1 - (1905): "Una teoría sexual y otro.; ensayos", AE, vol. VII.
del pueblo, que aolo poco a poco ~~n a la. 1nflujc»1 del pre6ente, a
- 0908>: "La novele familiar del neurótico", AE, vol. IX.
loe nuevos cambí.,.; y en tanto...., paaodo opera a Lravée del superyó,
dl!liempel)a en la vida humana un pnp..t pcderoeo, independiente de
- (19231: El yo y el ello, AE, vol. XJX.
lru; relacionee ec:onómic.,.· ffreud, 19331. - 0930>: El TTIQlestor en la culturo, AE, vol. XXI.

132 133
- (1933 (19321>: ºConferencia 31", en NUPi:as ro11feretláas tk Mari:;a Rodulfo y Nora González lcomps.). La problemáti-
mtroduccwn al psu·oonálisis, AE. vol. XXII. ca tkl sintoma, Buenos Aíres, Paidós.
- 0939): Moisis y la rtligwn monoteista, AE, vol. XXllI. - 12003): "Identidad y dl'venir subjetivo•, en Hugo Lemer
Green, A. (1990): "Ln nueva clínica psicoanallllca y Ja (comp.), PslC001úúis1s: cambio,, y permallP11cias, Buenos
teoría de Freud#, Aspt•ctos funda mJt11toles de la IO<'ura pri· Aires, Del Zorzal.
ooda, Buenos Aires, Amorror~u. 2001. - (2004): "De Milán a París", en Luis HorMlt'in (comp.),
-(1995), La metaps1cologfa revistada, Buenos Aire•, Eudeba, Proyecto terapéutica, Buenos Aires, Paidós.
1996. R11cks, O. (1970): "Una cuestión de identidad", en El hombre
- "'El concepto fronterizo", en Locuras priuada.9, Buenos Ai- que confundid a su mu,¡er co11 un sombrero, Barcelona,
re~. Amorrortu, 1990. Muchnik, 1991.
Guuon, Ph. <1991): Adofe11C1111ci.a. París, Pl.,"F, 1993. Stem, D. (1985): El mundo interpersonal del infante, Buenos
Homstein, L. ( 1988>: Curo psicoanalitü:a y subltmaáón, BuE>- Aires, Paidós, 1991.
nos Aires, Nueva Visión. Sternbach, S. (20021: "Adolescencia y cuerpo", en Jornadas
- 11993>: Pnfrtica psi.c:oona/ftica e historia, Buenos Aires, Piero Aulagni.er. Un pe11•amiento original, Al'deBA, BuE>-
Paidós. nos Aires, 2003.
· (2000): NarcL•ismo, Ruenos Aires, Pnidós. Winnicott, D. (1972l: Realidad y juego, BuenOR Aires, Grnnica.
- (2003): lnter~ub;ctiuidad y c/(nica, Buenos Ain>s, Paidós.
Lllplnnche, J. Cl98lu): El i11concie11te y el ello. Problemtitica,s
!V, Buenos Aires, Amorrortu, 1988.
- 1198lbl: La angustia. ProblemtítU<Js l, Buenoe Aires, AE,
1989.
- (1989>: NUJ!uos fundamentos para el psicoantilisi1, Buenos
Aires, Amorrortu.
Najmanovicb, D.: Comunicación personal.
Prigogine, I. y Stenb'l?rS, l. ( 1979): La nueva alianza, Madrid,
Alianza, 1983.
Rodulfo, R. (2004): El psicoanálisis de nuevo: Elementos para
la deconstr11cc1ó11 del pfflcoa1uilisis tradicw11al, Buenos
Aires, Eudcbn.
Rothcr Romstein, M. C. (1987); "Historia y proyeclo: el yo
como devenir", Rct·ista dt! Psicoanálisis, t. XLIV. n• 3.
- (19891: "La elaboración de Jos duelos en la adolC$ct'ncin",
Revista de Ps1coomllisis, t. XLVI, nº 6.
- 0 991 l: "Adolesccnce: un tcmps de re·historicisntion ·, Píera
Aulagníer 1/, Top1q11e, Ret•ue Freudie1111e, n• 47.
- (1991) "Historia hbidinul, historia 1dcntificoloria", L.
Hornstein y otros, en Cuerpo, historia, interpretación, Bue·
nos Aires, Paidós.
- (1992): "La pubertad: ¿Un traumatismo?", Revista Diarios
Climcos, n• 5.
- 0997): "Trauma y síntoma: una exigencia de trabajo", en

134 135
6. MOVILIDAD, ENCIERROS, ERRANCIAS:
AVATARES DEL DEVENIR ADOLESCENTE

Liliana Palazzini

Y ya aa~i. lo q~ poaa, que el papel que """


mum' crobo por con•..,rt1ru tn '"'rdadtro, la
&:ido ta u110 experta en ~cluotizor las cosoa y úu
0<11tudt1 '" ron1·1,rtm m opcumes.
ANro~10 TA81:<'CH!, Prqutlioa tqufrocos
sin importancia.

COSSIOERACIONf:S INICIALES

En el fenómeno adolescente biología, cultura y


psiquismo constituyen registros de definición insepara-
bles en la medida que se hallan imbricados en su con-
formación. Históricamente In ndolcsccncia se asienta
en la transformación cultural surgida como expresión
social luego de los cambios soc1oeconómicos que intro-
duce la Revolución 1ndustrial. Esta evolución producirá
una ligadura definitiva con la inserción al mundo del
trabajo. En las sociedades prccapitalistas la adolescen-
cia no existía, al menos como la conocemos hoy; el pasaje
de la infancia a la ndultez quedaba facilitado por ritua-
les de iniciación. Así, en un abrir y cerrar de ojos, y
celebración de por medio, los niños se convertían en
adultos. La vigencia de esta marca primaria de consti-
tución indica a la adolescencia como superficie cultural
en la que se estampa, como en un grabado, las condi-
ciones sociales de una época.
Ubicada como lugar de tránsito entre mfancia y
adultez, la adolescencia se apuntala en el emergente
SOiñiruco que indica In horn de urrcmnbio: creCiñíiento
lle! cuerpo, desarroTIOcICloscaract.eres se~ales secü'n-
darios, aparicióñde la capaculild...!.eP,roducliva. El desa-

137
rrollo biológico de la pubertad constituye un estado de objeto exogámico, ademá~ de ofrecer un marco de com-
pcrl.iifbaClon que lili!igiül1 niñ~situan-e fuera de prensión profunda de la subjetividad adolesa·nte y de
la posición infantil, careciendo, a su vez, de tiempo su· Ja articulación entre psiquismo, cuerpo, pubión y rea·
liC!eilte para construir representaciones acordes. Ex- lidad. Aunque el adolescente se vale de instancias y
ceso y vacío que reclaman una adecuación.
Las concepciones sobre adolescencia han oscilado en-
tre el subrayado de angustias y duelos concomitantes y
una acentuada idealización como tiempo pleno de vida,
probat2le consecuencia de In confusión entr~ecer y
r oclolescá. Pero croccr y padecer no son lo mismo; aÜn-
l operato.rias ya h.abilitadas en la infancia'. b~ad~s en la
identificación y el Ideal del yo, su trarrutación in_c_l1:!}'C
modalidades nuevas .. Su fin es una desexualización de
las rcpresentacicmés incestuosas conducentes a la elec-
ción de un objeto potencialmente adecuado (Gutton,
1993). La llegada de la pubertad indica que la scxuali·
<!tlt' ef'movimiento adolefll:Cnte acarrea trru;t.omo y an- dad no puede ser diferida, lo cual reinstala la depen-
gustia, más lo ocasiona la ausencia de su desplícgu<'. El dencia del objeto y el ,entido de complemcntariedad de
sentido de potencialidad que aloja en sí la adolc;;cencia los sexos. La incomplctud va dando lugar a Ja ilu~ión.
se enlaza a Ja tramitación esf~ica activada con loR cam- Hecort.ada como especificidad del psicoanáliRiR, mucho
bios comorales pueR, nl mismo tiempo que h"aco rccom- doHpw~s y con mayoreR dificult.<1des que el psicoanálisis de
1>0sición de lo existe1Jt<é1stnlñfunc1ones nucvoli: cr'l'.Íce nitioR, la adolescencia es una constelación compleja de tco-
n capacidad de pensar, ~e complejiza el universo cmcr ri7~'\T. El múlti le anudnmicnto ue la constituye -(Ue ,
cional, el encuentro sexual es orientado por la g~nitaltdad, _ e !tura y psiquismo- se ha.lla at.ml!esado por e ~cnti o de
instalando nuevos sentíd0o< y formas de vinculación, se J:§ pam e!_camb\l). Recuerdo el conocplo
potencia la creatividad junto a la apropiación simbólica et_ Encltson moratoria p.iiOO-social como espacio y tif.!m·
de la capacidad re-productiva y se afirma la identidad po e t.o insumido en Ja organización de ;;aportes
sexuaf'De allí, la consCCUC'nCÍa de trastorno O patologia a.~cntados en el campo social. Este concepto ha pc.•rdido la
cuanroeste proceso no encuentra espacio y condiciones placidez contenida en la idcn de una espera d~ru1sada;
apropiadas para su instauración. Es decís~ haber eo· lejos de ello; la adolescencia Ae basa en la oonqu ista de una
dido ser 11Q.olesceotc. 1''raucoise Dolto lo destaca al des- condición subjetiva cstructurante que sólo es alcan1.ablc
crib~ adolescencia !,_~m9 un segundo nacTmiCiiloen el con trabaj~ n<X)ión f!Q..~_@b?jo es i;n~ular en ~a tcoru1,
1 que individuación y vulnerabilidad van de la mano.
Ui metamorfosis corporal inaugura una centralidad
p:;1coanalítica: contiene la idea de movmuento puls1onal, de
construcción represenfücionRI, de düiamtca en Jue¡,ro, <íe"
l(enital del cuerpo crógcno, consecuencia del despliegue co:ación, de etábo_~l:_!Sl· Lleva imptíl!IUI la nót'lón de lac:r·
biológico en la organización libidinal constituida hasta 7.8S en el interior del aparato, que de ningli.n modo es Vlr·
entonces. Lo pulx-ral indica un anclaje biológico pero a tual sino que se hace tangible en la producción de
su vez crea el acontecimiento adolescente de estructu- pensamiento, acto y discurso, capaz de investir un espacio
ración y re-estructuración psíquica como trabajo diferente y una representación de sí diferente.
olaborativo de esLe tiempo. 'J'odo cambia: junto 11 la
transformación del cuerpo, también se produce la del El crecimiento presupone nuevas necesidades e in-
psiquismo. El psicoanálisis ha especificado estas trans· terpela la participación del individuo en su propia his·
formaciones describiendo el movimiento de la libido wria. Lo que hae h~redodo de tus padres para poli<'Crlo.
hacia la primacía genital y el cambio en la elección de gánalo. Este punto lleva n considerar tanto el tema de

138 139
la transmisión y de la h~rencia como la participación po~icione:; clásicas del psicoanálisis, la de resignificar lo
del su1eto en un campo mtersub.ielivo. En tal sentido existente. En la medida que está en juego la instalación
hay una exigencia de trabajo impuesta al psiquismo
del sujeto en posiciones inéditas, una de las labores cen-
por el hecho de estar en Juego la sujeción a las relacio-
nes de genernción como la necesaria individuación" trules del analista consistirá en ser testigo, y participe
(Faimberg, 1993). Lransferencial, de la creación de nuevas condiciones psí-
quicas, capaces de generar representaciones acordes.
Me interesa describir en e:ite trabajo algunas de las
Como tiempo de tramitación psíquica constitutiva la tramitaciones involucradas en la transformación ado-
adolescencia promueve composiciones y rccomposiciones lescente que posibilitan un despliegue en el campo de
hb1dmales, fantasmáticas, identificatorias y vinculare:;. la Ralud y, por lo tant-0, son verdaderas construcciones
La movilidad del funcionamiento psíquico y sus deriva- psíquicas que hacen posible In inscripción de la noción
dos quedará en el centro de la observación clínica a fin di.' cambio.
de avizorar los puntos de obturación o anudamiento en
la exigencia de procesamiento; observación necesaria a
fin de abordar oLro trabajo, el trabajo analítico. TRABAJO DE SUSTl'ruCJÓN GENERACIONAi,
La adolescencia se define más por la movilidad de
funcionamiento psíquico que conlleva -constituyendo El movimiento de sustitución generacional es un wma
una estructura psíquico abierto, como dice Julia Kris- complejo que moviliza toda In estructura vincular entre
tcva- que por una categoría de edad. Tal ubicación se hijos y progenitores, tiene a la confrontación como ope-
perfila lejos del sentido cronológic<Yevolutivo y ~e acer- ración de impugnación y critica de lo heredado, y si
ca al de tramitación conijtitutiva que puede advenir bien no puede transitarse sin desafio ni apremio tam-
más allá de la edad de In persona. Esta consideración poco esta exenta de angustia.
~ue emerge con fuerza desde el campo clínico, lleva ~
mlerrogar el sentido de la intervención analítica a !in ,' En el inclividuo que crece, el desnsimiunlo de la )
de abrir condiciones de cumbio, entendiendo la ndolcs- \ autoridad parcnLnl es una ele l as operaciones más ne· (
cenc.ia ~n el sentido do 01>0rtunidad, antes de que lo
~nrt1laglli~o se vuelva 6sco. Pero el tiempo real tiene
1mportanc1a: no es lo mismo una tramitación adoles-
cente aco_n~da en un~ franja evolutiva acorde que
una trarmtac1ón en un tiempo posterior. Algo se perdi:-
cesarías, pero tambi~n más dolorosas del clcsurrollo,
Es absolutamente> nl'Cesario que se cumplo, y t•s lícito
suponer que tocio hombre devenido nonnul lo hu lleva-
do a cabo en cierto medida. Más t.odavia: el progreso
de la sociedad descansa, todo en él, en esa opo.>1eión
J \

ni si no se vive en forma acompasada con los cambios entre ambas generaciones <Freud, 1909J.
corporales, ausencia que será presencia entre los plie-
gues de futuros malestares. Freud ubica el fracaso en esta tarea dentro de los limi-
Conside~ que, para el analista, la labor do pensar la
tes de la neurosis, Pero In confrontación no alude n una
adolcscenc1a compromete una sensible articulación en- batalla aunque el odio esLé en juego, y no se trata de una
tre la propia vivencia adolescente, la experiencia del guerra aunque las trincheras sean necesnrias: es una
propio análisis y aquella que proviene del ejercicio clíni- operación resultante de un tipo de vínculo entre padres e
co. Este último interroga de modo singular una de las hijos basado en el reconocimiento mutuo, en el que la
autoridad de los padres ha sido un hecho como lambi~n
140 141
lo ha sido la apuesta de capital libidinal sobre los hijos. nada más ni nada menos que la prci;encia como precon-
La paradoja c1:1 que si todo ha ido bien, se instalará un dición de la investidura de un tiempo futuro que put.'<la
campo de malestar insoslayable ya que sus efectos bené- comenzar a imaginarse, a anhelan;c, a construirse.
fieos-no SQn visibles de manera directa ni inmediata. La evitación de la confrontación a trnvós de la toleran-
f Winnicott se ha referido ampliamente a la confronta- cia o el autoritarismo equivale a la clauclicación e implica
cion general y sus connotaciones en la organización ado- el desmantelamiento del sentido de oportunidad. Si los
lescente destacando en ella la presencia de componentes adultos resignan la oposición, al ndole:;cente no le queda
agresivos y de ternura. Parte de la idea de Ínmadurez otra alternativa que volverse adulto en forma prematura.
adol~scente como elemento esencial de la salud, que no falsa madurci por cierto no exenta de consecuencias. La
requiere _otra cura que el paso d~}.. tiQ_mpo, aunque re- supe.rvivencia, en cambio, permito la paradoja de que sólo
sul te incfupensable la función d{ sosté4 de la familia y un padre vivo se deja matar. Lo 11ustancial de esta opera-
la sociedad. ción es que una sustituCión acontezca sin cerrar el acceso
simbólico a una nueva ¡x:¡sición subjetiva que busca el
Si existe aún una familia quc puedan usar, los ado- adolescente. Por eso se cura con el paso del ti1<mp0, una
lescentes la usarán inten•amente, y si la familia no vez jugado Cf;tc juego el saldo que arroja tiene contA:nidos
está alli para ser usada o dejada de lado (uso negativo), superlativos: el odio da paso a la creación y la manipula-
se les deberá proporcionar pequ ellas unidades socia les ción da lugar al uso del objeto.
para contener el proceso de crecimient.o adolescente En est.c contmct,o altamente libidinal, Ja agresividad
.J.Winnicott, 1968). es inherente ni proceso de estructuración subjetiva, en
la medida que hay corte y separación, el objeto se vuelve
Crecer es un acto agresivo de posesión de un lugar real y externo. La adolescencia rcactualiza la fluctua-
que se gana al otro, 1l"tnrves-dela peliii'."'Cuando el ción entre unión y separación, pérdidas y adqui;;icio-
n!ño se transforma en adulto lo hace sobre erraaavcr nes, y a la vez el encuentro con la exterioridad y la
de un adulto. La propuesta WiOJ1icolliana oeasi?sinato diferencia requiere el impulso agresivo. Estos encuen-
consohdll ifil pasaje simbólico quo promueve el encuen- tros y desencuentros irán dibujando el derrotero
tro con la propia potencialidad y con el sentimiento de identificatorio. Para fumé Rousillon la paradoja de la
vitalidad. Sin la desidealización do los padres no es destruclividaa ~~eria a la vez originaria y terminal en In
posible acceder a la instalación de la brecha generacio- medida que inaugura el ingreso a la problemática
nal, y para ello es necesario el cuc:ilionamiento de las edípica pero también marca ;;u disolución. El padre
certezas de los enunciados adultos. muerto en la fantasía sobrevive en la función
Tiempo tumultuoso, tanto pnra los hijos que crecen
,-- Con la condición de que 10$ adultos no abdiquen como para los padres en quienes se reactivan a lgunos
podemos considerar los esfuer1.os de los adolescente~ puntos olvidados de su propio transcurrir adolc~cente.
1 por encontrarse a sí mismoa y determinar su destino EJ l!_roccso de uno cabalga sobre las huellas del otro.
como lo más estimulante que nos ofrece la vida
._ CWinnicott, 1968). Según F'tlippe Gutton, Jos padres deben afrontar el con-
vertirse en~P'os inaiJecuadoti. Tntroducc así el con-
En esta operatoria de confrontación se hace evidente la cepto de. o soTl.'scencÍtfj definie~do el p_roceso de
importancia radical del otro en la constitución subjoliva, desinvesti ura pl!Teftt!!T en beneficio de la busqueda de

142 143
nuevos objetos. Como Ja_~pacidad _J?ara estar solo, la
obsolescencia es posible en interacción, es una deCensa paración de territorios- por otro, apropiars~ ?e la fuer-
que permite la elaboración de conflictos frente a un za vital que aporta el ejercicio de la h~st1h~ad como
objeto incestuoso -(:uyo deseo es un obstáculo- y ade- capacidad, no sólo como fuerza destructiva, smo co~o
más se opone a lo residual adolescente de los propios base de sentimientos de individuación y de cohesión
padrc:1. Implica superación y renuncia del deseo y del que aportan confianza y seguridad -las que nunca se-
objeto incei;tuoso, provoca caducidad, establece la dife- nin ciegas ni absolutas-. .
renciación entre el tiempo de la infoncía que conduce a La confrontación suministra entonces un capital
la represión del deseo y la maduroi: que conduce a su libidmal: además de aportar un sentido orgnnizad.or del
dominación, vía factible de conducción hacia el encuen- psiquismo separa y a la vez conserva la articulación de
tro con un objeto potencialment-e adecuado. Este deve- espacios. El adolescente que se diferencia no pierde el
nir confronta a los progenitores con circunstancias sentido de pertenencia ni el reconocimiento de 1011 demás,
dilicilcs de metnbolizar: la genitalización del hijo, su de modo que su tránsito, además de promover alteridad
desprendimiento y el propio envejecimiento. Es una -trabajo que nunca se asegurará definitivnmcn!A>- abona
verdadera puesta a prueba de la regulación narcisística el terreno para la remodelación identificatona.
del conjunto, debido a que el hijo pierde el sentido
majestuoso de la infancia, pero tambi<"n hay una pérdi-
da que opera l!lJ la fantasmática nnrcisístíca parental REORGANIZACIÓN IDEJl<"rWICATORlA
respecto del hijo como expectativa de continuidad
indiforcnciada o de oportunidad rcparntoria, La adolescencia constituye un lugar de interrogantes
El tránsito que describimos se verá perturbado por el e incertidumbre respecto de la reprcsenttlci~n de sí
compdifív~- ñfán de juventud de los padres, tan fre".. mismo y de la relación con los demás. El paso,¡e por la
cuontc en los códigos de la cultura posmoderna. La duda es inevitable, especialmente en cuanto al va~or Y
adullcz pierde peso como modelo y ltl iiocicdái:T propone sentido de las referencias idcmtificntorias. La. necesidad
lr[ai:lolcscentización, no sin producir algo d<•I orden de de diferenciación conduce al abandono del ObJcto paren-
lo corrupto~ fo¡; nñm'cS'centes quedlan oblig¡1dos a serpa- tal -como objeto y como modelo- estnbleci~ndose la
dres de sí· mismos. Esta situación más que aporTar orgonizncióll do una propia cosmovisión adolescente que
sl!'nti<ro aClibertaa arroja un sentimiento de abandono. reclamará nuevos identificantes y nuevas metas.
También las respuestas autoritarias de los padres sofo-
caran su alcance, dejando tras de sí estados de someti- La identificación constituye un pívot central ~n la
miento y hostilidad incapaces de transformarse en coruititución del psiquismo como operatoria a pamr de
potencia. Si se eclipsa su resultado -por cualquiera de la cual se constituye y se transforma una pénona, es-
las vías posibles- el adolescente no reconoce un lugar tablece una articulación exterior-interior dando, ~~ta
ganado sino que se queda con un lugar perdido; la ins- de la cualidad abierta del psiqubmo y su po<ib1lidad
cripción del crecimiento no tendrá cabido. Sin posibili- de reorganización continua <Vt>cslir, 200)).
dad de confrontación en un marco saludable el
adolescente no alcanzará el plus que acarrea su trami- La adolescencia es un momento clave de reorganiza-
tación: por un lado hacer una brecha -n1arca11do se- ción idcntificatoria, ya que las nuevas signifi~a~iones
desencadenan movimientos en su trama, mov1m1entos
144
145
que determinan cambios en la subjetividad. 11:ste es un Queda planteada una rQformulnción de la historia a
trabajo que insume tiempo y exige el vencimiento de partir de la cual el adolescente puede desprenderse del
las propias resistencias. niño que fue y del ideal infantil constituido en super-
La remodelución identificatoria permite un progreso, posición de ijU deseo con el de sus padres. El proyecto
desde la primacía del yo ideal del tiempo de la infancia 1dentificatorio incluye In idea de un cambio y conlleva
a la construcc1on Cle 1<teules"-propios vinculados "con ra una distancia temporal en su alcance o consecución.
,,_
categoría del ideal del vo, categoría que también debérá Al incluir la brecha del tiempo favorece la resigrufica-
..-ser despejada de lns condiciones infantiles de estructu- ción de Ja temporalidad, ~e abre la dimensión de futu-
ración. tarea primordial para un nuevo diseno. La forma- ro -que ya no es "hoy" como en el tiempo de la infancia-.
ción ®1 ideal del yo tiene importancia teórica como Ademá!I de contener unn promesa de placer como con-
así también visibiliaad clínica en In medida que invo- dición nece,aria paro la remodelnción del yo, el proyec-
lucra las vicisitudes alr11dedor de la creación de to identilicatorio implica movilidad psíquica yñCCiOñés
apoyaturas trnn,icionalcs que, S<'parando al adoles- especificas. Por definición ofreceñi una sahda, y en su
cente de la posición de hijo, abr<'n la dimensión de la tráiiSíW-el campo social alcanzará otra significación: la
posición paterna. de impre~indible. ~;f1.>c:tivamcnte, SOtilcncr un proyecto
Inmerso el adolescente en In tarea de resignificación, y desplegar icre de la creación de soportes
se abrirá un juego entre la dimensión narcisista y la vinculare exogámico que comprt•nden la libidinización
dimensión rel11cional. El jugar r :o;er otro será con otros del encuentro ros. Ningún proyecto se realiza en
y estará movido por idenl!'s, ilusiones y fantasías como aislamiento.
propiedad de un yo que empieza construir su propio Sabemos que las idcnlificaciones son portadoras de una
proyecto identificatorio. Piera Au lngnier (1986) designa hi~toria que no sólo se cilie ni entorno de advenimiento
de este modo a: del sujeto sino que transmite la historia de las generacio-
nes que le precedieron. Phm~a on su seno Ja paradoja
[... ] los enunciados suce$ivos por Jos cuales el sajeto inevitable de constitución y nlionación ni mismo tiempo,
define (para él y parn los otros) su anhelo identificatorio, y es por esle doble carácter que la remodelación
es decir, su idMI. El "proyecto" es lo que, en ln escena idenlilicatoria csu1rá t1lravcsadn necesariamente por el
de lo concicnte, se manifiesta como efectos de mecanis- trabajo de desidenlificación, larea que s61o es posible
mos u1consc1enteK propios de In identificación; repre- emprender dentro do un sostenido lr¡¡-bajo de historización
senta, en cadn etapa, el compromiso en acción. del yo. Desidentificarse tiene un registro de desgarro y
encierra la amenaza de pérdida del amor y del reconoci-
Proyecto que quedará definido como~
miento en términos idcntit.arios, poro su instrumentación
deviene en oirlgeno vital parn el psiqui$mo. El complejo
la nutooonstrucción col\tinua del Yo por el Yo, netesaria
interju identificación-dcsid · ~ tÍfne un papel
para qu<' Cl!t.a instancia pueda proyectarse e11 wí movi-
truento temporal, proyección d~ la que depende In propia preponderan en a tramitación adolescente aunque no
existencia del Yo. ~ a la temwl'l\licfad y acceso a la es privativo de eUa. Una vez habilitado, este interjuego se
hi.:¡torización de lo experimentAdo van de la mano: la en· convierte en posibilidad permanente del psiquismo que
trada en escena del Yo e¡¡, al mismo tiempo, entradá en aporta complcjización y produce rearticulación continua
~na de W1 ticml)9 hi.•torizado <Aulagnier, 1975). - entre pasado, presente y futuro.

146
- 147
Haydeé F°:imberg acuñó el término "telescopage" de La hii;torización en la adolescencia tiene una ampli-
las generaciones para describir la condensación tud y un ritmo un tanto vertiginoso en la medida que,
identificatoria que produce alienación del yo: describe la '" todo ha ido bien, el adolescente tiene que efectuar un
existencia de identificaciones condensadas e inconscien- ruprocesnmiento de todas sus representaciones: su cuer-
les por las que el sujeto se somete a la hi~toria de otro. po cambia, su~ referentes cambian, su relación con los
La identidad guarda un sentimiento de extraileza y la otros se modifica, su relación con la sociedad también.
diferencia generacional enlazada a la remodelación La inclusión de las diferencias tiene un sentido organi-
identificatoria muestra su auRencia en loi; signos de la zador para el psiquismo y si no hubiera referencias
psicosis. La historia no vivida J>-Or el sujeto mismo pero idcntificatorias estables tendríamos como saldo un Yo
encriptada en él, promueve un tiempo repetitivo, resul- severamente afectado, pero si nada cambia no habría
tado de un proceso de intrusión que no dio lugar a ser. adolescencia ( Hornslcin, 1993).
Este anudamiento identificatorio contiene un mudo Identidad y adolescencia guardan una vinculación
Recreto y constituye un vinculo entre generaciones in- de parentesco que se hace evidente en el desconcierto
c~paz de ser representado. El pasaje a su representa- que con frecuencia se ob~erva frente a la pregunta que
ción i;ólo será posible a través de un trabajo Ja interroga: ¿quién soy yo? Definir la identidad re-
interpretativo que -habilitando la de11identificación- re· quiere cierta traducción al lenguaje psicoanalítico ya
establezca la liberación del de~eo y la constítución del que no pertenece a ~u bagaje teórico. La identidad. es
futuro. imagen y sentimiento. Por un lado es una opert\t1ón
El trabajo de historización en la adolescencia per- intelectual que describe existencia, pertenencia, acti-
mite.'ª operación de construcción del pasado, la cons- tud corporal; por otro, es un sentimiento, un estado
trucción de un fondo de memoria que hará posible del ser, una experiencia interior que corresponde a un
poner al amparo del olvido al tiempo de In infancia el reconocimiento de si que se modifica con el devenir
cual funciona como garantía do certidumbre CRother Hornstein, 2003). Sin duda In identidad es un
identificatoria. La posibilidad de investir el futuro que- concepto fuertemente enlazado al narcisismo y a las
da en interdependencia con la investidura del pasado identificaciones, al propio cuerpo como cápsula que
Y la historia personal suficientemente retenida deviene contiene el autoerolismo residual, y a lodo aquello que
garantía de la apuesta en el espacio relacional. No se la historia a1>ortó al eslado aclual de una pertiona.
define aquí a los contenidos representacionales pre- Señala el investimiento positivo de In representación
conscientes ni a aquellos que están bajo el efecto de Ja de sf al que se alude con el término •autoestima~.
represión sino quo este fondo de memoria no llega a Incluyo la idea de continuidad lomporal y por lo tanto
ser percibido -ni por el sujeto ni por los otros- como requiere ciertos anclajes inalienables que permitan el
un elemento de su pasado, pero tampoco está separa- reconocimiento a través de los cambios, reconocimien-
do del tiempo presente del cual íonna parte (Homstein, to de sí mismo y de los demás.
1993). Está en juego entonces la construcción de una
memoria que resguarda un capital, no solamente como El sentimiento de identidad mnnifiesta en superfi-
continente de recuerdos, sino como verdadero organi- cie lo cortjugación idcntificatoria de profundidad, es la
zador psíquico que facilita el sentido de integración y punla del iceberg -visible y co11cienle- y el desconcier-
continuidad. to identitario a menudo señala el trabajo de reorgan1-

148 149
zación de las identificacionea existentes hast.n la pu- que la constituya pero a su vez deberá conservar una
b<>rtad (Lada.me, 1999). apertura "electiva que garantice su penneab1hdad.

La relación entre identificaciones e identidad no es El estudio del apuntalamienl.o [...! pcnn!t" aprecia;.\
linl'al. La construcción de la identidad se apoyit en las en ~u cuantía el aporte de todos lo:; ~~Jetos -sea~ \
identificaciones pero al mismo tiempo se desprend(· de autocróticos 0 exteriores- a la coostrucc100 de un .su·
éstas. Condición de existenci.a y Bostcln dl' la continui· jeto que oscilará siempre entre elecciones de obJ~lo
dad del exi•tir remite a la con..tilución no fallida d1• la narcisist..ns (con el rcfuer¿o de laclausura, colendiC!a
identüicación primaria. Ésta es para Freud previa a en (') scnt{do de barrera), y eleccionc• d_e ~bJeto _!>Orj
toda elección de obj1•to. Punto de anclaje idcntificaC.Orio apunt.alnmicnto, que promue~e~a creaSvtdnd Y et-
que inscribe al sujeto en la cadena generacional. Por encuentro con el prójimo (coos1dern:dala Cl~uMura c:omo
medio de la identificación primaria se inscriben las frontera que favorece los inlércamb1~nnquez. 1991~
primeras trazat de lo narcisf•tico y di' lo edíp1co do loi;
padres CRother Homst.cin, 2()03).
-----
Hay una relación facilitada entre el concepto de
transicionalidad y la adolescencia en cuanto que ambos
Cabe subrayar entonces, que en la adolescencia se- evocan movimiento ;; -transrorn~ción. El concepto ~e
rán objeto de exigencia los anudamientos identifica torios eSQª .o tnu¡,sjciooal.(Wi?~cott) s braya el la.:~ social
existentes; en caso de ser ellos una base endeble, el eilíftonsÍifución subjetiv~. P a adolc_sccncui. no es
trabajo de historiwción se verá dificultado. Dicho de una apacible transición; desde l~ in~rasubJ~t1vo se pone r
otro modo, I~ rer:nodel~ción. idenliiicatori.a exige cumeir- en. jaque la organi1.acióo nan:i:;istiea.- obliga~do a un
tos ele i~gan•zag1éa pn1um1a i sccu11dar1a, de Jo contra- rencomodruniento en e~m dimensión; de.sd~ lo intcrsub-
rio no abrá un nuevo producto como acontecinrlen!!f jetivo el trabajo esencial es de re-c~noc;1m1ento! a~pta­
/ adolescente sino re-producción como catástrofe. El J:!lm· ción y apuntalamiento en el tcmtono ex~gauuco, e:!_}
bio ndolescent.e que compromete pensamiento, cuerpo y que se abre con todo su potencial exp1orator~
vínculos necesariamente se sustcnlá en la organiulcíóñ
identificatoria pre-existente. La creación do una nueva
realidad expresada en la irrupción de ciertas psicosis,
frecuente en la adolescencia, denuncia Ja ausencia de
este soporte. Pero hay otra organización posible igual-
( CONS'l'ltuCCIÓN DEL AflJERA
- )

El acceso adolescente a un ~gar simbólico distinto i:e


mente costosa para ol psiquismo: el déficit identilicatorio define por la construcción de un af~ como categori.a
reproduce un nuevo vacío que toma la forma de disfun· que inscribo el crecimiento. ~llo supone atravesar .los
ción intelectual, obturando el alcance de la cualidad límites del territorio endogá~o a tr11v~s de una _sahc:l.a
simbolizante del pensar. ca+iaz de habilitar .cLenf;®ntro con To_nu~vo y d1fe~n­
El armado idenlitario no puede soslayar la diferen- tef"'la clave del proceliO adolescente reside en que lo
ciación de lo propio y de lo extraño, lo que implica el extra-familiar devenga más importante que el cam~o
alca ncc de la discriminación pero también constituye familiar incluso sobre todo en términos de econom1a
una exigencia de funcionamiento en el campo social, ya libidinai" (Rodulfo, M. y Rodulfo, R., 19861. l_ .
que nadie deviene personalizado si no es apuntalado en Por supuesto que la búsqueda de nuev~Jetos m·
el campo social. La identidad requiere cierta clausura cluye Ja tramitación pulsional, pero lo que agrega sus·

150 Jól
tancia_ psíqu~ca es la po~ción de protagonismo que El trabajo psíquico en el e:;pacio de la intersub-
debera asumir el a(!piescenle en la consecucí6n de la _, jetividad es el de hacer vínculos. El vínculo impone un
sali~a ex~g~míc:8. Taml>lén aquí se -hace preseñte'Ta trabajo al psiquismo, como lo es la creación de operacio-
1_ des1den~1f1cac1ón con los objetos de la cultura nes comunes, ya sean defensivas o de producción. Esto
endogámica. Podemos pensar la inserción del adoles- sólo es posible si se logra inve:;iir un "nosotros" fuera
c~nte en los grupós ae pares como apoyaturas necesa- de las gamias de pertenencia como dimensión en la que
nas JSlirá la l'ellló<l~lación 1~entificatoria; el grupo es~ acción, pensamiento y erotismo encuentren destinata·
~ampo de concreción y elaboración con otros. Sin Ja rios habilitados para el intercambio. Inclusión que com·
mterfen:ncia .de los ~dull~s el adolescente podrá crear, prometerá un cuerpo erotizado y erotizante capaz de
pensar, 1mngmar y Jugar poniendo en evidencin la in- involucrarse llegada la ocasión. Surgirán así nuevos
vestidura de espacios y objetos en este nuevo ámbito consignatarios que garanticen a su vez el retorno de
rec?rrido en el cual queda subrayado el valor de t~ una cuota de placer como moneda circulante. Siempre
amistad como entramado de suotento vincular. Además y cuando estoo anclajes referenciales mantengan este
de ser un escenario privilegiado de circulación libídinal "nosotros" mv%tido, la noción de libertad podrá consti-
la creación de lazos amísto~os facilita la salida dei tuirse como motivación de sostén de estos espacios so-
ámbito familiar, soporte por excelencia en el tiempo de ciales, verdaderas plataformas para la acción con
la infancia. sentido, con afecto y con principios. Acción que se dife-
. :iera Aulagni~r_introduce Ja noción de contrato nar- rencia de la actuación.
c~- P_!lra indicar que caCiií sujeto viene al ~do El desarrollo del pensamiento abstracto, propio del
_ como portador de la misión de a,;egurar Ta con"tlmrldad momento adolescente, contribuye a dar mayor profun-
ge.!!Jl!!!~onat y, w;i, la deT ci>njunto social al qut'l>Crt.e- didad a los cuestionamientos y plant.eos de este tramo,
~~- Tiene. ~n .lugar en el grupo y a su vez éste lo favoreciendo la búsqueda de nuevos tránsitos. Pero
mv¡ste narc1slst1camente. Esta voz comunitaria incluye este desarrollo es gradual e inacabado, por lo que nos
ideales Y valores, transmite la cultura y los enunciados obliga a distinguir el andar exploratorio -en el que el
que la identifican. Cada sujeto tomará eso para sí, de pensamiento transcurre muchas veces por la acción-
manera que se pone en~'dcncia la función identifican. de ª!Etas conductas vacías que no tienen fin ni prin-
te qu_e el co_ntrato ti_ene ~~.r1~r contrato eme!l[~e cipio. Filippc Gutton señala aquí un fracaso en la
las vncu!o,. pnmanos nvl.ste al sujeto antes de na- subje ación adolescente en tanto el vagar reemplaza
\ cer, pero hay otro contrato que se establece en lo:; vfu. los vínculos inten;ubjetivos, y el lugar concreto -andar
de aquí para allá- no da espacio al lugar emocional. La
~ culos secundarios, ya sea en reTa.c1ones de continuidad,
de complemcnlanedad, de coop~ración, de producclón, acción así concebida desaloja la imaginación, despoja de
de opos1c16ni.. que siempre reactivará las cond1c1oncSl!!f Ja posibilidad de fantasear, desviste al pensamienlo de
Ja capacidad desiderativa que contiene. El movimiento
que fue instaurado el primero aunque constitüyari ver- i;obreinvestido constituye una defensa contra sensa-
daderas posll>lllc'.llldes ae apenu-ra en el encuentro con
ciones de inquietud o momentos de des-integración que
nuevos soportes identificatorios, situaciones eficaces amenazan la continuidad del ser y pueden constituir
para_investi.r la grupalidad, el compromiso, el estudio y la base de ciertos actos de fuga -actos bulímicos,
\ demas funciones valorizadas de lo social.
adicciones severas, accidentes reiterados, etc.- ya sea

152 153
con sentido de descarga o como medidas extremas de ALGUNAS COSSIUERACIOJl.'ES FINALES
encuentro con un cu<'rpo al que no se siente propio.
Errancias de acción que justamente señalan lo opues- Los conceptos señalados han sido formulados separa-
to a la co~cciQn {j.Ql afuera como lugar emocional damente sólo a los efectos de su descripción. Considero
de existencia compartid~ que permiten <.'Omprender algunos aspectos de la singu-
Pero debemos !le1\alar..qLe el pasaje a la cxogamia laridad de un proceso complejo como así mismo obser-
requiere condicionc11 pnra su instauración, siendo una var el alcance que permite su desenvolvimiento y la
labor que lleva una cxtensión considerable en el tiem- importancia de los obstáculos que puedan suponer su
po, extensión hecha de ensayo y error y no ~iempre fracaso.
alcanzada. En la transición adolescente el medio tiene Las operaciones aludidas tienen como bruw un fun-
por función ofrecer oportunidades que transformen al cionamiento diferenciado de los sistemas p;;íquicos por
espacio social en un campo de en.~ayo apto para Ja lo que requieren una organización alcan7.ada n través
exploración, en una zona lransicional definida esencial· del pasaje por el complejo de Edipo. En la medi~a q11,e
mente por la coexiHtcncia de lo existente y to aún no el padre excluye al niño --0xclusión qu°"ii'"Sereoct.ivn en
advenido. Recordemos que la adolescencia también re- 111 ~adoíescenCla , so tonstit.uye al aúsmo tiempo en ri-
presenta un intervalo entre una pérdida segura y una val y modelo"" Estainterdfoción produce la diferencia-
incierta adquisición, un momento en que todavía no se ción de funciones y de instancias; es a trav~¡¡ del Edipo
han establecido lazos Beguros y confiables que hagan que se instalará la proyección hacia el rol de futuro
posible la sustitución del ambiente endogámico. Como genitor (Homstein, 2000). Estos movimientos constilu·
ningún espacio social articula tan rápido ni tan bien lo tivos del psiquismo son reafirmados en la adolescencia,
antiguo con lo nuevo se produce a menudo la vivencia de modo que encuentran una nueva oportunidad de
de un tiempo en cierto modo suspendido. tramitación. De hecho, la confrontación involucra as-
El espacio del afuc>ra es proveedor continuo de matri- pectos de rivalidad cdípica; la remodelación identifica-
ces .!dentificatorias, marcas de la cultura portaaoras efe toria y la constitución del afuera son también tributarias
ideales y valores fustituidos en cada momento histórico de su alcance. Podría decirse que el trabaje psíquico en
de modo tal que se establece un proceso identificatorio
• la adolescencia opera como segundo tiempo en la orga·
social. Pero la situación de crisis de las significaciones nización del psiquismo, tiempo que promueve una cons-
imaginarias sociales (Castoriadis, 1997) señala la dilu- trucción subjetiva en el sentido de aquello que remite
ción de los apuntalamientos y la peligrosidad de un al atravesamiento histórico-social y se abre al espacio
vaciamiento de sentido bajo la primacía de la imagen, exterior en donde se vuelcan los pensamientos Y las
de la inmediatez )'. Ia!>aññlídad. El traoajo anlllttíco producciones de un sujeto.
con adolescentes, !Tiás-que ningúno, instala la vigencia La intervención analítica e o ~nflicto
del interrogante acerca de las condiciones bajo las cua- corre con la ventaja de u construcción yoi9a)y una
les es osible investir el ful.uro como c~orla do_l!J>er- narcisización suficiente, sos amovilidad psí-
\ ura y continuidad y e _ so ros como modo dé quica hecha de hilván y registro que facilita la bús-
) producción en la realidad compartida. ...;- queda de nuevos sentidos. La idea de conflicto alude
a la existencia de un sentido de ser como unidad que
aleja el fantasma de la disgregación psíquica. En tal

154 155
caso el tr.abajo analítico podrá apuntalar la expansión, analista y paciente estarán en espera, como dice Piera
la conqmsta de nuevos territorios, la modulación de Aulagnier (1984),
los alcances. Transicionalidad y juego serán un hecho
en un campo donde la acción no está excluida, ya que de las palabras, los afectos, los recuerdos, los sueños
el a~olescente en la medida que "hacen, construye pen- que pudieran permitir a uno y otro recuperar los iden-
samientos, elabora ideas, procesa emociones inscribe tificados perdidos, reprimidos, hasta nunca poseídos, y
represe~taciones. En cambio, aquellos adolesc~ntcs que empero representan momentos y partes de la vida y
han tenido una historia de déficit, de traumas, de obs- del ser del Yo, que debe poder recuperarlos para no
táculos en la narcisización -con afectación en la con- vivir como un muLilado, un "disminuido", definitivo.
tinuidad del existir, en términos de Winnicott- están
e:i desventaja para realizar el trabajo que supone este Las últimas 1>alabras de esta cita se juntan con el
tiempo, aunque ello no signifique -en el sentido tera- epígrafe inicial. Ambos advierten riesgos y destacan la
péutico- una situación sin salida. Veremos a adoles- importancia de reflexionar acerca de la organización
centes en términos cronológicos pero no en cuanto a la identitaria en la adolescencia, ya que, si se produce su
movilidad psíquica propia de la tramitación reseñada. obturación, es capaz de fijar las modalidades persona-
Es menester reconocer en estos casos una clínica dife- les en armados caracterológicos que tornan bastante
rente, tanto en la modalidad del paciente como en la improbable la realización del trabajo psíquico propio de
intei;ención del analista. Aquí, la labor terapéutica este tiempo.
t~ans1ta por el límite sinuoso entre restitución y pér- Si la operación de confrontación no se habilita, el
dida de la organización psíquica, lo que puede ser cx- riesgo es que el adolescente, en vez de adquirir una
p~esado de mu.y diversas maneras, por ejemplo, con madurez que sienta real, sostenga una vida adaptativa,
silencio sostemdo, ruptura de la cadena asociativa pagando el costo de perder creatividad. Si la agresión
ausencia de recuerdos o de producción onírica déficit implícita no halla vías de tramitación, nos encontrare-
en la simbolización, indiferencia hecha de aisÍamien- mos con sujetos reactivos que viven entre el someti-
to, acciones de riesgo, etc., en combinatorias diversas, mienlo y el hostigamiento. Si la tramitación de un
smgulares. El problema de la identidad es roflej;¡do en proyecto identificatorio no se alcanza, el adolescente
la organiza~ misma del señtimiento de sí,_ es¡;-;s, podrá quedarse en quietud, alimentando el vacío, tlll
en el ser, más que en los vaivenes del hacer o del vez la depresión, o un "llenadon artificial, como las
t~ner: _El an~lis.ta ocupa un Jugar central en la reorga- adicciones o los embarazos prematuros. El futuro que
°:1zac1on subJeti'l11, _se~ WllüiicJl.tt queda comprome- no se inviste como un tiempo prometedor se vive como
tido e~ poi:sona Esto incluye el aporte de su propio una promesa de vacío. Si la inclusión_en la grupalidad
potenc~aT súñl)¡j'fuante para hacer el enlace de repre- no se logra, la consecuencia es el encierro, Ja mlííbici?n
~en~c1ones de las que el paciente no dispone, es decir de ta movilidad social-y la sensación ligada es la de ~o
unphca que funcione como su fondo de memoria aun- ser Joven o no estar provisto para e1 intercambio. Inhi-
q~e el.paciente sea el único que posea el registro.de su bidos, aislados, érriít1cos o errantes, a menudo Jos sín-
h:stona. Sólo espacio y tiempo en el trabajo de análi- tomas se anudan a la organización del intelecto
sis podrán quizás iluminar las facetas del rompecabe- / (estancamientos educativos, desconcentración, parálisis
zas identificatorio, no sin incluir períodos en los que vocacionales) o se enlazan al cuerpo propio (obesidad,

156 157
b.ulimia/anorcxia) cuando no hay acceso al cuerpo so· Dorey, R., Cutoriadis, C. y otros (1991): El mro11BCunte y la
c1al. El nesgo, en definitiva, es el de vivir en encierros rie11da, Buenos Aires, Amorrortu, 1993.
o en errancirui. Enriqun, E. ( 1991): "El su1eto humano: de 111 clau<urn identi·
He querido destacar el trabajo psíquico comprometi· tarin a In apertura al mundo•, en R. Dorcy, C. Castoriadis
do en la búi;queda y la inclusión de lo nuevo ~mo y otro& 11991): El in~te y la dttu:lfl, ob. cit.
marca inédita o transformación de lo existente- que Faimberg, 11. 11993): "El telescopage (encaje) de las genera·
ubica a In ndolei;cencia en su carácter de tramitación cione• (Acerca de In genealogía de cil'rtaa id('nlificncio-
psi~uica, iiubra?'~do en la misma el sentido de reH1gnifi· n<>H), <'n R. Klics, 11. Fnimberg, i\l. Enriquez y J Saranes,
cac1ón y advcnun1ento necesarios para la instalación en Tr(lfrnmisid11 de la uída psíquica e11tre gr1uw1rit>111•s, Ruí'·
un espacio-tiempo que permita el placer que deviene nos Aires, Amorrortu, 1996.
Freud, S. 0905): Tres ensayos de una teoria SPXual, Buenos
de l cuerpo en intercambio y del pensamiento cuando es
Aires, AE, vol. Vil, 1987.
~ropio. r:n tal sentido, la adolescencia lleva implícita la
- {1909): "Lo novela fürniliar de los neuróticos", Obras Com·
idea d~ permeabilidad y movimiento, de modo que pue- pirla.~. AE, vol. IX, 1987.
do decirse que no es adolescente quien llt:'ga sino quien Gutton, P (1991): Lo puberal, Buenos AirPs, PAid~. 1993.
puede llegar a ser. llornslcin, L. (1993J: Proctica psicoonalít1ea r hiBloria, Bue-
nos Aires, Paidós.
-<2000): Nnrn11smo. Aul-Oestima, í.delllúlad. alttrídad, Bue-
BIBLIOGRAFIA nos Aires, Paid6a.
Kiíes, R ( 1993>: El grupo y el sujeto di!/ grupo, Bu<>nos Aíres,
Auln¡¡nier, P. (1975): La vwlencia en la ín1trpn:tat1ón, Bue- Amorrortu.
nos Aire11, Amorrortu, 1993. Kaes, R: Faimberg, H.; Enriquez, M., Barones, J. (1993>:
- <1984!: Apn'ndiz d€ hí..9toriador y m(ll'stro brUJ(), Buenos Tra11smioiótt de lo uída psíquica entre ge11rrnrio11e1, Bue-
Aires, Amorrortu, 1997. nos Airea, Amorrortu, 1996.
- 0.986): U11 mtc1rprete e1i busca de sentidcs, But•nos Aires, Kristt'va, J. (1993): Las nuevas enfermedades del alma,
Siglo xxr, 1994. Madrid, CáLedra.
0991): "Construir<se) un pasado", Revista di' APdcBA, vol. Ladnmc, ~'. (1999): "¿Para qué una identidad'! Del embrollo
XIII, "Adolescencia". de las idt•nti licaciones y de su reorganización en la adoles·
Cno, M. (1997): Pln11eta adole11tt11te. Cartogro[ra p.,iroa110/ltica C<•ncia", Rcursla de APdeBA, vol. XXIII, nº 2, "AdolCl!Ccli·
para w1a exploraci6n cultural, Buenos Airea, Gráfica cin, historin·cmgma•, 2001.
Guadalupe. Lrmcr, H. <2004): "Adolescencia, trauma, identidad", Rt•t•ista
Castorindis·Aulagnier, P. (1975): La viole11c1a de /a 111terpre· Actunlufad P.,íroltigu:a, septiembre, año XXIX, n• 323.
tac1ó11, Buenos Aires, Amorrortu, 1993. Palazzmi, L. (2001): "Espacialidad psíquica <•n la adolt>scen-
- (1997J: El twom:e d€ la insignificancia, Buenos Aires, cia. Proceso y transición", Seminarios de Extt-nsión, Ate-
Eudeba. neo de Estudios Psicoanalíticos, Rosario, agOHto.
Cuadernoa de APdeBA, n• 1, "Pubertad. 1fütorización en la - <2001): "Potcncinlidad adolescente•, trabnjo presentado en
adolcacencia", Dcpto. De niñez y adolescencia, Buenos AJ. laa Jornadas lnterdisciplinarias Médico-Psicológicas orga·
r<>s, APA. 1999. nizada• por In Cátedra de Ginecología de la F11cultad de
Dolto, F., Tollich, C. D. y Pen:heminier, C. (1989J: Palabras Ciencias Médicas, Sección AdolescenciA, Universidad Na-
para adolescMtes o el complejo de la langosta, Buenos cional de ROl!ario, agosto.
Airns, Atlántida. - !2002>: "Psicoanálisis de adolescentes: Memoria y v11cío.

158 159
Avatares de la subJcl1vación", Seminario de Extensión, 7. LA TERMINACIÓN DE LA ADOLESCENCIA
Ateneo de Estudios Psicoanallticos, Roeario, mayo.
Revista di' Psicoanálisis: APdeBA, vol. XIII, •Adolescencia", A1c1ru. Trtlnik de Merea
1991.
Rev1Sta de APtkBA, vol. xxm, n• 2, "Adol~ncia. Historia·
Enigma•, 2001.
Pero no rt malo comenzar con eSÚl rebelión
Rodulfo, R C1999): El 11itlo y el s¡gn1fü:ante, Buenos rures, desnuda: e11 ti or1gm ~ todo, estd, priflU!ro, el
Paidós. rechazo. Ahora q1te se aleje" los v1~jo;¡, que dojen
Rodulfo, M. y Rodulfo R. (1992): Clbuca psicoanaUt1ca en a tale adolesce11te hablar a su.9 lrer11tallos: •'renta
niños y ado/esuntes, Buenos Aires, Lugar Editorial. t~inie aiio8 y no ,wrmitiré que n<Jdie diga que r•
Rother de Hornstein, M. C. (200ll: "Identificación. Una aven· lo tdod mas hermoao de lo ""'º•.
tura abierta", Panel: Cuerpo, identificación y cultura, So- Ju.'< PAllL S,umc.E, prólogo a Aden Arobto,
ciedad Psicoanalflica dt'I Sur, 18 de ~(·pliembre. de Paul Nízan.
- (2003): "Identidad y devenir subjetivo", en Lerner, 11.
(cornp.), PsicOOJ1(il1sis. Cambfos y perm<mencias, Buenos
Aires, Libros del Zon:al ¿Concluye la adolescencia? Mucho se ha dicho sobro
Rousillon, R (1991); Para<io.JOS y situaciones (ronleru4$ del lo,; prolegómenos y el advenimiento de la misma, su
psil'Oanóli.•is, Buenos Aires, Amorrortu prototípica conflictiva, su fuerza pulsional, la amb1va·
Vecslir, llf. <2001): "Cuerpo-1denlificación-cultura. Algunas lencia y el sufrimiento afectivo de los adolescentes.
refle~iones acerca del proceso identificatorio", Sociedad
Psicoannl!tica del Sur, 18 de septiembre. Relativamente menos so ha hablado sobre las condicio·
Winnicott, D. (1984): Lo famúia y el desarrollo del indtviduo, nes que permiten su conclusión. Hay un hecho que
Buenoe Aires, Paidóe resulta contundente y que quiero considl'rar aquí: con
- (1986): Realidad y ;uego, Buenos Aires, Ged.isa. la terminación de la adolescencia, t~nnina la mfancia.
- <1993): El hogar nutstro punto de porlída, Buen~ rures, Nuestra cultura propicia y tiene expcct.ativas acerca
Paidós. de que un nino deje de serlo; el comienzo p~icofisico do
- !1999): Escritos de pediatrla y psicoonólisis, Buenos Aires, la pubertad, con los notables cambios corporales y
Paidóe. actitudinales, es muy esperado. ¿Pero ocurre lo mismo
con el fin de la adolescencia? ¿Cuándo se observa dicho
fin? En este caso el limite no es t.an preciso y no es
solamente por atenemos a la singulandad de cada pro·
ceso, a sus circunstancias, a las tramas fnmiHar y so-
cial en las que están insertos. Parecioru que, junto con
los descubrimientos cient1ficos que alientan un prome·
dio de vida más elevado, la adolescencia se equipara a
un ideal de juventud y no solamente a un período vital
y evolutivo que va a dar lugar a la misma.
¿Cómo propiciar y alent.ar su conclusión si la imagen
adolescente impone su estética, marca las tendencias,
los gustos, el lenguaje y su particular jerga, la moda,

160 161
lo¡; éxitos musicales y deportivos? ¿Cómo promover su dres, tcmel'Ol;Os de perder la juventud, lo evitan, o por-
fin si deja el sufrimiento para el interior de las familias que temen perder el amor infantil de sus hij06 y no se
y reserva para el adolescente el desparpajo, la omnipo- animan a poner límites, actúan, en ambo:; casos, como
tencia, el desafío, si se impone el ideal de cut'rpos cómplice:<, ideali7.ando la fuerza de los adole:;centes pero
sexuados perfecto~ en detrimento de adolcsccnlc¡¡ con impidiendo la natural necesidad de ser "matados" por
una genitalidad desarrollada, pero con una psicosexua- ellos. El miedo a poner límites por parte de los padres,
lidad incipiente y grandes desafíos por delante? ¿Cómo contrastara con la búsqueda de los adolescentes de di-
encarar el desafio que implica, en uno clapa de conmo- chos límites, a veces "sea como sea", porque es la posi-
vedora crisis vital, integrar pasado y presenl-0 hacia un bilidad de crecer.
futuro con identidad y proyecto per8onales? Por otra parLc, la necesidad que tiene el adolescente
A pesar de estas dificultades, consid(lra1·é algunos de encontrar nuevos parámetros idontificutorios, ele
parámetros que pcrmilan vislumbrar el pasaje de la romper at.adurns con Jos estilos relacionales previos (sin
adolescencia hacia la adultez, con la convicción dt' que "rompcr~c" en el inl-Onto), creando un estilo personal y
es el abandono de la infancia Ja circunstancia mus con- original, genera a veces en los padres tal fuN7.D de
movedora de este período de la vida. oposición. de rigidez, de incomprensión y de intoleran-
cia, que lo:; lleva a ver a esta etapa de crisis po~itiva
como una afrenta a los modelos y paut~ familiares y
BRECHA GENERACIONAL ~ocinlca establecidos. Por ende, los padres la conside-
ran digna de coartar o de limitar, no con la auwridad
El conflicto generacional surge como problcmnlica de adulta que renueva y alienta el cambio, smo con un
muchas dt' las consultas, debido a que los <•spacios autoritari11mo vt'jatorio de la búsqueda que implica la
ps1quicos, lugares y roles asignados se trastocan y i<e adolescencia.
confunden, junto con estados de ánimo también muy La socil'dad, con sus particulares pollticas educati-
cambinnt<-s. Si los padres se conducen como 1>adres vas y laborales, tiene una fuerte respommbilidad en la
excesivamente "amigueros", situación en In que todo es necesidad de establecer un límite afectuoso, un Hmite
aceptado, estimulado y compartido, impiden la lucha que, reconociendo su propia necesidad, no mande "al
necesaria, que deparará el desprenderse y consolidar rrent.c" (¡tnnt.as veces es y ha sido así!l al adolescente,
su propio estilo y manera de ser, a partir de -y n su vez creyendo que, como suele "enfrentar~, puede todo ilimi-
dejando do ser- el niño que se ha ido. tadamente.
En momentos en los que la confusión y lns posibilida-
d& yoicas son tan extremas -ausencia de límite:; o limi- En Ja siguiente viñeta clínica, alguno de los as¡x.-clos
te.q infranqueables, padres como amigo,; o padres como señalados dificultan el proceso de conclusión de la ado-
enemigos -que tienen una actitud poco amis~a o que lescencia-infancia.
con.qtituyen una rivalidad estimulante- son lo.~ que impi- Mariel, de 22 años, excelente cstudianlo de abogacía
den que el conflicto generacional sea la vía del logro de próxima a graduarse, consulta debido a que desde hace
una psicosexualidad en continua revisión y desarrollo. un par de meses, y por primera vez en toda su carrera,
La confrontación generacional es, as(, estructuranle. no puede estudiar, ni concentrarse, sufriendo palpita-
Si no confrontan con sus hijos, ya sea porque los pa- ciones y sensación de ahogo (angustia). Es muy eviden-

162 163
te, tonto para la inteligente joven como para su entor- \'ivida en su infancia. La alienta la juventud que pre-
no, que estos síntomas se relacionan con su próxima l'ervan, pero ella no puede permanecer como una nena
graduación, ya que nunca tuvo dificultades en el estu- para impedir su cnvejecimienw: debe armar su propio
dio, Aiempre supo lo que quería hacer, y por iníluencias y verdadero proyecw de vida y de realización personal.
familiares tiene buenas posibilidade:; laborales. Se pien- Éste es una "graduación~ que le resulta más ardua
sa independizar próximamente, hecho que toda su fa- que su graduación universitaria, pero ambos procesos
milia toma con "naturalidad". Todas estas explicaciones concluyen con formas de procesamiento más personales
que ~e da a sí misma y comparte con otros, no alivian y auténticas.
su malestar. Dice que esto que siente (angustia) quisie-
ra sacárselo de encima, pero que, a su vez, le hace
poder decir "no sé". Éste es un pcnsomient.o que mu- LA CONFJ,JCT!VA EDÍPlCA CAMHIOS
chas veces escuchó en otros, pero nunca lo había podido F;N LA MODALIDAD DE DEPEN08NCIA
scnllr como propio.
Al indagar sobre el comienzo del smtomn, recuerda una La conl11ctiva cd1pica se reactualiza en esta etapa en
situación que la conmocionó intensamente. Estaba en un toda su magnitud, pero también se reactualiza en la
bar cercano a la facultad, con un grupo de amigos, y de generación de 10<; padres. El Edipo no es un conflicto
casualidad entraron sus padres; al verla se acercaron a la cerrado, como no es cerrada su resolución; interjuega
mesa y saludaron a todos. Uno de los amigos, al volver del en las distintas etapas de las relac1onco; familiares.
baño, le preguntó: ¿Esa pareja son amigos tuyos? Risas, El nacimicnw de un hijo -y esencialmcnw el prime·
comenta.nos ... Mariel recuerda que tras las risas, sintió ro- es conmocionante y tiene un sentido iniciálico: se
como uno puñalada en el pecho <anguAtia). ¿Cómo los "aprende>" a ser padre con el hijo, con In ca~i única e
padre!! van a p!ln'<:er amigos? O ellos son "demasiado" importante experiencia del hijo que uno ha sido y de la
chicos o Mariel es "demasiado" grande... ¡¡Confundirlos atención, cuidados y expectativas que aquella situación
con compañeros!! Si son iguales a ella, seguirán siendo ha generado. Es como si existiera una "marea" corpo-
siempre iguales ... ¿Y la brecha generacional que los dife- ral, una disposición, un estilo acuñado.
rencia? ¿A quién se parece ella? ¿Tiene algún proyecto No estoy dejando de considerar todas las modificacio-
"clliilinto y propio"? ¿Qué va a dejar o cambiar? nes, alternativas, búsquedas, oposiciones y remodcla-
Si bien Mariel, en el comienzo de la adolescencia, ciones que la vida ~n sentido amplio- y el propio sujeto
alrf..'dedor de los 14 o 15 años, tuvo fuertes peleas y han modelado a partir de dicho comienzo particular.
rebeldias y cree verse a la distancia como una "perfec- También la adolescencia, y las modificaciones en el
ta" adolescente, ahora piensa que para dejar de serlo, psiquismo que ésta acarrea, tienen un caracter iniciático
tiene que pasar -y desea hacerlo- por ciertos cambios, para el i;ujew, para el entorno y la familia. ¿Iniciático en
pero especialmente tiene que transitar incertidumbres qué Aentido? Para el adolescente. en la medida en que él
mayores que las perfecciones acostumbradas. Está en ya tiene un corto pero delimitado pasado, un presente
juego algo tan vital como concluir la exogamia. Recono- contradictorio y cambiante, con plenitud genit.al (pero no
ce que si sus padres parecen una poreja tan joven, es psicoi;exualidad), con un yo pletórico y con un "incon-
un tema de ellos y no implica que Mariel deba ubicarse mensurable" futuro en donde podrá forjar al adulto que
en el medio o a su lado, replicando la triangularidad desee y el mundo de sus expectativas. El adolescente

164 165
poder tolerar, esperar, confiar, conocer la vulnerabili- no un desligamiento implica el dolor de dejar de ser el
dad y falencias propias y ajenas es otro "gran" y po~ible chico protegido y sustentado por sus padres, en pos de
desafio. su propio proyecto afectivo.
Miguel, de 24 rulos, acude a la consulta muy angus-
tiado, luego de que su novia Claudia, dob años menor,
le plantea el deseo de terminar la relación que tenían IDENTIDAD SEXUAL
desde hacia más de dos años. El joven relata
pormcnorizadamente la diferencia cnlrc las dos fami- Lo posibilidad de establecer una identidad sexual
lias, la suya y la de Claudia. La propia, con pautas de definitiva se suele considerar como otro criterio de ter-
exigencia, esfuerzo, orden, realización personal y ma- minación de la adolescencia. ¿Es definitiva? Me in-
yor bienestar económico. Miguel es un reciente gradua- teresa considemr algunas ideas, desde lo individual, lo
do en ingeniería y ya ha comenzado a trabajar, luego intersubjetivo y lo sociaJ, para el replanteo de este
de algunas pasantías. La familia de Claudia es un parámetro.
"desbolc", a veces no hay comida, no se o~anizan, no En primera instancia, el concepto de identidad sexual
respetan horarios. Claudia a su vez es irregular en el proviene de la asunción de la identidad sexual "origi·
estudio, empieza y deja actividades, no parece ser re.s- nar que todo chico debe aceptar, luego de tener que
ponsable. Miguel señala cómo la ha ayudado a estu· descartar la bisexualidad tan complaciente de los pri·
diar, a que se organizara mejor, inclu.~o proponiéndole meros años de vida. La actividad sexual a la que el
ayuda económica frente a dificultades de i;u familia y adolescente accede no ofrece ninguna garanlía de que
regalándole cosas que pudiera necesitar. Hace un rela- .se baya logrado una identidad sexual definitiva. Ha-
to minucioso -casi reiterativcr de la familia, y de Clau- ciendo un rodeo y tomando el término "definitivo",
dia como parte de ella. ¿De quién está enamorado?, obscrvamo~ que en esta edad las relaciones tienden a
¿quién lo deja? Claudia lo quiere como novio, si bien a que baya muchos amores "defmitivos", muchos veces
veces le resulta facilitador que Miguel le resuelva sus "definitivos", poro con temor a implicarse en un com·
nccesidudes. Pero Miguel se ubica casi 111empre en un promiso afectivo "definitivo".
rol familiar paterno-materno y evila así su propia ur- Si cotejamos esta situación con consultM por ni1,os a
gencil\ de "ruptura" filial y de armado del proyecto los que lo salida de la bisexualidad les resulta muy
personal de su posible familia, con su propio estilo. dificultoso, con vivencias catastróficas de pérdida, pa-
Siente que su madre y padre dadores, "ordenados• (or. reciera que en el adolescente (y los que per:1i~ten atra-
denadorcg) le reclaman una fidelidad que vulnera la pados en esta problemática!, frente a la perentoriedad
conclusión de una modalidad de dependencia infantil. de satisfacer la pulsión, la búsqueda del otro es inten-
La angustia que ha generado lo inesperado de esta sa, pero también suscita temor y ansiedad de castra-
ruptura, dará posibilidades a Miguel de revisar que, ción vinculado!! con el del atrapamiento afoctivo.
como novio, se ubica en el lugar de un padre o madre Sabemos que en el comienzo de la pubcrt.ad es habi-
"dador", reactualizando esa misma ubicación para sí tual que los chicos "ensayen" con un par de su mismo
mismo y por lo tanto evitando su propio "rompimiento" sexo en la búsqueda del ejercicio de su propia
con las figuras parentales, hacia la exogamia. Poder genitnlidad, pero esto no implica, de ninguna manera,
tolerar que en dicha ruptura hay un acopio afectivo y desviación ni conflicto de identidad sexual. Con los

168 169
medios que se obtienen en la infancia, el proyecto de condiciones vinculares y, de manera fundamental, la
vido ><e hace en la adolescencia y, por ende, la aceptación y el dolor, en tanto duelo, por "no tener t-Odo".
psicosexualidad en su sentido más amplio también i;e Es por esto que, cuando se "infantiliza" u, opuesta·
concreta y i>e apuntala en dicha etapa. mente, se -adultiza" al adolescente, poniéndolo en el
Pnrecicra que nuestra sociedad está tendiendo a pedestal del que todo lo puede o en la ignominia de
"infantilítal"" -en tanto se exalta la ambi¡,ruedad en de- carecer dP todo, en referencia a las posibilidodes que la
tnml•nto de los hitos que marcan la diferenciación de sociedad le restringe, no se lo ayuda a dilucidar uno de
identidad sexual- en la medida en que sobrevalora el los dilemas que más lo acechan, esto es, lc>ncr que elegir,
cucirpo y el estilo adolescente. Esto lleva a una tendencia y elegir supone desechar y perder. Esto se rcficn) tanto
11 lo "indefinido", que se halla cargado, a su vez, de men- a la asunción de la identidad sexual como o la elección
Rajes ambivalentes: por un lado, la permanencia de una de pareja, o a la elección vocacional. Esa elt•cción es una
idl'ntidad de niño, idealizada pero fallida, y, por otro, la posibilidud, un logro y una concreción que, on la instan-
exigencia de desempeños y logros acordei; con lo "cspe- cia de Ju asunción de la identidad sexual, requiere, como
radow, lo cual no propicia proyccws idcntificatonos que ya ocurrió a temprana edad, una adecuada represión. Y
vl'hic;ulicen el pasaje de la adole.;eenc;ia hacia la adultez. tambi6n requierc una sociedad y un marco fnmiliar in·
El permanecer adole::.cente da garanlta dl' no diferencia- 'erto !'n ella que acepte la brecha generacional y la
ción, dll no cambio, en un momenw en que l'I logro de pérdida - y el logro- que implica la terminación de la
una remozada identidad otorga, a su vei, la posibilidad infancia-ndoll'scencia en el camino hacia la odultez. Si-
de eslllbkcer un propio proyecto de vida afectiva. tuarión que se engarza con el otro pnnímctro que consi-
Lo~ chicos, hasta alrededor de los 3 aflos y debido a deré como salida de esta etapa; la posibilidad de ejercer,
que la rl'pres1ón aun no está enteramente ínstaloda, no con y hocia otros, un vínculo de dependencia afectiva.
asumen la identidad del sexo con el que han sido dota-
dos, y e~ usi como pueden ser aHornativamonto nena o
nene, que "tiene• y "hace" bebés. Y cs en ci;te sentido CONCLUSIONES
que hablo de una perpetuación social de lo infantil, de
111 cual los medios y la publicidad son sus máR fuertes En ol comienzo de la adolescencia, es habituol obser-
trani>m1sores, dado que vierten mensajes de ombigüe- var fan(osfas de auloeogendramiento QUI' permiten e)
dad y de valonzación de este rasgo, el "vale todo" que imporlantP proceso de consolidación de la identidad y
indica lo~ fallos de la represión ncccbaria para concre- que, promediando aquélla, da lugar a reconocf.'r y rcco-
tar, en la adultcz, los proyectos adolc~cenles. Porque nocc>rse en el propio estilo y manera de ser. Aunque, si
los proyccws se van tejiendo en esta etapa, pero se dichas fantasías son muy intensas, llevan o que el
nL'Cesitn un medio (familia, sociedad) que los avale y adolescente Sf.' sienta críticamente incomprendido, a que
que permita su concreción. Esto resulta tao válido y no encuentre lazos que lo liguen a su familío, a sus
nl'C()Sariu en el aspecto de la ;dentidnd ~exunl como en progenitores. Y su entorno familiar se siente sorprendi-
el plano de las oportunidades del dl•sarrollo cducat1vo do e ineKperto frente ni desconocimiento de alguien tan
y laboral. El mecanismo de la represión, que implica un abruptamente "distinto•.
importante logro yoico y de identificnc1ón con el proge- Este movimiento afectivo vehiculiza la solida a la
nitor· del mi8mo sexo, requiere, por supuesto, cierta<; oxognmia y la necesidad del reconocimiento del armado

170 171
de su propio proyect.o vital Por supuesto que, en este Frcud, $.: "La metamorfosis de la pubertad", en Tres e11so)os
recorrido, suelen acontecer muchos temblores y terremo- poro u110 tcorla sexuol, Buenos Aires, Ainorrortu
tos. E.~ta meUifora intenta reflejar la intensidad y la Nizan, P. (1981): Adin Arabia, Buenos Aires, Ediciones de
ambivalencia de las emociones que se transitan: omnipo- La Flor.
tencia-impotencia, certeza-incertidumbre, fortaleza-<iebi· Radiguet, R. (1970>: El dioblo en eJ ciurpo, Madrid, Alianza
lidad, plenitud-vacío, reconocimiento-desconocimiento, Editorial
Snlinger, J O. Cl961 ): El cozodor oculto, Buenob Airea, Com·
soberbia-inocencia, ternura-odio. AJ concluir la adolescen·
pañía ~neral Fnbn 1 Editora.
cia, este tembladera! de oposiciones y cambios pcnnanen- Winnicott, O.W. (1979): El proceso de mod11mri611m1•l 11i1io,
tes va c<'Cliendo, en la medida en que el adolescente so Bnrcl.'>lonu, Editorial Lnia.
consol ida en su identidad y se reconoce a sí mismo y a - (1979): Escritos de pediatría y psicoanálisis, Bnrcclona,
los demás en su propio estilo y manera de ser. Editorial Lain.
Qu isiera resaltar acá que Ja facultad del adolC'scente • 0993>: La 1wturolezo kumono, Buenos Aires, P11idós.
de "l)('nsar" a otro dependiendo de él, instala en la sub-
jetividad la posibilidad de ser padre o madre. Ello no
implica que él/ella necesite esa concreción, pero sf le
permite salirse del lugar "único• de hijo y tener la viven-
cia de rcconOCA!r a los padres, con su:; fallas y sus acier-
tos, sus carencias, sus posibilidades, su prt·scncia y su
ausencia. 'fal vez sea por esta causa que la conclui;ión de
la adolescencia traiga muchas veces tanta "calma" frente
a la turbulencia pasada, pero también tanto dolor de
dejar de ser el hijo y el chico que se ha sido. Proceso
arduo y doloroso en el que a veces permanecen algunos
adu ltos, lejos ya de la edad de la adolcscenciu, en la
perpetua ilusión, reclamo, demanda o eterna espera del
encuentro con los padres anhelados de 111 infancia, ya
sea por su previa bonhomía o benevolencia, o por Ja
experiencia opuesta de distorsiones o carencias vinculares,
reales o imaginarias.

BIBLIOGRAFIA

Balint, M. (1982): La falta básica, Buenos Aires, Pnidós.


Blos, P. ( 1980): Los comienzos de la adolescencia, Buenos
Airt•R, Amorrortu.
-(1981): La tm11sicLón adolescente, Buenos Aircd, Amorrortu.

172 173
8. ADOLESCENCIA Y SUBJETIVIDAD:
TIEMPO DE TOMAR LA PALABRA

Eisa S11sa11a Cartolano

ALGUNAS CONSIDERACIONES GENERALES


ACf.RCA DE LA ADOLESCF.'.llCIA

La interrogación, la búsqueda de autenticidad, la


cuestión de la verdad y el admilir la muerte como po·
sibilidad propia son cuestiones qu<' el adolesccnle ate-
sora en su interior o despliega a través de la escritura
o alguna otra manifestación, aun las que efectúa sobre
su propio cuerpo. Los numerosos escritores adolesccn·
tes dan cuenta d<' este momento trascendente en la
vida de un SUJelo.
La problemálica del ser-en-el-mundo, la implicación
en la experiencia, la desposesión y la pérdida de sí
mismo, son todas cuestiones que hallamos en la filoso-
fia y que constituyen problemas e interrogantes para el
adolescente. Podríamos decir que es en la adolescencia
cuando el sujeto comienza a plantearse cuestiones refe-
ridas a su existencia en el mundo. No sólo se trata de
una cuestión acoren de la sexualidad y de una pregunta
por el origen, sino que el adolescente ya ha atravesado
ciertas formas de pensamiento que le permiten, en el
mejor de los casos, iniciar un traycct-0 especulativo al-
rededor del existir. No es un asunto casual que proble-
máticas propias de la filosofía nos permitan acercarnos
al tiempo de la adolescencia, ya que tul vez podríamos

175
afirmar que, salvo los poetas, DO hay en el hombre una Tal vez no hace falta decir que estas tramitaciones
época más proclive a interrogar su existencia como la ponen en juego la subjetividad del adolescente, dado
adolescencia, sin Jos beneficios de haber tenido una larga que estas nuevas operaciones que le son demandadas,
experiencia en el existir. comprometen su psique, su estar en el mundo, su rela-
La ndolesrencia constituye UD período cada vez más ción con los otros y con el lenguaje.
extendido en la vida humana. ¿Constituye !1Ólo un pe-
ríodo?•
La adolescencia se ubica en un tiempo en el cual, PSICOANÁLISIS Y El, TERMINO ºSUBJETMDADº
bajo la instancia de un argumento culturalmente esta-
blecido, se ponen en marcha aspiraciones que en gene- Poner en cuestión el tema de la subjelividad, indagar
ral sobropasan la posibilidad del adolescente. Éste se sobro los condiciones de su constitución, sus impasses,
ve onlonces compelido a responder a los deseos paren- sus munifci,taciones o su disolución, ocupa un lugar de
tales y n los ideales que la cultura le impone, en un interés en el Lrabajo con adolescentes. Pero pensar en
momento en que la tramitación adolescente tiene que adolc:lccncio y subjetividad es enlazar dos Lérminos que
articular el empuje pulsional, la busquedn de objeto se nos presentan de un modo muy general. Como pri-
sexual - atendiendo a las coordenadas psíquicas que se mera impresión, todo lo que tendríamos para decir de
establecieron en la temprana infancia y en los tiempos la adole,cencia implica la noción de subjetividad. Es
del Edipo- y el apremio de la realidad. Podemos decir prl:'Ci~a ml'nte esta noción tan amplia la que dbeamos
que el adole,;cente tiene que implementar una serie de interrogar o, al menos, dejar planteadas algunas cues-
operaciones consigo mismo y con el mundo externo, que tiones acerca de lo que llamamos subjetividad en psi-
lo llevan a posicionarse de un modo diferente a cuando coanálisis.
era un ni1,o. Una de esas operaciones es Ja confronta- El pensamiento contemporáneo ha puesto en primer
ción con la insuficiencia de la figura paterna y la con- lugar el debate de temas relacionados con la subjet1v(dad.
siguiente vivencia de desamparo. El eventual aumento En psicoanálisis, este término es definido de modos
de su capacidad de introspección y, al mismo tiempo, el diversos, distinto de como lo hacen en olras disciplinas,
experimentarse como alguien desconocido para sf mismo y esta multiple significación ha generado interesantes
- situación que en la adolescencia a veces toma un m11tiz cruces conccptuáles. Contar con un partornmn áruplie1
"trágico"- lleva al sujeto adolescente a momentos de bús- acerca de estas cuestiones llevaría a investigar metódi-
queda, de apertura, de interrogación. No se trata sólo de camente las producciones de las otras disciplinas y ello
la confrontación con el mundo de los adul«>s sino del demandaría efectuar un recorrido del concepto de "su-
descubrimiento de un universo de paradojas. Es la ac- jeto" y "subjetividad", objetivo que por el momento ex-
ción de la paradoja lo que mueve al adolescente a inte- cede el propó~ito de este trabajo.
rrogarse sobre sf mismo y sobre el mundo que lo rodea. El empleo del término "subjetividad" en psicoanálisis
abre interrogantes: ¿A que nos referimos cuando habla-
mos de subjetividad? ¿Es una manera de aludir a los
• Retomaremos más adelante esta idea ligada n la noción de procesos de la constitución psíquica? ¿Se trata de algo
temporolidod y o loa diversas concepciones que el hombre y la cultura más? ¿Cómo concebimos la subjetividad? ¿Cómo un
lrjc-n en relación con el tiempo de su cxist.cncin. proceso, un estado, una posición, un11 afirmación de sí?

176 177
¿Cuál es su vinculación con los conceptos d<' identidad, diocurso. Allí el lenguaje constituye la condición de
yo e inconsciente? ¿Cuál es la relación de In subjetivi- subjetividad, es decir que en el lenguaje se encuen-
dad con la temporalidad? ¿De qué modo la complejidad tra la motriz de la subjetividad.
interdi•ciplinaria afecta a las teorías del p<icoanálisis?
La melapsicología freudiana, el modelo de los tres El problema se plantea cuando se hace necesario re-
rel(Íslros de Lacan, la propuesta teórica de Winnicott cortar el campo en el cual se pretende investigar un
y de l\.lt>lanie Klein, las producciones de los autores tema como la subjetividad y la adolescencia, ambos tan
posfreudaanos y poslacanianos, a los que ~e agregan ligados a la noción de temporalidad. Estos tt>mas se
los trnbnjos del pensamiento psicoanahlico contempo- pueden describir y estudiar desde distintas per~pectivas,
ráneo, constituyen una importante fuente de investi- por ejemplo, tomando como instrumento de análisis cor-
gación para la formnlización de los conceptos con los tes diacrónicos y sincrónicos. En un estudio sincrónico se
cunl<'S !!1 psicoanálisis aborda el lema de lu tiubjotivi- tendrá en cuenta el fenómeno que se quiere invcslignr
dad. O!!sde la perspectiva de esta disciplina, el estudio en un determinado período, atendiendo a un l'jc de
del sujeto y la subjetividad lleva neccsariamrnte al simultaneidades y no de sucesiones. Si se trata de una
diálogo con otras disciplinas. No se trata solo de un p!!n;¡x:ctiva diacrónica o evolutiva, se tendrán en cuenta
requerimiento metodológico, sino que esta propuesta los factorc.:; de cambio que se manifie8tan en un eje de
responde a la necesidad de situar la lógica del psicoa- succsionc:i. Sí bien sincronía y diacronía consliluycn do.:;
nálisis a luz de los nuevos desarrollo~ que se van métodos pasibles de ser aplicados a un mi... mo objeto, en
producí!'ndo en otras disciplinas, y conocer en qué Saus~ure la relación diacronía/sincronia se constituyó en
difiere y en qut' se asemeja en relación con la estruc- una dicotomín radical en la cual toda per.;pediva histó-
tura de otras ciencias. rica qu!'daba subordinada a la mirada sincrónica. Al
Como dijimos, en psicoanálisis encontramos difercn- alejnr,;t> de In linguistica como ciencia histórica, Saussure,
lell modo8 do abordar el concepto do subjetividad. El en su C11,.so de lingüístú:a general introduce un nuevo
panorama es extenso y depende do las posiciones oofoque, donde ambas, diacronía y sincronía, subsisten
epistemológicas de las diversas teorías. En un sentido en su verdad sin que una excluya a la otra.
amplio, podemos encontrar dos tipo8 de abordajes: La actualidad de esta cuestión nos lleva a pensar en·
tonces on los métodos de abordaje de temas como la ado-
al Alguno:; autores loman la idea de subJ!!liv1d11d como le.<cencio y la subjetividad, conocer en qué perspectiva nos
resultado de los procesos de significación e interpre- alineamos y cuáles son los aportes que otras ciencias han
tación por parte de un otro :;ignificattvo. Aqui se traido al P."icoanálisis, no sólo dc.;de el punto de vista
inscriben aquellos que trabajan en la temprana cons- teorico sino también como posibilidad de conlt'mplor los
titución del psiquismo, en patologías del narci,;ismo cambios que diversas rupturas epistemológÍl'8S de nues-
y en las problemáticas vinculares, quienos ponen el tra época, provenientes incluso de otras disciplinas, han
acento en la dimensión intersubjetiva do lns proble- traido ni corpus teórico y clínico del psicoanálisis.
máticos psiquicas. Volvumos a una de las preguntas iniciales: ¿cómo
b) Otra forma de atender a la dimensión ¡¡ubjetiva re- pensamos la adolescencia? ¿La consideramos un mo-
quiere el i;ostén de las ciencias del lenguajr, desta- mento en el desarrollo del hombre, una etapa que pre-
cándose en Hstas teorías la articulación del ¡;ujeto al cede y antecede a otras? ¿Podría equipararse o un

178 179
estado, a un tiempo en la vida de un sujeto, que esta- en la mayoría de los casos, tal participación no deja de
blece diferencias con aquel momento originario pero ser una mera fórmula vacía de contenidos verdadera-
capaz de rc¡>roducir en otro tiempo algunos de sus con- ment.e significativos para el adolescente. Por un lado,
tenidos? porque éste se encuentra en un estado interior poco com·
En relación con la subjetividad, tal vez sería posible patible para hacer frente a las supuestas ofertas que la
pensar que emerge en un SUJeto inmerso en la trama sociedad le tiende, y por otro, porque el cuerpo social
discursiva, de modo discontinuo. También podría pen- mismo le retacea la posibilidad de una genuina partici-
sarse como un efecto que se reconoce a posteriori, resul- pación en la toma de decisiones. La capacidad social de
tante de la constitución psíquica, del trabajo de la reflexión se sustituye por operadores de opinión
m!'moria y de experiencias contingentes y azarosas. Es en este pasaje o en esta transición donde el ado-
Es dedr que el tfrmino "subjetividad" deja de ser un lescente recurre al "acto", como un modo de singulari-
concepto homogéneo y abre paso a variadas significa- zar esta experiencia e instalar una marca en el cuerpo
ciones. Desde esta perspectiva podríamos pensar en la o en la ley que vehiculice su propio decir. El adoles·
doble faz de la subjetividad: un aspecto ligado a la cons· cente se presenta muchas veces como un ''transgre·
titución, a la memoria, al azar, y otro ligado al discur- sor", y esa transgresión tiene diversa~ implicancias.
so. Esta última perspectiva trae para el sujeto la Una de ellas es la de recuperar cierta singularidad, ya
posibilidad de reconocerse en el efecto disruptivo de la que las reglas sociales aspiran a igualar a los hombres
palabra como acto o del acto como palabra. En est.e por sus hechos. En su acto so dirige al Otro social,
sentido, el término "subjetividad" estaría más ligado a reprc::;entado por las instituciones y también por el
la~ producciones del inconsciente. medio familiar.
En la organización familiar o en las instituciones
educativas es donde habitualmente el adolescenlc in-
EL ADOLESCENTE, E!'.'TRE LA INTClACIÓN Y EL ACTO terpela de este modo al Otro. 81 la interpelación condu-
ce a un acto delictivo contemplado en un sistema
Lo anteriormente tratado en relación con la subjeti- jurídico, queda pendiente la posibilidad de que esa es·
vidad, nos coloca en un lugar favorable para trabajar cena pueda ser posteriormente develada, con la consi-
una idea que nos puede resultar de utilidad. Se trata deración de que el sujeto se ha entregado a su acto
de la temporalidad y la relación entre las ceremonias como un modo de dirigirse al Otro.
de iniciación y el acto. Con el término "iniciación" nos El acto puede ser un valor en tanto el Otro -"encar-
referimos a las ceremonias y configuraciones sociales nado" en distintas figuras- retome su correlato signi-
que acompañan momentos de pasaje de particular tras- ficante o el propio sujeto se reconozca como productor
cendencia en la vide del adolescente. Ceremonias y ri- del acto. Algunos actos son mudos o soliL11rios y no hay
tos religiosos en los cuales el adolescente se vuelve en ellos ninguna apelación; en eslos casos puede lratar-
protagonista en un quehacer participativo que connota se del acto delictivo o del suicidio. La forma en que el
un signo de habilitación por parte de la comunidad, acto se manifiesta en la adolescencia nos permite en-
una ceremoniosa investidura que oficializa un posaje y trever el grado de eficacia de las "ceremonias de inicia-
que constriñe al adolescente a la participación reglada ción" que la cultura ofrece. En un caso, éstas quedan
de la vida en sociedad. Lo paradójico del asunto es que, recubiertas por una dimensión significante que el ado-
\
180 181
lescente necesita penetrar para n:crear, devaluar o perspectiva In adolescencia parece configurar una im-
contradecir en un acto, implicándose subjetivamente en passe, una detención, lo conocido habitualmente como
el mismo. En otros, estas ceremonial! h(lll resultado "la moratona adolescente". Esta nocion lleva imphcita
ineficaces en su mediación simbólica y el acto en sí Ja idea de una espera y un trabajo psiquico que final-
aparece de~provisto de palabra, sin posibilidad de li- mente llevana al adolescente a poner en marcha una
garse en la cadena asociativa. serie de anudamientos, a favor de su inclui;ión en un
Iniciación y acto aparecen entonces <'Strechamente orden establecido. No es dificil escuchar ei;te tipo de
vinculados en la etapa adolescente. Casi podríamos oferta en el discurso imperante, tanto de parte de los
atrevernos a decir que constituyen dos de sus especi- padres, de los ámbitos educativos, de los medios de
ficidades. El acto señala una discontinuidad en una comunicación como del mercado. El adolescente debe
sede continua de sucesos, y allí se produce una se- integrari:;e lo más rápido posible al sistema, a lo vez
gregación o una violentación, que interrumpe la se- que paradójicamcnt.c se instalan m<!canit1mos sociales
cul'ncia de la tradición y posibilita la emergencia de de exclusión. Este doble discurso genern en el adoles-
cambios estructurales. Estos cambios pueden ser nue- cente un &C'ntimiento de falsa pertenencia.
vamC>nte absorbidos por el sistema y generar "nuevas Situar la dimen,.ión social en el estudio del proceso
tradiciones". adolc:;ccnte i;e toma un hecho necesario. Sin embargo,
La problemática del acto en la adolC!ICCncia ha sido sustentar la explicación del surgimiento del malestar
regularmente tratada, pero ligada sobre todo ni pal hos o en la adolescencia por la presencia de una or¡tanizacíón
a la condena. Tradicionalmente se ha JX!nSlldo el acto social vacilante e indiferente, o por el de.~fallecimit•nto
como opuesto al pensamiento, y tal vez f'Cll necesario del lugar del padre, son explicaciones nec<.>sarias aun-
revalorizar su función o interrogarnos sobro su ausencia. que no suficientes.
En todo caso podríamos preguntarnos oc<.>rco de las
razones por laa cuales la sociedad y la cultura contie-
LA PRODUCCIÓN 018CURSIVA nen c:;t.os rasgos ambivalentes, rasgos que, 1>or otro lado,
ACERCA DE LA ADOLESCENCJA remiten a los fundamentos de Ja~ más primitivas for-
mas de regulación social. La respuesta no puede estar
Consideremos la adolescencia como ltn licmpo donde Hólo del lado del adolescente i;ino en aquello que la
se relanzan cuestiones fundamentales paro el sujeto. adolescencia -como afirmación y como dc:;lituc1ón- pone
Este relanzamiento implica no sólo al sujeto adolescen- de relieve en rclacion con lo ya instituido: el fin de lo
te sino que también, al incluir la apelación al semejan- infancia, Jos efectos de la confrontación que el adoles-
te y al Otro social, la demanda, la acción o Ja inhibición cente pone en marcha, la puesta en duda, y fundamen-
del adolescente impone al cuerpo social - lo política, la talmente la particular emergencia de Jo pulsíonnl.
economia y las ciencias- la necesidad de algún tipo de Dci;de Jos inicios de la obra freudiano :;e destoca una
respuesta. oposición entre la naturaleza Cpodriamos decir la
Suele considerarse a la adolescencia como un tiempo pulsíón) y la cultura. El estudio de las neurosis pone de
de crisis, con forme a una lectura regida por la observa- manifiesto los efectos que esta oposición trae a la vida
ción de manifestaciones y trastornos, comúnmente ubi- anímica, sobre todo en Occidente, donde la oposición
cados como "típicos de la adolescencian. Desde esta naturaleza-cultura pone en evidencia el modo en que la

182 183
cultura se despliega como sofocación de las pulsiones tas muchas veces olvidadas por el sujeto adulto. Quizás
que pnradójicamente contribuyen a su fundación. Esta esta capacidad transformadora constituya su mayor
oposición entre la ~ida pulsional y la cultura se marú· protagonismo, su revuelta y su "metamoñosis".
fie:;ts aún más en la adolescencia, y desde esta perspec· Sin duda, en esta etapa y en nue~tra cultura, hay
tiva noR resulta posible entender algunas de las dos cuei;tiones básicas que enfrentan al adolc:scente a
sofisticadas formas en que el discurso social puede lle- una toma de decisión: una de ellas es la ek-cción de
var a excluir al adolescente. Ciertos proyectos actuales objeto ~exuol y, en consecuencia, su posibilidad de pa·
de investigación pretenden estudiar los deslizamientos ternidod o maternidad, situación que simbólicamente
presentes en algunos enunciados de la ciencia, con el Jo/a ro-sitúa en una cadena de generacioneK. Otro mo·
objetivo de constatar el modo en que el discur8o de una mento de especial gravitación, y que obliga al adolcs-
disciplina científica puede identificarse con formas de cenLe a proyectarse en un tiempo futuro, es la elección
exclusión. ¡;;n muchos casos, la producción psicoanalítica vocacional. Estos dos cuestiones -paradigmálicas de la
de In cllnica con adolescentes -atravesada inevitable- adolescencia como tiempo de iniciación- con frecuencia
mente por lo:; discursos vigent~s- manifiesta a veces se ven afectadas en su realización. La posib11id11d de
efectos re~iduales de ese deslizamiento. embora1.o y el sida, entre otros, representan para el
La existencia de condiciones perversas -políticas, adolc.;;ccnte obstáculos reales por los cuales lo~ caminos
socinles, económicas-, la coartación de la libertad y el de Ja sexualidad pueden verse amenazados. Otras de-
desprecio de In condición humana constituyen el ger- morai; corresponden a inhibiciones o a un deseo indeci·
men de la destitución de lo humano en el hombre en so. De todos modos, el adolescente se encuentra regido
cualquier edad, época o circunstancia en que éste se por marcas biológicas sobre las cuales se revisten sig-
encuentre. En ese sentido, los efecto:; de la manipula- nificacione11 ~ocíales. Respecto de la elección de una
ción politice y económica pueden menoscabar las condi- vocación o do un oficio, también allí nos encontramos
ciones de subjetividad. La educación, las empresas de con significncionci; sociales que, por un lado, empujan
salud, el mercado, la política tienen en la adolescencia al adolescente 11 absorber esa apuesto que In sociedad
una población interesante de captar. Ahora bien, ¿cuá- le tiende y, por otro, la realidad p0ne en evidencia un
l.es son los mensajes que Ja sociedad le dirige? Un Es- amplio espectro de jóvenes que padecen una política de
tado indiferente o autoritario potencia situaciones exclusión social, marginalidad y condicíones ilcgaleH de
traumáticas de diversa índole, tanto en el adolescente trabajo. En un gran número de casos el adole~ccnle no
como en el sujeto adulto. tiene po:1ibilídad de elegir.
El adolescente cuenta con una ventaja: aun sin sa- La adolescencia no parece ser entonces un momento
berlo, en muchas circunstancias inaugura una expe- propicio para definir estabilidades, aun cuando el me-
riencia, no sólo individual sino también social. Si las dio ambiental así lo exija o él mismo se vea compelido
condiciones psíquicas y el medio le son relativamente a contar con eso clase de respuestas. Tengamos presen-
favorables, y la represión como defensa no lo ha limi- te que las operatorias psíquicas que basta ese momento
tado demasiado, contará con Ja posibilidad de dar a resultaron de utilidad, tales como Ja fuena de los idea-
conocer su capacidad transformadora, de modo tal que les y las identificaciones propuestas desde su temprana
la resonancia de estos embates del cuerpo social sobre infancia, caen en su función referencial, son fuertemen-
su existencia posibilitará en él la ejecución de respues· te combatidas o bie11 pierden su carga libidinal. En este

184 185
desmoronamiento, que a veces transcurre silenciosa- crisis en la adolescencia se torna insuficiente porque
mente, el adolescente puede ir buscando espacios que olla se contradice con los efectos de discontinuidad,
dan lugar a nuevos posicionamientos de carácter más propios de la vida psíquica y del aconLecer humano,
perdurable o transitorio. que deja en suspenso una supuesta adecuación. Tal
En el mejor de los casos se trata de avances en el "adecuación" no se produce si no es por la vía del
terreno del saber, mediados por la curiosidad -si es que síntoma que inevitablemente surge del choque entre
ésta se ha mantenido intacta desde su vida infantil-. la pulsión y la cultura. Tendríamos que remitirnos
El adolescente también puede entregarse a una posi- entonces al término original krisis, término que nos
ción sacrificial -si persiste el sometimiento al ideal- permite discernir la diferencia: krisis, cuyo significado
bajo los disfraces del misticismo o el heroismo, o bien remite a juicio, sentencia y determinación, en el sen-
quedar acotado en las barreras del carácter -posible tido de llegar a un momento crítico en el tiempo que
tramitación de la persistencia de una identificación-. requiere una decisión.
Éstos son algunos potenciales escenarios de lo no dicho
o de aquello que no pudo ser tramitado por otras vías.
ADOLESCENCIA Y ALTERIDAD
Estas situaciones llevan a explicar por qué bajo estas
condiciones la operatoria psíquica propia de la adoles- Esta nueva apertura al discurso social os uno de los
cencia se ve confrontada con una realidad interna y temas tradicionalmente debatidos a propósito de la ado-
externa que demanda otro tiempo y otra lógica de tra- lescencia, que se sitúa entre la ilusión de la autonomía
mitación. Se relanzan, podríamos decir, nuevas cuestio- y la retranscripción de los lazos sociales y colectivos.
nes fundamentales: por ejemplo, cómo tramitar la Sabemos de la importancia otorgada a la figura del
demanda cuando la inhibición o la angustia impiden la líder, el ideal del yo, las articulaciones entre lo singular
producción de nuevos recursos; cómo soslayar la lógica y Jo colectivo, el encuentro con el otro y la dimensión
sacrificial subyacente en los mandatos e ideales, y cuya del amor, la agresividad y también del humor. En esta
presencia se ha puesto en evidencia en diferentes tiem- t.rama, retomar el tema de la alteddad y el prójimo es
pos y culturas; cómo sostener la ilusión de un porvenir un modo de continuar con aquello que Freud denominó
cuando el adolescenl:e queda a la deriva de un Estado "el complejo del semejante". Tener presente el papel del
vacilante. otro y sus vicisitudes, sus posiciones -a la manera en
Ésta es, a mi entender y en términos generales, la que Freud lo trabaja en "Psicología de las masas"-, nos
cualidad de la subjetividad adolescente: tiempo de inte- permite:
rrogación sobre el ser, tiempo de interrogación sobre el
otro semejante, tiempo de desencuentro con el otro sexo 1) entrever los caminos del deseo y de la anguslia que
y de fallido intercambio social. Sin embargo, la des- complejizan la relación con el semejante;
ilusión de las nobles promesas de la infancia y lo vaci- 2) explorar el tema del doble (con su derivación hacia
lante del discurso del Otro constituyen las nuevas lo siniestro);
condiciones en las cuales se tendrá que relanzar el deseo. 3) retomar con el adolescente la incertidumbre que ge-
Creo que hoy, con los desarrollos teóricos que tene- nera la imposibilidad del otro de responder las pre-
mos a nuestro alcance, limitarnos a la idea clásica de guntas "¿qué deseo? ¿quién soy?" Este punto interpela

186 187
la posición del analista, ya que el adole~cen!A!, si otro sexo. En la adolescencia se reestablecen relaciones
bien juega con equívocos, todavía exige "respuestas de intimidad física y de intimidad psíquica, y es enton-
verdaderas". ces cuando el adolescente se encuentra con la posibili-
dad de compartir experiencias y comunicar estados
La interacción de los discursos y las prácticas socia- afectivos. Pero la relación con el otro no es sólo de in-
Je..q generan sujetos que se vinculan entre si. Este en- tercambio sino que en su revés también revela una
tramado e~tá presente en la dimensión social y colectiva otrodad inquietante. Este reconocimiento, junto a la
en que el adolescente está inmerso. Quizás sen necesa- imposible autonomía del sujeto, puede llevar al adoles-
rio recordar que en este contexto la referencia al otro cente a un despliegue de angustia dificil de tolerar.
lleva implícita la idea de otro habitado por el discurso.
La presencia o ausencia del otro posibilita cxperien-
ciaH, pero el otro semejante es tambi6n un ser contin- LA AJ)Ot.ESCENClA Y LA INTERPELACIÓN
gente. La transferencia al otro, a 11u discurso, y los
alternados movimientos de encuentros y de~encucntros El adolc~ccnlc es un ser interpelado, y es en esta
son los elementos clave que permitirán al adole11cente interpelación y sus modos de re,,pucsta donde podría-
neutralizar los efectos de la autorrcfcrcncia narcisista mos decir que "emerge# su subjetividad. Si todo va bien,
y poner en juego sus determinaciones y contingencias, el sujeto adolescente estará en condiciones de tomar la
ya sea para afirmarlas o transformarla,¡. palabra. Pero el adolescente también puede quedar en
Esta perspectiva lleva al adolescente a la posibilidad silencio.
de recorrer los caminos que lo conducen al reconoci- Veamos lo que sucede en el ámbito familiar, teniendo
miento del otro como un exterior a sí, dando lub'llr a lo en cuenta la forma contestataria del adolescente res-
que podríamos denominar experiencias de subjetividad pecto de sus padres. En su libro El pasaje adolescente,
y alteridad. En las múltiples experiencias transferen- J. J. Rassial (1999) menciona que es habitunl que los
ciales que se generan en el encuentro del adolescente padres c11liliquon a sus hijos adolescentes como inso-
con el otro (su par, su maestro, el otro cooxistente), éste lentes y "cont.cstadores" y afirma que éste es un modo
puede adquirir para él diferentes dimensiones ya que de reivindicar su soledad, de apartarse del juego social.
algunas vivencias serán más importantes que otras. "¿Qué es sl'r insolente?", se pregunta el autor. "Es añr-
Cuando en el acontecer con el otro no se logra estable- mar su soledad, incluso reivindicarla.• Sostiene que se
cer un lazo que permita el juego identificatorio y trata de "sacar partido de esta insolencia, puesto que es
proyectivo, es posible que se manifiesten estados como uno de los motores mismos del proceso ndole~ccnte". En
el aburrimiento -tan frecuente en la adolescencia-, la lugar de permanecer allí donde es colocado por el dis-
melancolía y aun el acto del suicidio. Es que ese otro curso de los padres y obedecer, el adolescente contesta,
como semejante es indispensable en el sostenimiento y habitualmente contesta de más. Frente a ci;te hecho
del deseo, porque aporta cuerpo y palabra, es decir, el hijo puede mostrarse perplejo y sorprendido ante el
permite al adolescente ubicar su objeto ldc amor, de impacto de su réplica.
hostilidad, de rivalidad) e instala una dimensión ima- Ahora bien, ¿acaso en este fuera de lunar, la palabra
ginaria que produce un intervalo con lo real del cuerpo no está aludiendo a un espacio no conquistado aún?
que puede emerger en el encuentro/desencucnlro con el Espacio social, espacio de los adultos; el adolescente se

188 189
encuentra excluido de un saber y de un poder-hacer t('ma d<'I diálogo como un instrumento que ayuda a
que a la vez se le presenta sin garantías. e>:>tableccr lru; condiciones que refuerzan In acción co-
Podnamos decir que Ja adolescencia tran~curre en el municativa en el adolescente. Sostiene que si en las
incierto pasaje entre Ja repetición de In palabra de los condiciones del análisis, el analista interviene de en-
padres y la tentativa de la palabra conquistada. Un trada, abriendo si~'lli.ficantes, produciendo algo del sin-
segundo pni;o consistirá en el reconocimiento de que su sentido -~in mediación o en forma abrupta, podríamos
decir, como respuesta, también se muestra incierto agregar- el adolescente puede verse "expuesto a 11u pro-
respecto de la realidad a la que alude. La coherencia pio dii;cur80" y esto generar una tensión 11gr<>s1va dillcil
del "yo pienso", propio del imperativo del ideal racional do soportar. En este caso, establecer un diálogo tiene la
y del ordenamiento latente que abandona en la puber- función de disminuir dicha tensión y reforzar mienlrns
tad, maniliesla su fragilidad y aun su disolución. El tanto un acuerdo que permita sobrevivir a los Lcmores
adolescente transita su ser como sujeto <>nlre In caída de frngmontnción.
de los ideales de los padres y Ja angustia de su propio La condici(m de diálogo es constitutiva del sujeto. Es
desasimiento. una realidad dialéctica que reúne los dos términos !el
"yo" y <>I "tú"). Esta construcción discursiva dC'I yo es de
fundamt'nlal importancia para el adolescente. La enun-
El, OJ:;<:URSO DEL ADOl.Esct;STE ciación del "yo soy", i;u construcción y su deconstrucción
Y LA POSICIÓN DF.L ANAU~'TA ~e sostiene ('n lag condiciones dialógicas d<> un análii<is.
El yo entra en existencia, y la apuesta del analista al
Tengamo,,; en cuenta qué sucede con el adolescente y <ll'sco de estar alli restablece en el adole¡;cl'nte el inte-
su discurso. A partir de la pubertad se produce una re~ por SU propia JUgada.
ruptura de las condiciones que en la infancia se man-
tenían con relativa fluidez: el diálogo con los padres.
En la adolescencia, la palabra dol padre ya es somelidn F.SCRJBIR AL REYES
a la prueba dCl verdad y el adolescente estará más aten-
to o las contradicciones internas del discun;o de Jos Hace tres n1ios me llama D., 21 años, huérfana de
1>ndrcs. padre desde sus 10 años. En una enltcvisll\ COllJUnta,
Podemos referirnos entonces a lo que suct'<ie en la la madre comenta que el padre murió en un acciden-
práctica annlitica. ¿Cuáles son las condiciones de pala- te. Ello,,; ya e~taban separados desde hacia diez me-
bra que el analista puede dar al adolei;ccnte? En pri- ses por <>pisodios de violencia. La madre dicl! que D.
mer lugar, el analista, a causa del dispositivo, puede había prrscnciado muchas de esas escenas y que "en
reconocerlo como sujeto responsable de su palabra. Para el fondo quería que s11 padre se muriera. F111'c lo mejor
analizar a un adolescente es indispensable mantener que 11os p11do haber pasado", dice la madre. Sel{Ün la
en alguna medida el diálogo e instalar el cumpo del madre, por cMe tiempo, entrando en la adolescencia,
sentido que se da en una relación yo a yo. E~to que D. SI' afeaba, y a pesar de las altas temperaturas
muchas vece>:> fracasa en la familia es necesario insta- usaba enormes buzos. La madre lleva a su hija a un
larlo en el marco analítico. En Adolescencia. U11a lectu· analista, quion dice que D. "no parecía afectada por
ra psicoanalllica, Silvia Wainsztcin (2000) trabaja el los sucesos familiares''. La madre define a D. "como

190 191
alguien que no ama la vida". D. comenta que tiene va bien'.• (El trabajo es de 8 a 20 hs, coo 1 hora dispo-
vario~ tatuajes y que uno de ellos es su nombre "en nible para com!'r, o sea, un dia sin variaciones.)
espejo, para poder mirarlo en el espe;o y leerlo yo D. vino unas pocas entrevistas. Tal vez, para hablar
también·. La situación que motiva la consulta es que de su bú~queda del padre, y para escuchar decir a su
D. plantea dejar ~momentáneamente" sus estudios e madre que ella pensaba que D. no amaba la vida.
irse a trabajar a México. Seguramente también vino para mostrar los tatuajes
La primera vez que D. viene sola me muestra algu- y que alguien pudiera "leerlos", marcas atesoradas en
no!! de sus tatuajes, uno de ellos con su nombre escrito su cuerpo, que antes habían sido cortes sangrantes,
al revés y situado en la parte posterior de la base del palabras escondidas en el interior de un placard o
cuello. Su nombre es de origen extranjero. Escrito de "signos de amor" por una amiga. También pons.ó que
este modo, en las dos últimas letras se Ice "es". Le tal vez ella sólo necesitaba que alguien mirara y pre-
pregunto si su nombre tiene algún si¡,'llificado. Dice: guntara, t1in adjudicarle ninguna intención ni ningún
"Como que te llamaras 'Linda' y ful!ras fea•. "Antes deseo. No había mucho para descifrar porque hasta
esrr1bta al reués. Cosas para mí. Una historia, dos ahí todo estaba a Ja vista y ella parecía 1mberlo, una
palabras.• "Cuando naci era relinda, rosadlla." especie de exceso de historia relatada en su cuerpo.
D. también tiene un tatuaje alrededor de la cintura, En mí pcrduró la impresión de que esas entrevistas
como si fuera una cadena pero hecha con letras que probablemente tuvieron para D. Ja función de ser un
parecen formar algunas palabras. "Es el tatuaje que eslabón que le permitió acceder al paso siguient!', re-
m~ llama la atención. Antes tenia la frai;e escrita 1!11 el presentado por la salida de su casa y la búsqueda de
placard." un trabajo. Especialmente pensé cómo una adole~ccn­
Cuando habla del padre dice: "Me suena raro decir tc enlnzn pnlabra y cuerpo, a la búsqueda de un nom-
'mi papa', no lo asocw. Muchas veces me dieron ganas bre que Jo rcpresenle.
<Í.J! que L (actual pareja de la madre) fuese mi papá".
"Querta decirte que en quinto ario me empecé a cor-
tar. 'l'enfa una amiga que se cortaba. Bueno, no era tan BIBLJOCRAFÍA
amiga. Una manera de entenderla era hacihidolo yo
misma. Sal'Or el dolor para que sea /lsu:o y 110 le duela Aulagnier, P.. "Construirse un pasado", Reuisto de Ps1roa111Í·
adentro. Para llamar la atención o que te ayuden. En llSIB, n• 3, Buenos Aíres.
mi caso, más para sentir... el cuerpo. Dejé de cortarme, Blos, P.: La trorisirión adolescente, Buenos Aire;;, Amorrortu.
empeci a tatuarme.• Bleichmar, S.; "Entre la producción de •UbJelividnd y In consti-
Su última entrevista: tución del pi;iquil!mo•, Reuista Ateneo Psicoa11a/i/1co, n• 2,
"Tengo w1a tía que uiue en F. y que me inL'itó a tra- Buenos Aires.
Cartolano Mandet, E. S. y Mandel, E. (1994): •Anahst.as de
bajar allí, pero dice mi abuela que mi tla es medio adole$Cl'nt.cs: una cuestión de frontera.", Revt$l0 Aso.:ia-
jodida. Como ahora estoy d.emasiado confundtda, pre- ció11 Escuela de Psicoterapia paro Graduados. n• 28, Bue-
fiero qul'darme en un trabajo que encontré aqul. Es un nos Airea.
negocio de ropa. Po.sé y dije: 'Yo, en este local pod.rla - (1999): •Adolescencia y sublimación", trabl\)o presentado
trabajar. Tenfa mi loak. El trabajo lo <'flC011tré por mis en la Asociación Psicoanalítica Argentina, in~il-0.
propios medios. Me ocupo de la atención al cliente y me - (2004): "El yo y la realidad en el pensamiento de Piera

192 193
Aulllh'llier", en Homstein, Luis (comp.), Pro.wrto terapéu·
tit:O, Buenos Aires, Paidós.
Court'I, R.: "Función de exclusión del sajeto en produrcíones
cíentifk11s contemporáneas", Proyecto de lnvesllgación
1998-2000, Facultad de Psicología, UBA, Buenos Aíre•.
De S11u,.sure, F (1989): Curso de lingüist1eo gemw1I, Buenos
Airrs, Alianza.
E11ciclop1·d1a Unwersal, Barcelon11-l\Iadríd, Espasn-Calpe.
F(•rrmi, L. 0999): "El tiempo, psicoanálisis y orient.urión voca-
cionnl", Rcu1sta E11.•ayos y Experie11cias, ruio 5, n• 28, Bue-
"°" Ail"<'R, Ediciones Novedades Educativl\11, mnyo-jwtlo.
Froud, S. 09051: Tres ensayo.~ de teorla srxunl, Buenos Aires,
AE, vol. VJI, 1976.
- 0908): "La moral sexual 'cultural' y la nrrviosidad moder-
PARTE m
no•, Amorrortu, vol. IX, 1976.
- 0913>: Tot.-m y tnbü, AE, vol XIIJ, 1976, 'Turbulencias desorganizantes
Hartm11nn, A. y olrol; C20001: AdoleBCe.11cia: una ~asió11 para
el psicoa11alms, :lladrid, llfiño y Dávila Editores.
Homstein, L. (2003): lntersubjet1t'idad y rlinica, Buenoo; Ai-
res, Paídós.
Lncnn, J . 0988): El seminari-0, libro 7. La. ~tira del ps1roa111i·
lisis, Buenos Aíres, Paidós.
- (1992>: ¡.,·¡ •m1i11arió, libro 17. El reuerso del p.•u·oa11ális1s,
Buenos Aires, Paidós.
Lévinas, E. (1995): "El otro, utopía y justicia", en Ettem.
P11blimrió11 ele Psicoanálisis y Psiquialria, Buenos Aires,
Ecligrof.
Lewkowici, J. (1997): "Historización en la adolescencia".
Cu aciemes de APdeBA, n• l, Asociación PRiconnal iltca de
Buenos Aire•.
Pelento, M. L. (1999): "Tatuaje como marcas; rupturas dG los
lazos 110Cíalcs y su incidencia en la construcción de la
subjehvidad individual y social", Ret·i~ta tk Psímanáltsis,
vol. 56, n• 2, Buenos Aires.
Rassi11J, J . J !l999J: El JJ<1$<lft' adolesce11te, Bueno-• Aires,
Edicíone~ del Serva!.
- (200ll: El su;eto en estado limite, Buenos Aires, Visión.
Wain~ztein, S- y l\Wlán, E. (20001: Adolescrncía. Una lectura
ps1coa11alitica, Buenos Aires, El Megáfono Ediciones.

194
9. DIETANTES Y ANORÉXICAS:
UNA OELThllTACIÓN NECESARIA

Mon<a Punta RodtLlfo

INTRODUCCIÓN

La clínica ~oslenida con pacientes púberes, adoles-


centes y mujere~ jóvenes me ha impuesto una diferen-
cia que considero fundamental para el establecimiento
del diagnóstico, pronóstico y recomendaciones terapéu-
ticas. Una cosa es hablar de "trastornos de la conduela
alimcnt.oria" (Jcammet, 1990), "dietantes"1 o "anorexias
blandas", y olra muy distinta es hablar de "anorexia".
Prefiero reservar esta última denominación, anorexia
(vera),' para los trastornos que implican un agujero en
el cuerpo, lo que en la conceptualización de P. Aulagnier
llamarlnmos una inscripción pictogramática de recha-
zo: en la superficie continua del cuerpo algo ha sido
inscripto en su negatividad. El aporte del pictograma
de rechazo nos permite pensar de una manera más
sutil la diferencia entre una inscripción pictogrnmática
positiva y una negativa, sin considerar a ésta como
mera falta de inscripción. Es muy distinto conceptuali-
zar algo en términos de ausencia (a-estructura, agujero
como simple hueco) que hacerse cargo de la positividad

l. Término ncuñndo por A. Bonsignore para reíerirse a quienes


reali1.o.n conaLnntomcntc dletas.
2. Anor<\XiA vera o anorexia ne.ni.osa.

197
de lo negativo: por ejemplo, la existencia de una desli- problemáticas no anoréxicas de la modalidad alimen-
gadura que trae como consecuencia el de~mantelamien­ taria son derivaciones de las formaciones del incons-
to de una zona erógena. El agujero es y su positividad ciente. lle de sostener como hipótesis que é~tas últimas
se dN;pliega en el hecho de que constituye o bien una >on las que han sufrido un incremento considerable en
pérdida de zona o bien una pérdida de la actividad los últimos años, mientras que la anorexia <vera),
ligada a ella y por consiguiente una pérdida de cuerpo. aquella que llevó a la muerte a Margarita de Hunwia.
Este af,'lljero no es meramente una metáfora, sino que es una afección tan poco frecuente como el autismo, y
forma parle de la experiencia de la depresión psicót ican debemos difer!'nciarla claramente de otros problemas
(Winnicott, 1979) o "depresión elemental" (Tustin). Esta ligados al "no comer". Para estos últimos derivados de
pérdida do cuerpo puede alcanzar dimensiones masi- formaciones sintomáticas, utilizaré la denominación
vas, como en el caso del autismo, o comprender forma- "problcml'iticas en la modalidad alimentaria" o equiva-
ciones más Ne<:torizadas, más puntuales (pr<.>elusión local, lentes.
en lt'.!rminos de Nasio, 1988; R. Rodulfo, 2004). En adelante, he de referirme exclus1vamento a estas
f'mnces 'rustin 0989) establece unn relación entre ultima~ <?n el tiempo específico de la pubertad y adoles-
proceNos nutísticos y anorexia (vera>; y al reforirse al cencia femeninas.
historial de Margaret3 manifiesta la autora que por ese En segundo lugar, mi objetivo ei; intentnr ahondar
entonces no había detectado las profundas relaciones en la relación existente entre este tema y la prevalen-
entn• ambos grupos. Las ideas de esta autora nos han cia del mismo en la población femenina. lle obs<:rvado
permitido profundizar en la conceptualización d!'I obje- que, si bien In mayoria de los aut.ores bacon mención a
to sen~ación y reflexionar con respect.o a que, para cier- Ja alta incidencia de estas afecciones en pacientes
tos pacientes afectados por un proceso de mujeres, luci;to de esta constatación no realium ulterio-
agujereamient.o, los objetos sensación parecen obturar res desarrollos sobre el punto.
dicho agujero. Pero, la seudoprotección que prestan
impide que la púber utilice y desarrolle medios de pro-
tección más genuinos. En particular, le impide o por lo DEL AMOR lDENTlFICA'rOJUO
ll)Cnos le dificulta entrar en contacto con los seres Y EL DESEO DE RECONOCIMIENTO
humrtnos que la cuidan y podrían ayudarla a modificar
sus temores. Desde mi enfoque, éste es uno de los pun- La identilicación es el modo principal en que el niño
tos diferenciales con otras patologias somáticas: el ta- pequeño puede reconocer la subjetividad de otra per-
ponamiento del agujero con el recurso al objeto sona y para Freud (1921) constituye el primor lazo
sensación, lo que otros autores denominan autoerotismo emocional con un objeto. Según J. Benjamin 0997), en
ncl;(ativo (Jeammet). cuyos desarrollos nos apoyaremos. la noción de genero
Mientras que la anoreicia (vera) se deriva de lo que encarna la diferencia genital, pero no está motivada
Nasio ha denominado formaciones del objeto a, las en ella. El desarrollo de la identidad de género, lejos
de simplificar las cosas, hace más justicia a las com-
plejidades do In problemática en juego al involucrar
on ella las vicisitudes narcisistas de la separación-
3. l'acicnl.r nnnlízadn por Tustin en 1958. individuación. Esto me ofreció la posibilidad de

198 199
reinterpreta1· las preocupaciones inherentes a la sos. El efecto de esta desigualdad es que la identifica-
genitalización a la luz de conflictos en el desarrollo de ción con el padre no tiene un lugar propio claramente
la subjetividad y de las relaciones intersubjetivas. El düerenciado y jerarquizado en el desarrollo narcisísti-
padre se convierte en el punto de partida para nues- co de la niña, en comparación al que tiene la madre
tra reflexión. Es en el momento de mayor conflicto de con e1 varón.
separación donde emerge una representación del pa- En el psicoanálisis clásico, la envidia del pene emerge
dre que es significativa tanto para las niñas como para como respuesta a la diferencia sexual anatómica. La
los niños. Ambos necesitan en esta encrucijada ser hipótesis de trabajo de los autores contemporáneos
reconocidos por el padre como sujetos deseantes, es dedicados a esta temática es justamente la opuesta.
decir, como verdaderas alteridades. Específicamente, Benjamin (1997), sostiene que la niña
En la teoría psicoanalítica debemos seguir enfatizan- desea ser reconocida por su padre porque está luchan-
do la importancia del lugar paterno en la estructura- do por subjetivarse-autonomizarse y esta búsqueda en
ción del narcisismo de la niña, ya que si se le ha otorgado estos tiempos tempranos se realiza a través de la
importancia, ha sido casi siempre refiriéndola al varón. identificación: "afirmarse a sí misma, reconociendo su
Freud, en Psicología de la masas y amilisis del yo, res- propio deseo". Además, para la niña, el padre frecuen-
tablece la función del padre diádico en el proceso de temente es elegido porque representa un otro diferen-
identificación del varón; en cambio, cuando se trata de te a la madre, en quien reconocer su propia alteridad.
la niña, no se ha atendido de la misma manera a la Precisamente, cuando no encuentra disponible al pa-
singularidad de esta relación. dre en la posición de identificarse con ella, esta no
Dada la distribución del trabajo, en nuestra cultura disponibj)jdad obstacuUza su propia identificación y
la madre representa los cuidados para la niña y el niño, a partir de allí se suceden diversos destinos psicopa-
mientras que el padre representa el mundo exterior; tológicos.
debido a ello, el padre se transforma en una pieza fun- Desde ya que t.odos los psicoanalistas que trabaja-
damenta l en esta nueva etapa del proceso de la sepa- mos las cuestiones de género aspiramos a alcanzar un
ración-individuación. contexto cultural en el que existan constelaciones fami-
El amor de identificación, caracterlstico de estos liares que permitan tanto a las niñas como a los niños
tiempos, es el contexto en que acontecen para los identificarse con una madre que va y viene entre el
humanos la separación y la identificación de género. adentro y el afuera y que pueda representar la subje-
Por lo tanto, el affaire amoroso con el mundo en la tiviclacl y la agencia tan bien como el padre. Pero en la
deambuladora, en definitiva implica un affaire amoro- cultura familiar, que está caracterizada por una divi-
so con el padre. Este proceso de identificación sión del trabajo tradicional, donde el padre representa
homoerótico está al servicio en la niña de establecer el afuera, las hijas tratan de usar la identificación con
su identidad femenina. ¿Pero qué es lo que sucede si el padre de esta manera.
fracasa la necesaria reciprocidad de su cumplimiento? La identificación de género se debe a una pluralidad
Por lo general, los padres suelen responder con mucho de posiciones más que a una línea única remitida a la
más énfasis a las necesidades de reconocimiento diferencia sexual. Los niños y las niñas en los procesos
identi.ficatorio de sus hijos varones quo a las de sus narcisistas son hlperinclusivos, creen que pueden tener
bijas, desarrollando con ellos lazos un poco más inten- y ser todo. Para ambos, esto continúa hasta el momeo-

200 201
to édípico del descubrimiento de la complementariedad po una dimensión identificante: la puesta en acto de
sexual y el miedo a la castración, que en este contexto una autofiliación. Todo esto se ensambla con una multi-
significa para cada uno ser privado de lo que el otro plicidad de operaciones del imaginario social que pro-
sexo tiene. mueve al cuerpo como objeto de culto, dándose,
Erróneamente se ha reducido el interés temprano paradójicamente, una idolatría corpo1·al que despoja al
de las niñas por el padre a un amor edípico cuerpo de su alteridad. Allí funcionan las imágenes te-
heterosexual, mientras que lo que prima es un deseo levisivas, por ejemplo, convirtiendo lo que hubieran sido
de semejanza, un deseo homoerótico. Esta relación cuerpos libidinales en cuerpos de muñecas, muñecas de
ha sido oscurecida por la errónea asimilación de lo porcelana de similar espectralidad, planas y angostas,
erótico a lo heterosexual. Que un objeto amado sea que no comen, ni menstrúan, ni evacúan. El cuerpo
percibido como diferente o semejante no está deter- propio queda apresado en los procedimientos de una
minado por el sexo del objeto como Harris le hiciera estética-dietética racionalizada por un discurso de lo
notar a Freud (Harris, citado por Benjamin, 1997). saludable, bajo la égida de modelos imperativamente
La falta de reconocimiento y la negación del lazo directivos.
identificatorio daña el sentido de ser un sujeto A diferencia del deseo de reconocimiento que se pone
sexuado y conduce a la mujer a buscar ese deseo de en juego en el amor identificatorio, que es sobre todo
reconocimiento a través de modalidades alternativas deseo de alteridad, este segundo reconocimiento por
más o menos patológicas. aproximación a un ideal despótico conduce a1 sacrificio
de dicha alteridad: hay un punto en que todas las
muñecas son iguales entre sí.
PUBERTAD Y DESEO DE RECONOCJMIEN'l'O En esta época resulta dificil recibir en nuestra con-
sulta una paciente púber o adolescente que no presente
Según Gutton (1993), las metamorfosis puberales se perturbaciones más o menos significativas en In moda-
desarroUan bajo el signo de la exterioridad. Las trans- lidad alimentaria. Algunas de ellas llegan con antece-
formaciones del cuerpo son percibidas con extrañeza y dentes de tratamientos en instituciones cuya poütica es
asombro. Uno de Jos destinos patológicos lo constituye la de sojuzgar el síntoma desde una perspectiva neta-
la neutralización de la erogeneidad genital del cuerpo; mente conduclist.a. Es decir, reproducen el procedimiento
y en los casos do las problemáticas de la modalidad anteriormente descripto en una dirección inversa, con
alimentaria esta neutralización llega al ataque biológi- el supuesto objetivo de curar a estas jóvenes. La clínica
co donde el cuerpo entero se hace víctima. Contrainvestir psicoanalítica apunta, en cambio, a descifnu· el lugar
el cuerpo erógeno conduce a la construcción de un del síntoma en la subjetividad.
contracuerpo o cuerpo est~tico sublime Q.liller, Hekier) No es mi intención en este trabajo realizar una sín-
y este desplazamiento sobre otras zonas no implicadas tesis del estado actual de la cuestión; lejos de ello, el
por la erogeneidad genital constituye una defensa pri- único aspecto en que quisiera detenerme es en la ma-
vilegiada en la pubertad. yoría estadística irrefutable de estos padecimientos en
A la vez, estas prácticas ponen de manifiesto el fra- Ja mujer.
caso de una identificación, entrañando a1 mismo tiem-

202 203
UN DESTL'IO POSIBLE ENTRE LA PUBERTAD ta tantas intervenciones iatrogénicas y la contribución
Y LA ADOLESCENCIA de éstas a la cronificación de sus malestares. Interven-
ciones que obturan toda posibilidad de hacer lugar y
Claudia tiene 19 años y hace uno llega a la consulta prestar atención a la emergencia y el despli1:gue de una
con delirins ob:;esivas. La culpa, el sacrificio del cuerpo, patología, a la larga inevitable, que provoca retornos
el hacer el bien, el ayuno de purificación y el ayuno de más violentos y agravados.
renuncia, el liberarse de la maldad, ~el agradecer a Puesto en marcha el proceso analítico y halhíndose Ja
Dios, et guardar a Dios, el amar a Dios y (') rogar a paciente en lucha por "dominar la came" -como dice el
Dios" caracterizan no sólo su discurso sí no su vida Evangelio con el cual concurre a sus sesiones- se queja
misma en el momento en que ta conozco. •rres años por no llegar a la realización perfecta del "sacrificio del
antes habfn sido rotulada como nnoréxica y había per- ayuno". ¿Qué descubrimos ent.onces? Nada menos que el
manecido internada varios meses en una de las clínicas de.'>CO de comer que no logra ser suficientemente domina-
de corte sado-conductista que proliferan en nuestro país do por la formación reactiva. Claudia evoca que en el
con la corrc"pondiente promesa a las familias de una tiempo de la llamada "anorexia", se moría de hambre,
domesticación del cuerpo y del p.. iqui~mo de nuestras pero su convicción de no comer era tan grande y su
jóvenes niilas. Vigilada y castigada, su vida, como la de deseo de •nacura" tan pregnante que ";;acnba fuerzas de
otras, había perdido la dimensión del espacio privado: cualquier parte", mecanismo de contrainvestidura con el
día y noche, y aun en el baño, era acompannda por una cual logrn reprimir y controlar su apetencia objeta!. Tanta
cuidadora. Era alimentada por la fuerza y debía seguir perseverancia en e:;te acto negativo le provoca un estado
un rígido plan alimentario que le había sido entregado de inanición, a partir de lo cual y sólo alh, como conse-
en forma impresa, después del diagnóstico inicial de cuencia y no como causa, pierde finalmente el apetito.
anorexia. En algún momento en que se provocó el vó- Junto con el apetito perdió la menstruación y una ade-
mito, fue obligada a ingerirlo nuevamente como parte cuada regulación térmica del cuerpo, trastornos que la
del plan do tratamiento. No pudiendo soportar seme- llevaron a nfectar la escolaridad al punto de perder et
jante maltrato, su fami lia y ella misma decidieron, año lectivo. La fluidez intestinal füe reemplazada por
saludablemente, dejar esta institución. una constipncíón pertinaz y un espeso vello la recubrió.
Recurrieron, en segundo lugar, a otra clínica de carac- Sin embargo, Claudia cuenta que pasaba hambre y
teríslicas más humanitarias, pero en la cual volvieron a que pare ella era un llxito "gobernar su boca"; ahora, en
confundir síndrome con formación clínica y tomaron la cambio, "quiere dedicar su ayuno a Dios y fracasa",
parte por el todo, o sea, no la tomaron en cuent.a como sintiéndose culpable y desdichada.
subjetividad descante, sino que se dedicaron a trabajar En ese entonces tuvo ocasión, a través de revistas y
sobre la perturbación de la conducta. Como los métodos programas televisivos, de acceder al listado de sínto-
fueron menos cruentos, al cabo de un tiempo de este mas que compondrían la "anorexia". Pudo aprenderlos,
trabajo acotado lograron doblegar al síntoma. y aprender a tenerlos, identificándose así con el retrato
Al igual que otras púberes y adolescentes, al cabo de de anorexia propuesto y difundido por los medios de
dos o tres años llega a la consulta psicoanalítica con su circulación masiva. Este proceso se va dando, en Clau-
patología intacta y aun agravada en sus manifestacio- dia, a trav~s de una serie de pasos: el primero concier-
nes clfnicas, lo cual no es de extrañar teniendo en cuen- ne al rechazo de un cuerpo cuyo exceso de peso le

204 205
acarrearía displacer o repulsa al compararlo con el de DEL CUEllPO IDEAL Y EL DESEO DE RECONOCIMIENTO
•tas modeloli" (Zirlinger) que encarnan en aquellos mis-
mos medios el ideal del cuerpo como cuerpo·tdeal. Pue- Recapitulando, la hipótesis que sostengo es que la
de invocarsl' l'n este punto el concepto de "cuerpo preeminencia de mujeres en los trastornos de la moda-
espectral" de R. Rodulfo, sobre todo porque de esas lidad alimentaria en la pubertad y adolescencia está
modelos !'lla no tiene una visión de carne y bue.'°, sino la ligada al impacto que la genitalización produce sobre la
mediada y filtrada por dichos medios. Todo esto desem- subjetividad, que desencadena una regresión por mala
boca en el segundo paso, que consiste en la introducción resolución en el momento narcisista del amor idenli-
de una dicta estricta y rigida como correspondo a tama- ficatorio en la relación homoerótica con el padre.
ña idealización del cuerpo-Uleol. Finalmente -tercer En este punto, la búsqueda de Ja identidad l'R una pieza
pnso- recibe nueva ayuda, otra vei do los medios, al no negociable y la misma contiene facetai; cnmctt>rialcs e
en U>rnrsc de q uc si vomita, la extrema scvcridncl de la imágeneR corporales. Esta búsqueda de la identidad se
dicta deja de ser una condición tan nec!'sarin. Al com- da sólo a partir del reconocimiento del otro y por trámi-
probar que "poner e11 acto• este descubrimiento le da tes de identificación que siguen las vías de focilitación
resultado, convoca a una ~reunión de amigas en el baño" que ofrecen los dispositivos sociales, encontrando su re-
en la que todas juntas por co11tag10 uk11tifit:atorio co- ferencia ejt'mplnr en "las modelos• publicitarias.
menzaron a provocarse el vómito ante la nul'va consig- La busqueda del ideal se objetiviza n travé:; de la
na: "vomitás y vomitás y así de nuevo pode" volver a bl.isqucda del cuerpo-ideal. que de esta manera se conli-
comer de todo sin engordar• (sic). tituye en ~porte del ideal del yo. Es aquJ, scgtin R.
Recordemos el carácter grupal y de contagio con que Rodulfo (20041 donde se produce "el atamiento de lo tcle-
Freud (]978) definió la identificación al modo histéri- tecno-mt'<lititico a lo espectral f...] de cuerpo sin cuerpo,
co: "no es una simple imitación sino una apropiación al extremo diet, al extremo light, al extremo cero calo-
sobre la base de la misma reivindJcación etiológica,
rías ... ¿Quó mojor cuerpo que el sin volumen? ... cuerpo
que expresa un igual que y se refiere a algo coml.in que
idoUzcu.l.o, <¡U{) circula en este espacio telc-tcc110-medi<ilico
permanece en el inconsciente•. Sostiene que "la identi-
ficación expresa comunidad: dos amantes son uno•. sin espcwr. Vida desprovista de sustancia tocable (que
El coro de chicas vomitando se vuelve lodo un para- se articula conl las necesidades y deseos pospubcrales de
digma de esta patología contemporánea y de su difu- dcsbaccrsc de lo genital [...], rechazando ei;o excedente
sión social. Se produce una suerte de efecto circular; la asimilable a la sexualidad infantil".
identificación por contagio, potenciada al máximo por Pero, a la vez, el alcanzar un ideal respondería a un
los comunicadores instituidos, genera un incremento e~tcreotípo, a una uniformidad, lo que D. Lippc 0994)
del contagio de la enfermedad, Jo cual a su vez retorna conceptualiza como una pérdida de identidad Sin
e incrementa el carácter grupal que ya tenia, una suer- embargo, desde el punto de vista que so:;tengo, esta
te de culto de imitadoras o fanáticas de la a11oréxica· alienación en la imagen ideal debe entenderse como
ideal, cuyo retrato concreto bien puede estar a cargo de una t('ntativa de curación de la pl.ibcr o adolescente,
la "modelo" de turno. Es decir, que el grupo de las pues, por su sesgo, realizaría el intento de ser recono-
dietantes, siguiendo la conceptualización de Frcud, com- cida por el otro. O sea que se alcanza el Ideal a riesgo
partiría e l mismo ideal del yo mwréxico. de perder la identidad en tanto diferencial, poro de esta

206 207
manera, por identificación, se puede obtener el reco- BIBLIOGRAFÍA
nocimiento del otro. Renunciar al ideal podría exponer
a la joven a la pérdida de este reconocimiento, y de esa Aulagnier, P. (1977): La uiokncia de /,a interpretació11, Bue-
manera puede correr el riesgo de un derrumbe narcisis- nos Afres, Amorrortu Ediciones (AEJ.
ta. Esto coincide con lo sostenido por autores como Golbe Bekei, M. (1992): Trastornos psicosomdtú;os en la niiú/2 y
y Melfe, quienes afirman que se produce en este tipo de adolescencia, Buenos Aires, Nueva Visión.
pacientes una descalificación del verse, en favor del ser Benjamín, J. (1997a): Los la2os del amor, Bueno~ Aires,
vista (deseo de reconocimiento). Paidós.
- (1997b): Sujetos igllales. Sujetos de amor, Buenos Aires,
Es aquí donde regresamos al momento en que la Paidós.
falta de reconocimiento por parte del padre desembo- Brusset, B. (1994): "El ayuno y la purificación", Actualidad
ca en la negación del lazo identificatorio y daña el Psicológica, nº 216, Buenos Aires, diciembre.
sentido de ser una subjetividad afirmada en su dife- Cena, M.T. (1994): "La anorexia masculina", Presentación
rencia: su ser de niña. En cambio, esta búsqueda de Jornadas Referencia, Buenos Aires.
reconocimiento parecería centrarse en este momento Dio Blciehmar, E. (1985): El feminismo espontáneo de la
-de la pubertad- via identificación en este c11.erpo- histeria, Madrid, Siglo XXJ.
idolizado: "las modelos". El contagio identi{icatorio Deustch, H. (1994): "Anorexia nerviosa", N.A Psicoanálisis
(garantía de reconocimiento) hace que todas bagan con Nirios y Adolescertles, n• 6, Buenos Aires.
dietas, vayan al gimnasio, cuenten calorías, ingieran Fernández, A. (1993): La mujer de la iluswn, Buenos Aires,
laxantes y diuréticos, padezcan disfunciones menstrua- Paidós.
les, etc. Freud, S. {1905): La interpretaci6n de los sueños, AE, vol. IV.
- (1921): Psicologf.a. de las masas y análisis del yo, Buenos
Todas se reconocen en este cuerpo sin cuerpo: estéti-
Aires, AE, vol. XVIII.
co-dietético, sublime, disciplinado. Todas se reconocen - (1923): "El sepultamiento del complejo de Edipo", AE. vol.
en este ser sin carne, sin formas, uni·forme (Lippe, x:cx.
1994), que, desde mi punto de vista, es consecuencia Giberti, E. 0990): Ti.empos de mujer, Buenos Aires, Sudame-
del fracaso del amor identifieatorio y lleva al borramien- ricana.
to de la diferencia de los sexos, así como a la conscrva- Gutton, P. (1993): Lo puberal, Buenos Aires, Paidós.
ci611 de lA bisexualidad psfquica, como derivacl6n Hckicr, M. y Miller, C.: Aoorexia-Bulimia. Deseo de rwda,
psicopatológica y no como punto de partida. Buenos Aires, Paidós.
Cuerpo contra-seña, que es a la vez cuerpo-con- Jeammet, P. (1990): •Les dcstins de l'autoérotisme a
tracuerpo. Nuevas formas -sin formas- de exorcizar los l'adolescence, en A. M. Alleón, O. Morvan y S. Lebovici,
demonios, nuevas formas de control de la carne sin Deve11ír adulte?, París, PUF.
Lacan, J.: "Senúnario La Identificación• (inédito).
carne. Éste es el precio que la púber paga "con más de
Lippe, D. (1994): "Trastornos de las conductas alimentarias
una übra" para ser reconocida en su ser de mujer -en
e Ideal". N.A. Psieoan.dlisis con Niños y Adolescentes, n• 6.
tanto diferencia- que a la vez le implica, por otro lado Nasio, J. (1988): Los ojos de Laura, Buenos Aires, Amorrortu.
la renuncia a su diferencia. He aquí una trampa en la - (1998): El dolor de la histeria, Buenos Aires, Paidós.
que suele caer fácilmente. Rodulfo, R. (2004): "Del cuerpo e~pectral. El territorio de las
fobias alimentarías", en El Psicoo11álisis de Nueuo, Bue-
nos Aires, Eudeba, 2004.

208 209
Sami, A. (1991): Pensar lo somático, Buenos Aires, Paidós. 10. NOVELAS ADOLESCENTES
Volnovich, J.C. {1995): "Todas las mujeres son unas enanas",
Reu1.sta E.PSJ.8.A, nº 1, abril, 1995. Norma Najt
Winnicott, D. (1979): Escritos de pediatria y psicoa11ali.si.~.
Barcelona, Laia.
Zirlinger, A.: "Anorexia en la adolescencia. Ropaje actual de
Ja histeria?", trabajo presentado en el Primer Congreso
Latinoamericano de Adolescencia, mayo de 1994, mención
especial en la Jornada de "Niños y Adolescentes", Asocia·
ción Escuela Psicoterapia para Graduados, noviembre de
1994.

TN'l'ROOUCCIÓN

¿Por qué muchos niños/niñas que presentaron una


organización psíquica cuya problemática fue considera·
da grave, logran defensas y formulaciones identifica-
torias que organizan su novela familiar?
Los materiales clínicos, que conforman un exquisito
legado recibido, nos abren el abanico de posibilidades
para transitar por las teorías que ofrecerán siempre
una explicación sobre tal o cual cuestión que la clínica
nos plantee; clínica y teoría constituyen aspectos indiso-
ciables de nuestra práctica.
Nos encontraremos con opciones metapsicológicas y ele-
gii-emos, S()b"Ún nuestra posición, un modelo de la psicopa-
tología para explicar el trayecto terapéutico a construir.
Los ejemplos en el trabajo anaUtico nos ayudan a
conocer cómo se organiza el psiquismo, y el "caso clíni-
co" cuya problemática es el sufrimiento extremo resulta
esencial para nuestro conocimiento.

PRESENTACIÓN Dl':L TEMA

¿Cómo es que el advenimiento adolescente, en el curso


del trabajo analítico, puede conseguir "figuras identi-

211
ficatorias" que le faciliten la construcción de una hísto- de su creación literaria tenía 19 años y pasaba las
ria y participen en "el encuentro de sentido en su bio- vacaciones en una villa veraniega de Suiza (1816), con
grafía"? Éste es un interrogante que nos envía a los su esposo y un grupo de escritores. Una noche de tor-
fundamentos teóricos que explican eJ fenómeno puberal- menta, el grupo decidió jugar una apuesta que consis-
adolesccnte, es decir, la posibilidad de concebir una tió en proponer quión era capaz de escribir la historia
propuesta metapsicológica acerca de la organización del más aterradora que se conociera. Esto es lo que se sabe
psiquismo y Ja metapskología de las formaciones pato- sobre cuál fue el estímulo de la autora para iniciar
lógicas. Fundamentos que según nuestra posición con "este juego literario".
relación a la práctica siempre serán teórico-clínicos. En la novela, la joven escritora ubica "la pasión por
Con el recorrido de "La construcción de una biogra- el conocimiento" del lado de Víctor Frankenstein, des-
ña: Frankenstein" relectura de un trabajo realizado en dichado personaje en la vida afectiva familiar, quien en
el año 1992 (Najt, 1993), organizamos la presentación la búsqueda afanosa por satisfacer muchos de sus inte-
del tema ubicando la posición del psiquismo de un nillo rrogantes (sobre los orígenes de la vida, sobre la muerte,
que llega a la adolescencia pudiendo dar sentido al el amor, el sexo); se dedica a las ciencias experimenta-
sufrimiento "ya vivido" a través de sucesivas identifica- les, y crea a este ser, "su obra", be<:ho de pedazos de
ciones. En estas identificaciones que este adolescente seres humanos muertos, tan horroroso, i;egún la auto-
logra a partir de figuras terroríficas de la literatura ra, que ni Dante lo hubiera podido concebir (Shelley,
universal (publicadas en novelas, vistas en el cine, etc.) 1816).
consigue encontrar un personaje con sentido y que cap-
turó toda su atención: el de Frankenstein.
Todas las propuestas teóricas posibilitarán alguna EL PACIENTE Y LA CONSTRUCCIÓN
aproximación a la explicación del psiquismo y sus posi- DE SU BIOGRAFIA
bles psicopatológicos, desde la interacci6n; en las nove-
las encontramos la creación literaria, que enriquece y Cuando el paciente comienza con los dibujos de
confirma esas teorías (Freud, 1907-1908). Frankenstein (veáse anexo, págs. 230, 231) ya había cum-
plido los 10 años y su talla correspondía a la de un niño
de 14_ La persistencia del tema nos ínviló a cotejar la
FRANKENSTElN búsqueda de sentido ya iniciada por el paciente, y a
reunir los materiales gráficos que producía desde los 6
¿Y por qué Frankensteín resultó el estímulo, la fuente años, con la elaboración de su "novela familiar" a partir
identificatoria, para este joven adolescente? La indaga- de un personaje que le resultaba sumamente atractivo.
ción sobre este personaje de la literatura fantástica nos Un breve resumen de las condiciones de presenta-
permit.e conocer que no es sólo una criatura creada para ción del caso nos permitirán comprender mejor el por-
asustar, sino que también nos ubica ante una figura que qué de esta búsqueda identificatoria para explicar su
desafia a "las ciencias" y a la lógica de las creencias que historia.
se interrogan acerca de la vida y la muerte.
Quienes recuperan la historia de esta novela dan A los 2 años y medio, M. comenzó a hablar con
cuenta de que su autora, Mary Shelley, en los tiempos una jerga ininteligible, hecho que llamó la atención

212 213
y propició la consulta. Parecía comprender al adulto su ltado de "las construcciones" que se consiguieron con
pero sus respuestas (verbales y no verbales) eran en los elementos transfcrenciales y contratransferenciales
general discordantes con la lógica del enlorno que obtenidos durante el tratamiento.
compartía. Ya en el jardín de infantes (entre los 3 y
6 años) los problemas que presentaba se compleji-
zaron porque a la dificultad expresiva oral se suma- ALGUNAS CUESTIONES TEÓRICAS
ba una modalidad psicomotora muy torpe con un QUE SOSTIENEN LA CLtNICA
estilo relacional agresivo. Siempre fue un niño apa-
rentemente interesado en la comunicación verbal, Desde la worfa
pero su discurso nutrido de materiales de la activi-
dad primaria resultaba muy extraño para quien En la práctica con niños y adolescentes son las pro-
esperaba un estilo discursivo acorde con su aparien- blemáticas severas las que nos remiten a revisar las
cia física (por ejemplo, a los 4 años le preguntaban opciones teóricas que las explican. Una teoría que fun-
de qué cuadro de fútbol era, y el niño, que no evita- damente los primeros tiempos de la vida psíquica con-
ba dar una respuesta, armaba un discurso con apa- seguirá ubicar los tiempos cronológicos y los tiempos
riencia formal y entonación adecuada, pero sus lógicos en un modelo que apoye la investigación clí11ica.
contenidos eran ininteligibles). No se relacionaba con A la vez, es la experiencia clínica la que 1>ermitirá cons-
niños de su edad, nunca demostraba demasiado in- tatar o refutar aquello que la teoría pr11puso.
terés por las posibilidades de alteridad con sus pa- Desde esta posición trabajamos con los fundamentos
res. Comenzó a dibujar al mismo tiempo de iniciar que ofrece la propuesta de Piera Aulagnier. Esta auto-
la actividad de la lecto-escritura (recibía estimula- ra explica que fue el discurso psicótico lo que le exigió
ción pedagógica, lo que explica su interés). En la pensar en una metapsicología que puwera dar cuenta
escuela presentaba dificultades con el ritmo del de éste, y a partir de ahí elaboró aportes teóricos para
aprendizaje (era muy lento) y los problemas que el conocimiento de la organización de los procesos psí-
los docentes remarcaban eran de tipo relacional. Era quicos desde los orígenes, y un modelo de los cuadros
señalado como inquieto, torpe y muy agresivo; pare- que conforman la psic.opatología. En La violencia de la
cía experimentar gran placer al pegar a sus compa- interpretacidn, incluye novedades respecto a la activi-
ñeros y que éstos lloraran. dad de representación; conceptos originales como en-
Sus dibujos en sesión formaban parte de la actividad cuentro y violencia, el espacio del yo, el contrato
lúdica, y resultaban una vía de acceso al sentido, lo que narcisista. Cuestiones teóricas que se incluyen en nues·
permitía ir delineando la conducción del tratamiento. tra propuesta de muchos años de trabajo en la clínica
Dibujó a su personaje a lo largo de tres años. con niños y adolescentes.
Durante el tratamiento no se encontró una historia Con relación a la psicopatología dice Aulagnier (1986):
ligada al "deseo de hijo" en los padres. Los aportes que "el concepto de potencialidad engloba Jos posibles del
ellos realizaron estuvieron centrados en la queja por funcionamiento del Yo y de sus posiciones identifi-
las dificultades del hijo, la gran torpeza, la lentitud, la catorias, una vez concluida la infancia.~ Y en referencia
falta de comprensión, las burlas que recibía de sus a la "psicopatología" infantil sostiene:
pares, etc. El material referido a los padres es el re-

214 215
1••. 1 lo que ~ucede en ese tiempo infantil en que se será revelado a nuestra escucha el "pensamiento deli-
decide no el devenir del Yo, siempre dependiente de rante primario", que en las condiciones de potencial
los encuentros conflictuales que los otro;; y la reali- permanecerá enquistado y no reprimido. ¿Cómo expli-
dad le lleguen a imponer, sino de los "posibles" que camos los tiempos inaugurales en este tipo de organi-
tiene a su disposición para afrontar y, ll~ado el caso, zación del pensamiento?
superar el conflicto 1... ). Mecanismos de somatizaci6n, El trabajo analítico con niños y adole~centes da lugar
fóbicos, rituales obsesivos, reconstrucciones de un
momento y de un fragmento de la realidad, el a la ob,crvnción e inferencia de las actividades psíqui-
priviligio acordado a tal o cual pulsión pnrci11I, for- cas primon>1imas. En estos primeros tiempos de la vida,
man parte integrante del funcionamiento psíquico el infante realiza una intensa actividad de investiga-
de todo niJ'lo. ción. Una de las preocupaciones que lo lleva u formular
t~orías explicativas, es la referida a "sus orígenes", en
Hasta aquí una breve presentación de nociones tales particular si "fue deseado en los orígenes", es decir que
c.'Omo discurso psicótico y potencialidad, que son "orga- necesita materiales provenientes del mundo psíquico
nizadoras" del pensamiento teórico para la clínica. Será externo que enuncien los contenidos de su hi11toria
necesario definir el concepto de "potencialidad p~icótica" originaria sobre cómo nace el yo. Es éste el comienzo
que vertebra en este trabajo la concepción p$icopato- histórico que dará sentido a todas los posiciones
lógica ncercn del paciente e incluye In problemática idenlificalorias que va a poseer ese yo. Este es el tiem-
parental. po de la función de un mito que es siempre un mito
Veamos cómo logra su posición identificatoria una sobre los origenes.
vez concluida la infancia el sujeto que ha tenido que
soportar el exceso de violencia que inundó su psique de
odio y sufrimiento, y a pesar de todo est.o logró defensas SobN> d milo
para sobrevivir.
M11ry Shelley denomina a su novela Frcmlirnstl'i11 o
Construcción de un Yo que prrl••ndc pr<•sc•rvur su El moderno Pronwteo. Como lo demostraremos más
relación con el discurso pero que, al hacerlo inventa, adelanle, F'rnnkenstein resultó un mito sobre los oríge-
como nprendiz de brujo de In lústoria, una fórmula nes en la construcción de la historia del paciente que
mág;cn que conserva su poder de autonom1znrse y de prcscntamoi;.
imponerle unn derrota radicnl <Aulngnier, 1977). La ingeniosa escritora recupera el mito de Prometeo
para organizar los contenidos de la "escena dramática~
El pcnsnmiento "delirante primario" (potencialidad del per:;onaje en la historia a relatar. El mito de
psicótica) es la interpretación que el sujeto producirá Prometeo remite al significado sobre aquel que por
en respuesta al exceso de violencia provocado por el "burlar a los dioses y robarles la sabiduría y el fuego
portavoz, y con frecuencia por la pareja parental. para enlregárselos a los humanos" es encadenado y
Encontramos así un tipo de organización en la psique, condenado a "sufrir eternamente", condena que se cum-
la "potencialidad psicótica", que no siempre se mani- ple con el padecimiento diario de que su hígado sea el
fiesta a través de síntomas, y sí aparece cuando le alimento de las águilas, y que cada dfa vuelva a crecer
ofrecemos la posibilidad de análisis. De este modo, para que éstas lo devoren.

216 217
Podemos confirmar retomando a Freud, Aulagnier y frimiento, mientras que su "función" era la de dar vida,
Sophie de Mijolla que ~el fantasma originario tiene la ser el sostén de la vida de la pareja parental. Cuando
posibilidad de crear los mitos•. consideremos el lugar de esta pareja de padres, tam-
bién se podrá encontrar la metáfora del alimento per-
manente que debe producir el hijo dentro del modelo
Desde la clínica relacional que a ellos los sostiene.

Si no hay un primer enunciado en el discurso externo


a la psique que explique el origen de su historia, o si el La investigación adolescente
enunciado resulta inaceptable, el yo se encuentra en es-
tado de riesgo, en peligro constante. También es decisiva En los tiempos infantiles, siempre que no encontre-
para la vida psíquica la interrogación del yo sobre cuál es, mos bien delimitada una forma de presentación autista,
en sus orígenes, la causa del placer y el displacer. nos manejamos con los •posibles" del conflicto psíquico.
En la historia analítica de M., no encontramos enun- Claro que Ja permanencia de determinados mecanis-
ciados parentales que se refirieran al "deseo de hijo", a mos del funcionamiento psíquico sumados a la particu-
un deseo del deseo, a un deseo de dar vida en el placer. lar organización del discurso, actitudes corporales, etc.,
El "pensamiento delirante primario" dará forma a van a permitir enmarcar la conducción terapéutica
aquello que le fue impuesto y que Piera Aulagnier (1977) dentro de hipótesis diagnósticas que se podrán confir-
lo explica como: mar o no en los tiempos de la adolescencia. Nos referi-
mos a la hipótesis que nos orient-0 a pensar en "la
1) al encuentro con la madre que manifiesta y
potencialidad psicótica" y, en particular, en "la poten-
expresa que la causa del origen del sujeto no es ni el
deseo de la pareja que le ha dado vida, ni un placer cialidad esquizofrénica" en este joven.
de "crear algo nuevo• que ella podría reconocer y La "novela familiar" realiiará una tarea de recupera-
valorizar; 2) al e11cuentro con experiencias corpora· ción con una nueva puesta en sentido del trabajo de
les, fuenLe de sufrimiento, que confirman que el que investigación (actividad pulsional) iniciado en épocas
ho nacido en cl dolor sólo puede encontrar un mundo pretéritas. La novela orienta al joven adolescente on la
con dolor; 3) al encuentro con algo aprendido en el actividad de historiador para conocer su propia histo-
discurso materno que, o bien se niega a reconocer ria, labor que se inició en los tiempos de la "duda". Este
que el clisplaccr forma parte de la vivencia del suje- derecho a la duda lo lleva a cuestionar las afirmaciones
to, o bien impone un comentario acerca de él que recibidas de sus padres, incluida la legitimidad de sus
priva de sentido n esa cJ<pcriencia y a todo sufri-
miento eventual. orígenes.
En el artículo "La novela familiar del neurótico"
Nuestra investigación clínica se orientó, desde los (1908-1909) Freud argumenta las condiciones del re-
comienzos del trabajo, en la senda de estas hipótesis chazo a la autoridad parental (doloroso y necesario).
teóricas. El niño que conocimos hubiera podido explicar Retoma sus intercambios con Fliess (1897) en relación
sus orígenes míticos como Prometco; según esta me- con el tema en el contexto de la paranoia: "el reverso
táfora que utilizamos, él estaba condenado al eterno su- de la medalla" que se encuentra entre el delirio de

218 219
grandeza e invención poética (novela) de una enajena- dencia entre lo conocido de la literatura y las experien-
dón con respecto al linaje". Vemos necesaria para cias ªya sufridas" por él en épocas tempranisimas.
nuestra elaboración la mención de esta nota, que for-
ma parte de las elaboraciones t-eórico-clínicas freudia-
nas referidas a la diferenciación entre neurosis Los padres
histéricas y psicosis.
Quizá una manera de prolongar aquello que se ha Con "La novela familiar del neurótico", Freud s-0 pro-
construido en la •novela familiar" será con la escritura puso explicar la desestimación de los padrci;, unica au-
do "las novelas" en las que se incluyen los materiales toridad y fuente de toda creencia de lo;, tempranos
que proporciona la propia historia; un Lrabajo de sínte- tiempos de In vida. También al concluir ese breve artí-
sis de la propia vida afectiva, que han realizado nove- culo, ubica el lugar que mantienen los padres en el
listas por todos conocidos. Para nuestro interés Mary pensamiento de todo sujeto y lo hace refiriéndose con
Slwlley, tiene una historia personal llena de dolor: perdió contenidos de los sueños:
a su madre siendo muy joven, madre que fue ejemplo
para su educación en las ideas de libertad. Ella a los 17 Por t.anto, la sobrestimación de los pñm!'ros ru'los
años se fugó con un hombre casado, Percy Shelley A de la infancia vuelve a campear por sus ÍU<!ro& en estas
los 19 año:> asistió a dos suicidios: el de Fanny, su fantasías. Una mteresanle contribución a este tema
media hermana, y el de Harriet, esposa de Pcrcy... Su provicnf' dP los suenos. En efecto, su interprf'tacíón
historia dolorosa persiste a posteriori de la creación de ensNla que aun en años posteriores el emperador y la
la novela aquí trabajada. emperatriz, esas augustas personalidades, significan
Nuestro paciente metaforiza sus r!'presentaciones en loe sueños padre y madre <Freud, 1908-1909>.
originarias poniendo los materiales figurativos en per-
sonajes e historias que recupera de los relatos popula- La pareja de los padres es co-autora de In historia
res vistos y escuchados (cuentos de l-Orror). Si en su que presentamos porque su participación confirmn aque-
"fondo representativo" se encuentra un predominio del llo que busca el hijo sobre las características monstruo-
rechazo, del displacer (representaciones pictográficas de sas que 61 s-0 atribuye. La madre solfa referir con relnción
rechazo), ¿cómo le resultaría posible el tener la repre- a las condiciollcs sociales del hijo: "es ol hninicrreír del
sentación de un cuerpo unificado concebido en el amor, grupo•; •están mal todos los que creen en él, nunca va
investido en el placer? Porque de esta manera Ja ima- a lograr aprender en la escuela~. Confirmación del no
gen corporal que sobrevendrá será la de pedazos de deseo de deseo del hijo.
cuerpo unidos sólo por el dolor. La representación de la El contrato narcisista definirá la manera de catectizar
imagen corporal será la de "un cuerpo en ¡J('dazos". al hijo por parte de los padres, cómo cadn uno de los
"Fondo representativo", orígenes del conflicto psíquico progenitore,; le proporcionará el medio ambiente p:>Í·
que acompañará al sujeto durante toda su vida. quico al que se incorporará el niño.
Dicho brevemente: el lugar de Frankenstein en las Este contrato expresa las condiciones históricas de
producciones gráficas de M. podría representar un frag- los padres, cómo cada uno posee la Mherencia" que ha
mento de los orígenes de la historia. En la recuperación marcado el estilo de concebir sus proyectos de vida, Jos
novelada de su lares investigativa se prodltjo la coinci- modos de intercambio social, condiciones incorporadas

220 221
sin ml'<iinción en el nuevo ser, que resultarán fuente de lin breve recorrido por las producciones que s!'lec-
sus propias construcciones psíquicas. cionamos nos permite constatar que l\L produjo una
Picra Aulagnier (1985) deftne "la potencialidad u~erie de Frankenstein"; sesión a sesión, dibujó con
psicotizante del medio ambiente psíquico". E;tc concep- placer al pcr¡¡onaje, tema que fue iniciado por el relato
to se refiere al poder de inducir por parte de la madre de la novela. Fueron más de veinte sesiones en las que
o ambos padres la fantasmatización que actuará en la elaboró los orígC'nes de la creación monstruosa, qu!'-
psique dl'I hijo. El niño pequeño reacciona a bUS mnni· dando l'n el registro de los dibujos las diferentes op-
fc~laciones, con expresiones cargadas con intcnNidad de ciones que su organización psíquica en ese tiem1>0 le
displacer. De modo maniftesto se puede conocer el odio ofrecía. Se ve en los detalles que incorpora la taren
expresado abiertnment.e en sus discursos, odio que cn· artesanal del yo, une pedazos con costura$ destaca·
ractcrizará n la relación de ciertas parejas. das, pono apósitos para sellar heridas y hnsta llega a
El trabajo terapéutico tuvo continuidad con el paciente definir In condición pubaral, en un dibujo donde el
y siempre fu<' provisorio con los padres: resultaba nt'Ccsa-
personaje presenta barba como expresión de In nueva
rio actualizar el contrato periódicamente. En el tiempo etapa en ~u S<'XUalidad.
En la figura 1 (pág. 226) que presentamos, se obser·
transcurrido, primero se pudo conocer el odio en el ejer- va a un niño latente relatando una hi5torin que tiene
cicio de la pulsión de muerte hecho efoctivo sobre el hijo. carácter popular, la que puede ser interpretada como
Pasadoo varios años la madre comenzó a manifostar la proyección y elaboración de miedos propios de la edad,
unión en el odio que sostenía a la pareja. En Cíla ~poca se coníluencit1 de factores externos (cultura religiosa ame-
confirn1ó la condición ªde prótesis de la vida materna" por nazante) y procesos psíquicos subyacentes quo renue-
parte del hijo y también el significado del fracaso de la van la posición edipica y la consecuente amcnnui de
represión materna, donde Ja "locura• y el i¡ufrimiento del castracion No es ésta Ja problemática de M. Lo afirma-
hijo hacían de argamasa al encuentro parental. Frocaso mos aquí porque ya conocemos cuál fue el destino de
de la l'l!Jll'l!Si-011 e11 la organizaci.ó11 psfquü:a de fo madre esta investigación, y también porque, antes de iniciar
que es tc1po11ada con la psicosis del hijo: l!l hijo resulta Ja búsqueda con Frunkcnstein, habla rt.'n lizado ensayos
pr6te11is de la psique materna. El paciente M. no delira con otras figuras monstruosas de la literatura y de su
(por el momento), pero su búsqueda de sentido en los producción original, figuras representantes de su extre-
oríg1'nt•s lo lleva a encontrar a la figura idenlificatoria mo sufrimiC'nta en el cual el "no desenr" crn In condi·
que es modelo de su sufrimiento en Frankcm;tein. ción de continuar con vida.
Conceptos teóricos como pulsión de muerte o fracaso La persistencia en la representación de figuras de
de la represión se encuentran con una clínica que gene- monstruos, figuras amenazantes. pcn;onajcs sometidos
ra el estado ilusorio en la que cada novedad que se a efectos de deformación nos permiten conocc:r la rt'pre-
formule tendrá necesariamente su correlato en el caso. ~cnlación dC' un "temor al derrumbe" \\Vionicott, 1963)
Aquí debemos reiterar que la problemática psicótica por algo que ya ha ocurrido. K Eissler (196 l) en su
nos ens<'ña sobre los funcionamientos posibles del estudio sobre Leonardo da Vinci nos dice que en la
psiquismo desde Jos or~genes. Es en la experiencia con creación gráfica de este artista está fuertemente impli·
ninos·adolescenles y sus padres donde tenemos el pri· cada la dcfonsa contra la muerte (con ref('rC'ncia a la
vilcgio de asistir al conocimiento directo de aquello que deformación en nlgunos dibujos, Jos ¡,'l'olcscos, la r(lprc-
la teoría buscó explicar. sentación del diluvio, etc.).

222 223
Los rostros de Fra11kenstein por encontrar bcntido a su biografia y con .. 1111 ru11 1•
guir armar un proyecto para su vida futuni .
Aquí presentamos sólo algunos dibujos, pero en todos
lo~ que produjo en sesión apareció el claro afecto trans- Con esta breve presentación del sentido intcrpretndu
ferencial: era él mismo quien se representoba en ellos. en los gráficos concluiremos este trabajo. Compr<•nde-
La intervenciones estuvieron dirigidas en ese sentido. mos que el análisis del material permitirá a cada ob·
Una reRpuesta es un dibujo de un rostro de monstruo, servador-autor encontrar novedades que no se han dicho,
mezcla de su figura elegida con la de otro monstruo y también que habrá coincidencias y discrepnnciaR so-
popular, Drácula, que presenta grandes colmillos, y un bre lo interpretado. Mantengo la convicción, ofccto del
hilo do sangre que surca su boca luego de alimentarse espacio transforencial sostenido con el paciente, de que
de su victima (veáse fig. 5, pág. 228). Como se lee en el propósito de su historia (constrllida en Hl'SÍón) f'uo
esta producción, upara Norma con cariño" El joven de- éste, es decir, encontrar acompañantes atentos y com-
dica a su analista, en el espacio de la sei;ión, "con ca- prometidos que con acuerdos y desacuerdos lo ayuden
riño" la prueba de vida conseguida. El paciente constata a conseguir la unión de esos pedazos que t'n los inicios
que los mecanismos logrados le ofrecen significación al de su vida le proporcionaron el solo afecto de la an¡,'lls·
horror ya vivido, y también que el alimento (sangre) tia de mutilación.
simboliza sus nuuvas formas de intercambio, Novelas adolc~centes ... Una formulada por una mu-
El mismo l\1., autor del relato gráfico, le dio continui- jer con un rt'lato de horror en el que proyecta parle de
dad a su tarea. En los inicios (fig. 1, pág.. 226) presenta su deseo de snber acerca de los origenes y sobre el
la historia que busca descifrar, en la que se incluye sufrimiento, y otra que se organiza en el trayecto te-
junto con los personajes heterogéneos de su terror. rapéulicu con los materiales de la ya conocidu y popu
En lu figura 2 (pág. 226) aparecen con claridad las lar historia, utilizándolos para sus reprcsentacionel! y
formas de unión que el autor conoce: tornillos que sos- dando significación a los procesos originarios que sella-
tienen partes del dibujo, costuras para cerrar, upó8itos ... ron parn siempre ol estado de rechazo y displacer que
En las figuras 3 y 4 (pág. 227) persiste con los ensayos está pt·csenLe en el origen de su vida.
de unión, y marca las expresiones del rostro con Jos
ojos, la boca. Estos dibujos, abundantes en este tiempo,
nos permitían dar sentido a estas expresiones de asom-
bro, sorpresa, enojo, sentimientos de su propiedad que
no recibían repuestas discursivas violentas y le otorga-
ban den.-cho de privacidad.
En las producciones presentadas se evidl.'ncia el tra-
yecto terapéutico recorrido (recordemos que pasaron
varios años sin que el paciente utilizara el papel y lápiz
como recurso de intercambio).
En la figura 6 (pág. 228) aparece él mismo represen-
tado, mezcla de monstruo y adolescente que se inquieta

224 225
ANEXO

P:
1 1
I
J!
t~
\~

( /'
_,....
-'-/
~:(l._
..... - _)
Figura J Figura 3

.-rt"l"\\\\\\\I 7
11 ~/ 1

Figura 2

226 227
BIBLIOCRAFIA
Jflv--t §.:::~ Aulagmer, P. \1977): La uiolencta de la illterpretamin, Bue-

lC @f
noi; Aires, Amorrortu.
- 11985): Un intérprete en b11sra de sentido, Buenos Aires,
Siglo XXI, 1994.
(1986): El aprendiz de ltistor1a.dor·maestro bruJO, Buenos
' J1 I Aires, Amorrortu.
,,.,
1 '
Dt> l\lijolla Mellor, S. 12004): Le be"'1tn de croire, Parí~. Dunod.
Eisslt>r, K 11980>: Uonard de Vtnci. Étude psychatwlytique,
Paria, PUF.
Freud, S. 0908 11907)1: "El creador literario y el fantaseo",
Buenos Aires, AE, vol. IX.
- (1909 l 19081>: "La novelo fom1lior de los ncurotic01 •, Bue-
nos Aires, AE, vol. IX.
N11Jt, N. 11993): "L'enfant en quéto do scns", en L't•llfallf et la
psyclumalyse, París, Editiona Esqu1$ses Psychanalityquoa.
Shcllcy, M. (1971): Frankenst1•ii1, México, Juan Pablo
Editor S.A.
Winnicott, Dooald W. (1991): Exploraciones ps1coa110/lt1ros /,
Buenos Aires, Paidós.

228 229
11. IDENTIDADES BORROSAS

Ma.ria Cristina Rotlwr Horrustcin

El mid1<0 (a d1fuencui del natura/U.la) •• ocupa


( ... / dt un solo organismo, ti SllJ<'IO htm1<1no, que
lucho por mantener su úkntidad en fm"ttn•tancias
adt>trsas.
lvv McKt:NztE.

ADOl.F.SCEl\ClA Y ORGANIZACIONES FRONTERIZAS

Toda vez que la patología evidencia una ruptura o


desgarradura, es posible que normalmente preexistiera
una articulación <Frcud, 1932). Las organi7.acioncs fron-
terizas ilustran la complejidad del yo, sus limites bo-
rrosos con los otros y con la realidad intcmn y externa.
Los o.dolesce11tes nos e11fre11tan con s1tuo.cione.s lími·
tes. Alg1mos autores consideran a la adolescencia. como
estado límite cuando el embate pulsional y las exigen-
cias de la realidad dificultan la salida hacia la cxognmia,
manifestando -a veces- ªfragilidades del yo", "potencia-
lidades psicóticas", y estados depresivos cuando so pier-
den espacios u objetos que eran importantes s<>stcncs
narcisistas, ya sea como "posesión narcisista" o como
"objeto de la actividad narcisista" (Bleichmar, 1997). Si
estas manifestaciones son transitorias, como el duelo
normal, posibilitan reorganizaciones f~>eundas de la
estructura psíquica.
En la adolescencia y la primera juventud, no e~ fácil
diferenciar entre organizaciones fronteriza¡¡, el comien-
zo de la esquizofrenia o de una enfermedad bipolar.
Prudencia y precisión en el diagnóstico se imponen ya
quo se requieren diferentes abordajes terapéuticos: in-
dividuales, familiares y psicofarmacológicos, y la dcci-

231
sión o no de una internación transitoria que, a mi jui- nes afectivas violentas, a un intenso tabicamiento
cio, sólo drbe estar al servicio de evitar un inl.l:nto de defensivo.'
suicidio, de regular el nivel de psicofármacos. o encau- Con un fragmento del relaw de una paciente ilustro
zar la rcinscrción del paciente en su ambiente familiar un aspecto de lo antedicho.
y social evitando etiquetas nosográficas que para el pro-
pio paciente y/o para su entorno pueden actuar como L: tCon dolor y rabia disimulados.) Nunca una 1111rada de
mandatos idcntificatorios, lo cual contribu1ria a incre- aprobaáón, de valoruación, tk can{illnza. Lo que mM me
mentar modalidades sintomáticas, rasgo~ de carácter, a11gust1a ~s que lo sigo esperando. M1 padre me llamó paro
actitudes defensivas que, como profecías autocumplidas, decirme que 110 r¡ucrla vwir mós. No soporta la hunullac·w11
se lrunsformcn en enfermedad. qui' .~wn/e por 110 estar allí, en el pedestal. Lo 1111rf llorando,
llorando (l loro cuando lo cu1mta); ni aun as( S(• co11movi.ó. Lo
Lu frecuencia de las organizaciones fronterizas en la
rí11rco que mi• dijo es "cuidámela a ell.a" -rP(iri~ndosc a 1111
con su Ita actual constituye una proporción cada vez más madre- "no la de,¡!!8 sola". Y luego agregó •ocuµole dP mÜJ tosas
important.c en relación con los "buenos y leales neuró- que purort1 srr 11110. mi= de oro·. Se miraban l'nlre ellos ;,Y
ticos" de antl's. En estos casos, las disfunciones del yo ...abe lo que me di cuenta? De que siempre fue asl. T"'la la uuia
ponen en evidencia las falencias, carenciaR o violencias solo se miratvn sólo entre ellos. Sólo se quieren e/108 dOI.
del objeto primario (madre, padre, cuidadores), no sin Terapeuta: ; Y 1w es una manera de mirarla .v valorarla
inten~ificar las razones para seguir lijado a él. cuestio- cuando le pide que rea U!fted lo que re ocupe de su• CO$a.9 (1us
ne" QUI' se reproducen en la transferencia. amoreaJl
El trauma cambió de sentido. Ahora, meno~ sexual, P.: No !con un geoto de desencanto y trist~zal. Nunca,
afecta al psiquismo de una manera más global, y se Jamtü me f<l1c1tó por nada. Y /uzy. que supuesta111e11te ae des-
caracteri7.a u menudo más por la ausencia de r!'spues- /)"lÍra no me pudo decir te quiera.
ta que por el efecto directo de ésta, resultando de ello
a feccionos más o menos serias, generado ros d!' 11 ngus- Solemos ver que a lo largo de la vida cstoR pacientes
tias int<'nsas, de repeticiones mortíferas, que ponen a repiten formas de relacionarse que tienen finales
prueba la contratransferencia del analista, quien se traumáticos y que {a diferencia de lo que ocurro en
[
ve obligado a variaciones técnicas y a utilizar diferen- sujetos neuróticos) son con frecuencia predecibles, pero
tes estrategias a veces en el transcurso de una misma casi siempre inevitables. Estas repeticiones les confir-
sesión. Porque son pacientes que muegtron una sus- man que, en cada nuevo encuentro, serán rechazados,
ceptibilidad extrema al rechazo, a la herido narcisista denigrados, abandonados, traicionados. Entran enton-
y o las ~rdidos, y no toleran el alejamiento del otro.
Ese otro que nunca los satisface. Que hago lo que 1. •f.n ialee pacientes hay unos principioa or¡aniudoreoi, in·
hiciere nunca alcanza a cubrir lo que se e:;pern de él conaciontea e invanant.ee. a través de los cuaJe.1 ae ora:aniz.e toda
como respuesta deseable. Hay una imposibilidad de la experiencia. o.o.de muy pronto, en su historia, ha m•talizado la
reconocer lo alteridad, no sólo en el ámbito de la re- convicción de que nada bueno puede suceder en relación con otra
lación terapéutica sino en casi todai; las relaciones: persono, c¡uo no exiete runguna posibilidad de c¡ue nlguion cuide de
t.'llot, y que, en d~finitiva, e.stM condenados a vivir y o morir "Oh>R,
pareja, amigo:;, familiares, laborales. Son pacienles que y cunlqu itr f'~pc-rn.nzn de llevar una vida con sentido bnMndn en ttua
sufrieron severas privaciones en su desarrollo, las propioe dr1tignioe internos e.s sólo una ilusión y unt\ lnvit.oci6o aJ
cuales los predisponen a la desconfianza, a las reaccio- desaatro" ($tolorow y Atwood, 1992).

232 233
ces en un círculo que comienza con la idealización del real (de ahí la aparente normalidad) y un sector que
objeto que aportaría supuestamente Ja satisfacción to- implementa defensas arcrucas de tipo psicótico.
tal, seguida de furia y fantasmas asesinos cuando so- Winnicott es para muchos "el analista de lo fronteri-
breviene el desfallecimiento del otro. Obstinados por zo". Acentúa la importancia del "ambiente facilitador",
establecer una relación indisoluble y eterna, crean un "la preocupación materna primaria" y el "holding", así
lazo fusional, imaginario, que inevitablemente se reve- como el lugar de un buen "objet.o transicional" y el área
lará inadecuado e imposible (McDougall, 1982). de lo intermediario, interesándose por el juego recípro-
Es frecuente la reacción terapéutica negativa o esa co entre lo interno y lo externo. Proporcionó un modelo
compulsión a repetir que aparece como la subversión conjunto de encuadre clínico y de funcionamiento psí-
dél principio de placer cuando fracasaron las condicio- quico en donde, ante el sentimiento de vacío del pacien-
nes de instauración que implica la participación del te, para quien el analista no representa Ja madre sino
objeto. Fracaso que puede atribuirse a un conflicto cuya "es la madre", la contratransferencia es el instrumento
solución no pudo ser hallada entre el funcionamiento privilegiado. Tanto que a veces es desde ahí que hace-
pulsional por un lado y la relación con el objeto por el mos el diagnóstico.
otro, al fracaso de esa madre que no pudo sostener Green (1972) dice que, como en Francia entre 1953 y
libidinalmente al niño -no lo miró, no lo escuchó, no Jo 1970 estaba prohibido inLeresarse en el yo, sólo tenerlo
ent~ndió- y ofrecerle su psiquismo para ayudarlo a en cuenta era ser tildado de "ego-psycologist", puesto
constituir el propio dejando de ser único objeto de amor que Lacan dictaminó que el yo sólo era producto de las
y placer, y proporcionar übre acceso a otros para que el identificaciones especulares del sujeto.
niño pueda instaurar así la relación con la realidad. El yo es mucho más que lo que propone Lacan. De ahí
Las organizaciones fronterizas siguen siendo un in- la importancia de revisitar la segunda tópica y autores
terrogante para los psicoanalistas. Diversos autores posfreudianos como Aulagnier, Green, Castoriadis,
agruparon bajo la categoría de fronterizos o borderlin.e Pontalis, McDougall y otros, que retomaron el estudio
a pacientes que presentan cierta clínica, considerando del yo y su conformación compleja, 1>ulsional,
lo afectivo, lo cognitivo, lo relacional y el predominio identificatoria y sede del pensamiento. Y que invitan a
defensivo más próximo a las psicosis que a las neurosis. pensar no sólo en el trauma desestructurante que tiene
Sólo menciono algunos: Kernberg (1967, 1975) y Kohut su origen en el "abuso sexual" de los comienzos del psi·
(1971), en los Estados Unidos; en otras latitudes, Balint coanálisis sino tan1bién en lo traumático de la falla y la
(1968) y Bouvet (1966) plantearon como característico carencia libidinal, narcisista; la falta de respuesta del
de los estados ümite un modo de relación dual que no objeto primario; la madre en duelo, deprimida y sin ac-
es la relación fusional ni la indiferenciación yo-otro de titud amorosa hacia su niño, lo cual puede dejar secue-
las psicosis. Aquí, el sujeto y el objeto permanecen di- las desastrosas, heridas no fáciles de cicatrizar o nunca
ferenciados, pero se da una dependencia fundamental cicatrizables siendo su consecuencia en la esfera sexual
del primero con respecto del segundo, de forma que el menos importante que los desgarros a nivel del yo y las
sujeto no puede conservar su integridad si pierde a1 diferentes formas sintomáticas que producen.
otro. Esta dependencia en la relación culmina en una Vemos que, ni bien profundizamos en las propuestas
especie de escisión de la personalidad en dos sectores, metapsicológicas, encontramos grandes divergencias que
típica de los estados límite: un sector adaptativo con lo se acentúan en las técnicas de abordaje. Para evitar

234 235
teorizacioncs o pragmatismos no conviene desarticular vez por ello pudo hacer operativos lo,; tropi<~Z08 y los
la metapsicología de la práctica clínica y viceversa. fracru;os. Sometió su propia disciplina al principio que
Las diversas organizaciones psicopatológica,; pueden la hizo nacer; no negar lo irracional, lo íocohercntc, lo
ser abordadas por el psicoanálisis, con más o menos inquietante, lo negativo. Por el contrario, interrogar y
éxito. Los éxitos o fracasos de cada tratamiento depen· pensar lo que se presenta como obstáculo. Hoy los "ro·
derán de la propuesta de cada analista, de su solidez y sos-limite" no pueden ya ser considerados la excepción.
amplitud t.córica y práctica, y de un proyecto eopccífico
para cada persona en el que intervienen la ética en el
manejo de la transferencia y la contratransfercncia, que Estar al dla
apunta a investir un proyecto de autonomía.
Suele 1dirmnr·se que los pacientes ya no son lo que
eran; que 111 población analítica está mcno11 compuesta
Repasemos lo conocido de neurosis "clásicas", precisamente aquellas que Freud
llamabn neurosis de transferencia. Se ven cada vez más
En los comienzos del psicoanálisis, Frcud 1>cparó las "formas mixta~· en las cuales, lras la fachada neurótica,
psiconeurosis de las neurosis actuales. Luego, una vez se revela la intensa actividad proyecti\'a e><quizo-para-
circun~cripto el campo de las psiconeurosis, •eparó los noidc o una fragilidad narcisista que lleva a la
díverSOl:l tipos de organización -nl!urosis ob>'Clliva, his- disociación entre la psiquis y el soma o a lo que l~reud
térica, fóbica-, no tanto por los síntoma., vii;ibles sino identificaba como "alteraciones del yo",1 que marcan el
más bien por el descubrimiento de los mecanismos comportamiento de una suerte de locura sin delirio. El
psíquicos en acción. Diferenció el modo de funciona- hecho es que a partir de las personalidnde11 "as ir
mienw nrurótico, de la perversión y la psicosis. Definió descriptos por Heleo Deulsch en 1942, las organizacio-
101> cuadros clínicos, no por prurito nosográfico, sino nes "falso sel/" dcscubiert.as por Winnicott ( 1972), y la
como respuesta a la clínica y a los nuevos desarrollos falto básica propuesta por Balint, los cuadros clínicos
de lo teoría. No se trata de hacer entrar por la fuerza etiquetados como neurosis puras son cada vez más raros.
a los fenómenos en las estrecheces de un cu11dro, sino, ro;n la clínica habitual ya no predominan tanto los
a la inversa, se trata de "crear un cuadro" para que se síntomas neuróticos, la inhibición, la represión, los con-
constituyn como objeto psicoanalítico (Pontalis, 1977). flictos internos apuntalados en conflictos sexuales o en
Sostener una posición crítica acerca de los efectos lns dependencias familiares e ideológicas, sino que asis-
que produce la manera como pensamos y abordamos el
trabajo con lo~ pacientes, mantener una e..-cucha abierta
a las nuevas formas que toma el padecimiento humano, 2. •AJ cr~to que •n el interior del yo tiene el dl'f'ender podcmo•
reconocer las nue\'as manifestacione:> sintomáticas, nos d...ignarlo 'nlt.eradón del yo', siempre que por lal compr<:ndamos la
lleva a crear diversas formas de abordaje clínico y a di\·ert_eencia te11iJ>C('to de un yo normal ficticio que aR¡tUrnría al tra·
revisar la manera en que quedan conmovidos los concep- bojo pt1icoa0Aht.ico una alianza de fidelidad inconmoviblt'. Ahora es
fácil cn'<'r lo <1ue ta C'Xpcricncia cotidiana enB<'ñn: traU.odoRO del
tos teóricos fundamentales (Vecslir, 2003). de.;enlnce dé una curo analitica, éste dependo en lo <'•Onciol de la
Frcud, que se topó ~a su pesar" con In transferencia, 1r1tcn•id11d y proíundidsd de arraigo de e•lM r<'•i•lN1cíM de la
que tropezó con la "reacción terapéutica ncgntiva", tal ulteración dol yo• (Preud, 1937).

236 237
timos cada vez más n las dificultades en las relaciones porosa deja pu~ar )118 ••lt rr1111t1 a 1ft1l11 ¡11 I•• 1 1 1
con los otros y con uno mismo, a la depresión, a los también una all!•rm<um oln 111 11111110 1111 •I h 11111 11111
comportamientos autodestruclivos y a las somatizacioncs. nomo, tiene una lega lidnd mlC• nfl ~ lll1n 1111 ti• lltlt 1 1
Podemos preguntarnos si los que han cambiado son pendencia< Siguiendo con In t11l'llll•11f1 /•1111 111111 1111
los pacientes o los nnalistas. Los analistas por estar inconsciente si no tuviera él 1111111111 \1111 ltlt 111111 1111
mál! atentos a lo ~profundo" -lo que explicaría por una paraexcitaci6n interna y cxtenm? 1.Y q11/\ 111 rt11 111 1 1 1
parte Ja duración de las curas- o más interesados por coanálisis sin esa membrana que lo 1><•1111lln l1111lu ¡1111
los efectos de Ja realidad, del entorno, de la historia; los fundizar sus pilares conceptuales funda1111'11tnlru1 r111110
pacientes cada vez menos estructurados, en función de la porosidad necei;aria para apropiarse d1• ml'lllhunw
una evolución sociocultural que conmueve la construc- procedentes de otras disciplinas y tran~fonn11rli1" 1lo
ción identificatoria, como si Ja "crisis de identidad" no acuerdo con sus necesidades para la compreos1c\11 1111
estuviese sólo ligada a la fase adolescente de la vida algunos hechos? (Rother Hornslein, 2003).
sino que constituyese un estado permanente. Nos en- En las organizaciones fronterizas dijimos que el pro-
frentamos así a lo que diferentes autores llaman esta- blema se da a nivel de los límites y ~obre todo con
dos fronterizos, organizaciones frunteri1.as, trastornos re~~cto a los límites del yo. En esto,¡ pacient~s. o hny
limite de la personalidad, pacientes borderline, tenicn< una gran porosidad y escuchamos con frecuencia In~
do que dilucidar si son distintas maneras de referirse cxpresiónes "soy u11a esponja; todo lo absorbo", "soy
a una misma problemática o do agrupnr pacientes di- maleable, tengo rl sf fácil", o por Pl contrario hay una
flciles de diagnosticar. gran distancia con el otro, extrema desconfianza, todo
lo cual da cuenta do In enorme sensibilidad y del miedo
a In intrusión y también la contrapartida: deseo de
¿Qllt ENTENDEMOS POR Ll~UTE? fusión y exceso de intrusión.
Cuando el papel del yo auxiliar, la madre que contie·
El límite es un concepto muy importante en psicoa- ne, la madre que mctaboliza los mídos, la madre espe-
nálisis y en otras ciencias. ¿Pulsión no es acaso un jo, no está garantizado, las pos ibilidades de elaboración
concepto límite, fronterizo? Consciente, inconsciente, del niño se ven sobrepasadas y el yo debe hacer frente
precoosciente, yo, ello, superyó y realidad. Los limites a la doble angustia: de intrusión y de ~eparación. Estas
son zonas de inl~n!lo trabajo que posibilita modificacio- fallas de Jos lazos libidinales o de excesos que pertur-
nes en las diferentes instancias psiquicas. Como ocurre bnn el surgimiento del yo propician marcadas heridas
con la membrana, en biología, que es la zona más im- narcisistas que se manifiestan en In clínica como pro-
portante de Ja cólula: límite, filtro y lugar de intercam- fundo desprecio de los otros y de todo lo que ellos apor-
bio es garante de la individualidadª y de la vida de In tan. Actuación que es reflejo de una desvalorización de
célula< Si es demasiado cerrada se ahoga, demasiado sí mismo originada en la débil constitución del yo ideal,
"pobre Majestad ,tan desamparado". Si el rechazo se
despliega ~mo es habitual- en Ja transferencia, gene-
3. lndividuahdad no et independencia< Preservar la indivídualí· ra un sentimiento contratransferencinl de desaliento,
dad, la autonon1fn requiere depend<'ncia recíproca con el entorno. desesperanza y frustración que no c!I fácil de remontar
Condición de sujeto y trunbién de wdo or¡,'tlllismo vivo< y que puede llevar a contraactuaciones nefastas.

238 239
La clínica ~límite" evidencia la porosidad de los limi- En pacientes severamente perturbados, algunas s1tua·
tes entre el otro y el sí mismo (sio que ambos espacios ciones regresivas y repetitivas pueden ser la únim for-
lle¡,'Uco a confundirse como en la psicosis) y la utiliza- ma de t<alvaguardar el dCrL'<:ho de existir. La depend~n'"ªª
ción de lo externo para representar y representari;c Jo afectiva puede servirles como reparo contra la ¡x•rt1id11
interno, lo que hace todo aún más borroso. de identidad o la desestructuración.•
Lu intcrpenetración momentánea del adentro y el Como analistas nos enfrentamos al dificil equilibrio
afuera y la tendencia a lo instantáneo conducen n cier- entre una actitud no intrusiva y el tener que suplir
tos pacientes límite a tomarse muchas libertadt>s con verbalmente carencias sufridas en los primeros ticm
las categorías del espacio y del tiempo, as1 como con la pos de la vida <Rothcr llornstein, 2003).
causalidad, aproximándose su dbcurso y su pensamiento
al de los psicóticos. Pero el sentido no se altera para el
d<'stinatario. La relación con la realidad sigu<' relativa· POUMORFISMO Sl~'TO~IÁTICO V DEFENSAS
mente preservada y si bien el pensamiento parL'CC "loco",
es susceptible de corrección inmediata cuando los de- El polimorfismo sintomático es clave. Por eso debemos
más, no sólo el terapeuta, lo marcan al joven que no lo estar at.cntos, en la clínica, a lo problemática depr('siva,
entienden (pensamientos o ideas paranoides trnnsito- a h1s conductas adictivas, a las tentativas de suicidio, a
rias). Esta dificultad, que el sujeto percibe como su los pasajes al acto, a los trastornos del sentimiento de sí
dificultad para hacerse entender, a menudo es causa de y a los arranques delirantes que propician ansiedad flo-
inhibición y de desinvestidura narcisista o lleva a rc:>ac- tante y difusa, a los síntomas obsesivo-compulsivos, a
ciones y manifestaciones de odio verbales y de compor- las fobias múltiples, a las reaccione.; disociativas y a
tamientos desbordantes. Ja, preocupaciones hipocondriacas, a las mutilaciones
Con estos pacientes los analistas también trabajnn en del cuerpo (tajos y cortes de brazo y antebrazo).
los límites. Aportar un yo que no desfallezca por la pro- Con frecuencia los pacientes borderline dan cuenta
yección de la desesperanza y encuentre la manera de de una carencia de interioridad, do desinvestidura del
quo el paciente acceda a incrementar la capacidad sim- propio espacio psíquico, de dificultad para estar aolos y
bólica disminuida o invitar n un paréntesis en el trabajo de dependencia adictivo. Predominan la tonalidad de·
analítico sin que el pacienU> caiga en añgustia d(l desin- pre~iva, las preocupaciones somáticas, el clivaje más
tegración es un juego delicado que debe evitar generar el que la represión, el acto más que la fantasía, "el ataque
~ntimiento de abandono e incrementar así el profundo
i;entuniento de vacío. Al mismo tiempo es necesario pro-
poner UD limite al "ava.'lllllamiento", producto y produc- 4 La experiencia personal y d• pruf.,,ionalea que trabajan con
tor de UDa angustia ma!!íva que reedita el encuentro con esw• p11cwnt.. es que se requi•rc un 6mb1to institucional donde t•I
esu madre que no pudo dosificar y regular los estímulos pncicn le rncueotre una red de ll08t<'n y pueda ser internado por
(externos e internos) y proponer un proceso de elabora- breve• pcrlod08 si el caso lo pre<:isn, 1obrc wdo cuando hay ameno
za do auicidio. En casos menos graves, lo nsistencia 1>0r pnrte dei
ción y do simbolización que impida UD desborde traumá- unn pnrejo t<rupéutica (psiquiatra y P"icoterapeutn) posibilita que
tico, con fallas en el sentimiento de identidad y de el poc1entc diversifique su rotación tran•ferencial y tenga mMor
existencia. Entender las n!'cesidades psíquicas de un pa- vivencia d~ desamparo. Iluatrn particularmente lo expursw el t ra·
ciente no significa quedar apresados en sus demandas. bajo clínico que dc;;arrolla Liliana Palauini en el próximo CAJntulo.

2<10 241
contra el pe11.qamiento" (Aulagnier, 1975> mós que la extravagancia y la locura de los h11111hr,.•" 11"1 • 1111, 111~1111
evitación del pensar, la dificultad en encontrar sentido y que son para el yo el equivalenhl rl•• lu~ I" rv1•111i11111'J1
a sus actos y pensamientos, la promiscuidad sexual, la para la sexualidad. Equivalentes qu<' d1111 c11111tn do
indiscriminación frente al otro má~ que su r~-conoci­ esos cuadros que Freud no definió pero 1·11 los •tlln 111 •
mi!'nto. Es intensa la inestabilidad afectiva, relacional, dominan la escisión, la desmentida. la pruyc ..cl611, 111
y es <'~O mismo de.•equilibrio el que a veces desencade- actuación más que la simbolización. En l"Slt•M for 111111
na una "locura" pasajera (como las tormentas de vera- clmicas los pacientes elaboran poco, no 61• t'1111li•r 111~11
no o, rná~ ¡rrav<', corno los huracanes que dejan tendales con reprimir sino que necesitan actuar, cxpul~ar, t•\'fl
a su pu~o). Entre un torbellino y otro. hay periodos de cuar, por eso se defienden mediante la ronl!g11citi11 y 111
cierta estabilidad en todos Jos niveles, con un r('intC'gro escisión. De esta manera luchan intensamenl<' por pn••
de lll c11pacidacl ele pensar sobre si miHrnos que 11 veces servar el sentimiento de sí. A veceij PI mundo pnr<'<'t•
no>1 sorprende. desaparecer, perder sentido, esfumarse. J,as fubulncio
F.n términos más teóricos diremos que en Ja neurosis nes, los delirios, las elaboraciones que hact>n los pacic•n
predomina In angustia de castración y en las organiza- te:> y nosotros mismos tendiéndoles puentes de sentido
cione>< fronterizas, la angustia ante la Sl'puración-intru- para salvar esos abismos de insensatez, el cao.. en PI
i>ión. En estos pacientes la problemática primordial es sentimiento de si, son necesarios pero seguramente
la in~cgurídad en cuanto a su propia t>xistencin, a su nunca .;uficicntes.
i;u¡wrvivencia, a su identidad. Cuestiones que remiten Sin una referencia a las instancias, el dbcurso ana-
a Ja frah<ilidad de la organización yoica (Green, 1972; hlico no ca más que charlatanería, peor que la de un
Hornstcin, 2003), que pone al descubierto la alternan- chamón.6
cia en lu primera infancia de relaciones gratificadora;; La utiliwción de las dos tópicas es uno dr los pivotes
y frustrantC>s, <'xperiencias de abandono, de perversión, del enfoque psicoanahtico en psicopatologin. principal-
de rnformcdnd, de muerte, que contribuycron a hundir mente para diforenciar las neurosis de !ns organizacio·
al niño en duelos imposibles y a poner en peligro su nes HmiU'. En relación a la primera tópicn, los autores
vida pRíquica. coinciden en pensar que el trabajo del prcco11l!ciente,
J<~n l914, cuundo Freud introduce el narcisismo, inau- efectivo on In neurosis, es insuficiente en las organiza-
gura otrn manera de concebir el yo. El yo es "reservorio ciones límites. En la neurosis hay una clara dtforencin-
libidi1wr y es en su intrincada relación con un otro ción de los Jugares psíquicos, en comparación con
que lo piensa, lo desea, lo instituye, que transita su aquellos que muestran desbordes, invasiones entre sis-
devenir. Por eso las fallas en la com<litución del nar· temas, tc>1t1monio de la porosidad entre las fronteras
cisismo promue,•en desorganizaciones del yo, fuh;o sel[, internas y externas, y en los que predomina un trabajo
frugilidad del yo. La privación afectiva y el no recono- de figuración y de puesta en palabras que es propio del
cimiento de las diferencias que padecieron estos prcconscicnle, que es precario e inestable. Esto explica
pacintes puede dar lugar a un narcisismo en el que las dificultades para transformar la .. reprc$cntaciones
predomina el sufrimiento por no haber sido, de niños,
únicos y valiosos.
E~c yo afectado en su "unidad", para no hundirse, 6. El aujoto freudiano, dice Pontalis 119771 "•e delint• <1'• <'n\rndn
8ufrc fisuras, grietas, cicatrices que "corresponden a la cun10 uno ~rno de lugares funcionalmente e8J.)ilciuh1.udos",

242 243
de t'Osa en representaciones de palabra. El preeonsciente Las orgnnh:aciones fronterizas abarcan un amplio
como tiistema intermedio se revela frágil en las organi- espectro; de ahí la dificultad para acotar s us fronteras.
zaciones límites, sus funciones de contención ~on poco E:; más fácil definir los estados fronterizos por lo que
seguras y la excitación es desbordante. La realidad no son - ni neurosis, ni psicosis- que por lo quo son.
externa suele invadir la realidad interna que aparece Repetimos: en el nivel tópico, se trata del borramit'nto
empobrecida. de los limites internos y externos que do~dibujan los
espacios pslquicos; en el nioel di11ámico, del fracaso dt'
La neurosis es el resultado de un conílicto entre el la represión en favor de los mecanismos do nc¡:nción y
yo y ffU ello, en tanto que Ja psicosis es el desenlace de cflcisión; en el 11iuel económico, de In debilidad del
análogo de una similar perturbación entre el yo y el trabajo de elaboración y de simbolización y del riesgo
mundo exterior. Las neurosis de transferencia se gene· de desbordamiento traumático, de hundimiento deprc·
ran porque el yo no quiere acoger ni dnr trámite motor
sivo, de la pérdida del sentimiento de identidad y, más
n una moción pulsional del ello, o le Impugna el objeto
prccisnmonle, del sentimiento de continuidad y del valor
que tiene por meta. En tales cusos, el yo se defiende de
uquclla mediante el mecanismo de la represión que de la experiencia de sí. Finalmente, en <'l 11ivel de las
intenta no saber de lo reprimido, que sólo por la via relac1011es co11 los objetos, la escisión, la proyección y la
del compromiso y el camino del sintoma amenaza y 1dcntlficación se conjugan en el campo de la identifica-
menoscaba la unicidad del yo. É•te lucha contra el ción proyectiva.
aintoma como se había defendido de la moción pulsio- El psicoanálisis como cuerpo de conocimientos posi-
nal ori¡,'Ínaria CFreud, 1924b). bilita pensar la diferencia entre neurosis y ca~os fron·
terizos, lo que no refiere sólo a una diferencin no~ognlfica
En la psicosis el yo se rehúsa a admitir nuevas per- Kino a la pertinencia de las referencias tei>ricas. No es
cepciones y también le quita valor psíquico (investidu- lo mismo una neurosis grave que un caso fronterizo. En
ra) al mundo interior, creando neorrealidades externas el primer caso la gravedad tiene que vor con la tenaci-
e internas como si fueran mociones del olio. El delirio dad do las íijaciones, con el carácter resistente de la
oA como un parche colocado en el lugar donde origina- angustia, con la poca movilidad de los síntomas para el
riamtint.e $(! produjo una desgarradura en el vínculo del análisis y la rigidez de los mecanismos de defensa.
yo con el mundo exterior. La problemática borderline o fronteriza arrastra las
La etiología común para el estallido de la psiconeurosis huellas de su condición de nacimiento aún no resuelta que
o de una psicosis sigue siendo la frustración, y sobre nos lleva a prt'glllltarnOS si se trata de una nueva entidad
todo en relación con los objetos investidos. Hoy sabemos nosográlica o de fronteras de lo analizable; y en este caso,
de la importancia del lugar que ocupa el otro como cons· como en todo paciente en el que se pone en duda su ¡»;i·
tilutivo de subjetividad. Es en ei;l.e i;cntido que habla· bilidad de analizarse, la pregunta es si los rea1111os que nos
mo,; de un nuevo paradigma. Lo que en un paciente dio el psicoanálisis freudiano nos son suficientes.•
neurótico aparece como referente a la identificación con
tal o cual, un paciente fronterizo lo vive como confusión
a nivel de la identidad, y más que pensarse como mamá,
6. Al¡ninos colegas en nombre de un Freud y tfo un l"'iconn1ili•i•
papá o hermano, no les es fácil discriminarse de los clásico mol entendido cerraroa sus propiaA front.C'rl'ls nl oonorin11"0 ·
otros con los que se relaciona. to y o In 1ndoi;:nción tanto de la obra de l+'reuc..I t"Qn10 dl' nlro11 nulart>s

244 245
BlílLIOOHAf'IJ\
Obligados a seguir interrogando estas probll'máticas
complejas y cada vez más frecuentes insisto en pensar
Andtt, J. rdir.) (1999): l.w; estados front.rw• 1N10•• '/"""
que entre la adaptación y la creación, entre el azar y la
d1gmll poro rl psU:oanalfais?, But-nos Airea, ~'" " \ 1
necesidad, entre las turbulencias que llevan a mayor ~ión, 2000.
complejidad de la organización psíquica y aquellas que, Aulagnicr, P. (1971): •Le sens pcrdu fou lt• '••hlJo' ni In
por lo contrario, son disruptivas, Ja evolución del joven signification>", Topique, nº 7~. [Ed. casi .. "F.I 1rntlcl" t• t
es una aventura abierta y continua que eren sus pro- dido u t·l ·~.squizo' y la significación", Un 111Ur¡m I• '11
pios objt>livos en un proceso cuyos resultados son rela- busra de 8<•1llido, México, Siglo XXI. 199·11
tivaml'nt.o imprevisibles. -(1984): "Tell<• um• 'zone sinistrée'", Ad11lt•str11cr, l.::, 11" 1,
primavera. (Ed. cast.: "Como una zono ainiuslnuln". /lo•
vista dt• la Escuelo Arge11ti11a de Psieot~mpict pw·u 1/111
tluados, vol. 15, 1988.I
-{1988): "Se construir un passe", Congreso dl• Mó1111co (l~cl.
cadl. "Construirse un pasado", Rt·vista P.,icoonllit>u
APtlt•B:\, 1991, vol. Xlll, o• 3.1
Bahnt. M. (1968): La falta btúiica, Barcelona, Puidós, 1993.
Blt•iclunar, U. (1977): Avances en psicoterapia p$iroanalit1m,
Bul'nos Aire$, Poidó.<.
Bouvet, M. 0966>: (J..>uvres psychanalyt1ques, /, La rt'latimi
d'obJcl (11h·row ob&e3sionnelle, ck'pt>rS<.>na/itotwnl. París,
Poyo t.
Cnslorindia, C. 11975): La íns1iJució11 inwg111ar1a de lo SIX'll'·
dad, Bnrcrlona, Tusquets, 1989.
Deulqch, H !1942): "Some forros of cmotional disturbance
11nd tht'ir rclationship to schizoprenia", Psyclroa11alylíc
Quarterly, 1942.
Freud, S. Cl 920): Más allá del principio d!'l pla~·er, Buenos
pnrtl ~nconlrnr en ln t('Orfn y en las hetr8.rnien1.oe l._.icnicnA recursos Aíres, AE, vol. VIII.
puro trubajnr con NllO'I pacientes. En ""te ca•o oe hncc del peieoa· C192:1l: El _va y el ello, AE, vol. XIX.
náliAi• ·clrh1ico" un análittis restringido, limitado y 111uuphficnnt.e. - U924nl: "Lu pt<rdida de la realidad en la nt'uro~i~ y p~i-
Como dicen Stolorow y Atwood (1992r. "A menudo ••' ha hecho coeis", AE, vol. XIX.
tmnbién In crlt icn errónea dr que In invc•l1¡¡ución tmpútica oólo - 11924b>: "Neurosis y psico~i•", AE, vol. XIX
alcanza los t·lrm<"nlcw con,:icien~ de la e-x:ptrit'ntin ....ubjt·tlva_ En - 0925 l: "La negarión", AE, vol. XIX.
cambio una pMttl 1ndi•pensable del tralN\jo an111il1<0 con1btr en
- (19321: .'Vurms con{t!rencias de í11troducc1t5n al pB1<'00116·
invrstigar como IR experiencia consciente ae organiza a parlar de laa
jl'rnrquias dr los principios inconscientes. Éstos dt'"l~·rminan las li.•is. AE. \'OI. XXII.
mnn.,.raa en qu'" Jaa experiencias del pacit-nlc &e org.onir..an, J't"CU· - ( 1937): "Análi•is U>rminable e interminable", A!o:, vol. XX!Jl
rrenh:1nc1nteo. según C'Íertas temáticas y scnlldo8 quo M.• han ido - (19~0 (1938)): Esquema del psicoan6/ists, A.E, vol. XXITJ .
forn1ando a lo lnrgo del dC'snrrollo. Eo en e) eM:h.1n_"tin\i('nto de cittos Gabbard, O. (2000): Psiquiatría ps1codmcimirn en lo prcict1ra
11entido• y de In• vordndes "ubjetivas que !!tilo• cod1ficnn, que la clt11ico, Buenos Aires, Editorial l\'lédica l'annmcricnna,
u.Jinnzu tt'rnpi~utir.n y el paicoanálisis misn\U tincuentrnn •u objcti\•o 2002
mrui fecundo".

246 247
Creen, A. (19721: De locuras pnuadas, Buenos Aires,
Amorrortu, 1990. 12. "UNA FOTO COI.OH ~ml'IA ,•
- (1983): Namsis11w de uida, narci.~ismo de mU'1rte, Buenos Organización y dl•sor11.11111;11·i1111
Aires, Amorrorlu, 2001. en la Lmmitación uduh•H<'l'lll1·'
- (1997): Las cadenas de Eros, Actualidad de /-0 sexual,
Buenos Aires, Amorrorlu, 2001. /,1/11111<1 /'olutzlul
- !2000): El tinnpo fragmentada, Buenos Aires, Amorrortu,
2001.
Hornstein, L. 12003)' Jntersub1etwuiad y cltni.ca, Buen°" Ai· ~ que ltr perdido tar1ta• caaa" que '"' ¡1otfrf11
res, Paidós. contarlas y que esas Mrditionts. ahora, _.,,, lo
Kcrnberg, O. (1967): "Borderline pcnmnnality organization", que t•a 1t1tu .. ,
America11 Jo11r1wl Psychoanalys1s Association. J OROP. L. lloRciY11, Posesion ele/ 11y1•1
- <1975): Les Tro11bles lunites de la personnalité, Toulousc,
Privat, 1979.
Kohut, H. 09711: Análisis del sel{, Buenos Aires, Amorrortu,
2001.
- ( 19771: La re.,tauración del si mmno, Barcelona, PSJdóe, INTRODUCCIÓN
1980.
Lacan, J. (1966): Escritos l, México, Siglo XXI, 1971. Sabemos que la adolescencia es pClrtadora de un sen·
McDougall, J. ( 1982): Alegato por cierta (lfl<JfllUtlidad, Burcl'· Lido transformador en tanto que su tránsito aporln un
lona, Petrel. caudal de polcncialidad psíquica. Ln Bignificación que
Pontalis, J.B. 0977): E11/re en s11.e1la y f'I dolor, Buenos Atrei.,
adquiere aqui In noción de tiempo no es la de la crono.
Sudamericana.
Rother Hom~tcin, M.C. (1987): "Del e11pacio analítico a la logia tradicional, 1<ino la de caráct!'r de oportunulad
tópica psíquica", Revista de Psicoonál1s1s, l. XLIV, n• 3. para una lramilación psíq11ic:a' que, si bien no nos
(1995): "Ps1co1t11álisis y complcjidud del trauma 11 la rea- equivocaríamo8 al decir que puede Her prorrogable, en
lidad psíquica", Revista de Psicoa11dlts1s, l. LII, n•1, el c:.tmpo de la Rnlud es evidente su condición de inelu-
(2003): "ldcntidn<l y devenir subjetivo", en Hugo Lonwr dible. Así, podría pensarse que una persona que no
(comp.l, Pstcoo116ltsis: cambias y permanencias, Buenos vivió los avalar<.'s del transcurrir adolescente ~n el
Aires. Libros del Zonal. momento en que i<e ubica culturalmente a la adole;.cen-
Stolorow, RD. y Atwood, G.E. (19921: Los contextos del 11<:r, cia- pueda llegar a vivirlos mediante acontecimientos
las bases íntusub~t1oos de la t•ída pslqu1ca, Barcelonn, que faciliten su despliegue. Subrayo este aspecto de la
Herder, 2004.
Vecslir, M. (2003): "Ln actualidad del psicoanálisis, interro-
gantes sobT(' el lugar y la función del ru1alísta en la prác·
tica actual", en Hugo Lerner (comp.), P~icoonálisis: cambiM l. Una primern vn~it\n de este trabajo fue prcsontadn en el IV
y perman.enl'ias, Buenos Aires, LibroH del Zorzal. Encuentro Clinico, or¡¡oni,ado por ol ln•lilulo de Adole-ncin del
Winrucott, D. ( 1989): Exploracumes psicoana/itUJaS l, Buenos Colegio de Psicólogoa d~ Ro.ano, scpllcmbru de 2004.
Aires, Paidós, 1991. 2. En otro -nto he aburelado tn't! ,.;. . de análisis que consti·
tuyeo opecatorif'• lnvolucradas en la tramitncióo adolescente (\'ép~
- (1972>: R..alui<1d y ¡u.ego, Buenos Aires, Cranica, 1972. ae capítulo 61, lr8bl\IOtó que aportan con au alcance una modificsc1()n
concreta en el manejo de In realidad. en el modo de operar desde
pcnflllmiento, cuerpo y vinculo.

248
249
cuestión sin afán de negar las dificultades que conlleva l..OS COMIEXZOS
ni los conflictos que .>e abren a su paso, sino porque a
menudo la adolescencia ha tenido mala prensa, he-cho que Llamaré Angelina a In paciente que con.~ulla -11 los
resulta evidente toda vez quo se la incluye en rcfer<>ncias 19 años- en medio de una intensa angustia provocniln
peyorativas. Claro que lo evidenciable es que el ejercicio por la duda acerca de la continuidad de sus l'Hlutlim-
clínico no nos da demn8iRdns ocasiones para ver adoles- La demanda inicialmente soswnida era la do "ortt•11111
ccnt.es en plenitud de lrabi\io, en el sentido de trabajo rufa vocacional". Estnba cursando la carrera di! 11wd1
psíquico (véase capítulo 6), Rino que el pan nuestro de cina y cada vez que preparaba un examen lo llprnbaha
cada día se organim más bien alrededor de situaciones ~in dificultad pero no podia sostener la cont.muidad en
agudas cuando no urgcntt·~. Convocados en la inunda- el estudio ni en el cursado. El contenido de h1s prime-
ción, intervenimos cuando las aguas llegan al borde. ras entrevistas giraba aln.>dcdor de cierta incongruen·
El material clínico que trataré de sintetizar refleja cia: le gustaba la carrera, aprobaba la~ materias que
un contexto frecuente en <'l marco del trabajo con ado- rendía, pero cada Vl'Z iba menos a la facultad y cnda
lescentes, cuyo motivo de consu Ita inicial esttl d!!ntro Vl!Z lloraba más. l,a duda, entre seguir o abandonar,
dl'I camµo neurótico, pero el desarrollo poi;torior se tenía un carácter punzante y persistente qui' r<'Ristía
inclina hacia la descompcnsación de la organización justamente con llanto intMminable- toda invitación a
pi.íquica alcanzada. En tnlcs circunstancias el tiempo la rcllexión. Algo hacia agua. Parecía que la finaliza-
de la adolescencia deja de ~er una ocasión para la tra- ción d!!I secundario le había llegado demasiado pronto.
mitación del cambio y ~e convierte en una exigencia de nrcesitaba estar en su casa cerca de su madre y su
trabajo que desborda las µosibilidades de elaboración padre, en quienes ubicaba -proyectivamenle- la intole-
comprometidas. Como lu adolei-cencia no es un estado, rancia de su ausencia. Lejos de quejarse, idealizaba esa
y no es posible recurrir a mapas que orienten In explo- proximidad, debia estor donde (la) necesitabu(n). Plan-
ración de su territorio, necesitamos entrar en Jo¡¡ labe- teadas las cosas de tal modo, los movimientos fnm11ia-
rintos de la historia -y perdernos en ellos, s1 vil!ne al ro11 no daban margen para la singularidad, las
Callo corno único camino posible para la (re) construc- necesidades del conjunto tenían primacía y la historia
ción de un proceso. J.~sto no difiere en la chnica con familiar se desplegó desde d inicio como manifeHlación
pacientes adultos o niños; lo que probablemente ~t>a de aquello que inundaba lodo el campo: su dt>vnluada
más especifico de la tramitación adolescente es su ca- constitución subjeth'a. Necesitaba expresar lo vivido f'nl
racter de pendiente o, dicho de otro modo, que se por y para la familia, una deuda que mucho despul;S
l'ncapsula como "algo" que queda ~en espera" cunndo no Angelina buscaría saldar.
tuvo e.spacio psíquico p:irn acontecer. Puede envasal'!ie Ubicada como la menor en la escala de cinco hijos, -e!
en pdi¡,'Tosa quietud o dt'sntarse desfasada en el tiem- describe muy apegada a sus hermanos. La hermana
po no gin estridencias -aunque no podamos conocer por mayor era la única que había completado estudios L1•r
t111licipado la fo;onomíu que adquirirá ;;u expresión, ni ciarios y se había casado joven, dos varones trab1tjulm11
st•un dasilicables las nlt<'rnntivas cünicas bajo las que junlO al padre y unn hermana trabajaba con su pan.•ja,
pueda manifestarse- Rc~ordar en este punto el concep- con quien había iniciado un noviazgo a los 12 alios.
to freudiano de series complementarias es acentuar la Avanzadas las primcraij entrevistas relata con dl'ln·
dimensión de filigrana del i.ufrimiento humano. lles la enfermedad que padecía el padre, de laf"KU d11ta

250 251
y por cierto de gravedad, que emergía a la superficie de
su pensamiento como espada de Damocles, interfirien-
do cada día en su cabeza y en sus actos. No había
tregua para el temor que esto le provocaba de!!de los 3
años, edad en que su padre había sido operado por
"la" mujer del padre, no era "como" su m11111ó (llh-11t1h
cación secundaria) sino que por momentos 1~r11 BU muml\
(identificación especular). Esta configuracion 111i••ni111t1
señalaba las huellas de un proceso identificatorio fnll1·
do que no habilitaba de modo suficiente la vida do 11011
'
primera vez. pero no por única vez. Si bien no contaba joven estudiante con su economía psíquica comprumn·
con recuerdos concretos, relata episodios fenomeno- tida en procesos incorporativos, como lo son In c¡¡pon ·
lógicamente obsesivos que ubica más o menos alrede- dad de estudiar y la instalación de lazos de nmiRtad,
dor de Jos 4 o 5 años: tenía que tocar los objetos de verdadcrus investiduras del encuentro con lo nuevo.
determinada manera, cammar dando paso8 de tal for- El aniversario del fallecimiento de su abuela d11b11
me, rezar en tAI posición, entre otros, para quo su padre lugar n reuniones familiares que se efectuaban en lu
no muriera, hasta que "un buell día, como el'a 111ia tor· casa do la misma, que permanecía sin ninguna modifi
tura• (sic) encontró una idea mejor: si lo seguía hacien- cación amb1ontal, incluso aún vivía ali! la senara que la
do, su padre moriría, de modo que terminó rápidamente había cuidado hasta su muerte. Angelina pasaba con
con sus ritualei. de obsesión. El estado de salud del frecuencin por la casa, conversaba con esta seilora e
padre implicó largos períodos de ausencia de él y de su instalaba un juego imaginario por el cual revivía a su
madre, que debieron trasladarse a otra ciudad por ne- abuela contándole cosas de su vida mientras acariciaba
cesidades terapeuticas. Cada hijo fue provisoriamente su ropa, le pedía ayuda y finalmente lloraba sin con-
a la ca~a de un familiar diferente. No recuerda por suelo, rendida ante la evidencia de su ausencia. Los
cuánto tiempo eran esas separaciones, lo que rt.>euerda hermano:1 de la madre contribuían a la manutención
es que extranaba mucho a sus hermanos. Su padre había económica del grupo familiar, porque su padre, lras un
requerido intervenciones quirúrgicas en distintos mo- traspié eco1lómico -<:<>nfuso para la paciente- había
mentos y, con el paso del tiempo, Angelina había adqui- tenido serias pérdidas patrimoniales, inclu1:10 la casa en
rido un papel protagónico a la hora de efectuar consultas la que vivían estaba bajo remate judicial. La crisis
médicaN. A menudo viajaba para entrevistarse con es- económica del 2001 se desata poco despu6s de la con-
pecialistas que iban opinando sobre las posibilidades sulla agravando la situación. De las entrevistas inicia·
terapéuticos de su padre, al que siempre dibujaba al les transcribo !!Sta viñeta:
borde del abismo.
La madre de Angelina había sufrido la pérdida de su "Mi papá tmf)<'t6 a decir que se van a ir a ... (lugar de
madre hacía dos años, tiempo que no había sido sufi- Europa al que babia enúgrado parte de la familia paternal,
ciente para aliviar ese sufrimiento. Aparecía revestida allá está u11a hrrma11a de él que ccmpró u11a ho$lerill y quie·
de cierta fragilidad, siendo más bien una "hija" en duelo re que ti se Mcorgue... Mi mamá no quiere fNl'O 110 di('c
11oda ... D.•scle que mi Ua lo llam6 110 hay u11 solo día que 110
por la muerte de la "única madre" que apart'cía en el
hable de eso, todo el tiempo me digo 'los terigo que dt..fru-
horizonte de esta historia; se apuntalaba en sus hijos, tar!... , los te/180 que dísfrutar!.. ', Me ata u11 rno11td11, 1w me
lo que dejaba una vacancia que Angelina ocupaba po- puedo ir <le casa, a ueces me molesta, tornb1é" me ca11sa. me
niéndose en el lugar de pareja de su padre, único lugar da11 ga11as de decirle '¡¡decidite de una uez!!'. Yo 110 te tYmtt1,
de un Edipo sin bases para una tramitación más logra- ~ro esto empez6 hare bastante ... tengo wi nudo en In 11ar·
da. Se hacía evidente que Angelina funcionaba como ganta, 11>da la fanulta está tensa ... Quwn s1· va, qw1•11 f<'

252 253
queda; mt hermano dice que se ua con ellos, mt h1•rmana si:
un a ir a uivir defi11itfoa11u.m/1• ron el novio ... Mi mam6 me endogamizada ("e11 mi casa es 1m hijo más .•• •¡, 1>11 run1 t•
d1JO qur llamó 1111 tia (tia materna residenw t•n la ciudad l cuatro años se habla negado a ll'ner rC'lndom•s ~<'x1111 •
para decir que yo 1111. puedo ir a v1ur a la ca>a de ellos s 1 me les pero finalmente había acct•dido, pum 110 pcr<ialo
quedo . . N. (novio) dice que puedo tr a la casa de d ... • Cllort\). Se reíeria al tema en tono de rc~ignación. mn resuhn ·
dos muy frustrantes: " ...no s1er1to 11ada, 110 .,,,.11/0 t1C1tl11
Dije nlgo asi como... ¿Y uos qué decís?.. Sería bueno y no se fo puedo d~rir ..., no qwero que mi' loqtU'. 1111 lo
en momentos como éste tomar en cuenta lo que t>O.~ soporto, pero lo qwno mucho, lo quiero un mo11tó11, ,¡
pen1<<fa. Palabras cargadas de la intención de restituir IW lo frngo mR mu.-ro .•.
el íri\gil tejido que tabicaba su existencin de Ja de los Tener o no tener ... lejos es tuba del arribo a unu
otros, para que hiciera de dique a la angui;Lia excesiva genitalidad sostenida en la diforcncia; ni contrario,
frente al desamparo y la amenaza de una nul'va disgrC> cuando el otro era otro, se rompia ol hechizo ...
gación familiar.

"No s1• •. No sJ que quiero .. No puedo pe11$<1r .. (silencio¡ ORGANIZACIÓN EN l.\ ACClÓN
El martes se empt•zrzr<)I¡ a pelear... se dijeron de lodo, r111
pap6 se sacó el a111/lu, se en<wró, ero una 11clitud egofato Voy a Rintetizar brevemente el tiempo de análisis que
porqur era el c11mpl1·111ios de mi l1ama1w. Yo fui <Yll1W citiro se e.xt.cndió, aproximadamenw unos diez mcst's. Angelina
Vl'Ces a d~cirle qu,, "<Jiga ... salrd P«ro se fut· .. Ayer fue el fue probando d.istmllls actividade<- en una búsqueda un
cumplratlos de mt mamá y él 110 la saludó, lo 1i111ro que dijo tanto azarosa, mienlras procesaba que la carrera de
fue ya 11w uoy a ir yo, ya me 1111y o ir ... me voy a ir a morir
medicina había estado al servicio d<' Ja fantasía cuxativa
al/6 t'Oll mi mam6 y mi familia"... Mt ma1111f. ¡>arecía u11 a
marw11t'la ... Yo ya te11go ganru tú que se 1·ayo11•.• J"!l"O 110 de la enfermedad, del padre en principio y de su abuela
qw~ro qu.· se ~ayan, 110 uoy a poder dtsfrutar de mis popós••• despu"", fantasía t.crapeutica de un grupo familiar ende-
Quiero <»ludiar pera 110 puedo... ayer tenia u11a brottcCL bár· ble, en riesgo, frágil Los vaivenes de sus padres entre
bara porque querfa estudiar .Y 110 ¡>odia ... • irse o quedarse siguieron presentes como una novela con
un "continuará" permanente. A pesar de todo, Angelina
La impotencia do los padres para encontrar salidas se dedica a variadas actividades, ~'Orno repostería, orga-
se plasmaba en impotencia propia, sin funcionamientos nización de una huerta comunitaria, tareas de colabora-
exo~á.micos, sin tabicamientos posibles en un grupo ción en un hogar ¡>ara chicos carenciado~. hasta que
familiar en el que no se d istinguían las íuncioncs consigue trabajo como empicada de una empresa duran.
parentales, sin ordenamiento, sin padres, sin cabeza te w1os meses, experiencia que resultó un aporte a su
Quedaba en jaque la organización que hasta entonces estima personal, además de ser una salida de su hogar
se babia alcanzado. En momentos de mucha tensión habilitada por si mi,mu y por el entorno familiar.
Angelina llamaba a su novio, le contaba lo sucedido, Las dudas por la carrera deJaron paso n una contro-
lloraba Y encontraba la calma como resultado de una versia de pareja (sel(uir o abandonar) a partir de un
experiencia de sostén, frecuente de hallar en la adoles· interes por otro muchacho, que le ocasionuba intensa
cencia en los vínculos de tipo fusiona!. Relación de culpa y fantasías de ruptura, y cuya comunicación pa-
noviazgo desde los 14 años, bastante fraternal y recía imposible: "me cuesta un montón hablarlo, me doy
cuenta el<! que ni ac<i puedo hablarlo, me siento re-mal,
254
255
no sé qui hacer, las altematiuas que pie11so me asustan, OCHO MESES DESPUÉS.
tengo el lema en la cabezo todo el tiempo... No me sien-
to b~n C'On nada, me da miedo hablar (llora) lo pienso Angelina pide una entrevista a la que lle¡¡n wn si~ ·
muchísima y 110 me s1elllo del todo feliz, sexualmente nos evidentes de agitación y angustia. Est.:í vi11ibll'llll!ll·
arronqui mal de entrada pero tampoco lo pueda decir". te demacrada y más delgada, habla mciclnmlo las
Ang(llina, en Jugar de relaciones, hacia entregas; en palabras con el llanto.
lugar de encuentros, adhesiones, y su visión del amor
era de crucifixión, renuncia y sacrificio, modos de ancs· "Ncce•1to qui' me ayudes en mi vida se11trm1mtal. Mi /11·1 •
tesiar la urgencia por la necesidad de otro que, lejos de matra uolv1ó de ... separoda de su novio, conort1! a o/r(I rhirn.
acercarse a la satisfacción de un deseo erótico, rcpre· mi c111wdo se mtcró ... U11 desastre, él la 111110 a buscar pem
scntHba una oportun idad de fusión pnra conte ner nada ... 1•1/o 110 quiso saber nada., se sepC1ro. Estamos de 11111"
desvalimientos yoicos de larga dala. "º trab1vc111do jw1tC1s...
Después di' la txposició11 de inviemo tuve u11 accidellle r011
Poco después comenzó a trabajar en la producción el auto, no 1111• pasó nada a mí pero el auto st' hizo torta ..• Yo
artei;anal de indumentaria invitada por una de sus estaba a ful/. medw lixa, a.celeradis1ma co11 ta11to traba10 ...
hernrnnoi;. Avanzado el año comienza una carrera ter- Dt!spuia la liermana de mi mamá B<' quiso suicidar, se subió
cioria vinculada a esta nueva actividad. Lo que em· al teclio y se qurría tirar... la vieron mws vcc111os .v la /Jqja ·
pieza casi como hobby se transforma en uno pcqueria roll ... M~ a/f.·t:ld mucho porque yo descubrí qw• mi nbuelo no
empreso; expone en ferias de disedadores, viaja para se murió d~ •llferm<'dad sino que ~ wiúdd y 101111Ís nadie
elegir mal~riales y para vender, y vende más de lo nos hobia d1,Jio nado. Me enojé con mi moma (1()rque lo
imaginado. Su hermana decide in;e a vivir a otra oculUí. me ennjé mu,hisullO y ahora esto..• 0.-spués la abuela
provincia con un proyecto de pareja y Angelina que- de N. se enft>rmó, cstuuo ilttemada en el mismo so.nator10 que
1111 abuela (SI' IY'{iere a la abuela maternal y ro11 lo misma
da con el esfuerzo de hacerse cargo del empren-
enfermedad, <'tt r/ uelorio me puse a pe11.sar e11 mi papá y me
dimicnto, en una sucesión bastante veloz. Cada vez
ruue qur 1r... me descompuse, me dio p<í11ü:r> ...
le quedaba menos tiempo para venir a sesión, faltaba D~spués mi ¡wpá tuuo un dolor de pecho m11y (r1crte, cstuuo
con frecuencia. E l aceleramiento de su vida, el Liem- 111t1•r1wdo, la e11fermcdad había aua11zado más róp1do. ade·
po lleno, ol éxito sumado a las ausencias eran expre- 'ª'
más /robi<t lwrlw infarto bl\iita... Co11sult~ e11 81u•11os Aires
siones cluras de una organización del yo basada en la ('On ~l 1111:jc11· cirujano, dijo que había que op<'mr porque era
acción. Como corsé del sel{, el acto exitoso aloja de- riesgoso pt•ro SI' paella morir e11 la operación... Él time u11
presiones y ahuyenta vacíos, claro que como precon- ai~urisma que no se puede tocar. Le plantcamOll todo a mi
dición requiere un intelecto capaz de tomar a su cargo papá, él 110 quería saber nada, no qut•rla opera~ ... no había
el liderazgo. Analizarse era vivido como un riesgo de manera ... V1110 su médico para convene>!rlo de que se opelY', k
aproximación a los vacíos existentes y, en tanto tal, rogamos, todos le rogcunos hasta que dijo que •l. Pagamos la
muy poco motivador; vacíos tantas veces expresados op..·rac1ón tntn• todos mis hermanos porque la obro «<ial no
en el formato de la duda: qué estudiar, qué hacer, se la cubrla. Ha.cl' un m.es que lo operaron, lo operotion fue
muy durn. pall{1ro11 cuatro horas y no salta nadi<•, fue hornbt.-.
qué decir, qué relaciones sostener... Así las cosas, duro mucho más de lo que peTIS(lban... Para mf fo esp<•ro fue
Angelina puso un paréntesis en su análisis antes de insoportable, más tiempo pasaba nuis pensaba lo peor.
fina li zar el ar'\o. D1•sp11és ...; verlo a 1111 papá lle110 de dre1w,¡es, tubos y
máscara d<' 1ixtge1to me /U.zo pelota!... No po<lia paror "''

256 257
llorar. En CSO$ dW» mt abuela tuw un mfarto cerebral asl
que no le dvwws ;iuda de papa, pertJ 8tl •••ntia abandonadll
porque supu~stam<•11te papá y mama estllban paseando 1·11
Córdoba ... eso t.> d1Ji11ws.
Ahora se remalci la otra parte ti<- la rosa pero tamb1é11
lll!jl,a u11a c-édula ro11 una C"LU1cú!11 para 1111 ltermano ... <hnbin
Mt mamó me ditt "disculpame por los f'O.IÍr•'I Qll<' llltlllcl",
adro ese papel de uicttn1a que asume m1 ¡x1df't' 11u• tl1Ct' "ahotn
hay que disfrutnr porque se acaban las pmbltm<11".. .'1011
c¡¡ofsi(l.S, 11inguno p1c:1JS(l. en las necest<fudcs que l•'lif/H )'"
ulwra ... Mamá me• dice "quiero quP vu<>luas a ser ¡111'1'11 ul111
l'(·.,;". .. y .YO no tengo ¡:nnas. sóW pie1tso rn QlJ(' no qui1•ro t1>f111
'
tt>nido problemns por cuestione• financic·ras y estaba pen· ará, sólo pienso en qu' me qui"ro morir... •
diente un juicio).
.. Sigo con desp.'/oles c-011 m1 no1w. ftt1mo8 de via;e .v 110 En la segunda entrevi;;ta el contenido fue similar pero
quuia que me ttx·ara, 110 quena estar ahí. D••Sputs emp1·za· lus ideas suicidas fueron en aument.o. el llanto y el lNn·
mos a hablar... IMia miedo de perderlo, miedc de qu1• s1• blor también, indicioi; de una descompcnsación que no
entere ... E11 may<1 uolt•t a uer a S., estuve l'on él ... Me dt•1·{() daba tiempo parn el trabajo analft.ico como único diRJ>O·
que 110 me e11te1ulia, todo el lii>mpo duN11dok que 110 lo qu1e·
m más a N. y sin embargo no lo pu.·do de¡ar... sítivo. Los pensamientos culpógcnos respecto de la pn·
T.-ngo ga.'<lnJIS y pmu:1pio de tilcl'm, /o médica qw TTl1' atu·tuk reja no alcanzaban a tener una organización lograda en
me dice q141 Tl<-ce>;Tlo ayuda psu:ológím, cL:.Jt' lo facul/LJd (se n·fi...-c l'i campo neurótico. Todo estaba al borde ... Sus movi ·
MÍ nJ &"tudio l<!rciariol. quwro retomar, ¡~·ro 110 estoy bien, 1>.<loy m1entos sin control y su capacidad defensiva quebran·
tJ•ustado ... Con m1 lwrmaiw rn>s 11uulw11os o 1111a casa y pu.•i· lada generaron la indicación de una interconsultu
mo.i el taller de tml><vo 0/11, m' lierma11a 110 q111·ria vivir de 111wvo psiquiátrica que fue efectuada al día siguiente dando
ru11 mis uiejo> ... Alq11ilumos ww roso rt1 t•/ rentro... como resultado In indicnción de internación.
fof1'11té hablar<'"" mi mama, mlt'lll» l'xplicurle lo que ,,,,,
En el transcurso de la í.nlcrnación. Angelina intentó
JJ<1sa pero no m.: t•11/u 111cle, 1uu:/i,e nlt· t•11t1cnck, sienlo q11r. na
lei1Ro ganas de t•iv1r, .)u 110 tn<' quu·ro ... Si yo 1w me quiero. no
dailarse con fantasías de suicidio en tres ocasiones, dos
puedo qwm:rlo ni n él ni a nad11i'... llltenté decirse/o a N . .)' de las cuales tuvieron poca peligrosidud y una de ma·
t•mpec.J a temblar y a llorar... yor riesgo (utilizu un cuchillo para cortarse ambas mu ·
(tiembla y llora en ése momento) . llecas sin profundidad). La percepe1ón de sus brazos
. .. Pcn.'lé lo d,• 1111 tia ... ero la tia q11c me había inuit1Jdo a vendados le producía gran angustia:
1•it>ir ron ella, pc•11.•1' lo que hizo... ¡¡110 lo entiendo!!... Sé <JIU' 110
lo l!Q)' a hacer f>l'IYI l«11go miedo ... mi 111<1111á lo único qu,. d(JO • ...Cua11do me miro te11g<> la 1dm de terminar lo t¡lll'
fue: ..que nadit' ,.-,. 1•11/t•n no Si! l.o tuenli:B a nadie..... Enl/}t"<"é a
1,
empecé y 1w pw·dn pettsar de otm ma11era, te11go q11t•
11:11/tr un odio que jamás había se11tulo, rw ern>jé con todQS, terminar lo q11t• rmpeci... eso m1• asu.•ta mucho ... S1 me
llamé a un psiquiatru, llamé a los hijos, se lo dije a ellos, les uoy de ac-6, s.< q11e lo ooy a uo/1~r 11 111lt>11lar.. •
grite lo que habla pa>-ado ...: q11e la ay11d1·11de1111a b11ena wz.'
Ahora siellto que yo 110 estoy... yo e.,toy uurla ... me agarrc1
11110 a11gustia y lloro, lloro y lloro ... No puedo dcrmir, mamá
La internación bC extendió mucho mas de lo contem·
/llt' ve asl y lloru. 111c11lana es el remnt1• d1• ta segunda pf/rte piado por los módicos. Al principio In medícación no
de la casa . . 110 siento nada. El sobado .e cumplen cuc1tro producía una mejorfo. Tenía fuertes crisis de angustia
orlos de la m111·rlt <l<' mi abuela y v<o1rt1 todos di' 8111'110., diarias, con episodios en los que se lafilimaba el p4X'ho
Aire.< (se rcfi~rc n los tío,; materno..) y yo 111 tM acordé ... Fue con sus uñas para poder quitarse In angustia, según
~I cumpleaños de mí popá y yo 110 lut'<' gaitas <k comprarle explicaba. En esas ocasiones expresaba su sufrimi1•nlo
u11 rt!galo... sólo pienso que no tengo gan<JS de vivir... yo estoy de modo suplicnnte:
pero no estoy ...

258 259
r

•No soporto lo que siento, ¡¡quiero que me duerman posteriores a la extemución: 11w1l11·111·11111 1..'!111 r111111.1llo
por favor!! Tengo miedo de matarme, quiero sacarme semanal, dos sesiones de antilis1s l'n In 111•1ni111n, 11•111
esta 1<ensación de vacío enorme que tengo, ¡quiero mo- tencia a Lalleres de un Centro dt• 1>111, y 11111 "'¡"'no 1h11
rirme!... Estoy vacía, yo no estoy, 110 existo... •. sesiones de terapia grupal en Ja 1>1!111111111 , 1-.~lo 11n¡g111
Cuando su estado se fue estabilizando Angelina se ma fue concebido como trama de sostén , u 11111 ef1d1111 do
negaba de manera tenninante a la indicación de alta ayudarla a dt~ar la institución que -en su l1111luslr1 I•
médica, fuera del encuadre institucional-asistencial no había convertido en un seguro refugio, lll'chn 11 lr1 mo
se sentía a salvo de si misma ni sost.cnida con firmeza dida de sus ansiedades pero carente de Sl•nluln turu
por les figuras de su enlomo. péutico si no se establecía un límit.e.
Durante la internación se observó un despliegue de
omnipotencia y hostilidad combinadas, entraba en es-
tados de ferocidad, exigía definiciones diagnósticas, Al..O'UNAS CONSIDERACIONES CL(NICAS
pcdfa cambios de fármacos a los módicos de guardia,
modificaba las inclicaciones respecto de lru¡ condiciones La historia del padre había ocupado tanto cspncio qul'
de internación (acompañamiento, visitas, etc.), quería habíu sido dificil hallar un lugar para pcnst\rbC a Ni
hacer lo contrario de lo que se establt'Cía y, de~plegó un misma. La decisión inicial de estudiar medicina ~e ori·
hosti¡,'lll'lliento verbal inusitado hacia Ja familia, los agotó gina en ese contexto donde todo quedaba rcfcrenciado a
con reproches y exigencias de todo tipo, diciendo a sus situaciones de muerte o enfermedad. Angelina se enlaza
padnis que los odiaba por no haber "podido" con ella, al padre asumiéndose como responsable, y el padre se
seguramente en referencia a un tiempo pretérito refle- sostiene en ella. La grave y prolongada enfermedad
jado en el presente. subrayó la necesidad de cuidado, provocando una inver-
Ln asistencia quedó exigida por la tenijión existente sión de sos~n -algo de un orden corrupto--. Ani:telina
entre los intentos de suiciclio de Angelina y los hosti- adviene al mundo como hija menor en una ~ituación de
gmn1ontos que producía -esbozos de una confrontación advcrsidnd que ocupa el centro de la escena familiar, con
que no a lcanzaba a consolidarse- , y el desconcierto una mamá aícctada por Ja salud de su eaposo, segura-
familiar lnmbién reclamaba un espacio. Se incluyeron mcnlc t.ambién desbordante para su propio psiquismo.
durante la internación entrevistas con el psiquiatra a Una fnmilin sin separaciones, sin salidas t-xogámicas
cnrgo, sc,;ionci; inclividuales en el cstublccimicnto, en- en la cadena generacional, llena de pérdidas, se refleja
lrcvislas con la familia que estaba "al borde~ (le doy a en la organización yoica de Angelina en principio sos-
eslu expresión el sentido de una ruptura de condiciones tenida -a modo de falso sel{- en la adaptación, en la
que hacen posible el sustento del acto con sentido y del acción exitosa, en el despliegue intelectual pul'~to al
pensamiento conservado) y que apelaba a innumera- servicio de otros, en la hiper-responsabilidnd, la religio-
bles llamados telefónicos a quienes asislíamos a sidad y cierto puritanismo que devela un deseo de ~er
Angelina para preguntar qué hacer en las más varia- eternaml'nte niña, sin acceso a la genit.alidad, sin reco-
das circunstancias que Ja misma les iba planteando. La nocimiento de la temporalidad. También era una fami-
familia evidenciaba una precariedad de pensamiento y lia que guardaba un secreto, el del suicidio. Los intentos
una generalizada inseguridad, con excepción de una de do repetición constituyen manifestaciones de lo oculto a
las hermanas, que se hacía cargo de las indicaciones la vez que guardan la esperanza do inscribir una repre-

260 261
sentnción que haga posible su elaboración. Serge anhelo de unión en el ulro tomhif11 es 111111 111111111naa
Tísseron1 0 992) nos habla de los divajcs en la prehis- continua para la individuncic\n cl,•I Y" Ln • ~¡., 8• nt hlo
toria que condicionan la historia pcn;onal de las gene- la ruptura de la pareja conslitufn u11n po~lhihtl111I 1h
raciones venideras y señala la importancia de la salida o despegue de los objetos pdmnrioa, d• fipl11r 1
vergüenza familiar encubierta por el i;ilencio. Pense- dos en representantes secundarios.
mos 1:n lo que significa el suicidio en una familia de En el primer tramo del tratamil?nto las IKl 1hllltln1l1 •
proft>~nda reli¡,Tiosidad: la abuela lo encubre, la madre del ámbito laboral la organizaron rápid1.uurntu, t-; rn •vi
lo silencia, In tía lo actúa, Angelina lo denuncia como denle que, junto a un psiquismo frágilnw11lu corlRI 11111
eslabón de unu cadena generacional que habia sosl{'ni- do y a la labilidad afectiva, podia h11ct•r u•o "" 1111
do un suceso de manera innombroblc, impenMable y, dcsurrollti inlc lectunl con el sentido de• auto ~111111 11 .
por lo tanto, inelaborable. Pero entonces el neto -en el En el segundo tramo del análisis se observaba 1111 1111tl111
cont1•xto dc sostén terapéutico que acontece yo contie- en zigzag, su funcionamiento psíquico daba un p11H11
ne ur)a busqueda de simbolización. con el proceso secundario, pero el siguiente lo h111·.1a
Las ddicultadcs para armar relaciones vinculares con el procc;o primario, entonces había mucha cunlu·
de distinto orden por fuera de la familia creaban un sion -tanto en ella como en mi, que rcb"Ístr11ba el dl's·
cerco en donde la vida transcurría en cierta artilicia- concierto en In contratransferencia-. Apart-cian idc•a;
lidad, sin distinción adentro-afuera, ayer-hoy, propios delirnnlc.s sin delirios acabados, y pen~amiento.i nac1·
v extruño~ . Los movimientos de diferenciación y coni;- do:. de Ja realidad compartida pero dirigidos a crear
titución de la privacidad propios de la adole~cencia una realidad paralela. Su funcionamiento sexual, inte·
estaban ausentes, por eso Angelina reclamaba ser lcctual y bíoló~co estaba afectado por esta dificultad
compr<>ndida por su madre de la misma maneru que para representar. Si representar c.q aquello a I? que
una ndolcscC'nte busca y pretend<> ser comprendida por está compelido el psiquismo y aquello que lo constituye,
su nmiga mái; cercana. Lo vincular eslnbo AURtituido las expresiones de "muerte" y "vacío" bien po~~on seña-
por movimientos adhesivos y el vínculo con su novio lar la pobrrzn existente. ¿Qué ofrece el unnhs~s al res-
crn el equivalente a un cordón umbilical que la com- pecto? 'l'odo c•I tiempo ofrecemos repr~sentac1o~eH, en
pcn8abn de fusiones fallidas; era lo más parecido al cada intorvención, en cada interprelac1ón, hob1htamos
amor de una madre, aportando W) sostén permanente la palabra en su función erotizant.e del pcn~on.)ient.".
y garantido. Como saldo de esla configuración la am- Quizjs ... i;i en la vida de Angehna todo hubiera .ido
biv11lenci11 se asomaba en el horizonte, Angelina pasa- bil!n si no se hubieran ido desatando uno a uno los hilos
ba de In fusión al rechazo en un instante, marcando el que 'sostenían este armado, probablemente no hubiera
punto de acciones incongruentes y contradictorias que vuelto a la consulta. Sabemos que esto es frecuente en
resi~tían el proceso secundario mismo. De alguna pacientes que se encuentran compensados por organiza-
manera el odio era el par dialéctico necesario para la ciones exitosas, pero en esta historia volvió a la super·
separación en el sentido de diferenciación, pues el ficie psíquica t:'I trauma primario con la amen~zo de
muerte del podre, surgió la endeblez de la fom1ho ma·
terna en h1s historias de suicidios consumados c ínl<>n-
2 . Tiu <'ron, S . y otros: El psiquis,110 onff In prueba tle l"a ¡trne· tados, se desacreditó la pareja en su valor fusiona!, Y. ~e
raciutt.t·!f, Pnría, Dunod, 1995. avi1.or6 c.•l dest'<> genital frente a un supPryó revestido

262 263
dos an1111aa de la pnmana ;y ta. ¡1(1/Íri'I 11 mi 11••1 !ti
aún de cualidades infantiles. El sentimiento de culpa ¡,Qué aburrímúmto!! .. tne) ~:11 comhii> lmy 111~ /~•111/0 fl
escribió las ICneas siguientes del guión: la fantasía de la pe11snr cómo L<>;y a orgamzar 1111 prdtl1110 ru111¡1/ in·
propia de~aparición expresada en el supue.•to deseo de qu1~ro u11 bar, nada de familia 111 not110., Qlll• m o I••''"
morir, pero claro... no quería morir. Ya lo docía Winnicott. los amÍi/os. lo.• que recuperé)' los qlU" m~ l11t1 ahom
hay pnci!'nt('s que se matan antes de develar que los
desastres por venir son vivencias propias de lo~ derrum- Expresión que señalaba un avance <IPI ¡K•M1u111rnlo
bes del pasado. Angelina transmitía la sensación de que simbólico; la imagen de la fotografia em 1111'11110111 d•
todo se había desabrochado, sus afectos, sus personajes un tiempo que babia estado detenido, sin ¡>n11n11,·1•1' In
de ligadura libidinal cosidos con hilos de hilván ... Nada inclusión do lo nuevo, un tiempo desvilalizudo, R•.• 1111111
alcanzaba para sostener una caída con efecto dom inó. Ni posible que el color sepia aludiera a las gc1wrnc111111•"
el lugar de acción ni la identidad de "empresaria" ni los preccdcnt<'R y u sus dramas silenciado~. . , .
(\Jcitos económicos que habían sido un hecho eran sufi- La ovolución de Angelina incluyó ep1sod10b de cnH18
cicntc>1 para sostenerse, por eso nada más cierto que las de angustia intensa, fundamentalmente lo:i fines de se-
primeras palabras que pronuncia en la entrevista donde mana, en momentos de soledad o de rechazo amoro:;o.
todo ¡:;u cuerpo claudica en temor, en temblor y en llanto: Surgía la nC'Cesidad de marcar sus muñecas con algo
"11ecesito que me ayucks en mi vida se11time11tal... •. Aquí cortante i;in llegar a herirse demasiado, succ:dió en mli~
apal'!'Ce en un plano amplificado la frawlidad de estas de una ocasión e:;tando sola en su ta'<a. La angustia
figura¡; que no pudieron darle la posibilidad de consti- posterior l•ra mayor aún. Después de la primer~ v~z,
tuin;e lo suficientemente fort.alecida, cs decir, aparece comenzó a pon<'rle un nombre a cada marca, y as1, dis-
en un primer plano su tan temida frawlidad. minuía la angustia. Generalmente el nombre era el de
En el tran!'Curso de la internación se intC'nsifica la aquellos que la habían desairado con una negativa -y
rabia contra todo y contra todos en un primflr esbozo desamparado con la ausencia-. No encontraba otro modo
indiscriminado de contacto con una hostilidad que recla- de tramit.ar la hostilidad despertada que se tornaba en
maba su lrnmitación para devenir potencia. llubo perío- crueldad sobro sl misma, a la vez que era un modo de
dos cortos de furia transferencia! junto tll deseo de evitar Ja falta, el vacío: en cada marca los llevaba pues·
pcrmunecor int.ernada: la institución le brindaba la re- tos 1 al ulcnnce de la mano podia tocarlos y al alcance de
presentación de sitio seguro antepuesto u la inseguridad los ojos podía mirarlos. A medid~ que el .s~nti?o ~imb6-
como registro infantil. La terapia grupal y lo:; distintos lico del acto fue puesto en trabajo, las cns1s disminuye·
talleres que se programaron para su asistencia (además ron y las repeticiones de las marcas perdieron frecuencia
de of"'>cer un anidamiento sustitutivo al de la interna- hasta desaparecer. lncluyó en su vida innumerables
ción) constituyeron el espacio que introdajo poco a poco romances que o~cilaban entre S<.'<iucción y adicción, ~e
una dimensión de la que necesitaba nutrin;e, para poner volvió dependiente de los mensajes telefónico:>, salia to-
en ejercicio el pensamiento que se construye en la trama das las noches, no tenía ganas de trabajar, discutía con
vincular, e partir del necesario espejemiento con otros. sus padres a mt'nudo frent.e al deseo de sostener nuevas
Tiempo después diría: amistades que eran consideradas "sospechosas" por ellos,
simplemente porque no pertenecían al enlorno co~ocido.
"Veo mi cumpleaiws a1tterior como una foto en color Después de esos enfrentamientos fantaseaba con 1rbC de
st•pta, tc><.la 1ni familia, nii novio, 1nis iios, n11H prinios,

265
264
su casa. En suma, se fue aliviando el sufrimient.o encar- actos "hablan" más que las palabras-, Si bien no hay
nado con creciente re-ubicación en RU condición de Ruje- psicosis, el yo se organiza falsamente' p<'ro no plástil'D·
to, de modo qu<! la problemática fue tornando un matiz mente, y en Ja adolescencia, a la hora de tramitar 1•1
más neurótico. Una sesión comenzó preguntándose por paso del tiempo, ol cambio de objeto amoroso, de abor-
qué no estudiaba si era tan inteligente y construyó una dar la finalidad central del intercambio con el mismo,
reflexión que le resultó un verdadero hallazgo: nect'sita- de dejarse seducir por el afuera, surgen en la superficie
ba Uenar los vacíos con afectos y con proyecto:;. (<~lla los signos de quebranto.
misma elaboró esta interpretación que repetía con cierto
placer, disfrutando de la creación de un "contenido" que, Mi interés en la pre,;entación de este material ha
como ilusión de omnipotencia (Winnicott), creaba en lo girado alrededor de los interrogantes que la labor me
hallado. Claro que todo análisis significa un trabajo ~os­ fue planteando, por l'jcmplo:
tcnido de ligadura y lleva tiempo, pero esta vez Angelina
pudo permnnt'«•r. - las cuestiones ligadas al trabajo d<> mterpretación,
Los poC"tas sil'mpre se adelantan y el psicoanálisis cuando el análisis no pasa preci!lamente por deH-
va detrás de ::;i1 huella. Así corno estamo:; hechos de componer los elementos sino por componer;
tiempo también somos lo que hemos perdido, como dice - la valoración clínica presuntiva de los hechos, cuan-
Borges, y creo que dentro de las pérdjdas también ~on do el diagnóstico en adolescencia -más allá de su
computables aquellos estados t:mocionales que, habien- valor de brújula para muchos- imprime riesgos de
do sido nect:sarios, nunca se alcanzaron. En la concep- rotulación a lu vez que condiciona la construcción de
ción clásica del psicoanálisis estamos acostumbrados a un ambiente propicio para el surgimiento de lo nue·
pensar en un "lleno" de lo que se va extrayendo (hacer vo·
consciente lo inconsciente), que se va restaurando (lle- - la.~ "sorpresas" en la clínica con adolescentes, cuan-
nar las Jagu nas mnémicasJ, o que se va rescatando (le- do la emergencia de confliclivaN lorvadas -compcn·
vantar las bnrreras de la repre~ión), pero, ¿qué dostino sadas en el transcurso de la infüncia- irrumpen
tienen las cnroncias, lo inexiRl.-Ontc, lo no advenido? ... creando estados ele caos;
Son ausencias que se presentilican de alguna forma en - la observación de las operaciones simbólicas constitu-
algún momento de la vida Se alojan en agujeros de tivas que inscriben el crecimiento en el devenir ado-
representación que no facilitan la simbolización y por le:;ccnte, ya que su ausencia o fallida instauración
ende la enunciación discursivo, ~e guardan en sensacio- configura un derrotero problemático (en la medida en
nes corporales como el vacío que ocupaba en Angelina que requiere de una exigencia de trabajo no siempre
el centro do su pecho, ~..¡vencins seguramente anterio- acorde con las capacidades yoicl\S existentes);
res a la posibilidad de elaboración yoica.3 Recuerdo aquí las complejidades transfercncialcs, cuando se eHtn-
las cooceptualizaciones que hablan del debilitamiento blece un trabajo interrusciplinario con inclusión de
del espesor dt>l preconciente -situación por In cual los dispositivos de emergencia y de otros dfapositivos
no-analíticos, a fin de crear condiciones terapéut1·
3. O. \Vinn.irott ubicaria su t'l'gtslro ·e11 la parlt de lo p111qu1• cas;
ntuy cercana ul funC'ionamiento n•·un.1{i:<1iold¡(i.co• (Cf. Explor"rionet y podríamos agregar aqw un "etcétera" que repre-
psicoanalitiws, Bueno• Aires, Paid¡;,,, 1993.) sente los emergentes posibles de su debate.

266 267
n la climca y en la vida. la pregunta por la
adolescencia resulta insoslayable: es que los
traba¡os psiquocos que se atraviesan en esta etapa
no son menores en mportancia que los encuentros
con los padres, quienes 111trodU)eron desde el ll'llCIO marcas
1mbomlbles. La pubertad remodela las estrutturas psíquicas
previamente consoltdadas en el seno de la fam1ba, y eDo abre un
gran campo de pos1b1hdades para producir una reestructuraclÓn
de la subJet1vidad, que puede así no quedar entrampada en los
mandatos familiares.
Esta suerte de ·oportunidad· supone un desafío no sólo para los
adolescentes -<1uienes atraviesan, expresa o silenciosamente,
una etapa 'turbulenta·. plena de incertidumbres,
radicalizac1ones, decepciones, fobias-, sino también para el
traba¡o terapéutico, al que le plantea una doble tarea: la de
indagar en los procesos psíquicos que se ponen en ¡uego ~a
comJ)le11dad de los contenidos 111Conscientes, las eX1genc1as del
superyó, los modelos tdenbficatonos y los ideales del yo, entre
otras variables-, asi como la de comprender las nuevas
subjetividades que se modelan hoy a la luz de las aceleradas
translormaclOlles en los valores, los ideales, las modas y los
códigos. Ambas tareas exigen del psieoanahsta una permanente
actuahzac1ón, y tal vez sea ello lo que torna la expertenc1a
terapéutica tan apasionante.
Este libro no supone un lector univoco. Además de los
psicoanalistas, también los padres, los educadores, los agentes
de salud mental, entre otros, se enfrentan a la tarea de
comprender, dar cauce y generar condiciones de creatividad allí
donde los adolescentes ven abnrse un abismo Y de lo que
estos adultos comprendan y hagan también dependerá que el
camino que los ¡óvenes benen por delante se resuelva
sabsfactonamente. es decir, devenga crecmoento,
reelaboración producbva, surgimiento de pos1bdtdades.

WW't/11 pa1dOI COf'l"'


Paidós www pa1doe.argent1no c:om .,
Psicología
Profunda
253 .r1mr11

También podría gustarte