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Paul llega a la consulta aquejado por representaciones obsesivas que padece desde su infancia, las

cuales se han intensificado en los últimos 4 años. Presenta temores obsesivos, impulsos suicidas y
prohibiciones. El paciente posee temores de que le suceda algo a su padre y a una mujer en particular
que admira mucho. Da cuenta del inicio del onanismo adolescente a los 16 años y de su primera
relación sexual a los 26 años de edad.

El paciente comienza a hablar de un amigo que lo protege, siempre que le asedia un impulse criminal
y le preguntaba si no lo despreciaba como criminal este siempre lo apoyaba. En su adolescencia habría
tenido otro amigo que cumplió el mismo rol, sin embargo, éste último habría estado interesado en su
hermana, lo cual se traduce en la primera “decepción” vivida por él.

Paul declara que su vida sexual empezó muy temprano, recordando una escena a los 5 años, en donde
la señorita Peter le permite deslizarse bajo su falda, permitiéndole tocarle los genitales y el vientre
siempre y cuando no le contara a nadie. Desde entonces declara una curiosidad ardiente,
atormentadora por ver cuerpos femeninos.

Posterior a esto relata su experiencia de menosprecio, a partir de la relación con las Srta. Peter y
Lina. Recuerda cuando ambas mujeres comentan: “con el pequeño es claro que uno lo podría hacer
(hermano), pero Paul es demasiado torpe, seguro no acertaría” (Freud, pág. 129). A los 6 años tiene
sus primeras erecciones. Tras este episodio surge la idea de que sus padres escuchan sus
pensamientos, lo que el paciente identifica como el inicio de su enfermedad. Esto se relaciona con el
hecho de que cuando piensa en mujeres (contenido sexual) se siente culpable y sobreviene la idea que
algo malo (muerte del padre) va a pasar y es por esta razón, que intenta impedir esos pensamientos.
Este tormento es permanente en la vida de Paul, a pesar de que su padre muere cuando la paciente
tenía 21 años.

Freud plantea que ya se figura una neurosis obsesiva completa y no falta ningún elemento esencial:
componente pulsional sexual-placer de ver-deseo de ver mujeres desnudas. Sublevación -sentimiento
penoso de mal augurio-idea supersticiosa de que algo malo va a pasar. Temor obsesivo-muerte del
padre- “si yo deseo ver desnuda a una mujer mi padre tiene que morir”, Sentimiento penoso-medidas
protectoras-impulsos para sustraerse de la desgracia. Delirio-los padres sabrían sus pensamientos. Á
partir de esto, Freud concluye que hubo traumas y vivencias, que dejaron residuos y que se
manifiestan a posteriori del temor obsesivo, es por esto que los factores constitutivos se deben buscar
en la sexualidad infantil.
El gran temor obsesivo

Paul habla de una vivencia ocurrida durante unas maniobras militares en X, donde un capitán checo
habria descrito una tortura practicada en Medio Oriente que involucraba ratas (ratten). Con “horror y
resistencia” Paul explica que sobre el trasero del torturado se pone un tarro con ratas que penetran en
el ano. Tras esta explicación el paciente dice que cuando le contaron la tortura, le vino a la mente que
eso le sucede a una persona amada. El paciente agrega que ha imaginado esto también en su padre.
Para Freud la cara de horror de Paul daría cuenta del pavor ante su placer ignorado y que confiesa
más tardíamente lo del padre, porque esto es más extraño en vista de que su padre está muerto.

Mientras se encontraba en las maniobras militares, Paul pierde sus quevedos (quevedos- zwicker-
zwicken-pellizcar-torturar) y manda a pedir unos a Viena. El capitán checo que habría relatado la
tortura de las ratas entrega el paquete que contenía los quevedos a Paul y le dice que el teniente A
habria pagado el costo del envio, por tanto debe pagarle a éste. Se le plasma la sanción de no devolver
el dinero, de lo contrario, la fantasia de las ratas sucedería sobre el padre y la amada. En lucha contra
esta sanción se ha impuesto el mandamiento de que tenía que pagarle a Á, sin embargo, cuando va a
reembolsar el dinero- 3,8 coronas- al teniente Á, éste le dice que fue el teniente B quien pagó. Á pesar
de ello, el paciente se va obligar a cumplir su mandato y generará una serie de estrategias para
lograrlo. Paul no logra devolver el dinero al Teniente Á y retorna a Viena. Busca a su amigo, quien
lo tranquiliza y lo acompaña a pagar la deuda a la estafeta postal. El paciente siempre tuvo
conocimiento que no era el Teniente A el que habia pagado el reembolso, sino la empleada de correo.
Freud destaca que a pesar de ello, Paul se hizo el juramento basado en ese error, que

se convertiría en un martirio. Tras este esclarecimiento el comportamiento del paciente se vuelve aún
más incompresible.

Para el hombre de las ratas, la decisión de asistir a un médico, fue motivada por la idea

delirante de obtener un certificado para que el Teniente A le aceptara el pago que le permitiera cumplir
el mandamiento.

La introducción al entendimiento de la cura

Paul habla sobre la muerte de su padre aquejado de enfisema pulmonar. Se reprocha por no haber
estado presente en el momento de su muerte y a partir de ello surge la fantasía de que su padre va a
aparecer desde “el más allá” (idea deseada por el paciente). Al año y medio después, la muerte de una
tía política, despierta en él un reproche martirizador de sentirse un criminal, afectando toda su vida
cotidiana.

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