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TECNOLOGÍA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: EL HELICÓPTERO.

Antecedentes

Es extraño. Es ruidoso. Sus movimientos sorprendentes. Un mecano que a duras penas


se mantiene unido. Es el helicóptero.

Sus orígenes se pueden rastrear, en forma de juguete, hasta la Edad Media en occidente
y siglos antes en China, donde la iconografía muestra a niños con molinetes.

A principios del siglo XX se producen los primeros intentos serios de vuelo vertical;
pero como reconocería Igor Sirkosky años más tarde, “con el estado del arte en motores
y materiales, junto a la falta de experiencia, no se podía crear un helicóptero en esa
época”. El inicio de la Gran Guerra hizo que los recursos se volcaran en otras
tecnologías aéreas que ya habían demostrado su potencial, en particular el avión de ala
fija.

Difícil de volar

Tras el lapso de la guerra se produjo un resurgir del ala rotatoria, pero sin éxito real.
Conceptualmente el funcionamiento de un helicóptero en vuelo vertical es sencillo.
Cada pala del rotor se comporta como un ala convencional, pero mientras que ésta
necesita de una cierta velocidad relativa al aire para sustentar, la pala de helicóptero la
genera al girar el rotor, creando una fuerza ascensorial con velocidad de avance nula. En
general hay que contrarrestar el par suministrado al rotor para evitar que el fuselaje gire
en sentido contrario.

Pero todo se complica al volar en horizontal. No hay nada simétrico y todo se acopla.
Una pala añade a su velocidad de giro la de avance, mientras que la que retrocede ve
disminuida su velocidad relativa; se crea una asimetría entre palas que se traduce en
momentos que hacen girar la nave sobre
sus tres ejes; en particular tendiendo a
volcarla lateralmente. Y éste era el gran
problema: el control; sin olvidar otros
factores como la necesidad de una planta
de propulsora de alta potencia específica,
el elevado nivel de vibraciones, los
esfuerzos cíclicos, etc.

La solución de este problema se debe al


ingeniero español Juan de la Cierva y a
su autogiro. Si bien el autogiro no es
propiamente un helicóptero al no estar su
rotor propulsado, muchos de los
problemas existentes en ambos vehículos
eran análogos. Juan observó que los
modelos a escala reducida que ensayaba,
a diferencia de los prototipos, no
presentaban tendencia a volcar durante el
vuelo horizontal. Analizando el
problema, de la Cierva identificó la

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causa: los modelos tenían unas palas muy flexibles mientras que en los prototipos eran
rígidas. La pala flexible se adaptaba en cada instante a las fuerzas aerodinámicas,
flexando arriba o abajo según la fase del recorrido y disminuyendo de esa forma el par
de vuelco. Se había inventado la pala articulada y allanado el camino hacia el
helicóptero.

En la década de 1930 el autogiro centró el interés de las autoridades en Europa y


América. Bajo la perspectiva militar presentaba una serie de ventajas frente a los
aviones convencionales. El ejército parecía haber encontrado el vehículo idóneo para la
dirección de tiro de la artillería, reconocimiento y enlace, debido a su capacidad para
despegar/aterrizar en terrenos limitados y con una preparación mínima. Para la marina
eran especialmente valiosos a la hora de realizar patrullas antisubmarinos durante la
escolta de los convoyes, pudiéndose operar desde plataformas montadas en la cubierta
de buques de guerra y mercantes.

Sin embargo, el tiempo demostró que las avionetas podían realizar las mismas misiones
con un menor coste, mayor fiabilidad y facilidad de mantenimiento. Sirva como
ejemplo el concurso de 1935 del Ministerio del Aire alemán para un vehículo de enlace
polivalente, ganado por una avioneta, el Fieseler Storch, frente a un autogiro, el FW-
186. A efectos prácticos el autogiro había desaparecido hacia 1940.

FW-186 Fieseler Storch

Entre 1935 y 1945, sobre todo en Alemania y EE.UU., un puñado de hombres con un
elevado bagaje científico-técnico y algo de apoyo de sus gobiernos, fueron los
responsables de que al final del conflicto el helicóptero fuera una herramienta, que no
un arma, completamente operativa.

Desarrollos alemanes

En 1924 Heinrich Focke y George Wulf crearon la compañía Focke-Wulf, responsable


de algunos de los mejores cazas de la guerra. A principio de los años 30, reconociendo
el potencial del autogiro, obtuvieron una licencia de de la Cierva para su fabricación.
Focke veía en el autogiro la vía para llegar al helicóptero. Eso sí, tenía la seguridad de
que sólo se podría andar el camino abordándolo de manera sistemática, elaborando la
teoría del vuelo con ala rotatoria y basándose en el ensayo metódico de modelos. Para
su disgusto, Focke no pudo acceder a la información científica que poseía de la Cierva,
pues su licencia sólo cubría la fabricación y no le daba acceso a la misma. Sin embargo,

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el gobierno británico publicó un estudio crítico del autogiro dirigido por uno de sus más
grandes aerodinámicos, Glauert. Este informe fue el punto de partida que necesitaba
Focke.

Junto con Gerd Achgelis, otro reconocido ingeniero aeronáutico alemán, construyó
diversos modelos funcionales tanto de vehículos completos como de subsistemas.
Finalmente acometió la construcción del prototipo del que sería el primer helicóptero
operativo del mundo, el Fa-61.

Focke-AchgelisFa-61

Estaba basado en el fuselaje y motor de un biplano de entrenamiento, el FW Stieglitz,


donde se había sustituido las alas por dos rotores tripalas en unos voladizos tubulares
laterales. Los rotores contrarrotatorios eliminaban el problema del giro inducido. Su
separación minimizaba la interferencia aerodinámica y su ligera inclinación hacía
adentro aumentaba la estabilidad lateral del vehículo. El motor mantenía una pequeña
hélice para su refrigeración. El 26 de junio de 1936 realizó su primer vuelo.

A lo largo de 1937 rompió todas las marcas aeronáuticas en su categoría, atrayendo la


atención de las fuerzas aéreas.

El gobierno nazi no dejó pasar la ocasión y reconociendo su valor propagandístico en


febrero de 1938 fue volado por la famosa piloto Hanna Reitsch durante 14 noches
seguidas en el interior del estadio Deutschlandhalles de Berlín, permitiéndose incluso
bailar unos compases de un vals.

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Consecuencia del éxito, la Luftwaffe solicitó un vehículo mayor, el Fa-223 Drache, del
cual sólo se llegaron a producir 18 unidades antes de que su fabricación se paralizara
tras el bombardeo de las instalaciones donde se producía en 1942.

Fa-223 Drache

Simultáneamente, Antón Flettner,


quizás más recordado por su sistema
de propulsión marina donde unos
grandes cilindros giratorios verticales
actuaban como velas y que 60 años
más tarde puso de moda el
investigador Jacques Cousteau, había
desarrollado algunos autogiros en la
de década de 1930. En 1935 centró
sus esfuerzos en el desarrollo de
helicópteros y tras unos comienzos no
demasiado prometedores alcanzó el
éxito con el Fl-265, que fue evaluado

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entre 1939 y 1940 por la Marina. La solución adoptada por Flettner, y que no creaba par
de giro, fue utilizar dos rotores muy próximos, de tal forma que sus palas se
entremezclaban durante el giro como en una batidora de huevos. Los resultados fueron
satisfactorios y se dispuso su producción en serie, que finalmente no se llevó a cabo al
quedar obsoleto frente a una versión mejorada: el Fl-282 Kolibri.

Fl-282 Kolibri.

Los helicópteros de Flettner fueron


sometidos a todo tipo de ensayos
para evaluar su comportamiento
operando con tiempo adverso, donde
demostró su capacidad de volar en
condiciones extremas, y en
escenarios de guerra. Posiblemente,
la prueba más espectacular fue el
combate simulado entre un
helicóptero y dos cazas, un Bf-109 y
un FW-190, equipados con cámaras.
El helicóptero fue capaz de
sobrevivir a los ataques, en especial
en vuelo a baja altura. Como se
pensaba que un helicóptero podría ser más vulnerable a fuego desde tierra que desde el
aire, se disparó sobre un Fl-282 no tripulado y unido a tierra por un cable, que a pesar
de recibir varios impactos en sus palas no fue derribado.

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Fl-282 Kolibri.

Tanto los helicópteros de Focke


como los de Flettner fueron
utilizados durante la guerra en
patrullaje de costas, vigilancia
antisubmarina, observación de
artillería y como trasportes.

Entre diversos estudios y desarrollos


menores cabe mencionar los del Fa-
330 y el Fa-225. El primero era una
cometa equipada con un rotor y
capaz de elevar a un observador
cuando era arrastrada. Fue utilizado
en submarinos para aumentar su
horizonte visual. El Fa-225 estaba
pensado como un planeador capaz
de desplegar un pelotón en zonas
reducidas mediante un aterrizaje casi
vertical, tras ser remolcado por otro
avión hasta el sitio de suelta.
Consistía en el fuselaje de un
planeador convencional, el DFS-230
al que se le había sustituido las alas
por el rotor de un Fa-223.

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DFS-230 (arriba) y Fa-225

Desarrollos estadounidenses

A principio del siglo XX Igor


Sikorsky había intentado el diseño
de helicópteros, que abandonó en
favor de aviones más
convencionales. Pero no los olvidó.
En 1931 patentó lo que sería la
configuración universal de un
helicóptero: un gran rotor horizontal

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con otro pequeño vertical


en cola (en una u otra
forma corresponde al 90
% de los helicópteros
actuales). En 1938
comenzó a trabajar en el
VS-300, que pilotó en su
primer vuelo, anclado al
suelo, el 14 de septiembre
de 1939.

En 1940 la aeronave
atrajo la atención de los
militares, que después de
evaluarlo decidieron el
desarrollo del XR-4 (X
por experimental y R por avión de ala rotatoria), basado en el prototipo existente. Los
modelos XR-2 y XR-3 fueron desarrollos sin futuro de autogiros.

El XR-1 merece unas palabras. En abril de 1940 el Ejército abrió un concurso para el
diseño de una aeronave de vuelo vertical. Se presentaron cinco propuestas, tres de
autogiro y dos de helicóptero. La compañía Platt-LePage resultó la ganadora,
posiblemente por ser su solución muy similar al Fa-61 que ya había demostrado sus
cualidades. El XR-1 tenía un fuselaje que recordaba al de un hidro y carecía de hélice
propulsora. Los soportes laterales de los dos rotores contrarrotatorios tenían forma de
ala con objeto de sustentar durante el vuelo de avance y así aliviar la carga de los
rotores. El desarrollo, que en un principio se preveía sin dificultad, sufrió retrasos
debidos a serios problemas de control y de vibraciones. Unido a dos accidentes serios,
el proyecto se canceló en marzo de 1945.

XR-1

Volviendo con Sirkosky, durante 1941 fue perfeccionando su diseño hasta que en enero
de 1942 alzó vuelo. El S-47, denominación del fabricante para el XR-4, fue sometido a

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todo tipo de pruebas durante los


siguientes meses demostrando su
versatilidad. Si en Alemania la
presentación del helicóptero fue
babilónica en cuanto a su puesta
en escena, en los Estados Unidos
fue intimista y efectista. Comenzó
con una carrera de cintas donde el
helicóptero recogió un aro de
bronce situado en un mástil con el
tubo pitot, para posteriormente
llevarlo ante el público. Siguió
con el trasporte de una redecilla
llena de huevos, colgando bajo la
panza, sin romper ni uno, …¡y
eran frescos! como demostró uno
de los técnicos tras el aterrizaje al
coger un huevo de la cesta y esclafarlo contra el suelo. En un aspecto menos jocoso,
demostró la capacidad de recoger o depositar a personal por medio de una escalerilla de
cuerda en lugares difícilmente accesibles.

La Armada no permaneció impasible ante el potencial de la aeronave. Equipada con


flotadores mostró su capacidad para operar desde tierra y agua, así como su uso desde
pequeñas plataformas embarcadas. Y al igual que sus homólogos alemanes, demostró
una muy buena capacidad de vuelo en condiciones climáticas adversas.

R-4

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El éxito del R-4, llevó al desarrollo de dos nuevos modelos por Sirkosky antes del fin de
la guerra, el XR-5 y XR-6.

R-5

R-6

Al igual que en Alemania su papel durante la guerra fue simbólico, salvo por algunas
misiones de carácter humanitario realizadas en el teatro de operaciones de Birmania en
la recuperación de pilotos caídos tras las líneas enemigas y evacuación de heridos.

Tras la guerra el helicóptero se consolidó en su papel de observación, búsqueda y


rescate. Pero no fue hasta la década de 1960 cuando el helicóptero se convirtió en un
arma por derecho propio.

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