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Cada etapa está bien diferenciada por una serie de sucesos y decisiones que se dan
frecuentemente en la vida de cualquier persona. Estas fases sólo constituyen un ejemplo
base en el que apoyarse para el curso, somos conscientes de las realidades cada vez más
diversas de la sociedad, por lo que cada uno podrá hacer los ajustes que considere
oportuno para ajustarse más a su propia realidad.
Esta primera fase se caracteriza por la consumición de recursos de la familia, estos serán
empleados en la formación del individuo, pudiendo éste llegar a conseguir algún tipo de
empleo a tiempo parcial y de baja remuneración que ayude a proporcionar recursos a la
familia o a costear parte de la propia formación y ocio.
Esta fase es la más importante desde el punto de vista financiero y la más crítica. Las
decisiones que se tomen tendrán un gran impacto en el presente y futuro. Se caracteriza
principalmente por la consecución del primer empleo y sus posteriores promociones o
mejoras en el puesto y/o al cambio a otros puestos de trabajo con mayores
responsabilidades y remuneraciones debido a la adquisición de experiencia y formación
entre otras. A la vez, en esta fase, se encontrará con importantes gastos como: Formar una
familia, la compra de una vivienda o el alquiler de ésta, la compra de un vehículo, la primera
fase de los hijos, los seguros etc… Esta fase es tan crítica por que nos encontramos
normalmente en una posición de fuertes cargas deudoras y con un patrimonio inexistente o
pequeño y en formación (suele ser el propio inmueble que se ha comprado) en el mejor de
los casos. Unido a que el ciudadano medio no contará con una diversificación de fuentes
ingresos con lo que ello conlleva.
Normalmente en esta fase nuestra carga deudora se habrá reducido drásticamente o será
nula. Los hijos habrán entrado en su segunda fase y nos encontraremos en la fase final de
nuestra etapa laboral disfrutando de las mejores condiciones laborales y de remuneración
hasta el momento. Habremos formado un reducido o modesto patrimonio y nuestra
capacidad de ahorro se habrá disparado. Suele ser una fase acomodada en la que ese
ciudadano medio empieza a pensar en su jubilación y empieza a mostrar interés por
formarse financieramente para ver en qué y cómo invertir para su jubilación.
El individuo estará jubilado y disfrutará de sus últimos años de la mejor manera posible,
aunque habrá que tener en cuenta los gastos relacionados con la salud. En esta fase, si no
se han hecho los deberes durante las anteriores, se podría llegar a ver en una situación
precaria ya que si solo se cuenta con ingresos provenientes de la jubilación proporcionada
por el Estado (hay un capítulo dedicado en exclusiva a hablar de ello) el anciano tendría una
dependencia total de ese ingreso. Mientras que si ha ido formando un patrimonio, podrá ir
liquidándolo para obtener rentas ligadas a él.
Según el uso más o menos intensivo que le de una persona a su renta salarial, unido a su
posición patrimonial, podremos saber cómo de saludable es su situación financiera. Una
salud débil indicaría problemas a la hora de tener que hacer frente a adversidades
financieras y una salud fuerte, lo contrario.
Partiendo siempre de la base de que un individuo, una vez cubiertas sus necesidades más
básicas va ascendiendo en la búsqueda de mayor autorrealización y que la falta de recursos
económicos puede ser un obstáculo importante para la consecución de ese objetivo.
Cubrir los gastos y deudas del mes a mes sin ir con el “agua al cuello”.
Un escalón por encima del anterior sería la formación de un “fondo de emergencia” que nos
permitiese salir airosos de prácticamente cualquier contratiempo: Como la pérdida del
puesto de trabajo y poder cubrir los gastos hasta encontrar uno nuevo, la reparación del
vehículo, hacer frente a unas obras en el hogar o cualquier gasto sobrevenido.
Para poder ir cubriendo todas estas etapas es primordial tener cultura financiera, la cual nos
permitirá gestionar nuestros recursos de tal manera que nos permita ir formando un
patrimonio que nos permitirá alcanzar todo lo mencionado anteriormente. Adquirir estos
conocimientos requiere algo de interés y de dedicación pero no es más difícil que cualquiera
de los conocimientos por los que nos esforzamos en aprender en nuestra juventud con la
ventaja de que sabemos de antemano que nos va a ser de una utilidad extrema. Por otro
lado, el obviar estos conocimientos o considerar que son difíciles de adquirir y que no son
para nosotros, se traducirá en miedo, incapacidad e ineptitud para poder tomar decisiones
en este ámbito del cual ya hemos visto que no podemos “escapar”, porque es inherente
nuestra forma de vida en sociedad, y que sus consecuencias son de gran magnitud.
En España hay una mentalidad predominante (por lo menos hasta nuestros días) de
trabajar por cuenta ajena en busca de “estabilidad laboral”, alentando muchas veces a los
jóvenes a formarse en algo por lo que no muestran prácticamente ningún interés para
después terminar buscando un trabajo que no les agrada. No tengo absolutamente nada en
contra de esta forma de pensar y de actuar, tampoco soy tan ingenuo de pensar que todo el
mundo puede estar en su trabajo soñado. Pero si se elige esta opción que sea por que
hemos sopesado las otras posibilidades como trabajador por cuenta propia y empresario y
una vez comprendidas hemos llegado a la conclusión de que no encajan con nosotros. Sin
entrar en lo fácil o difícil que es crear y montar una empresa en nuestro país lo que es una
realidad es que en general en las escuelas apenas de enseña sobre ello y es una pena ya
que es uno de los elementos principales de creación de riqueza en una sociedad. De esta
forma se desaprovecha muchas veces el talento y el ingenio de una parte de la sociedad
que dispone de se perfil empresarial, obteniendo como resultado individuos descontentos y
frustrados (por no conocer esta vía que encaja con ellos) y una sociedad potencialmente
menos rica en cuanto a productos y/o servicios que no disfrutará.
Tambíen es importante tener claro que no tenemos por que estar encasillados en un tipo de
trabajo en todas las fases de nuestra vida, se puede cambiar o estar en varias a la vez. Es
más la cultura financiera como bien habremos deducido por todo lo expuesto hasta ahora
aboga por diversificar las fuentes de ingresos de una persona para así reducir el riesgo y
dependencia. Por lo tanto la combinación de cualquiera de los tipos de trabajo junto con el
de inversor (que veremos en detalle) es la forma más sencilla y “para todos los público” de
obtener esa diversificación y seguridad económica.
Habría que explicar en detalle cómo hacerlo (en este doc. No lo hace) además de
proporcionar un Excel (Alex tiene un modelo propio), recomendar algunas Apps o
simplemente con papel y boli.
Lo que sucede muchas veces es que al no llevar ningún tipo de planificación financiera
tendemos a gastar todo, o prácticamente todo, nuestro salario y si sobra algo lo destinamos
al ahorro. Si usted hace esto, no tiene una buena planificación. Si nos apoyamos en la
metáfora de la “carrera de la rata” de Kiyosaki quizás nos veamos más representados de lo
que nos gustaría. Esta metáfora dice así: Desde pequeños se nos educa en que tenemos
que estudiar duro para después poder encontrar un buen trabajo que nos permitirá comprar
una buena casa, un buen coche etc… Deberemos seguir trabajando muy duro para poder
ascender o encontrar un puesto más remunerado que nos permita comprarnos una casa
mejor, un coche mejor, pagar una educación de primer nivel a nuestros hijos, un móvil y
televisión último modelo, unas vacaciones extraordinarias… No hay ningún problema en
querer desear todo esto. El problema viene cuando todo ello se compra con la totalidad de
nuestro salario y además, la mayoría de las veces, con deuda. Cuando se vive por encima
de nuestras posibilidades y recurriendo a la deuda para el consumo, uno acaba metido en
una espiral de la que es difícil salir si no bajamos el nivel de vida y cuyo resultado final
puede acabar siendo la ruina. Si vivimos justo en nuestras posibilidades, gastando todo el
dinero que ganamos con nuestro trabajo, no podremos hacer frente a ningún tipo de
contratiempo y siempre estaremos en una situación de mucho riesgo debido a la
dependencia total de esos ingresos, si los perdemos, estaremos en serios problemas. Lo
que tenemos que eliminar de nuestra cabeza es la ecuación de a mayores ingresos
mayores gastos. Derrochar el dinero en cosas que no necesitamos, ni realmente queremos,
solo por el mero hecho de mejorar nuestro “estatus” a costa de no construir un patrimonio
que nos abra la puerta a la independencia financiera, puede ser uno de los errores más
grave, más extendido y más aceptado por la sociedad como el camino estándar a seguir
para alcanzar el que desde mi punto de vista es el mal entendido “éxito”.
PENSIONES
Tratar este tema con el documento de Una Sociedad de Propietarios y el libro De Gregorio,
tambíen buscar en internet material y sobre todo datos, estadísticas y gráficos en los que
apoyarse. Siguiendo la línea del curso intentar ser lo más objetivo posible sin entrar a
valorar sino describir lo más fiel y objetivamente la realidad.
LA SOCIEDAD DE PROPIETARIOS
Uno de los conceptos clave que trata de enseñar este curso es que todos (no solo las
personas de clase media-alta y alta) podemos formar un patrimonio en activos reales. Lo
iremos formando poco a poco, invirtiendo una parte de nuestros ingresos de forma sensata
y aprovechando el poder de la capitalización compuesta (se describe detalladamente más
adelante) iremos obteniendo cada vez más y más porcentaje de nuestros ingresos
procedentes de la renta del patrimonio en detrimento de la renta salarial, con todas las
ventajas que ello conlleva.
Para poder llevar a cabo lo mencionado en el párrafo anterior, es necesario que los
individuos se encuentren dentro de un “marco social” que lo permita. Prácticamente en casi
todos los Estados y sociedades modernas y avanzadas es posible ya que comparten las
siguientes características: La coordinación social mediante el respeto al Estado de Derecho,
el libre mercado, el respeto a la propiedad privada, y la especialización y división del trabajo.
Los técnicos, entendiendo técnico de manera amplia (pueden ser trabajos de bata blanca
también). Las más de las veces, el trabajo que estos incorporan directamente a una unidad
producida (por ejemplo, un coche) se realiza mucho tiempo antes de efectivamente esa
unidad sea consumida por el usuario final.
Lo mismo puede decirse del inventor, pero, sí cabe, amplificado aún más. El inventor es
capaz de realizar aportaciones tecnológicas esenciales para la humanidad a través de su
investigación.
Así, contamos con trabajadores, inventores o empresarios que podrían trabajar entre sí en
pos de un bonito proyecto empresarial. Sólo les falta una cosa. El capital necesario. De esta
manera, aparece en escena el capitalista o rentista. El capitalista es aquella persona que ya
ha acumulado una cierta riqueza y que no desea atesorarla o consumirla, sino utilizarla para
producir aún más riqueza. Este capital se pone, por lo tanto, al servicio de aquellos grupos
profesionales que precisan de rentas para producir y de aquellos otros que necesitan de
riqueza para la creación de proyectos empresariales.
Los bancos, los accionistas, las sociedades de inversión, las empresas de capital-riesgo, el
ahorro particular (principalmente, gente de mediana edad y anciana) son algunas de las
herramientas que en la actualidad van en socorro de nuevos proyectos tecnológicos y
empresariales que no tendrían cabida de otra manera. El ahorro y la acumulación de capital
de los agentes mencionados antes se ponen a disposición de los grupos profesionales que
demandan rentas y riqueza para que la rueda de la producción no cese. Ambos colectivos,
financistas y productores, están condenados a entenderse.
Los trabajadores y los inventores consumen renta hoy (la que necesitan para sobrevivir)
para generar riqueza mañana. El empresario, por su parte, es capaz de transformar riqueza
(medios de producción) en renta (beneficios). El capitalista proporciona al empresario el
capital que éste necesita para comenzar el negocio. El emprendedor transforma el capital
en renta y con esta renta contrata al inventor y a los trabajadores para que la transformen
en riqueza y paguen con ello al capitalista. Dicho en otras palabras, el empresario obtiene el
capital necesario para comenzar el negocio y mediante los beneficios presentes y futuros
financia el gasto en I+D.
En las sociedades avanzadas actuales, por tanto, los individuos se benefician del
capitalismo como consumidores (gran oferta de productos cada vez más complejos, útiles e
innovadores y relativamente más baratos con relación al salario), como trabajadores
(especialmente notable se da este fenómeno en las personas emigrantes de los pueblos a
las ciudades o de países menos desarrollados a otros más avanzados).
El ahorrador particular compatibiliza la mayoría de las veces dicha función con la productiva,
contribuyendo en consecuencia al desarrollo económico, así como a su propio bienestar,
tanto en la faceta de productor que demanda recursos económicos (cualquier que sea su
tipo de profesión) para actuar, como en su faceta de propietario.
Pero la realidad con la que nos topamos es que los beneficios del capitalismo aún no han
sido explotados en toda su extensión por la población por la vía de la participación en las
ganancias empresariales.———-
Como ya hemos dicho muchas veces, adquirir cultura financiera no hace más libres al
reducir nuestra dependencia de agentes y factores externos. Conociendo y dominando
como funcionan cada una de las partes del círculo virtuoso: Ingresos, ahorro, inversión,
formación de patrimonio y rentas procedentes de este patrimonio.
Para ello hay que tener una actitud adecuada. Tenemos que ser críticos y realistas con las
metas y objetivos que buscamos y tomar las acciones adecuadas para conseguirlo o
acercarnos lo máximo posible.
Dependencia de nuestro trabajo, del Estado, de los gastos recurrentes. La gestión de
nuestros recursos en la compra de bienes de consumo, patrimoniales o ahorro e inversión.
—> Analizando esto tenemos primera imagen de nuestra salud financiera.
La mentalidad dominante hacia este mundo es la del miedo. Miedo hacia lo desconocido o
miedo hacia una imagen distorsionada de lo que son las finanzas básicas. Este curso tiene
como objetivo eliminar ese miedo mediante conocimiento, pero al igual que cualquier tema
sobre el que queremos aprendemos, requiere una dosis de esfuerzo (alta o baja en función
de nuestros objetivos) y dedicación. Seguro que muchos de los que están leyendo estas
líneas consideran que el esfuerzo por aprender inglés merece la pena por la cantidad de
oportunidades que ofrece, pues la educación financiera lo mismo.
Me fascina el ímpetu y el tiempo empleado con el que la gente se forma durante muchos
años para especializarse en un tipo de trabajo y luego no emplea ni una fracción en
aprender a gestionar ese dinero que tanto esfuerzo le ha costado ganar y más aún el que se
está todo el día quejando de lo poco que le gusta su trabajo. Quiero pensar que es por
desconocimiento de que otra “realidad” es posible, pero para eso está este curso.
No podemos permitir que el miedo a la incertidumbre nos impida actuar. El mundo de las
finanzas (principalmente la inversión) no es una ciencia exacta, al igual que tampoco lo es la
vida misma. Pero, de la misma forma que en la vida hay una serie de conocimientos,
actitudes, hábitos y pautas de comportamiento que suelen llevar al éxito, con las finanzas
igual. No ser presas de esta parálisis una vez contamos con los conocimientos necesarios
es fundamental.
Hay que desarrollar el tema del ahorro explicando distintos métodos que ayuden a ello o lo
que se nos ocurra sobre el tema.
Ahora abarcaríamos todo el tema de la inversión. Así como en los anteriores apartados este
documento ha sido muy útil, creo que para este hay mejores fuentes.
Temas a tratar: ¿Qué es la inversión, distintos activos, estudio de las características de
cada activo y su rendimiento histórico, como funcionan los mercados de esos activos y
como puede inversor particular invertir en ellos, la fiscalidad de las inversiones, aspectos
psicológicos de la inversión…?
Activos: Dinero, oro, inmuebles, renta fija, renta variables. Las correspondientes
subdivisiones de estos activos como: Letras del tesoro, bonos corporativos, inversión activa,
pasiva o semi pasiva y todo lo que da de sí el tema de la renta variable que es enorme.
Distintos vehículos de inversión: fondos, acciones, ETFs etc…. Análisis fundamental y
técnico.
Apostar sobre la evolución del precio de una acción a corto plazo es la consecuencia natural
de la forma de pensar anterior. También es la forma más común de obtener resultados por
debajo de la media por culpa de la penalización de las múltiples comisiones que se han de
pagar al comprar y vender repetidamente las acciones y no estar invertido el tiempo
suficiente en los valores que se van apreciando conforme las ganancias van afluyendo a las
compañías y van siendo reinvertidas en un buen porcentaje, para financiar el crecimiento en
un efecto acumulativo cuya verdadera fuerza sólo se acaba manifestando en su totalidad en
el más largo plazo.
Lo contrario puede decirse de la inversión a medio y largo plazo. Dado que el valor de una
acción está relacionado directamente con los beneficios empresariales repartidos y
reinvertidos– que se espera que pueda generar (de la misma manera que el valor de un
piso está en relación con las prestaciones de la vivienda o el dinero por alquiler que es
capaz de proporcionar a su propietario), estar invertido en una compañía que con
habitualidad ingresa más dinero por sus ventas del que gasta para producirlas y que retiene
una parte de sus ganancias para adquirir más activos con los que incrementar su capacidad
de generar aún mayores beneficios, significa poseer algo cuyo valor crece por sí mismo de
forma orgánica. La tarta se va haciendo más y más grande. Crece la economía: mejoran los
productos que, a la vez, son paulatinamente más asequibles, suben consecuentemente los
salarios brutos (otra cosa es que los impuestos permitan al trabajador recibir todo lo que por
él paga el empleador) conforme la productividad del trabajo aumenta ayudada por el capital
puesto a su disposición. También crecen las ganancias empresariales al ir aumentando el
capital utilizado.
Ese 10% nominal aproximado (7% real) de rentabilidad que ofrece el promedio de las
acciones en el largo plazo tiene bases reales. Así, suponiendo un crecimiento económico
medio algo superior al 3,5%, una subida proporcional en las rentas del trabajo y una
inflación del 3%, el crecimiento nominal de la rentabilidad económica de las empresas
rondará el 6,5-7%. Como la actividad económica de las empresas se financia en un
porcentaje no despreciable con deuda a tipo de interés fijo, que acepta una retribución
relativa menor, históricamente cifrada en torno al 5%, el efecto resultante es llevar la parte
proporcional de la rentabilidad empresarial hacia la renta variable que de este modo se
aproximaría al 9%. La reinversión de los dividendos percibidos (que permite ir poseyendo un
porcentaje cada vez mayor de la empresa) eleva finalmente la rentabilidad en el punto y
pico adicional. Dicho de otro modo, el hecho de no consumir parte de la renta, cederla
temporalmente para financiar un proyecto empresarial de creación de riqueza, asumir el
riesgo de pérdida y soportar la volatilidad del precio de la participación a medida que el
negocio va superando etapas de mayor o menor incertidumbre, tanto propias como de la
industria y del país en general, acaba configurando los diversos componentes que explican
la retribución media de las acciones en el largo plazo.——
El funcionamiento del sistema de pensiones en Chile obliga a aportar un 10% del salario (en
Chile, los impuestos al salario eran del 25% y en España, las cotizaciones a la Seguridad
Social son alrededor de un 39%) a un fondo de capitalización privado siempre que el sueldo
sea inferior a los 25.000 dólares anuales. Si los supera, su aportación deberá ser
forzosamente de 2.500 dólares al año y la colocación de nuevos depósitos estaría sujeta a
la voluntad del individuo. Si es el deseo de un individuo obtener rentas más altas en su
jubilación o retirarse prematuramente, éste puede aportar de manera voluntaria en una
cuenta de ahorro individual hasta otro 10% de su sueldo quedando exento de impuestos.
Tal y como recoge el libro coeditado por Sergio Baeza, Quince Años Después: Una Mirada
Al Sistema Privado de Pensiones (1995), los resultados han sido más espectaculares
incluso de lo que predijeron los defensores del sistema. El nuevo sistema era ya interesante
con la revalorización, muy conservadoramente estimada, de un 4% en términos reales. La
realidad ha sobrepasado con mucho dichas expectativas, alcanzando un 12% en dinero
constante. Los montos de las pensiones son entre un 50 y un 100% más elevadas que en el
momento de partida. Así, en la actualidad, las pensiones representan en torno al 78-80%
del sueldo que el empleado recibía antes de su jubilación. Incluso los beneficiarios de las
pensiones de invalidez o desempleo mantienen un 70% de su antiguo sueldo.
Hoy día, el 93% de los trabajadores chilenos está ligado al sistema de capitalización
individual, aunque, al principio de instaurarse el sistema, sólo un 25% se acogió a dicha
posibilidad. Fiel reflejo de que los individuos son capaces de acabar descubriendo las
ventajas de los sistemas de capitalización y acogerse a ellos masivamente para su propio
bienestar económico y personal.
Ante tales críticas conviene hacer las siguientes puntualizaciones. Todos los cálculos de
rentabilidades medias esperadas (alrededor del 7% real anual compuesto) se han hecho
incorporando tanto las fases expansivas como las recesivas. En primer lugar, la inversión a
largo plazo aquí defendida apunta a la realización de aportaciones por parte de los
inversores de forma periódica: con montos más o menos modestos cada 6 meses, 9 meses,
un año… Como bien es sabido, estadísticamente, cuanto más periodifiquemos nuestras
aportaciones, más nos ajustaremos al promedio de la serie. Esta media del 7% la
estaríamos así alcanzando siendo puros autómatas (en general, esta revalorización media
sería la que cabría esperar seguramente de un sistema de capitalización de las pensiones).
Pero es que, además, bien es sabido que el inversor prudente, con una cultura financiera
aceptable y años de experiencia, es bastante capaz de evitar los valores extremos o
anómalos (también llamados outliers en términos estadísticos) de la serie, eludiendo los
momentos de mayor “exuberancia irracional”; en este sentido, en la parte del patrimonio no
separada para la pensión, el particular no es un fondo de inversión que, por ley, tiene que
invertir el capital de sus clientes en cada momento. Si los inversores particulares encuentran
que el momento del ciclo bursátil está desorbitado y la bolsa está sobrevalorada en relación
con sus ratios fundamentales (PER, crecimiento de los beneficios esperado…), congelarán
temporalmente sus aportaciones bursátiles y esperarán a momentos más apropiados.
Precisamente porque con la inversión a largo plazo, comúnmente, se establecen
aportaciones periódicas, son las etapas de precios bajos aquellas que constituyen las
mejores oportunidades de revalorización.
Por otro lado, es completamente ilusorio pretender que la bolsa es un elemento aislado en
un país y que, por tanto, si la economía se encuentra inmersa en una fase recesiva
prolongada sólo va a afectar a los valores bursátiles y no a la línea de flotación del estado
de bienestar o del sistema de pensiones de reparto (recomendados por los detractores del
sistema de capitalización): todo el entramado que rodea al estado de bienestar no se
sostiene sino es con la necesaria recaudación fiscal para su financiación. Cualquier
viabilidad para el estado de bienestar pasa por una economía más o menos sana. El
endeudamiento público tiene un límite que, sobrepasado, acaba necesariamente
degenerando en inflación monetaria, devaluaciones, tipos de interés elevados y
agravamiento del desempleo y de la crisis, como nos demostró la propia economía
española en la primera mitad de los años 90 del siglo pasado.
Finalmente, conviene hacer una breve referencia a la naturaleza del ciclo económico y a las
políticas que tienden a suavizarlo. En 1912, el economista austriaco, Ludwig von Mises
(1881-1973), publicó su Teoría del dinero y del crédito, en la que abordaba de forma
sistemática la cuestión de los recurrentes ciclos de auge, depresión y crisis que la economía
venía padeciendo desde hacía largo tiempo.
Esta explicación del ciclo económico, que fue desarrollada posteriormente por su discípulo
F. A. Hayek y por la que sería galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1973, se
cimienta en torno a una serie de ideas básicas:
• Los bancos, al inflar la oferta de crédito y colocar en el mercado una masa de dinero de
nueva creación no respaldada por ahorro real a largo plazo, disminuyen el interés por
debajo de su tipo “normal”. Tal expansión crediticia tiene el efecto más o menos inmediato
de incrementar el valor actual -el precio-de los activos de inversión.
• Un segundo efecto de la rebaja artificial del tipo de interés es que los empresarios se
endeudan más y amplían las estructuras productivas con procesos más dilatados e
intensivos en capital invirtiendo en maquinaria, investigación, desarrollo, etc.
• La gente, sin embargo, no ahorra en realidad lo suficiente para financiar las nuevas
inversiones. Una primera señal de alarma es el aumento de la inflación de precios y costes,
pues el dinero de nueva creación acaba elevando también los precios de los bienes de
consumo, los salarios y el resto de costes. Cuando la burbuja ha crecido demasiado,
cualquier cosa (unos malos resultados empresariales, una intervención política
desafortunada...) acaba produciendo el derrumbe. Los balances empeoran a partir de
entonces. Se incrementa la morosidad. Los bancos restringen los créditos provocando la
quiebra de las nuevas inversiones expandidas. Se desploman las cotizaciones que
garantizaban los créditos, lo que hace entrar en más problemas a los bancos. La crisis
implica, por su propia naturaleza, un peligro para el sistema monetario que a veces se
acompaña con corridas bancarias y/o devaluaciones.
Comprendemos ahora por qué una de las mejores políticas tendentes a suavizar los ciclos
económicos es precisamente financiar la inversión con la mayor cantidad de ahorro real
posible sin forzar ésta por encima del ahorro disponible. Con mayor ahorro real desaparece
la tentación de forzar el endeudamiento a corto plazo invadiendo el mercado monetario para
propulsar el crecimiento económico, consiguiendo alcanzar tal crecimiento de forma mucho
más sana y ordenada.——
A diferencia de lo que sucede en un casino, estas rentas pasivas no proceden de una suerte
de apuesta, sino de una creación efectiva de riqueza. Durante una emisión de acciones, los
propietarios de la sociedad anónima sacan a la venta una porción de la empresa; si usted
compra esa porción del negocio, el empresario obtiene capital adicional con el que poder
realizar nuevas inversiones provechosas y usted adquiere un derecho sobre una parte
alícuota de la empresa y sobre una porción de los beneficios futuros que ésta genere.
En otras palabras, dado que sus ahorros fueron utilizados por la compañía para fabricar
nuevos bienes, incrementar la productividad y satisfacer las necesidades de los
consumidores, usted, como propietario, se apropia de una parte de los beneficios (ya sea a
modo de dividendo o de revalorización de la acción) y se vuelve más rico. Pero tenga
presente que, en última instancia, usted se vuelve más rico porque otros individuos –los
consumidores– se han vuelto también más ricos. La rentabilidad de la inversión, por tanto,
será mayor según se haya destinado a empresas con grandes potencialidades para
satisfacer a los consumidores. De modo que las RP generan múltiples incentivos para que
cada individuo se preocupe sobre la situación de la economía, se informe sobre los gustos
del resto de ciudadanos y planifique sus financias personales, esto es, para que
progresivamente vaya adquiriendo una mayor cultura financiera que le evite caer en “la
carrera de la rata” de Kiyosaki.
Con todo, las repercusiones positivas de las RP no terminan aquí. Una mayor capitalización
de la empresa permite también pagar salarios más elevados, contratar a más gente, mejorar
la calidad de los productos o venderlos más baratos.
Los intereses logran un encaje y una armonía envidiables. Los inversores obtienen
rentabilidades notables que les permiten gozar de la independencia financiera; los
consumidores cuentan con más productos, de mayor calidad y más baratos; los
trabajadores, salarios más elevados o jornadas laborales más breves; y los empresarios sin
capital pero con ideas, una fuente de financiación escalonada desde los ángeles hasta los
mercados primarios. Todo gracias a la sociedad de propietarios y a la inversión inteligente
de sus ahorros.
El no hablar en todo el curso de políticas económicas puede ser una buena idea. A las
personas no les gusta que les den lecciones políticas, sobretodo cuando son contrarias a su
pensamiento actual. Aunque para una persona de mente abierta esto puede ser lo mejor,
hay que reconocer que una gran parte de la población no tiene esa mentalidad, por lo que si
solo se le cuenta el funcionamiento de la economía de una manera sencilla y además se
refrenda con ejemplos históricos, creo que la persona por si misma será capaz de llegar a
pensar que esto tiene sentido y que además, como se ha podido y se puede comprobar,
funciona…
Las personas en general solemos invertir una gran cantidad de tiempo, esfuerzo y dinero en
nuestra formación para llegar a adquirir conocimientos y habilidades que nos permitan
realizar un trabajo que a su vez nos proporcione una renta. Paradójicamente somos
incapaces de invertir una mínima cantidad de tiempo, esfuerzo y dinero en formarnos para
llegar a adquirir conocimientos y habilidades que nos permitan rentabilizar de forma sensata
ese dinero que tanto nos cuesta ganar y ahorrar ya que pensamos pensamos que el mundo
de las finanzas no es un cimiento más en la vida de una persona, que es algo que nos es
totalmente ajeno y reservado al mundo de los “ricos”. Estamos muy equivocados, pero está
en nuestras manos el revertir esta situación y como todo lo que realmente merece la pena
en esta vida, con esfuerzo, disciplina y constancia los resultados pueden ser asombrosos.