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Gattamelata (escultura)

El monumento ecuestre al condottiero Gattamelata es una estatua en bronce de Donatello, situada


en la Plaza del Santo en Padua. Es una de las primeras y más importantes estatuas ecuestres de todo
el Renacimiento. Es la primera estatua en honor del condottiero del mismo nombre.

Es una escultura de bulto redondo realizada en bronce, cuya fundición se realizó en el taller de
Andrea della Caldiere y tiene unas dimensiones de 340 x 390 cm, y se apoya sobre un zócalo de base
de 7,80 x 4,10 metros.

Se erigió en honor del condottiero de la república véneta Erasmo de Narni después de una
elaboración que duró desde 1447 hasta 1453.

Está inspirada en las esculturas de los caballos de la iglesia de San Marcos de Venecia, aunque su
inspiración ha sido atribuida erróneamente a la escultura ecuestre romana de Marco Aurelio que
preside la plaza del Campidoglio en Roma.[cita requerida] Esta apreciación se funda en la elevación
de la pata del caballo, que no toma la altura de la escultura romana, sino que se asemeja más a los
caballos de San Marcos, cuyas patas traseras parecen estar a punto de avanzar.

El naturalismo, así como la serenidad del jinete y del caballo –a pesar de que se representa en
marcha- son típicas del Quattrocento y la penetración psicológica del personaje representado es
característica de las obras del autor. Es un retrato y está realizado para glorificar al personaje
representado; en este caso también se trata de resaltar la virtudes del militar, que con gesto austero
conduce al caballo sin violencia pero con autoridad, remarcada ésta por la posición del bastón de
mando. El retrato del personaje, heredado del realismo romano, deja traslucir la psicología del
representado, que muestra una expresión abstracta pero consciente de su alta y difícil misión en
defensa de la ciudad a la que sirve.

Se trata probablemente de la primera estatua ecuestre de grandes dimensiones fundida desde la


antigüedad y es una de las primeras obras escultóricas de la época moderna que están desvinculadas
de una integración arquitectónica (como por ejemplo, soportando un nicho): la obra se propone
como forma autónoma que se relaciona en el espacio sólo con su propio volumen, sin otros límites.

El guerrero se mueve lentamente en la plaza, en una marcha de conquista, unido al caballo que
avanza firmemente y sin excitación. La lentitud de la marcha del caballo, la calma de todo el conjunto
deja claro, no obstante, al espectador que el triunfo del Gattamelata es la victoria de un hombre
que ha salido exitoso gracias a su inteligencia.
Gattamelata avanza con la cabeza descubierta: la presencia de un yelmo que cubriese los rasgos de
la cara habría dejado al guerrero en nada más que una máquina de guerra, gobernada de una
voluntad superior como la divina que caracterizó la Edad Media. El rostro concentrado del
Gattamelata expresa, por el contrario, la determinación del que se enfrenta a la batalla siguiendo
un esquema mental victorioso por estar largamente meditado.

El rostro es el de un hombre avanzado en años. No se trata en este caso de una representación


realista de las auténticas facciones del condottiero, sino más bien de una madurez conquistada con
los años, atravesada de una lucha cotidiana e infinita. Al héroe joven y físicamente perfecto de la
Antigüedad Clásica, le sustituye entonces la consciencia del hombre racional: el héroe moderno,
representado en su ser simplemente hombre.

También se puede ver la alegoría de un Tirano. Lleva al caballo (que es el pueblo) con mano dura y
rienda corta, espoleándolo con grandes espuelas, y bajo la pata delantera del caballo se encuentra
una esfera que representa al mundo a sus pies... Es preferible que el pueblo le tema antes de que
sea amado, según el propio Maquiavelo.

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