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Debido a su disponibilidad generalizada, a su costo generalmente bajo y a su relativa seguridad, los antimicrobianos se encuentran entre los medicamentos que más se utilizan de forma incorrecta.
Debido a su disponibilidad generalizada, a su costo generalmente bajo y a su relativa seguridad, los antimicrobianos se encuentran entre los medicamentos que más se utilizan de forma incorrecta.
Debido a su disponibilidad generalizada, a su costo generalmente bajo y a su relativa seguridad, los antimicrobianos se encuentran entre los medicamentos que más se utilizan de forma incorrecta.
La terapeutica antiinfecciosa hasta el siglo XIX fue estrictmente empirica.
Desde el siglo XVI, datan antecedentes sobre el uso de antisepticos para prevenir el crecimiento microbiano, como los compuestos mercuriales para el tratamiento de sifilis. En el siglo XIX, nativos de Sudamérica utilizaban la corteza de chinchona que contiene quinina, para tratar eficazmente el paludismo, sin saber que actuaba directamente sobre el parásito. La posibilidad de utilizar sustancias antibacterianas in vivo de baja toxicidad para el hombre y los animales con fines terapéuticos se inicia en 1904 con las investigaciones del médico alemán Paul Ehrlich, quien experimenta con colorantes de anilina como bactericidas, y culmina en 1910, con la sintesis del salvarzán (arsfenamina, un compuesto arsenical activo frente al treponema responsable de la sífilis, así como antes otras espiroquetas). En 1935, Domagk marca el primer hecho importante en la historia de la quimioterapia de las infecciones bacterianas sistémicas. Demuestra que el rojo Prontosil protegía a los ratones frente a la infección estreptocócica sistémica, con un efecto curativo. Más tarde Trefouel, en Francia, comprueba que la molécula intacta del Prontosil carecía de actividad antibacteriana in vitro, pero que los pacientes a los que se les administraba el colorante eliminaban por la orina un producto incoloro, la sulfanilamida, que era activa in vitro. El segundo hecho importante ocurre con la penicilina, la primera sustancia producida por microorganismos que inhibe el crecimiento de otros microorganismos, utilizada como quimioterápico. Esto da inicio a la llamada “edad de oro” de la terapéutica antimicrobiana. Alexander Fleming, en 1929, reconoce el efecto antibiótico al observar la inhibición del desarrollo de estafilococos en un cultivo contaminado con un hongo Penicillium. Ante esta situación, Fleming realiza experimentos y observa que el caldo en el cual cultivaba el hongo durante 1 o 2 semanas a temperatura ambiente adquiría propiedades bacteriolíticas y bactericidas frente a muchas bacterias patógenas. Dicho caldo contenía la sustancia inhibitoria a la que llamó penicilina. Pasaron varios años luego de estas observaciones, hasta que Ernest Chain y Howard Florey, en 1940, retomaron los experimentos y purificaron suficiente cantidad de penicilina para probar su eficacia frente a infecciones producidas por estafilococos, estreptococos y bacilos de la gangrena. Durante la segunda guerra mundial, la penicilina se prueba en los soldados heridos, sin dejar dudas sobre su acción. Debido a la insistencia del ejército para que se pusiera en condiciones de emplearla, Estados Unidos inició la industrialización y utilización masiva. Entre las décadas de 1940 y 1950, se descubren otros antimicrobianos, como la estreptomicina, a partir, a partir de un cultivo de Streptomyces griseus, el cloranfenicol a partir de Streptomyces rimosus. Luego, rápidamente, se desarrollan otras sustancias con acción antibacteriana, entre ellas, aminoglucósidos, penicilinas sintéticas, cefalosporinas y quinolonas. El uso terapéutico de estos fármacos en medicina veterinaria y humana constituye una de las contribuciones más importantes, al aumentar el espectro de enfermedades infecciosas que se pueden prevenir o curar. No obstante, las bacterias demuestran una notable capacidad para desarrollar resistencia a los agentes antibacterianos. Antimicrobiano es una definición más amplia que la de antibiótico; no obstante, el uso del término antibiótico se extiende para incluir agentes antibacterianos elaborados parcial o totalmente por sínteis química, como las sulfonamidas y las quinolonas, que no son producidas de manera natural. La selectividad se explica por las diferencias estructurales y bioquímicas entre las células eucariotas y procariotas . Por ejemplo: la penicilina ejerce un efecto bactericida sobre la bacteria por inhibir la síntesis de la pared celular, no existiendo una estructura comparable en las células de los mamíferos. Para el caso de los hongos o los virus, se han desarrollado fármacos antifúngicos y antivirales, de creciente eficacia en la clínica. PROPIEDADES DE UN ANTIBIOTICO El antibiotico ideal empleado con fin terapéutico debe reunir una serie de condiciones: Tener una toxicidad selectiva para el agente infeccioso, lo que implica escasa o nula toxicidad para las células del huésped y alta para el patógeno. Penetrar en los tejidos y las células del organismo para ejercer su acción sobre el agente infeccioso. Alcanzar la concentración adecuada para ejercer su efecto en el foco de la infección y que se excrete lentamente. Poseer una acción más bactericida que bacteriostática. Los agentes bactericidas matan a los microorganismos, y los bacteriostáticos inhiben el desarrollo, interviniendo los mecanismos de defensa del huésped en la erradicación final de la infección. No alterar los mecanismos de defensa naturales del hospedador. No generar aparición rápida de resistencia. Poseer un amplio espectro de acción sobre los microorganismos que con mayor frecuencia se aíslan. Permanecer activo en presencia de plasma, líquidos corporales, exudados. Poseer actividad antibacteriana in vitro. Ser estable para garantizar un período razonable de almacenamiento. Ser económicamente accesibles. No producir efectos colaterales indeseables en el huésped.