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Miro el patio, cemento gris como lo recuerdo y juegos pintados con pintura sintética
en el suelo: rayuela, ta-te-ti, pistas de autos, twister. Está todo en silencio, ya que los
niños se encuentran en sus aulas a esta hora.
Me dirijo al segundo de los tres patios que tiene la escuela. Es un patio techado que ahora se encuentra cerrado con
amplias puertaventanas. Un espacio donde los niños realizan educación física, también olimpíadas y diversas
actividades que necesitan espacios más amplios que el salón de clases. Veo dos murales, uno ubicado en una pared
donde observo distintos paisajes de nuestro país y otro en un portón grande que se encuentra todo pintado con
animales(*), realizado por un grado en el área de
plástica, que nos lleva al S.U.M. un salón grande con
El ultimo patio recuerdo que lo hicieron cuando yo estaba en séptimo grado (año 2010). Es un parque enorme, posee
juegos de madera, una canchita de fútbol donde también aquí tienen clases de educación física. Veo una hermosa
huerta con un simpático espantapájaros, pero que ahora no tiene nada sembrado. ¿Será por las heladas?
Escucho el timbre del recreo y vuelvo al patio central. Veo niños con grandes camperas haciendo cola para comprar
su comidita en la cantina que se encuentra en portería. Algunos me
miran y sonríen, otros ponen cara de susto… ¿mis rastas les llamarán
la atención? Algunos juegan a las cartas, otros a las bolitas usando de
opi una grieta en el suelo. Varias niñas van tomadas del brazo, un
gorro fucsia adorna la cabeza de una de ellas, que pasean
alegremente por las galerías. No veo ningún celular, solo el mío con
el cual voy registrando todo esto que veo. Las maestras pasean por el
patio, mirando a los niños y también van a la sala de maestros. Una
de ellas, que no conozco, sale de allí con una taza de té.
(*)Acercamiento del mural de los animales
Ahora que los niños están fuera del aula, hablo con una seño que conozco y
me deja pasar para observar. Hay muchos bancos. Sobre ellos se despliegan pequeñas carpetas y grandes
cartucheras con muchos lápices de colores, fibras y lapiceras, mochilas colgadas en los respaldares de las sillas y
otras en el suelo. Algunas camperas en el perchero que se encuentra al lado de la puerta. Es el aula de quinto grado.
Estaban dando Ciencias Naturales, veo en las carpetas un dibujo que explica las capas de la atmosfera, que copiaron
del pizarrón, ya que en este se encuentra el mismo.
El aula se encuentra decorado con un abecedario en forma de banderín sobre el pizarrón. Un reloj que marcan las
9.05 de la mañana. Dos afiches grandes con un “FELIZ CUMPLEAÑOS”, acompañado con un payaso, en el caso de
segundo grado, y un gracioso gusano con un sombrero acompaña al de quinto, donde los niños escribieron debajo
de cada mes su día de cumple y nombre. En la pared de enfrente a la que se encuentra el pizarrón hay un ropero
grande, con flores pegadas hechas de cartulina de colores, donde tal vez siguen guardando materiales para trabajar,
como se hacía cuando yo asistía a la escuela. En el techo se entrecruzan, formando una cruz, dos tiras de banderines
verdes y naranjas, que le aportan más alegría al aula. Las amplias ventanas iluminan. Un niño con cabellos castaños
entra al aula, me ve y se va avergonzado. Todos los objetos que decoran el aula son más que nada hechos por las
seños, solo intervenidos muy poco por los niños, como es el caso los carteles de feliz cumpleaños. Veo una
escarapela grande hecha de papel crepé que seguro quedó olvidada desde el 25 de mayo.
Suena nuevamente el timbre que indica que los pequeños deben volver a sus aulas. Por lo tanto me despido de la
maestra que muy amablemente me permitió entrar a observar. Las seños llaman a los niños por su grado y todos se
dirigen a sus respectivas aulas. Me dirijo a la dirección. Agradezco por la posibilidad que me dieron de observar la
escuela, salgo, busco mi bicicleta y pedaleo hasta mi casa.