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DESARROLLO PSICOSEXUAL SEGÚN SIGMUND FREUD

Publicado el 5 diciembre, 2016 por Ѱ Frank Valero


https://psicovalero.com/2016/12/05/fases-del-desarrollo-psicosexual-segun-sigmund-freud/

La concepción generalizada y socialmente aceptada que tenemos sobre la sexualidad versa sobre el
hecho de que estos impulsos se inician en la pubertad, una vez que el sujeto ha alcanzado la edad de
la maduración sexual, con el fin principal de la procreación y que esta se genera una vez que los
órganos genitales propios entran en contacto con los de una persona del sexo opuesto, acompañado
usualmente por una serie de actos preparatorios y complementarios al acto sexual, tales como el
beso, la contemplación, caricias, entre otras. No obstante, Sigmund Freud, padre del Psicoanálisis,
considera que existen determinados hechos que no pueden ser explicados con esta concepción
socialmente generalizada:

Ψ Personas que sólo se encuentran atraídas sexualmente por miembros del mismo sexo y sus
órganos genitales.
Ψ Personas quienes manifiestan deseos sexuales descartando completamente los órganos
sexuales o su utilización normal, llamados Perversos.
Ψ Manifestación precoz de ciertos niños respecto a sus genitales y los signos de excitación de los
mismos.

Las distintas investigaciones que Sigmund Freud realizó por intermedio del Psicoanálisis,
le permitió identificar y comprobar varios puntos respecto a la sexualidad:

Ψ Sexualidad y Genitalidad son dos aspectos distintos ya que Sexualidad abarca una dimensión
mayor y comprende muchas actividades que no guardan relación con los órganos genitales.
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Ψ Esta vida sexual incluye la obtención de placer en zonas del cuerpo que no necesariamente
guardan relación con el fin de la procreación.
Ψ Quizás el punto más inesperado de los tres: La vida sexual inicia antes de la pubertad, de
hecho, comienza con evidentes manifestaciones poco después del nacimiento.

Un punto importante a reseñar sobre la teoría psicoanalítica, el cual nos permitirá igualmente
comprender el Desarrollo Psicosexual, es que todos los seres humanos nacemos con dos energías
internas que nos impulsarán a determinados actos en la búsqueda de sus descargas, Los Instintos: El
Eros o Pulsión de Vida y el Thanatos o Pulsión de Muerte. En referencia al Eros, es la energía
constructiva, la libido, es el substrato de las transformaciones de la pulsión sexual en cuanto a objeto,
meta y fuente de la excitación sexual. Mientras que el Thanatos, por el contrario, busca la disolución
de las conexiones, la destrucción de las cosas, la reducción de lo viviente al estado inorgánico.

El Desarrollo Psicosexual, tal como indica Sigmund Freud, se encuentra estructurado en varias fases
o etapas (Oral, Anal, Fálica, Latencia, Genital), las cuales se presentan de manera superpuestas, es
decir, su activación no se genera de manera lineal respecto al tiempo, sino que debemos observarlas
como la activación de una etapa psicosexual superpuesta a la fase psicosexual anterior.

El Eros, también llamado Líbido, representa un papel importante en estas fases del Desarrollo
Psicosexual ya que puede generar una fijación de acuerdo a la etapa que atraviesa el niño, bien sea
por exceso o por carencia de Líbido y en caso de que alguna de las fases del desarrollo psicosexual no
haya sido superada con éxito, el individuo podrá presentar una regresión a dicha etapa.

FASES DEL DESARROLLO LIBIDINAL

1. Fase Psicosexual Oral (Inicio del bebé hasta los 2 años)

Está caracterizada por la Boca como primera zona


erógena y al alimento como su primera satisfacción,
el cual obtiene con sumo placer al succionarlo del
pecho materno. Esto hace que el pecho materno se
convierta en el primer objeto de amor del sujeto, por
lo que cuando es destetado, surgen en el bebé la
fantasía de reencontrarlo, ya que perdió de alguna
manera el centro del mundo. Si bien en un principio la
acción de amamantarse sirve a la autoconservación,
podemos observar en el chupeteo del niño, que dicha
acción se manifiesta con un claro y precoz contenido
sexual ya que es realizado con el fin de obtener placer de manera independiente al fin de la nutrición.

Es importante indicar que en un principio, el bebé no logra aún identificarse como un individuo
separado de su madre y se comporta como si él y su madre fueran una unidad dual omnipotente y
simbiótica. La Fase Oral del Desarrollo Psicosexual está comprendida en dos etapas:

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Ψ Fase Oral Pasiva: Caracterizada por la succión como productora de placer y destacando la boca
como zona erógena.

Ψ Fase Oral Activa: Surge con la aparición de los dientes y se caracteriza por la acción de morder
a fin de destruir las fantasías ligadas a la frustración ante la ausencia del objeto de amor
(madre, seno materno, etc.).

Por lo tanto, durante la succión del pecho materno o en las fantasías del bebé en relación a esta
acción, el bebé realiza una incorporación del objeto de amor a su psique; mientras que al momento
de morder, usualmente el bebé busca destruir sus fantasías por ausencia del objeto de amor y así
superar su frustración.

La fijación en esta fase puede darse de varias maneras, sea tanto que el bebé haya sido alimentado
constantemente por el pecho materno y aún sin tener hambre (fijación por exceso), que haya sido
amamantado poco, quizás debido a que su madre trabaja o factores diversos vinculados (Fijación por
carencia) e incluso por experiencias traumáticas que pueda tener en este período de 2 años (ser
mordido por un animal, ausencia total o por tiempo prolongado de la madre, etc.).

2. Fase Psicosexual Anal (Entre 1 a 3 años de edad)

Nótese que ambas fases se superponen por un año, ya que


la Fase Oral culmina cerca de los 2 años y la Fase Anal
comienza cerca del primer año. Esto es porque es un
proceso psíquico y no consta de días o fechas exactas para
pasar de una fase a otra y la presencia de una fase no
interfiere a manera directa con la presencia de la otra.
Incluso, si el individuo experimenta un evento traumático
durante el Período de Latencia (5 a 11 años de edad) pero ya
desarrollo una fijación en la etapa oral, podemos ver al niño
generando acciones de esa etapa fijada (orinarse en la cama
al dormir, chupar su dedo, etc.).

Durante la Etapa Anal, la zona erógena que se destaca es la


mucosa anal. Se caracteriza al defecar. Para el bebé, las
heces son parte de su cuerpo, de él mismo y el deseo de la
madre y su actitud hacia las heces de su hijo serán
fundamentales para determinar si habrá o no fijación del niño en esta fase. Igualmente hay dos
etapas muy diferenciadas:

Ψ Fase Anal Sádica: Caracterizada por la expulsión de las heces (Autoerógena). En la excreción
hay un factor de agresión hacia afuera. Una fijación en esta sub fase, desarrollará un individuo
con mayor inclinación a derrochar dinero ya que las heces son el equivalente al dinero.

Ψ Fase Anal Pasiva o Retentiva: Hay retención de las heces, control de esfínteres, el cual es
equivalente al control del objeto y está vinculado al poder social. Una fijación en esta sub fase

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se relaciona a un individuo con mayor inclinación a ser avaro, quien da dinero con condiciones
para mantener el control.

Como puede observarse, en la Fase Anal se establece el rasgo oposicionista y se establece una
relación objetal ambivalente: expulsión-retención, madre-hijo, amar-odiar, dar dinero-retener dinero.
El niño considera que su don es crear el mundo (heces). A la madre le toca regañarlo o alabarlo. Si la
madre alaga las heces, el niño sentirá más amor y se sentirá más aceptado porque siente que las
heces son parte de él y es su regalo, su creación al mundo, a su madre.

3. Etapa Psicosexual Fálica (3 a 6 años de edad)

El niño inicia su curiosidad por su propio cuerpo,


surge la angustia y la confusión sobre la
diferenciación de los sexos y la masturbación. En esta
fase es cuando surge el Complejo de Edipo
(Considerado el Núcleo de la Neurosis), factor que lo
conducirá a la sexualidad adulta cuando reaparezca
en la adolescencia en el Período Genital y su
orientación sexual estará muy influenciada según la
manera en que haya sido la resolución del Complejo
de Edipo en esta Fase Fálica:

Ψ Edipo Positivo: El niño sentirá atracción sexual hacia el progenitor del sexo opuesto y odio o
rivalidad hacia el progenitor del mismo sexo. Lo cual lo conducirá a la elección heterogénea de
pareja en la adultez.

Ψ Edipo Negativo: Amor hacia el progenitor del mismo sexo y rivalidad y rechazo hacia el
progenitor del sexo opuesto.

Edipo en el Varón

En el niño se observa que comienza a manipular con gran orgullo su pene con fantasías en diversos
temas de actividad sexual relacionados con su madre, quien es su objeto primario de amor. Sin
embargo, surgen los celos en referencia al padre por retener hacia sí el amor de su madre. Esta
situación plantea una ambivalencia de los sentimientos del niño en el triángulo edípico, ya que ama y
desea retener para sí a su madre e igualmente ama y compite contra el padre, con quien debe
competir por la atención y amor de su madre. No obstante, el dilema edípico se desenlaza una vez
que se conjugan dos hechos fundamentales:

1) La amenaza de que será castrado, el cual pudo generarse a manera de controlar la


sobreexposición que el niño hace de su miembro viril.
2) El descubrimiento de que las niñas no tienen pene.

Estos dos hechos expondrán ante el niño el mayor trauma de su vida, ya que siempre ha concebido
que todas las personas poseen pene y al constatar de que no es así, surge el Complejo de Castración
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por el temor de que su miembro pudiese ser cortado y se instaura el Superyó como entidad psíquica
reguladora y moral del niño. Por lo tanto, el niño reprime sus deseos incestuosos hacia su madre y los
deseos competitivos hacia su padre y en contraste, el niño se identifica con su padre, permitiendo que
en el resurgimiento del Edipo en la adolescencia, cuando alcance la maduración sexual, el sujeto
busque a la imagen materna en miembros del sexo contrario, en caso de haberse fijado el Edipo
Positivo durante la Fase Fálica.

Edipo en la Niña

El Falo continúa siendo el elemento característico de


la Fase Fálica incluso en la niña, quien en su caso,
ante el fracaso de emular al varón, reconoce su falta
de pene o la inferioridad de su clítoris, generándose la
conocida “envidia del pene” y se aparta de la vida
sexual en general. La madre, quien siempre fue su
primer objeto de amor, pierde fuerza ante la niña ya
que constata que la madre está en desventaja con el
padre por carecer del Falo, por lo que desplaza su
atención hacia el padre y se genera un sentimiento de
competencia con la madre por la atención y el amor
de éste.

En la Etapa Fálica también destaca el inicio en las


niñas de la envidia del pene, en el niño se termina la
angustia de castración y se instaura la prohibición de
fantasías incestuosas: Superyó. La Fase Fálica del desarrollo psicosexual es el nivel de mayor
sexualidad precoz infantil, en esta etapa se llega al máximo y se aproxima a su declinación.

Las funciones psíquicas que se establecen en esta fase son: escoger la pareja del sexo opuesto
(exogamia:), el acceso a la genitalidad y la estructuración de la personalidad: Súper Yo e Ideal del Yo.

4. Período Psicosexual de Latencia (5 a 11 años de edad)

La pulsión sexual pareciera desaparecer pero se


mantiene inconsciente. Se mantienen reprimidos
pero latentes ideas e impulsos de etapas previas y se
le da forma a la estructura de la personalidad que se
ha adquirido.

A nivel conductual u observable, los niños juegan con


sus pares del mismo sexo, hay gran actividad
deportiva, surgen nuevos intereses (sublimación) y se
crean nuevos vínculos.

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5. Período Psicosexual Genital (Desde la Pubertad)

Reaparecen las fantasías edípicas pero el objeto de deseo ya no es representado por los padres, sino
alguien de su entorno social y de acuerdo a como haya sido la resolución del Complejo de Edipo en la
Fase Fálica, la orientación sexual del individuo podría ser heterosexual, homosexual o bisexual.

Se presentan duelos a nivel psíquico debido a que es una nueva fase de desarrollo como individuo en
la cual su cuerpo infantil sufrirá cambios hormonales que conducirán a la madurez sexual, al igual que
hay modificaciones en los hábitos que mantenía como niño. Surge igualmente la rebeldía, la lucha por
la autonomía y su personalidad se fortalecerá aún más.

En la Fase Genital, se conservan las catexias (fuerzas


impulsoras) libidinales establecidas en las fases
psicosexuales anteriores, se incorporan nuevas
catexias libidinales a la función sexual como actos
preparatorios y coadyuvantes los cuales suministran
la satisfacción y el placer previo y otras tendencias
son excluidas o cortadas totalmente de la
organización (Represión) o las emplea de maneras
distintas en el YO, formando así, rasgos de carácter o
sublimaciones con desplazamiento de sus fines.

El proceso de desarrollo psicosexual no es lineal ya


que como se ha comentado en el presente artículo, estas fases se superponen unas sobre otras,
coexisten y las distintas variantes e inhibiciones durante el desarrollo podrían manifestarse en
múltiples trastornos que el sujeto pudiese tener en su vida sexual, llegando incluso a mantener
fijaciones de la líbido a alguna fase psicosexual cuya tendencia sea independiente de su fin sexual:
Perversión.

Estas fijaciones libidinales pueden debilitar la organización genital, ya que si el sujeto por algún
motivo no logra alcanzar la satisfacción genital o presenta dificultades o traumas en el mundo real,
presentará regresiones a fases psicosexuales previas donde haya establecido o fijado las catexias
libidinales, fijándose a su vez a objetos o fines pregenitales. Podemos indicar, a manera de ejemplo,
que una persona quien en la actualidad atraviese un momento en la cual se le dificulte la obtención
del placer por su organización genital o esté viviendo un momento de gran ansiedad o traumático y
que haya presentado una fijación a la fase oral, pudiese manifestar la regresión a esta fase
psicosexual por la ansiedad de comer en exceso o al contrario, por privarse de la comida, adicción al
tabaco, etc.

Como podemos observar, la Teoría del Desarrollo Psicosexual de Sigmund Freud nos permite una
mayor comprensión de la psique del individuo y su etiología, la cual inicia desde su propia historia
evolutiva, es decir, en las épocas más precoces del individuo: Su infancia.

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