Al paso y son del burro llegó Eparquio al pueblo; compró los cigarros, y arrancó para la casa
de su papá a saludarlo. Al llegar intercambió algunas palabras con su padre, y luego de un
abrazo se montó nuevamente al animal. De pronto salió a su encuentro la vieja Eusebia, agarrándose las polleras y con el pelo hecho un zafarrancho, y le dijo: Ah Eparquio, tu es que ¿no sabes que día es hoy? Él le contesto: nada vieja, ni idea… la vieja le dijo: es viernes santo, ¿no te da miedo que te asusten? Él dijo: mire señora Eusebia yo no le tengo miedo a nada, ni siquiera de noche en la oscurana; mucho menos le voy a tener miedo a un día; yo no creo en eso. Ella, incisiva dijo una vez más: a pue te van a asustar…