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Constanza Sáez
PROFESOR GUÍA:
María Teresa Johansson
Santiago, Chile
(2017)
Índice
I. Introducción............................................................................................................ 3
II. Marco Teórico........................................................................................................ 8
III. Primer capítulo: Espacio y Marginación................................................................ 16
1 Marginación política................................................................................................... 16
1.1 El espacio en la narrativa de Diamela Eltit.............................................................. 16
1.2 Política arquitectónica.............................................................................................. 18
1.2.1 Del microaparato de representación social al micro aparato de vigilancia........... 20
2 Marginación Judicial................................................................................................... 24
2.1 El vigilante Vigilado: la justificación del margen y de los aparatos de violencia
estatal............................................................................................................................. 24
2.1.2 La autonomía jurídica de la cárcel........................................................................ 28
1 Teorías en tensión....................................................................................................... 48
2 El Cíber....................................................................................................................... 50
VI. Conclusiones............................................................................................................... 60
VII. Proyección investigativa............................................................................................ 63
VIII. Bibliografía............................................................................................................... 66
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INTRODUCCIÓN
una novela de margen ya que en ella se retratan distintas aristas de una realidad que azota a
corrupción, forman parten del cotidiano. Cuando nosotros, lectores, nos damos a la tarea de
sumergirnos en la novela de Eltit, identificaremos sin duda cómo la voz narrativa encarnada
sino también la zona en la que habita. El panorama es devastador, las familias se estrechan
al igual que los espacios, y los agentes del aparato estatal no solo encierran el cinturón de
protagonista, en las rejas de cada uno de los blocks, sino que además enmarcan el
inconsciente de los personajes, pues los paisajes de sus sueños son verosímiles a la realidad
en la que habitan, llenándose éstos de bloques, armas y policías. Así, la novela descubre
ante el lector la rutinaria y fatigante vida de una mujer que decide visibilizar su interioridad,
la cual sostiene un diálogo ininterrumpido con su experiencia material inmediata, que está
plagada de violencia.
poder los indiscutibles protagonistas teóricos de esta novela, pues ambos subyacen al
cotidiano humano expuesto por Diamela Eltit. A través de dicha comprensión, entonces, es
que emerge ante el campo de estudio de mi investigación la biopolítica, en boga desde que
Michel Foucault acuñó el término para referirse, en términos simples, a los distintos
presente estudio estará enmarcado en dos corrientes que se despliegan a partir de dicha
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sospecha: la primera de ellas y, a mi juicio, la más fatalista de ambas, es la propuesta
ensayada por Giorgio Agamben, quien señala que los mecanismos disciplinarios dispuestos
en espacios determinados, crean vidas desnudas, es decir, vidas desprovistas de vida que
segunda de ellas, algo más esperanzadora, es la ensayada por Antonio Negri, quien señala
que la toma de conciencia, por parte de los individuos, de los mecanismos a los que son
sometidos, basta para que emerjan vidas en potencia, las cuales son sustancialmente
políticas en tanto que los sujetos subvierten su dimensión corpórea y vislumbran la opción
de liberarse de aquello que los desea relegar, en términos agambeanos, a su mera condición
biológica.
A partir de ello, es que la presente investigación tiene por objetivo principal develar
los encuentros y tensiones entre las teorías biopolíticas de Giorgio Agamben y Antonio
finalmente, ¿qué tipo de vidas está construyendo Diamela Eltit en su escrito? Pregunta que
nos guiará a la hipótesis que posibilita comprender a la potencia de vida solo como un
sucedáneo de libertad cuando surge en estados de cosas dispuestos para crear vidas
desnudas.
El primero de ellos ofrecerá un análisis del espacio arquitectónico y teórico que nos
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Frei Montalva hasta la dictadura de Augusto Pinochet; y por otro, la configuración espacial
judicial. A partir de ello podré establecer un diálogo con lo que Giorgio Agamben entiende
como espacio de excepción, a través del cual el teórico ensaya la producción sistémica de
vidas desnudas.
cierre al primer capítulo, a través del cuestionamiento de la efectividad del estado de cosas
disciplinario dispuesto por el poder, cuando se leen los efectos colaterales del mismo en los
cuerpos que pretende enmarcar bajo vidas desnudas. Así, analizaré, por un lado, cómo el
dinámicas de trabajo a las que se le relega en el espacio de bloques; y por otro, cómo la
misma comprende el dolor de su encarcelamiento y cuáles son sus vías de escape ante el
corporal, es decir, la digitalización que la protagonista hace de sí, como una manifestación
de potencia de vida: eje articulador en torno a las ideas de resistencia y liberación a través
Y, por último, el tercer capítulo de esta investigación tiene como objetivo específico
manifestación de una desnudez o de una potencia de vida. Para ello tensionaré ambas
primero, al cíber como lugar reducido a la zona de bloques, siguiendo una lógica
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protagonista en su dimensión real cuando decide digitalizarse y existir en la realidad
virtual; y, tercero, qué es aquello transversal entre el mundo real y la realidad virtual, y
desnudez/potencia.
Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida (1995), y Estado de excepción (1998), de
Giorgio Agamben, los cuales se refieren, entre otras cosas, a los mecanismos que
desprovisto de existencia política. Además utilizaré el ensayo de Antonio Negri titulado “El
monstruo político: vida desnuda y potencia” (2001), en tanto alude a los atisbos de
resistencia y liberación a los que los sujetos optan cuando comprenden cómo actúan los
son los libros Formas comunes. Animalidad,cultura y biopolítica, (2014) y Ensayos sobre
biopolítica. Excesos de vida (2007), el primero escrito por Gabriel Giorgi, y el segundo
compilado por él y Fermín Rodríguez. Pues además de entregar nociones claves sobre
biopolítica aportan a la reflexión que procura entender al cuerpo como «umbral», figura que
será clave para la discusión que plantea el segundo capítulo de esta investigación. Y, por
último, La virtualidad también juega un rol importante, por ello es que utilizaré el texto de
Slavoj Zizek titulado El acoso de las fantasías (1997), en el cual el teórico se refiere a las
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transgresiones que sufre el cuerpo cuando el sujeto empieza a existir en función de un
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MARCO TEÓRICO
Biopolítica
como eje fundamental para entender las relaciones últimas de poder. El filósofo dedicó su
sólo a través de las instituciones, sino a través de la creación de estados de cosas1 que
trazan distintas figuras que, a saber, determinan un lenguaje del cual podemos hacer uso
común cuando nos adentramos en el campo biopolítico: una zona imprecisa en términos
Por un lado, la biopolítica (…) plantea que la modernidad implica un control y una
administración cada vez más intensos, más diferenciados y más abarcativos del ciclo
biológico de los cuerpos y de las poblaciones; esto es: que las sociedades empiezan a
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El estado de cosas debe ser entendido como una idea que subyace a cualquier orden social aparente. El se
renueva, reivindica o legitima en formas particulares de entender el cuerpo y las vidas de las personas. A
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Lógicas y racionalidades que frecuentemente se fundan en la comprensión normalizada2 de
compilado por Gabriel Giorgi y Fermín Rodríguez, que se puede leer bajo la premisa de
que “la vida se ha vuelto el más allá de la subjetividad” (9), podemos ver desplegado el
desnuda y potencia de vida, dos perspectivas teóricas en torno al poder y la vida que
pueden ser relacionadas con la posibilidad e imposibilidad de que los sujetos se liberen o
Giogio Agamben, a través del concepto vida desnuda o nuda vida, posiciona al estado
jerárquica de poder. Esta jerarquía entiende a los sujetos como vidas biológicas que,
además, pueden transitar en una esfera política; siendo esta última una posibilidad
privilegiada pues no todos los entes vivientes participan de ella, quedando sus vidas
entrevistador, señala que la “nuda vida es una producción específica del poder y no un dato
encontraremos jamás –ni siquiera en las condiciones más primitivas- un hombre sin
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¿Por qué normalizadas? Porque, pensando en el entramado poder-vida, el binarismo en cuestión totalitariza
la comprensión que las sociedades y los individuos particulares pueden tener sobre la vida, limitando la
expansión de la misma a otras formas o categorías. De un modo más ilustrativo, me está permitido razonar
sobre mí como humana o como animal, siendo lo primero positivo y lo segundo negativo, y me está impedido
el pensamiento espontáneo de negativizar lo humano y positivar lo animal.
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las cuales algo así como una nuda vida se separa de su contexto”. (Estado de excepción…
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necesaria para que la estructura de poder se reafirme a sí misma como una entidad capaz de
decidir sobre la vida y muerte de los sujetos 3. Agamben, en la introducción a Homo Sacer
plantea que ese tipo de existencia, producida por los estados de excepción, funciona como
una expresión de vida que habita fuera de la legalidad, no porque quebrante la ley con sus
actos, sino porque en el estado de cosas en el que se le hace habitar, las leyes que funcionan
sociedad un contrato activo en el que el poder no sólo regula la vida de los sujetos, sino que
también tiene la facultad de decidir cuándo y de qué forma matarlos (9-23); hecho que a lo
revoluciones, las cuales han intentado modificar, sin éxito, el estado de cosas.
Para que esos espacios de excepción existan, necesariamente en ellos se debe, por un
lado, legitimar o legalizar –en un afuera de la ley- la violencia al cuerpo, y por otro, negarle
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Esto a través de la justificación de distintos mecanismos de control, los cuales, en gran medida, no tendrían
razón de ser sin la existencia de ese bloque humano. Esto se puede ejemplificar con la mantención del
narcotráfico en las zonas periféricas. La ausencia de narcotráfico impide el despliegue del poderío de los
organismos de control en las zonas de margen. Es decir, que el aparato de poder no busca eliminar la
delincuencia sino enmarcarla en un sitio que le recuerde a la sociedad de centro la existencia de un mal social
del cual deben alejarse para así mantener un espacio de confort que contribuya a la reproducción de lógicas
morales y económicas en pos de resguardar los lineamientos demarcados por la estructura de poder, la cual
otorga seguridad y al mismo tiempo evoca temor: seguridad porque mantiene a los delincuentes
medianamente controlados y alejados del centro, y temor porque dicho organismo, ante un acto moral
indeseable, tiene la capacidad de violentar a los sujetos, que podríamos ser todos.
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La ley, en el espacio “no excepcional”, debe ser entendida en tanto funciona para resguardar la paz entre
individuos que se equiparan, independiente de su poder/subalternidad, ante la misma. Esa ilusión es creada
para mantener a las personas en un sucedáneo de justicia que les dice que todas las vidas tienen el mismo
valor para la ley.
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la existencia política a un bloque humano en particular. Los seres que habitan ese espacio
de excepción, entonces, dejan de ser vidas para pasar a ser cuerpos, para cumplir una
función biológica.
noción de vida desnuda no es totalitaria, apoyándose –entre otras cosas- en una concepción
ontológica de entender el poder. Si bien señala que la eugenesia (nacer bien) determina qué
sujetos tienen poder y qué sujetos no, es la existencia de su contraparte (no nacer bien) la
que abre la posibilidad de que aquellos seres desposeídos del buen nacer se resuelvan a sí
ante él. Esta articulación otra estaría introducida bajo la premisa de vida en potencia.
La vida en potencia debe ser leída como algo que acontece, es decir, como un
fenómeno que está fuera de la lógica estructural pensada por poder. Es interesante, en este
sentido, la noción de monstruo que propone Antonio Negri, pues alude a un segmento
existencia. Negri, en el ensayo titulado “El monstruo político. Vida desnuda y vida en
potencia”, ejemplifica esta relación cruel entre el poder y el monstruo a través del trabajo,
señalando que el monstruo deja de ser peligroso cuando se le aliena a una labor
que se vea a sí mismo como un constructo alienado y, a partir de allí, busque quebrar la
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Cuando, sometido a la explotación, cada trabajador no sólo se reconoce
puede, rebelarse… Será tanto más monstruoso cuanto más desarrolle esta toma de
Toma de consciencia que, por lo demás, se expresa a través del cuerpo. Esto quiere decir
corporalidad autónoma.
los sujetos eugenésicos y los sujetos monstruosos conforman dos aristas de un mismo
espacio y se necesitan entre sí. A partir de lo anterior es que se puede entender lo peligrosa
–para el poder eugenésico- que puede llegar a ser aquella existencia monstruosa que,
Para poner a discutir las nociones potencia de vida y vida desnuda -conceptos
será trabajado a partir de las relaciones entre cuerpo y espacio, en relación a la violencia.
En este sentido, y en concordancia con las reflexiones sobre biopolítica que nos ofrece el
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encausaremos la lectura de la violencia según el análisis múltiple que Foucault realiza en
del medioevo- que narra cómo el poder ha utilizado la violencia para someter a las
El primer concepto focaultiano del que haré uso será la vigilancia, a la que
ayudará a identificar en qué niveles y de qué formas opera el poder a través de la violencia,
Distribución que, para el poder, necesariamente debe llevarse a cabo, pues es uno de los
La estrategia que nos muestra Foucault, para que la vigilancia sea efecto y también
estrategia se basa, en palabras simples, en demarcar un espacio en que todos los posibles
espacios que existan en su interior, estén también demarcados y permitan, a su vez, que los
sujetos que transitan en ellos no dejen de sentirse expuestos a la mirada u oídos de otros
engranaje en dónde cada una de las piezas está en determinado lugar y realiza determinado
movimiento, siempre en vistas de conseguir una efectiva y completa disciplina sobre las
los espacios carcelarios, a los cuales Michel Foucault analiza en profundidad. Una de las
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aristas de mayor interés y pertinencia para esta investigación es la observación que el
que los mandatos relativos al sistema judicial “podrían intervenir hasta después de la
sentencia y no pueden actuar sino sobre las infracciones” (Foucault, Vigilar 249), pues
dentro de la cárcel la ley se hace vigente pero a partir de una forma penal que, lejos de toda
burocracia, le da libertad de acción a los gendarmes en cuanto al trato que éstos decidan
darle a los reclusos. Ello en pos de conseguir, como ya decíamos, una total disciplina.
En el prólogo al libro Ensayos sobre biopolítica. Excesos de Vida, escrito por Gabriel
por todo lo que le rodea exteriormente, y por aquellas manifestaciones internas que hacen
eco en el mismo. Esta abstracción, surge, en gran medida, a partir de reflexiones expresadas
tanto por Guilles Deleuze como por Michel Foucault, en donde el segundo propone pensar
al ser viviente “como posibilidad de error y capacidad de desvío” (Ensayos sobre… 12). De
un modo u otro, la propuesta tienen relación con la posibilidad de pensar al ser viviente
como materia política, como algo no acabado ni enteramente determinado, sino en vías de
auto-determinación. Giorgi y Rodriguez nos dirán que “ese ser viviente, vuelto objeto de
esos mismos dispositivos de sujeción” (Ensayos sobre… 10). Reflexión anclada, en gran
medida, a que si bien -como señala Foucault- es el cuerpo el principal receptor de las
que debe pensarse como paradigma fundante de una potencial línea de desfiguración.
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Virtualidad
virtualidad. Sin embargo, acá nos centraremos en la virtualidad como aquello a lo que los
sujetos acceden por medio de los computadores. En este sentido, nos alinearemos sólo a
una línea de pensamiento en torno a la misma, y es la que ofrece Slavoj Zizek en su libro El
acoso de las fantasías. En el texto en cuestión en teórico reflexiona sobre las implicancias
directas de la realidad virtual cuando ésta empieza a formar parte de la vida real de los
sujetos. “En la medida en que los aparatos de realidad virtual (RV) pueden crear una
las cosas pero, más importante, también se ve en jaque la percepción del cuerpo, pues al
perder “contacto con la realidad: las ondas electromagnéticas eluden la interacción de los
cuerpos externos y atacan directamente nuestros sentidos: «es el globo ocular que a partir
de ahora engloba al cuerpo humano» (643). Este ejemplo posibilita que comprendamos por
qué decidí trabajar el concepto virtualidad solo bajo la perspectiva de Zizek, ya que el
del ser”, reflexiona sobre lo que ocurre con la dimensión corpórea de los sujetos que
políticos. Análisis que se alinea con nuestra investigación, sobre todo con el tercer capítulo
de la misma en que revisaremos qué ocurre con el «yo real», cuando la existencia de un
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III. Primer capítulo: Espacio y Marginación
Fuerzas Especiales retrata, por una parte, una marginación política, y por otra, una
corresponde al intento de clasificar el tipo de exclusión que se ejerce a través del espacio en
la novela, para que, en el tercer capítulo de esta investigación, me sea posible proyectar qué
tipo de vidas son las que está produciendo –de manera consciente, o no- Diamela Eltit en su
escrito. Por ello es que revisaré, primero, de qué modo la escritora articula los espacios en
su narrativa, para posteriormente analizar, por un lado, qué tipo de diálogo sostiene la
asociadas a las viviendas de bloque, y por otro, con el funcionamiento disciplinar y judicial
carcelario. Dos aristas que nos permitirán leer dicha configuración como un espacio de
1. Marginación política
narrativa, por ende, está sumamente influenciada por teorías que explican exhaustivamente
el funcionamiento del poder, de las cuales se sirve e incorpora como elementos subyacentes
a sus escritos, los cuales, si bien no aluden directamente a dichas teorías, develan
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En la entrevista que Adrián Ferrero le realiza a Diamela Eltit, publicada en el año 2011 en la revista
Confluencia, la escritora reflexiona en torno a sí misma a través de Foucault, señalándose a sí como una
persona disciplinada. (Fuente: http://www.jstor.org/stable/41350547?seq=2#page_scan_tab_contents )
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explícitamente cómo la abstracción filosófica respecto al poder se materializa en el
lo dicho recientemente, y agrega que, en ese sentido, identificar cómo funcionan los
espacios en la narrativa de Eltit es de suma utilidad pues funcionan como una constante que
La obsesión particular de Diamela Eltit que permite agrupar todas sus obras es el
ejercicio del poder. (…) Es decir, como el conjunto de prácticas propias de los
contextual del espacio que nos presenta la escritora en Fuerzas Especiales, pues la mayor
incesante entre los bloques y el cíber, establece una diferencia entre su zona (los bloques) y
el centro (todo lo que está fuera del cuadrante bloque), al que nunca visita pero que
reconoce como algo externo y opuesto. Pese a la evidente ficción que comprende la novela,
interpretar la representación que Diamela Eltit erige en torno a las viviendas de bloque, es
repensar el recorrido político al que han estado sujetos estos tipos de vivienda que, lejos de
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figurar solo como una alternativa arquitectónica de bajo costo, comprendían tras de sí
Montalva, período comprendido entre los años 1964 y 1970. Durante su presidencia
una amplia masa de sujetos que, desde mediados de siglo y atraídos por los beneficios
económicos del centro, migraban a la ciudad sin poder establecerse como propietarios. “El
gobierno de Frei Montalva se propuso atender preferentemente a los sectores de más bajos
participación social dirigida por el Estado y el partido dominante cuyo contenido ideológico
Urbanas. Todas ellas perseguían el fin de organizar los espacios no solo a un nivel
comunidad. Eduardo Frei en Un mundo nuevo, libro publicado en el año 1973, explica
cuán importante era la integración de las capas más bajas de la población chilena para el
además de mejorar la calidad de vida de las personas a través de la entrega de viviendas, les
otorgara a las mismas la posibilidad de ser partícipes de sus propios procesos de desarrollo
a través del análisis de su entorno. Eduardo Frei Montalva, respecto a ello, señala que “en
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la sociedad comunitaria, el Estado, los partidos políticos y el Parlamento pueden realmente
ser no sólo entidades de poder, sino además agentes verdaderamente eficaces para
juntas de vecinos, que en su período alcanzaron una cifra aproximada de 3500 a nivel de
instituciones de vivienda y urbanismo en Chile. Los lemas promulgados por Eduardo Frei y
Salvador Allende que consistían en que la vivienda era un derecho y que el Estado debía
en que «La vivienda es un derecho que se adquiere con el esfuerzo y el ahorro, en que
que la organización política alcanzada en los dos gobiernos anteriores impulsó a las capas
que un quiebre fatal. Es justo aseverar lo anterior porque precisamente esas masas
su poder adquisitivo ingresó a una brecha permanente que, por medio del endeudamiento y
los bajos salarios recibidos por el grueso de la población, los condenó generacionalmente a
período que comprende los años 1973 a 1989 (con las mejoras técnicas, el subsidio estatal y
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la participación económica de entidades bancarias privadas) se urbanizó la capital y gran
parte de la población obtuvo acceso a viviendas propias, se inició a su vez una nueva forma
una misión integradora sino a partir de una fragmentación a nivel político. En la dictadura
se identificaba a estos espacios populares como sitios que en algún momento lograron
albergar a la ideología enemiga, recibiendo las periferias una violencia estatal desmedida
que no sólo fracturó toda organización comunal sino que además convirtió a las juntas
dictadura militar chilena, retrata cómo en una época en que la misma pareciera no tener
“la dictadura (…) se refleja no sólo en espacio del afuera, sino en la propia manera como
cada quien internaliza el poder y, de alguna manera, habla por medio de él, porque se tiende
a simplificar la dictadura en la cuestión militar cuando en verdad hay una gran relación
entre ésta y el mundo civil” (Rojas 53). La transformación de las juntas de vecinos es
precisamente una de estas formas de violencia, porque, como ya veíamos hacia el final del
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En la comuna de Peñalolén, conocida por su paisaje de viviendas habitacionales de bloque, es bien conocida
–al menos por la memoria colectiva del sector- esta estrategia militar separatista encarnada en la ambigua
figura de Osvaldo Romo, quien fue dirigente vecinal de la población Lo Hermida y utilizó su cargo para
recabar información de la comunidad y entregársela a las entidades de vigilancia que violentaron a los sujetos
identificados como opositores a la dictadura.
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pasaron de ser organismos representativos a entidades represivas, transformándose en bases
operativas de la DINA y la CNI7. En la novela podemos ver cómo se les sigue identificando
con la época de dictadura, pese a que para el común de la sociedad -de esta sociedad
fuerzas armadas del espacio civil. Uno de los personajes de Fuerzas Especiales, el Omar,
dice “que la junta número treinta y dos, de corte paramilitar, mide metro a metro la
densidad humana en los bloques e incluso consideran ritualmente los centímetros.” (Eltit
121). Este fragmento, además de categorizar a las juntas vecinales como un organismo
paramilitar, nos habla de la nueva tarea de estas micro instituciones, las cuales empiezan a
llevar a cabo una labor de registro que funciona a modo de censo humano y espacial, que
oprime a los sujetos a partir de la vigilancia. El mismo personaje, paranoico por el efecto
La junta de vecinos número treinta y dos está aliada a uno de los grupos de fuerzas
especiales de los pacos y que ambos, la junta y los pacos, lo tienen a él en el centro
quieren entregarle sus treinta metros a una de las familias de los sin casa que le
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La dictadura militar impuesta en 1973, en su afán de exterminar a quienes consideraba como el “enemigo
interno”, creó una extensa red de espionaje político que funcionó dentro y fuera del país. En esta red
participaron tanto militares como civiles, utilizando toda la infraestructura del Estado que estuvo a su
alcance. Los servicios de seguridad y represión intervinieron ministerios, municipios, juntas de vecinos,
universidades, etcétera. Los civiles que participaron del régimen tuvieron un papel no menor en estas
actividades solapadas, convirtiéndose en la práctica en soplones de los militares (como es el caso del actual
diputado Alberto Cardemil), intercambiando información con los aparatos clandestinos de las fuerzas armadas
de manera permanente, en especial con la DINA primero y luego con la CNI. Estos casos son muy bien
explicado por los autores de Asociación ilícita. Los archivos secretos de la dictadura, argumentando con
respaldo de documentos confidenciales –y oficiales- de la dictadura, varios de los cuales son reproducidos en
el volumen. (Por Alejandro Lavquén, en http://letras.s5.com/ala261012.html)
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En la novela, la amenaza constante de los “sin casa” hace visible dos cosas: por un
lado, evidencia esa brecha económica de la que hacíamos mención más arriba, pues las
hablando, la mantención de esta brecha nos habla de cómo el poder estatal encuentra
aliados en dicha población de margen para completar la práctica de la vigilancia. Los “sin
casa” no forman parte del cuadrante bloque, y al estar en un escalafón más bajo que los
marginales que habitan los mismos, tienen la opción de conseguir una vivienda siempre y
cuando puedan aliarse a quienes tienen el control de la zona, que serían los agentes de
represión estatal. Ante la amenaza constante de que “los sin casa” logren, a través de su
revela —a través de una voz colectiva— que “creemos que [los policías] pretenden
consiguen, pues pudimos leer en las palabras de Omar y también en las palabras de la
El quiebre que producen las políticas de dictadura, entonces, se basa, entre otras
cosas, en la introducción de la desconfianza entre pares, lo cual tiene como efecto, por un
lado, una incredulidad política que establece la inutilidad representativa de los organismos
como práctica, hecho que elide la potencia organizacional comunitaria a partir del uso que
el poder estatal, en la novela, le da al segmento humano más marginal, que serían los “sin
casa”. Más concretamente, y para terminar con este apartado, podemos ver la transición del
del siguiente fragmento: “Dice que su padre fue uno de los gestores de esa junta [de
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vecinos] pero que sus antiguas conexiones no le han servido para nada” (Eltit 121). Si
universo de hechos que se condice contextualmente con la realidad marginal del Chile
días, se nos hace posible conjeturar, a partir de esta cita, sobre la distancia generacional
entre quien aparece como gestor de una Junta vecinal y su hijo. Asumiendo que existe una
brecha de al menos tres décadas entre padre e hijo, es que podemos ver cómo en el tiempo
actual el grado de dominio de un gestor vecinal, por ende, sujeto político de su tiempo, está
dictadura: evento intermedio entre la labor de gestor vecinal y la nula influencia del mismo,
viene a remplazar a los agentes políticos de las juntas vecinales por sujetos que eliden el
trabajo comunitario y despreocupan su entorno para centrarse en las demandas exigidas por
los aparatos represivos del poder. Así, las juntas de vecinos transforman el
funcionamiento era dirigido de abajo hacia arriba, es decir, que las comunidades
organizadas podían levantar demandas ante entidades mayores tales como los municipios.
funcionamiento de arriba hacia abajo, siendo las juntas vecinales las que empiezan a
trabajar para entidades mayores que determinan la labor de las micro instituciones con el
fin de alcanzar, a través de éstas, la obtención de beneficios dirigidos desde y para el poder.
comunitario y, contrario a ello, empezaron a ser focos desde los cuales el poder, gracias a
sus nuevos súbditos, mantuvo vigiladas a las comunidades de margen, las cuales perdieron
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destacar la figura del “sapo”, que desde la dictadura se instaló en el lenguaje de los sectores
de oposición8 para hacer referencia a aquellos sujetos que transitaban en círculos opuestos
equivalente en la novela en la figura de los “sin casa”. Sujetos necesarios para que se pueda
hacia el individualismo, decantando esto en la completa inoperancia de las que, hasta ese
momento, funcionaron como micro instituciones que les permitían a los marginales urbanos
2. Marginación Judicial
estatal.
Lo revisado hasta aquí me lleva inevitablemente a pensar que el modo en que las
sustentadas por ejes propios del sistema carcelario, mediante los cuales la escritora
24
de Diamela Eltit, que la escritora generalmente elabora el escenario en el que inscribe a sus
conducta entre ésta obra y Los Vigilantes (1994), texto que Mónica Barrientos analiza a
poder que intentan producir formas de legitimación a partir de una serie de mecanismos o
desprenden del constructo carcelario analizado por Michel Foucault en su libro Vigilar y
Castigar10, a través de los cuales podemos analizar el espacio que nos presenta Diamela
Eltit en Fuerzas Especiales, mecanismos que, tal como su título lo explicita, se centran,
entre otras cosas, en la forma de operar que tiene la vigilancia cuando se la concibe como
un aparato del cual dispone el poder para disciplinar los cuerpos, por ende las vidas de los
sujetos; y también el castigo, dispositivo que funciona en todo su esplendor cuando los
sujetos están recluidos en espacios en los que no opera un aparato judicial mas sí uno penal.
En el texto Vigilar y Castigar, Michel Foucault revisa, entre otras cosas, la función
http://web.uchile.cl/vignette/cyberhumanitatis/CDA/texto_sub_simple2/0,1257,PRID%253D16159%2526SCI
D%253D16177%2526ISID%253D576,00.html
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En el artículo titulado EL discurso crítico de Diamela Eltit: cuerpo y política, Leonidas Morales enfatiza
que “Diamela Eltit, en sus textos críticos, ha referido explícitamente su concepción del poder a la teoría de
Foucault, especialmente a su libro Vigilar y Castigar –señalando además que- Un espacio desde luego
cultural, siempre poblado de signos que hablan del “poder” o lo delatan, en la conceptualización de Foucault,
y de su insistencia secular en colonizar al cuerpo, inscribiendo en el, soterradamente, sus códigos” (Morales,
205)
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carcelario; respecto a ello señala que “para garantizar la combinación de fuerzas, [el poder]
dispone "tácticas". La táctica, arte de construir, con los cuerpos localizados, las actividades
codificadas y las aptitudes formadas, (…) es sin duda la forma más elevada de la práctica
entonces, frente a una maquinaria, en la que cada una de las piezas que la compone cumple
una función específica determinada por el poder. Más arriba señalé que nos era posible leer
sólo porque en ella opera, por ejemplo, la vigilancia, sino también porque precisamente el
espacio de bloques es el que permite que la vigilancia trascienda el esquema que sitúa a los
cárceles, podemos caer en cuenta que los vigilantes son los gendarmes, y que los vigilados
son los reos, hecho que inevitablemente nos lleva a identificar superficialmente al poder
planifica no sólo para que la vigilancia opere en una dirección sino para que el vigilante,
que supuestamente es la manifestación más inmediata y evidente del poder, sea también
vigilado. De este modo la vigilancia “se organiza también como un poder múltiple,
primer lugar encontramos una vigilancia que se ejerce desde arriba hacia abajo por el
aparato de represión estatal sobre los habitantes de la zona de bloques: “Ellos, los policías,
26
nos siguen por todas partes, nos estudian porque formamos parte de su trabajo” (Eltit 26);
En segundo lugar podemos identificar una vigilancia que se ejerce de abajo hacia arriba por
los habitantes de la zona de bloques sobre el aparato de represión estatal: “Soy una
especialista en las licitaciones de los pacos y de los tiras porque tenemos que comprender
cómo actúan y qué nuevos recursos han obtenido para destruirnos” (Eltit 66); y por último,
una vigilancia lateral entre los habitantes de la zona de bloques: “El cojo ya no da para más,
¿Qué significa, entonces, que el vigilante sea también vigilado, cuando intentamos
leer el poder más allá de sus formas evidentes de manifestarse? A partir de aquí debemos
asumir que la existencia de un vigilante vigilado nos habla de un poder que trasciende a la
dinámica carcelaria, de un poder que produce esos espacios y que dispone la forma en que
se deben relacionar los sujetos que transitan y habitan los mismos. En otras palabras,
podemos decir que tanto los habitantes de los bloques como los agentes del aparato estatal
son sujetos producidos y atravesados por el poder, que se reconocen a sí mismos a partir de
la existencia del otro. El estado de cosas que presenta la novela da cuenta de la razón de ser
justifica la existencia un cuerpo de violencia estatal que advierte sobre “un poder que no
tiene que demostrar por qué aplica sus leyes, sino quiénes son sus enemigos y qué
desencadenamiento de fuerza los amenaza” (Foucault, Vigilar 62). Rasgo no muy distante
fue el que experimentó la sociedad chilena durante la dictadura, pero que difiere de la
misma porque nos hallamos frente a una política del poder que trasciende a la misma y que
efectivamente existe un poder que aún es capaz de decidir sobre la vida de los habitantes
27
pese a que las condiciones materiales no sean las mismas. Este rasgo de dependencia y de
quien señala que “Más allá (…), se parapetan otros y otros policías respondiendo al salario
casualmente” (Eltit 78). Sin embargo, cabe mencionar que la protagonista no identifica al
poder más allá de su manifestación evidente. “Hoy se trata de un operativo blando revestido
(Eltit 66) En la primera parte de esta cita podemos ver que la protagonista es consciente de
qué desencadenamiento de fuerzas la amenaza e incluso qué grado de violencia está siendo
ocupado por el aparato de violencia estatal, pero hacia el final de la misma, su “no saber”
nos permite apreciar como ella es incapaz de reconocer quién dirige las actividades
operaciones.
Michel Foucault, en el libro citado más arriba, señala que “El poder en la vigilancia
jerarquizada de las disciplinas no se tiene como se tiene una cosa, no se transfiere como una
da un "jefe", es el aparato entero el que produce "poder" y distribuye los individuos en ese
campo permanente y continuo.” (182) No estaría fuera de lugar, entonces, haber asumido
que en Fuerzas Especiales tanto los pobladores como las fuerzas estatales están obligados a
ejecutar distintos tipos de acciones en la zona de bloques, porque así la maquinaria del
poder lo determina. Sin embargo, existe una diferencia sustancial entre ambas partes, y es
28
que, al parecer, quienes más obligación tienen de permanecer ahí y más hastiados están de
cumplir un rol dentro de dicho sistema de relaciones, son los agentes del aparato estatal:
primero, porque los habitantes pueden salir de la zona de bloques, moverse al centro si así
lo desean: “Y nos dice, frente a su taza de té, que va a volver a trabajar en el centro”(Eltit
71); y segundo, porque los agentes del aparato estatal son trabajadores a sueldo. Esta
condición se hace visible, por ejemplo, porque en reiteradas ocasiones, dentro de la novela,
dejan ver no solo cómo el espacio en que trabajan los afecta: “la horda de pacos está furiosa
por la falta de antenas y se sienten despreciados, eso me lo dijo el Lucho con preocupación,
andan de arriba abajo con sus celus en la mano, incrédulos, enojados, y los tiras también”
(Eltit 145); sino también qué modo tienen de desquitarse ante los bajos salarios que reciben
que armó un oficial para entretener a los pacos de turno que estaban abatidos por el
monto irrisorio que arrojaba la última gratificación. Se trataba de saldar una cuenta
que tenía con uno de los pacos. Un oficial y ella, nos dice. Así lo afirma mi
hermana, una deuda que terminaría para siempre con el correazo y la presencia
sortear la ansiedad que les generaban sus cuotas impagas. (Eltit 72)
En esta cita podemos apreciar cómo los agentes represivos del aparato estatal idean una
acuerdo entre un policía y una ciudadana que excluye la burocracia propia de los procesos
29
manifestación inmediata, nos habla de cómo el mismo permite que en ese espacio
entrecomillas carcelario –porque no es una cárcel en sí- exista una subversión de la justicia,
público. En la novela, los agentes represivos del aparato estatal forman parte de un caos
legislativo, pues son sus integrantes los que mantienen la red de narcotráfico: “no sabemos
cuándo le pagan a la policía, ni menos cuánto le pagan. No lo sabemos porque hay que
sumar las coimas que acumulan en los bloques, las mismas coimas que les pagan a los tiras
porque ellos también le cobran a los bloques” (Eltit 51): dichas coimas se refieren a la
ganancia que obtienen los agentes de represión estatal a costa del narcotráfico, pues éstos
aumentan sus sueldos gracias al pacto entre ellos y los narcotraficantes. Si eliminaran el
torno al organismo judicial. “Hay que admitir que las instancias judiciales no pueden tener
intervenir hasta después de la sentencia y no pueden actuar sino sobre las infracciones”
(249). Así, en el espacio carcelario, quienes poseen mayor poder, tienen independencia en
cuanto al trato que se le puede dar al recluso, pues éste, al estar bajo las paredes de dicha
institución, deja de estar al amparo del sistema judicial para pasar a ser un sujeto que debe
regirse por un sistema penal. De este modo, en la novela se genera una dinámica en que los
habitantes del espacio de bloques experimentan una exclusión judicial, pues los agentes del
aparato estatal no sólo no cumplen su función inmediata que es velar por el bienestar social,
30
sino que además tienen libertad -u obligación- de violentar a los pobladores de la zona sin
recibir ningún tipo de escarnio por dicha conducta, la cual se enmarca en un sistema penal,
permite que exista: 1) una exclusión política que se hace manifiesta en la inutilidad
judicial que sitúa a los habitantes de los blocks bajo el ejercicio de categorías carcelarias
de esta investigación, que para relegar a una vida a su condición biológica, a su mera
que permite que podamos asumir que la herencia del totalitarismo moderno traspasada a los
Estados contemporáneos, fue la instauración “de una guerra civil legal, que permite la
exterminio del siglo pasado tales como Auswitch en Alemania y el Estado Nacional en
Chile, en el siglo XXI, son trasladados a espacios no evidentemente identificables pero que,
aún así, podemos reconocer, ya que se nos presentan disfrazados como “un umbral de
31
¿Y qué son las periferias, los espacios marginales de Chile, sino ese espacio en que
los límites entre democracia y absolutismo se confunden, cuando nos damos a la tarea de
aumento casi caricaturesco lo que nos permite proponer que Diamela Eltit erige los
elementos con los que va construyendo su libro, con intención de visibilizar ese umbral que
como la marginación judicial, no son elementos azarosos, sino que son incluidos en
Fuerzas Especiales, precisamente, para que podamos reflexionar en torno al tipo de vida
que construye dicho espacio que, más cercano al absolutismo propio de los estados
vida humana a partir de una dicotomía basada en la eugenesia. Así, por una parte,
encontramos a los sujetos eugenésicos o bien nacidos y, por otra, a su contraparte que, por
motivos contextuales, no tuvo la gracia de nacer bien. De aquí se desprende una arista
política que, acentuando la diferencia entre el bien y el mal nacer, destaca el poder legítimo
11
En una entrevista realizada por la prensa de Cooperativa, podemos ver cómo Diamela Eltit se interesa por
los espacios marginales en estado de asedio policial. “Para Eltit, un hecho que siempre le ha llamado la
atención es lo que se vive en la población La Legua, por lo que ese sector de la capital es una de las
inspiraciones del libro. «La Legua que hace años está intervenida policialmente y nunca dejó la policía de
estar ahí. Eso a mí me parece insólito, me parece insólito porque ya a estas alturas hay niños que han crecido
bajo esa modalidad», declaró a Cooperativa”. http://www.cooperativa.cl/noticias/cultura/literatura/diamela-
eltit-y-fuerzas-especiales-trabaje-el-sujeto-y-la-violencia-policiaca/2013-06-26/235432.html
32
de los bien nacidos. Citando a Foucault, Agamben señala que, según el filósofo, “Durante
milenios el hombre siguió siendo lo que era para Aristóteles: un animal viviente y además
capaz de una existencia política” (Homo Sacer 11). La diferencia entre esa era y la nuestra,
es que en la primera, la división del tipo humano era contextual y se manifestaba como un
planificada: los bien nacidos producen espacios desprovistos de buen nacer, en el que las
vidas son reducidas a su mera condición biológica y están privadas de existencia política,
hecho que, por otro lado, permite que los sujetos eugenésicos reafirmen su hegemonía
milenaria.
en su arista jurídica. Anteriormente veíamos que en nuestra época existen ciertos espacios
entidad capaz de decidir sobre la muerte: hecho que es garantizado a través de una
privación, de aplicarse desaplicándose” (Agamben, Homo Sacer 43). Esta afirmación nos
habla de una forma separatista, en que la ley, entendida superficialmente como aquello que
contiene en sí misma una cláusula legal de privación. Es decir, que tiene la facultad de
desaplicarse frente a ciertos contextos. Si bien es cierto que dicha privación era evidente en
los tiempos de los Estados totalitarios en que la eliminación de algunos sectores humanos
se instauraba como algo legal en ciertos regímenes, en épocas del Estado contemporáneo se
33
las que intervienen distintos mecanismos o tecnologías de control, que en vez de dar una
muerte evidente a los sujetos eliminables o mal nacidos, se les deja morir. Así, categorías
también de una vida que se pone en entredicho, pues se les deja morir, gracias a una
26).
Ya asumido lo anterior, y para concluir este capítulo, podemos caer en cuenta que la
que serían la privación política y jurídica de ciertas vidas. Vidas que se pueden entender
redireccionamiento que las Juntas de Vecinos sufrieron en dictadura, época que instauró
difuminó y resignificó con el ingreso de la democracia, pero que aún así mantuvo prácticas
opresoras propias de dicho período en espacios marginales, que bien veíamos en el apartado
2 de este capítulo, dan cuenta de una ley que se desaplica, pues en la zona de bloques los
cuerpos transitan en un espacio regido por lo penal, en que el sistema jurídico no tiene
34
II. Segundo capítulo: Cuerpo como umbral
El espacio que nos presenta la novela Fuerzas Especiales encarcela al cuerpo de los
despliegue sistemático de violencia que tiene como principal efecto físico el dolor. Ya
veíamos, en el primer capítulo de esta investigación, que la lectura agambeana del espacio
que ofrece Fuerzas Especiales nos otorgó las herramientas necesarias para poder significar
desnudez.
cuerpo bajo el concepto de «umbral», es decir, cómo aquel espacio límite que es
doblemente afectado: primero, por todo lo que rodea a los sujetos y, segundo, por la
interioridad de los mismos. Hecho que abre la posibilidad de que el sujeto “vuelto objeto de
mismos dispositivos de sujeción (…) [pues] ese mismo cuerpo y ese mismo ser viviente se
10).
35
sociedad de centro. Y por otro, cómo la forma en que la protagonista comprende el trabajo
después del ingreso de los aparatos represivos de violencia estatal al espacio de bloques. La
intención de realizar dicho análisis, es que podamos acercarnos a la teoría desalienante que
propone Antonio Negri en su ensayo “El monstruo político. Vida desnuda y potencia”, en
el cual explica que, cuando en un sujeto emerge la idea de que su cuerpo nunca le ha
La primera cárcel del cuerpo, podríamos decir que está asociada al sexo con el que
nacemos. Nacer hombre o mujer – en términos bastante binarios- en un estado de cosas que
todo lo norma, acarrea una sumatoria de obligaciones que, dependiendo de cada constructo
social, están establecidas casi de forma intrínseca. Judith Butler, en Cuerpos que importan
(1993) señala que “el sexo no sólo funciona como norma, sino que además es parte de una
práctica reguladora que produce los cuerpos que gobierna, es decir, cuya fuerza reguladora
circunscribir, diferenciar- los cuerpos que controla.” (18) En este sentido, vale preguntarnos
categorización que hace de sí: “voy al cíber como mujer a buscar entre las pantallas mi
36
comida. Todos se comen. Me comen a mi también, me bajan los calzones frente a las
pantallas” (Eltit 11). Este pasaje nos permite identificar el primer determinante de sexo en
la novela, el cual se amplifica cuando, más adelante, la misma nos cuenta que “El cíber ha
sido maravilloso con toda la familia, con mi mamá, mi hermana y yo” (Eltit 13). Las
como un espacio que permite el comercio sexual y que por ende se constituye como una de
las aristas que determinan la práctica de las mujeres en la novela, quienes en vista de una
interesante la forma en que Diamela Eltit construye a las mujeres en su novela, pues sitúa al
cuerpo de las mismas en una constante dinámica de comercialización sexual, sin mencionar
que por ello son prostitutas. La lectura que le doy a este hecho da cuenta que la
centro, pues es una práctica que en el espacio de bloques está naturalizada como opción
«prostituta» sean elididos por un determinante mayor, que es ser «mujer». El concepto en
cuestión arroja, sin embargo, un factor no determinante, pues aunque nacer mujer en el
espacio de bloques acarree consigo la función específica de ejercer el comercio sexual, este
reflexiona sobre “la abierta desaprobación que generaba [su] hermana” (Eltit 19), y nos dice
que la irrita, a partir de ello, “la malévola compresión de su cuerpo” (Eltit 19). Estas
reflexiones surgen en la protagonista cuando la sociedad de centro decide quitarle los hijos
prostitución no está valorizada, en su zona, como algo ‘bueno’ o ‘malo’, significando cómo
37
malévolo no el comercio sexual, sino el juicio y la comprensión peyorativa a través de los
bloque que entiende la existencia de la prostitución como una práctica de margen, sin la
servicio a cambio de una contraprestación de tipo monetario y que no constituye delito es,
En la sociedad de centro la mujer debe romper la ley para ser categorizada como
determinante mujer de la zona de bloques, es que podemos entender que, cualquier mujer
que transite dentro de dicho lugar, será calificada a partir de un juicio negativo ligado a lo
delictivo de la prostitución, el cual no necesita ser comprobado sino que surge siempre
protagonista perdió a sus hijos: “Los niños están retenidos lejos solo por funestas
ser comprobadas” (Eltit 21). Lo interesante de la situación que plantea esta cita es que la
sexualmente el cuerpo -aun cuando sea a partir de la sospecha-, entiende que “la prostituta,
es decir la “mujer” de negocios moderna, (…) no tiene ni debe tener ninguna relación más
con la fecundidad. Que produzca hijos en la ocasión de los goces que procura significaría
que ha recibido en su seno el semen fecundante; pero ella no puede recibir más que dinero”
(Lyotard 198). Por ello es que dicho delito decanta en una sanción -dirigida desde la
38
sociedad de centro- que consiste en extirparle a la prostituta aquello que no es mercancía.
posibilidad de realizarse en tanto madre y, por otro, se le permite que siga siendo prostituta.
Esta reflexión da luces de que, a fin de cuentas, el delito que comete la hermana de la
protagonista no es ser prostituta, sino estar en potencia de dejar de serlo, lo cual se traviste
prostitución.
no permite que el coito tenga más producto para las mujeres que el dinero. Y por otro,
cómo aquella práctica laboral, pese a ser negativa según el discurso del centro, no incide en
el juicio de valor que las habitantes de la zona de bloques hacen de sí, pues éstas no miden
su valía como sujetos a partir del nivel de exposición de sus cuerpos. El cuerpo, entonces,
puede ser leído como aquello encarcelado tanto por el espacio como por determinantes
dinámicas laborales.
Más arriba concluimos que las habitantes de la zona de bloques no realizan juicios
negativos en torno al oficio que determina su dinámica laboral, ya que entienden al mismo
39
como un trabajo, como una prestación de servicios que es retribuida monetariamente. Esta
está determinado por una escala de valorización que tiene como principal objetivo
categorizar los tipos de trabajo, hecho que, de cierto modo, les impide pensar en el trabajo
en sí, como práctica que se ejerce a través de un sometimiento específico del cuerpo.
Antonio Negri, en su ensayo titulado “El monstruo político. Vida desnuda y potencia”
inadvertido por la naturalización de las tecnologías mediante las cuales el poder aprisiona y
conduce las existencias de los sujetos. El autor en cuestión comprende que son peligrosos,
para el estado de cosas que dispone el poder, quiénes desarrollan una toma de consciencia
de dichas tecnologías, las cuales se vuelven visibles para los sujetos que entienden, gracias
vive no es suya, y aunque enuncie que “la resignación [rige] la totalidad de [sus] hábitos”
(Eltit 20), y aunque para cumplir el rol al que está determinada por ser mujer “Teng[a] que
olvidar[s]e de [s]í misma” (Eltit 39), no puede evitar desear que su cuerpo deje de dolerle.
Ya decíamos, por un lado, que ella no le presta gran atención a la acción de comercializar
su cuerpo, pero, por otro, es preciso que analicemos en qué decanta el hecho de que la
misma no pueda elidir de sus pensamientos el sufrimiento que implica el trabajo que
realiza. Podemos ver que la protagonista es consciente de que experimenta dolor mediante
la comparación de las sensaciones que advierte ante la entrega voluntaria de su cuerpo, por
40
un lado, y ante la entrega del mismo con fines monetarios, por otro. En un pasaje muy
Pienso en el Omar. Pienso que él podría aminorarme como en algunas tardes de los
sentir un goce siempre extraño, invasivo. Un goce que transcurría en mí, pero sin
mí. Solo el Omar, o solo con el Omar era posible porque su torso estaba en la misma
espacio que necesitaba para unas exhalaciones que recorrían sus vértebras una a una
fragmentos de gusto que se partían en un viaje diverso. No eran mis vértebras como
le ocurría al Omar, no, para mí era una suma incalculable de pedacitos, divisiones
de divisiones que iban de abajo hacia arriba hasta la desaparición de los contornos.
Había en esos años o en ese año un acercamiento total con el Omar aunque tuvimos
el cuidado de mantener la simpleza. Pero llegaron los tiras y los pacos, se produjo
Este pasaje de la novela nos muestra que la protagonista observa con nostalgia aquellos
momentos en que podía experimentar placer a través del sexo. Cuando para ella el hecho de
41
trabajo, pierde la capacidad de sentir placer, ello porque, en gran medida, la invasión a la
que somete su cuerpo, en este caso, supone un padecimiento activo de dolor: “llevo diez
minutos exactos sentada arriba del lulo que se clava adentro de mí como si recibiera el
impacto de una sucesión de balas de alto calibre, una y otra, una detrás de otra” (Eltit 100).
de su cuerpo, lo que permite que le sea posible identificar que está encarcelada en un
cuerpo que no es suyo. Respecto a lo mismo Le Breton en Antropología del dolor (1999)
atención en el dolor que padece e intenta escabullirse del mismo, pues entiende que no
puede dejar de trabajar. Significativo, en este sentido, es el capítulo titulado “El lulo”, en el
cual se nos narra lo que significa para la protagonista el hecho de trabajar teniendo sexo y
las medidas que toma para evitar el dolor. Por un lado, encontramos la ingesta de
“pienso en la pastilla vencida. La píldora que nos pasó el Lucho en la mañana. (…) Aquí
tenís, me dijo, te la tomái y se te pasa todo, pa que no te quejís. (…) El lucho quería
socorrernos y por eso nos regaló los remedios. (…) Pero no me hacen efecto porque están
vencidas, pienso” (Eltit 100). Ahora bien, el hecho de que las pastillas no funcionen hace
que la protagonista busque otros métodos que proponen una sanación a partir del nivel de
42
La mariposa fue (..) una técnica que quise poner en práctica. La saqué de un sitio de
sanación que aseguraba que el dolor no era exactamente real. Decía que el dolor no
requería de un esfuerzo mental para ahuyentarlo. (…) –afirmando luego que- Por
eso puse en la pantalla la mariposa. Fue una imagen que me pareció anestésica por
su constante aleteo. Pensé que si me hacía una con sus alas podría evitarme a mí
misma, huir, salirme de mí y dejarme afuera con todo el dolor por las clavadas del
lulo. Pero la mariposa me falló porque lo que nunca pensé fue que la mariposa
incentivaría mi dolor con sus alas tal como yo me muevo amarilla arriba del lulo.
Lo ineficaz que resultan ambas técnicas, entonces, no hacen sino incrementar su condición
En este sentido, resulta interesante la premisa que expone Lyotard en Economía libidinal
que “Ella no es un sujeto (…) sino en la medida que se ha prostituido” (196). Esta frase
protagonista por ser mujer debe ser prostituta, y su cuerpo no puede estar en función sino
que posibilitan en ella una toma de consciencia sobre su propio cuerpo, al que buscará
43
por la protagonista, es decir, de qué modo el umbral, que es su propio cuerpo, es afectado
por su interioridad que reconoce y rechaza aquello que la vuelve prisionera de sí misma.
Le Breton, dice al respecto que “la ofensiva terminal del sufrimiento plantea la
cuidados soportados lo prolongan sin que pueda ejercer la menor soberanía sobre el resto de
vida que le queda”(39). Sin embargo, a partir de dicha lectura del antropólogo y sociólogo,
resulta curioso que la protagonista, a lo largo de la novela, pese al estado de cosas que la
del suicidio o la provocación de asesinato para escapar del dolor12. Contrario a ello, siente,
por un lado, alegría y alivio por seguir con vida: “tenemos más vida todavía porque los
carros de los policías no se detuvieron hoy en el frente de nuestro bloque” (Eltit 35); y por
otro, temor a la muerte: “La potencia de los ladridos de los perros me despierta con un
miedo terrible a que entren los ratis o los pacos al cíber y me metan a la cuca junto con el
Lucho y el Omar. Que me manoseen, que me violen, que me maten adentro de la cuca o
que me mutilen en el interior de una tanqueta” (Eltit 53). La interpretación que le doy a esta
de rebeldía, ya que si bien asume que “[Está] presa del cuadrante bloque” (Eltit 77), existe
en ella un impulso que se resiste a validar la sentencia de este hecho, surgiendo en ella ya
12 “Quisiera apagar el computador y esperar mi muerte en el cubículo” (Eltit, 144) En esta cita podemos
apreciar cómo la protagonista de la novela fantasea respecto a su muerte. Una fantasía que catalogo como
pasiva, pues si ella quisiera morir podría hacerlo: optando por el suicidio o, según el contexto de la novela,
bastaría con que ella provoque a un agente represivo para conseguir que la asesinen.
44
no la necesidad de escapar del dolor, porque no puede, pero sí la necesidad, al menos
recuerdos de sus orgasmos, pues allí fue que experimentó el hecho se sentirse habitante de
Las Heterotopías, que si bien el cuerpo es una gran cárcel, existe una filiación del sujeto en
torno a la propiedad del mismo, y que precisamente por ello es que “a uno le gusta tanto
hacer el amor (…) porque, en el amor, el cuerpo está aquí” (18), siendo la ausencia de sexo
asustara, si no me doliera tanto, si no tuviera que subir y bajar con furia, con un ritmo cada
vez más frenético, ridículo, hiriente, no estaría melancólica ni menos descontenta” (Eltit
109)
sí, es la que permite que en la protagonista surja una delicada reflexión en torno a su vida y
revisaremos cómo la protagonista crea su nueva corporalidad y qué significa esto cuando lo
significativo para la comprensión corporal que ya hemos estado revisando en este capítulo.
45
La protagonista junto a sus compañeros del cíber, el Lucho y el Omar, nos cuentan:
probar el primer video juego chileno. Un veloz juego de defensa diseñado por el Lucho,
musicalizado por el Omar y perfeccionado por mí” (Eltit 165). Este hecho demuestra,
primero, una subversión del espacio, ya que éste deja de figurar como el lugar de la
externo; y segundo, una subversión del cuerpo: “Movemos el cursor con maestría. Empieza
externo. Antonio Negri, respecto a la transformación de los espacios señala que “La
espacio del cíber se transforma en un lugar que, ahora, además de ser de ellos, es para ellos,
pues permite que los sujetos que lo habitan puedan crear una corporalidad distinta, ya que
es ahí donde adquieren la posibilidad y las herramientas necesarias para hacerle frente a la
violencia material inmediata a la que estaban sometidos, aún cuándo sea a través de un
medio virtual que decanta en una forma simbólica de rebelarse. Ahora bien, no es momento
de que nos fijemos en la validez de dicha forma de rebeldía –que revisaremos en el tercer
que existiera una potencia revolucionaria, Antonio Negri, al respecto, señala que dicha
46
posibilidad “se nutre de la expansión de las pasiones que tienden a la formación de un
afectada por una dimensión exterior que la alejó de sí, pero también por una dimensión
“emerge también (…) como fuerza que atraviesa las construcciones normativas del
alteración” (Giorgi, Ensayos 11). Por ello es que la creación de un nuevo cuerpo por parte
de los personajes nos permite leer a vidas desnudas que devienen vida en potencia, pues a
través de este hecho los sujetos se rebelan contra el determinismo, mostrándonos a través
acto emergen ya no como una pieza enteramente circunscrita a las dinámicas de sujeción,
13
Ya decíamos que el «umbral» refiere una doble afectación, tanto interior como exterior, que recae en el
cuerpo de los sujetos. Cuando hablamos de afectación exterior nos centramos en todo aquello que rodea a la
protagonista, pero, específicamente, a su condición de mujer-prostituta que vuelca el cuerpo y la vida de la
misma en función de su trabajo. La comprensión de ello, por parte de la protagonista, da pie a una afectación
interior, en la que recuerda cómo era su sexualidad cuando su cuerpo no estaba puesto en función de la
prostitución sino de disfrutarse placenteramente a sí misma. Este debate entre lo externo y lo interno es lo que
vendría a provocar aquel impulso que la lleva a resistir su condición de desnudez, y hace que surja en ella la
necesidad de poner su cuerpo en función de sí y a crear una corporalidad distinta, alineándose así a lo que
Antonio Negri entiende como vida en Potencia.
47
V. La vida del bloque ¿Desnudez y/o Potencia?
A partir del análisis realizado en los capítulos anteriores de esta investigación, nos
ha sido posible encontrarnos con el particular de que la novela contenga en sí alcances tanto
con la teoría fatalista de Giorgio Agamben, que ensaya la producción sistemática de vidas
desnudas, así como también con la teoría, algo más esperanzadora, de Antonio Negri, que
inevitablemente a reflexionar en torno a cuál de las dos categorías prima, a fin de cuentas,
cuando revisamos la novela en su totalidad. Es por ello que en este último capítulo me daré
a la tarea de analizar el diálogo entre ambas teorías con el fin de resolver qué tipo de vidas
son las que está produciendo Diamela Eltit en su escrito. Para ello revisaré cómo dialogan
el mundo real y la realidad virtual en la novela. Analizando, primero, al cíber como lugar
circunscrito a la zona de bloques, siguiendo una lógica focaultiana de entender los espacios
transversal entre el mundo real y la realidad virtual, y cuáles son sus implicancias cuando
1. Teorías en tensión
vidas desnudas. Esto quiere decir que a un bloque humano en particular se le niega, por un
lado, una participación política, y por otro, una inclusión judicial. Los sujetos habitantes de
dicho espacio, por tanto, son concebidos por el poder no como sujetos, sino como cuerpos
48
combustibles que existen para que el poder pueda reafirmarse a sí mismo con el fin de
impedir posibles subversiones. Pues la existencia de ese sitio en particular, al que Giorgio
existe un poder que puede decidir ya no sólo sobre la vida sino también sobre la muerte de
las personas. Resulta curioso, entendiendo aquello, que Diamela Eltit permita que en ese
de esta investigación dimos cuenta de cómo al menos tres sujetos se niegan a asumir su
potencia. Esto quiere decir que, al negar lo determinante de la desnudez, los sujetos dejan
A partir de ello, vale que nos preguntemos cuáles son alcances de la manifestación
de potencias de vida en términos del posible peligro que provocarían para el estado de
cosas que dispone el poder, y por otro, qué tan real es la liberación que experimentan los
sujetos cuando deciden crear una corporalidad distinta en un plano virtual. En otras
palabras, la pregunta categórica que definirá este capítulo es la siguiente: ¿El acto de no
asumirse materia de combustión, por parte de la protagonista, puede ser leído como una real
cíber en tanto lugar de la virtualidad, a partir del diálogo entre éste y la zona de bloques. Y
relación a su tránsito por la realidad virtual, con el fin de cuestionar en qué medida su acto
49
2. El cíber.
ellos, en el que las personas, a través de la entrega de una suma de dinero, pueden tener
acceso a las máquinas y a internet. En su primera forma el cibercafé era un sitio abierto en
el que las personas además de tener acceso a computadores, podían servirse bebestibles y
los computadores se restringen a cubículos en que los accesos de las personas a las
máquinas y a internet, se convierte en una práctica más íntima. Además de ello, los cíber
tener computadores y/o contratar un plan de internet para su hogar. Los cíber, entonces,
irrumpen en el espacio marginal. Diamela Eltit, en una entrevista realizada por Carolina
Una vía, un flujo que ingresa y que hace posible accesos para un grupo que
interesante que exista. [Agregando además, que] En el cíber hay muchos mundos
oscuros, hay encuentros y quise ponerme en ese lugar y de cómo funciona como
Es interesante la observación que la mayoría de los que han realizado críticas y reseñas en
torno a Fuerzas Especiales identifiquen al espacio del cíber como un lugar entrecomillas
reseña del libro, señala que en el cíber los personajes “acceden a un estado que les permite
14
http://www.resonancias.org/content/read/1530/fuerzas-especiales-nueva-novela-de-diamela-eltit-por-
carolina-rojas-n/
50
dejar de pensarse en la constante fatalidad que los rodea” (s/n)15; Carolina Rojas, señala
que la protagonista “está inmersa en el cíber como escape” (s/n)16. Distinto a ellas, e
de asociación en torno a las preferencias más extravagantes (…) para los usuarios
la revisión del cíber como espacio de lo virtual, y el diálogo que tiene esa virtualidad no
solo con el sujeto que accede a internet, sino también con el cuerpo de éste que se acomoda
partir de la creación de una corporalidad distinta en un medio virtual, por dos motivos:
primero, porque no es su propio cuerpo sino una digitalización del mismo el que se pone en
espacios carcelarios, que éstos son una maquinaria compleja y para nada azarosa, dispuesta
por el poder con el fin de imponer una total disciplina. Entendiendo esto, identificar al cíber
como un espacio de resistencia se torna en gran medida impreciso, ya que si bien éste
permite que los sujetos ahí dentro experimenten una dimensión que los libera, el espacio en
cuestión sigue formando parte del cuadrante bloque. Michel Foucault, en Vigilar y
15
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-71812014000200013
16
http://www.resonancias.org/content/read/1530/fuerzas-especiales-nueva-novela-de-diamela-eltit-por-
carolina-rojas-n/
17
http://www.revistaintemperie.cl/2013/10/21/fuerzas-especiales-diamela-eltit/
51
Castigar, específicamente en el apartado titulado “El arte de las distribuciones”, señala que
cada uno de los espacios en que se subdivide el espacio carcelario cumple una función
específica: “Al organizar las "celdas", los "lugares" y los "rangos", fabrican las disciplinas
sentido, si entendemos al cíber como uno de los espacios que se incluyen dentro del espacio
carcelario de bloques, podríamos hacer una nueva lectura del mismo: ya no como un
espacio de resistencia18 sino como una celda sofisticada en la que los sujetos experimentan
continuación.
protagonista leyéndose a sí misma dentro de dicho lugar. El acto de entender el cíber, por
la digitalización como un hito de resistencia. Pero, cuando somos nosotros los que leemos
el cíber como una zona permitida dentro del espacio carcelario, podemos poner en duda la
lectura que hace la protagonista de sí misma dentro dicho lugar. Si hiciéramos el ejercicio
misma así como la leemos nosotros, la sensación de protección que ésta experimenta
devendría en una especie de condena o sentencia. Entonces, en lugar de afirmar que ella y
“encarcelados” en él. Ello porque nosotros, a diferencia de ella, podemos identificar cómo a
18
Ver páginas 45 a 47. Segundo capítulo, apartado 2: Vida en potencia: la creación de una corporalidad
distinta.
52
medida que avanza la novela se van estrechando los espacios: situación que, cuando es
podemos ver que es el espacio de bloques el que está siendo delimitado y aislado del
exterior por una cadena policial: “Sitiados o encerrados, nadie entiende, los bloques
parecen la superficie de un tiempo anacrónico” (Eltit 145); y segundo, podemos ver que lo
que está siendo sitiado no es solo el espacio de bloques sino que cada block por separado:
“Los bloques están siendo amurallados por la policía” (Eltit 159). Ambas formas de
encierro son identificadas por la protagonista, quien además comprende este hecho como
una medida preventiva del poder: “dicen que en las cárceles se amotinan. (…) Pero aquí no
es necesario, no es necesario. Los símiles de edificios que tenemos bastan porque cabemos
cientos y miles en los treinta metros que existen detrás de los pasillos enrejados. Pasillos
cárceles en los que no nos amotinaremos jamás” (Eltit 161). Sin embargo, a partir de lo
anterior, resulta curioso que la misma persona que entiende que la estrategia de estrechez
espacial está en función del poder, no sea capaz de identificar su estadía en el cíber como
poder tiene para prevenir posibles subversiones: “la disciplina exige a veces la clausura, la
especificación de un lugar heterogéneo a todos los demás y cerrado sobre sí mismo. (…) Es
preciso (…) evitar las distribuciones por grupos; descomponer las implantaciones
colectivas; analizar las pluralidades confusas, masivas o huidizas” (Foucault, Vigilar 145-
146). No es extraño, entendiendo esto, que la protagonista junto a los sujetos con los que
más se comunica y comparte un resentimiento hacia la fuerza que los aprisiona, sean
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contestatario al resto de la población que habita la zona de bloques, y 2) no infrinja un daño
directo al cuerpo policial. El cíber, en este sentido, tiene los efectos de una droga que actúa
sobre los sujetos posibilitando un escape ilusorio de la realidad en la que viven y, además
de ello, este lugar no sólo los droga, sino que los convierte en adictos, pues sus accesos al
digitalizamos” (Eltit 165). Idea en torno a la cual reflexionaremos en diálogo con las
propuestas que Slavoj Zizek, en El acoso de las fantasías, realiza en torno al cuerpo cuando
Slavoj Zizek, en su libro titulado El acoso de las fantasías, señala que “Ante el
ciberespacio hay que adoptar una actitud «conservadora» (…) [pues, a partir de allí] el
proceso de transición que se está desarrollando hoy día nos permite darnos cuenta de lo que
que pierde, cegada por la suma de beneficios que encuentra ahí dentro. La transformación
más categórica que podemos encontrar al contrastar la zona de bloques –entendida como un
espacio real- con el espacio del cíber –entendido como el espacio virtual-, es la eliminación
del miedo. La protagonista, mientras transita entre los bloques y el cíber y aún no sucumbe
al encierro virtual, nos cuenta, en reiteradas ocasiones, en qué medida experimenta miedo,
y nos dice: “mi miedo es otro, no es pulcro ni redimible, es otro, otro, es como si la policía
hubiera atravesado todas las fachadas y sus escudos transparentes se me hubieran metido
adentro de la boca. Como si las fuerzas especiales de la policía corrieran directo hacia mí y
me lanzaran de manera sincrónica mil bombas de gas lacrimógeno que cegaran” (Eltit 89-
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90). En el fragmento citado podemos identificar que el miedo que siente la protagonista se
corresponde directamente con la posibilidad de sucumbir ante la violencia detentada por los
aparatos de violencia estatal, lo que la convierte en un sujeto sometido, pues si bien nunca
ha sido víctima directa de la violencia estatal, sí es víctima directa del miedo que dichos
organismos infunden. Ahora bien, cuando la misma deja de transitar por los blocks y se
recluye al espacio del cíber, el efecto del miedo retrocede y su condición de víctima se
digital. Zizek apunta, respecto a lo mismo, que el ingreso al plano virtual “pone en peligro
nuestra percepción más elemental de «nuestro propio cuerpo»” (420); no hay duda de que
como un sujeto residente del espacio de bloques. Su ingreso al cíber la liberó de un miedo
que seguiría siendo real si ésta no estuviera recluida ahí dentro, para sentirlo solo bastaría
quienes le infundían temor por el hecho de que su integridad física deja de estar expuesta.
Ante este hecho, lo que la protagonista no logra dimensionar es que su cuerpo sigue
circunscrito a la realidad, ello porque dejó de entenderse como un sujeto “[preso] del
cuadrante bloque” (Eltit 77), en tanto puso su dimensión corpórea en función de su «yo
virtual». Sabemos, por lo que nos dice hacia el final de la novela, que está enferma: “No
interior y no hay crema que suavice el daño” (Eltit 163); y más adelante, sin reparar en
dicho daño irreparable, nos cuenta que al interior del cíber: “[Mueve] el cursor con
maestría” (Eltit 165), respecto a esto Zizek señala que “la progresiva inmovilidad del
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cuerpo se superpone con la hiperactividad corporal: por una parte, cada vez dependo menos
de mi propio cuerpo; mi actividad corporal se reduce cada vez más a enviar señales a
protagonista deja de prestarle importancia a su dimensión real; este acto nos remite
inmediatamente a lo que señala Zizek: “cabe afirmar que se trata de un sujeto débil que
fantasea con una conducta más agresiva para no tener que enfrentarse con su debilidad y
revelarse ante la fuerza que la mantiene prisionera solo en términos simbólicos, pues el
espacio real sigue siendo el mismo y ella continua formando parte de dicho espacio.
entrega a los sujetos que acceden a él, que los tres personajes de Fuerzas Especiales
decidan hacer una réplica del mundo real en una realidad virtual. El juego que diseñan para
revelarse simbólicamente no es distinto al mundo real que los aprisiona, pues es un juego
de defensa. Si los tres personajes en cuestión lograron, en cierta medida, no sucumbir ante
la violencia material directa, fue precisamente porque idearon tácticas para defenderse de la
Estoy presa del cuadrante bloque y, para sobrellevar esta condición sin salida, es
que decidí moverme como una gata mal nutrida en cautiverio. (…) Pasaré como
todos los días, al lado de la tanqueta. Pasaré como si el poderoso metal de ataque y
los pacos no estuvieran allí y sortearé los tres autos de los tiras que están
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estacionados justo en mi esquina. Los dejaré atrás mediante un paso humilde,
Este hecho hace que me pregunte por qué, si vivían defendiéndose, escogen en un mundo
virtual seguir con dicha dinámica, conociendo la amplitud de posibilidades. Cuando intento
responder a dicha interrogante mi impresión inmediata es que los sujetos en cuestión están
imaginar una realidad distinta. Diferente hubiese sido si el juego diseñado por los mismos
fuera de ataque, porque esto nos hablaría de un cierto de nivel de supremacía: los sujetos,
en el plano virtual, tendrían las armas suficientes para hacerle frente a la violencia. Pero no,
la dinámica de defensa, en un plano virtual, los sitúa en el mismo lugar desde el que
partieron, así, la siguiente sentencia enunciada por la protagonista cuando estaba inserta en
el mundo real se convertiría en algo transversal entre éste y la realidad virtual que le ofrece
el ciber: “Se mueven medio despavoridos los tiras, alarmados ante la luz que los delata,
(…) no entienden que todavía no estamos preparados para matarlos, no podemos porque
ellos volarían los bloques y lanzarían los cuerpos de nosotros a unas inacabables fosas
comunes abiertas en las acequias” (Eltit 80). Este fenómeno se alinea con lo que se señala
El hecho de que exista una transversalidad que une el mundo real con la realidad
replegado, sigue estando presente pero bajo una forma distinta, pues aparece en función de
evitar que los sujetos experimenten la posibilidad de pensar en una vida distinta. Este
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hecho, a mi modo de ver, está garantizado a partir de la profundidad de su desnudez, pues
los sujetos están de tal modo alienados al contexto en el que fueron creados que no pueden
solo en el particular de que los sujetos hayan estado expuestos a una violencia desmedida
protagonista, cortando lo que ella nos narra, sin la necesidad de que por ello la misma
tal como vemos en el siguiente ejemplo: “Y tú, qué andái haciendo en la calle, que no te dai
cuenta que tenimos hambre. Había doscientas treinta bombas W71. O no te dai cuenta que
te estamos esperando pa que hagái la comida. Había mil bombas W79. O acaso no entendís
que tu mamá está enferma, tiritando, más perdida que nunca” (Eltit 27). Es precisamente
por este detalle que puedo entender que, aunque la protagonista se sienta aparentemente
directamente con su mundo real, sino porque además, imbuida en el sucedáneo de estar
«Pakos Kuliaos».
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Había cuatro mil millones de proyectiles de artillería teledirigidos de alto
Este capítulo fue realizado para dilucidar qué tipo de vida es la que nos está
Pudimos ver, a partir de la reflexión entregada, que, a fin de cuentas, el hecho de que la
liberador, ya que, por un lado, sigue circunscrita al cuadrante bloque: la zona que construye
desnudez; y por otro, existe una transversalidad entre la realidad que experimenta fuera del
cíber y lo que vive su «yo digital» dentro del espacio virtual. Sintetizamos este apartado,
potencia de vida que experimenta se alinea a una superficie simbólica restringida, que no le
permite sino replicar su realidad desnuda, pues a ella, como mujer habitante de la zona de
bloques, le está impedido imaginarse sino en la escala última de una jerarquía que, a través
del miedo, la obliga a mantenerse en un estado defensivo, pero jamás ofensivo, por lo que
ni siquiera en la virtualidad podrá atacar a la fuerza que la hizo prisionera desde que los
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VI. Conclusión
eran solo paranoia. Al finalizar Fuerzas Especiales me invadió una sensación de alivio que,
a saber, empatizaba con el alivio que suponía sentía la protagonista al dejar de ejercer la
prostitución para entregarse a pasar sus horas cíber en el videojuego que creó junto a sus
amigos. Pero, no muy distante de aquella sensación, y después de pensar la novela, sentí
juego en cuestión era de defensa. La ambigüedad hizo surgir una pregunta y una respuesta
temprana. ¿Se habrá liberado la protagonista? fue la pregunta; y la respuesta fue: no, porque
el cíber -el especial cíber de la novela- está subyugado a la zona de bloques, y además el
pertenecen. Para desambiguar esa carga emocional que me dejó la novela es que decidí
que habita, no solo construye sino que contribuye a que ella se aleje de su ser viviente
mientras se acerca a ser vida desnuda. Lo que más cuestiona esta declaración fatal en torno
60
cuerpo. ¿Cómo subvirtió su corporalidad? ¿Por qué se digitalizó y no se hizo soberana de
espacio y su propio cuerpo, no logró significar su digitalización como una forma renovada
que el poder tuvo de impedir que saliera de su condición desnuda, es lo que abre la
hipótesis de esta investigación, la cual me lleva a afirmar que la potencia de vida funciona
sólo como un sucedáneo de liberación cuando surge en estados de cosas dispuestos para
crear vidas desnudas; en otras palabras, lo que afirmo es que el acto de atrincherarse en el
cíber y digitalizar su cuerpo, más que una toma de consciencia que implica resistencia, es
del cojo Pancho, etc; y debemos leer su estadía en el cíber como el ingreso a una celda de
aquella cárcel. Si hacemos el ejercicio de leer al espacio virtual como aquel sitio que le
encarcelada, sino que, lo que es aún más grave, podremos ver que fue ella misma quien
ingresó a su celda impulsada por la atroz necesidad de olvidarse por completo de su cuerpo
enfermo: que es aquello en lo que reside y a través del cual experimenta la dimensión del
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desnudo, que le deja imaginar a la protagonista que es libre, con el fin de que no entienda la
esta surge, ya veíamos, en tanto el sujeto advierte que su cuerpo no le pertenece y pone su
términos de cuerpo, puso sólo a sus ojos, brazos y manos en función del computador,
mientras que su existencia real se redujo a tal punto que se convirtió más en un muerto
viviente frente a una pantalla que en un sujeto con un cuerpo en movimiento que manifiesta
vida.
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VII. Proyecciones de investigación.
Ahora bien, más allá de conseguir haber concluido que la protagonista de Fuerzas
Especiales es mas bien una vida desnuda y que su momentánea toma de consciencia
biopolítico solo como una herramienta de análisis literario me resulta contradictorio, pues
no creo que sujetos teóricos tales como Foucault, Deleuze, Agamben y Negri, hayan
reflexionado sólo en razón de la literatura. Contrario a ello, lo que nos entregan con sus
lado, y reivindicar al margen, por otro; las Fuerzas Especiales de las que ella habla20 se
adecuarían además a las fuerzas especiales que el poder ocupa para intervenir física y
existe entre reivindicar al margen y ser un agente creador de vidas desnudas. Pienso lo
anterior porque, al revisar la forma en que está construida la novela, encuentro el particular
de que esté escrita a modo de testimonio, generándose una ficción testimonial. Según
señala Beverly, “el narrador del testimonio no es el subalterno como tal, sino más bien algo
así como un “intelectual orgánico” del grupo o la clase subalterna, que habla a (y en contra
de) la hegemonía a través de esta metonimia en su nombre y en su lugar” (19), rasgo que
20
Diamela Eltit, con las “palabras que usó para el título, visibiliza a las Fuerzas Especiales (grupo
especializado de Carabineros) que desalojan estudiantes de los colegios en toma, la misma unidad encargada
de los allanamientos en las comunidades mapuches. Pero aclara que también alude a las fuerzas que se
necesitan para resistir en una población periférica y sus espacios habitacionales minúsculos”, señala Carolina
Rojas en http://www.resonancias.org/content/read/1530/fuerzas-especiales-nueva-novela-de-diamela-eltit-
por-carolina-rojas-n/
63
identificamos en el discurso de la protagonista, de forma explícita, en tres ocasiones, en las
que esta se entiende a sí misma como la portadora tanto de las experiencia como también de
la voz de quienes comparten con ella el espacio en el que habita: 1) “Entiendo lo que el
bloque entero experimenta y calla” (Eltit 48); 2) “Soy multitudinaria, estoy en todas partes,
me proyecto como Dios y me amplifico dotada de una esquirla de divinidad. Pero no soy
yo, somos el yo bloque que habita genéticamente en cada uno de nosotros” (Eltit 78); y 3)
“Pero, en esta mañana, enteramente neutralizada por mi ánimo, comprendo, con una
sabiduría que me alarma, que tengo la misión de representar a la parte más común de la
humanidad y a la zona más repetida del bloque.” (Eltit 79). Lo que me interesa, en
resumidas cuentas, es pensar el testimonio a partir de una arista política, pues, en palabras
de Beverly,
que se entiende por un testimonio, si Diamela Eltit, al crear una ficción testimonial, está
Pienso en esto porque, como ya veíamos en el primer capítulo: los blocks y el asedio
policial sobre los mismos existen en la realidad chilena, así como también los cíber como
espacio de sexo y prostitución21. Vuelvo a preguntarme, entonces, ¿qué sentido tiene crear
21
http://www.lanacion.cl/noticias/vida-y-estilo/motel-a-quina/2008-05-31/185113.html
64
una ficción testimonial si, en nuestra realidad actual, existen sujetos que pueden, a través de
interrogante que logro realizar el traspaso de lo biopolítico del texto al mundo real, pues si
suponemos que los fines que motivaron a Diamela Eltit a escribir su ficción fueron los de
hacer visible la desnudez de las vidas que retrata, la misma, a partir de dicho trabajo
intelectual, no hace sino situar a las vidas que construye en el campo de lo desnudo, ya que
las poblaciones de margen de nuestro país no sólo están sumidas en una miseria infinita que
se sustenta en su exclusión política y judicial, sino que además, como podemos ver, se les
excluye por una academia que estetiza la pobreza y que está en vías de domesticar a lo
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VIII. Bibliografía
Agamben, Giorgio. Estado de excepción. Homo Sacer II, I. Buenos Aires: Adriana Hidalgo
---. Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida I. Valencia: Giulio Einaudi editore s.p.a.
1998. Impreso
Arriagada, Camilo et al. “La vivienda social en el período de participación popular 1964-
1973”. Chile. Un siglo de políticas en vivienda y barrio. Santiago: Pehuén Editores Ltda,
Butler, Judith. Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursivos del
de viviendas sociales en Chile” Boletín del Instituto de la vivienda. Dic. 1991. 23-34.
Impreso.
Eltit, Diamela. Fuerzas Especiales. Santiago: Grupo Editorial Planeta, 2013. Impreso.
66
Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2005.
Impreso
---. El cuerpo utópico. Heterotopías. Buenos Aires: Nueva visión. 2010. Impreso
Frei Montalva, Eduardo. Un mundo nuevo, respuesta a una carta: Eduardo Frei Montalva.
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.541/te.541.pdf
Giorgi, Gabriel. Formas comunes. Animalidad, cultura, biopolítica. Buenos Aires. 2014.
Giorgi, Gabriel y Fermín Rodríguez, Comp. Ensayos sobre biopolítica. Excesos de vida.
Le Breton, David. Antropología del dolor. Barcelona: Editorial Seix Barral, 1999. Impreso
Zizek, Slavoj. El acoso de las fantasías. Espa Pdf, 2011. Disponible en línea.
http://assets.espapdf.com/b/Slavoj%20Zizek/El%20acoso%20de%20las%20fantasias%20(2
577)/El%20acoso%20de%20las%20fantasias%20-%20Slavoj%20Zizek.pdf
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