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CAPÍTULO II

1.1 La representación política de la mujer y los migrantes en el


ochenio de Odría

La toma del poder por parte Odría, fue una reacción contra la
propagación de las masas populares que se había acrecentado, producto de
los gobiernos anteriores. Como lo señala Candela:

“Desde los años treinta el rol de los sectores populares fue más visible en nuestro país,
tanto en el aspecto político (con la aparición de los partidos de masas), como en los
conflictos sociales que generó la llamada crisis del orden oligárquico y en el orden
económico (vivienda y comercio).” (Candela, Contreras, & Lossio, 2017)

De este modo, el gobierno de Odría, significó una respuesta ante las


fuertes demandas que exigía la población migrante en servicios de salud,
educación y una mayor representación política, “El general peruano encontró
políticamente conveniente incrementar fuertemente las obras públicas y
posteriormente auspiciar el crecimiento de las barriadas que iban surgiendo
alrededor de Lima, en respuesta a una mayor inmigración procedente de la
sierra.” (Klarén, 2012)
En el plano político, se podrá observar una mayor participación de la
mujer en la sociedad, que se hace evidente con el voto femenino.
Anteriormente, la coyuntura política en torno al sufragio de la mujer peruana,
había pasado por los gobiernos de Sánchez Cerro, Manuel Pardo y
Bustamante Rivero. No obstante, es en el gobierno de Odría en el que se les
otorga el voto calificado a las mujeres alfabetizadas y mayores de edad:

“La promulgación de la Ley N.º 12391, realizada por Manuel Odría, reconoce
formalmente a la mujer peruana en el marco de la ciudadanía otorgándole el derecho al
voto y a la participación política; cerrando a su vez un primer ciclo de deliberaciones
sobre la incorporación de la mujer en los asuntos de estado. “ (ONPE, 2016)

1.2 La figura de Hugo Blanco y segundo gobierno de Manuel


Prado Ugarteche

Manuel Prado Ugarteche, representante de los grupos de poder de aquel


entonces, como la oligarquía y la burguesía, llegó al gobierno producto de la
alianza política que estableció con el APRA. Como consecuencia de ello, se
produce una ruptura dentro del partido, y surge el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR), al mando de Luis de la Puente Uceda:
“…cuando el partido llegó a acuerdos “tácticos” con Prado se creó un serio malestar
interno que Haya y sus colaboradores fueron capaces de controlar. Sin embargo, amplios
sectores de las clases medias y populares que se incorporaban a la vida política sin
filiación definida, consideraban claudicante la posición aprista.” (Cotler, 2006)

Asimismo, en el sector agrario, la presencia de los campesinos estuvo


representada por Hugo Blanco, quien dirigió una serie de ataque contra los
gamonales, producto de la explotación a la que eran sometidos:

“El origen del sindicalismo sureño lo encontramos en La Convención, donde en 1958,


bajo el liderazgo de Hugo Blanco, se formó la Federación Provincial del Valle de La
Convención y Lares, que impulsó la organización sindical en toda la región. En 1962, el
movimiento de La Convención alcanzó su punto más álgido produciéndose una exitosa
huelga general en todo el valle.” (Valderrama, 1978)

1.3 El primer belaundismo y la crisis del campesinado


El primer gobierno de Belaunde estuvo caracterizado por representar los
intereses de las clases medias y, asimismo, la alianza con el capital extranjero.
Tuvo una fuerte oposición en su gobierno por parte de la facción APRA-UNO,
por lo que sus intentos de reformas serán constantemente frustrados. “…cuando
el partido llegó a acuerdos “tácticos” con Prado se creó un serio malestar interno
que Haya y sus colaboradores fueron capaces de controlar. Sin embargo,
amplios sectores de las clases medias y populares que se incorporaban a la vida
política sin filiación definida, consideraban claudicante la posición aprista.”

Debido a las continuas trabas que ejercía la oposición en los intentos de


reforma agraria, el gobierno de Belaunde tuvo que lidiar con las fuertes protestas
campesinas provenientes del sector rural.

“La ley de Reforma Agraria presentada al parlamento por Acción Popular, fue retaceada
por la coalición, hasta convertirla en un documento inoperante. La coalición excluyó de
la reforma a las propiedades trabajas “eficientemente” y dedicadas a la producción de
mercancías de exportación. De esta manera, las propiedades con un alto grado de
capitalización se veían libres de todo peligro de ser afectadas. Quedaba el sector
precapitalista como área de reforma, pero incluso en ese aspecto la ley recortaba las
posibilidades de llevar acciones efectivas.” (Cotler, 2006).

De este modo, no tuvo otra opción que reprimir los ejes del movimiento
campesino, lo que produjo como consecuencia, las condiciones propicias para
el actuar de una serie de focos guerrilleros, tales como el MIR y el ELN. Ante
ello, el ejercito exigió al gobierno la erradicación total del movimiento campesino,
lo cual llevó al rechazo de Belaunde por parte de los sectores populares que un
inicio lo apoyaron. Todo ello propició una crisis en el gobierno, que acabaría
finalmente con un futuro golpe de estado por parte de la facción militar:

“Políticamente, Belaunde era mayoritariamente considerado como alguien cada vez más
irrelevante, incapaz de controlar hasta a su propio partido y mucho menos de efectuar
las reformas que había prometido al país. La opinión pública se agrió aún más cuando
el gobierno fue remecido por una serie de escándalos de contrabando que involucraban
a funcionarios de alto nivel.” (Klarén, 2012)
1.4 La representación campesina en el gobierno de Velasco
Alvarado

El golpe de estado de Velasco, contó con un amplio apoyo de los sectores


populares, a causa de los escándalos de corrupción con la IPC en el gobierno
de Belaunde. Su gobierno se caracterizó principalmente por impulsar una
industria nacional y, asimismo, brindar un fuerte apoyo a la masa campesina con
la reforma agraria. “En general, demandaba grandes reformas estructurales en
las áreas de industria, tenencia de la tierra, impuestos, banca y gobierno.”
(Klarén, 2012).

Velasco, mediante el Plan Inca, impulsó una serie de reformas sociales,


con lo cual mitigó el descontento social que se había generado, producto de las
trabas que impuso el gobierno anterior, para con la reforma agraria. De este
modo, el Plan Inca, busco una transformación de las estructuras de poder
vigentes en aquel entonces, en favor de las clases populares. Como se menciona
en el artículo uno del estatuto revolucionario:

“La fuerza Armada del Perú recogiendo el anhelo ciudadano y consciente de la


impostergable necesidad de poner fin al caos económico, a la inmoralidad administrativa,
a la improvisación, al entreguismo respecto a las fuentes naturales de riquezas y a su
explotación en beneficio de grupos privilegiados, así como a la pérdida del principio de
autoridad y a la incapacidad para realizar las urgentes reformas estructurales que
reclama el bienestar del pueblo peruano y el desarrollo del país, asume la
responsabilidad de la dirección del Estado, con el fin de encausarlo definitivamente hacia
el logro de los objetivos nacionales.” 1

De este modo, la reforma agraria significó una mayor representación por


parte del campesinado, permitiendo un reordenamiento de las tierras en torno a
los sectores tradicionales del poder:

1
Transcripción tomada del libro EL PROCESO PERUANO, editada por la Subdirección de Publicaciones y
Material Educativo del Instituto Nacional de Investigación y desarrollo de la educación “Augusto Salazar
Bondy”, INIDE-MINISTERIO DE EDUCACIÓN. Lima-Perú.
“Desde esta perspectiva, la reforma agraria prescribía un cambio radical, cuyo
primer objetivo era cancelar el régimen de hacienda, a fin de instaurar un orden
de naturaleza cooperativa y corporativa. Decisiones ambas que la convertían en
el primer gran proyecto contemporáneo realizado por el Estado para transformar
la estructura agraria y reorientar la vía de desarrollo seguida hasta entonces por
la sociedad rural.” (Matos & Mejía, 1980).

No obstante, pese a que la reforma buscó una mayor equidad con


respecto a la distribución de las riquezas, solo ciertos sectores del campesinado
se vieron favorecidos con respecto a la distribución de tierras:

“De otro lado, la abrumadora mayoría de los campesinos de la sierra —el cuarenta por
ciento del total— se benefició mucho menos de la reforma. Por ejemplo, una sexta
parte de todos los beneficiarios fueron campesinos de haciendas serranas mal
capitalizadas y atrasadas, que formaron «grupos» y decidieron recibir y trabajar sus
campos individualmente. […] De igual modo, los campesinos de algunas comunidades
serranas —tal vez la tercera parte del total de beneficiarios— recibieron algunos
pastizales de haciendas vecinas valorizados en apenas $50 o menos. Por último, la
mayoría de los campesinos de la sierra sur, más pobre y menoscabada, no se
beneficiaron en nada con la reforma.” (Klarén, 2012).

1.5 Bermúdez y el plan Túpac Amaru

El gobierno de Morales Bermúdez representó una contrarrevolución en


torno a lo que había hecho el gobierno anterior. De este modo, establece el plan
Tupac Amaru de inclinaciones liberales, que buscó superar la crisis económica,
mediante soluciones capitalistas:

“El modelo económico adoptado desde un principio por el nuevo gobierno consistió en
una drástica reducción del gasto fiscal, en la eliminación de los subsidios, en un reajuste
de precios del mercado interno, en la devaluación progresiva de la moneda y en una
apertura ilimitada hacia el capital privado nacional y extranjero.” (Domínguez, 2016).

Asimismo, durante su gobierno, el descontento social se hizo mayor,


producto de la anulación de una serie de reformas logradas durante el gobierno
de Velasco, lo que produjo como consecuencia, un ambiente de mayor represión
en lo social:
“Entre los cambios políticos, Morales-Bermúdez "expulsó a las fuerzas populistas
y nacionalistas de Velasco Alvarado del Estado, el ejército, la burocracia,
disociando a su régimen de los “capitalistas nacionales” y los sectores de
izquierda, especialmente los del Partido Comunista Peruano (PCP) y la
Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP)" (Domínguez, 1989). 2

De este modo, durante su gobierno, se podrá observar una serie de


manifestaciones como es el caso de los transportistas en Lima, en contra del
alza de la gasolina, el paro nacional convocado por las CGTP el 19 de julio, entre
otros. En respuesta, el gobierno actúa con una fuerte opresión en los sectores
populares:

“…el gobierno del General Morales Bermúdez subordinó las fuerzas policiales y el
sistema judicial al control militar, esta estrategia le fue de utilidad para el control más
efectivo de enemigos internos. Sin embargo, esto creó un aparato militar de control y
arbitrariedad que incluso llegó a devenir en violencia, principalmente contra los sectores
más pobres de la sociedad.” (Córdova, 2016).

1.6 La década de los ochenta y el surgimiento de los nuevos


focos guerrilleros

La década de los se ochenta inicia con el segundo gobierno de Belaunde,


que se caracterizó por seguir los lineamientos económicos dados por la FMI.
Asimismo, su gobierno representó el regreso a la democracia tras doce años de
dictadura militar.

Durante este periodo, la migración del campo a la ciudad, se hace mucho


mayor, a consecuencia del fracaso de la reforma agraria. Por lo que el sector
urbano aumentó en gran medida y se dio la aparición la cada vez mayor aparición
de los pueblos jóvenes que buscaban una oportunidad en la capital. “El
incremento de la población urbana fue impresionante, pasando de representar

2
Citado por Luis Córdova (2016) en El papel político de la policía nacional del Perú y su relación con el
gobierno revolucionario de las fuerzas armadas.
un cuarenta y siete por ciento de la población a nivel nacional en 1961 a un
sesenta y cinco por ciento en 1985.” (Klarén, 2012).

De igual modo, pese a que ciertos sectores populares se habían


beneficiado en parte por las reformas industriales y agrarias, el surgimiento de
una nueva clase capitalista asociado a intereses nacionales y extranjeros, se
instauró como una nueva clase de poder en la sociedad. Ante ello, aparecieron
una serie de descontentos al mando de la nueva izquierda. Entre los grupos
movimientos políticos que surgieron en aquel entonces, destaca la aparición de
Sendero Luminoso al mando de Abimael Guzmán.

“El 17 de mayo de 1980 en el pueblo de Chucchi (Ayacucho), el autodenominado Partido


Comunista del Perú (Sendero Luminoso) inició la lucha armada contra el Estado
Peruano, después de haber concientizado ideológica y militarmente a los pueblos de la
serranía deprimida.” (ADDCOT, 2006)

Sendero Luminoso, inició su accionar contra el gobierno, mediante una


serie de acciones que buscaban la concepción de un nuevo Estado que iría del
campo a la ciudad. La crisis económica que atravesaba el país, ligada a los
desastres naturales que la azotaban, permitió una gran velocidad en la escala
de actividades de Sendero:

“Entre 1981-1983 Perú vivió una de las peores crisis económicas de su historia y la Sierra
fue una de las zonas más azotadas por la escasez. La tardía y desproporcionada
respuesta que daría el Gobierno como reacción a los ataques de la guerrilla, unida al
incesante descontento de la población ante la inacción del Gobierno, benefició a Sendero
Luminoso en sus primeros años de lucha armada en los que el apoyo de la población
civil resultaba esencial.” (Santillán, 2017)

De igual manera, el ambiente anteriormente descrito, permite el


surgimiento de otro foco guerrillero de gran magnitud, el Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), la cual tuvo su origen en pequeños grupos
de izquierda ligados al partido de Izquierda Unida. El movimiento, se inspiró en
torno a la figura del Che Guevara con su estrategia “foquista”.
Sus primeras actividades tuvieron inició en la capital, como se muestra en
Desco: “La primera actividad armada públicamente conocida del MRTA. Ataque
de un comando tupacamarista con armas de fuego sobre el puesto policial de
Villa El Salvador, Lima.” (Desco, 1989)

Con un gobierno en crisis y una serie de fuertes conflictos sociales que se


hacían cada vez más visibles en la sierra. Belaunde dejó el gobierno en manos
de García, quién había obtenido el cargo, mediante una serie de promesas a los
sectores populares: “El joven aspirante aprista añadió otro sector no tradicional
a su versión revisada de la coalición populista: el campesinado, al cual percibía
como estratégicamente vinculado al sector informal de base urbana a través del
fenómeno de la emigración.” (Klarén, 2012).

García proclamó una política económica heterodoxa en su primer


gobierno, negándose a pagar la deuda externa a no más del diez por ciento de
las exportaciones realizadas. Esto ocasionó como consecuencia, el rechazo del
capital extranjero y, asimismo, el aislamiento económico por parte de los
organismos financieros internacionales.

La política intervencionista que implementó, favoreció a una serie de


empresarios peruanos denominados los “doce apóstoles”, a los cuales, se les
otorgaba un conjunto de exoneraciones tributarias, junto a la entrega de los
dólares MUC, que produjo grandes escándalos de corrupción en torno al
gobierno.

Durante los dos primeros años de su gobierno, las políticas heterodoxas


implementadas tuvieron éxito, lo que suprimió el descontento social generado en
el gobierno anterior. De esta manera, los agricultores se beneficiaron con una
mayor obtención de crédito y, asimismo, el crecimiento fue mucho mayor en
contraste con otros países. De igual manera, durante estos dos primeros años,
ocurre la masacre en los penales del Frontón y Lurigancho, que buscó acabar
con el amotinamiento de 250 prisioneros senderista.
Durante este contexto, también ocurre una mayor expansión de Sendero
en la sierra, captando un mayor número de adeptos a su movimiento: “Sendero
había ingresado a la sierra central y norte, sobre todo al departamento de Pasco
y al alto Huallaga, así como también al sur, principalmente en Puno. En Pasco
logró establecer su influencia entre el campesinado en las comunidades más
altas, remotas y pobres.” (Klarén, 2012).

Al mismo tiempo la influencia de Sendero se hacía cada vez más vigente


en la sierra, también hacía su ingreso a Lima, mediante una serie disturbios:
“Para 1985 Sendero también había ingresado a Lima con una campaña de
sabotajes que, entre otras cosas, causó numerosos apagones que provocaron,
juntamente con los frecuentes atentados explosivos y asesinatos, una creciente
sensación de temor y aprensión entre la población en general.” (Klarén, 2012).

Después de dos años de lo que parecía ser una efímera prosperidad, el


gobierno finalmente entró en una profunda crisis económica que llevó a una
hiperinflación que aumentaba cada vez más. Ello, sumado al mayor avance de
Sendero en la capital, produjo como consecuencia, un fuerte descontento social
y la desaprobación al gobierno de García.

La fuerza laboral se encontraba en gran medida desempleada o


subempleada, los productos de primera necesidad escasearon y se observaba
en las calles, grandes filas para la obtención de los mismos. Asimismo, en el
ámbito rural, la situación fue igualmente grave, los productos agropecuarios
descendieron drásticamente en su demanda, lo que conllevó que ciertos del
campesinado, se empobrecieran aún más.

Todo este malestar generalizado en la población, fue aprovechado por


Sendero, quienes obtuvieron aumentaron su influencia y adquirieron una mayor
cantidad de adeptos a sus filas, al mismo tiempo que incrementaba el nivel de
disturbios en la capital: “Sendero intensificó sus operaciones en Lima, sobre todo
con tácticas terroristas tales como los atentados con explosivos, una de las
principales características de su guerra psicológica que buscaba desmoralizar a
la población.” (Klarén, 2012).
1.7 La década de los noventa y el populismo fujimorista

Tras la profunda crisis ocasionada por el gobierno de García, el gobierno


recae en el ingeniero Alberto Fujimori, quien implementó una dictadura cívico-
militar, junto a un modelo neoliberal que buscó contrarrestar en parte, el mal
producido por la política estatista llevado a cabo por García

Fujimori llegó al poder, mediante la promesa de una serie de soluciones


moderadas que iba a tomar con respecto a la crisis económica que había dejado
el gobierno anterior. Además, la informalidad política con la se presentaba y su
no adición a ningún partido político de trascendencia, resultó ser una propuesta
nueva y atractiva para el pueblo, quienes finalmente le concedieron la victoria en
las elecciones:

“Fujimori parecía deleitarse en juntarse con la gente común en los pueblos jóvenes de la
ciudad o en los mercados rurales de la sierra, colocándose a menudo un colorido poncho
y chullo andinos. Disfrutaba recorriendo las barriadas en un tractor llamado el Fujimóvil,
desde donde invariablemente recordaba a su público que el sería «un presidente como
tú»” (Conaghan y Malloy 1994: 227).3

Durante su gobierno, Fujimori contó con un amplio apoyo de los sectores


populares, es así que el 5 de abril de 1992, decide dar un autogolpe de estado
con una aprobación del más del 70% de la población y en alianza con las fuerzas
militares. Más tarde, comunicó un mensaje a la nación, aduciendo lo siguiente:

[…] hoy sentimos que algo impide continuar avanzando por la senda de la reconstrucción
nacional y el progreso. Y el pueblo del Perú sabe la causa de este entrampamiento, sabe
que no es otro que la descomposición de la institucionalidad vigente. El caos y la
corrupción, la falta de identificación con los grandes intereses nacionales de algunas de
las instituciones fundamentales como el poder legislativo y poder judicial, traban la
democracia […]. (Ib.).4

3
Citado por Peter Klarén (2012) en Nación y sociedad en la historia del Perú.
4
Citado por Maritza Sobrados (2015) en Fujimorismo: propaganda política y herencia populista.
Al mismo tiempo que ocurrían los hechos mencionados, en ese mismo
año, Sendero continuaba con sus disturbios en la capital y se preparaba para dar
un golpe a gran escala. No obstante, antes que se pudiese llevar a cabo dicho
atentado, fue capturado por el grupo GEIN en una casa de los suburbios de Lima.
Ante ello, Fujimori acudió rápidamente al lugar para llevarse el crédito por la
captura del jefe guerrillero y aumentar su popularidad, “Este hecho tuvo el efecto
de reconocer virtualmente a Fujimori como el vencedor en la larga guerra y
provocar la consternación y la división entre los restos de la dirigencia
senderista.” (Klarén, 2012).

Los años siguientes a 1992, con la privatización de un gran número de


empresas estatales y una notable mejora en las condiciones financieras del país,
propició las condiciones favorables para una futura reelección de Fujimori en las
elecciones de 1995. Es así que, producto del debilitamiento de los partidos
políticos tradicionales y el apoyo de las fuerzas armadas, Fujimori obtiene la
victoria nuevamente.

Fujimori pudo mantener el control de la población mediante la


manipulación mediática de los medios, mediante los famosos diarios chicha y las
noticias sensacionalistas que distraían a la población de los sucesos de
corrupción que acontecían a su alrededor, “Fujimori y sus asesores tenían plena
conciencia del valor de controlar la información publicada en los medios de
comunicación, toda vez que eran el principal nexo con la población peruana al
adolecer de una burocracia altamente definida.” (Rojas, Mujica, & Suckel, 2009).

En 1997, ocurre la toma de la embajada de Japón por parte del grupo


MRTA, quienes capturaron a un grupo de rehenes. No obstante, la acción fue
contrarresta con la operación Chavín de Huántar que resultó ser un éxito en gran
medida. Pese a ello, las ejecuciones que se realizaron fueron extrajudiciales, por
lo que conllevará a una serie de denuncias por parte de las familiares de los
fallecidos.
En el 2000, Fujimori intentó reelegirse nuevamente como presidente,
mediante la excusa de un vacío legal en la constitución. Asimismo, tomó el
control de la ONPE y los medios de comunicación para asegurar su victoria:
“El acto de votación del 9 de abril de 2000, al igual que la campaña que lo precedió,
estuvo caracterizada por múltiples problemas'". Como el vivido por Transparencia,
organización no gubernamental peruana que denunció la interceptación de sus líneas
telefónicas, cortes de energía eléctrica y alteraciones externas que intentaron anular su
sistema informático. Por su parte, la Defensoría del Pueblo señaló haber detectado, entre
otros, los siguientes problemas producidos el día de la votación: propaganda electoral en
los centros de votación; irregularidades en las cédulas de votación, algunas de las cuales
habían sido mutiladas en la parte correspondiente a la agrupación política opositora Perú
Posible.” (García, 2001).

Ante los visibles actos de corrupción y fraude que habían observado en el


proceso electoral del 2000, el opositor Alejandro Toledo hizo el llamado a la
población, para que se levante en contra de la dictadura fujimorista. Es así que
al interior del todo el país, se realiza una serie de manifestaciones en contra de
las fraudulentas elecciones que permitieron la reelección de Fujimori. De esta
manera, la denominada Marcha de los Cuatro Suyos, respondió un derecho
legítimo que posee cada peruano a manifestarse en contra del poder.
“La Marcha de los Cuatro Suyos marcó la cúspide de esta efervescencia popular
antifujimorista y al mismo tiempo puso en evidencia el sostenido legado de la izquierda,
cuyos modos de protesta y cuya retórica dominaron el repertorio cultural de la Marcha.”
(Poole & Rénique, 2001 ).
CONCLUSIONES
 Los partidos políticos suelen aprovechar las crisis económicas y el
descontento social producido en la población, para ganar una serie de
adeptos a sus filas, lo cual les permite un futuro ingreso al poder, mediante
la promesa de una serie de reformas a futuro. No obstante, se ha podido
observar que, en muy pocas ocasiones, están reformas se han logrado
concretar una vez que los candidatos adquieren el gobierno.
 El descontento social de los sectores populares, ligado al olvido de estos
por parte de los gobiernos de turno, crea un ambiente propicio para la
aparición de grupos guerrilleros que buscan la aprovechar estos factores
para adquirir seguidores y realizar disturbios en las zonas del interior del
país.

Bibliografía
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