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Al culminarse su beca en 1953, viajó a París para preparar una tesis sobre literatura
francesa en la Universidad La Sorbona. Por entonces escribió su primer libro Los
gallinazos sin plumas, una colección de cuentos de temática urbana, considerado como
uno de sus más logrados escritos narrativos. Pero abandonó los estudios y permaneció en
Europa realizando trabajos eventuales, alternando su estancia en Francia con breves
temporadas en Alemania y Bélgica. Fue así que entre 1954 y 1956 estuvo en Múnich,
donde escribió su primera novela, Crónica de San Gabriel. Regresó a París y luego viajó
a Amberes en 1957, donde trabajó en una fábrica de productos fotográficos. En 1958,
regresó a Alemania y permaneció un tiempo en Berlín, Hamburgo y Fráncfort del Meno.
Durante su estadía europea tuvo que realizar muchos oficios para sobrevivir, como
reciclador de periódicos, conserje, cargador de bultos en el metro, vendedor de productos
de imprenta, etc.
Se casó con Alida Cordero y tuvieron un único hijo. En 1973, se operó por primera vez de
un cáncer pulmonar, provocado por su adicción al cigarrillo, y a raíz de lo cual recibió un
largo tratamiento. Inspirado en esta experiencia, escribió un libro titulado "Sólo para
fumadores".
Últimos años[editar]
Generoso con sus amigos y con escritores jóvenes, Ribeyro nunca tuvo enemigos y fue
siempre muy valorado por sus contemporáneos. Luego de ser confirmado como embajador
ante Unesco a finales de los años 1980, tuvo un intercambio verbal muy áspero con su
compatriota y amigo Mario Vargas Llosa, a raíz de la discusión desatada en el Perú en
torno a la proyectada estatización de la banca del primer gobierno de Alan García, que
dividió a la opinión pública del país. Ribeyro criticó a Mario que apoyara a los sectores
conservadores de su país, oponiéndose así, según él, a la irrupción de las clases
populares. Vargas Llosa no dejó pasar la oportunidad de responderle en susmemorias El
pez en el agua (1993), señalándole su falta de coherencia, que lo llevaba a mostrarse
servil con cada gobierno de turno solo con el fin subalterno de mantener su cargo
diplomático en la Unesco.2 Sin embargo, al margen de este episodio penoso, Vargas Llosa
ha alabado incesantemente la obra literaria de Ribeyro, a quien considera como uno de los
grandes narradores de habla hispana. La relación entre ambos autores, que compartieron
piso en París, fue por lo demás compleja y llena de misterios.3
Sus últimos años los pasó viajando entre Europa y el Perú. En el último año de su vida
había decidido radicar definitivamente en su patria en Perú. Murió el 4 de diciembre de
1994, días después de obtener el Premio de Literatura Juan Rulfo.
Balance de su obra[editar]
El conjunto de sus cuentos se halla reunido en el libro La palabra del mudo, que fue
ampliando a lo largo de su carrera y suma cuatro volúmenes. Entre sus cuentos más
célebres figuran "Los gallinazos sin plumas", "Al pie del acantilado", "Alienación", "El
doblaje" y "Silvio en El Rosedal".
Con sus obras, aparecidas a partir de la década de 1950, el Realismo Urbano llega a su
desarrollo pleno en el Perú, y se abre camino para las obras de los autores del boom
latinoamericano como Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique. Ribeyro, sin
embargo, prefirió vivir alejado del denominado Boom.
Narrados con un estilo sencillo e irónico, los personajes de sus historias, frecuentemente,
pertenecientes a la clase media establecida o la clase baja ascendente, se encuentran
ante situaciones de quiebre y fracaso, usualmente ante pequeñas tragedias personales o
cotidianas que se articulan con los discursos en constante pugna: el racismo, los rezagos
de una Lima colonial anquilosada, la migración campo-ciudad; así como sentimientos
personales como la soledad y el fracaso.