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Aura y El Rojo Crepúsculo
Aura y El Rojo Crepúsculo
Han pasado vario años desde la desaparición de una mujer llamada, muchos aún
la recuerdan, dejó su esencia impregnada y es muy difícil de irse. Ella se está
olvidando y es mi trabajo que jamás se olvide.
Esta es la historia de Aura, una adolescente llena de emociones, que por destino o
suerte en un día común y sin sentido fue elegida por el gran Dios.
Aura fue una mujer, una niña de escasos dieciocho años de dad, una chica normal
pero diferente, le gustaba pisar las hojas secan en otoño, mirar al cielo, abrazar a
los árboles, tomar fotografías y escribir. No era una chica muy social, de hecho era
bastante tímida y siempre tenía un rubor natural en las mejillas, y bueno, en toda la
cara.
Mujer, la fina y roja flor de pluma, elegida por Xochipilli, ¡oh Aura! ¿Dónde estás?
Mi Aura…
Era una obsesiva, amaba el are, la música y las letras. Ella era un misterio, todos la
conocían y había múltiples rumores de ella, desde su desaparición, era invisible
también… Muchos afirman que se suicidó, que pudo haber muerto por ingerir
drogas, que se escapó con alguien, incluso se hablaba de su posible estancia en la
cárcel e incluso hablaban de que había estado embarazada y tuvo que huir. Nada
de es verdad, yo la conocí mediante sus letras.
Sí, era rara, incluso pudo haber estado loca pero era real, por eso, Xochipilli, el dios
de la poesía y la música, la eligió.
En un día normal, aburrido y sin nada más productivo que hacer, algo me sucedió,
me encontré con una de las libretas de la chica, la leí, la analicé, sí era de ella, sí
estaba loca, estaba muy sola…
Frecuentaba los lugares en los que ella estaba, a decir verdad, me obsesioné con
aquella mujercita, apenas y la conocí cuando estaba presente, pero tras su
desaparición algo de curiosidad me invadió y un enorme deseo por descubrir dónde
estaba y si podía desmentir los rumores que se divulgaban sobre ella. Tanto fue mi
deseo que pude encontrar escritos de ella donde la pude conocer perfectamente,
jamás la volvimos a encontrar…
Le escribí un libro, planeo dárselo pronto. Por azares de la vida hoy una mujer reavivó mi
amor por la música, me fui temprano del instituto, llegué a casa, canté un poco y
desempolvé mi guitarra. Una sensación, me estremeció.
No me era extraño leer esto, ella si no escribía, estaba con su guitarra. Era una
buena niña, y cuando la leo los ojos se me llenan de lágrimas, ella sólo quería ser
feliz, sonreír y de vez en cuando un abrazo.
Cuando leí sus palabras, un sentimiento de tristeza me invadió, ella se veía feliz y
muy perdida también, no sabía todo lo que ella podría esconder. Comenzó a verse
peor, sus ojeras eran muy notorias, su expresión cambió, se volvió más introvertida
y casi no dormía, ni comía. Estaba esforzándose y sacrificando muchas cosas, eso
era claro.
Tal vez nunca llegue. Para estar con Xochipilli había que ser fuerte y sacrificarse a
sí mismo, dejarlo todo, para recibir las flores y el canto del sol cuando amanece,
recibir las plumas finas y las flores acuáticas.
Aura sufría, pero su recompensa era grandiosa. Ella no estaba sola, la Cojolita le
acompañaba, cuando ella se caía o lloraba, su fiel amigo y pájaro, enviando por
Xochipilli. El dios de las flores, el canto, la música, el arte, la poesía a fertilidad.