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TEORIAS DEL ESTADO

JEAN – JACQUES
ROUSSEAU
´´EL CONTRATO SOCIAL´´

INTEGRANTES:
BECERRA LABORIANO GLESSY

CARRASCO AGÜERO IVAN

CARRASCO CHAMBA VIVIANA

GONZALES C. YOHANA

REQUE NECIOSUP JUANA

SALAS PEREZ MERCEDES

SALAZAR TINSEC RICHARD

SANTAMARIA MONTALVAN LILIANA

VASQUEZ DIAZ NANCY

DOCENTE:

ATOCHE PACHERRES JORGE

CICLO:

VIII

FECHA:

06/05/16
Contenido
INTRODUCCION ............................................................................................................................. 2
JEAN- JACQUES ROUSSEAU ........................................................................................................... 3
LEGADO ......................................................................................................................................... 4
POLÍTICO Y SOCIAL .................................................................................................................... 4
SU VISIÓN REPUBLICANA: ............................................................................................................. 7
LA CONCEPCIÓN SOBRE LA REPÚBLICA DE JUAN JACOBO ROUSSEAU ......................................... 9
DIFERENCIA ENTRE ESTADO, SOBERANO Y GOBIERNO. ............................................................. 10
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................................. 15

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INTRODUCCION

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), en su influyente tratado El contrato social,


publicado en 1762, dibujó una versión muy diferente de la teoría contractual. La
teoría de Rousseau tiene muchos puntos en común con la tradición individualista
de Locke, aunque también se diferencia de aquella en muchos aspectos. El
postulado de Rousseau, que da nombre a esta teoría, emplea el lenguaje jurídico
propio de las relaciones privadas entre los hombres. Este pensador, a partir de
su observación de la sociedad, constituida en ese entonces por masas sometidas
al Rey, discute acerca del vínculo que existe entre el soberano y los súbditos.

En 1755, publicó el Discurso sobre la desigualdad, en el que sostiene, con una


lógica vehemente, que el hombre es bueno por naturaleza y que es corrompido
por la sociedad, civilización y el progreso de las ciencias y de las artes

El contrato Social en esta obra, expone que todos los hombres son iguales, y
que en ellos reside la soberanía para gobernar, aunque la descansan en sus
representantes, afirmando que la auténtica libertad es la obediencia a las leyes
emanadas de la voluntad de los habitantes, y que la mejor forma de gobierno es
la república

Él era un ferviente Enemigo de la desigualdad social, su voz inició el camino


hacia la conciencia revolucionaria; al mismo tiempo que, deslumbrado por la
belleza de la naturaleza su obra sirve de puerta al Romanticismo, siendo
considerado uno de sus creadores mucho antes de que éste lograra su esplendor
y desarrollo.

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JEAN- JACQUES ROUSSEAU

Filósofo francés, fue uno de los más destacados


pensadores europeos del siglo XVIII, siendo su discurso
fundamental para el desarrollo posterior del movimiento
ilustrado y de la Revolución Francesa. Definido como un
ilustrado; a pesar de las profundas contradicciones que lo
separaron de los principales representantes de la
Ilustración.

Para Rousseau, el Estado es el cuerpo político que nace


del «primer convenio» y que fue, en éste, aprobado unánimemente. Por
consiguiente, es el Estado esta marea humana echada antes en la naturaleza y
que se haya transformado ahora voluntariamente en comunidad política; es
decir, en una sociedad estructurada por leyes que han sido creadas por todos
sus miembros y a las cuales se encuentran todos sometidos para el bien común.
Esto lo dice Rousseau precisamente en el capítulo VI del libro Primero
del Contrato Social, definiendo así el Estado: «un cuerpo moral y colectivo
compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea, el cual recibe por
este mismo acto su unidad, su -yo común, su vida y su voluntad».

El Estado también será llamado por Rousseau en sentido pasivo: «sociedad


civil», «ciudad-estado», o «república», en sentido activo: pueblo soberano. Lo
que significa que sólo se distingue el Estado del pueblo soberano cuando éste
este reunido en asamblea y sin esta condición, da lo mismo.

Ahora bien, para no anticipar, dejo que se descubra progresivamente en esta


segunda parte del trabajo cómo Rousseau llegó a esta concepción del Estado.
Para eso, expondré en seguida su propia teoría del estado natural, su
concepción del pacto social originario y sus planteamientos sobre la naturaleza
y el funcionamiento del orden social.

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LEGADO
POLÍTICO Y SOCIAL
 Rousseau produjo uno de los trabajos más importantes de la época de la
Ilustración; a través de su Contrato Social, hizo surgir una nueva política. Esta
nueva política está basada en la volonté générale, voluntad general, y en el
pueblo como soberano.

En su obra El Contrato Social, Rousseau argumenta que el poder que rige a la


sociedad es la voluntad general que mira por el bien común de todos los
ciudadanos.

Este poder sólo toma vigencia cuando cada uno de los miembros de una
sociedad se une mediante asociación bajo la condición, según expone
Rousseau, de que “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su
poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; y cada miembro es
considerado como parte indivisible del todo.” En fin, Rousseau plantea que la
asociación asumida por los ciudadanos debe ser “capaz de defender y proteger,
con toda la fuerza común, la persona y los bienes de cada uno de los asociados,
pero de modo tal que cada uno de éstos, en unión con todos, sólo obedezca a
sí mismo, y quede tan libre como antes.” La obra rousseauniana argumenta que
esta asociación de los hombres no es algo natural.

El hombre sale de su estado natural de libertad porque le surgen necesidades


de supervivencia que le imponen la creación de algo artificial, ya que el hombre
no es sociable por naturaleza y no nació para estar asociado con otros. Es
voluntariamente que se unen los unos a los otros y fundamentan este vínculo
con el desarrollo de la moralidad y la racionalidad para satisfacer las necesidades
que la naturaleza le ha impuesto. La moral y la razón se hacen evidentes en la
sociedad al establecer un modelo normativo capaz de crear un orden social que
evite la dominación de unos sobre otros y que involucre una representación
participativa de todos los miembros de la sociedad.

Mediante El Contrato Social, Rousseau le abre paso a la democracia. En la


misma, todos los miembros reconocen la autoridad de la razón para unirse por
una ley común en un mismo cuerpo político, ya que la ley que obedecen nace de

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ellos mismos. Esta sociedad recibe el nombre de república y cada ciudadano
vive de acuerdo con todos.

En este estado social son necesarias las reglas de la conducta creadas mediante
la razón y reflexión de la voluntad general que se encarga de desarrollar las leyes
que regirán a los hombres en la vida civil. Según Rousseau, es el pueblo,
mediante la ratificación de la voluntad general, el único calificado para establecer
las leyes que condicionan la asociación civil.

De acuerdo a la obra de Rousseau, todo gobierno legítimo es republicano, es


decir, una república emplea un gobierno designado a tener como finalidad el
interés público guiado por la voluntad general. Es por esta razón, que Rousseau
no descarta la posibilidad de la monarquía como un gobierno democrático, ya
que si los asociados a la voluntad general pueden convenir, bajo ciertas
circunstancias, la implementación de un gobierno monárquico o aristocrático,
entonces tal el bien común.

En su modelo político, Rousseau le atribuye la función de soberano al pueblo. A


este término no le atribuye características que designan a una sola clase o
nación, sino la representación de una comunidad de los que desean formar un
Estado y vivir bajo las mismas leyes que son la expresión de la voluntad general.

El ideal político planteado por Rousseau en El Contrato Social se basa en la


autonomía racional. Esta es la asociación que supone el reino de la ley común,
en la cual cada uno de los asociados, al entregarse al pacto social, se obedece
a sí mismo porque las leyes se fundamentan en la voluntad general, en la cual
cada ciudadano es a su vez legislador, al deliberar públicamente en la creación
de las reglas, y súbdito, al someterse libremente a la obediencia de las mismas.
El ideal político de El Contrato Social puede realizarse bajo cualquier forma de
gobierno. Rousseau argumenta que cualquier forma de gobierno es válida y
legítima si se ejerce dentro de los parámetros regidos por la ley común. En su
obra, Rousseau define una república como “todo Estado regido por leyes,
cualquiera que sea su forma de administración”. En el modelo político de
Rousseau, el pueblo aparece en una doble dimensión, en la cual es sujeto y
objeto del poder soberano. Cada individuo es sujeto de la soberanía porque
entrega todos sus derechos a la comunidad, pero, al mismo tiempo, es objeto

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porque, al ser parte de un todo, se los entrega a sí mismo. Al establecerse este
pacto, la soberanía reside en el pueblo y, como resultado, la misma es
inalienable, indivisible, absoluta e infalible, ya que es contradictorio que el
soberano como pueblo implemente algo contra sí mismo como súbdito.

Lo que caracteriza el modelo político que Rousseau desarrolla en El Contrato


Social es la idea clave roussoniana de "voluntad general". Tal voluntad se
diferencia de la voluntad de todos por su carácter universalista y su aspecto
normativo. No es una voluntad cualitativa, sino que se forma por una cualificación
moral, en la cual se requiere que los hombres actúen de acuerdo a los intereses
universalistas. Una vez se forma esta voluntad, su mandato es inapelable, ya
que lo que persigue es el interés colectivo que no es diferente del interés
individual. Es por ello que, si algún asociado intentase resistir la voluntad general,
se verá obligado por el cuerpo social a obedecerle.

Rousseau concebía la democracia como un gobierno directo del pueblo. El


sistema que defendía se basaba en que todos los ciudadanos, libres e iguales,
pudieran concurrir a manifestar su voluntad para llegar a un acuerdo común, a
un contrato social. En El contrato social diría que «toda ley que el pueblo no
ratifica, es nula y no es ley» y que «la soberanía no puede ser representada por
la misma razón que no puede ser enajenada». Como "voluntad general" no
puede ser representada, defendía un sistema de democracia directa que inspira,
hasta cierto punto, la constitución federal suiza de 1849.

La relación de las teorías de Rousseau con el nacionalismo moderno es uno de


los temas abundados por la teoría política y la historia de las ideas. En sus obras,
Rousseau planteó las bases para el nacionalismo moderno atribuyéndole los
sentimientos de identificación con la república o sociedad a la cual el hombre se
ha asociado, aunque argumentó que estos sentimientos sólo hubiesen sido
posibles en Estados pequeños y democráticos.

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SU VISIÓN REPUBLICANA:
Según (Petit, 2009), La visión rousseauniana es, a la vez, política, psicológica,
pedagógica, histórica y antropológica, lo que constituye a la humanidad en un
todo, que repercute en cada una de sus partes. Su pensamiento es complejo,
partía de la tesis de que la reforma del sistema sociopolítico sólo era posible sí
se toma en cuenta la problemática educativa-política. Esa visión se verá
expresada en sus obras: El Emilio, donde produce la interrelación entre lo
educativo y lo político, a la manera de Platón en la República: la ley educa al
hombre; bajo esta condición puede existir en un régimen republicano. Por tanto,
la pedagogía se fundamenta en la sociedad, puesto que se trata de formar a los
ciudadanos, al marido, al patriota.

El Contrato Social es su obra doctrinal. Ahí diserta sobre el estado, la república


y el origen de la unión de los hombres. En este libro, se plantea encontrar una
forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común a la persona y
a los bienes de cada asociado, y por virtud del cual cada uno, uniéndose a todos,
no obedezca sino así mismo y quede tan libre como antes. El Contrato Social
describe, entonces, la esencia de los elementos, que, sobre el plano político,
constituyen la soberanía política característica del contrato autoridad-libertad.
Para Rousseau, este contrato instituye un orden social, un derecho sagrado que
concreta una necesidad como base de todas las demás. Sin embargo, este
derecho es convencional y no natural. Pero el hecho de que el hombre nace libre,
sin tener derecho a desprenderse de ella, no existe fundamento alguno para la
tiranía, la eliminación de la libertad. Luego fundamenta el cambio político, y su
legitimidad en la institución de la libertad, excluyendo ésta una relación de
dominación o el sometimiento. Al existir el principio de libertad, el pueblo es libre;
de ahí se desprende que la legitimidad de un gobierno proviene del pueblo, pues
éste es libre de aceptar o rechazar cualquier gobierno. Condición para ello es
que el pueblo se apropie del poder y represente a la autoridad.

En el Contrato, Rousseau plantea la existencia de un soberano como cuerpo


político, formado por el cuerpo del pueblo y está formado únicamente por los
particulares que la componen. Si bien constituye un cuerpo colectivo cuyo
aglutinante es la voluntad general. Este concepto es clave en la teoría de
Rousseau y según él se brota de la naturaleza misma del pacto originario. La

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voluntad general es la expresión moral lo que indica que Rousseau introduce el
ingrediente de moralidad en la esencia de la comunidad política, llevando el paso
del hombre del estado de naturaleza a la sociedad civil a transformarlo,
sustituyendo en su conducta el instituto por la justicia y dando a sus acciones la
moralidad de que antes carecía. El hombre entra al reino de la moralidad cuando
deja de ser hombre y se convierte en ciudadano. Es la elevación de la vida
humana a niveles superiores del estado de naturaleza. Ese estado ideal, el
estado civil perfecto, es muy distinto al estado en sus formas reales, históricas,
que son ya, sin excepción para Rousseau, “formas degeneradas”. El estado ideal
de Rousseau no llega a identificarse con la utopía política pero se acerca
muchísimo. Rousseau edifica su Estado con modelos históricos, como la
constitución ginebrina, Esparta y Roma y cuando piensa en realizar en pleno su
idea señala la isla de Córcega para tal fin “Existe todavía en Europa un país
capaz de legislar, la isla de Córcega. Los demás pueblos europeos han entrado
en el proceso degenerativo y fuera de Europa, dónde encontrar un pueblo que
reúna la consistencia de un pueblo antiguo con la docilidad de un pueblo
nuevo. En su obra, el estado republicano sometido a leyes, queda para la
aplicación práctica a pueblos pequeños, plásticos, en estado de formación,
donde las costumbres no se hayan cristalizado todavía en disposiciones rígidas;
donde el crecimiento de las necesidades, las pasiones y los vicios no hayan
iniciado la marcha ascendente; donde los intereses particulares no se hayan
disociado del interés común. Una mirada retrospectiva a la tradición republicana
puede encontrar un diseño de sociedad fuertemente integrada, y donde la
pertenencia a la sociedad se rige por criterios filiales, sanguíneos y de
contribución a la defensa de la patria. Rousseau, en el Proyecto de Constitución
para Córcega, redactado a petición de Buttafoco y las Consideraciones sobre el
gobierno de Polonia y su proyectada reforma dibujan el estado ideal rousseniano,
con los mecanismos para su funcionamiento, desde el punto de vista económico,
que nos llevan a una sociedad atrasada, rural, colectivista que antagonizan
totalmente con el momento de grandes cambios y avances en los que vivía
Rousseau. En su visión ese estado republicano compuesto por pequeños
estados y sería una especie de confederación, donde la propiedad no podría
establecerse que sobre la fe pública. Sería un pueblo de agricultores y pequeños

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comerciantes, regido por leyes y donde se buscaría mantener, una igualdad y
libertad cívica, basada en la educación patriótica de sus ciudadanos.

La visión república de Rousseau va a influir a muchos estudiosos de los


republicanismos contemporáneos que tomarán sus conceptos para elaborar sus
propias definiciones. (Pettit, 2003) Sostiene que el Republicanismo “propugna
que las personas son ciudadano, no súbditos y que por lo tanto nadie tiene
derecho a decidir sobre la vida o libertad de otra persona. El Estado tiene poder
el para evitar que unos fuertes tomen como súbditos a unos débiles”. La
república de Rousseau parte de la ley y por tanto, todo gobierno que se rige por
leyes puede llamarse republicano, incluyendo la monarquía.

LA CONCEPCIÓN SOBRE LA REPÚBLICA DE JUAN JACOBO


ROUSSEAU
Rousseau presenta una República en la que el poder soberano, una vez
constituido por la voluntad de todos, sería infalible sin necesidad de otorgar
garantías. El autor sostiene que el pacto social proporciona al cuerpo político un
poder absoluto. Señala que “la persona pública, formada por la unión de todas
las personas, primero toma el nombre de ciudad, y hoy de República o cuerpo
político; sus miembros lo denominan estado cuando es pasivo y soberano
cuando es activa, y potencia cuando se la compara con otras personas públicas
semejantes a ella misma”. Según Rousseau la república, como cuerpo colectivo
creado por acuerdo general de toda la comunidad tiene la voluntad general. La
soberanía se encuentra entonces en esa voluntad general que en sí es la suma
total de las voluntades individuales de los miembros del contrato social. Hace
especial hincapié, en que la República se rige por la ley y se orienta al bien
común. La soberanía popular no consiste, entonces, en la voluntad de la mayoría
de intereses privados, particulares y contingentes, sino en la voluntad general,
en tanto expresión del interés común.

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DIFERENCIA ENTRE ESTADO, SOBERANO Y GOBIERNO.
Para Rousseau, al no existir derecho natural, lo único que puede fundamentar
de manera legítima el derecho, y con ello toda institución civil, es un mutuo
acuerdo: “Puesto que ningún hombre tiene autoridad natural sobre sus
semejantes, y puesto que la naturaleza no produce ningún derecho, sólo quedan
las convenciones como único fundamento de toda autoridad legítima entre los
hombres”. Rousseau remite la fundación de este pacto a un momento hipotético
en el cual el estado de naturaleza es tan insoportable que obligue a los hombres
a reunir todo lo que tienen, su voluntad y su fuerza, para hacer frente en conjunto
a esta adversidad:

Parto de considerar a los hombres llegados a un punto en el que los


obstáculos que dañan a su conservación en el estado de naturaleza logran
superar, mediante su resistencia, la fuerza que cada individuo puede emplear
para mantenerse en ese estado como los hombres engendrar nuevas fuerzas,
sino unir y dirigir las que existen, no tienen otro medio de conservarse que
constituir, por agregación, una suma de fuerzas que pueda exceder a la
resistencia.

Dado que eso que entrega cada hombre es precisamente lo único que posee
para procurar su existencia, el problema ahora es garantizar que dicho pacto se
realice sin perjudicar a ninguno de los contratantes. Rousseau resuelve que la
única forma de asegurar esto es haciendo que cada uno de los individuos ponga
al servicio de la comunidad todos sus derechos sin excepción:

La alienación total de cada asociado con todos sus derechos a toda la


comunidad. Porque, en primer lugar, al entregarse cada uno por entero, la
condición es igual para todos como no hay ningún asociado sobre el que no
se adquiera el derecho que se otorga sobre uno mismo, se gana el equivalente
de todo lo que se pierde y más fuerza para conservar lo que se tiene.

La idea es que, para que nadie tenga ventaja sobre alguien más, todos entreguen
todo al poder colectivo y, a través de este, ganen de todos los demás lo mismo
que han entregado, además de la capacidad de hacer frente los obstáculos del
estado de naturaleza. Es de esta forma como se crea un cuerpo colectivo: “De
inmediato este acto de asociación produce, en lugar de la persona particular de

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cada contratante, un cuerpo moral y colectivo, compuesto de tantos miembros
como votos en la asamblea, el cual recibe por este mismo acto su unidad, su yo
común, su vida y su voluntad”.

Este cuerpo colectivo no es más que la suma de todos sus integrantes, pero
según la relación de estos con el todo recibirá cada uno diferentes nombres y
características:

Esta persona pública toma ahora el nombre de república o de cuerpo político,


que sus miembros denominan Estado cuando es pasivo, soberano cuando es
activo. En cuanto a los asociados, se llaman más en concreto ciudadanos, en
tanto son participes de la autoridad soberana, y súbditos, en cuanto están
sometidos a las leyes del estado.

El cuerpo político es Estado mientras sea pasivo, o sea, que se configure según
la voluntad general (leyes); es por eso que ante el Estado los asociados son
súbditos. Por otro lado es soberano en tanto ejerce la voluntad generar, siendo
ciudadanos todos aquellos que participan en ella.

A fin de cuentas, la soberanía no es más que el ejercicio de la voluntad general,


siendo esta la pequeña porción donde todas las voluntades particulares
convergen:

Si la oposición de los intereses particulares es lo que ha hecho necesario el


establecimiento de las sociedades, el acuerdo de estos mismos intereses es
lo que la ha hecho posible. Es lo que hay de común en estos diferentes
intereses lo que forma el vínculo social; y si no existiese un punto en el cual
se pusiesen de acuerdo todos ellos, no podría existir ninguna sociedad sólo
en función de este interés común debe ser gobernada la sociedad.

Esta voluntad general se expresa mediante la legislación, siendo las leyes el


mandato que el pueblo se da a sí mismo.

Más adelante Rousseau introduce la distinción entre las dos causas que originan
una acción libre: “Toda acción libre tienen dos causas que la originan: una moral,
a saber, la voluntad, que determina el acto; la otra física, a saber, el poder, que
la ejecuta, no se hace o no debe hacerse nada sin el concurso de ambas”. Por

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un lado está la voluntad, que es la que define (y legitima) la acción, y la causa
física, que es la que actualiza la voluntad. Hasta el momento el cuerpo político
está dotado de voluntad, pero le faltaría el poder ejecutante; es aquí donde
aparece el gobierno:

¿Qué es, pues, el gobierno? Un cuerpo intermedio establecido entre los


súbditos y el soberano para su mutua correspondencia encargado de la
ejecución de las leyes y del mantenimiento de la libertad, tanto civil como
política, Llamó, pues, gobierno, o suprema administración, al ejercicio legítimo
del poder ejecutivo.

El gobierno es el poder que se encarga de ejecutar la voluntad general,


fungiendo como un puente entre los súbditos y el soberano al utilizar la fuerza
pública para asegurar el cumplimiento total de las leyes. Pero la institución del
gobierno no parte de un contrato adicional al original, sino del decreto y
aplicación de una ley:

No hay más que un contrato en el Estado: el de la asociación, y éste excluye


cualquier otro. No es factible imaginar ningún contrato público que no fuese
una violación del primero ¿Cómo se debe concebir, pues, el acto por el cual
se instituye el gobierno?, primero el soberano decreta que habrá un cuerpo
de gobierno instituido de tal o cual manera, segundo, el pueblo nombra jefes
que se encargaran del gobierno establecido”

Es el soberano quien, mediante una ley, crea al gobierno y, mediante la


aplicación de esa ley, lo configura y pone en marcha. De esta forma el gobierno
queda subordinado al soberano, mismo al que debe obedecer y respecto al cual
no es más que un administrador.

Descarta que el vínculo se halle en la fuerza o la sumisión, sino que por el


contrario, los hombres voluntariamente renuncian a un estado de natural
inocencia para someterse a las reglas de la sociedad, a cambio de beneficios
mayores inherentes al intercambio social. Este consentimiento voluntario se
materializa a través de un contrato, "el contrato social" en este caso.

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Para (Rousseau, 2008), el hombre primigenio (el que estaba en el Estado de
naturaleza) es un ser sin maldad, en el que predominan dos sentimientos
básicos: el amor de sí, es decir el instinto de autoprotección, y la piedad
(repugnancia por el sufrimiento ajeno), pero a medida que va creciendo la
población se van juntando grupos, esa unión crea falsas necesidades, para
cubrirlas el hombre inventa la agricultura y la ganadería, pero cuanto más tiene
el hombre más desea, y ciertas personas acumulan riquezas, éstos sufriendo por
sus vidas y por sus riquezas debido a los recelos creados promueven un pacto,
este pacto será el primer código.

Para establecer su teoría, Rousseau se refirió a varios temas en sus tratados.


En el primer “Discurso sobre las ciencias y las artes” el autor contesta la
interrogante de si estos oficios han favorecido y exaltado la moralidad de los
individuos, a lo cual Rousseau respondió negativamente alegando que estos
oficios y las instituciones sociales no son muestra de avance sino señal de
retroceso pues indican que el hombre recurre a formas más elevadas que su
propia naturalidad. De esta manera critica la ingenuidad del pensamiento
ilustrado, el cual proponía el desarrollo intelectual de los individuos como neta
señal de mejora de la capacidad de su entorno

Rousseau se ocupa del tema estadal en su tratado titulado “El Contrato Social”
en el cual se propone buscar alguna norma que regule el actuar de las
instituciones públicas de manera legal, justa, práctica y convincente. Así como
estudió la sociedad basándose en el primer paso de conocer al hombre, en esta
disertación se basa en el conocimiento preliminar del pueblo que es tal antes de
concederse, en un evento civil y luego de un acuerdo común, al poder de un
soberano, siendo este principio la verdadera constitución del estado.

Rousseau establece la comparación del Estado con la estructura de una familia


en donde el padre provee de sustento a sus hijos, los cuales permanecen junto
a él mientras lo requieran; cuando cesa esta necesidad tanto el padre como los
descendientes recobran su independencia; si continúan unidos no es por estado
natural sino por voluntad. Por esto la familia constituye el primer ejemplo de
sociedad política, en donde el padre o el pastor de ganado es el jefe de estado
y los hijos o rebaño el pueblo.

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Por todo esto el ser humano se ve obligado a responder ante el colectivo y ante
el estado pues ésta es una responsabilidad que ha adquirido, pero las leyes del
estado se pueden infringir pues, a diferencia de la primera premisa, no son
obligantes. Mas violar el estado o la ley es negarse como ciudadano o soberano.
Para este autor está bien obedecer si hay que hacerlo obligatoriamente pero es
mucho mejor si puede zafarse de eso pues rescata su libertad con el mismo
derecho con el que se la han quitado. Pero por encima de las necesidades del
hombre se encuentran las del colectivo al que éste está sujeto; éste orden social
es un derecho que no deriva de la naturaleza del hombre sino de aquel acuerdo
al que éstos han llegado para mejorar, supuestamente, su situación salvaje.

Con el contrato social el hombre pierde su autonomía natural (aquella que es


dada por las características de cada individuo) y el derecho de intentar hacer
todo lo que pueda pero gana la libertad civil (la que está limitada por la voluntad
general), la propiedad de lo mucho o poco que posea y el albedrío moral, aquel
que hace al hombre el verdadero dueño de sí mismo.

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BIBLIOGRAFÍA
Petit, M. (2009). Jean Jacques Rousseau y el Republicanismo.

Pettit, P. (2003). Republicanismo.

Rousseau, J. (2008). El contrato social. Maxtor.

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