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,Principios económicos de la

Constitución Colombiana
William Leguizamón Acosta*

"1
Principios del orden liberal 1
ntervencionismo de Estado", "Libertad" y "Solidaridad" son los aspectos conceptuales
relevantes y que le dan una caracterización especial a los fundamentos y principios
económicos presentes en la actual Constitución colombiana. Los principios de índole
intervencionista se manifiestan por cuenta de la consagración de los distintos instrumentos
jurídico- económicos que generalmente están dispuestos para darle la estructura convenien-
te a las sociedades que consideran que la mano del Estado es indispensable para dirigir y
ordenar en todos los sentidos los elementos organizacionales que conforman el sistema
económico. Los que caracterizan el esquema liberal surgen a partir de la concepción fun-
damental del derecho a la propiedad privada, de la facultad individualizadora que tienen las
personas para determinar voluntariamente la manera como van a destinar los ingresos que
obtienen de su ejercicio económico, de la libertad que tienen de escoger la profesión o el
oficio que les permitirá en el futuro encontrar los medios que le darán solución a sus pro-
pios problemas, nacidos de las crecientes necesidades y presiones que sobre ellos ejerce
la sociedad en donde adelantan sus actividades, así mismo, para desarrollar el poder natu-

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* Profesor Facultad de Derecho Universidad Católica de Colombia.

NOVUMiJUS
WiUiam Leguizamón Acosta

ral que tiene todo hombre para darle paso a su iniciativa particular, en el ejercicio de sus
labores económicas; aspectos que se traducen en los principios básicos de libertad para
aceptar o no un empleo cualquiera, o la de negociar con su empleador la remuneración por
su trabajo, o la de comprometer su autonomía individual y responsabilizarse en negocios
de cualquier monto y naturaleza.

Por otra parte, nos encontramos con los principios solidarios, los cuales aparecen como
un mandato imperativo de la Carta constitucional, dispuestos para darle cabida a las distin-
tas formas alternativas que tiene la sociedad de examinar y darle aplicación al derecho de
la propiedad privada y para emprender el ejercicio de cualquier actividad económica desde
otras perspectivas, en donde se consagran: la administración asociativa y solidaria,
autogestionaria, democrática, humanística y sin ánimo de lucro, con el fin de brindarle a las
instituciones comunitarias una nueva manera de ver el desarrollo y el crecimiento económi-
co, en donde la visión integral del ser humano, lo colocan como el sujeto, el actor y el fin de
todas las actividades económicas, tanto particulares como estatales.

Pues bien, estos tres principios son consagrados expresamente por la Constitución de
1991 y los tres han sido dispuestos para ser desarrollados por un número indeterminado de
normas legales, que tratan de darle un sentido coherente a la mezcla de estos fundamen-
tos, en algunos casos de manera afortunada, en otros, en contravía de las necesidades
reales del país. Bajo este significado de principios, es conveniente advertir que la nación no
ha sido capaz, a pesar del tiempo transcurrido desde que llegamos a la era republicana, de
llegar a alcanzar una propia identidad que la identifique ante las demás naciones; razón
suficiente para entender por qué tampoco nos ha sido posible encontrar y poner en funciona-
miento nuestra propia estructura económica, que se coloque en una posición acorde a las
posibilidades y a las necesidades reales y a la propia naturaleza del hombre colombiano.

Por el contrario, estos mismos principios han encaminado, de manera obligatoria a que la
comunidad nacional sea permeable a la adopción de ideologías y esquemas importados,
que se han ido acomodando de una manera imperfecta al sistema jurídico económico. Y
más ahora, cuando en el mundo entero irrumpe con fuerza implacable, la perspectiva de
globalización e internacionalización que llega para producir un nuevo reordenamiento que
afecta en todos los campos la vida de los pueblos.

Pero no contenta con estos tres principios, la Constitución colombiana contiene además
toda una extensa amalgama de fundamentos ideológicos que fueron tomados, sin exage-
ración alguna, de todas las escuelas del desarrolladas a lo largo de la historia del pensamiento
económico: del liberalismo, pasando por todas sus corrientes, desde el decimonónico has-
ta la modernidad, del esquema socializador del Marxismo, de las ideas nacidas en el ancestral
mercantilismo, de la escuela fisiocrática de los franceses, de los seguidores li brepensadores
de las escuelas clásicas y neoclásicas de la actualidad, como también del intervencionismo
de la estructura económica Keynesiana de los años treinta, por los del proteccionismo
acentuado de la CEPAL, o por las nuevas tesis nacidas de la corriente Neoliberal; en fin,
una constitución política amalgamada, más bien adornada, por la escasa efectividad en la
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Principios económicos
de la Constitución Colombiana

solución de los problemas sociales, por toda clase de criterios y modelos económicos,
varios de ellos contradictorios entre sí, pero que figuran con su propia luz en la Carta
política, ineficientes ante la propia realidad nacional, así la mezcla haya sido ingeniosa, al
parecer de los mismos constituyentes.

La pluralidad ideológica y conceptual de aquellos miembros que emprendieron la tarea de


reformar la vieja Constitución vigente desde 1886 y que terminó configurada de una mane-
ra por completo irregular en una constituyente, es suficiente para entender la colcha de
retazos que construyeron para configurar la estructura del sistema económico colombiano.
Todo tipo de pensamientos e ideologías, de igual número de escuelas del pensamiento
económico fueron incorporados en el extenso articulado de la Carta. Basta examinar
someramente algunas de las tendencias conceptuales presentes, para comprender la
magnitud de los alcances, que su incoherencia podría ocasionar: por ejemplo, el concepto
fundamental de "promover la prosperidad general", consagrado como uno de los fines esen-
ciales del Estado; los principios de la "libre actividad económica y de la iniciativa privada";
el "derecho a la libre competencia" y el ejercicio de la "posición dominante del mercado", el
fundamento básico de la "dirección de la economía a cargo del Estado"; la "intervención por
mandato de la ley en todas las actividades económicas"; en donde resalta el concepto de
intervención para darle "pleno empleo a los recursos humanos", como uno de los más
importantes principios de corte Keynesiano, el cual se ve enfrentado contradictoriamente a
la obligatoriedad que tiene el Estado de "promover la productividad y la competitividad", en
otras palabras la de buscar necesariamente la eficiencia del sistema, enfrentados los dos
anteriores al desarrollo del otro criterio, que es consagrado de una manera imperativa y en
donde se le ordena al Estado "promover la internacionalización de las relaciones económi-
cas" y con ello continuar adelantando un "proceso de integración" con las demás naciones
y especialmente con los países de América Latina.

Todos estos conceptos colocan la estructura del sistema económico colombiano dentro de
un marco de carácter ecléctico, en donde los constituyentes adoptaron y adaptaron todo lo
que les parecía bueno, para de esta manera organizar un Estado de corte liberal, capitalis-
ta o supuestamente de libre mercado, adaptado a unos principios que constituyen los ex-
tremos preponderantes del intervencionismo económico, situados de manera muy cercana
a los fundamentos propios que le dan razón de ser a la naciones planificadas y junto con
estos dos contradictorios esquemas y enfrentado a ellos, la estructura y las características
fundantes del sistema económico solidario, que emerge como una posible solución a la
inevitable concentración del capitalismo y del libre mercado y a los desaciertos de los siste-
mas centralistas planificados.

En la práctica, se consolidó un sistema mixto de la producción que toma los elementos


básicos del capitalismo de mercado y los interrelaciona con los instrumentos que le dieron
forma y razón de ser al sistema socialista, enmarcados dentro de los principios
intervencionistas en donde la planeación se convierte en el paradigma del desarrollo socio
económico, con la posibilidad de estimular como alternativa de trabajo y desarrollo de to-
das las actividades productivas, los fundamentos del sistema de economía solidaria.
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William leguizamón Acosta

Principios económicos de orden liberal, presentes en la Constitución.


Consagrados mediante la adopción de conceptos y fundamentos institucionales de las
escuelas representativas del pensamiento económico liberal, los cuales están presentes
en la Constitución Colombiana, en los siguientes apartes:

a. La libre actividad económica y la iniciativa privada. (Art. 333 C. N.)


b. El derecho a la libre competencia económica. (Art. 333 C. N.)
c. El derecho a la propiedad privada. (Art.58 C. N.)
d. El ejercicio libre de cualquier profesión u oficio. (Art. 26 C. N.)
e .. Los principios del libre comercio internacional y de la internacionalización de las
relaciones económicas (Art. 226 y 227 C. N.)

A simple vista, pareciera que la anterior enumeración nos enfrentara a un Estado de corte
liberal exclusivo, en donde el mercado sería el amo y el guardián de las actividades econó-
micas en todas sus dimensiones y que realmente se le estaría dando una representación
básica al concepto de libertad como fundamento del sistema. Pero la verdad es otra, estas
libertades no operan de la manera como su predicado ,lo indica, ya que están sujetas a
incontables limitaciones e imperfecciones que se originan en la misma norma constitucio-
nal, impidiendo claramente un desarrollo armónico y coherente de todos estos preceptos
consagrados. Otra es la situación que resulta del examen metódico de los artículos 58, 26,
333, 226 y 227 de la Carta, tal como lo veremos a continuación:

1. La libre actividad económica y la iniciativa privada. Resulta ser un principio


liberal sujeto a numerosas limitaciones: en primer lugar, por la exigencia relacio-
nada con el establecimiento de unos límites determinados por el "bien común" y
a pesar de que todavía no se ha logrado una definición concluyente y afortunada
de lo que debe constituir este concepto, por las condiciones subjetivas que en-
cierra el mismo término, le han generado muchas imperfecciones al ejercicio del
libre mercado y al desarrollo de la iniciativa privada, con lo cual se pierde el
fundamento y su razón de ser; por ejemplo el hecho de adelantar una severa
política de intervención para controlar la demanda o la oferta, según sea el caso,
por lo general termina afectando severamente los precios del mercado, con evi-
dente perjuicio para los consumidores o para los productores.

En segundo término, por la función social que debe cumplir la empresa como el
agente básico del sistema económico, además de la importante función estable-
cida por la Carta en donde adquiere la connotación de ser la base del desarrollo,
pero esta situación se convierte en un factor negativo desde el momento mismo
que se le ordena al Estado dirigir la economía, la cual, convertida en una intensa
intervención, termina por estrangular el desarrollo eficiente de las empresas y las
coloca en condiciones de una regular competitividad frente al mercado nacional
e internacional y una escasa productividad.

22 Como tercer aspecto, y una vez examinado el artículo 334 de la Carta, nos en-
contramos frente a una serie de factores y de labores intervencionistas que por

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Principios económicos
de la Constitución Colombiana

sus resultados, entran a impedir el desarrollo normal de cualquiera de las activi-


dades económicas que el país está dispuesto a desarrollar. Por ejemplo, la Cons-
titución le ordena al Estado promover la productividad y la competitividad, como
parte de los principios intervencionistas, pero al mismo tiempo le está determi-
nando por mandato de la ley, que debe intervenir en todos los campos del siste-
ma económico: en la explotación de los recursos naturales, en el uso del suelo,
en la producción, distribución, utilización y consumo de bienes y servicios; y,
finalmente sobre el riguroso control que se ejerce a las entidades que realizan
actividades financieras en general, para determinar sobre ellas otro tipo de con-
troles, basado en las consideraciones de la Carta, las cuales se encaminan a la
concepción del "interés público", así este otro término no lo encontremos defini-
do en su articulado y nos corresponda directamente, adelantar su conceptualiza-
ción, ajustada a los términos diseñados por la Constitución.

En cuarto lugar, nos enfrentamos a toda una serie de limitaciones, que se han ido
incorporando paulatinamente con el paso del tiempo y que por lo tanto participan
de las afectaciones del ejercicio de la libre actividad económica: la obligatoriedad
de aportar títulos de idoneidad para entrar a desarrollar válidamente el ejercicio
profesional, en algunas de las actividades u oficios propios de esta disciplina.

En otros casos, por el excesivo control que la ley ha dispuesto para adelantar la
mayoría de las actividades económicas, para estos casos se tienen previstos un
gran número de requisitos y permisos que las empresas deben diligenciar antes
y después de entrar en funcionamiento, entre otras: por las licencias de todo tipo
que el empresario debe obtener del Estado, para poder adelantar sus labores,
llenas por lo general de incontables condiciones que deben ser cumplidas estric-
tamente, o como ocurre en una buena cantidad de actividades, en donde los
empresarios y los trabajadores del sistema, deciden acordar una conciliación o
adelantar otro tipo de negociaciones, por lo general por fuera de la norma legal,
por ejemplo el desarrollo de la jornada de trabajo con mayor número de horas
extras del permitido o el establecimiento de otras condiciones, no legales, para la
formalización del salario entre las partes del contrato laboral, entre muchos otros
casos.

En conclusión, somos libres para desarrollar cualquier actividad económica por-


que así lo dice la constitución, y además, porque Colombia se precia de ser un
país en donde predomina la libre competencia como principio institucional; afir-
mación que al momento de examinar resultados y de concretar hechos, así sea
en los más insignificantes y cotidianos, nos enfrenta a una realidad por completo
diferente, llena de limitaciones, de permisos, requisitos y controles de los cuales
resulta una expresión de aparente libertad, que por el contrario asfixia y no per-
mite un correcto desarrollo.

2. El derecho a la propiedad privada, siempre ha sido considerado como la insti-


tución más importante entre los principios de libertad, por las grandes implicaciones 23
socio-económicas, políticas y culturales que presenta para todas las comunida-

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des, especialmente por las consecuencias y los alcances que puede llegar a
tener; en este sentido puede incluso llegar a determinar la estructura del sistema
económico, capitalista, socialista, solidario; pero especialmente importante por
sus condiciones inherentes relacionadas con el desarrollo de la dignidad huma-
na. En este caso, la propiedad privada juega un papel fundamental, por cuanto
es el resultado del trabajo y de los esfuerzos que realiza el hombre para lograr su
superación personal, basada sin duda en la cantidad de bienes puestos a su
disposición. Concepción que puede tener connotaciones mayores al considerar
"la necesidad de un patrimonio para ser verdaderamente persona, o la dignidad
respaldada en la propiedad" 2 •

Muchos autores han llegado a considerar que la propiedad privada es la fuente


generadora de la mayoría de los desordenes de la sociedad; el origen de las
desigualdades sociales, dicen otros; los socialistas llegaron incluso a suprimir la
propiedad privada. "La tierra no es de nadie y sus frutos son de todos" o, como lo
expone Francois Babeuf, al darle realce a la necesidad que tiene toda sociedad
de "abolir la propiedad privada y colectivizar la tierra en una república de los
iguales".

Con Hegel, Marx y Engels, el concepto de propiedad adquiere visos ideológicos


y fundamentalistas, para confirmarla, desde el punto de vista colectivista, como
el pilar básico del sistema económico socialista; afirmando que el derecho sobre
la propiedad era de carácter abstracto, como una característica que no hacía
libre al hombre y que por el contrario lo convertía en esclavo, razón suficiente
para que la propiedad quedara en manos del Estado, con el fin de buscar una
distribución más justa y equitativa de la riqueza de los pueblos.

La Constitución Colombiana de 1991 consagró el concepto de propiedad privada


como uno de los derechos fundamentales del hombre, pero no le dio el carácter
absolutista que tuviera en las anteriores cartas políticas. En la actualidad vemos
que este derecho no alcanza a tener vigencia sobre los seres humanos como lo
tuviera en las épocas de la esclavitud, ni tampoco el Estado está supeditado a la
voluntad de los propietarios para adelantar obras de beneficio, como lo consa-
graron las cartas políticas del siglo XIX.

Pero son tantas las limitaciones que se le fueron introduciendo al ejercicio de


este derecho, que lo convirtieron en uno de los principios e instituciones más
frágiles del pensamiento liberal, así se pregone al interior del capitalismo que es
su fundamento principal. Muy claro lo expone la doctrina, cuando al respecto se
dice, que "El derecho de propiedad es proclamado absoluto, pero su absolutismo
es tan frágil que un simple reglamento puede destruirlo", o, que "En sus relacio-
nes con el Estado, la propiedad se encuentra en una situación jurídica que es
una situación de derecho objetivo de propiedad, siendo modificable en todo ins-
tante por la ley"3 •
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de la Constitución Colombiana

Los límites al derecho de la propiedad se fueron incorporando paulatinamente a


la Carta Colombiana, en la medida que surgían los diferentes conceptos doctri-
nales; así por ejemplo los límites del "bien común e interés social" se le atribuyen
a Juan Jacobo Rousseau, en su proyecto de Constitución para Córcega, al expre-
sar: "Mi pensamiento es el de encerrar la propiedad particular en los más estre-
chos límites, de darle una medida, una regla, un freno que la contenga, que la
dirija, la subyugue y la tenga siempre subordinada al bien público, encaminada a
satisfacer las necesidades de interés común."

La limitación relacionada con la "función social de la propiedad", atribuída a


Auguste Compte, considerado su ideólogo, fue concebida de la siguiente forma:
''Todo ciudadano, cualquiera que sea, constituye realmente un funcionario públi-
co, cuyas atribuciones, más o menos definidas, determinan a la vez obligaciones
y pretensiones. Este principio universal debe ciertamente extenderse hasta la
propiedad; en la que el positivismo ve, sobre todo, una indispensable función
social destinada a formar y administrar los capitales con los cuales cada genera-
ción prepara el trabajo de la siguiente. Sabiamente concebida, esta apreciación
normal ennoblece su posesión, sin restringir su justa libertad y haciéndola más
respetable".

Posición que posteriormente León Duguit sintetizó afirmando que: "Todo indivi-
duo tiene la obligación de cumplir en la sociedad una cierta función en razón
directa del lugar que en ella ocupe. Ahora bien, el poseedor de la riqueza, por lo
mismo que posee la riqueza, puede realizar un cierto trabajo que sólo él puede
realizar. Sólo él puede aumentar la riqueza social haciendo valer el capital que
posee. Está pues obligado socialmente a realizar esta tarea, y no será protegido
socialmente más que si la cumple y en la medida en que la cumpla. La propiedad
no es, pues, el derecho subjetivo del propietario, es la función social del tenedor
de la riqueza".

Pero no han sido las únicas limitaciones, también fueron incorporadas otras,
como la "Primacía del interés general sobre el particular", originada por el eterno
conflicto presente entre los derechos individuales y los derechos colectivos del
hombre, en donde el problema se resuelve a favor del interés público, para darle
paso a figuras jurídicas tan importantes como la expropiación e incluso el de la
confiscación, tímidamente aplicada en el caso colombiano por la expresa prohi-
bición del artículo 34 de la Carta, pero válida en muchos casos de manera ex-
cepcional por la legislación vigente, con instituciones como la extinción de domi-
nio, el decomiso, el comiso, y la misma expropiación sin indemnización, porrazo-
nes de equidad, utilidad publica e interés social, en caso de guerra, o por motivos
fiscales.

También encontramos otras limitaciones, inherentes a la función social relaciona-


das con la "Función ecológica", institución que obedece a las tendencias moder-
nas solidarias en las cuales se busca la intervención de la mano del Estado para zs
la búsqueda del "Desarrollo sostenible de la Nación", que conduzca a elevar la
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calidad de vida del hombre, sin agotar los recursos naturales renovables, ni dete-
riorar el medio ambiente, como el derecho que tienen las futuras generaciones
de encontrar un mundo habitable que satisfaga sus propias necesidades.

Bajo estas condiciones es claro, que el derecho a la propiedad privada no es


aquel derecho de carácter absoluto que pregonan las extremas del capitalismo
individualista, que bien puede convertirse en un totalitarismo o en un modelo
político económico, por completo alejado de la realidad del mundo imperante. Es
por el contrario un derecho que debe tener en cuenta la naturaleza del hombre y
de su dignidad, pero sin los extremos de considerarlo inamovible o absoluto,
pues es bien cierto que las propiedades materiales estarán allí, al servicio del
hombre y mientras viva se considerarán puestas a su servicio bajo condiciones
de préstamo, que se van trasmitiendo por generaciones, no por apellidos o abo-
lengos, sino a cargo de comunidades humanas.

3. Los principios de libertad económica internacional. Se manifiestan en la Cons-


titución vigente por la orden perentoria que se le da al Estado de promover la
internacionalización de las relaciones económicas y la integración económica
con los países de América Latina y del Caribe y con las demás naciones. Dos
aspectos que promueven el ejercicio de unas relaciones económicas basadas
en la equidad la reciprocidad y la conveniencia nacional, pero con enormes limi-
taciones nacidas de la precariedad de muchos de los procesos industriales eco-
nómicos adelantados al interior de nuestro sistema productivo.

Principios que la historia colombiana ha venido promoviendo bajo dos criterios o


estrategias de desarrollo y crecimiento económico, basados en primer lugar en el
"Libre comercio internacional" y en segundo término con los postulados contra-
rios del "Proteccionismo". La tutela del Estado a favor de la producción nacional
y el alto grado de intervencionismo presente en nuestra legislación, han llevado a
que este último modelo se imponga sobre la libertad de mercado internacional.

El origen de la aplicación predominante del criterio proteccionista no es otro dis-


tinto a la ineficiencia en que se mueve el sistema productivo colombiano, la cual
no le permite participar competitivamente y con éxito en la mayoría de las activi-
dades económicas de carácter internacional. Es una nación acostumbrada, por
sus propias limitaciones a comercializar la producción generada por el sector
primario de la economía, sin ninguna posibilidad de generar valor agregado. El
café se vendió y se vende todavía en almendra, el petróleo, el carbón, el ferroni-
quel, las flores, el banano, las esmeraldas, salen del país como materia prima sin
ningún procesamiento, que le indique a la nación un aprovechamiento adicional.

En otras palabras, podemos afirmar, que el afán proteccionista de la industria


nacional se ha dedicado a favorecer a los empresarios ineficientes, que no admi-
ten ningún asomo de competencia y por el contrario a perjudicar a la nación que
26 se podría beneficiar con las materias primas que se exportan, generando nuevas
industrias con alto valor agregado. Preferimos vender el país a pedazos en aras

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Principios económicos
de la Constitución Colombiana

de defender a la industria, en su mayoría de origen extranjero, para no exponer-


las a la competencia del mercado internacional.

Las relaciones internacionales las ha venido desarrollando el país a través de


tratados y de convenios dirigidos por el Presidente de la República, en cumpli-
miento de una de sus más importantes funciones como jefe de Estado. En este
caso la actual Constitución faculta al Gobierno para darle aplicación inmediata y
de manera provisional a los tratados de índole económica, mientras se cumplen
los trámites de aprobación ante el Congreso. Facultad que está en el campo de
la lógica y que es necesaria para que las decisiones presidenciales estén a tono
con el desenvolvimiento acelerado del mundo actual, por la agilidad requerida y
con el fin de darle la seriedad que exige el desarrollo del comercio internacional.

Lo más cercano que Colombia ha estado en el tema de la internacionalización, lo


encontramos en los procesos de integración, sin embargo en la práctica es esca-
so el beneficio que estas actividades le han aportado al desarrollo y al crecimien-
to de nuestra economía. En este caso la Constitución es repetitiva en la formula-
ción de la necesidad de participar en actividades de integración; desde el preám-
bulo se compromete con el pueblo Colombiano a darle el mayor impulso posible
a la integración de la comunidad latinoamericana. El artículo 9, haciendo parte
de los principios fundamentales compromete la política exterior "Hacia la integra-
ción Latino-Americana y del caribe". Y, en el artículo 227 establece que: "El Esta-
do promoverá la integración económica, social y política con las demás naciones
y especialmente, con los países de América Latina y del Caribe", es decir con
todo el mundo y sobre unas bases de equidad, igualdad y reciprocidad, repitiendo
la misma fórmula de la internacionalización. Y expresamente le da dirección a los
procesos de integración para situarlos también dentro de las cuestiones ecológicas
y del desarrollo sostenible.

Pero los procesos de integración no son una de las novedades de la actual Carta
política; desde los años de 1960 se ha venido hablando de la integración Lati-
noamericana, al principio desde el marco de la ALALC, a la cual se adhirió Co-
lombia con la ley 88 de 1961, la cual posteriormente se convirtió en la ALADI, y
desde ese momento sus efectos han sido por completo negativos a pesar del
tiempo transcurrido.

En 1969, se creó el denominado Grupo Andino (GRAN) o Pacto Andino, suscrito


inicialmente por Colombia, Bolivia, Chile, Perú y Ecuador, posteriormente se adhirió
Venezuela en 1973. Actualmente opera bajo la denominación de "Comunidad
Andina de Naciones" (CAN) y está tratando de tomar nuevos aires en aras de
acelerar el proceso, aunque con relativo éxito.

En 1990 se integró Colombia al Grupo de los Tres, con el acuerdo de Contadora


en Panamá; entre México, Colombia y Venezuela, buscando el perfeccionamien-
to de una zona de libre comercio prevista para darle la puntada final en el año 27
2004, mediante un calendario gradual de desgravaciones arancelarias.

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Otros tratados de integración se han adelantado bilateralmente con Venezuela,


con Chile, con Estados Unidos y con la comunidad de los países de Centro Amé-
rica y el Caribe (CARICOM). Por último se está hablando con intensidad del
tratado de libre comercio de las Américas -ALCA- con la suscripción de compro-
misos serios en materia de integración con todos los países desde Alaska hasta
la Patagonia.

Con el desarrollo de los tratados de integración y la adhesión Colombiana a los


organismos multilaterales del FMI, Banco Mundial y OMC, es indudable que ya
hacemos parte de los procesos de internacionalización de la economía, como un
hecho cumplido, de tal manera que la consagración que hace la Constitución de
1991 sólo lo esta confirmando y que el fenómeno globalizador está presente en
todas las relaciones del mundo, al cual es imposible sustraerse bajo las actuales
circunstancias.

Notas

La Constitución Colombiana, desarrolla los principios de libertad económica en


los artículos 26, 58, 226, 227, 333, entre otros.
2
Así se expresa el Doctor Fernando Hinestroza en su artículo sobre el derecho de
la propiedad.
3
Comentario de Claude A. Colliard, en su obra "Libertés Publiques" relacionado
con el artículo 544 del código civil Francés, citado por Vladimiro Naranjo Meza
en su texto de Teoría constitucional e instituciones políticas.

Bibliografía

Constitución Política de Colombia.


LEGUIZAMÓN Acosta William, Derecho Constitucional Colombiano, Ediciones Gustavo lbáñez, 2000.

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