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El Concepto de Suelo, Su Clasificación y

Representaciones Canónicas

Article · January 2011

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1 author:

Juan José Ibánez

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Suelos Ecuatoriales 41 (1):19-22
ARTÍCULO DE REFLEXIÓN
EL CONCEPTO DE SUELO, SU
REPRESENTACIONES CANÓNICAS
Juan José Ibáñez
Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CIDE-CSIC, Valencia,
España
: choloibanez@hotmail.com
Palabras claves:
Ciencias del suelo
Retos de la Edafología
Edafología
Ciencias de la tierra
Ciencia básica
SOIL CONCEPT, ITS CLASSIFICATION, AND CANONICAL REPRESENTATIONS
Keywords:
Soil sciences
Challenges of edaphology
Edaphology
Earth sciences
Basic sciences
SUELOS ECUATORIALES
41(1): 19-22
ISSN 0562-5351
Recibido: Julio 2010
Revisado: Septiembre 2010
Aceptado: Noviembre 2010
Sociedad Colombiana
de la Ciencia del Suelo
CLASIFICACIÓN Y
RESUMEN
El concepto de suelo ha ido variando a lo largo del tiempo conforme lo hacían las demandas de
información que las sociedades requerían. Si tal hecho es cierto desde que la ciencia fue reconocida tal
como la entendemos hoy, también lo es que las diversas concepciones del sistema edáfico no han mutado de
unas a otras de un modo claramente secuencial. Muchas de las nuevas propuestas se basan en
reformulaciones o recombinaciones de varias de las antiguas ideas bajo prismas “en teoría más
novedosos”. Sin embargo, en algunas de las más heurísticas, su complejidad, multidisciplinariedad y
transdisciplinariedad si han ido incrementándose con el tiempo, con algunas salvedades. A la luz del
análisis de los variados conceptos de suelos (diecisiete en total), así como del de las estructuras
taxonómicas que se utilizan con vistas a organizar su edafodiversidad, se muestran cuáles son los
principales retos a los que debe enfrentarse hoy la edafología . Actualmente, la ciencia del suelo debe
transformar sus perspectivas utilitaristas (ciencia aplicada) hacia otras más acordes con los estándares de
la investigación básica, dada las variadas demandas de información que nos reclaman desde las más
diversas disciplinas. La edafología se transformará así en una ciencia básica, en el ámbito de las ciencias
de la tierra y de la vida, por derecho propio.
ABSTRACT
Soil concept has changed along the time according to the evolution of demands of information that societies
requires. Some of the new methodological and scientific proposals are based on reformulations or
recombinations of several ancient edaphologic paradigms, known as “theoretically more novel”. However,
some of the most heuristic theories has increased their complexity, multidisciplinary and transdisciplinary
along the time, apart from some exceptions. In light of the analysis of the assorted soil concepts (seventeen
in total), just as the taxonomical structures utilized to organize the edaphodiversity, the conceptual and
taxonomic components where integrated to show which were the main actual challenges of the edaphology.
Nowadays soil sciences has to transform their utilitarian perspectives (applied science) to other
perspectives more appropriate to the standards of the basic research, due to the varied demand of
information that comes from several disciplines. These demands open the possibility to transform the
edaphology on a basic science, on the earth and life sciences circle.
Nota: Este autor remite a los lectores interesados a su blog personal (Un Universo Invisible Bajo Nuestros
Pies) en donde se proporciona abundante información sobre todos estos temas, permitiendo encontrar, tanto
las referencias apropiadas como los enlaces para obtenerlas (http://www.madrimasd.org/blogs/universo/).
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Suelos Ecuatoriales 41 (1):19-22
INTRODUCCIÓN
El análisis de los cambios del concepto de suelo,
así como de sus vaivenes, intrínsecos y extrínsecos,
nos aporta una nueva perspectiva de su corpus
doctrinal. Lo mismo ocurre con el análisis formal
(matemático) de las estructuras taxonómicas, de las
cuales se desprenden conclusiones sorprendentes que
van más allá de las que conciernen a los propios
intereses de la comunidad de expertos en ciencias del
suelo. Un análisis de ambos muestra los progresos,
retos, incertidumbres y controversias que afectan a la
ciencia del suelo, así como sus posibles futuros.
LOS VARIADOS CONCEPTOS DEL SUELO Y
SUS REPRESENTACIONES
El suelo es un recurso natural esencial para el
desarrollo de cualquier civilización. Sin embargo,
como todos los demás, resulta ser un ente complejo, es
decir multidimensional. En consecuencia, cualquier
definición tan solo captura una parte de sus múltiples
facetas siendo, por tanto, necesariamente incompletas.
Dicho de otro modo, cualquier concepto es una
“compresión” de la información disponible en un
momento dado de la historia que, ineludible, soslaya
parte de sus “esencias”. Se trata de un hecho
insoslayable a cualquier disciplina, incluso a la hora
de definir qué es la vida.
Durante la mayor parte del S. XX, la sociedad ha
demandado de los expertos en ciencias del suelo datos
y conocimientos esencialmente agronómicos, por lo
que la percepción del suelo ha sido utilitarista. A
finales del Siglo XX, debido a la crisis ambiental que
el ser humano ha causado en la biosfera y geosfera,
comenzó a solicitarse un enfoque más ambiental de
los sistemas edáficos, si bien ligado a los daños
causados por su sobreexplotación, por lo que tal
utilitarismo seguía vigente, de uno u otro modo. Desde
los inicios del siglo XXI, la susodicha crisis comenzó
a producir consecuencias dramáticas para el futuro de
la humanidad, y como resultado, el suelo empezó a ser
considerado como parte esencial de la biogeosfera. Tal
situación demanda un nuevo cambio, tanto conceptual,
como en la manera de percibir, entender, y analizar la
edafosfera. Dicho de otro modo, los cuerpos edáficos
comienzan a formar parte de las ciencias de la vida y
de la Tierra por derecho propio.
Como corolario, la visión de la edafología o
pedología, como ciencia “aplicada”, debe dar paso a
otra más “básica”. Todo ello ha generado una gran
confusión en la comunidad internacional de
edafólogos, proliferando una plétora inmanejable de
definiciones, conceptos y marcos teóricos dispares, así
como a interminables y fútiles disputas entre sus
proponentes.
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En vista de que todos los conceptos o definiciones
de los suelos son sesgados y limitados, acudiremos al
auxilio de lo que denominamos “representaciones
canónicas” del sistema suelo. Podremos observar
cómo es posible discernir entre unas 17 distintas,
debiendo considerarse como complementarias, más
que antagónicas. La conclusión ineludible de tal
análisis resulta evidente: discutir cuál definición
resulta más idónea, acarrea discusiones bizantinas que
no generan más que confusión. Una cierta
promiscuidad deviene pues en inevitable, siendo más
fructífera que dañina.
Dumanski (1993) defendió que a lo largo de la
historia, los edafólogos habían manejado diferentes
conceptos de suelo: (i) el suelo como substrato del
desarrollo vegetal (pero ver la perspectiva de la
agricultura sin suelo, así como los nuevos enfoques de
los edafómetras); (ii) el suelo como cuerpo natural
(pero ver más abajo); (iii) el suelo como manto
estructural; (iv) el suelo como manto transmisor de
agua (disciplina denominada hidroedafología); y (v) el
suelo como componente de los ecosistemas (pero ver
el suelo como biomanto y como ente vivo).
Posteriormente, Ibáñez et al. (1995, 2000) e Ibáñez y
Boixareda (2002) señalaron que uno de los más
antiguos resulta ser (vi) el suelo como entidad
geológica, añadiendo además los siguientes: (vii) el
suelo como ente holístico; (viii); el suelo como
geoderma; (ix) el suelo como componente de los
sistemas superficiales terrestres (bajo la óptica del
sistema edáfico como ente complejo, de la que a su
vez surgió la idea de la edafogénesis divergente). Sin
embargo, tampoco podemos olvidarnos de otras
propuestas tales como: (x) el suelo como reactor; (xi)
el suelo como sistema de reciclado; (xii) la concepción
minimalista con la que nos ha sorprendido la nueva
WRB (2006-2007) que incluye tecnosuelos,
urbisuelos, sedimentos someros de lagunas y lagos,
etc.
Finalmente, desde Norteamérica se ha lanzado una
nueva perspectiva-científico-institucional denominada
(xiii): “Zona Crítica Terrestre” (Ibáñez 2007), que
incluye de facto a casi todas las concepciones
precedentes, considerando como suelo todo el material
desde la zona de contacto con la atmósfera hasta las
aguas subterráneas, incluyendo pues regolitos, zona
vadosa y acuíferos etc. Más aún, Ibáñez en su blog
“Un Universo Invisible Bajo Nuestros Pies” propone
dos alternativas adicionales que enfocan el tema desde
otros puntos de vista muy diferentes (xiv): el modelo
mántrico (que da cuenta de la irreductibilidad que
impide definir plenamente qué es un suelo, como
también ocurre con la mayor parte de los restantes
recursos naturales, y; (xv) el modelo gallego (si usted
no sabe definir la vida o que es una especie, ¿por qué
le pregunta a un edafólogo lo que es un suelo o un
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edafotaxa?). Sin embargo, la cuestión no termina aquí
ya que “de facto” el Soil Survey Staff presenta en la
nueva versión de la USDA Soil Taxonomy (2010) la
incorporación de (xvi) los sedimentos o suelos
someros oceánicos (¿por qué no también incluir los
fondos abisales?). Del mismo modo, los científicos del
suelo comienzan a asimilar, “de facto”, que los
regolitos extraterrestres también nos incumben
(Simposium del Congreso Mundial de Suelos en
Brisbane, Australia 2010). Así pues, finalmente,
cabría hablar de un último modelo (xvii): el suelo
como elemento de la litosfera, emergida o no, de
cualquier cuerpo planetario de tipo “terrestre”.
Resulta claro que: (i) en las versiones actualizadas
muchas antiguas concepciones son rescatadas “de
algún modo” e incorporadas a otras nuevas; (ii) que el
concepto de suelo tiende a extenderse en profundidad
(existen argumentos científicos sólidos para ello), pero
también dando cuenta de otros muchos cuerpos
naturales superficiales que con anterioridad no eran
contemplados como tales (también pueden presentarse
sólidas razones); (iii) que algunas de las concepciones
modernas tienden a incluir una buena parte de las
anteriores, aunque en ningún caso todas; y (iv) que
algunas propuestas recientes no dejan de ser vino viejo
en nuevas botellas (reactor = sistema de reciclado;
biomanto o ente vivo = componente de los
ecosistemas).
Aunque en principio los 17 modelos comentados
pudieran dar lugar a pensar que la edafología se está
convirtiendo en un verdadero caos, y como corolario
que sus practicantes andan descarriados, este autor no
sostiene la misma opinión. El problema deriva de que:
(i) la conceptualización de los sistemas naturales
complejos, polifásicos y multidinámicos escapa
ineludiblemente a cualquier tipo de definición
reduccionista, ya hablemos de suelos, vida,
ecosistemas, etc. (Ibáñez y Boixadera 2002); (ii) que
lo que entendíamos como suelo bajo el paradigma
agronómico, no puede sustentarse desde la óptica de
las ciencias de la Tierra y de la vida; (iii) que incluso
las antiguas delimitaciones espaciales (tanto en
superficie como en profundidad) de lo que era un
suelo, no pueden ser defendidas ante nuevas
evidencias, conforme progresa la ciencia; (iv) que la
degradación ambiental de la edafosfera ha alcanzado
tales dimensiones “globales” que obligan a llevar a
cabo reajustes en muchas ramas del conocimiento
científico implicadas en el estudio de la biosfera-
geosfera y, como no (v) que seguimos siendo
miembros de una disciplina en crisis en busca de unas
señas de identidad, en una sociedad que también se
encuentra ante enormes desconciertos
incertidumbres generados por los gravísimos
problemas ambientales, geopolíticos
socioeconómicos a los que debe enfrentarse.
Cualquier salida hacia delante, deberá fundamentarse
en sólidas bases científicas, pero también en un
consenso actualmente difícil de alcanzar ante la
palmaria insustentabilidad de la economía globalizada
que sufrimos.
CLASIFICACIÓN DE SUELOS
A pesar de todo, resulta sorprendente, que tanto la
clasificación, como el inventario y mapeo de los
recursos edáficos a lo largo de la historia, difieran
mucho menos que las múltiples propuestas realizadas
a la hora de especificar y delimitar sus esencias, a
pesar de que la imaginería informática enmascare tal
hecho con sus espectaculares avances. La propia
etnoedafología, da cuenta de ello. Si analizamos estas
últimas, en lugar de persistir en la búsqueda del Santo
Grial (la definición perfecta) nos percatamos de que
gran parte de los recursos naturales son clasificados
conforme a estructuras matemáticas y cognitivas
asombrosamente similares (Ibáñez y Ruiz-Ramos
2006). Es decir, con independencia del objeto de
estudio, nuestra manera de capturar y organizar la
información ambiental es prácticamente idéntica,
realizándose de forma inconsciente por nuestro
aparato cognitivo, tanto en biología, como
geomorfología, edafología, etc. (Ibáñez et al. 2006).
Hablamos tanto de taxonomías como de mapas
(Ibáñez et al. 2006, 2009; Krasilnikov et al. 2009).
Incluso todas ellas sufren de los mismos sesgos
(cognitivos, utilitaristas, geográficos, etc.), aunque con
distinta intensidad (Ibáñez et al. 2006, 2009;
Krasilnikov et al. 2009).
Si atendemos a los conocimientos de la física de
los sistemas complejos (sistemas no lineales),
psicología experimental y ciencias cognitivas, resulta
que los sistemas taxonómicos (tanto biológicos como
edafológicos) pueden considerarse casi óptimos:
árboles fractales que tienden a ser simétricos en sus
ramificaciones, cumpliendo el denominado Principio
MaxEnt (Teoría Bayesiana). Tanto es así, que
actualmente nos encontramos proponiendo los
principios de una estructura formal (matemática) que
optimice el flujo de información de cualquier
constructo clasificatorio universal, mientras que la
IUSS ha recibido una demanda en el Congreso
Mundial de Brisbane (USDA, European Soil Bureau,
etc.) con vistas a construir la tan deseada taxonomía
universal de Suelos (Golden et al. 2010).
Las ciencias cognitivas nos informan que las
taxonomías deben considerarse como un lenguaje, un
medio de comunicación entre los expertos, mientras
e que los edafotaxas son sus símbolos arquetípicos, no
tendencias centrales de una población de objetos. Por
y tanto, la vía más saludable para progresar estriba en
conseguir que tal lenguaje sea universalmente
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consensuado y aceptado por sus practicantes, es decir
comprensible para todos los interesados. Así, las
clasificaciones nacionales devienen en barreras más
que puentes lingüísticos. No existe ninguna
clasificación de recurso natural alguno que sea útil,
con vistas a solucionar todas las demandas de
información que se requiere de ellos. Intentar
conseguir tal constructo se antoja como la quimérica
búsqueda de un Santo Grial. Con vistas a proporcionar
la información que la sociedad requiere hoy
disponemos de bases de datos, que al estandarizarse
cumplirán tal función. La nueva WRB (2006-2007)
con su proliferación de calificadores, parecen intentar
incluir en un mismo constructo lenguaje y base de
datos, lo cual no deja de ser un craso error, más aun
cuando se realiza bajo una estructura plana, no muy
compatible con la tendencia innata de la mente
humana para asimilar, procesar y jerarquizar la
información.
CONCLUSIONES
A la vista de todo lo expuesto, debemos entender
que los objetos conceptuales mentados abren, las
fronteras disciplinarias, permitiendo una gran
permeabilidad entre las mismas, así como nuevas vías
de abordar estudios transdisciplinares insospechados
hasta le fecha. También observamos que ciertas
controversias como las expuestas son recurrentes en
las ciencias de los recursos naturales. No es hora de
lamentaciones, sino de adoptar posturas proactivas y
desarrollar un corpus doctrinal que nos posicione
adecuadamente frente a los retos a los que vamos a
enfrentarnos, más pronto que tarde.
IBÁÑEZ, J. J. GARCÍA ÁLVAREZ, A., DE ALBA, 2000
Una disciplina en Crisis: Bases para un cambio de
paradigma en edafología (el suelo, su clasificación e
inventario). XVII Congreso Argentino de la Ciencia del
Suelo. ASCS, Mar del Plata, 11-14 de abril de 2000.
(Texto 137 pp en CD ROM).
IBÁÑEZ, J. J., BOIXADERA, J., 2002. The search for a
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