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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LAS RELACIONES


INTERIORES, JUSTICIA Y PAZ
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN
UNIVERSITARIA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD
TSU EN SERVICIO DE POLICÍA
CEFOUNES- MONAGAS

LA SEGURIDAD CIUDADANA COMO DERECHO FUNDAMENTAL DE LA


SOCIEDAD.

Autor: José Gregorio Cipriani Farías


C.I.: 17.091.161
Teléf.: 04169160995
Correo: pze3000@gmail.com

Maturín, marzo 2019

I
LA SEGURIDAD CIUDADANA COMO DERECHO FUNDAMENTAL DE LA
SOCIEDAD.
Autor: José Gregorio Cipriani Farías.

SEGURIDAD CIUDADANA.

La seguridad ciudadana intuye una serie de ideas y actividades destinadas a prevenir


y reducir la violencia, fundamentalmente con la prevención y disminución del delito en
función de la criminalidad y la violencia, se busca promover la seguridad pública y el acceso
a la justicia, a fortalecer la cohesión social y a reforzar los derechos y las obligaciones mutuas
entre el Estado y los ciudadanos. Es más que una reforma del sector seguridad, que por lo
general se decreta en escenarios de posconflicto, aunque existen algunas actividades y áreas
de interés claramente superpuestas.

La seguridad ciudadana involucra la aplicación de medidas de seguridad pública


efectivas en el contexto de normas democráticas más amplias. Por ello es distinta y más
amplia que los enfoques del orden público nacional basados en el trabajo policial y el
control del delito. El concepto de seguridad ciudadana está ampliamente difundido
globalmente de las políticas en América Latina y el Caribe, pero los académicos también han
teorizado un poco al respecto (CAF, 2014; PNUD, 2013, 2012, 2010). No obstante, el
concepto se encuentra en la palestra en América, y la mayoría de los países reclaman políticas
nacionales y subnacionales en seguridad ciudadana, y prácticamente todos los donantes

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internacionales han alineado sus inversiones en la misma dirección (Muggah y Szabo de
Carvalho, 2014).

El primer elemento fundamental es que la seguridad ciudadana sea vértice de un


Estado responsable. Entre los años 70 y 80, el debate sobre los derechos humanos estuvo
determinado por la idea de que los actores civiles y públicos comprometidos deberían
controlar los abusos sistemáticos de los derechos de los ciudadanos cometidos por el Estado
(Sikkink, 1996). Hoy en día es crucial dejar atrás esta fórmula obsoleta, para entender cómo
las limitaciones y los fracasos de las políticas públicas pueden ser corregidos mediante
políticas de seguridad ciudadana que promuevan la prevención del delito desde su mínima
expresión, y con ello disminuir lo mayormente posible las incidencias negativas en factor
primordial a la criminalidad brindando sensación de seguridad a la sociedad.

En retrospectiva, la seguridad ciudadana está centrada en los derechos y deberes. El


Estado la enmarca y respalda, pero la participación pública la orienta y la moldea a trabajar
de la mano en contacto directo con los afectados por la criminalidad y el delito. (CIDH, s.f.;
Costa, 2012; BID, 2012, 2010, 2009). La seguridad ciudadana es compatible con una amplia
variedad de prácticas policiales exitosas en el mundo, aunque no las reemplaza, como el
trabajo policial orientado a la solución de problemas, el trabajo policial de orientación
comunitaria y de proximidad, así como el trabajo policial guiado por inteligencia que buscan
de manera directa prevenir los riesgos que implican la ejecución del delito en la sociedad.

La prevención del delito exige que se adopten medidas e allí donde esté la causa del
problema. Es importante determinar los factores responsables del delito y de la inseguridad,

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establecer prioridades, comprometer recursos y utilizar los medios de acción apropiados para
modificar el potencial de delincuencia de la ciudad. La variedad de factores asociados con
las tasas más elevadas de delincuencia ha dado lugar a que teóricos y especialistas distingan
entre estrategias diferentes y complementarias de la prevención del delito en general.

Los cambios constantes del Estado venezolano a partir de 1999 hasta la actualidad
han generado nuevos retos e invitan a replantear conceptos tradicionales como democracia,
seguridad y ciudadanía. Si bien la seguridad es una construcción permanente de la vida
cotidiana, su término ha generado algunas polémicas debido a los múltiples conceptos
prevalecientes e interrelacionados (seguridad nacional, pública, integral, humana, ciudadana,
jurídica). Actualmente se discuten no sólo los bienes jurídicos que se deben proteger
mediante las políticas de seguridad ciudadana, sino también la relación existente entre la
noción de "seguridad" con las de libertad, derechos humanos, democracia, criminalidad,
orden público, entre otros.

Los venezolanos vivimos un proceso histórico de cambio que comenzó con la


refundación de la patria, a partir de la promulgación de la constitución del año 1999, esto
trajo consigo la necesidad tal como lo define Gramsci en sus cuadernos de la cárcel (1929)
del cambio de la superestructura del estado burgués a la estructura de un estado social de
justicia y de derecho; y como lo explicaba el Presidente Chávez en su discurso del 02 de junio
de 2.007

Las intimidaciones más visibles a la seguridad ciudadana es la delincuencia en


general, pero no es la única. El concepto de seguridad humana aparece en 1993, propuesto

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por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) y aunque no cuenta con una
definición precisa y concluyente, se plantea que es de orden polivalente, de contenido
antropocéntrico, universal, interdependiente, preventivo, democrático, indivisible, global,
local, integrativo y de connotaciones cualitativas y cuantitativas y que responde a dos
factores: percepción de inseguridad y un estado de satisfacción de necesidades. La seguridad
humana se concibe como un concepto amplio y significa mucho más que la ausencia de la
amenaza militar o delictiva. Incluye la seguridad en contra de la privación humana, una
calidad de vida aceptable, ¿así como garantías a todos los derechos humanos; significa
seguridad para la gente de amenazas tanto violentas como no violentas ya que es una
condición o estado caracterizado por la libertad de amenazas a los derechos de las personas.

El concepto de seguridad ciudadana planteado como alternativa al orden público, es


más cónsono con las exigencias constitucionales de los Estados de derecho. La función de la
seguridad ciudadana supone un verdadero resguardo de los derechos como premisa
indispensable de su pleno ejercicio y no se predica como el resultado de acciones específicas,
sino como componente final de un proceso colectivo que se conforma con una multiplicidad
de acciones.

Es el sentimiento de protección jurisdiccional, de garantía jurídica, de proximidad


policial, de confiabilidad en las instituciones y en sus responsables y gestores, entre otros,
lo que da lugar a la seguridad ciudadana. Por ello, no es posible una aproximación a una
idea de seguridad ciudadana sin hacer referencia a la tipología de seguridad objetiva y
subjetiva.

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En el ordenamiento jurídico venezolano vigente, el desarrollo de la noción de
seguridad ciudadana o de sus componentes es incipiente, debido a que, la Constitución,
aunque se introduce el término en forma tangencial (Art. 55), no se delimita específicamente.
El tema o sus aproximaciones es y ha sido siempre definido dentro del ámbito del orden
público. Así, la Constitución hace referencia al "orden público" como límite al derecho de
las personas al libre desenvolvimiento de su personalidad (artículo 20). Significa ello que la
libertad de las personas encuentra limitaciones en la noción de orden público y social y el
derecho de otros, como lo establece el señalado artículo y otros.

En tal sentido, la seguridad subjetiva puede tomarse como la que afecta a todos los
ciudadanos por igual, ya que la sensación que se pueda tener de la misma es indiferente a la
suposición de convertirse en víctima o no. Así, los ciudadanos podrán ejercer sus derechos
y libertades en la medida en que se sientan seguros de su ejercicio. Sin embargo, en cuanto
a la seguridad objetiva, se refiere del grado de seguridad real de una sociedad. Si bien es
cierto que existen elementos determinados que permiten la contabilidad de este fenómeno
tales como son los índices y las estadísticas, también se deben tener en cuenta los límites
existentes al tratar de abordar el problema.

De las instituciones previstas con el fin de brindar y asegurar seguridad y prevención


del delito por parte del estado venezolano, se habla en la mayoría de los casos de
aproximación a la realidad en lugar de expresión exacta del nivel de seguridad objetiva. Así
pues, la búsqueda de un concepto cuyos componentes resguarden, garanticen y promuevan

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los derechos y libertades suponen la adopción del término propuesto de seguridad ciudadana,
amplio en su esencia y filosófico en su eficacia.

Venezuela atraviesa momentos de incertidumbre en su destino político, económico y


social. La confrontación política se agudizó con posterioridad a los eventos del ultimo
semestre entre los años 2019 y los corrientes. Las manifestaciones de dichas confrontaciones
y sus consecuencias sobre las políticas de seguridad se mueven entre el centralismo,
defendido como una forma de coordinación, y el federalismo y la municipalización,
defendidos como vías para proteger reductos de autonomía que genera estados de emergencia
y contingencia para los cuerpos de seguridad a lo largo y ancho de territorio nacional

Las políticas de control de la criminalidad no han encontrado un marco para la


discusión entre actores de diversos niveles de la administración pública, observándose una
tendencia al recelo y al ocultamiento de información y datos que podrían ser utilizados para
ataques con fines políticos. El tema de la seguridad atraviesa, pues, por una especie de limbo,
sin discusión democrática y sustentada, donde la acción gubernamental se ejerce sin mayor
información y sin mecanismos de consulta ni rendición de cuentas, elevándose así el
cometimiento desenfrenado de la criminalidad en comparación con otros episodios
protagonizados por el enfrentamiento entre el gobierno nacional y la derecha fascista con
fines desestabilizadores.

Venezuela atraviesa una coyuntura de cambios. Las demandas de la sociedad en su


conjunto por el desarrollo y consolidación de la ciudadanía y la democracia, chocan
abiertamente con algunas tendencias autoritarias que permanecen arraigadas en las prácticas

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del Estado y que se expresan cada vez con más fuerza en los mecanismos de control
desplegados para la contención de la delincuencia, pero no con el fin de reprimir a la
ciudadanía si no con el fin de evitar conflictos que atentes con el hilo constitucional y la
armonía nacional.

En un Estado democrático y social de derecho, no basta que el ordenamiento penal


someta la prevención punitiva a los límites impuestos al ejercicio del poder. Las exigencias
derivadas de la obligación estatal de garantizar el respeto a los derechos humanos, demandan
un proceso penal garantista. Es por ello necesario que el marco regulatorio resultante del
cambio constitucional se defina sobre los postulados mencionados, es decir, los que sirven
de base al Estado social y democrático de derecho, y sobre los fundamentos del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos. En suma, el derecho a la seguridad ciudadana es
fundamental dentro de la estructura de un Estado social y democrático de derecho, como el
consagrado en la Constitución de la República, por lo que la efectiva garantía de su
cumplimiento es una responsabilidad indelegable del Estado venezolano para con sus
conciudadanos.

La Sociedad tiene como necesidad primordial ser regida por un marco legal,
proporcional y participativo que garantice las convivencias en armonía para así garantizar el
orden público fomentando el respecto, la tolerancia subjetiva que promueva un desarrollo
social, dentro de la ley. Es por ende que el Estado está obligado a brindar seguridad ciudadana
en lo que respecta a todo el ámbito del reguardo para con tal sentido.

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Todo esto parte desde un proceso de formación del individuo desde que es introducido
a la sociedad, claramente en referencia a la educación, el respecto, valores, derechos y
deberes. Las desigualdades sociales y la pobreza relativa constituyen la escena en la que
entran en juego la mayoría de los dramas de familia, de escuela y de vecindad: el joven que
ha sido descuidado o maltratado en su familia, que tiene problemas en la escuela o que ha
tenido malos ejemplos en su barrio, aprende pronto a ser delincuente, ya que las ocasiones
son fáciles y numerosas.

Para lograr un modelo de convivencia libre de violencia con alto niveles de tolerancia
y resolución de conflictos de manera pacífica que garantice así el cumplimento del hilo
constitucional, es imperante impulsar la prevención del delito en todo el territorio nacional a
través de todos los medios posibles para lograr el cumplimento de este objetivo partiendo del
principio de proporcionalidad e integración social y democracia participativa.

La seguridad Ciudadana no sólo es un problema de los cuerpos policiales. La


colaboración de todos los actores sociales es urgente, especialmente cuando vemos que las
debilidades en este rubro son fuente de una violencia e impunidad que afectan la vida, la
integridad, la libertad y el derecho a la justicia de las personas y, en general, el de todos a
llevar una vida libre de temores y sobresaltos.

Para que la lucha contra la delincuencia sea eficaz, las acciones deben ser legítimas,
esto es, respetar la Constitución y con ello los derechos humanos, no sólo por el bien de

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la legalidad, sino por el de la sociedad, para que recupere ese espacio tan natural que le ha
sido arrebatado: la calle.

Está claro que los Estados son entidades responsables por la seguridad de los
ciudadanos, pero la historia reciente ha demostrado que la producción de seguridad puede
tomar como horizonte ciertas claves excluyentes e incluso siniestras, o puede reposar en
políticas que con los ojos abiertos a una realidad compleja e interconectada, respondan con
una perspectiva de derechos humanos a través de instituciones profesionales y competentes
ante los patrones violentos y de criminalidad que surcan a una sociedad.

Bajo el marco internacional de los derechos humanos la responsabilidad de los


Estados se expresa no sólo en el deber de respetar los derechos humanos internacionalmente
reconocidos, sino también en actuar con la debida diligencia para prevenir, sancionar y
erradicar aquellas prácticas lesivas contra las personas por parte de agentes gubernamentales
o particulares, cualquiera sea el ámbito en el que ocurra.

No solo la policía, sino también los ciudadanos desempeñan un papel clave en el


desafío de garantizar la seguridad ciudadana. Por un lado, pueden exigir a los funcionarios
públicos que rindan cuentas sobre el cumplimiento adecuado de su función de brindar
seguridad. Por el otro, el éxito de muchas políticas de seguridad pública depende de la
colaboración positiva entre la población y la policía. Aunque a menudo se confronta una
tradición de negligencia y maltrato sistemático para brindar información, para diseñar e

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implementar una política policial eficaz es esencial encontrar maneras de fomentar la
colaboración entre la policía y la población (Ungar y Arias, 2012).

El modelo de policía de orientación comunitaria o de proximidad constituye el más


reciente paradigma en materia policial y surge como respuesta al agotamiento que empieza a
evidenciar el tradicional modelo "profesional" desarrollado a partir de los años cincuenta. Es
evidencia de esto la creación del alma mater para la profesionalización en materia de
seguridad ciudadana, la Universidad Nacional De La Seguridad (febrero 2009) “UNES” a la
par nace El Cuerpo de Policía Nacional Bolivariana “CPNB” con un ordenamiento jurídico
sustentado en Ley Orgánica del Servicio de “Policía y del Cuerpo de Policía Nacional
(diciembrep2009)”.

Para logra efectividad, en colaboración con las fuerzas del orden público, los
ciudadanos deben hacerse cargo de su propia seguridad. La idea de que los ciudadanos se
hacen responsables de sí mismos y de otras personas puede ser descrita como autorregulación
y regulación mutua. No implica vigilancia a nivel pronunciado, linchamientos y tomar la
fuerza por propias manos, aunque vale decir que estas prácticas reciben una alarmante
distorsión dentro de la comunidad mas no es el fin deseado ni buscado por el modelo de
integración policía-comunidad.

En realidad, podríamos afirmar que no se trata de un nuevo concepto, sino más bien
de la recuperación del modelo elaborado hace más de 150 años por Sir Robert Peel y aplicado
a la Policía Metropolitana de Londres, inspirándose también en el modelo de Policía
de Japón, conocida como el "koban".

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La policía de proximidad no solamente se preocupa por actuar
sobre variables tradicionalmente asociadas a su quehacer como lo son la delincuencia y el
orden público, sino que incorpora otras como la sensación de inseguridad, la calidad de vida
de la población y la cohesión y solidaridad social.

Todo esto genera de forma obligatoria el cambio de modelos, siendo la educación y


profesionalización de los cuerpos de seguridad ciudadana punta de lanza del desarrollo con
el fin dar veracidad a las políticas de estado en materia de seguridad nacional, no solo en
servicio policía si no en protección civil y desastres, bomberil en ciencias del fuego y
seguridad contra incendios, investigación penal y servicios penitenciarios. Formando parte
del nuevo paradigma en materia de seguridad ciudadana. Buscando así trasmitir seguridad a
la ciudadanía y emprender un feetbat entre la sociedad estableciendo así un cordón que
pudiera llamarse umbilical entre los organismos de defensa del estado y la sociedad.

CONCLUSIONES

En tal sentido la sensación de seguridad no puede únicamente atribuírsele a los


problemas de criminalidad. La inseguridad por consecuente esta es una problemática
compleja, que se encuentra directamente relacionada con los problemas de salubridad, de
medio ambiente, de desarrollo urbano y de formación; es el efecto de desigualdades
paulatinas en el acceso y administración a los recursos; pone en jaque los conflictos de
intereses, sobre todo con respecto a la división en el uso del espacio y de los ritmos del

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crecimiento en función del desarrollo del estado La inseguridad es un riesgo urbano al que
hace falta darle respuestas civiles y de integración social.

No obstante, por otro lado, todas las referencias antes mencionadas en el cuerpo de
este ensayo en seguridad ciudadana coinciden en este aspecto., postula:

Se analice como se quiera, la inseguridad (que es hoy en día como un fenómeno


específico de las realidades urbanas de todo el mundo) se caracteriza por la complejidad y la
variedad de los parámetros que contribuyen a constituirlas y se desenvuelven en un ámbito
netamente interpuesto por un nivel de dedicación y ejecución de las políticas de estado que
lo enmarcan en sentido legalmente jurídico y profesional dentro del cumplimiento de la
normativa y planes que buscan la resolución de la misma.

La esencia del problema en sí, es por otro lado, la que el ciudadano común, razonando
con los compendios a su alcance, debido al incremento de la sensación inminente de
inseguridad, inequívocamente pide, en primer lugar, la ejecución de un sistema que sanciones
de manera más severa y constante el cometimiento de los delitos en general, en segundo
lugar, más presencia de los organismos de seguridad. Los responsables de las
administraciones habrán de hacer todo lo posible para no caer en esta simplificación y poder
actuar sobre las causas de la sensación de seguridad para poder satisfacer las necesidades y
demandas de los ciudadanos bajo el territorio que rigen.

El planteamiento y sus resultados refuerzan las políticas nacionales de seguridad


debe ser valoradas en cuanto a su eficiencia en la prevención de la criminalidad y la violencia,
en la legitimidad de los medios empleados y, sobre todo, por el respeto de los derechos

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humanos. Serán estos criterios a considerar, de forma transversal, para la evaluación de la
política venezolana en la materia. Según el programa de gobierno del Presidente de la
República, “Hugo Chávez Frías”, la política nacional de seguridad ciudadana debía tender a
proteger y organizar la seguridad ciudadana, “entendida como la protección de los derechos
ciudadanos y las libertades civiles, a fin de mantener la armonía social y la consolidación de
la paz pública para el logro de los objetivos nacionales principalmente reflejados en la
integración y el socialismo que promulgan la paz ciudadana.

En consideración la seguridad ciudadana, debe ser considerado un derecho con


carácter de fundamental e innato pues debe de hacerse un esfuerzo supremo par logran
brindar el sentimiento de seguridad y tranquilidad a la población, por derecho adquirido a
través de todos los programas necesarios para su cumplimiento en la busque da de la
prevención del delito en todo sus aspecto en función al cumplimiento del marco legal
correspondiente, ya que por meritocracia y solo por el hecho de ser nacidos de esta tierra
otorgando a cada ser humano del mundo en conformidad con el cumplimiento y respeto total
con los Derechos Humanos…

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