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Desde el principio, los albañiles apostaron al máximo por el yeso, otorgándole todos sus atributos a la
máxima potencia. Era tanta la fe depositada en este material, que apostaron por él, tanto fuera como
dentro de la vivienda. Hemos apuntado en el apartado de propiedades, que el uso en paramentos
exteriores, así como el contacto con el suelo, conducía al yeso a la disolución y posterior pérdida del
material.
La calidad y uniformidad del trabajo de aplanado con yeso que se puede lograr está en función de los
requisitos que se quieran imponer, por ejemplo, el yesero simplemente puede embarrar las superficies
con las llanas hasta lograr una superficie lisa y sin embargo no está garantizado que el espesor sea
constante o que las superficies sean perfectamente verticales o perfectamente horizontales. Para lograr
un trabajo de calidad es necesario que el yesero siga alguna o algunas de las siguientes prácticas:
• Hacer uso de hilos atados a clavos en las paredes a trabajar (reventón), los hilos definirán el
espesor que se pretende colocar, normalmente de unos dos metros para que el yesero alcance
bien con su regla de madera.
• Hacer uso de tiras de madera clavadas a la superficie para cumplir con el mismo propósito del
inciso anterior
• Emplear el plomo y la regla para controlar la verticalidad del acabado en el caso de muros.
Emboquillados.- El emboquillado consiste en formar los marcos de las puertas y ventanas, este
trabajo se lleva al cabo después del aplanado de muros, generalmente se cotiza aparte pues requiere de
un cuidado muy especial para formar perfectamente las esquinas de los marcos. En ocasiones las
esquinas de los marcos se protegen con algún tipo de protección metálica para que duren más y puedan
restaurarse más fácilmente cuando se deterioren.
Perfiles decorativos.- La creación de perfiles decorativos de yeso aún se siguen empleando para
formar cornisas, zoclos o marcos en ventanas y puertas. Los perfiles se pueden elaborar en la obra o
prefabricarse.
Cielo Raso. La estructura de la vivienda estaba constituída principalmente por maderos a modo de
vigas. Atravesando perpendicularmente a éstos, se clavaban los cañizos (fabricado por los cañiceros, el
cañizo era el tejido creado a partir de cañas provenientes del tajado de cañas mayores. Tajador o rajador
denominaban al instrumento de madera con tres ranuras que dividía la caña).Con la llana y al toque de
un buen albañil, se iba enyesando a partir de yeso basto ( muere pronto para que no caiga) y paja, en
dos mantos cargando la techumbre poco a poco. Al ser yeso de fraguado rápido, adquirirá al
consolidarse buena resistencia La tercera y última mano se realizaba con yeso más fino (tamizada con
ciazo). La faena en un habitáculo mediano, por lo general duraba dos días, uno para tejer y otro para
enyesar.
Revoltones. Lo denominaban "dar las vueltas", " cielo volteado". Apoyados en moldes de madera, se
solía rellenar el techo de la última planta con yeso y cascos de teja, tomando buena consistencia, sobre
el cual se dispondría posteriormente el tejado. Cielo raso cóncavo.
Enlucido de paredes. Al igual que ahora, se aplicaban diversas capas o manos, de menor a mayor
finura cada vez. La primera sería para nivelar la pared, una segunda un poco más fluída y una última de
acabado de mayor finura con la llana. Para el acabado de tabiques era indicado un yeso de fraguado
lento y pasado de cocido ( de esta forma el rollado era más fácil). No siendo problema que resultase un
yeso de consistencia débil, se mejoraba su trabajabilidad.
Una forma de colorearlo era añadiendo arcilla al hidratarlo.
Si el paramento de fachada era de mampostería, el resultado al interior era irregular. Para nivelar esta
pared se rellenaban los huecos con yeso basto , dando una última capa más fina de buen acabado.
Posteriormente, estos enlucidos sufrían las patologías que ya hemos recalcado anteriormente,
detonantes de la temida humedad. Debido a ésta, surgían las exudaciones, desecaciones y expansiones
retardadas. Todavía hoy existen estos defectos.
Pavimento. Nunca debía de obrarse el suelo de la planta baja de yeso, ya que el agua del terreno se
filtraría hasta atacarle y disolverle. En Lanaja afirman que tomaban para esta tarea el yeso de resíduo,
es decir, los restos del hornazo recogidos de obras viejas y vueltos a cocer. Este yeso se comporta, al
igual que el empleado para enlucir, fraguando muy lentamente por estar pasado de fuego. Esto
aventajaba la facilidad de su manejo.
El método de ejecución de los pavimentos era sencillo. Teniendo en cuenta el tiempo disponible de
fraguado, se iban echando y extendiendo tongadas niveladas, no importando demasiado la finura de
molido. En Grañén recuerdan como además añadían cascos de teja para aumentar su resistencia al
aplastamiento.
En la última mano sí era importante un perfecto acabado, logrado mediante bruñido constante de la
superficie con la llana. Para el abrillantado los albañiles se calzaban 3 pares de calcetines o peducos
para no dejar huella. Esta operación consistía en frotar con una muñeca o bola de trapo, impregnada en
aceite de oliva ( residuos que quedaban en la tinaja de chapa de aceite- capacidad de 200 l.)
La paciencia era una virtud que valoraba enormemente esta operación, los trabajadores aseguran llegar
a estar abrillantando de 10 a 15 días sucesivos ( Lanaja).
Enlucido. Tabiquería interior de cañizo recubierta de yeso. En Lanaja y en Grañen, nos cuentan como
obraban tabiques de cañizo ya tejido de dimensiones 2 x 1 m., colocados ingeniosamente para lograr su
estabilidad en posición vertical. El truco era que estuvieran bien amarrados, desde el techo al suelo, y a
lo largo del costado del cañizo apoyados por tablas.
A continuación, se enlucía a dos caras con yeso, siendo las primeras manos más bastas que la última.
Para la construcción in situ de algunas chimeneas también se utilizaba esta técnica.
Al exterior
Estos trabajadores del yeso han podido demostrar a posteriori, bajo su experiencia en la construcción,
la debilidad del yeso en presencia del agua salitrosa.
Revocos. Mezclados con arena se empleaban como revestimiento de paramentos en exterior. En Lanaja
ya nos advertían que no era aconsejable el yeso ara acabados exteriores por su solubilidad al agua
pluvial. En Perdiguera probaron a recubrir el zócalo piedra que recorrían algunas fachadas, sobre la que
se asentaba el paramento de adobe.
Refuerzo de jambas de vanos y esquinas de muros.
El empleo del yeso como junta de apoyo, proporcionaba resistencia y remate en los puntos del
paramento exterior más expuestos a las agresiones. Para las jambas, servía como sujeción y mediador
entre los cargaderos de madera al espesor del muro.
Mampostería de piedras de yeso + mortero de yeso.
Tenía la función de unir elementos, piedras o adobes en hiladas. En Farlete, pueblo situado en terreno
yesífero, llegaron a utilizar la piedra de yeso recién arrancada para levantar muros. Sin embargo,
reconoce el constructor de yeso de Lanaja, que no era apropiado por su vulnerabilidad frente al agua de
la lluvia.
Albardilla. La albardilla o antepecho evita que el agua procedente de lluvia escurra por las paredes. En
Perdiguera nos cuentan que para los vallados o cercos había que proteger la parte superior. Para ello se
disponían primeramente unas piedras delgadas sobresaliendo a ambos costados del muro. Sobre toda la
largura del espesor del muro también se colocaban piedras, pero éstas de menor tamaño. Por último se
extendía encima el manto de yeso, quedando el muro rematado en forma arqueada.
Otra manera de proteger el muro, era coronándolo con dos hiladas de piedras, ligeramente inclinadas a
dos vertientes, siguiendo el grueso del vallado.
Tapial. Nos hemos encontrado con dos alternativas dentro de esta técnica, que ya creemos imposible de
rescatar de la zona de Los Monegros. Ninguno de los entrevistados nos ha podido desvelar bajo su
propia vivencia el modo de construcción del tapial.
Sin embargo, sus testimonios nos parecen lo suficientemente veraces como para incorporarlo al estudio.
El tapial constituía un modo de levantar muros mediante el apelmazamiento de tierra encofrada a golpe
de pisón. La tierra solía ser arcilla y gravilla ( cascallo).
Sin embargo, nos cuenta en Perdiguera que recuerdan como en La Albelda, llegaron a utilizar como
relleno del encofrado lechada de yeso fortalecida con piedras. El yeso al parecer acometía una función
protagonista en ocasiones para esta tarea.
Más frecuente es el uso de este material para atar los bloques encofrados ( medida de 1´5 x 1 x 0´5 m.).
Horizontalmente y entre pilar y pilar de refuerzo de esquina, estas porciones de muro apisonado se
unían mediante una tirada de yeso cada 4 m. ( 4 bloques de un metro de alto), a la que denominan
cadena o llave. También podría emplearse para este cosido hiladas de piedra.
Uso de mortero como conglomerante:
Mampostería de piedra caliza/ muro de adobe + mortero de yeso
En mamposterías de piedra, según los recursos de los que disponía el dueño de la casa, se pondrían más
o menos hiladas de yeso en vez de barro.
Por el contrario, si se trataba de un paramento de adoba, no era aconsejable el yeso como mortero, ya
que divergía en mucho su grado de solubilidad con el barro, quedando siempre una tira de yeso
sobresaliente respecto al muro de adoba. En Lanaja apuntan esta incompatibilidad entre ambos
materiales, interferidos por el agua.