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Crónica Citadina

RAICES, TESTIMONIOS E HISTORIA…REQUIEREN DIGNIFICARSE.

Por Ignacio A. Herrera Muñoz.

Hay conciencia que cuando el progreso material nos domina sin raíces, los
pueblos se convierten en comunidades sin identidad, su pasado perdido,
desdeñado, se va transformando en una realidad hacia un futuro incierto.

Conforme el tiempo convertido en años va transcurriendo se hacen más


urgentes de rescatar los valores aún presentes convertidos en testimonios;
están algunos todavía en pie ante nuestros ojos, sentenciados a
desaparecer ante la presión del progreso dominante.

Debe existir una insistencia por decir una verdad: “La de que es posible
existir en el presente y caminar hacia el futuro, conciliando con armonía el
ritmo de los cambios, valorando con respeto el cambio social inevitable”.

Una ciudad encierra la basta historia de lo que fue, es y va siendo; con su


pasado se forman narraciones, conformadas por aquello que supimos que
era, de lo que observamos fue y va cambiando; de lo que ya no es como
de todo lo que se anhela ser. En ella guarda la memoria colectiva ideas,
recuerdos y anhelos de sentimientos de hombres y mujeres, de acciones y
lugares… crónicas propias en tiempo y espacio.

Chetumal, es una ciudad que desde su aparición en este espacio de la


Península Yucateca, en sus alrededores estaban y continúan plasmados los
vestigios de dos grandes épocas: la prehispánica que floreció
esplendorosamente durante el cacicazgo de Nachancan en la parte norte
citadina, dándose un hecho histórico trascendental para la historia
nacional con lo que fuera el nacimiento del “Mestizaje Mexicano”.

Hacia el noroeste están también vestigios de la época colonial que se


desarrollo en la legendaria Bacalar; su constancia la avalan mudos testigos
como el fuerte de San Felipe y las construcciones existentes; ahí hubo
gestas, hechos en épocas de la llegada de piratas y del levantamiento
maya en 1847.

Aquí, en esta capital siendo una población surgida casi en los albores del
siglo XIX ha acumulado en más de un siglo de existencia una vasta historia
no obstante a la furia de la naturaleza que la ha humillado y devastado en
ocasiones, a la depredación histórica inconciente de sus testimonios y
patrimonios, guarda vestigios de épocas sobresalientes que debían
preservarse y aprovecharse para traer al presente ese pasado rico en
costumbres, tradiciones que deben rescatarse porque representan si no
todo gran parte de la identidad chetumaleña y del municipio Othón P.
Blanco.

Retomó una propuesta pública que realice en una de mis crónicas en


cuanto al rescate, preservación y conservación de algunos edificios
considerados históricos, dado a que por su antigüedad e historial de
servicio forman parte del patrimonio citadino y constituyen testimonio de
las décadas vividas y recordadas en esta población.

En lugar de darles un uso común como en cualquiera construcción deben


convertirlos en atractivos para quienes nos visitan y al mismo tiempo sirva
como didáctica histórica para las presentes generaciones.

Ratificó la desatención que se les esta dando entre otros a dos edificios
representativos de Chetumal: los locales que ocuparon la federación de
cooperativas “Chicleras y Caoberas” y el primer Jardín de niños “Benito
Juárez”. El primero ubicado en el andador 22 de Enero entre Juárez e
Independencia ocupado por las oficinas de SEDARI… Esta ciudad
necesita y más que eso exige contar con espacios donde los pobladores y
visitantes puedan distraerse recorriendo lugares en donde encuentren
atractivos culturales y artesanales como un legado de identificación
chetumaleña y quintanarroense. Este añejo edificio bien podría convertirse
en el “Museo del Chicle o del Chiclero”… la actividad chiclera fue y es una
identidad inicial de esta ciudad; motivó la atención hace más de cien
años para poner vigilancia ante el contrabando de esa riqueza y esto
secundariamente propició la fundación de Payo Obispo. Existen
elementos, testimonios y vestigios de esa época del auge chiclero,
documentos, escritos y gráficos hay en existencia que bien podrían
rescatarse para conformar ese museo; adaptarlo al mismo tiempo para
que productores locales oferten artesanías, productos de la localidad y el
mismo chicle a propios y extraños… un baluarte del pasado que debe
rescatarse y traer al presente ese capítulo de la historia local.

En referencia al local que fue ocupado en 1950 por el jardín de niños


“Benito Juárez” que ahora funciona en otro edificio sobre la calle Othón P.
Blanco; está desatendido ocupado como un anexo de la SEP. Enclavado
en un espacio considerado como de los más antigüos de esta urbe
(parque de los caimanes) deberían trasladar en esa construcción el Museo
de la Ciudad; por ser un lugar más visible, con mayor acceso y además
estaría acorde con los testimonios de ese espacio cultural. Esto daría
motivo de ampliar, enriquecer ese anexo cultural pero… lo primordial es
darle protección a esos edificios complementos de la historia de Chetumal.

Chetumal, esta adquiriendo en lo respectivo a su devenir histórico cada


día más importancia; su funcionamiento como capital política de la
entidad está relegada… más valorando sus raíces ya profundas es capital
de la historia de Quintana Roo.

Esa es la razón y preocupación personal como ciudadano y cronista de


ella; el desperdiciar esos espacios que en si son ya historia, ocupándolos
para actividades burocráticas, cuando deben servir para aumentar los
sitios donde se identifique nuestra identidad. Es tiempo de frenar
depredaciones históricas y se continúe arrasando sus testimonios… tiempo
de valorar y cuidar lo poco o mucho que nos queda de ese Chetumal de
ayer, cuyos indicios no deben desaparecer porque debemos considerarlos
siempre veneros inagotables de firmeza, emoción y creatividad de lo
contrario el continuar así; como asenté anteriormente corremos el peligro
con el pasado perdido y el futuro incierto sea una ciudad sin identidad. Esa
es la razón por la que hay que dar apertura a más espacios donde se
exhiban en los propios escenarios donde en una época, florecieran esos
usos y costumbres; no han desaparecido sino están en espera de que se les
rescate. Urgente es darles un mejor uso acorde a su valor histórico al igual
que otros. El edificio de la federación de cooperativas “Chicleras y
Caoberas de Quintana Roo” y el ex - jardín de niños “Benito Juárez”…
¿Quién o quiénes Irán a su rescate?...

IAHM.- Chetumal Quintana Roo


Mayo de 2009
ignacio-herrera@hotmail.com
Este edificio testigo del auge chiclero y caobero cuando la entidad era
territorio federal, podría ser un lugar de acopio para la historia de esa
actividad; parte fundamental de la identidad chetumaleña.

El ex jardín de niños “Benito Juárez” dentro de él luciría mejor y más visible


el “Museo de la Ciudad” y sería un complemento más para el espacio
histórico donde se encuentra enclavado.

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