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Esta novela, es clave policial para un público escolar y adolescente, nos presenta
el primer caso de un joven detective de 15 años que, en sus ratos de ocio, junto a
la persona que los cuida a él y a su hermana, estudió por correspondencia un
curso de investigación privada. A poco de terminar las lecciones pone un aviso en
la prensa y su primer caso se refiere a la misteriosa desaparición del portero de un
equipo de barrio, el Ferro Quilín, que está a las puertas de alcanzar un éxito
deportivo inédito.
Salí a las 14:30 de mi casa en Ñuñoa y tomé la micro que me dejó en la Biblioteca
Nacional. Llegué al café y mi primer error fue ¿Cómo reconocería a mi cliente?
Para justificar mi estadía tuve que pedir una copa de helado de chocolate.
– Déjeme empezar por el principio: mi papá Don Chemo se murió hace un año. El
comenzó con una micro hasta Cartagena, 3 años después tenía una flota, la
empresa Intermar ¿La conoce?
– Si – mentí.
– Una lástima
– Pero Don Chemo era un hombre astuto y dejó una clausura en el testamento, de
acuerdo a lo programado, si el Ferro salía campeón y ascendía en 3 años, todas
sus propiedades serían mías, de lo contrario se repartirían en obras de caridad.
– Se cumplen
– Falta solo un partido con Deportivo Malloco. El Ferro iba a la cabeza pero perdió
2 partidos y quedó igual que Malloco. Ahora el que gana el partido, sale campeón
y asciende a 2 ª
– No veo el problema
Estaba regando pero a cada rato entraba a ver la teleserie donde sale un actor
que es igual al Manolo, su primer amor. Ella dice que a pesar de todos los novios
que ha tenido prefiere al Manolo, el Viajero.
Le conté lo que había hablado con la señora Gallardo y le mostré el cheque. Ella
no lo podía creer.
Debía encontrar a Cacho Ramírez ese sábado antes de las 5:30. Hacia 3
semanas que estaba desaparecido y para el Ferro Quilín, no solo era un buen
arquero, también era una cábala para todo el equipo.
La Gertru concluyó que mejor dejara de ser detective y me fuera a Con Con, yo en
cambio dije mi frase para el bronce:
También vi una del equipo completo, allí estaba Cacho Ramírez, alto, delgado y
ágil.
Llegue al final del pasillo y entré a una cancha de fútbol donde entrenaba
desganadamente el equipo.
– ¿Periodista?
No quise contradecirlo
– No
– ¿Conoció a Cacho?
– Perdido está el arquero, yo creo que está secuestrado por los de Deportivo
Malloco para subir a 2ª .
– Pero un arquero se puede reemplazar
– Cábala mocoso, en los últimos 3 años solo hemos perdido los partidos en los
que Cacho no ha jugado.
Me dejo sólo y observé que no faltaba ropa y todo estaba ordenado. Ahí en el
cajón del velador encontré una solitaria foto donde aparecía un grupo de jóvenes
como de mi edad con maletas y bolsos de viaje, atrás se veía un bus.
Preguntando llegué al descampado, que era una sitio lleno de escombros y que
olía muy mal.
– Charo, pero lo que queremos que entiendas es que no deberías buscar a Cacho,
puede ser peligroso.
– Entonces no está secuestrado. ¿Ustedes saben dónde está el arquero?
– No, pero debe estar bien donde está. No te metas por el bien de Cacho y
comenzaron a desaparecer.
Me lo comí de mala gana mientras la Gertru preparaba sus teorías sobre lo que yo
le había contado la noche anterior.
– Creí que no querías seguir jugando a ser detective- le dije para molestarla
– Me dijo que Cacho hace solo 3 años que está en el barrio y que solo jugaba
fútbol, dime ¿de dónde salía la plata para mantenerse, pagar la pensión y gastos?
Debía andar en malos pasos, por eso lo mataron.
En eso tomé la fotografía y entre dos niñas la encontré – Charo – dije en voz alta.
Gertrudis abrió los ojos con una mirada de avión despegando que ella tenía cada
vez que se sorprende y no entiende nada.
Esperé sentado como esperando el próximo tren, haciendo juego mentales para
pasar el rato. De repente a lo lejos escuché:
– Hola
– Te escucho
– Si deseas saber la verdad de Cacho Ramírez me tienes que contar por qué te
interesa el tema
Soy yo – dijo resignada – hace tiempo que no veía esa foto, es la última.
– ¿La última?
– La última de mi curso, el 2°B del Liceo Makario Cotapos. De eso hace 3 años.
Pero respóndeme lo que te pregunté.
– ¿Y quién te contrató?
Yo me quedé paralizado, pero Charo corrió y trató de saltar la pared, pero otros
hombres aparecieron y la atraparon.
– ¡Desaparece!
Jueves13: Al otro día la Gertru quería llevarme al médico por lo pálido que
estaba, parece que aún no se me pasaba el susto.
Nos pusimos a ver las teleseries donde salen los hombres peludos que le gustan a
la Gertru y comentábamos las teorías que teníamos del caso.
Yo no entendía nada
14: Volví a Santa Familia y llegué al colegio Makario Cotapos, que tenía un letrero
con una leyenda no muy original: “La educación es futuro”. Una frase como las
que le gustan a papá, ideal para no terminar como el tío Jorge.
Me arrinconó en el pasillo, así que no tuve otra opción que subir a la sala de
nivelación.
Allí estaba yo, como en la peor pesadilla, en clases en pleno enero y maldiciendo
mi mala suerte.
– Debería haber salido hace 2 años, pero me gusta repasar las materias,
profundizarlas ¿me entiendes?
– Ese curso egresó el año pasado, los que pudieron después del accidente.
– ¿Qué accidente?
Entró a una galería comercial y corría entre la gente, era muy hábil, hasta que
entró a una tienda de ropa interior femenina, allí acababa su carrera.
– ¿Algo especial?
El gordo salto y volvió a huir a la calle. Lo seguí pero la ventaja era mayor y lo
perdí. Me detuve frente a una tienda de videos cuando 2 carabineros me miraban
y arrugaban la nariz, y la señora de la tienda decía:
En casa la Gertru no me hablaba y me fui a acostar y a pensar en todo este lio del
Ferro Quilín.
– No lo sé muy bien, pero Charo lo sabe, pero creo que a ella la atraparon porque
hace 2 días que no aparece.
– ¿Viven allí?
– Es el hogar Isabelita Astaburuaga de Santa Familia. Charo llegó allí por que ha
tenido problemas en el liceo, no se ha podido recuperar de la muerte de su
hermana.
– No lo sé, solo sé que son amigos. A Cacho todos lo conocemos, es un buen tipo.
“Es muy triste cuando tus padres se separan y tu quedas al medio, vivía una
semana con papá y una semana con mamá. No quería estar en clases y me
escapaba a la calle toda la tarde con mis amigos. Un día nadie me fue a buscar y
me quede a dormir en la calle. Al otro día los carabineros nos llevaron detenidos y
llamaron a mis padres. Ellos se encerraron a discutir y una semana después
llegue al Isabelita Astaburuaga. Charo fue la primera que me recibió con una
sonrisa y conocí a Cacho Ramírez”.
18: La secretaria me dijo que debía esperar porque la señora Gallardo estaba en
una reunión muy importante. Esperé porque deseaba terminar con todo esto y
olvidarme del trabajo.
De repente una fotografía me llamó la atención y la comparé con la foto que tenía
en el bolsillo, aquella del paseo. Al fondo estaba el autobús con los mismos
colores de las fotos antiguas de Intermar.
– Así se llama la casa donde vivía don Chemo y queda en Santa Familia.
19: Con la Gertru nos juntamos en el metro Baquedano, venía muy elegante,
como cuando se junta con sus novios, el poeta o el carabinero.
Le conté todas las novedades de Intermar, pero ella dijo que tenía la solución en la
dirección que tenía anotada.
– Estoy lista, empecemos ¿nombre del interesado? – dijo la señora Magaly con
una voz ronca y los ojos cerrados.
– No puedo detallar nada más – respondió la señora Magaly saliendo del trance –
eso sería todo. Por ser ustedes y lo difícil del encargo son cinco mil pesos.
20: Decepcionados pasamos con la Gertru al Bravísimo. Me contó que ella era
de Temuco y que quería ser azafata, pero no le gustaba estudiar y no había tenido
el dinero.
Me fui a llamar a León por si había alguna novedad:
– Me acordé de algo que puede ser importante sobre Cacho – dijo León por
teléfono.
– ¿Qué?
– Un día Charo nos contó que Cacho había trabajado manejando buses durante 7
años, pero después lo había dejado por el fútbol.
21: Llegue en un taxi que me dejó detrás de la Villa Lomas de San Clemente. En
un parque me senté a esperar y dormí por una hora. Al despertar le pregunté a un
señor que paseaba 10 perros dónde quedaba la oficina de encomiendas de
Intermar.
Llegué a la bodega donde alguna vez estuvo “La Granjita”, construcción parecida
a un hangar de aviación. Vi a un guardia y dos empleados mirando un televisor y
los reconocí, eran los que habían secuestrado a Charo. Esperé para pensar como
entraría sin ser visto. De repente apareció una señora con un carro de sopaipillas.
El guardia grito para adentro:
Corrí hacia el interior sin que nadie me viera. Había cajas de todos los tamaños.
La bodega continuaba a un amplio patio. En las dependencias interiores vi el brillo
de un televisor y lo seguí. Llegue al rincón donde estaba un catre de metal estaba
Charo amarrada al catre de una mano y un pie. Al verme se sorprendió.
– ¿Tú? ¿No eres de los mismos? ¿los guardias? – preguntó con voz débil.
– Están adelante
Desaté los nudos y la ayudé, porque estaba muy débil. La única solución para
escapar era saltar un portón. Primero subió Charo y cuando yo logré poner los
pies en la tierra, Charo me indicó para adelante. Enfrente están los empleados y el
guardia sonriéndonos.
22: Los guardias nos tenían amarrados en completa oscuridad lo que para mí es
terrible porque me da mucho miedo.
Se acercaron a nosotros:
Ellos se reían y nos sacaron para subirnos a un camión repartidor y otra vez en
oscuridad.
– Tenía que demostrar a los dirigentes y al Ferro que hacia todos los esfuerzos. A
ella no le conviene que aparezca Cacho, haría cualquier cosa para que no
apareciera nunca, eliminarlo si es posible.
– No estoy segura
– Quedamos de encontrarnos.
Un minuto después sentimos que alguien cerró la puerta de la cabina del camión y
encendió el motor.
Con Charo nos tiramos al suelo y el camión partió entre los disparos y gritos de los
empleados.
El camión se fue a toda velocidad contra el portón, saltando la puerta por los aires.
Sábado.
23: Eran cerca de las 4 de la mañana cuando León se detuvo a la salida de Santa
Familia.
León abrió la puerta y nos desató. Se reía con su cara redonda y rosada. Nos
contó cómo llegó allí muy emocionado.
Nadie entendía nada y seguramente nos andaban buscando así que nos fuimos a
un Esso Market a tomar café y que Charo contara todo lo que sabía.
En esa ocasión Charo vio por primera vez a Cacho Ramírez que era el chofer del
bus.
Los primeros kilómetros fueron lentos y alegres. Fue en una curva donde el chofer
perdió el control y cayó a un barranco. Según Cacho Ramírez, fue un vehículo que
lo encegueció con las luces altas.
Para Charo la vida cambió, no hablaba con nadie, con su madre se culpaban de la
muerte de Leti. Finalmente sus padres se separaron y a Charo la internaron en el
Hogar Isabelita Astaburuaga de Santa Familia. Allí conoció nuevos amigos. Fue lo
mejor para ella.
Charo se enteró que Cacho Ramírez había pasado 6 meses en la cárcel, al salir
abandonó la empresa de buses y se dedicó a ser el arquero de Ferro Quilín, pero
seguía en la nómina de empleados del Intermar, recibiendo un sueldo.
Charo recordó más adelante, que antes del choque, ella se levantó para ir al baño
al final del bus y vio que Cacho Ramírez dormía en un asiento trasero, pero en el
sumario de investigación aparecía Cacho como el conductor al momento del
choque.
Charo lo presiono para que le dijera quien manejaba pero cuando Cacho había
aceptado contarle, desapareció. Según Charo la señora Rosaura estaba enterada
de todo y decidió hacer desaparecer a Cacho.
Charo sabía que Cacho tenía una tía que vivía en la Reina Alta, la tía Solicita y
quizá ella podía saber dónde estaba Cacho.
Los cuatro nos miramos, nadie dijo nada, hasta que la Gertru se atrevió:
– ¿Qué esperamos? Estamos cerca de la Reina y con ganas de conocer a la tía
Solicita.
25: Nos dirigimos en el camión a la Reina. Charo guiaba al grupo por un camino
en subida, se acercó a una casa llena de gatos y abrió la puerta del antejardín.
Golpeó pero nadie contestaba, hasta que por atrás alguien respondió “adelante”.
En el patio estaba la tía Solicita tomando sol rodeada de más gatos y reconoció
enseguida a Charo.
– Viene cada cierto tiempo, me trae “El Condorito”, creo que la última vez que vino
fue hace 3 o 4 días.
26: Nos fuimos por Av. La Florida hacia el Cajón del Maipo.
Ya en San José, nos separamos para preguntar por Cacho Ramírez, pero resultó
que había Ramírez por todos lados y nos enviaron a hablar con don Reinaldo
que era el hombre más viejo del lugar. Los sábados se sentaba en las graderías
del estadio o en la plaza a tomar sol.
Lo encontramos en la plaza y como nos dijeron que era medio sordo, dejamos a
Charo que hablara con él.
– Buscamos a Cacho Ramírez, don Reinaldo, fue el arquero de San José hace
algunos años.
– Espéreme jovencita, déjeme acordar. Había un niño que decía que se llamaba
Carlos Ramírez y decía que era tan bueno al arco como Cacho Ramírez del Colo-
Colo.
– Charo miro la dirección que había señalado don Reinaldo y le dio un beso.
27: Nos indicaron como cruzar el río. Llegamos cansados y transpirando y con
León apunto de vomitar.
Era una casa con dos Silos a los lados, pero el cruzar la reja, una voz potente nos
advirtió:
Y lo vimos salir con la mirada baja y tristona. Charo corrió y abrazó a Cacho
Ramírez.
– Che, no sé lo que hizo o no hizo usted señor Carlos – dijo la Gertru con su
acento argentino cuando se enoja- pero aquí los presentes hemos arriesgado
nuestras vidas para encontrarlo. Si se siente culpable, che, lo mejor es que
solucione esto y después vuelva a encerrarse aquí.
– Falta aclarar algunas cosas – dijo Cacho – no dije toda la verdad con respecto al
accidente.
Esa tarde del 94 con don Chemo fuimos a Algarrobo a un viaje de estudiantes.
Unos kilómetros antes de llegar, don Chemo decidió manejar y yo me fui a dormir
atrás. En el momento del choque, yo no era el que manejaba, era don Chemo.
Pensé que eso era lo que don Chemo quería decirme, dos años después salimos
campeones consecutivos, pero comencé a recibir amenazas y después de la
balacera en el último partido, me vine a esconder aquí.
Una tarde aburrido, revisé algunas fotos de mi madre y encontré esto. Sacó de su
bolsillo una fotografía antigua, donde aparecía una pareja muy feliz. Uno era don
Chemo.
28: A las 5:30 se realizaría el partido enfrentando el local Ferro Quilín contra
Deportivo Malloco. El ganador subiría a segunda división. El camarín del Ferro
parecía un funeral. Sin la cábala Cacho Ramírez, el destino del equipo se veía
oscuro.
A las 5:15 nadie notó el camión estacionado a fuera del estadio. El vigilante, sin
embargo, reconoció enseguida a Cacho cuando lo vio parado en la puerta
vistiendo su casaquilla negra y guantes.
Con Cacho bajamos las graderías y saltamos la reja. Cacho corrió despojándose
de su disfraz. El público lo reconoció y la barra comenzó a cantar “Dale Ferro,
pero dale Quilín”. La señora Gallardo discutía con los guarda espaldas y llamaba
por celular.
Los jugadores del Ferro rodearon a Cacho. Una gran ovación lo recibió.
Allí estaba Cacho, bajo los 3 palos. Sabía que era su último partido con Ferro y
eso lo hacía estar triste y alegre a la vez.
Domingo 29: Hoy domingo nos quedamos en casa con la Gertru tomando sol y
repasando la larga semana.
La tarde anterior el arquero del Ferro Quilín fue figura. El Ferro pasó a segunda
división con dos goles. Se entregó la copa y Cacho dio la vuelta olímpica.
Con Charo hablamos del futuro y yo le digo que sigo esperando un llamado
telefónico que pregunte por el detective privado, entonces responderé: “Quique
Hache detective, ¿en qué puedo ayudarla?”
FIN