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Resumen: Quique Hache, detective.

Autor: Sergio Gómez

Esta novela, es clave policial para un público escolar y adolescente, nos presenta
el primer caso de un joven detective de 15 años que, en sus ratos de ocio, junto a
la persona que los cuida a él y a su hermana, estudió por correspondencia un
curso de investigación privada. A poco de terminar las lecciones pone un aviso en
la prensa y su primer caso se refiere a la misteriosa desaparición del portero de un
equipo de barrio, el Ferro Quilín, que está a las puertas de alcanzar un éxito
deportivo inédito.

Lunes 1: En el verano del 98 todos en la casa se fueron a veranear a Con Con,


menos la Gertru (mi nana) y yo. Secretamente la Gertru y yo hicimos un curso por
correspondencia desde Argentina y hace una semana somos detectives privados.
Eso sí, la Gertru se echó para atrás porque dijo que no tenía tiempo para jugar.
Pusimos un aviso en el Mercurio. “Quique Hache, detective privado: Se buscan
personas perdidas. Se resuelven enigmas” Quique Hache soy yo. El teléfono no
sonó durante 2 días. Cuando sonó, la Gertru contestó y se puso pálida. Es para
Quique Hache detective privado.

Anoté en un papel: “Señora Gallardo. 3 de la tarde, Café Paula”. Nos quedamos


de juntar en el café donde mi abuelo iba, el de San Antonio con Agustinas.

Salí a las 14:30 de mi casa en Ñuñoa y tomé la micro que me dejó en la Biblioteca
Nacional. Llegué al café y mi primer error fue ¿Cómo reconocería a mi cliente?

Pregunte a 3 señoras si su apellido era Gallardo erróneamente.

Para justificar mi estadía tuve que pedir una copa de helado de chocolate.

De repente se acercó el mozo y me mostró un periódico donde aparecía la foto de


la señora Rosaura Gallardo, una mujer excesivamente gorda y con el título:
“Empresaria del año, Rosaura Gallardo y su empresa Intermar”

El mozo me indicó que lo siguiera y llegamos a un patio de cemento entre los


edificios.

Allí estaba sentada, inmersa en un sillón la señora Gallardo.

La señora Gallardo me miraba dudosa.

– Creí que me encontraría con alguien…..

– Quique Hache detective – y le entregué la tarjeta sin plastificar.


– No era eso, sino que…– luego sonrió – bueno debe ser que no estoy
acostumbrada a estas cosas. No me queda otra, nadie ha querido ayudarme.

– Para eso estamos

– Déjeme empezar por el principio: mi papá Don Chemo se murió hace un año. El
comenzó con una micro hasta Cartagena, 3 años después tenía una flota, la
empresa Intermar ¿La conoce?

– Si – mentí.

– La empresa ha tenido un repunte y hemos obtenido importantes logros y


avances. Pero antes de morir mi padre, hizo un extraño negocio, compró un
equipo de fútbol, el Ferro Quilín Fútbol Club de 3ª División y planificó todo para
que subiera a 2ª División. El éxito del equipo fue avasallador aunque mi padre no
alcanzó a disfrutarlo.

– Una lástima

– Pero Don Chemo era un hombre astuto y dejó una clausura en el testamento, de
acuerdo a lo programado, si el Ferro salía campeón y ascendía en 3 años, todas
sus propiedades serían mías, de lo contrario se repartirían en obras de caridad.

– ¿Y los 3 años se cumplen ahora?

– Se cumplen

– ¿Y cómo le ha ido al equipo?

– Falta solo un partido con Deportivo Malloco. El Ferro iba a la cabeza pero perdió
2 partidos y quedó igual que Malloco. Ahora el que gana el partido, sale campeón
y asciende a 2 ª

– No veo el problema

– El problema es que desapareció el arquero Cacho Ramírez. Podríamos


reemplazarlo pero si lo hacemos perdemos el partido, el campeonato y la empresa
Intermar.

4: La Gertru me estaba esperando con panqueques con mermelada de alcayota,


porque sabe que a mí me gusta.

Estaba regando pero a cada rato entraba a ver la teleserie donde sale un actor
que es igual al Manolo, su primer amor. Ella dice que a pesar de todos los novios
que ha tenido prefiere al Manolo, el Viajero.

Le conté lo que había hablado con la señora Gallardo y le mostré el cheque. Ella
no lo podía creer.
Debía encontrar a Cacho Ramírez ese sábado antes de las 5:30. Hacia 3
semanas que estaba desaparecido y para el Ferro Quilín, no solo era un buen
arquero, también era una cábala para todo el equipo.

Ya había ocurrido años anteriores, si Cacho no jugaba, la derrota era segura.

Luego de comer panqueques, nos quedamos callados con la Gertru, pensando


cual sería el paso a seguir.

La Gertru concluyó que mejor dejara de ser detective y me fuera a Con Con, yo en
cambio dije mi frase para el bronce:

– Ahora o nunca – y me fui a acostar.

Martes 5: A la mañana siguiente, salí y tome la micro que me dejaría en Santa


Familia.
Bajé en Irasu, que es la calle principal de Santa Familia y llegué a la sede del club
Ferro Quilín. Entré y observé las vitrinas con los trofeos ganados y algunas fotos.
En ellas aparecía don Anselmo Gallardo y decía “Fundador”.

También vi una del equipo completo, allí estaba Cacho Ramírez, alto, delgado y
ágil.

Llegue al final del pasillo y entré a una cancha de fútbol donde entrenaba
desganadamente el equipo.

– Venía por el asunto de Cacho Ramírez – le dije a un caballero sentado en una


silla de paja.

– ¿Periodista?

No quise contradecirlo

– No me gustan los periodistas. Suben a alguien y después lo bajan. ¿Conoce a


Martín Lucas?

– No

– Periodista joven. Martín Lucas es uno de los más importantes periodistas de


este país, cuando vio a Cacho, escribió en su columna que había conocido al
“Arquero Volador” porque Cacho no es como los de primera división, era carne
dura, le daba lo mismo caer en piedras, clavos o vidrios.

– ¿Conoció a Cacho?

– Perdido está el arquero, yo creo que está secuestrado por los de Deportivo
Malloco para subir a 2ª .
– Pero un arquero se puede reemplazar

– Cábala mocoso, en los últimos 3 años solo hemos perdido los partidos en los
que Cacho no ha jugado.

– Me podría decir su nombre

– Homero Gavilán entrenador del Ferro Quilín.

6: En la sede me dieron la dirección que tenían de Cacho. Era una pensión


deprimente. La dueña me habló 15 minutos de lo que opinaba de la televisión
cuando le dije que era periodista y que buscaba información de Cacho. Finalmente
me dejó entrar a la habitación que era de él.

Me dejo sólo y observé que no faltaba ropa y todo estaba ordenado. Ahí en el
cajón del velador encontré una solitaria foto donde aparecía un grupo de jóvenes
como de mi edad con maletas y bolsos de viaje, atrás se veía un bus.

Tomé la foto prestada, pensando que podría servirme más adelante.

7: No tenía nada. Me fui decepcionado a tomar el colectivo y mientras lo esperaba


apareció una niña de ojos claros. Me enamore enseguida. La niña me miró y dijo:

– ¿Andas buscando a Cacho Ramírez?

– Si, ¿Sabes dónde puedo encontrarlo?

– Te espero en el descampado de la industria Bayer en diez minutos – y


desapareció.

Preguntando llegué al descampado, que era una sitio lleno de escombros y que
olía muy mal.

Comenzaron a salir detrás de los escombros 12 jóvenes entre hombres y mujeres.

– Si buscas a Cacho Ramírez mejor será que lo olvides, lo tenemos secuestrado.

– Se podría saber quién lo tiene secuestrado

En eso apareció la niña de ojos claros.

– No es tu incumbencia el asunto de Cacho Ramírez. Esto es una advertencia-


dijo.

– ¿Cómo te llamas?- pregunté.

– Charo, pero lo que queremos que entiendas es que no deberías buscar a Cacho,
puede ser peligroso.
– Entonces no está secuestrado. ¿Ustedes saben dónde está el arquero?

– No, pero debe estar bien donde está. No te metas por el bien de Cacho y
comenzaron a desaparecer.

Tome el colectivo camino a casa.

Miércoles 8: Desperté tarde y la Gertru me esperaba con un plato de cereal con


leche.

Me lo comí de mala gana mientras la Gertru preparaba sus teorías sobre lo que yo
le había contado la noche anterior.

– Creí que no querías seguir jugando a ser detective- le dije para molestarla

– Quiquito de mi alma, con lo lento que está el verano, déjame entretenerme un


poco. Te cuento que llamé a una comadre que tengo en Santa Familia y me contó
sobre Cacho Ramírez.

La Gertru tiene comadres en todas partes – ¿Qué te contó?

– Me dijo que Cacho hace solo 3 años que está en el barrio y que solo jugaba
fútbol, dime ¿de dónde salía la plata para mantenerse, pagar la pensión y gastos?
Debía andar en malos pasos, por eso lo mataron.

– No seas exagerada, Gertru.

– Muéstrame la fotografía – me pidió.

– La miró cuidadosamente- parece ser el curso de un colegio, todos tienen la


misma edad, primero o segundo medio. ¿Por qué la tenía Cacho?

– Supongo que conocía a alguien.

– Che – respondió la Gertru que se cree argentina cuando se enoja

En eso tomé la fotografía y entre dos niñas la encontré – Charo – dije en voz alta.

Gertrudis abrió los ojos con una mirada de avión despegando que ella tenía cada
vez que se sorprende y no entiende nada.

9: Homero Gavilán, entrenador del Ferro Quilín me esperaba en la sede del


equipo.

La señora Gallardo había hablado para facilitar la entrevista con el entrenador.

– Me engañó con eso de hacerse pasar por periodista


– No fue mi intención – disculpándome sinceramente – ¿Recibió el llamado de la
señora Gallardo?

– La pobre está muy preocupada por el equipo, imagínese contratar un detective


para buscar a Cachito, eso es querer mucho al equipo.

10: Caminé hasta llegar a la placita de Alférez buscando a Charo. Almorcé en el


“Pollo pechuga” un contundente plato de papas fritas con kétchup. A las 4 en
punto como estaba acordado, llamé a la Gertru que trató de sobornarme con un
fantasmal para que volviera pronto. Lo más importante: dijo que había recibido un
llamado de una tal Charo, me esperaba a las 5 en la estación de trenes de Santa
Familia.

11: La estación de trenes está abandonada hace años, llena de vagones


oxidados. Un escenario deprimente.

Esperé sentado como esperando el próximo tren, haciendo juego mentales para
pasar el rato. De repente a lo lejos escuché:

– Hola

Era Charo con su sonrisa de tren.

12: Caminamos por el vagón como una pareja.


– Te hice venir aquí para algo especial – dijo ella

– Te escucho

– Si deseas saber la verdad de Cacho Ramírez me tienes que contar por qué te
interesa el tema

Le mostré la foto y le indiqué con el dedo en la foto su propia cara

Soy yo – dijo resignada – hace tiempo que no veía esa foto, es la última.

– ¿La última?

– La última de mi curso, el 2°B del Liceo Makario Cotapos. De eso hace 3 años.
Pero respóndeme lo que te pregunté.

– Busco a Ramírez – respondí orgulloso – porque soy un detective privado y este


es mi primer caso.

– ¿Y quién te contrató?

– La dueña de la empresa de buses, la señora Gallardo necesita al arquero antes


del sábado para el último partido del Ferro Quilín.
– Justamente, ahí está el problema.

De repente aparecieron 2 hombres con cara poco amistosa.

– ¡Corre!- gritó Charo

Yo me quedé paralizado, pero Charo corrió y trató de saltar la pared, pero otros
hombres aparecieron y la atraparon.

– ¡Eres uno de ellos, tú los trajiste! – me gritaba Charo.

Uno de los tipos se acercó y me dijo:

– ¡Desaparece!

Y se fueron con Charo en un vehículo.

Jueves13: Al otro día la Gertru quería llevarme al médico por lo pálido que
estaba, parece que aún no se me pasaba el susto.

Nos pusimos a ver las teleseries donde salen los hombres peludos que le gustan a
la Gertru y comentábamos las teorías que teníamos del caso.

Yo me preguntaba ¿Qué estaría pensando Charo de mí? ¿Qué soy un cobarde o


un traidor?

De repente la Gertru gritó:

– Liceo Makario Cotapos de Santa Familia Segundo B

Yo no entendía nada

– Allí hay que buscar, obvio.

14: Volví a Santa Familia y llegué al colegio Makario Cotapos, que tenía un letrero
con una leyenda no muy original: “La educación es futuro”. Una frase como las
que le gustan a papá, ideal para no terminar como el tío Jorge.

En la puerta un hombre de bigote me miraba fijamente:

– ¿Su nombre? – preguntó – Llega atrasado al curso de nivelación.

– No vengo a ningún curso de nivelación – trate de explicarle.

– ¡Un rebelde! , treinta años como inspector y ni un rebelde ha podido conmigo.


Suba ahora al segundo piso.

Me arrinconó en el pasillo, así que no tuve otra opción que subir a la sala de
nivelación.
Allí estaba yo, como en la peor pesadilla, en clases en pleno enero y maldiciendo
mi mala suerte.

Por fin tocaron el timbre para el recreo.

Un alumno colorín con manchas en toda la cara se me acercó.

– ¿En qué curso estas? – le pregunté

– Debería haber salido hace 2 años, pero me gusta repasar las materias,
profundizarlas ¿me entiendes?

– Debiste conocer el 2°B de hace 3 años

– Ese curso egresó el año pasado, los que pudieron después del accidente.

– ¿Qué accidente?

– No eres de aquí, se nota. Al final del 94 ese curso organizó un paseo a


Algarrobo y viajaron de noche. El bus se desbarrancó y murieron 3 alumnos y
quedaron 10 heridos.

Le mostré la fotografía y le pregunte si conocía a Charo.

– Más o menos, era de un curso superior, pero de su hermana si me acuerdo –


señalándola con el dedo en la fotografía – fue una de las que murieron, eso no se
olvida fácilmente.

15:Ya en el colectivo camino a casa, daba vueltas al asunto.


Al salir del barrio por Sargento Aldea, miré hacia la plaza y vi caminando por la
vereda al gordo de pelo largo que me recibió en el descampado de Bayer junto al
grupo de Charo.

Hice detener el colectivo, el gordo me miró y salió corriendo. Yo me largué


explosivamente a correr tras de él.

Entró a una galería comercial y corría entre la gente, era muy hábil, hasta que
entró a una tienda de ropa interior femenina, allí acababa su carrera.

Entré a buscar al gordo y las señoras que se encontraban comprando se


voltearon a mirarme. Una vendedora se acercó. Para disimular le dije:

– Busco algo para mi hermana Sofía

– ¿Algo especial?

– Es rellenita – le decía mientras miraba entre los colgadores buscando al gordo –


tiene 18 años.
La mujer comenzó a buscarme algo especial, cuando de repente vi las zapatillas
del gordo bajo una puerta. Me acerqué para abrirla cuando la puerta se batió con
fuerza y me golpeó el pecho. Me caí y empuje a 2 maniquíes y una señora.

El gordo salto y volvió a huir a la calle. Lo seguí pero la ventaja era mayor y lo
perdí. Me detuve frente a una tienda de videos cuando 2 carabineros me miraban
y arrugaban la nariz, y la señora de la tienda decía:

– Es el ladrón de ropa interior.

Me miré y vi que de mi cuello colgaban 2 calzones y un sostén.

16: La Gertru lloraba mientras el Sargento Suazo la consolaba.


– Todo es mi culpa- decía- yo le dije lo del curso y ahora Quiquito está en la
cárcel.

– No es para tanto, lo registrarán y lo dejaran ir con nosotros.

Al final todo se arregló. Gracias al Sargento Suazo volvimos en un auto policial a


casa.

En casa la Gertru no me hablaba y me fui a acostar y a pensar en todo este lio del
Ferro Quilín.

De repente entre sueños escuchaba unos golpecitos en la ventana. Me levante y


allí estaba la cara del Gordo que me hizo estar en la cárcel.

– Mi nombre es León, te quería pedir disculpas es que me dio miedo, te confundí


con otros y pensé que venían por mí.

– ¿Quiénes son los otros?

– No lo sé muy bien, pero Charo lo sabe, pero creo que a ella la atraparon porque
hace 2 días que no aparece.

Lo dejé entrar y le llevé arroz con vienesas y un sándwich de jamón-queso.

– Hace 2 días que no comía – dijo luego de tragarse todo.

– Ahora que estás alimentado, porque no me aclaras lo que está ocurriendo.

– Charo, yo y los demás venimos de un hogar de niños con problemas de


comportamiento.

– ¿Viven allí?
– Es el hogar Isabelita Astaburuaga de Santa Familia. Charo llegó allí por que ha
tenido problemas en el liceo, no se ha podido recuperar de la muerte de su
hermana.

– ¿Qué relación existe entre Charo y Cacho Ramírez?

– No lo sé, solo sé que son amigos. A Cacho todos lo conocemos, es un buen tipo.

– ¿Sabes dónde está Charo y Cacho Ramírez?

-Estoy muriendo de sueño- se recostó y 2 minutos después estaba durmiendo.

Viernes17: Al día siguiente tomamos desayuno la Gertru, León y yo. Llegamos a


la conclusión que debíamos avisar a carabineros sobre el rapto de Charo, pero
antes debía hablar con la señora Gallardo para explicarle que el asunto se
complicó y que no podría cumplir mi parte de encontrar a Cacho.

Con León nos fuimos en la micro y me conto su historia.

“Es muy triste cuando tus padres se separan y tu quedas al medio, vivía una
semana con papá y una semana con mamá. No quería estar en clases y me
escapaba a la calle toda la tarde con mis amigos. Un día nadie me fue a buscar y
me quede a dormir en la calle. Al otro día los carabineros nos llevaron detenidos y
llamaron a mis padres. Ellos se encerraron a discutir y una semana después
llegue al Isabelita Astaburuaga. Charo fue la primera que me recibió con una
sonrisa y conocí a Cacho Ramírez”.

Nos bajamos en Moneda y me dirigí al terminal Intermar y el gordo se iría al hogar


a ver si tenían noticias de Charo. Me dio un número de teléfono si había
novedades.

18: La secretaria me dijo que debía esperar porque la señora Gallardo estaba en
una reunión muy importante. Esperé porque deseaba terminar con todo esto y
olvidarme del trabajo.

Comencé a observar las fotografías colgadas en la pared. Fotos antiguas donde


aparecía don Chemo joven y alegre y otras donde se veía viejo y enfermo.

De repente una fotografía me llamó la atención y la comparé con la foto que tenía
en el bolsillo, aquella del paseo. Al fondo estaba el autobús con los mismos
colores de las fotos antiguas de Intermar.

Le pregunté a la secretaria apuntando las fotos antiguas

– ¿Este es un bus de la empresa?

– Era, ahora el color oficial es el plateado y amarillo


– ¿Y estos de color crema y azul?

– Esos están obsoletos. Cuando llegó la señora Gallardo hace 3 años, se


cambiaron los colores de crema con azul a plateado amarillo.

Me entretuve mirando los estacionamientos y observe a un chofer revisando unos


papeles, pero al subir a una camioneta lo reconocí, era uno de los tipos que había
secuestrado a Charo.

Bajé corriendo los 3 pisos, pero la camioneta ya se había ido. Le pregunté a un


caballero que barría.

– ¿Dónde se fue esa camioneta? Necesitaba hablar con el chofer.

– Es una camioneta de encomiendas. Viene todos los días 2 veces y se lleva


sobres y paquetes a la bodega central en “La Granjita”

– ¿”La Granjita”?, ¿y dónde es eso?

– Así se llama la casa donde vivía don Chemo y queda en Santa Familia.

19: Con la Gertru nos juntamos en el metro Baquedano, venía muy elegante,
como cuando se junta con sus novios, el poeta o el carabinero.

Le conté todas las novedades de Intermar, pero ella dijo que tenía la solución en la
dirección que tenía anotada.

Caminamos por el Parque Bustamante y doblamos por una calle estrecha. La


Gertru tocó el timbre en un edificio.

– Gertrudis Astudillo, busco a la señora Magaly

– Suba – dijo la voz del citófono

Entramos a un departamento muy oscuro, lleno de plantas y cuadros que parecían


dibujos egipcios.

Nos sentamos alrededor una mesa.

– Tengo que concentrarme Gertrudis.

– No se preocupe – dijo la Gertru- esperamos.

Cuando ya me estaba quedando dormido la señora Magaly habló:

– Estoy lista, empecemos ¿nombre del interesado? – dijo la señora Magaly con
una voz ronca y los ojos cerrados.

– Cacho Ramírez, arquero – respondió la Gertru


– Lo veo, está vivo. Está rodeado de mucho mar, en una playa del litoral central.

– ¿Podría ser más específica?

– No puedo detallar nada más – respondió la señora Magaly saliendo del trance –
eso sería todo. Por ser ustedes y lo difícil del encargo son cinco mil pesos.

Pagamos y salimos del departamento con la extraña sensación de haber sido


estafados.

20: Decepcionados pasamos con la Gertru al Bravísimo. Me contó que ella era
de Temuco y que quería ser azafata, pero no le gustaba estudiar y no había tenido
el dinero.
Me fui a llamar a León por si había alguna novedad:

– Me acordé de algo que puede ser importante sobre Cacho – dijo León por
teléfono.

– ¿Qué?

– Un día Charo nos contó que Cacho había trabajado manejando buses durante 7
años, pero después lo había dejado por el fútbol.

– ¿Manejaba buses? ¿En qué línea?

– No, eso no lo dijo

Nos despedimos, aunque yo ya sabía la respuesta.

La Gertru se fue para la casa y yo me quede esperando que oscureciera.

21: Llegue en un taxi que me dejó detrás de la Villa Lomas de San Clemente. En
un parque me senté a esperar y dormí por una hora. Al despertar le pregunté a un
señor que paseaba 10 perros dónde quedaba la oficina de encomiendas de
Intermar.

– ¿Los buses Intermar?, después de la rotonda junta a la bodega de Falabella y


Tricot.

Llegué a la bodega donde alguna vez estuvo “La Granjita”, construcción parecida
a un hangar de aviación. Vi a un guardia y dos empleados mirando un televisor y
los reconocí, eran los que habían secuestrado a Charo. Esperé para pensar como
entraría sin ser visto. De repente apareció una señora con un carro de sopaipillas.
El guardia grito para adentro:

– Llegó la tía de la comida.


Los empleados de la oficina salieron alegres a comprar sopaipillas.

Corrí hacia el interior sin que nadie me viera. Había cajas de todos los tamaños.
La bodega continuaba a un amplio patio. En las dependencias interiores vi el brillo
de un televisor y lo seguí. Llegue al rincón donde estaba un catre de metal estaba
Charo amarrada al catre de una mano y un pie. Al verme se sorprendió.

– No hables – le dije – tenemos que salir de aquí.

– ¿Tú? ¿No eres de los mismos? ¿los guardias? – preguntó con voz débil.

– Están adelante

Desaté los nudos y la ayudé, porque estaba muy débil. La única solución para
escapar era saltar un portón. Primero subió Charo y cuando yo logré poner los
pies en la tierra, Charo me indicó para adelante. Enfrente están los empleados y el
guardia sonriéndonos.

22: Los guardias nos tenían amarrados en completa oscuridad lo que para mí es
terrible porque me da mucho miedo.

Se acercaron a nosotros:

– Llamen a la señora Gallardo – les dije – ella me contrató y es la dueña de todo.

Ellos se reían y nos sacaron para subirnos a un camión repartidor y otra vez en
oscuridad.

– No es a nosotros a quienes buscan – Me decía Charo – la señora Gallardo


necesita a Cacho Ramírez urgentemente y lo busca para retenerlo como a
nosotros.

– ¿Y el partido de mañana? – pregunté.

– A la señora Gallardo y a su empresa les da lo mismo si gana o pierde el Ferro.

– Y entonces ¿para qué me contrató?

– Tenía que demostrar a los dirigentes y al Ferro que hacia todos los esfuerzos. A
ella no le conviene que aparezca Cacho, haría cualquier cosa para que no
apareciera nunca, eliminarlo si es posible.

– ¿Eliminarlo? ¿Dónde está Cacho en estos momentos?

– No estoy segura

– ¿Y por qué quieren eliminarlo?


De repente escuchamos que alguien golpeaba como el canto del Ferro “Dale
Ferro, pero dale Quilín”

Charo se alegró y dijo:

– León. ¿Cómo habrá llegado hasta aquí?

– Quedamos de encontrarnos.

Un minuto después sentimos que alguien cerró la puerta de la cabina del camión y
encendió el motor.

Con Charo nos tiramos al suelo y el camión partió entre los disparos y gritos de los
empleados.

El camión se fue a toda velocidad contra el portón, saltando la puerta por los aires.

Luego solo se escuchaba el motor y el silbido de León de una canción de Queen


sobre campeones mundiales.

Sábado.

23: Eran cerca de las 4 de la mañana cuando León se detuvo a la salida de Santa
Familia.

Me acordé de la Gertru y me la imaginé desesperada con el sargento Suazo


buscándome.

León abrió la puerta y nos desató. Se reía con su cara redonda y rosada. Nos
contó cómo llegó allí muy emocionado.

De repente de la cabina del camión apareció la Gertrudis Astudillo con cara de


ascensor.

– Llamó por teléfono al hogar – explicó León – y quedamos de juntarnos en las


bodegas de Intermar.

La Gertrudis me miraba inconmovible.

– Estás en problemas Quique Hache – dijo enojada

– Te presento a Charo – fue lo único que atiné a decir.

Nadie entendía nada y seguramente nos andaban buscando así que nos fuimos a
un Esso Market a tomar café y que Charo contara todo lo que sabía.

24: La historia de Charo es la siguiente: en 1994 Charo y su hermana melliza


Leticia, estudiaban en el 2° medio del Makario Cotapos de Santa Familia, eran
buenas alumnas y su familia parecía normal. Siempre estaban unidas y se tenían
confianza.

En el verano el curso preparó un paseo de fin de semana a la playa, cerca de


Algarrobo. Contrataron los servicios de Intermar para el traslado a la costa. El bus
era del color antiguo, crema con franja azul.

Antes de subir, el grupo se tomó la fotografía que Quique tenía en el bolsillo.

En esa ocasión Charo vio por primera vez a Cacho Ramírez que era el chofer del
bus.

Los primeros kilómetros fueron lentos y alegres. Fue en una curva donde el chofer
perdió el control y cayó a un barranco. Según Cacho Ramírez, fue un vehículo que
lo encegueció con las luces altas.

10 estudiantes resultaron heridos de gravedad. De los cuales 3 fallecieron esa


noche en el hospital, entre ellos Leti, la hermana de Charo.

Para Charo la vida cambió, no hablaba con nadie, con su madre se culpaban de la
muerte de Leti. Finalmente sus padres se separaron y a Charo la internaron en el
Hogar Isabelita Astaburuaga de Santa Familia. Allí conoció nuevos amigos. Fue lo
mejor para ella.

Charo se enteró que Cacho Ramírez había pasado 6 meses en la cárcel, al salir
abandonó la empresa de buses y se dedicó a ser el arquero de Ferro Quilín, pero
seguía en la nómina de empleados del Intermar, recibiendo un sueldo.

Charo recordó más adelante, que antes del choque, ella se levantó para ir al baño
al final del bus y vio que Cacho Ramírez dormía en un asiento trasero, pero en el
sumario de investigación aparecía Cacho como el conductor al momento del
choque.

Charo quiso hablar con él y lo ubico después de un entrenamiento del Ferro. Él no


quería hablar sobre el tema, pero poco a poco se fueron haciendo amigos hasta
que un día Cacho le contó que en el momento del accidente él no era el chofer,
pero la señora Rosaura lo convenció para que se inculpara. Le prometió un
sueldo seguro. Cacho aceptó.

Charo lo presiono para que le dijera quien manejaba pero cuando Cacho había
aceptado contarle, desapareció. Según Charo la señora Rosaura estaba enterada
de todo y decidió hacer desaparecer a Cacho.

Charo sabía que Cacho tenía una tía que vivía en la Reina Alta, la tía Solicita y
quizá ella podía saber dónde estaba Cacho.

Los cuatro nos miramos, nadie dijo nada, hasta que la Gertru se atrevió:
– ¿Qué esperamos? Estamos cerca de la Reina y con ganas de conocer a la tía
Solicita.

25: Nos dirigimos en el camión a la Reina. Charo guiaba al grupo por un camino
en subida, se acercó a una casa llena de gatos y abrió la puerta del antejardín.
Golpeó pero nadie contestaba, hasta que por atrás alguien respondió “adelante”.

En el patio estaba la tía Solicita tomando sol rodeada de más gatos y reconoció
enseguida a Charo.

– Necesitamos hablar con Cacho, su sobrino urgentemente – dijo Charo.

– Cachito, excelente sobrino – comentó la tía Solicita

– ¿Sabe dónde podemos encontrarlo?

– Viene cada cierto tiempo, me trae “El Condorito”, creo que la última vez que vino
fue hace 3 o 4 días.

– ¿Le dijo dónde estaba? – preguntó Charo.

– Él es muy reservado pero yo lo noté cansado y deprimido. Debió hacer lo que


una hace cuando está cansado de la vida.

– ¿suicidarse? – dijo León

– Se vuelve al lugar de donde se salió. Cachito vivió toda su niñez en un pueblo


del Cajón del Maipo. Todos lo conocían porque era el arquero del equipo del
pueblo.

– San José – repitió Charo.

26: Nos fuimos por Av. La Florida hacia el Cajón del Maipo.
Ya en San José, nos separamos para preguntar por Cacho Ramírez, pero resultó
que había Ramírez por todos lados y nos enviaron a hablar con don Reinaldo
que era el hombre más viejo del lugar. Los sábados se sentaba en las graderías
del estadio o en la plaza a tomar sol.

Lo encontramos en la plaza y como nos dijeron que era medio sordo, dejamos a
Charo que hablara con él.

– Buscamos a Cacho Ramírez, don Reinaldo, fue el arquero de San José hace
algunos años.

Don Reinaldo reía y llevaba lentes Ray-Ban.

– Señorita podría decirme el apellido de ese tal José.


– Es Cacho Ramírez, arquero de San José.

– Perdóneme la sordera, es la edad.

Cuando Charo estaba a punto de rendirse….

– Espéreme jovencita, déjeme acordar. Había un niño que decía que se llamaba
Carlos Ramírez y decía que era tan bueno al arco como Cacho Ramírez del Colo-
Colo.

– ¿Dónde puedo encontrar a Carlos Ramírez?

– Ya no queda nadie de esa familia, cuando murió la mamá de Carlos, él se fue a


Santiago. Tenían un molino del otro lado del rio.

– Charo miro la dirección que había señalado don Reinaldo y le dio un beso.

27: Nos indicaron como cruzar el río. Llegamos cansados y transpirando y con
León apunto de vomitar.

Era una casa con dos Silos a los lados, pero el cruzar la reja, una voz potente nos
advirtió:

– Están en propiedad privada, un paso más y disparo mi escopeta.

La Gertru se echó al suelo exageradamente.

– ¿Cacho? ¿Eres tú? ¡Soy yo, Charo!

– Charo – repitió la voz

Y lo vimos salir con la mirada baja y tristona. Charo corrió y abrazó a Cacho
Ramírez.

Estábamos encantados conversando, cuando Charo nos despertó del trance:

– Tienes que volver con nosotros a Santiago.

– No puedo- respondió el arquero – es peligroso para mí.

– Solo será esta vez. Debemos denunciar a la señora Gallardo y ganar el


campeonato con el Ferro.

– Che, no sé lo que hizo o no hizo usted señor Carlos – dijo la Gertru con su
acento argentino cuando se enoja- pero aquí los presentes hemos arriesgado
nuestras vidas para encontrarlo. Si se siente culpable, che, lo mejor es que
solucione esto y después vuelva a encerrarse aquí.
– Falta aclarar algunas cosas – dijo Cacho – no dije toda la verdad con respecto al
accidente.

– ¿Cuál verdad? – pregunté desde atrás.

– Cuando murió mi mamá – comenzó a contar Cacho – me fui a Santiago, mi tía


Solicita me dio una carta para don Chemo Gallardo, quien me recibió muy
cariñosamente y me dio trabajo de inmediato como chofer de Intermar. Nos
hicimos amigos con don Chemo. Para don Chemo yo era como su hijo, me trataba
muy bien y eso provocó celos en su única hija, Rosaura. Los últimos meses, don
Chemo realizaba viajes con sus choferes para distraerse, aunque Rosaura se lo
tenía prohibido, no quería que don Chemo tuviera nada que ver con la empresa,
“usted está muy viejo papá” le decía.

Esa tarde del 94 con don Chemo fuimos a Algarrobo a un viaje de estudiantes.
Unos kilómetros antes de llegar, don Chemo decidió manejar y yo me fui a dormir
atrás. En el momento del choque, yo no era el que manejaba, era don Chemo.

Los abogados me convencieron que me inculpara, y yo acepté, no quería ver a


don Chemo en la cárcel. Estuve 6 malos meses en la cárcel. Cuando don Chemo
se recuperó, me fue a visitar todas las semanas a la cárcel, hasta que un día me
dijo que en su próxima visita, me diría algo muy importante, pero antes tenía que
hablar con Rosaura, pero esa visita nunca llegó, don Chemo murió esa semana.

Al salir de la cárcel, me fui a probar al Ferro y el entrenador, don Homero Gavilán,


me dijo: “Cacho Ramírez, aquí todos lo conocen, don Chemo dejó instrucciones y
sueldo para usted, vaya a vestirse, usted es el nuevo arquero.”

Pensé que eso era lo que don Chemo quería decirme, dos años después salimos
campeones consecutivos, pero comencé a recibir amenazas y después de la
balacera en el último partido, me vine a esconder aquí.

Una tarde aburrido, revisé algunas fotos de mi madre y encontré esto. Sacó de su
bolsillo una fotografía antigua, donde aparecía una pareja muy feliz. Uno era don
Chemo.

– ¿Y esa señora es tu mamá? – pregunté.

Movió la cabeza afirmativamente.

– ¿Eres hijo de don Chemo? – preguntó Charo.

Y volvió a mover la cabeza afirmativamente.

– Es hora de denunciar a la señora Gallardo, tienes que hacerlo por la memoria de


don Chemo y por mi hermana Leti.
– ¿Qué hora es? – preguntó Cacho – tengo que jugar un partido de fútbol en
Santiago – y sonrió con una sonrisa de colgador de ropa que algún día explicaré.

28: A las 5:30 se realizaría el partido enfrentando el local Ferro Quilín contra
Deportivo Malloco. El ganador subiría a segunda división. El camarín del Ferro
parecía un funeral. Sin la cábala Cacho Ramírez, el destino del equipo se veía
oscuro.

En el palco de honor los dirigentes y la señora Rosaura Gallardo en un sillón


construido especialmente para ella.

A las 5:15 nadie notó el camión estacionado a fuera del estadio. El vigilante, sin
embargo, reconoció enseguida a Cacho cuando lo vio parado en la puerta
vistiendo su casaquilla negra y guantes.

– No puedo creerlo – dijo

– No queremos que nadie lo reconozca hasta que esté en la cancha – le dije.

Entró y salió con el cafetero. Cacho se vistió con el delantal, la gorra y la


cafetera por delante.

Yo acompañé a Cacho hasta la cancha, Gertru fue a buscar al sargento Suazo.

Con Cacho bajamos las graderías y saltamos la reja. Cacho corrió despojándose
de su disfraz. El público lo reconoció y la barra comenzó a cantar “Dale Ferro,
pero dale Quilín”. La señora Gallardo discutía con los guarda espaldas y llamaba
por celular.

Los jugadores del Ferro rodearon a Cacho. Una gran ovación lo recibió.

Allí estaba Cacho, bajo los 3 palos. Sabía que era su último partido con Ferro y
eso lo hacía estar triste y alegre a la vez.

Domingo 29: Hoy domingo nos quedamos en casa con la Gertru tomando sol y
repasando la larga semana.

La tarde anterior el arquero del Ferro Quilín fue figura. El Ferro pasó a segunda
división con dos goles. Se entregó la copa y Cacho dio la vuelta olímpica.

Al momento de entregar las medallas, Cacho agradeció al Ferro, a don Chemo y al


entrenador Homero Gavilán por todo, pero dejaría al equipo e informó que daría
una conferencia después.

La señora Rosaura se retiró, pero en ese momento la Gertru con el sargento


Suazo y varios carabineros la rodearon.

– ¿Qué significa esto?


– Tiene que acompañarnos a la comisaria, hay una denuncia contra usted por
el secuestro de 2 menores.

En el diario apareció la señora Rosaura junto a Cacho, quien contaba todo lo


sucedido en el accidente y como destinaria el dinero de la herencia a entrenar
equipos de 3° división fuera de Santiago, porque prefería la vida sin tanta
complicación.

Ya estamos en invierno y sigo viendo a Charo. A veces vamos al cine y


caminamos por el parque Forestal. León aparece tarde en la noche y se queda a
comer. Sigue comiéndoselo todo. A mi mamá y a la Gertru les gusta verlo comer.

Con Charo hablamos del futuro y yo le digo que sigo esperando un llamado
telefónico que pregunte por el detective privado, entonces responderé: “Quique
Hache detective, ¿en qué puedo ayudarla?”

FIN

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