Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Todos nosotros, en algún momento de nuestras vidas, vivimos momentos dolorosos o situaciones
inesperadas de carácter negativo que debemos superar. Este tipo de experiencias marcan de tal
manera a algunas personas que desarrollan un diálogo interno de carácter negativo. Este diálogo no es
nada recomendable, y es aún más peligroso cuando amenaza en quedarse y hacerse costumbre.
Ninguno de nosotros está exento de encontrarse frente a un problema que no es capaz de solucionar,
ya sea por la complejidad del mismo, o porque no contamos con las herramientas necesarias para
solucionarlo. Bajo estas circunstancias y si consideramos el problema como importante, lo normal es
que aparezca la ansiedad: el reto se ha trasformado en amenaza.
En este tipo de trastornos, es común tener diálogos internos que refuerzan ideas negativas que nos
devuelven al episodio doloroso que aún no hemos podido superar. Lo peor de este estado es que
frente a cada nueva experiencia que nos recuerda lo sucedido, comenzamos a reaccionar
negativamente, por considerarla potencialmente peligrosa.
La crisis de pánico puede avanzar y volverse severa. Sin embargo, cuando actuamos de manera
efectiva ante los primeros síntomas, dicha crisis queda bloqueada y la persona se sale del círculo de
pensamientos negativos. Esto es posible porque las crisis entrañan dinámicas mentales negativas
aprendidas y, por tanto, admiten alteraciones si es nuestro propósito.
Recobrando el control
Estar conscientes de que estamos desarrollando este tipo de diálogos internos constituye un primer
gran paso para recuperar el control y prevenir una apreciación negativa de nosotros mismos o de
nuestro entorno, que finalmente solo consigue disparar nuestro estado de ansiedad.
El verdadero cambio ocurre cuando empezamos a detectar estos pensamientos negativos y los
reemplazamos por afirmaciones positivas. Es importante controlar nuestra respiración, relajarnos y
enfrentar las situaciones con calma. De lo contrario, las actitudes pesimistas y autodestructivas se
mantendrán.
No es fácil modificar este tipo de reacciones frente a lo que consideramos amenazante, pero sucede lo
mismo cuando queremos cambiar un mal hábito, como el de fumar o el de comer en exceso. Por
supuesto, cambiar un mal hábito, requiere de determinación y esfuerzo, pero al final se logra si
ponemos suficiente ánimo en ello.