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EN LA CIUDAD

ALEJANDRA MORENO TOSCANO

La ciudad capi~alista se const~~ye por la ac~ión de un conjunto


de agentes paruculares que ed1hcan su peculiar mercancía teni _
·
do como m!ra una 1nve~s1 ·ó n ~entabl e, pero qu~ requieren, en de
manera creciente, fuertes 1nvers10nes en gasto social, no rentabl
que recaen sobre la colectividad y son administradas por el Estad0e,
La búsqueda de la ganancia en la construcción del espacio ~
bano provoca la concentración _de_ la inversión en algunas zonas:~
detrimento de otras, el encarec1m1ento de losº predios, la densifica-
ción de los localizaciones rentables, la saturación de los medios
de transporte. Pocos espacios resisten los embates de la inversión
especulativa: lo destinado a parques públicos se reduce, las zonas
de habitación se alejan cada vez más de los centros de trabajo. El
resultado de estos procesos son las ciudades que conocemos, desar-
ticuladas, sin integración.
El Estado, que debería equilibrar la ocupación del espacio cons-
truido y los requerimientos de servicios sociales para la población,
pierde cada vez_ más su papel de rector y actúa, sin orden ni
prioridades, llenando huecos, financiando programas de vivienda
siempre insuficientes, mejorando la infraestructura en unas zonas
y abandonando a su suerte al resto; en suma, acatando decisiones
tomadas de antemano por la inversión privada, que se convierten
en situaciones de hecho.
Por otro lado, para resol ver algunos problemas demasiado gr_an-
des y complejos el Estado interviene de manera autoritaria -Jus-
tificando con eÍlo su papel de planificador. La gran variedad de
problemas que enfrenta lo obliga • a crear comisiones,· · es t ablecer or-
.
. . , d l e es es aislada Y sin
g an1smos (cuya función, 1a mayona e as v .c. , a los óro-anos
articulación) que desplazan, en la toma de d ecisiones, , 0
se
· 1 · dadania Lo que
y autoridades elegidas en otro tiempo por
t
ª
ciu , . : lacable.
una logica imp
define como desorden urbano, se su sten ª en . demasia-
. ·E· · equenr
La ciudad de México de hoy se idenu ica s~n ~ L llamada
dos a1· ustes, con este mo d e 1O d e ciu
· dad capitalista.
. .
ª d1
enerales e
. , 1 con trad1cciones g
"crisis urbana" tiene sus raices en as
[152]
LA "CRISIS" EN LA CIUDAD 155
sistema económico internacional, y no escapan a su lógica ni Nueva
York, París o Madrid, ni México, Guadalajara o Monterrey.
Estudiar esas condiciones generales es útil mientras se tomen
como marco de referencia para explicar desarrollos urbanos con-
cretos. La dimensión y modalidades de los problemas se definen
por la historia concreta del proceso de urbanización. En nuestro
país, el grado de concentración de la propiedad y del ingreso, las
caracter ísticas de la fuerza de trabajo y del desarrollo industrial,
las formas de intervención del Estado, la gestión urbana y la par-
ticipación política, son las instancias que explican y producen el
espacio urbano.

LA ESTRUCTURACIÓN DEL ESPACIO URBANO

El tiempo y el ritmo de la estructuración de la ciudad de México


quedó marcado por el desarrollo económico del país en las últimas
décadas. Al proceso de concentración del ingreso de 1940-1954
correspondió, espacialmente, la consolidación del modelo de ur-
banización segregada que comenzó a cobrar forma durante el
porfiriato. La ciudad se estructuró según la distribución de ese
ingreso: los fraccionamientos privilegiados se concentraron al po-
niente y al sur; el norte y oriente se reservaron a las colonias pro-
letarias. Hubo cambios en las zonas interiores. Se abrieron espacios
para dar paso a las primeras unidades multifamiliares construidas
en beneficio de los trabajadores vinculados a las grandes centrales
sindicales y nuevas construcciones rodearon a los antiguos pueblos
protegidos por las barreras de la segregación. Esas invasiones de
espacios tradicionales se expresaron en estilos arquitectónicos "mo-
dernos" y en el acceso a los servicios urbanos.
El crecimiento con estabilidad (1955-1960) produjo el primer
gran desbordamiento del espacio urbano. El poder de compra con-
centrado por las clases medias se dirigió a la adquisición de casas
en nuevos fraccionamientos (Satélite, Echegaray), a la compra de
uno o varios automóviles, a adquirir en forma casi suntuaria en-
seres domésticos electromecánicos (a su alcance gracias a la polí-
tica de sustitución de importaciones) y aparatos electrónicos siem-
pre nuevos ~ cambi_antes, que ofrecían la satisfacción pregonada
por los med10s masivos y la propaganda consumista, para "esta
al tanto" en noticias, diversiones y publicidad. Esos pequ~ño:
1t10RBNO TOICA1'
ALEJ1'NDRA
o mientras que
el mercad ' · d 1
dinarnizaron en los Hm1tes e
do~ó urbana se mantuvo ,., os grupos trans-
b)aCJ n
1• Po d consumo d e esos pequen • en locales para
o. El afjn e orfiriana de residen~1~alor de la tierra
tia.."86 la antigua zo:: ; hoteles, elevando de a la ciudad (''zona
·os restauran "d d había llega o
o,mero ' la modern1 a
mostrar que . . d
~. . . concentró la acuv1da co-
rosa )~nas ocas zonas privilegiadas s;te U nas cuantas áreas reci-
1!
ro!~ial y de los med1osd~de dtreasn~~~a "~ida moderna", quedando
· · s y como 1 a
bieron los sen'1c10 bí de. ado el siglo x1x.
el resto tal y como lo h~ :es fa ciudad seguía reproduciéndose al
A pesar de esas nove a ' .· d Los cambios mayores sobre-
. . or ahorros pnva os. f
modo anuguo. p . I 960 I 967 propiciados por dos actores.
vendrán más tarde, . enn e .ó d y I p;od ucción y de las actividades
Por una parte, la teduco n ~ó a de la población en las ciudades.
, udizó la concentrao n
agnco1as ag . . d "ó d 1 capital "semilla" que plantaron 1os
Por ou·a la mtrn uco n e
Estados Unidos para producir resultados que contrarrestaran 1os
efectos de la Revolución cubana; los fondos_ del BID y la AID, co~-
plementados por asi?naci?nes p~e~upuestanas, generar~~ los pr~~
meros mecamsmos fmanc1eros d1ng1dos a la construcc~on de VI
vienda "de interés social''. La preocupación de los pr~fes10?-ale_s del
bienestar por extender el acceso al cr~dito y al fi_n:i,nc1am1en to
hacia grupos más amplios de la población, para facilitar la cons-
trucción de vivienda, consolidó la actividad de los fraccionadores,
de los constructores y fortaleció el mercado inmobiliario.
Los beneficiarios de esas medidas -como ahora sabemos- fue-
ron los estratos altos y medios de la población. Durante esos años
se abandonaron definitivamente los antiguos proyectos de cons-
trucción estatal de viviendas para renta -como los desarrollados
por el IMss y el 1sssTE- y se adoptó el modelo de la "casa propia",
que ,incluso quiso hacerse extensivo a los grupos populares, cons-
truyendose en San Juan de Aragón y Tulyehualco casitas para los
pepenadores del DDF (quienes las abandonaron al poco tiempo,
traspasando sus derechos a grupos de ingresos más altos).
Al extenderse los mecanismos de financiamiento se definió el
aáela ·t,modo ..de
nuevo - co ns trmr· 1a cm_
· d ad. La institución bancaria· .so'lo
°
, _n capital a un promotor, lracdonador fuere organismo
publico 0 · d · ·d . - . ' ·
. . ~n ivi uo particular, y cada uno de ellos construyó stn
coor d
.6 InaCion entre s, í d ond e quiso
· o pudo sin asomo de Pan 1 ea-
ci n general Ad , 1 b . - ' · ·ones
. · emas, a anca exigió de todas esas mversi .
Í
un m mmo de renta b'I"d . suces1va-
1 1 ad, lo que implicaba invertir
LA "c1us1s" EN LA CIUDAD
155
mente en áreas ya probadas, consolidar los mecanismos del mer•
cado inmobiliario y prolongar la segregación del espacio urbano.
Todo esto oper~ so~re el modelo de casa unifamiliar que se fue
~doptando _Y exige incorporar mayores cantidades de terreno al
a~ea urbanizada, lo que obligó al Estado a invertir mayores can-
t1d~des en la dotación de servicios generales e hizo más costoso~
SOCialmente, el proceso de urbanización. Los beneficios que los
promotores o fraccionadores, individuos o empresas reciben de este
proceso, aumentan y se multiplican. Invertir en producir ciudades
se convierte en un importante negocio. Por otra parte, los fondos
del erario público alimentan los mecanismos de financiamiento
bancario y estimulan la expansión de ese sector, sin que el Estado
ejerza control alguno sobre la producción de los inmuebles que
de esa manera estimula.
Los años sigui en tes se caracterizaron por la política de freno y
arranque de la inversión pública y por la ampliación del radio de
acción de los monopolios en sectores rentables, como el comercio
y la propia banca. También esto produjo efectos urbanos.
El resultado de una inversión pública espasmódica, irregular>
reforzó la imposibilidad de cualquier planeación general. Los gran-
des proyectos de vialidad quedaron inconclusos, generando costos
sociales mayores. El diseño de grandes conjuntos respondió más a
compromisos coyunturales (obras olímpicas) que a planes genera-
les. Los conjuntos se localizaron en áreas alejadas, donde el recur-
so tierra, por su carácter público o social,. estaba d isp_onible más
1
por un acto político que por una erogación econom1ca. A e~os
conjuntos se _fes dotó de una infraestruct':1ra espe~tacul~r. Diez
años después ésta será insuficiente, al. cubrirse las area~ interme-
dias con nuevas construcciones promovidas por empresarios y com-
pañías privadas.

LA PRIVATIZACIÓN DEL ESPACIO

Con todo, la acción de los grandes consorcios (comerciales o ban-


carios) produjo efe~tos urbaníst~cos mayores. Las gr_andes firmas
comerciales y financieras promovieron de manera creciente la cons-
trucción de grandes conjuntos comerciales (Plaza Satélite, Plaza
Universidad, Plaza Comermex, Bosques de las Lomas). Los gran-
des conjuntos se caracterizan por reproducir un espacio urbano
ALE.) ANDRA MOBNO

ndo las molestias del ruido y los automóviles.


I se trata de espacios interiores que pueden aislarse
rse ~~ si mismos, creando ambientes regulad?s con acon-
~.,. 1r:1•:·a;:1.
"111
•. to de temperatura y música de. frecuencia
nam1en d. modulada
-
.litar el e · ercicio del consumo. Casi todos se isenan como
para f acl 1 dº -
calles interiores, adornados con fuentes o esculturas. Su . iseno ar-
quitectónico multiplica las posibilidades_ d fo rmar esqu_i~as y de-
7
sarrollar circulaciones en zig zag para eliminar la sensac10n de pa-
sillos y mantener las ventajas comerciales de las esquinas (mayor
superficie de aparadores-mayor exposición-mejores ventas). Gene-
ralmente estas unidades urbanas asocian a los servicios comer-
ciales otros, como salas de cine, restaurantes, oficinas de ban-
cos. Así, estos pequeños concentrados de urbanización tienden a
remplazar las funciones de la calle que tradicionalmente se des-
tinaba al uso público general. Son formas de anticiudad, pues
construidas sobre terrenos particulares quedan sustraídas del con-
junto urbano por su carácter privado, incluso llegan a definir re-
glas de ~cceso específicas ("se reserva el derecho de admisión") y
a establecer vigilancia policiaca particular. En suma, son ejemplo
de espacio urbano privatizado, espacio de segregación social por
excelencia. Si a esto agregamos la proliferación en la ciudad de
locales para esparcimiento (canchas de squash, tenis, salones de
fiesta) también de carácter privado, se comprueba una tendencia
creciente
• •
de la ciudad de hoy para segregar desioualmente
b
los
servicios urbanos generales, polarizando los contrastes, reduciendo
el espacio público y destinando un espacio privado al consumo y
al incremento de las ventas.
El interés de los consorcios bancarios en los bienes raíces n o es
nue:º· Pero a raíz d~ su fusió~ en banca múltiple, manejan de-
pósitos: ~h?rros,_ créditos comerciales, crédito hipotecario, empresas
1nmob1hanas, tienen sus propias constructoras y aseguradoras y
~umplen, en forma creciente, funciones de corredores de bienes
inmueble~ ~ promot~res de fraccionamientos (Bancomer, Bana-
~ex, At~ant1co, Crem1, Confía, Banpaís y otras). Es decir, en con-
JU~to, e1ercen el control directo e indirecto del mercado de bienes
ra1ces.
Las inrnobi_liarias usan capital que proporciona el consumidor
e~ una esp_ec1e de compra anticipada. Adquieren grandes exten-
s10nes, de tierrar se ocupan en promover la urbanización de lo
t~davia no urbanizado. Enfocan sus programas a diversos grupos so-
c~ales -incluyendo sectores populares. Desarrollan promociones
simultáneas para asegurar una rápida circulación de capital Y
LA. .. CRISIS" EN LA CIUDAD
157

contrarrestar la limitante mayor de las transacciones inmob~lia-


rias; para hacerlo, utilizan cualquier recurso: venden la idea
-construyendo únicamente la casa modelo-; construye~ por eta-
pas -según se va realizando la venta de lo ya constru1?0-; ex-
plotan los resultados de la propaganda del medio amb1ent~, d_e
la calidad de la vida, del retorno a la naturaleza, de la casa 1nd1-
vidual y de la propiedad privada como factores de felicidad, o
presionan sobre las aspiraciones de las clases medias a acc~der a
un status de prestigio construyendo fra ccionamientos y conJuntos
habitacionales que resultan exagerad amente lujosos en ambientes
y paisajes de penuria.

LOS CONSTRU CTORES DE CIUDADES

Los programas sincopados de gasto público, la política de inyec-


ciones anticíclicas de capital como medio para reactivar la econo-
mía, característicos de los años recientes, no sólo han tenido como
resultado una peculiar infraestructura de circulación interrumpida
(anillos de circunvalación, periféricos y circuitos interiores que
nunca circundaron a la ciudad), también han contribuido a mo-
dificar la estructura interna de la industria de la construcción y
han favorecido la concentración de capital que actualmente la ca-
racteriza (véase cuadro 1).
Entre 1950 y 1970 se registraron ante la Cámara Nacional de la
Industria de la Constru cción (cN1c) 146 nuevas empresas cada año
(en promedio). En su mayoría eran empresas pequeñas, con menos
de un millón de pesos de capital social. Estas empresas construc-
toras se caracterizan por lo siguiente: dependen en for m a casi ab -
s~luta del ~resupue_sto gubernamental o de las concesiones de cré-
da~ bancario; subsisten con una estructura financiera e d bl
pasivo global elevado y liquidez insuficiente· gene n e _e, un
t . ' r a1m ente inten
~~ aumen~a~ s~s gan_anc1as acaparando contra tos e. -
gihdad de sus recursos las expone a que uin é d .d·' P 10 la fra -
po las lleve al desastre· por lo t-mto est -' < p : I a o contratiem--·
. ' ' , · ,l n su Jetas a 1·
nes Y qmebras continuas. · nterrupcio-
C0 -- -- . .
mo la actividad de estas empresas de _d_ _ __ . _
i9~ste funcionó con políticas de freno y p:n e del gasto público
,6, las empresas constructoras pequen~ rranque entre 1960 y
tatse y t f' . as no loor
rans ineron sus utilidades a otr
os sectores.
º aron capitali-
MARA NACIONAL DE LA INDUSTRIA DE LA CONSTRUCCIÓN:
EMPRESAS QUE LA INTEGRAN SEGÚN SU CAPITAL SOCIAL
(1950, 1970, 1978)

-::C:--ap-:--i:-ta-:-l-r-eg~i:-st_ra_d:-0--------------------
(miles de pesos
corrientes) % de capital
Núm. de empresas
% por rango
1950
4.9
5 38
24 6.9
25 40 0.03
49 7.5
50 54 .1 2
249 9.2
250 184 .14
499 31.0
500 79 5.69
999 13.3
l 000 2 499 85 6.13
14.4 12.13
2 500 4 999 75
12.5
5 ººº y más 13
19
2.1
24.14
10.40
3.1
40.93
1970
500
501 999 2 214
64.2
1 ººº 7 999
2 ººº
1 999 515
393 14.9
6.3
7.8
8 ººº 19 ººº
11.4
258 26.2
20 ººº y más
7.5 2~.5
47
1.4 14.0
23
0.6 21.8
1978
99
100 499 2 064
32.0 l.O
500 999 l 844
l OOO l 999 28.6 5.6
l 027
2 000 15.9 7.8
5 000 4 999 710 11.0 9.8
9 999 452 7.0
10 0 13.4
0° 19 999 181
20 ººº y Inás 100
2.8 12.0

=------
1.5 12.8
74 1.2 37.6
FUENtEs· -------------------
. (1950 197 ·tal
•n la p, d Y O): conv,, fovestigación sobre viviendas (1v). El_ ca¡,,
28, núm. o ttcción de vivienda, México, 1977; (1978): Comercio Exterior, vo.1
. 8, agosto de 1978.
LA "CRlSJS" EN LA CIUDAD
159

Por su carácter dependiente de la coyuntura, las_ ~mpresas c?ns-


tructoras pequeñas no pueden racionalizar su act1v1dad; reah~an
proyectos aislados, trabajan in situ, utilizan procesos de producción
casi artesanales, no incorporan trabajadores en forma esta_ble y s_e
ven doblemente afectadas por la carestía de insumos y la 1nternu-
tencia de pagos del gobierno.
En 1975, el 77% de los socios de la Cámara Nacional de la In-
dustria de la Construcción se encontraba en esa situación. Su peso
en el conjunto explica por qué, vista globalmente, la industria de
la construcción mantiene características tradicionales y una débil
composición orgánica de capital.
El funcionamiento de las grandes empresas constructoras es opues-
to. Alrededor de 74 empresas con capital social superior a los vein-
te millones de pesos (1.2% de los socios de la CNIC) controlan
actualmente el 37 .6% del capital social de la industria de la cons-
trucción. Estas grandes empresas han desarrollado capital fijo,
incluso han consolidado algunas ramas de la producción de bienes
de capital, pues se dedican a la construcción de obras de infraes-
tructura que requiere el empleo de maquinaria y equipo. Utili-
zan tractores, motoconformadoras y camiones de volteo; consumen
varilla, ladrillos, cemento y hierro que ellas mismas fabrican o que
producen sus subsidiarias y asociadas. Todo ello ha acentuado su
tendencia al monopolio y algunas se han integrado a los consorcios
industriales más importantes que operan en el país.
Estas grandes constructoras pueden racionalizar sus programas
de actividades, financiar costosas investigaciones en tecnología, fo-
tografía aérea y estructura de suelos. Algunas mantienen subsidia-
rias en países centro y sudamericanos.
La política intermitente de gasto público afecta poco a esas gran-
des constructoras pues mantienen líneas de crédito abiertas con
financieras internacionales (Bank of America y Banco del Atlán-
tico, principalmente), a tal punto que algunas grandes constructo-
ras pueden financiar _vastas obras públicas, antes que el gobierno
les haga llegar los primeros pagos. En esas condiciones es expli _
ble que mantengan relaciones privilegiadas con los organis~:s
gubernamentales que promueven obras, además de que ha ll
d . n ega-
0 a ser 1as empresas me1or preparadas para realizar lo d
r D 1 ·1 f. .
P. oyectos. e as cu_atro m1 irmas registradas en la Cáma s gran es
cional de la lndustna de la Construcción en 197 5 d. ra Na-
-por su capacidad financiera- las obras de ma' tez acapararon
promovió el Estado. yor volumen que
Algunos estudios muestran que el desarroll d I
o e os grandes con-
ALEJANDRA MORENO TOSCANO

º6 se apoyó supeditando a las empresas pe-


de construcc1 n . . .
. l sistema de subcontrataciones. Esta compos1c16n
tfUélias m ediante e .6 d
estructura dota a la industria de ~a construcci n e una caracte-
Y, . ·al· puede mantener, simultáneamente, a 1tas tasas de
nsuca espec1 • · d ·
tac ión del traba]· o con altas tasas de acumulación e capital.
exp1o 1 d . d .
En otras palabras, el desarrol o e esta in ustna se a poya en su
capacidad para combinar las des~gualdades creadas por e_l de_sarro-
llo económico: formas de traba]º artesanales y consorcios indus-
triales de gran capacidad técnica que operan como verdaderos
monopolios. Esa capacidad de combinación le ha permitido man-
tener el papel preponderante que ha jugado, desde 1950, en el
desarrollo industrial de México, sólo superado por la industria
eléctrica y el petróleo. Los 800 mil empleos que genera la industria
de la construcción y los 463 mil que corresponden a la producción
de materiales de construcción ocupan buena parte (26%) de la
población económicamente activa; sin embargo, puesto que su vi-
talidad está sujeta a las derramas de la inversión pública, cuando
éstas se suspenden sus efectos son casi instantáneos. Luego de la de-
valuación, entre septiembre y octubre de 1976, 500 mil trabajado-
res de la industria de la construcción quedaron desocupados.
Así analizadas, ciertas políticas de financiamiento y apoyo al de-
sarrollo industrial han promovido en forma directa la extensión
del espacio construido y han agudizado los problemas de la urba-
nización no planificada. Pero es sabido que el 60% de la c~n~-
trucción de habitaciones en el área urbana de la ciudad de Mexi-
co se realiza fuera de los mecanismos formales, co1no acción di-
recta de pobladores y ocupantes.

EL REPARTO DE LA TIERRA EN LAS CIUDADES

. 1 s delega-
En 1979, cuando se ha consolidado la urbanización de ª . ue
. te de las colonias q_
Clones centrales , se olvida que la mayor par de invas1
. 'ón-expropia-
las integran surgieron siguiendo el proceso _ actualroente 1ª
'ó · · · d 1 área que ocupa t' erras
c1 n-regulanzac16n. S1 el 60% e . d d de ejidos o i á
ciudad de México fue alguna vez propie ba más reciente e_s t
sión ur ana dos 11e-
comunales, la historia de la expan terrenos ocupa . •en·
1
ligada al proceso de regularización de os f e uno de los cuni
'6 urbana u
galmente. Esa forma de expans 1 n
161
LA "clttlll" EN LA CIUDAD

tos sobre los que se levantó el sistema político PRM-PRI. Los efectos
urbanos de esa práctica política han sido mayúsculos. .
La resistencia inicial de las clases medias urbanas a ciertos ac-
tos de gobierno de los regímenes revolucionarios fue contrar~e~-
tada mediante una política favorable a las masas urbanas, o d1n-
gida a clases y grupos muy concretos. Cárdenas inaugura el pro-
ceso. Establece las primeras colonias proletarias repartiendo lotes
en terrenos expropiados. Entre 1938-1939, sobre terrenos invadidos,
se crean las colonias Alvaro Obregón, 20 de Noviembre, Mártires
de Río Blanco, Progresista, Revolución, Francisco Villa, Emiliano
Zapata, Gertrudis Sánchez, afectando a cerca de un millón y me-
dio de metros cuadrados que fueron incorporados al área urbana.
Mientras que en el campo se estimula la organización para la pro-
ducción en propiedades colectivas, en las ciudades la propiedad
individual fractura los terrenos de propiedad social, colectiva o
pública (ejidos, comunidades, tierras nacionales) y favorece su pri-
vatización.
Las regularizaciones de 1938-1940 no carecieron de selectividad
"urbanística". Se legalizaron las colonias situadas al norte de la
ciudad, mientras que se declararon ilegales -y se desalojaron a la
fuerza- las ocupaciones de terrenos al poniente (Hacienda de Los
Morales) y al sur. El destino urbanístico de esas zonas se reservaba,
desde entonces, a otros grupos sociales. En ese sentido, la acción
urbanística del gobierno de Cárdenas no contradice al proyecto de
segregación y zonificación planteado durante el porfiriato. Ade-
más, fuera de la propuesta de Cándido Aguilar de reformar el
artículo 27 constitucional con el fin de que se pudieran expropiar
terrenos urbanos sin edificar para ser dedicados a la construcción
de viviendas populares, no se registra en esa época ninguna otra
que, pudiera aso~i~rse ,ª una reforma urbana que prolongara las
poht1cas de mod1ficac1on de las relaciones de propiedad que afec-
taron a las zonas agrícolas.
Durante los gobiernos de Cárdenas y A vila Cama h
t' · c o se repar
1eron 50 mil lotes a colonos para la construcció d -
En 1943, cuando se integra la CNOP las manifestac· n e sus casas.
· . ' 10nes reún
tingentes de 150 colonias proletarias (a las ya . en con-
agregarse la Flores Magón, Jo. de May· 0 G mencionadas deben
p · • . , ra nada M 1· h
emtenc1aría, Feh~e Ángeles, Victoria de las ' ~ oacán,
C~nsulado, Deportiva Pensil, Fraternidad F J?emocrac1as, Río
~1ños Héroes). El reconocimiento de l ' ranc1sco l. Madero
c1ón de la propiedad, la autorización a ocupación, la legali y
para contar za-
' con serv1cios
·
ALEJANDRA MORI.:NO TOSCANO
162
públicos, fueron razones suficientes para ligar a los habitantes de
esas colonias con el PRM-PRI y asegurar su militancia.
En 1946 la práctica de negociación de títulos de propiedad a
cambio de participación en actos de masas solicitados por el parti-
do, tomó el nombre de "paracaidismo" (en clara alusiln a las ac-
ciones sorpresivas, dirigidas desde el al to mando, de la segunda
guerra mundial). El interlocutor principal de esos grupos era el
DDF, por ello suele atribuirse a la protección del regente en lo
personal, su surgimiento inesperado (como se atribuyó a Javier
Rojo Gómez la invasión del Rancho de San Juan Bautista en
1946, y a Alfonso Martínez Domínguez el reclutamiento de "hal-
cones''). La movilización de estos grupos de peticionarios ha servi-
do para los fines políticos más diversos: desde la salida del regen te
Uruchurtu, hasta la ocupación de los terrenos de Paseos de Tax-
queña que pertenecían a la cooperativa del periódico Excelsior.
La negociación de títulos de propiedad o de servicios públicos
facilitó la organización -con base territorial- de grandes contin-
gentes de trabajadores subempleados, desempleados o asalariados
no organizados en sindicatos. Las colonias proletarias han formad o
ligas o consejos que pronto se integran al aparato político del par-
tido, con una representación personalizada, pues nace del recono-
cimiento de las autoridades el éxito que tengan en las gestiones
de servicios urbanos. En esas circunstancias, las negociaciones, y
el apoyo a reivin~icacion~s. que _s,e obtienen, se ~~mitan a lo que
establezca la propia adm1mstrac10n. La declarac10n de lo que es
le o17al O ilerral
o
sigue manteniéndose como un derecho exclusivo
del Estado.
Después de 1950 este proceso de urbanización montado en la po-
lítica sufrirá algunas modificaciones. A partir de esa fecha intere-
sa más al partido oficial el apoyo de los grupos organizados. Se
retoma entonces la construcción de unidades multifamiliares des-
tinadas sectorialmente a burócratas, maestros, ferrocarrileros, elec-
tricistas, periodistas. Así se responde a la combatividad de los sin-
dicatos y a sus demandas por obtener mejoras indirectas al sala-
rio. Se negocia así, en concreto, la fidelidad política de los _secto·
res y se asegura la perpetuación de los dirigentes, al mismo uernpo
que se modifica la estructuración de la ciudad. Esos mismos pr~-
,· Ant1·
cesos se reflejan en algunas carreras del personal po1iuco. •
guos líderes de colonos acceden a cargos políticos del PRI Y terrni;
. • directore
nan su carrera como empresarios de fracc10namientos 0 . . das
d e 1.nst1tuc1ones
. .
crediticias ligadas a la construcci
·ón de v1v1en
producida por el Estado.
l6S
LA •·ausu" EN LA CIUDAD

Desde mediados de los años cincuenta el proceso se complicó.


Por una parte se limitó la formación de colonias en el Distrito
Federal, lo que estimuló indirectamente el desbordamiento d~l
área urbana sobre los municipios colindantes del estado de Méxi-
co. Estos municipios, invadidos por la zona metropolitana, de tener
308 mil habitantes en 1960 pasaron a concentrar cerca de 2 miJJo-
nes en 1970. Por otra parte, con demasiada frecuencia, el proceso
de invasión-ocupación no fue seguido de la regularización de 1a pro-
piedad. Un gran número de colonias se consolidaron -desde el
punto de vista de su infraestructura urbana- pero mantuvieron
una ilegalidad encubierta. Además, ya para entonces confundidas
las fronteras urbano-ejidales (reglamen to de 1956) y legalizada la
permuta de ejidos (desde 1942), la regularización misma se hizo
más conflictiva (véase cuadro 2).
Muchos de estos procesos fueron posibles porque, hasta antes del
ensayo de desconcentración de las delegaciones del Distrito Fede-
ral, nunca se establecieron alternativas administrativas que suplie-
ran a los órganos de gobierno municipal disueltos al establecerse
el Departamento del Distrito Federal (1929). La dificultad de man-
tener un control centralizado y la burocratización de esos controles,
cuando los hubo, permitieron la coexistencia, de hecho, de dos
ciudades: la que existía para y dentro del Registro Público de la
Propiedad y la que carecía de regularización.

CUADRO 2
SITUACIÓN DE LOS EJIDOS DEL DF E N 1972

Sup erficie ocupada


Dotación original por asen ta mien tos
Delegación (hectáreas) irregulares
%
Gustavo A. Madero 1 515 923
Villa Á. Obregón 60
180 107
lztapalapa 3 344 59
Azcapotzalco
I 738 51
691 187
Magdalena Contreras 4105 27
Coyoacán 878 21
212
Tláhuac 34 16
4 802
TJalpan 3 165
757 15
Cuajimalpa 277
245
7
-
FU[NT[ S
: ecretaría de Asentamientos Huma
10
3

nos y Obras Pu'bJ·1cas.


ALEJANDRA MORENO TO

J. cuando el área construida pasó de 150 k1ll!


e aftos despucS, 1 1 .
a los km2 que ocupa actualmente - as co on1as pro.
1~ 9 ue en750l952 se extendían sobre el _23.S·o/0 del área cons.
le~ias q traban el 1401 de la población, pasaron a ocupar
trwda y concen 10
el &o/c del área construida y a concentr~r el 40% ~e l_a pobla.
- 41~ º1 ededor del 4001 de las construcciones del Distrito Fede-
o 6n , a r /o . . , bl. 1
ral estaba al margen de la dotación de serv~oos pu 1cos y. a mar.
gen de las cargas fiscales, pues no pagaba impuestos pred1ales.
Si esto señala la importancia que habrían ~e tener los P:º~a-
mas de regularización de la tenencia de la ue_rra en el D1stnto
Federal, informaciones posteriores apuntan hacia su resultado es•
perado. La Tesorería del DDF estimó, en 1977, que el valo~ c~tastral
de los predios susceptibles de pagar impuestos en el D1stnto Fe-
deral alcanzaba la cifra de 314 mil millones de pesos. Si como ha
sucedido tradicionalmente, los ingresos ordinarios aportan alre-
dedor del 64% del presupuesto del DDF, entonces dicho presupuesto
deberia ser muy superior a los 3 500 millones de 1970, a los 15 000
millones de 1976 o a los 29 461 millones de 1978. Estas cifras in-
dican el abismo que separa a las necesidades de la población ur-
bana y a la capacidad económica de la ciudad para cubrirlas.
_En 1975, la población total del área urbana de la zona metropo-
litana (AuzM) había llegado a los 13.2 millones. Pero se carecía de
un sistema de transporte público racionalizado, los efectos de la
disminución de las áreas verdes y del aumento de la contaminación
se resentían cotidianamente y se descubría la realidad de una in-
flació~ de magnitud creciente. Se iniciaron entonces una serie de
rea~c1~~es de pr~~esta q~e, encadenadas, abrieron la conciencia de
la cns1s urbana
·d · • a con]untos .más amplios de l a pobl ac1·6 n.
U na r áp1 . a v1s16n. .retrospectiva señala que fu eron d os l os pun-
tos d·6
e conflicto• pnnc1pales ·· por un lado lo s confl.1ctos entre 1a po-
blac1 n usuana y los organismos del Est d
enfrentaron al Estado con los gru ba o, y po~ otro los que
pos ur anos dominantes.

LA REGULARIZACIÓN

La insuficiencia de los ingresos , bl.


demanda de los servicios urbanospul icos para hacer frente a la
a canzó u , • ·a
1970, que llevó a buscar una solució . n punto cnt1co haCl
. n interna p . - •
deudam1ento externo de la ciudad re 1 . ara 11m1tar e1 e_11
gu anzando la aportación {1s·
LA "CRISIS" EN LA CIUDAD 165
cal de los terrenos urbanos. Es sabido que la casa, por su carácter
inmueble, por su fijeza -que exige inscripción en registro y requie-
re escrituración pública para ser enajenada-, ha constituido, desde
muy antiguo, el pilar fundamental de cualquier sistema imposi-
tivo. En el caso de la ciudad de México, por la historia del creci-
miento del área urbana, cualquier avance impositivo requería, pre-
viamente, la regularización de los predios.
Entre 1971 y 1976 diversos organismos fueron facultados para
intervenir en los programas de regularización: el antiguo Insti-
tuto Nacional de la Vivienda transformado en INDEco, CORETT,
FIDEURBE, la Procuraduría de Colonias Populares del DDF y la Di-
rección de Habitación Popular del DDF. Pero la magnitud de los
programas de regularización nunca se definió oficialmente. Cada
organismo informó acerca de cifras diferentes y la prensa recogió
datos aislados de· los que difícilmente se obtienen conclusiones. Se
habló indistintamente de que 6 millones de personas vivían en
predios irregulares, de 514 colonias ilegales sujetas a regularización,
y hasta de 3 400 hectáreas del Distrito Federal sin regularizar. Ade-
más, no sólo había que regularizar asentamientos espontáneos
sino que también requerían de regularización l 00 mil edificios ya
en funcionamien to y propiedad del gobierno.
Las informaciones son confusas. A principios de 1976 se afirmó
1 que "de 600 colonias irregulares se habían regularizado 476 en 3
l años", pero cuando desapareció la Procuraduría de Colonias Popu-
lares en 1977 se informó que había 846 asentamientos irregulares,
e de los cuales 514 seguían "en proceso de regularización". Esto
e quiere decir que se avanzó poco, ¿pero por qué surgieron tantos
conflictos?
t- Hay, por lo menos, cuatro explicaciones. Primera: cada una de
t- las ne?ociaciones de regularización puede ser muy compleja. No
e es fácil conciliar intereses creados fuera de la legalidad formal,

tentre comuneros, adjudicatarios, posesionarios y nuevos llegados.


maraña _de relaciones establecida impli~a derechos de uso,
arrendamiento, de posesión y además, la tierra en que se mue-
ven · ' ' . •
. tiene un alto valor comercial en potencia. En esas cucunstan-
cias no. puede extrañar la enorme cantidad de prácticas · · ·
viciosas que
5t
: regi ran: simulación en la representación, acuerdos indebidos y
b¡f.~culaciones. Para algunos, la rentabilidad radica en la inesta-
a rni:I ad de la tenencia. El DDF estimó, en diciembre de 1977, que 2
lllillones de paracaidistas reportaban ganancias semanales de 40
s ones de pesos a sus líderes.
egunda. I . 'ó I
· os ocupantes se resisten a la regulanzac1 n porque os
. te -de carácter público o social-
dos llega1roen d d .
teffellOS ocupa . 1 e incorpor arse al merca o e tterraa
. en parucu ares ºbºlºd ,
converurse . ado de q uedar fuera de las pos1 1 1 ades
1
aumentan de precio a ~ ·os Las protestas de k,s grupos de más
· de los posesionan .
ec~n6micas 1 der acceso a los terrenos que ocupaban, gene.
baJOS recursos a per·dad de amparos contra 1os organismos · b
gu er.
raron una gran can i t . d 1 ..
TI) Muchas veces la protesta provino e os eJ1-
1
namenta es coRE · ( . · ºó
· neros que no recibieron la indemn1zaci n corres.
datarios o comu . . . ,, • lb
. _ 1 recibieron "disminuida - (A1usco, La A arrada,
pon d 1ente o a • d d · def · ·
lztapalapa, Tlalpan). Otras, porque el cam~10 e estino mido
unas zonas los desplazaba irremediablemente. Sobre esto
para a1g • '6 d 1
último, baste un ejemplo: luego de la exprop1aci ~ e os terrenos
del estadio Azteca (sede del campeonato mundial d: _futbol de
1970), los ejidatarios demandaron tierras que les permitieran con-
tinuar desarrollando actividades agrícolas. La respuesta que enton-
ces obtuvieron ("Nos ofrecen plateas para que no sigamos protes-
tando''), muestra las hondas diferencias que separan a las clases
que compiten por el acceso al espacio urban6>.
Tercera: las protestas fueron mayores cuando los programas de
regularización se acompañaron de proyectos de urbanización y cons-
trucción de viviendas. En este caso, al aumento de valor del terre-
no por su incorporación al mercado hay que agregar el costo de la
construcción, que da como resultado que los ocupantes originales
no puedan permanecer en terrenos así valorizados. Además, hay una
racionalidad distinta en el uso del espacio cuando construye el po-
blador por sí mismo, para cubrir sus necesidades elementales, que
cuando se construye una vivienda de antemano según los valores
estereotipados de la arquitectura convencional. Las viviendas pro-
yectadas eran concebidas -dentro de los límites establecidos por los
programas de financiamiento para viviendas "de interés social'' -
para grupos de població? de ~n?resos estables, que percibían entre
1.5 y 2.5 veces el salario m1mmo. Así, los pobladores estableci-
dos que tenían ingresos menores o irregulares eran automáticamente
desposeíd?,s. Esta regularización, acompañada por exigencias de
construcc10n de casas, levantó . oposición en numerosas col onias.· . el
P ed r~ga1 d e S~nto Dommgo, Padierna, Colonia Ruiz Cortines, san
Martm , Xochmahuac . (Azcapotzalco)
. y Apatlaco . son casos todo~
d e com_o una medida fiscal desata procesos que afectan el merca·
do de tierras
'd y provocan
· , el desplazamiento de la pobl acion
·, mas , des·
f avoreci a, sustituyendola por grupos de población de ingresos
estables. En otras pal~bras, la regularización así manejada daba Ju·
gar a nuevos asentamientos irregulares.
LA "CRISIS" EN LA CIUDAD
167
Cuarta: los organismos gubernamentales encargados de la regula-
rización no actuaron coordinadamente. Parecían buscar logros po-
líticos espectaculares más que soluciones globales. Esta descoor-
~in~ción se acentuó. más cuando la aceleración de la inversión que
~1gmó ~ la contra~c1~n de 1973 facili_tó las decisiones apresuradas,
¡mprovisa~as, de ultima h,°~ª· L~ acción de INDEco se antoja ejem-
plar para_Ilustr~,r es~s poh_ucas sm planes de conjunto, favorecidas
por una myecc10n discontmua de recursos. 1NDEco nació como un
o~ga~ismo público .~escentralizado, facultado para solicitar expro-
p1ac10nes y que ut1hzaba los productos resultado de su acción en
nuevas inversiones. Esa combinación de facultades le concedía atri-
butos reservados al Estado y mecanismos de operación similares a
los de una empresa privada. Su acción fue enormemente variada
y dispersa : utilizó créditos puente -de la banca oficial- para cons-
truir viviendas de interés social y "popular". Compró terrenos en las
zonas centrales de la ciudad de México -a precios de mercado- y
contribuyó a la valorización de los predios al eliminar las rentas
congeladas. Obtuvo la creación de fondos especiales (2 centavos por
kilo de azúcar para promoción de viviendas entre trabajadores cañe-
ros) para contratar -con criterios urbanos- la construcción de vi-
vienda rural. Actuó como uno de los agentes principales en la re-
modelación de plazas. Realizó "planes directores" para diversas
ciudades de provincia y se ocupó de organizar cooperativas de pro-
ducción de ixtle. Con estos recursos pronto el INDECO tuvo un banco
de tierra que concentraba alrededor de 115 miIIones de metros cua-
drados en 52 ciudades. En la ciudad de México incorporó 1 000
hectáreas más al espacio urbano. Las rivalidades que se generaron
entre los tres organismos gubernamentales que cumplían funciones
semejantes, contribuyeron a oscurecer la comprensión de los pro-
cesos. No extrañó a nadie que en junio de 1977 desapareciera
FIDEURBE, se disolviera la Procuraduría de Colonias Populares (que
fue sustituida por la Dirección de Regularización) y se creara una
Comisión de Desarrollo Urbano (dependiente del DDF) que tenía
como función coordinar las acciones de regularización de la te-
nencia .
. El análisis de los aspectos más significativos de la historia de la
ciudad de México en los últimos años no puede dejar fuera la efer-
vescencia organizativa que se manifestó en algunas colonias popu -
lares como resp uesta a las luchas obreras de tendencia democrática.
Colonias de posesionarios de Monterrey, de la ciudad de México
(Campamento 2 de Octubre) buscaron dar salida a los problemas
_que les planteaba la carencia de servicios públicos, resolviéndolos
. tº ua de las autoridades (recué},.
· res1ón con tn I · ·
ner
r
si mismos. BaJO p
·
l ) se resistieron a la regu anzac1ón,
ataco . . .
dese el incendio de ~p lotificaron, introdu Jeron serv1c10s
rop1as escue1as, · º6 1 ·
construyeron sus P .deología de par ti et paCI n co ectiva
l. desarrollaron una I . l El d
púbicos . y dº
te que agu iz suó a1·s1amiento socia . apoyo
d. e ma.
impresionan , d d º ersa índole y el carácter 1sperso de
dºeron a causas e 1v . .
sas qui~. I ºón terminaron por favorecer el surg1m1ento de grupos
su po 1uzac1 , ,
internos que llegaron a enfrentarse entre s1. . .
En I976, la insistencia en los programas de r:g~lanzac1ón se
acompañó de una política no manifiesta de re~tncc1ón a nuevas
ocupaciones ilegales. En julio de 1976 se ~esaloJa a los ocupante~
de Héroes de Padierna; en octubre a 500 invasores de Iztapalapa,
en noviembre a 3 000 paracaidistas de Tláhuac, Los O livos y Tul-
yehualco. En diciembre de 1976 el delegado de Iztapalapa anun-
ció haber impedido 27 invasiones promovidas por el Consejo
Agrarista Mexicano (cAM} y este proceso debe haberse prolongado
hasta junio de 1977, cuando se declaró públicamente la decisión
del DDF de terminar con las invasiones .
. En esa ~erspectiva se explica mejor que, en vísperas d e las elec-
c10nes a diputados federales de 1979, el PRI haya reasumido su p a-
pel de gestor de la regularización de la tenencia de la tierra urbana.

LA VIVIENDA

L:3-5 protestas por el alza continua de los arrendamie t


d1zaron con la inflación, aunque se ex resaron d n os se _agu-
hasta que la devaluación desorganizó ei me d e ma_n~ra difusa
vado. En la ciudad de México las t rea o de vivienda pr i-
entre 1976 y 1977 en el área 'Ne rhen als ,aumentaron en un 100~
• ' za ua coyotl TI I<
pan se reg~straron alzas hasta del SOO<Jc - anepantla-Naucal-
El cambio en la paridad del f º: .
circuitos de precios diferente . peso ac1ht6 el surgimiento de dos
d d st · · s. por un lado I ·
ª e mada. a ejecutivos de companias
- , ext e . precio de la vivien-
e1 mercad o Internacional y po · ran1eras, establecido por
ºd . , r otro el p .
c~nti ad máxima que el ingreso e~e recio determinado por la
d1anos recursos permite cubrir f1 :ªl de la población de me-
afectó a las clases medias urba. MaJuste entre ambos circuitos
. . d . . nas. ono 1·
v1vien a por instituciones han . po izado el acceso a la
canas y por 5 .
que controlan cada una entre 200 grandes inmobiliarias
y 20 000 d
epartamen tos, la po·
169
blacfón que al9uila vivienda (sólo el 80% de la población de la
zona metropoh.tana. es propietaria) v1•0 sum arse l os aumentos d e
la renta. d e alo1am1entos
. al alza general de p recios
· d e l os prod uc-
tos básicos. Los desalojos_ d: i~9uilinos aumentaron y entre 1976 y
1977 se habló_ de 800 mil 1u1c1os en trámite por modificación de
renta o desalojo.
. En ,numerosas
1 ocasiones
· •. . habló, entre 1975 Y 1977, d e que se
se
d 1scut1a. una ey 1nqu1hnana en la Cámara de Diputados. N unca
se precisaron sus características, y la demanda -o promesa- se
mantuvo en las campañas políticas de 1979.
En general, las protestas registradas con relación a la demanda
de bienes y servicios urbanos durante estos últimos años se carac-
terizan _por asumir la forma de crítica al Estado por s;_ débil in-
t~rvenc~ón _para controlar - o disminuir- la explotación que rea-
lIZan -indirectamente- los grupos u r banos propietarios de vivien-
da sobre la población asalariada.
En efecto, la intervención del Estado se dirige fundamental-
mente a estimular la construcción de vivienda nueva. Desde hace
años la vivienda se ha concebido como un problema de escasez de
construcciones, nunca como problema de mercado. Además, por un
fenómeno de reflejos culturales, los criterios para calificar una
vivienda como "digna" devalúan un alto porcentaje de las vivien-
das existentes que aumenta el déficit calculado con base en el cre-
cimiento demográfico. En este sentido es significativo que no se
cuente con estadísticas acerca del número de viviendas construidas
para renta, que permanecen desocupadas por su alto precio. Esta
concepción de la vivienda como un problema de falta de construc-
ciones (o como declaran entusiasmados los constructores: "hace
falta construir cada 6 meses una ciudad para 1 millón d e habitan-
tes") influyó en las políticas adoptadas por el _gobierno. E? 1971
se pensó crear un fondo fi n anciero de gran magnitud para estimular
la construcción de viviendas. Este fondo operaría por un sistema de
captación de recursos (equivalen tes al 5~/4 de los salarios ordinarios
de los trabajadores) que correría a cargo del e1:°pleador pero que
podía ser deducido de impuestos. De ahí nacieron el INFONAVIT
(para los trabajadores de empresas privadas), el FOVISSSTE (par~ los
trabajadores al servicio del Estado) y el FOVIMI (para los miem-
bros de las fuerzas armadas).
~ntre 1972 y 1976, el INFONAVIT fue manejado como uno de los
Principales instrumentos de política económica ("el agua que ne-
cesita el barco para flotar"),. en momentos en que la creación de
empleos resultaba prioritaria. Se suponía que las actividades del
ALE.f#Nm,A 1'18'11111

tilización del suelo urbano,


111ra111r- tncididan sobre 1~ u ue su desarrollo fomentada
ltl a<:tividad especulatdiva, ~ de la construcción y ésta
~ n e s t écn1cas · en la in ustnaducción y abatiendo
. costos. p
nd
tena sanamente, planeª : su r:odestoS y hasta contrarios a 18'
los resultados fu~r~~ mue O .r:1 s 1 del suelo" se limitó a la ad
lanteamientos
.. . d m1c1ales.
·11 esEl decontro
metros cuadrados en zonas sin . ur.·
Pu1s1c1ón 00
e 66 .8 mi 1·dad operó como una va Ionzac1 · "ó n de los
q . 1
bamzar, 1o cua1 en rea · ·d d
terrenos aledaños. La concentración de las acu~, ª es en progra-
mas denominados "directos" estimuló el contrausmo, r•
al desatar
0
!
la construcción masiva, provocó aumentos en s precIOs Y déficit
de los materiales de construcción, cuyos prec10s se engancharon,
con impulso redoblado, a la espiral inflacionaria (entre 19?~ y
1975 duplicaron los costos del metro cuadrado de construcc1on).
De las viviendas construidas el 23.9% correspondió a quienes
ganan I.5 veces el salario mínimo, y el 50.8% a quienes ganan dos
y tres veces el salario mínimo. Es decir, el Estado produjo vivien-
da a costos equivalentes a los del mercado privado. Además, de
22 932 unidades de vivienda construidas en la zona metropolitana
de la ciudad de México entre 1972 y 1976, 12 926 aún permanecían
d~so_cupadas en 1977. Esa situación facilitó el surgimiento de mo-
v'.m,entos de "ocupación" d~ viviendas vacías, como los que se re-
gistraron entonces en la Umdad El Rosario

LA LEY DE ASENTAMIENTOS

Los conflictos
banos que se
dominantes plantearon ent;e. el Es~ado y los grupos ur-
tuvieron
oposiciones se registraron e c~~;~enSUcas diversas. Las primeras
movidos contra el alza d ? ' en la forma de amparos pro·
e impuestos p d 1· 1 .
llegaron a conciliarse cuando los ~e ª es, pero los mtereses
esa manera se comparti'a
11 particulares aceptaron que de
con e1 Estad 0 l 1
el proceso de urbanización" M ,
. ºf . as tarde las
ª P usvalía generada por
d. . . .
ion a mam estarse detrás d contra 1cc1ones vo1v1e·
. . e1 argumento d l . .
n1stratrva del Estado para m . e a incapacidad adnu·
, . d ane1ar los se ..
PIicita e mercantilizar cad rvicios y la exigencia itn·
. ' a vez más l
coIect1vo.. Una etapa más crítº1ca d el enf ' os servicios
. de consuniº,
con motivo de la promulgaci· , d rentam1ento se presento
on e la le
h
umanos. Los desplegados de prensa quey l general . de asentamientos
.
ª impugnaron propore1°·
■! 9 cuí completo de los grupos empresariales in_.
- • y waa manifestación abierta por la defensa de sus interetel.
Aun cuando las reformas y adiciones al artículo 27 consti tucio•
ual no significaban un cambio en el régimen de propiedad del
suelo existente en las zonas urbanas, puesto que la propiedad pri-
,,ada sigue siendo lo principal y lo accesorio las modalidades que
se le aplican, el hecho de que pudiera quedar sujeta a usos, reservas
y destinos definidos por el Estado se consideró inaceptable. Nada
debía modificar las reglas que han favorecido la utilización ines-
tricta del suelo y del espacio con~truido como medio de acumu-
lación de capital.
La devaluación desnudó la arbitrariedad de esa acumulación
y la magnitud de las ganancias que se obtienen. Los contratos
de compraventa de casas en fraccionamientos -anticipándose en
muchos meses a la devaluación- estipulaban en una cláusula que
··por operar con u n préstamo exterior, en caso de variar la pari-
dad del peso, los contratantes absorberán la diferencia". De esta
manera las compañías fraccionadoras pretendieron cobrar u n 50%
de sobreprecio sobre casas ya vendidas. En 1978 se registraron 17
mi1 denuncias ante la Procuraduría Federa] del Consumidor, en su
mayoría contra las fraccionadoras FRISA y PRISA, ambas propiedad
de Paulino Rivera --1~orres, clásico especulador urbano, que ma-
neja en el Distrito Federal y estados aledaños más de 100 proyectos
(Bosques de Aragón, Las Alamedas, Cumbres de San Mateo, Villa
de las Flores, Las Plazas [Coacalco], Arcos del Alba, Lomas d e
Cocoyoc, entre otros).

LOS SERVICIOS URBANOS

Otra forma de expresión de los problemas urbanos son las pro-


teStas por ~a falta de servicios. En marzo de 1977, el DDF informó
qt ue 1. 5 millones de personas en el Distrito Federal carecían de
ornas dom· T ·
vicios , bl ~ci ianas de agua. La desigualdad en el acceso a los ser-
litros-hpu di~os se ve con toda claridad en el consumo de agua: 40
ora- 1a
en las col . en las
. z~nas pro letanas,
· contra 230 litros-hora-día
lo caro omas residenciales. El agua es también un indicador de
. de bºque cuesta ser pob re. A menu d o se menciona
cios . q u e los pr e-
1enes y ser · ·
das. El pre . d vicios son más altos en las zonas n1ás desfavoreci-
c10 el a gua 1·¡ustra esa d esigualdad.
. Si una vivienda
ALEJANDRA MORENO TOSCANO

tiene medidor, paga el metro cúbico de lí~uido, cuando su con.


,umo alcanza 1OOm8 bimestrales, a $ 1.40; SI ~ons~me 2~0m3 paga
$ 5.50 y $ 8.50 si consume 1 000m3 • En cambio, SI no tiene medi-
dor ni toma ni nada, se ve obligada a comprar a la "pipa'' un
tambo de 25 litros a precios "variables" entre 8 y 25 pesos. En
estas circunstancias, los estallidos de cólera son mucho menos fre-
cuentes de lo que podía esperarse ante la magnitud de los proble-
mas (como el linchamiento del chofer de una pipa que intentó
vender el tambo de agua a cien pesos, o el bloqueo que hicieron
los colonos de Ciudad Satélite en el Periférico para protestar por-
que seguían dándose permisos de construcción a condominios cuan-
do se resentía claramente la escasez de agua).
Con relación a los servicios de transporte, la beligerancia de los
usuarios se concentró en las municipalidades del Estado de México
colindantes con el Distrito Federal. Las protestas de los poblado-
res de Nezahualcóyotl y Naucalpan por el alza de precios de estos
servicios llegaron a traducirse en "secuestros" de autobuses (no-
viembre de 1976). La magnitud de esos problemas contrasta con la
casi inexistencia de estudios y análisis al respecto. Se comenta a
menudo que sólo dos individuos controlan la casi totalidad de
unidades de transporte público en servicio, gracias a la manipu-
lación política del complejo sistema de concesiones individuales
vigente; es sabido que los trabajadores vinculados a ese servicio
carecen de prestaciones y que cada unidad en servicio reporta dia-
riamente cuantiosas utilidades.
Si entre 1975 y 1976 el descontento de la población por la forma
como se administran los servicios públicos urbanos tuvo un ca-
rácter difuso y casuístico, entre 1978-1979 las protestas acumuladas
encontraron una nueva salida en la explosión de críticas contra el
proyecto de ejes viales. La apertura simultánea de gran cantidad
de ''f:entes" de _trabajo que modificaron camellones, redujeron y
ampliaron sucesivamente las banquetas o abrieron túneles para
prolongar las líneas del Metro, provocaron reacciones de descon-
tento crecientes. Las críticas se centraron inicialmente contra la
parcialidad de las medidas, en tanto que sólo buscaban resolver
el problema de circulación que exigía la acumulación capitalista.
Poco a poco se transformaron en una protesta unificada contra
su carácter arbitrario, inconsulto y antidemocrático. Por primera
vez, después de muchos años, los problemas de servicios urban~s
se tradujeron en una demanda de democratización de la adJll•·
nistración de la ciudad.
175

11A "-ftll" aN 1.A CIUDAD


¿Q!Ji DJCEN LOS PAII.TIDOS POLÍTICOS DE OPOSICIÓN?

. . r les
de la práctica
Lo anterior, aunque incompleto, d1bup 1os peri_ . . de la
palltico-económica que ha construid? la h1stori~ _reoente lítica
ciudad de México, así como la necesidad de defm1r un~ po
urbana alternativa. La revisión de los programas de acción plan-
teados por los partidos políticos registrados para la lucha electo-
ral de 1979, adquiere, por ello, especial interés. Las respuest~s, a
una encuesta de tres puntos publicadas recientemente, nos serviran
de limitada referencia para analizarlos. .
Algunas propuestas encaran la necesidad de establecer roecams-
mos de control del mercado de tierras mediante varios procedi-
mientos: reglamentación del destino de los inmuebles mediante
planes urbanos (PAN, PPM); redefinición de los impuestos espe-
ciales para asegurar que el plusvalor que generan las mejoras
materiales sea absorbido por el Estado (PsT); establecimiento de
precios tope a los terrenos (PcM) o a los 1racóonamientos (PDM);
y a través del c~ntrol de la compraventa de terrenos (PsT). Re~pec-
to, a la, producción del espacio construido, las propuestas resultan
au~ ~as generales. Se señala que el Estado debe intervenir en la
act1,;1_1dad de ~as. co~structoras: ~~quidándolas (PPM) o declard.ndo
d~, mterés publico la producc1on de materiales para la construc-
cwn_ ,(PP~)- T~~b~én se pide que el Estado intervenga en la pro-
moc10n
ción d lmmob1hana (PDM). En relación con la vivien . . d a, a excep-
e PCM que propone estimular la construcción de . . d
para renta y a· t . , VI v1en as
la b d 1 . JUS ar su precio segun un porcentaje calculado sobre
ase e mgreso del trabajador, los demás art" d
mas de acceso a la propiedad declar ---¿ ·-· p -. I - os _P.r?ponen for-
casas de alquiler después de d an. o obh~atona la venta de
' un eterm1nado tiem 1• . .
que 1a renta (PsT, PDM), o declarando - . P?,. a 1nqu1hno
mos- que "el arrendamiento deb s1~ e_spec1hcar mecanis-
apropiación" (PAN) o que "la e ~e~ sust1tu1do por formas de
(PR~)- Al referirse a la viviendac~:: te -~ ser de quien la habita"
mac1ones son mayores s rm a por el Estado 1 .
constitucional al .. que las proposiciones: se af1'r ' as abr-
. a v1v1enda (PsT) 1 b . ma el de h
porc1onar vivienda a l . ' a o ligación del E rec o
timular la construcció o~ tr~b~pdores (PsR) y la st~do de pro-
ras al trabajador que ~a :dv1v'.enda otorgando faci~~cel1da~ de es-
n; rebasan los marcos de ~mera, ~PAN). Todas estat e_s fmancie.

social del espacio exist~n::~:~:º•


p opuestas acentuarían . 1 pohuca adoptada f . ahrmaciones
las característic~s i~almente. Dos
que se refiere a I e segregación
a congel ac1on
. , de
17f
rentas en zºn as habitadas por trabajadores• (PsT) y la que plan•
tea establecer rentas-tipo de acuerdo con el ingreso de los habitan.
de cada zona (PsT). Con relación a los servicios urbanos hay la
tes , bl" ( )
proposición de ~~cionalizar el trans~orte pu 1~0 P~R , de ~unici.
palizar los serv1c10s (PcM) y de revisar las tarifas d1ferenc1ales de
consumo de agua, luz, etc. (PsR).
La impresión que se recoge es que estamos lejos de contar con
un proyecto de acción urbana alternativo y coherente. Sin em.
bargo, es importante subrayar la coincidencia de los partidos de
oposición en dos puntos clave. El primero se refiere a la necesidad
de que la propiedad del suelo urbano quede sujeta a modalidades
dictadas por el interés público -señalando entre estas modalidades
desde su mero "sometimiento a principios de justicia distributiva" i
(PAN), la limitación del espacio urbano apropiable individualmen- j
te (PsR), la nacionalización de terrenos baldíos dentro de las ciu- J
dades (PsT) hasta la municipalización del suelo (PcM). El segundo ~
propone reconsiderar la estructura organizativa de la ciudad, es
decir, que haya elección de las autoridades que la gobiernan, de-
mocratización en la toma de decisiones que atañen a su funcio-
namiento. Propuestas generales pero que llevan implícita la nece-
sidad de combatir el mito de la anarquía y del crecimiento inevi-
table e irrefrenable de la ciudad contemporánea.
Si la ciudad no es solamente "escenario" de conflictos, sino obje-
to mismo del conflicto, y si, como hemos visto, su desorganización
actual expresa hasta qué punto es territorio dominado por el ca-
pital, la lucha política deberá buscar invertir esa relación: recuperar
la ciudad para sus habitantes.
IIIIH JPff?fe.A

Este ensayo se elaboró aprovechando los resultados de diversas investiga-


ciones recientes. El lector interesado podrá remitirse a eJlas. Enlistamos
aquí las más importantes:

Planteamientos generales
Jordi Borja et al., l\f ovimientos urbanos y estructura urbana, en Cua-
dernos de Análisis Urbano, núm. 1, Barcelona, Publicaciones del Depar-
tamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona, 1974.
Paolo Ceccarelli (ed.), La crisi del governo urbano: instituzioni, strut-
ture economiche e processi politici nelle cittá del capitalismo maturo,
Venecia, ?\larsilio Editori, 1978.
Felix Damette, "La gachis de l'espace", y Edrnond Pretcceille ''La ville
invivable", en La Crise, jornadas de estudio organizadas por el Partido
Comunista Francés del 23 al 25 de mayo en Nanterre, París, Editions
Sociales, Économie et Poli tique, l 97 5.

ln<..lustria de la construccjón
Comercio Exterior, vol. 28, núm. 8, JVIéxico, agosto de 1978.
Priscilla Connolly (coord.), Investigación sobre vivienda (1v). El ca-
pital en la j.1roclucción de vivienda_, l\,f éxico, COPEVI, 1<J77.

PrrJducción de vivienda
Priscilla Connolly (coord.) , Investigación sobre vivienda (ni) . Las
políticas habitacionales del Estado mexicano, l\tléxico, COPEVI, 1977.
Gustavo Garza y l\tfartha Schteingart, La acción ltabitacional ch•l Es-
tado en l\Iéx ico, El Co~egio de i\Iéxico, 1978.

Poiítica y asentamientos irregulares


Manuel Castells, "~farginalité urbaine et mouvements sociaux au l\tie-
xique", en Revue Internationale de Recherche Urbaine et Regionale,
Londres, 1977.
Pr~s~illa Connolly, Investigación sobre vivienda (n) . La producción
de vivienda en la zona metropolitana de la ciudad de México, 1' Iéxico,
1

COPEVI, 1977.

, Jorge J\.Iontaño, Los pobres de la ciudad y los asentamientos espon-


ianeos, ~léxico, Siglo XXI Editores, 1977 .
. _Manuel Perló Cohen, "Un estudio en torno a la dialéctica de la rela-
c~on política-vivienda en México: 1900-1952" (mimeo.) , Iviéxico, Ins-
tituto de I nvest1gac1ones
. . .
Sooales, UNAM, s.f.

Administració
J , n, r·1nanciarn1ento
· • y legislación urbana
00
,,ºªqum ~l~arez Vázquez, "El proceso de juridización del suelo urba-
nd
<:ie~ben 1tt rca, 1'-Jéxico, Universidad Iberoamericana, 10, noviembre-di-
re <.1e 1978.
ALEJANDRA MORENO TOSCANO
176
Joaquín Alvarez Vázquez et al., "La administración y el fi nanciamiento
de la tierra urban a, algunas propuestas", Reunión latinoamericana de
la Fundación H ábitat de las Naciones Unidas, lviéxico, noviembre-di-
ciembre de 1978.

Partidos políticos
Miguel de la Torre, Margarita González Gamio y Álvaro Portillo
(encuesta) , "Los partidos políticos ante los problemas urbanos'', en
Nexos, núm. 6, agosto de 1977.

Las referencias a acontecimientos se reunieron a partir de los datos


mensuales que compila Información Sistemática, en su sección "Panora•
roa urbano-popular", 1975, 1976, 1977 y 1978.

Abreviaturas utilizadas

CORETr: Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra


FIDEURBE: Fideicomiso de Desarrollo Urbano
FOVIMI: Fondo de Vivienda para los Militares
Fov1sssTE: Fondo de Vivienda del Instituto de Seguridad Social al Ser·
vicio de los Trabajadores del Estado
INDEco: Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad
INFONAVIT: Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los T ra·
bajadores.

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