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SWEDENBORG: EL HOMBRE QUE HABLABA CON LOS ANGELES

Aunque fue destacado matemático, químico, biólogo y astrónomo, el ámbito en el que más se
destacó Emanuel Swedenborg, y en el que más influyó en sus sucesores, es en el plano religioso.
Hace exactamente 250 años, en pleno crecimiento de las ideas iluministas, este noble sueco, que ya
formaba parte del selecto grupo de los más importantes científicos de Europa, no temió en declarar
públicamente que podía comunicarse con los ángeles, y más aún, que lo hacía diariamente.

Desde el comienzo, Swedenborg no había sido una persona que pudiera llamarse inactiva: de
joven recorrió toda Europa estudiando matemáticas y ciencias naturales. En ese tiempo ideó un
método para medir la distancia de la Tierra a la Luna, así como interesantes ideas para la creación de
submarinos y aeroplanos.
En 1715, de vuelta en Suecia, se dedicó a divulgar los nuevos descubrimientos e ideas científicas,
para lo cual publicó el primer periódico científico de Suecia. Con el apoyo y la confianza del rey
Carlos XII, se dedicó por 30 años al desarrollo de la minería y la metalurgia en Suecia, mientras
publicó por su parte, varios tratados sobre problemas matemáticos, química y las percepciones
sensoriales humanas, así como el primer tratado de álgebra en sueco. De estos años son sus ideas
precursoras de la concepción atómica de la naturaleza y del origen nebular del sistema solar. En 1740
publicó su Economía del Reino Animal, en donde ya comienza a verse su preocupación por los
asuntos espiri-tuales. En este trabajo de fisonomía y anatomía, que contribuyó a la localización de los
procesos mentales, Swedenborg estudió el cuerpo humano intentando localizar «materialmente» al
alma.
Pero toda esta labor científica, que prometía tener un lugar privilegiado en la historia moderna,
quedó truncada el 7 de abril de 1744, cuando Swedenborg contaba 56 años. Ese día -por la noche-
Emanuel Swedenborg tuvo su primera visión de Cristo.

A esta primera «visita» siguieron otras, y pronto Swedenborg encontró que podía hablar a
voluntad con los ángeles, y visitar con frecuencia el cielo y el infierno.
Swedenborg era muy consciente de lo que la gente podría pensar de alguien que dijera hablar con los
ángeles: «Estoy bien convencido -dijo en su primera obra teológica- de que muchos insistirán en que
es imposible al hombre conversar con los espíritus y los ángeles, durante su vida y encerrado en la
cárcel del cuerpo; muchos dirán que el tal trato con estos seres es una nueva invención; algunos, que
he discurrido esta relación como un recurso para obtener popularidad; otros se opondrán de varias
maneras. Por mi parte, no me preocupo de cuanto se pueda decir en contra, ya que no hablo sino de
lo que he visto, oído y palpado». Consecuente, Swedenborg dejó su trabajo en 1747 para dedicarse
de lleno a la tarea a la que se creía llamado: la reforma de la Iglesia Católica.
En los años que siguieron se dedicó sin descanso a la publicación de sus visiones, y todavía le
quedaba tiempo para escribir sobre temas científicos. En Londres, donde se había establecido, murió
a comienzos de 1772 de un ataque de apoplejía, para reunirse definitivamente con los ángeles. Al
poco tiempo de su muerte se fundó la Nueva Iglesia de Jerusalén, que aún hoy tiene adeptos en todo
el mundo, así como la Fundación Swedenborg, que se encarga de la publicación y difusión de sus
libros.
En uno de estos, Earth in the Universe («La tierra en el Universo»), describió sus viajes visionarios a
otros planetas habitados. La luna, decía, estaba poblada por una raza que, debido a la extraña
atmósfera, hablaba por sus estómagos, lo que sonaba como eructos.

======================NO SOLO ANGELES.


Las visiones de Swedenborg no se restringieron únicamente a los mundos ultraterrenos: en la noche
del 19 de julio de 1759, mientras compartía una cena en Goteborg, Suecia, se levantó
apresuradamente de la mesa y salió afuera. Al volver estaba pálido y temblando. Había un incendio
violento, dijo; ya había quemado la casa de un amigo y ahora amenazaba la suya. Los demás
invitados lo tomaron a broma: Swedenborg vivía en Estocolmo, que queda a más de 400 kilómetros
de Goteborg. La cena siguió pero Swedenborg se levantó otras varias veces, informando cómo
seguía el incendio, para anunciar finalmente, a las 8:00 pm, que el incendio se había detenido a tres
casas de la suya. Al día siguiente todos se preguntaban en Goteborg qué significaba la visión de
Swedenborg. Tres días más tarde un mensajero de Estocolmo informó que un gran incendio había
tenido lugar allí y que había terminado a las ocho de la noche, a sólo tres puertas de la casa de
Swedenborg.
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LAS DOCTRINAS DE SWEDENBORG


Las obras teológicas de Swedenborg ocupan unos 30 volúmenes (las científicas algo menos).
En ellas afirma haber sido «instruido» por los ángeles para interpretar el sentido real de la Biblia y
para dar a conocer sus visiones del Cielo y del Infierno y lo que allí ocurría. Según él, la vida en el
Más Allá es muy similar a la terrestre, sólo que más pura y en la que la comunicación se da por el
pensamiento. Cada persona tiene su lugar de acuerdo a su ser, de modo que un avaro se siente a
gusto en el infierno de la avaricia. Los ángeles tampoco son los mismos que en el cristianismo; para
Swedenborg, son las almas de los que han muerto.
Swedenborg creía que Dios creó la humanidad para existir simultáneamente en el mundo físico, o
natural, y en el mundo espiritual. El mundo espiritual pertenecía a un dominio interior, junto con la
voluntad. Hemos perdido la habilidad de reconocer y usar este dominio interior, aunque
permanecemos en constante contacto con él, y estamos influenciados por él. El dominio interior tiene
su propia memoria, la cual sobrevive luego de la muerte. Esta memoria incluye un registro eterno de
todo pensamiento, emoción y acción acumuladca a lo largo de una vida e influencia el destino
posterior del alma (el cielo o el infierno).
Los conceptos de Swedenborg de cielo e infierno son innovciones importantes sobre aquellos
ofrecidos por el cristianismo, el cual presenta una bendición eterna de adoración y ángeles cantando,
o dolor eterno y tormento bajo el dominio de Satán. El infierno de Swedenborg es atemorizante,
pero no tiene Satán; su cielo está poblado por los espíritus de los muertos que llevan casi los mismos
hábitos en sus vidas que los que llevaron en la tierra. Ambos poseen estructuras sociales y gobiernos.
Ambos son productos de estados de la mente, autocreados por cada individuo durante la vida en la
tierra. De acuerdo con Swedenborg, la crucifixión de Jesús no se debió por los pecados de la
humanidad; cad uno crea su propio cielo e infierno.
Luego de la muhjerte el espíritu entra en un plano transicional, tan parecido a la tierra que muchas
almas no pueden creer que están muertas. Se encuentran con parientes y amigos, luego van a través
de un proceso de autoevaluación que los lleva a elegir el cielo o el infierno. Sin importar la elección,
el alma continúa usando ropas, comiendo, durmiendo, llevando actividades y casándose. Algunos
vuelven a casarse con las esposas de su vida en la tierra, mientras que otros eligen otras parejas.
La gente egoísta y materialista elige naturalmente el infierno, el cual es un mundo demoníaco
horrible, oscuro, de almas con caras monstruosas. Las almas son libres de ahacer cualquier cosa que
hayan hecho en la tierra, incluyendo asesinato, raptos, torturas, mentiras y manipulaciones. El único
castigo se da cuando un alma desarrolla vicios en ecceso de aquellos que tuvo en la tierra; entonces
él es golpeado por otras almas. Los demonios que gobiernan el infierno son almas humanas, no seres
sobrenaturales de otro orden.
Tampoco creía Swedenborg en ángeles; él usaba el término para describir algunas almas (las
dichosas). Todos los ángeles fueron alguna vez humanos.
Las almas pueden elegir el paraíso, que está compuesta de comunidades en forma de ciudades, en la
cual cada uno trabajo por el bien comunal. Es posible para las almas progresar en la vida después
de la vida, pero nunca pueden dejar el paraíso o el infierno, porque son estados permanentes.

SWEDENBORG NO CREIA EN LA REENCARNACION.


Las visiones de Swedenborg inspiraron a sus seguidores a establecer una religión en su nombre luego
de su muerte. En la mirada espiritual ecléctica, que se desarrolló en la segunda mitad de este siglo, la
influencia de Swedenborg es evidente n el concepto popular de un cielo o infierno auto-elegido y
auto-realizado.
Estas y otras consideraciones más radicales hicieron que la Iglesia no viera con buenos ojos sus
publicaciones. Sin embargo, su posición como científico dentro del círculo de la nobleza sueca le
evitó el ridículo, y sólo fue «olvidado», tanto por los religiosos como por los científicos, quienes a lo
sumo se atrevían a opinar que se había vuelto loco. Pero hubo otros que miraron con otros ojos sus
escritos. Para Hellen Keller, la escritora sorda, ciega y muda, fue casi como un guía espiritual, y
Jorge Luis Borges nunca ocultó la fascinación que le producían sus escritos. Además, otros escritores
como Honoré de Balzac, Charles Baudelaire, Ralph Waldo Emerson, William Yeats y el filósofo
Immanuel Kant fueron influenciados y admiraron su obra. Para ellos, sus ideas eran desarrollos
audaces, inteligentes y originales, aunque no aceptaran toda su teología. Las palabras de Hellen
Keller suenan hoy con gran actualidad: «Poco a poco sus formidables logros han comenzado a ganar
reconocimiento. La animadversión que alguna vez suscitara su doctrina, ha ido modificándose en una
actitud tolerante e inquisitiva.»
Se podría discutir siglos acerca de Swedenborg, pero nunca debería ocurrir que se lo olvidase.

Nahuel Sugobono.

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