¿PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA?

Giovanni Leonardo Bermudez Montiel

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 ¿Para qué sirve la filosofía?

Según el texto indica, una persona se vuelve filósofo el día que descubre que ha
ignorado el sentido de la vida misma, comienza a cuestionar cosas que nunca antes
había pensado, deja de creer en las respuestas que le dan las personas de su
alrededor y busca por propia cuenta las respuestas que le satisfagan, siempre
buscando por el camino de la razón.

El primer paso para que una persona se vuelva filósofo, es reconocer la propia
ignorancia. Caer en cuenta que las respuestas que nos ofrece la sociedad para
intentar calmar nuestra sed de las mismas, son solo cómodos mitos. De allí nace la
famosa declaración de Sócrates, “Yo solo sé que no sé nada”; haciendo la
referencia de que una mente brillante como la suya, aun sabiendo bastante sobre
diversos temas, desconocía respuestas a cuestiones que eran realmente
importantes para él. Dejando un vacío en su interior que solo podía llenarse con
dichas respuestas.

Para el filósofo, en una cuestión de responsabilidad el abandonar la ignorancia, ya

que tal situación es verdaderamente intolerable. No puede seguir fingiendo que ya
posee las respuestas a las preguntas que más queman, busca dejar de vivir en la
mentira, el por qué de las cosas y la existencia misma.

La filosofía no es tarea de unas cuantas horas, sino de toda una vida. Diversas
cuestiones filosóficas se han transmitido de generación en generación, sin encontrar
una respuesta clara y concisa de las mismas.

Mientras la filosofía sigue enredada sin poder resolver los mismos problemas de
hace 2,500 años, la ciencia avanza con pasos seguros hacia la resolución de sus
propias interrogantes. Un filósofo debería abandonar la filosofía y hacerse del lado
del pensamiento científico para aliviar su sed de conocimiento, pero éste reconoce
que no le ayudara a encontrar la respuesta a las cuestiones que para él son más
importantes; puesto que la ciencia nunca se plantea las cuestiones que son más
preocupantes e interesantes para la filosofía, como la existencia de una divinidad
suprema, el destino del alma, o la frontera que separa al bien del mal. No sería
posible que la ciencia sustituyera a la filosofía, puesto que en lugar de resolver sus
problemas pasa de largo de ellos.