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Para dar inicios a esta monografía, me resulta importante destacar, a nivel personal, lo

poco informada que estaba con respecto a esta temática en particular.

Si bien es una declaración es individual, considero que la mayoría de la sociedad


desconoce todo el entramado que existe cuando nos referimos a etnicidad, raza o
alteridad. Este desconocimiento produce comentarios, gestos, dichos de exclusión, de
represión e intolerancia.

Visibilizando asi una reproducción de todos estos significados, que a su vez se


alimenta por los medios de comunicación y el poder político.

Ahora bien, una pregunta que da vueltas en mis pensamientos es ¿Cuáles son las
causas de tanto odio ante la diversidad de culturas?

¿Puede ser la colonización una de las causas? La misma trajo consigo la religión, en
modo “domesticar a los indios y sus saberes”, la valorización de lo blanco sobre lo
negro, como pulcro, bueno, y aceptable, entre otras cosas.

También, puede ser una respuesta al interrogante de esta idea tan generalizada con
respecto a la etnicidad, el proyecto social borbónico que se concentraba en el control
de los espacios públicos y la homogenización del lenguaje y las prácticas culturales.
Asimismo en convertir plebeyos y campesinos díscolos en trabajadores, soldados y
tributarios disciplinados; imponiendo el control municipal sobre los espacios públicos,
las economías informales y liberar las ciudades de la superstición. Es decir,
establecían un sistema de exclusión o adaptación de ciertos grupos de personas que
alteraban el orden establecido, según sus criterios.

Para ser más concreta, en la Argentina, por los años 1868, el conocido como “padre
del aula” Domingo Faustino Sarmiento, se refiere en reiterados documentos a
domesticar a los llamados “indios” y su afán por una cultura europeizada, que de fin a
la barbarie. Además, él mismo, en repetidas ocasiones, dilucida ciertas dudas con
respecto a este punto en particular catalogando a unos como salvajes, y al resto que
había asimilado la civilización, como personas de bien.

Asi también, antes de la tan renombrada Campaña del Desierto del General Roca, la
“salvación” también estuvo presente en la idea de Alsina, de crear una zanja desde
Córdoba a Rio Negro. Creían que iba ser menos dolorosa que la antes mencionada
expedición al desierto, pero fue abandonada por cuestiones lógicas, obviamente los
costos que ocasionaría.

Juan Manuel de Rosas en 1833 y principios de 1834, con la conquista del desierto
también despojo a muchos pueblos originarios de sus tierras y ganados.

La campaña del Gral. Julio Argentino Roca entre 1878-1885, tenía como objetivo
aniquilar con todos los pueblos aborígenes, con el fin de conquistar sus tierras.
Finalizando con miles de muertes mapuches, tehuelches, entre otros.

A su vez, todo el marco de la historia mundial y argentina, refuerza la idea de que


fuimos “salvados” de los indios que vivían como animales salvajes, reforzando la idea
de la colonización, dejando sin voz a los subordinados, reprimidos y muertos detrás
estas verdades homogéneas y totalizantes que solo benefician a pocos/as y la
mayoría de la veces, a quienes se encuentran en el poder, grupos particulares o
grandes elites subversivas.

Después de un pequeño panorama de la historia contada por “algunos”, se puede


hacer alusión lo que actualmente sucede día tras día en nuestra sociedad, producto de
la desinformación, el odio, la reproducción de las grandes masas de unas ideas tan
cargadas racismo e impunidad.

Y si nos referimos al racismo, por más crudo que suene esto, nos referimos a la
Argentina misma. Esto no quiere decir que el mundo no se maneje en estos términos.
Pero en mi juicio, prefiero detenerme en lo propio.

Para no irnos tan lejos, en este último tiempo, para ser más exacta en el mes de
diciembre y principios de enero, los hechos delictivos aumentaron, teniendo en cuanta
el panorama de nuestro país, era de esperarse. Estos delitos en su mayoría (por no
decir todos) fueron ocasionados por inmigrantes limítrofes, es decir bolivianos,
paraguayos y peruanos, esto confirmado por las fuentes policiales y los medios de
comunicación, que se encargan que esta imagen se virilice aún más.

Sin perder de vista la opinión de la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien platea
y sostiene que: “El 20% de los detenidos son extranjeros" y a su vez estos deben
ser extraditados automáticamente. Asi también otros de los dichos frecuentes de la
funcionaria es el siguiente: "Vienen ciudadanos peruanos y paraguayos que se
terminan matando por el control de la droga, no tanto bolivianos". Cabe destacar
que después de etas crudas declaraciones de la Bullrich, fue denunciada por
xenofobia por la organización social argentina Barrios de Pie y entre otras.

Palabras más, palabras menos, la encargada de la seguridad rectifica los discursos de


xenofobia y racismo existentes en el país, poniendo énfasis que el problema es
extranjero. Cayendo de esta forma en un racismo elitista, donde la otra persona llega a
ser cosificada, tomada como un objeto de discriminación, burlas, alguien no deseado
en el país, o más específicamente en la Ciudad de Buenos Aires. Dejando una clara
evidencia que ellos son seres no domesticados y bárbaros, en otras palabras
animales, sin cultura, historia y sin DD.HH.

Lo más conocido en la jerga popular es “el que vino a delinquir o quitarnos el trabajo
porque son quienes trabajan por dos pesos y sin importar las condiciones y es por eso
que nosotros los argentinos no encontramos trabajo, porque ellos trabajan como
burros y encima tienen planes sociales, educación y salud pública”. Ahí en donde se
evidencia que para la ciudadanía ellos no son sujetos de derecho sino más bien
animales. Es en estos tipos de comentarios, que se reproducen en el día a día donde
se puede percatar el odio, la xenofobia por el otro, por ser distinto. En conclusión para
quienes nos gobiernan la solución está en la expulsión de “ese ser indeseado”,
reforzando de esta manera un discurso tan popularizado.

A modo de comparación, este tipo de ideas no suele ser la misma, o no toma el mismo
vigor cuando él delincuente es un inmigrante europeo, como sucedió en el caso del
asesinato de la familia Begnato, quien el precursor del hecho es una ciudadano
español, que fue extraditado del país para ser juzgado en su país, fue absuelto de todo
tipo de delito en España, pudiendo de esta forma regresar al país para amenazar a la
familia de la víctima. En otras palabras, si bien el caso tuvo mucha relevancia, no fue
en caso por la nacionalidad del delincuente sino más por el hecho en sí, lo cual no
suele lo mismo en el caso de los inmigrantes latinoamericanos. Entonces ahí es donde
se observar y reflexionar, que no es el país sino más bien es su cultura, sus formas de
organización, ideas, características y costumbres que lo definen como apropiado o no.

Siguiendo el mismo horizonte, pero con otros actores, evidenciamos este repudio por
ciertos sectores sociales, los más vulnerables, las clases sociales más pobres,
quienes son comúnmente reconocidos como “los villeros” “la familia luchona” “los que
viven de un plan” entre otros.
Teniendo en cuenta estos, un interrogante que me surge es, ¿Qué relación existe
entre la alteridad y este grupo social en particular? Lo concreto a esta pregunta es lo
siguiente, cuando nos referimos a alteridad, se lo define en pocas palabras como
condición o capacidad de ser distinto. Y si bien, por cuestiones de lógicas se entiende
que somos distintos. Pero con respecto a esto hay un punto controversial, lo distinto es
igual a falta de derechos, a no poder satisfacer sus necesidades básicas, a ser el
blanco de discusiones sin tener una opinión o sin ser escuchado.

Entonces, ¿realmente hay un respeto por esa persona distinta a mi oba los otros?

La verdad que no, porque en la realidad se demuestra que por sus gustos, forma de
organización, economía, entre otras. No se les deben garantizar el cumplimiento de
sus derechos, porque según los discursos tan arraigados en nuestro país, “son lacras”,
“mal vivientes” “deberían matarlos a todos/as” “con una bomba en todas las villas se
solucionaría todo”. Todas estas aclaraciones como excusa de la delincuencia, como si
ese problema también les pertenecería. Cuando el problema no son ellos, sino un
estado ausente que no le brinda la posibilidad de educación, salud y trabajo,
dejándolos a la deriva desde niños y no haciéndose responsable de cumplir con sus
derechos. Y lo peor aún, legitimando significados entorno a la idea de que ellos son los
culpables, y por ese motivo que deben ser juzgados desde chicos, y si es posible que
terminen en una cárcel. La solución ante todos los problemas.

Quienes nos gobiernan se jactan en que es la única solución, porque escuelas


públicas hay, salud también y por ende trabajo. Pero cuando este niño no cumple con
las “expectativas escolares”, sin recibir ningún tipo de contención, es expulsado. En el
sistema de salud no son pacientes, en algunas ocasiones son tratados como
animales, por no tener obra social, como si todo lo público estaría en mal estado. Y por
último, el trabajo, donde te piden miles de requisitos que quizás son imposibles de
alcanzar, o por ser del interior no lo otorgan.

En consecuencia, lo que molesta es el otro, el que muchas veces no encaja a los mal
llamados estándares de una sociedad civilizada, esa persona desprotegida y la vez
acusada.

En otras palabras y teniendo en cuenta el texto “Racismo y discurso”: en un cuadro de


la situación Argentina, estos sujetos son el punto de partida de un racismo popular, el
que excluye a los demás de manera hiriente, a los que se les ofrece las soluciones de
todo. A los que se pretende enseñar a vivir porque su forma no es correcta o la
indicada, esos que vienen de otras provincias o lugares y no corresponden a la capital.
Es decir, forman parte de un discurso donde son el objeto distante y cosificado de una
sociedad que los margina y su vez el estado.

Y sin olvidar que todas estas significaciones bajo el lema “Queremos una Nación
donde se pueda dialogar, sin violencia y barbarie”

Teniendo en cuenta lo anteriormente planteado, se puede observar el la ambigüedad


entre sus discursos y sus políticas, es decir fueron los funcionarios quienes hace
menos de un mes aprobaron el uso de armas de policías, sin necesidad de dar la voz
de alto, son lo que reprimen ante alguna manifestación o marchas, sea cual sea el
motivo. En consecuencia son ellos, quienes reproducen barbarie. Como en el caso del
Gral. Roca, cuando se refiere a exterminar la barbarie fusilando a todos los indios, sin
percatar, o quizás sí, que él fue uno de los mayores barbaros de la historia Argentina.

Y si nos referimos a grupos étnicos cuestionados, asesinados, rechazados, también


hablamos de los habitantes de pueblos aborígenes. Es una realidad constante y que
muchas veces no se visibiliza, o sólo los aspectos más desfavorables, los que son
alimentados por los medios de comunicación para crear más discusión en la sociedad.
Asimismo al hablar de indígenas o pueblos aborígenes, lo tratan como algo superado,
como si se hubieran extinguido en el tiempo. Y este mecanismo es reforzado en las
escuelas, es decir se estudia la campaña del desierto y todos sus beneficios para el
pueblo argentino. Pero nunca como un acontecimiento que trajo consigo un genocidio
y explotación indígena infantil.

Esto es parte de la tan reproducida “historia oficial” la cual no es la única y tampoco la


verdadera. A su vez, esto no significa, que no existan documentos o registros de todo
lo acontecido, de la miles de familias separadas, de la explotación de niños indígenas
en la producción de cañas de azúcar en Tucumán, sino que si existe y en su momento
hubo series de crítica por los periódicos, y asi también por el mismo Bartolomé Mitre,
quien acusaba al Gral. Roca como un asesino de lesa humanidad; entonces la
pruebas estaban en su momento y están, solo que no son puestas a la luz, por
conveniencia de algunos.

Ahora bien, teniendo en cuenta todo lo antes planteado, es necesario esbozar o más
bien definir la aborginalidad, lo cual nos posibilita tener un punto de referencia a
mucho hechos y acontecimientos que suceden en la cotidianeidad que afectan
directamente o indirectamente a los pueblos aborígenes.

Entonces la aborginalidad es definida por Jeremy Beckett como un “proceso de


construcción material e ideológica de un otro aborigen en la esfera pública - proceso
que lejos está de depender solamente de los mismos aborígenes”. Es decir se refiere
al hecho histórico en el cual están encauzados los aborígenes, y que estos también los
marca y en cierto punto los define. En otras palabras, es una construcción social
siempre renovada donde la posibilidad de conformar una identidad genérica trasvase
identificaciones tribales.

Asimismo, Beckett concluye en destacar la especificidad de la aborginalidad, la cual


es una forma de etnicidad porque involucra un proceso de marcación que única y
específicamente recorta a los grupos que han ocupado un país antes de su
colonización y carecen de madre patria en otro lado, es decir grupos singularizados
por su anatomía. En concreto, esta definición es muy peculiar, ya que no coincide
exactamente con lo que designa, sino es algo distinto.

Para ser más exacta esta aborginalidad, antes planteada es un proceso de marcación
y automarcacion, un proceso de inscripción de prácticas donde las categorizaciones
“aborigen” y “no aborigen” han sido redefinidas en y a través de relaciones sociales
contextos históricos cambiantes.

Todo lo planteado se puede ver plasmado día a día en la sociedad, para ser más
específica, y recordando el caso de Santiago Maldonado, que se encontraba
apoyando la lucha de Los Mapuches para no ser expropiados de sus tierras, entraron
en conflicto con Gendarmería Nacional y al cabo de un mes aparece muerto a
cercanías de la zona.

Si bien en esta situación hubo una muerte, pero está en particular fue mediatizada y
sacada a la luz. ¿Pero qué ocurre con las cientos de muertes por la lucha de las
tierras? Nada, solo quedan en el olvido, pero presentes en la memoria de los pueblos,
en una lucha interminable con muertes nunca registradas.

Ahora bien, lo interesante del caso Maldonado, no solo fue su desaparición y hallazgo,
curiosamente, en la zona ya peritada después de un mes. Sino más las discusiones en
torno a este, las cuales fueron las siguientes:

● ¿Por qué se encuentra luchando por las tierras si él no es mapuche?


● Otra y la más escuchada, Los Mapuches no son argentinos, son chilenos y no
deberían estar reclamando por tierras que no lo pertenecen.

● ¿Cómo puede ser que siendo mapuches permitan en su “tribu” una persona
que no lo es? Eso le quita sentido a sus tradiciones y no tendrían que permitir.

Estos dichos fueron reproducidos en el tiempo de búsqueda del artesano, y a su vez


reforzados por los medios de comunicación. Que a su vez rectifican que solo los
mapuches pueden y deben luchar por sus derechos y no puede hacerlo alguien “no
mapuche” porque si no “esa lucha se desvirtúa y no tiene sentido”. Asimismo deja en
evidencia que, aquel grupo que molesta o que interfiere en el orden establecido, no es
propio del país y debe ser extraditado. Desconociendo de esta forma la historia, a la
cual tienen acceso unos pocos, jugando de este modo con el desconocimiento de las
personas con respecto a este tema y lo que provoca el efecto de las masas alrededor
de una idea tan generalizada y totalizante que solo busca generar más y más
desigualdad.

En consecuencia, teniendo en cuenta los aportes de Beckett se puede evidenciar lo


plasmado en sus escritos, llegando a la conclusión que la aborginalidad no les
pertenece, sino es producto de significaciones alrededor de ciertos parámetros que
fueron creando y alimentando cada vez hasta tal punto que la diferencia sea
sumamente notoria, con respecto a los demás. Esto también produce que en muchas
situaciones esto llegue a ser asimilado por ellos llegando asi a entender que es lo que
les pertenece y es por eso que en ciertas ocasiones (no siempre) se encuentra reacios
hacia los demás. Asimilando de esta manera que estas significaciones hacia al otro,
fueron creadas e impuestas desde la época colonial y lejos de pasar desapercibidas
siguen aún más impregnadas en la sociedad, a tal punto de reafirmar que cada vez
son más fuertes.

Teniendo en cuenta todo lo planteado, llego a la conclusión de las formas de vivir en


nuestra provincia, Santiago del Estero, entendiendo que lo antes redactado no solo
pertenece a lo lejano, sino más bien también es propio de esta provincia. Para ser más
específica esto se puede observar, en la urbanización, la vestimenta, el vocabulario de
unos “pocos”, los santiagueños, incluso los bandeños.

¿Porque en estos particularmente? Porque son estos quienes se encuentran o reciben


con mayor rapidez el efecto de las “modas” y con ella sus desventajas teniendo un
cuenta la poco tolerancia por el distinto, sus significados y por las personas del interior
con sus costumbres y modismos.

Esto se puede evidenciar, en aquellas personas que aun preservan los modos o
costumbre de gauchas, personas que cuando se trasladan a la cuidad, son mal vistas,
criticadas por su vestimenta, por su forma de traslado, entre otras. Lo cual genera
muchas controversias en la cuidad, ya que para la vista de la misma genera rechazo
porque no concuerda con la idea de “urbanización”, pero cuando llegan los festivales
y/o aniversarios se añora, aclamado la presencia de los gauchos y las chinitas
bailando una Chacarera o una Zamba. Es decir, existe una ambigüedad, porque en
algunas ocasiones el Folclore, el gaucho y las comidas típicas son nuestra esencia,
pero en otras, estas deben ser expulsadas porque generar un mal concepto de
“ciudad”. Lo mismo sucede con los integrantes de pueblos originarios, que poco
acceso tienen a la ciudad, pero cuando lo hacen, los dichos más populares son:
“seguro son bolivianos”. Pero a la hora de comprar sus tejidos o alpargatas recurrimos
a ellos rápidamente. Y sin perder de vista que si estos productos llegan a costar más
de lo esperado, son tildados automáticamente como analfabetos e incultos y no
deberían cobrar ese precio por los mismos.

Para concluir, a lo largo de este trabajo se fueron impregnando ejemplos de la


cotidianeidad, que visibilizan todo el entramado de significaciones detrás de los
mismos, llegando a concretar que detrás de estos grupos sociales, en la jerga popular,
son incultos, analfabetos, inmigrantes no deseados, productos de un mestizaje, pero
nunca pertenecientes a pueblos aborígenes.

Y si bien esto es parte del día a día, también albergan una lucha que no solo pasa por
la aceptación sino a su vez, por recursos económicos, legales e históricos, de los
cuales solo ciertas elites del poder, poseen grandes réditos económicos y políticos.

En resumen, según Barth, una identidad no cambia por el hecho que haya elementos
que se transforman.
Bibliografía
Racismo y discurso: un cuadro de la situación argentina
Carlos Belvedere, Sergio Caggiano, Diego Casaravilla, Corina Courtis, Gerardo Halpern, Diana
Lenton, y
María Inés Pacecca

¿Son los mestizos híbridos? las políticas conceptuales


de las identidades andinas*
Marisol de la Cadena1
University of California, Davis (Estados Unidos)

La construcción social de la entidad étnica

La alteridad del cuarto mundo. Una desconstrucción antropológica de la


naturaleza.

https://tn.com.ar/politica/patricia-bullrich-el-20-de-los-detenidos-son-
extranjeros_929688

https://www.hispantv.com/noticias/argentina/332001/ministra-seguridad-trump-
muro-extranjeros-narcotrafico-bolivia

https://www.diariopopular.com.ar/policiales/masacre-flores-el-homicida-y-el-
unico-sobreviviente-cara-cara-n349598

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