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Los efectos positivos incluyen la garantía de que los bancos centrales pueden ajustar las tasas de
interés reales (destinadas a mitigar las recesiones), y fomentar la inversión en proyectos de capital
no dinerarios.
Los economistas están de acuerdo en que las altas tasas de inflación y la hiperinflación son causadas
por un crecimiento excesivo de la oferta monetaria. Los puntos de vista acerca de lo que es una tasa
de inflación baja o moderada varían. La inflación baja o moderada puede atribuirse a las
fluctuaciones de la demanda real de bienes y servicios, o cambios en los suministros disponibles,
como durante la escasez, así como al crecimiento de la oferta monetaria. Sin embargo, la opinión
general es que un periodo largo y sostenido de inflación es causado por una oferta de dinero que
crece más rápido que la tasa de crecimiento económico.
Hoy en día, la mayoría de los economistas están a favor de una tasa baja y estable de la inflación.
Una baja inflación (en oposición a cero o negativo), reduce la severidad de las recesiones
económicas al permitir que el mercado laboral pueda ajustarse más rápidamente, y reduce el riesgo
de que una trampa de liquidez impida que la política monetaria logre la estabilización de la economía.
La tarea de mantener la tasa de inflación baja y estable está a cargo de las autoridades monetarias
como el Banco Central de Guatemala y la Junta Monetaria, que controla la política monetaria a través
de la fijación de las tasas de interés, operaciones de mercado abierto, y mediante el establecimiento
de requisitos de reserva bancarios.
El día a día es muy complicado en Venezuela. La tasa de inflación de 43.000 % significa que cada
mes los precios se multiplican por 1,65. Un ejemplo para pensar: si España tuviera esa tasa de
inflación y teniendo en cuenta que el gasto medio mensual en la cesta de la compra es de 340 euros
al mes, al siguiente mes costaría 561 euros. Al siguiente 925 euros y al siguiente 1.527 euros. Una
locura.
Un gráfico que es una pesadilla. La inflación en Venezuela durante las tres últimas décadas. (IFM)
Pero eso no es lo más grave. La inflación de 43.000 % al año es la calculada en los últimos 12
meses. Pero el ritmo se ha acelerado. Si se proyecta la inflación de los últimos tres meses la
inflación anual es superior 482.000 %. Esto es, cada año los precios se multiplican por 4.820. Es
decir, cada mes los precios se multiplican por 2. Al cabo de cuatro meses un gasto fijo de 340 euros
se convertiría en un gasto de 2.720 euros.
En Venezuela ya empiezan a verse efectos parecidos: los sueldos no suben al suficiente ritmo para
mantener el nivel adquisitivo, hay hambrunas y escasez de artículos de primera necesidad, no hay
suficiente moneda para efectuar las compras (el billete más frecuente es el de 100 bolívares y
para tomar un café hacen falta 10.000 de estos billetes), etcétera.
Pero, ¿cuál es el problema? Como en todos los episodios de hiperinflación el problema es que el
Banco Central está imprimiendo moneda para hacer frente a los vencimientos de deuda. Y esta
moneda no está respaldada por nada. Pero ni siquiera esto es una solución de nada ya que mucha
de la deuda de Venezuela está denominada en moneda extranjera, en dólares. Lo cierto es que el
Gobierno de Venezuela es un desastre y las soluciones a esta situación, aunque complicadas, son
mucho mejores que seguir por la misma senda: suspender pagos, reestabilizar la moneda, dejar de
imprimir dinero e intentar restablecer la economía de mercado normal.