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Síntesis: El arte de amar.

De Erich Fromm
Rafael Madrid.
Dinámica de Pareja y Familia.
Francisco Rodríguez.
27 de febrero de 2019.

Capítulo 1: ¿Es el amor un arte?


La mayoría de las personas tienen la errónea percepción de que el amar consiste
fundamentalmente en ser amado, no en amar. Para una gran parte de la población de
nuestra cultura, el ser amado, es en realidad, una mezcla de popularidad y sex-appeal.
También está la idea de que el amar es la parte sencilla, mientras que el hallar el objeto para
amar y que nos ame es la parte difícil. En la actualidad, se busca un amor romántico, el cual
acentúa la importancia en el objeto, más que en la función en sí.

La cultura ha fomentado el consumismo, éste se traduce a el consumismo en la


decisión de las personas, hombres y mujeres por igual, a “consumir” a las personas
atractivas, son un premio que se buscan conseguir. Este “atractivo” no es más que un
conjunto de cualidades populares, que tienen una demanda significante en el mercado.
Entonces, dos personas sienten que se enamoran cuando sienten haber encontrado el óptimo
objeto con disponibilidad en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus propios
valores de intercambio. Las relaciones amorosas siguen de igual manera, el esquema de
intercambio que gobierna en el mercado de bienes materiales y del trabajo.

Otro error que se tiene respecto al amor es que la falta de claridad, pues se piensa al
enamorarse y amar como sinónimos; confunden la experiencia inicial de “enamorarse”, con
la “permanencia” del enamoramiento -esta segunda se refiere más bien al amar.
El amar es un arte, y por ello se debe aprender como cualquier otro, y se debe de practicar.

Capítulo 2: La teoría del amor.


El amor, la respuesta al problema de la existencia humana.
El aislamiento desvalida al hombre, le quita su poder y le genera angustia,
vergüenza y culpa. Él busca superar su estado de separatidad, lograr la unión, trascender la
propia vida individual y encontrar compensación. En ocasiones, el orgasmo sexual, se
convierte en un intento desesperado de escapar la angustia derivada del aislamiento, el sexo
carente de amor no elimina la sensación de separatidad que existe entre dos personas, más
que de forma temporal.

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La unión por la conformidad está dictada por la rutina, por lo que es insuficiente
para eliminar la angustia de separatidad. El hombre de trabajo ya tiene una gama de
sentimientos prescritos, la alegría, la tolerancia, la responsabilidad, la ambición y la
habilidad para llevarse de buena manera con todo el mundo sin inconvenientes. Incluso sus
diversiones como ir al cine, salir de paseo el domingo, el juego de cartas y las reuniones
sociales ya están agendadas. El hombre ha logrado la automatización de él mismo.

Otra forma de lograr la unión es a través de la actividad creadora, donde la persona


se fusiona con el material que crea; pero el obrero se transforma en una extensión de la
organización que lo ha empleado, deja de ser sí mismo, quedándose con un producto que no
le permitió producir la unión que buscaba.
La solución es la unión interpersonal, la fusión con el otro. El amor.

La unión simbiótica tiene su patrón biológico en la relación entre la madre


embarazada y el feto. Son dos y uno al mismo tiempo. Psicológicamente existe el mismo
tipo de relación, a pesar de los dos cuerpos distintos, existe la simbiosis psíquica.

La forma pasiva de la unión simbiótica es la sumisión, el masoquismo. Esta persona


masoquista escapa el sentimiento de separatidad a través de convertirse en un fragmento de
la otra persona, que la guiará y protegerá, la otra persona es el aire que el masoquista
respira.

La forma activa de la fusión simbiótica es la dominación, el sadismo. El sádico


quiere escapar su soledad a través de hacer al otro una parte de sí. Se siente acrecentada y
elevada cuando incorpora a la otra persona, es adorado.

El sádico y el pasivo son completamente dependientes entre sí. El masoquista no se


ha integrado, porque no existe, necesita del sádico; mientras que el sádico existe cuando
hace existir al masoquista, él domina al otro, lo explota, lo lastima y lo humilla, y él sumiso
se permite ser dominado, humillado, explotado, lastimado y humillado.
El amor es una actividad, no un afecto pasivo; es “estar andando”, no un “súbito
arranque”. Amar, fundamentalmente, es dar, no recibir.

En el acto mismo de dar, experimento mi fuerza, mi riqueza, mi poder. El dar


produce mayor felicidad que recibir, no porque sea una privación, sino más bien porque en
el acto de dar está la expresión de mi vitalidad.
Los elementos básicos más comunes en todas las formas de amar son:

 El cuidado. Especialmente evidente en el amor de una madre por su hijo,


porque la madre ama al niño lo baña, lo alimenta, le da bienestar físico,
vemos el amor el amor si cuida al niño.
 La preocupación. La preocupación activa por la vida y el crecimiento de
aquello que amamos, eso es el amor.

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 La responsabilidad. Actualmente se asocia con el deber, algo impuesto por
el exterior. En realidad es un acto voluntario, que forma mi respuesta a las
necesidades de otros. Esta cualidad podría deformarse fácilmente en
dominación y posesividad, si no fuera por otro componente del amor, el
respeto.
 El respeto. Respetar significa preocuparse por el crecimiento y desarrollo de
otra persona. Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle para sí
misma, no para servirme.
 El conocimiento. No se puede lograr una condición de respeto sin conocer a
la persona.

El amor entre madre e hijo esencialmente busca atender las necesidades físicas del
niño. Mientras que el amor entre adultos atiende las necesidades psíquicas del otro.

Existe masculinidad y feminidad en el tanto en el carácter como en la función


sexual. El primero está definido por cualidades de penetración, conducción, actividad,
disciplina y aventura; el segundo por cualidades de receptividad, protección, productividad,
realismo, resistencia y maternalismo.
Si los rasgos masculinos del carácter del hombre están debilitados, puede que trate de
compensar acentuando su papel en el sexo masculino (Donjuanismo).
Si la sexualidad femenina está debilitada o pervertida, se transforma en masoquismo o
posesividad.

El amor entre padres e hijos


Al nacer el infante no tiene conciencia de sí ni del mundo. La madre es calor, es
alimento, es ese estado eufórico de satisfacción y seguridad. Lo exterior sólo es real en
función de las necesidades del pequeño.
Eventualmente el niño integra en su experiencia, me aman porque soy el hijo de mi madre,
me aman porque soy. El amor de la madre a su hijo es incondicional, si existe es una
bendición, si no, es imposible de crear.
Es entre los 8 y los 10 años aproximadamente, que el niño, que sólo era amado,
aprende a amar a sus padres, esto lo demuestra con dibujos, con poemas, entre otros
regalos.

El amor infantil sigue el principio siguiente: “Amo porque me aman”. En cambio, el


amor maduro sigue el principio: “Me aman porque amo”. El amor inmaduro dice: “Te amo
porque te necesito”. El amor maduro dice: “Te necesito porque te amo”.
La relación con el padre es el otro polo, el mundo del pensamiento, de ley, y orden,
disciplina y aventura. El padre lo que hace es enseñarle a su hijo el camino al mundo.

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El amor del padre es condicional, te amo porque llenas mis aspiraciones, porque
cumples con tu deber, eres como yo. Si es condicional, entonces significa que se puede
crear.

Los objetos amorosos.


El amor es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de
relación de una persona con el mundo en su totalidad.
Hay varias personas que creen que para el amor lo único que deben hacer es encontrar el
objeto adecuado, si una persona ama sólo a otra y es indiferente a los demás, no es amor, es
una relación simbiótica.

Amor fraternal.
Se entiende como el sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento
hacia cualquier otro humano. Amor entre iguales, pero no siempre iguales, todos
necesitamos ayuda; la necesidad de ayuda no significa que uno sea desvalido y el otro
poderoso. La desvalidez es un estado transitorio, mientras que el levantarse y avanzar en
permanente. El amor desvalido, es amor al pobre y al desconocido, así empieza el amor
fraternal. El amor se empieza a desarrollar cuando amamos a quienes no necesitamos para
nuestros fines personales.

Amor materno.
Es el que le inculca al niño el amor a la vida y no el simple deseo de sobrevivir.
La relación madre-hijo es de desigualdad por naturaleza, uno necesita toda la ayuda y la
otra la proporciona, por ello se considera el vínculo emocional más grande de todos.

Existen factores psicológicos que determinan el tipo de amor maternal. El hijo como
parte suya le da amor que satisface su narcisismo. El niño impotente y sumiso permite la
satisfacción para la mujer que sea dominante y posesiva.
El hombre, como especie, tiene una necesidad de trascendencia, él no está satisfecho
con el papel de criatura, él quiere trascender el papel pasivo de ser creado. La manera más
fácil de satisfacer esta necesidad es teniendo un hijo, porque se trasciende en él el amor, él
da sentido a la vida; sin embargo, esto es para la mujeres, puesto que el hombre no puede
concebir al hijo no trasciende en él, por eso el hombre busca crear ideas u objetos.
En este amor se nota la separación de dos seres previamente unidos.

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Amor erótico.
Es el anhelo de fusión completa con otra persona. Se le llega a confundir con el
enamoramiento, una experiencia explosiva, desbordante, sin embargo, breve.
El deseo sexual puede ser estimulado por la angustia de la soledad, por el deseo de
conquistar o de ser conquistado, por la vanidad, por el deseo de herir y de destruir, tanto
como por amor. Con facilidad se llega a incurrir que el amar se da cuando se desea
físicamente. La atracción sexual, crea la ilusión momentánea de unión, pero sin amor, los
desconocidos estarán igual que antes, separados. La premisa del amor erótico es: “Amar
desde la esencia del ser, y vivenciar a la otra persona en la esencia de su ser”.

Amor a sí mismo.
Se tiene la falsa creencia que en mediada que me amo a mí mismo, no amo a los
demás, que el amor a otros y el amor a sí mismo son mutuamente excluyentes. Se enlaza
con el narcisismo. Esto es una falacia, pues si puedo amar a mi prójimo me puedo amar a
mí, porque soy humano. El amor propio está completamente ligado con el amor a cualquier
ser.

En el egoísmo, el egoísta sólo se interesa en sí mismo, no siente placer en dar, sólo


en recibir. Por lo que el egoísmo y el amor propio son polos opuestos, en el sentido de que
el egoísta se siente necesariamente infeliz y ansioso por arrancarle las satisfacciones a la
vida que él no puede poseer.

Amor a Dios.
La forma religiosa del amor -amor a Dios- surge de la necesidad de superar la
separatidad y lograr la unión. El hombre al darle forma a sus dioses les da una forma
humana, esto porque el hombre se ha tornado más consciente de sí mismo y ve al hombre
como la entidad más elevada del mundo.

Capítulo 3: El amor y su desintegración en la sociedad occidental


contemporánea.
El capitalismo moderno requiere de hombres que se sientan libre e independientes,
no sometidos a ninguna autoridad, principio o conciencia moral; que estén dispuestos a que
los manejen, sin líderes, sin recurrir a la fuerza e impulsar sin finalidad alguna -sólo la de
cumplir, funcionar y apresurarse. Cómo resultado se tiene al hombre moderno que está
enajenado de sí mismo, de sus semejantes y de su naturaleza. Se han convertido en
autómatas, seguidores del rebaño, en el sentido en que no difieren en pensamiento,
sentimiento o acción. Buscan estar juntos a los demás, pero al mismo tiempo están
extremadamente solos, llenos de angustia y culpa, derivados de la condición de separatidad

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humana. Estos "robots" no pueden amar, tienen un "bagaje de personalidad" canjeable, que
simplemente ven como una transacción más. Entonces se busca el refugio en el
matrimonio, el "amor" los hará felices y dejaran la soledad; y se confunde el amor y la
intimidad con el egoísmo.
Después de la primera guerra mundial, se genera una idea, la idea de que las parejas
desadaptadas o infelices serían felices si logran "curar" esta condición de inadaptación por
medio de una corrección de la conducta sexual. Proponiendo que el amor es el hijo del
placer sexual y que dos personas se amaran al poder satisfacer y reciprocar en el acto
sexual. El amor no es el producto de la satisfacción sexual, más bien, la segunda es el
resultado del primero.
Actualmente, el amor en la sociedad occidental está desintegrado por dos formas
"normales" que lo constituyen; el amor como a) satisfacción sexual recíproca y el b) amor
como "trabajo en equipo" y como refugio de nuestra soledad.

Capítulo 4: La práctica del amor.


Amar es una experiencia personal que sólo se puede experimentar por y para
nosotros mismos.
Como cualquier arte, el amor también requiere de práctica y de ciertos principios
generales: a) la disciplina, que el hombre moderno sólo parece tener en su ámbito laboral y
fuera de este es casi, o prácticamente, inexistente; b) la concentración, que es más rara en
nuestra cultura que la misma disciplina, se hacen varias cosas al mismo tiempo, está falta se
manifiesta en la incapacidad de estar solos con nosotros mismos; c) la paciencia, no
podemos esperar resultados rápidos cuando de dominar un arte se trata, el hombre siente
que pierde tiempo al no actuar con rapidez; y d) la preocupación, si el arte no es de suma
importancia, nunca se aprenderá, si uno no se preocupa por el arte no llegará a ser más que
un aficionado.
Para ser un maestro en cualquier arte, se debe dedicar toda la vida a ello.
La condición fundamental para el logro del amor es la superación del propio
narcisismo. El polo opuesto al narcisismo es la objetividad, la capacidad de ver las cosas tal
y como son.
El ser objetivo usa la razón, y así se alcanza una actitud de humildad, dejando los sueños
omnipotentes y omniscientes del niño pequeño.
Puesto que el amor requiere de una ausencia relativa del narcisismo, también requiere de el
desarrollo de humildad, objetividad y razón.
Al analizar la naturaleza del amor se hace evidente su ausencia general en nuestra
cultura actual y se critican las condiciones sociales responsables de la misma ausencia.
Por lo que tener fe en la posibilidad del amor como fenómeno social, más que individual, es
tener fe en la propia naturaleza del hombre.

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