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“Perfil del Pobresor mexicano.

Características y efectos”
Erika Hernández Valle

“…en la medida en que reconozco que como educador soy un político, también
entiendo mejor las razones por las cuales tengo miedo y percibo
cuánto tenemos aún por andar para mejorar nuestra democracia.
Es que al poner en práctica un tipo de educación que provoca críticamente
la conciencia del educando, necesariamente trabajamos contra algunos mitos
que nos deforman. Al cuestionar esos mitos también enfrentamos al poder dominante,
puesto que ellos son expresiones de ese poder, de su ideología”
Paulo Freire

Entre los pasillos de las escuelas es común escuchar entre docentes alusiones
hacia sus persona tales como: “… su humilde pobresor” o “…por lo menos de
pobresor” , expresiones que demuestran un sentido de inferioridad o de pobreza
que siente por ser los que son, “profesores”. Esto puede obedecer a muchos
factores; al sueldo que se percibe por los servicios brindados en el aula que parecen
miserables, -esto si sé que pone en una balanza con las exigencias que día con día
incrementan para los docentes frente agrupo-; también puede obedecer a la imagen
tan deteriorada que se tiene del docente debido a las ya de moda campañas
mediáticas que la propia Secretaria de Educación Pública iniciadas en su contra,
con la intención de menospreciar la función del docente y por supuesto cuestionar
la preparación con la cuentan los mismos para impartir clases; o al claro sentido
de inferioridad que hemos asimilado debido a la insuperable idea de ser solo
profesores; o profesores mexicanos. Este trabajo tiene la intención de vincular el
análisis que hiciera Samuel Ramos en los años treinta, acerca del perfil del hombre
mexicano, analizando cuestiones cómo: el sentido de inferioridad y la desconfianza,
circunstancias que se encuentran muy arraigadas en los profesores en la actualidad,
por lo que considero es importante plasmar desde mi experiencia como docente de
educación básica cómo estas circunstancias se ven reflejadas en las escuelas,
como estas han afectado indudablemente la imagen de los docentes y refirma la
cultura del mexicano conquistado. El perfil que hiciera Samuel Ramos del mexicano

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es el que se empleará como referente para hacer una breve descripción de este
llamado pobresor mexicano. Cabe aclarar que este trabajo no tiene la intención de
plantear una generalidad en el perfil de los profesores, solo quiere resaltar las
coincidencias desafortunadas que existen en las aportaciones de Samuel Ramos
del mexicano con algunos de ellos.

Significados e interpretaciones

Es importante detenerse en este apartado a conocer el significado de las palabras


que conformar el individuo al cual llamaremos pobresor y que más adelante se
describirá.

Esta palabra en una reducción del binomio pobre y profesor. Se ha utilizado de


manera informal entre los docentes para referirse al profesor en dos sentidos; el
primero de ellos puede estar en función de un profesor en estado de pobreza,
mientras que en otro sentido puede hacer alusión al menosprecio o a la lastima
considerada hacia un profesor por el simple hecho de serlo. En ambos casos la
pobreza está presente en el profesor por lo que es importante puntualizar el
significado literal de las palabras pobreza y pobre.

La palabra pobreza se define como necesidad, escasez, carencia de lo necesario


para el sustento en la vida. En el sentido figurativo se puede relacionar con la falta
de magnanimidad, de gallardía, de nobleza del ánimo. Por otro lado al pobre se le
puede definir como necesitado, menesteroso, falto de lo necesario para vivir.
Escaso y que carece de alguna cosa para su entero complemento. En el sentido
figurativo se interpreta corto de ánimo y espíritu. (Océano Uno, 2000)

Partiendo entonces del significado que establece la real academia de la lengua,


podemos interpretar que el pobre lo es porque está falto de algo, ese algo lo
mantiene incompleto y en condición de pobreza; ese algo pude ser un bien material
o el propio ánimo. Debemos puntualizar entonces que la interpretación que le
damos al referirnos al pobresor, es aquel profesor que por alguna circunstancia está
falto y con escases de lo que le es necesario para vivir. La interpretación que

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utilizaremos para los fines de este trabajo están en función justo de ese sentimiento
de pobreza, el cual ha llevado algunos profesores a interiorizar la idea de
inferioridad y la menos valía que es una de las características más poderdantes en
el perfil del hombre mexicano del que nos habla Samuel Ramos.

El pobresor y su sentimiento de inferioridad

El sentimiento de inferioridad y de minusvalía que sentimos los mexicanos hacia


nuestra raza, nuestra herencia y constitución física, el claramente reflejada en
nuestro lenguaje cotidiano o por las expresiones populares que utilizamos. La
utilización de los diminutivos o despotismos forman parte de nuestro vocabulario
común da cuenta de cómo los mexicanos reducimos las capacidades de nuestro
propio hacer, con respecto a la inferioridad del mexicano Samuel Ramos nos dice:

El conjunto de notas que configuran su carácter son reacciones contra un


sentimiento de menor valía, el cual, no derivándose ni de la inferioridad económica,
ni intelectual, ni social, proviene sin duda del mero hecho de ser mexicano. En el
fondo el mexicano burgués no difiriere del mexicano proletario, salvo que, en este
último, el sentimiento de menor valía se halla exaltado por la concurrencia de dos
factores: la nacionalidad y la posición social. (Ramos, 1934, p. 62)

Lo anterior, me da la pauta para describir como el profesor con un sentido de


inferioridad puede auto nombrarse pobresor, y con sus actitudes y sentimientos
reafirmarlo.

El docente pobresor, tiene este sentimiento de inferioridad arraigado. Se siente


frustrado por ser mexicano, y ser profesor; camina con la cabeza agachada y refleja
pobreza en el ánimo; no se ocupa de reflejar animo o alegría, mucho menos de
transmitirla, le da igual si sus zapatos están aseados o no, porque busca por todos

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los medias manifestar que él es pobre. El pobresor puede tener muchas horas y un
buen salario pero siempre le será insuficiente el dinero, siempre se queja, siempre
pide prestado y siempre busca que otros sepan de su falta de dinero. El pobresor
puede tener posgrado o solo ser técnico, para él no es importante el grado, porque
finalmente él es un simple profesor y ese es el peor título que le pudo haber otorgado
su educación. El pobresor hace alarde de lo que en otros países significa el ser
profesor, y de lo miserable que resulta ser pobresor en un país como el nuestro.
Desacredita siempre que tiene oportunidad, los planes de estudio, las escuelas, el
sistema educativo y a otros profesores. Considera que lo que él sabe de dada sirve
para sus alumnos, porque finalmente ellos también son mexicanos y su futuro será
ser mediocres.

No hay razón para que el lector se ofenda al leer estas páginas, en donde no se
afirma que el mexicano sea inferior, sino que se siente inferior, lo cual es cosa muy
distinta. Si en algunos casos individuales el sentimiento de inferioridad se traduce
deficiencias orgánicas o psíquicas reales, en la mayoría de los mexicanos es una
ilusión colectiva que resulta de medir al hombre con escalas de valores muy altos,
correspondientes a países de edad avanzada. (Ramos, 1934, p.52)

Parece inaudito que un profesor con sentimiento de inferioridad; Sí, el llamado


pobresor se encuentre en las aulas y pueda servir a la educación de los niños
formando parte de nuestras escuelas, pero como lo mencione anteriormente el
pertenecer desde hace poco más de diez años al servicio profesional docente me
ha permitido reconocer bajo los aportes de Samuel Ramos que está es la realidad
incomoda del mexicano y de muchos profesores mexicanos, y que esté sentimiento
es una realidad que rebaza la buena voluntad y el optimismo. Que el destino de ser
conquistados nos sembró el sentirnos inferiores como mexicanos, el sentir
menosprecio por ser lo que somos, no que necesariamente seamos inferiores.

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El pobresor desconfiado

Los hombres no acostumbrados a la crítica creen que todo lo que no es elogio va


en contra de ellos, cuando muchas veces elogiarlos es la manera más segura de ir
en contra de ellos, de causarles daño.

Ya otros han hablado del sentido de inferioridad de nuestra raza, pero nadie, que
sepamos, se ha valido sistemáticamente de esta idea para explicar nuestro carácter.
(Ramos, 1934, p. 51).

El sentimiento de inferioridad que se ha filtrado en el carácter y sentimiento del


mexicano, también ha servido como detonador de reacciones que no le han sido
provechosas, “La psicología del mexicano es resultante de las reacciones para para
ocultar el sentimiento de inferioridad” (Ramos, 1934, p. 53); siendo una de estas
reacciones la desconfianza.

La nota del carácter del mexicano que más resalta a primera vista, es la
desconfianza. Tal actitud es previa a todo contacto con los hombres y las cosas. Se
presenta haya o no haya fundamento para tenerla. No es una desconfianza de
principio, porque el mexicano regularmente carece de principios. Se trata de una
desconfianza irracional que emana de lo más íntimo del ser. Es casi su sentido
primordial de la vida. Aun cuando los hechos no lo justifiquen, no hay nada en el
universo que el mexicano no vea y juzgue a través de su desconfianza. (Ramos,
1934, p. 58)

Lo anterior me permite continuar estableciendo el perfil del pobresor, entendiendo


que su carácter frente a la desconfianza forma parte del perfil del mexicano del que
habla Samuel Ramos.

La desconfianza del pobresor tiene diferentes vertientes. Desconfía de su práctica,


desconfía de sus compañeros, de los alumnos, del sistema, de lo sabe, de lo puede

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pasar, de los cambios, y de toda aquellas circunstancias que no sirva para alardear
hacia su persona.

El probresor se aísla cuando percibe competencia, ya sea por un profesor nuevo o


por un nuevo reto. Evita los debates, no soporta los consejos para mejorar su
práctica dentro del aula, utiliza recurrentemente la duda como pretexto para no
intentar el cambio, se jacta de ser el poseedor de la verdad absoluta por contar con
años la experiencia. Con relación a los alumnos, desconfía de las capacidades con
las que cuentan, subestima la capacidad de ello para aprender, y tiende a predecir
un futuro mediocre para todos y cada uno de ellos. No planea, no se involucra en
actividades que no concuerden con su horario y nombramiento. Sus reflexiones no
van más allá del pensamiento de siempre es lo mismo, está firmemente sujetado de
la inmediatez, desafía a las autoridades y niega todo aquello que no coincida con
su conveniencia.

Por su desconfianza arraigada, suele ser agresivo. Recurre a los gritos para
mantener el control de los grupos, practica la arrogancia con los alumnos para evitar
que estos se le acerquen, suele interpretar negativamente todo comentario hacia su
persona y mantenerse a la defensiva o defenderse antes de ser cuestionado.
Levanta la voz para hacerse escuchar y cuando se siente amenazado. Todas estas
condiciones dice Samuel Ramos son disfraces; disfraces que le permiten al
pobresor desenvolverse en un trabajo el cual no cree, no se siente contento, para
el cual el no estudio y que se mantiene en el solo por la paga.

Efectos

La percepción del estado de pobreza, la falta de ánimo, el sentimiento de inferioridad


y la desconfianza que se han absorbido docentes con el perfil de pobresores, ha
tenido serias implicaciones en la cuestión escolar. Aun sin ser el propósito de esté
grupo de mexicanos-profesores han transmitido un legado de apatía y desanimo a
los alumnos. Educar con el ejemplo pareciera ser un cliché o una simple expresión
hueca, sin embargo el papel de profesor si tiene relación con el ejemplo. El profesor

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con sentimiento de inferioridad tramite al alumno que el simple hecho de ser
mexicano su valor es menor. Cuantos jóvenes en edad escolar tiene como máximo
anhelo el estudiar para trabajar y vivir en otro lugar menos México. Uno de los daños
colaterales más importantes de los que estaríamos hablando en este contexto, es
la pobre o casi nula responsabilidad que tenemos con los que viven en nuestro país.
En la misma medida que el profesor enseña al alumnos a sentir pasión por hacer lo
que se quiere, por lo otros que son de su misma comunidad, por los que comparten
el mismo espacio y los mismos recursos, la misma enseñanza, en esa misma
medida el alumno alimenta sus expectativas futuras para el bienestar propio y el de
los que los rodea, el de sus paisanos y amigos, sin embargo, para nuestro infortunio
los pobresores siguen en las aulas, profesores tratando de ocultar las verdades en
este trabajo expuestas.

Como lo mencione en un principio este perfil no es el de todos los profesores.


Existen aquellos que no se han visto seducidos por el sistema corrupto y burócrata
que envuelve a la SEP. Aquellos cuyo sentido de pobreza solo lo perciben en el
sentido material. Que su inseguridad solo se ha instalado en aquella que todos los
individuos en este país y es la que ha traídos la violencia. Los que en las aulas dejan
parte de su esencia emprendedora y optimismo, los que creen firmemente que la
educación es el único medio para hacer de hombre un ser verdaderamente libre.
Los que confían en que su trabajo tiene una trascendencia infinita, que con cada
generación se perfecciona y se arraiga en la mente de los que vienen delante y que
lo hacen mejor. Profesores que partiendo de sus debilidades y conociéndolas las
utilizan a su favor y las superan. Samuel Ramos también de esto también habla al
respecto diciendo:

Es innegable que las circunstancias exteriores, favorables o adversas, puedan


afectar seriamente aquel sentimiento; pero en lo fundamental, éste depende de un
factor interno: de la mayor o menor confianza que tiene el sujeto en sí mismo.
Cuando un hombre se siente plenamente dueño de sus fuerzas, no se arredra frente
a las dificultades y problemas que salen a su paso; antes bien encuentra en ellas un
estímulo más para su voluntad, que al véncelas, ve aumentar su satisfacción.
(Ramos, 1934, p. 11)

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Este pensamiento me lleva a reflexionar sobre el papel tan importante que tiene el
profesor de superar su propia conquista. Es cierto que las circunstancias son
adversas para los que disfrutamos dar clases en un grupo, que las políticas
educativas cada vez son más incoherentes, los salarios injustos, las demandas
mayores y los lineamientos más punitivos, pero aún con todo eso, el profesor puede
trascender en la vida de sus alumnos, heredándoles un pensamiento crítico que
sobre pase la herencia cultural del mexicano conquistado.

Referencias bibliográficas

Ramos, Samuel (1934). El perfil del hombre y la cultura en México. España:


Colección Austral.

Océano Uno, (2000). Diccionario enciclopédico ilustrado. México.

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