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PLAGIO.

El Código Penal vigente, mediante su artículo 219, considera al plagio como delito.

ARTICULO 219:

-Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de


ocho años y noventa a ciento ochenta días multa, el que con respecto a una obra,
la difunda como propia, en todo o en parte, copiándola o reproduciéndola
textualmente, o tratando de disimular la copia mediante ciertas alteraciones,
atribuyéndose o atribuyendo a otro, la autoría o titularidad ajena.

Si bien es cierto que inicialmente la legislación nacional no contemplaba de


manera expresa la figura del plagio, en el sentido que la palabra cobra dentro del
ámbito académico, actualmente sí existen leyes que protegen a los autores contra
el mismo, incluso de manera explícita, y los resguardan de la vulneración de sus
derechos, tanto morales (e. gr., el derecho que todo autor tiene a ser reconocido
como tal) como económicos (e. gr., el derecho que tiene el autor a beneficiarse
económicamente de su obra). En la presente nota, precisaremos qué tipo de
plagio es aquel contra el que protege la legislación sobre derechos de autor.

Pese a que está muy difundida la idea de que el plagio es la utilización no


autorizada de una obra o idea ajena, ella no es acorde, en estricto, a la legislación
vigente. Así, por ejemplo, el Decreto Legislativo 822, Ley sobre el Derecho de
autor, señala en su octavo artículo que lo que se protege es, únicamente, “la forma
de expresión mediante la cual las ideas del autor son descritas, explicadas,
ilustradas o incorporadas a las obras”. Es decir, de acuerdo a esta norma, el
plagio, taxativamente entendido, recae sobre las obras y no sobre las ideas que se
materializan en aquellas.

Por más sorprendente que ello parezca, y por si es que hubieren dudas, el artículo
siguiente de dicha norma precisa este último punto al señalar que el derecho de
autor no protege a las “ideas contenidas en las obras literarias o artísticas, los
procedimientos, métodos de operación o conceptos matemáticos en sí, los
sistemas o el contenido ideológico o técnico de las obras científicas, ni su
aprovechamiento industrial o comercial.”

Como puede apreciarse, la intensión de la palabra “plagio” que parece haber


tenido en mente el legislador tiene una extensión muy restringida, pues no solo no
alcanza, por ejemplo, al argumento de una novela o relato sino que inclusive deja
fuera al contenido técnico de una publicación científica, y solo alcanza a “la forma
de expresión” que utilizó el autor. No obstante, también debe resaltarse que la
postura que sostiene que el plagio solo es sancionable cuando recae sobre las
obras y no sobre las ideas no es exclusiva de los legisladores peruanos. La
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual se pronuncia en la misma línea
al señalar lo siguiente:
El derecho de autor NO protege ni ideas ni simples hechos.

El derecho de autor protege la forma en que se expresan las ideas. Esta expresión
es la forma original en que las palabras, los acordes musicales, los colores, etc.,
son elegidos y presentados. Lo que otorga originalidad a una obra es la expresión.
Esto quiere decir que puede haber muchas obras distintas sobre la misma idea y
que todas estarán protegidas por el derecho de autor, mientras expresen esa idea
de un modo original.

Por lo tanto, no incurrimos en plagio si construimos una obra a partir de una idea
general que se encuentre implícita en una obra existente, mas sí incurrimos en él
cuando hacemos uso de la forma en la que el autor de una obra materializó sus
ideas, ya sea mediante paráfrasis o cita textual, y no hacemos mención a dicha
obra.

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