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La comunicación comunitaria
GABRIEL KAPLÚN

“En Montevideo, en el barrio de La Teja, 1 está El Puente El origen de estos apellidos es en parte común y en parte
FM, que, hasta finales de 2001, transmitió desde un gal- diferente. Diversos movimientos sociales, culturales y polí-
pón de lata, de tres por dos metros, ubicado en los fondos ticos han tenido que ver con ellos. Entre otros:
de la casa de un vecino solidario. Allí, un pequeño trans- • Movimientos sociales que requieren mantener a sus
misor de diez vatios, un par de micrófonos, una consola y integrantes comunicados, ampliar su base social, ganar
los operadores compartían con los periodistas, los invita- visibilidad y reconocimiento. Desde los sindicatos a los
dos y herramientas como azadas y martillos el reducido campesinos sin tierra, los pueblos indígenas o las orga-
espacio. En otro metro cuadrado estaba la producción, nizaciones vecinales o de mujeres. Diversas estrategias
con un viejo teléfono de discado numérico. Todo el perso- de comunicación y diversos medios son entonces fre-
nal era voluntario (por eso la radio salía al aire entre el cuentes, desde la prensa sindical a las “radios mineras”,
viernes de noche y el domingo) y formado en cursos oca- desde la “televisión de los trabajadores” a las radios co-
sionales. Pero si uno pasaba por allí un sábado de maña- munitarias locales o las redes telemáticas.
na, veía un desfile incesante de vecinos: las integrantes • Las organizaciones no gubernamentales y otras del ter-
de la comisión de mujeres, los dirigentes del club de bo- cer sector o, más en general, de la sociedad civil, deno-
chas, los integrantes de un grupo de rock, el médico de la minaciones polémicas, por cierto, que, a veces, apoyan a
policlínica, la reina del carnaval del barrio, el vecino que movimientos sociales como los ya mencionados y otras
iba a hacer una denuncia, un reclamo o a dar una buena veces desarrollan estrategias sectoriales de desarrollo
noticia. Al aire se sucedían las entrevistas y las informa- social y local, movimientos de mujeres o de jóvenes, et-
ciones locales; ahora un ex habitante del barrio (que emi- cétera. Y también algunas que se han especializado en
gró a Canadá), vía correo electrónico, pregunta si alguien lo comunicacional, con denominaciones del tipo “cen-
conoce al vecino que vive en la calle tal número cual. Al- tro de comunicación popular”.
guien llama a la emisora y dice que él vive en la cuadra de • Vinculado a las anteriores aparecen movimientos edu-
la dirección mencionada, que le parece que no hay nadie, cativos, inicialmente ligados a esfuerzos por ampliar la
pero por las dudas va a ir golpear y luego llama a la ra- cobertura de los sistemas educativos (como las radio-
dio...” (Orcajo, Girola, Curuchet, 2006). escuelas) y después más orientados a lo educativo en
De la época en que El Puente estaba en aquel galpón yo re- un sentido amplio, frecuentemente en el marco de la
cuerdo especialmente el calor que se sentía ahí dentro en corriente de la educación popular.
verano: las chapas de zinc del techo y las paredes se conver- • Movimientos políticos que desarrollaron alternativas
tían en un horno que cocinaba a todo el que pasaba. Pero comunicacionales propias, como la guerrilla salvadore-
siempre alguien bromeaba que era el calor humano, que, ña o los zapatistas. La radio fue el medio preferido, pero
por cierto, sobraba y sigue sobrando allí y en tantas otras Internet ha ocupado un lugar cada vez más importan-
experiencias y espacios de comunicación comunitaria del te, sobre todo porque permite trascender lo local-na-
continente. cional y convertir en globales a –por ejemplo– luchas
de tipo antiglobalización.
• Movimientos religiosos, desde la renovación posconciliar
1. Comunicación en movimiento de la Iglesia católica y la teología de la liberación y las co-
munidades eclesiales de base, muy ligados, a su vez, a los
En América Latina, desde los años sesenta, la comunica- movimientos sociales y la educación popular. En esta lí-
ción se ha poblado de una constelación de apellidos em- nea trabajan muchas iglesias evangélicas, aunque entre
parentados entre sí: comunicación alternativa, popular, las de esta denominación también abundan las llama-
educativa, para el desarrollo, comunitaria, ciudadana... Y das “iglesias electrónicas”, con orientaciones predomi-
también participativa, horizontal, grupal, de base... Y nantemente conservadoras, con centenares de radios y
otros más específicos: local, rural, sindical... Y muchas otros medios a lo largo y ancho del continente.
combinaciones: comunicación grupal liberadora, popular En casi todos estos casos los medios aparecen más como
educativa, rural para el desarrollo... herramientas al servicio de los movimientos que como un

1. Un barrio obrero de Montevideo, Uruguay.


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fin en sí. Pero también es frecuente encontrar medios que suele obligar también a profesionalizar la tarea y vuelve
son una experiencia comunicacional que vale por sí misma más compleja la cuestión de la participación.
y se liga a los movimientos de modos menos directos, des- • Comunicación popular. El término popular suele referir
de prensa alternativa a radios juveniles de barrio, radios a un posicionamiento a favor de los intereses de los
universitarios con vocación social o canales municipales sectores populares y el vínculo más o menos directo
con vocación participativa. con sus organizaciones representativas. En este senti-
También podríamos incluir aquí algunos movimientos do, así como la educación popular puede definirse co-
político-intelectuales. Por un lado, el que impulsó una mo “la dimensión educativa de la acción socio-política”
mirada crítica a los medios en los nacientes estudios de de los movimientos populares (Núñez, 1985: 51), la co-
comunicación, con figuras como las de Armand Matte- municación popular sería su dimensión comunicacio-
lart y Héctor Scmucler. Por otro, el que en los años seten- nal. Pero la definición de los términos popular y pueblo,
ta dio impulsó a la revisión de los sistemas nacionales de los sectores y los actores sociales que incluyen, no ha si-
comunicación y que, pasando por la reunión de Costa Ri- do siempre consensual y, a cierta altura, los términos
ca de 1976, confluyó en el Informe Mc Bride, aprobado en parecieron perder lugar, desplazados por otros como
la Asamblea General de la UNESCO en 1980, y entre cu- ciudadanía, o sociedad civil, que algunos creen más
yos redactores estuvo Gabriel García Márquez. El Nuevo adecuados y amplios y otros ven con desconfianza, en
Orden Mundial de la Información y la Comunicación tanto que el uso que han hecho ciertos organismos in-
apuntaba a una democratización de las comunicaciones, ternacionales de ellos puede ser un modo de control de
en la que esfuerzos como los mencionados antes podían los movimientos sociales, por ejemplo, mediante su
tener un lugar importante. Pero este impulso democrati- “oenegización” (cfr. Kaplún, 2004). Bastante lejos, en
zador llegó en un momento en que buena parte de la re- cambio, de la idea de una comunicación liberadora, co-
gión estaba gobernada por dictaduras militares y poco mo también solía usarse en este campo.
efecto directo tuvo en nuestros países, más allá de algu- • Comunicación participativa. Una propuesta de cambio
nos intentos de formular políticas nacionales de comu- en la concepción comunicacional que busca romper
nicación, especialmente en Venezuela, México y Perú con el modelo de pocos emisores y muchos receptores,
(cfr. Kaplún, 2005). apuntando a una comunicación dialógica, donde cada
vez más puedan ser también emisores o emirecs,2 emi-
sores y receptores a la vez, interlocutores. Una comuni-
2. El debate de los apellidos cación horizontal, que rompa con el verticalismo de la
transmisión unidireccional. Se proponen también mo-
Las diferencias entre estos movimientos y en su propio in- delos intermedios, como los centrados en la prealimen-
terior implican también modos distintos de entender la co- tación, el partir de la escucha atenta al otro para incor-
municación y sus apellidos. Conviene entonces detenerse porar su mundo, sus intereses y deseos, en mensajes en
en estos aspectos. A lo largo del tiempo se han sucedido los que, crecientemente, ese otro pueda incorporarse
debates en torno a los términos, que podrían resumirse también como productor. Suelen ser aquí importantes
muy brevemente como sigue: también la recuperación de lo grupal como espacio bá-
• Comunicación alternativa. Por un lado, se plantea como sico de comunicación humana y la comunicación entre
alternativa a los medios hegemónicos y con vocación, en- grupos. Y se distinguen también niveles muy diversos
tonces, contrahegemónica. Esto puede referirse a cosas de participación: en los mensajes, en la producción, en
muy diversas. Algunos ponen más el acento en los conte- la planificación y la gestión de los medios.
nidos: una agenda informativa diferente, dar la palabra a • Comunicación educativa. A medida que fue perdiendo
voces minoritarias. Otros, en el modo de producirlos: con fuerza la idea de los medios como escuela, se abrió más el
decisiones colectivas y/o participación de no profesiona- debate sobre qué entender por educativo en los medios y
les, actores sociales, etcétera. Pero lo alternativo, a veces, en la comunicación en general. Aquí la perspectiva dialó-
es visto como obligatoriamente pequeño y marginal gica encuentra su paralelo en el plano educativo: el diálo-
–underground o clandestino incluso– y, otras veces, se as- go de saberes y no la mera transmisión, propuesta central
pira, al contrario, a públicos amplios y masivos, lo que del pensamiento de Paulo Freire (1969). Por otro lado, se

2. Expresión acuñada por el canadiense Jean Cloutier y que retoma Mario Kaplún (1998).
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empieza a evitar el didactismo de los programas educati- hay otros modos de construir sociedad; que entre la repre-
vos para aprovechar más bien los recursos narrativos típi- sentación política y el consumo hay otros modos de cons-
cos de los medios. Finalmente, se piensa la relación edu- truir ciudadanía. Y, en particular, frente a los medios públi-
cación-comunicación en sentido inverso: pensando la co-estatales (tradicionalmente débiles en América Latina)
dimensión comunicacional de los espacios educativos, y los medios privados comerciales (que ocupan la mayor
usando, por ejemplo, los medios para estimular la expre- parte del espacio mediático), habría un tercer sector de
sión de los educandos más que la transmisión de los edu- medios, el sector social-comunitario, imprescindible para
cadores (M. Kaplún, 2001). una democratización de la comunicación democratizadora
• Comunicación para el desarrollo. El desarrollismo de los de la sociedad (cfr. Kaplún, 2005).
sesenta, en parte ligado a esfuerzos por combatir la po- Esto último abre entonces un debate más amplio sobre el
breza para evitar la revolución, estuvo en el origen de sistema de medios por el que la región ha optado en los he-
muchas experiencias de educación popular que luego chos, reclamando, por ejemplo, un uso del espectro radioe-
lo cuestionarían. Pero se mantuvo la idea de ligar co- léctrico diferente al que, seguramente, este libro da cuenta
municación a desarrollo económico y social: programas en los informes de los diferentes países.
de comunicación y salud, de comunicación rural, de co-
municación y gobierno local, etcétera (cfr. Beltrán,
2006). Y continuó también el debate que lúcidamente Lo comunitario ha ido cobrando fuerza
planteara Freire (1991) cuando criticaba el carácter ex- como un modo de subrayar que
tensionista de muchas de estas prácticas, en tanto la entre Estado y mercado hay otros modos
extensión es, nuevamente, el intento por imponer ver- de construir sociedad, ciudadanía
dades y procederes externos en vez de un diálogo de y cultura democrática.
saberes. Más recientemente, la idea misma de desarro-
llo ha sido cuestionada, como la imitación acrítica de
un camino de los países desarrollados, no necesaria-
mente viable ni deseable para América Latina y las peri- 3. No sólo medios...
ferias del mundo globalizado (Escobar, 1998).
• Comunicación comunitaria. En su primera época, este En las experiencias desarrollistas y extensionistas de los
apellido estuvo ligado al anterior: procesos y medios de sesenta y en muchas actuales ha primado una concepción
comunicación para la promoción social de las pequeñas de tipo difusionista: para salir del atraso, hay que difundir
comunidades. Ello tuvo una derivación posterior en la las innovaciones que modernizarán la producción; para
idea del desarrollo local, que privilegia las estrategias de evitar enfermedades, hay que difundir hábitos saludables,
impulso productivo y social en ese nivel. Sin haber perdi- etcétera. Desde esta concepción, los medios, los mensajes y
do esa priorización de lo local, sin embargo, lo comunita- las campañas juegan un papel central, congruente con mo-
rio aparece ahora como un modo de pensar los procesos delos comunicacionales de tipo conductista: generar, a
de cambio social profundo y, a la vez, democrático, de partir de estímulos adecuados, cambios de conducta en las
abajo hacia arriba. En esta perspectiva, lo comunitario poblaciones. El fracaso práctico de este enfoque ha sido
sería una búsqueda por fortalecer el –con frecuencia de- largamente analizado, sin que su influencia disminuya (cfr.
bilitado– espacio social, reconociendo la importancia de Huergo, 1997; Beltrán, 2006). Los gobiernos, especialmente,
la dimensión subjetiva y las identidades en los procesos emplean muchos recursos con esta perspectiva.
emancipatorios (Santos, 1998). Un intento también por Frente a esta concepción,hay otra que,sin dejar de lado los me-
construir esfera pública, espacios de diálogo y debate dios, los mensajes y las campañas, pone el acento en los proce-
ciudadanos, donde los medios pueden ser nuevas “pla- sos de comunicación en los que se construyen y reconstruyen
zas para el encuentro” (Rey, 1997) en el nivel local, pero colectivamente vínculos y sentidos.Es a partir de esta construc-
también en el nacional y global. Y por recuperar el ori- ción común,no impuesta desde arriba,sino tejida desde lo coti-
gen mismo del término comunicación, no por casuali- diano, que es posible plantearse cambios profundos. Esto re-
dad compartido con el de comunidad: poner en común. quiere,entre otras cosas,salir de una concepción mediocéntrica
de la comunicación y reconocer que ella se construye en múlti-
El apellido comunitario ha ido cobrando fuerza también ples lazos sociales.Y que también los medios son leídos desde
como un modo de subrayar que entre estado y mercado las mediaciones sociales (Martín-Barbero,1987).
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En esta perspectiva hay que reconocer espacios y escenarios oleada surgió a partir de los noventa, con casos como los
de la comunicación no mediados o, al menos, muy distintos del Canal 45, de Villa El Salvador (Lima, Perú); el venezola-
de los mass media. Desde los pequeños grupos a los colecti- no Catia TV; los canales comunitarios de Colombia, y los
vos y las redes sociales, desde las calles y las plazas a las fies- canales comunitarios de cable de Porto Alegre, Río de Ja-
tas y los mercados. Es en estos espacios donde transcurre neiro y São Paulo, en Brasil (Peruzzo, 2004). En todos es-
buena parte de la comunicación humana y son también es- tos casos, fueron decisivos marcos legales o políticos que
cenarios privilegiados de la comunicación comunitaria. Los facilitaron su instalación. Empiezan a surgir también in-
medios, sin duda, juegan un papel importante, pero buscan- tentos continentales, como TAL (Televisión América Lati-
do interactuar con y en esos espacios y no pretendiendo sus- na, con sede central en Brasil), sobre la base de la produc-
tituirlos. Porque tal sustitución no es viable y, en todo caso, ción ya existente de canales comunitarios, públicos y
porque, si lo fuera, no sería deseable, en tanto se busca, preci- educativos de la región. Estas alianzas con canales públi-
samente, promover lo colectivo más que el consumo aislado co-estatales parecen lógicas, dada la relativa debilidad
e individual de los medios (cfr. Kaplun, 2005b). Esto implica de ambos frente a la televisión comercial. Así, por ejem-
también un profesional de la comunicación que no es ya sólo plo, el ya mencionado proyecto Árbol surge dentro de TV
un experto en medios, sino un facilitador de la comunica- Ciudad, el canal municipal de Montevideo (Uruguay). Y
ción, capaz de dinamizar espacios interpersonales, grupales Telesur –una iniciativa del gobierno venezolano con apo-
y colectivos, desde la consulta médica a la asamblea barrial. yo de otros de la región– también busca acuerdos con ca-
Capaz de pensar a las propias organizaciones sociales y a las nales comunitarios.
instituciones como espacios de comunicación, cuyos diseño • La prensa sindical y barrial tiene también una larga
y funcionamiento pueden ayudar más o menos al diálogo, tradición (Lins, 1982; Núñez, 1985; Momesso, 1997), en
desde las estructuras de representación sindical a los presu- general, con dificultades importantes para mantener
puestos municipales participativos. Y también, claro, capaz la continuidad y lograr un nivel gráfico y de redacción
de ayudar a las comunidades a apropiarse de los medios. aceptable, aunque el conjunto, muchas veces, alcanza
tirajes nada despreciables, que sumados pueden equi-
parar al de la prensa grande, en continuo declive de
4. ... pero también medios lectores desde los años setenta. Algunas publicacio-
nes, generalmente mensuarios, logran continuidad,
En este tipo de prácticas, ligadas a procesos de moviliza- calidad y audiencias fieles, y muchas han desarrollado
ción social y animación cultural, a luchas por el reconoci- redes de apoyo entre ellas. También son frecuentes los
miento y la redistribución del poder, la gama de medios semanarios o los quincenarios de cobertura nacional
desplegados es muy amplia. Sin duda, el medio preferido que suelen autoidentificarse como prensa alternativa
ha sido la radio, a la que dedicaré el próximo apartado. Pero por sus contenidos más que por su forma de produc-
vale la pena mencionar además: ción, como Brecha, de Uruguay, o, en una veta satírica,
• El video. Son innumerables las experiencias y las pro- The Clinic, de Chile.
ducciones desarrolladas desde los años ochenta (Val- • Internet empieza a entrar cada vez más en este juego,
deavellano, 1989; Peruzzo, 1998; M. Kaplún, 2001). Aun- aunque todavía las potencialidades están por verse. De
que el documental es el género más abundante, no hecho, muchos intentos de democratizar la Red han es-
faltan producciones de ficción. Son especialmente inte- tado basados más en la cuestión del acceso que en la
resantes las experiencias de video participativo, con co- producción de contenidos propios, un aspecto decisivo
lectivos que producen en y para su propia comunidad y para una concepción participativa de la comunicación.
exhiben sus producciones en espacios públicos locales. Los “telecentros comunitarios” u otras denominaciones
En algunos casos, se forman también redes que hacen similares suelen ser puntos donde conectarse a la Red,
circular estos videos en otras comunidades o en cana- pero raramente centros de producción. Los mejores
les de televisión. Son casos como los de TV da Rua, en usos parecen más bien vinculados a la difusión de in-
Brasil; Como Nosotros, de Perú, o Árbol, en Uruguay. formación a partir de las redes grandes que agrupan,
• Los canales de televisión comunitarios han corrido suer- por ejemplo, a las radios comunitarias. También la com-
tes diversas desde los primeros intentos de los setenta y binación con otros medios: prensa con versiones para
los ochenta, y muchos terminaron perdiendo su carácter Internet o, directamente, boletines informativos por co-
o simplemente desapareciendo. Sin embargo, una nueva rreo electrónico.
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Precisamente en la combinación de medios parece estar la Este listado de medios y recursos, de prácticas sociales y cul-
clave de algunas experiencias exitosas. Prensa, radio e In- turales, puede dar una errónea idea de una comunicación
ternet (Girard, 2004), más un despliegue de una variedad comunitaria –popular, alternativa o el apellido que se prefie-
de recursos no periódicos: impresos, graffiti, pinturas calle- ra– que ocupa y desborda todos los espacios sociales y lo ha-
jeras, cuentería y literatura oral, libros colectivos de histo- ce con eficacia. La realidad es, por cierto, más compleja y me-
rias locales, parlantes móviles o fijos, radioparlantes, teatro nos alentadora, tanto por razones internas de esas prácticas
callejero, festivales musicales y de carnaval, etcétera. En como por condiciones externas, frecuentemente muy adver-
verdad, la creatividad es aquí infinita y aconsejable, al per- sas. Dado lo limitado del espacio, veremos algunas de estas
mitir adaptarse a situaciones muy diversas y específicas. A fortalezas y debilidades con el ejemplo de la radio, el medio
modo de ejemplo, me ha tocado apoyar o conocer expe- favorito de la comunicación comunitaria.
riencias tales como:

• Cartelera sonora: información sindical con parlantes en Entre las experiencias pioneras, a finales
el comedor de una fábrica, usando géneros típicos de la de los años cuarenta del siglo pasado,
radio, con humor. Radio Sutatenza de Colombia, fundada
• Historieta hablada, con grandes láminas sobre un bas- por el sacerdote católico Joaquín Salcedo,
tidor, que se van rotando y una banda sonora grabada. y las radios mineras de Bolivia.
Ideal para exhibiciones diurnas al aire libre, cuando la
proyección de video en pantalla no es posible.
• Graffiti que van contando una historia no sólo en los mu-
ros, sino también en la calle y las aceras de un barrio. 5. La radio: con los pies en la tierra
y la voz en el aire3
Una experiencia pionera de comunicación participativa, ini-
ciada en los años setenta, fue el casete foro, un método de Las razones por las que la radio ha sido, tal vez, el medio
interconexión de grupos a través de casetes, que incluían un preferido de la comunicación comunitaria parecen ser
lado libre para que los grupos grabaran sus propias expe- principalmente dos. Por un lado, costos de instalación y
riencias (M. Kaplún, 1989). El equipo central alimentaba con producción relativamente bajos; por otro, su carácter oral,
esas grabaciones un nuevo envío. De algún modo, se ade- en sintonía cultural tanto con tradiciones rurales e indíge-
lantaba a las potencialidades de interacción que hoy ofrece nas como con muchos elementos de las culturas urbanas
Internet de modo más ágil, pero no más dialógico. Es intere- populares (Aguirre, 2004).
sante recordar que la evaluación de las potencialidades par- Los orígenes y las trayectorias recorridos en más de medio si-
ticipativas del método se centró más en la capacidad de los glo y, de nuevo, los distintos apellidos de la radio dan cuenta
grupos de construir la agenda temática que en la mera in- de muchas de las prácticas y de los debates ya planteados.
tervención. Un buen punto para pensar y evaluar hoy mu- Entre las experiencias pioneras, a fines de los años cuaren-
chos programas de comunicación que se dice participativa. ta, se encuentran Radio Sutatenza, de Colombia, creada por
Muchos de estos esfuerzos de producción han sido acom- el sacerdote católico Joaquín Salcedo, y las radios sindica-
pañados por otros paralelos o complementarios de educa- les, especialmente las mineras, de Bolivia. Como se ve, dos
ción para los medios, que buscan promover una recepción orígenes bien diferentes.
activa o lectura crítica de los medios masivos (Hermosilla y Radio Sutatenza se inicia en 1947 como una pequeña emi-
Kaplún, 1987). Los estudios de recepción y la mirada sobre el sora rural concebida principalmente como radioescuela al-
consumo y las mediaciones permitieron, además, repensar fabetizadora y evangelizadora. La repercusión de la expe-
algunas orientaciones de la comunicación popular que ha- riencia y múltiples apoyos oficiales le permitieron en pocos
bían tenido dificultades para comprender las necesidades años transformarse en una potente emisora que, desde Bo-
profundas a las que la cultura de masas responde. Esta mi- gotá, cubría buena parte del país.
rada resultó para algunos paralizante y para otros, en cam- La semilla prendió y se estima que, hacia los años setenta,
bio, redundó en una producción mucho más en sintonía había en América Latina medio millar de emisoras impul-
con sus propias comunidades de referencia. sadas por la Iglesia católica (Pepino, 1999). En varios países,

3. Título del primer encuentro de radios comunitarias de Uruguay, realizado en 1996.


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se agrupan en asociaciones nacionales, como Educación su desarrollo, nunca tuvieron una vida tranquila ni alcan-
Radiofónica de Bolivia (Erbol, creada en 1967). Un modelo zaron un estatus legal claro.
similar sigue también el Movimiento de Educación de Ba- La difusión de las acciones y las ideas de los sindicatos, la
se, de Brasil; las radios de Fe y Alegría, en Venezuela, o Radio agitación y la propaganda parecen haber estado en el cen-
Enriquillo, de República Dominicana. Y, en 1972, se crea ALER tro de estas experiencias. Esto marca también potenciali-
(Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica), dades y límites. Cumpliendo bien una función hacia dentro
que con los años llegó a agrupar a 80 emisoras y 27 centros de los trabajadores sindicalizados, les es más difícil contar
de producción radiofónica del continente. con otras audiencias, a lo que se suma un uso limitado de
El modelo de radioescuela de adultos encontró potencialida- la riqueza potencial del lenguaje radiofónico.
des y límites. Lo educativo entendido como escolar no siem- Además de los ataques directos de empresas y gobiernos,
pre parece adecuado para un medio de audiencia abierta, las radios mineras sufrieron también la competencia de
que busca en la radio sobre todo información y entreteni- emisoras de la vertiente católica, como Radio Pío XII (1959).
miento. La idea de que la radio acabaría con el analfabetismo Con muchos más recursos que las de los sindicalistas, esta
resultó, además, insuficiente. Los programas de alfabetiza- radio se propuso una misión evangelizadora que incluía
ción requerían muchos otros apoyos: cartillas, tutores, etcé- “erradicar la silicosis, el alcoholismo y el comunismo”. La si-
tera. Tal vez por eso, Radio Sutatenza fue parte de un proyec- tuación entre ellas fue conflictiva en los primeros años,
to más amplio, el de la Acción Cultural Popular (Acpo). aunque más tarde, la Pío XII fue cambiando de orientación,
No todas las emisoras de este origen siguieron un mismo rum- llegando ella misma a ser acusada de “comunista” por el
bo, pero todo indica que en muchas se hizo sentir con fuerza la gobierno boliviano. Gobierno que, en los años setenta,
renovación de la Iglesia a partir de las conferencias episcopales combatió también a las radios mineras... con televisores,
de Medellín (1968) y Puebla (1979). Lo cierto es que la propia que eran entregados a bajo costo a los trabajadores.
ALER, en los años ochenta, prefiere denominar a sus afiliadas Las radios mineras sobrevivieron con dificultad a la re-
como “radios educativas populares”, lo que marca una diferen- presión, pero más difícil aún les resultó sobrevivir al des-
cia con la idea de radioescuelas evangelizadoras. El compromi- mantelamiento de la minería estatal en los años ochen-
so de la Iglesia con los pobres y la teología de la liberación pare- ta, que les quitó parte importante de su base social y su
cen estar presentes.Hay también una fuerte presencia de estas sustento.
emisoras entre las poblaciones indígenas y un trabajo muy vin- Esta vertiente sindical no parece haberse expandido dema-
culado a la educación popular. En esa línea también fue im- siado por el continente, al menos con el modelo de la radio
portante la labor de grupos productores de programas de de los sindicatos. Salvo experiencias puntuales, como las de
radio, especialmente con el formato radioteatral, como fue algunos sindicatos brasileños en los años ochenta, los sin-
el caso de Serpal (Servicio de Radio para América Latina). Lo dicatos más bien parecen haber optado por producir pro-
educativo aquí aparecía como concientización (en la línea gramas que se incorporan dentro de otras emisoras, comu-
de Paulo Freire) y no como escolarización. Se trataba de nitarias o comerciales (Cfr. Kaplún, 1999).
programas que ponían en discusión los problemas de las Una tercera vertiente es la de las radios insurgentes, que
sociedades latinoamericanas, de la pobreza al machismo, aparecen en momento de guerra civil, como instrumento
de la corrupción a la violencia. Programas que no sólo se es- de comunicación de movimientos guerrilleros y pueden
cuchaban en cientos de emisoras, sino que también circu- devenir en radios revolucionarias si la revolución triunfa:
laban en discos y casetes para discusión en grupos y que Radio Rebelde, en Cuba; Radio Sandino, en Nicaragua; Ra-
hasta hoy vuelven a emitirse.4 dio Venceremos, en El Salvador.
Las radios mineras bolivianas, surgidas probablemente al- Las radios guerrilleras son también principalmente medios de
rededor de 1946,5 llegaron a ser más de veinte en los años agitación y propaganda.Las que se convierten en radios estata-
sesenta. Los inicios fueron difíciles. Las radios eran un ins- les con las revoluciones triunfantes mantienen mucho de este
trumento importante en la lucha sindical de los mineros y carácter en los primeros tiempos, pero diversifican su progra-
fueron perseguidas reiteradamente, destruyéndose en mación, que pasa a ser mucho más periodística y musical. Un
más de un caso instalaciones y equipos. Aunque la revolu- problema típico de esta clase de experiencias y de toda radio de
ción nacionalista de 1952 abrió un clima más propicio para organización –movimiento, partido, sindicato– es la dificultad

4. Pueden encontrarse actualmente disponibles y de libre acceso en mp3 en www.serpal.org.


5. En una historia tan oral como la propia radio no hay certeza de una fecha precisa.
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para incluir el debate y no convertirse en radios oficialistas, lo Y aclaran, también, que no es la cobertura, el equipamiento
que puede volverlas poco atractivas para audiencias amplias. o la forma de financiamiento lo que define una radio como
Finalmente, vayamos a las que se autodenominan radios comunitaria. Es cierto que muchas son radios de baja po-
comunitarias. En verdad, muchas adoptan este rótulo sin tencia gestionadas por militantes sin demasiada forma-
que esté muy claro su contenido. Muchas, tal vez, respon- ción en la producción radial y que emiten los fines de se-
den mejor a lo que algunos prefieren llamar “radios libres”: mana. Pero también hay muchas que tienen un buen
desde las pequeñas emisoras juveniles y contraculturales a equipamiento técnico y humano, y cubren amplias zonas
muchas radios barriales de todo el continente, que operan geográficas. Tampoco la publicidad les está –o no debería
sin autorización estatal.“Ilegales pero no ilegítimas”, como estarles– vedada, porque “no tener fines de lucro no signifi-
suelen decir, por el alto grado de legitimidad social que ca tener fines de pérdida”, como gustan decir muchos ra-
muchas pueden demostrar. dialistas comunitarios. Al menos en América Latina, donde
Pero, ¿qué tienen en común Radio El Puente, del tradicional la publicidad ha sido la fuente principal de financiamiento
barrio obrero de La Teja, de Montevideo, con Radio Tierra, de de la radio.
Santiago de Chile, que nació como una “radio de mujeres”? Villamayor y Lamas (1998) estimaban que “existen en Amé-
¿Qué comparten las radios campesinas e indígenas de rica Latina aproximadamente mil radios que se pueden
Guatemala, Bolivia, Ecuador o México con Radio La Tribu, en considerar comunitarias, educativas, populares o ciudada-
el barrio Almagro de Buenos Aires? nas”. Amarc y ALER, aunque no agrupan a todas ellas, son
Veamos qué dice al respecto la Asociación Mundial de Ra- las redes institucionales más visibles de un movimiento ra-
dios Comunitarias (Amarc). Fundada en Montreal en 1983, dial y comunicacional nada menor.
Amarc formalizó una regional para América Latina en 1992 y Estas dos organizaciones se han aliado en los últimos años
filiales nacionales en muchos países, llegando a tener 467 y realizan diversas actividades conjuntas. Han desarrolla-
emisoras y grupos productores afiliados en la región. En sus do, además, sistemas de intercambio y distribución de no-
páginas web se pueden encontrar variadas definiciones de ticias y programas a nivel continental (Alred, Pulsar), inclu-
“radio comunitaria”. Por ejemplo, ésta: “Cuando una radio yendo redes satelitales y un uso creciente de Internet.
promueve la participación de los ciudadanos y defiende sus
intereses; cuando responde a los gustos de la mayoría y hace
del buen humor y la esperanza su primera propuesta; cuan- Las radios populares y educativas
do informa verazmente; cuando ayuda a resolver los mil y un atraviesan un momento crítico,
problemas de la vida cotidiana; cuando en sus programas se Crisis de producción, de gestión,
debaten todas las ideas y se respetan todas las opiniones; de programación, de viabilidad.
cuando se estimula la diversidad cultural y no la homogenei- También crisis de audiencia.
zación mercantil; cuando la mujer protagoniza la comunica-
ción y no es una simple voz decorativa o un aviso publicitario;
cuando no se tolera ninguna dictadura, ni siquiera la musical
impuesta por las disqueras; cuando la palabra de todos vue- 6. Entre el ruido y la ilegalidad
la sin discriminaciones ni censuras, ésa es una radio comuni-
taria” (López Vigil, 1997). O esta otra:“Se identifican por sus Pero los problemas son muchos también. La propia ALER, en
objetivos políticos de transformación social, de búsqueda de 2001, hablaba de una crisis de las radios educativas y popula-
un sistema justo, con vigencia de los derechos humanos, con res. Crisis de producción, de gestión, de programación, de via-
acceso y participación de las mayorías en el poder. Se recono- bilidad. Y, claro, crisis de audiencia también. Llegó entonces a
cen también por no tener fines de lucro. Esto no les impide preguntarse por la vigencia de este tipo de radios y por su in-
crecer, intentando una inserción en el mercado. […] La radio cidencia en los contextos locales y en el continente. El balan-
comunitaria y ciudadana se define por la comunidad de inte- ce no fue condescendiente y mostró muchos aspectos de es-
reses compartidos que representa y por los objetivos políti- ta crisis, pero también mostró cómo muchas radios estaban
co-culturales, comunicacionales y empresarios coherentes encontrando salidas a esos problemas. Entre otros:
con esos mismos intereses. […] Incorporan nuevos lenguajes, • Dificultades para lograr y mantener una programación
nuevos formatos, otros sonidos, músicas, voces. Son otras que refleje los problemas y los sueños de sus comuni-
formas de hablar, nuevos tratos con los oyentes, formas de dades de referencia y resulte atractiva para esas comu-
preguntar y de responder...”(Villamayor y Lamas, 1998). nidades. Algunas radios han quedado históricamente
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desfasadas frente a procesos de cambio social profun- ruido es metafórico y también literal, con origen en el estado
dos, hablándole a un público que ya no existe en un de muchos transmisores, consolas y micrófonos.
lenguaje que ya no se entiende (Cfr. Geerts y Van Oe- Uno de los problemas mayores, sin embargo, no depende
yen, 2001). Pero esto ha llevado a muchas a repensarse, sólo de las radios mismas, sino de los gobiernos: la situa-
investigar, capacitarse y buscar formas de producción ción de ilegalidad o semilegalidad en que viven muchas de
que posibilitan un estrecho contacto con sus comuni- ellas. En efecto, en muchos países de la región, la legisla-
dades y una salida al aire en que despliegan los mil re- ción vigente y/o la adjudicación de frecuencias se ha hecho
cursos del lenguaje radiofónico. de tal modo que no dejó espacio para las comunitarias. A
veces, porque la ley sólo admite empresas comerciales co-
mo adjudicatarias. Otras, porque el reparto del espectro se
Algunas radios comunitarias, para salir realizó con criterios discrecionales que las dejaron fuera y
de las dificultades económicas, emplean no se prevén revisiones periódicas.
estrategias comerciales que terminan En los últimos años, algunos países han aprobado leyes es-
por desdibujar su identidad. pecíficas sobre radiodifusión comunitaria, atendiendo un
reclamo social y una realidad que, de todos modos, ya esta-
ba presente, aunque fuera ilegalmente. De esa manera,
• El adjetivo participativo figura en el discurso de todas además, se empieza a cumplir con los acuerdos sobre dere-
las radios, pero, en muchos casos, los modos de ges- chos humanos firmados por todos los países de la región,
tión y producción están lejos de serlo y las comunida- como el Pacto de San José de Costa Rica (1969), cuyo artícu-
des no perciben a las emisoras como propias. Pero mu- lo 13 incluye lo que podríamos llamar libertad de antena
chas logran que la comunidad esté presente en todos como parte del derecho a la libre expresión.
los aspectos, desde consejos consultivos para decisio- Sin embargo, algunas de estas nuevas legislaciones han
nes sobre programación a programas de puertas tenido restricciones que no resolvieron el problema. Por
abiertas, corresponsalías locales o festivales masivos. Y ejemplo, estableciendo límites de potencia tales que las
la radio es, además, un modo de interpelar a las autori- reducen casi a microrradios locales. O prohibiciones de
dades locales o nacionales y ejercer el control ciudada- emitir publicidad, lo que limita sus posibilidades de desa-
no sobre los gobernantes, ayudando a profundizar una rrollo. O estableciendo definiciones de “comunitario” im-
democracia tan debilitada en muchos países latinoa- precisas, que permitieron que accedieran a frecuencias
mericanos. de este tipo caudillos políticos locales o empresarios que
• Muchas radios no encuentran cómo articular lo local que montaron radios comerciales con el rótulo de comunita-
les da identidad con lo nacional e internacional que tam- rias. En muchos casos, continúa, además, la represión
bién interesa a sus oyentes, pero que sólo saben incorpo- contra las radios comunitarias, con frecuentes confisca-
rar copiando a los medios comerciales, sin agenda ni ciones de equipos (cfr. Sánchez, 2003; Amarc-ALER-UNES-
punto de vista propios. Otras han enfrentado esto con CO, 2006).
éxito, articulando redes en que comparten información y
producción a nivel regional, nacional e internacional.
• Problemas de financiamiento y sustentabilidad, que 7. Y la comunicación va...
lleva a muchas radios a vivir en la precariedad: se rom-
pe un equipo y no hay modo de reponerlo, no hay dine- Aun en medio de todas estas dificultades,la comunicación va...
ro para grabaciones o llamadas, etcétera. Algunas se “Cuando en 1985 se cerraron las minas de Comibol, en Boli-
salvan con estrategias comerciales que terminan por via, 25.000 mineros migraron a los campos de coca y las
desdibujar su identidad. Otras han logrado un financia- grandes ciudades. Radio Pío XII, la Mina de coraje, vio cómo
miento diversificado, que incluye desde aportes de los gran parte de su público preferencial se fue. [...] 15 años des-
oyentes a publicidad, apoyos estatales y de coopera- pués de la gran migración, en 2000, Radio Pío XII se reencon-
ción internacional, etcétera. tró con su gente de años gloriosos. Ya no eran mineros, eran
pobladores de los barrios de Cochabamba. Radio Pío XII fun-
Los problemas no son pocos,entonces. En muchos casos,cabe dó una radio urbana, joven, musical, participativa y sintoni-
preguntarse, como lo hace una investigación reciente: ¿radio zada por los migrantes. El nicho que encontraron en la pobla-
o ruido comunitario? (Orcajo, Girola y Curuchet, 2006).Y lo de ción fue el lazo con la cultura rural quechua y la música
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folclórica. Además, le acompaña su identidad de radio lucha- además, parte de una multimedia barrial que incluye un
dora y compañera de las organizaciones. Los festivales folcló- periódico mensual, una página web y un boletín electróni-
ricos de la Pío son eventos multitudinarios, donde decenas co. Y forma parte de una organización más amplia que ges-
de conjuntos se dan cita junto con la audiencia en una de las tiona dos centros juveniles de la zona y anima todo tipo de
principales arterias de la ciudad. Hoy, la Pío disputa el primer movimientos en el barrio: vecinales, cooperativos, de muje-
lugar en rating de la ciudad”(Geerts y Van Oeyen, 2001). res, ambientalistas...
La radio El Puente, que mencionaba al comienzo, se mudó Póngasele el apellido que se le ponga, participativa, popu-
en los últimos años a un local muy visible en la calle princi- lar o comunitaria, en el barrio y en el continente, la comuni-
pal del barrio y transmite 24 horas diarias. El Puente es, cación va.

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