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La segunda ley de Newton, F=ma, establece que si las fuerzas que actúan sobre un
cuerpo son conocidas también lo será la aceleración; si conocemos la velocidad y la
posición en un momento dado, el movimiento quedará determinado para toda la
eternidad. Así hasta hace muy poco la ciencia era sinónimo de determinismo absoluto; el
azar y el accidente estaban desterrados por decreto de la naturaleza o, en el mejor de
los casos, se consideraban como perturbaciones que no tomaban parte de la esencia de
su desarrollo. El azar era identificado con la ignorancia. En realidad, el azar no existía
objetivamente, sino que constituía un indicador de nuestro desconocimiento,
hablábamos de un fenómeno subjetivo. Así Laplace escribió en 1776: "si imaginamos una
inteligencia que en un instante dado abarcara todas las relaciones entre los entes de
este universo, podría decir las posiciones respectivas, los movimientos y las propiedades
generales en cualquier tiempo del pasado y del futuro (...) Así es como debemos a la
debilidad de la mente humana una de las más delicadas e ingeniosas de las teorías
matemáticas, la ciencia del azar y la probabilidad"56.
En contraste, ya en el año 400 a.C. Demócrito había dicho: "Todo se debe al azar y a la
necesidad"57. Para Engels, de la misma manera, necesidad y accidente sólo eran las dos
caras de la misma moneda; si el accidente era concebido, incondicionalmente, como un
fenómeno puramente subjetivo, la necesidad también sería convertida en ilusión. "El
sentido común y con él la mayoría de los naturalistas", comentó Engels, "tratan a la
necesidad y a la casualidad como determinaciones que se excluyen entre sí y para
siempre. Una cosa, una circunstancia, es un proceso, es accidental o necesario, pero no
ambos a la vez (...) Y luego se afirma que lo necesario es lo único de interés científico, y
lo accidental es indiferente a la ciencia (...) de ahí que toda ciencia llegue a su fin, pues
tiene que investigar precisamente aquello que no conocemos. (...) Cualquiera puede
advertir que éste es el mismo tipo de ciencia que proclama natural lo que puede
explicar, y asigna a causas naturales lo que no le es posible explicar. Que yo denomine
casualidad la causa de lo inexplicable o que la llame Dios, es en todo sentido indiferente
a lo que se refiere a la cosa misma. Una y otra equivalen a no sé. (...) De ahí que la
casualidad no se explique aquí por la necesidad, sino más bien la necesidad se degrada
hasta la producción de lo que es apenas accidental (...) En contraste con ambas
concepciones, Hegel formuló las proposiciones hasta entonces desconocidas de que lo
accidental tiene una causa porque es accidental, y de la misma manera carece de causa
porque es accidental; que lo accidental es necesario, que la necesidad se determina
como casualidad y, por otro lado, esa casualidad es más bien necesidad absoluta"58.
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La mecánica clásica con su concepción lineal del desarrollo sólo es correcta cuando
tratamos de sistemas simples formados por la interacción de dos variables continuas
(como dos planetas y dos cuerpos, por ejemplo) pero la cosa cambia cuando hablamos
de sistemas de más de tres variables; el caos se comienza a presentar en fenómenos tan
simples como en un juego de billar. Como explican investigadores en la teoría del caos,
quizá de una forma exagerada, pero que ilustra bien la esencia de la cuestión planteada
por Poincaré: "Con un simple golpe, el jugador provoca en el juego de bolas una
prolongada sucesión de colisiones, (...) ¿durante cuánto tiempo podría predecir la
trayectoria de las bolas un jugador con un control perfecto de su taco? Si el jugador de
billar ignorase un efecto tan minúsculo como la atracción gravitatoria de un electrón
situado en el borde de la galaxia, ¡la predicción sería errónea al cabo de un minuto! El
extraordinario aumento de la incertidumbre débase a que las bolas están curvadas por lo
que las pequeñas diferencias en el punto de impacto se amplían en cada colisión.
Ampliación que es exponencial: crece con cada colisión (...) Cualquier efecto, por
pequeño que sea, adquiere rápidamente proporciones macroscópicas"62.
En la teoría del caos el accidente es tan objetivo como la necesidad. De acuerdo con
Ilya Prigogine "la novedad reside en que actualmente tenemos sistemas caóticos muy
simples, y ya no nos sirve la coartada de la complejidad. El carácter inestable e
irreversible pasa a ser parte integrante de la descripción en el nivel fundamental" y más
adelante agrega que "La irreversibilidad, una vez más, no se debe a nuestra intervención
en la naturaleza, sino a la formulación de la dinámica extendida a los sistemas
dinámicos inestables (...) Así pues, las trayectorias (individuales) no son eliminadas por
razones de dificultad de cálculo, sino de principio"70. Ya en el primer cuarto de siglo, la
mecánica cuántica había mostrado que la probabilidad era fundamental para la
comprensión de las leyes físicas.
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En este caso, en la representación del espacio de fases los dos péndulos que
interactúan se combinan y sus trayectorias, que independientemente se representarían
como planos o curvas cerradas, resultan en una trayectoria de tres dimensiones ya que
ambas trayectorias se desvían del plano horizontal, describiendo una trayectoria en
anillo selenoide en tres dimensiones. Si el movimiento (las frecuencias) de los péndulos
acoplados están en una relación simple, entera o mensurable (por ejemplo 1/9), su
trayectoria, es lineal porque siempre pasa por los mismos puntos del espacio de fases (a
la figura que describe el espacio de fases se le llama toro) su comportamiento es
totalmente predecible y determinado. (véase la figura siguiente).
"Será imposible el seguir las vueltas", nos dice el profesor Sametband, "prever si en un
centímetro más adelante va a replegarse, ir hacia adentro del ovillo, o hacia fuera, etc;
como tiene sensibilidad a las condiciones iniciales, la más ínfima alteración de éstas se
representará con otro ovillo enmarañado cuyas vueltas no tienen nada que ver con el
primero, aunque el volumen que ocupa sea prácticamente el mismo"75. Con el atractor
extraño impredecible hemos entrado al caos en donde, como afirma Prigogine, lo
aleatorio no se debe al desconocimiento o a la subjetividad humana, sino a las
interacciones objetivas del proceso y a la susceptibilidad a los pequeños cambios
despreciables que se amplifican hasta transformar el proceso; la dinámica es caótica
porque es aleatoria, pero al mismo tiempo está determinada porque se mantiene en
promedio dentro del toro o del espacio de fases; aquí es imposible despreciar lo
accidental por la simple razón de que no se pueden despreciar las interacciones
recíprocas (dialécticas). "Puesto que los atractores tienen tamaño finito" (ya que están
determinados al espacio de fases), nos comentan un grupo de científicos del caos, "dos
órbitas en uno de ellos no pueden divergir exponencialmente de manera indefinida. En
consecuencia el atractor debe plegarse sobre sí mismo, aunque las trayectorias diverjan
y sigan caminos cada vez más alejados; en algún momento habrán de acercarse de nuevo
entre sí, (...) para imaginar lo que ocurre con las trayectorias vecinas en un atractor
caótico, coloquemos una gota de colorante azul en una masa. El amasado consiste en
dos acciones: estirar la masa, con la consiguiente extensión del colorante, y plegarla
sobre sí misma (...) y con el paso del tiempo se estira y se repliega muchas veces (...)
tras tan sólo 20 pasos, la gota inicial se habrá estirado hasta más de un millón de veces
de su longitud original y su espesor ha disminuido hasta el nivel molecular"76. Este
proceso de plegado y estirado en el espacio de fases caótico se ilustra en la siguiente
figura.
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Lo hostil se une; de lo divergente surge una muy bella armonía y todo esto se produce
por medio de la lucha.
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Si nosotros hiciéramos un corte transversal del toro para determinar la posición de las
trayectorias en un punto determinado de un sistema caótico (corte llamado sección de
Poincaré) como en la figura siguiente, nos percataremos que las trayectorias son
fractales: es decir describen una figura que tiene autosimilitud o, en caso de fractales
no lineales, irregularidad en su estructura a cualquier escala a la que la miremos, que
tiene longitud infinita y dimensión fraccional, su atractor, a pesar de que en el siguiente
momento el corte habrá cambiado, es un fractal una figura caótica pero ordenada..
¡Todo este caos misterioso se oculta en el simple movimiento de dos péndulos acoplados
que se suponían eran los paradigmas del movimiento lineal!, ¡aun la linealidad mas
monótona de un péndulo simple puede transformarse por pequeños cambios en un
movimiento complejo! Por eso es que Prigogine dice que la indeterminación no es
necesariamente sinónimo de muchas variables, como se creía en los cálculos de
probabilidades de la termodinámica, sino resultado de la acumulación cuantitativa de
las perturbaciones en los movimientos simples y mecánicos.
Los fractales se presentan como la "huella del caos". La fractalidad del caos, junto con
la misma teoría del caos, y la nueva matemática que ésta implica (llamada topología),
está en contradicción con la matemática euclidiana, que sólo puede trabajar con
realidades que se puedan medir con reglas, escuadras y compases, ³de la misma manera
que la lógica formal sólo trabaja con tautologías y que el liberalismo sólo tiene ojos para
el desarrollo lineal (una verdadera obsesión enfermiza)³ calificando a la realidad
contradictoria, abollada, irregular como una monstruosidad en lugar de adaptar su
teoría a la realidad (éste es el Talón de Aquiles del idealismo). Como decía Goethe: "gris
es la teoría, pero verde es el árbol de la vida". De hecho fractal significa fractura. Las
fracturas y las irregularidades nos rodean por todas partes; como decía Mandelbrot
(trabajador de la IBM, que desentrañó estas estructuras): "las nubes no son esferas, las
montañas no son conos, las costas no son círculos, ni la corteza de los árboles es lisa ni
un rayo viaja en línea recta... La naturaleza no solamente exhibe un grado mayor, sino
también un nivel diferente de complejidad". Los fractales no sólo aparecen en formas
inertes sino, sobre todo, en la dinámica de procesos caóticos. Parece que la mayoría de
los objetos y procesos del universo son fractales (aunque más complejos que cualquier
abstracción). La distribución de estrellas y galaxias en el universo mismo tiene una
estructura fractal, la superficie de las células, la forma de la nubes, las montañas, la
radiación de los quásares, los árboles, los líquenes, los relámpagos, la membrana nasal,
los pulmones, las venas y arterias, los nervios, el cerebro, la distribución de palabras en
este texto, los ruidos de fondo en un aparato telefónico, la música de Beethoven, etc.
¡La matemática había ignorado la mayoría de los objetos del universo! En realidad la
matemática euclidiana como la lógica formal y el liberalismo, tienen campos de
aplicación muy estrechos y se convierten en abstracciones vacías mas allá de cierto
punto.
Los fractales son estructuras que están plegadas sobre sí mismas de manera infinita,
son tan irregulares que no son diferenciables matemáticamente en ningún punto, es
decir, es imposible trazar una tangente en cualquiera de sus infinitos puntos. Se suponía
que la matemática era un ejemplo de perfección absoluta, ¡nada más lejano a la
realidad! Cuando vayamos a la costa, por ejemplo, intentemos medir su perímetro;
como dice Eliezer Braun: "podemos seguir indefinidamente de esta manera, tomando
unidades cada vez más y más pequeñas. Intuitivamente esperaríamos que la sucesión de
valores que se obtenga para las longitudes de la costa, medidas de esta manera,
tendería a alcanzar un valor bien definido que sería la verdadera longitud de la costa;
sin embargo, esto no ocurre; de hecho lo que sucede es que esta sucesión de longitudes
aumenta cada vez más y más. Es decir, al seguir el proceso indefinidamente la longitud
de la costa que se mide se va haciendo más y más grande, es decir, ¡la longitud de la
costa tiene un valor infinito!"78. La curva de Koch es un ejemplo de una línea
infinitamente plegada, que encierra un área finitamente determinada, como sucede en
el perímetro de los continentes (véase la figura).
Otro ejemplo es el movimiento browniano (se supone que las partículas subatómicas y
las partículas suspendidas describen este movimiento) que en su trayectoria describe
una infinita irregularidad de movimientos, de tal manera que, si nosotros establecemos
los puntos por los que pasa en un tiempo determinado y dibujamos su trayectoria (en un
segundo por ejemplo), para la medición en milésimas de segundo en el mismo lapso, la
partícula habrá pasado por otra infinidad de puntos aleatoriamente y así hasta el
infinito, para tiempos más cortos, pero, además, el dibujo de su trayectoria será fractal
(autosimilar) en todos los niveles. Es decir su irregularidad tendrá un patrón o un orden
fractal (véase la figura).
Debemos repetir que estos monstruos matemáticos no son curiosidades: "hay cada vez
más pruebas", nos dice Leonard Sander, estudioso de la formación espontánea de
fractales en la naturaleza, "de que la naturaleza siente un amor verdaderamente
profundo por las formas fractales"82. ¡Incluso el crecimiento demográfico de las
ciudades tiene una estructura fractal! (véase la imagen).
Para evitar cualquier interpretación mística de la fractalidad hay que aclarar que,
aunque la estructura fractal constituye una aproximación mucho más cercana a la
realidad que la matemática euclidiana, la fractalidad en la naturaleza es más compleja
aún que los modelos generados por computadora. En primer lugar la autosimilitud de las
estructuras y procesos caóticos constituye una autosimilutud estadística, se repetirá
considerando procesos y estructuras del mismo tipo a gran escala; en segundo lugar la
autosimilitud fractal en la naturaleza tiene límites cuantitativos más allá de los cuales
se pasa a otro tipo de estructura. "A nivel microscópico llegará el momento en que la
figura se desdibuje y nos encontremos con los átomos y las moléculas; a nivel
macroscópico siempre hay una frontera en que el objeto real cambia de un tipo de
patrón a otro"84. Estos saltos cualitativos de una estructura fractal a otra están
determinados por las leyes mismas del proceso estudiado, por ejemplo, por la gravedad
(a nivel macroscópico) o por la función de onda (a nivel microscópico). No es suficiente
con mostrar la estructura fractal de un proceso, puesto que la fractalidad se da en
fenómenos muy diversos; es necesario, además y sobre todo, explicar las leyes
inmanentes al fenómeno y descubrir cómo éstas se relacionan con la forma fractal. Para
no mistificar la teoría es necesario, pues, vincular orgánicamente la forma y el
contenido del proceso estudiado o en otras palabras concebirlo dialécticamente.
El comportamiento del simple péndulo que veíamos más arriba, por tanto, no es una
simple anécdota académica. Éste se presenta también en el flujo turbulento, en el
tiempo meteorológico, en la dinámica de la población; y en un número cada vez más
creciente de multitud de fenómenos que parecían incomprensibles, inclusive, el
movimiento del sistema solar. En este último, que se supone es un sistema hamiltoniano
(que conserva su energía) y, además, es el símbolo clásico del mecanicismo, nos
encontramos con nuestro buen amigo el caos. Newton descubrió las leyes que rigen la
interacción de dos cuerpos por el simple hecho de tener masa y consideró al sistema
solar como la simple interacción entre el sol y los planetas como si éste se redujera a un
sistema de dos cuerpos, considerando que la gravedad de los demás planetas y masas
que componen el sistema solar eran despreciables en comparación a la fuerza
gravitatoria del sol y, por tanto, lo trató como un sistema estable para toda la
eternidad, desde que Dios se dignó a darle el primer impulso ³de paso vemos como la
imposibilidad de entender la relación entre lo necesario (las leyes de Newton en este
caso) y lo accidental (la perturbación de los otros cuerpos) llevó a Newton directamente
a la Teología para tratar de garantizar la estabilidad del universo³. Sin embargo, la
mecánica newtoniana significó un paso de gigante en la comprensión de la naturaleza ya
mucho antes con este método, aunque aún sin bases teóricas firmes, Tales de Mileto
predijo un eclipse que tuvo lugar el 28 de mayo del año 584 a.C.
Para los tiempos humanos la estabilidad del sistema solar está garantizada pero el
tiempo es, como vimos, relativo, y para el sistema solar los tiempos humanos no son más
que suspiros; en realidad el sistema solar no se reduce a la atracción entre dos cuerpos;
las cosas se complican con la interacción gravitatoria entre tres cuerpos y cada vez que
agregamos un cuerpo, las cosas se complican aún más; las leyes que dominan los
sistemas de más de dos cuerpos no son lineales y, por ende, son susceptibles a las
condiciones iniciales. "Resultó que el comportamiento de los nueve planetas, a partir de
los próximos cuatro millones de años, revela que el sistema planetario está en un estado
caótico. Para nuestra tranquilidad, esto no significa que el caos en el sistema solar sea
de tales características que se vaya a aniquilar dentro de poco tiempo, con planetas
chocando entre sí, o huyendo hacia otras galaxias, sino que sus órbitas son impredecibles
cuando se calculan para tiempos del orden de los cien millones de años y, por lo tanto,
sólo se puede anticipar que se moverán en el espacio dentro de zonas determinadas"85.
Esto significa que si un humilde asteroide pasa un kilómetro mas cerca de la Tierra,
dentro de cuatro millones de años, esa diferencia, junto con las miles de perturbaciones
provocadas por otros cuerpos miserables, se habrá amplificado exponencialmente y
cambiará su órbita radicalmente. Este comportamiento se observa ya en los asteroides
que, para pequeños cambios en la distancia del Sol, entran en una región caótica; lo
mismo se encontró en la órbita de Plutón y en el cambio periódico del giro sobre su eje
de un satélite de Saturno (Hiperión), provocado por simples irregularidades en su forma
elongada.
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Cuando estamos al borde del caos, el más pequeño cambio cuantitativo provoca una
brusca transición cualitativa, como una explosión atómica o como el inicio de una
revolución social, que puede estallar por el más mínimo ataque a los niveles de vida
(como, por cierto, se dio en Argentina cuando la clase media vio esfumados sus ahorros).
Este punto crítico está expresado en el famoso efecto mariposa acuñado por Lorenz, que
en meteorología representa que, más allá de cierto tiempo, nuestra predicción en las
condiciones meteorológicas ya no se aplica, en virtud de los mas pequeños cambios
meteorológicos en las condiciones iniciales: así, el batir de las alas de una mariposa en
un punto crítico podría marcar la diferencia, varias semanas más tarde, entre un ciclón y
una sequía (el siguiente esquema representa la diferencia del batir de las alas de una
mariposa o más precisamente los atractores de Lorenz).
Una vez llegados al caos, vemos que éste tiene un orden, porque está limitado al
espacio caótico (o, en el espacio de fases, al toro) y lo más asombroso es que, dentro
del mismo mar caótico, encontramos zonas llamadas "ventanas de orden" que vuelven a
dar lugar a tasas lineales por algunos períodos y que son fractales con respecto a la
escala inicial; aquí el orden vuelve a nacer del caos por un incremento cuantitativo en
una interacción dialéctica de transición a los contrarios y de unidad de los opuestos
(véase la imagen).
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Quizá lo más importante en esta fascinante teoría es que, de acuerdo con Ilya
Prigogine y como veíamos con respecto a los fractales no lineales, la transición del orden
al caos puede constituir un proceso creativo y de surgimiento de nuevas leyes y nuevos
niveles de desarrollo, de la misma forma que para Marx la anarquía del capital y las
revoluciones que emergen de lo caduco, que sin duda son fenómenos de rompimiento de
la continuidad y de caos, son el caldo de cultivo donde todo lo inamovible y eterno es
barrido y en donde se empieza a gestar una nueva sociedad. "Los fenómenos
irreversibles no se reducen, como se pensaba antes, a un aumento del desorden",
comenta Prigogine, "Estos fenómenos, por el contrario, tienen un papel constructivo muy
importante"90.
Así, de acuerdo con la ciencia del caos, los cerebros que en su encefalograma tienen
estructuras fractales o complejas, corresponden a los estados mentales más alertas. Los
sistemas biológicos por ser inestables se adaptan, cambian y sobreviven. Sin el caos, el
universo estaría muerto. En el caos aleatorio de las supernovas, las partículas
elementales vencen el punto de increíble oposición del electromagnetismo que las
separa uniéndose en virtud de la fuerza nuclear fuerte; el caos que une a las
micropartículas permite el nacimiento de los núcleos atómicos, que a su vez atrapan
electrones y forman los diferentes átomos para formar planetas, vida, mente y
sociedades tecnológicas. Cada punto de transición de lo potencial a lo irreversible crea
nuevas leyes y nuevas posibilidades de evolución; negaciones diferentes a sus
antecedentes y que, por el famoso "efecto mariposa", no se pueden anticipar para toda
la eternidad. Un universo sin caos sería un universo eternamente muerto y eternamente
el mismo. Como se puede ver en la siguiente figura, parece ser que el caos esta en el
tuétano mismo del universo (véase la figura).
La flecha del tiempo para la teoría del caos es un proceso creativo. "Esta flecha del
tiempo sigue presente en la actualidad. Es más, existe un estrecho vínculo entre
irreversibilidad y complejidad. Cuanto más nos elevamos en los niveles de complejidad
(química, vida, cerebro), más evidente es la flecha del tiempo"92. Esto, en verdad, es
una reivindicación de la idea dialéctica, tan menoscabada por la crítica superficial, del
carácter progresivo del desarrollo a través de contradicciones.
La flecha del tiempo era para Ludwig Boltzmann sinónimo de muerte térmica (o
aumento de la entropía), que convertiría al universo en una eterna nada incapaz de
volver a crear la luz de una estrella. La evolución del cosmos sólo tenía un camino sin
retorno a la muerte eterna; se concebía a la segunda ley de la termodinámica aplicable
a un sistema termodinámico aislado, como una ley absoluta de la naturaleza;
paradójicamente al mismo tiempo que Boltzmann planteaba esta idea, Darwin concebía
una teoría en la que explica que de la naturaleza podía surgir vida; pero hasta la física
anterior al Caos, sólo se comprendía cabalmente el primer boleto del universo. No
obstante las limitaciones de su tiempo, Engels había criticado la idea del final de todo
movimiento "el movimiento no puede, pues, crearse sino sólo transformarse y
transportarse (...) por todo ello, un estado inmóvil de la materia resulta ser una de las
representaciones más vacías, para llegar a ella hay que imaginarse el equilibrio relativo
en que puede encontrarse un cuerpo en esta tierra como un reposo absoluto, para
generalizarlo luego al conjunto del universo"93. Con la teoría del caos, se ha dado un
salto cualitativo que ha confirmado experimentalmente esta tesis de Engels.
Ya habíamos comentado en otra parte que Einstein había puesto al tiempo en relación
al movimiento relativo de la materia. Para Prigogine las características de
irreversibilidad, bifurcación, caos y nuevo orden propios de los sistemas caóticos le dan
al tiempo, además de objetividad, un carácter irreversible con lo cual pretende
fundamentar la flecha del tiempo de Boltzmann, pero, ahora, como una flecha creativa
ad infinitum y no como una flecha hacia la muerte; en donde los puntos de rompimiento
de la continuidad son también rompimiento de la simetría temporal. Al igual que
Einstein el tiempo depende del movimiento de un sistema, pero se agrega la idea de que
los sistemas dinámicos tienden a la complejidad o en lenguaje dialéctico a la negación
de la negación, en una dinámica en espiral, en un progreso contradictorio.
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Los electrones y protones son como imanes que implican la unidad entre cargas
opuestas y cuya relación determina la carga del átomo en cuestión y su capacidad para
unirse con otros átomos para formar moléculas. La interacción entre las cargas opuestas
del protón y el electrón determina el campo magnético del átomo. Sin esta
contradicción sería imposible la formación de cuerpos macroscópicos y por supuesto,
usted y yo no estaríamos aquí discutiendo sobre la dialéctica. El campo magnético
implica la interacción entre contrarios: lo positivo y lo negativo. A su vez, la unidad de
contrarios entre la atracción electromagnética y la repulsión que se le opone en el
movimiento de las partículas, específicamente en el electrón que se mueve a varios
kilómetros por segundo, es el secreto de la formación de moléculas que se manifiesta
desde la pompa de jabón, cuya tensión superficial es la tensión entre la fuerza
electromagnética y la gravedad, pasando por la unión entre las moléculas del ADN, hasta
la interacción eléctrica entre la neuronas que, a su vez, en su relación con el mundo
externo, posibilitan el pensamiento (por cierto un argumento más en contra del
solipsismo idealista).
Al mismo tiempo, las moléculas o uniones entre átomos manifiestan propiedades que
no se pueden reducir a las características de los átomos que las componen. Cuando se
une una gran cantidad de moléculas que superan el punto crítico de magnitudes,
tiempos y masas que caracterizan a la física cuántica, la constante Planck y
consecuentemente la longitud de onda (o el carácter probabilístico del movimiento
subnuclear) se hace prácticamente despreciable; de hecho no desaparece, pero a
efectos prácticos queda subordinada a una nueva ley representada por la gravedad que
la niega y la conserva al mismo tiempo. Con la gravedad entramos al campo concreto
donde las categorías de la mecánica clásica se transforman de anacrónicas y falsas en
pertinentes y verdaderas.
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Los electrones que chocan con las rendijas provocan ondas, como cuando arrojamos
una piedra a un estanque tranquilo; las ondas que se propagan por el estanque no se
reducen a partículas con posiciones definidas sino que la onda abarca un espacio que no
puede ser reducido a un movimiento discreto; está en un lugar y en otro al mismo
tiempo. "El contacto con sistemas clásicos nos ha acostumbrado a que una piedra está en
un lugar o no está allí", nos dice el doctor Alberto Clemente de la Torre, "en la mecánica
cuántica a un electrón se le asigna una probabilidad de estar en cierto lugar que, en
algunas ocasiones, no es ni cero (no está), ni uno (si está), sino algún valor
intermedio"112. La imposibilidad de determinar la posición exacta de un electrón que
viaja varios kilómetros por segundo es evidente; aquí el electrón está en un punto y en
otro en un momento determinado y su probabilidad de estar y no estar queda
determinado por la onda que describe su movimiento. Esto no es simplemente la
imposibilidad subjetiva de fijar su posición específica sino un aspecto concreto,
verificable experimentalmente, del movimiento de los electrones (esta cuestión la
abordaremos con más detalle cuando discutamos el "principio de incertidumbre").
Además, este experimento pone en evidencia la relación dialéctica entre orden y caos,
que veíamos en el capítulo anterior. En palabras del doctor Luis de la Peña: "Cada
electrón está sujeto a un movimiento estocástico (caótico, impredecible), por lo que la
trayectoria específica es impredecible; esto hace que electrones idénticamente
preparados tengan un comportamiento diferente, que no existan dos electrones
dinámicamente idénticos. Sin embargo, en cada arreglo experimental, el
comportamiento estadístico de un gran número de electrones es perfectamente regular,
controlable y predecible (con ayuda de la mecánica cuántica); este comportamiento
estadístico presenta, frecuentemente, propiedades ondulatorias, que están
caracterizadas por la longitud de onda de de Broglie"113. Aquí tenemos la contradicción
dialéctica de que una onda de características perfectamente predecibles y determinadas
esté compuesta por partículas caóticas e impredecibles y que lo caótico e impredecible
de los electrones esté, al mismo tiempo, determinado en una onda específica; aquí,
como en muchos otros casos, el todo no es igual a la suma de las partes y el cambio
cuantitativo da resultados cualitativos totalmente diferentes e incluso opuestos. "Todos
estos son fenómenos de la materia", nos dice Trotsky comentando el electromagnetismo,
y la radiactividad ³que constituían para él teorías muy nuevas y prometedoras en sus
implicaciones para la filosofía marxista³, "procesos materiales, ondas y turbulencias en
el espacio y en el tiempo. Los nuevos descubrimientos y sus aplicaciones técnicas sólo
demuestran que la materia es mucho más heterogénea y rica en potencialidades de lo
que hasta ahora se había pensado. Pero, hoy, como antes, nada se hace de la nada"114.
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Como hemos señalado, una tesis fundamental del materialismo dialéctico es que
pequeños cambios cuantitativos pueden producir grades cambios cualitativos. La
proposición adicional a esta tesis es que el todo no es igual a la suma de las partes y que
las partes manifiestan propiedades específicas en relación al todo. Una de las
características más relevantes de las partículas subatómicas es el hecho de que son
extremadamente susceptibles a las perturbaciones o en lenguaje de la dialéctica, los
pequeños cambios e interacciones provocan en ellas cambios cualitativos recíprocos,
sobre todo, entre velocidad y posición. La "acción" o la capacidad que un sistema tiene
de modificar su entorno es muy grande en comparación con los sistemas reflejados en la
mecánica clásica. Una consecuencia de este hecho es que las características que definen
al nivel subatómico no pueden ser consideradas de manera aislada, como en el caso de
un mecanismo de relojería; en física clásica, por ejemplo, la posición y la velocidad no
tienen dependencia numérica alguna, es verdad que la velocidad es el resultado del
cambio de posición, pero el determinar la posición no nos dice nada con respecto a la
velocidad, dos cuerpos pueden adquirir la misma posición sin tener la misma velocidad.
Este hecho fue interpretado de distintas maneras por los científicos más eminentes. La
"escuela de Copenhague", con Bohr y Heisenberg a la cabeza, interpretó el "principio de
incertidumbre" de manera idealista y positivista. En realidad, de acuerdo con esta
interpretación: "el concepto de objeto material, de constitución y naturaleza
independientes del observador, es ajeno a la física moderna, la que, forzada por los
hechos, ha debido renunciar a esta abstracción"116, afirmó con toda claridad
Heisenberg. Lo que concebimos como una partícula elemental "no es una formación
material en el espacio y en el tiempo, sino, en cierto modo, un símbolo (..)"117, sostuvo
W. Pauli. Además Heisenberg afirmó: "la teoría cuántica no se refiere a la naturaleza,
sino a nuestros conocimientos de la naturaleza"118. La ciencia, según esta escuela, no
afirma nada sobre la realidad objetiva puesto que la observación es modificación y por
tanto, la ciencia no trata sobre la cosa en sí, sino frases sobre los aparatos utilizados y,
en última instancia, sobre fenómenos subjetivos.
Además, si no hay realidad objetiva con la cual podamos contrastar los esquemas
teóricos, las formas alternas de organizar la experiencia en teorías o sistemas son
complementarios; de esta manera se concilia la visión religiosa y científica pues son sólo
posturas complementarias120 de articulación de los "hechos de la experiencia".
Así, las variables ocultas que buscaba Einstein y la posición EPR, podrían encontrar su
explicación en la teoría del caos y en las características inmanentes de los fenómenos
cuánticos; efectivamente, las partículas tienen posición y velocidad independientemente
de la observación y medición (el hecho mismo de que la medición objetiva transforme el
estado nos dice mucho sobre las leyes objetivas de ese fenómeno) pero su medición no
puede ser más que probabilística por las características mismas que no pueden ser
explicables en función de las partículas aisladas sino del todo cualitativamente distinto.
Se ha comprobado más allá de cualquier duda, que los sistemas cuánticos son sistemas
orgánicos o dialécticos irreductibles a las partes componentes; éstas son precisamente
las características fundamentales de los sistemas caóticos o dialécticos que conjugan
dialécticamente el orden y el desorden, el todo y las partes. "Por tanto", nos dice Ilya
Prigogine, "en mecánica cuántica tiene que haber un mecanismo intrínseco que lleve a
los aspectos estadísticos observados (...) este mecanismo es, precisamente, la
inestabilidad, el caos"127. Independientemente del desarrollo ulterior de la física
cuántica y de que las causas de la aleatoriedad se encuentren en la teoría del caos o en
algún factor externo ³la teoría del caos es aún muy joven³ , no cabe duda que la
solución de esta fructífera polémica se dará en el campo del materialismo y de la
búsqueda de la solución en el mundo objetivo y sus leyes inmanentes. La preocupación
esencial de Einstein: que la mecánica cuántica, como la ciencia en general, describen el
mundo independientemente del observador, sustituirá, sin duda, a la ortodoxia, cada
vez más cuestionada y criticada.
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Tanto Hegel como Engels se mofaron del uso indiscriminado del término fuerza, que en
muchos casos servía como un pretexto deus ex machina para ocultar nuestra ignorancia
sobre las verdaderas causas de los fenómenos naturales. A lo más, el concepto de fuerza
era pertinente en la mecánica clásica en donde el impulso venía de una fuerza externa
al sistema. Pero en la explicación de los campos por la mecánica cuántica relativista esa
necesidad de fuerzas externas ha sido superada; las fuerzas, si es que es correcto seguir
usando ese término, se explican por la emisión de cuantos o, mejor dicho, por la unidad
dialéctica entre radiación y absorción de partículas materiales que interactúan y
transforman a la partícula emisora y receptora; cuantos que provienen de la estructura
interna de las partículas elementales (demostrando que no son tan elementales) y de la
unidad materia-energía de la relatividad de Einstein; ya no hay necesidad de acudir a
fuerzas misteriosas y externas a las que son tan aficionados los místicos y ocultistas
charlatanes.