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HOTEL ALKAR
por

Juan Manuel Labarthe


j_labarthe@hotmail.com

Cel 52 22 21 91 19 53
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Personajes

CARLOS 35 años
ILEANA 45 años
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Acto único

La obra transcurre en la recepción de un hotel. Se trata de un


lugar modesto. Una salita a un lado a modo de lobby. Un
mostrador de madera. Casilleros para poner las llaves. Un
pequeño radio proporciona música apenas audible. Detrás del
mostrador se encuentra ILEANA, está atareada, escribiendo en
un libro de contabilidad. De pronto se escucha un disparo.
ILEANA se sobresalta ligeramente, recupera la calma y regresa
a su tarea. Momentos después entra CARLOS. Corre hasta el
mostrador. Se encuentra muy agitado.
:
CARLOS: ¡Está muerto! ¿No escuchó el disparo? Se mató.
ILEANA no se sobresalta por la información. Continúa
trabajando.
ILEANA: Permítame tantito, estoy ocupada, ahorita lo atiendo.
CARLOS: ¿Qué? Oiga, le estoy diciendo que un hombre se acaba de
matar. Se voló la cabeza en su cuarto. (Golpeando el
mostrador) ¿No me escucha? ¿Está sorda o qué le pasa?

ILEANA: (Molesta) ¿Qué le pasa a usted? ¿Con que derecho bien aquí
y golpea así mi cuaderno? ¿Todavía me pregunta que sí estoy
sorda? Usted escuchó lo que le dije: Permítame tantito estoy
ocupada ahorita lo atiendo. Se lo dije ¿Sí o no? ¿Quién es el
sordo caray? Primero el balazo y luego usted. Así ¿Cómo me
voy a concentrar en mi trabajo?
Ileana regresa al trabajo
CARLOS: ¡Un hombre se acaba de volar la cabeza aquí en el hotel!
(Golpeando el mostrador) ¿Qué? ¿No le importa? ¿Qué le
pasa?
ILEANA: Bueno, se ve que no me va a dejar trabajar. A ver. Dígame. ¿Qué
pasó. ¿Quién se mató? ¿Cómo se llamaba o qué?
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CARLOS: ¿Pues como voy a saber su nombre? Lo único que sé es que


era huésped de este hotel y ahora está muerto.
ILEANA: ¿En qué habitación estaba?
CARLOS: Al lado de la mía, a la izquierda.
ILEANA: ¿Y cuál es la suya?
CARLOS: La 302.
ILEANA: Pues entonces es la 304. A ver entonces déjeme ver quién
estaba ahí.
ILEANA mira el libro de registros.
ILEANA: Juan Alberto Conde. Claro, lo recuerdo perfectamente. Era un
señor mayor ¿no? Alto pero que caminaba encorvado. De
joven ha de haber sido bien guapo. Hace dos horas entró. A las
8:45.
CARLOS: ¿Y entonces? ¿Qué no va a hacer nada? Va a llamar a la policía
supongo.
ILEANA: No, no es buena idea.
CARLOS: (Nervioso) ¿Por qué? ¿Piensa usted que me puedan inculpar a
mí? Yo no tuve nada que ver, digo, entré al cuarto, vi el cuerpo,
pero no toque nada.
ILEANA: ¿Se quiere calmar? ¿Quién lo está inculpando? ¿Quién en su
sano juicio podría creer que usted ha matado a alguien? Usted
no actúa como un asesino señor. Tranquilo. A ver. Cuénteme.
¿Qué más vio?
CARLOS impaciente se abalanza sobre el teléfono.
CARLOS: No, mejor hay que llamar a la policía.
ILEANA pone la mano sobre el teléfono con el fin de impedir
que CARLOS lo use.
ILEANA: (Conciliadora) Discúlpeme si hace ratito fui una grosera. Lo que
pasa es que tengo muchos pendientes. Mi única intención es
hacer bien mi trabajo Pero ahora sí ya lo voy a escuchar. ¿No
quiere pasar a mi salita? Ande pásele.
ILEANA se desplaza del mostrador hacia la sala.
ILEANA: ¿Quiere tomar una taza de café? Justo acabo de poner la
cafetera.
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CARLOS niega con la cabeza, el súbito cambio en la actitud de


ILEANA lo tranquiliza. Se deja conducir a la sala. Los dos se
sientan.
ILEANA: Entonces mire, siéntese. Me cuenta todo desde el principio y de
esa manera puede organizar sus pensamientos. ¿Si?
Los dos se sientan en la sala
CARLOS: Bueno, me registré aquí hace unos minutos. Si lo recuerda
¿no?
ILEANA: Sí claro.
CARLOS: Bueno, iba a entrar a la habitación y en eso la puerta al lado se
abrió. Salió un hombre, un hombre mayor. Se quedó ahí parado
viéndome, como si quisiera algo. Yo lo vi muy angustiado
¿sabe? Muy triste. El hombre estaba ahí parado, pero yo tenía
mis propias preocupaciones, no le puse atención. Él se dio la
media vuelta, se fue y . . . ¡Carajo! Ahí estaba. Tal vez el hombre
sólo quería hablar con alguien pero a mí no me importó ¡Si yo
lo hubiera sabido en aquel momento! Entré al cuarto, justo abría
mi maleta cuando escuché el disparo. Lo escuché muy fuerte,
como si alguien hubiera disparado a mis espaldas. Hasta me
tiré en el piso para protegerme. Me quede ahí acostado un
tiempo y como no pasó nada me paré y después de pensarlo
un poco salí del cuarto. En el pasillo noté que la puerta del
vecino estaba abierta. No sé porque lo hice pero entré a su
cuarto. Al principio me tranquilicé porque no vi a nadie. Ya iba
de vuelta a mi habitación, estaba a punto de salir, cuando me di
cuenta de que la puerta del baño estaba abierta. No tuve que
mirar más. Se alcanzaban a ver las piernas del tipo. Pensé
que quizá podía ayudar, así que me metí. Había una gran
mancha de sangre en la pared, ni siquiera pude mirar de frente
el cuerpo ensangrentado, la pistola estaba al lado del hombre.
Eso fue todo, salí, bajé las escaleras y ahora estoy aquí. Eso
es todo.
ILEANA: Bueno, mire, hay que ver lo positivo, al menos se mató en el
baño. Así será más fácil limpiarlo todo.
CARLOS: ¿Qué? ¿De verdad es lo único que le importa? ¿Que se pueda
limpiar?
ILEANA: Bueno, no es lo único. Pero póngase en mi lugar. No puedo ser
indiferente al lugar donde ocurrieron los hechos. ¿Sabe usted
lo difícil que es quitar las manchas de sangre de las paredes y
de las alfombras? A veces ni lo mejores productos de limpieza
lo consiguen y claro hay que reempapelarlo todo.
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CARLOS se levanta del asiento


CARLOS: (exaltado) ¿Quién chingaos se cree que es usted? Le estoy
diciendo que un tipo se acaba de volar la cabeza y usted se lo
toma con toda calma, hasta me hace esperar. Le digo que hay
que llamar a la policía y me dice que no, que no es necesario.
Luego se lo cuento todo, con gran esfuerzo y me sale con esta
chingaderas . . Mire su reacción no es normal. Usted habla
como si esto fuera algo que pasara aquí todas las noches.
ILEANA: Ay mire, ahora si le dio al clavo. Es como usted dice, esto ocurre
aquí con mucha frecuencia.
CARLOS: A ver, ¿Está usted diciendo que todas las noches la gente
salpica con sus sesos las habitaciones del hotel?
ILEANA: Bueno no, tampoco es de esa forma, todas las noches no y no
de misma manera.
CARLOS: (Violentándose) Carajo, señora, ¿Puede tomarse por un
minutos las cosas en serio?
ILEANA: ¿Cree que es una broma? Claro que estoy hablando en serio.
CARLOS: Pues yo no le estoy entendiendo bien, ¿Qué está pasando
aquí? ¿Qué es esto? ¿Es una farsa? ¿Es un teatrito que está
montando para hacerme ver que yo estoy loco o qué?
ILEANA: Usted no esa loco, dadas las circunstancias su reacción es
bastante normal. Usted lo que necesita es una explicación.
Ande venga siéntese, usted se llama Carlos, o al menos eso
es lo que puso en el registro cuando llegó.
CARLOS: Sí.
ILEANA: ¿A ver? ¿Es usted casado?
CARLOS: ¿De qué habla? ¿Y eso de qué viene al cuento?
ILEANA: Supongo entonces qué es soltero.
CARLOS: No claro que no. , , Bueno, sí soy soltero. .
CARLOS vuelve a sentarse.
ILEANA: Mire le voy hacer un par de preguntas, con sus respuestas
usted va a entender lo que ocurre aquí en el hotel Alkar. A ver.
Dígame. ¿Por qué está hospedado en este hotel?
CARLOS: ¿Cómo qué porque estoy aquí señora? Pues para pasar la
noche. A eso se viene a los hoteles ¿no?
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ILEANA: De acuerdo, pero exactamente con qué propósito vino hasta


aquí. ¿Vacaciones? ¿Trabajo? ¿Quizá algún asunto familiar?
CARLOS: Mire es muy fácil. Vine aquí porque, vine a . . pues no sé de
pronto me he olvidado.
ILEANA: Está bien no se preocupe, mire tengo otra pregunta. ¿Cómo es
que llegó al hotel? Es decir, ¿Qué medio de transporte usó?
CARLOS: (Reflexionando) Mi coche.
ILEANA: ¿Ah sí? ¿Dónde lo estacionó? Porque nosotros no tenemos
garaje.
CARLOS: Lo deja aquí . . . justo en. . .
ILEANA: ¿No será entonces que llegó en taxi?
CARLOS: Sí, sí ahora que lo dice fue en un taxi
ILEANA: ¿O habrá llegado caminando?
CARLOS: (Confundido) A ver señora ¿Porque me está torturando así? Mira
está bien, lo reconozco, no lo recuerdo. Pero eso es por el shock
de lo que acabo de vivir. Usted lo único que hace es
confundirme más con tanta pregunta.
ILEANA: Quizá. Pero la verdadera razón de su olvido es otra, usted no es
el único, ningún huésped recuerda en qué circunstancias llegó al
hotel. ¿Sabe por qué? Porque lo que lo que los ha traído hasta
aquí no es sino el pensamiento.
CARLOS: (Riendo frenéticamente) ¿El pensamiento?

ILEANA: Mejor dicho, un pensamiento: el de quitarse la vida.


CARLOS: (Levantándose) Usted está completamente loca. Yo no quiero
quitarme la vida. ¿Y, además, cómo puede llegar uno a un lugar
sólo con el pensamiento?
ILEANA: Si yo soy la que estoy loca. ¿Cómo es que usted no puede
recordar nada?
CARLOS: No lo sé, pero no voy a valerme de sus fantasías para explicarlo.
ILEANA: (levantándose) No son fantasías, se lo aseguro. Pero ya me di
cuenta, de que por más que le explique y le explique no lo voy a
convencer, ¿Sabe qué? le daré lo que usted verdaderamente
necesita. Una prueba.
CARLOS: ¿Prueba? ¿Cómo? ¿Qué clase de prueba?
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ILEANA: A ver, salga un momento a la calle por favor.


CARLOS: A la calle. ¿Para qué?
ILEANA: Vaya inténtelo
CARLOS: Si pero dígame para qué.
ILEANA: Bueno, ¿Qué no quería saber?
CARLOS: Si pero esto no tiene sentido.
ILEANA: Ande, vaya de una buena vez.
CARLOS: (molesto) Bueno ¿Sabe qué? Voy a hacer lo que usted dice pero
le advierto que si me está jugando una broma.
ILEANA: Sólo haga lo que le digo. Salga a la calle y le aseguro que todo
se aclarará en un momento.

CARLOS está confundido. Vacila por un momento. Luego se


dirige a la salida.

CARLOS sale, unos momentos después está de vuelta. Mira la


recepción del hotel extrañado
CARLOS: (Confundido) No puede ser.. ¿Cómo llegué de nuevo aquí?
ILEANA: Inténtelo otra vez. Vamos. Hágalo
CARLOS así lo hace. Una vez más está de vuelta.
ILEANA: Puede hacer lo mismo cien veces y el resultado siempre será
igual. No podrá salir en toda la noche. Está atrapado en este
hotel. Mañana al amanecer, sin embargo, no tendrá ningún
problema para hacerlo.
CARLOS: Pero. . . (Abatido se vuelve a sentar).
ILEANA: (Acercándose sentándose junto a él) La noche es larga pero
termina. ¿Sabe? no todos lo hacen, no todos terminan como el
pobre señor Conde.
CARLOS: ¿De verdad piensa entonces que yo quiero hacer lo mismo que
ese pobre hombre?
ILEANA: Claro. Si no, no estaría aquí ¿Qué? ¿Usted no ha pensado e
últimamente en suicidarse?
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CARLOS: Quizá he tenido la ocurrencia. A todo el mundo le pasa por la c


cabeza una ocurrencia así...
ILEANA: Para llegar hasta aquí se necesita algo más que una ocurrencia.
CARLOS: Bueno sí, de un tiempo para acá he estado pensando un poco
más en ello. Y en los últimos meses se ha vuelto una obsesión.
Pero no lo entiendo, yo no pienso así, soy una persona optimista,
positiva. No sé, quizá es que la edad me está pegando. Desde
muy joven pensé que estaba destinado para hacer grandes
cosas, pero los años siguen pasando y mi vida sigue siendo
menos que ordinaria. Eso a veces me ha deprime un poco. Pero
yo sería incapaz de hacer algo en serio.
ILEANA: La gente que se hospeda en el Hotel Alkar viene en serio.
CARLOS: (Apartándose, muy perturbado) No señora, no. Supongamos que
lo que usted dice es verdad. Que yo he pensado en suicidarme
y que este pensamiento me trajo hasta aquí, que he venido a
redecorar las paredes con mis sesos. Pero si todo esto es cierto,
dígame entonces una cosa. ¿Quién es usted? Qué papel juega
aquí. ¿Es quizá el Ángel de la Muerte?
ILEANA: ¿Yo el Ángel de la muerte? Ay no ¿Cómo cree? Que feo. No, no
soy una persona normal, así como usted. En realidad llegué al
hotel igual que usted, me trajeron los mismos pensamientos.
Como usted fui huésped del hotel por una noche. Al día siguiente
pude haberme ido de haber querido, pero preferí quedarme.
CARLOS: ¿Cómo? ¿Y porque querría quedarse?
ILEANA: Bueno, estaba por salir cuando de pura casualidad le pregunté
al encargado que si había una vacante para trabajar en el hotel.
¿Y qué cree? me dijo que sí. Desde entonces estoy ahí, detrás
del mostrador.
CARLOS: ¿Y cómo es que lo soporta?
ILEANA: (levantándose, dirigiéndose al mostrador). ¿Qué cómo lo
soporto? No tiene nada de especial, es un buen trabajo como
cualquier otro. Me mantengo ocupada, lo disfruto, y lo más
importante, le da sentido a mi vida.
CARLOS: ¿Quién es su jefe? ¿Quién administra el hotel?
ILEANA: No, pues eso ni me pregunté, no lo sé. Mire yo llevo aquí cinco
años y apenas sé un poco más de lo que sabía el primer día. Yo
aquí no decido nada ¿eh? Nada más estoy para supervisarlo
todo y por eso me doy cuenta de que aquí todo ocurre con mucha
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organización, los víveres llegan puntualmente cada semana,


luego están los empleados que hacen su labor bien y a tiempo,
y por supuesto están los limpiadores. Siempre que ocurre algo
aquí en el hotel yo los llamo. En menos de una hora están aquí
para hacerse cargo de todo. Son eficientes y discretos,
difícilmente los huéspedes notan su presencia. Cuando terminan
nadie atinaría a saber que ha ocurrido algo. Precisamente ahora
van a venir a limpiar el cuarto del señor Conde.

Pausa

CARLOS: Bueno. Usted ya sabe mi nombre. ¿Podría decirme usted el


suyo?
ILEANA: Ileana. Ileana Martínez para servirle.
CARLOS: Ileana. A ver, según entiendo tengo que quedarme aquí a pasar
la noche ¿No es verdad? Esas son las reglas.

ILEANA asiente

CARLOS: ¿Me dejaría pasar la noche aquí?


ILEANA: ¿Aquí? ¿Cómo?
CARLOS: Sí. En la sala de la recepción.
ILEANA: Si usted quiere. Lo que no entiendo es porque querría quedarse
aquí. Si tiene una habitación perfectamente limpia allá arriba.
Podría tomar un baño caliente, ver la televisión. Ahora tenemos
también servicio de cable.
CARLOS: Muchas gracias, pero sabiendo que allá arriba, en el baño de la
habitación de al lado. . .
ILEANA: Pero si ya le dije que no va a pasar todo la noche con el señor
Conde. Los limpiadores vendrán y se llevarán el cadáver. Mire,
hasta puede ser peor, aquí verá cómo lo bajan los limpiadores.
No se vaya a impresionar aún más.

Pausa
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ILEANA: No logró convencerlo. ¿No es verdad? Bueno, quédese si quiere.


Pero le advierto que estaré ocupada. Nada de interrupciones.
Además yo no podré impedir nada si de verdad toma usted una
decisión. ¿Estamos de acuerdo en eso?
CARLOS: Dígame una cosa Ileana. ¿Usted piensa que yo soy de los que
se suicidan?
ILEANA: (Incómoda) No sé. ¿Quién soy yo para juzgar? Apenas lo
conozco.
CARLOS: Es decir. Usted misma lo ha dicho. No soy del tipo.
ILEANA: Ah, no pero yo me refería a otra cosa. Al tipo para matar no al
tipo para morir por propia mano. En eso no hay perfil. Aquí he
visto de todo. Créame yo sé lo que le digo.
CARLOS: ¿Y cómo es que me voy a matar? Jamás he disparado una
pistola.
ILEANA: Ay señor, quien está decidido siempre encuentra la forma de
hacerlo.

CARLOS se muestra muy preocupado

ILEANA: (Tranquilizándolo) Pero tampoco se ponga así. No tiene que


poner esa cara de entierro. La verdad es que la mayor parte de
la gente que se pasa la noche en este hotel duerme bien,
Algunos hasta logran dormir de corrido. A la mañana siguiente
se van sin la menor idea del terrible peligro en el que han estado.
A veces pienso que una experiencia como esta es positiva, que
la gente sale de este lugar fortalecida y con gran ánimo.
CARLOS: ¿De verdad?
ILEANA: Sí, así lo creo. Aunque claro es solo una suposición porque yo
misma no he salido de aquí en cinco años. Mira en resumidas
cuentas, aquí lo único que queda hacer es esperar.. Mañana,
cuando vea el amanecer sabrá que todo estará bien.
CARLOS: ¿Estaré bien entonces?
ILEANA: Estoy casi segura.
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CARLOS: Si, todo estará bien Gracias. Si no le molesta voy a intentar


dormir un poco. ¿Está bien?
ILEANA: Si mire, para que no pase frío le voy a prestar un cobertor.
CARLOS: Gracias.
ILEANA: Ahora, si me disculpa un momento tengo que regresar con
urgencia a mi trabajo. Aún tengo muchas cosas pendientes.

ILEANA regresa al escritorio de la recepción. CARLOS se queda


en la sala. Su nerviosismo es evidente. Intenta acostarse en el
sofá pero le resulta imposible. Da un par de vueltas, se asoma a
la puerta que da a la calle. Luego regresa de nuevo al mostrador
de la recepción donde ILEANA ha empezado a escribir de nuevo.

ILEANA: (Alzando la vista) ¿Dígame?

CARLOS: Perdón si la vuelvo a molestar. Es que …


ILEANA: ¿Sí?
CARLOS: ¿Sabe? Creo que después de todo sí subiré un momento a mi
cuarto. Dejé la maleta abierta sobre la cama, ahí tengo unos
documentos muy importantes.
ILEANA: Bien. Creo que será lo mejor. Aquí es algo incómodo y frío. Y con
tanta luz no creo que pueda dormir. Espero que allá arriba
encuentre todo a su gusto.

CARLOS se queda viendo a ILEANA, como intentando decir


algo.

ILEANA: ¿Necesita algo más?


CARLOS: No, nada, gracias por todo. Buenas noches.
ILEANA: Buenas noches.
CARLOS: Hasta mañana.
ILEANA: Buenas noches.
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CARLOS sale, ILEANA reanuda su labor. Escribe durante un par


de minutos. Entonces se escucha de nuevo un disparo. Como
sucedió la primera vez ILEANA se sobresalta un momento y
luego continúa escribiendo. Las luces se apagan gradualmente.
Oscuro final.

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