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PLAN LECTOR

1. Como clasifica el autor las leyes

Leyes positivas: la ley es la regla que guía nuestra acciones prescrita por una autoridad a la que creemos con derecho a
hacer esta ley. Esta última condición es indispensable pues si falta, la ley se convierte en arbitraria y en un acto de
violencia y opresión. A la ley le acompaña una pena inherente a la infracción de ella, un tribunal que aplica esta pena y
una fuerza física que la hace ejecutar. Sin todo esto la ley es incompleta.

Leyes naturales: por otro lado, cuando observamos los fenómenos de la naturaleza y de nuestra inteligencia, cuando
descubrimos que todos estos fenómenos se producen del mismo modo y en las mismas circunstancias, decimos que siguen
leyes ciertas, leyes que llamamos leyes de la naturaleza y bajo las que se rigen fenómenos que suceden constantemente (si
abandonamos un cuerpo en el aire caerá siempre hacia el centro de la tierra y siempre a la misma velocidad). Estas leyes
son anteriores y superiores a las nuestras, y para que las nuestras, las positivas, sean buenas no hace falta que se deriven
de las leyes de la naturaleza, sino que deben ser conformes a ellas. Lo justo fundamental es lo conforme a ellas y lo injusto
lo contrario. Este es el espíritu o sentido en que deben estar hechas las leyes positivas.

2. Como concibe las leyes de la naturaleza

Montesquieu distingue dos tipos fundamentales de leyes: las leyes naturales y las leyes positivas. Las leyes naturales se
derivan sólo de la constitución del ser del hombre. Sólo se las conoce en plenitud si se considera al hombre en estado de
naturaleza, es decir, en el momento previo al surgimiento de las sociedades. Las leyes que lo rigieron en ese estado de
naturaleza, previo al Estado, son las leyes naturales.

Montesquieu distingue diversos tipos de leyes naturales. La primera (por su relevancia, no por el orden de las mismas
leyes, aclara Montesquieu) es aquella que lo impulsa hacia Dios. En el estado de naturaleza el hombre posee la facultad de
conocer pero es un ignorante. Sus primeras ideas no serían especulativas, es decir, el hombre natural carecería de la
capacidad para filosofar. En ese mundo presocietal sólo se preocuparía por sobrevivir. Sería consciente de su debilidad,
sus limitaciones físicas, y sería extremadamente tímido. Todos se sienten inferiores. Ello explica por qué no se declaran la
guerra. El estado de naturaleza de Montesquieu nada tiene que ver con el de Hobbes.

3. Características o naturaleza de los gobiernos democráticos monárquicos y despotismo según este autor.

- Democracia: la virtud política consiste en renunciar de sí mismo y en la abnegación de todos los sentimientos naturales.
Apuesta por las reglas de las órdenes monásticas, escogiendo entre ellos los más austeros. Para conseguirlo aconseja que
se tomen las medidas más radicales: partir las tierras con igualdad; no permitir nunca que un hombre posea dos porciones;
exigir que el rico tome sin dote por mujer a la hija de un ciudadano pobre; patria potestad ilimitada;

- Aristocracia: apuesta por la máxima moderación, lo que implica que los nobles no humillen al pueblo; no se den
privilegios individuales, honoríficos ni pecuniarios; que se priven de los medios para aumentar su caudal; para evitar el
odio y la envidia que no haya entre ellos derechos de primogenitura ni mayorazgos ni substituciones.

- Monarquías: aconseja todo lo que es propio para perpetuar el lustre de las familias: desigualdad de las particiones,
libertad de testar, privilegios personales, lentitud en los pleitos.

- Despotismo: se ciñe a hacer referencia a todos los males que nacen de él como mejor medio, además, para asegurarlo.

4. Cuáles son los principios de la democracia y los de la aristocracia

Montesquieu indaga sobre cuáles son los principios que hacen obrar, los principios motores de cada forma de gobierno, y
concluye diciendo:

a) El principio que mueve y hace obrar a la República es la virtud política, que se convierte en moderación cuando nos
referimos a la Aristocracia. En ambos casos, consiste en el amor a la patria y la igualdad.
b) El principio activo de la Monarquía es el honor, o sea el prejuicio de cada persona o clase social, que consiste en exigir
preferencias o distinciones.

c) El principio del Despotismo es el temor, que anula todo sentimiento de ambición.

5. Diferencia entre monarquía y despotismo

La monarquía es una forma de gobierno de un Estado (aunque en muchas ocasiones es definida como forma de Estado
en contraposición a la república) en la que la jefatura del Estado o cargo supremo es:

• Personal, y estrictamente unipersonal (en algunos casos históricos se han dado diarquías, triunviratos, tetrarquías,
y en muchas ocasiones se establecen regencias formales en caso de minoría o incapacidad o valimientos
informales por propia voluntad).
• Vitalicia (en algunos casos históricos existieron magistraturas temporales con funciones similares, como la
dictadura romana, y en muchos casos se produce la abdicación voluntaria o el derrocamiento o destronamiento
forzoso, que puede o no ir acompañado del regicidio).
• Designada según un orden hereditario (monarquía hereditaria), aunque en algunos casos se elige, bien por
cooptación del propio monarca, bien por un grupo selecto (monarquía electiva).

El despotismo es la forma de gobierno más usual en los grandes imperios. Conclusión a la que llega después de haber
estudiado el despotismo del este de Europa y de Asia (Rusia, Turquía, Persia, China).

El despotismo es un gobierno de una autoridad singular, una persona o un grupo de personas que no están estrechamente
relacionadas, que podían gobernar con poder absoluto. Un término relacionado es despotismo benevolente o despotismo
ilustrado, el cual se refiere específicamente a una forma de gobernar que llegó a ser prominente en el siglo XVIII. En esta
instancia, los monarcas absolutos usaban su autoridad para instituir varias reformas en la estructura política y social en sus
naciones. Este movimiento probablemente fue influido grandemente por los principios de la Ilustración.

6. Como concibe las leyes de la educación

Las leyes de la educación son las primeras que recibimos. Y como son ellas las que nos preparan a la ciudadanía, cada
familia en particular debe ser gobernada con el mismo plan de la gran familia que las comprende a todas.

Si el pueblo, en general, tiene un principio, las partes que lo componen, esto es, las familias, lo tendrán también. Luego las
leyes de la educación no pueden ser las mismas, sino diferentes en cada forma de gobierno: en las monarquías tendrán por
regla el honor; en las Repúblicas tendrán la virtud por norma; en el despotismo su objeto será el temor.

7. Como concibe la virtud en el estado político

Lo que el llamo virtud en la república es el amor a la patria, es decir el amor a la igualdad. No se trata de una virtud moral
ni tampoco de una virtud cristiana sino de la virtud política.

Montesquieu consideraba que sin la virtud el gobierno sería imperfecto.

Hablo también de la virtud pública que es la virtud moral en el sentido que se dirige al bien general.

8. Papel de los ministros en la monarquía

El Gobierno está formado por el Rey (lo que en la Constitución significa tanto rey como reina) y los ministros. Esta
interpretación del concepto ‘Gobierno’, en el que el jefe de Estado forma parte del Gobierno, no es usual en muchas otras
monarquías de Europa occidental. En ellas, el Gobierno sólo se compone de ministros. Desde la drástica revisión de la
Constitución en 1848, los Países Bajos son una monarquía constitucional con un sistema parlamentario. ‘Monarquía
constitucional’ significa que la Constitución determina el poder del monarca heredero. La Constitución regula la división
de las competencias de poder entre el Rey y otras entidades del Estado. Los ministros son los que han de responder ante el
Parlamento por las actuaciones del Gobierno. El Rey no tiene ninguna responsabilidad política y, por tanto, no puede ser
convocado por el Parlamento para rendir cuentas.

9. Como concibe el magistrado único

En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de las cosas pertenecientes al derecho de gentes, y el
ejecutivo de las que pertenecen al civil.

Por el primero, el príncipe o el magistrado hace las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o deroga las que
están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las
invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes o decide las contiendas de los particulares. Este último se llamará poder
judicial; y el otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado.

10. Como concibe las leyes suntuarias en la democracia, aristocracia y monarquía

De las leyes suntuarias en la democracia

He dicho que en las Repúblicas donde las riquezas estén igualmente repartidas no puede haber lujo; y, como se ha visto en
el libro quinto [3] que la equidad en la distribución de la riqueza es lo que hace la excelencia de una República, se deduce
que una República es tanto más perfecta cuanto menos lujo haya en ella. No lo había entre los Romanos de los primeros
tiempos, no lo hubo entre los Lacedemonios; y en las Repúblicas en que la igualdad no se ha perdido enteramente, el
espíritu comercial, el amor al trabajo y la virtud hacen que cada uno pueda vivir con lo que tiene y que, por consecuencia,
haya poco lujo.

Las leyes del nuevo reparto, que con tanto empeño piden algunas Repúblicas, serían muy saludables por su índole; si algo
tienen de peligroso, no es por las leyes en sí, es por la acción súbita. Quitarles de repente las riquezas a unos y aumentar
las de otros, es hacer en cada familia una revolución, lo que produciría la revolución en el Estado.

A medida que en una República se va introduciendo el lujo, aumenta el egoísmo; se piensa más cada día en el interés
particular. Gentes que se conforman con lo necesario, lo que desean es la gloria de la patria y la suya propia; no es esto lo
que desean las almas corrompidas por el lujo, que reniegan de las trabas opuestas por las leyes a sus egoístas ambiciones y
se hacen enemigas de las leyes.

De las leyes suntuarias en las monarquías

La aristocracia mal constituída tiene la contra de que los nobles, poseyendo las riquezas, no deben gastar; el lujo debe
desterrarse por ser contrario al espíritu de moderación. Hay, por consiguiente, gentes muy pobres que no pueden recibir y
gentes muy ricas que no pueden gastar.

En Venecia, las leyes obligan a los nobles a vivir modestamente; se han acostumbrado tanto al ahorro, que solamente las
cortesanas les hacen soltar algún dinero. Esto sirve para sostener la industria: las mujeres más despreciables gastan sin
medida, en tanto que sus tributarios llevan una vida oscura.

En este particular, las buenas Repúblicas griegas tenían instituciones admirables. Los ricos empleaban su caudal en
fiestas, en música, en carros, en caballos, en magistraturas onerosas. El ahorro era tan difícil en la riqueza como en la
pobreza.

De las leyes suntuarias en la aristocracia

En la constitución de las monarquías, las riquezas están en éstas repartidas con desigualdad, necesariamente ha de haber
lujo en ellas. Si los ricos no gastaran mucho, los pobres se morirían de hambre. Es menester que los ricos gasten
proporcionalmente a la desigualdad de las fortunas y que, según hemos dicho, el lujo aumente en la misma proporción.
Las riquezas particulares no hubieran aumentado si a una parte considerable de los ciudadanos, precisamente a los pobres,
no se les privara de una parte de lo que han menester para sus necesidades físicas: es preciso, pues, y es justo, que les sea
devuelta en una u otra forma lo que se les quita.

Así, para que el Estado monárquico se sostenga, el lujo ha de aumentar en progresión creciente del labrador al artesano, al
negociante, a los nobles, a los magistrádos, a los altos dignatarios, al monarca mismo, sin lo cual se perdería todo.

11. A propósito de la condición de las mujeres en los distintos gobiernos, explique la posición de montesqueu

Montesquieu, en el Espíritu de las leyes, prometiendo ocuparse de la condición de las mujeres en las diversas clases de
gobierno, dice que «en Grecia a las mujeres no se las consideraba dignas de participar del verdadero amor y que el amor
entre los griegos tenía una forma que no nos atrevemos a explicar». Como garantía de lo que dice, cita a Plutarco.
Semejante error sólo es perdonable a una imaginación como la de Montesquieu, que se deja arrastrar por la rapidez de sus
ideas, muchas veces incoherentes. Plutarco, en el capítulo que dedica al amor, introduce varios interlocutores, y él mismo,
tomando el nombre de Dphneus, refuta con energía todo lo que dice Protognes referente a la liviandad de los mancebos.
Precisamente en ese mismo diálogo llega a decir que hay en el amor de las mujeres algo divino; compara este amor con el
sol, que anima a la Naturaleza; coloca la felicidad en el amor conyugal, y termina el diálogo con un magnífico elogio que
hace de la virtud de Eponina.

Las mujeres en ninguna república tuvieron parte en el gobierno; no han reinado nunca en los Imperios puramente
electivos, pero han reinado en muchas monarquías hereditarias de Europa, en España, en Nápoles, en Inglaterra, en
muchos Estados del Norte. La ley Sálica las excluyó de la sucesión a la corona de Francia, y esto no fue, como dice
Mezerai, por ser incapaces de gobernar, porque han gobernado como regentes del reino. Además, desmienten a Mezerai
Isabel la Católica en Castilla, Isabel en Inglaterra y María Teresa en Hungría.

12. Como concibe la degradación de los principios de los tres gobiernos

Trata la corrupción de los principios de los tres gobiernos, por cuanto no son ejercidos de la mejor manera.

Dice Montesquieu:

• El principio de la democracia se corrompe cuando todos quieren ser iguales a los que ellos mismos han elegido
para que los manden.
• El principio de la aristocracia se vicia cuando el poder de los nobles se hace arbitrario y no observan las leyes.
• El principio de la monarquía se daña cuando el príncipe atiende más a sus caprichos que a la razón y a la justicia,
cuando se hace cruel.
• El principio de despotismo se corrompe de forma diferente a los otros tres, pues si los otros se alteran porque se
incumple alguna regla, el despotismo se pervierte por seguir, precisamente, algún orden o permitir alguna norma.

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