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En la vida los hombres no se guian por los hechos, sino por las palabras.

Aprecian no tanto la
posibilidad de hacer o no hacer algo como la posibilidad de referirse a diversos objetos con
palabras convencionales. Esas palabras, que entre ellos se consideran muy importantes, son
"mio" y "mia", y las aplican a toda clase de cosas, animadas e inanimadas; incluso a la tierra, a
los hombres y a los caballos. Han convenido que de un objeto determinado una sola persona
pueda decir: "es mio". Segun ese juego que se estila entre ellos, quien esta en condiciones de
decir "mio" a un mayor numero de cosas, se considera la persona mas feliz.
Ese concepto de propiedad no tiene otro fundamento que un bajo instinto animal que ellos
llaman sentido o derecho de propiedad. En la vida los hombres no se preocupan de hacer el
bien, sino de poder llamar suyas al mayor numero de cosas.

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