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o indirectamente fines de lucro;...”.
ZYGMUNT
BAUMAN
VIDAS
DESPERDICIADAS
LA MODERNIDAD Y SUS PARIAS
Zygmunt Bauman

Vidas desperdiciadas:
La modernidad y sus parias

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Título original: Wasted Lives
Originalmente publicado en inglés, en 2004, por Polity Press, Cambridge, RU,
en asociación con Blackwell Publishing Ltd., Oxford, RU.
Edición publicada con permiso de Blackwell Publishing Ltd.

Traducción de Pablo Hermida Lazcano

Cubierta de Mario Eskenazi

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© 2004 Zygmunt Bauman


© 2005 de la traducción, Pablo Hermida Lazcano
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84 Vidas desperdiciadas

, es mientras patrullan sus fronteras externas comunes para man- Capítulo 3


palS , . , . . ,
tener fuera a la gente de dlChos paIses. Ahora bIen, SI un contmen-
te procede con seriedad en cuanto fortaleza, también tiene que A CADA RESIDUO SU VERTEDERO
invitar a uno o dos países pobres al interior de sus muros, pues al- O los residuos de la globalización
26
guien ha de hacer el trabajo sucio y pesado.

La Fortaleza Norteamérica -el Área de Libre Comercio de las


Américas, el mercado interior estadounidense extendido para in-
corporar a Canadá y a México (<<después del petróleo», señala Hemos comentado varias de las funciones desempeñadas en la
Naomi Klein, «la mano de obra inmigrante es el combustible que actualidad por las víctimas humanas de la victoria del progreso
mueve la economía suroccidental» de Estados Unidos)- se vio económico a escala planetaria. Dando vueltas alrededor del glo-
complementada en julio de 2001 por el «Plan Sur», en virtud del bo en busca de sustento y tratando de instalarse allí donde el sus-
cual el gobierno mexicano asumía la responsabilidad de la vigilan- tento puede hallarse, ofrecen un fácil blanco para descargar las
cia masiva de su frontera meridional, así como de la detención efec- ansiedades provocadas por los extendidos temores ante la super-
tiva de la marea de residuos humanos empobrecidos que fluye a fluidad social; en el proceso, se les recluta para contribuir a los
Estados Unidos desde los países latinoamericanos. Desde enton- esfuerzos de los gobiernos estatales por afianzar su autoridad debi-
ces, la policía mexicana ha detenido, encarcelado y deportado a litada y debilitante. También hemos mencionado, aunque breve-
centenares de miles de emigrantes antes de que alcanzasen las fron- mente, otros servicios útiles a los que se ven arrastrados. Hemos
teras de Estados Unidos. En cuanto a la Fortaleza Europa: «Polo- sugerido que, entre ellos, tales «funciones latentes» (como las lla-
nia, Bulgaria, Hungría y la República Checa son los siervos posmo- maría Robert Merton) brindan una solución eficaz al casi imposi-
demos, que proporcionan las fábricas de bajos salarios en las que ble «problema de la emigración».
se fabrica ropa, artículos electrónicos y automóviles por el 20-25 % Fran<;ois de Bernard ha escudriñado otra función. Una conse-
de lo que cuesta hacerlos en Europa occidental». Dentro de los cuencia sumamente espectacular y potencialmente siniestra de los
continentes fortalezas, ha entrado en escena «una nueva jerarquía erráticos procesos globalizadores, incontrolados y desbocados como
social», en una tentativa de hallar un equilibrio entre los dos pos- han venido siendo hasta el momento, estriba, a su juicio, en las pro-
tulados, palmariamente contradictorios aunque análogamente vita- gresivas «criminalización del globo y globalización del crimen».l
les, de fronteras herméticas y de acceso a mano de obra barata, dó- Una parte considerable de los miles de millones de dólares, libras y
cil y poco exigente, dispuesta a aceptar y a hacer cualquier cosa que euros que cambian de manos a diario proceden de fuentes crimi-
se le ofrezca; o del libre comercio y de la necesidad de complacer a nales y se hallan destinados a fuentes criminales. «Nunca antes fue-
los sentimientos en contra de los inmigrantes. «¿Cómo se mantiene ron las mafias tan numerosas, poderosas, bien armadas y próspe-
uno abierto a los negocios y cerrado a la gente?», pregunta Klein. ras.» La mayor parte del tiempo, la mayoría de los poderes ni son
y responde: «Es fácil. Primero se amplía el perímetro. Luego se capaces ni están dispuestos a combatir las fuerzas criminales, que
cierra con llave». con demasiada frecuencia disponen de recursos que ninguno de los
gobiernos, por separado y a veces conjuntamente, pueden igualar.
Ésta es una de las razones por las que, en opinión de De Bernard,
26. Naomi Klein, «Fortress continents». Guardian, 16 de enero de 2003,
pág. 23. El artículo se publicó primero en NatzOn. 1. Véase Fran<;-ois de Bernard, La Pauvreté durab!:', Felin, 2002, págs. 37 -39.
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los gobiernos prefieren desatar la animosidad popular contra la pe- pueden operar sin tener en cuenta más intereses que los suyos pro-
queña delincuencia antes que trabar las batallas que probablemen- pios. 2
te se harían interminables y obligarían a movilizar recursos incal-
culables, aunque estarían prácticamente abocadas a la derrota. Sin embargo, si éste es el «hecho central de la globalización», en-
Buscar al Enemigo Público Número Uno entre los desventurados tonces la auténtica cuestión no es tanto la «globalización del crimen»,
inmigrantes de las banlieues y los campamentos de solicitantes de como sugiere De Bernard, cuanto la anulación de la distinción entre
asilo es considerablemente más oportuno y conveniente, pero so- «legal» e «ilegal», que sólo puede trazar una ley duradera y aplicable.
bre todo menos molesto. Con más resultados y menos gastos, los No existe semejante ley global susceptible de violación. No existe en
distritos de inmigrantes repletos de carteristas y atracadores poten- vigor ley global alguna capaz de permitir la diferenciación entre acti-
ciales pueden usarse como campo de batalla de la gran guerra por vidades criminales al estilo mafioso y «actividad comercial normal».
la ley y el orden, que los gobiernos libran con gran vigor y aún ma- y no existe política de ningún género capaz de llegar a postular la in-
yor publicidad, en tanto que no se oponen a la «subsidiariedad» ni troducción de reglas del juego globalmente vinculantes, y menos aún
al subarriendo a agencias de seguridad privada e iniciativas de los tratar de hacerlas efectivamente vinculantes. En el espacio global, las
ciudadanos. reglas se establecen y se abandonan en el curso de la acción, y quie-
La extensión y profundidad exactas del poder de las mafias y nes las bloquean y desbloquean son los más fuertes, los más astutos,
el volumen preciso de negocios criminales resulta excesivamente los más rápidos, los más ingeniosos y los menos escrupulosos. En el
difícil de calcular, si no imposible. La razón es muy simple: aun- «espacio de flujos» global (expresión de Manuel Castells), el concep-
que la insidia y la precisión del equipo que podría desplegar un to de ley sólo puede desplegarse siguiendo el mandato de Jacques
«Gran Hermano» «para vigilarte» han crecido de manera extraor- Derrida de emplearlo sous rupture. Citando a Teubner y Bockenfor-
dinaria desde los tiempos de Orwell, ningún «Gran Hermano» vigi- de/ Hauke Brunkhorst señala que esa extraña «ley global», a dife-
la el espacio global en el que operan las mafias y en el que siempre rencia de la ley que hemos llegado a esperar en las prácticas de los Es-
pueden ocultarse si es menester. Dicho espacio, eminentemen- tados-nación modernos, se halla «muy distante de la política, sin una
te extraterritorial según los estándares de territorialidad aún vi- forma constitucional, sin democracia, sin jerarquía desde abajo, sin
gentes y observados en la asignación y reivindicación de soberanía una cadena ininterrumpida de legitimación democrática». Es una
política, es en esencia un «área libre de política». Como observa- «norma sin gobernante». Nada de cuanto pueda pasar por «ley glo-
ba Richard Rorty en 1996, el «hecho central de la globalización» bal» «puede utilizarse en un tribunal de justicia y sólo en casos ex-
consiste en que cepcionales podrá hacerse cumplir. De un modo comparable al viejo
derecho civil romano, la aplicación del derecho internacional se halla
la situación económica de los ciudadanos de un Estado nación ha a merced de aquellos que tienen el poder de hacerlo cumplir».4
rebasado el control de las leyes del Estado [ ... ] No hay forma de
que las leyes de Brasil o de Estados Unidos establezcan que el di- 2. Richard Rorty, «Globalization, the politics of identity and social hope»,
nero ganado en el país se gastará en el país, o el dinero ahorrado en en Philosophy and Social Hope, Penguin, 1999, págs. 229-239.
el país se invertirá en el país [ ... ] Ahora tenemos una supraclase 3. «Des Konigs vi ele Líeber. Die Selbstdekonstruktion der Hierarchie des
global que toma todas las decisiones económicas fundamentales, y Rechts», Soziale Systeme, 2, 1996; E.-W. Bockenforde, Staat, Verlassung, Demo-
las toma con absoluta independencia de los cuerpos legislativos kratie, Suhrkamp, 1991 (trad. cast.: Estudios .robre el Estado de Derecho y la de-
mocracia, Madrid, Trotta, 2000).

1
y, a /ortiori, de la voluntad de los votantes, de cualquier país dado
4. Hauke Brunkhorst, «Global society as the crisis of democracy», en The
L .. ], La ausencia de una política global implica que los super-ricos Translormation 01 Modernity, Ashgate, 2001, pág. 236.
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Todos los demás, socios menores y jugadores secundarios, no de la nueva elite poderosa del mundo globalizado, muy sospechosa
tienen más opción que buscar el favor de los poderosos. En el me- (y con razón) de ser la mala de la película. Al igual que dicha elite,
jor de los casos, el «sistema legal» global está hecho a base de pa- no se hallan atados a ningún lugar, resultan sospechosos e impre-
trocinio y clientela, y suele integrar (de hecho, si no en teoría) un decibles. Como esa elite, son la personificación del insondable «es-
mosaico de privilegios y privaciones. Los jugadores más poderosos pacio de flujos» en donde hunde sus raíces la actual precariedad de
son los que distribuyen, en pequeñas dosis y con un ojo puesto en la condición humana. Buscando en vano otras válvulas de escape
la preservación de su monopolio, el derecho a buscar el amparo más adecuadas, los temores y las ansiedades se clavan en blancos al
de la ley. No es que las mafias globales operen en las costuras entre alcance de la mano y resurgen en forma de resentimiento y de mie-
las estructuras legales controladas y revisadas por los Estados-na- do generalizados ante los «extraños cercanos». La incertidumbre
ción: sucede más bien que, una vez liberadas de las constricciones no puede neutralizarse ni dispersarse en una confrontación directa
legales efectivas y dependiendo en exclusiva del diferencial de po- con la otra encarnación de extraterritorialidad: la elite global que
der vigente, todas las operaciones en el espacio global siguen (in- se mueve a la deriva, fuera del alcance del control humano. Esa eli-
tencionadamente o por defecto) el patrón asociado hasta ahora a te es demasiado poderosa para enfrentarse a ella y desafiarla direc-
las mafias o a la corrupción del imperio de la ley al estilo mafioso. tamente, aun cuando se conociera su ubicación exacta (lo cual no
De ahí la ansiedad, espoleada por la dolorosa experiencia de es el caso). Por otra parte, los refugiados son un blanco facilísimo y
sentirse perdido y desgraciado: no somos los únicos, nadie tiene el claramente visible para el excedente de angustia.
mando, nadie está al tanto. Es imposible saber cuándo y de dónde Permítanme añadir que, al enfrentarse a un influjo de «gente de
vendrá el próximo golpe, cuál será el alcance de sus ondas y cuán fuera», los residuos del triunfo planetario de la modernidad, pero
mortífero será el cataclismo. La incertidumbre y la angustia nacida también de un nuevo desorden planetario que aún se está fraguan-
de la incertidumbre son los productos principales de la globaliza- do, los «establecidos» (por emplear los memorables términos de
ción. Los poderes estatales no pueden hacer casi nada para aplacar Norbert Elias) tienen todos los motivos para sentirse amenazados.
la incertidumbre, y menos aún para acabar con ella. Lo máximo Además de representar a esos «grandes desconocidos» que encar-
que pueden hacer es reorientarla hacia objetos al alcance; despla- nan todos los «extranjeros entre nosotros», estos forasteros parti-
zarla de los objetos respecto a los cuales nada pueden hacer a aque- culares, los refugiados, traen a casa ruidos distantes de guerra, así
llos que pueden alardear al menos de manejar y controlar. Refugia- como el hedor de hogares asolados y aldeas arrasadas, que no pue-
dos, solicitantes de asilo, inmigrantes, los productos residuales de den por menos de recordar a los instalados con cuánta facilidad
la globalización, satisfacen a la perfección estos requisitos. puede horadarse o aplastarse el capullo de su rutina segura y fami-
Como expliqué en otro lugar,5 los refugiados y los inmigrantes, liar (segura en cuanto familiar), y qué engañosa debe de ser la segu-
que vienen de «lejos» pero aspiran a instalarse en el vecindario, ridad de su asentamiento. El refugiado, como señalara Bertolt
sólo son apropiados para el papel de la efigie que ha de quemarse Brecht en Die Landschaft des Exils, es «ein Bote des Unglücks»
como el espectro de las «fuerzas globales», y provocan temor y ren- (<<un mensajero de la desgracia»).
cor por hacer su trabajo sin consultar a aquellos que se verán afec-
tados por sus resultados. Después de todo, los solicitantes de asilo Con la perspectiva del tiempo, podemos ver que hubo un mo-
y los «emigrantes económicos» son réplicas colectivas (¿un álter mento auténticamente decisivo en la historia moderna, en la déca-
ego?, ¿compañeros de viaje?, ¿imágenes de espejo? ¿caricaturas?) da que separa los «gloriosos treinta años» de la reconstrucción de

5. Véase Zygmunt Bauman, Society under Siege, Polity, 2002.

1 la posguerra, del pacto social y del optimismo por el desarrollo que


acompañó el desmantelamiento del sistema colonial y la prolifera-
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ción de «nuevas naciones», con respecto al mundo feliz de fronte- Hoyes menos probable que los delincuentes se vean represen-
ras borradas o reventadas, avalancha de información, globalización tados en el discurso oficial como ciudadanos socialmente desvali-
galopante, un banquete consumista en el norte opulento y un «cre- dos y necesitados de apoyo. Antes bien, se retratan como indivi-
ciente sentimiento de desesperación y de exclusión en una gran duos culpables, indignos y algo peligrosos.!
parte del resto del mundo», surgido del «espectáculo de riqueza
por una parte y de miseria por la otra».6 Durante esa década, el es- Lotc Wacquant constata una «re definición de la misión del Es-
cenario en el cual hombres y mujeres se enfrentan a los desafíos de tado»; el Estado «se retira de la arena de la economía, afirma la ne-
la vida se transformó de manera subrepticia aunque radical, invali- cesidad de reducir su papel social a la ampliación y el fortaleci-
dando saberes vitales preexistentes y requiriendo una revisión y miento de su intervención penal».8
una puesta a punto exhaustivas de las estrategias vitales. Ulf Hedetoft describe el mismo aspecto de la transformación
Hasta el momento no hemos acertado a desentrañar todos los de hace dos a tres décadas desde un ángulo diferente (o quizás otro
entresijos de esa gran transformación. Y no por no intentarlo: habi- aspecto de lo mismo, aunque íntimamente relacionado). Advierte
da cuenta de su cercanía en el tiempo, resulta aconsejable contem- que «se están volviendo a trazar los límites entre Nosotros y Ellos
~.. plar todos los hallazgos y juicios como parciales y todas las síntesis con más rigidez» que nunca. Siguiendo a Andreas y Snyder ,9 He-
como provisionales. Con el transcurso del tiempo, van aflorando a detoft sugiere que, además de hacerse más selectivos, excesivos, di-
la superficie estratos sucesivos de realidades emergentes, cada uno versificados y difusos en las formas adoptadas, los límites se han
de los cuales exige una revisión de las creencias heredadas y de convertido en lo que cabría llamar «membranas asimétricas», que
nuestro esquema conceptual más profunda y comprensiva de la re- permiten la salida pero «protegen contra la entrada no deseada de
querida por el que le antecede, con el fin de escudriñarlo y revelar elementos del otro lado».
su significado. Todavía no hemos alcanzado el estrato inferior; no
obstante, aun cuando llegásemos a alcanzarlo, seríamos incapaces Aumentando las medidas de control en las fronteras exterio-
de determinar con firmeza que lo hemos hecho. res, pero no en mayor medida que un régimen más estricto de ex-
Un aspecto crucial de la transformación se reveló relativamente pedición de visados en países de emigración en «el Sur» [ ... ] [Las
pronto y, desde entonces, se ha documentado de forma minuciosa: fronteras] se han diversificado, como lo han hecho los controles
fronterizos, no ubicándose ya sólo en los sitios convencionales
el paso de un modelo de «Estado social» de comunidad inclusiva a
[... ] sino en aeropuertos, en embajadas y en consulados, en cen-
un Estado excluyente «de justicia criminal», «penal» o de «control
tros de asilo y en el espacio virtual en forma de creciente colabo-
de la delincuencia». David Garland, por ejemplo, observa:
ración entre la policía y las autoridades de inmigración en dife-
/ 10
rentes paIses.
Ha habido un cambio de acento significativo de la modalidad
del bienestar a la penal [ ... ] La modalidad penal, amén de tornar-
se más prominente, se ha vuelto más punitiva, más expresiva, más 7. David Garland, The Culture 01 Control: Crime and Social arder in Con-
preocupada por la seguridad [ ... ] La modalidad del bienestar, amén temporary Society, Oxford University Press, 2001, pág. 175.
de tornarse más apagada, se ha vuelto más condicional, más centra- 8. Lolc Wacquant, «Comment la "tolérance zéro" vint a rEurope», Ma-
da en el delito, más consciente de los riesgos [. .. ]. niere de Voir, marzo-abril de 200], págs. 38-46.
9. Véase Peter Andreas y Timothy Snyder, The Wall around the West,
Rowman and Littlefield, 2000.
6. Stewart Hall, «Out of a clear blue sky», Soundings, invierno de 2001- 10. Ulf Hedetoft, The Global Turn: National Encounters with the World,
2002, págs. 9-15. Aalborg University Press, 2003, págs. 151-152.
r
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Como para dotar de evidencia inmediata a la tesis de Hedetoft, Sin embargo, ahora el planeta está lleno. Ello implica, entre
el Primer Ministro británico T ony Blair recibió a Ruud Lubbers, el otras cosas, que procesos típicamente modernos, tales como la cons-
Alto Comisario de las Naciones Unidas para los Refugiados, para trucción del orden y el progreso económico, tienen lugar por todas
sugerir el establecimiento de «refugios seguros» para futuros soli- partes y, por tanto, por todas partes se producen «residuos huma-
citantes de asilo cerca de sus hogares, es decir, a una distancia segu- nos» y se expulsan en cantidades cada vez mayores; esta vez, no
ra de Gran Bretaña y de los demás países ricos que, hasta fechas re- obstante, en ausencia de basureros «naturales» apropiados para su
cientes, constituían sus destinos naturales. En la neolengua"< típica almacenamiento y potencial reciclaje. El proceso que anticipara
de la era posterior a la Gran Transformación, el ministro del Inte- por vez primera Rosa Luxemburgo hace un siglo (aunque descrito
rior David Blunkett describía el tema de la conversación entre Blair por ella en términos esencialmente económicos, más que explícita-
y Lubbers como «nuevos retos para los países desarrollados, plan- mente sociales) ha alcanzado su límite definitivo.
teados por aquellos que utilizan el sistema de asilo como una ruta Recordemos que Rosa Luxemburgo sugería que, aunque el ca-
hacia Occidente» (empleando esa neolengua, cabría lamentar, por pitalismo «necesita, para su desarrollo, un medio ambiente de for-
\ ,
ejemplo, el reto que representan para la gente instalada los náufra- maciones sociales no capitalistas», «va avanzando en constante cam-
gos que utilizan el sistema de rescate como ruta hacía tierra firme). bio de materias con ellas, y sólo puede subsistir mientras dispone de
Tal vez las dos tendencias señaladas aquí no son sino dos mani- este medio ambiente»: «Por consiguiente, cuando se dice que el ca-
festaciones relacionadas de la misma preocupación por la seguridad, pitalismo vive de formaciones no capitalistas, para hablar más exac-
intensificada y casi obsesiva; acaso ambas pueden explicarse por una tamente hay que decir que vive de la ruina de estas formaciones, y si
variación en el equilibrio entre las tendencias incluyentes y exclu- necesita el ambiente no capitalista para la acumulación, lo necesita
yentes que se hallan perpetuamente presentes; o tal vez se trata de fe- como base para realizar la acumulación, absorbiéndolo».ll
nómenos no relacionados entre sí, sujeto cada uno a su propia lógi- Una serpiente que se alimenta de su propia cola .... 0, echando
ca. No obstante, puede mostrarse que, cualesquiera que sean sus mano de un término inventado en fechas bastante recientes, po-
causas inmediatas, ambas tendencias proceden de una raíz común: la dríamos decir que, cuando la distancia entre la cola y el estómago se
propagación global de la forma de vida moderna, que ha alcanzado a es- ha hecho demasiado corta para las posibilidades de supervivencia
tas alturas los límites más remotos del planeta. Ha anulado la división de la serpiente y las perspectivas auto destructivas del banquete se
entre «centro» y «periferia» o, para ser más exactos, entre formas de vuelven evidentes, el «vaciamiento o liquidación de activos»,"< que
vida «modernas» (o «desarrolladas») y «premodernas» (o «subdesa- siempre necesita nuevos activos que puedan vaciarse o liquidarse,
rrolladas» o «retrasadas»); una división que acompañó la mayor par- más pronto o más tarde acabará por agotar sus suministros o por re-
te de la historia moderna, cuando la revisión moderna de los modos ducirlos por debajo del nivel requerido para su propio sustento.
heredados quedaba confinada a un sector del globo relativamente Rosa Luxemburgo preveía un capitalismo que moriría por falta
estrecho, aunque en constante expansión. En tanto en cuanto seguía de comida, hundiéndose al devorar la última pradera de «alteri-
siendo relativamente restringido, dicho sector podía usar el diferen- dad» en la que pastaba. Cien años después, diríase que un resulta-
cial de poder resultante como una válvula de seguridad que le prote-
11. Rosa Luxemburgo, The Accumulation 01 Capital, Routledge, 1961, págs.
gía del recalentamiento, y el resto del planeta como un vertedero 387,416 (trad. cast.: La acumulación de capital, Barcelona, Orbis, 1985, vol. n,
para los residuos tóxicos de su propia modernización incesante. págs. 43 y 84).
,', La práctica denominada assel slripping (<<vaciamiento o liquidación de
,', Newspeak (<<neolengua»): término acuñado por George Orwell en su cé- activos») consiste en la descapitalización y desmantelamiento por partes de una
lebre antiutopía 1984. (N del t.) empresa, mediante la venta de sus activos descompuestos en parcelas. (N. de! l.)
94 Vidas desperdiciadas A cada residuo su vertedero 95

do de lo más funesto, posiblemente la más funesta consecuencia llamadas «premodernas», libres del problema de los residuos, tan-
del triunfo global de la modernidad, es la aguda crisis de la indus- to humanos como no humanos, tales desagües no eran necesarios.
tria de destrucción de residuos humanos: teniendo en cuenta que el Como un efecto de esa obstrucción o no previsión de desagües ex-
volumen de residuos humanos crece más deprisa que la capacidad ternos, las sociedades vuelven cada vez más contra sí mismas el filo
de gestionarlos, existen perspectivas plausibles de que la actual mo- de las prácticas excluyentes.
dernidad planetaria quede obstruida con sus propios productos re- Si el exceso de población (es decir, la parte que no puede rein-
siduales, que no es capaz de volver a asimilar ni de aniquilar. Son tegrarse en los parámetros de la vida normal ni volver a procesarse
numerosas las señales del rápido aumento de la toxicidad de los re- en la categoría de miembros «útiles» de la sociedad) puede retirar-
siduos que se acumulan velozmente. Las mórbidas consecuencias se y transportarse de manera rutinaria más allá de los límites del re-
de los residuos industriales y domésticos para el equilibrio ecológi- cinto dentro del cual se busca el equilibrio económico y social, la
co y la sostenibilidad del planeta vienen constituyendo desde hace gente que escapa del transporte y permanece en el interior del re-
algún tiempo un tema de fuerte preocupación (si bien es cierto que, cinto, aunque normalmente resulte superflua, queda destinada al
tras los debates, no se ha actuado demasiado). No obstante, segui- reciclaje. Están «fuera», mas sólo de forma temporal: su «estar fue-
mos todavía lejos de ver con claridad y de captar en su integridad ra» es una anormalidad que reclama a voces un remedio; necesitan
las grandes repercusiones de las masas crecientes de «humanos re- a todas luces que se les ayude a «volver adentro» lo antes posible.
siduales» en el equilibrio político y social de la coexistencia plane- Son el «ejército de reserva del trabajo» y se les tiene que poner y
taria humana. mantener en tal forma que les permita regresar al servicio activo a
la primera oportunidad.
La nueva «plenitud del planeta» -el alcance global de la mo- Todo ello cambia, no obstante, una vez que se obstruyen los ca-
dernización y, por ende, la propagación planetaria del modo de nales de drenaje del excedente humano. Mientras la población «su-
vida moderno- tiene dos consecuencias directas brevemente apun- perflua» permanece dentro y se codea con los demás «útiles» y «le-
tadas con anterioridad. gítimos», la línea que separa una incapacidad transitoria del envío
La primera consecuencia es la obstrucción de los desagües que, perentorio y definitivo a la basura tiende a difuminarse y a tornar-
en el pasado, permitían drenar y limpiar, de modo regular y opor- se imperceptible. Más que seguir siendo, como antes, un problema
tuno, los relativamente escasos enclaves modernos del planeta de de una parte separada de la población, la asignación a los «desper-
sus residuos excedentes (esto es, del exceso de residuos que supe- dicios» se convierte en algo en lo que todos pueden verse envuel-
raban la capacidad de los equipos de reciclaje), que la forma de tos; uno de los dos polos entre los cuales oscila la posición social
vida moderna no podía por menos de producir en proporción cre- presente y futura de todo el mundo. Para abordar esta nueva moda-
ciente. Una vez que el modo de vida moderno ha dejado de ser un lidad del «problema de los residuos», las habituales herramientas y
privilegio de zonas escogidas, han desaparecido los primeros desa- estrategias de intervención no son suficientes ni tampoco especial-
gües para la eliminación de residuos humanos, a saber, los territo- mente apropiadas. Lo más probable es que las nuevas políticas, que
rios «vacíos» o «de nadie» (para ser más precisos: los territorios no tardarán en inventarse en respuesta a la nueva configuración del
que, gracias al diferencial de poder global, podían verse y tratarse viejo problema, empiecen por incluir las políticas antaño diseña-
como vacíos y/o sin dueño). Para los «seres humanos superfluos», das para tratar el problema en su vieja forma. Para mayor seguri-
expulsados ahora en las regiones del planeta que se han montado dad, las medidas de emergencia dirigidas al tema de los «residuos

l
recientemente en el gran camión de la modernidad, o que han caÍ- de dentro» se antojarán preferibles a cualesquiera otros modos de
do debajo de él, jamás existieron esos desagües. En las sociedades intervención en los asuntos de la superfluidad como tal -tempo-
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ralo no- y, más pronto o más tarde, gozarán de prioridad sobre tropas, si bien absorbiendo y aniquilando mientras tanto el «ex-
éstos. cedente de población» (sobre todo a los jóvenes, incapacitados
T odas estos contratiempos y reveses de la fortuna tienden a para trabajar en casa y sin perspectivas): en resumidas cuentas, un
magnificarse y a agravarse en aquellas regiones del globo que sólo «colonialismo de vecindario» o un «imperialismo de pobres». A
recientemente se han enfrentado al fenómeno de la «población centenares de miles de personas se las expulsa de sus casas, se
excedente» y al problema de su eliminación, antes desconocidos. las asesina o se las obliga a buscarse la vida allende las fronteras de
«Recientemente» significa, en este caso, tardíamente: en un tiempo su país.
en el que el planeta ya está repleto, en que ya no quedan «tierras va- Quizá la única industria próspera en los países de los rezaga-
cías» que puedan servir de lugares para la destrucción de residuos, dos (tortuosa y engañosamente apodados «países en vías de desa-
y en que cualquier asimetría de fronteras se vuelve firmemente en rrollo») es la producción masiva de refugiados. Son los productos
contra de los recién llegados a la familia de los modernos. Las tie- cada vez más prolíficos de dicha industria los que el Primer Minis-
rras circundantes no solicitarán sus excedentes ni tampoco se las tro británico propone descargar «cerca de sus países de origen», en
\.
puede forzar a aceptarlos y albergarlos, como se hiciera en el pasa- campamentos permanentemente temporales (tortuosa y engañosa-
do. A quienes llegan tarde a la modernidad se les deja que busquen mente apodados «refugios seguros»), exacerbando de ese modo los
una solución local a un problema causado globalmente, aunque problemas ya ingobernables de la «población excedente» en las in-
con escasas posibilidades de éxito. mediaciones donde, en cualquier caso, se desarrolla una industria
Allí donde la familia y los negocios comunitarios estaban anta- similar. El objetivo es que los «problemas locales» sigan siendo lo-
ño capacitados y dispuestos a absorber, emplear y mantener a to- cales y, por consiguiente, cortar de raíz toda tentativa de los reza-
dos los seres humanos recién nacidos y, en la mayoría de los casos, gados por seguir el ejemplo de los pioneros de la modernidad, bus-
a garantizar su supervivencia, la rendición a las presiones globa- cando soluciones globales (las únicas efectivas) a los problemas
les y la apertura de su propio territorio a la circulación de capital fabricados localmente. Mientras escribo estas palabras, en otra va-
y mercancías sin ataduras los hizo inviables. Sólo ahora experi- riación sobre el mismo tema, se ha pedido a la OTAN que movili-
mentan los recién llegados a la compañía de los modernos esa ce sus tropas para ayudar a Turquía a cerrar su frontera con Irak en
separación del negocio con respecto al hogar, que los pioneros de la vista del inminente ataque al país. Más de un estadista de los países
modernidad experimentaron hace cientos de años, con todas las pioneros se opuso, formulando muchas reservas imaginativas, mas
convulsiones sociales y toda la miseria humana consiguientes, pero nadie mencionó públicamente que el peligro contra el que debía
también con el lujo de las soluciones globales a los problemas pro- protegerse a Turquía era la afluencia de refugiados iraquíes recién
ducidos localmente: una abundancia de «tierras vacías» y «tierras de convertidos en gente sin hogar, y no un ataque a cargo de soldados
nadie» que podían usarse con facilidad para depositar el exceden- iraquíes pulverizados y maltrechos. 12
te de población que ya no absorbía una economía emancipada de
las constricciones familiares y comunitarias; un lujo no disponible 12. En la época de la Guerra del Golfo, «cuando Sadam lanzó sus helicóp-
para los rezagados. teros de combate contra los kurdos iraquíes, éstos trataron de huir hacia el nor-
Entre esas «soluciones locales a problemas globales» que los «re- te, atravesando las montañas hasta Turquía, pero los turcos se negaron a dejarles
entrar. Les repelieron literalmente en los pasos fronterizos. Oí decir a un oficial
zagados de la modernidad» se ven forzados a practicar o, más bien,
turco: "Odiamos a esta gente. Son unos jodidos puercos". Así pues, los kurdos
se han descubierto practicando, figuran las guerras y las masacres estuvieron atrapados en las montañas durante semanas a 10 grados bajo cero,
tribales, la proliferación de guerrillas (con frecuencia poco más que a menudo sólo con las ropas que llevaban cuando huyeron. Los niños fueron
cuadrillas de bandidos) muy ocupadas en diezmar mutuamente sus los que más sufrieron: disentería, fiebre tifoidea, malnutrición ... »; véase Maggie
98 Vidas desperdiciadas A cada residuo su vertedero 99

Por muy serios que sean, los esfuerzos por detener la marea de aterrizó en Stansted, dijo que no existía peligro de persecución y los
la «emigración económica» no son exitosos al cien por cien, ni pro- devolvió. 13
bablemente pueden serlo. La miseria prolongada provoca la deses-
peración de millones de personas y, en la era de una zona fronteri- y ounge concluye que ellO de septiembre el mundo era «un lu-
za global y de la delincuencia globalizada, apenas cabe esperar que gar sin ley» en el que tanto los ricos como los pobres sabían que im-
falten los «negocios» ansiosos por conseguir un dólar o unos cuan- pera «la razón de la fuerza», que los grandes y los fuertes pueden
tos miles de millones de dólares sacando provecho de esa desespe- ignorar y sortear el derecho internacional (o lo que quiera que res-
ración. De ahí la segunda consecuencia formidable de la transfor- ponda a ese nombre), cada vez que ese derecho se les antoja incon-
mación actual: millones de emigrantes deambulando por los caminos, veniente, y que la riqueza y el poder no sólo determinan la econo-
antaño pisados por la «población excedente», despedida de los mía sino también la moralidad y la política del espacio global y, por
criaderos de la modernidad, sólo que en una dirección contraria, ende, todo cuanto afecta a las condiciones de vida en el planeta.
y esta vez sin la ayuda (al menos hasta el momento) de los ejércitos Mientras escribo, se sigue un proceso ante un juez del Tribunal
de conquistadores, comerciantes y misioneros. Las dimensiones to- Superior de Justicia, con el fin de comprobar la legalidad del trata-
tales de dicha consecuencia, así como sus repercusiones, aún ten- miento dispensado a seis solicitantes de asilo, que escapan de regí-
drán que elucidarse y captarse en todas sus múltiples ramifica- menes oficialmente reconocidos como «malos» y/o como violadores
ClOnes. sistemáticos de los derechos humanos, o negligentes al respecto, ta-
En un breve pero agudo intercambio de opiniones, que tuvo les como Irak, Angola, Ruanda, Etiopía e Irán. 14 El abogado"< Keir
lugar hacia finales de 2001 a propósito de la guerra en Afganistán, Starmer le informó al juez, el señor Justice Collins, de que las nue-
Garry Y ounge reflexionaba sobre la situación del planeta un día vas normas implantadas en Gran Bretaña dejaron centenares de so-
antes del 11 de septiembre, es decir, antes del día que, según la licitantes de asilo «en tal estado de indigencia que no podían con-
opinión generalizada, hizo temblar el mundo y marcó el comienzo tinuar sus procesos». Estaban durmiendo a la intemperie en las
de una fase completamente diferente de la historia del planeta. calles, pasaban frío y hambre, estaban asustados y enfermos; algu-
Recordaba «una barcada de refugiados afganos que se fue de Aus- nos se veían «obligados a vivir en cabinas telefónicas y en aparca-
tralia a la deriva» (con el aplauso del 90 % de los australianos) mientos». No se les permitía «ni fondos, ni alojamiento ni comida»,
para ser finalmente abandonada en una isla desierta en medio del y se les prohibía buscar trabajo remunerado en tanto que se les ne-
océano Pacífico: gaba el acceso a los subsidios sociales. Y no podían controlar en
absoluto cuándo, dónde ni si se tramitarían sus solicitudes de asilo.
Ahora resulta interesante el hecho de que fuesen afganos, habi- Una mujer, que había escapado de Ruanda después de haber sido
da cuenta de que Australia se halla muy implicada actualmente en violada y golpeada, terminó pasando la noche sentada en una silla
la coalición, y piensa que no hay nada mejor que un Afganistán li- en la comisaría de Croydon, a condición de que no se quedase dor-
berado y está preparada para enviar sus bombas para liberar Afga- mida. Un hombre de Angola, que había encontrado a su padre
nistán [ ... ] También es interesante que contemos ahora con un mi-
nistro de Asuntos Exteriores que compara Afganistán con los nazis, 13. Garry Younge, «A world full of strangers», Soundings, invierno de
pero que, cuando era ministro del Interior y un grupo de afganos 2001-2002, págs. 18-22.
14. Véase Alan Travis, «Treatment of asylum seekers "is inhumane"», Guar-
dian, 11 de febrero de 2003, pág. 7.
Q'Kane, «The most pitiful sights 1 have ever seen», Guardian, 14 de febrero de ~, QC: Queen's Counsel, título de abogacía de categoría superior en Gran
2003, págs. 6-11. Bretaña. (N. del l.)
100 Vidas desperdiciadas

muerto a tiros y a su madre y su hermana abandonadas desnudas


í
I
A cada residuo su vertedero

11a y se las arregla para escapar se encuentra en otro tipo de anar-


quía: la de la zona fronteriza global. Una vez fuera de las fronteras
101

tras una violación múltiple, acabó viendo cómo le negaban todo


apoyo y durmiendo a la intemperie. Doscientos procesos similares de su país natal, los fugitivos se ven privados del respaldo de una
están hoya la espera del fallo de los tribunales. En el caso presen- autoridad estatal reconocida que pudiera tomarlos bajo su protec-
tado por el abogado Keir Starmer, el juez declaró ilegal la negación ción, reivindicar sus derechos e interceder en su favor ante las po-
de asistencia social. El ministro del Interior reaccionó con enojo tencias extranjeras. Refugiados y apátridas, pero apátridas en un
ante el veredicto: <<Si he de ser franco, personalmente estoy har- nuevo sentido: su condición de apátridas se eleva a un nivel com-
to de tener que enfrentarme a una situación en la que el Parlamento pletamente nuevo en virtud de la inexistencia de una autoridad es-
debate asuntos que luego los jueces echan por tierra [ ... J No acep- tatal a la cual poder referir su estatalidad. Tal como lo expresa Mi-
tamos lo que ha dicho el señor Justice Collins. Trataremos de dar- chel Agier en su estudio, sumamente perspicaz, de los refugiados
le la vuelta».15 en la era de la globalización,16 están hors du nomos, fuera de la ley;
La apurada situación de los seis cuyo caso presentó el abogado no de esta o aquella ley de este o aquel país, sino de la ley en cuan-
Keir Starmer es probablemente un efecto secundario del abarro- to tal. Conforman una especie de parias y proscritos, son los pro-
tamiento v el desbordamiento en los campamentos proyectados o ductos de la globalización yel arquetipo y la encarnación más ca-
improvis;dos, a los cuales se transporta por sistema a los solicitan- bales de su espíritu de zona fronteriza. Por volver a citar a Agier, se
tes de asilo en el momento de su aterrizaje o su desembarco. El nú- les ha arrojado a la condición de «deriva liminar», sin forma algu-
mero de víctimas de la globalización apátridas y sin techo crece de- na de saber si se trata de algo pasajero o permanente. Aun cuando
masiado deprisa como para que se pueda seguir su ritmo a la hora permanezcan inmóviles durante algún tiempo, se hallan embarca-
de proyectar y construir campamentos. dos en un viaje que nunca llega a completarse, toda vez que su des-
Uno de los efectos más siniestros de la globalización es la desre- tino (llegada o regreso) jamás estará claro, mientras que el lugar
gulación de las guerras. La mayoría de las acciones bélicas actual~s, y que podrían llamar «definitivo» permanece por siempre inaccesi-
las más crueles y sangrientas de entre ellas, las llevan a cabo entIda- ble. Nunca se verán libres de la tormentosa sensación de transito-
des no estatales, no sometidas a ningún derecho estatal ni a ninguna riedad, indefinición y provisionalidad de cualquier asentamiento.
convención internacional. Son a la par consecuencias y causas, auxi- Se ha documentado bien la crítica situación de los refugiados
liares pero poderosas, de la continua erosión de la soberanía de los palestinos, muchos de los cuales jamás han experimentado la vida
Estados, así como de las permanentes condiciones de zona fronteri- fuera de los campamentos apresuradamente levantados hace más
za en el espacio global «interestatal». Los antagonismos intertribales de cincuenta años. No obstante, a medida que la globalización va
irrumpen en campo abierto merced a las debilitadas manos del Esta- causando estragos, proliferan los nuevos campamentos (menos co-
do o en el caso de los «nuevos Estados», a las manos que nunca tu- nocidos y en buena medida desapercibidos u olvidados) alrededor
vier~n tiempo de hacerse fuertes. Una vez que se les da rienda suelta, de los focos de conflagración, prefigurando el modelo que desea
vuelven inejecutables y prácticamente sin efecto las leyes promulga- Tony Blair que imponga como obligatorio el Alto Comisionado de
das por los Estados, tanto las incipientes como las ya arraigadas. las Naciones Unidas para los Refugiados. Por ejemplo, los tres
La población en su conjunto se encuentra en un espacio anár- campamentos de Dabaab, habitados por tanta gente como el resto
quico; la parte de la población que decide huir del campo de bata- de la provincia keniana de Garissa, en los cuales se les ubicó entre

15. Véase Alan Travis, «Blunkett to fight asylum ruling» , Guardian, 20 de 16. Véase Michel Agier, Aux bords du monde, les réfugiés, Flammarion,
2002, págs. 55-56.
febrero de 2003, pág. 2.
102 Vidas desperdiciadas
A cada residuo su vertedero 103

1991 Y 1992, no muestran signos de cierre inminente, aunque a fe- seo de desechar los residuos humanos nocivos al tiempo que satis-
cha de hoy siguen sin aparecer en el mapa del país. Otro tanto cabe facemos nuestro conmovedor deseo de justicia moral:
decir de los campamentos de nfo (abierto en septiembre de 1991),
Dagahaley (abierto en marzo de 1992) y Hagadera (abierto en junio Es posible que pueda aliviarse la conciencia de culpa causada
de 1992).17 por la apurada situación de la parte maldita de la humanidad. Para
De camino a los campamentos, sus futuros internados se ven logr~r tal efect~: bastará con permitir que siga su curso el proceso
despojados de cualquier seña de identidad excepto una: la de refu- de blOsegregaclOn, de evocación y reparación de identidades man-
giados sin patria, sin lugar y sin función algunos. Dentro de las cer- cilladas por las guerras, la violencia, el éxodo, las enfermedades la
cas del campamento, se les reduce a una masa sin rostro, habién- miseria y la d~sigualdad; un proceso ya en todo su apogeo. Los p~r­
doseles negado el acceso a las cosas elementales que conforman las tadores de e~tlg~as se mantendrían definitivamente a distancia por
identidades y a los hilos con los que dichas identidades suelen estar causa de su mfenor grado de humanidad, o sea, de su deshumani-
zación tanto física como moral. 19
, . tejidas. Convertirse en «un refugiado» implica perder

los soportes de la existencia social, esto es, un conjunto de cosas y _ L~s refugiados son residuos humanos, incapaces de desempe-
personas ordinarias que son portadoras de significados: tierra, casa, nar nmguna función de utilidad en el país al que han llegado y en
aldea, ciudad, padres, posesiones, trabajos y otras referencias coti- el que permanecen de manera temporal, y sin ninguna intención ni
dianas. Estos seres a la deriva y a la espera no tienen más que su perspectiva realista de verse asimilados e incorporados al nuevo
«vida desvalida», cuya continuación depende de la asistencia hu- cuerpo sociaL Desde su actual ubicación, el vertedero, no hay vía
. . 18
mallltana. de retorno ni camino hacia adelante (a menos que se trate de un ca-
mino hacia lugares aún más remotos, como en el caso de los refu-
Por lo que atañe a la última cuestión, abundan los recelos. ¿No giados afganos escoltados por barcos de guerra australianos has-
constituye ya en sí misma la figura de un asistente humanitario, tan- ta una isla lejana y retirada de todo). El criterio fundamental a la
to contratado como voluntario, un importante eslabón en la cade- hora de escoger la ubicación de sus campamentos perman~nte­
na de la exclusión? Existen dudas de si los organismos asistencia- mente temporales, consiste en una distancia lo bastante grande
les, al esforzarse al máximo en alejar del peligro a la gente, no están como para evitar que los efluvios venenosos de la descomposición
contribuyendo involuntariamente a la «limpieza étnica». Agier se social alcancen lugares habitados por su población autóctona. Fue-
pregunta si el trabajador humanitario no es un «agente de exclu- ra de ese lugar, los refugiados suponen un obstáculo y un proble-
sión al mínimo coste» y, lo que todavía es más importante, un dis- ma; dentro de ese lugar, se sumen en el olvido. Al mantenerlos ahí
positivo destinado a descargar y disipar la ansiedad del resto del e impedir toda fuga, al convertir la separación en definitiva e irre-
mundo, a absolver la culpa y a aplacar los escrúpulos, así como a versible, «la compasión por algunos y el odio hacia otros» coope-
mitigar la sensación de urgencia y el miedo a la contingencia. Poner ran en la producción del mismo efecto de tomar distancia y mante-
a los refugiados en manos de los «trabajadores humanitarios» (y ner a distancia. 20
cerrar los ojos ante los guardias armados en segundo plano) parece No queda nada más que los muros, el alambre de púas, las
ser el modo ideal de reconciliar lo irreconciliable: el irresistible de- puertas vigiladas, los guardias armados. Entre ellos definen la iden-
tidad de los refugiados o, más bien, acaban con el derecho de és-
17. lbid., pág. 86. 19. lbid., pág. 117.
18. lbid., pág. 94. 20. lbid., pág. 120.
l
104 Vidas desperdiciadas A cada residuo su vertedero 105

tos a la autodefinición. Todos los residuos, incluidos los residuos gavina, Irak. 21 La mayoría de los países, se lamenta el ACNUR, «no
humanos, tienden a amontonarse de forma indiscriminada en el suscriben la definición» que subyace a sus actuaciones. Cada vez
mismo basurero. El acto de asignar a la basura pone punto final a más países insisten en que se les garantice que la protección tem-
las diferencias, individualidades e idiosincrasias. Los residuos no poral, que se les presiona para que ofrezcan, «es efectivamente
precisan de finas distinciones ni sutiles matices, a menos que estén temporal» y que, con el tiempo, se devolverá a los refugiados a sus
destinados al reciclaje; pero las posibilidades que tienen los refu- países de origen o se les desplazará a otro lugar. «Estar bajo pro-
giados de reciclarse como miembros legítimos y reconocidos ~e l.a tección» no significa «ser queridos»; y se está haciendo todo lo ne-
sociedad humana son, por no decir otra cosa peor, vagas e mfl- cesario, y mucho más, para impedir que los refugiados confundan
nitamente remotas. Se han tomado todas las medidas para garan- ambas condiciones.
tizar la permanencia de su exclusión. Se ha depositado a perso- Una vez que se es refugiado, se es refugiado para siempre. Los
nas sin cualidades en un territorio sin denominación, mientras caminos de regreso al paraíso doméstico perdido (o, más bien, ya
que se han bloqueado para siempre todos los caminos que con- no existente) han quedado casi cortados y todas las salidas del
ducen de vuelta a lugares significativos y a los sitios en los que purgatorio del campamento conducen al infierno ... La desespe-
", pueden forjarse y se forjan a diario significados socialmente le- ranzada sucesión de días vacíos dentro del perímetro del campa-
gibles. mento puede ser difícil de soportar, pero Dios prohíbe que los
El número exacto de refugiados dispersos por el mundo es ob- plenipotenciarios de la humanidad, designados o voluntarios, cuya
jeto de controversia y es probable que lo siga siendo, toda vez que labor consiste en mantener a los refugiados dentro del campa-
la propia noción de «refugiado», que oculta tanto c?mo re;el~, es mento pero lejos de la perdición, pongan punto final. Pero lo ha-
un «concepto esencialmente controvertido». Las clfras mas ftde- cen, una y otra vez, cada vez que las autoridades deciden que los
dignas de las que disponemos se calculan burocráticamente, me- exiliados ya no son refugiados, pues «es seguro el regreso» a una
diante inscripción y clasificación en archivos, principalmente por patria que ha dejado hace tiempo de ser su patria y que no tiene
el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados que ofrecerles nada de cuanto podrían desear. Así, por ejemplo,
(ACNUR) en los informes anuales sobre La situación de los refugia- alrededor de 900.000 refugiados de las masacres intertribales y los
dos en el mundo. Los informes proporcionan el número de perso- campos de batalla de las guerras inciviles libradas durante décadas
nas que ya se reconoce que responden a la definición de «refu- en Etiopía y Eritrea, se hallan esparcidos por las regiones septen-
giado» que manejan las Naciones Unidas y, por consiguiente, de trionales de Sudán, siendo este mismo un país empobrecido y de-
legítimo interés para el ACNUR. El último informe estimaba el nú- vastado por la guerra. Están mezclados con otros refugiados que
mero de dichas personas en 22,1 millones (esta cifra no incluye los recuerdan con horror los campos de la muerte del sur de Sudán. 22
refugiados bajo el cuidado de otras agencias, significativament.e En virtud de la decisión de la agencia de las Naciones Unidas, res-
los 4 millones de refugiados palestinos, ni, por descontado, las ml- paldada por las organizaciones benéficas no gubernamentales, ya
norías perseguidas a las que se niega la adscripció? es~atal,. qu.e, no no son refugiados y, por consiguiente, ya no tienen derecho a ayu-
se inscribieron en ninguna parte o a las que se nego la mscnpclOn).
De los 22,1 millones, el 40 % estaban localizados hacia finale~ de 2l. Véase Sharon Stenton Russell, «Refugees: risks and challenges world-
2000 en Asia, casi el 27 % en Europa y algo más del 25 % en Afri- wide», Migration Information Source, 26 de noviembre de 2002.
ca. Los más prolíficos proveedores de refugiados eran l~s ~errito­ 22. Véase Fabienine Rose Émilie le Houerou, «Camps de la soif au Sou-
rios de conflictos tribales y los lugares señalados como obletlvos de dan», Le Monde Diplomatique, mayo de 2003, pág. 28 (trad. cast.: «Los campos
las operaciones militares globales: Burundi, Sudán, Bosnia-Herze- de la sed en Sudán», Le Monde Diplomatique, edición española, mayo de 2003 J.
L
106 Vidas desperdiciadas
A cada residuo su vertedero 107

da humanitaria. No obstante, se negaron a marcharse; al parecer de~ ciudades:.Se trata de guetos urbanos; o, mejor dicho, por seguir
no creen que exista un «hogar» al que puedan «regresar», ya que la idea de L01C Wacquant, de «hiperguetos».23
los hogares que recuerdan fueron asolados o saqueados. La nueva Nombrados o innombrados, los guetos son instituciones anti-
tarea de sus guardianes humanitarios consiste, por tanto, en hacer guas. Respondían al propósito de la «estratificación compuesta» (y
que se marchen ... En el campamento de Kassala, al corte del su- de paso, también «privación múltiple»), superponiendo la diferen~
ministro de agua le siguió la expeditiva mudanza de los internos ciación por castas o clases a la separación territorial. Los guetos po-
allende el perímetro del campamento, el cual, al igual que sus ho- dían ser voluntarios o involuntarios (aunque sólo estos últimos suelen
gares en Etiopía, se ha arrasado por completo con el fin de impe- cargar con el estigma del nombre), estribando la diferencia princi-
dir cualquier proyecto de retorno. La misma suerte corrieron los pal entre ambos en el lado del «límite asimétrico» hacia el que mi-
internos de los campamentos de Um Gulsam Laffa y Newshaga- raban; los obstáculos amontonados respectivamente a la entrada o
rabo Según el testimonio de los aldeanos del lugar, alrededor de a la salida del territorio convertido en gueto.
8.000 internos perecieron cuando se cerraron los hospitales de los Incluso en el caso de los «guetos involuntarios» existía, sin em-
campamentos, se desmantelaron los pozos de agua y se abandonó bargo, una pequeña cantidad de factores de «atracción» añadidos
la distribución de alimentos. Resulta difícil verificar su destino; a las decisivas fuerzas de «repulsión». Solían tratarse de «mini-
aunque, si de algo podemos estar seguros, es de que cientos de mi- sociedades» que replicaban en miniatura todas las instituciones
les han desaparecido de los registros y estadísticas de refugiados, fundamentales que servían a las necesidades cotidianas y a las acti-
por más que no lograran escapar de la tierra de ninguna parte de vidades vitales de aquellos que vivían fuera de los límites del gueto.
la no humanidad. Proporcionaban asimismo a sus residentes un nivel de seguridad
y, cuando menos, una bocanada del sentimiento de chez soi, de en-
Los refugiados, residuos humanos de la zona fronteriza glo- contrarse en casa, que les resultaba inaccesible en el exterior. Por
bal, son «la encarnación de los forasteros», los forasteros abso- citar la descripción que hace Wacquant del patrón dominante en
lutos, forasteros en todas partes y fuera de lugar en todas partes los guetos de los negros norteamericanos del siglo pasado:
salvo en lugares que están ellos mismos fuera de lugar: los «lu-
gares en ninguna parte» que no aparecen en ninguno de los ma- El poder económico de la burguesía negra [doctores, aboga-
pas usados en sus viajes por los seres humanos normales y corrien- dos, profesores, hombres de negocios] se basaba en el suministro
tes. Una vez fuera, indefinidamente fuera, el único artilugio necesario de bienes y servicios a sus hermanos de clase inferior; y todos los re-
para hacer que se mantenga para siempre el «carácter indefini- sidentes «de piel morena» de la ciudad estaban unidos en su común
do» del fuera de lugar es un cercado seguro con torres de vigi- rechazo de la subordinación de casta y su persistente interés en «ha-
lancia. cer progresar la raza» ... El resultado fue que el gueto de la posguerra
se hallaba integrado tanto social como estructuralmente. Hasta la
La historia es diferente con los seres humanos redundantes que
«gente dudosa», que se ganaba la vida con negocios tan ilícitos
ya están «dentro» y destinados a permanecer dentro, ya que la nue-
como la lotería clandestina, la venta de bebidas alcohólicas, la pros-
va plenitud del planeta impide su exclusión territorial. Ante la fal-
ta de lugares vacíos a los que poder ser deportados y ante el cierre
23 . Véase LOlc Wacquant, «D rban outcasts: stigma and division in the black
de los lugares a los que viajar por su propia voluntad en busca de
American ghetto and the French urban periphery», International Journal 01 Ur-
sustento, los sitios para la destrucción de residuos tienen que dis- ban and Regional Research, 3,1993, págs. 365-383; «A black city within the whi-
ponerse en el interior del lugar que les ha convertido en supernu- te: revising America' s black ghetto», Black Renaissance, otoñolinvierno de 1998,
merarios. Tales sitios emergen en todas o en la mayoría de las gran- págs. 142-151.
108 Vidas desperdiciadas A cada residuo su vertedero 109

titución y otras diversiones arriesgadas, estaba entrelazada con las Wacquant advierte y enumera una serie de procesos paralelos y
diferentes clases. 24 coordinados entre sí, que aproximan cada vez más los guetos ne-
gros norteamericanos al modelo carcelario de las «instituciones to-
Los guetos ortodoxos pudieron haber sido recintos rodeados tales» goffmanianas: una «encarcelación» del alojamiento público
de barreras insuperables aunque no materiales (físicas y sociales) y que cada vez hace pensar más en casas de arresto, con nuevos «pro-
con las pocas salidas restantes excesivamente difíciles de negociar. yectos»i' «cercados, con su perímetro férreamente vigilado por pa-
Pudieron haber sido instrumentos de segregación de clases y cas- trullas de seguridad y controles autoritarios»; y, como señalara Je-
tas y pudieron haber marcado a sus residentes con el estigma de la rome G. Miller, «registros aleatorios, segregación, toques de queda
inferioridad y del rechazo social. A diferencia de los «hiperguetos» y recuentos de residentes: todos ellos procedimientos familiares
que han surgido a partir de ellos y que ocuparon su lugar hacia fi- para la dirección eficaz de una cárcel».25 Y, asimismo, la transfor-
nales del siglo pasado, no eran, sin embargo, vertederos para la po- mación de las escuelas estatales en «instituciones de confinamien-
blación excedente, superflua, incapacitada para trabajar y carente to», cuya misión primordial no consiste en educar sino en garanti-
de función. En contraste con su clásico predecesor, el nuevo gue- zar «custodia y control». «A decir verdad, el principal propósito de
to, en palabras de Wacquant, «no sirve como un depósito de mano estas escuelas parece ser simplemente la "neutralización" de la ju-
de obra industrial desechable, sino como un mero vertedero [para ventud considerada despreciable y rebelde, manteniéndola en-
aquellos para los que] la sociedad circundante no tiene reservado cerrada durante el día, de suerte que, al menos, no se ve implicada
ningún uso económico ni político». Abandonados por sus propias en delincuencia callejera.»
clases medias, que cesaron de apoyarse únicamente en clientela ne- Existe un movimiento en la dirección contraria, que transforma
gra y optaron por granjearse el acceso a la seguridad de rango su- la esencia de las prisiones norteamericanas, sus funciones manifies-
perior de los guetos voluntarios de las «comunidades con puer- tas y latentes, sus propósitos declarados y tácitos, así como su con-
tas», los moradores de los guetos no pueden crear por sí mismos figuración física y sus rutinas, de modo que los guetos urbanos y las
usos económicos o políticos sustitutivos con el fin de reemplazar cárceles se encuentran a medio camino, siendo su lugar de encuen-
los usos que les niega la sociedad en su conjunto. El resultado es tro el papel explícito de un vertedero de residuos humanos. Por vol-
que, «mientras que el gueto, en su forma clásica, actuaba en parte ver a citar a Wacquant, «La "Gran Casa", que encarnaba el ideal
a modo de escudo protector contra la brutal exclusión racial, el correccional del tratamiento de mejora y de la reinserción comuni-
hipergueto ha perdido su papel positivo de parachoques colecti- taria de los internos, dio lugar a un "almacén" racialmente dividi-
vo, convirtiéndose en un mortal mecanismo de pura relegación do e infestado de violencia, adaptado únicamente a la neutraliza-
social». ción de los desechos sociales mediante su aislamiento físico de la
En otras palabras: el gueto negro norteamericano se ha trans- sociedad»?6
formado simple y llanamente en un vertedero de propósito prácti- En lo que atañe a otros guetos urbanos, y, en particular, a los
camente único. «Ha devenido un mecanismo unidimensional de guetos que surgen en el gran número de ciudades europeas con una
pura relegación, un almacén humano en cuyo seno se desechan
aquellos segmentos de la sociedad urbana que se antojan vergon-
;, Urbanizaciones de protección oficial para familias de rentas bajas.
zosos, desprovistos de valor y peligrosos.»
(N. del t.)
25. Jerome G. Miller, Search and Destray: African-American Males in the
24. Véase L01c Wacquant, «Deadly symbiosis: when ghetto and prison meet Criminal Justice System, Cambridge University Press, 1997, pág. 101.
and mesh», Punishment and Saciety, 1,2002, págs. 95-134. 26. Wacquant, «Deadly symbiosis».
llOVidas desperdiciadas A cada residuo su vertedero 111

significativa población inmigrante, resulta sensato antiCIpar una ne: económicas y sociales, op~ó por una «política de seguridad» (y,
transformación análoga, si bien incompleta hasta la fecha. Los gue- mas concretamente, de segundad personal), como eje de su estra-
tos urbanos racial o étnicamente puros siguen siendo algo insólito tegia orientada a la recuperación de su autoridad perdida y a la res-
en Europa. Además, a diferencia de los negros norteamericanos, tauración de su relevancia protectora a los ojos de la ciudadanía, se
los inmigrantes recientes y relativamente recientes que los habitan acusó directa o indirectamente al influjo de los recién llegados de la
no son residuos humanos localmente producidos; son «residuos inquietud creciente y de los temores difusos que emanaban de un
importados» de otros países con una persistente esperanza de reci- mercado laboral cada vez más precario. 28 Los quartiers de los inmi-
claje. Abierta sigue la cuestión de si está o no previsto dicho «re- grantes se concebían como criaderos de pequeña delincuencia, men-
ciclaje» y de si el veredicto de asignación a los residuos es definiti- dicidad y prostitución, acusados a su vez de desempeñar un papel
vo y globalmente vinculante. Cabe decir que estos guetos urbanos esencial en la creciente ansiedad de los «ciudadanos normales y
siguen siendo «posadas a mitad de camino» o «calles de doble sen- corrientes». Aclamado por sus ciudadanos, que buscaban con de-
tido». A este carácter provisional, indeciso y poco definido obede- sesperación las raíces de su incapacitadora ansiedad, el Estado, por
ce el que sean las fuentes y el blanco de la extrema tensión, que es- débil e indolente que se mostrara en todos los demás terrenos, hizo
"
talla a diario en escaramuzas por el reconocimiento y conflictos por un alarde de fuerza a la vista de todos, criminalizando aquellos
los límites. márgenes de la población más débiles y de vida más precaria, dise-
No obstante, no puede durar esta ambigüedad que distingue ñando políticas «de mano dura» cada vez más estrictas y severas, y
los guetos de inmigrantes -y, hasta ahora, con mezcla de pobla- emprendiendo espectaculares campañas contra el crimen, centra-
ción- de las ciudades europeas de los «hiperguetos» norteameri- das en los residuos humanos procedentes del extranjero vertidos
canos. Tal como observó Philippe Robert, los guetos urbanos fran- en los suburbios de las ciudades francesas.
ceses, que originalmente tenían el carácter de sitios «de tránsito»
o «de paso» para nuevos inmigrantes, que se confiaba en que no Lolc Wacquant constata una paradoja:
tardasen en ser asimilados e ingeridos por las estructuras urbanas
establecidas, se convirtieron en «espacios de relegación» una vez La misma gente que ayer luchaba con visible éxito por «menos
que se desreguló el empleo, tornándose precario y volátil, y que el Estado» para dejar en libertad el capital y el modo en que éste usa-
desempleo se volvió duradero. Fue entonces cuando el resenti- ba la fuerza de trabajo, demanda hoy arduamente «más Estado»
con el fin de contener y ocultar las deletéreas consecuencias socia-
miento y la animosidad de la población establecida se transformó
les de la desregulación de las condiciones de empleo y del deterio-
en un muro prácticamente infranqueable, que impedía la entrada
ro de la protección social para las regiones inferiores del espa-
de los recién llegados convertidos en forasteros. Los quartiers, ya cio sociaU 9
degradados socialmente y privados de comunicación con otras par-
tes de las ciudades, eran ahora «los únicos lugares en los que [los Desde luego, lo que Wacquant advertía no tenía nada de pa-
inmigrantes] podían sentirse chez sai, refugiados de las malévolas radójico. El aparente cambio de opinión sigue estrictamente la lógi-
miradas del resto de la población».27 ca del paso del reciclaje a la destrucción de los residuos humanos.
Hughes Lagrange y Thierry Pech advierten además que, una El paso era lo bastante radical como para precisar la entusiasta
vez que el Estado, habiendo abandonado la mayoría de sus funcio-
28. Véase Hughes Lagrange and Thierry Pech, «Délinquance: les rendez-
27. Véase «Une généalogie de l'insécurité contemporaine, entretien avec vous de l'état social», Esprit, diciembre de 2002, págs. 71-85.
Philippe Robert», Esprit, diciembre de 2002, págs. 35-58. 29. Wacquant, «Comment la "tolérance zéro" vint a l'Europe», pág. 40.
'1
L
112 Vidas desperdiciadas A cada residuo su vertedero 113

y enérgica asistencia del poder estatal, y el Estado prestó su hogar, de una juventud ociosa y de oleadas de drogadicción-, se
ayuda. pasan por alto en favor de las políticas asociadas a la disciplina, la
De entrada lo hizo desmantelando las formas colectivas de se- contención y el contro1. 30
guros destinados a cubrir a los individuos que se desprendían de la
rueda productiva (presuntamente de forma temporal). Se trataba La inmediata proximidad de grandes y crecientes aglomeracio-
del tipo de seguros que tenían un sentido evidente, tanto para el ala nes de «seres humanos residuales», que probablemente lleguen a
izquierda como para la derecha del espectro político, toda vez que ser duraderas o permanentes, exige políticas segregacionistas más
la caída (y, por ende, la asignación a los residuos productivos) se estrictas y medidas de seguridad extraordinarias, so pena de que se
consideraba un percance pasajero, que anunciaba un breve estadio ponga en peligro la «salud de la sociedad», el «funcionamiento nor-
de reciclaje (de «rehabilitación», para luego regresar al servicio ac- mal» del sistema social. Las notorias tareas de «gestión de la ten-
tivo en la producción industrial). Sin embargo, no tardó en perder sión» y «mantenimiento de patrones» que, según T alcott Parsons,
su respaldo «más allá de izquierdas y derechas», una vez que las necesita llevar a cabo cada sistema con el fin de sobrevivir, se redu-
perspectivas de reciclaje comenzaron a antojarse remotas e incier- ce casi por completo, en la actualidad, a la rigurosa separación de

tas, y que los servicios de reciclaje habitual parecían progresiva- los «residuos humanos» del resto de la sociedad, a su exención
mente incapaces de albergar a todos aquellos que habían caído o del marco legal en el que se realizan las actividades vitales del res-
que jamás habían llegado a subir. to de la sociedad y a su «neutralización». Los «residuos humanos»
En segundo lugar, el Estado prestó su ayuda diseñando y cons- ya no pueden trasladarse a distantes vertederos ni ubicarse firme-
truyendo nuevos trituradores de basuras seguros; un empeño lla- mente en zonas prohibidas para la «vida normal». Por consiguien-
mado sin duda a suscitar un respaldo popular cada vez mayor, a te, tienen que encerrarse en contenedores herméticos.
medida que se desvanecían las esperanzas de reciclaje exitoso, El sistema penal provee tales contenedores. En el sucinto y pre-
a medida que dejaba de estar disponible el método tradicional de ciso resumen de la transformación actual que hace David Garland,
eliminación de residuos humanos (mediante la exportación de las cárceles que, en la era del reciclaje, «funcionaban como el últi-
mano de obra excedente), y a medida que se intensificaba y se pro- mo recurso del sector correccional», hoy «se conciben de modo
pagaba la sospecha de la desechabilidad universal humana, junto mucho más explícito como un mecanismo de exclusión y control».
con el horror provocado por la contemplación de los «seres huma- Son los muros, y no lo que sucede en el interior de los muros, los
nos residuales». que «ahora se ven como el elemento más importante y valioso de la
El Estado social se convierte de manera gradual, aunque firme institución».31 La intención de «rehabilitar», «reformar», «reedu-
e implacable, en un «Estado con guarnición», como lo denomina car» y devolver al rebaño la oveja descarriada se apoya a lo sumo de
Henry A. Giroux, quien lo describe como un Estado que cada vez boquilla; y, cuando así sucede, se ve contrarrestada por un coro en-
protege más los intereses de las corporaciones transnacionales glo- furecido que aúlla pidiendo sangre, con los principales diarios sen-
bales, «al tiempo que eleva el nivel de represión y militarización en sacionalistas en el papel de directores y los dirigentes políticos en-
el frente doméstico». Se criminalizan cada vez más los problemas tonando todos los solos. Explícitamente, el propósito esencial y tal
sociales. Tal como lo resume Giroux: vez único de las cárceles no es tan sólo cualquier clase de elimina-

La represión crece y sustituye a la compasión. Los asuntos rea- 30. Véase Henry A. Giroux, «Global capitalism and the return of the garri-
les, tales como un restringido mercado inmobiliario o el desempleo son state», Arena Journal, 19,2002, págs. 141-160.
masivo en las ciudades -como causas de la existencia de gente sin 31. Garland, The Culture 01 Control, págs. 177 -178.

L.
114 Vidas desperdiciadas
A cada residuo su vertedero 115

ción de residuos humanos, sino una destrucción final y definitiva des (en cualquier caso en el escenario actual) ya no son realistas,
de los mismos. Una vez desechados, desechados para siempre. Para el modo adecuado de ocuparse de los residuos pasa por acelerar
el ex presidiario que goza de libertad condicional, el retorno a la su «biodegradación» y su descomposición, al tiempo que se los
sociedad es casi imposible y el regreso a la cárcel, casi seguro. En aísla del hábitat humano ordinario de la forma más segura po-
lugar de guiar y facilitar el camino «de vuelta a la comunidad» para sible.
los presos que han cumplido su condena, la función de los encar-
gados de la vigilancia de las personas en libertad condicional con- Trabajo, bienestar social y apoyo familiar solían ser los medios
siste en mantener la comunidad a salvo del perpetuo peligro tem- mediante los cuales se reinsertaban los ex presidiarios en la socie-
poralmente dejado en libertad. «En la medida en que sean objeto dad dominante. Con el declive de estos recursos, el encarcelamien-
de algún tipo de consideración, los intereses de los delincuentes to se ha convertido en una asignación a más largo plazo, de la cual
condenados se conciben como esencialmente opuestos a los de la los individuos tienen pocas esperanzas de regresar a una libertad no
gente de la calle.»32 supervisada [... ]
,",
En efecto, tiende a verse a los delincuentes como «intrínseca- La cárcel se utiliza hoy como una suerte de reserva, una zona en
mente malvados»; «no son como nosotros». Cualquier parecido es cuarentena en la que se segrega a los individuos presuntamente pe-
ligrosos en nombre de la seguridad pública. 34
una mera coincidencia ...

Entre «nosotros» y «ellos» no puede haber ninguna inteligibili- La construcción de más prisiones, la pena de cárcel para un ma-
dad mutua, ningún puente de entendimiento, ninguna auténtica yor número de delitos, la política de «tolerancia cero» y las con-
comunicación [... ] denas más duras y más largas se comprenden mejor como otros
Tanto si el carácter del delincuente es el fruto de malos genes tantos esfuerzos por reconstruir la débil y titubeante industria de
como de ser criado en una cultura antisocial, el resultado es el mis- destrucción de residuos sobre una nueva base, más acorde con las
mo: una persona marginal, irreformable, excluida de la comunidad nuevas condiciones del mundo globalizado.
civil [ ... ]
Aquellos que no encajan o no pueden encajar han de ser exco- Existe, asimismo, otro género de residuos directamente vincula-
mulgados y expulsados por la fuerza. 33 dos al proceso de globalización en su forma actual: un género de re-
siduos cuyos orígenes pueden remontarse a las condiciones de «zona
En resumidas cuentas, las cárceles, al igual que tantas otras ins- fronteriza» de la globalización, y que semejante forma de globaliza-
tituciones sociales, han pasado de la tarea de reciclaje a la de des- ción no puede por menos de arrojar a diario a eso que Manuel Cas-
trucción de residuos. Se las ha reubicado en primera línea de la ba- tells denomina «espacio de flujos».
talla, con el fin de resolver la crisis en la que se ha sumido la industria Como ya hemos sugerido, bajo las clásicas condiciones de «zona
de eliminación de residuos, como consecuencia del triunfo global de fronteriza», los magnates del ganado y los proscritos mantenían un
la modernidad y de la nueva plenitud del planeta. Todo residuo es acuerdo tácito: ninguno de ellos deseaba que se pusiera coto a la
potencialmente venenoso o, al menos, al definirse como residuo, anarquía y al gobierno de los más avispados, los más astutos y los
se considera contaminante y perturbador del orden apropiado de menos escrupulosos, ni que se instaurase en su lugar el imperio de
las cosas. Si el reciclaje ya no resulta rentable y si sus posibilida- la ley. Ambos prosperaban sobre la falta de rutinas, sobre la inesta-
I 32. Ibid., pág. 180.
¡ 33. Ibid., págs. 184-185. 34. Ibid., pág. 178.
116 Vidas desperdiciadas A cada residuo su vertedero 117

bilidad de las alianzas y primeras líneas, y sobre la fragilidad global penetrar; por gentileza de los medios de comunicación ávidos de
de los compromisos, derechos y obligaciones. Semejante convergen- conmociones, las imponentes fuerzas encargadas de proteger las
cia de intereses no era de buen agüero para la seguridad personal fronteras de fugas e irrupciones (como la visión de los tanques en
de todos los que se hallaban dentro de la zona fronteriza, cuales- Heathrow, ampliamente difundida) recuerdan a diario a la gente de
quiera que fuesen las precauciones tomadas por residentes y viaje- la calle la suprema vanidad del esfuerzo. Dentro de cada territorio
ros para protegerse contra el peligro. Hizo de la zona fronteriza un aparentemente soberano, se dan cita y se confrontan ideas sor-
sitio de perpetua incertidumbre y, al mismo tiempo, volvió la inse- prendentemente diferentes, y a menudo incompatibles, acerca del
guridad inmune a toda intervención efectiva. No podía hacerse orden de cosas justo y apropiado. Sus paladines y sus soldados de a
frente a la inseguridad desde sus raíces; al igual que las coaliciones pie compiten entre sí por elevar el mundo a la altura de su idea res-
y los campos de batalla, la ansiedad resultante era flotante, poco se- pectiva, aunque siempre a costa de los residentes, transformados de
gura de sus objetivos, los cuales seleccionaba al azar. Las condicio- paso en accesorios completamente desechables del atrezo del esce-
nes de zona fronteriza encuentran su mejor expresión en la metá- nario de batalla, en los «daños colaterales» de las acciones bélicas.
fora, propuesta por Jurij Lotman, del terreno minado, del cual En la era de la globalización, los «daños colaterales» y las «víc-
,1,
podemos afirmar con un alto grado de probabilidad que en él ten- timas colaterales» que dejan tras de sí las enemistades -conti-
drán lugar explosiones, mas sólo podemos conjeturar la localiza- nuamente candentes y que estallan de manera ocasional- entre las
1, I ción y el momento de las mismas. versiones modernas líquidas de los magnates del ganado y los ban-
.~ "

,1
I
I
En la traducción actual de las condiciones de zona fronteriza, el
lugar de los magnates ganaderos lo han ocupado las empresas glo-
didos montados se transforman gradualmente en los productos
principales y más voluminosos de la industria de residuos. Mien-
bales manufactureras, comerciales y de capitales, en tanto que los tras que (al menos en teoría, si no en la práctica) uno puede luchar
bandidos errantes, en solitario o en cuadrillas, han sido reemplaza- a brazo partido contra un veredicto adverso emitido en un juicio
dos por redes terroristas y por un número indeterminado de indi- por la autoridad, luchar por revocar el veredicto, argumentar en fa-
viduos dispersos, que ven en las acciones terroristas un arquetipo vor de su posición, apelar a un tribunal superior en caso de que se
para sus propias batallas privadas, con traumas individualmente rechacen sus argumentos, intentar suscitar la indignación y la pro-
padecidos, o simplemente un indicio de cómo puede llegar a tener testa públicas y, si todo eso falla, buscar la salvación escapando de
éxito un pobre diablo desairado y despreciado. la esfera de jurisdicción del tribunal, ninguno de tales recursos les
Las acciones, tanto de los adversarios como de los asociados resulta accesible a las víctimas de los «daños colaterales». No hay
principales en el juego de la zona fronteriza, aumentan con profu- autoridad a la que éstas puedan resistirse o demandar, contra la
sión la producción de residuos humanos. Los primeros son más ac- que puedan presentar cargos o de la que puedan reclamar una in-
tivos en la rama del «progreso económico» industrial; los segun- demnización. Son los residuos de la actual destrucción creadora
dos, en la rama de la «destrucción creativa del orden», una versión del orden legal, político y ético global.
completamente desregulada de las empresas coactivas en las cuales Bajo tales circunstancias, no es probable que ninguna línea tra-
solían estar absortos desde el principio los Estados modernos, in- zada con el fin de separar «los residuos» de un «producto útil» per-
cluso mientras reivindicaban el monopolio sobre el diseño y la cons- manezca incuestíonada, ni que ninguna sentencia que condene a
trucción del orden social. una vida en el vertedero se mantenga por mucho tiempo sin una
Ninguna autoridad puede reclamar hoy en día un control ex- oposición que se afane por derrocarla y revocarla. Y, por consiguien-
clusivo sobre su territorio aparentemente soberano. Hasta las fron- te, nadie se siente realmente seguro entre los innumerables proyec-
teras más celosamente protegidas son porosas y resultan fáciles de tos de diseño y construcción en competencia. Nadie puede confiar
118 Vidas desperdiciadas A cada residuo su vertedero 119

en un veredicto de reciente o actual aplicación, por más poderosa no repiten la promesa. Antes bien, sus políticas auguran una vida
que pueda ser la autoridad que lo emitió. Nadie puede asumir que todavía más precaria y plagada de riesgos, que requiere muchos
se ha exorcizado de una vez por todas el espectro del vertedero ni ejercicios sobre la cuerda floja, al tiempo que torna casi imposibles
que se ha alejado definitivamente el peligro de ser desechado y tira- los proyectos vitales. Apelan a los electores para que sean «más
do a la basura. La impresión general es de aleatoriedad, de pura flexibles» (o sea, para que se preparen para las cotas aún mayores
contingencia, de destino ciego. Y no cabe concebir defensa alguna de inseguridad que están por llegar) y para que busquen indivi-
contra las secuencias caprichosas, los accidentes inexplicables y las dualmente sus propias soluciones personales a los problemas so-
conclusiones gratuitas, como tampoco contra las alianzas de pode- cialmente producidos.
res ad hoc, que se mantienen o se desmantelan mediante sobornos o Un imperativo de suma urgencia, al que se enfrenta todo go-
chantajes. Es posible que uno pueda evitar convertirse en víctima, bierno que preside el desmantelamiento y la desaparición del Esta-
pero nada puede hacerse para escapar al destino de convertirse en do social es, por tanto, la tarea de hallar o de construir una nueva
una «víctima colateral». Ello añade una dimensión siniestra total- «fórmula de legitimación» en la que puedan apoyarse, en su lugar,
mente nueva al espectro de incertidumbre que se cierne sobre el la autoafirmación de la autoridad estatal y la demanda de disciplina.
",
mundo convertido en una zona fronteriza global. Los gobiernos estatales no pueden prometer, de forma verosímil,
evitar la apurada situación de verse derribado como una «víctima
El «Estado social», esa culminación de la larga historia de la de- colateral» del progreso económico, ahora en manos de flotantes
mocracia europea y, hasta fechas recientes, su forma dominante, se fuerzas económicas globales. Sin embargo, una alternativa oportuna
bate hoy en retirada. El Estado social basaba su legitimidad y sus parece encontrarse en la intensificación de los temores ante la ame-
demandas de lealtad y obediencia de sus ciudadanos en la promesa naza a la seguridad personal, que representan los conspiradores
de defenderlos y asegurarlos contra la superfluidad, la exclusión y terroristas igualmente flotantes, seguida luego de la promesa de más
el rechazo, así como contra las azarosas embestidas del destino, guardias de seguridad, de una red más tupida de máquinas de ra-
contra la reducción de los individuos a la condición de «residuos yos X y circuitos cerrados de televisión de mayor alcance, controles
humanos» en virtud de sus insuficiencias o sus infortunios; en re- más frecuentes y más ataques preventivos y arrestos cautelares con
sumidas cuentas, en la promesa de introducir certidumbre y segu- el fin de proteger dicha seguridad.
ridad en vidas en las que, de otro modo, imperarían el caos y la En contraste con esa inseguridad demasiado tangible y experi-
contingencia. Si los individuos desafortunados tropezaban y caían, mentada a diario que generan los mercados, los cuales no necesitan
habría alguien dispuesto a tenderles la mano y a ayudarles a poner- ninguna ayuda de las autoridades políticas salvo que les dejen en
se otra vez en pie. paz, la mentalidad de «fortaleza sitiada» y de cuerpos individuales
Las erráticas condiciones de empleo, zarandeadas por la com- y posesiones privadas bajo amenaza ha de cultivarse de manera ac-
petencia del mercado, eran por entonces, y siguen siendo, la prin- tiva. Las amenazas deben pintarse del más siniestro de los colores,
cipal fuente de la incertidumbre acerca del futuro y de la inseguri- de suerte que sea la no materialización de las amenazas, más que el
dad relativa a la posición social y a la autoestima que rondaba a los advenimiento del apocalipsis presagiado, la que se presente ante
ciudadanos. El Estado social se comprometía a proteger a sus súb- el atemorizado público como un evento extraordinario y, ante todo,
ditos principalmente contra esa incertidumbre, creando empleos como el resultado de las artes, la vigilancia, la preocupación y la
más estables y haciendo más seguro el futuro. No obstante, por las buena voluntad excepcionales de los órganos estatales. Y así se
razones ya comentadas, ya no es éste el caso. El Estado contempo- hace, y con resultados espectaculares. Casi a diario, y al menos una
ráneo ya no es capaz de prometer el Estado social, y sus políticos ya vez por semana, la CIA y el FBI advierten a los estadounidenses de
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L, _ _ _ _ _-Li. . ~.:>~~ u r" 1'" ~- ¡..~~, ¡:. ¡
120 Vidas desperdiciadas A cada residuo su vertedero 121

inminentes atentados contra su seguridad, arrojándolos a un esta- guridad en algún lugar yen algún momento. Todos nosotros somos
do de permanente alerta de seguridad y manteniéndolos en dicho candidatos potenciales para el papel de «víctimas colaterales», en
estado, poniendo firmemente la seguridad individual en el centro una guerra que no hemos declarado y para la cual no hemos dado
de las tensiones más variadas y difusas, mientras el presidente esta- nuestro consentimiento. Al compararla con semejante amenaza, que
dounidense no deja de recordar a sus electores que «bastaría un se nos insiste machaconamente en que es mucho más inmediata y
frasco, una lata, un cajón introducidos en este país para traer un día dramática, se confía en que los miedos ortodoxos de la superfluidad
de horror como jamás hemos conocido». Otros gobiernos que su- social quedarán empequeñecidos e incluso adormecidos.
pervisan el entierro del Estado social imitan esa estrategia con avi- «Daños colaterales» es un término que pudo haberse inventado
dez, si bien es cierto que con algo menos de fervor hasta la fecha específicamente para referirse a los residuos humanos característi-
(menos por falta de fondos, más que de voluntad). La nueva exi- cos de las nuevas condiciones planetarias de zona fronteriza, crea-
gencia popular de un fuerte poder estatal, capaz de resucitar las das por el impetuoso y desenfrenado impulso de la globalización
marchitas esperanzas de protección contra un confinamiento en la que, hasta el momento, se resiste con eficacia a cualquier tentativa
basura, se construye sobre la base de la vulnerabilidad y la seguri- de domesticarlo y regularlo. Los temores vinculados con esa varie-
dad personales, en lugar de la precariedad y la protección sociales. dad de moderna producción de residuos parecen eclipsar las más
Como en tantos otros casos, así también en el desarrollo de esa tradicionales aprensiones y ansiedades ligadas a los residuos. No es
nueva fórmula de legitimación Estados Unidos desempeña un pa- de extrañar que se empleen con suma avidez en la construcción (y,
pel pionero, creador de modelos. Causa poca sorpresa el hecho de por ende, también en los intentos de deconstrucción) de nuevas je-
que más de un gobierno que se enfrenta a la misma tarea mire hacia rarquías planetarias de poder.
Estados Unidos con expectación y encuentre en sus políticas un
ejemplo que puede ser útil seguir. Por debajo de las ostensibles y Estos nuevos géneros de temor disuelven asimismo la confian-
abiertamente aireadas diferencias de opinión sobre los modos de za, el agente vinculante de toda convivencia humana. El antiguo sa-
proceder, parece darse una «unión de pareceres» entre los gobier- bio Epicuro ya advertía (en la carta a Meneceo) que «lo que nos
nos, en absoluto reducible a la coincidencia momentánea de intere- ayuda no es tanto la ayuda de nuestros amigos cuanto la seguridad
ses pasajeros; un acuerdo tácito y no escrito sobre una política de le- de que nos ayudarán». Sin confianza, se desintegra el entramado de
gitimación común por parte de quienes ostentan el poder estatal. compromisos humanos, haciendo del mundo un lugar todavía más
Una muestra de que tal puede ser el caso la hallamos en el celo con peligroso y temible. Los temores provocados por la variedad de
el que el Primer Ministro británico, observado con creciente interés zona fronteriza de los residuos tienden a reproducirse, corroborar-
por otros primeros ministros europeos, acepta e importa todas las se y exagerarse por sí mismos.
innovaciones norteamericanas relacionadas con la producción de La confianza se ve sustituida por la sospecha universal. Se asu-
un «estado de emergencia», tales como encerrar a los «extraños» me que todos los vínculos son indignos de confianza, inestables, al
(eufemísticamente llamados «solicitantes de asilo») en campamentos, modo de las trampas y las emboscadas, mientras no se demuestre lo
otorgar a las «consideraciones relativas a la seguridad» una prio- contrario. Ahora bien, a falta de confianza, la propia idea de una
ridad incuestionada sobre los derechos humanos, cancelar o sus- «prueba», por no hablar de una prueba contundente y definitiva,
pender más de un derecho humano vigente desde los tiempos de la resulta cualquier cosa menos clara y convincente. ¿Cómo sería una
Carta Magna y del hábeas corpus, una política de «tolerancia cero» prueba creíble y realmente fiable? No la reconoceríamos si la vié-
hacia presuntos «criminales en ciernes», y advertencias sistemática- ramos; aun cuando la tuviéramos ante las narices, no creeríamos
mente reiteradas de que algunos terroristas golpearán con toda se- que era en verdad lo que fingía ser. Así pues, la aceptación de la
L
122 Vidas desperdiciadas

prueba debe posponerse indefinidamente. Los esfuerzos por crear Capítulo 4


y mantener lazos se alinean en una secuencia infinita de experi-
mentos. Siendo experimentales, aceptados «sobre la base de una CULTURA DE RESIDUOS
prueba» y en perpetuo estado de comprobación, siempre del géne-
ro provisional del «esperemos a ver cómo funcionan», es difícil que
las alianzas, los compromisos y los vínculos humanos se solidifi-
quen lo suficiente como para que los consideremos total y verdade-
ramente fiables. Nacidos de la sospecha, engendran sospechas.
Los compromisos (contratos de empleo, enlaces matrimonia- En la intrincada historia de la producción y destrucción de re-
les, acuerdos de convivencia) se contraen con una «cláusula de res- siduos humanos, la visión de la «eternidad» y su actual caída en
cisión» en mente, y es la firmeza de dichas cláusulas de rescisión la desgracia han desempeñado un papel crucial.
que sirve para juzgar su calidad y para ponderar su conveniencia. Sólo en la infinitud está todo verdaderamente incluido. Infini-
En otras palabras, está claro, desde el comienzo mismo, que su des- tud y exclusión son incompatibles, como lo son también infinitud
tino definitivo será, en efecto, un vertedero, como debería ser y y exención. En la infinitud del tiempo y del espacio todo puede su-
como no puede por menos de ocurrir. Desde el momento de su na- ceder y todo debe suceder. Todo aquello que fue, es o puede llegar
cimiento, los compromisos se contemplan y se tratan como resi- a ser tiene su lugar. La idea de «no tener cabida» es lo único que no
duos potenciales. En la fragilidad (del género biodegradable) se re- tiene cabida en la infinitud. La idea que la infinitud no puede al-
conoce, por consiguiente, una de sus ventajas. Resulta fácil olvidar bergar en absoluto es la de superfluidad, de residuo.
que los compromisos que crean lazos se buscaban ante todo, y si- Esto es lo que Joseph Cartaphilus, de Esmirna, el héroe de un
guen buscándose, con el fin de acabar con esa pasmosa y espeluz- relato de Jorge Luis Borges titulado «El inmortal», descubrió en la
nante fragilidad de la existencia humana ... Ciudad de los Inmortales:
Despojada de confianza, saturada de recelo, la vida está plaga-
da de antinomias y ambigüedades que no es capaz de resolver. Adoctrinada por un ejercicio de siglos, la república de hombres
Confiando en seguir adelante bajo el signo del residuo, se tambalea inmortales había logrado la perfección de la tolerancia y casi del
entre decepciones y frustraciones, para aterrizar una y otra vez en desdén. Sabía que en un plazo infinito le ocurren a todo hombre to-
el mismo punto del que deseaba escapar al iniciar su viaje de ex- das las cosas. Por sus pasadas o futuras virtudes, todo hombre
es acreedor a toda bondad [... ] El pensamiento más fugaz obedece
ploración. Una vida vivida de esta manera deja tras de sí una re-
a un dibujo invisible y puede coronar, o inaugurar, una forma se-
tahíla de relaciones malogradas y abandonadas: los residuos de las
creta L.. ] Nadie es alguien, un solo hombre inmortal es todos los
condiciones de zona fronteriza global, célebres por redefinir la con-
hombres.!
fianza como un signo de ingenuidad y como una trampa para ob-
tusos y crédulos. En la infinitud nada puede estar desprovisto de significado, in-
cluso si dicho significado se revela ininteligible e inescrutable para
los seres humanos, quienes, habida cuenta de lo limitado de su vida,

1. Véase Jorge Luis Borges, Collected Fictions, Penguin, 1998, págs. 183-195

L (<<El inmortal», en Narraciones, Madrid, Cátedra, 1988, págs. 131-147).

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