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Grandes grupos privados

copan los servicios sociales


municipales en Andalucía.
A.MORENO @aristotelesMV

Grandes empresas del Ibex, aseguradoras y fondos de capital riesgo


dominan ya la gestión de los servicios sociales y de dependencia en
Andalucía, que mueve un presupuesto público superior a los 1.240
millones de euros anuales. La administración directa por parte de
ayuntamientos y diputaciones es ya prácticamente residual, así
como la participación de cooperativas, cuya cuota apenas alcanza el
2%.
La ayuda a domicilio y la atención en residencias
concertadas constituyen el grueso del presupuesto de dependencia,
generalmente gestionado por empresas privadas a través de
concesiones administrativas de corporaciones locales y provinciales.
El volumen económico que hoy maneja este sector se disparó de
forma exponencial desde que se promulgó la Ley de Dependencia, en
2006, y las comunidades autónomas libraron cuantiosas partidas
para desarrollarla.
Más de 200.000 personas se benefician actualmente de alguna de
las prestaciones sociales ofrecidas por la Junta de Andalucía, según
datos de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales. La ayuda a
domicilio da cobertura a unas 75.000 personas, mientras que las
plazas residenciales alcanza las 36.500, incluyendo la atención
diurna. Ambas acaparan 1.130 millones de euros, más del 90% del
gasto, si sumamos las prestaciones económicas directas a otras
68.000 personas. No hay que olvidar que las prestaciones por
dependencia en Andalucía representan hasta el 35% de todo el
gasto por este concepto en España.

El negocio de la dependencia
Hasta los años noventa, la atención a población dependiente estaba
en manos de organizaciones caritativas, especialmente eclesiásticas,
o era administrada directamente por las instituciones públicas.
Constituía entonces un servicio menguado y de baja calidad, cuyo
exiguo presupuesto nada tenía que ver con la inyección de fondos
públicos que hoy cubren una amplia cartera de prestaciones
sociales.
La crisis económica de 2008 empujó a una buena parte de las
constructoras más pujantes del país a buscar nuevas ventanas de
negocio en el área de servicios sociales, tras la caída de obra
pública. Muchas de ellas crearon filiales de multiservicios. Es el
caso de Clece (ACS), Valoriza (Sacyr) e Ingesan (OHL). Su facturación
estatal se sitúa ya en los 400 millones de euros en el primer caso,
mientras que Valoriza (90 millones) e Ingesan (20 millones) le
siguen a distancia, según datos difundidos en diciembre por la
revista especializada Alimarket.
Domusvi, con 458 millones de facturación a nivel estatal, lidera este segmento en toda
Andalucía
Los otros dos grandes grupos que operan en el sector son
las aseguradoras y las compañías extranjeras, principalmente
francesas y belgas, muchas de ellas en manos de fondos de capital
riesgo. Domusvi, con 458 millones de facturación a nivel estatal,
lidera este segmento con fuerte presencia en toda Andalucía, cuyo
volumen de negocio está cifrado en 52,6 millones, según datos
proporcionados por la misma empresa. En esta comunidad
autónoma, dispone de 14 centros residenciales y 2.123 plazas, y
presta ayuda a domicilio a 5.900 personas. A otras 2.784 las atiende
en régimen de teleasistencia.

Externalización frente a la municipalización


Ahora bien: ¿la gestión de estos grandes grupos mejora la calidad del
servicio? ¿Es más barato que la administración pública directa? Las
opiniones están divididas. “Nosotros defendemos
la municipalización de la ayuda a domicilio”, sostiene Rosa
Berges, secretaria de Políticas Sociales de CC.OO. Andalucía. “No
creemos que sea más caro que la externalización de este tipo de
servicios”, subraya. En su opinión, la lógica mercantil conlleva
necesariamente que la empresa adjudicataria extraiga sus beneficios
a costa de la calidad del servicio o el salario de los trabajadores.
La realidad es que la mayoría de los ayuntamientos optan por la
concesión a empresas especializadas para evitar conflictos
derivados de la gestión directa y ante la renuencia de sus propios
funcionarios. Contra ese muro se estrelló el ex concejal de Servicios
Sociales del Ayuntamiento de Córdoba Rafael del Castillo, que
sostuvo la bandera de la municipalización del servicio hasta su
dimisión en agosto de 2017. Se fue sin conseguirlo. “Me quisieron
convencer de que era más rentable externalizar. Pero yo también sé
hacer cuentas”, afirma Del Castillo.
La decena de cooperativas que trabajan en Andalucía apenas suponen el 2% del total de
empresas concesionarias, cuando en los años noventa su cuota rondaba el 60%
El ex edil cordobés se apoyó en un informe que cifraba el ahorro
económico en 2,5 millones de euros si municipalizaba las
prestaciones. En Córdoba, el servicio de ayuda a domicilio atiende a
más de 2.000 beneficiarios, a lo que hay que añadir las 60 plazas en
la casa de acogida, el servicio de comidas y otras prestaciones
menores. En total, un presupuesto de más de 14 millones y unos 850
empleados. “Estas empresas gestionan un negocio que busca una
rentabilidad económica. No social. Eso sí: tengo que decir que son
gente amable y educada”, matiza Rafael del Castillo.
Hay otros operadores que defienden las ventajas de las cooperativas
en la gestión de servicios humanitarios de este tipo. Es el caso
de Macrosad, la mayor cooperativa andaluza y segunda de
España, con un presupuesto de 38 millones de euros para 2019.
“Nuestros principios rectores coinciden con los de la protección
social. El eje es la persona”, argumenta Andrés Rodríguez, socio y
director de la cooperativa. Ese representa, a su juicio, un argumento
de peso para defender este tipo de gestión frente a otros modelos.
Los datos, sin embargo, indican todo lo contrario. La decena de
cooperativas que trabajan en Andalucía apenas suponen el 2% del
total de empresas concesionarias, cuando en los años noventa su
cuota rondaba el 60%. En aquellos años, eso sí, el volumen
presupuestario era sustancialmente inferior. Domusvi, por su parte,
declinó ofrecer su versión sobre las ventajas de la gestión
externalizada.

La invencibilidad de los gigantes


¿Y por qué las grandes compañías han logrado controlar todo el
sector? Por tres razones: al disponer de enormes recursos
económicos y materiales, sus propuestas son muy competitivas,
ofrecen mejoras difíciles de igualar y pueden hacer frente a avales
muy cuantiosos para garantizar el pago de los empleados. Además
de que su capacidad de presión ante la administración es, a
menudo, irresistible. “Nosotros tiramos con arco y ellos tienen
lanzagranadas”, explica de forma gráfica Andrés Rodríguez. Otra
cosa es que luego los ayuntamientos tengan capacidad técnica
suficiente para fiscalizar la calidad y verificar las mejoras
comprometidas en el contrato.
“Las empresas aspirantes necesitan un pulmón económico muy
grande y es muy difícil competir con las ofertas de las
compañías gigantes”, admite Rosa Berges. La representante de
CC.OO., no obstante, sugiere que la calidad del servicio “no
necesariamente se ve degradada” cuando es gestionada por las
firmas multinacionales. Lo que los usuarios exigen es que la atención
sea personalizada y a una determinada hora. “Eso es muy difícil
porque hay que encajar el horario de la plantilla disponible con los
festivos y las vacaciones”, precisa.
El sector se está precarizando, ante la pasividad de muchas corporaciones locales.
Hay ayuntamientos que se esfuerzan por evitar que las grandes
compañías monopolicen todo el servicio. Es el caso de Sevilla, donde
la corporación local ha dividido la gestión en cuatro lotes distintos
para adjudicarlos a empresas diferentes. La capital hispalense es,
con diferencia, el núcleo urbano de Andalucía con mayor número de
beneficiarios.
En lo que sí coinciden todas las fuentes consultadas es en la
deficitaria financiación de las prestaciones. La Junta de Andalucía
desembolsa 13 euros por hora y con esa cantidad se tiene que
hacer frente a la remuneración del empleado y al margen
empresarial. Los costes, además, han crecido un 25% en los últimos
14 años mientras la tarifa se mantiene inalterada. El Ayuntamiento
de Córdoba quiso mejorar las condiciones laborales de los auxiliares
y aportó otro euro más por hora trabajada. “Luego la empresa no
repercutió la mejora a los trabajadores”, lamenta Rafael del Castillo.
Sobre este punto, la cooperativa Macrosad, que también trabaja en
Córdoba, quiere hacer una precisión. “En nuestra oferta hay un 7%
de incremento salarial. De hecho, pagamos a 8,24 euros la hora”,
puntualiza Andrés Rodríguez.
La pregunta cae por su propio peso. ¿Las condiciones laborales son
mejores? Depende. En muchos casos, los empleados cobran 5,5
euros la hora. Incluso menos. Lo cual es origen de frecuentes
conflictos laborales. El sector se está precarizando, ante la pasividad
de muchas corporaciones locales. “Las cooperativas sí se ajustan al
convenio y son más flexibles”, afirma Andrés Rodríguez. “Nosotros
miramos personas y no números, porque además de socios también
somos trabajadores”, argumenta.

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