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HIDALGO
DERECHO ADMINISTRATIVO
ANTOLOGÍA
M.C.E. MORELIA PEÑA BELMONTE
Confucio
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
INDICE
Presentación ................................................................................................ 07
Introducción .................................................................................................. 07
Objetivo general ........................................................................................... 09
Unidad III. Función ejecutiva desde el punto de vista objetivo o material .... 74
La noción formal y material de la función administrativa .............................. 74
Los elementos jurídicos de la función administrativa ................................... 76
La función administrativa como función ejecutiva. Los actos de gobierno ... 77
Los actos administrativos materiales ............................................................ 78
Los órganos del poder ejecutivo federal: gobierno y administración pública 79
La administración pública federal ................................................................. 79
Unidad y coordinación del poder ejecutivo federal ....................................... 80
La jerarquía administrativa ........................................................................... 81
Secretarios de Estado .................................................................................. 81
Procurador general de la República ............................................................. 82
Competencia municipal ............................................................................... 82
Diario Oficial de la Federación .................................................................... 83
Departamento administrativo........................................................................ 84
Desvío de poder ........................................................................................... 86
La relación jerárquica. Los efectos de esta .................................................. 86
Poderes que implica la relación jerárquica ................................................... 87
Poder de decisión ........................................................................................ 87
Poder de nombramiento ............................................................................... 88
Poder de mando ........................................................................................... 88
Poder de revisión ......................................................................................... 88
Poder de vigilancia ....................................................................................... 89
Poder disciplinario ........................................................................................ 89
Poder para resolver conflictos de competencia ........................................... 89
Organo de la administración pública. Concepto ........................................... 89
Evolución de la administración pública ......................................................... 89
Evaluación previa de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal90
Apreciación de la administración pública ..................................................... 92
Organismos que integran la administración pública federal ......................... 92
El presidente de la República como funcionario político y administrativo .... 93
Requisitos para ser presidente de la República ........................................... 93
Atribuciones del presidente de la República ................................................ 93
Actos administrativos y políticos que realiza ................................................ 93
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Su jerarquía .................................................................................................. 94
Concepto de secretarías de Estado ............................................................. 95
Ministerios y ministros .................................................................................. 96
Evolución histórica de las secretarías de Estado en México ........................ 96
PRESENTACIÓN
Es ya una afirmación común que la educación a distancia debe estar dirigida a
fomentar la construcción de conocimientos y el autoestudio por parte de los
alumnos, en lugar de meramente repetir o reproducir sistemas de conocimiento ya
elaborados. Esta afirmación debe entenderse no solo como una propuesta
justificada en la investigación psicológica sobre como aprendemos las personas,
sino también en las demandas culturales que sobre la escuela pesan hoy. En la
“Sociedad de la información” en la que el acceso a formas diversas y a veces
contrapuestas de información y conocimiento es sumamente fácil, la escuela no
puede servir ya solo para transmitir conocimientos (o cultura) que son ya
accesibles en otros muchos formatos y canales. La escuela –y más
específicamente la educación a distancia- debe servir cada vez más para asimilar
o dar significado a esa gran avalancha de informaciones dispersas y escasamente
seleccionadas. Debe servir para construir modelos o interpretaciones que permitan
integrar esas informaciones, para hacerlas significativas en el marco del saber
científico o disciplinar que las ha hecho posibles.
En este sentido, la presente antología ha sido elaborada para apoyar a los
estudiantes de la Licenciatura en Derecho que actualmente cursan el segundo año
bajo las modalidades abierta y a distancia.
Cada unidad incorpora los objetivos de aprendizaje que se pretende sean
alcanzados por el estudiante al finalizar su correspondiente estudio, el temario que
conforma la unidad, así como la bibliografía básica que deberá consultar para el
desarrollo de los temas. De la misma manera, para cada uno de los temas se ha
señalado de la bibliografía básica, las páginas que deberán ser consultadas por
los estudiantes.
INTRODUCCIÓN
La experiencia histórica nos enseña como los pueblos han sufrido tremendas
convulsiones revolucionarias y graves alteraciones a la paz social, pero también
nos enseña que lo que los pueblos no soportan es la anarquía, porque equivale
tanto como a un aniquilamiento de la sociedad, una destrucción absoluta y
absurda de la cultura humana, es entonces cuando se afirma la acción eficaz del
derecho, como imprescindible elemento de la vida social; y como sabemos, el
Estado es una institución indispensable como elemento ordenador de la
comunidad, aunque sin duda sólo surgirá un nuevo Estado, cada vez más
perfecto, cuando el hombre participe en una vida social armónica de magnas
proporciones en la que todos asuman su responsabilidad y aprovechen el inmenso
campo y posibilidades de la tecnología actual, de ahí la importancia del estudio del
Derecho Administrativo.
Por lo anteriormente expuesto, en la unidad número uno, estudiaremos el
concepto de derecho administrativo, donde resultará importante el estudio de
los diversos criterios teóricos que explican el concepto de Derecho Administrativo,
ocupándonos de su análisis y comprensión.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Dado que el Derecho Administrativo forma parte del Derecho Público, resultará
interesante conocer los diversos criterios o teorías que sirven para establecer la
diferencia entre el Derecho Público y el Derecho Privado, dentro del marco del
Derecho Administrativo.
Por otra parte y, siendo el Estado un elemento Sine Qua Non del Derecho
Administrativo conoceremos el concepto de lo que constituyen sus atribuciones y
su clasificación así como la conceptuación de los servicios públicos que este
ofrece.
En este curso conoceremos también en la unidad número dos las fuentes del
Derecho Administrativo que forman parte del orden jurídico bajo el cual se
desarrolla la actividad administrativa. Al referirnos al orden jurídico queremos decir
que dicha función se desarrolla sometida al llamado principio de legalidad que
consiste en que ningún órgano del Estado puede tomar una decisión individual
que no sea conforme a una disposición general anteriormente dictada;
estudiaremos el concepto de fuentes de Derecho en general, las fuentes directas o
inmediatas del Derecho Administrativo, las indirectas o mediatas, la ley, el
reglamento, la costumbre y la jurisprudencia.
OBJETIVO GENERAL
Al finalizar el curso el alumno comprenderá la importancia del derecho
administrativo como parte del derecho público que regula la estructura y
funcionamiento de la administración y el ejercicio de la función administrativa.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
UNIDAD I
CONCEPTO DE DERECHO ADMINISTRATIVO
Contenidos:
1. Diversos criterios teóricos que explican el concepto de derecho
administrativo.
2. Concepto de lo que viene a ser el derecho administrativo y su
análisis.
3. Diversos criterios o teorías que sirven para establecer la diferencia
entre el derecho público y el derecho privado dentro del marco del
derecho administrativo.
4. Concepto de lo que constituyen las atribuciones del Estado y su
clasificación.
5. Concepto acerca de los servicios públicos.
Fichas bibliográficas:
I. 1. A Serra Rojas Andrés, “Derecho Administrativo” T.I y II Ed. Porrua. México
1986, P.p.103-113
I. 1. B García Maynez Eduardo “Introducción al Estudio del Derecho” Ed. Porrua.
México, 1998 P.p.131-133
I. 1. C Martínez Morales Rafael, “Derecho Administrativo” Ed. Harla., México 1999,
P.p.61-63.
I. 4. A Acosta Romero Miguel “Teoría general del derecho administrativo” Ed.
Porrúa México 1978, P.p. 35-45
I. 4. B http://www.sistema.itesm.mx
Estamos en presencia de una de las ramas más recientes del Derecho, que inicia
su franco e incontenible desarrollo desde principio del siglo pasado al acentuarse
la intervención del Estado, asumir la atención de los servicios públicos y otras
actividades generales.
derecho cada días más armónico, definido e indispensable para la vida social y tan
finamente pensado como el Código Civil”, según la certera expresión de Walter
Jellinek.
Desde luego estas diversas opiniones sirven para apoyar nuestra definición de
derecho administrativo y señalar su continuada evolución.
“... que es la ciencia jurídica que estudia los principios que inspiran a y las normas
que regulan la organización, las funciones y la jurisdicción administrativa,
comprendiendo en lo último, las garantías contenciosoadministrativas”.
Gastón Jezè, afirmó que “el servicio público constituye la piedra angular del
derecho administrativo francés y sirve de único molde a todas las instituciones del
derecho público”. Define al derecho administrativo “como el conjunto de reglas
relativas a los servicios públicos”.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Para Laubadere, “Como toda rama del derecho, el derecho administrativo puede
ser definido en tanto que disciplina científica, es decir, en tanto que objeto de
estudio y de enseñanza, y en tanto que cuerpo de reglas jurídicas. El derecho
administrativo considerado como un cuerpo de reglas jurídicas puede ser definido
sea lato sensu, según las personas a las cuales se aplica y se trata únicamente de
reglas especiales diferentes del derecho privado”.
El mismo está dominado por dos ideas centrales: reconocer a las autoridades
públicas, los poderes que les son necesarios en el interés general, pero también
salvaguardar las libertades esenciales de los ciudadanos. Es necesario evitar por
una parte el inmovilismo y la impotencia, y por otra parte, la tiranía.
Vedel dice: “El derecho administrativo es el derecho del poder público ejercido por
el Poder Ejecutivo.” Esta definición por una parte, muestra la relación del derecho
administrativo con el derecho constitucional, y por otra parte, da una idea directriz
que es, en su conjunto, válida. Pero plantea diversos problemas.
El mismo Código Civil, además de los Principios Generales del Derecho – señala
diversas actividades administrativas tales como el Registro Civil, el Registro
Público de la Propiedad, el Registro Público de Comercio y otros. Y hasta el
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Signo de esa incertidumbre son las diversas leyes administrativas que “reenvían”
al derecho privado como supletorio del derecho administrativo. Como en el caso
de la ley general de Bienes Nacionales, artículos 38 y 61; la ley minera artículos
34 y 38 y otros. En verdad esto quiere decir que el legislador no quiso o no pudo
crear un propio y autónomo ordenamiento. La tendencia es eliminar estas
referencias o supletoriedades del derecho privado. De este modo se viene
hablando de un derecho privado de la administración, que revela una situación
transitoria.
Debemos considerar algunas de las diversas opiniones que se han emitido para
fijar la naturaleza de ambos conocimientos. Desde luego nos adherimos a la
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EL ESTADO
La ciencia del Derecho Administrativo estudia una parte del Estado, que es la
Administración Pública y su actividad; por lo tanto, para ubicar a la Administración
Pública dentro del estado social, hay que estudiar previamente al Estado, aunque
se en forma sinóptica.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Los autores de teoría política conciben al Estado desde diversos puntos de vista:
Así, para Jellinek, “El Estado es la unidad de asociación dotada originalmente de
poder de dominación y formada por hombres asentados en un territorio”.
Para Séller. “El Estado es una conexión social de quehaceres. “Posada nos indica:
“Atendiendo a las condiciones que concurren en toda sociedad, para que como
política se le considere, se observará que son las siguientes:
CONCEPTO DE ESTADO
En nuestra opinión, es la organización política soberana de una sociedad humana
establecida en un territorio determinado, bajo una régimen jurídico, con
independencia y autodeterminación, con órganos de gobierno y de administración
que persiguen determinados fines mediante actividades concretas.
CONCEPTO DE PERSONA
La palabra persona es un término multívoco, pude tener contenido biológico,
filosófico y jurídico. Este último es el contenido que nos interesa y generalmente
se le concibe como un sujeto capaz de derechos y obligaciones.
A) LA PESONA FÍSICA
Es el ente biológico humano con derechos y obligaciones, su capacidad de goce
se le atribuye desde que es concebido y la de ejercicio con la mayoría de edad, y
termina, la de ejercicio,, por la interdicción y ambas por la muerte; las
características o atributos de la persona físicas son tener un nombre, domicilio,
estado civil, patrimonio, capacidad y nacionalidad.
Existen también las tesis del patrimonio de afectación, o del derecho sin sujeto,
según las cuales las personas jurídicas colectivas no tiene una realidad, sino que
son un patrimonio destinado a un fin. Es evidente que el patrimonio, atributo de la
personalidad jurídica, sólo puede explicarse en función de la existencia de ésta y,
en los raros casos que pudiera haber discusión, como en los fideicomisos, ésos
derivan del patrimonio de una persona y los derechos que a ellos se refieren son
ejercitados por el titular derivado (institución fiduciaria), además, pueden ser la
excepción que confirma la regla, razones por las que rechazamos estas teorías.
Para Ferrara, la personalidad jurídica colectiva es producto del orden jurídico, éste
se la reconoce y se la atribuye.
No obstante las tesis expuestas con anterioridad, los autores reconocen casi
unánimemente, que existen dos personas jurídicas colectivas, respecto de las
cuales no se puede hablar de ficción, sino que son una realidad, ellas son: el
Estado y el Municipio. El primero, ya lo afirmamos, existe social, ontológica y
jurídicamente; el segundo tiene los mismos datos genéricos, aún cuando con
diferencias específicas.
Afirman estas doctrinas que cuando el Estado actúa como ente soberano teniendo
relaciones con otros Estados y con los particulares, para celebrar contratos
sujetos al Derecho Civil, actúa con una personalidad de Derecho Privado.
Un ejemplo nos sirve para afirmar nuestras ideas: el individuo, persona física,
entra en relaciones de Derecho Público cuando solicita licencias, paga impuestos
o ejercita sus derechos electorales; y en relaciones de Derecho Privado cuando
arrienda bienes, compra artículos, otorga mandatos, o suscribe títulos de crédito y,
hasta ahora, ningún autor ha afirmado que el individuo tenga dos personalidades,
o dos voluntades, según sean las relaciones de Derecho en las que intervenga; lo
mismo podemos decir de las sociedades civiles y mercantiles (una sociedad
anónima), y de los organismos públicos descentralizados, que constituyen una
sola persona jurídica y tiene una sola voluntad, aunque entren en múltiples
relaciones, ya sea de Derecho Público o de Derecho Privado, por ejemplo,
Petróleos Mexicanos es una persona jurídica colectiva de Derecho Público y,
hasta ahora, nadie afirma que tengan dos personalidades o dos voluntades.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Los entes públicos, dentro de los que consideramos al Estado (Federación), las
entidades federativas, los municipios, los organismos descentralizados y las
demás personas jurídicas colectivas de Derecho Público, tienen ciertas
características constantes desde un punto de vista genérico, aunque desde el
punto de vista específico puedan presentarse algunas variaciones. Esas
características son:
3. DENOMINACIÓN O NOMBRE
La denominación o nombre, es la palabra o conjunto de palabras que sirve para
señalar y distinguir a la persona jurídica colectiva y para diferenciarla de otras
entidades similares, así como para ubicarla con precisión en el mundo social y del
Derecho. Cada Estado soberano tiene su nombre, e igualmente las entidades
federativas, los municipios, los organismos descentralizados, y aún los organismos
internacionales. Denominación o nombre que usan en todos los documentos
oficiales y que los identifica.
5. ELEMENTO PATRIMONIAL
El patrimonio es el conjunto de bienes de todavía índole, y de derecho valuables
pecuniariamente, de que dispone en un momento dado, para cumplir con su
actividad y objeto, en la persecución de sus fines.
En el presente capítulo expondremos las teorías más importantes que acerca del
asunto han sido formuladas, para indicar después cuál es la significación y el valor
que en nuestro concepto corresponden a aquella distinción.
TEORÍA ROMANA. La división de las normas jurídicas en las dos grandes ramas
del derecho privado y el derecho público es obra de los juristas romanos. La
doctrina clásica hállase sintetizada en la conocida sentencia del jurisconsulto
Ulpiano: “Publicum jus est quod ad statum rei romanae spectat; privatum quod ad
sigulorum utilitatem”. Derecho público es el que atañe a la conservación de la
cosa romana; privado, el que concierte a la utilidad de los particulares. A esta
concepción se le conoce con el nombre de teoría del interés en juego. La
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1. La nota del interés en juego es criterio sumamente vago que, por otra parte,
los autores de la doctrina no se tomaron el trabajo de definir.
Pensamos que el error más grave de la teoría estriba en proponer, como criterio
de una clasificación que pretende valor objetivo, una noción esencialmente
subjetiva. Quien dice interés, en el sentido propio del término, alude a la
apreciación que una persona hace de determinados fines. Tener interés en algo
significa atribuir valor o importancia a su realización (independientemente de que
resulte o no intrínsecamente valiosa). De aquí que todo interés sea, por esencia,
subjetivo. Tal interpretación del término sirve de base a la tercera de las
objeciones enumeradas. Si el interés es algo subjetivo, la determinación de la
índole de los fines que el derecho ha de realizar queda necesariamente sujeta al
arbitrio del legislador.
Querer dividir las normas del derecho en función de los intereses que aspiran a
realizar, equivale –dice Kelsen- a hacer una clasificación de los cuadros de un
museo de acuerdo con su precio. No es posible habar de normas exclusivamente
destinadas al logro del interés individual, por que todo precepto tiene como meta la
realización de intereses de ambos géneros. “Desde el momento en que una norma
de derecho protege un interés individual, esa protección constituye un interés
colectivo. Cuando el orden jurídico contiene normas reguladoras del préstamo –
normas jurídicas „privadas‟, indudablemente – pónese de manifiesto que existe un
interés colectivo en la existencia de tales normas. Y, de modo análogo, en cada
norma positiva de derecho administrativo o penal – derecho „público‟ uno y otro, a
no dudarlo – puede determinarse el hombre al cual se reconoce un interés en tal
norma, la cual se convierte en protectora de ese interés. Esto último no aparece
tan claro en derecho político y procesal, porque éstos no contienen normas
jurídicas autónomas y perfectas. Según la teoría del interés, la antítesis de
derecho público y privado coincide, en cierto sentido y considerada en algunos de
sus aspectos, con la antítesis de derecho objetivo y subjetivo señalada en la
misma teoría. El interés protegido, es decir, el derecho subjetivo, es siempre el
interés individual; la protección del interés, es decir, el derecho objetivo, es
siempre el interés colectivo.
Objeto. Durante largo tiempo, se consideró que el derecho administrativo tenía por
objeto regular la estructura del poder ejecutivo, y que la actividad de ese poder y
los organismos que lo integran era materia de la ciencia de la administración
pública. En torno a esta idea y sustentando una opinión contraria, escribieron
Orlando, Meucci, Meyer, Gerber, etcétera.
La ciencia del derecho administrativo tiene por objeto el estudio de las reglas
jurídicas relacionadas con la acción administrativa del estado, el estudio de la
regulación normativa de los entes del poder ejecutivo y sus relaciones. En otras
palabras, su objeto de conocimiento lo constituyen los fenómenos jurídicos (leyes,
reglamentos, actos, contratos, resoluciones, etc.), relacionados con la estructura y
actividad del poder ejecutivo (federal, local – provincial o estadual – o municipal).
Renunciar a un sistema que nos permita analizar, relacionar e integrar las normas
jurídicas equivale a renunciar al conocimiento científico del derecho.
Por otra parte, existen autores que, a partir de ciertos conceptos (orden público y
policía administrativa) desarrollan el estudio de la parte especial del derecho
administrativo.
Par Hans Kelsen, el derecho “Es un orden coactivo... método específico que
permite inducir a los hombres a conducirse de una manera determinada”.
Los autores Alvarez Gendín, Boquera Oiver y Olivera Toro, entre otros, realizan
una sistematización de los criterios teóricos que determinan el concepto de
nuestra disciplina, los cuales, ya resumidos, son los siguientes:
Rama del derecho público que regula la actividad del estado que se realiza en
forma de función administrativa.
Gabino Fraga
Agustín Gordillo
Ivor Jennigs
Es el conjunto de reglas que determinan en que condiciones los entes
administrativos adquieren derechos e imponen obligaciones a los administrados,
mediante l acción de sus agentes en interés de la satisfacción de las necesidades
públicas.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
En los países anglosajones fuera del rule of law con absoluta superación del
derecho común, se hace referencia relativamente a leyes administrativas, ya que
las relaciones del Estado de los funcionarios con los particulares están regidas por
la ley ordinaria, y no hay una jurisdicción administrativa;
Aunque ha venido predominando el criterio material, los otros son aludidos para
formar un criterio más general de la noción de servicio público.
Generalidad: todos los habitantes tienen derecho a usar de los servicios públicos
de acuerdo con las normas que los rigen, es decir, de acuerdo con su forma
condiciones y limitaciones al mismo.
La gratuidad del servicio: el servicio público debe ofrecerse al público sin la idea
de lucro, aunque esta idea se ha venido transformando por el elevado
mantenimiento del servicio. Algunos servicios públicos y los de tipo industrial y
comercial requieren de un régimen financiero adecuado: tasas, exenciones,
servidumbres o el monopolio de su explotación.
Con los criterios expuestos en este capítulo podemos expresar que cae en el
ámbito de los servicios públicos, toda actividad pública dirigida a la satisfacción de
una necesidad de interés general: la defensa nacional, los ferrocarriles nacionales,
petróleos mexicanos, el seguro social y en organizaciones públicas diversas, como
agua, drenaje, saneamiento, hospitales, alumbrado, carreteras, transportes.
una necesidad general y apremiante a cargo del poder público. El Estado erige un
régimen y una organización destinada a ese fin.
El deseo tiene una base biológica y una base sicológica. El hombre tiene
necesidades físicas, tales como alimento, el vestido y la habitación. También tiene
impulsos y ambiciones sicológicas, tales como los deseos de dominar de éxito, de
estimación, de seguridad, de afectos. Ambos tipos de apetitos son fuerzas
poderosas que motivan las actividades humanas. Estos deseos a su vez, buscan
la satisfacción en medio de la limitada atmósfera hospitalaria del mundo presente.
La carencia de una cosa necesaria obliga a una organización o a un procedimiento
encaminado a la satisfacción de la necesidad.
Las formas que reviste el servicio público, actividad y prestaciones, son variadas
en nuestra legislación: sea en forma centralizada, es decir, atendida directa o
indirectamente por la administración pública; o en forma descentralizada en entes
públicos que asumen el servicio; o por medio de empresas de participación
estatal; y por los propios particulares en el régimen de la concesión.
Desde luego debemos precisar que el régimen de derecho público, implica una
situación exorbitante con respecto a los particulares. El servicio público debe ser
legalmente dotado de medios excepcionales del derecho común y gobernado por
procedimientos de derecho público, como el poder de policía. La segunda parte
del artículo 23 citado, agrega: “La declaración oficial de que una determinada
actividad constituyen un servicio público implica que la prestación de dicho servicio
es de utilidad pública. El Ejecutivo Federal podrá decretar la expropiación,
limitación de dominio, servidumbre u ocupación temporal de los bienes que se
requieren para la prestación del servicio.
Son estas consideraciones las que nos llevan a no aceptar la tesis de León.
Duguit que considera como servicio público toda la actividad del Estado,
expresada en estos términos: “El Estado no es como se ha pretendido hasta
ahora, una potencia que manda, una soberanía: es una cooperación de servicios
públicos organizados y controlados por los gobernantes. Esta noción es capital y
alrededor de ella gravita todo el derecho público moderno”. (Duguit, Traité Der.
Const. 3a Ed. T. II, pág. 59).
Jean de Soto expresa: “Los autores tienen una concepción más o menos amplia
de estos servicios. Se admite como tales a los servicios que se orientan a
suministrar prestaciones sociales, con el fin de mejorar la situación de personas
desfavorecidas con el fin de reparar las injusticias sociales y a disminuir las
desigualdades de todo género.
“Para los efectos de esta ley, se entiende por servicio público la actividad
organizada que se realice conforme a las leyes o reglamentos vigentes en el
Distrito Federal, con el fin de satisfacer en forma continua, uniforme, regular y
permanente, necesidades de carácter colectivo. La prestación de estos servicios
es de interés público”.
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De conformidad con la doctrina del servicio público antes expuesta, los artículo 24
y 25 de la Ley Orgánica ordenan:
Artículo 24. Cuando a propuesta del Jefe del Departamento del Distrito Federal el
Presidente de la República decida que un servicio público debe ser prestado en
colaboración con particulares, dicho Jefe tendrá a su cargo la organización del
mismo y la dirección correspondiente.
El artículo 455 de la Ley Federal del Trabajo alude al propio concepto de servicio
público: “para los efectos de este Título se entiende por servicios públicos: los de
comunicaciones y transportes, los de gas, los de luz y energía eléctrica, los de
limpia y los de aprovisionamiento y distribución de aguas destinadas al servicio de
las poblaciones, los sanitarios, los de hospitales, los de cementerios y los de
alimentación cuando se refieran a artículos de primera necesidad, siempre que en
este último caso se afecte alguna rama completa del servicio”.
Sin embargo el concepto de servicio público sufrió algunas alteraciones que poco
a poco se ha eliminado.
“De los textos legales vigentes resultan dos acepciones de la expresión servicio
público: la primera, equivalente a servicios personales que los ciudadanos prestan
al Estado, y la segunda, empleada para designar la actividad constante que el
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Los servicios públicos han sido clasificados en propios e impropios. (De Valles).
Aunque esta clasificación ha sido objeto de algunas críticas al no ser
unánimemente aceptados por la doctrina, ella es útil para fijar el campo de acción
que corresponde a la administración pública y a los particulares.
Han sido las contiendas mundiales y los graves aumentos demográficos, los que
han obligado al poder público a asumir tareas comerciales e industriales
reclamadas por el apremiante interés general. Los particulares tienen limitaciones
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Otro caso que puede señalarse y que demanda la eficaz acción de un organismo
público que lo atienda, es el problema del vestido de una inmensa población que,
usando de un eufemismo, “anda casi desnuda”. Ofrecemos el espectáculo
paradójico de un país con una enorme producción de algodón que no puede
colocarse debidamente en los mercados internacionales, mientras nuestra gente
no tiene qué ponerse.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
La regla que impera a este respecto, es que la autoridad que es competente para
crear un servicio, también tiene competencia para modificarlo o suprimirlo. En
estos casos no previstos habrá de atenerse a los términos de la concesión, en la
concesión de servicio público; o las facultades discrecionales en los demás casos.
Por último hacemos referencia a los servicios públicos y a los demás servicios que
no tiene este carácter, que forman la finalidad esencial de nuestro derecho.
De ahí que los tratadistas tradicionalmente hayan partido de dos elementos para
intentar definirlo; por un lado, el fin, consistente en la satisfacción de una
necesidad considerada como colectiva y, por otro lado, los medios de que se vale
la sociedad para resolver esa necesidad, lo cuales estriban en la organización
creada por el estado, o bien en la concesión otorgada a los particulares para que
la efectúen, desde luego, bajo el control y la vigilancia de éste.
Por otra parte, la incursión del estado en otras áreas que conforme a esta posición
le estaban vedadas, y el abandono en manos de los particulares de algunas
actividades exclusivamente propias de aquel, trajo como consecuencia la
reformulación de los criterios con cuyo concurso se pretendía definir al servicio
público, lo que finalmente indujo a la adopción de dos criterios fundamentales, uno
formal y otro material.
En una posición diametralmente opuesta cabe mencionar que hay quienes exigen
al estado una mayor intervención, la cual permita eliminar las desventajas propias
de la desigual distribución de la riqueza.
La identificación del servicio público con el órgano que lo realizaba era total, al
grado de ser considerado como una unidad y el régimen al que estaba sometida la
actividad (el servicio público), incluía también al órgano, pudiendo definir a uno por
medio del otro.
Esta integración empezó a ser puesta en duda a partir de 1940, cuando a ciertas
organizaciones de profesionales se les asignó la tarea de determinar quiénes
podían ejercer la profesión respectiva, así como las condiciones bajo las cuales se
podía desempeñar; para ello se estableció el correspondiente control sobre el
ejercicio de cada profesión , por tanto, se aseguró a la colectividad que el servicio
profesional recibido observara un nivel mínimo de calidad.
FUNCIÓN ADMINISTRATIVA
Para precisar el concepto de función administrativa es necesario recordar la
doctrina de la división de poderes. De acuerdo con tal doctrina, las funciones del
Estado pueden ser concebidas en dos sentidos diversos, uno material y otro
formal. Desde el punto de vista formal, las diversas funciones son definidas de
acuerdo con la índole de los poderes: así la legislativa es atribuida al Congreso; la
jurisdiccional, a los jueces y tribunales y la administrativa a los órganos ejecutivos.
Esta delimitación no coincide en todo caso con la índole material de las distintas
funciones. Puede ocurrir que un acto administrativo desde el punto de vista formal,
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Los procesalistas han elaborado un criterio que permite distinguir claramente las
funciones administrativa y judicial. Al realizar esta última, el Estado obra por
cuenta ajena, sustituyéndose a los particulares para la declaración y tutela del
derecho controvertido o incierto, en tanto que, al desempeñar la primera, obra por
cuenta propia.
“Administrar, aquí como en cualquier otro orden, es cuidar intereses propios; hacer
justicia es intervenir en el interés de otro”.
La posibilidad de definir las funciones del Estado desde el doble punto de vista,
material y formal, vuelve a presentarse en relación con el concepto de
administración pública. En efecto, dicho concepto puede ser entendido tanto
formal como materialmente.
En sentido formal, por administración pública se entiende todo acto del poder
ejecutivo (aun cuando tenga, desde el punto de vista material, carácter diverso).
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Para precisar nuestra definición del derecho administrativo tendremos que decidir
en qué sentido ha de tomarse en ella el término administración pública.
Desde sus formas más rudimentarias hasta las complejas instituciones modernas,
la Administración Pública, como órgano del Poder Ejecutivo – se nos ofrece como
la organización a la que se le encomienda la realización de actividades hacia fines
colectivos que se derivan de la vida real, bajo principios de coordinación y
subordinación.
Por ello, el derecho administrativo ha sido estudiado como una disciplina científica,
una rama de la Ciencia del Derecho, de la Ciencia de la Administración o Ciencias
Administrativas, que están en constante y necesaria evolución. El método, la
terminología, los diversos regímenes administrativos de personas, cosas e
instituciones, señalan grandes discrepancias, que son superadas en la legislación,
la jurisprudencia y la interpretación general.
Se menciona el conjunto de leyes que regulan las relaciones entre el Estado y los
particulares. Aspecto que se refiere a una parte importante del derecho
administrativo, aunque no lo comprende en su totalidad, dada la amplitud moderna
de su contenido. Por último hacemos referencia a los servicios públicos y a los
demás servicios que no tiene este carácter, que forman la finalidad esencial de
nuestro Derecho.
En el liberalismo del siglo pasado los servicios debían de atenderse por los
particulares. El Estado no tenía por qué intervenir destruyendo el orden construido
y asegurado por la fuerza del interés privado.
Como hemos indicado el Estado tiene fines fundamentales que realizar. Las
funciones del Estado son los medios a través de los cuales se realizan esos fines.
Las función del Estado no son servicios públicos, sino estructuras del poder
público. Díez afirma “que la función es un concepto institucional mientras que el
servicio público actualiza y materializa la función”. El propio autor agrega:
“Podemos decir, en resumen, que la actividad de la administración es posible
distinguir la función pública del servicio público. Mientras en la actividad del
Estado, la legislación y la justicia se caracterizan siempre por ser el ejercicio de
una función pública, el de los servicios públicos. Es necesario limitar el concepto
de servicio público solamente a aspectos de la actividad administrativa y
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Para Bonnard los servicios públicos son los órganos que forman la estructura
misma del Estado. Los servicios públicos tienen por objeto esencial el asegurar la
realización de las intervenciones del Estado, el ejercicio de las atribuciones del
Estado.
Por lo que se refiere a las teorías subjetivas, otros autores han puesto su atención
en las modalidades de la organización y del funcionamiento del servicio, para fijar
los caracteres del servicio público.
Por su parte Georges Vedel nos dice: “La definición clásica del servicio público
comprendía un aspecto material: una actividad que tiene que tiene por objeto la
satisfacción de una necesidad de interés general, y un aspecto orgánico ( o
formal): el hacerse cargo de esta actividad por una persona pública. Es este
segundo aspecto el que da la noción una precisión relativa. Si nos hubiéramos
atenido al aspecto material, todas las actividades que corresponden a
necesidades colectivas legítimas, desde la panadería hasta la música –hubieran
sido servicios públicos. Gracias al aspecto orgánico (o formal) de la definición, la
noción de servicio público no se aplica más que a las actividades que asumen de
una manera bastante directa las personas públicas”.
Como ya se mencionó, las teorías que sustentaron este criterio dejaron de tener
utilidad, al pasar a ser proporcionados ciertos servicios públicos por particulares.
Se puede definir al servicio público como una actividad destinada a satisfacer una
necesidad colectiva de carácter material, económico o cultural, mediante
prestaciones concretas e individualizadas, sujetas a un régimen jurídico que les
imponga adecuación, regularidad y uniformidad.
Sin embargo, conforme a este nuevo criterio la definición del servicio público se
complicó todavía más, ya que existe una amplia gama de opiniones respecto al
número de las necesidades colectivas que merecen ser satisfechas por un servicio
61
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
En ese tenor Agustín Gordillo, afirma que “Con ese punto de partida, el fin del
servicio público es un elemento contingente y que no sirve para caracterizarlo en
un plano teórico estable.” Además sostiene que “... algunos servicios públicos no
atienden una verdadera necesidad pública, sino que simplemente realizan
actividades de utilidad pública”, y
c) Criterio formal. Este criterio ha sido el más socorrido de los tres, ya que aun
cuando no complace a todos, por ser limitante en exceso, sí alcanza una
nota de infalibilidad al reconocer como servicio público única y
exclusivamente a los que la ley les atribuye tal carácter. Desde luego que
es un enfoque muy práctico pero poco científico.
Para los efectos del diccionario, sin embargo, reproducimos dos conceptos:
Marcello Caetano
En este orden de ideas, el instrumento legal define una necesidad colectiva, para
cuya satisfacción organizará un servicio público sujeto a un procedimiento especial
de carácter público, el cual debe estar establecido por la propia ley y así asegurar
que el servicio observa regularidad, continuidad y uniformidad; desde luego que la
naturaleza de la necesidad por satisfacer puede ser discutible o no, pero conforme
62
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
a este criterio lo que importa es que la ley así lo considere, para que, de manera
inobjetable, una actividad cualquiera se convierta en un servicio público.
La primera consiste en que el estado se hace cargo por medio de sus órganos
administrativos, de organizar el desempeño de determinados servicios públicos, y
de esa manera asegura su dirección y funcionamiento.
Crisis actual del concepto. Retomando lo expuesto acerca del tema, es posible
observar que no obstante el unánime reconocimiento de la existencia del
fenómeno denominado servicio público y su práctica aplicación cotidiana actual, el
concepto está en crisis, ya que la realidad ha superado con mucho las teorías
intentadas para explicarlo.
Por lo que respecta al régimen jurídico al que está sometido el servicio público,
resulta ser el criterio de distinción al que más se recurre; toda vez que, conforme a
él estrictamente deberá considerarse cuándo estamos ante una actividad que
constituye un servicio público. Sin embargo, este criterio resulta muy simplista e
implica la posibilidad de que, de manera nominalista, se agrupen una serie de
actividades desprovistas de la homogeneidad que permita su análisis científico.
UNIDAD II
LAS FUENTES DEL DERECHO ADMINISTRATIVO
Al finalizar la unidad el alumno:
1. Identificará el concepto de fuentes del Derecho en general.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Contenidos:
1. Concepto de fuentes del Derecho en general.
2. Fuentes directas o inmediatas del Derecho Administrativo.
3. Fuentes indirectas o mediatas del Derecho Administrativo.
4. La ley, el reglamento, la costumbre y la jurisprudencia.
Fichas Bibliográficas:
II. 1. A García Maynez Eduardo “Introducción al Estudio del Derecho” Ed. Porrua.
México, 1998 P.p.135-137
II. 1. B Serra Rojas Andrés, “Derecho Administrativo” T.I y II Ed. Porrua. México,
1986, P.p.167-171
II. 1. C http://www.biblioteca/unam.mx
II. 2. A Serra Rojas Andrés, “Derecho Administrativo” T.I y II Ed. Porrua. México,
1986, P.p.172-174
II. 2. B http://www.biblioteca/unam.mx.
II. 2. C García Maynez Eduardo “Introducción al Estudio del Derecho” Ed. Porrua.
México, 1998 P.p.137-139
Francois Gény la define como “un uso existente en un grupo social, que expresa
un sentimiento jurídico de los individuos que compone dicho grupo”.
es visto más tarde como manifestación del respecto a un deber. O como dice
Ehrlich: “la costumbre del pasado se convierte en la norma del futuro”.
Al lado del acierto que señalamos, encierra la doctrina un grave error; el que
estriba en sostener que la simple repetición de un acto engendra, a la postre,
normas de conducta. Tal creencia es infundada, porque de los hechos no es
correcto desprender conclusiones normativas. Kant tuvo el mérito de demostrar
que entre el mundo del ser y el reino del deber media un verdadero abismo. Hay
actos obligatorios que rara vez se repiten y, ello no obstante, conservan su
obligatoriedad. Otros, en cambio, no pueden reputarse nunca como cumplimiento
de una norma, pese a su frecuencia. Recuerde el lector las ideas desarrolladas en
el capítulo primero de esta obra acerca de la validez y la facticidad de las
proposiciones normativas.
¿En qué momento deja una costumbre de ser mero hábito, para convertirse en
regla de derecho? Algunos autores sostienen que la regla consuetudinaria no
puede transformarse en precepto jurídico mientras el poder público no le reconoce
carácter obligatorio.
Kelsen parte del principio de la estabilidad del derecho, y estima que una regla de
conducta sólo asume carácter obligatorio cuando representa una manifestación de
la voluntad del Estado. Consecuente con esta doctrina, concluye que el derecho
consuetudinario no pude nacer sino a través de la actividad de los órganos
jurisdiccionales.
67
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Colocándose en una posición semejante, el jurista rumano Djuvara dice que “la
costumbre no podría ser fuente del derecho positivo si no fuese aplicada por los
órganos estatales a los casos concretos (especialmente por los jueces, en materia
de derecho privado). Es la jurisprudencia la que da vida a la costumbre como
fuente del derecho, al aplicarla a los casos individuales”.,
Planiol se expresa en forma parecida: “No creo que sea posible crear, al margen
de la jurisprudencia, reglas consuetudinarias jurídicamente obligatorias”.
En su bello estudio titulado ¿Cuáles son las causas de la autoridad del derecho?,
el jurista suizo Augusto Simonius cita un interesante ejemplo que demuestra la
posibilidad de que una costumbre jurídica se forme independientemente de la
actividad judicial, por la simple concurrencia de la inveterata consuetudo y la
opinio juris seu necessitatis. Helo aquí: “El Código Federal de las Obligaciones de
1881 prohibía a las sociedades anónimas, en su artículo 873, llevar el nombre de
personas vivas. Pero en la actualidad se reconoce unánimemente que esta
prohibición ha sido abrogada por una costumbre derogatoria. En Suiza hay ahora
centenares de sociedades anónimas que llevan el nombres de personas vivas.
Ocurrió que diversas sociedades de esta clase empezaron a usar tales nombres.
Poco a poco, el uso fue generalizándose. No hubo protestas. Las autoridades del
registro de comercio registraron dichas sociedades, a pesar de su nombre ilegal.
Los que formaron el uso procedieron como si las sociedades anónimas tuvieran el
derecho de llevar esos nombres. Actualmente, todo el mundo tiene la convicción
de que un juez llamado a decidir sobre ese derecho, lo reconocería. La situación
es, pues, idéntica a la que existiría si el artículo 873 permitiera a las sociedades de
que hemos venido hablando usar el nombre de personas vivas”.
“El delegante se da cuando por medio de una norma jurídica no escrita se autoriza
a determinada instancia para crear derecho escrito”.
68
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Gény define los usos en estos términos: “Se trata de las prácticas, generales
unas, otras locales o profesionales, que concurren de un modo tácito en la
formación de los actos jurídicos, especialmente los contratos, y que, en virtud del
principio de la autonomía de la voluntad, se sobrentienden en todos esos actos,
inclusive, con algunas reservas, en los de carácter solemne, para interpretar o
completar la voluntad de las partes”.
Algunos autores consideran que los usos no son sino una variedad de la
costumbre jurídica. Entre ésta y aquella existen, sin embargo, importantes
diferencias, como lo ha demostrado claramente Gény. En los usos encontramos el
elemento objetivo de la costumbre, la práctica más o menos reiterada y constante
de ciertos actos; más no podemos afirmar lo propio del elemento subjetivo, u
opinio juris. Los usos sirven para completar o interpretar la voluntad de las partes
sólo en cuanto estima que han querido libremente acogerse a ellos. Ahora bien:
esta facultad electiva excluye la idea de necesidad que se halla indisolublemente
ligada a la verdadera costumbre jurídica. De aquí que los usos no puedan
aplicarse cuando las partes han manifestado una voluntad diversa.
El artículo 10 del Código Civil del Distrito Federal establece el principio general de
que “contra la observancia de la ley no puede alegarse desuso, costumbre o
69
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
En el Código que citamos arriba hay varios artículos que otorgan a la costumbre y
al uso el carácter de fuentes supletorias del derecho mexicano. Por ejemplo:
“Artículo 996 y 997. El usufructuario de un monte disfruta de todos los productos
que provengan de este, según su naturaleza. Si el monte fuere talar o de maderas
de construcción, podrá el usufructuario hacer en él las talas o cortes ordinarios
que haría el dueño; acomodándose en el modo, porción o época a las leyes
especiales (legislación forestal) o a las costumbres del lugar.” Creemos que en el
precepto anterior se emplea la palabra costumbres no en su acepción jurídica,
sino en el sentido de usos.
Existe una referencia a lo que se llama “costumbre del lugar” en la fracción VII,, d)
el artículo 283 de la misma Ley Federal del Trabajo.
“I. Por lo dispuesto en esta ley y en las demás leyes especiales relativas, en su
defecto;
“II. Por la legislación mercantil n general; en su defecto;
“III. Por los usos bancarios y mercantiles, y en defecto de éstos;
“IV. Por el derecho común, declarándose aplicable en toda la República, para los
fines de esta ley, el Código Civil del Distrito Federal.”
En nuestro derecho penal no asume la costumbre papel alguno, pues tal materia
se halla dominada por el principio no hay delito sin ley; no hay pena sin ley. “En los
70
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
De acuerdo con el artículo 193 bis de la misma Ley de Amparo, “la jurisprudencia
que establezcan los Tribunales Colegiados de Circuito, en materia de su
competencia exclusiva, es obligatoria para los mismos Tribunales, así como para
los Juzgados de Distrito, Tribunales Judiciales del fuero común, Tribunales
Administrativos y del Trabajo que funcionen dentro de su jurisdicción territorial.
Hemos dicho que las formales son procesos de manifestación de normas jurídicas.
Ahora bien: la idea de proceso implica la de una sucesión de momentos. Cada
fuente formal está constituida por diversas etapas que se suceden en cierto orden
y deben realizar determinados supuestos.
De acuerdo con la opinión más generalizada, las fuentes formales del derecho son
la legislación, la costumbre y la jurisprudencia.
“El termino fuente – escribe Claude Du Pasquier – crea una metáfora bastante
feliz, pues remontarse a las fuentes de un río es llegar al lugar en que sus aguas
brotan de la tierra; de manera semejante, inquirir la fuente de una disposición
73
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
“Bajo Luis XIV y Luis XV, las Grandes Ordenanzas señalaron una importante
ofensiva del derecho legislado contra el consuetudinario. En el siglo XVIII, diversos
Estados de la América del Norte formularon las primeras constituciones escritas.
En la misma época, los códigos prusiano y bávaro abrieron la era de las
codificaciones, cuya floración más rica se extendió bajo Napoleón.
Son dos los poderes que en nuestro país intervienen en la elaboración de las
leyes federales: legislativo y ejecutivo. La intervención de aquél relaciónase con
las tres primeras etapas; las de éste, con las restantes
I. Al presidente de la República;
II. A los Diputados y Senadores al Congreso de la Unión, y
III. A las Legislaturas de los Estados.
“B.- Se reputará aprobado por el Poder Ejecutivo, todo proyecto no devuelto con
observaciones a la Cámara de su origen, dentro de diez días útiles; a no ser que,
corriendo este término hubiere el Congreso cerrado o suspendido sus sesiones,
en cuyo caso la devolución deberá hacerse el primer día útil en que el Congreso
esté reunido.
Fuente del Derecho – de fons, fontes, a su vez, fundo, significa el lugar donde
brota el agua en su superficie -, es decir, es el manantial donde brota o aparece el
Derecho, o los procesos necesarios para la creación de las normas jurídicas. Dice
Rivero a este respecto: “Se entiende por fuentes del derecho los procedimientos
por los cuales se elaboran las reglas de derecho; existen en efecto para “fabricar
derecho”, diversas técnicas, por otra parte en número limitado: la elaboración
espontánea que conduce a la regla consuetudinaria:; la elaboración por la
autoridad pública que conduce a la regla escrita, de la cual la ley es el prototipo;
en fin, la elaboración por el juez, que conduce a la regla jurisprudencial. Los
diversos sistemas jurídicos, según el tiempo y los países, recurren de manera muy
desigual a esto procedimientos, otorgando la preponderancia al uno o al otro.
COMPILACIÓN
Compilar es reunir o coleccionar diversos textos legales conforme a un
determinado criterio de selección. De esta forma, se distingue entre compilación
(agrupamiento de textos diversos) y codificación (reunión sistemática en un solo
texto legal de las normas de una determinada rama jurídica). Se puede agregar a
estos conceptos la recopilación, consistente en la colección y ordenamiento
gubernamental de leyes (ejemplo: legislación española de los siglos XVI a XIX).
UNIDAD III
LA FUNCIÓN EJECUTIVA DESDE EL PUNTO DE VISTA
OBJETIVO O MATERIAL
Al finalizar la unidad el alumno:
1. Definirá la Función Ejecutiva desde el punto de vista objetivo.
2. Identificará a los colaboradores del Ejecutivo en la Función Administrativa.
3. Diferenciará entre el punto de vista objetivo y formal de la Función
Ejecutiva.
Contenidos:
1. La función ejecutiva desde el punto de vista objetivo o material.
80
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Fichas bibliográficas:
III. 1 A Serra Rojas Andrés, “Derecho Administrativo” T.I y II Ed. Porrua. México,
1986, 63-68
III. 2. A Arteaga Nava Elisur “Derecho constitucional” Ed. Oxford , México, 1999,
P.p. 307-309
III. 3. A Acosta Romero Miguel “Teoría general del derecho administrativo” Ed.
Porrúa, México, 1978, P.p.80-111.
III. 3. B www.presidencia.gob.mx
III. 3. C www.congresomich.gob.mx
III. 3. D Serra Rojas Andrés, “Derecho Administrativo” T.I y II Ed. Porrua. México,
1986,494-504
La función administrativa es una de las funciones del Estado que se realiza bajo el
orden jurídico y limita sus efectos a los actos jurídicos concretos y a los actos
materiales que con ella se relacionan , que tiene por finalidad la prestación de un
servicio público o la realización de las demás actividades que le corresponden, en
sus relaciones con otros entes públicos o con los particulares, bajo un régimen de
policía.
e) Los medios como se realiza la función. Debemos insistir con Gulick, que la
función administrativa tiene estas cosas otras actividades: planear,
organizar, aleccionar al personal, dirigir, coordinar, uniformar y hacer los
presupuestos.
Hay normas o principios de política general que son indispensables para señalar el
rumbo de un gobierno, sus características, sus propósitos en la acción de conjunto
del Estado.
La escuela realista del derecho ha considerado que los actos materiales son actos
administrativos. Todo acto de esta naturaleza ejecutado por funcionarios y
empleados, son actos específicos de la función administrativa. Con otra finalidad,
Kelsen también admite que además de ser una función administrativa comprende
los actos materiales, “porque éstos constituyen en la escala de formación del
85
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
André de Laubadere hace esta reflexión: “Se ve mal porque todos los actos
materiales tiene que ser necesariamente actos administrativos cuando también se
dan en las otras funciones. La verdad, en su opinión, es que solamente la mayor
parte de los actos materiales, son actos administrativos, porque el mayor número
de ellos se ligan al funcionamiento de los servicios administrativos.
LA JERARQUÍA ADMINISTRATIVA.
La jerarquía administrativa es el orden y grado que guardan entre sí los diferentes
órganos superiores y subordinados de la Administración pública, los cuales están
provistos legalmente de determinadas facultades.
Este poder se manifiesta por medio de órdenes e instrucciones sobre la forma que
deben actuar o revisando sus actos y decisiones para aprobarlas, reformarlas o
anularlas. El artículo 92 de la Constitución ordena que en su jerarquía superior, los
actos del Presidente deben estar refrenados por el secretario de Estado
correspondiente.
Para ser secretario se requiere ser ciudadano mexicano por nacimiento, estar en
ejercicio de sus derechos y tener 30 años cumplidos a la fecha de ser nombrado.
La constitución les llama secretarios de despacho (art. 91) y secretarios de estado
(art. 92).
No existe impedimento para que sean ratificados en sus cargos para otro sexenio,
no para que sean cambiados a otra secretaria.
casos relativos al cuerpo diplomático y de los cónsules generales (art. 102); en las
controversias y acciones a que hace referencia el art. 105; en los juicios de
amparo (art. 107, fracc. XV) y en el proceso de suspensión de garantías
individuales (art. 29). Por reforma de diciembre de 1994, dejó de ser consejero
jurídico del gobierno federal. En la ley orgánica que regula el funcionamiento de la
procuraduría general, se le asigna funciones políticas que no van con la naturaleza
de las responsabilidades que tiene asignadas.
COMPETENCIA MUNICIPAL
De las atribuciones del estado mexicano señalemos qué asuntos son de
competencia municipal.
Los municipios, con el concurso de los estados cuando así fuere necesario y los
determinen las leyes, tendrán a su cargo los siguientes servicios públicos:
Entre otras características que les son comunes, puede citarse el que el congreso
de la federación legisla para el distrito y que su gobierno generalmente recae en la
persona del jefe de gobierno federal, quien delega la facultad en alguna persona
del jefe de gobierno federal, quien de alguna persona designada por él mismo o
bien lo ejerce de manera directa, por tanto, los ciudadanos residentes en el
territorio que comprende el distrito no siempre eligen a sus gobernantes locales.
d. Asuntos indígenas;
e. Marina nacional, y
f. Distrito Federal
6. Ley publicada el 21 de diciembre de 1946:
a. Asuntos agrarios y colonización;
b. Turismo, y
c. Distrito Federal.
Dado que, como se indicó, este tipo de órganos no existen actualmente, ahondar
en comentarios resulta un poco ocioso o fuera de lugar.
En la LOAPF, por primera vez, se constituye la base legal para crear unidades
administrativas bajo la dependencia directa del Presidente de la República.
Se hace una reestructuración de áreas entre las Secretarías: hay quien afirma que
desaparecieron las anteriores, pero, en nuestra opinión, continúan las mismas
estructuras, con cambio de nombre y modificación de competencias.
Creemos también que, de acuerdo con las coordinaciones por sectores que
establece la LOAPF, es muy discutible que se encuentre en vigor la Ley para el
Control por parte del Gobierno Federal de los Organismo Descentralizados y
Empresas de Participación Estatal. La actual ley establece con toda claridad, la
necesidad de que los organismos y empresas, actúen conforme a los lineamientos
que fije el Presidente de la República, con los programas políticos, prioridades y
restricciones que, para el logro de los objetivos y metas de los planes de gobierno,
se coordinen las unidades respectivas, a través de la Secretaría de Estado, o
Departamento o autoridades competentes en el ramo.
1. Federal.
1. Presidencia y Presidente de la República.
2. Secretarios de Estado y Secretarías de Estado.
3. Departamentos Administrativos y Jefes de Departamento
4. Gobierno del Distrito Federal.
5. Procuraduría General de la República y Procurador.
6. Organismos Desconcentrados.
7. Organismos Descentralizados.
8. Empresas Públicas y Sociedades Mercantiles de Estado.
9. Fideicomisos Públicos.
2. Local.
1. Gobernador.
2. Secretario General de Gobierno.
3. Oficial Mayor.
4. Tesorero.
5. Procurador de Justicia y Ministerio Público Local.
6. Organismos Desconcentrados.
7. Organismo Descentralizados.
8. Empresas Públicas y Sociedades Mercantiles de Estado Locales.
9. Fideicomisos Públicos.
3. Municipal.
1. Ayuntamiento
2. Presidente Municipal
3. Síndicos y Regidores por materia.
4. Tesorería Municipal.
5. Organismos Descentralizados.
6. Empresas Municipales.
7. Fideicomisos Públicos Municipales.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
SU JERARQUÍA.
Desde el punto de vista administrativo, es el órgano jerárquicamente superior de la
administración Pública Federal, no sólo centralizada, sino en su totalidad
(paraestatal, desconcentrada, descentralizada, empresas de Estado, fideicomisos
públicos).
Estos poderes son facultades que el superior posee frente al subordinado, a efecto
de permitir la unidad de la acción administrativa.
UNIDAD IV
LOS ORGANISMOS CENTRALIZADOS Y LAS
INSTITUCIONES DESCENTRALIZADAS
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Contenidos:
1. Diferencia entre los organismos centralizados y las instituciones
descentralizadas.
2. Clasificación de las instituciones descentralizadas, a)
Descentralizaciones por región, b) Descentralizaciones por servicio, c)
Descentralización por colaboración.
Fichas bibliográficas:
IV. 1. A Serra Rojas Andrés, “Derecho Administrativo” T.I y II Ed. Porrua, México,
1986, P.p. 609-633
IV. 1. B www.presidencia.gob.mx
IV. 1. C Martínez Morales Rafael “Derecho Administrativo” Ed. Harla. México,
1999, P.p. 21,22.
IV. 1. D Acosta Romero Miguel, “Teoría General del Derecho Administrativo” Ed.
Porrua, México, 1978, P.p. 165-175
CENTRALIZACIÓN ADMINISTRATIVA
La centralización es una forma de la organización administrativa en la cual los
entes del poder ejecutivo se estructuran bajo el mando unificado y directo del
titular de la administración pública.
Ese enlace de órganos y sus titulares con el jefe de gobierno sigue una escala
piramidal, casi de tipo militar, ello permite una línea decisoria unificada, y en eso
radica la primordial ventaja de esta forma de organización administrativa; además,
es por esa vía como la voluntad del órgano superior se impulsa hasta llegar al que
la ha de externar o ejecutar.
Se ha analizado (José Torné), cómo esta rigidez jerárquica tiende a atenuarse con
la proliferación de ciertos organismos colegiados (comités, comisiones
intersecretariales, gabinete, etcétera).
Ahora bien, la teoría sobre el particular se ha formado (Donati. Dir. am., pág 57),
establece que dos son los elementos que caracterizan esta institución: 1º el
ejercicio de una función pública, es decir, de una actividad desarrollada en interés
del Estado; 2º el ejercicio de dicha actividad en nombre propio de la organización
privada.
De muy variada índole son las instituciones que colaboran con la Administración,
pero pueden ser clasificadas en tres grupos principales tomando como punto de
partida el elemento de la función administrativa cuyo ejercicio les está
encomendado.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
encargado de realizar las atribuciones del Estado, sino que frente a él, y sin
ninguna conexión, existirían otros elementos a quienes estaría encomendada una
parte de dichas atribuciones, lo cual contraría fundamentalmente la concepción de
la unidad esencial del Estado moderno.
Así es que, para conservar dicha unidad, el Estado se reserva las facultades
necesarias para garantizarla, a saber: la autorización de las instituciones admitidas
a colaborar y el ejercicio del control y vigilancia necesarios para mantener la
colaboración dentro de los límites legales.
Las razones que han conducido a este régimen de descentralización por región
consisten fundamentalmente en que él se adapta de una manera más efectiva a
las aspiraciones democráticas, ya que da oportunidad a los interesados de hacer
la designación de las autoridades que han de manejar los negocios que les son
comunes y, por lo mismo, de ejercer sobre dichas autoridades un control por la vía
de la opinión pública, que unida a la posibilidad que tiene todos los vecinos de la
circunscripción territorial de llegar a ser electos, constituye una participación del
pueblo en los negocios públicos que le afectan.
esos grupos existe uno de orden social y con organización semejante a la de una
asociación de derecho civil.
1º Los municipios será investidos de personalidad jurídica para todos los efectos
legales (Const. Fed., art. 115, fracc. III).
Como se ve, las base enumeradas coinciden sensiblemente con los caracteres
que la escuela clásica ha señalado como esenciales del régimen de
descentralización: pero no obsta para que podamos utilizar el punto de vista
realista que examinamos anteriormente para caracterizar nuestro régimen
municipal, ya que en último extremo ese punto de vista no constituye otra cosa
sino una apreciación especial sobre los mismos hechos que sirven de base para la
construcción que ha realizado la escuela clásica.
Las bases constitucionales sobre el municipio autorizan a concluir que éste debe
sus existencia a la ley, dejando a salvo la cuestión de si es o no anterior al Estado
y si al establecerlo se limita a reconocer los derechos de los municipios o es el
propio Estado el que crea tales derechos. La circunstancia de que el municipio
constituye una unidad incorporada a la estructura del Estado impone la necesidad
de que dentro de la organización legal de éste quede incluida esa institución
básica con definidos caracteres que sólo la ley puede precisar.
De dicha legislación es difícil desprender un criterio para distinguir cuáles sean los
intereses locales cuya atención está encomendada al municipio y en qué casos
debe proceder a hacerse cargo directo de la atención de las necesidades locales.
DESCENTRALIZACIÓN POLÍTICA.
En la doctrina política y administrativa se utilizan mucho las expresiones
desconcentración y desconcentración para hacer referencia a la distribución
teórica, legal y práctica de potestades y funciones políticas y administrativas entre
el Estado soberano y esas comunidades o entidades locales y territoriales.
LA DESCONCENTRACIÓN ADMINISTRATIVA
La desconcentración estrictamente administrativa se identifica en México, con
unidades administrativas que forman parte de la Administración Pública Federal,
Estatal o Municipal. Por ejemplo, unidades desconcentradas de la Administración
Pública Federal son : a) Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo,
dependiente de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social; b) la Comisión
Nacional Bancaria y de Seguros, dependiente de la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público; c) el Instituto Politécnico Nacional, dependiente de la Secretaría
de Educación Pública; d) la Lotería Nacional, dependiente de la Secretaría de
Salubridad y Asistencia.
Hay quien habla, como el profesor Charles Debbasch de que no se puede decir
que un sistema sea totalmente descentralizado, o que un sistema sea totalmente
desconcentrado; afirmando que existen supuestos en que hay 20% de
desconcentración y un 80% de descentralización y, en otros casos, hay un 40% de
desconcentración y 60% de descentralización.
VENTAJAS DE LA DESCONCENTRACIÓN.
Según Elba Barreiros Mansilla, las ventajas de la desconcentración son los
siguientes:
En los órganos centralizados vemos que hay una jerarquía definida, un manejo
centralizado de los ingresos y egresos del Estado, esa jerarquía impone a veces
retardos en la Administración Pública y en la prestación de los servicios, etc.;
entonces, se ha pensado en la convivencia de dar a ciertos órganos facultades de
decisión, sin necesidad de acudir al órgano superior más que en ciertos casos
trascendentes o importantes; y mediante esa facultad de decisión, el órgano
inferior, desconcentrado, puede manejarse más ágilmente; no tendrán que acordar
semanalmente, pedir una serie de documentos, de acuerdos, de relaciones, etc.
por Ello, los Estados hay creado estos organismos para obtener una mayor
eficacia administrativa.
BASE CONSTITUCIONAL
La base constitucional APRA la creación de organismos desconcentrados la
estudiaremos al analizar la descentralización, aún cuando desde ahora dudamos
mucho de que la base pueda estar en las llamadas facultades implícitas
consignadas en los artículos 73, fracción XXXI, y 89, fracción I, de la Constitución.
BASE LEGAL
La desconcentración, como concepción, jurídico-práctica, tuvo su primera
manifestación legal expresa en el reglamento de 2 de junio de 1972, que creó la
Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo, primero organismo
desconcentrado reconocido legalmente como tal. Posteriormente al reglamento
antes comentado, se han creado numerosos organismos desconcentrados, tanto
en el aspecto que la doctrina lama funcional, como regional, y también horizontal;
más adelante daremos ejemplos de ellos.
DESCONCENTRACIÓN VERTICAL.
117
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Existe una figura del Derecho Mercantil que es muy semejante a este tipo de
desconcentración y que es la de la Sucursal, o sea, una oficina que depende de la
casa matriz y que en la teoría puede realizar todos los actos relativos al objeto de
la sociedad, pero con facultades y poderes expresamente limitados y
subordinados a la casa matriz.
DESCONCENTRACIÓN REGIONAL
En cierto sentido es una variante de la anterior, pero, además de existir la
delegación de facultades a los órganos inferiores, éstos se distribuyen
geográficamente dentro del territorio, abarcando cada oficina un área superficial
de éste, que demande la acción regional.
Confirma este criterio, el segundo párrafo del artículo octavo del Decreto del
Ejecutivo, D. O. de 24 de abril de 1979, que textualmente dice: “Cuando sea el
caso, y de acuerdo a los lineamientos que establezca el Ejecutivo Federal,
promoverán la creación o modificación de delegaciones en las distintas regiones o
zonas del país, para agilizar los trámites que en ella deba realizar la población, de
acuerdo al Plan Nacional de Desconcentración Territorial de la Administración
Pública Federal y tomando en cuenta la opinión de la Coordinación General y de la
Secretaría”.
DESCONCENTRACIÓN HORIZONTAL
Consiste en crear oficinas de igual rango entre sí, que puede tener facultades en
una misma ciudad o en otras áreas geográficas.
El régimen que regula las relaciones entre el poder central y los entes
descentralizados es muy variado y sujeto a las modalidades que le señalen sus
leyes de organización. Pretender referirse e nuestra legislación a una forma pura
de centralización o descentralización, es sólo un escarceo literario, más no una
realidad.
1. La concentración de la coacción.
2. La concentración del poder de decisión y de expedir órdenes
3. La concentración de la competencia técnica.
4. La concentración del poder de nombramiento.
en lugar determinado las garantías que fuesen obstáculo para hacer frente, rápida
y fácilmente a la situación; pero deberá hacerlo por un tiempo limitado, por medio
de prevenciones generales y sin que la suspensión se contraiga o determinado
individuo. Sin la suspensión tuviese lugar hallándose el Congreso reunido, éste
concederá las autorizaciones que estime necesarias para que el Ejecutivo haga
frente a la situación, pero si se verificase, en tiempo de receso, se convocará sin
demora al Congreso para que las acuerde.
Desde luego debemos insistir que en ambos casos nos estamos refiriendo a la
materia federal, es decir, a la competencia del Estado que se realiza a través de
los órganos federales.
Esos poderes con respecto del poder central y los órganos descentralizados se
transforman o desaparecen. Es aplicable la ley de responsabilidades a los órganos
descentralizados. El poder central realiza el control de los órganos
descentralizados a través de la Secretaría de Programación y Presupuesto “salvo
que no estén expresamente encomendados o subordinados a otra dependencia”.
A pesar de esto y por tratarse de maniobras políticas, nada puede impedir que
personas que gozan de inmunidad, como son los legisladores, intenten interpelar.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
DESCONCENTRACIÓN DESCENTRALIZACIÓN
1.- Órgano inferior 1.- Órgano que depende
subordinado a una indirectamente del Ejecutivo
Secretaría, Departamento de Federal.
Estado o a la Presidencia.
129
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Otra crítica que se puede hacer a esa clasificación, consiste en que los términos
de la diferencia específica, se precisan a base de las finalidades que persigue la
organización; tales pueden ser: a) la de prestar un servicio público; b) que
corresponde a ideas democráticas de administrar una región, y c) que los
particulares colaboren con la Administración Pública.
Antes de las reformas aludidas, las bases estaban en el artículo 123 apartado A,
fracción XXXI, de la Constitución que atribuye competencia a las autoridades
federales en asuntos relativos a “... empresas que sean administradas en forma
directa descentralizada por el Gobierno Federal”; y en el artículo 73, fracción XXX,
de la misma Carta Magna, que contiene lo que la teoría denomina facultades
implícitas.
El artículo 73, nuevamente, pero ahora en su fracción XXV, que otorga facultades
al Congreso para establecer, organizar y sostener en toda la República escuelas
rurales, elementales, superiores, secundarias y profesionales, de investigación
científica, de bellas artes y de enseñanza técnica, escuelas prácticas de
agricultura y ganadería, de artes y oficios, museos, bibliotecas, observatorios y
demás institutos concernientes a la cultura general de los habitantes de la nación,
y legislar en todo lo que refiere a dichas instituciones. En este caso, creemos que
el Congreso tiene facultad para crear todas estas instituciones dándoles la forma
administrativa que estime pertinente, ya sea descentralizada, desconcentrada, o
cualquier otra.
2. Denominación
La denominación, es la palabra o conjunto de palabras en el idioma oficial del
Estado, que distingue y diferencia al organismo descentralizado de otras
instituciones similares, sean federales, locales o municipales y, más aún,
internacionales.
Pero, fuera de los casos de las Instituciones de Cultura, consideramos que los
Directores, Gerentes Generales o funcionarios equivalentes, son funcionarios de
carácter político y administrativo, por lo siguiente:
a) Forman parte de la Administración pública Federal (LOAPF, artículos
1º, párrafo tercero; 3º, fracción I; 9º; 45; 50;: 52 y 54).
b) Son nombrados y removidos por el Presidente de la República
(LOAPF, Art. 52).
c) Acuerdan y reciben órdenes del Jefe de Estado o, en su caso, de la
Secretaría o Departamento de Estado, cabeza de sector.
d) Están obligados a planear, coordinar y someter a evaluación su
actividad (Art. 51, LOAPF).
e) Conducirán sus actividades en forma programada y con base en las
políticas, prioridades y restricciones que para el logro de los
objetivos y metas de los planes de gobierno, establezca
directamente el Presidente de la República, o a través de las
entidades cabeza de sector (Art. 9º , LOAPF).
f) Aunque no lo establezca disposición alguna, ciertos organismos
informan anualmente al Congreso de la Unión, por ejemplo, PEMEX,
IMSS, ISSSTE, etc.
g) Relaciones con el Congreso de la Unión. Las reformas y adiciones al
artículo 93, de la Constitución (el párrafo segundo ,reformado por
135
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Todo lo anterior, tipifica, a nuestro modo de ver, una verdadera relación jerárquica
entre el Presidente de la República y los Directores o Gerentes Generales de los
Organismos Descentralizados, o sea, que existen los poderes de decisión,
nombramiento, mando, revisión, etc., por lo cual, el carácter político-administrativo
de dichos funcionarios, en estos días, creemos que no puede quedar en duda.
6. Patrimonio propio
Los organismos descentralizados, como consecuencia de tener personalidad
jurídica, cuentan también con patrimonio propio, patrimonio que rompe en su
estructura y regulación con los principios del Derecho Civil.
Dentro del patrimonio encontramos que pueden existir bienes que son del dominio
público, como son los inmuebles que están dentro de su patrimonio y que por
disposición de ley se consideran del dominio público (artículo 23, fracción VII, de la
Ley General de Bienes Nacionales, D. O. De 30 de enero de 1969).
Pueden también contar con bienes del dominio directo, como son, por ejemplo, los
que integran el subsuelo y la plataforma continental que forma parte de los
elementos que tiene a su disposición Petróleos Mexicanos, para cumplir con su
objeto; en ambos casos, el régimen de dominio público impone inalienabilidad,
esos bienes se regulan, por lo tanto, por normas de Derecho Público.
136
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Por último, dentro del patrimonio se encuentran los ingresos propios del organismo
derivados del ejercicio de su actividad, o sea, los que obtiene por los servicios o
bienes que presta o produce, respectivamente.
7. Objeto.
El objeto de los organismos descentralizados puede ser muy variable y, en nuestro
criterio, está supeditado a las consideraciones de orden práctico y político que se
tomen en cuenta en el momento de su creación, en términos generales puede
abarcar:
a) La realización de actividades que corresponden al Estado;
b) La prestación de servicios públicos;
c) La administración y explotación de determinados bienes del dominio
público o privado del Estado;
d) La prestación de servicios administrativos;
e) La realización coordinada de actividades federales, estatales, locales
y municipales, o con organizaciones internacionales, de actividades
de asistencia técnica y desarrollo económico, la producción de
servicios o de procesos industriales.
f) La distribución de productos y servicios que se consideran de
primera necesidad o que interesa al Estado intervenir en su
comercio.
8. Finalidad.
La finalidad que busca el Estado con la creación de esta clase de instituciones es
siempre procurar la satisfacción del interés general en forma más rápida, idónea y
eficaz.
9. Régimen Fiscal.
La mayoría de los organismos descentralizados, por las actividades propias de su
objeto, están exentos del pago de impuestos federales, locales municipales (se
discute si deben pagar impuesto predial). La práctica se ha orientado a reconocer
que cubren los derechos de carácter federal y local. No obstante, en algunos
casos hay organismos descentralizados que pagan impuestos a la Federación
(Petróleos Mexicanos) y, aun cuando no hay precedentes, estimamos que en
aquellos casos en que el organismo descentralizado realiza una actividad que
corresponde al Estado y éste le ha dado su personalidad, patrimonio, y su régimen
jurídico, en el supuesto de que obtuviera beneficios, ya que no siempre los
obtienen, esos beneficios podrían o bien acrecentar el patrimonio de la institución,
137
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
UNIDAD V
EL ACTO ADMINISTRATIVO Y SUS ELEMENTOS
Contenidos:
1. El acto administrativo y sus elementos
Fichas bibliográficas:
V. 1. A Fraga Gabino, “Derecho Administrativo” Ed. Porrua.México, 1987, P.p.229-
245,267-304
V. 1. B Martínez Morales Rafael “Derecho Administrativo” Ed. Harla.México, 1999,
P.25-34
V. 1. C http://ww.biblioteca/unam.mx.
V. 1. D Serra Rojas Andrés, “Derecho Administrativo” T.I y II Ed. Porrua, México,
1986, P.p. 490-504.
De la misma manera que los actos jurídicos de la vida civil requieren una
capacidad especial para ser realizados, así, tratándose de los actos del Poder
público es necesaria la competencia del órgano que los ejecuta.
En el primer caso basta que concurran las condiciones de hecho previstas por la
ley para que la Administración deba ejercitar los actos jurídicos cuyo cumplimiento
establece la misma ley. En el segundo caso, la libertad de apreciación queda
subordinada a la atención de los intereses públicos o a la eficacia de los servicios
que preste la Administración, sin que puedan móviles personales o motivos
diferentes influir para decidir sobre el uso de la competencia autorizada.
En uno de los casos que llegó a presentarse ante la Suprema Corte de Justicia, y
en cuyo fallo intervino do Ignacio L. Vallarta, éste sostuvo que “La Legislatura no
puede expedir leyes que tengan el carácter de irrevocables, porque esto sería
alterar la Constitución misma de la que deriva su autoridad, supuesto que si una
legislatura, por virtud de sus leyes, pudiera restringir el poder de las subsiguientes,
podría en iguales términos limitar el poder legislativo de todas la s futuras, y,
repitiendo este procedimiento se llegaría al extremos de que quedaran excluidos
de la acción legislativa, uno a uno, todos los negocios de su competencia,
nulificando así el precepto constitucional que confiere al Congreso la facultad de
legislar”. (Cooley)... “Una de las más interesantes cuestiones sobre esta materia
(habla de la prohibición constitucional de alterar las obligaciones de los contratos),
es la de si la Legislatura tiene facultad de restringir sus propios poderes por medio
de una concesión en que se priva para lo futuro del ejercicio de algunos de los
atributos esenciales de la soberanía... Si, por ejemplo, ella puede comprometerse
a no ejercer el poder de taxación... respecto de ciertas propiedades o personas, y
si haciéndolo así, tal compromiso sea nulo conforme al principio general de que la
Legislatura no puede disminuir el poder de las subsiguientes por medio de una
legislación irrevocable... pudiendo así llegar hasta destruir el gobierno mismo”.
Como acto jurídico, el acto administrativo debe de estar formado por una voluntad
libremente manifestada.
Pero aun en este último caso la licitud del objeto deberá calificarse de acuerdo con
estas tres categorías: “que no se contraríe ni perturbe el servicio público; que no
infrinja las normas jurídicas; que no sea incongruente con la función
administrativa”. (Fernández de Velasco. El acto administrativo, pág. 193).
Por lo que hace a la finalidad del acto, la doctrina ha sentado diversas reglas cuya
aplicación en nuestro medio nos parece indudable, por lo que vamos a exponerlas
a continuación :
a) El agente no puede perseguir sino un fin de interés general.
b) El agente público no debe perseguir una finalidad en oposición con la ley.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
c) No basta que el fin perseguido sea lícito y de interés general, sino que es
necesario, además, que entre en la competencia del agente que realiza el
acto.
d) Pero aun siendo lícito el fin de interés público y dentro de la competencia
del agente, no puede perseguirse sino por medio de los actos que la ley ha
establecido al efecto.
La teoría de los motivos determinantes (como llama Jesé a los fines del acto) es,
dice, “el complemento de la teoría de la competencia de los agentes públicos. Es
hasta imposible separar las dos teorías. Para saber si la competencia existe en tal
caso, es necesario investigar cual acto ha sido realizado; el motivo determinante
permitirá decirlo; si el motivo determinante no es lícito, permitirá también afirmar
que a pesar de las apariencias, no existía la competencia para alcanzar el fin
perseguido por el agente público. Así es como, conocido el motivo determinante,
es posible atacar por incompetencia, por exceso de poder un acto jurídico que
presenta todas las apariencias de la legalidad”. (op cit., pág. 272).
LA FORMA
La forma constituye un elementos externo que viene a integrar el acto
administrativo. En ella quedan comprendidos todos los requisitos de carácter
extrínseco que la ley señala como necesarios para la expresión de la voluntad
que genera la decisión administrativa.
“Para comprender la importancia del vicio de forma, dice Hauriou, es preciso darse
cuenta de que las formalidades constituyen, con la determinación precisa de la
competencia, la principal condición del orden y de la moderación en el ejercicio del
Poder Administrativo”.
“En el derecho público, dice Jesse, al contrario de lo que pasa en derecho privado,
las formas son garantías automáticas imaginadas por las leyes o los reglamentos
para asegurar el buen funcionamiento de los servicios públicos, impidiendo las
decisiones irreflexivas, precipitadas, insuficientemente estudiadas”.
VOLUNTAD
Hay casos en los cuales, aún cuando la voluntad de la Administración no se
exprese en ninguna forma, se presupone su existencia. En este caso nos
encontramos frente al problema que tanto ha preocupado a la doctrina sobre el
silencio de la Administración.
Para precisar los casos en los cuales el silencio produce efectos jurídicos, se ha
separado la hipótesis en que la autoridad está facultada para actuar o no actuar
según su discreción, de aquella en que el ejercicio de la función constituye una
obligación jurídica, y se dice que, mientras que en el primer caso no puede darse
la figura del silencio con trascendencia jurídica porque la abstención del ejercicio
de la facultad conferida por la ley de no usar el poder, en el segundo el silencio sí
es particularmente importante por sus consecuencias puesto que constituye la
falta de cumplimiento de una obligación jurídica que de existir frente al derecho de
un particular, requiere una solución satisfactoria.
En efecto, la situación del particular que ha formulado una solicitud para que se
dicte en su favor un acto administrativo, o que ha interpuesto un recurso
administrativo contra un acto que lo afecta, quedaría al arbitrio de las autoridades
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
si éstas se abstuvieran de resolver las instancias que les fueran dirigidas, pues
como el particular no puede recurrir administrativa o judicialmente mientras no
haya un acto que niegue expresamente lo solicitado, prolongando la abstención se
nulificaría prácticamente los derechos que las leyes otorgan.
Con excepción a ese sistema general, y sin perjuicio de que el particular haga uso
del juicio de amparo, el Código Fiscal de la Federación ha dado una solución al
silencio administrativo. En su artículo 92 dice que el silencio de las autoridades
fiscales se considerará como resolución negativa cuando no den respuesta en el
término que la ley fija o a falta de término establecido en el de noventa días.
En realidad es exacta esa significación, puesto que en los casos que la ley prevé,
debe entenderse que la aplicación de ella está subordinada bien a un acto jurídico
declarado o al silencio durante determinado tiempo; es decir, que este hecho
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
negativo debe entenderse como la condición para que la ley se aplique en un caso
concreto, exactamente como el acto positivo condiciona también dicha aplicación.
Desde luego debe decirse que una vez que el acto administrativo se ha
perfeccionado por haber llenado todos los elementos y requisitos para su
formación, adquiere fuerza obligatoria y goza de una presunción de legitimidad
que significa que debe tenerse por válido mientras no llegue a declararse por
autoridad competente su invalidez, es decir, que se trata de una presunción iuris
tantum. Esta fuerza obligatoria del acto administrativo impone la necesidad de
estudiar su trascendencia en la situación de los particulares a quienes pueda
referirse.
Pues bien, los derechos y las obligaciones se generan por virtud del actos
administrativo especial a favor o en contra de determinada persona y en atención
a su situación particular. De donde se desprende que dichos derechos y
obligaciones tiene, en principio, un carácter personal e intransmisible, y por tanto
sólo pueden ser ejercitados o cumplidos por la persona a la cual el acto se refiere.
Hauriou en su obra antes citada (pág. 48) sostiene que el derecho administrativo
“es creador de situaciones jurídicas, es decir, de situaciones estables que
constituyen bienes que se agregan a los bienes de la vida civil (estado de
concesionario, de pensionado, de indigente, socorrido...). Estos estados se
resuelven o bien en derechos administrativos, o bien en intereses legítimos a que
la situación no sea modificada... y que constituyen todo un mundo jurídico nuevo
superpuesto al mundo jurídico del derecho común” y el mismo autor continúa su
exposición diciendo lo siguiente: “por eso, el derecho administrativo está llamado a
desempeñar un papel social considerable, pues no es dudoso que el Estado
moderno tenga por tarea crear situaciones jurídicas ventajosas y nuevas formas
de bienes en provecho de los individuos, que no pueden acceder a las antiguas
formas de propiedad, y estas situaciones jurídicas serán forzosamente
administrativas”.
Con los datos anteriores podemos ya llegar a una conclusión sobre el punto que
examinamos, y es la de que sólo cuando la ley administrativa se remite a la
legislación común para el efecto de que sea ella la que defina y clasifique la
naturaleza de los derechos administrativos de carácter patrimonial, deberá
prescindirse de la regla general de que tales derechos sólo pueden ser regulados
por dichas leyes administrativas y como éstas se apartan de las clasificaciones
que la ley civil establece, por regla general habrá que considerar a los derechos
nacidos de una acto administrativo como nuevas clases de bienes que se agregan
a los bienes de la vida civil.
Sin embargo, no se llega a afirmar que exista una identidad completa entre los
derechos reales administrativos y los derechos reales civiles, pues se reconoce
tratándose de los derechos de los ocupantes sobre el dominio público, que son lo
que se consideran como derechos reales administrativos, que si bien con respecto
a tal dominio rige la regla de la inalienabilidad, ésta sólo significa que los bienes
respectivos quedan sustraídos del comercio de la vida administrativa y que dentro
de ésta se desarrolla una gran variedad de derechos reales, cuyo carácter,
especialmente administrativo, consiste esencialmente en la “precariedad”, es
decir, en la naturaleza temporal, revocable o rescatable de esos derechos reales,
que los hace compatibles con el régimen de inalienabilidad.
Dentro de estas ideas, el autor del acto es el que ha sido parte en él; sus
causahabientes son los que reciben de él un derecho por transmisión universal o
particular. Se sostiene que los causahabientes están representados por el autor
del acto en la realización de éste y que, por tanto, los efectos de él les son
oponibles.
Por último, se reconoce que fuera de los derechos patrimoniales, los actos
relativos al estado y capacidad de las personas producen efecto erga omnes, y no
sólo en provecho sino también en contra de las partes; que así el matrimonio, la
adopción, la emancipación, etc., tiene efecto absoluto. (Colin y Capitant. Dr. Civ., t.
I., pág. 209).
Sin embargo, esa regla general tiene su excepción. Existen derechos de los
particulares que la Administración está obligada a respetar, o que sólo puede
afectar mediante ciertos requisitos. De tal manera que, cuando realiza un acto
administrativo, éste es oponible a todos siempre que observe aquel respeto o
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
cumpla con los requisitos legales establecidos para afectar el derecho. Lo cual, en
otros palabras, quiere decir que el acto administrativo no puede violar derechos
anteriores creados por otro acto administrativo o por un título especial de derecho
público o de derecho privado.
De aquí resulta que el concepto de tercero en el derecho administrativo, es decir
de persona a quien no es oponible un acto de autoridad, comprende al particular
que tiene un derecho público o privado que puede resultar afectado por la
ejecución de un acto administrativo. Es, por lo mismo, dicho derecho, motivo de
limitación de la actividad administrativa.
Pero puede ocurrir, y esto principalmente cuando se trata de actos que imponen a
los particulares alguna obligación o de actos de la Administración que puedan
afectar la esfera jurídica de los mismos particulares, que el acto no sea
voluntariamente obedecido. Entonces surge el problema de cómo debe proceder
el Poder público para la ejecución de sus resoluciones.
De manera, pues, que, por regla genera, serán los Tribunales los intermediarios
indispensables para que el particular ejercite sus derechos.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Estas mismas ideas las hemos sostenido en otra parte de esta obra, al reconocer
que el principio de separación de Poderes no ha sido admitido en nuestra
Constitución en su pureza ideal, ya que las necesidades de la vida práctica han
impuesto la atribución a un mismo poder de funciones de naturaleza diferente; de
manera que no debe buscarse en un caso como el presente, si existe oposición
con el sistema pura de división de Poderes, sino relacionar la cuestión con el
régimen que la legislación positiva ha admitido para la separación de funciones
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
entre los tres Poderes del Estado. Por eso el mismo autor antes citado concluye
su exposición diciendo: “... siendo un problema de división del trabajo, la única
cuestión por dilucidar en cada caso es la de saber a qué autoridad le encargó la
ley constitutiva una función determinada, y resuelto este punto, deja de intervenir
toda idea relativa a supuestos derechos privados de la división de Poderes. En
resumen, se trata únicamente de interpretar los textos constitucionales para saber
quién es competente conforme a ellos”.
Por otra parte, esa misma resolución es la que deriva del artículo 16
constitucional, puesto que al referirse a que nadie puede ser molestado en su
persona ni en sus bienes, sino mediante orden de autoridad competente, se está
refiriendo a la competencia que constitucionalmente se ha atribuido a cada uno de
los Poderes, de donde resulta que el problema queda reducido a determinar si la
facultad de que se trata está o no dentro de la esfera de acción atribuida al Poder
Ejecutivo.
Esta limitaciones a la aplicación del artículo 14 son por sí solas bastantes para
dejar un amplio campo a la acción directa del Poder Administrativo en la Ejecución
de sus propias resoluciones; pero, además, pueden agregarse otras razones que
consisten principalmente: a) en la carencia de facultades del Poder Judicial para
intervenir normalmente en la ejecución de los actos administrativos; b) en la
inutilidad de la creación constitucional del Poder Ejecutivo si no puede llevar a
cabo sus determinaciones más que por conducto del Poder Judicial.
Por otra parte, la segunda razón que arriba se enunció constituye un argumento
poderoso para reconocer al Ejecutivo competencia para la ejecución directa de
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
sus actos, pues si se sostiene que sólo el Poder Judicial puede intervenir en esa
ejecución, sería letra muerta la facultad atribuida al Ejecutivo para ejecutar la ley y
para proveer en la esfera administrativa a su exacta observancia. Esta tesis ha
llegado a ser admitida por nuestros tribunales, y así en el amparo de la Sucesión
de Luz Fenochio, la Suprema Corte, en su sentencia de 28 de agosto de 1933 (S.
J. De la F. Tomo XXXIII, pág. 2960), sostuvo lo siguiente: “...como el Estado lleva
a cabo el cobro de impuestos determinados por las leyes, no en uso de una
facultad sometida al régimen del derecho privado, sino en ejercicio de un conjunto
de atribuciones que las leyes fiscales reglamentan y que indiscutiblemente tiene el
carácter de autoritarias, en cuanto que son manifestaciones claras de soberanía
material del propio Estado, es notorio que dicho cobro de impuesto no tiene que
hacerse judicialmente, sino mediante disposiciones ejecutivas y unilaterales, que
si bien pueden ser sometidas a una revisión jurisdiccional posterior a solicitud de
los afectados, no requieren tales disposiciones para su validez la sanción previa
de los tribunales”.
Para estos casos, los medios de ejecución tiene que ser forzosamente indirectos,
ya que ellos tenderán a provocar al obligado a cumplir su obligación. Estos medios
indirectos pueden reducirse a las penas personales o pecuniarias que siguen al
apercibimiento que hace la autoridad al exigir el cumplimento.
disciplinaria sin afectar las consecuencias propias del acto, hasta la privación
absoluta de todo efecto de éste.
La doctrina del derecho común ha formulado no sin vivas discusiones una teoría
general de las nulidades de los actos civiles irregulares. Dentro de ella se
reconocen varios grados de invalidez. Estos grados son, según la doctrina clásica
admitida por nuestra legislación civil, la inexistencia, la nulidad absoluta y la
nulidad relativa. (Cód. Civ., arts. 2224 y 2242).
El acto inexistente es concebido según los datos y citas que aporta el señor
licenciado M. Borja Soriano en su estudio sobre la Inexistencia y nulidad de los
actos según la doctrina francesa, “como el que no reúne los elementos de hecho
que supone su naturaleza o su objeto y en ausencia de los cuales es lógicamente
imposible concebir su existencia”. (Curso de D. Civil Francés, por C. Aubry y Rau).
O en otros términos, “un acto jurídico es inexistente cuando le falta uno o más de
sus elementos orgánicos, o quizá más exactamente, específicos... Estos
elementos son de dos clases, elementos de orden psicológico y elementos de
orden material...En la base de este acto se encuentran en efecto: 1º una
manifestación de voluntad; 2º, un objeto; 3º, según los casos, un elemento
formalista...Símbolo de la nada, el acto inexistente, se comprende que no puede
ser el objeto de una confirmación, ni beneficiario de una prescripción extintiva que
haga desaparecer con el tiempo el vicio de que está manchado... si eventualmente
el acto jurídico inexistente se invoca en juicio, el tribunal no puede sino registrar su
inexistencia”.
Al lado del acto inexistente se encuentra el acto nulo. “La nulidad de un acto se
reconoce en que uno de sus elementos orgánicos, voluntad, objeto, forma, se ha
realizado imperfectamente, o en que el fin que perseguían los autores del acto
está directa o expresamente condenado por la ley, sea implícitamente prohibido
por ella porque contraría el buen orden social... aceptamos la noción de la nulidad
absoluta tal como ella (la doctrina clásica) la enseña, a saber: que una nulidad de
esa naturaleza puede ser invocada por todos los interesados, que no desaparece
ni por la confirmación ni por la prescripción, que una vez pronunciada por
sentencia no deja ningún efecto detrás... es relativa toda nulidad que no
corresponde rigurosamente a la noción de la nulidad absoluta así enunciada”. (op
cit.).
Gastón Jesé, entre otros autores que lo han intentado, llega a la conclusión de que
la teoría de las nulidades debe ser muy matizada para poder armonizar los
intereses que se ponen en juego con motivo de la actividad del Poder público, y
cuyos intereses no siempre exigen las mismas soluciones; que así, el interés
general exige la ineficacia del acto irregular, porque el cumplimento de los
requisitos que la ley establece es una garantía de orden social; pero al propio
tiempo, ese mismo interés reclama la estabilidad de las situaciones que un acto
irregular ha hecho nacer. De la misma manera el interés de los patrimonios
individuales o administrativos, en unos casos reclama que se prive de efectos a un
acto irregular, mientras que en otros exige que subsistan, porque el perjuicio de la
154
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
En vista de todo lo anterior sólo puede afirmarse que la teoría de las nulidades en
derecho administrativo, fuera de los casos en que exista disposición expresa en la
ley, sigue cauces diferentes de los que sigue la teoría en derecho privado y que en
muchas ocasiones no basta comprobar una irregularidad para nulificar un acto,
sino que de acuerdo con los intereses en juego el acto podría sostenerse
originando tan sólo responsabilidad para su autor.
Se ve, por todo lo que llevamos expuesto, la dificultad tan seria que existe para
llegar a formular una teoría de la invalidez de los actos administrativos.
ligada a la consagración expresa de ésta... esta noción domina los texto, más que
estar subordinada a ellos”.
Pero si esto es así, queda por determinar cuáles son los elementos cuya falta
origina la inexistencia. Para autores como Laubadère las irregularidades que
determinan la inexistencia jurídica de un acto son aquellas que llegan a una
gravedad tal como la que ocurre en la usurpación de funciones o de invasión de
las atribuciones de una autoridad por otra de diverso orden o cuando los actos en
cuestión no se comprenden en ninguna facultad de la Administración (op. Cit.,
1967, t. I, pág. 219). Según este autor, se colocan en general en la categoría de
actos inexistentes aquellos en los cuales hay “incompetencia grosera, es decir, en
los casos de usurpación de funciones, acto verificado por un simple particular o
por un organismo sin existencia legal o también por una invasión de un agente
administrativo en las atribuciones del Poder Legislativo o del Poder Judicial”.
Creemos encontrar dentro del derecho mexicano esta causa de invalidez, como se
desprende del fallo de la Suprema Corte de Justicia en que declaró que “para que
pueda otorgar y subsistir una de la llamadas concesiones confirmatorias de
derechos petroleros, es requisitos indispensable que existan los derechos cuya
confirmación se pide; pues de otra manera no habría derecho que confirmarse, y
tanto el acuerdo en que se ordenara la confirmación como el título que se
expidiera, sería inexistentes jurídicamente hablando... Es inconcuso que al
haberse declarado caduco el contrato que el causante del quejoso celebró para
colonizar los terrenos, volvieron al domino de la Nación los derechos que se
habían transferido al concesionario y, entre ellos, el relativo al subsuelo petrolífero;
y en consecuencia, el quejoso no puede tener derecho alguno sobre el subsuelo
petrolífero, o en otros términos, carece de derechos que pudieran confirmarse; y la
confirmación de un derecho inexistente que se haga o se pretenda hacer, resulta
legalmente imposible, y el acuerdo que la ordene es inexistente en absoluto...”
(Amp. Promovido por W. Craig Hulme. Sent. De 25 de mayo de 1932, citado en el
informe del Presidente de la Corte al terminar el año de 1932).
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Dentro de la misma categoría de actos inexistentes por razón del objeto se pueden
clasificar aquellos en que el objeto no es posible ni lícito; por ejemplo un título de
baldíos expedido señalando una extensión que rebase la parte de tierra firme del
territorio o los límites de éste, caso que no por absurdo ha dejado de presentarse
en la práctica.
Por último, creemos que puede señalarse como una causa de inexistencia la
omisión de las formas que de acuerdo con la ley debe revestir el acto, o cuando se
usa forma diferente de la que se establece como un elemento solemne del acto.
irregulares, pues sostiene que “además de que todo acto administrativo viciado lo
es porque se ha realizado en contra de la ley y entonces no habría que pensar,
como lo hace la doctrina, en diferentes sanciones pues en todo caso la única
sanción sería la nulidad absoluta, el referido precepto está pensado
fundamentalmente para el ámbito jurídico privado; es justamente el límite que la
ley imponen a la esfera de disponibilidad jurídica privada, a la “autonomía de la
voluntad”. Es el límite del „lícito jurídico‟ de los particulares. Precisamente por esto
la sanción en estos casos es, con las salvedades que la doctrina señala, la nulidad
absoluta, pues no de otra forma se puede sancionar en Derecho la falta de
acuerdo entre ciertos actos ejecutados en interés privado y las normas que se han
dictado para proteger el interés público lo cual no es el caso cuando la
Administración actúa. (Dr. Adm. T. I, pág. 414).
Así, existen en primer término actos cuya nulidad sólo puede demandarse por
determinadas personas y que pueden legalizarse por prescripción.
Por ejemplo, la ley sobre terrenos baldíos de 26 de marzo de 1894, establecía que
los títulos y composiciones de tierras, así como las declaraciones de que
determinada propiedad no contiene baldíos, excedencias ni demasías, sólo
pueden ser nulificados por causa de error o dolo que alegue la Hacienda Pública
(arts. 63 y 64).
En segundo término, existen actos en que la nulidad sólo puede pedirse por
determinadas personas y en que el consentimiento de éstas los purga de todo
vicio.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Cuando se otorga una concesión que perjudica derechos de tercero, sólo a éste
corresponde pedir la nulidad, pero también sólo a él corresponde dar su
consentimiento con dicha concesión, caso en el cual desaparece el vicio de
nulidad.
Se pueden señalar, en tercer lugar, actos en los que la nulidad solo puede pedirse
por determinadas personas, pero que no desaparece por confirmación o
prescripción.
Por último, si se tiene en cuenta que “la nulidad absoluta y la anulabilidad (nulidad
relativa) no se distinguen por sus efectos, sino solamente por la manera como
realiza la eliminación de la disposición irregular” (Fleiner, op, cit., pág. 131), se
comprenderá que no pueden trasladar al derecho administrativo los conceptos
básicos del derecho civil en materia de nulidades y que ni siquiera puede
aceptarse la separación de dos clases de nulidades, la absoluta y la relativa.
Vicios de la voluntad. Puede ocurrir que el acto se haya realizado, por error, dolo o
violencia. En ese caso el acto se encuentra viciado, y en consecuencia es
irregular. Se pueden citar algunas disposiciones legales que en una forma expresa
han hecho referencia a las consecuencias que originan los vicios de la voluntad.
Así, en la Ley General de Bienes Nacionales se faculta al Ejecutivo Federal para
anular administrativamente los acuerdos, permisos y concesiones dictados u
otorgados por error, dolo o violencia (arts. 9º y 13). En el artículo 91 de la Ley
Orgánica del Departamento del D.F., considera que el error, dolo o violencia hacen
anulables los acuerdos, concesiones, permisos o autorizaciones que se dicten con
159
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Pues bien, cuando la forma se infringe, debe concluirse que el acto debe ser
nulificado, siempre que aquélla se encuentre establecida no sólo como una
garantía de que las decisiones son correctas, sino como una garantía para el
derecho de los particulares.
Por su parte, la Ley Minera, establece las siguientes disposiciones, que fijan el
procedimiento para subsanar algunas irregularidades de forma en las
concesiones. El artículo 40 dispone que “los errores que se descubran en un título
de concesión minera, podrá corregirlos administrativamente la Secretaría del
Patrimonio Nacional, oyendo previamente al interesado, siempre que con la
corrección no se afecte la localización del lote minero ni se cause perjuicio a
tercero”.
Pero no basta que existan los motivos; es necesario, además, que ellos sean
apreciados legalmente como antecedentes de un acto administrativo y que éste
sea el que la ley determine que se realice cuando aquellos concurren.
Tratándose de la irregularidad que pudiera existir por la apreciación inexacta del
motivo o por la falta de oportunidad en la decisión, debe tomarse en cuenta, de la
misma manera que respecto de las otras irregularidades que hemos estudiado, si
el Poder Administrativo goza de facultad discrecional o si tiene una competencia
ligada por la ley. En este último caso, la sanción tiene que ser la nulidad.
Por último, cuando un acto del concesionario es, por ejemplo, motivo para la
aplicación de una sanción pecuniaria, pero a pesar de ello se decreta la caducidad
de la concesión, entonces el motivo existe, la apreciación de su ilegalidad es
correcta, pero la decisión que se adopta no es la adecuada. Para este caso, como
para los anteriores, debe ser procedente la nulidad, puesto que el motivo legal
existente amerita la resolución que la ley o el acto han fijado como adecuada.
Ilegalidad de los fines del acto. Esta ilegalidad es la que se conoce con el nombre
de “desviación de poder”, o abuso de autoridad, ya que en realidad el poder
administrativo se desvía y abusa cuando persigue fines distintos de los que la ley
señala.
Respecto de esta ilegalidad debe tenerse presente que la finalidad que debe
perseguirse por el agente administrativo es siempre la satisfacción del interés
público, no cualquiera, sino el interés concreto que debe satisfacerse por medio de
la competencia atribuida a cada funcionario.
Como la finalidad real del acto puede disimularse tras de una finalidad legal
aparente y como por lo general, la ley no obliga a que se exprese en el acto su
finalidad, con mucha frecuencia, la desviación de la que legalmente debe de
tener, queda fuera de la posibilidad de ser sancionada por medio de la nulidad.
Sin embargo, en aquellos casos en que las circunstancias que concurran revelen
cuál es el fin que con el acto se persigue, si se descubre que es un fin no
sancionado por la ley, el acto debe ser privado de sus efectos.
161
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Por lo que hace a la caducidad debe tenerse en cuenta que ella tiene lugar,
cuando la ley o la voluntad prefijan un plazo para el ejercicio de un derecho y se
deja pasar dicho plazo sin realizar actos necesarios para dar vida a ese derecho;
por lo mismo, el contenido de la resolución de caducidad es la consecuencia de
una situación prevista desde el acto primitivo y no tiene, por tanto, más que un
carácter declarativo a diferencia del acto de revocación, que es constitutivo y
deriva de un motivo posterior a la formación del primer acto.
Como la revocación se realiza por un nuevo acto administrativo que extingue otro
acto anterior válido y eficaz, su procedencia tiene que examinarse en primer
término frente a la estabilidad que se reconozca a las resoluciones administrativas.
aplicarse una sola norma a todos los actos administrativos, sino que habrá que
separar un grupo en el que se coloquen aquellos que tiene la firmeza bastante
para hacerlos irrevocables de otro en el cual se incluyan los que por circunstancias
especiales estén destinados sólo a una vida transitoria porque respecto de ellos el
interés público reclame que vayan adaptándose a sus exigencias.
Sin embargo, nos parece de especial utilidad, para acabar de formar un concepto
claro del acto administrativo y de su revocabilidad, estudiar las corrientes
doctrinales más importantes sobre la materia.
Desde el punto de vista de las voluntades que intervienen en la formación del acto,
pueden dividirse los actos administrativos en actos constituidos por una voluntad
única y actos formados por el concurso de varias voluntades.
Esta clasificación también nos es ya conocida por haberse hecho referencia a ella
al estudiar la teoría general del acto jurídico y por eso ahora sólo nos limitaremos
a adoptarla a los actos administrativos.
El acto simple, o sea el formado por una sola voluntad, conserva ese carácter, aún
cuando en el procedimiento previo a su emanación se hagan necesarios otros
actos de voluntad, tales como opiniones, consultas, juicios técnicos, etc.
Pero cuando esas voluntades intervienen en la formación misma del acto, se pasa
a alguna de las siguientes categorías;
Cuando diversas voluntades que concurren no se funden en un solo acto, sino que
dan nacimiento cada una de ellas a actos que sucesivamente se condicionan,
entonces se tiene otro tipo diferentes del de actos complejos a que acabamos de
referirnos, pues en tales circunstancias existe no un solo acto, como ocurre en el
acto complejo, sino una serie de actos con caracteres propios cada uno de ellos,
164
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Otra variedad semejante está representada por esa serie de actos administrativos
emanados de un órgano determinado, y cuyos efectos no se producen sino hasta
que los propios actos son aprobados por medio de otro acto especial, emanado de
un órgano diferente. En este caso, el acto posterior condiciona la eficacia del
anterior.
Partiendo de la relación que guarda la voluntad creadora del acto con la ley, los
actos administrativos se clasifican en dos categorías: el acto obligatorio, reglado
o vinculado, y el acto discrecional. El primero es el acto que constituye la mera
ejecución de la ley, el cumplimiento de una obligación que la norma impone a la
Administración cuando se han realizado determinadas condiciones de hecho
(Zanobini, op. Cit., t. I, pág. 297). En esta clase de actos la ley determina
exactamente no sólo la autoridad competente para actuar sino también si ésta
debe actuar y cómo debe actuar, estableciendo las condiciones de la actividad
administrativa de modo de no dejar margen a diversidad de resoluciones según la
apreciación subjetiva que el agente haga de las circunstancia del caso. (Vitta, Dir.
Am., t. I, pág. 288). Este tipo de actos es el que en la jurisprudencia y doctrina de
los Estados Unidos de América se conoce con el nombre de actos ministeriales y
constituye la base para determinar la procedencia del writ of madamus. (James
Hart. An Introduction to Administrative Law, pág. 142. Freud, Administrative Power
over persons and property, Cap. V).
razonabilidad, suficiencia, exigencia del interés u orden público, etc., lo mismo que
cuando en la ley se prevea dos o más actuaciones en un mismo caso y no se
imponga ninguna de ellas con carácter obligatorio.
Desde el punto de vista del radio de acción de los actos administrativo, éstos se
pueden clasificar en actos internos y actos externos, según que sólo produzcan
sus efectos en el seno de la organización administrativa o trasciendan fuera de
ella.
Ese último grupo de los actos internos comprende toda una serie de actos, unos
de naturaleza jurídica y otros de naturaleza material aunque conformes a las
reglas de derecho, que constituyen la vida interna de la Administración.
Comprenden medidas de orden y disciplina para el funcionamiento de las
unidades burócratas, tales como el señalamiento de las labores que a cada
empleado corresponden dentro de una oficina, de la conducta que los mismos
empleados deben observar, la fijación de horas en que informan a los superiores,
166
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Finalmente deben considerarse como los actos internos todas las circulares,
instrucciones y disposiciones en las que las autoridades superiores ilustran a las
inferiores en la aplicación de la ley, en su interpretación o en el uso de las
facultades discrecionales que la misma ley otorga, siempre que tales circulares,
instrucciones y disposiciones no agreguen nada nuevo al orden jurídico
establecido por las leyes y reglamentos generales y siempre, por lo tanto, que no
confieran ni lesionen algún derecho. (Rivero, Les mesures d‟ordre intériur, Paris,
1934). Entre estos actos pueden considerarse los Manuales de Organización y
Procedimientos a que antes se hizo referencia.
Entre los actos preliminares se encuentran todos aquellos actos que son
necesarios para que la Administración pueda realizar eficientemente sus funciones
y constituyen en su mayor parte la exteriorización de determinadas facultades del
Poder Público que pueden llegar a afectar muy seriamente la libertad de los
particulares. Esas facultades son las que se tiene para exigir la presentación de
libros, papeles, manifestaciones, declaraciones, estados de contabilidad, etc., para
la práctica de visitas domiciliarias con el objeto de comprobar el cumplimiento de
las disposiciones sanitarias y de policía, y en general todos los actos y
formalidades que, como garantía de los particulares, establecen las normas
167
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Finalmente, los actos de ejecución están constituidos por todos aquellos, unos de
orden material y otros de orden jurídico, que tienden a hacer cumplir forzadamente
las resoluciones y decisiones administrativas, cuando el obligado no se allana
voluntariamente a ello. Como actos típicos d ejecución podemos señalar los que
se realizan en uso de la facultad económico-coactiva para hacer efectivos los
impuestos y otras obligaciones fiscales.
De la segunda categoría forman parte las órdenes, los actos de expropiación, las
sanciones y los actos de ejecución.
Los actos administrativos de admisión son los que dan acceso a un particular a los
beneficios de un servicio público. Estos actos de admisión tiene lugar cuando se
trata de servicios que sólo se prestan a un número limitado de personas, o a
personas que se encuentran en determinadas condiciones, a diferencia de otros
servicios que sólo requieren el cumplimiento de determinadas exigencias legales.
Así, mientras que el goce de servicios de correos, telégrafos, bibliotecas y museos
no requiere un acto administrativo de admisión, el ingreso a instituciones públicas
de enseñanza o de asistencia sólo puede lograrse mediante un acto administrativo
especial que es precisamente el acto de admisión.
Los actos de aprobación son los actos por virtud de los cuales una autoridad
superior da su consentimiento para que un acto de una autoridad inferior pueda
producir sus efectos.
El acto de aprobación, aunque posterior a la emisión del acto que por medio de
aquél es aprobado, constituye un medio de control preventivo dentro de la misma
Administración que tiende a impedir que se realicen actos contrarios a la ley o al
interés general.
De aquí se desprende que el acto aprobado y el acto de aprobación son dos actos
jurídicos sucesivos diferentes, en los que la voluntad de los dos órganos que los
realizan no coinciden en cuanto al objeto y fin de sus respectivos actos, puesto
que mientras el objeto y fin del acto aprobado es el que se manifiesta en su
contenido, el objeto y fin del acto aprobado tiende normalmente a mantener la
regularidades en el funcionamiento de la Administración y a preservar los
intereses más amplios que los que afecta en forma directa el acto aprobado. De
esta manera hay que concluir que el particular adquiere derechos o contrae
obligaciones por virtud del acto aprobado, respecto del cual el de aprobación no es
elemento integrante, sino simplemente complementario. (Vitta, op. Cit., t. I, pág.
324).
Ejemplos de actos de esta clase son los de dispensa de edad para contraer
matrimonio (Cod. Civ., art. 151) o para que el tutor contraiga nupcias con la
persona que ha estado a su guarda (Cód. Civ., art. 159); el acto por virtud del cual
se concede una prórroga para el pago de un crédito fiscal, se condona o se reduce
dicho crédito o bien se revela a un particular de la obligación de asegurar el interés
del Disco para suspender el cobro de un crédito a favor de éste. (Cód. Fiscal, art.
12,20,30,31).
Así es, pues, que la autorización, la licencia y el permiso constituyen actos que
condicionan para un particular el ejercicio de algunos de sus derechos.
carácter provisional y por tiempo determinado o en sitio específico. (Art. 21, Regl.
D. O. De 26 de enero de 1981).
Por lo que hace a la expropiación por causa de utilidad pública, debemos decir
que constituye una acto por medio del cual el Estado impone a un particular la
cesión de su propiedad por causa de utilidad pública mediante ciertos requisitos,
de los cuales el principal es la compensación que al particular se le otorga por la
privación de esa propiedad (infra, núms. 309-318).
Entre esos actos hay unos que consisten en la recepción de declaraciones de los
particulares o en la inscripción que hace la autoridad administrativa de personas,
bienes o cualidades de unas o de otros, como en el caso de los padrones, del
catastro, etc. Dentro de este primer grupo se encuentran toda un serie de actos a
que hemos aludido antes (supra, núm 14), por cuyo medio la administración
interviene para dar autenticidad, valides, publicidad o certidumbre a determinadas
relaciones de la vida civil de los particulares, tales como los actos de registro civil,
de registro de la propiedad, de registro de comercio, etc.
Los actos de registro, lo mismo que los de certificación, no en todos los casos
producen los mismos efectos jurídicos, pues mientras que algunos tienen efectos
constitutivos respecto de la relación misma, tales como el matrimonio civil, el
registro de sociedades comerciales, otros se limitan a constituir una prueba del
hecho o de la relación, como el registro de nacimiento de función o de los
certificados que se expiden para servir de base a otro acto administrativo.
UNIDAD VI
EL PROCEDIMIENTO DE LA CONCESIÓN DE LOS
SERVICIOS PÚBLICOS
Contenidos:
1. La concesión de explotación de bienes del Estado.
Fichas bibliográficas:
VI. 1. A Fraga Gabino, “Derecho Administrativo” Ed. Porrua.México, 1987, P.p.
367-374
VI. 1. B Martínez Morales Rafael “Derecho Administrativo” Ed. Harla. México,
1999, P.p. 33-38
VI. 1. C Acosta Romero Miguel, “Teoría General del der. Admvo.” Ed. Porrua.
México, 1978, P.p. 410-431
LA CONCESIÓN
INTRODUCCIÓN
La Ley de 1894, con varias modificaciones y estando suspendida en parte, vino
rigiendo hasta el año de 1917, en que la Constitución Federal estableció un
régimen para la propiedad que significa una regresión a la legislación colonial,
puesto que en su artículo 27 establece el principio de que a la Nación corresponde
originariamente la propiedad de las tierras y aguas del territorio y que ellas sólo
puede ser adquiridas mediante título que la propia Nación otorgue: concede a la
Nación la facultad de imponer a al propiedad privada las modalidades que dicte el
interés público; al sancionar los procedimientos de dotación y restitución de tierras
a favor de las corporaciones de población que carezcan de ellas. Vino también a
restituir el régimen implantado por la legislación colonial respecto del cuidado que
esta tuvo para que los indios obtuvieran y conservaran las tierras que les fueran
necesarias y finalmente establece la facultad de revisar todos los contratos y
concesiones hechos por los gobiernos anteriores desde el año de 1876, que
hayan traído como consecuencia el acaparamiento de tierras, aguas y riquezas
naturales de la nación por una sola persona o sociedad, y la facultad del Poder
Ejecutivo para declararlos nulos cuando impliquen perjuicios graves para el interés
público, siendo esa facultad la consagración del sistema tradicional implantado por
la legislación española, que constantemente estuvo expidiendo disposiciones con
el objeto de legitimar la titulación de la propiedad, fundándose en que el dominio
del Rey no se extinguía con la merced, sino que “flotaba al lado del dominio
individual”.
Así pues, la Constitución de 1917 no ha hecho más que volver el régimen de la
propiedad a la situación que le impone su origen mismo, reconociendo que la
propiedad territorial mexicana tiene su origen mismo, constutiyendo un tipo diverso
de esta, no puede ser juzgado con el criterio que dan las instituciones jurídicas
derivadas directamente del derecho romano.
La propiedad originaria que la Nación tiene sobre las tierras del territorio de al
republica, que constituye un elemento de su patrimonio, se rige actualmente por la
ley sobre terrenos baldíos y nacionales de 30 de Diciembre de 1950 (D.O. de 7 de
febrero de 1951).
173
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
EVOLUCIÓN HISTÓRICA.
Los orígenes de la concesión son remotos, se hababa antiguamente de privilegios
que otorgaban los soberanos para premiar a sus servidores, por servicios
174
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
El 10 de enero de 1559, se expidió por la princesa Doña Juana, una Ley de Minas,
anulando las antiguas mercedes e incorporando las minas de oro, plata y azogue
a la Corona, cuando no se hubieren trabajado.
EPOCA INDEPENDIENTE.
En otras materias, verdaderamente se firmaron contratos entre la Administración
Pública y los particulares para restar determinados servicios públicos y utilizar
bienes del Estado. En esos contratos, las partes estipulaban la serie de
condiciones financieras y de toda índole, que afectarían a la actividad del
concesionario; en ocasiones señalaban también en ellos las tarifas que pagarían
los usuarios, ya que en esa época la legislación administrativa era muy escasa.
Es así como se observa que, durante el siglo pasado, la mayor parte de las
concesiones se otorgaban a través de contratos; sin embargo, la evolución de los
principios que regulan estos conceptos a través del tiempo, ha ido cambiando los
mismos, al grado de que, en nuestra opinión, es posible afirmar actualmente que
en los Estados Unidos Mexicanos, la concesión ya no contiene ningún elementos
contractual, sino que es un acto administrativo discrecional por parte de la
autoridad administrativa y en ciertos casos, no sólo se ha eliminado ya el concepto
de contrato en esta materia, sino que el Estado se ha reservado para sí la
realización de determinadas actividades que se consideran de interés público y
que antes eran realizadas por los particulares a través de concesiones; así
tenemos que de acuerdo con las reformas de 29 de enero de 1960, el párrafo
sexto del artículo 27 de la Constitución, en materia de hidrocarburos y petróleo, no
176
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Desde el primer capítulo de esta obra indicamos que el servicio público constituye
sólo una parte de la actividad del Estado al lado de la de policía que limita y regula
la actividad de los particulares y la de fomento, vigilancia y control de la misma.
El servicio público considerado como una parte tan sólo de la actividad estatal, se
ha caracterizad como una actividad creada con el fin de dar satisfacción a una
necesidad de interés general que de otro modo quedaría insatisfecha, mal
satisfecha o insuficientemente satisfecha, y aunque la idea de interés público se
encuentra en todas las actividades estatales y la satisfacción de los intereses
generales no es monopolio del Estado, lo que distingue al servicio público es que
la satisfacción del interés general constituye el fin exclusivo de su creación (
Laubadère, D. Adm. 4º edición, pág. 457. Rivero, D. Adm. Pág. 372. Garrido Falla,
op cit., t. II, pág. 317).
Con el mismo criterio de esta ley y dada la finalidad que se persigue con la
creación del servicio público, la doctrina también ha considerado como principios
esenciales comunes a todos los servicios el de su continuidad en razón de la
permanencia de la necesidad que se pretende satisfacer; el de adaptación, o sea
la posibilidad de modificarlo a medida que vaya variando dicha necesidad.
Dentro de las que excluyen la intervención del Estado, pueden formarse dos
categorías; una, que considera a las sustancias minerales como una accesión de
la propiedad del suelo, y otra que considera dichas sustancias res nullius.
las sustancias minerales son res nullius, pero su aprovechamiento sólo puede
hacerse mediante título que el Estado otorga al que descubre esas sustancias, o
bien se considera que las sustancias minerales no corresponden al dueño del
suelo por virtud de la accesión ni al primer ocupante, sino que son propiedad del
Poder público.
Todavía, dentro de esta última modalidad, pueden señalarse las que establecen la
propiedad privada del Estado sobre las sustancias minerales y las que sancionan
el régimen de dominio público.
Para explicar la naturaleza de ese dominio directo han existido muy diversos
criterios que con el objeto de analizarlos podemos reducirlos a cuatro
fundamentales. En primer lugar, se dice que el dominio director es un domino
eminente. En segundo lugar, se considera el domino directo como un dominio
semejante al que conserva el dueño en la efiteusis. En tercer lugar, se considera
este dominio como una facultad especial del soberano que en la legislación
española se denominaba dominio radical, y, por último, existe otra tesis que
considera el dominio directo como un verdadero derecho de propiedad a favor de
la Nación.
En efecto, el dominio eminente se tiene por la Nación sobre todos los bienes que
están sometidos a su jurisdicción: consiste simplemente en la facultad de legislar
sobre determinados bienes, en la facultad de expropiarlos cuando son necesarios
para un fin de utilidad pública. En una palabra, el dominio eminente no es una
forma especial de propiedad, sino un atributo de la soberanía, que consiste en
ejercer jurisdicción sobre todos los bienes situados en el territorio en el que se
ejercita dicha soberanía.
Pero estimamos que tratándose del espacio situado sobre el territorio nacional, no
puede negarse que el dominio directo sólo significa una jurisdicción especial de
cada Estado cuyo alcance se determina por el Derecho Internacional.
c) Una tercera explicación del dominio directo es la que considera a éste con
el carácter que algunas leyes españolas dieron al dominio de la Corona
sobre las sustancias minerales. En dichas leyes se hablaba del dominio
radical que la corona tenía sobre las mismas y que consistía en que ésta
podía titular a favor de particulares las minas transmitiéndoles una
propiedad que sólo los obligaba a la entrega de una parte proporcional de
los productos y a la explotación y población de las minas; pero fuera de
estas dos obligaciones, la propiedad era una propiedad equiparable a la
propiedad civil y el Rey solamente conservaba una facultad para el caso de
que no se cumpliera con las obligaciones antes dichas, siendo esa facultad
la que constituía el llamado dominio radical.
d) Por último, existe una tesis en la cual se considera que la Nación tiene una
propiedad perfecta sobre las sustancias minerales. Se dice, dentro de ella,
que tratándose de sustancias minerales lo que ocurrió en la colonia fue que
el Monarca español no admitía que quedaran en manos particulares, sino
que, además del dominio eminente que se reservaba, las incorporaba
realmente a su patrimonio, de tal manera que sobre ellas la Corona tuvo
una propiedad que pudo definirse como una propiedad completa, que es la
forma como está consagrada en la Constitución.
180
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Las objeciones que se pueden presentar contra esta explicación, son las mismas
que hemos estudiado cuando nos ocupamos de determinar el carácter de la
relación que el Estado tiene con los bienes de dominio público, es decir, se indica
que la inalienabilidad y la imprescriptibilidad vienen a ser un obstáculo para que
se habla de una propiedad perfecta, ya que ésta constituye la facultad de disponer
libremente.
Así pues, creemos que la última tesis expuesta es la más aceptable para precisar
el concepto del dominio directo que utiliza la Constitución, debiendo agregar que
nuestro sistema legislativo puede colocarse dentro de la categoría de
legislaciones que adoptan la intervención del Estado, asignándole a éste una
propiedad regida por el derecho público.
Nos queda, por último, el estudio del carácter que tiene la propiedad que el párrafo
quinto del artículo 27 de la Constitución establece sobre determinadas corrientes y
depósitos de agua.
Sobre el particular debemos decir que el dominio de las aguas del territorio tiene
los mismos antecedentes que el dominio de las tierras; pero que desde la
legislación colonial se hizo una separación entre las aguas que podían entrar a
formar parte del dominio privado de los particulares mediante una merced real, y
las aguas que reuniendo ciertos caracteres especiales eran irreductibles a dicha
propiedad. En la misma legislación española se establecieron varias servidumbres
aun sobre las aguas mercedadas, a favor de los aprovechamientos comunes.
Pero antes de esa fecha, en el Código Civil de 1870, al definir los bienes de
propiedad pública y de propiedad privada, se estableció como de propiedad
pública la de los ríos, sin exigir que éstos fueran de carácter permanente o que
tuvieran alguna otra característica especial.
De aquí se desprende que en nuestro actual sistema legislativo, las aguas están
sujetas a dos regímenes: uno que permite su adquisición por particulares, y otro
que establece la propiedad de la Nación con el carácter de inalienable. La misma
Constitución se encarga de prevenir que las aguas que no estén dentro de la
enumeración que señala en el párrafo quinto el artículo 27, se consideran como
aguas susceptibles de propiedad privada.
En todo caso, el régimen sobre esta propiedad inalienable de la Nación, es, del
mismo modo que la propiedad sobre las sustancias minerales, un régimen de
derecho público, en el que se reconoce que hay una afectación de los bienes a la
satisfacción de necesidades colectivas, afectación que es el fundamento de la
inalienabilidad establecida.
183
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Por tanto, para completar el estudio del régimen de los bienes del dominio público
de la Nación, consignado en la Constitución, habremos de referirnos en este
capítulo al examen de las concesiones autorizadas en materia de minas y de
aguas.
cada una de las dos clases de concesión, puesto que una se limita a autorizar la
explotación de una riqueza pública y la otra la instalación y gestión de un servicio
público.
De aquí se desprende que si por un motivo legal o de hecho deja de cumplirse con
la obligación de explotar, dejará de existir concomitantemente el derecho para
apropiarse de los productos.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Así, la Ley Federal de Aguas previene que “es causa de caducidad de las
concesiones, dejar de explotar, usar o aprovechar durante dos años consecutivos
las aguas objeto de las mismas” (art. 140). La Ley Miera, por su parte, impone al
concesionario la obligación de ejecutar y comprobar los trabajos de explotación
que señalen la ley y sus disposiciones reglamentarias (art. 65) y considera como
causa de caducidad la falta de cumplimiento de esta obligación.
No creemos, sin embargo, que la facultad del explotador para apropiarse los
productos pueda considerarse como una contraprestación civil de la obligación de
explotar, ni tampoco puede pensarse que el Estado quede obligado a garantizar la
amortización de las inversiones y el lucro esperado, pues para ello se necesitaría
que hubiera una correlación minuciosa entre el monto de las cargas que impone la
concesión y las ventajas que de ella derivan. Lo que ocurre simplemente es que
aun cuando frente al Estado la facultad de aprovechamiento está subordinada al
cumplimiento de la obligación de explotar, frente a los terceros y en el campo de la
vida económica, esa facultad representa un bien apreciable en dinero, como otros
muchos bienes de esa naturaleza que se originan en el campo del derecho
administrativo, y que, como dice Hauriou, se superponen a los bienes de la vida
civil (op. Cit., pág. 48).
que además de los políticos, los derechos públicos inherentes a la persona, tales
como el derecho de trabajar, de hablar, de escribir, etc.(Planiol, Dr. Pág., 103).
Parece indudable que no puede haber una situación de propietario, porque, según
se ha dicho los bienes concesionables; tampoco son inalienables; tampoco pude
tratarse de un derecho de habitación , porque su mismo nombre es excluyente de
la situación del concesionario. Tampoco puede hablarse de una servidumbre,
porque o existe predio dominante (Cod. Civ.; art. 1050); ni de un derecho de uso,
porque este se concede respecto de un bien para que se emplee en la medida que
baste para satisfacer las necesidades del usuario y de su familia, y no puede ser
gravado, ni arrendado, ni embargado (Cód. Civ; arts. 1049 y 1051).
Aunque con el usufructo pudieran encontrarse analogías, existe, por una parte, la
circunstancia ya analizada de que seria inconcebible un desmembramiento de la
propiedad como la que significa el usufructo, tratándose de bienes inalienables, y
por otra no se debe olvidar que tal como se expuso en el numero anterior, la
concesión no solo origina el, derecho de la explotación si no al m9smo tiempo
impone la obligación de efectuarla, creando una relación jurídica directa no entre
el concesionario y la cosa, sino entre el concesionario y el poder Público.
En efecto, por una parte ella organiza la explotación de los bienes que ampara
teniendo en cuenta el interés colectivo vinculado con el regular y mejor
aprovechamiento de la riquezas naturales, o bien se limita a subordinar tal
explotación a las normas legales o reglamentarias ya existentes. Desde este punto
de vista, es indudable que la concesión no tiene un carácter contractual puesto
que no se crea una situación jurídica individual por el concurso de varias
voluntades que tengan entre si una reciproca interdependencia. El acto jurídico
que en esas condiciones es creador de una situación jurídica general o la
condición para que una situación de esta naturaleza se aplique a un caso
concreto.
No se trata, sin embargo, de que en la concesión existan dos o más actos jurídicos
diversos, independientes entre sí. Por el contrario, hay una íntima vinculación
entre todos ellos en forma tal que el acto tiene perfecta unidad pues, como antes
lo expresamos, aunque la obligación de explotar esté regulada por normas
legales, ella guarda una íntima conexión con el derecho convencional de
aprovechar los productos al grado de que este derecho sólo puede subsistir
mientras aquella obligación se cumpla.
Dada la enorme cantidad de tareas que el estado tiene atribuidas para lograr sus
fines, no podría cumplirlas de manera directa; por ello existe la posibilidad de
encomendarle a los particulares la prestación de determinados servicios o
permitirles el uso de bienes públicos, cuando se interesen en ello y cuenten con
las cualidades idóneas para hacerlo.
los gobernados; desde luego, hay que tener presente también la diversidad en el
orden jurídico sobre las condiciones de la concesión. En todo caso siempre habrá
presencia estatal, la cual se manifiesta por medio de la normatividad jurídica,
puesto que se trata de bienes o actividades que pertenecen primigeniamente a la
organización política y que por diversas circunstancias se conceden u otorgan
temporalmente a los administrados.
CONCEPTO
Según Otto Mayer la concesión es:
Acto administrativo de determinado contenido. Este contenido debe consistir en
que por él se dé al súbdito un poder jurídico sobre una manifestación de la
administración pública.
Por nuestra parte, consideramos, que concesión en el acto jurídico unilateral por el
cual el Estado confiere a un particular la potestad de explotar a su nombre un
servicio o bien públicos, que le pertenecen a aquél, satisfaciendo necesidades del
interés general.
NATURALEZA JURÍDICA.
Hoy se sigue controvirtiendo la naturaleza jurídica de la concesión. De las teorías
expuestas sobre este particular, las más representativas son:
ELEMENTOS SUBJETIVOS.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Tales tareas pueden variar de acuerdo con las siempre cambiantes circunstancias
históricas, por lo que al ejemplificar se corre el riesgo de ser superado por una
realidad sumamente dinámica; desde luego, la actividad debe ser importante o
trascendental para el país, de ahí que se convierte en tarea exclusiva del estado.
Ejemplo actuales: al petróleo, la emisión de moneda, la energía nuclear, el servicio
público de energía eléctrica.
EL TÍTULO DE CONCESIÓN.
La última fase del procedimiento para otorgar la concesión es que la autoridad
administrativa aprecia si el solicitante cumplió con todos los requisitos, si tiene
capacidad general, técnica y financiera, haya otorgado las garantías previstas; y,
si lo estima conveniente al interés general, otorgará la concesión mediante una
decisión administrativa que se expresa a través de un acuerdo escrito, el que
generalmente se publica en el Diario Oficial de la Federación (hay casos en que
no se publica sino simplemente se notifica personalmente, como en las
concesiones de educación, de caza y pesca).
EXTINCIÓN DE LA CONCESIÓN.
Los modos de extinción de la concesión son varios: el más normal es el
cumplimiento del plazo; luego tenemos la falta de objeto o materia de la
concesión; la revocación; la caducidad; la rescisión y el rescate.
c) Rescisión.
d) Revocación.
193
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
e) Caducidad
f) Rescate.
g) Renuncia.
La quiebra del concesionario en la empresa que presta los servicios o explota los
bienes, puede traer también la extinción de la concesión y se estima que, en estos
casos, las autoridades, cuando se trate de servicios públicos de gran
trascendencia para la colectividad, deben asegurar la continuidad de los mismos;
así tenemos, por ejemplo, el caso reciente de la quiebra del ferrocarril Penn
Central en los Estados Unidos, en el que la Corte Federal del Distrito de Filadelfia
aseguró que los trenes continuaran operando normalmente, a pesar del estado de
quiebra.
PLAZO.
En lo que se refiere al plazo de vigencia de la concesión, no existe un precepto
que fije un mínimo o un máximo para todos los casos. Cada materia es tratada en
particular por su correspondiente legislación, atendiendo a su naturaleza y fines;
de tal suerte que puede haber plazos que van desde seis meses, 25 o 30 años,
hasta indefinidos (este último supuesto es sumamente raro). En la actualidad,
dada la privatización de muchas actividades y el auge del neoliberalismo, los
plazos tienden a ser más largos.
Toda persona tiene capacidad de goce que, según Rafael Rojina Villegas, es la
aptitud para ser titular de derechos y para ser sujeto de obligaciones; también se
habla de la capacidad de ejercicio, de la cual no dice el mismo autor, que es la
posibilidad jurídica del sujeto para hacer valer directamente sus derechos, celebrar
en nombre propio actos jurídicos y cumplir sus obligaciones.
Capacidad financiera
La capacidad financiera es también otro requisito que generalmente se exige al
concesionario y consiste en que éste debe tener el capital necesario que le
permita contratar al personal que va a prestar el servicio, el que va a dedicar a la
explotación de los bienes del Estado, y adquirir el equipo, y los bienes que
también se destinarán a ese efecto. Hay casos en que las leyes exigen al
solicitante de una concesión la constitución de depósitos en efectivo, o el
otorgamiento de garantías, para asegurar la capacidad técnica y financiera del
propio solicitante, como en la concesiones de radiodifusión, en que se garantiza,
de antemano, la adquisición del equipo de transmisión.
Régimen de concesión.
El régimen de concesión es de Derecho Público; así, tenemos que existen leyes
administrativas que regulan esta materia, y que son, entre otras: Ley Orgánica del
Distrito Federal; Ley Federal de la Reforma Agraria; Ley General de Bienes
Nacionales; Ley de Vías Generales de Comunicación; Ley de Navegación y
Comercio Marítimo; Ley Federal de Aguas; Ley Reglamentaría del Art. 27
Constitucional en materia de explotación y aprovechamiento de recursos
minerales; Ley General de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares;
Ley General de Instituciones de Seguros; Ley Forestal y ley Federal de Caza, así
como los reglamentos de estas leyes y decretos, acuerdos y circulares sobre las
198
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Tarifas.
La tarifa constituye el precio que paga el usuario por la prestación del servicio
público. Las tarifas son fijadas unilateralmente por el Estado, ya sea a través de
leyes, de reglamentos, decretos o acuerdos; generalmente se escucha a los
concesionarios en la fijación de las tarifas, sin que esto quiera decir que
constituyen contratos; en la práctica, algunas se publican en el Diario Oficial de la
Federación, y, en nuestra opinión, deben tener además publicidad por otros
medios.
Excepcionalmente el Estado permite que las partes las ajusten al costo del
servicio, mediante los contratos que celebren entre concesionarios y usuarios.
Rescate
Es un principio aplicable a las concesiones de explotación de bienes del Estado; el
rescate es un acto administrativo, mediante el cual, la autoridad administrativa
recupera los bienes que había concedido previamente, por causas de utilidad
pública; la doctrina generalmente se orienta a precisar que en este caso, el Estado
debe indemnizar al concesionario por las inversiones que hubiere efectuado y por
la privación que se le hace del plazo de explotación; en mi opinión, ese rescate
constituye n caso típico de revocación administrativa. Se dice que es rescate,
porque los bienes nunca salieron del dominio del Estado, sólo se permitió el uso
temporal de ellos al concesionario.
Derecho de reversión
Es una institución administrativa que opera en las concesiones y consiste en que
una vez transcurrido el plazo de la concesión, los bienes afectos ya sea al servicio
público, o a la explotación de bienes del Estado, pasan a ser propiedad de éste sin
necesidad de contraprestación alguna.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
LA ASIGNACIÓN
La asignación es una figura jurídica que ha surgido en la experiencia
administrativa mexicana, cuya finalidad fundamental es diferenciar el régimen
jurídico de la explotación de los bienes del Estado, que se aplica a los particulares,
de aquél que rige los organismos del sector público, gobiernos estatales y
municipales. Existe fundamentalmente en dos materias, la minera y la de aguas.
LA ASIGNACIÓN MINERA.
En el área de minería tiene cierto paralelo con la concesión minera, la asignación
minera, que es definida como “un acto administrativo mediante el cual el Estado
otorga a las entidades públicas mineras el derecho de explotar las substancias
mineras contenidas en la zona motivo de la asignación, así como los derechos
conexos necesarios para poder efectuar dichos trabajos de explotación.
Consideramos que constituye un decreto de destino mediante el cual la
Administración Pública Federal señala y afecta una superficie y los minerales
contenidos en el subsuelo de la misma, para que sean explotados por una entidad
pública minera ( que forma parte de la organización desconcentrada, o
descentralizada, de la propia Federación).
La duración de la asignación es sin límite y la superficie asignada puede ser mayor
que la que puede ser objeto de concesión.
UNIDAD VII
EL PROCEDIMIENTO DE EXPROPIACIÓN POR CAUSA DE
UTILIDAD PÚBLICA
Al finalizar la unidad el alumno:
1. Dominará el concepto de expropiación.
2. Conocerá el significado de “Causa de utilidad pública”
3. Sabrá como se realiza el procedimiento expropiatorio de bienes en el
Estado de Michoacán.
4. Comprenderá los casos en que tiene aplicación el recurso de revocación.
Contenidos:
1. Fundamento legal de dicho procedimiento
2. Concepto de causa de utilidad pública
3. La indemnización y época de pago
4. El procedimiento expropiatorio de bienes en el Estado de Michoacán
5. Autoridades que intervienen en el procedimiento expropiatorio de bienes
6. Del acuerdo expropiatorio
7. De la fijación del precio de la cosa expropiada
8. Del recurso de revocación
Fichas bibliográficas:
201
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
VII. 1. A Fraga Gabino, “Derecho Administrativo” Ed. Porrua. México, 1987, P.p.
379-386
VII. 1. B Ley de Expropiación.( www.presidencia.gob.mx
VII. 2. A Fraga Gabino, “Derecho Administrativo” Ed. Porrua. México, 1987, P.p.
379-386
VII. 2. B Ley de Expropiación.( www.presidencia.gob.mx
VII. 3. A Fraga Gabino, “Derecho Administrativo” Ed. Porrua. México, 1987, P.p.
379-386
VII. 3. B Ley de Expropiación.( www.presidencia.gob.mx
Pero puede suceder que el propio Estado necesite para algunas de sus
atenciones, bienes que formen parte de la propiedad privada y que no pueda
obtenerlos por medio de arreglos contractuales con sus dueños.
Por otra parte, mientras que con la expropiación se priva a una particular de sus
bienes en tanto que esto es necesario al Estado, la modalidad sólo afecta el
régimen jurídico de propiedad imponiendo una acción o una abstención, en tanto
que el ejercicio absoluto de aquélla puede causar un perjuicio a algún interés
social cuya salvaguardia esté encomendada al Estado.
El Código Civil, en su artículo 830, previene que el propietario de una cosa puede
gozar y disponer de ella con las limitaciones y modalidades que fijen las leyes, y
en todo el capítulo de disposiciones generales en materia de propiedad el mismo
Código señala una serie de limitaciones y modalidades que en su conjunto
integran el régimen jurídico que norma la situación general del titular del derecho
de propiedad. La prohibición de alterar o enajenar sin permiso de la autoridad
administrativa las cosas que se consideren notables y características
manifestaciones de la cultura nacional (art. 834), la obligación de cerrar o cercar
una propiedad en los términos de las leyes o reglamentos (art. 842), la prohibición
de edificar y plantar cerca de las plazas fuertes, fortalezas y edificios públicos, sin
sujetarse a las condiciones especiales de los reglamentos de la materia (art. 843),
y la obligación de no construir sino en los términos de las leyes y reglamentos
sobre la seguridad y salubridad en la construcción, son junto con otras muchas de
la misma índole, restricciones, modalidades que dan configuración al régimen
jurídico de la propiedad.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
El párrafo segundo de este precepto dispone que “las expropiaciones sólo podrán
hacerse por causa de utilidad pública y mediante indemnización”.
Los apartados marcados con los números X y XIV del propio artículo 27, previenen
la expropiación por cuenta del Gobierno Federal del terreno que baste a satisfacer
las necesidades de núcleos de población que carezcan de ejidos o no puedan
lograr su restitución, consignando como único derecho de los propietarios la
facultad de acudir al Gobierno Federal dentro de un año a partir de la resolución
respectiva para que les sea pagada la indemnización correspondiente.
Sobre l base de este precepto se expidieron las siguientes leyes sobre la materia:
de 31 de mayo de 1882, que autorizó al Ayuntamiento de México y al Ejecutivo
Federal para hacer expropiaciones por causa de utilidad pública, con sujeción a
las bases consignadas en la concesión otorgada el 13 de septiembre de 1880 a la
Compañía Constructora Nacional para la construcción de un ferrocarril de México
al Océano Pacífico y de México a la frontera norte; de 3 de julio de 1901,
adicionando la anterior y de 3 de noviembre de 1905, autorizando al Ejecutivo para
decretar y llevar a cabo la expropiación de aguas potables y terrenos para los
servicios municipales en los territorios federales. Existieron, además,
disposiciones especiales en las leyes de minería, aguas, patentes, Código Federal
de Procedimientos Civiles, etc., etc.
“Artículo 833. El Gobierno Federal podrá expropiar las cosas que pertenezcan a
los particulares y que se consideren como notables y características
manifestaciones de nuestra cultura nacional, de acuerdo con la ley especial
correspondiente”.
La Constitución de 1917 vino a precisar cuáles son las autoridades que deben
intervenir en las diversas fases de la expropiación.
Con motivo de esa falta de declaración expresa, se han sostenido dos opiniones
contrarias: una, según la cual una vez que la autoridad administrativa ha declarado
la procedencia de la expropiación, su ejecución debe realizarse por la autoridad
judicial.
Para fundar esta opinión se recurre al párrafo decimosexto del mismo artículo 27,
según el cual “el ejercicio de las acciones que corresponden a la Nación, por virtud
de las disposiciones del presente artículo, se hará efectivo por el procedimiento
206
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Se comprende desde luego que con motivo del señalamiento de esos casos,
surgen dos problemas diferentes; uno de carácter exclusivamente legal que
consiste en determinar si la legislatura es soberana para señalar las causas de
utilidad pública, y otro, de carácter netamente técnica que estriba en definir el
criterio con el cual se debe reconocer que una causa es o no de utilidad pública.
Para dar una correcta solución a la cuestión planteada creemos que es necesario
definir previamente si es posible construir técnicamente un criterio sobre lo que
debe entenderse en abstracto por causa de utilidad pública, así, por el contrario,
hay que resignarse a que casuísticamente y de acuerdo con el criterio cambiante
de los legisladores, vayan éstos estableciendo discrecionalmente casos en los que
se considere que exista esa utilidad pública.
Es fácil apreciar de lo anterior que, aunque uno de los elementos es bien definido,
el del adquiriente del bien expropiado, el otro o sea la determinación de lo que es
necesidad pública y redunde en beneficio de la colectividad, desplaza el problema
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Después de indicarse en la propia ejecutoria que “no puede marcarse una línea
que separe radicalmente lo que debe entenderse por enteres público, por interés
social y por interés nacional, ya que las palabras „utilidad publica‟, encierran un
concepto que no tiene como contrario más que el de la „utilidad privada‟, concluye
que lo que la Constitución prohíbe es que se hagan expropiaciones por utilidad
privada, pero de ninguna manera por causas de interés social o nacional‟, pues „en
última instancia todo interés social es interés nacional y todo interés nacional es
un interés público‟”.
Por nuestra parte pensamos que el concepto de utilidad pública sí puede definirse
en términos que reduzcan la discrecionalidad de los legisladores para fijarla.
209
Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Además el criterio que sustentamos es de tal manera comprensivo que hace inútil
cualquiera tesis basada únicamente en el empleo de diversos vocablos, siendo
bastantes los términos “utilidad pública” para abarcar todos los casos en que el
Estado tiene obligación, por razón de sus atribuciones, de dar satisfacción a una
necesidad, y en el concepto de que poco importa que esos casos varíen, pues
basta que el Estado esté dotado de la atribución correspondiente para que pueda
considerarse que ellos son una causa de utilidad pública.
Sin embargo, el propio legislador si tiene una facultad discrecional para enumerar
en la ley los casos de utilidad pública, que considera preferentes en el momento
determinado, a reserva de incluir en la ley otros que vayan teniendo importancia o
de excluir aquellos que la hayan perdido.
Por eso, en una ley de expropiación como la que actualmente está en vigor, habrá
de tenerse presente que ni agota todos los casos posibles de utilidad pública ni los
que ella comprende son necesariamente inmutables.
ALCANCES DE LA EXPROPIACIÓN
El artículo 2º de la Ley de Expropiación establece que en los casos de utilidad
pública procederá la expropiación, la ocupación temporal, total o parcial, o la
simple limitación de los derechos de dominio.
Este precepto puede inducir a pensar que la expropiación constituye una figura
jurídica diversa de las otras afectaciones parciales del dominio; pero la verdad es
que, de acuerdo con la doctrina general en la materia, la expropiación puede tener
por objeto o el derecho de propiedad íntegramente considerado o sólo alguno de
sus atributos, o cualesquiera otra clase de derechos, según lo requiera la causa de
utilidad pública que pretenda satisfacerse.
Por lo que hace a los bienes que pueden ser expropiados, debe reconocerse, en
primer término, que el Estado no puede proceder a la expropiación del dinero en
efectivo, pues, por una parte, el medio legal para obtener los recursos
indispensables para el sostenimiento de los gastos públicos es el impuesto, y por
la otra, como la expropiación del dinero en efectivo, pues, por una parte, el medio
legal para obtener los recursos indispensables para el sostenimiento de los gastos
públicos es el impuesto, y por la otra, como la expropiación da lugar a una
indemnización en efectivo, si éste se expropiara para compensarse en la misma
especie, la expropiación dejaría de cumplir su objeto.
La doctrina esta conforme con esta solución, pues considera que de la misma
manera que la fijación y cobra del impuesto no requiere la intervención judicial,
tratándose de la expropiación, el particular no puede exigir que se siga un
procedimiento en el que se satisfagan los requisitos y formalidades del
procedimiento judicial. “La autoridad para determinar en qué caso es necesario
permitir el ejercicio de este poder (de expropiación) debe ser exclusiva del Estado
mismo; y la cuestión es siempre de un estricto carácter político que no requiere
ninguna audiencia sobre los hechos ni ninguna determinación judicial... Las partes
interesadas no tienen ningún derecho constitucional a ser oídas sobre la cuestión,
a menos que la Constitución del Estado, clara y expresamente reconozca ese
derecho y dicte las providencias para respetarlo... El Estado no tiene ninguna
obligación de dictar medidas para que una controversia judicial decida la cuestión”.
(Cooley, On Const. Limit., pág. 777).
RECURSO DE REVOCACIÓN
Los propietarios afectados podrán interponer, dentro de los quince días hábiles
siguientes a la notificación del acuerdo, recurso administrativo de revocación, y
una vez que éste se hubiese resuelto negativamente, o en caso de no haberse
interpuesto, la autoridad administrativa que corresponda procederá a la ejecución
de la declaratoria, salvo que se trate de satisfacción de necesidades colectivas, en
caos de guerra o trastornos interiores; del abastecimiento de ciudades o
poblaciones de víveres o artículos de consumo necesario, o de procedimientos
para combatir epidemias, epizootias, incendios, plagas u otras calamidades
públicas, o bien de medidas de defensa nacional o mantenimiento de la paz
pública o de medidas para evitar la destrucción de los elementos naturales o los
daños que la propiedad pueda sufrir en perjuicio de la colectividad, pues en todos
esos casos la ejecución de la declaratoria respectiva se hará sin esperar la
interposición ni la resolución del recurso de revocación (arts. 6º, 7º y 8º ).
EPOCA DE PAGO
Respecto de la época en que debe efectuarse la indemnización, el texto
constitucional no la fija con precisión, pues solamente habla que las
expropiaciones se harán mediante indemnización. Este precepto es diferente del
que existía en la Constitución de 1857, en el que se disponía que la propiedad
privada sólo podía ser ocupada previa indemnización.
Separado este caso, en todos los demás existe la duda que ha motivado la
discusión de que hablamos.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte
Así, por ejemplo, cuando el artículo 14 de la Constitución dispone que nadie puede
ser privado de la vida, de la libertad o de sus posesiones o derechos , sino
mediante juicio, está significando claramente con el término “mediante” la
necesidad de que el juicio sea previo a la privación que el propio precepto se
prevé.
En todos los casos en que el Gobierno no tiene fondos para cubrir sus
obligaciones, recurre al procedimiento de considerar las vencidas como formando
parte de su deuda pública, sin que se haya objetado legalmente el procedimiento
de otorgar a los acreedores un título de dicha deuda.
MONTO DE PAGO
La Constitución previene cuál es el monto de la indemnización que se debe recibir
el particular.
Conforme al artículo 27, párrafo XV, el precio que se fije a la cosa expropiada
debe basarse en la cantidad que como valor fiscal de ella figure en las oficinas
catastrales o recaudadoras, y sólo en el caso de mejoras o deméritos posteriores
a la fecha de la asignación del valor fiscal o cuando los valores no estuvieren
fijados en las oficinas rentísticas, la propia constitución establece el juicio pericial y
la resolución judicial.
Por último, debemos precisar cuáles son las autoridades que interviene en la
fijación de la indemnización.
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Derecho Administrativo Morelia Peña Belmonte