Está en la página 1de 4

DEFINIR LA INTERCULTURALIDAD.

Siguiendo a Raúl Fornet-Betancourt.

Plantea el autor (Fornet-Betancourt, 2002. septiembre octubre) que el problema de


la definición del concepto de interculturalidad tiene, al menos, cuatro obstáculos que
tienen como punto de partida el eurocentrismo de la concepción de definición
misma.

1. El eurocentrismo y la interculturalidad. Esta primera tensión la plantea el


autor en los siguientes términos: definir es una práctica de la razón
académica, que es propia del pensamiento occidental. La definición clasifica,
enmarca y es razón, por lo tanto es central a la cultura occidental y, por esta
vía, podría presentarse una agresión violenta del otro que no asume la
centralidad que le da la cultura científica; esto es, otras culturas no tienen ese
centralismo de la razón, por lo tanto la definición de la interculturalidad por la
vía de la pregunta: ¿qué es la interculturalidad? genera una tensión en tanto
la pregunta por el objeto.
2. Lo disciplinar y lo integral. Definir el objeto, es situarse en el lugar de las
disciplinas que fragmentan, delimitan y parcelan, en tanto se hace desde
marcos teóricos disciplinares que pueden promover el fraccionamiento de lo
intercultural, ya que, según Fornet (Fornet-Betancourt, 2002. septiembre
octubre) “alienta la visualización y percepción de lo intercultural desde el
horizonte de una práctica del saber habituada a ejercerse como observancia
estricta de la división del saber que reflejan justo las fronteras entre las
disciplinas.”
3. El sujeto implicado y el sujeto observado. Toda definición en sí misma es una
objetivación de lo que se define; esto es, lo definido en tanto pensado por
una disciplina, termina siendo objetivado desde esa razón; lo que implica que
los sujetos de los procesos interculturales dejaría de ser gestores/autores de
la interculturalidad para ser objetos de la observancia de las disciplinas,
dejando de lado la interculturalidad en tanto el otro dejar de ser para
convertirse en objeto.
4. Lo mono y lo intercultural. Finalmente, el autor plantea que la definición, en
esencia, más que una construcción disciplinar, es una pieza estructural de la
estructura arquitectónica de una teoría, lo que implica que las definiciones
que se construyen desde esa perspectiva terminan siendo una construcción
monocultural de lo intercultural; toda una contradicción en sí misma.

Ahora bien, el autor reconoce que, para asumir una aproximación a una noción de
la interculturalidad, hay que asumir un cambio de perspectiva drástico en tanto que
la pregunta ya no es por la definición en el afuera, todo lo contrario, la pregunta sería
por el adentro del sujeto; esto es ¿qué tengo de intercultural yo? para poder tener
una aproximación desde lo propio y ser interpelado desde ahí, lo que implica
aprender a pensar de otro modo, asumir una especie de “analfabetismo” intercultural
e iniciar un proceso de “alfabetización” desde el diálogo intercultural que relaciones
experiencias sobre ello y así poder reconocer otras formas de nombrar lo que
queremos; esto es, reconocer que mi “definición” es un punto de partida para lograr
un diálogo intercultural acerca de la interculturalidad.

Este ejercicio de diálogo es, necesariamente, una contrastación en sentido literal


pues este ejercicio se diferencia de la comparación en tanto el segundo busca cuál
es mejor, mientras que el primero busca complementar vía complejidad; más aún,
dicha complejización hay que asumirla también en un nivel de experiencia biográfica
en tanto hacemos parte del espacio intercultural.

Esbozada la cuestión en los términos anteriores, es pertinente continuar con una


aproximación a la interculturalidad, a partir del mismo autor, en el sentido de
desarrollar una idea de la interculturalidad desde una perspectiva filosófica (Fornet-
Betancourt, La Filosofía Intercultural, 2009) que, además, asume una idea de la
filosofía como una potencialidad humana más que una propiedad de la Grecia
clásica en una perspectiva eurocéntrica. Asume, entonces, que dicha potencialidad
es un quehacer humano que se distancia de aquella idea que asume a la filosofía
como un estudio de textos, a veces asumidos como sagrados, y la reconoce como
un saber realidad, saber-hacer realidad, en síntesis un saber contextual, lo que le
otorga una condición de pluralidad.
En ese orden de ideas, la filosofía en tanto quehacer y saber hacer realidad está
articulado a procesos históricos y en ese sentido asume el conflicto de las
interpretaciones de las realidades que serán o no posibles.

Entendida la filosofía como un saber hacer realidad, Fornet asume una perspectiva
de la interculturalidad más allá de la comunicación racional, pues en tanto práxis de
vida, la propone como una práctica envolvente, un dejarse “abordar”, “tocar”,
“impresionar” en tanto experiencia con el otro en la cotidianidad, lo que le permite
plantearnos que es un saber práctico, de experiencia de vida entre las culturas, y
por lo tanto la cultura asume una dimensión histórica.

Ahora bien, ese saber de la cultura será entonces un saber de frontera en tanto
movimiento y tránsito pero no en una relación del adentro y el afuera, más bien es
un tránsito interno con uno mismo en tanto el otro reconocido está adentro de lo
propio y no afuera objetivado.

Para desarrollar su idea la cultura como saber de frontera, construye tres


argumentos.

Primero, las culturas son procesos abiertos de trato y contrato con lo ajeno en un
proceso de apropiación y crecimiento con y desde el otro.

Segundo, lo propio no es ni individual, ni puro y está en tensión y conflicto con el


otro, pues la cultura la asume, además, en el marco de una comunidad en litigio, en
lucha permanente por determinar el rumbo de la cultura en tanto proceso que tiene
diferentes tradiciones y raíces, esto es, la cultura además es polivalente.

Y tercero, para el caso de Latinoamérica, las llamadas culturas nacionales han


opacado, sometido e invisibilizado la diversidad y han planteado la verdad desde
una cultura hegemónica que no reconoce la diferencia en positivo sino que, por el
contrario, reconoce para someter y marginar.
Bibliografía
Fornet-Betancourt, R. (2002. septiembre octubre). Lo intercultural: El problema de y con la
definición. Pasos N°103, 20-05.
Fornet-Betancourt, R. (2009). La Filosofía Intercultural. En E. M. Enrique Dussel, El
pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y "latino" 1300 - 2000 (págs.
639 - 646). México: Siglo XXI editores - Crefal.

También podría gustarte