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CODIGO BUSTAMANTE

Antonio Sánchez de Bustamante y Sirvén (La Habana; 13 de abril de 1865 - 24 de


agosto de 1951) Abogado, jurista y político cubano. Promovió la existencia de una
normativa común para América sobre el derecho internacional privado. Es por esto que
durante el 6° Congreso Panamericano celebrado en Cuba en 1928, específicamente en
el documento final, el Tratado de La Habana se adjunta en el anexo Código de Derecho
Internacional Privado (también conocido como Código de Bustamante).

Fue nombrado en 1908 miembro de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya y en


1921 fue nombrado juez de la Corte Permanente de Justicia Internacional establecidad
por la Sociedad de Naciones. Asimismo, fue el primer presidente de la Academia
Nacional de Artes y Letras de Cuba.

ANALISIS: El Código de Derecho Internacional Privado (también conocido como Código


de Bustamante) es un tratado que pretendió establecer una normativa común para
América sobre el Derecho internacional privado.

La idea de dicha normativa común fue promovida por Antonio Sánchez de Bustamante y
se concretó durante el 6° Congreso Panamericano celebrado en Cuba en 1928,
específicamente en el documento final, el Tratado de La Habana, se adjunta en el anexo
el Código de Derecho Internacional Privado.

El Código en cuestión no tuvo gran aceptación; Estados Unidos se retiró a mitad de las
negociaciones, México y Colombia no firmaron dicho tratado, Argentina, Uruguay y
Paraguay decidieron regirse por las normas de Montevideo en lo relativo al Derecho
Internacional Privado y el resto de los países ratificaron con grandes reservas.

Es meramente un conjunto de normas las cuales pretenden regular las relaciones


jurídicas de tráfico externo entre los países partes del tratado.

El Código de Bustamante es un tratado que pretendió establecer una normativa común


para América sobre el Derecho internacional privado.

La idea de dicho codex común fue incitada por Antonio Sánchez de Bustamante (La
Habana; 13 de abril de 1865 - 24 de agosto de 1951, Abogado, jurista y político
cubano.) quien promovió la existencia de una normativa común para América sobre el
derecho internacional privado.

Durante el 6° Congreso Panamericano celebrado en Cuba en 1928, la idea de


Bustamante fue tratada, y específicamente en el documento final del Tratado de La
Habana, se adjunta el anexo en donde consta el Código de Derecho Internacional
Privado.

Los diversos países asistentes en la Sexta Conferencia Internacional Americana,


enviaron a ella delegados autorizados para aprobar las recomendaciones, resoluciones,
convenios y tratados que juzgaren útiles a los intereses de América:

Perú: Jesús Melquíades Salazar, Víctor Maúrtua, Enrique Castro Oyanguren, Luis
Ernesto Denegri.

Uruguay: Jacobo Varela Acebedo, Juan José Amézaga, Leonel Aguirre, Pedro Erasmo
Callorda.

Panamá: Ricardo J. Alfaro, Eduardo Chiari.

Ecuador: Gonzalo Zaldumbide, Víctor Zevallos, Colón Eloy Alfaro.

México: Julio García, Fernando González Roa, Salvador Urbina, Aquiles Elorduy.

El Salvador: Gustavo Guerrero, Héctor David Castro, Eduardo Alvarez.

Guatemala: Carlos Salazar, Bernardo Alvarado Tello, Luis Beltranena, José Azurdia.

Nicaragua: Carlos Cuadra Pazos, Joaquín Gómez, Máximo H. Zepeda.

Bolivia: José Antezana, Adolfo Costa du Rels.

Venezuela: Santiago Key Ayala, Francisco Gerardo Yanes, Rafael Angel Arraíz.
Colombia: Enrique Olaya Herrera, Jesús M. Yepes, Roberto Urdaneta Arbeláez, Ricardo
Gutiérrez Lee.

Honduras: Fausto Dávila, Mariano Vásquez.

Costa Rica: Ricardo Castro Beeche, J. Rafael Oreamuno, Arturo Tinoco.

Chile: Alejandro Lira, Alejandro Alvarez, Carlos Silva Vildósola, Manuel Bianchi.

Brasil: Raúl Fernández, Lindolfo Collor, Alarico da Silveira, Sampaio Correa, Eduardo
Espínola.

Argentina: Honorio Pueyrredón, Laurentino Olascoaga, Felipe A. Espil.

Paraguay: Lisandro Díaz León.

Haití: Fernando Dennis, Charles Riboul.

República Dominicana: Francisco J. Peynado, Gustavo A. Díaz, Elías Brache, Angel


Morales, Tulio M. Cesteros, Ricardo Pérez Alfonseca, Jacinto R. de Castro, Federico C.
Alvarez.

Estados Unidos de América: Charles Evans Hughes, Noble Brandon Judah, Henry P.
Fletcher, Oscar W. Underwood, Dwight W. Morrow, Morgan J. O'Brien, James Brown
Scott, Ray Liman Wilbur, Leo S. Rowe.

Cuba: Antonio S. de Bustamante, Orestes Ferrara, Enrique Hernández Cartaya, José


Manuel Cortina, José B. Alemán, Manuel Márquez Sterling, Fernando Ortiz, Néstor
Carbonell, Jesús María Barraqué.
El Código en cuestión fue muy cuestionado:

-Argentina, Uruguay y Paraguay decidieron regirse por las normas de Montevideo en lo


relativo al Derecho Internacional Privado;

-México y Colombia no firmaron dicho tratado;

-Estados Unidos se retiró a mitad de las negociaciones;

-El resto de los países ratificaron con grandes reservas.

El Código en si consta meramente de un conjunto de normas relativas a normar las


relaciones jurídicas de tráfico externo entre los países partes del tratado.

Las diversas reservas de los estados partes y la reticencia de algunos especialistas del
derecho de los múltiples estados en cuando a la utilidad y aplicación de dicho tratado
sin afectar el orden interno de los mismo torno poco viable que el Código fuera puesto
en practica.

ACTA DE MONTEVIDEO, DE 8 DE ENERO DE 1979, POR LA CUAL CHILE Y


ARGENTINA SOLICITAN LA MEDIACIÓN DE LA SANTA SEDE EN EL DIFERENDO
AUSTRAL Y SE COMPROMETEN A NO RECURRIR A LA FUERZA EN SUS
RELACIONES MUTUAS

1. Invitados por Su Eminencia el Señor Cardenal Antonio Samoré, Representante


Especial de Su Santidad el Papa Juan Pablo II para cumplir una misión de paz aceptada
por los Gobiernos de la República de Chile y de la República de Argentina, se han
reunido en Montevideo los Cancilleres de ambas Repúblicas, Excelentisimo Señor
Hernán Cubillos Sallato y Excelentisimo Señor Carlos W. Pastor, quienes después de
analizar el diferendo y teniendo en consideración;

2. Que Su Santidad Juan Pablo II expresó en su mensaje a los Presidentes de ambos


países, el día 11 de diciembre de 1978, su convencimiento de que un exámen sereno y
responsable del problema podrá hacer prevalecer "las exigencias de la justicia, de la
equidad y de la prudencia como fundamento seguro y estable de la convivencia
fraterna" de los dos pueblos;
3. Que en la alocución al Colegio Cardenalicio, el 22 de diciembre de 1978, el Santo
Padre recordó las preocupaciones y los votos que ya expresara para la búsqueda del
modo de salvaguardar la paz, vivamente deseada por los pueblos de ambos países;

4. Que Su Santidad el Papa Juan Pablo II manifestó el deseo de enviar a las capitales
de los dos Estados un Representante Especial suyo para obtener informaciones más
directas y concretas sobre las posiciones respectivas y para contribuir al logro de un
arreglo pacífico de la controversia;

5. Que tan noble iniciativa fue aceptada por ambos Gobiernos;

6. Que designado para esta misión de paz Su Eminencia el Cardenal Antonio Samoré
ha mantenido, a partir del dia 26 de diciembre de 1978, conversaciones con las mas
altas Autoridades de ambos países y con sus más inmediatos colaboradores;

7. Que el día 1° de enero, en que por disposición Pontificia se celebró la "Jornada


Mundial de la Paz", Su Santidad Juan Pablo II se refirió a esta delicada situación e hizo
votos para que las Autoridades de ambos países con visión de futuro, equilibrio y
valentía, recorran los caminos de paz y pueda alcanzarse, cuanto antes, la meta de una
solución justa y honorable;

8. Declaran que ambos Gobiernos renuevan en este Acto su reconocimiento al Sumo


Pontifice Juan Pablo II por el envío de un Representante Especial. Resuelven servirse
del ofrecimiento de la Sede Apostólica de llevar a cabo una gestión y, estimando dar
todo su valor a esta disponibilidad de la Santa Sede, acuerdan solicitarle que actûe
como mediador con la finalidad de guiarlos en las negociaciones y asistirlos en la
búsqueda de una solución del diferendo para el cual ambos Gobiernos convinieron
buscar el método de solución pacífica que consideraron más adecuado. A tal fin se
tendrán cuidadosamente en cuenta las posiciones sostenidas y desarrolladas por la
partes en las negociaciones ya realizadas relacionadas con el Acta de Puerto Montt y
los trabajos a que esta dio lugar;

9. Ambos Gobiernos pondrán en conocimiento de la Santa Sede tanto los terminos de la


controversia como los antecedentes y criterios que estimen pertinentes, especialmente
aquellos considerados en el curso de las diferentes negociaciones, cuyas actas,
instrumentos y proyectos serán puestos a su disposición;

10. Ambos Gobiernos declaran no poner objeción a que la Santa Sede, en el curso de
estas gestiones, manifieste ideas que le sugieran sus detenidos estudios sobre todos
los aspectos controvertidos del problema de la zona austral, con el ánimo de contribuir a
un arreglo pacífico y aceptable para ambas partes. Estas declaran su buena disposición
para considerar las ideas que la Santa Sede pueda expresar;

11. Por consiguiente, con este Acuerdo, que se inscribe en el espíritu de las normas
contenidas en instrumentos internacionales tendientes a preservar la paz ambos
Gobiernos se suman a la preocupación de Su Santidad Juan Pablo II y reafirman
consecuentemente su voluntad conducente a solucionar por vía de la mediación la
cuestión pendiente.

DADO en Montevideo el día 8 del mes de enero del año 1979, y firmado en seis
ejemplares de idéntico tenor.

El Cardenal Antonio Samoré, Enviado Especial de Su Santidad Juan Pablo II, al recibir
la solicitud de mediación formulada por los Gobiernos de la República de Chile y de la
República Argentina, pide que dicha solicitud vaya acompañada con el compromiso de
que los dos Estados no recurrirán a la fuerza en sus relaciones mutuas, realizarán un
retorno gradual a la situation militar existente al principio de 1977 y se abstendrán de
adoptar medidas que puedan alterar la armonía en cualquier sector.

Los Cancilleres de ambas Repúblicas, Excmo. Señor Hernàn Cubillos Sallato y Excmo.
Señor Carlos Washington Pastor, dan su acuerdo en nombre de sus respectivos
Gobiernos y firman con el mismo Cardenal seis ejemplares de idéntico tenor.

DADO en Montevideo, el día 8 del mes de enero del año 1979.

CONVENCION AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS


PACTO DE SAN JOSE

Los Estados Americanos signatarios de la presente Convención,

Reafirmando su propósito de consolidar en este Continente, dentro del cuadro de las


instituciones democráticas, un régimen de libertad personal y de justicia social, fundado
en el respeto de los derechos esenciales del hombre;

Reconociendo que los derechos esenciales del hombre no nacen del hecho de ser
nacional de determinado Estado, sino que tienen como fundamento los atributos de la
persona humana, razón por la cual justifican una protección internacional, de naturaleza
convencional coadyuvante o complementaria de la que ofrece el derecho interno de los
Estados americanos;

Considerando que estos principios han sido consagrados en la Carta de la


Organización de los Estados Americanos, en la Declaración Americana de los Derechos
y Deberes del Hombre y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que han
sido reafirmados y desarrollados en otros instrumentos internacionales, tanto de ámbito
universal como regional;

Reiterando que, con arreglo a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sólo
puede realizarse el ideal del ser humano libre, exento del temor y de la miseria, si se
crean condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos económicos,
sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos, y

Considerando que la Tercera Conferencia Interamericana Extraordinaria (Buenos Aires,


1967) aprobó la incorporación a la propia Carta de la Organización de normas más
amplias sobre derechos económicos, sociales y educacionales y resolvió que una
convención interamericana sobre derechos humanos determinara la estructura,
competencia y procedimiento de los órganos encargados de esa materia,

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