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La Lola
La Lola
La Lola
La Lola es un personaje que foma parte de la mitología de una
amplia zona geográfica, pues su leyenda se registra en
Antofagasta, Santiago, O’Higgins y Colchagua.
En la provincia de Antofagasta, en la época de los descubrimientos,
fue muy conocida una bella mujer llamada Lola. Su padre vivía para
cuidar a su hija y distanciarla de sus enamorados.
La Lola sembraba ilusiones y desengaños en los hombres, y mucha
envidia entre las mujeres. Un día conoció a un hombre del que se
enamoró, pero él amaba a otra mujer; ella, al sentirse desplazada,
se transformó en una terrible celosa. Fue así como, una noche, se
dirigió descalza y silenciosa a la habitación donde dormía el hombre
y lo mató con un puñal. Después huyó a los cerros dando gritos y
alaridos. Al tiempo regresó al poblado, víctima de la locura, solo
sabiendo reír, hasta que murió. Desde entonces la Lola y su espíritu
vengativo recorren los cerros.
La Añañuca
Es una flor típica de la zona norte de nuestro país, que
crece específicamente entre Copiapó (Región de Atacama)
y el valle de Quilimarí (Región de Coquimbo). Pocos saben
que su nombre proviene de una triste historia de amor.
Cuenta la leyenda que en tiempos previos a la
Independencia de Chile, en la localidad de Monte Patria,
vivía Añañuca, una bella joven indígena que todos los
hombres querían conquistar, pero nadie lograba.
Un día llegó al pueblo un minero que andaba en busca de
un tesoro. Al conocer a Añañuca, surgió el amor entre
ambos, por lo que decidieron casarse.
La pareja fue feliz durante un tiempo, pero una noche, el
joven tuvo un sueño donde un duende le revelaba el lugar
en donde se encontraba la mina que por tanto tiempo
buscó. A la mañana siguiente, sin avisarle a nadie, ni
siquiera a su mujer, partió a buscarla.
Añañuca, desolada, lo esperó y esperó, pero pasaban los
días, las semanas, los meses y el joven minero nunca
regresó.
Se dice que éste habría sido víctima del espejismo de la
pampa o de algún temporal, causando su desaparición y,
presuntamente, su muerte.
Añañuca pronto murió, producto de la gran pena de haber
perdido a su amado. Fue enterrada por los pobladores en
pleno valle en un día de suave lluvia. Al día siguiente, salió
el sol y todos los vecinos del pueblo pudieron ver un
sorprendente suceso. El lugar donde había sido enterrada
la joven se cubrió por una abundante capa de flores rojas.
Desde ese momento, se asegura que esta joven se
convirtió en flor, como un gesto de amor a su esposo, ya
que de esta manera permanecerían siempre juntos. Así fue
que se le dio a esta flor el nombre de Añañuca.
La Añañuca
Es una flor típica de la zona norte de nuestro país, que
crece específicamente entre Copiapó (Región de Atacama)
y el valle de Quilimarí (Región de Coquimbo). Pocos saben
que su nombre proviene de una triste historia de amor.
Cuenta la leyenda que en tiempos previos a la
Independencia de Chile, en la localidad de Monte Patria,
vivía Añañuca, una bella joven indígena que todos los
hombres querían conquistar, pero nadie lograba.
Un día llegó al pueblo un minero que andaba en busca de
un tesoro. Al conocer a Añañuca, surgió el amor entre
ambos, por lo que decidieron casarse.
La pareja fue feliz durante un tiempo, pero una noche, el
joven tuvo un sueño donde un duende le revelaba el lugar
en donde se encontraba la mina que por tanto tiempo
buscó. A la mañana siguiente, sin avisarle a nadie, ni
siquiera a su mujer, partió a buscarla.
Añañuca, desolada, lo esperó y esperó, pero pasaban los
días, las semanas, los meses y el joven minero nunca
regresó.
Se dice que éste habría sido víctima del espejismo de la
pampa o de algún temporal, causando su desaparición y,
presuntamente, su muerte.
Añañuca pronto murió, producto de la gran pena de haber
perdido a su amado. Fue enterrada por los pobladores en
pleno valle en un día de suave lluvia. Al día siguiente, salió
el sol y todos los vecinos del pueblo pudieron ver un
sorprendente suceso. El lugar donde había sido enterrada
la joven se cubrió por una abundante capa de flores rojas.
Desde ese momento, se asegura que esta joven se
convirtió en flor, como un gesto de amor a su esposo, ya
que de esta manera permanecerían siempre juntos. Así fue
que se le dio a esta flor el nombre de Añañuca.
Leyenda la Pincoya
Esta leyenda comienza hablando de Huenchula, quien era nada
más y nada menos que la consorte del rey del mar. Hay que
mencionar que algunas personas de ciertas regiones de Chile, se
refieren al monarca como Millalobo.
El caso es que Huenchula acababa de convertirse en madre y uno
de sus más grandes anhelos, era que su marido la dejara salir a
tierra firme, para que ésta pudiera llevar a su hija Pincoya, para que
la conocieran sus abuelos.
La mujer salió del mar llevando a su hija en brazos tapada con
hojas de algas marinas. Los padres de Huenchula, también tenían
muchas ganas de ver a la criatura. Sin embargo, antes de que su
madre quitara todas las hojas que cubrían a la bebé, se acordó de
que su marido le había dicho que ningún humano podía verla.
Así que la mantuvo tapada durante la visita. Cuando estaba a punto
de irse, les pidió a los abuelos que cuidaran a Pincoya un momento,
en lo que ella iba a la embarcación que la llevó a tierra, para sacar
unos obsequios que les había traído.
El mito hace referencia al espíritu de una mujer joven que aparece por las
noches, arrastrando el féretro de su esposo.
Por otro lado, su padre quien siempre quiso que su hija se casara con un
hombre de buena familia, la protegía demasiado, pues no deseaba que su
retoño se relacionara con alguien que no perteneciera a la clase alta.
Pese a lo que se pudiera pensar, la pareja no era feliz, ya que el minero le era
infiel a su mujer. Según cuentan los que saben esta crónica, un día Lola decidió
esperar a su esposo en casa.
El mito hace referencia al espíritu de una mujer joven que aparece por las
noches, arrastrando el féretro de su esposo.
Por otro lado, su padre quien siempre quiso que su hija se casara con un
hombre de buena familia, la protegía demasiado, pues no deseaba que su
retoño se relacionara con alguien que no perteneciera a la clase alta.
Pese a lo que se pudiera pensar, la pareja no era feliz, ya que el minero le era
infiel a su mujer. Según cuentan los que saben esta crónica, un día Lola decidió
esperar a su esposo en casa.
También se comenta que, por las noches, lanzaba un hechizo sobre su hogar, para evitar
que tanto su esposo como sus hijos se despertaran durante la noche y así ella pudiera
salir a lanzar conjuros a diestra y siniestra, sin el peligro de ser descubierta.
Muchas veces ella misma se aplicaba una crema, que le brindaba la posibilidad de
convertirse en una oveja negra. Este disfraz lo usaba para pasear por el campo sin ser
molestada.
No obstante, una noche que estaba a punto de abandonar su domicilio, se le olvidó lanzar
el conjuro que dormía a sus hijos, por lo que éstos la vieron transformarse.
Los pequeños cogieron el frasco que había dejado su madre sobre la mesa y se lo untaron
rápidamente en el rostro. Pasados unos segundos, su cuerpo se transformó en el de unos
pequeños zorros.
Al principio los niños estuvieron muy felices, pues pensaron que sería divertido salir a
pasear “disfrazados” por el bosque. A pesar de ello, después de unos minutos comenzaron
a llorar amargamente, puesto que se habían dado cuenta de que no tenían un modo de
regresar a ser humanos.
Sin embargo, al ver tirado uno de los frascos. A los zorros, recordó las clásicas leyendas
chilenas que afirmaban que las brujas usaban pomadas para convertir a los malos en
animales.
Buscó por toda la casa, hasta que encontró oculto en el sótano el lugar en donde estaban
los ungüentos. Revisó las etiquetas y cuando encontró la que decía “antídoto” se lo aplicó
a los niños, quienes rápidamente recobraron su forma humana.
Luego de eso, el hombre tomó todos los demás tarros y vació el contenido de estos en el
río. Seguidamente, tomó a sus hijos y abandonó la casa lo más pronto posible.
Se untó los sobrantes de las cremas en sus manos y en su cabeza, logrando que éstas
recuperarán la forma humana, pero dejando el resto de su cuerpo igual al de una oveja.
Por esa razón, algunas noches los campesinos afirman que se puede escuchar balar a
una oveja, quien busca a sus hijos desesperadamente. Adicionalmente, existe otra versión
en la que se dice que la gente a veces le deja afuera de sus casas un plato de comida a la
Calchona, pues se trata de una criatura mitológica completamente inofensiva, puesto que
los años que ha pasado buscando a su familia, le han servido para arrepentirse de todos
los males que provocó.
La Calchona
Los chilenos dicen que la Calchona era una hechicera que vivía con su marido y dos hijos.
No obstante, éstos no sabían que en realidad la mujer era una bruja.
También se comenta que, por las noches, lanzaba un hechizo sobre su hogar, para evitar
que tanto su esposo como sus hijos se despertaran durante la noche y así ella pudiera
salir a lanzar conjuros a diestra y siniestra, sin el peligro de ser descubierta.
Muchas veces ella misma se aplicaba una crema, que le brindaba la posibilidad de
convertirse en una oveja negra. Este disfraz lo usaba para pasear por el campo sin ser
molestada.
No obstante, una noche que estaba a punto de abandonar su domicilio, se le olvidó lanzar
el conjuro que dormía a sus hijos, por lo que éstos la vieron transformarse.
Los pequeños cogieron el frasco que había dejado su madre sobre la mesa y se lo untaron
rápidamente en el rostro. Pasados unos segundos, su cuerpo se transformó en el de unos
pequeños zorros.
Al principio los niños estuvieron muy felices, pues pensaron que sería divertido salir a
pasear “disfrazados” por el bosque. A pesar de ello, después de unos minutos comenzaron
a llorar amargamente, puesto que se habían dado cuenta de que no tenían un modo de
regresar a ser humanos.
Sin embargo, al ver tirado uno de los frascos. A los zorros, recordó las clásicas leyendas
chilenas que afirmaban que las brujas usaban pomadas para convertir a los malos en
animales.
Buscó por toda la casa, hasta que encontró oculto en el sótano el lugar en donde estaban
los ungüentos. Revisó las etiquetas y cuando encontró la que decía “antídoto” se lo aplicó
a los niños, quienes rápidamente recobraron su forma humana.
Luego de eso, el hombre tomó todos los demás tarros y vació el contenido de estos en el
río. Seguidamente, tomó a sus hijos y abandonó la casa lo más pronto posible.
Se untó los sobrantes de las cremas en sus manos y en su cabeza, logrando que éstas
recuperarán la forma humana, pero dejando el resto de su cuerpo igual al de una oveja.
Por esa razón, algunas noches los campesinos afirman que se puede escuchar balar a
una oveja, quien busca a sus hijos desesperadamente. Adicionalmente, existe otra versión
en la que se dice que la gente a veces le deja afuera de sus casas un plato de comida a la
Calchona, pues se trata de una criatura mitológica completamente inofensiva, puesto que
los años que ha pasado buscando a su familia, le han servido para arrepentirse de todos
los males que provocó.
Basilisco
Cuentan las leyendas de Chile que el Basilisco es una criatura
mágica que surgió de la combinación de un reptil y una gallina.
Los lugareños aseveran que por lo menos una vez al año, los
granjeros encuentran una docena de huevos extraños en sus
graneros.
Los lugareños aseveran que por lo menos una vez al año, los
granjeros encuentran una docena de huevos extraños en sus
graneros.
Realmente son pocas las personas que han podido dar una descripción certera
de su cabeza, pues se dice que ésta se encuentra cubierta por una suerte de
tentáculos que desembocan en dos puntos de color rojo, los cuales se cree que
son nada más y nada menos que los ojos de dicha bestia.
Uno de los poderes más conocidos del Cuero es el poder dominar el agua a su
antojo. Él puede hacer subir o bajar la crecida del río, con tan sólo desearlo.
También, tiene la capacidad de hipnotizar a sus víctimas, para que éstas
permanezcan inmóviles durante su ataque.
Ahora mismo se me viene a la mente el relato que habla sobre una joven mujer
que se encontraba lavando ropa a la orilla de un apacible río. La muchacha
estaba tan distraída realizando sus actividades que no se percató de que el
Cuero se iba acercando poco a poco a ella.
La bestia esperó el preciso instante en el que la joven metió una de sus manos
al agua, para jalarla y succionarle toda la sangre en cuestión de segundos.
Al día siguiente, el cuerpo sin vida de la chica fue encontrada por los
moradores de aquella región chilena.
Estos individuos utilizan un conjuro especial para atraer a la criatura lejos del
agua. Una vez que la bestia se encuentra en tierra firme, el hechicero le tira
unas ramas de “calafate“, un arbusto de la región andina que se caracteriza
por tener unas ramas extremadamente duras.
Realmente son pocas las personas que han podido dar una descripción certera
de su cabeza, pues se dice que ésta se encuentra cubierta por una suerte de
tentáculos que desembocan en dos puntos de color rojo, los cuales se cree que
son nada más y nada menos que los ojos de dicha bestia.
Uno de los poderes más conocidos del Cuero es el poder dominar el agua a su
antojo. Él puede hacer subir o bajar la crecida del río, con tan sólo desearlo.
También, tiene la capacidad de hipnotizar a sus víctimas, para que éstas
permanezcan inmóviles durante su ataque.
Ahora mismo se me viene a la mente el relato que habla sobre una joven mujer
que se encontraba lavando ropa a la orilla de un apacible río. La muchacha
estaba tan distraída realizando sus actividades que no se percató de que el
Cuero se iba acercando poco a poco a ella.
La bestia esperó el preciso instante en el que la joven metió una de sus manos
al agua, para jalarla y succionarle toda la sangre en cuestión de segundos.
Al día siguiente, el cuerpo sin vida de la chica fue encontrada por los
moradores de aquella región chilena.
Estos individuos utilizan un conjuro especial para atraer a la criatura lejos del
agua. Una vez que la bestia se encuentra en tierra firme, el hechicero le tira
unas ramas de “calafate“, un arbusto de la región andina que se caracteriza
por tener unas ramas extremadamente duras.