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La Revolución que triunfa en 1959 fue una conmo- po cultural enfrascado en construirse y revisarse a sí
ción social contrahegemónica que en su pretensión de mismo, al tiempo que tenía lugar lo que en Política
derrocar el viejo orden violentó no solo la base econó- Cultural ha sido denominado proceso de Democrati-
mica, sino también la superestructura. Era un altísi- zación de la Cultura.
mo empeño de deconstruir los engarces de la antigua Las disputas surgidas en el espacio y el habitus in-
producción cultural para crear otra nueva; así, mientras cluían el tradicional choque entre dos generaciones
la correlación de fuerzas políticas acomodaba intere- —la participante en la lucha por la liberación nacio-
ses políticos e ideológicos, iba edificándose un sujeto nal y la que no pudo hacerlo por su corta edad—; y las
partícipe y consumidor del nuevo producto cultural. rencillas internas en una misma generación —funda-
El papel del intelectual y la conformación de su perso- mentalmente por la toma de posición adoptada du-
nalidad social venían a enfrentar itinerarios indistin- rante la lucha y después de esta. Las referidas polémi-
tos, en tanto se iba a la búsqueda de la igualdad como cas dan idea de la incertidumbre existente entre los
el principio distintivo del humanismo. protagonistas de aquellas controversias; como prueba
Los primeros años de la Revolución Cubana fue- basta consultar en soportes indistintos la variedad de
ron una etapa no solo convulsa, sino también de ex- encuentros y desencuentros acontecidos y que toma-
perimentación en lo concerniente a la aplicabilidad ron en cuenta el diálogo entre hegemonía cultural y
de las estrategias políticas del proyecto social nacien- acto creador. No obstante, y pese a la sumatoria de
te. En los sesenta, nuestro país daba inicio al desplie- esfuerzos, de un lado y otro, emergieron ingredientes
gue de un mecanismo gestor de novedosas políticas nocivos, fenómenos como el discurso panfletario, el
culturales del recién surgido Estado nacional, que se oportunismo burocrático y las “piñas” intelectuales,
legitimaría a partir de entonces a través de la ideolo- que coexistieron junto a criterios retrógrados acerca
gía marxista. de la preferencia sexual y religiosa, y algo peor: la frac-
Es este un lapso de búsqueda constante de un mo- tura del campo intelectual cubano.
delo propio, marcado por diálogos y polémicas dentro El campo intelectual de Cuba, así como el dilema
del campo intelectual. En tales empeños estaban im- de la hegemonía del poder y la producción cultural,
plicados artistas, intelectuales, decisores de la cultura encontraron en la década del sesenta —convulsa y po-
(debe indicarse que no se contaba con un Ministerio lémica— un segmento temporal protagónico. La más
de Cultura) y la propia dirigencia revolucionaria; viva expresión de estas tensiones se evidenció en las
eran, en su conjunto, los nuevos actores de un cam- reuniones celebradas en el devenir de los días 16, 23