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HEMETHERII V A L V E R D E TELLEZ
Episcopi Leonensis
VERDADES ETERNAS,
EXPLICADAS EN LECCIONES,
ORDENADAS PRINCIPALMENTE PARA LOS DIAS DE
LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES,

POR EL PADRE CARLOS GREGORIO ttOSIGKOLL


DE LA COMPAÑIA. DE JESUS.

TRADUCIDAS DEL TOSCANO


E por un Religioso de la misma Compañía de Jesús,
HEM
QUIEN LAS D E D I C A A LA G R A N MAESTRA
D E LA C E L E S T I A L SABIDURIA

M A M A á'AMTIíSIMA
SEÑORA

Van añadidas en esta impre


sobre los Novísimos, rep
con la regla para vi
escritas por el P
* namonte, de

TOMO PRIMER
WIYMAL
IHLoiecá i ú m

Imprenta de Luis Abadano y V a i d ^ l i o t e c a U m u i


calle de las Escalerilla* 13.
r
4 7 7 2 Q
kc<r AL LECTOR.
H a b i é n d o s e estendido, por especial gra-
cia de Dios, el uso de los Ejercicios Espi-
rituales, 110 solo entre personas eclesiásticas,
sino también entre las seglares, se ha encen-
dido de ahí mas el zelo de los maestros de
espíritu, á cooperar con sábias industrias á
su mas provechosa práctica. Por esta causa
han salid« á luz varias Meditaciones, que
El Illmo. y Rmo. Sr. D. Fr. José Maña de
proponen la misma materia, en diversa for-
Jesús Belaunzarán, dignísimo Obispo de Mon-
ma, para que agraden mas, ó mejor ayuden;
terey, concedió 200 dias de Indulgencia por ca-
al modo que un mismo manjar, guisado coa
da palabra dejas contenidas en estas Verdades
varios sairietes, cuanto mas deleita el gusto,
tanto mas suele sustentar. Solamente falta-
ban algunas lecciones, ajustadas enteramen-
te á aquellas meditaciones, que sirviesen de
imprimir mas vivamente en el ánimo aque-
llas máximas eternas de los Ejercicios Espi-
rituales, pues son (según S. Gregorio) la me-
ditación y la lección, las dos alas de la palo-
ma. que la levantan al cielo: con una ala so-
la, por fuerte y expedita que sea, no puede
dar un vuelo. Hállanse, (es verdad) muchos
FONDO E M P f f f l O entretenimientos y lecturas? pero, ó no con-
VAlVEROEYTiUS
formes con el asunto de la meditación, ó es-
parcidas por varias partes de los libros. De
donde, cuando los directores de los Ejercí-

011643
cios los deben dar á muchos ejercitantes, se
ven obligados á traer consigo un fardo de li- que cuando se contempla un Misterio, no se
bros, para repartirlos ya á uno, ya á otro; divierta la mente en pensar e s o t r o s ; no por-
fuera de que estos libros, si contienen algu- que no sean muy útiles á quien los leyere fue-
nos periodos ajustados al punto propuesto d e ra del retiro de los Ejercicios. Demás de es-
los Ejercicios, se divierten luego á otros ar- to, he procurado dar á las lecciones alguna
gumentos y materias propias de su asunto amenidad con algunos ejemplos, que deleiten
particular: de suerte, que no se puede adqui- el ánimo, sin minorar la eficacia, imitando á
rir la buena mercaduria, sin traer mezcla de la naturaleza, que muchas veces nos brinda
mucha, que no es al propósito. Por tanto, al- con remedios en las flores. H e hablado en
gunos padres espirituales, deseosos de una general; pero de tal suerte, que pueda apro-
tal obra, me han persuadido á juntar y dis- vechar á todos estados de principiantes, pro-
poner con método, según el orden que se ficientes y perfectos, y servir á religiosos y
acostumbra en las meditaciones, algunas lec- seglares, como el maná, que tenia todos los
ciones propias, que minorasen la fatiga. Por sabores para cualquier apetito: Omnibus o-
obedecer á sus instancias, he tomado esta mnia: todo para todos. H e ingerido de cuando
empresa, repasando con grande atención va- en cuando algunos afectos, sacados de los
rios libros espirituales,y entresacándolo mas SS. P P . ajustados á la materia; porque si el
apropósito para cada argumento; al modo corazon estuviere seco en la meditación, se
que la aveja chupa de cada flor lo que nece- pueda secundar con ellos, corno se hace en
sita para labrar su miel. las tierras estériles, enriqueciéndolas con fru-
tas extranjeras.
Así he procurado (no sé si con felicidad)
disponer diez y seis lecciones, dos para cada Ves aquí el b'anco de esta mi obra, reco-
dia, una para la mañana, y otra para la tar- ger con estilo sencillo algunos pensamiento»
de, que sirvan para los ocho dias de los Ejer- de los D D . sagrados, y sentimientos de pa-
cicios. En cada una de las lecciones me he dres espirituales, que andan esparcidos en
contenido en los límites del tema, que suele varios libros. Así espero, que como muchas
meditarse, sin divertirme á otros discursos, yerbas graciosas y saludables, si se pudiesen
aunque provechosos, mas no en aquel tiem- juntar en un jardin, ayudarían á la salud de
po en que san Ignacio sábiamente prescribe, muchos, siendo así, que esparcidas en diver-
sos campos, se quedan desconocidas é inúti-
vil.
íes; de la misma manera estas Verdades, re-
cogidas en un ramillete, podrán ser de mas INTRODUCCION.
fécil y mas saludable provecho á las almas.
Y para que lo hagan con mas espíritu, al fin
de cada lección notaré un capitulo á propó-
sito de cada asunto de aquel admirable libro
de la Imitación de Cristo, tan alabado de los
A sí como una de las mayores gra-
santos, y tan justamente estimado, cuanto cias, que Dios hace a las almas sus fa-
ningún otro; (fuera de las sagradas Escritu- vorecidas, es llamarlas á los Ejercicios
ras) en orden á la perfección cristiana, como Espirituales, para infundirlas los mas pu-
lo han experimentado todos los que han apli-
ros rayos de su sabiduría, y enriquecerlas
cado los ojos á leerle, y las orejas del cora-
zón á escucharle, hallando medicina á sus con los mas preciosos tesoros de su virtud;
pasiones, y delicias á sus deseos. así, no hay medio mas eficaz y mas suave
para hacer bien los mismos Ejercicios,
que el uso de la lección espiritual, bien
ajustada a las mismas Meditaciones. Es
tanta verdad esta, que llegó á decir san
Jtanasio: que á ninguno veremos unido y
estrechado con Dios, si no tiene cuidado
de la lección: S i n e l e g e n d i s t u d i o serai-
n e m a d D e u m i n t e n t u m videas. Con la
oración el alma habla con Dios; por la lec-
ción Dios habla al alma, como sabiamente
notó san Ambrosio: (LIB. 1. Office.) Chris-
t u m alloquimur, c u m oraraus, illum audi-
mus, c u m divina l e g i m u s ©racula. Para
aprender bien las Verdades Eternas, no
basta que nos levantemos á pensar en Dios:
también es necesario que Dios se incline á nacidos en nosotros con la meditación, no
hablarnos. Para ver las cosas cercanas de harem gran fruto, si no se fecundan con
la tierra, podrá bastar á los ojos un vi- los sentimientos de otros, ingeridos en no-
drio; pero no para ver las cosas distantes sotros con la lección.
de allá del cielo: es menester que tenga dos Mas no es aquí ocasion de explicar en
vidrios el anteojo. Las cosas de la otra vi- breve los admirables efectos de la lección
da están muy apartadas de nuestros senti- espiritual, á quien los santos DD. llaman
dos; para registrarlas bien, no basta el maná del alma, árbol de la vida, espejo de
cristal de la meditación, es necesario tam- las virtudes, luz del entendimiento, llama
bién el de la lección. Asi puntualmente nos de la voluntad, rocío celestial, que hace al
lo avisa san Agustín: Usa, dice, de la lec- alma fértil y fecunda de todas las buenas
ción,, como de un espejo cristalino. Utaris obras. Baste decir, que es tanta su virtud,
l e c t i o n e vice s p e c u l i . Debe ser la lección y tal la eficacia de las palabras, con que
sagrada como un espejo, que nos ponga Dios habla en silencio al corazon de quien
delante de los ojos las penas y los premios lee, que muchas veces con una sencilla lec-
de una y otra eternidad que se espera. ción se han jormado santos. Así S. Agus-
Mas viva semejanza trae el Jpostol San- tín, que no se había rendido, ni á las lá-
tiago: Recibid, dice, la palabra ingerta, grimas de su santa madre, ni á los ruegos
que puede salvar vuestras almas. Siíseipi- de fieles amigos, ni á las disputas de san
t e ínsitum v e r b u m , q u o d p o t e s t s a l v a r e Ambrosio; finalmente, leyendo una Epís-
a n i m a s vestras. ( J A C O B . ] . ) La palabra tola de san Pablo, se dio por vencido, y se
divina es un ingerto, que nos dispone á dar convirtió, lambien san Ignacio, que ni
frutos de vida eterna. Pero como el inger- por temor de la muerte cercana, ni por
to no florece, ni fructifica, si los humores tina aparición visible de san Pedro, ni por
internos del árbol no se unen con los exter- la salud recobrada milagrosamente, no
nos del ingerto; así los afectos proprios, habia resuello hacer mudanza de vida;por
una casual lección de libros santos, conci-
alerta á descubrir alguna preciosa concha.
bió aquellos heroicos espíritus de santidad:
Por tanto, es menester tal vez hacer pau-
E x fortuita piorum libroruni lectione
sa y parar, rumiando aquellos puntos, que
ad Christi s e c t a n d a vestigia m i r a b i l i t e r
exarsit. nos dan mayor luz, y nos encienden mas
vivos afectos. Las avejas, que se sientan
Verdad es, que -para experimentar la mas de espacio sóbrelas flores, son las
dulce eficacia, no se debe leer de carrera, mas escogidas, y labran mejor miel. Así
con prisa, pasando de una clausula á quien lee, no por curiosidad de saber, sino
otra; quiere ser la lectura quieta, espacio- por deseo de aprovecharse, para donde
sa y atenta; porque como un turbión de siente el soplo del Espíritu Santo, que po-
agua, que cae con ímpetu, no penetra, ni co á poco se insinúa, y dulcemente dispone
fecunaa la tierra, pero sí la lluvia suave y el alma agrandes mudanzas. N o n in t u r .
apacible, que cae gota á gola; así, para bine, D o m i n u s , s e d in s p i r i t u aurse lenis.
que el riego de la divina, palabra penetre En suma, dice san Agustín, los libros sa-
y fecunde el co razón, debe recibirse de es- grados se deben leer como cartas venidas
pacio, sosegadamente, y con sus pondera- de la amada patria del cielo: D i v i n a pa-
ciones: B e a t i , qui s o r u t a n t u r t e s t i m o n i a ginas q u a s i litterse d e p a t r i a n o s t r a sunt.
e j u s , (PSALM. 118.) dice el Profeta: bien- (EP. ] 4 ) ¡Con qué ansia se leen! ¡Con qué
aventurados los que especulan y escudri- gusto se vuelven á leer! ¡Qué afectos se
nan con atenta consideración las palabras mueven en nosotros al oír las deseadas
de Dios: no las pasa sencillamente con los nuevas de los amigos y de los padres!
ojos, como un marinero de corso, que ca- ¡Cuánto se enciende el deseo de ir presto
mina ¿i velas desplegadas, sin atender, ni á gozar la felicidad de la patria! ¡Cuan-
vadear lo que está en el fondo del agua; to mas de una patria eternamente feliz!
antes imita á un pescador de perlas, que
a remo lento y espacioso, va el ojo siempre Imaginaos, pues, estos dias de los Ejer-
cicios: S u n t F e r i s e D o m i n e , q u a s v o c a b i -
t i s s a n c t i s s i m a s , o f f e r e t i s q u e in eis Domi-
no sacrificia, et libamina j u x t a r i t u m
c u j u s l i b i t diei: Son las ferias del Señor,
que se deben tener por santísimas, y ofrecer
en ellas á Dios los sacrificios de vuestros
afectos en las meditaciones, y las ofrendas
de los otros, en las lecciones, según el or-
den de cada dia. Mas yo quisiera que en-
EXPLICADAS EN LECCIONES
trases á escuchar estas lecciones con el
consentimiento del Real Profeta: A u d i a m , ordenadas principalmente para ¡os dias de los
q u i d l o q u a t u r in m e D o m i n u s D e u s , Ejercicios Espirituales.
q u o n i a m l o q u e t u r p a c e m in p l e b e m
LECCION PRIMERA.
s u a m . Atenderé á oir lo que me hablará
al corazón el Señor Dios, porque serán DEL ULTIMO FIN DEL HOMBRE.
todas palabras de Paz: Paz de mi alma
con Dios: Paz de mi corazon, inquieto en- R > solamente la fe divina, sino también la hu-
tre tantas pasiones: Paz, que trocará las mana sabiduría, nos enseña, que en toda empre-
tempestades de mi vida miserable en una sa el fin último, que se pretende, debe ser la
primera regla de los medios que deben aplicar-
serenidad dichosa del paraíso. se para conseguirlo, como dice el príncipe de los
Filósofos en sus Morales: Finis regula cceterorum.
Todo hombre sabio, antes de poner la muño en
cualquier obra, se idea y determina el fin de su
obrar; porque este es la fuerza mas poderosa, la
dirección mas segura, y la medida mas infalible
de cualquier empresa. Esto es como el plomo
ó nivel en mano del Artífice, con quien se de-
be medir lo derecho ó torcido de la fábrica: sien-
do las obras solamente buenas, en cuanto con-

WHVBSi&AB DE NUEYI Ifífí


Bllilloleca Valveráe y Teliez
t i s s a n c t i s s i r a a s , o f f e r e t ¡ s q u e in eis Domi-
no sacrificia, et libamina j u x t a r i t u m
c u j u s l i b i t diei: Son las ferias del Señor,
que se deben tener por santísimas, y ofrecer
en ellas á Dios los sacrificios de vuestros
afectos en las meditaciones, y las ofrendas
de los otros, en las lecciones, según el or-
den de cada dia. Mas yo quisiera que en-
EXPLICADAS EN LECCIONES
trases á escuchar estas lecciones con el
consentimiento del Real Profeta: A u d i a m , ordenadas principalmente para los dias de los
q u i d l o q u a t u r in m e D o m i n u s D e u s , Ejercicios Espirituales.
q u o n i a m l o q u e t u r p a c e m in p i e b e m
LECCION PRIMERA.
s u a m . Atenderé á oir lo que me hablará
al corazón el Señor Dios, porque serán DEL ULTIMO FIN DEL HOMBRE.
todas palabras de Paz: Paz de mi alma
con Dios: Paz de mi corazon, inquieto en- R > solamente la fe divina, sino también la hu-
tre tantas pasiones: Paz, que trocará las mana sabiduría, nos enseña, que en toda empre-
tempestades de mi vida miserable en una sa el fin último, que se pretende, debe ser la
primera regla de los medios que deben aplicar-
serenidad dichosa del paraíso. se para conseguirlo, como dice el príncipe de los
Filosofes en sus Morales: Finis regula cceterorum.
Todo hombre sabio, antes de poner la muño en
cualquier obra, se idea y determina el fin de su
obrar; porque este es la fuerza mas poderosa, la
dirección mas segura, y la medida mas infalible
de cualquier empresa. Esto es como el plomo
ó nivel en mano del Artífice, con quien se de-
be medir lo derecho ó torcido de la fábrica: sien-
do las obras solamente buenas, en cuanto con-

WHVBSi&AB DE NUEYI Ifífí


Bllilloleca Valveráe y Teliez
ducen al fin; y solamente malas, en cuanto de placeres? ¿Para que ganasemos gran fama y es-
él nos apartan. Por eso el Filosofo Moral dió timación en el mundo? Cierto es, que para na-
por p'-imer consejo de la verdadera sabiduría: Res- da de esto nos crió Dios. Así lo enseña la ra-
vice finem: Mira una, y otra vez el fin. El Real zón natural, y la fe divina. Cosa temporal no
r u f e t a frecuentemente clamaba con instancia á puede ser el fin de una alma eterna. L a mez-
Dios: Notum fac mihi, Domine, finem meum. (PSALM. quindad de estos bienes no puede ser la última
38.) Señor, dame á conocer mi fin. Estando ciertos, felicidad de una criatura, que trae esculpida en
que si el conocimiento y atención al fin fuese la frente la imagen del Criador. Si estos pla-
la regla del obrar, toda operacion tendría suce- ceres ó estas honras fueran nuestro fin, debiéra-
so feliz. mos vivir siempre en la tierra, ni debria haber
Veamos ahora cuál es el fin para que Dios otra vida, porque conseguido el ultimo fin, no pue-
crió al hombre; y por ventura confesaremos, que d e sucederle, y entrar en su lugar otro bien me
le debemos mas á Dios, por ser nuestro último jor. Mas, si no nos lo dijese el Evangelio, si la
fin, que por ser nuestro primer principio. Es ver- misma razón natural no nos diese luz para en-
dad, que aquella infinita sabiduría, desde los pri- tender para qué fuimos criados, nos lo enseña
meros siglos, puso sobre nosotros los ojos de su aun la misma estatura y formación de nuestros
bondad, y nos sacó graciosamente de la nada, cuerpos, tan diversa, hasta en la exterior apa-
dándonos un ser tan perfecto, que une en no- riencia, de los brutos; porque no está el hom-
sotros las perfecciones que están repartidas en las bre inclinado enteramente y del todo á la tier-
otras criaturas. Dotónos de un cuerpo con cin- ra; mas pisandola con los pies, tiene la cabeza
co sentidos, que á juicio de Séneca, son cinco derecha, elevada y sublime; de suerte, que adon-
milagros del mundo pequeño. Enriqueció el al- de quiera que vuelve los ojos, se encuentra con
ma con tres admirables potencias, que según S . la vista en el cielo: cuando los demás animales,
Agustin, son como un reflejo ó dibujo de la augus- vueltas las espaldas al cielo, totalmente miran so-
tísima Trinidad. ¡O qué gran beneficencia del Cria- lo á la tierra, para mostrarnos, hasta con la evi-
dor, poderosa para arrebatar del corazon todos dencia de los ojos, que los otros animales na-
los afectos del agradecimiento! Con todo eso, mas cieron solamente para los bienes terrenos; pero
amable y benéfica es la intención del fin, para el hombre fué criado únicamente para la bien-
el cual la Divina Sabiduría dió el ser, y la vi- aventuranza del cielo. Así lo dijo sabiamente S.
da á tan belia obra. Porque ¿á qué fin miró Gregorio: Erectos ad ccelum homo ostendit se non
Dios al dotar al hombre de tan altas prerroga- esse natum ad terrena.
tivas? ¿Acaso para que fuésemos grandes seño- Veis aquí, pues, el único fin para que Dios
res, grandes letrados, grandes comerciantes en la nos ha criado, y para que Cristo nos ha redi-
tierra/ ¿Acaso para que adquiriésemos muchas ri- mido con tanto amor: In finem dilexit eos. P a -
quezas? ¿Para que cogiésemos las florea de los ra que viviendo, le sirvamos en la tierra con una
vida ajustada á la virtvd; y muriendo, le goce-
mos en el cielo con una eterna felicidad. Asi Dios, pues lo veremos tal cual él es. Pues co-
lo difinió el Doctor de las gentes, Pablo: Servt mo Dios no tiene otra felicidad, ni otro fin, que
facti Deo, habetis fructum vestrum in sanctifica- á sí mismo; así no quiere que nosotros tenga-
tione, fiiiern verá vitam ceternam. (ROM. 6.) Lue- mos otro fin menor, que el mismo Dios; ni otra
go únicamente fuimos formados d e la Divina S a - menor bienaventuranza, que la suya.
biduría para alabar á Dios, para servirle y amar- Y cuando te hubiese criado Dios para solo el
le. Veis ahí todo el empleo para que estamos fin de que le sirvieses y honrases, aun sin es-
en el mundo: adquirir la gloria del cielo con ser- peranza de otro premio; por ventura, ¿Dios no
vir fielmente á Dios: vivir de tal manera, que es merecedor de tus servicios y obsequios' por su
de esta vida temporal y miserable, pasemos á infinita excelencia, y por la inevitable deuda tu-
aquella eterna y feliz. Aquella es el término, que ya, de ser criatura" suya y obra de sus manos?
se nos señala para conseguir; este es el cami- ¿Podrías, sin ser ingrato é injusto, negarle lo que
no, que á ella nos conduce. Mira, pues, ó hom- es suyo? ¿No deberías estimar mucho el servir-
bre, la grandeza y nobleza de tu fin, y el amor le, y con todos los afectos de tu corazon an-
y beneficencia de Dios en enseñártelo. Gran co- helar al cumplimiento de su justísima voluutad?
sa, y favor inestimable se juzga el poder servir Pues, ¿cuál será ahora tu obligación, cuando su
á un Monarca, y de ello se precian aun los gran- bondad, por exceso de amor, ha querido que tu
des señores: ¿qué será estar destinado para ser- fin no sea solamente el servirle, sino también go-
vir al R e y del cielo, en cuya comparación, el zarle en una felicidad semejante á su gloria, é
mayor Monarca no es mas, que un gusano d e igual en su eternidad? Sin duda no debe haber
la tierra? Mira la alteza á que eres elevado, que en el hombre otra ansia, sino de conseguir un
no siendote debida por razón de tu naturaleza tan noble fin. Todos, y cada uno deberá decir,
la bienaventuranza celestial, Dios, por su bondad, como decia san Francisco de Sales: si yo su-
te crió para que la goces; y podiendo criarte piese, que un pensamiento de mi mente, ó un
solo para una felicidad transitoria y natural, t e afecto de mi corazon, ó una obra de mis ma-
elevó á una perpetua y sobrenatural. Ninguna nos, no mirase derechamente á Dios, desearía no
criatura tiene fin mas alto: no hay ángel, ni ar- tener manos, ni corazon, ni mente.
cángel, ni serafín, que en esto se te aventaje, Mas, ¡ó perversidad del género humano! ¿Cuán-
porque todos estamos destinados igualmente á go- tos hacen que se queden en vano los altos de-
zar, según los méritos de cada uno, la suma fe- signios de Dios? ¿Cuántos tuercen las rectísimas
licidad. Antes Dios nos ha elevado á ser parti- lineas de su sabiduría? ¿Cuántos, con gravísima
cipes de su misma gloria, como nos asegura S . injuria del Criador, ponen su último fin en los
Juan: Símiles ei crimus, guoniam videbimus tum placeres, en las honras, en la vanidad, dando en
sicuti est. (1. JOAN. 3.) Seremos semejantes á sus obras el primer lugar y aprecio á las co-
sas temporales, y el último á las eternas? Co-
2
mo aquel rudo pintor, que solia empezar sus fi- tud y felicidad, y fuera de él, no hallaremos ja-
guras por los pies, de donde muchas veces su- más "paz, sino siempre inquietud, amarguras, te-
cedía no quedar en el lienzo lugar para for- mores y angustias. Nuestro corazon fué criado
mar la cabeza, que debia ser la primera en el para gozar el Sumo Bien, nunca puede satisfa-
dibujo, como regla y medida de lo restante de cerse con otros bienes inferiores. Enséñanoslo cla-
la pintura. Luego p o d r á suceder, y sucederá, ramente san Agustín: Fecisti nos ad te, et in-
que de todas las otras criaturas insensibles con- fjuietum est cor nostrum, doñee requiescat in te.
siga Dios el fin de su voluntad, y de sola la (LIB. 1. CONFES. c. 2.) „Nos hiciste, Señor, pa-
criatura racional no lo consiga. Crió el sol, pa- ,,ra tí, y está inquieto nuestro corazon, hasta que
ra quo con sus rayos ilumine la tierra: y jamás „descanse en ti." ¿Un hueso fuera de su lugar,
ha dejado el sol de esparcir sobre la tierra sus qué dolores no causa en el cuerpo? Por mas
luces. Crió las estrellas, para que con sus regu- reparos y remedios que se le apliquen, no hay
lares movimientos envíen sus influencias; y las es- modo de templarse y dar sosiego. Pero viene á
trellas jamás han cesado de influir, sin torcer propósito una bella comparación del santo Job:
el curso derecho de sus orbes. Crió las plantas, Avis nascitur ad volandum. (JOB. 7.) El ave na-
para que á sus tiempos produzcan, ya flores, ya ce para volar. Préndase un pajarillo, éntrese en
frutos; y las plantas ya brotan flores, ya se en- una jaula, hecha de rejas de plata, proveída de
riquecen de frutos. Rompió las fuentes de las dulce pasto, puesta en un salón Real, lejos de
aguas: ¿para qué? Pero ¿qué es menester todas las incomodidades de los tiempos: ¿estará
cansarnos en ir repasando una á una las cria- contento? ¿Se divertirá con alegres canciones? No
turas, cuando es tan claro, que todas las cosas por cierto: lo veréis triste, ancioso y solícito á
sirven al Criador, y obedecen á una seña de su buscar por todas partes la salida y su libertad.
voluntad? Omnia serviunt illi, et parent ad nu- Aquellas delicias no le sosiegan, aquellas como-
tum ejus. Solo el hombre se aparta del fin pa- didades no le satisfacen, ni le agradan. Mas ¿por
r a que fué criado, dejándose llevar de sus ape- qué? Porque está fuera de su fin: nació para
titos á buscar placeres contrarios á los precep- volar, y gozar la libertad del cielo. Avis nasci-
tos de su Ciiador. Solo el hombre pervierte el tur ad volandum.
orden de la divina Providencia, descaminándose Lo mismo sucede al corazon humano, nacido
por sendas derechamente contrarias al término de únicamente para servir á Dios, y gozarle: pón-
su felicidad. . gase enmedio de las delicias terrenas: posea mu-
Pero, si no nos mueve el orden de la ínn- chas riquezas que pueda gastar á su voluntad:
nita Sabiduría, y la bienaventuranza venidera á pase de uno en otro placer su ?usto: tenga dig-
procurar nuestro fin, estimúlenos á lo menos la nidades, amistades, poder, palacios, todas las co-
luz de la razón, y el bien presente, porque en modidades y toda abundancia de bienes huma-
seguir nuestro fin consiste nuestro contento, quie- uos, ¿vivirá por eso contento? ¿Será feliz? N o
por cierto. Así lo enseña la razón, y lo muer- larmino, que habiendo encomendado un negocio
tra la experiencia, porque todas las cosas fue- al Cardenal Ursino; y preguntado de este Prín-
ra de su fin, están fuera de su felicidad. Des- cipe, si era muy de su empeño, respondió sa-
engáñese, pues, el corazon humano, que jamás biamente: yo ningún empeño tengo, sinc el de mi
hallará paz, ni contento, si no es en el fin pa- salvación. Este es aquel prudente círculo á que
ra que fué criado: toda otra cosa le traerá amar- nos exhorta san Bernardo á rodear la mente y
guras y congojas. Todas las fatigas que se em- el corazon, volviéndolo de Dios á Dios, de núes-
plearen en buscar otros bienes, serán perdidas, tro primer principio á nuestro último fin. Redi
porque 110 van gobernadas por Ja fiel regla del ad cor tuum, discute te ipsum, considera, unde
último fin. Todos los pasos que no van dirigi- venis, quo tendis. (DE INTERIORE DOMO. CAP. 14 )
dos á este blanco, serán errores, porque nos apar- Examínate bien, mira de dónde vienes: adonde
tan del verdadero término. vas. Este pensamiento del último fin fué la gran
¡Infelices, pues, nosotros, que hemos gastado lo máquina, que en los Ejercicios Espirituales á un
mejor de nuestra vida en vanidades, que nos des- san Carlos Borromeo, y á un san Francisco Xa-
viaban de nuestro verdadero fin! Ergo enavimus vier, los apartó de las vanas ideas y pretencio-
(1 vi a vertiatis: lassati sumus in vía perditionis. nes de grandezas humanas, y los encaminó á la
(PSAI,. 5.) ¿Adonde han ido tantos pensamientos, única coaquista de la felicida'd celestial. También
tantos afectos, tantos cuidados de la vida pasa- á nosotros, si un rayo de esta luz nos penetra
da? Todo en vano, todo sin fruto, porque bus- vivamente el corazon, hará desaparezcan, á manera
cando la felicidad, hemos vivido infelices, por no de palacios encantados, todas las vanidades de la
haber sabido buscarla donde únicamente está, que es tierra. Pregúntese, pues, frecuentemente el cristiano
Dios. ¡O, por cuánto debemos desear nuestro bien! á sí mismoj para qué vive en el mundo: qué inten-
Tomemos consejo, abramos los ojos, cuidemos á ción tuvo Dios, y qué pretendió con ponerlo en
lo menos de lo venidero. Un caminante, que des- él; á qué ha sido embiado: cuál es el bien que
pues de haber andado todo el dia por camino espera, y el mal que debe temer: y si camina,
áspero y trabajoso, conoce haber perdido el ca- adonde lo lleva esta senda que sigue: al felicí-
mino, ¡cuánto se entristece, cuánto sentimiento simo fin para que Dios lo crió: ó antes á un
muestra, y con cuánto cuidado se restituye al término de eterna miseria, adonde lo arrastra su
camino verdadero! Ea, concibamos gran doler de malicia. Oiga lo que á estas preguntas le res-
los yerros pasados, pongamos en orden nuestra ponde su corazon, que sin duda le sugerirá aque-
vida con esta gran máxima de espíritu. Este es llos sentimientos de Lope de Vega, piísimo poe-
el único negocio, que nos encarga el Apostol: ta Español, cuya admirable Octava, como digna
Rogamus vos, Fratres, ut vesírum negotium agitis. de un Santo Padre, me ha parecido poner aquí.
El conseguir el fin de la salvación es lo que
debe d a r cuidado, como dijo el Cardenal Be-
ÍPSALM. 8. 6.) ¿Cuál, pues, debe ser la gratitud
del hombre á tantos beneficios? ¿A cuanta cor-
¿Yo para qué nací? P a r a salvarme.
respondencia de afecto le obliga un tan inmen-
Que tengo de morir, es infalible:
so amor? Con todo eso, los mas de los hombres
Dejar de ver á Dios, y condenarme,
son como otros tantos lerdos brutos, que apacen-
Dura cosa será, pero posible:
tándose debajo de una encina, y gozando de las
¿Posible, y tengo aliento de alegrarme?
bellotas qne de ella caen, jamás levantan los ojos,
¿Posible, y tengo amor á lo visible?
ni conciben un agradecimiento en el corazón a
¿Qué hago? ¿En qué me empleo? ¿En qué me
mirar ó bendecir la planta de quien reciben el
encanto?
beneficio de los frutos. ,
O yo soy loco, ó debo ser un santo. Pero consideremos un poco á que hn prove-
yó Dios al hombre de tantas criaturas. Cierto
§. II. es. que no fué su intento que le sirviesen de ul-
timo fin; porque siendo mas viles que el hom-
FIN DE LAS OTRAS CRIATURAS. bre, no lo pueden perficionar: y como mezcla-
das con amarguras, no le pueden apagar la sed
T a n grande es el amor de Dios para con el
de felicidad. Fuera de que no está en mano y
hombre, que á beneficio del hombre crió un mun-
voluntad de todos el proveerse á su arbitrio de
do de bienes. Mírese este grande universo, cie-
semejantes cosas; siendo así, que debe estar en po-
lo, aire, mar, tierra, y cusnio eu él se contie-
testad de cualquiera el llegar á su hn: de otra
ne, hermoso, delicioso, admirable. T a n t a ameni-
suerte, no pocos habrían sido criados de Dios im-
dad de flores, tanla dulzura de frutas, tanta va-
perfectos é infelices, porque tendrían la inchna-
riedad de animales, tanta muchedumbre de cuer-
cion á su último bien, sin poder satisfacer al de-
pos simples, y compuestos con tan bello orden.
seo de conseguirlo. Sí, pues, la soberana 1 rovi-
N o solo nos proveyó de lo necesario para el sus-
dencia no ha juzgado ser dignas las criaturas de
tento, y lo preciso para la salud; sino aun c'e
ser nuestro último fin, ¿cómo podremos nosotros
lo que sirve para recreación á la vida, y delei-
estimarlas tanto, que pongamos en ellas nuestra
te á los sentidos; y si el amor se muestra en
felicidad? ¿Cómo, por felices que seamos, a mo-
Jos beneficios, cuan excesivo debemos decir: ¡ó
do de pequeñas mariposas, andamos al rededor
Dios, infinitamente bueno! que haya sido vuestro
de tantos objetos y tantas vanidades, siempre ham-
amor para con el hombre, pues hizo llover tan-
brientos del bien, y siempre enemigos de la quie-
tas riquezas de vuestros tesoros para hacerle be-
tud, empleamos todas nuestras industrias en bus-
neficio? Coronasteislo de gloria v honor, como
carlas y mantenerlas, y despues lloramos sin con-
rey de todas las otras criaturas, sujetándolas to-
suelo á cualquier pérdida de cosas temporales.
das á su imperio. Gloria, et honcre coronasti evm
Piérdase en buena hora para nosotros toda3 las
et constituisti eum super opera mantivm tuarvrn.
riquezas del mundo: piérdanse todos los placeres sirvieren á la salvación, ni se deben buscar, ni
y todas las honras: ¿perderáse por eso algo del apetecer: y si acaso la estorvaren, se deben abor-
último fin? ¿Qué embarazo habrá para arribar al recer, y arrojar como venenos.
verdadero bien de la bienaventuranza? ¿Acaso es- ¡Mas ay, que la desordenada necedad de los
tamos mas dispuestos á salvarnos sanos, que en- hombres, con un intolerable desconcierto, pervier-
fermos? ¿Ricos y honrados, que pobres y abati- te el orden de la Divina Sabiduría! ¿Y qué ma-
dos? ¿Nobles y famosos, que plebeyos y desco- yor desorden del juicio puede haber en un cris-
nocidos'' ¿Podémos pasar al cielo mas fácilmen- tiano, á quien ilustra, 110 solo la luz de la ra-
te desde un palacio, que desde una choza? ¿Alla- zón, sino el sol de la fe, que trocar la natura-
nan acaso el camino, y le hacen mas acomoda- leza de los bienes, haciendo de los medios fin?
do las ciencias, que la ignorancia? ¿Las delicias, ¿O gozar mal en esta vida de aquellas criaturas
que los trabajos? ¡Oh, que para todos está abier- que se deben usar bien, solo por atención á la
ta la puerta del palacio celestial igualmente! venidera? ¿Cómo tomar asiento, y acomodarse en
Omnibus agüé patet Aula Ceelestis. la posada, (que es esta vida) de donde presto
No habiendo sido, pues, las criaturas criadas, hemos de partir; y no cuidar de la patria, que
por Dios, ni concedidas al hombru por último fin, es el cielo, donde hemos de vivir eternamente?
resta solo, que hayan sido criadas puramente por ¿Obrar con tan gran ceguedad, que los bienes
medios, que sirvan á conseguir su fin. Mas la concedidos de Dios, para que nos ayuden á la
naturaleza de los medios es tal, que en sí mis- salvación, nos sirvan de carruage para la con-
mos no tienen otra cosa porque ser estimados, denación? ¿Hacernos infelices por nuestras ma-
ni otra bondad porque ser amados, sino la uti- nos, convirtiendo los bienes en males, y hacer
lidad, que ayuda y conduce á conseguir el fin miserable la vida con el mal uso de aquellas co-
á que se destinan y ordenan: de donde se in- sas, que la deberían hacer dichosa? Ni puede ser
fieren tres clarísimas verdades. La primera, que otra cosa; porque según dice san Agustín, como
debemos un sumo agradecimiento á Dios ,110 tan- no puede menos de estar inquieto, y con gran
to por la benéfica liberalidad con que nos ha da- fatiga un cuerpo, trocada su natural postura con
do tantas y tan bellas criaturas, cuanto por la los pies ácia el cielo, y la cabeza ácia la tier-
amorosa intención con que nos las ha dado, pa- ra; así un alma jamás "hallará sosiego, sino siem-
ra que nos sirvan de medios eficaces, en orden pre afanes y congojas, si trueca el orden que
á cons^guít un infinito bien. L a segunda, que las le estableció Dios, y pone á los pies el cielo
cosas de esta vida presente, por mas que sir- con su felicidad eterna, y la tierra con sus ca-
van á la utilidad ó al gusto, no merecen ser ama- ducos placeres sobre la cabeza.
das ni queridas, sino en cuanto conducen y ayu- Mas aun sucede pe:.r, que habiéndonos dado
dan á conseguir el úfóimo fin para que Dios nos Dios las criaturas, para que mejor le sirviése-
puso en este mundo. L a tercera, que cuando no mos y amasemos, nosotros muehas veces usamso
de ellas para ofenderle é injuriarle. Aun solo el quiera fortuna, y dejar este cargo á disposición
olvidarse de los beneficios, se tiene por abomi- de la Divina Sabiduría, que conoce bien lo que
nable ingratitud: ¿qué será el servirse de ellos nos aprovechará mas para nuestro dichoso fin: fiar-
contra el bienhechor? ¿Qué bárbara perfidia se- nos de la suma Bondad, que por su infinito amor
ria la de un vasallo, sacar contra su príncipe no dejará jamás de darnos lo que mas nos convie-
la espada, cuando acababa de ceñírsela de su ne. En cuanto á nosotros toca, será prudente con-
mano para armarlo caballero? Y el hombre usa sejo escoger siempre lo que nos parecieie mas
muchas veces bárbaramente otra tal perfidia con- á propósito para alcanzar nuestro sumo bien. He-
tra su Dios. De las riquezas que nos dió para mos de obrar como un caminante que vá á su
obligarnos al reconocimiento y amor, ¿cuántas ve- patria, que si se halla entre muchas sendas, se apli-
ces nos valemos para hacerle mayores ofensas? ca solamente á aquella que le guia al término
L a s delicias con que nos regala los sentidos, las deseado: sin hacer leparo que sea á la diestra
convertimos en instrumentos de culpas, que pro- ó la siniestra, sea de montes ó de valles, ó de
voquen la Divina indignación. Con razón se que- deliciosa campiña. Así debemos portarnos en las
ja Dios del hombre, que hace que le sirva el cosas temporales. Ningún bien liemos de amar,
beneficio, y aun el benefactor mismo á sus pe- sino en cuanto conduce á nuestro fin: ningún mal
cados: Servire me fecisti. in peccutis tuis. hemos de tener, sino en cuanto nos aparta de el;
Apártese, pues, muy lejos de nosotros tan de- pues es infalible la máxima de san Basilio: N u -
testable perversidad, tan digno abuso de las cria- llum bonum est, nisi quod ad summum bonum
turas, las cuales solamente nos deberían ser- coudvc.it: nullum mfdvm, nisi quod á summo bono
vir de espejos para conocer y amar al Criador. retrubit. Si la p o j r e z a nos lleva mejor á Dios,
Valgámonos de ellas en adelante para argumen- debe ser estimada subre todos los tesoros. Si las
tos é indicios, por donde conjeturar la felicidad riquezas nos apartan de Dios, debemos aborre-
d¿l cielo: pues si Dios en este valle de mise- cerlas como desgracias. Si los desprecios ó los
rias ha criado tan bella variedad de delicias, aun infortunios ayudan mas á nuestra salvación, de-
para sus enemigos, ¿qué habrá hecho en la pa- bemos darles la bienvenida, v abrazarlos con ale-
tria de la felicidad para sus amigos? Ea, sírva- gría. Si las honras ó las delicias nos hacen ol-
nos de medios y ayudas para ejercitar las vir- vidar de la eterna bienaventuranza, se deben des-
tudes santas, que son el verdadero camino, que preciar como inútiles para nuestro bien. E n su-
nos guia al último término de la bienaventuran- ma, hemos de estar con grande indiferencia á
za. Verdad es, que no todas las ciiaturas pue- cerca de las cosas temporales, estimándolas so-
den ser útiles igualmente á todos para la sal- lamente en orden á nuestro fin. Cada uno de
vación. A uno servirá la salud, la riqueza, la hon- nosotros debe decir dos veces á Dios, con
ra: á otro la enfeimedad, la pobreza, el despre- el Real Profeta: Paratum cor meum, Deus, pn-
cio. Por eso hemos de estar indiferentes para cual- ratum cor meum. Está pronto mi corazon, Dios
mió,, á recibir de vuestra mano felicidad, si fue- jares, y variedad grande de sainetes: la tarde em-
re de vuestro agrado favorecerme con ella; pe- pleó en divertidos juegos y alegres festines. De
ro también está igualmente dispuesto á recibir es a suerte, cansado de placeres, pero no satis-
infortunios, si fuere gusto vuestro enviármelos. fecho, á la noche se volvió á su casa, y al qui-
tarse las ricas galas, ccn que habia asistido á las
§. III. fiestas, sintió, que interiormente le corría por las
entrañas un pesado humor de melancolía, que pa-
EJEMPLO. recía quererle ahogar el crrazón. De aquí se
levantó una profunda consideración de la vani-
Que solo en D¡03, como en último y dicho- dad del mundo. H e aquí, (se decia á si mis-
so fin, se halla la paz y contento del corazon, mo) ¡en qué han venido á parar los placeres de
lo dió á ver claramente aquel celebre Rolando, tan alegre dia! Yo he gozado hoy cuanto deli-
lustre de la Universidad de Bolonia primero, y cioso y ameno sabe dar la tierra, y con todo
despues gloria del Orden de Predicadores. Este, eso, ¿cómo no me ha satisfecho el corazon? ¿Có-
nacido de noble linage, y criado entre delicias, mo me veo lleno de fatigas? Non sotiatvr ocultis
se resolvió á pasar una vida alegre, sin que hu- visu, nec auris, auditu, sed universa vanitas, et
biese dulce de placeres que no quisiese gustar: affliciio spiritus. (ECCLES. I.) Con estos pensa-
los festines, las músicas, los convites, eran sus mientos se acostó; pero no pudo cogcr sueño, por-
cotidianas diversiones: mas Dios, que lo quería que sin c e n a r los ojos se andaba dando buelcos
destetar de los gastos del mundo, mezclándole sobre las delicadas plumas de la cama, como si
siempre amarguras y hieles, le hacia probar la estuviera sobre agudas espinas. Aun mas, revol-
verdad de aquel dicho del Sabio: La riza se mez- vía en su ánimo tristes fantasmas, repitiendo den-
clará con dolor, y el llanto va pisando la ropa al tro de sí mismo: si tan lleno de melancolía me
gozo. Risas dolare miscebitar, et extrema gaudii hallo despues de un dia de los mayores gustos,
luctus occupat. Porque al fin se hallaba su co- ¿cómo puedo esperar contento ni alegría en el
razon lleno de sinsabores y fatigas, ocasionadas mundo? ¡Ay, que este corazon no fué criado pa-
sin saber de donde: sino que tal es la natura- ra los deleites de la tierra, sino para los gozos
leza de los placeres mundanos, dice S. Agustín: del cielo! ¡O mundo, que vanos son tus conten-
Prospera hujus mundi asperitalem h'ibent veram, tos! ¡Qué desabridos tus gustos! ¡Qué engañosas
jucunditatem falsam, certum dolorem, incertam vo- tus vanidades! Y si son tales cuales 1a experien-
luptatem. (EPISTOL. 36.) Un dia se determinó á cia de este dia gastado en tantas delicias mues-
hartar sus apetitos de placeres, y gastarlo todo tra á los ojos: ¿qué locura es la tuya, ó Rolan-
en delicias, cuantas podía desear. L a mañana do, engolfarte en placeres, que enmedio de su ma-
pasó en oír suavísimas músicas: al medio dia tu- yor dulzura amargan tanto tu corazon? ¿ P o r q u é ,
vo un convite como de boda, con esquisitos man- y cómo no te resuelves á volver los ojos, y el
ra «guardar que el ropero le tragese un hábito,
ánimo á los bienes mas sincéros, puros y eter- se quitó su propio escapulario, y entonando: Veni
nos? Dios te crió para una eterna felicidad; y Creator Spiritus, vistió al fervoroso novicio. Su-
tú corres perdido, siguiendo unos deleites cadu- cedió en este caso una maravilla, que haciendo
cos, que te engañan y hacen traición, aun cuan- señal con una campanilla del capítulo, que ape-
do los gozas. / . / nas se podia oír en el convento, fué oída en to-
Semejantes afectos le sugería el espíritu a Rolan- da Bolonia: de donde llevada de no sé que cu-
do; pero el apetito le representaba vivamente los riosidad, concurrió mucha gente al convento; y
placeres de los sentidos, de que estaba enamorado: viendo aquel no menos devoto, que admirable es-
que no podria vivir mucho privándose de aquellos pectáculo de un doctor de tanta fama, ayer en-
solaces á que su naturaleza era tan inclinada: q u e tregado á los placeres del mundo, hoy converti-
su delicadéz no era capaz de las austeridades de do á los rigores de la religión, fué en todos tal
la vida espiritual: que en la flor de la juventud la conmocion, que muchos siguieron su ejemplo, y
se debia dar algún desahogo, y permitir desfo- renunciaron los gustos y delicias del mundo. Con
gar las pasiones juveniles, dejando para la vejez tal espíritu empezó Rolando su conversión, y á
la penitencia. Estos pensamientos, como leña apli- tan alto principio correspondió siempre el tenor
cada al fuego, volvían á encender el amor de los de su vida.
deleites sensitivos, hasta que una luz del cielo, Pero lo que hace mas á mi propósito, es, que
infusa en el alma, le hizo claramente conocer la halló Rolando en Dios aquella alegria y conten-
vanidad de las delicias mundanas, y la solidéz ver- t o de corazon, que en vano habia buscado en
dadera de los bienes celestiales. las criaturas, cuando estaba en el colmo de sus
Asi, despues de haber peleado toda la noche placeres, y en el auge de las honras. Porque
consigo mismo, se resolvió á huir de las tempes- llegó á gozar aquel gusto, que trae el corazon
tades? y acogerse al puerto seguro: al amanecer, verdaderamente espiritual: aquella paz sosegada,
levantándose, y aun no bien acabado de vestir, de quien dice san l a b i o , que vence, y se aven-
se fué derechamente al convento de santo Do- taja á todo sentido: Pax Dei, quee exuperat omnem
mingo. Admitido al claustro, se entró apresura- sensum. Probó, que ni las músicas, ni los festi-
damente en la sala de capitulo, donde estaba F r . nes, ni los convites, llenan ni satisfacen al co-
R e i n a l d o en consulta con los frailes; y sin otra razon humano; sino solo los interiores contentos
salutación, arrojándose á sus pies, lepidio con hu- y consolaciones: solo aquellos amorosos tratamien-
mildes instancias el sagrado hábito. Cuando Re- tos, con que Dios aun en la tierra, paga lo que
i n a l d o vió á sus pies un tan célebre doctor, y se padece por su amor. Dormia mas quieto, y
oyó la fervorosa petición, lleno todo de dulces con mas sosegado sueño sobre un jergón de pa-
lágrimas, acompañadas de la común alegría de b s ja, que antes sobre colchones de delicadas plu-
demás, fué con interior impulso movido á reci- mas. Los ayunos le sabian major, que las mesas
birlo sin réplica. Antes, no teniendo paciencia pa -
espléndidas: las penitencias le eran mas d u l c e s y L E C C I O N II.
mas amadas, que" todas las delicias, y regalos de
la vida pasada: y as., algunas veces a c l a m a b a D E LOS C A S T I G O S D E LOS P E C A D O S , Y PRIMERAMENTE
Mi Dios si lan dulce es padecer por vos ¿qué E N LOS A N G E L E S .
será el gozor de vos? Finalmente, de Rolando
se puede decir con razón, que « su corazón se
pusiera en una prensa para espnm.rlo, no se sa- I D E S E \ tanto Dios, que sus criaturas no se apar-
c a r l a de él otra quinta esencia, que paz y con- ten de su último fin, que desde la creación del
S o : y que si otra vez se e s p e r a mnguna mundo quiso con ejemplares penas, p a r a p o n e r
otra cosa destilaría, sino gozo e n e San
terror á la posteridad, castigar á los prevarica-
to: Gaudium in Spintu Soneto.A la v e r i a d , el
dores. El ángel rebe'de, y Adán inobediente, son
experimentó en todo el curso de su j -
formidables testigos de cuan riguroso zelador es
bueno es Dios p a r a los que tienen el corazón de-
Dios de sus justísimos preceptos, pues no perdo-
r e c h o : Quám bonus est Deas bit gm recto sunt
nó, ni aun á las mas excelentes y hermosas obras
carde. C u a n s u a v e e s a q u e l g r a n b e n o r a o s que que salieron de su Omnipotente mano. E l ángel
no tuercen sus afectos, y los dirigen o m c a m e n - fué el primogénito d e las criaturas, criado por
t e á él, como á su último y fel.cis.mo fin la Divina Sabiduría, tan perfecto, y lleno de tan
Léase en Tomás de Xempis el cap. 1Ci de hb altas prerrogativas, que Dios, no solo se compla-
3. cuyo título es: Que todas las cosas se deben ció en él como en las otras, sino quiso el mis-
referir á Dios, como á último tin. mo ser el panegirista: Hac dicit Dominus Deus:
tu signaculum similitudinis, plenus sapientia, et
perfectus decore, in deliciis Paradysi fuisti: omnis
lapis pretiosus operimentum tuum. (EZECH. 28.)
T ú , sello de la semejanza, colmado de sabidu-
ría, perfecto en la belleza, fuiste criado en las
delicias del Paraíso, y adornado de todas las pie-
dras preciosas como de rica gala. G a s t ó Dios,
(por decirlo así) los tesoros de su Bondad, I o-
der y Sabiduría, p a r a formar en el ángel la m a s
perfecta imágen d e su infinita hermosura. ¿Qué
excelentes dotes no le dió en el orden natural?
Criólo puro espíritu en su esencia, inmortal por
la eternidad: d e un entendimiento y ciencia t a n
elevada, que con sola u n a vista p e n e t r a todos los
espléndidas: las penitencias le eran mas dulces y L E C C I O N II.
mas amadas, que" todas las d e h c . a s y r e g a b s d e
la vida pasada: y as., algunas veces a c l a m a b a D E LOS C A S T I G O S D E LOS P E C A D O S , Y PRIMERAMENTE
Mi Dios si lan dulce es padecer por vos ¿qué E N LOS A N G E L E S .
será el gozor de vos? Finalmente, de Rolando
se puede decir con razón, que s, su corazón se
pusiera en una prensa para espr.m.rlo, no se sa- I D E S E \ tanto Dios, que sus criaturas no se apar-
carla de él otra quinta esencia, que paz y con- ten de su último fin, que desde la creación del
S o : y que si otra vez se e s p e r a mnguna mundo quiso con ejemplares penas, para poner
otra cosa destilaría, sino gozo e n e San
terror á la posteridad, castigar á los prevarica-
to: Gaudium in Spirilu isancto.A la v e r i a d , el
dores. El ángel rebe'de, y Adán inobediente, son
experimentó en todo el curso de su j - formidables testigos de cuan riguroso zelador es
bueno es Dios para los que tienen el corazón de- Dios de sus justísimos preceptos, pues no perdo-
recho: Quám Las est Deus bit qm recto sunt nó, ni aun á las mas excelentes y hermosas obras
corde. C u a n s u a v e e s a q u e l g r a n b e n o r a o s que que salieron de su Omnipotente mano. El ángel
no tuercen sus afectos, y los dirigen « m e n - fué el primogénito de las criaturas, criado por
te á él, como á su último y febeísimo fin. la Divina Sabiduría, tan perfecto, y lleno de tan
Léase en Tomás de Xempis el cap. 1Cidehb altas prerrogativas, que Dios, no solo se compla-
3. cuyo título es: Que todas las cosas se deben ció en él como en las otras, sino quiso el mis-
referir á Dios, como á último tin. mo ser el panegirista: Hac dicit Dominas Deus:
tu signaculum similitudinis, plenus sapientia, et
perfectus decore, in deliciis Paradysi fuisti: omnis
lapis pretiosus operimentum tuum. (EZECH. 28.)
Tú, sello de la semejanza, colmado de sabidu-
ría, perfecto en la belleza, fuiste criado en las
delicias del Paraíso, y adornado de todas las pie-
dras preciosas como de rica gala. Gastó Dios,
(por decirlo así) los tesoros de su Bondad, I o-
der y Sabiduría, para formar en el ángel la mas
perfecta imágen de su infinita hermosura. ¿Qué
excelentes dotes no le dió en el orden natural?
Criólo puro espíritu en su esencia, inmortal por
la eternidad: de un entendimiento y ciencia tan
elevada, que con sola una vista penetra todos los
secretos mas escondidos de la naturaleza: de un mamento. Vídebam Satanam, sicut fulgor de Ccelo
poder tan prodigioso, que solo un ángel mueve endentem: et caudal ejus trahebat tertiam partera
sin cesar toda la máquina de los cielos: fuera de Stellarum. ¡O suceso formidable! ¡O rigor inexo-
esto, ¿qué dones no le concedió en el orden so- rable de la Divina Justicia! ¿Así, ¡ó Criador de
brenatural, dándole una gran plenitud de gracia, los ándeles! os indignáis por un acto solo de so-
infundiéndole los hábitos de las mas superiores vir- berbia °contra las criaturas primogénitas de vues-
tudes, elevándolo al derecho de la gloria? tra bondad? Alguna escusa tienen por ser este el
¿Con qué ardor de voluntad habrán amado á primer pecado, cometido solamente son un afecto
su soberano Bienhechor, ya que con tanta luz desordenado, de que presto harán perfecta peni-
del entendimiento conocían la grandeza de sus tencia. No, no tienen escusa, dice Dios: han pe-
beneficios? ¿Habrán amado? Eso debia ser; pero cado, y por tanto merecen que yo los aborrez-
ingratos y rebeldes se ensoberbecieron con tan- ca, los abomine, y los castigue por toda una eter-
tos favores. Negaron el obsequio á quien tanto nidad. Ea, que merecen alguna compasion, por
los habia obligado. Luzbel, el mas favorecido, fué ser las mas bellas obras que han salido de vues-
el mas pérfido y traidor. Por eso se quejó Dios tras manos, las imágenes mas vivas de vuestra
de él con especialidad: Peccasti: elevatum est cor perfección* E s verdad; pero han manchado su be-
tuum in decore tuo: perdidisti sapientiam tuam. lleza con culpa, han envilecido su dignidad con
¡Ah ingratísima criatura! ¿Qué por la belleza que pecado, y por eso serán siempre indignos de pa-
de mi mano recibiste, te haz revelado contra mí? recer en mi presencia. ¡O Señor, que recompen-
¿La sabiduría que yo te di, te ha cegado el en- sarán esta única ofsnsa con infinitos obsequios,
tendimiento? ¿Haz podido pecar? ¿Qué merece una os bendecirán eternamente, glorificarán siempre
tan gran maldad? Ejeci te de monte Dei. Pro- vuestra piedad, si con ellos la usáis! Al contra-
ducán ignem de medio tui, qui comedat te. Y a rio, si los condenáis sin misericordia, prorrumpi-
yo te he arrojado de la alteza del cielo, y en- rán en continuas blasfemias y ultrages de vues-
carcelado en ios abismos de la tierra. Dentro de t r a santísimo Nombre. No importa: me¡ han ofen-
tí encenderé un fuego, que te abrasará vivo eter- dido, no hago caudal de sus alabanzas, no ha*
namente. Todas las naciones que te verán redu- go caso de sus blasfemias. No me faltan ala-
cido á tan gran miseria, quedarán atónitas, y se banzas y bendiciones de los ángeles que me han
asombrarán de tus castigos. sido fieles. Perezcan, pues, los rebeldes, sean al
instante precipitados al infierno, ardan, giman, blas-
Y así fué, que apenas Luzbel con sus secua- femen y rabien eternamente, trocados de estre-
ces, hubo cometido el primer pecado con el pri- llas del cielo, en tizones negros del abismo. ¡O
mer desorden, cuando á manera de rayo fué vis- juicios incomprensibles de Dios! Judicia tua abysus
to precipitarse del cielo, y traerse consigo, en- multa. Bien conocía Dios la nobleza de tales cria-
vueltos en la misma ruina, la tercera parte de taras, comprendía su número innumerable, sabia
los ángeles, como estrellas, que cayesen del fir-
nó á los ángeles que pecaron, sino que atados
que su culpa era única de un solo pensamien-
con maromas del infierno, los encerró en el abis-
to pecaminoso, y que arrepintiéndose, la hubie-
mo para ser atormentados; ¿cuánto mas seremos
ran resarcido con mayores obsequios. Y con to-
castigados nosotros, que somos gusanos y podre-
do eso, la Divina Justicia con irrevocable sen-
dumbre? Putredo, et vermis. ¿Si los principes de
tencia, como con una tempestad impetuosa, en el
la corte del cielo, por un pecado solo, son tan
mismo acto de pecar, amontonándolos todos jun-
atrozmente condenados y castigados; que deberán
tos, sin darles lugar para arrepentirse, los pre-
esperar ó temer los hombres, vilísimos esclavos
cipitó al abismo.
de la tierra, por tantas y tan repetidas malda-
Si Dios hubiese condenado á solo Luzbel, co-
des? Mas no llega el hombre todavía a pene rar
mo cabeza de la rebelión, esta demostración de
cuan vengadora de sus ofensas es la Divina Jus-
justicia debería bastar para poner gran miedo á
ticia. Por e s o d e c i a el Salvador: Padre Justo, el
todos los hombres. Si hubiese hecho lo que el
mundo no te ha conocido: Pater Juste, mundus
Emperador Maximiano en su Ejército, que diez-
te non cognovit. El mundo no os quiere cono-
mó las legiones sediciosas, y de cada diez sol-
cer por Justo, sino por Misericordioso: no saDe
dados condenó uno á la horca, para causar ter-
temer vuestra justicia, sino solo espera en vues-
ror á los demás, debiera pasmarnos y apartar-
tra misericordia, para pecar mas libre y confia-
nos muy lejos de ser infieles á Dios. ¿Pues có-
damente. ,
mo no bastará un número casi infinito de ánge-
les, sentenciados todos, sin excepción ni aun de Con el terror de este trueno, y con el es-
uno solo culpado, á eternos tormentos? Haced re- trago d e e s t e rayo, pretendió Dios aterrar toda la
flexión un poco sobre la multitud de ángeles que posteridad de las criaturas, para que las interio-
exceden á las estrellas del cielo, y á las arenas res aprendiesen á huir el castigo, a costa y en
del mar, y decid luego: ia tercera parte de es- cabeza de las superiores: Deus Mojestatisinto-
tas nobilísimas criaturas fue condenada por un so- nuit Ut ruina majorum (dice san Gregorio) sil
lo pecado; ¿y yo me atrevo á pecar, como si es- cautela minorum. Sirva de escarmiento y caute-
tuviese segurísimo del perdón que se negó á tan- la á los menores, la ruina de los mayores. Acor-
tos? De esta tragedia debeis aprender la enor- daos de aquel terrible hecho que ejecuto el rey
me gravedad é intolerable peso del pecado, que Don Pedro de Aragón, para impedir las rebe-
hizo caer á plomo tan gran número de espíri- liones de sus vasallos, movidas de los grandes
tus soberanos de lo mas alto del cielo, á lo mas del reino. Llamó á la corte para consejo a los
profundo del abismo. De aquí se debe inferir la mismos grandes, y les preguntó: ¡ c ó m o se podría
severidad de la Justicia Divina, y decir con el fabricar una campana que se oyese en todo Ara-
Apostol san Pedro: Si Deus Angelis peccantibus gón, para poner terror á los rebeldes? Sorpren-
non perpecit, sed rudentibus inferni detractos in didos á esta pregunta los grandes, respondieron
tartarum tradidit cruciandos, ¿Si Dios no p e r d o - que el intento era imposible. Entonces el r e y
con otro pretesto, llamándolos uno á uno á otra de heno, preñado de espíritus Ígneos, que por sí
sala apartada, les hizo cortar cruelmente las ca- solo prende fuego, y se enciende y abrasa: Omms
bezas, y ponerlas una sobre otra en forma de caro feznum. (.SAI. 4.) Si cayeron aquellos supre-
campana. Abiertas despues las puertas, las sacó mos ángeles que estaban en el c e l o , lejos de los
á vista y á terror de sus subditos. Y á la ver- m a l o s ejemplos que convidan al ma ; de a s i -
dad, esparcida la voz de esta horribilísima cam- gnaciones de los malos que apartan del bien,
pana, resonó por toda España, y íetrajo los va. de las tentaciones de los enemigos que llaman, a
salios de toda conjuración. Otro tanto, con el gozar los prohibidos placeres, ¿como no temere-
mismo designio, pero con mejor justicia, íiizo Dios mos las caidas nosotros, que vivimos en la tier-
con los ángeles en su castigo: Intonuit de Calo na país de los enemigos, enmedio de objeto que
Bominus, et Altissimus dedit vocem suam. (PSALM. continua mente nos engañan y lisonjean; entre hom-
32.) Hizo el Altísimo que se oyese desde el cie- bres perversos que con tantos artífices pervier-
lo el trueno y la voz de sus amenazas: Ut timeot ten; frente á frente de los espíritus mahgnos, que
Bominum omnis térra, et ab eo commoveantur cmnes con frecuentes engaños y no menos violencias nos
in habitantes Orbem. (PSAI.M. 75.) Tara que toda asaltan? Si cayeron los ángeles que teman tan
la tierra se llene de horror, y todos los habita- fresca la memoria de los beneficios recibidos, po-
dores del mundo queden espantados. Tiemble, co antes, de Dios, y la viva esperanza de pre-
pues, toda criatura á las amenazas del Dios gran- mio que muv presto esperaban, ¿como nó teme-
de, y aprenda á tenerle mucho respeto: Terri- remos el precipicio nosotros, que nos olvidamos
bilis apud omnes Jieges terree. Tiemblen los pe- de los premios eternos, y no hacemos caudal de
cadores, reos de tantas maldades, viendo el cas- los eternos castigos? ¿No debemos estar en un
tigo de los ángeles por un solo pecado. T e m a n continuo temor y en una cautela cuidadosa? Ca-
los justos, porque viven cercados de peligros, e n . veron las mas firmes columnas del cielo, y no-
tre mil incentivos y ocasiones de caer en peca- sotros, cañas débilísimas ^ la. tierra estaremos
do. constantes? Con razón san Luis Beltran tembla-
Y verdaderamente, si pecaron les ángeles que ba todo de pies á cabeza, y derramaba amar-
tenian un entendimiento perspicacísimo para co- gas lágrimas al acordarse de este pensamiento:
nocer las verdades eternas, y una perfecta volun- Puedo pecar, puedo condenarme. Y preguntaba fre-
tad inclinada al Sumo Bien, sin peso de cuer- cuentemente á sus amigos: ¿Juzgáis que me salva-
po, sin apetito de sentidos que les trajese al mal: ré?
¿cómo no temeremos nosotros las culpas, estan-
do nuestro entendimiento ofuscado con tantos er-
rores, nuestra voluntad pervertida de tantas pa-
siones, nuestro cuerpo concebido en pecado, lle-
no de concupiscencias? Somos como una especie
Trino y Uno. ¡O exceso del amor de Dios! jO
II. dignidad incomparable del hombre! Mas no pa-
raron aquí los beneficios concedidos á Adán: pú-
CASTIGOS DE ADAN Y SU POSTERIDAD.
solo en el Paraiso terrestre, país de todas las de-
licias, para que entnedio de honestos placeres go-
Vengamos ya al primer hombre, en cuya for- zase de una vida feliz. Dióle el imperio univer-
mación empleó Dios los mas amorosos afectos de sal de todas las criaturas, para que se sirviese
su bondad. Las otras criaturas salieron á la luz d e ellas á su gusto: Praesit piscibus maris, vola-
del ser por un sencillo imperio de la Divina voz. tibvs Cceli, et bestiis terree; sin que escapasen de
Bastó para criarlas un Fiat. Mas Adán singular- su dominio, ni los peces, por escondidos en et
mente fué criado con el consejo, y como° con- mar; ni las aves, por remontadas en la supre-
sulta de las Divinas Personas: Faciamus hominem. ma región del aire; ni los brutos, por esparci-
(GEN. 1.) Donde advierte discretamente S. Agus- dos por la tierra. Fuera de esto, le enriqueció el
tín (DE SPIR. ET ANIMA, CAP. 3 5 ) Homo TlO/l Soh cuerpo y el alma con excelentisimos dotes, d á n -
jubentis Dei sermone faetus est, sed concilio SanctcB dole la inmortalidad; y así el cuerpo, sin apar-
Trinitatis. Para producir las otras criaturas se les tarse jamás del alma, seria trasladado del Paraí-
dio comision á los elementos, como ministros del so terrenal al cielo empíreo. Dotóle de la jus-
Divino Poder: á la tierra, para brotar yerbas, ar- ticia original, con perfecto dominio sobre las pa-
boles y plantas: Geminet terram herbam virentem. siones, que jamás hubieran levantado aun un so-
(GENES. 1.) A las aguas, para formar aves y pe- plo, que inquietase la dulce calma del corazon.
ces: Producant aquae reptile animae viventis, et Mas: infundióle en el alma el tesoro de la gra-
volaüle. Pero Adán fué formado por la misma cia, y una gran riqueza de dones sobrenatura-
mano de Dios: Creavit Deus hominem; no su- les, dándole una dignidad tan elevada, que no so-
friendo su amor fiar la formación del hombre de lo era un honradísimo vasallo, sino carísimo ami-
otras manos, para poder así mejor imprimirle la go, y gloriosísimo hijo del mismo Dios, que ha-
viva imagen y perfecta semejanza de sí mismo: biéndolo escogido por suyo, lo había elevado has-
Ad, imaginera, et similitudinem nostram: no tan- ta hacerlo participante d e los mismos atributos
to e n la armoniosa composicion de los miembros, y prerrogativas: Effecerat divina consortem na-
en la viveza de los sentidos, en la magestad de'i turae.
semblante, que mira al cielo; cuanto en las per-
fecciones verdaderamente divinas del alma, dota- Despues de haberlo así ohligado con tan sin-
da de tres potencias, entendimiento, memoria y gulares beneficios, quiso Dios hacer prueba de
voluntad; no ofuscada todavía de pasión alguna su fidelidad y amor, con ponerle un solo pre-
sino clarísimo espejo del Sumo Bien, que eran' cepto, que no comiese de sola una fruta; mas
como el rayo, la luz y el calor del Divino S o / , gozase de tantas otras, como le ofrecía un jar-
din y paraiso de deleites. Sin duda Adán, mo-
vido de taatos favores, atrahido de la promesa nes, se determinó coger uno, y ahorcarlo en un
de una eterna felicidad, si obedecía, a t e m o r a - árbol, á cuya sola vista todos los leones se pu-
do de las amenazas de una horrible y duplica- sieron en fuga, y en adelante no mataron mas
da muerte, si quebrantaba un precepto tan ta- hombres, (PLIN. LIB. 8. CAP. 16.) ¿Cuánto mas
cil de guardar, ni aun un pensamiento tendría, debería bastar para refrenar á los hombres la
no digo 3 va deseo, del prohibido fruto. ¡Mas ay pena de Adán? Pero no terminó en eso solo el
infeliz! Dejóse tentar, «ornó el fruto, com.olo, y suplicio: á nosotros, sus infelicísimos descendientes,
cavó: quiso mas seguir un vanísimo y brevísimo tocó también el remanente de las penas. Como
placer, ' que obedecer al precepto de su hberali- el veneno puesto en la raíz de una vid inficio-
£ , 0 Criador. ¿Y qué sucedió? Llora hoy, y llo- na todos los pámpanos con sus racimos; así el
r a r á el género humano con amarguísimas lagri- pecado del primer hombre se transfundió con sus
mas la infelicidad de Adán, y de toda su pos- miserias á todo el género humano. F u é aquella
teridad: Ejecit eum Bominus de Varadyso volup- culpa un contagio, que corrompió con pestilencial
tctís. Al punto, indignado Dios, lo. des erro d e l dolencia toda la posteridad. F u é un torrente tur-
Paraíso de los placeres, y lo arrojo a una ier- bio é impetuoso, que arrebató al mundo todos
ra maldita, y llena de espinas y abrojos. L a obe- los bienes, y le acarreó una inundación de to-
diencia mansa y dócil de los animales, se con- dos los m a b s . Lloramos nosotros infelices las in-
virtió en una rabiosa rebelión: tomaron en aquel jurias de los tiempos, la inquietud de las pa-
punto veneno las sierpes, fiereza los tigres, sed siones, el rigor de tantas enfermedades, tan va-
de sangre humana los leones, y todas las cria- rías en sus accidentes, tan molestas por su atro-
turas se armaron contra el pecador, gritando con- cidad. El pecado de Adán fué la causa. Sus-
tra él, y pretendiendo su extrago y destrucción, t u e - piramos en este valle de lágrimas por la deso-
le al instante quitada la justicia original, despo- lación de las guerras, los estragos de las pestes,
járonle del tesoro de la gracia, de la filiación las desdichas de las hambres. De aquel único pe-
de Dios, del derecho á la herencia de la glo- cado traen su origen. Poned con la imaginación
ria. Saltáronse derepente las pasiones y apeti- en un monte todos los huesos de los muertos: en
tos, que á guisa de furias r a b i o s a s empezaron a un mar toda la sangre derramada de los cuer-
despedazarle el corazon. Quedó sujeto a los afa- pos humanos: en una haz ó monton todas las ca-
nes de una miserable vida, á los tormentos de lamidades que ha habido, hay y habrá en todo
una congojosa muerte, á los peligros de una con- el mundo; y despues, levantando los ojos, atónitos á
denación eterna. . vista de tantas ruinas, decid: tan grandes miserias,
todas son penas de aquel solo pecado. Aquel solo de-
Solo con ver el castigo de Adán, deberían to-
lito ha sido el destierro de la paz del mundo, la in-
dos los hombres temer y huir con inmenso abor-
troducción de tantos desastres, de tantas enfermeda-
recimiento el pecado. P a r a refrenar en el Atn- des, de tantas y tan horrorosas muertes en la tierra.
ca los innumerables estragos que hacían los leo-
sericordia, viendo la severidad de la Justicia eje-
Pero este no es el fin de los males, porque
cutada en el primogénito del género humano?
al fin estas penas son temporales. ¿Cuántos ni-
Cuando el rey Felipe II pronunció sentencia ca-
ños inocentes y libres de culpas actuales, en pe-
pital contra su primogénito Carlos, se llenó de
na de aquel primer pecado, quedan eternamen-
horror toda España: Nec quisquam reorum ausus
te privados de la feliz vista de Dios? ¿Cuántos
est veniam sperare, quam Pater denegaverat Filio.
¡ó cuántos! hombres, cayendo cada dia en peca-
No huvo delincuente que se atreviese á esperar
do, se precipitan en los eternos abismos del in-
jamás perdón del rey, viendo que la justicia del
fierno? Ni deben buscar otra causa ó impulso á
padre se le habia negado á su mismo hijo. Que
sus caidas y precipicios, sino la inobediencia de
la Magestad de Dios, por altos consejos de su
Adán, que rebelándose contra Dios, hizo se re-
providencia, ha querido ejercitar primero con el
belasen en nosotros y contra nosotros, desenfre-
hombre los actos de su Justicia en darle pena,
nados los apetitos, y las pasiones desordenadas,
que los de su misericordia en darle premio, de-
que sujetando y avasallando la razón, espolean
jándose ver primero Juez Justo, que benigno Re-
los sentidos á tantas ruinas. Somos á la verdad
munerador: así lo dijo el Profeta: Justitia unte
hijos de ira, rendidos á las concupiscencias, con-
eurn ambulabit. (PSALM. 84.) L a Justicia irá de-
cébidos en pecado: Filli irae, lubjecti concupiscen-
lante de él, como su aposentador. Fuera de es-
tiis, concepti in peccatis. (EPIIES. 2. 3.) D e aquí
to, el Salvador del mundo, por el infinito ódio
es, que tantos, imitando al primer padre en la
que tiene al pecado y al pecador, protesta, que
culpa y no en la penitencia, van á arder per-
primero castigará á los reos en el dia del Jui-
petuamente en un fuego, que les penetrará con
cio, que premiará á ios justos, pues mandará re-
intolerables tormentos el alma con sus potencias,
coger primero la cizaña, (en que se significan los
y el cuerpo con sus sentidos. Ni tendrán jamás
pecadores) y echarla al fuego, y despues reco-
alivio en sus males, ni esperanza de bien algu-
gerá el trigo, símbolo de los justos, para con-
no: porque Dios nunca tendrá oidos para escu-
servarlo en el cielo: In tempore Messis dicam
char sus lamentos, ni entrañas para compadecer-
Messoribus: Colligite primum zizania, et alligate
se de ellos; siempre serán aquel pueblo infeliz,
ea in fasciculos ad comburendum, trislicum autem
que llora Malaquias: Populus, cui iraius est Do-
congrégate in horreum meum.
minus usque in ueternum. Un pueblo, con quien
estará enojado Dios por toda la eternidad.
Ahora, ¿quién no se horrorizará al ver tan for-
midables eastigos del pecado? ¿A quién no pon-
drán espanto los rigores de la Divina Justicia?
¿Quis non timebií te, ó Rex Gentium? (decía to-
do atónito á tal espectáculo Jeremias.) ¿Quién se
atreverá jamás á pecar en confianza de la mi-
empeñó en perseguirlo, ya con violencias, ya con
engaños é ilusiones, trayendole á la imaginación
§. III.
torpes pensamientos; pero viendo que los reba-
tía con viva fe, con ayunos y oraciones Pelagio,
EJEMPLO.
reforzó la batería con un escuadrón de represen-
taciones feas, poniéndole delante de los ojos ac-
Terrible teatro se abrirá delante de nuestros ciones inmodestas de mugeres hermosas, cuanto
oíos si pudiésemos asomarnos al abismo infernal, livianas y desahogadas. ¿Qué mas? Cansado el
V ver allí cuantos al primer pecado, sorprendi- ermitaño de tanta resistencia á los continuos y
dos improvisamente de una muerte repentina, gi- molestos asaltos, poco á poco se rindió, y dió
men ahora sin remedio e n las eternas penas. Yo consentimiento en su corazon á un deseo impu-
registraré aquí solamente uno, bastante a llenar ro. Apenas hubo caido, cuando le sorprendió una
de° horror á quien tuviere un punto de juicio en profunda melancolía, que no le dejaba sosegar,
la cabeza, y un átomo de zelo de su salvación. y arrojándose en tierra dentro de su ermita, de-
Célebre es en las historias de san Benito el nom- cía suspirando: ¡ó pobre Pelagio! ¿Dónde has caí-
bre de Pelagio, cuya vida fuá puntualmente co- do? Del cielo en el infierno. Poco há eras hijo
mo una tragedia, en que primero se ponen las de Dios, y ahora esclavo del demonio. ¿Cómo con
¡ornadas y actos alegres, para que despues pa- un consentimiento has perdido ios mériros de to-
rezcan mas funestos y lamentables los fines, fcs- da tu vida? ¿Cómo podré yo jamás huir de la ira
te, nacido de muy buenos padres, fué criado> a vengadora de Dios? Si confieso este inmundo de-
los pechos de la devoción, y con la leche de seo, puede ser que se sepa mi pecado, y de ahí
santo temor de Dios. Crecía en los años, y al perdida la estimación y buen nombre adquirí-
paso mismo crecía en sus virtudes: era frecuen- do.
te su asistencia en las iglesias, devoto en oír Mi-
Con esta turbación de ánimo salió á la puer-
sas todo embebido en el cuidado de santas ora-
ta de la ermita, desde donde vió pasar un pe-
ciones, hasta que muertos sus padres, se deter-
regrino, que le dijo: Pelagio, ¿por qué te dejas
minó á retirarse del mundo; y vendida su hacien-
avasallar de esta tristeza? Quien sirve á un Dios
da para dar el precio á los p o b r e s se fue a
tan bueno, nunca debe estar melancólico. Si le
una ermita á vivir en la tierra una vida del cie-
has ofendido, ¿no sabes que tienes remedio? Haz
lo. Allí, edificada una pequeña capilla, erigió un
penitencia, y con eso te restituirás a tu antigua
altar de gran devoción, delante del cual gasta-
paz. Quedó Pelagio atónito á tan dulces palabras
ba gran parte del dia en oracion y meditacio-
del peregrino, que al punto se desapareció: y co-
nes divinas; de suerte, que esparcida por el con-
nociendo que este era aviso de un ángel, se re-
torno la fama y buen olor de tanta virtud, to-
solvió á hacer penitencia de su pecado. Y pa-
dos los paisanos le veneraban por santo. Embi-
ra mejor cumplir su intento, se fué á un con-
dioso el demonio de tan piadosos ejercicios, se
Quedóse, pues, Pelagio en su obstinación, has-
vento de san Benito, y postrado á los pies del ta que habiendo enfermado giavemcnte, y redu-
Abad, le pidió con instancia el santo hábito, y lo cido casi al punto de la muerte, se confeso de
consiguió luego, por el concepto de santidad que los otros pecados, callando aquel único, aunque
tenia en aquellos contornos. Allí en la escuela se sentia impelido á confesarlo con vehementes
de las virtudes no se puede explicar con cuán- inspiraciones de la divina gracia. Recibido des-
ta exacción observaba la regla, con cuánta hu- pues el santísimo Viático, murió pecador en los
mildad servia en los ministerios mas abatidos, cuán- oios de Dios, por mas que en estimación de san-
tos eran sus ayunos, con cuán rigorosas disci- to en los ojos de los hombres. Pero, ¡ó horror!
plinas ensangrentaba sus carnes, v con qué ás- la noche siguiente, levantándose el sacristán y
peros silicios vestía, y juntamente atormentaba su pasando p o r ' l a iglesia á t o c a r á maitines, reco-
cuerpo. Pero todo en vano, porque no tuvo alien- noció que el cuerpo de Pelagio estaba descubier-
to para confesar su pecado. ¡O Dios de las mi- to sobre la tierra del sepulcro. Atónito a tal vis-
sericordias! ¿Por qué no os mueve á compasion ta, se imaginó, que por descuido ó yerro, no ha-
esta ovejuela descarriada? Si algún pecador pue- bia sido bien sepultado, y lo enterró de nuevo,
de conseguir perdón, ¿quién mejor le debe alcan- sin hablar palabra del caso. M a s la noche si-
zar que este hombre, que solo una vez cayó con guiente le sucedió lo mismo, por donde conocio
solo un pensamiento, á la violencia de tantas ten- claramente, que la tierra arrojó de sí el cuer-
tacioues, despues de tantas victorias ganadas á po. Entonces, sorprendido de grande espanto, par-
vuestra gloria? ¡Oh, muevan vuestra piedad los tió á dar cuenta a! Abad, el cual, convocados
obsequios de la vida pasada, las penitencias y ora- los monjes en la iglesia, los mandó que se pusie-
ciones de la presente! ¿Cómo concedeis vuestra sen en oracion, suplicando á Dios que se digna-
gracia eficaz á tantos pecadores, reos de innu- se significarles su vuluntad, si por ventura era,
merables maldades, y la negáis á un religioso, que aquel su siervo fuese colocado en sepulcro
que solo es culpable de una fragilidad? T a n t a mas honroso. A un rato, volviéndose al cadaver,
verdad es, que son incomprensibles los juicios de dijo en alta voz: ó Pelagio, ya que fuiste tan obe-
Dios: Incompreheiisibilia sunt judicia ejus. (ROM. diente en vida, yo te requiero y mando que me
11.) Aprendamos una vez á temer los juicios d e descubras, ¿si Dios quiere que tu cuerpo sea tras-
la Divina Justicia. Aprendamos, como un torpe ladado á mas decente lugar? Aquí el difunto con
afecto puede obstinarse en una alma sin reme- un espantosísimo suspiro, respondió: ¡ay, desven-
dio; y como una delicada " y blanda exhalación turado de mí, que me hallo condenado en el in-
se endurece poco á poco, y se forma aquella du- fierno á penar mientras Dios fuere Dios! Caí en
rísima piedra, que arroja el rayo. Así un deseo un torpe deseo, de que nunca hice penitencia ver-
impuro se levanta en el corazon, y allí se con- dadera, y ahora he sido arrojado á las voraces
gela de modo, que llega á hacerle una dura é llamas, sin esperanza de salir jamás de ellas. \
inmoble piedra: Cor ejus quasi lapis indurabitur.
4
si quereis certificaros de esta verdad, llagaos acá,
acercaos, y registrad mi cuerpo. Acercándose el L E C C I O N III.
Aban, vio que todo el cuerpo estaba encendido
como un hierro ardiendo, de que horrorizado, PROCESO DE LOS PECADOS PROPIOS.
se retiraba muy aprisa, cuando oyó que le lla-
maba y le decia: No te ausentes de aquí, padre,
hasta que me hayas quitado esto que tengo de- UTARA tomar eficaz resolución de valerse y ser-
bajo de la lengua. Acercándose de nuevo el Abad, v rse de las cosas del mundo, solamente en cuan-
vió que tenia aún en la boca, la forma fresca to ayudan á conseguir el último fin para que fui-
y entera, que habia recibido por Viático. Tomó- mos "criados, tiene increíble fuerza el considerar,
la con la mano temblando, y la hizo poner apar- qué desórdenes se han originado de haber abu-
te en lugar decente, para memoria de tan la- sado de ellas. Por tanto, es útilísimo conse-
mentable 0 suceso. Entonces, con voz mas funes- jo ponerse tal vez delante de los ojos el pro-
ta, añadió el difunto: la voluntad de Dios es, que ceso da su vida cada uno, y recorriéndola das-
mi execrable cuerpo no tenga sepulcro en lugar de el principio al fin, advertir y examinar la mul-
sagrado, sino en un muladar, como una bestia, titud de sus errores, y la gravedad de sus cul-
hasta que venga á padecer juntamente con mi pas. Empiézase desde la niñez. El angélico Dr.
alma, eternamente en el infierno. santo Tomás enseña, que el hombre luego que
No es necesario que yo haga ponderaciones llega al uso de la razón, tiene obligación grave
sobre este tan terrible juicio de la Divina Jus- de emplear su primer amor en Dios. Y bien:
ticia. El por sí predica cuán de temer son los los primeros actos de mi niñez, fueron ofensas,
juicios de Dios: Quam terribilia suntjudicia tua, fueron injurias del Criador. Creciendo la edad,
Deus. Si los fervorosos obradores de tantas co- fueron también crcciendo los pecados; porque sol-
sas cayeron, ¿qué ruina no pueden t e m e r los flojos y tando el freno á los apetitos juveniles, no hubo
tibios? Teman los arbolitos flacos y débiles, al prado de nocivas flores, por donde no corriese
ver que caen los robustos cedros del libano. Ulula mi desahogo. Aquellos amigos eran mas de mi
abies, quia cecidit Cedras, (ZACIÍ. 11 ) cariño, que me llevaban á los placeres. Aquellas
Lease á Tomás de Xempis. lib. 3. cap. 14. diversiones eran mas repetidas, donde de ordina-
cuyo titulo es: Considerar los ocultos juicios de rio padece naufragio la honestidad, ¿Qué año de
Dios, para que no nos dejemos llevar de la so- mi vida? ¿Qué digo año? ¿Qué mes? Aun mas
berbia. verdad diré: ¿qué día ha pasado, ea que de al-
gún modo no haya quebrantado las divinas L e -
yes? Un mal placer gozado no me hartó, antes
encendió mas el apetito de otro peor. L a sole-
dad me sirvió para dar secreto desahogo á mis
%
si quereis certificaros de esta verdad, llagaos acá,
acercaos, y registrad mi cuerpo. Acercándose el L E C C I O N III.
Aban, vio que todo el cuerpo estaba encendido
como un hierro ardiendo, de que horrorizado, PROCESO DE LOS PECADOS PROPIOS.
se retiraba muy aprisa, cuando oyó que le lla-
maba y le decia: No te ausentes de aquí, padre,
hasta que me hayas quitado esto que tengo de- UTARA tomar eficaz resolución de valerse y ser-
bajo de la lengua. Acercándose de nuevo el Abad, v rse de las cosas del mundo, solamente en cuan-
vió que tenia aún en la boca, la forma fresca to ayudan á conseguir el último fin para que fui-
y entera, que habia recibido por Viático. Tomó- mos "criados, tiene increíble fuerza el considerar,
la con la mano temblando, y la hizo poner apar- qué desórdenes se han originado de haber abu-
te en lugar decente, para memoria de tan la- sado de ellas. Por tanto, es útilísimo conse-
mentable 0 suceso. Entonces, con voz mas funes- jo ponerse tal vez delante de los ojos el pro-
ta, añadió el difunto: la voluntad de Dios es, que ceso da su vida cada uno, y recorriéndola das-
mi execrable cuerpo no tenga sepulcro en lugar de el principio al fin, advertir y examinar la mul-
sagrado, sino en un muladar, como una bestia, titud de sus errores, y la gravedad de sus cul-
hasta que venga á padecer juntamente con mi pas. Empiézase desde la niñez. El angélico Dr.
alma, eternamente en el infierno. santo Tomás enseña, que el hombre laago que
No es necesario que yo haga ponderaciones llega al uso de la razón, tiene obligación grave
sobre este tan terrible juicio de la Divina Jus- de emplear su primer amor en Dios. Y bien:
ticia. El por sí predica cuán de temer son los los primeros actos de mi niñez, fueron ofensas,
juicios de Dios: Quarn terribilia suntjudicia tua, fueron injurias del Criador. Creciendo la edad,
Deus. Si los fervorosos obradores de tantas co- fueron también creciendo los pecados; porque sol-
sas cayeron, ¿qué ruina no pueden t e m e r los flojos y tando el freno á los apetitos juveniles, no hubo
tibios? Teman los arbolitos flacos y débiles, al prado de nicivas flores, por donde no corriese
ver que caen los robustos cedros del libano. Ulula mi desahogo. Aquellos amigos eran mas de mi
abies, quia cecidit Cedrus. (ZACII. 11 ) cariño, que me llevaban á los placeres. Aquellas
Lease á Tomás de Xempis. lib. 3. cap. 14. diversiones eran mas repetidas, donde de ordina-
cuyo titulo es: Considerar los ocultos juicios de rio padece naufragio la honestidad. ¿Qué año de
Dios, para que no nos dejemos llevar de la so- mi vida? ¿Qué digo año? ¿Qué mes? Aun mas
berbia. verdad diré: ¿qué día he pasado, ea que de al-
gún modo no haya quebrantado las divinas L e -
yes? Un mal placer gozado no me hartó, antes
encendió mas el apetito de otro peor. L a sole-
dad me sirvió para dar secreto desahogo á mis
%
mayor desvergüenza, cuanto me favoreció con ma-
pasiones. El comercio con otros, sirvió para dar yor liberalidad. ¡Oh, cómo merezco que me lla-
público escándalo á la inocencia de los otros. Si me el Apostol hombre de pecado, hijo de la per-
tomo en la mano el Decálogo, apenas hallaré dición! Homo peccati, fUius perditionis. (THESSALON.
Mandamiento, en que no haya muchas veces ofen- 2. 2.) ¡Oh, cómo puedo exclamar con el Real
dido y ultrajado el honor de Dios, y hecho da- Profeta! Circumdcderunt me mala, quorum non
ño al prójimo. Si leo el catálogo de los peca- est numerus: multiplicatae sunt iniquitatis mea»
dos capitales, ¿cuál de ellos no ha sido una se- super capillos capitis mei! (PSALH. 39.) L a s le-
milla fecunda, que ha producido en mí copiosa yes civiles mandan, que los que reinciden en los
cosecha de maldita cizaña? E n suma: mis peca- delitos, sean castigados sin remisión. Los Cáno-
dos han sido como los eslabones de una cade- nes Eclesiásticos declaran ser indignos de clemen-
na, que el uno tira, y trae á sí el otro, porque cia los relapsos en la heregia. ¿Cómo podré yo,
el uno entra en el otro; así mis culpas han es- pues, esperar jamás piedad de las divinas Le-
tado ligadas una con otra, formando esta horri- ves, despues de tantas y tan frecuentes recaídas
ble cadena, que llega hasta en el infierno á las en los mismos cielitos? Especialmente despues de
manos de los demonios, que con ella á toda fuer- haber tantas veces, sin fruto ninguno de enmien-
za me tiran, y pretenden llevar á la eterna es- da, engañado á la Divina Bondad, que con ex-
clavitud. ceso de misericordia me ha ofrecido el perdón,
Si la beneficencia de Dios me mantiene flori- y restituirme á su gracia.
da la salud, enteros y vivos los sentidos del cuer- Y si quiero comparar mis innumerables mal-
po; de la salud me he valido para desfogar mas dades con un solo pecado de Luzbel y de Adán,
desenfrenadamente las pasiones sensuales: de los ¿qué horror no me correrá por las venas? Luz-
sentidos, para recoger mas especies que irriten la bel, con tantos millares de ángeles, condenado á
concupiscencia. Si Dios me dió un entendimien- un infierno de tormentos, por un solo afecto de
to agudo para aprender, fecundo para discurrir soberbia, ¿qué debo esperar vo despues de tan
é inventar; no me ha servido de otra cosa, que dilatada sèrie y multitud de pecados? Adán, por
de trazar artificios con que ejecutar mis malda- un solo acto de destemplanza, expuesto con
des, y llevar al cabo mis impuros designios. Si toda su posteridad á un montón de tantas mise-
m e dió abundancia de riquezas; de las riquezas rias é infortunios, ¿qué no debo temer yo, sien-
he abusado para gastar mas liberalmente, desper- do reo de tantas maldades en todas las especies
diciar con mas disolución, y seguir mis caprichos de culpa? Si comparo mi ingratitud, tanto ma-
con mas destemplanza. Sanitati utimur in libidi- yores parecerán mis delitos, cuento han sido ma-
nem (dice san Gerónimo) divilios vertimus in lu- yores los beneficios que me ha hecho D;-os. Luz-
xuriam. E n el mismo tiempo que Dios con su- bel y Adán ofendieron solamente á un Dios Cria-
m a liberalidad me hizo beneficios, yo le he ofen- dor: yo he injuriado á un Dios también Reden-
dido; y como si esto fuese poco, le ofendí con
mo leones en las historias) beneficiados de noso-
tor, despues de haberlo visto sudar sangre, pa-
tros se amansan, obedecen á nuestro gusto, y no
decer cruelisiracs tormentos, morir en una cruz,
arman sus dientes para despedazarnos, cuando no-
por borrar y cancelar el pecado, por redimir y
sotros alargamos la mano para darles sustento:
librar al pecador. ¿Y esto no es haber yo sido
Beneficia etiam ferae sentiunt. Y asi san Juan
tanto peor, que todos los demonios en el pecar,
Crisóstomo juzgó por mas crueles que las heras
cuanto el beneficio de la redención es mayor que
á los hermanos de José, los cuales entonces tra-
el de la creación? Fuera de esto, he pecado, sa-
t r a r o n de matarlo, cuando él con socorro de man-
biendo que con mis pecados nuevamente tomaba
tenimientos los buscaba para regalarlos. Mucho
los martillos, aguzaba los clavos, y de nuevo, ¡ó
mas se descubrirá la enormidad de nuestros pe-
cosa horrorosa' yo crucificaba á Jesucristo: Rursus
cados, si comparamos nuestra vileza con la ex-
crucifigentes Filium Dei. (IIEBR. 6.) Ni esta de-
celencia de los angeles y de Dios.
be parecer ponderación en el Apostol; pues dice
santo Tomás, que con toda verdad, nosotros con ¿Cómo una vilísima criatura se atrevió a rebe-
los pecados volvemos á poner en campaña, cuan- larse contra el Soberano Rey de 1a gloria? Un
to bastó para causar la crucificcion de Jesucris- hombre compuesto de barro, gusano de la tier-
to, que fué la injuria de Dios: Cum iterum pec- ra, vapor, que en un instante se discipa, monton
cas, quantum in te est, das occasionem, ut iterum de miserias, vaso de inmundicias, postéma de pa-
Chrístus crucifigatur. (IN VITA.) Así lo testificó siones corrompidas, ¿ha tenido osadía de tomár-
el mismo Salvador á santa Brígida, cuando se le selas con un Todopoderoso Dios? Aun si sola-
apareció lleno todo de nuevas heridas, y derra- mente se hubiera atrevido á injuriar a un ángel,
mando mucha sangre fresca, le dijo: Estas mue- ultrajar á un serafín, hacer guerra á todas las
vas heridas me abren con sus culpas los peca- gerarquias angélicas, se tendría por un exceso
dores. Mas: yo me he rebelado tañías veces con- de arrojo y furor de locura; ¿qué será haber ofen-
t r a Dios, despues del singular beneficio de los Sa- dido á un Dios inmenso é infinito, en cuya com-
cramentos divinos, especialmente el de su santí- paiación los á n g e l e s y los hombres son como una
simo Cuerpo y preciosísima Sangre, instituido pa- gota de rocío, respecto de la inmensidad del
r a sustento y honra de ¡os cristianos. Y así, ató- océano? ¿Mover á indignación una Magestad Di-
nito el Profeta, ante el mismo Dios, de tan gran- vina, de cuya mano está pendiente todos los ins-
de ingratitud se queja: oíd cielos, escuchad tier- tantes la vida del hombre, y su salvación ó con-
ra lo que Dios dice: Yo he sustentado y ensal- denación? ¿Hacerse enemigo de un Monarca Om-
zado á mis hijos, y ellos me despreciaron: Audite nipotente, que tiene siempre pronta la espada, y
Coeli, et auribus percipe térra, qucniam Dominus empuñados los rayos de la venganza contra sus
locutus est: Filios enutrivi, et exaltavi: Jpsi autem enemigos? Persequar inimicos meos: Evaginavo
spreverunt me. (ISAI. 1.) ¿No es esto haber si- glaudium meum, et sagittas meas complebo in eis.
do peor que los tigres y leones, los cuales, (co- P a r e c e imposible aun el imaginarse, no digo eje-

011643
simos ojos. Por lo cual se queja egriamente: Ad
cutarse por un hombre tal ofensa contra Dios.
iracundiam provocará me ante faciem meam. (ISAI.
Ciertamente, aquel bárbaro Tumanama, que fue
6 5 ) Se desprecia la Justicia, no hacienoo caso
acusado ante Vasco Nuñez, conquistador de la
de sus amenazas, no temiendo sus castigos, des-
India, de haber cometido no sé que delito con-
pues de haber visto y oido tantos ejemplos de
tra él, arrojándose á los pies de aquel gran ca-
la celestial venganza, y que por un solo pensa-
pitan, y poniendo con buen arte sobre el puño
miento soberbio, se trocaron en negros v feísimos
de la espada la mano temblando, dió su discul-
carbones del infien.o, los mas bellos serafines de
pa con estas voces: „¿Podéis acaso vos sospe-
ciclo Deshónrase la misericordia, valiéndose de ma I
c h a r , que cayese en mi imaginación el ofende-
fundada esperanza del perdón para pecar con mas
mos, sabiendo que traheis al lado una arma tan
desvergüenza, porque Dios es piadoso, somos no-
„fuerte, que de solo un tajo parte por medio un
sotros Impíos: encrueleccmonos contra Dios, por-
„hombre?" Y esto, que no parece posible que se
que Dios se precia de benigno y manso: y por-
ejecute contra un poderoso de la tierra, se ve
oue no nos arrojó layos al punto que pecamos,
frecuentemente usado contra el Monarca del uni-
p r o c e d i m o s con presunción á pecar. Finalmente,
verso. ¿Cuántas veces se hacen gravísimos des-
se ultraja la divina Bondad, puesto que estando
precios á Dios, á su vista, á sus ojos, contra su
sumamente beneficiados de Dios, mantenidos con
gravísima prohibieron? Aunque sabemos que tie-
su amorosa Providencia, despues de tantas fine-
ne, r.o ya en la mano, sino (como dice san Ge-
zas de amor, volvemos los mismos beneficios de
rónimo) en la boca, porque solo con decirlo lo
la naturaleza, y los mismos dones de la gracia
ejecuta aquella terrible espada de dos filos, que
contra el Señ¿r, que nos los dió. ¡O monstruo-
con un solo golpe hiere de muerte eterna el al-
sidad horribilísima del pecado' ¡O barbaridad de-
ma, y el cuerpo.
testable del pecador!
Consideremos un poco, cuántas ofensas de Dios
A estas consideraciones, extática santa Catali-
contiene un pecado solo, y cuántas injurias se ha-
na de Génova, solia decir: que si de una par-
cen á sus infinitas perfecciones. Ofcndese la Om-
le estuviese un mar de fuego, y de la otra un
nipotencia, porque debiendo concurrir con noso-
pecado mortal, r.o habría ninguno que conocien-
tros á todas nuestras obras, la obligamos mal de
do la malicia del pecado, n<> se arrojase al pun-
su grado á concurrir á nuestras acciones pecami-
to á nadar en aquellas llamas, sin cuidar de vol-
nosas, que tanto aborrece y detesta, usando do
ver á la ribera, por no estar cerca de tan hor-
su concurso para ultrajarla. Como quien coje la
rendo monstruo. ¡O pecado, si fueras bien con-
mano del amigo para darle con ella una bofe-
siderado, cuánto serias aborrecido! La Zorra ma-
tada. Despreciase la inmensidad; porque estando
rina no traga jamás el alimento, sino lo vá mas-
Dios en todo lugar, en su presencia, á su vis-
cando poco á poco; mas en sintiendo el anzue-
ta, en sus mismos ojos hay atrevimiento de co-
lo escondido en el cebo, lo arroja: cuando los
meter maldades, que no pueden sufrir sus puri-
otros peces, dejándose llevar inconsideradamente rosarios rezados, tántas confesiones, tantos ayunos,
de su golosina, al tragar el cebo, que les agra- tántas misas, tántas comuniones, todas quedan se-
da, quedan al punto presos. Así sucede á los pe- pultadas en tan profundo olvido, que si al pe-
cadores, que sin consideración se tragan la mal- cador le cogiere una muerte repentina, jamás por
dad: Os impiorum devorat iniquitatem. (PROVERB. toda la eternidad gozará premio alguno del bien
19.) Atrévense á p e c a r , porque no conocen el pasado; sino solo con la rabia de haberlo per-
pecado. dido, padecerá la pena del mal presente. ¡O la-
dronicio funestísimo del pecado! San Basilio llo-
§. II. ra sin cesar la pérdida de uno de los cuaren-
ta mártires de Armenia, que despues de una vi-
DAÑOS DE LOS PECADOS. d a pasada en grande observancia de las Leyes
Divinas; despues de haber estado encerrado en
M a s si acaso hubiese un eorazon tan vil, que una horrible cárcel por la fé; despues de heri-
no le moviesen las injurias que el pecado hace do con bastones, lastimada cruelmente la cara con
á Dios; muevase á lo menos por los gravísimos piedras; finalmente, arrojado en un estanque de
daños que el pecador se hace á si. Reconozca agua helada; despues de tantos martirios, ya que
sus llagas, y si no las reconoce, sin duda ha per- el ángel estaba con la corona pronta en la ma-
dido la luz de la razón, no digo ya de la fé: no para poncrsela en la cabeza, y con la pal-
Exececavit cum malitia ejus. (PROV. 1 9 ) Cególe ma que daile en la mano, él, al último tormen-
su malicia: tema no sea una alma precita, por- to, prevaricó, y se rindió, y por señal de que ne-
que entonces es peor el mal, cuando le quita al gaba la fé, se salió del hielo: y queriendo en-
enfermo el conocimiento de su gravedad y peli- t r a r en un baño caliente para recobrarse, perdió
gros. Recorramos estos daños. infelizmente la vida temporal y la eterna. ¡O la-
mentable ruina, (exclama san Basilio) ver allá¿en
Primeramente: una culpa mortal despoja al pe-
el infierno arder las heridas y cicatrices padeci-
cador de todos los merecimientos de su buena
das por Cristo! ¿Ahora no os lastima y compa-
vida; de suerte, que cuantas obras virtuosas, cris-
dece un suceso tan infeliz? Pues empleemos
tianas y pias había hecho, todas son perdidas, aun-
la compasion en nosotros, que cometiendo un pe-
que hubiese vivido cien años en continuos ayu-
cado, hacemos igualmente miserable pérdida; si
nos y asperezas, como un Pablo, primer ermita-
bien estamos tan ciegos, que no advertimos lo
ño; aunque hubiese distribuido en limosnas inmen-
mucho que perdemos. Somos como aquellos ju-
sos tesoros, como una Melania Romana; aunque
gadores, que juegan los vales y pólizas de cam-
hubiese convertido un millón de infieles, como un
bio, que como no ven lo que pierden, juegan
san Francisco Xavier: Omnes justitiae, quas fece-
alegremente. Alguna vez lo veremos: y plegue á
rat, non recordobuníur. (EZECII. 18.) T o d a s las
Dios, que al morir no digamos como el infeliz
obras buenas, tántas limosnas repartidas, tántoa
Enrique V I H de Inglaterra: Omnia perdimos: to- mas feos pecados, cualquiera de los cuales era
do lo hemos perdido. L o peor de tan gran pér- bastante para hacer un demonio? Y así los mios,
dida es, quedar el pecador privado de la gracia que son tantos y tales, bastarían á hacer un in-
de Dios, tesoro inestimable, perla tan preciosa, fierno do demonios.
que la Sabiduría encarnada dió por bien emplea- Con perder la gracin, se pierde también la fi-
da su vida, bien derramada su sangre por com- liación de Dios y la herencia del cielo. Antes
prarla. ¡Quereis ver (dice el Crisólogo) cuan gran de caer en pecado nos ama Dios, no solamen-
bien es la gracia, y cuan terrible mal sea su te como amigos estrechos, sino como á hijos que-
pérdida? Quod anima est coipon, hoc gratia est ridos, y con un amor verdaderamente de Padre,
animae. Recedente anima mox corpori corruptio, como "lo testifica san Juan: Vide/e qualem cha-
putredo, vennis succedit. Recedente Dei gratta, ritatem dedit. nolis Pater, utfilii Dei nominemur,
venit in animam corruptio criminum, viUorum pu- et sirnus. Cuan inmenso é indecible afecto nos
tredo, conscientia ver mis. (SER>I. 5.) Quitada el ha mostrado el Padre celestial en concedernos
alma del cuerpo, otra cosa no queda en el, que que nos llamemos sus hijos, y que en efecto lo
corrupción, podredumbre y gusanos. De la mis- seamos por el benehcio de su gracia. Mas de
ma suerte, quitada á un alma la gracia, queda esta alta dignidad y elevado privilegio caímos por
inficionada con vicios, llena de llagas y remor- el pecado. Ni Dios, desde que pecamos grave-
dimientos en la conciencia, abominable por el mal mente, nos tiene por sus hijos, ni por sus ami-
olor de la culpa. Veis ahí qué gran tesoro, que gos, ni nun por sus criados; antes claramente pro-
preciosa ioya roba al alma el pecado: mira de testa aborrecernos como á enemigos, perseguir-
qué disforme fealdad, de qué detestable postema nos como á rebeldes, y condenarnos como á par-
la llena. Santa Catalina de Sena, viendo una vez ricidas. Y si hemos perdido todo titulo y dere-
la excelente hermosura de un alma en gracia, cho á la herencia del cielo, quedamos incapa-
quedó arrebatada de tan grande admiración, que ces de gozar la bienaventuranza, para que fui-
si no la detuviera la fé, la hubiera adorado por mos criados, y de poseer el reino que nos te-
Dios. Al contrario, mirando en otra ocasion un nia preparado nuestro Eterno Padre. ¡Puedese ima-
demonio privado d e e s a misma gracia, quedo tan ginar ruina mas digna de lagrimas! E l desgra-
horrorizada de su fealdad, que por no volverlo ciado Esaú, cuando se vió privado no mas que
a ver, protestaba, que antes escogería andar has- de la primogenitura, trasladada á Jacob con la
ta el dia del juicio descalza por un camino sem- bendición paterna, quedó sorprehendido de tan gran
brado de carbones encendidos. Y si una sola man- sentimiento, que por toda la campaña empezó á
cha de pecado puesta en un ángel trueca su ine- bramar cual si fuese un león atravesado con una
fable belleza en horrible fealdad, y convierte en saeta: Audilis Esau sermonibus Patris irrugiit
un monstruo del infierno a un serafín del cielo; clamore magno consternalus. (GEN. 27.) ¡Qué me-
¿qué harán en un hombre tantos y mas graves y lancolías, qué sentimientos, qué gritos no debe-
ser hijos del demonio por la culpa: os habéis ven-
ria dar el pecador, viendo que ha perdido la fi-
dido por esclavos, sujetándoos á la tirania del crue-
liaeion de Dios, la herencia de su reino dicho-
lísimo príncipe de ¡os abismos. Unusquisque pec-
so v eterno! Y haberlo perdido por un mero ca-
cando animam suam vendit diabolo, accepto pre•
pricho, por un placer momentáneo, por una nada!
tio temporalis voluptatis. (IN EPIST. AN non.) Así
Lo cual aumenta incomparablemente la gravedad
lo confirma san Agustín. Decidme, si supierais,
de la culpa; que aun si se hiciese el pecado por
que en pecando, se os había de entrar el de-
salvar la vida, por no perder la honra, por ad-
monio en el cuerpo, ¿tendríais aliento jamás de
quirir alquil reino, todavía seria un grande ex-
consentir en el pecado? Pues ¿cómo os at reveis
ceso el °perder á Dios y su infinita bienaventu-
á cometerlo, creyendo infaliblemente, que al pun-
ranza. ¿Qué exceso, pues, será arrojar la gracia
to toma absoluta posesion de vuestra alma el de-
de Dios, perder la herencia del cielo por un gus-
monio? Considerad un poco, qué desconciertos,
to vilísimo, que muchas veces 110 valdría un suel-
qué locuras, qué violencias 110 obra en el cuer-
do- por un deleite brevísimo, que en un punto
po de un energúmeno el demonio; y tened por
empieza y acaba? ¿Esto no es ser peor que J u -
cierto, que mucho peores estragos, sin compara-
das que vendió á Cristo por treinta dineros? ¡Que
ción, hace en el alma de un pecador; la estre-
justamente se queja Dios por Ezequieü Violabant
cha en durísima esclavitud, con tantas cadenas,
me propter pugülum hordei, et fragmen pañis.
cuantos son los pecados cometidos: Funibus pee-
•Ofender á un Dios por un puñado de c e b a d a ,
catorum suorum constringitur impius. Y con todo
y un pedazo de pan! ¡Posponer la infinita Ma-
eso, puede vivir seguro, dormir quieto, recrear-
gostad de Dios á un vilísimo apetito de una mi-
se alegre, estando debajo del yugo y manos de
serahle criatura! Caligula, pidiéndole una acción
un tirano, que de día y de noche no maquina
injusta con la oferta de doscientos talentos, (que
mas que violencias y asechanzas para oprimir-
eran muchos millares de escudos de oro) enoja-
lo, para arrojarlo al precipicio, para ejecutar en
do todo contra el mensagero, y mucho mas con-
él el último y mas irremediable rigor?
tra el Emperador, porque había creído apartar-
lo de la justicia por tan poco precio, respondía ¡Oh, abra una vez el pecador los ojos para
con espíritu generoso: si el Emperador q u e n a ha- reconocer su deplorable estado: registre y pese
cer prueba de mi resolución, debía haberme otre- con justo peso el pecado, mírelo con ojos lim-
cido todo el imperio: Si Caesar me tentare cons- pios: no sea como Nerón, que miraba ¡as heri-
tituerat, loto ei eram emperiendus Imperio, (SENEC. das y muertes de los Gladiatores por unos an-
7. DE BENEF. 13.) tojos de esmeralda preciosa, que le hacia ver
como deleitables jardines, las mas horrorosas cruel-
Perdida la filiación de Dios, ¿que otra cosa le dades. (PLIN. LIB. 37. CAP. 5.) Así el pecador
queda al pecador, sino ser esclavo de Satanas? no mire ya sus culpas por el antojo del placer
Así lo declara la E t e r n a Verdad á los pecado- que recibe, donde las aprende como agradables,
res- Vos ex Patre diabolo estis. Habéis venido a
cómo el fuego no os ha vuelto en cenizas con
sus llamas; cómo el aire no os ha a r r e b a t a d o con
(PROVERB. d e su condenación sus tempestades: cómo todas las criaturas, así sen-
sitivas como insensibles, no han tomado á su cuen-
al punto que
ta la venganza de tantas injurias hechas á su Cria-
se cometk» el pecado, fulminó contra el pecador dor. Con razón podéis decir: Misericordiae, Dn-
p1 S u p r e m o J u e z la sentencia de eterna muerte. mini, (juia non sumus consumpti. (THREN. 3.) H a
1 eT . X n o ha abierto la boca, y e n s a n c h a - sido privilegio especial de la Divina Misericordia,
d o s s t l e s para tragárselo: Dilatavü Infrnus h a b e r querido esperar que haga penitencia, ha-
«« uum Y a lo aguardan con jmpac.encia sus fu- biendo usado del rigor de su Justicia con tan-
r h s V encendidas lo esperan sus llamas. Y a es- tos otros que le habían irritado a u n menos que
c i n d i e n d o , que se le resbale aquel muco pie vo»
o l e t ene a" canto del precipicio. F u e r a de es-
q H a sido un prodigio d e amor el que ha de*
1 í ^ n * nue lo ha d e arrastrar al suplí-
tenido el ímpetu de la justísima indignación de
Dios, pues con mucha mas razón lo llamaba á
te venganza contra mis atrevimientos. ¿Qué a g r a -
decimiento, pues, no debo ¡ó clementísimo Dios?
á vuestra infinita misericordia, que conmigo ha-
béis usado? ¿Qué suspiros, qué lágrimas no d e b o
d e r r a m a r por las injurias que he hecho á t a n buen
™ n centro proprio de su gravedad. Padre? ¡Ojalá le pudiese yo a m a r tanto en lo ve-
Despue d e P h a b e r considerado cuan gran m a l nidero, cuanto le he ofendido en lo pasado! C i e r -
í necado con oué horribles penas tue cas- t a m e n t e yo procuraré conservar siempre e n mi
1 , ' c o n qué g r a v e injuria ultra- corazon un odio, un horror implacable, una in-
f ° „ , L o S Todopoderoso, con qué nuevos tor- mortal enemistad contra el pecado, hasta protes-
™pntos crucifica al Redentor, qué gravísimos da- t a r con san Anselmo: „Que si por un lado vie-
ños Acarrea al hombre; volved un poco los ojos „se abierto el infierno, y por otro me viniese á
f lIp vos mismo, v repasad cuantos y cuan enor- „encontrar un pecado, escojeria primero a r r o j a r -
p l pn los que habeis cometido. Cierto es, que l e á arder en las llamas del abismo, que man-
T e s t T vilta quedareis justamente asombrado y en- c h a r m e con el pecado: primero las penas e t e r -
2 n oensando como todas las criaturas han n a s con inocencia y sin culpa, que la estancia
S l o s t a n t o tiempo un tan detestable monstruo; „del cielo con pecado:" Mallem inocens gehem-
: t ° , 3 ) OS ha abrasado con sus rayos; nam intrate, quam peccator in Coelum ascenderé.
; n o la t e
c o m o la tierra n ra no se ha abierto
^ o ! en ro
bocas hor-
tiemp0 se
¿1
í r a g T J Coré, y & d e m á s rebelados c o n t r a Aaron;
sosegar la fiambre, recogía las cascaras de na-
III. ranjas, que sus criados arrojaban al corral. l a -
deció grandes tentaciones del demonio; pero re-
EJEMPLO. cibió mayores consuelos de los ángeles, y de su
p C rj<vq» | llíílí- ^r i'.l:' ' t"«' i'-- ' - ' ' Esposo Jesucristo, que muchas veces la favore-
D e la deformidad de la culpa venial se infie- cía con su presencia. , .
re la fealdad de la culpa mortal, al modo que Pero lo que mas hace á nuestro proposito, des-
(según el adagio) de una uña se puede.colegir pues de haber pasado algunos anos esta nguro-
la grandeza de un león. Doña Sancha Carrillo, sisima y virtuosísima vida, rogó al Señor que S=J
dama de honor de la emperatriz Doña Isabel, dignase de que viese su p r o p n a alma, para que
vivía en la flor de sus años entregada del todo reconociendo mejor la fealdad de sus culpas, se
á la vanidad, á diversiones y festines: cuando moviese siempre mas á detestarlas y llorarlas; cuan-
Dios, que la quería convertir á mejor camino, do una tarde, estando en su sala, abierta la puer-
le inspiró que fuese á confesaise con el M. J u a n ta, vió derrepente pasar á su vista un ermitaño
de Avila, apóstol de Andalucía, el cual, despues, toda vestido de blanco, y de modestísimo aspec-
de haberla oído con gran caridad, viéndola per- to. Quedó asombrada al ver tal persona, en tal
f u m a d a de fragrantés olores, y vestida de ricas Jjuar, y trage tan fuera de tiempo; pero reco-
galas, tuvo aliento para decirla: „Señora, estos brándose v tomando aliento, le preguntó: padre,
„olores huelen á infierno: estas vanísimas galas ;que buscáis á esta hora? Respondió: levantad un
„son cadenas, que os arrastran el alma. Quedo Leo este manto, y lo vereis. Obedeció ella, y
atónita á estas palabras Doña Sancha, y loca- viendo debajo del manto del ermitaño una nina
d a interiormente de la gracia del Espíritu San- muv pequeña, muv fea, enfermisa y flaca, llena la
to, apenas volvió á su casa, cuando se encerró cara de sucias moscas que le movían é inquietaban
en un aposento retirado, donde al pie de un cru- el estómago, preguntó otra vez, ¿qué significaba
cifiio, con abundantes y tiernas lágrimas, lavo los aquella representación? Entonces añadió el ermi-
afeites del rostro, arrojó de si toda gala, se cor- taño: ¿ N o te acuerdas cuando suplicaste al Se-
tó el cabello, cubrió la cabeza con una toca bas- ñor instantemente, que te dejase ver un rato tu
ta, y vestida de una saya negra, se puso delan- propia alma? Vesla ahí, mírate en ese retrato: asi
t e ' d e sus padres para pedirles licencia de r e i n a r - puntualmente está tu alma, como ves ésta feísi-
se á una casilla cercana á su palacio, y allí ha- ma chicuela: y dicho esto, desapareció la visión.
cer penitencia de sus pecados. Conseguida, aun- Cuan aturdida y congojada quedase á este es-
que de mala gala, empezó una nueva vida, toda pectáculo Doña Sancha, déjo á vuestra conside-
empleada en oraciones y ayunos, cubierta siem- ración. Cierto es, que llegó á decir: que pare-
pre de un áspero silicio, y castigándose todos los cía habersele descoyuntado los huesos de dolo.r.
días con rigurosas disciplinas; y cuando quería Pasó toda aquella noche combatida de pensaraien-
tos temerosos, como si hubiera estado á la boca sueño atormentado sobre una dura tabla: su ca-
del infierno. "Eran otras tantas saetas a su co- misa era un áspero silicio, que le cogia desdo
razón, la fealdad, las manchis, la flaqueza de la el cuello á los pies, con una cinta de escarda-
niña que habia visto; y considerándola como un dera, tan estrocha, que las puntas se le entra-
retrato suyo, temia grandemente del estado de ban por la carne; de suerte, que cuando des-
su alma y de su salvación. Aquella cara Lena pues de muerta la quisieron enterrar, le hallaron
de sucios y asquerosos animalejos redoblaban su todo su cuerpo traspasado y lleno de llagas.
amargura, pareciendole que estaba muerta, y que Ahora, ¿qué deben decir, y qué deben hacer
aquellas eran llagas antiguas: y así, gimiendo, ar- los que se hallan reos de muchos y graves pe-
rojaba al cielo profundos suspiros, pidiendo a Dios cados mortales? Si los veniales ponen tan fea, tan
misericordia. Apenas amaneció el día, cuando lúe flaca, tan llena de miserias el alma de las sier-
a buscar á su confesor, á darle claramente cuen- vas de Dios, cuáles estarán las almas de los gran-
t a de lo sucedido, y pedirle con amargas lagri- des pecadores, enemigos de Dios, llenos de tan-
mas, que le explicase mejor la visión, y le des- tas maldades? Si esta Señora lloró tan amarga
cubriese si aquellos inmundos ammahllos, signifi- y continuamente, y multiplicó contra sí misma
caban pecados mortales. El confesor, que era nom- tantas asperezas por defectos ligeros, ¿qué será
bre dé excelente doctrina y santidad, pidió un razón que hagan los que han pasado una vida
poco de tiempo para encomendar á Dios la re- anegada en gravisimos pecados?
solución de esta duda, y despues le dió esta cla- Lease á Tomás de Kempis, lib. 1. cap. 21.
ra respuesta: „Señora, no teneis que afligiros de- cuyo título es: D e la compunción del corazon.
m a s i a d o , sino dad muchas gracias á Dios, por-
g u e la flaqueza y fealdad, que registrasteis en
el retrato de vuestra alma, son efectos de c u -
.pas veniales, que manchan, á la verdad, el al-
ma pero no la corrompen; debilitan y entibian
J a caridad, pero no la apagan; son asquerosas
moscas, que inficionan, mas no venenosas sier-
p e s que matan; pues si fueran pecados morta-
j e s , la niña se hubiera visto muerta, palida y

" P C o n d esta respuesta respiró algo Doña Sancha,


pero no enjugó tan presto las lágrimas. Prosi-
guió en una vida llena de rigores: macero siem-
pre con ásperas penitencias su delicado cuerpo:
las noches, ó velaba en oracion, ó tomaba un
dabit percutienti se maxillam. (THREN. 3. CAP. 6.)
L E C C I O N IV. Pongamos, pues, delante de los ojos la muerte,
cual la hemos visto con su horroroso semblan-
D E L VCNTO INEVITABLE DE LA MUERTE.
te, ya en nuestro padre moribundo, ya en el her-
mano, ya en el amigo. .
¿Qué cosa es muerte? Mors (dice Aristóteles)
I P A R A arreglar bien la vida, y dirigir sabíame«- omnium lerribilium terribilissimum: La cosa maa
te todas A c o s a s al ultimo fin, no hay por ven- teirible entre todas cuantas terribles hay. 1er-
tura mejor consejero que la muerte: aconsejar- rible al cuerpo por los atrocísimos dolores que
se con ella, es mirar, que quisiéramos haber he- le causa, por la respiración apresurada, por ls
cho á la hora de la muerte, y es máxima del rebolacion de las entrañas. Los ojos turbados des-
Sabio: O mors, honum est judmvm tuuml (ECCL. tilan las últimas lágrimas: los labios torcidos, y
4: ) Los juicios que la muerte nos pone en a encendidos en rabiosa sed: el pecho levantado, y
cabeza, son rectísimos. Aun Platón decía: que la ahogándose con molestísimo catarro; los miembros
verdadera Filosofía es la meditación de la muer- todos abrasados de ardientes calenturas, y al mis
t e . Quien quisiere aborrecer seriamente al peca, mo tiempo temblando por la cercanía de la úl-
do, haga atenta reflexión sobre la muerte. Adán tima respiración. Terrible al alma por la amar-
no conoció mas vivamente el pecado que había gura de lo que deja, y el temor de lo que le
cometido, que cuando delante de sus ojos vio muer- aguarda, no sabiendo si ha de ir á parar al cie-
to á su hijo Abél; entonces fue cuando en aquel lo, ó al infierno. ¿Si se echase el dado sobre si
rostro desangrado, en aquellas luces de los ojos un hombre habia de ser llevado á la horca, ó
apagadas, en aquellos helados miembros, leyó y elevado al trono real, con qué palpitación y sus-
entendió, como escrita con grandes y vivas le- to del corazon esperaría el punto de su suerte?
tras, la sentencia, tanto antes fulminada contra P u e s ¿cuál será el estado de un alma que ago-
él, por su culpa. Morte morieris. Quien quisiere niza, aguardando dentro de pocos momentos la
guardar bien la Ley de Dios, aprenda de la muer- sentencia que se fulminará de su salvación ó de
f e su observancia. ¿Cual es el mancamiento mas su condenación, luchando entretanto con toda la
arduo 7 Sin duda el que manda perdonar a los eternidad que le ha de seguir? ¿Qué horror no
enemigos, querer bien á quien nos qmere mal. causó la terrible muerte del rey Antioco en to-
Mas si pone el pensamiento en el polvo del se- do su ejército, cuando lo vieron en el pabellón
pulcro, él hará, que á quien nos da una tole- real, tendido en una cama, de púrpura, pálido,
deshecho, y todo mudado feamente el rostro, hun-
Jada, volvamos la otra megilla, según el aviso del didos los ojos, la nariz afilada, con unas ansias
Evangelio: Praebe Mi, et alteram. Asi lo ense- de bomitari intolerables, que le hacían arrojar las
ña agudamente Jeremías: Ponet in pulvtre (o co- entrañas? Hecho, vivo aun, un manantial de gu-
mo lee .an Ambrosio, in sepultura.) os suum, et
sunos, que le comían y le roían las carnes, y un Prelado Francés, que llegando al extremo de
entes de espirar, reducido á ser un hediondo ca- la vjda ruvo tan gran pesar y tristeza de de-
daver, exhalando tan mal olor, que ninguno po- jar sus alhajas, que eran riquísimas, que hizo traer
día parar cerca de él. (2. MACHAB. 9.) En el al- al rededor de la cama, los vasos y bagilla de
ma, congojado por las maldades que había co- plata y oro, los vestidos preciosos, los escritorios
metido. y se repetía la memoria, horrorizado por dorados hermosísimos; y mirándolo todo con los
la aprensión de los castigos que merecía, con un ojos llenos de lágrimas, y tomándolo en las ma-
gusano en la conciencia, que le descuartizaba el nos, que ya le temblaban, suspirando clamaba: ¡ó ri-
alma, mucho mas sensiblemente, que los otros le quezas mias! ¡O joyas mías! ¿A qué manos pa-
comían el cuerpo; obligado al fin, sin que nin- sareis? ¡O infeliz de mí, que tanto he trabajado
guno le asistiese, con horrible desesperación, á por adquirirlas! Et (june paravi, cujas eriint. Y
arrojar su infelicísimo espíritu, Pero ¿qué digo entre estas quejas lastimosas despidió su afligidí-
de un rey impío? Si un san Hilarión, llegado al sima alma. Veis ahí la miseria de las cosas
punto de" la muerte, temblaba, y lleno de horror temporales, y el dolor irreparable que traen á
se decia á sí misino: sal ya, alma mia, sal del quien se deja poseer y dominar del afecto de-
cuerpo: setenta años has servido á Cristo, ¿y aho- masiado de tenerlas. ¿Qué mayor vanidad, que
ra temes? ¡Qué horror! Pues ¿qué espanto será no poder aprovecharnos de ellas en la mayor ne-
el de un pecador, que no podrá decir otro tan- cesidad? ¿Y qué mayor daño que ser perjudicia-
to; antes por ventura dirá: que ha ofendido á Dios les al almn, cuando ya no pueden servir de nada
otros tantos años, uno treinta, otro cincuenta, y al cuerpo? Mas, ¡ó qué dolor, haber de abando-
aun setenta? n a r los parientes, que quizá por enriquecerlos, se
habrán quebrantado las divinas v humanas leyes!
¿Que es muerte? Finís universorum, et dios per-
¡Haber de apartarse de los amigos, á quien p o r
ditionis, dice el Profeta Job. El fin de todas'las
dar gusto, por ventura no se habrá sepa-ado en
cosas terrenas, el dia de la gran pérdida de to-
desagradar y ofender á Dios! Siccirie sénarat amara
dos los bienes de la vida, pues la muerte es una
mors, decia aquel padre de familias moribundo,
separación de todas las cosas de este mundo, en
teniendo al contorno de la cama una numerosa
que se dejan las riquezas, las dignidades, los pla-
corona de hijos. ¡Ay, hijos míos queridos, que nos
ceres, los padres y parientes, los amigos, la ca-
hemos de apartar, y ya no nos hemos de vol-
sa. sin esperanza de volverlos á ver, y hasta el
ver á ver! y este suspiro le aceleró la muerte.
cuerpo mismo, fiel compañero del alma, se deja.
Entonces se verá, qué son los placeres, las hon-
¡Oh, qué cosa tan amarga será para el moribun-
ras y las dignidades, aunque sean de reyes; y
de haber de perder en un punto aquellas rique-
se dirá con Felipe III- rey de España: Nihil
zas, que tantas fatigas y tantos sudores costa-
confert Regem esse, nisi quod in morte cruciat
ron para juntarse! El P . Barry, célebre escritor
Regem fuisse. De nada sirve el ser rey, sino pa-
de la Compañía de Jesús, asistió á la muerte de
r a atormentar en la muerte haberlo sido. ¡O muer- ros. Ahora, si el demonio siempre, como rabio-
te, maestra de desengaños, cuan claramente nos j o leen, anda en continua caza del alma para
harás ver la vanidad de las cosas terrenas a la tragarsela: Tumquam leo rvgiens circuit, quaerens
luz de aquella vela, que se pone en las manos qutm devoret; ¡cómo entonces, os acometerá ma-
de los que están agonizando! Entonces los hom- licioso! ¡Cómo convocará todas sus furias al re-
bres del mundo en el sueño de la muerte, abri- dedor de vuestra cama á batalla, la mas atroz
rán los ojos para ver la vileza de los bienes ter- á que jamás le haya incitado su rabia! Es opi-
renos, como los ciegos topos, sumergidos total- nion famosa de san Agustín, que ninguno mue-
mente en la tierra, que solamente al morir abren re. sin ver á ojos abiertos el horrible semblante
los ojos: Dives cum dormierit, aperiet oculos saos, del monstruo infernal, que se acerca á espantar-
et nihil inveniet, dice el sapientísimo Job. (JOB. lo ó á tentarlo. Al santo conde Elceano, que
27. 10.) ¿Y por qué aguarda á abrirlos enton- habia conservado su virginidad, juntamente con
ces, y no los abre ahora, para ver la miseria su esposa Delfina, al punto de la muerte le dio
de los bitnes mundanos, y apartar de ellos el en cara el demonio algunas culpas, y le movió
a f e c t o con fruto, sin aguardar á que se los qui- tan fiera guerra, que lo redujo á gravísima con-
ten de la mano por fuerza'' goja, turbándole horriblemente el rostro, y hacién-
dole gritar: grande es el poder de les demonios:
Volvamos á preguntar, ¿qué es muerte? Col- Magna est deemonvm vis. (SIBILS. 2 7 . SEPJ-.) Si
lucítilio adversus Principes tcnebrorum. 1 or ha- bien, despues se sosegó, y depuso todo el temor
blar con los términos de san Pablo: es una lu- con la consideración de la pasión de Jesucristo.
cha y combate con los demonios, príncipes de
Mas: á la virgen santa Aldegunda, á lo último
las tinieblas; pues sabiendo el demonio, que es-
de la vida, apareció Satanás con terribilísimo sem-
ta es la última batalla campal, en que puede ren-
blante, amenazandola, que la haría faltar á la lé
dir el alma, v que de este punto depende la to-
de tu celestial Esposo, y condenarse. (BOLAI\D.
tal conquista de tal presa, que con tanto empe-
30. JAN.) Pues si á los santos de vida periec-
ño ha pretendido ganar toda su vida, emplea los
ta levanta el demonio tan cruda guerra, ¿qué de-
últimos y mavores esfuerzos por robarla: Deseen-
ben espejar los pecadores, cuando podrá zaherir-
dit ad vos diabolus habens iram magnam, como
les y darles en rostro con tantas injusticias y
advirtió san Juan. (APOC. 12.) Mirad que Sata-
torpezas? ¿Tendrá mucho trabajo en ponerles á
nás viene contra vosotros, con un enojo terrible.
la vista la série y catálogo de sus pecados, por
:Y de qué nace furor tan extraño? Porque sa-
traerlos á desesperación, y hacerles creer, que ya
be, que le queda ya poco tiempo para pelear y
e.stán condenados sin remedio? ¿Le seiá muy di-
vencer: Sciens, quia modievm tempus habet. c a -
fícil precipitarlos en algún nuevo consentimiento,
be, que si ahora os escapais de sus garras, no
cuando están ya tan acostumbrados á consentir
t e n d r á jamás tiempo de volver á rendiros; y que si
¿ la primera entrada de la tentación? ¿Habrá
ahora gana, nunca podrá tener miedo de perde-
menester grande astucia para ponerles en la ca- cosas me llenan de horror las entrañas, (decia
beza alguna duda contra la fé, y hacerles dudar el santo Abad Elias, despues de haber vivido cer-
sobre la creencia de algún misterio, cuando ellos c a de ochenta años en áspera penitencia:) Tria
han vivido en la ley de Dios? Sí; pero como si timco: Egressiomm animae é corj.ore, severitatcm
en ellos estuviese muerta la fé divina. ¿Cómo, cxaminis, senUntiam Judiéis. T e m o la separación
pues, podrá el pecador resistir á tantos asaltos? del alma y el cuerpo, la severidad del examen
¿Acaso esperará un socorro especialisimo de la de mis obras, la sentencia difinitiva del Juez, que
gracia divina? Mas ¿cómo lo ha merecido, habien- ha de decretar, ó una eterna vida, ó una eter-
do tantas veces abusado de la divina Misericor- na muerte; y estas tres cosas todas se han de
dia? Vea si despues de una vida rebelde á Dios, ejecutar en aquel instante. En un instante he de
será digno de una muerte favorecida con la^ masj morir, sin esperanza de corregir en segunoa muer-
singulares gracias de Dios: O anima mM ? (de- ; te los errores de la primera. En el mismo ins-
cia" temblando san Bernardo) cum i'n morte, di- tante he de ser presentado al tribunal de un Juez
misáis ómnibus, leterriihá illa monstra'vittebis, quí's inexorable, que no vendrá ya como Cordero man-
tibí in die tanta necessitatis succurreñ Quis fue- so á quitar los pecados, sino como fiero león á
bitur á rugientibus praeparatis ad escam? ¡O al- castigarlos con todo rigor. E n ese instante he de
m a rnia! Cuando dejadas todas las cosas en la oír la sentencia irrevocable, ó de reino, ó de es-
clavitud; ó de paraiso, ó de infierno; y no por
muerte, veas á aquellos feísimos monstruos, ¿quién.
un siglo ó muchos, sino por una eternidad sin
te socorrerá en tan grande aprieto? ¿Quién té fin. Esta es una puente estrechísima, sobre un
defenderá de los leones, prevenidos para despe- mar profundísimo: syper-putevm abi/ssi: y es pre-
dazarte y tragarte? ciso posarla á obscuras, y sin arrimo. ¡Ay de
Digamos finalmente, qué es muerte: Momentum, aquel á quien se le anda la cabeza, ó se le resba-
á quo pendet aeternitas, dice san Agustín: un la un pie, porque la caida es irremediable!
instante, de que depende la eternidad: un mo-
Mas: (¡qué poco se piensa en este tan espan-
mento, último de la vida perecedera, y primero
table momento, e n cuya consideración y preven-
de la que ha de durar eternamente. ¡O momen-
ción se debian justamente emplear todos ¡os mo-
to decisivo, ó de una eterna gloria en el eie-
mentos de la vida! Todo el tiempo se gasta en
lo, ó de una eterna pena en el infierno! ¡ c u á n -
intereses mundanos, en placeres, en pecados, con
t o deberíais estar continuamente fijo en nuestra
aquella necia confianza de poder ajustar las cuen-
memoria! Este es el punto en que se corta el
tas del alma en el fin de la vida, cuando opri-
árbol de la vida, el cual de la vanda que ca-
midos de la última enfermedad, ahogado el co-
yere, ó sea del austro benigno, ó del aquilón ri-
razón y entendimiento con la fuerza de los do-
guroso, en ella estará interminablemente. Si cae
lores, apenas tendremos aliento para pensar en
al oriente de la gracia, estará siempre feliz: si
Dios. Tiemblen los pecadores al oír lo que es-
al ocaso del pecado, será siempre miserable. T r e s
tando para morir dijo san Gerónimo, hombre, que meses: y trece, aun no han gozado un mes la
demás de su gran doctrina, tuvo gran conoci- suprema dignidad. ¿Y á qué fin dispensa Dios
miento y experiencia del mundo. Tenia este gran- tan breve vida á su Vicario en la tierra? Oíd
de o r á c j l o de la iglesia tanto aliento, que po- la respuesta de san Pedro Damiano á Alejan-
día, aunque con alguna fatiga, hablar, cuando (co- dro II: Idcirco hoc judicii coelestis ordo dispo-
mo escribió despues á san Damaso su discípu- suit, ut humano gene.ri metum mortis incvtiat, et
lo Eusebio) concluyó con esta gran protesta su cuam despicienda sit mortalis vitae gloria, in ipso
doctrina: Hoc timeo, hoc verum puto, hoc muí- gloriae Principa tu os tendal, (EPIST. 17.) P a r a
tiplici experientia dedici, quod ei non bonus est acordar al mundo la cercanía de la muerte, y
finis, cui mala semper vita fuit. Esto temo, es- la vanidad de las glorias mundanas; porque el
to juzgo ser verdad, esto me ha enseñado una Papa en la tierra, es como el sol en el cielo,
larga y repetida experiencia, que no tiene bue- que cuando se eclipsa, todos lo miran y saben,
na muerte, quien siempre tuvo mala vida. pues sus tinieblas dan luego la noticia á todo el
mundo. Así Cristo, zelocisimo de r.uestra salva-
ción, nós advierte, con innumerables avisos, que
estemos alerta, que la muerte corre tras noso-
tros á cogernos descuidados. Por ventura, no ha-
«{CERTIDUMBRE DE LA MUERTE.
llareis artículo de fé tantas veces repetido en to-
dos cuatro Evangelios. San Mateo clama: Vigilóte,
Cuan cierto es que hemos de morir, tan in-
quia nescitis diem, ñeque lioram. Estad en vela,
cierta es la hora y el modo, el cuando y el cómo
porque no sabéis el dia, ni la hora de la muer-
hemos de morir. Ni yo á vos, ni vos á mi, sabremos
te. San Marcos repite: Vigila te nescitis enim, quan-
decir si moriremos este año, ó el que viene; si
do Dominus veniet, an ser ó, an medita nocte, an
de muerte natural, ó violenta: si en nuestra ca-
mané. Velad, porque no sabéis cuando el Señor
ma, ó en la calle; solo sabemos que hemos de
vendrá á llamaros, si por la tarde, ó de noche,
morir presto, de improviso, cuando no lo pense-
ó á la mañana; si al amanecer de la juventud,
mos: Qua hora non putatis. Por eso Oíos, con
ó al medio dia de la edad robusta, ó á la tar-
alto consejo, ha dispuesto, quo esta verdad de
de de la vejéz. En san Lucas leemos: Estoti pá-
la vida breve, y de la muerte improvisa, se vie-
roli, quia qua hora non pvtatís, fdius hominis ve-
se en los mayores monarcas del mundo. El P.
niet. Estad prontos y dispuestos, porque cuando
Mendoza (ka LIB. 1. CAP. 4 ) en sus comentario»
menos lo espereis, sereís citados del juez. Fi-
sobre los reyes, repara, que la mayor parte de
nalmente, san Juan nos renueva el aviso en nom-
los Sumos Pontífices han vivido brevísimo tiem-
bre del Señor: Veniam ad te, tamquam fur, et
po y han muerto casi derrepente. Cuarenta y
nescis, qua hora veniam: vendré á tu casa como
dos Papas han vivido menos de un año en el
ladrón, y no sabes en qué hora vendré. Y des-
trono: veinte v tres, aun no han cumplido seis
pues de tantas repeticiones de una verdad tan ho I V . y otros mil semejantes, que refieren las
clara, despue-s ríe un artículo de fe tan inculca- historias. Abra, pues, cada uno los ojos, y no
do ¿un no sabemos persuadirnos a creerlo bien. diga: yo no moriré de esa suerte, pues ninguno
N o s prometemos que la muerte esta lejos que de esos pensaba morir de esta manera: lo que
e acerca á pasos muy lentos, que-vendrá cuan- ha sucedido á unos, puede suceder á otros. Si
do la Lavamos visto y prevenido, no derrepen- bien, quien no sabe cuando ha de morir, no ha
te ni con violencia, sino con mucha suavidad, menester esperar de otra parte la causa; dentro
enviando delante un alguacil y notario, que nos de nosotros hay todo lo que basta para quitar-
intime: Dispone domul tuae, quia moneris: Dis- nos la vida. Así nos lo advierte el Sabio: Nes-
pon tus cosas y tu alma, que has de morir lúe- cit homo finem suum: sed sicul piscis capiuntur
L En una palabra, nos creemos todo lo con- homo, el sicut aves laqueo sic homines capiuntur
trario de lo que enseña la eterna verdad. ¿\ no tempore malo. (ECCL. 9.) L a muerte con el la-
es esta una como heregia, y no creer un arti- zo que exteriormente nos prende, y con el an-
culo confirmado en los cuatro Evangelios? zuelo que interiormente se traga, hace presa de
los míseros mortales; esto es, con exteriores ac-
Pero dejando aparte la fé, convenzamos estos
cidentes, y con interiores enfermedades, como el
malos creyentes con la razón. ¿Qué vidrio hay
hierro engendra su herrumbre, el leño su carco-
mas frágil que nuestra vida, sujeta a tantos ac-
ma, el paño su polilla; así el hombre engendra
cidentes? ¡No basta una calentura que se encien-
dentro de sí su muerte. Sepamos, pues, que den-
da en las entrañas? ¿Una gota de sangre que
tro de nuestras entrañas están continuamente pe-
c a i - r a sobre el corazon? ;Una vena que se rom-
leando los humores á nuestro daño, que la mis-
pa en el pecho? ¿Un catarro que ahogue qui-
ma destemplanza de nuestra complexión, nos fa-
tando la respiración? Y ves ahí tendido el hom-
frica continuamente máquinas y baterías morta-
bre en la cama á punto de morir. ¿Son estos
les: que el mismo manjar que tomamos para ali-
casos extraordinarios, ó accidentes cuotidianos?
mentar la vida, nos va disponiendo con sus con-
Cualquier criatura, por pequeña que. w a , tiene
trarias calidades á una repentina muerte. Y to-
bastante poder para quitarte la vida. No son m e -
davía nos dejamos engañar de la astuta voz de
nester rayos del cielo, ni piecipicios de la tier-
la antigua serpiente á Eva: Nequaquam moriemini.
ra. Una sola espina de un pes, quitó la vida a
No moriréis tan presto, queda largo espacio de
Tarquino Romano. Un solo cabello, bebido en la
vida, tiempo tendreis para ajustar muy á vues-
leche, v atravesado en la garganta, ahogo al se-
tro gusto y satisfacción las cuentas del alma.
nador Fabio. U n granillo de una pasa, mato al
poeta Anacreonte. De una ligerisima punzada de Pero si aun la razón no os persuade, convén-
una aguja se vió á punto de muerte Lucía La- zaos la experiencia cuotidiana, que cada hora te-
tina. Por un mosquito que se bebió en el agua, neis delante, hasta con la evidencia de los ojos.
se escribe, que perdió la vida el Pontífice Adria- Aprended a costa y en cabeza agena á ser cau-
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tos para vuestro provecho. ¿Cuántos amigos vues- con el arco asesta á los jóvenes y robustos, que
tros, mas sanos que vos, de complexión mas ro- se confian en la fuga. Un padre de la compa-
busta han muerto, cuando el vigor y fuerza les ñía de Jesús, que tuvo en una Congregación dos-
prometía larga vida? ¿Cuántos compañeros vues- cientos estudiantes, pudo con gran facilidad sa-
tros, en la flor de su edad, se han desapareci- ber cuantos de aquella florida juventnd habían
do derrepente, cuando tenian en sus pensamien- muerto en espacio de doce años. ¿Cuántos pen-
tos grandes ideas de empresas en adelante? In sáis que morirían? ¿Veinte? ¿Cincuenta? Poco me-
illa (lie peribunt omnes cogitationis eorum; no sien- nos de ciento faltaron en tan breve e s p a c i a Y
do su menor tormento ver deshechas sus imagi- si tantos en la juventud, ¿cuántos en la utilidad?
naciones, y derribados sus pensamientos, fabrica- Y a la muerte no camina á pasos lentos y cor-
dos sobre la falsísima seguridad de la vida. ¿Cuán- tas jornadas como al principio del mundo, cuan-
tas veces ha entrado en vuestra casa la cruz de do los hombres vivían trescientos y quinientos, y
la muerte? ¿Habéis cerrado ios ojos al hermano, mas años. Ahora pocos llegan á setenta, y aun
acompañado á la sepultura al amigo, os habéis á sesenta, porque la muerte anda á caballo, co-
vestido de luto por vuestro padre? Todos los dias mo la vió Juan en su destierro de Patmos: Qui
vemos con nuestros ojos llevar en el atahud las sudebat super equum, nomen illi mors. (APOC. 6 . )
mas floridas esperanzas al sepulcro. Cada dia oí- .¿hora viene por la posta, como atestigua Job:
mos sonar las campanas del doble, y nos dicen, Dies mei veladores cursore. (JOB. 9.) Mas quien
que aquel murió de un balazo en el corazon, és- al caballo de la muerte le aplica espuelas, le ha-
te de una pedrada en la cabeza; uno ahogado ce apresurar la carrera, y que llegue mas pres-
en el rio, donde buscaba su recreo y salud; otro to. Y ¿cuál es la espuela? El pecado, grita el
de un tabardillo; otro de una furiosa apoplegia. Aposto!: Stimulus mortis peccatum est. (1. CORINTH.
P e r o nosotros, con necios discursos, andamos bus- 15.) El pecado tiene este poder terrible de ace-
cando pretestos para escusar la muerte. ¡Oh, que lerarla, y hacer que venga muchas veces antes
aquel se buscó la muerte con sus pendencias, es- de lo que debiera venir.
te otro era de complexión débil, aquel era des-
Mas siendo la muerte tan terrible, tan llena de
templado en la comida 1 Como si la muerte pro-
asechanzas de los demonios, tan importante co-
cediese con circunspección y con reserva; como
mo el momento de que depende la eternidad:
si su guadaña no tuviese habilidad y fuerza pa-
por otra parte, siendo incertísima su hora, una
ra cortar un hilo de vida, fuerte y durable, tan
vez sola el pasar de esta vida, y por tanto ir-
bien como uno delgado y frágil. ¡Ay, que la muer-
reparable el error de morir mal; ¿qué locura es la
te anda siempre armada de espada y arco! Gla-
nuestra fiar una eternidad á una incertidumbre,
dium suum vibravit, arcum suum tetend.it. (PSALM.
sin haber hecho primero las debidas prevencio-
7.) Con la espada da el golpe de cerca á los
nes? ¿Qué atrevimiento es prometernas larga se-
viejos y débiles, que no se pueden ya mantener;
rie de años, cuando la fé, la razón y la expe-
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minos tan contrarios, como cielo, é infierno, ca-
riencia nos persuaden, que está la muerte cerca-
yeres, allí habrás de estar eternamente. Y en fin,
na, improvisa, no esperada? ¿Qué mayor teme-
¿cuándo llegará este último punto? Ni yo, ni. otro
ridad, que saber q u e la muerte puede estar, no
alguno, sabe cuándo ha de ser llamado á com-
solo cercana en este mes, sino sobre nosotros en
parecer ante el divino Tribunal, porque la muer-
este punto: Et incertis eventibus committere seipsum.
te á unos viene tarde, y dejándose ver y pre-
(CHKISOSTOM. HOM. 23.) y fiar á la ineertidum-
venir antes, á otros derepente y temprano. Aho-
b r e del acaso nuestra alma, de quien no fiaríais
ra, si á mí me sobreviniese la muerte hoy, ¿qué
un pleito, un depósito, un mínimo interés? C a d a
suerte me tocaría? Tengo las cuentas de mi cuen-
uno de nosotros debería hacer consigo mismo aquel
ta tan mal ajustadas, que debiera temer mi con-
discurso de san J u a n Crisóstomo, cuyos sentimien-
denación; y en un interés tan reelevante. tengo
tos, esparcidos en varios lugares, recogeré aquí
corazon para vivir en el aire, en incertidumbre
en breve suma. „ Y a estoy en el mundo. Yo en-
y sin pensar, como á quien no dá cuidado que
,,tré en tal año, y tal dia. Yo he de salir del
le toque una, ú otra suerte, como si una eterni-
mundo, mas no sé cuándo, ni cómo." H e de
dad de miseria ó de felicidad, inevitable l a u n a ,
entrar en una interminable eternidad, ó de glo-
ó la otra, hiciese poco al caso, que sea la que
ria, ó de tormento, y no sé cuál de las dos. D e
fuere, y como si no fuese cosa digna de asegu-
estos bienes que busco con tanto conato, ¿cuán-
rar lo "mas que se pudiere la buena suerte. Y
tos llevaré conmigo muriendo? Nada mas que lo
sintiendo que la conciencia me remuerde y acuer-
que traje naciendo. Desnudo salí del vientre de
da muchas culpas, duermo sueño quieto, paso mis
mi madre, y desnudo volveré á la tierra, si la
dias alegres, como si estuviese en mi mano el no
piedad agena no me da de limosna una morta-
morir cuando yo no quisiere, ó como si no tu-
ja: Nudus egressus sum de útero matris mea, et
viese que esparar, ni que t e m e r despues de la
nudus revenar illuc. Solo los méritos de las bue-
muerte.
nas obras, ó los deméritos de las malas, irán con-
migo á hacer que se me dé sentencia de vida,
§. III.
ó de mi muerte eterna: Opera illorum sequun-
tur tilos. De este cuerpo, ¿cuál será la suerte?
EJEMPLO.
U n a hedionda tumba, donde se volverá en ceni-
zas, podredumbre y gusanos, como un cadaver d e
bruto, que apesta, é inficiona toda la vecindad Los cazadores, para coger las panteras, ponen
en contorno. Mas de tí, ó alma mía, ¿cuál se- por donde han de pasar el cebo envenenado; pe-
r á la fortuna, cuál el estado? ¿Irás al reino de ro ellas, como astutas, y de un olfato agudísi-
los bienaventurados á gozar, ó al abismo de los mo, no se atreven á tocarlo, si corriendo pri-
tormentos á penar? N o lo puedes saber, sabien- mero por el campo, no sienten el olor de la y e r -
do solamente, que e n cualquiera de estos dos tér- ba dictamo, antídoto contra el veneno, para cu-
que bien conocia ser pecado mortal; y corrien-
rarse al instante. P e r o mas astuto« que ellas los
d o la cortina para descubrir su ánimo, discurrió
cazadores, cuelgan de un árbol un acecillo de la
un remedio, que le pareció bastantemente segu-
misma yerba, para que ellas, percibiendo el olor,
ro Y sin duda se lo sugirió aquella que el Apos-
se fien y coman el venenoso manjar; y despues
to! llama sabiduría del mundo, loca maestra de
hallando el remedio tan alto, que no lo pueden
la mavor parte de los hombres, que por ella se
alcanzar, se vean forzadas infelizmente á morir.
iuzgan" sabios y astutos, hasta poder enganar a
Asi puntualmente hacen los demonios, astutísimos
Dios. Empezó, pues, á discurrir consigo de esta
cazadores de las almas; ponenles delante los pla-
¿uerte: Para salvarte, no es menester una vida
ceres envenenados, y los convidan con la espe-
santa, sino una buena muerte: luego o que. j o
ranza de tener siempre á la mano el remedio de
debo asegurarme es morir bien, lo cual conse-
la confesion para curarse; pero ¿cuántas veces los
guiré fácilmente, teniendo en mi casa un conte-
infelices pecadores se hallan engañados y agra-
ní-, que me absuelva en mi última enfermedad
vados del mal, y quizá mas del remedio, se ven
d e la culpa, sea cual fuere: y cuando en lo ul-
obligados á perecer? ¡Oh, que así nos lo dijo ad-
timo de la vida no me sucediere asi, ni pudw-
vertido el Salvador! Buscareisme, y no me ha-
ra hacer una perfecta consideración de esta m i
llareis, V moriréis en vuestro pecado; Quatrifis
larga perseverancia en el pecado, ¿no bastara una
me, et non incenietis, et in peccaío vestro morie-
señal de arrepentimiento, ó un golpe de pechos
mini.
para conseguir la absolución en el punto de a
Así muy á su costa lo experimentó un gen- muerte? Así se lo ideaba él. Y p o r q u e tema dos
til h o m b r e Inglés, (BARTOI,. LIB. 3. JNGLAT. CAP. casas, en que á diversos tiempos habitaba, una
13.) de quien hablan las historias de la compa- d e corte en Londres; otra de campo en una u -
ñía, sobre el reino de la impia reina Isabela. E r a 11a, no lejos de la corte, en ambas tema un sa-
d e agudo ingenio, y docto en las ciencias, ha- cerdote católico, con firme persuacion de que te-
biendo oído discurrir acerca de la religión cató- nia en su mano la salvación, pues si en cua -
lica al padre Guillermo Westón, se apartó de la quiera de las dos casas enfermase, no podría tal-
heregia, y se resolvió á no concurrir en nada lar la oportunidad para reconciliarse con la igle-
con los protestantes; pero por ser muy rico en sia, y conseguir la gracia de Dios p a r a m o n r
bienes de fortuna, y temer, que si contra los edic- bien. D e esta suerte pensaba enganar a Dios, 5
tos de la reina se declaraba católico, para no robarle el cielo, como hizo el buen Ladrón en
ser despojado de sus riquezas, tomó un astuto par- la cruz, reservando para la última respiración e
tido. E s t e fué, portarse en lo exterior como pro- Domine, memento mei. C o m o si pudiese decir co
testante, por conservar le» bienes de la tierra; aquellos impíos, que refiere Isaías: Hemos hecho
y en lo interior ser católico, por adquirir los del pacto con la muerte, y nos hemos compuesto con
cielo: y porque todo el punto estaba en morir, el infierno. Percussimus foedus cum morte, et cum
desechando aquella muestra exterior de heregia,
inferno fecimus pactum. Q u e la muerte espera,
mas cercano de los dos sacerdotes; pero Dios ha-
ria la venida del sacerdote, para que el infier-
bía medido la fuerza del mal que le quitase la
no no se lo tragase.
vida, de suerte, que aunque vino de carrera el
No dejó el padre W e s t ó n de advertirle que
confesor, ya el infeliz habia espirado en una pú-
era vana aquella confianza, representándole los
blica hostería, donde al -primer combate del mal,
peligros de una muerte repentina é improvisa. ¿No
no pudiendo ya tenerse, lo habian llevado.
podrá (le decia) venir la muerte mientras estáis
¡O muerte repentina! ¡O muerte desventurada
durmiendo? ¿No podrá ahogaros una avenida de
sin señal de arrepentimiento! De esta suerte, el
catarro? ¿Una apoplegia? ¿Una vena rota en el
que tenia dos confesores de propósito prevenidos
pecho? ¿No os podrá sobrevenir una calentura
para vivir mal, no tuvo uno para morir bien. Des-
maligna, que os ocasione un súbito delirio? ¿Un
agradan mucho á Dios estas ingeniosas presun-
violento letargo, que profundamente os oprima?
ciones, y solo sirven para provocar mayormen-
¿Un pasmo, que no os d é lugar de pensar las
te su indignación, y acarrear á los pecadores pre-
cosas de el alma? Pues ¿con qué prudencia re-
sumidos mas grave la ruina: Irrilavervnt eum in
mitís á la última enfermedad la esperanza de con-
ad inventionibus sais, et muUiplicata est in eis ruina.
veniros deveras, no sabiendo cuál ha de ser vues-
(PSALM. 105)
tra enfermedad última? ¡Ay, que no es pruden-
Léase á Tomás de Ktmpis, cap. 23. del lib. 1.
cia pensar poner leyes á Dios! Non est consilium
D e la consideración de la muerte..
contra Dominum' Esta confesion, en que fiáis, es un
extremo remedio. Y ;quién no sabe, que los ex-
tremos remedios tienen muy incierto el suceso?
Y así solo se deben ejecutar por necesidad, y á
rras r.o peder; pero no se deben tomar por elección.
¿Cuántos he conocido en este mismo reino de In-
glaterra, que persuadidos de esta infeliz astucia
de poder vivir mal y morir bien, con la espe-
ranza de tener un sacerdote católico en casa, han
muerto despues peor que habían vivido?
Con todo eso, el caballero quiso mas probar
á su cosía, que creer esta verdad; porque con
su necia confianza, caminando un dia de la una
casa á la otra, bien robusto y sano, enmedio del
camino fué asaltado de un tan fuerte accidente
mortal, que lo arrojó agonizando en tierra. Cor-
rieron á rienda suelta los criados á traherle el
inferno fccimus pactum. Q u e la muerte espera,
mas cercano de los dos sacerdotes; pero Dios ha-
ria la venida del sacerdote, para que el infier-
bía medido la fuerza del mal que le quitase la
no no se lo tragase.
vida, de suerte, que aunque vino de carrera el
No dejó el padre W e s t ó n de advertirle que
confesor, ya el infeliz habia espirado en una pú-
era vana aquella confianza, representándole los
blica hostería, donde al "primer combate del mal,
peligros de una muerte repentina é improvisa. ¿No
no pudiendo ya tenerse, lo habian llevado.
podrá (le decia) venir la muerte mientras estáis
¡O muerte repentina! ¡O muerte desventurada
durmiendo? ¿No podrá ahogaros una avenida de
sin señal de arrepentimiento! De esta suerte, el
catarro? ¿Una apoplegia? ¿Una vena rota en el
que tenia dos confesores de propósito prevenidos
pecho? ¿No os podrá sobrevenir una calentura
para vivir mal, no tuvo uno para morir bien. Des-
maligna, que os ocasione un súbito delirio? ¿Un
agradan mucho á Dios estas ingeniosas presun-
violento letargo, que profundamente os oprima?
ciones, y solo sirven para provocar mayormen-
¿Un pasmo, que no os d é lugar de pensar las
te su indignación, y acarrear á los pecadores pre-
cosas do el alma? Pues ¿con qué prudencia re-
sumidos mas grave la ruina: Jrritaiervnt eum in
mitís á la última enfermedad la esperanza de con-
ad invmtionibus sais, et ntuHiplicata est in eis ruina.
veniros deveras, no sabiendo cuál ha de ser vues-
(PSALM. 105)
tra enfermedad última? ¡Ay, que no es pruden-
Ltase á Tomás de Ktmpis, cap. 23. del lib. 1.
cia pensar poner leyes á Dios! Non est consilium
D e la consideración de la muerte..
contra Dominum' Esta confesion, en que fiáis, es un
extremo remedio. Y ¿quién no sabe, que los ex-
tremos remedios tienen muy incierto el suceso?
Y así solo se deben ejecutar por necesidad, y á
rras r.o peder; pero no se deben tomar por elección.
¿Cuántos he conocido en este mismo reino de In-
glaterra, que persuadidos de esta infeliz astucia
de poder vivir mal y morir bien, con la espe-
ranza de tener un sacerdote católico en casa, han
muerto despues peor que habían vivido?
Con todo eso, el caballero quiso mas probar
á su cosía, que creer esta verdad; porque con
su necia confianza, caminando un dia de la una
casa á la otra, bien robusto y sano, enmedio del
camino fué asaltado de un tan fuerte accidente
mortal, que lo arrojó agonizando en tierra. Cor-
rieron á rienda suelta los criados á traherle el
la deshonesta Tais. Vendrá el clero en funesta
L E C C I O N V. procesión á llevar el cadaver, y entonará con tris-
tes voces el Psalmo: De profunáis clamavit ad te
DE E L JUICIO. Domine; pero entonces no es ya tiempo de al-
canzar misericordia, sino de obtener justicia d e
^TATÜTUM est hominibus semel mor i. Terrible co- sus obras. Y no pocas veces se ha visto des-
sa es la muerte; pero es mas formidable aun lo clavar el crucifijo las manos, y taparse los oí-
que añade el Apóstol: Et post hoc Judtcium. (HEBR. dos por no atender al clamor: Fiant aures
9.) Un juicio imperescrutable de toda la vida. tuae intendentes in vocem deprecationis meae, que
Bien sabemos qué suerte le ha de tocar á el cuer- se cantaba en la muerte de los pecadores. Sue-
po, quedar allí pálido, feo, abominable, bastan- na la campana á doble, y se esparce la voz: fu-
te á poner horror con el semblante, á inficionar lano ha pasado á la otra vida, fué grande hom-
el aire con su pestilencial hedor, de suerte, que bre, ba dejado muchas riquezas. Y despues con
todos huirán, habiendo apenas quien se atreva á el doble se acaba su memoria: Periit memoria
cerrarle los ojos espantables. Los amigos mas que- corum cum sonitu. Finalmente, llega á la iglesia,
ridos, serán los primeros á volverle las espaldas, allí ie cantan los sacerdotes las últimas preces y
no teniendo aliento para estar con él so'o aun responsos, hasta concluir la última jornada de es-
una noche. Los parientes mas cercanos procura- ta tragedia, con el Requiescat in pace. Sí, in pace
r á n cuanto antes echarlo de casa, no pudiendo erit locus ejus, si ha muerto en paz con Dios,
sufrir mas aquel cadaver, que les llena de pro- si ha obtenido antes de morir la reconciliación
funda' melancolía. S e buscará el lienzo mas vie- é indulgencia plenaria de sus culpas. Que si no:
j o y despreciable, para envolver al que solo per- Non est pax impiis dicit Dominas: (ISAI. 4.) y
mitía le tocasen delgadísimas olandas. D e tantas á su tiempo será arrojado con el alma, in locum
riquezas y alhajas, adquiridas con tanto trabajo, tormentorum, ubi rndla requies, sed sempiternus hor-
nada llevará consigo á la otra vida, ni aun un ror. Entretanto le entierran en una obscura y
hilo de vestido procicso, con que mostrar que fué horrorosa tumba, á ser podredumbre^ y corrup-
rico y poderoso en el mundo. Y quiera Dios que ción, hasta la resurrección universal. Y aquel, que
no se vea despojar antes de morir, como al al- soberbio no cabia en grandes palacios y camas
mirante A n d r é s de Villars, le cortaron un dedo, olorosas y perfumadas, se verá encerrado míse-
antes de haber espirado, por quitarle un anillo ro cadaver en siete pies de tierra, y sus sába-
de oro. Pondránle en un féretro, con un peque- nas y colchas serán los gusanos y la polilla, co-
ño crucifijo en las manos. ¿Pero de qué le ser- mo expresa Isaías: Detracta est ad inferos su-
virá entonces, si en vida no lo tuvo j a m á s e n perbia tua, concidit cadaver tuum: subter te ster-
el corazon? Quiera el cielo que no se le huya netur tinea, et operimentum tuum erunt vcrmts.
de las manos, cerno se huyó de las manes de (ISAI. 14.)
¡Miserable condicion del cuerpo! P e r o ¿quién no ya como P a d r e de Misericordias: Pater Mi-
sabe si será peor la suerte del alma, que en aquel sericordiarum, sino como Dios de los venganzas:
mismo punto en que será apartada del cuerpo, Deus ultionum. ¿Con qué temblor, con qué con-
en aquel mismo l u j a r , y quizá en la misma es- goja de corazon parecerá el pecador á los ojcs
tancia, en la misma cama, donde tantas veces del Juez enojado? Ante faciem indignalionis ejus
habrá ofendido á Dios, verá levantarse el Tri- tjuis slabiú Quis resistí t in ira furoris ejus? ( A A I I .
bunal de la Divina Justicia? Aquí sin Abogados, 1.) ¡Con cuánto mas gusto se escondería en un
con el ángel de la guarda á un lado, como tes- horno encendido! La cobujada tiene tan gran mie-
tigo: al otro lado el demonio, como acusador, lle- do del gavilán, ave de rapiña, que por huir de
n a de temblor y de congoja, será presentada an- él, se ha visto muchas veces, no solo precipitar-
te el supremo Juez, y severo. ¿Donde estarán en- se á los profundos pozos, sino arrojarse furiosa-
tonces aquellos parientes, que para dejarles rica mente á los hornos encendidos. ¡O si el peca-
herencia que gastar, se emplearon tantos cuida- dor pudiese escapar y esconderse del rostro ai-
dos y sudores, sin respeto á las divinas Leyes? rado de Cristo Juez, cómo se precipitaría aun en
¿Dónde aquellos amigos con quien se tuvieron tan- el fuego del infierno! Si el santo Job, aquel gran-
tos juegos y festines, y por conservar su amis- de amigo de Dios, alabado de inculpable por el
tad no se hizo reparo en incurrir la enemistad Espíritu Santo, que podia dar tan buena cuen-
con Dios? Surgant, et opitulentur vobis, et in ne- t a de sí, no teniendo cosa de que le remordie-
cesítate vos protegant. ( D E U T . 3 2 . ) Levántense se la conciencia; con todo eso, espantado de !a
presto, vengan volando á ayudaros, sean vuestros terrible vista del soberano Juez, deseaba tanto
protectores en tan grande aprieto. Todos os han huir de este furor de Dios indignado, que decia:
dejado solo en la mayor necesidad. A lo meno3 Quis mi/ti tribuat, ut in in ferno pioiegus me, doñee
vendrán á socorreros los santos vuestros aboga- ptrtranseat furor iutís? ¿Quién me hiciera tanto
dos, el ángel de la guarda, la Virgen, Madre de favor, que me escondiera, Señor, en el infierno,
misericordia. ¡Oh, que ya no es tiempo de in- hasta que pase tu furor? Si san Cipriano, aquel
tercesiones! No oye mas el Juez las suplicas de grande Obi po y mártir, al bajar la cabeza y
los protectores. El ángel que antes servia de ayo sujetarla á la espada, y golpe del verdugo por
v maestro para las buenas o b r a s , entonces ven- la fé de Cristo, llegó á decir suspirando: \'ae mi-
drá á ser fiscal de las malas. La Madre de Dios hi, cum veniam ad Judicium! ¡Ay de mí, cuan-
no será va Dulcis parens clementiae, sino acu- do viniere á juicio! Si estos amigos de Dios tem-
sadora de las injurias cometidas contra su divi- blaban á solo el pensamiento de haber de ser
no Hijo: Lunam non dabit lumem suum. Aque- presentados delante del Juez, por cuyo amor der-
lla hermosísima Luna de tantas gracias e,iton- ramaban la sangre y daban ia vida; ¿qué debe-
ce 8 no dará ni una gota de propicia influenc a mos hacer nosotros, reos de tantos pecados, sa-
Os saldrá al encuentro Jesucristo; pero quiza bedores de tajitas injurias cometidas contra el mis-
Cristo na de ser forzosamente nuestro Juez, y
ofender á Cristo, quebrantando sus Leyes con tan-
to desahogo á sus mismos ojos? Qué bien decia
Salviano: Quomodó eredere vos futurum Jvdicem
A a
' aiy"a , ' s «4 C oino enfrenada y dicitis, apud quos nullus est despectior, quá ipstm
n a r ó á un rio de luego, pesta w»« J
Judex? (LIB. 3 AD ECCLES.) Y si será tan ter-
representada en los márgenes de la i d.vma.Cle- rible aun solo el aspecto del soberano Juez, ¿cuán
mencia por veinte, treinta, o mas anos de la v da formidable cosa será el oír, que nos dá en ca-
de un hombre. ¿Qué inmenso abismo de ira ha- ra con tantos beneficios que nos ha hecho, y de
brá Acogido, y con qué furioso ímpetu en e pun- que hemos abusado? Entonces á la luz del ros-
t 0 ( e lag muerte prorrumpirá y saldra contra d tro de Dios, se conocerá el gran favor de la fé,
necador ingrato? Volens Dens ostendere iram suam el haber nacido en el seno de la verdadera re-
s s S ^ po*»** s ° ° e s c l l : : r e T d e o ligión, instruidos en las verdades evangélicas, ali-
mismo Juez serán relámpagos, precursores de os mentados con los santos Sacramentos: donde mas
rayos y furiosa tempestad que le amenaza U n a claramente se descubrirá la grande ingratitud y
sola ojeada, que con indignación echo el rey Fe- perfidia de los cristianos, que han vivido mas cie-
pe l T á d o s cortesanos, poco reverentes en la gamente que los gentiles; mas desarregladamen-
iwlesia al uno quitó el juicio, y lo dejo msen- te que los bárbaros.
S t o al otro ocasionó muy en breve la muerte Fuera de esto, ¿qué con fusión será haber re-
M a s /para que busco ejemplos en otra parte» L a sistido á tantas luces de gracias singulares, con
S e n sola de Cristo crucificado volviendo tal que nos ha prevenido olvidadizos, nos ha llama-
vez los oios airados á ciertos malvados que es- do errantes, se ha compadecido de nosotros pe-
taban delante, bastó para aterrar trescientos; de cadores? Confusio faciei meae cooperuit me á to-
suerte, que en muchísimas horas no pudieron - ' ce exprobrantis, decia David, haciendo reflexión
ver sobre sí, ni tomar aliento. ¡Ay, que m í e n á la voz con que podia Dios zaherirle tantos be-
eis, qué frenesí, qué temeridad es la n u e s t r a ; sa neficios como le habla hecho, y á que no ha-
ber por fé inefable, que presto bebemos parecer bía correspondido como debiera; siendo así, que
Hplante de tan riguroso y tan formidable Juez, por lo general habia sido tan buena su corres-
v no obs ante, provocarlo á indignación, e inju- pondencia, que pudo decir: Le%em tuam in medio
riarlo con tantas t u l p a s ! ¿ Qu,én coráis mei. ¿Cómo quedará confuso y avergon-
to en mano de un cónsul, o la cau*a de su vi zado el que por una parte se verá rodeado v
da ante un alcalde, se atrevería á perderle el res- lleno de gracias y favores divinos; y por oti a co-
neto yv uiudj
peto ultrajarlo? ¿Acaso
. el pleito sobre los b.e- noce cuán ingrato y desconocido ha sido á las
v(da eterna eg
mismas gracias? ¿Tantas ilustraciones con que con-
tinuamente le ilustró el entendimiento, y le en-
E c S í s i a w t a r í
cendió la voluntad: tánta riqueza de santos pen- das las venas, por lavarte de tas manchas, y dar-
samientos en la elección espiritual o en los s e r - te un precio infinito para comprar la gloria eter-
mones, para atraherlo'suavemente a l a virtud: tan- na, ¿cuánto muestra el inmenso exceso de mi be-
t a frecuencia de buenos ejemplos para moverlo nevolencia? Dime ahora ¿qué mas podías haber
á la imitación. E n suma, desde el principio has- pedido á un Dios crucificado por tí? Dime, si
ta el fin de la vida, una série innumerable de te parece, ¿cómo podia yo pasar adelante en amar-
dones sobrenaturales, todos recibidos en vano, t o - te? Con tal mérito, esperaba haber hecho lo bas-
dos despreciados sin fruto. El rey Felipe I I . de tante para que respondieras con amor. Y bien, ¿qué
quien arriba hablamos, no solo con una mirada caso has hecho de mí? ¿Cómo has agradecido tán-
de indignación aterró aquellos dos cortesanos, si- tos beneficios? ¿Has correspondido con algún buen
no con una palabra, con que le zahirió, q u i t ó l a afecto á tantas finezas? Pues ¿v qué merece tal
vida á D. Alvaro Bazán, grande almirante, que ingratitud, tan bárbara impiedad?
habiendo dilatado un poco el apresto de una ar-
II.
mada Naval, según le mandaba el rey, tue 1.a-
mado á la corte, y oyó que le decía con ceno
EXAMEN Y SENTENCIA DEL JUICIO.
y aspereza: Cierto que no habéis correspondido
en esta ocasion al amor que yo os he tenido. No
Despues de la memoria de los beneficios, se
l e dijo mas, ni fué menester mas para oprimir-
vendrá distintamente al proceso de las culpas, y
le el corazon de suerte, que dentro de pocos días
se examinarán por menor las palabras, las obras
murió. ¡Oh, si tanto puede una palabra enojada
y los pensamientos. Como desde la niñez cono-
de un rey de la tierra, ¿cuál sera la confusión ciste antes el pecado, que la virtud: cuántas ve-
y sentimiento del corazon en mí infeliz, al oír ces diste pesadumbre y disgusto á tus padres con
las duras palabras con que me d a r a en cara el tus inobediencias: abriste los ojos con tus mali-
rey del cielo, y me argüirá de ingrato a sus be- cias á los compañeros: fuiste disoluto en las es-
neficios? In furore sao c.rguet me, et m ira sua cuelas: irreverente en las iglesias: escandaloso en
corripiet me. Me acusará, no ya de alguna ti- las conversaciones: la juventud gastaste e n . j u e -
bieza escusable en su servicio, sino de enormes gos, y juntas de bellacos licenciosos: en estudiar
descuidos en corresponder á su amor y a sus be- versoí lascivos: en seguir locos amores, con ha-
neficios. ¡Qué podré responder cuando me mués- cer burla muchas veces de las devociones: reti-
tre sus sacratísimas Llagas, su Cuerpo herido por rar á unos de la frecuencia de ¡os Sacramen-
tantas parles, y me diga: Mira á que extremo tos, á otros de la lección de buenos libros. ¡Oh,
de amor he llegado por salvarte; mira a estas he- qué dirá el Juez soberano! Haec fecisti, et ta-
ridas que abrió en todos mis miembros, mas el cui: arguam te, et statuam contra faciera tuam.
amor mió para contigo, que el odio de los ju- H a s cometido estas y aquellas maldades, v yo
dios para conmigo: mi Sangre derramada de to-
7
siempre callando y disimulando: ha sido muy lar- pecadores y enemigos? Y así, atónitos á tan ri-
ga mi paciencia, ahora brotará fuera con mayor guroso examen, los santos Gregorio v Bernardo,
ímpetu la indignación, de que esta muy preña- se resolvían en lágrimas, y decían: Quid f a ciet
da mi justicia: te disiparé como menudo polvo Virga deserti, ubi concutitur Cedrus Parodysi?
a r e c i o viento: te arrojaré á los profundos abis- Aut quid erit in Bubylone tutum, si in Hieru-
mos del infierno. _ . , it . salem manet scrutinium?
N o será este examen como el que nosotros Concluido el proceso, aclarados los delitos, y
hacemos en esta vida á ojos cerrados, y en ti- convencidos los delincuentes, pasará á la senten-
nieblas, que no dejan dístingu.r, sino las cosas cia el justisimo Juez: sentencia terrible para los
palpab es? y de mucha gravedad. Nosotros, como pecadores, porque será de muerte eterna. De al-
gunos reos cuentan las historias, que al intimar-
S o s , pensamos, que no hemos de dar cuenta
les la sentencia de muerte, unos desmayados ca-
sino de ciertas culpas mas graves, como de una
yeron en tierra; otros, aunque mozos, derrapen-
torpeza, de un perjuicio, de un sacrilegio. ;Uh,
te se llenaron de canas; otros sudaron sangre por
que también se hará cargo de una mentira l.son-
la frente, y se trataba solo de muerte temporal;
iera de una palabra ociosa, de c e r t a s omisiones, ¿qué será donde se trata de eterna muerte? E l
de 'que no hacemos escrúpulo; de ciertos pensa- pensar solo en esta formidable sentencia, hacia
miemos, á que nos parece no haber dado con- que el V. P. Luis de la Puente, (IN LIB. 1. CAP.
sentimiento; antes entonces se descubrirá ser 15. VITJS.) religioso de extremada virtud y per-
culpables algunas cosas, que primero las juzga- fección, se pusiese descolorido, pálido, temblan-
hamos virtuosas, y nos hallaremos acusados de do de pies á cabeza, espeluzado el cabello; y lo
aquellas virtudes no bien ejecutadas, que creímos que es mas admirable, con repentino estremeci-
alegar por defensa de los vicios mal practicados: miento hacia temblar las paredes de su aposen-
Cum acctpcro tempus egojustitixi* judicabo. ( P S A L M . to, con terror y susto de los vecinos. Y para
74.) Protesta Dios, que quiere hacer proceso y decir verdad, es menester que sea falto de jui-
formar juicio, no s o l a m e n t e sobre lo malo de las cío el que no temblare al dispararse aquel ra-
culpas, sino sobre lo bueno de la Justicia y bue- yo: Discedite á me, maledicti, in ignem aeternum:
nas obras, y buscar manchas a u n e n aquellas pu- apártate de mi presencia, alma detestable, indig-
rezas, que parecían angélicas. P ^ donde si el ha- na de estar á mi vista, y de gozar d e mi glo-
jló malicia en sus ángeles, como afirma Job. In ria; véte, maldita de mi Justicia, cuyas Leyes
An'elis suis reperit praútatem; cierto es, que no quebrantaste, maldita de mi Misericordia, de cu-
se le esconderán los defectos en los hombres. yas gracias abusaste: maldita en todas tus po-
Si se ha de hacer exactísimo escrutinio con an- tencias. Amaste la maldición, y ha venido sobre
torchas en la santa Jerusalén, ¿qué sera en la tí: apártate de mí, que he sido tu Criador, tu
impía Babilonia? Si con los justos y amigos su-
yos usará Dios tal rigor, ¿qué deben esperar los Redentor y tu Dios: apártate de la gloria celes-
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1 0 0
, J ,
tial para que fuiste criado: de la compañía de los fico padre san Francisco, al recibir del ángel la
bienaventurados, y de toda suerte de bienes pa- revelación de que era predestinado, fué sorpre-
r a siempre. ¡Oh, qué horrorosa pena, ser dester- hendido de tan gran júbilo, que no cabia en sí
rad í T e P la patria del cielo! Anda precipitada al de gozo, y estuvo para morir ahogado de la abun-
L e e 0 eterno que merecieron tus maldades: an- dancia de consuelo; ¿cuán grande será la alegría
da á acompañar en mala hora 6 los demonios, de un justo, al ver á su Dios, que con semblan-
á quien tanto serviste, cuyas vanderas quisiste e - te amorosísimo fija en él los ojos llenos de be-
L r , que ellos te darán en tormentos a mere- nigdidad, y oír, que con palabras, que todas res-
i d a paga de haberlos servido. Al punto, luego, piran amor, le convida á gozar la gloria? Ven,
á las "amas infernales, al fuego eterno: allí se- bendito, de las fatigas, al descanso; de la pobre-
rás enterrado entre brasas, que nunca se apaga- za, á las riquezas; del llanto, á la risa; de las
rán: aquella será tu perpetua cárcel por todos batallas, á la corona qué has merecido vencien-
íos sWos, con murallas de fuego, el suelo de fue- do. ¡O que alegre Veni! ¡O que feliz bendición!
eo ef techo de fuego. In ignem oeiemum. A Entonces el ángel custodio tomará de la mano
este trueno espantos?, quedará el miserable pe. al alma, y con festivos aplausos le dará los pa-
cador desamparado del ángel de su g u a r d a a s - rabienes de las victorias, que el alma alcanzó del
do del demonio, severisimo alguacil, que convi- mundo; de aquellas tentaciones tan bien venci-
dará & todos los demás diablos para hacer es- das; de aquella injuria tan generosamente perdo-
S en su alma, diciendo: Deus derehquit eum nada; de aquella inspiración tan perfectamente eje-
versequimini, et camprehendite eum, quta non e t cutada; de aquella tribulación con tanto valor su-
^uiZpiat. (FSALM. 7 0 . ) Abrirá s ú b i t a m e n t e su frida. D e esta suerte, alegrándose con el alma,
boca el infierno, para tragar á aquella alma de - Ja acompañará al cielo, hasta introducirla al tro-
..„.orín I a cual, ¡qué d rá al entrar el pie no y vista clara de Dios, diciendo con Isaías:
r ^ u " c a t o r de ¿q tormentos ? ¿Al ver que al Respice Sion. Civitatem súemmtatis nostrae. A
instante se cierran aquellas puertas de ^ r r o que aquella primera ojeada no cabrá en sí, por ex-
D ara ella nunca amás se han de abrir? ¿Al es- ceso de júbilo, el alma afortunada, viendo delan-
t r e n a r aquellas llamas abrasadoras, que nunca la te un abismo de gozo, una eternidad de gloria-
han de consumir? ¿Aquellos ardores e incendio, Ahora, comparemos aquel ite, maledicti, in ig.
eternos, que nunca se han de apagar? nem aeternum dicho á los réprobos, con aquel
Al contrario, qué alegre será la sentencia a Venite, benedicti, possidete Regnum, pronunciando
{Jor del alma jísta: V%i, benedicta Patns me:, á I03 justos, como lo hacia san Agustin: Quid
vossidem Regnum tibi paratum, á constüuüone mun- potest terribilius cogitan, quám ite? Et quid de-
f ? f o la otra: Euge, serve bañe, et fidehs, tntra. lectabilius, quám venite? Duae voces sunt quarum
t %m,ü tui: alégrate, siervo bueno y nil horribilius una, et. nil jucundius altera, ( S É R M .
38.. DE SANCTIS.) Estas dos voces, que se han de
fiel'énía en el gozo de tu Señor. Si el sera-
contremisco: sive enim edo, sive bibo, sive aliquid
illud fació, semper resonare videtur auribus meis
» r e n u n c i a r en el supremo Tribunal, siempre re-
tuba illa terribilis: Surgite mortui, et veinte ad. ju-
sonaban y hacían terrible eco en los o.dos de
dicium. „Siempre que considero aquel día, (dice
Affustfno; n o obstante que n o e r a m e n o r en el
el máximo Doctor,) tiembla todo mi cuerpo, y
e l g fuego del divino amor en que ardía que la
se estremece. Si como, si bebo, si hago cual-
luz de la Sabiduría celestial, con que ilustraba el
quiera otra cosa, continuamente me parece que
m u n d o . E s t a s voces eran el sonido de la trom-
''está sonando á mis oídos aquella trompeta del
p e t a que traía siempre desvelado a san Cero-
„ángel: Levantaos, muertos, y venid á juicio.
Simo, a u n q u e encanecido en el yermo, deshecho
al rigor de las penitencias, y tan b e n e m e n t o de III.
?a X a . Que si bien a q u e l l a fatal t r o m p e t a se
t o c a r á solamente en el juicio universal: « « • EJEMPLO.
Tima tuba mortui resurgent; (n. con. 15.) con
r / o eso, este juicio particular será p a r a cada uno S a n Juan Ciimaco, Abad famosisimo del mon-
conforme con el universal: por lo cual siempre te Sinaí, pinta admirablemente las prodigiosas pe-
nosotros debemos en toda ocasion, en toda em- nitencias de los monges. Algunas estaban toda la
m e s a en toda recreación, en todo consejo, tener noche en pie al sereno, ó de.'rodillas orando, v
Presentes en el pensamiento u n a y otra voz, co- pidiendo á Dios misericordia. Otros, no conten-
m o dice T o m á s de Kempis: In ómnibus rebu* tos cou vestir asperísimos silicios, se cargaban d e
resoice. qualiter ante districtum judwem stabis. O pesadas cadenas. Otros, se exponían medio d e s -
no exhorta el profeta Sofomas: tengamos nudos á las injurias y destemplanza de un cie-
Siempre delante de los ojos aquel día de extre- lo tempestuoso. Otros, se arrojaban a los hielos,
m a calamidad, y en nuestros oídos resuene aque- ó se revolcaban sobre la nieve. E r a n prodigio-
fía trompeta de horror: Dies día tréulatiomset sos sus ayunos á pan y agua: su sueño brevísi-
angustiae, dies tubae, et clangor is ( S O P H . 1 ) Ha- mo sobre la desnuda tierra: el cuidado de sus
bía en E s p a ñ a una familia noble cuyo apellido cuerpos ninguno. E r a t a n t o el horror que teman
e a de Ron, que en el escudo de a r m a s de su del dia último, y de h a b e r de parecer delante
c í a tenia una trompeta, con este moie: Los de del supremo Juez, que jamás se aseguraban e n
siempre comemos con este són. Querían oír el punto de su salvación. Antes, cuando alguno
r . mesa el són de la trompeta, p a r a conce- yacía moribundo sobre la ceniza, los otros le cer-
bir generosidad de espíritus guerreros y marcia- c a b a n , y con voz temerosa le preguntaban: ¿ n e -
les E s t a costumbre deberíamos imitar, iraagman- nes acaso firme esperanza de tu salvación, o to-
d o que Oímos todos los dias en nuestros nego- davía temes perderla? ¿Qué te promete tu cora-
cios y entretenimientos, aquella trompeta terr.We zón y tu conciencia? ¿Sentencia de eterna vida,
del juicio de Dios, como lo practicaba san Ge-
rómZ: Quoties diem iUum considero, toto corpore
ó de muerte eterna? T e p a r e c e que oirás una demonio venció, cuántas incomodidades toleró, cuán
voz amable que te diga: Venid, benditos de mi duramente trató su cuerpo, cuántas consolaciones
Padre, á poseer la gloria; ú otra voz terrible que gozó, lo sobe solo aquel Señor, que cuenta los
te amenace: Andad, malditos, al eterno fuego? pasos de sus siervos, y tiene numerados hasta los
Quid ais, frater? Qui ais de te ipso? ¿Qué de- cabellos de sus cahezas. Bien nos asegura la his-
cis, hermano? ¿Qué decis d e vos mismo/' Ver- toria, que subió á tan alta perfección, y consi-
dad es, que algunos, levantando los ojos serenos guió de el cielo tanta gracia, que venían man-
al cielo, y dando gracias á Dios, respondían: Be- sos á sus pies los leopardos, á quien por su ma-
nedictos l)eus, qui non dedil nos in manus ini- no daba de comer, y recibía de ellos amorosas
mici: Bendito sea Dios, q u e no nos ha entrega- señas de agradecimiento.
do en manos del enemigo común. Pero otros, Habiendo vivido muchos años en este desier-
prorrumpiendo en profundos y temerosos gemi- to, y como olvidado de los méritos pasados, an-
dos, mostraban estar todavía pendientes de un qui- helando siempre á nuevas virtudes, resolvió vol-
zá, y decian asombrados: Vae animae illi, quae verse á la celda de su antiguo monasterio del
non servavit professionem suam! Hac enhn hora monte Sinaí, para ayudar también á la salvación
discet, quid illi paratum sit. ¡Ay de aquella al- de los prójimos. Allí, entre otros, se entregaron
ma, que no ha guardado su pro&sion! ¡Ay! en á su magisterio dos religiosos de Palestina, con
esta hora sabrá lo que le está aparejado, los cuales habiendo pasado una vida toda llena
Pero lo que nos debe llenar de un santo hor- de fervor de espíritu, en edad ya muy crecida,
ror, es la que el mismo santo llama historia de fué asaltado de la última y mortal enfermedad.
eficacísimo llanto, y de dolor útilísimo: Historiar» Y veis aquí ua formidable suceso. Reducido á la
efñcacissimi luctus, et doloris ultimi. (GRAO. 7.) estrema lucha el dia antes de su muerte, repen-
Estevan, monge de conocida santidad, despues de tinamente quedó atónito, y un gran rato fuera
haberse ejercitado muchos años en la vida mo- d e sí, por una extraña aparición de un juicio cri-
nástica, alcanzó de Dios, con largos ayunos y con- minal: teniendo los ojos espantosamente abiertos,
tinuas lágrimas, singulares privilegios de ilustre vir- yá miraba á una parte, yá a -.«r.1 de la ca na;
tud. De a'nít deseando vida mas solitaria, se re- y eomo si estuviera citado á un Tribuna!, don-
tiró á vivir sobre la cumbre de un monte, don- d e hubiese acusadores qne le hiciesen cargo, res-
de en ios siglos pasados tuvo Elias aquella ad- pondía con voz temerosa, de suerte que la oían
mirable visión. Pero aün no contento con esto, todos los que estaban presentes, diciendo unaá
por padecer mayores asperezas, y tener toda su veces: Es verdad, pero par ese pecado ayuné tan-
conversación en el cielo, penetró á lo mas in- tos dias. Otra vez decia: Na es así, mentís, no
terior del desierto, á un sitio llamado Fidesl ha- he hecho tal cosa. Poco despues confesaba: Es cier-
bitado d§ solos anacoretas, y apartado de todo to que lo cemetí muchas veces; mas par esa der-
comercio humano. Aquí cuántas asechanzas dei ramé tantas l&griaua, usé; c&n las prójimos tantas
obras de caridad. Y muy presto respondía como la virtud: ¿qué horror, qué espanto no debemos
temeroso: Es asi, que en eso he pecado, y no ten- concebir nosotros pecadores de tan terrible jui-
go que responder á vuestra acusación, sino aco- cio de la divina Justicia?
germe á la divina Misericordia Añade la histo-
Léase á Tomás de Kempis, lib, 1. cap. 24.
ría: JUrat profectd spectaculum horrendvm, atque
De el juicio, y de las penas de los pecados.
terriücum invisibili, et illud saevissimumque judi-
cium. E r a , á la verdad, espectáculo terrible y hor-
roroso, hallarse en aquel espantoso y rigurosísi-
m o juicio.
•Qué horror corrió por las venas de aquellos san-
tos monges, al ver á Estevan, cuya vida habia
g r a n j e a d o tanta estimación de santidad, protestar
á la l i o r a de la muerte que no sabia qué respon-
der á algunas acusaciones del enemigo! ¡O infeliz
de mí, (exclama aquí san Juan Climaco) qué se-
rá de mi, cuando aquel gran seguidor de la so-
ledad no tenia que responder, habiendo por cua-
renta años profesado con tanto rigor la vida mo-
nástica; alcanzando don de lágrimas, y obtenido
la gracia de amansar leopardos? ¡Ay de mí mi-
serable! Si un tan grande homhre, con tantos ar-
gumentos de su virtud: Cum adeo manifesté ra-
tio exigeretur, carne solutus est, quis terminvs, quae
sententia; tuis rationis ejus finis fuerit, incertum
reliquens, al serle pedida tan estrecha cuenta, y
tan manifiesta razón de su vida, espiró, deján-
donos en duda, cuál fué su juicio, cuál la sen-
tencia, cuál el término y paradero de su causa.
¡Oh si á este suceso decia san Juan Climaco,
que' sentía llenársele de horror las entrañas, un
santo, que desde los diez y seis hasta cien años,
v i v i ó ' u n a vida mas admirable, que imitable, mas
de el cielo, que de la tierra; hombre, que era
l l a m a d o varón maravilloso, igual á los ángeles,
padre de los monges, y doctor de la fe y de
„caerá en él infierno:" Nemo eorum, qui gehen-
LECCION VI. nam ante ociilos habet, incidet in gehennam. Mi-
r a en aquel profundísimo lago tremendos prodi-
D E LAS PENAS » E L INFIERNO, V PRIMERO DE LA gios, unidas unas tinieblas espesas de eterna no-
PENA D E SENTIDO. che, con unas carísimas apariencias de funestísi-
mas tragedias. Vénse diluvios de llamas y nubes
de humo, que por todos lados rodean á los con-
AN Antonio de Padua, ( F E R I A 2. PCST DOMIN. denados, y los traen en continuo movimiento ar-
5.) aquella trompeta animada del Espíritu San- riba y abajo, ccmo garbanzos en olla hit hiendo,
to, en uno de sus admirables sermones, para po- cada "uno atónito al suplicio del otro. Fiogént
n e r vivamente delante de los ojos de sus oyen- videntes fumvm incendü ejus. (AFOC. 1 8 ) Todos
tes las penas del infierno, no hizo otra cosa que se ven forzados á derramar lágrimas de sus ojos,
pintarlas, y aplicarlas expresamente á los cinco heridos del humo de el incendio de los otros, de
sentidos del cuerpo. Recogió, pues, de los san- los torcimientc? de miembros, de la ciuelisma
tos Profetas las pinturas mas vivas, con que sa- carnicería. Peor que los tormentos es la vis-
caron como al teatro aquellos tormentos con ob- ta de los demonios atormentadores y verdugos
jetos sensibles de espectáculos, bastantes á ater- desapiadados, que con visages horrendos y espan-
r a r los ojos: hieles para amargar y atosigar el tosos, con amenazas terribles, se ponen siempre
gusto: improperios y afrentas paia herir las ore- á la vista en acción de ejecutar los mas rigu-
jas: hedores gravísimos para inficionar el olfato, rosos extragos. Santa Francisca Romana, al apa-
y de carnicerías cruelísimas para atormentar en reeersele un solo demonio, padeció tal desmayo,
todo el cuerpo y todas sus partes, el sentido co- que protestaba: Si aquí estuviera encendido un
mún del tacto. Con que sacaba de su auditorio horno de fuego, y de metal derretido, me arro-
dolorosos suspiros, abundantes lágrimas, y prodi- jaría en él á abrasarme, por huir una sola vis-
giosas conversiones de grandes pecadores. Un mo- ta de tan abominable y monstruosa criatura. ¿Qué
do semejante de representar las penas infernales, será en el infierno tener siempre á los ojos le-
aunque en la verdad no representan otra cosa, giones enteras, y al lado y al brazo, no para
que la superficie del infierno, hemos de imitar alargarlo blandamente y con amor, sino para ator-
aquí. Acerquémonos con viva fe á las horroro- mentarlo sin piedad? Pues afirma el santo Pro-
sas puertas de aquella eterna cárcel, para apli- feta Job, que cada uno de los condenados v e r á
car no mas que los cinco sentidos á aquellos for- venir sobre sí continuamente sus verdugos, suc-
midables objetos. cediendose unos á otros; Vadeht, et venient svper
eum terribiles. (JOB. 15.)
Sea lo primero fijar bien en ella los ojos;
Ni será menos espantosa la vista de los Oíros
„pues dice san Juan Crisóstomo: „Que ningu-
condenados. Ciertamente, si no sufren los ojos,
,,no que tenga delante de los ojos el infierno,
ni hay corazon p a r a mirar, no digo ya poner en Apliquemos ahora el oído á las puertas del
!a horca un hombre, mas aun para descuartizar iufierno, para oír las quejas de aquellas almas in-
un cordero, ¿cómo podrán ver sin horror los pa- consolables. Dionisio, con barbara invención, hi-
dres á los hijos, los hijos á los padres los ami- zo labrar una cárcel al modo de oreja, para que
gos á los amigos, a r d e r anegados en cruelísima* por aquel pequeño ahugero, que salía por la par-
llamas, y e s t a r amontonados unos sobre otros, co- te superior, se pudiesen oír los lamentos, gritos
mo un haz de espinas, que unas á otras se a r r e - y estruendo de los encarcelados. ¡Oh, si se hu-
cientan el incendio? Sicut spinae se invicem com- biese fabricado á este modo la cárcel del infier-
plectuntur, por hablar con el Profeta. Será tam- no, qué fieros ruidos, qué lamentaciones funestas,
bién gran t o m e n t o d e los ojos, mirarse unos á qué horrorosos gemidos, qué maldiciones, qué blas-
otros los que fueron ocasion recíproca del peca- femias se oirían resonar de aquellos calabozos! Ibii
do y del escándalo. U n caballero Piamontés, ha- erit fletus, et stridor dentium. Plo<atus. et uluta-
llando un dia en su retrete á su muger con el tus multus. Lamentationes, et vas sonitus terroris
adúltero, hizo que la desventurada, con sus pro- semper in auribus impii. (Así hablan los santos
pias manos, matase á su amante en el zaquiza- Profetas.) Continuas serán las quejas, maldecir al
mí de la casa. Despues, encerrándola dentro, con padre que lo engendró, á !a madre que lo pa-
solo un vaso de agua, y un cestillo de negro biz- rió, el dia en que nació á ver 'a luz del mun-
cocho, hizo tabicar la puerta y la ventana, de- do: Pereat dies, in qua natus sum. Pereat nox,
jando solo un pequeño respiradero, para que pu- in qua conceptus fui. Un enfermo, que de noche
diese ver el cadaver colgado de una viga. ¡Que suspirando se queja de sus dolores, inquieta y fa-
horror, tener siempre delante aquel monstruo! Ver tiga todo un hospital: ¿qué harán tantas lamen-
correr por aquellos miembros ios gusanos, caer tables voces, tantos aves llorosos, que resonarán
á pedazos la carne podrida, exhalando un hedor por todos lados al rededor de aquella tenebrosa
pestilencial. Moría la desventurada cada hora has- cueva? Con todo eso. estas parecerán músicas de
ta que dejó de vivir, reducida antes a cadaver, consuelo en comparación de los estruendos de ter-
que muerte. Tales, y mucho peores serán las per- ror, á los truenos de amenazas, al arrastrar de
petuas representaciones á los ojos de los mise- cadenas, á los golpes de heridas, que harán los
ros pecadores. ¡Ay ojos mios! ¿Cuánto mejor hu. enrabiados demonios, incitándose, y apostando á
biera sido abstenerse de las vistas torpes e im- quien puede atormentar mas. Aquel gran triun-
puras. para no ser condenado á estar mirando tan fador del demonio, san Antonio Abad, se espe-
terribles objetos? D e r r a m a r ahora lágrimas de pe- luzaba lleno de horror, cuando en la obscuridad
nitencia, por no ser arrojados á las tinieblas ex- de la noche oía al rededor de su cueva bramar
teriores, donde será eterno el llanto: In tenebras los monstruos infernales, hiriendo el aire con brami-
exteriores, ubi erit fletus. Llanto, que aunque igua- dos de toros, ahullidos de lobos, rugidos de leo-
le las inmensas ondas del océano, nunca tendrá h a . nes, silvos de serpientes. Mas lo que herirá mas
hedor pestilente habrá en aquel albañal de la tier-
profundamente las orejas, serán las horrendas blas- ra? Irrigabo terram fcetore, et implebo eam sanie.
f e m i a s las e x e c r a b l e s maldiciones con que deses- ( B Z E C I I I E L 32-) Esta pena amenaza Dios, como
«erados, volviéndose cont.a el celo, maldecirán una de las mas horrendas. T a n intolerable será
ja divina Jasticia, la divina Misericordia, y aun el olor del azufre, el vapor de las llamas, el há- 1
la misma Sangre del Redentor. Refiere A endo- lito de las gangrenas, y de tantos cuerpos pes-
sa, que Dios dió á ver á un siervo suyo las pe- tilentes e* una pieza por todas partes cerrada,
nas infernales, en ocasion que los demonios lie- lejos de todo aire, por mas d s tres mil millas,
vahan á ellas un réprobo, á quien echaron un sin respiración, ni ventana, que doblará la con-
collar de hierro ardiente á la garganta tendie- goja y la eficacia de su mal olor. Un solo con-
ron en una cama de fuego, y le dieron de hcb. r denad (como testifica Mendoza) apareciendose á
un vaso de azufre hirviendo: despues lo convi- un religioso, y pidiéndole que diese alguna p e -
daron á que eantase, ya que había sido amigo queña señal de sus tormentos, arrojó un aliento
de canciones lascivas. Escusabase el, diciendo: tan horriblemente empodrecido, que el religioso
que tenia la garganta llena de fuego, y mas apro- cayó allí repentinamente muerto; y esparcido aquel
pósito para gemidos y quejas. Gime, pues, (le mal olor por los claustros, no solo causó la muer-
decian) y quéjate como pudieres; y si no, toma- te dentro de pocos dias á todos los monges; si-
te este golpe. Empezaba el miserable: maldita sea n o dejó inhabitable para siempre el convento. M a s
la hora en que nací: malditos sean los padres llegó á decir san Buenaventura, que si el cada-
oUe me engendraron: malditos los compañero» que ver de un condenado fuese sacado del infierno,
rne engañaron: los placeres que me entretuvieron. y puesto sobre la superficie de la tierra, basta-
Bien vá la música, dijeron los demonios; pero pro- ría para inficionar con la exhalación de su he-
sigue. P roseguiá él: maldito sea el Eterno Pa- diondéz toda la tierra. D e aquí, en alguna ma-
d r e Que me crió: maldito el divino Hijo, que me nera se puede colegir, cual es la pena de aque-
redimió: maldito el Espíritu Santo, que me q u e llos miserables, estar siempre sumergidos en las
tó su gracia. A e . - t a s execrables voces hizo aplau- heces de aquel muladar, pegados unos con otros,
so y éco todo el infierno. Estas serán las musí- como ovejas en el matadero: Sicut oves in In-
cas de la eterna cárcel. ¡Ay orejas mías! ¿Tendrew ferno positi sunt. (PSALM. 48.) y oprimidos unos
p e r bien ahora oír cantos lascivos, discursos per- de otros, forzados á inficionarse reciprocamente
judiciales y murmuraciones? Qué sabiamente nos con su hedor insufrible. Horroroso caso es el que
avisa el Éclesiástico: Sepi aures tuas spmis, ti se refiere en la vida de santa Valburga. (BOL. 15.
livguam tie'ivam noli audire, ( E C C L . 28.) FON cer- EN.) U n homicida, despues de haber muerto á un
ce de espinas á tus orejas, y no quieras oír !en- peregrino, se lo echó al hombro para llevarlo á
sitio escondido, y ocultar su pecado. Mas, ¡ó ex-
euas malvadas, para no condenarte a oír eter-
namente estos gemidos y horribles b l a s m a s traño prodigio! E l cadaver se abrazó tan eatre*
Y si atendemos al tormento del olfato, que
chámente con el matador, q u e j a m á s pudo des- pedia una gota de agua para refrescar la len-
asirlo d e sus espaldas, ni con tirantes de cuer- g u a ardiente. L a hambre también es suplicio tan
das, ni con -tajos de espada, y así se vio obli- atroz, que muchas veces ha obligarlo á los hom-
gado á traher siempre consigo el cuerpo de su bres á comer ratones, culebras y sapos. H a s t a las
delito, hasta que el rostro corrompido del cada- madres con inaudita bárbara inhumanidad, se han
ver, inficionó la cara del vivo, y los gusanos ham- visto forzadas á descuartizar á s i s hijos, asarlos,
brieñtos pasaban del un cuerpo al otro y el alien- y comérselos parte por parte, y volver á intro-
to pestilente d e la podredumbre intolerable, con ducir en sus iinpias entrañas aquellos miembros,
lenta v horrible muerte lo acabó. N o les suce- que en ellas se habían formado, y apenas habían
derá así á los infelices condenados, que aunque salido, c o m o refiere Josefo en el asedio de J e -
con sus hediondísimos cuerpos, estaran unidos con rusalén. Aun mas. Los hombres, fatigados de la
los otros igualmente fétidos inseparablemente, sin hambre, han convertido su furia contra sí mismos,
esperanza de apartarse jamás, ni aun con una muer- mordiéndose á pedazos sus carnes, y bebiendose
te violenta: antes por toda la eternidad: De ca- á tragos su misma sangre, como se lee del e m -
daveribus eorum ascendet foetor, et nocte, et die perador Zenón, sepultado en un abismo de mi-
non extinzuetur, (BAL 34.) saldrá siempre de aque- serias. Si tales violencias ejecutó la sed y la ham-
líos podridos cuerpos un intolerable hedor, que bre en los míseros mortales, ¿qué hará en los
no cesara de dia, ni d e noche; pero no para cau- infelices condenados aquella extremada miseria?
sarles muerte, porque deben padecer siempre la Exardescet contra eos sitis. (JOB. 18 ) Famem pa-
agonía v congoja, mas n u n c a verán el hn. ¿Ol- lie atar, ut canes, (PSALM. 58.) T e n d r á n siempre
fato mió podrás ahora buscar perfumes, olores, los labios áridos y sequísimos por una ardiente
álhagos de almizcles y ámbares, sabiendo por di- sed, y las fauces atormentadas de hambre cani-
cho B de lsaís. que allí se han de pagar con pes- na, sin una gota d e refrigerio, sin un bocado de
tilencialés hedores? tiñt pro saavi odore foetor? alimento. Aunque no, pues nos enseñan las sa-
iCuánto mejor será imitar al religiosísimo padre gradas letras, que tendrán algún sustento y man-
G a s p a r Sánchez, Jesuíta, q u e por mortificarse nun- jar. Pero ¿cuál será él? Se apacentarán perpe-
c a quiso oler flores? tuamente de hiél de dragones, y de veneno d e
M a s ¡qué dirémos del gusto, que se experimen- áspides: Ful draconum vinum eorum, et venenum
t a en la lengua v en el paladar? ¿Cuán ator- áspidum insanabile. (DEÜT. 3 2 ) El mismo Dios
mentado se verá "de una sed rabiosa, una ham- protesta, que los quiere alimentar con quinta esen-
bre canina? Aun los poetas lo reconocieron por cia de agenjos • y hiél: Ego ñbubo ipsos absynthio,
uno de los mas crueles tormentos del infierno en et potara dabo eis, aquam fellis, (JEREM. 9 ) p a -
los Tántalos, siempre sedientos y Hambientos siem- r a llenarles de a m a r g u r a las entrañas, no p a r a
pre. E s tan gran mal la sed, que el rico gloton, apagarles la hambre. E m p l e a r á n sus dientes e n
como olvidado de las otras penas infernales, solo sus propias carnes: Unusquisque camera brachii
*
sui voravit, como dice Istia»; Llenaránles la bo- dos los dolores, sirviendo p e r todos, y haciendo
ca de aquel azufre ardiente, ahogaráles la inmun- que en él sientan los condenados el ardor de las
dicia de aquel albañal hediondísimo, embriagán- brasas, y el frió extremado de los hielos, el des-
dose con aquel plomo derretido, que les abrasa- encajamiento de los huesos y nervios, los pas-
rá l?s entrañas, penetrando por todas las venas. mos de las entrañas, las heridas de navajas, las
Santo Dios! Si aquí nos horrorizamos tanto al mordeduras de serpientes, los golpes de los azo-
oír que los tiranos hacian que los mártires be- tes y látigos, y cuanto jamás supo inventar la
biesen resina ardiente y metales derretidos, dé- ingeniosa crueldad de los tiranos. El mismo Dios
jo á vuestro pensamiento, que discurráis, si Dios dice, que dabis ignem in carne eorum, ut uran-
ha permitido, que tales tormentos se ejecutasen tur, et sentiunt usque in sempiternum. (JCD. 16.)
en sus mas queridos amigos; ¿qué querrá le ha- Pondrá fuego, no solo en las partes exteriores,
ga con «us mas aborrecidos enemigos en el dia sino en las mas interiores de las entrañas, no
eterno de su furor? ¡Oh estén muy lejos de no. solo en los sentidos del cuerpo, sino aun en las
sotros las ostentosas y regaladas mesas, las em- potencias d e l alma; porque será de otra mayor
briagueces á destemplanzas de los glotones! Ame- eficacia, que el fuego común nuestro, aquel fue-
mos 0 mas la abstinencia y ayunos de Lázaro, pa- go encendido por la ira de Dios enojado, para
ra no caer en los suplicios de la infernal ham- instrumento de la venganza divina, elevado con
bre y sed. fuerza sobrenatural á producir efectos prodigio-
Finalmente, se ha d e ponderar el tormento del sos, aun en los espíritus, y castigar las injurias
tacto, el cual, > como está mas estendido que to- cometidas contra el Criador. S a b e m o s por las his-
dos los otros sentidos, por todas las partes y miem- torias eclesiásticas, que un condenado que salió
bros del cuerpo; así será mas atormentado en ca- del infierno para atemorizar á los vivientes, con
da parte de por »i con particular pena Pero yo, sola u n a centella de su fuego hizo se quebran-
no teniendo aquí tiempo para registrar uno á uno tase, h a s t a reducir á polvo una gran piedra d e
los tormentos especiales, me estrecharé á solo pon- molino. Otro, metiendo un dedo en un vaso de agua
derar el del fuego, que vale por todos; porque fría, la hizo hervir. Otro, con solo t o c a r ligeramen-
allí todos los instrumentos serán de fuego, tena- te un g r a n candelero de latón, lo hizo derre-
zas de fuego, saetas de fuego, siérpes y navajas tirse, cual si fuese de cera. Pues e n este fuego
de fuego, todo lo que se puede imaginar en los tan terrible han de tener su estancia eterna aque-
abismos, sin exceptuar aun aquel podrido alien- llos malaventurados. De estas llamas consumido-
to y condenación d e los condenados, será fuego: ras han de ser perpetua leña y alimento los pe-
Spirüus vester, ut ignis, voravit vos. (ISAI. 33.) cadores; mas como estopa encendida, sin consu-
Antes, si creemos á san Gerónimo: In uno igne mirse: Erit populus quusi esca ignis: et omnes
receptores omnia supplicia sentiunt in Inferno, el facientes iniquitatem stipula. (MALACH. 4.) De es-
'fuego solo será como e n licor alambicado de to* te fuego estarán cercados por a fuer a, y penetra-
dos p o r adentro: dé suerte, que el condenado no
se p o d r á distinguir del fuego, ni el fuego del con- §. II.
d e n a d o ; así como el metal derretido en la hor-
nilla, rio se puede discernir de las llamas, que P E N A S D E LAS P O T E N C I A S D E L ALMA.
lo derritieron,' antes parece una misma cosa con
su incendio. ¿Cómo, pues, aln a mía y cuerpo, no Las penas de los sentidos en el cuerpo qui-
te c u b r e s de horror, y no tiemblas de este abra- zá parecerán ligeras, si se afrontan, y contrapo,
sador fuego? Quis polerit balitare cvvi igne de- nen con las penas de las potencias interiores del
lorante? Este cuerpo tan blandamente criado, acos- alma; porque la memoria será atiozmente ator-
t u m b r a d o á tantas delicias, regalado con tantos mentada con el pensamiento de ver una gloria
placeres, ¿podrá vivir entre aquellas llamas? Si eterna, perdida por un brevísimo placer y vilí-
el dormir en upa c e n a algo dura, si el estar simo. Esta pena es de tal horror, que dice san
media hora de rodillas en oración te es tan mo- Juan Crisòstomo: Decem mille (juis porrit gehen-
lesto. y apenas lo puedes sufrir; ¿cómo podrás lle- ñas: Nihil tale dicet, quale à beuta Gloria exci-
v a r estar por todos los siglos tendido sobre pun- disse: Ponine á la vista diez mil infiernos: nada
tas agudas de hierro encendido? ¿Cómo sufrirás tiene' comparación con haber perdido la gloria y
éstar hirviendo eternamente en un mar de lla- felicidad eterna. F u e r a de que un demonio con-
mas? Quis habitabit cvm ardoribus sempiternis? fesó al beato Jordan, que padecería con gusto
Si os mandan un ayuno, un silicio, una discipli- todas las penas de todos los condenados hasta
na p a r a domar las pasiones desenfrenadas, no se el dia del juicio universal, para pod,er gozar des-
admite, y se dan mil (gcusas, y se tienen por pues la vista de Dios. Y el eterno Juez al pro-
m u v rigurosa penitencia: sepamos, (dice Tomás nunciar la sentencia contra los répiobos, en pri-
d e Keñipis, lib. 1. cap. 2 4 ) que allí será mas m e r lu<jar pone el ausentarlos de su presencia:
molesta una hora de penas, que acá cien años Discedite à me: Apartos de mí: quitaos delante
de amarguísima y estrechísima penitencia: Ibi erit de mis ojos. Si Esaù vivió en perpetuo dolor por
liria hora gravior in poena, quam hic cenlum anni acordarse que había vendido la primogenitura y
in amurissima poenitentia. mayorazgo por una taza de lentejas, ¿cuál será
el sentimiento de los condenados ai acordarse que
han perdido el reino de los cielos, y están pri-
vados de la eterna bienaventuranza, p o r un pla-
cer que se desvaneció como humo? ¿Cómo es
posible (se dirá á sí misino) que yo, que era tan
avisado para escusar todo mal suc.eso ó infortu-
nio, tan advertido en, gobernar tocios' mis nego-
cios é intereses; no obstante, por no privarme
dos p o r adentro: dé suerte, que el condenado no
se p o d r á distinguir del fuego, ni el fuego del con- §. IL
d e n a d o ; así como el metal derretido en la hor-
nilla, n o se puede discernir de las llamas, que P E N A S D E LAS P O T E N C I A S D E L ALMA.
lo derritieron,' antes parece una misma cosa con
su incendio. ¿Cómo, pues, aln a mía y cuerpo, no Las penas de los sentidos en el cuerpo qui-
te c u b r e s de horror, y no tiemblas de este abra- zá parecerán ligeras, si se afrontan, y contrapo,
sador fuego? Quis polerit balitare cvm igne de- nen con las penas de las potencias interiores del
lorante? Este cuerpo tan blandamente criado, reos- alma; porque la memoria será .atrozmente ator-
t'unibrado á tantas delicias, regalado con tantos mentada con el pensamiento de ver una gloria
placeres, ¿podrá vivir entre aquellas llamas? Si eterna, perdida por un brevísimo placer y vilí-
el dormir en upa c e n a algo dura, si el estar simo. Esta pena es de tal horror, que dice san
media hora de rodillas en oración te es tan mo- Juan Crisòstomo: Decem mille qui» pon vi gehen-
lesto. y apenas lo puedes sufrir; ¿cómo podrás lle- ñas: Nihil tale dicet, quale à beuta Gloria exci-
v a r estar por todos los siglos tendido sobre pun- disse: Ponine á la vista diez mil infiernos: nada
tas agudas de hierro encendido? ¿Cómo sufrirás tiene' comparación con haber perdido la gloria y
éstar hirviendo eternamente en un mar de lla- felicidad eterna. F u e r a de que un demonio con-
mas? Quis habitabit cvm ardoribus sempiternis? fesó al beato Jordan, que padecería con gusto
Si os mandan un ayuno, un silicio, una discipli- todas las penas de todos los condenados hasta
na p a r a domar las pasiones desenfrenadas, no se el día del juicio universal, para pod,er gozar des-
admite, y se dan mil recusas, y se tienen por pues la vista de Dios. Y el eterno Juez al pro-
m u v rigurosa penitencia: sepamos, (dice Tomás nunciar la sentencia contra los répiobos, en pri-
d e Keñipis, lib. 1. cap. 2 4 ) que allí será mas m e r lugar pone el ausentarlos de su presencia:
molesta una hora de penas, que acá cien años Discedite à me: Apartos de mí: quitaos delante
de amarguísima y estrechísima penitencia: Ibi erit de mis ojos. Si Esaù vivió en perpetuo dolor por
lina hora gravior in poena, quam hic cenlum anni acordarse que había vendido la primogenitura y
in amurissima poenitentia. mayorazgo por una taza de lentejas, ¿cuál será
el sentimiento de los condenados ai acordarse que
han perdido el reino de los cielos, y están pri-
vados de la eterna bienaventuranza, por. un pla-
cer que se desvaneció como humo? ¿Cómo es
posible (se dirá á sí misino) que yo, que era tan
avisado para escusar todo mal suc.eso ó infortu-
nio, tan advertido en, gobernar tocios' mis nego-
cios é intereses; no obstante, por no privarme
de un vanísimo y ridículo deleite; por compla- fcian Ies hijos de Adán á aquelía patria, de don-
c e r á aquel fausto; por no hablar una buena pa- de él estaba perpetuamente desterrado: Quod illud
labra de reconciliación á aquel enemigo, haya que- filis Adae ascevdere conspiceref, vzde ipse cum
rido perder el paraíso, perderme á mí, y perder suis semper exulare cogerelur. Esta es la mayor
á Dios? Yo estaba destinado por justo precio del pena que padece Luc'lér, ver que si b n los hom-
Redentor para el cielo: fui lavado con las aguas bres á gozar de aquel pais, que éi con los su-
•'saludables del santo Bautismo: alimentado con yos nunca podrá conseguir. Y este será el ma-
los divinos Sacramentos, y con todo eso nada me yor dolor de los condenados, la envidia rabiosa
ha valido, porque usé mal de todas las cosas, y que tendrán á los que ganaron la gloria con tan
"nunca quise dar crédito á las amenazas del cie- poco trabajo, cuando ellos por menos precio lo
lo. ¡Mas ay, ay de mí, que llego á experimen- perdieron. Mas aquel terribilísimo gusano de la
tar estas penas antes de creerlas! Vae, vue, van conciencia, que nunca muere, y siempre roe las
rnihi! Cui hace prius experiencia sunt, quam cre- e n t r a r a s del alma, no es otra cosa (según san
dencia. ( E M I S S E N . H O M , 1 . ) Cierto es, que tendrán Bernardo) sino la memoria de las culpas come-
-un inexplicable quebranto al hacer memoria de tidas: Hic cst vermis, qui non morilvr, memoria
la comodidad, facilidad con que se pudieron sal- praeteritorum. Gusano, que siempre le morderá
var, haciendo una buena confesion, á que mu- con estos tres dientes: que la pérdida incurrida
chas veces se sintieron interiormente movidos: con es de un inmenso bien: que lo que ha adqui-
los ejemplos de los compañeros, que tanto le in- rido y ganado, es un inmenso mal: y finalmen-
" citaron á la virtud, levantaron el pensamiento al te, que tal pérdida y tal ganancia por su culpa,
cielo; y reconociendo con qué poca costa llega- no tienen remedio. Aun Cicerón afirma, que aque-
ron otros á poseer aquella gloria, que ellos per- llas furias, que tan terribles se representan en los
dieron, qué sollozos, qué gemidos arrojarán del teatros, ya con hachones de azufre ardiendo, ya
pecho! Ver cerca de Dios levantado á tan feliz con látigos y azotes de áspides amontonados; y
Eúerte, no solo un hermano, sino aun quizá un juntamente aquellas fabulas de los Buitres, que
enemigo. uno á quien en el mundo despreciaron despedazan el corazon á Sisifo: aquellas águilas,
por pobre, ó de quien hicieron burla como de que rompen las entrañas á Prometeo, no signi-
loco. ¡Oh. qtíe esto será lo que les obligará á fican otra cosa, que los remordimientos de la ma-
salir de sí, como insensatos: Nos rnsenstíii vitam ja conciencia, y la memoria de tas maldades pa-
illorum aestiipabamus insaniam, et fimm illorum sadas. Mas para qué es traher fábulas, cuando
sine íionore. Ecce quomodo computati sunt inter tenemos el testimonio que refiere el B. Umber-
filias Dei. Santa Aldegonda vio una vez al de- to de un condenado que aparecienuose vestido
monio que lloraba como desesperado, el cual sien- de una triste ropa, todo afanado y lastimero, con-
do forzado á descubrir la causa de tan incon- fesó. que el infierno de su infierno, era la me-
solable lamento, respondió, que era ver que su* moria de las culpas cometidas; de haber perdí-
do un reino p o r un brevísimo deleite; haber gas- acabará, con esto solo se aligera muchísimo. Si
todo en vanísimos cuidados el tiempo, cuando con Dios notificase al condenado, que después de mi-
poca parte de él, haciendo una buena confesion, llones de años derramase solas dos lágrimas, por-
había podido g a n a r el cielo: Transiit messis, fini- que cuando hubiese derramado tantas, que lleguen
ta est aeslas, et non salrnti non sumus. ( J E R E M . á formar un océano, ent< nces acabará su vida,
y muriendo dejará de padecer, saltaría de gozo
El entendimiento tambian será combatido de mil (dice san Buenaventura) entre aquellas penas, y
tempestades de fatigas. Hagamos reflexión en una se tenaria pór dichosa. Si resonase en el infier-
sola, que es el pensamiento d é l a eternidad, que no una voz, que dijese á aquellas almas, que un
estará siempre vivo en el entendimiento del con- pajarillo, viniendo cada año sola una vez á be-
denado. Este formidable pensamiento del siempre ber una gota de agua, cuando hubiere secado y
y del jamán, siempre penar, y jamás nxtrir, de gastado todo el mar: que un gusanillo, viniendo
que se compone la horrible eternidad, hará pro- caria siglo á dar un bocado, cuatido hubiere con-
bar ai condenado en todos los instantes, no so- sumido torios los áiboles v bosques, fcntoi.cos vo-
lo las penas presentes, sino todas las que le ven- sotras moiiteis con cruel n uerte; cada una de
drán s u c e s i v a m e n t e . Los sábios comparan la eter- ellas (dice san Antonio) recibiría con mayor go-
nidad á una esfera ó círculo inmenso, que no zo esta nueva, que un condenado á la horca,
tiene principio ni fin; pues así como un círcu- si le diesen noticia de que le habían hecho mo-
lo ó bola de bronce, puesta sobre una mesa pla- narca del mundo. Mas en vano se fingen estas
na, la toca solamente con un punto indivisible, nuevas, poique jamás saldián de aquel abismo,
y no obstante, la agrava con todo su peso; así habiendo cerrado para siempre sus puertas aquel
ja eternidad, aunque no toque, ni oprima al con- Dios, que solo tiene las llaves de la muerte y
d e n a d o mas que con solo el instante presente; del infierno: Babeo claves monis, et inférni. (APOC.
con todo eso, p a r a atormentarlo, le carga el pa- 20.) Ni conseguirán jamás una respiración de des-
sado, el presente y el venidero, haciéndole apre- canso y cesación de sus tantas penas, r.i una som-
hender vivamente en todos los momentos, que el bra de esperanza de alivio á tantas miserias. I'or
mal que ha padecido y padece, lo ha de pade- mucho que suspiren y lloren, no apagaián jamás
cer, sin tener por toda ¡a eternidad alivio algu- una centella de su incendio; por mas que quie-
no: Etiam in praesenti sentient eovsequentium tor- ran despedazarse los miembros, nunca podrán qui-
menta saeculoium. Esta perpetuidad es la esen- tarse la vida; Cruciabuntur die, ac nocte in sae-
cia propia de las penas infernales. Quítese la eter- cula. ( A P O C . 20) Penarán, bramarán, se volverán
nidad. y el infierno ya no será infierno: como una locos á fuerza de dolores por todos los siglos sin
pena ligera, si n o hay esperanza de tener jamás número, buscando siempre la muerte, y nunca ha-
alivio, se hace intolerablemente grave: así la pe- llandola: Mortui vitae, et morti, sinefine victuri.
na, por grave que sea, con poder decir: ella se (AUG. HOM. 16.)
atónito silencio? Yá dá la razón. Porque m e pu-
¡Oh, cuánto se descubre la divina Justicia mas
se á pensar en los años eternos. Annos aeternos
severa que la humana, porque la muerte, que es
in mente habui. Aquellos años, que nunca han de
el mayor castigo de la humana justicia, seria te-
acabar: aquellos años, que no esperan térmito. ni
nida por gran premio de la Divinal ¡O trueno
vueltas del sol, ni giros del cielo, ni tendrán ja-
espantoso de la eternidad! ¿Cómo puede ser, que
más fin. Fijó el pensamiento en la eternidad, y
estas dos palabras penar eternamente, no lleguen
temblando repetía: Numquid in aeternum projiciet
á causar pasmo á la razón, y temblor al cora-
Deusl Por ventura, ¿me arrojará Dios de su pre-
zon? Eliogabalo se enojaba, cuando le trahian con-
sencia eternamente? ¿Si me encerrará á padecer
vidado á una comedia de cuatro horas, no pu-
para siempre en los calabozos del infierno? Una
diendo sufrir tan largo divertimiento. A Fulcón
santa Teresa empezó, prosiguió su santísima vi-
pareció larguísima é intolerable una noche, que
da con el pensamiento de estas tres palabras:
le obligaban á estar acostado de un mismo la-
eternidad, siempre, jumas. Estas tres palabras de-
do, aunque la cama fuese de blandas plumas.
berían atravesar los corazones de los pecadores
¿Qué sería sí ese mismo descanso ó diversión hu-
mas vivamente, que las tres lanzas de Joab atra-
biera de durar mil años? Y ¿qué, si entre de-
vesaron el pecho del inconsiderado Absalón.
leites de tantos años se mezclase una calentura
ardiente, un dolor de hijada ó de piedra? De aquí Ni será menor el tormento de la voluntad, que
se puede inferir qué molesta será la eternidad, estará siempre ansiosa de lo que nunca podrá con-
no ya en delicias apetecibles, no e n una espe- seguir, y aborrecerá siempre aquello mismo de
cie sola de mal, sino en la privación de todo que nunca podrá escapar: Quid tnm penóle, (di-
bien, y en abundancia y concurso de todos los ce han Gregorio) quám semper velle, quod num-
males, y amontonadas sobre un miserable todas quam erit, et semper nolle, quod nunquam non erit?
las penas. Con razón clamaba el Profeta: Con- ¿Qué mayor pena, que desear la muerte, que siem-
tnti sunt montes saeculi ab itineribus aeternüulis pre parecerá que viene y jamás llegará? ¿Qué
ejus (Hab. 3.) Esto es, según explican los Ex- aborrecer la vida, y entre tantos fieros verdugos
positores. Los santos mas elevados y perfectos que atormentan, no hallar uno que se la quite?
(que son montes de virtud en este mundo), han Tandrán siempre clavada en lo mas íntimo de
quedado atónitos, asombrados y como quebranta- la voluntad aquella espada de tres filos, de quien
dos de dolor y temblor, al considerar los cami- habla Ezechiel: Triplicetur gludius, qui obstu-
nos de la eternidad de Dios. Como también el pescere eos facit, et corde tabcscere, et multipli-
santo David, que decia: Anticipi,verunt vigilias cat ruinas. Y ¿qué espada es esta de tres agu-
oculi mei, turbutus sum et non sum locutui. H e dísimas punías? El odio contra sí mismos, la ira
estado desvelado, sin poder tomar el descanso del contra Dios, la envidia contra os escogidos. Así
sueño; turbado todo, sin poder formar una voz. lo interpreta san Alberto Magno: Ad se invicem
Y ¿por qué tanta turbación, tanto desvelo, tan babent odium, iram contra Deum, et imvidiam con-
ira electos Regni ejas. E l odio es tina pasión tur- esperaban nunca ir alia, y lleno de los que des-
bulenta, que- siempre tiene las furias en el co- esperarán salir jamás de él.
razon; por eso Nerón parecía que siempre Veis ahi una breve muestra del infierno. Aho-
estaba poseído de una furia de un demonio, ra, si la eternidad de estas atrocísimas penas no
Aborrecerá, pues, el condenado á sus compañe- fuese (como verdaderamente es) verdad infalible
ros por el aumento de pena, que le proviene de y cierta, cual es 'a palabra de Dios, sino opi-
tan malos vecinos, y no podrá menos de des- nión probable de Platón, ó de Aristóteles, tai.
consolarse con sus males, porque los mirará co- que pudiese ponerse en duda; con todo eso, por
rno causa d e padecer él mayores tormentos. Se ser tan gran tnal estar privado de la vista de
enojará con ira implacable contra Dios, que no- Dios eternamente, y arder en unas eternas lla-
solo está inexorable para no compadecerse de mas, á portarnos como hombres de razón, de-
él, ni socorrerlo; antes se complace de sus ma- beríamos poner todo esfuerzo por asegurar la sal-
les, y de ellos recibe gloria, y hace burla de él: vación, y librarnos de la condenación. Mas por-
Dorniaus irridevit eum. (SAP. 4.) Tendrá finalmen- que ésta no es opinion, que se quede en los tér-
te una mortal envidia contra los bienaventura- minos de probable, sino verdad Evangélica é in-
dos, considerándolos seguros, viendo á Dios, go- falible: ¿no es locura de bruto irracional vivir de
zando las delicias de aquella patria de la feli- modo, como si no pensara, ni le diese cuidado
cidad, y bendiciendo la divina Justicia, no solo que le sobrevenga una eternidad de penas? ¡Ay!
por él premio, que á ellos les dá en el cielo, leed estos renglones, y tomad el consejo que d¡ó
sino también por la pena, que se venga de los el ángel á Lot, cuando le sacó del incendio de
prescitos en el infierno: Laetnbitur justum, cum vi- Sodoma: Salva animan tuam. (GEN. IY.) Y no hay
derit vindictam. (PSALM. 57.) Esta envidia es una otro mas sabio, ni mas seguro.
gangrena, q u e le comerá, y roerá hasta los hue-
sos: Putredo ossiun inoida. ( P R O V . 41 ) En su-
ma, la voluntad estará siempre atormentándose con §. I I I .
un rabioso aborrecimiento de todas las cosas, un
desorden de todos los afectos, una furiosa ansia VISION D E SANTA F R A N C I S C A ROMANA.
de cosas imposibles, y desesperación de experi-
mentar jamás bien alguno. La esperanza, que sue- Por la semejanza del asunto ha parecido aña-
le dar algún alivio á los enfermos en sus ca- dir aquí una visión, que tuvo santa Francisca Ro-
lenturas, á los cautivos en sus cadenas, á los reos mana, y se refiere en la nueva vida, que salió
en sus suplicios, no tendrá jamás lugar en el in- en Roma el año de 1675, dispuesta por los M M .
fierno. En esta rabiosa desesperación ha de ve- Oblatas, de la casa de Torrespecchio. Contiene^
nir á parai' la loca y mal fundada esperanza de se en el cap. 24 del lib. 1. pág. 90, y tradu-
los pecadores. Lleno está el infierno de los que cida dice así.
ira electos Regni ejas. E l odio es tina pasión tur- esperaban nunca ir alia, y lleno de los que des-
bulenta, que- siempre tiene las furias en el co- esperarán salir jamás de él.
razón; por eso Nerón parecia que siempre Veis ahí una breve muestra del infierno. Aho-
estaba poseído de una furia de un demonio, ra, si la eternidad de estas atrocísimas penas no
Aborrecerá, pues, el condenado á sus compañe- fuese (como verdaderamente es) verdad infalible
ros por el aumento de pena, que le proviene de y cierta, cual es 'a palabra de Dios, sino opi-
tan malos vecinos, y no podrá menos de des- nión probable de Platón, ó de Aristóteles, tal.
consolarse con sus males, porque los mirará co- que pudiese ponerse en duda; con todo eso, por
rno causa d e padecer él mayores tormentos. Se ser tan gran tnal estar privado de la vista de
enojará con ira implacable contra Dios, que no- Dios eteinamente, y arder en unas eternas lla-
solo está inexorable para no compadecerse de mas, á portarnos como hombres de razón, de-
él, ni socorrerlo; antes se complace de sus ma- beríamos poner todo esfuerzo por asegurar la sal-
les, y de ellos recibe gloria, y hace burla de él: vación, y librarnos de la condenación. Mas por-
Dorniaus irridevit eum. (SAP. 4.) Tendrá finalmen- que ésta no es opinion, que se quede en los tér-
te una mortal envidia contra los bienaventura- minos de probable, sino verdad Evangélica é in-
dos, considerándolos seguros, viendo á Dios, go- falible: ¿no es locura de bruto irracional vivir de
zando las delicias de aquella patria de la feli- modo, como si no pensara, ni le diese cuidado
cidad, y bendiciendo la divina Justicia, no solo que le sobrevenga una eternidad de penas? ¡Ay!
por él premio, que á ellos les dá en el cielo, leed estos renglones, y tomad el consejo que d¡ó
sino también por la pena, que se venga de los el ángel á Lot, cuando le sacó del incendio de
prescitos en el infierno: Laetnbitur justum, cum vi- Sodoma: Salva animan tuam. (GEN. IY.) Y no hay
derit vindictam. (PSALM. 57.) Esta envidia es una otro mas sabio, ni mas seguro.
gangrena, q u e le comerá, y roerá hasta los hue-
sos: Put.redo ossium inoida. ( P R O V . 41 ) En su-
ma, la voluntad estará siempre atormentándose con §. I I I .
un rabioso aborrecimiento de todas las cosas, un
desorden de todos los afectos, una furiosa ansia VISION D E SANTA F R A N C I S C A ROMANA.
de cosas imposibles, y desesperación de experi-
mentar jamás bien alguno. La esperanza, que sue- Por la semejanza del asunto ha parecido aña-
le dar algún alivio á los enfermos en sus ca- dir aquí una visión, que tuvo santa Francisca Ro-
lenturas, á los cautivos en sus cadenas, á los reos mana, y se refiere en la nueva vida, que salió
en sus suplicios, no tendrá jamás lugar en el in- en Roma el año de 1675, dispuesta por los M M .
fierno. En esta rabiosa desesperación ha de ve- Oblatas, de la casa de Torrespecchio. Contiene^
nir á parai' la loca y mal fundada esperanza de se en el cap. 24 del lib. 1. pág. 90, y tradu-
los pecadores. Lleno está el infierno de los que cida dice así.
Estando gravemente enferma la sierva de Dios,
un día, como á la hora de vísperas, quiso to- se estendía con un hedor intolerable por todas
m a r un poco de recreación, pasando á lo alto de aquellas mansiones.
la casa, á un devoto oratorio, que allí había he- Advirtió también la santa, que este fuego no
cho, con una parienta suya, luego que se casó, tenia igual fuerza de atormentar en todas par-
donde solía retirarse muchas reces. Así que lle- tes, porque causaba mayor y mas profundo do-
gó se puso en fervorosa oracion, y arrebatada sú- lor á los que estaban en lo mas bajo; y la fuer-
bitamente en éxtasis, fué llevada del ángel san za era menor, cuanto mas alta se levantaba la
Rafael á ver las penas del infierno. El ángel ani- ¡lama. U n grande y horroroso dragón ocupaba de
mó á la santa, diciendola, que debajo de símbo- alto á bajo la gran concavidad del infierno: la
los y formas corporales, les serian mostrados lo» grandeza de su cuerpo ocupaba la parte supe-
instrumentos con que son atormentadas las infe- rior: de la boca arrojaba un rio de obscuro y
hediondo fuego: el vastísimo vientre se cstendia
lices simas de los condenados; no porque en la
por enmedio, y su inmunda cola llegaba á lo mas
realidad haya allí aquellos instrumentos, sino pa-
inferior.
ra que por medio de ellos mejor comprehendie-
se lo que pasa en aquel lugar. Volviendo des- Satanás despues estaba sentado enmedio del in-
pues en sí, su padre espiritual la mandó, en vir- fierno sobre una viga de fuego, de cuya cabe-
tud de santa obediencia, que le contase todo lo za salian muchos cuernos c o m o de ciervo, que
que había visto, y asi lo hizo, no sin grandísi- hacían á su cabeza una espantosa corona, que
ma pena y mortificación suya. Pondremos aquí por todas partes arrojaba hediondas y obscuras
en breve lo «pie vió la santa en aquel rato, juz- llamas, y sus inmundos pies sentaban en lo mas
gando, que puede aprovechar á los pecadores. sucio y profundo de aquel tormentoso lugar. Fi-
Mas debese de notar, que la divina Benignidad nalmente, así el dragón, como Satanás, estaban
atados por el cuerpo con gruesas cadenas de hier-
quiso representar al entendimiento de 1a santa con
ro encendido, que ningún miembro les dejaban li-
varÍGs símbolos y formas corporales, los instru-
bre. Mientras con la vista de tan horribles figu-
mentos 'con que los condenados padecen, por sig-
ras estaba el alma de la santa asombrada, he
nificar mejor la diversa calidad de sus pecados.
aquí que se oye un grande estrépito de horren-
Tenia pues, esta miserable y eterna cárcel en das voces, mezcladas con gemidos y suspiros, y
el frontispicio esta inscripción: Este es el lugar in- á poco rato vió aparecerse una gran tropa de
fernal, sin esperanza y sin descanso alguno. To- condenados, que venían arrastrados de los demo-
da aquella grandísima concavidad estaba dividida nios, con insultos y golpes terribles, para ser ator-
en tres regiones, una baja, otra enmedio, otia en mentados en aquel calabozo, según sus pecados.
la ínfima parte, y de esta salia un fuego obscu- F u e r a del pestilencial fuego, que por toda aque-
lla caberna se estendia, vió, que por todas par-
ro, lleno de humo espantoso, que parecía susten-
tes andaban volando áspides venenosos, horrible!»
tarse de pez, azufre, y toda materia basta, el cual
•ierpes, sipos v o t r o s animales de horrorosas fi- habian hecho traición a sus marido?, ó quedan-
guras V calidades malignas que anadian espan- do viudas, se habian entregado á los deleites sen.
t f á a q u e l terrible lugar. Y éste ( p o r d e c r l o j . •guales, todos estos estaban metidos en unas tinas
fué el teatro miserable, y como tablado, donde de pez y azufre hirviendo: yá con garfios de hier-
debían presentarse los condenados, actores de tan -ro lor arrojaban en estanques helados: parte eran
lastimosa tragedia; m a s la santa súbitamente pa- estendidos sobre camas de hierro ardiendo, llenas
•de agudos clavos, y aquí los demonios con hor-
f H e r con qué diversidad de tormentos cas-
quillas agudísimas los traspasaban. Ni faltaron otros,
t r a b a la divina Justicia las vanas espec.es de pe-
que ahorcados en funestos árboles, eran apacen-
C a tados de frutas amarguísimas, hediondas y llenas
v £ pues, gran cantidad de aquellos que con de gusanos: habia también otros, que eran aven-
todas «uestes de torpezas habían manchado sus tados como paja, y despues los ponian recosta-
c u t p o s y f contra ¡a naturaleza, yá con mees- dos, juntamente con sapos, escuerzos, culebras y
S s v sacrilegios, yá violando las leyes 1.vinas otros animales inmundos. Aquellas damas, que se
v humanas con o t r a s deshonestidades. Todos es- -habian servido de su hermosura y bien pareci-
L rnn continuamente mordidos de c e r p e c l l a s dos cabellos para malos fines, trahian las cabe-
venenosísimas en aquellas partes don de> habían - zas rodeadas de venenosas sierpes, que no ce-»
nido mavor deleite. Algunos, demás de esto, te- saban de morderlas y despedazarlas; y las espal-
ni n 2 ° su c u e r p o atravesado con palos y es- d a s y hombros venían vestidas de unas ropas co-
nia
' , u w „ con que se veían mwerablemen- mo de bronce hecho ascua.
a b r t ^ í S o i o s estaban revolcándose en
No carecían de particular pena todos aquellos,
un hediondísimo lago de pez azufre y otras m-
que entregados á la gula y al sueño, habian vi-
niund'oras: aquí los traspasaban y despedazaban
vido sepultados en el ocio y en la pereza; ni
con g o s de hierro. Mezclados con estos nu-
los que se habian ocupado en ejercicios vanos
merables estaban los padres y madres, que ha-
y dañosos, como en bailes y danzas deshonestas;
btan expuesto á sus % s ó ^ a s á ^ v r r m k * porque, ó eran forzados á tragar pez derretida,
atención á su honra, m a l t e m o r de Dios. A es- mezclada con otras inmundicias y vino hedion-
SliVban caer e n una campana de bronce, he- do; ó con lenguas de fuego eran besados de los
cha de f u e g o ? después los despedazaban cuatro demonios, ó heridos en las gargantas con cuchi-
nerros que les árrancabar. las carnes, succes.va- llos agudos y garfios; y fuera de esto, eran en-
mente uno trás d e otro. Finalmente, los demo- tregados á una voráz serpiente, que de continuo
n ^ T l e s sacab-v. dé las entrañas el corazon, y es los estaba mordiendo.
arrojaban á la c a r a gran cantidad de cosas ,n?
A aquellos, que vana y demasiadamente, con-
fiados en la Misericordia divina, se habian ase .
m
l l f a q u e l l o « , q u e no habia» guardado e l v o - gurado para -pecar, les abrían I03 costados,, y ne--
í0 de bástidad, c o m o también las mugeres, qtíe »
las llagas les echaban eceite hirviendo, saliendo- bezas; y finalmente, les ponían en ellas unos bir-
Jes d e las llagas gran cantidad de gusanos. Pe- retes de bronce hechos ascua. Los médicos, que
ro les bailarines, que con gestos y saltos des- por malicia, ó por culpable ignorancia habian cau-
honestos habían sido ocasion de pecar á muchos, sado la muerte á los que debian dar la salud,
tal vez eran atados á un palo para ser asaeteados; se veían colgados de los píes, y despedazados con
tal vez les forzaban á faltar al són de los azotes y peines de hierro; á algunos, por ignorantes, les
heridas, q u e les daban; tal vez los tendían en tierra, sacaban los ojos; á otros, en pena de su mali-
y saltando s o b r e ellos los demonios, les daban latiga- cia, les sacaban el corazon, y lo echaban á per-
zos en la cabeza, y en tcdu su cuerpo. Aquellas vír- ros, que lo comiesen.
genes, que habían conservado la pureza del cuerpo, Aquí también se veían los embidiosos. que con
y perdido la del alma, eran azotadas de los demo- las cabezas bajas, y cruzadas las manos, se con-
nios con c a d e n a s ardientes, y tendidas sobre camas sumían en vivas llamas. A estos los demonios les
de hierro hecho ascua, padecían terribles dolores. apretaban fuertemente el cuello, para que no pu-
N o eran pocos los avarientos, tocados de la diese salir por la garganta un áspid, que les roía
codicia de tener, ;y enriquecidos con malas ar- el corazon. Mostraronsele mas á la santa varios
tes, usurarios, ladrones, falsarios y todos los que oficiales, que sin temor de la Justicia, habian he-
se emplearon e n injustas ganancias. Estos se veían cho robos y fraudes eta el despacho de sus mer-
e n una estrecha jaula de hierro encerrados, y lue- cancías: en particular dijo haber visto muchos me-
g o anegados en un mar de oro y plata derre- soneros y carniceros: los primeros eran forzados
á pasar continuamente por arroyos de hielo, de
tida y ardiente. Ni dejaban los demonios de for-
agua, de vino hirviendo, mezclado con mucha s
zar á aquellos mezquinos con unos grandes cucha-
inmundicias y metales derretidos, teniendo por fin.
rones á b e b e r aquel líquido metal. A los cora-
para descansar, una cama de carbones encendi-
zones de los miserables, estaban continuamente
dos: los segundos, atravesados por la garganta con
mordiendo unas desapiadadas sierpes, que despues garfios de hierro en unas balanzas, despues eran
se les enroscaban por todo el cuerpo, y con su arrojodos en una profundidad, donde con entra-
inmunda cola los azotaban. Algunos, despues de ñas de animales muertos, ya podridas, los azo-
los tormentos, eran entregados á tigres, que los taban y herían el rostro; y al fin los estendían
despedazaban y pasaban de un lago de plomo der- en un gran banco, donde los cortaban á p e í a -
retido, á un estanque de agua helada. los muy menudos sus miembros.
Igualmente, los jueces corrompidos con sobor-
nos, que habian administrado mal la justicia, y pro- Los jugadores, por los muchos y varios peca-
nunciado sentencias injustas, despues de haber dos, que en ese ejercicio habian cometido, eran
^ido sumergidos en tinas de oro y plata derre- arrastrados sobre carbones encendidos, mezclados
tida, los sacaban fuera con garfios de hierro, y con huesos de muertos; despues con varas de hier-
arrojados á leones, que les despedazaban las ca- ro, que en las puntas tenian patas de fuego, !o»
azotaban fieramente, y despues Ies obligaban á ejran arrojados en tinas d e pez, hirviendo; y esta
manosear dados de hierro hechos ascua. Una gran pena padecían también aquellas mugeres, q \ i e ma-
cantidad de blasfemos, murmuradores, perjuros, he- liciosamente habian abortado, ó ahogado á sus hi-
chiceros y renegados, pasaban muestra desapia- jos reciennacidos.
dada. Su especial tormento era en la lengua, que Intolerables eran los tormentos que p a d e c í a n l o s
con varios instrumentos les era despedazada, atra- soberbios, los ambiciosos, y los que por aítivéz
vesada, y aun sacada de la garganta con gar- habian despreciado ó maltratado á sus padres, por-
fios de hierro; y por último, les llenaban las'bo- que con muchas befas y escarnio los levanta ban
cas de brasas ardientes, sobre las cuales les echa- en alto, .y luego los dejaban caer con ímpetu e n
ban aceite hirviendo. Hecho esto, los demonios la boca de un león de bronce hecho un f u e g o ,
proseguían á herirles el cuerpo todo con lenguas cuyos dientes estaban llenos de agudos clavos y
de fuego: mas á los murmuiadores una hidra de navajas afiladas. De la boca de! león eran cons-
siete cabezas leí- malquistaba, y mordía en todos treñidos á pasar á su estomago, lleno de sierpes,
sus miembros y sentidos. sapos, y otros inmundos y venenosos animales; y
cuando salían de aquel sucio y ardiente seno, eran
Despedazábanles las lenguas, y las cortaban en arrastrados por un pavimento lleno de puntas v
varios pedazos, echándolos al fin en un horno cuchillos cortadores.
de fuego: despues los herían los ojo«, las nari-
ces y las orejas con garfios, sepultándolos en Pero sobre todo, quedó atónita la santa, al ver
una cama de hierro encendido. una gran multitud de personas, la mayor parte
Eran grandísimas las penas de los que arras- eclesiásticas, sacerdotes indignos, predicadores fal-
trados de posiones brutas, en especial de la ira, sos, confesores malvados, muchos excomulgados y
simoniacos, que habian profanado los santos Sa-
habian pasado á hacer homicidios, ya con fuer-
cramentos. esparcido doctrinas falsas y erróneas,
za declarada, ya con ocultas asechanzas, y á trai-
v con otros modos indignos habian envilecido y
ción. E n estos ejecutaba su venganza la divina
pisado un grado tan eminente. Todos los que te-
Justicia, porque se veían sumergidos como en unas
nían el sagrado caractar eran degradados por log
tinas de sangre humana, que estaba furiosamen- ministros infernales, y cabeza á bajo eran arro-
te hirviendo. De este encendido baño pasaban á jados en una fosa profunda, honible por la obs-
otro sumamente helado: sus cuerpos continuamen- curidad, por el olor pestilente, y todo género de
te eran despedazados con tenazas de hierro. inmundicias: algunos con tenazas y horquillas de
Algún s de estos miserab'es eran forzados á en- hierro eran forzados á entrar en un tenebroso
trar por su pecho una serpiente de bronce en- horno; á otros llenaban las bocas de hediondisi-
cendido: y cuando salían de este tormento, con mas bascosidades; á otros arrancaban las lenguas,
lanzas, espadas, y otros instrumentos militares, eran las orejas y los corazones, y los ponían enme-
sin cesar heridos: á otros con garfios de hierio dio de pedernales hechos un fuego. Ni faltaban
Jes pasaban el corazon y las entrañas, y luego
síganos, que eran arrastrados por escaleras lie-
«as d e navajas; ya subiéndolos, ya bajándolos por IV.
ellas, quedaban desencajados los huesos, y llenos
de heridas por todas partes; mas los que habian EJEMPLO.
cometido sus maldades por codicia de dinero, de-
más d e estas penas, padecían los tormentos de No sé 81 haya habido santo, que viviese con
los a v a r o s y codiciosos. tanta pureza de vida, y juntamente con tanta aus-
Decía, finalmente, la santa, que por particular teridad de penitencias, como el seráfico Dr. san
dispensación divina tuvo gracia para le¿r en la Buenaventura. De su vida inmaculada llego a de-
f r e n t e d e cada uno de los condenados sus pe- cir el Pontífice Alejandro IV: Hic veras Israe-
cados, y cuán gran pena padecían por el gusa- litas, in quo dolus non est. Do sus penitencias
n o de Ja conciencia, que no les dejaba de roer baste decir: que él vivió en el primer fervor de
un punto. Cuánto asombro sacó de este horren- la seráfica observancia vestido de vrsto sayal, mas
do é infeliz espectáculo la sierva de Dios, más para cubrir la desnudéz, que para defender el
se p u e d e pensar, que decir; si bien su alma que- cuerpo de las injurias del tiempo, los ayunos con-
d ó intolerablemente traspasada, de oír las horro- tinuos, las disciplinas sangrientas, los silicios hor-
rosas blasfemias, que salían de aquellas apesta- rorosos. Pues este gran santo, entregado el pen-
das y malditas bocas. Estas voces se confundían samiento, v anegado en la atrocidad de las pe-
con el espantoso crugir de dientes, y con las in- nas infernales, vino á decir: que si Dios reveía-
jurias y escarnios, que los ministros de Satanás se, que solo un hijo de Adán había de ser con-
añadían á I03 tormentos, dando en cara á cada denado al infierno, no por eso dejaría él de pro-
uno su mala vida, el haber perdido las ocasio- seguir en aquella suma aspereza de vida, por te-
nes de h a c e r penitencia, y librarse de aquellas mor de no ser aquel único infeliz destinado a
penas, Ja igratitud con que correspondieron tan aquella horrenda cárcel. Y ¿qué debemos hacer
mal á Jos beneficios de Dios, y como en aquel nosotros pecadores, sabiendo, por dicho de ios
lugar de excesivos tormentos, sin mezcla alguna, Profetas, que la boca del infierno e s t á abierta sin
ni esperanza de consuelo, han de estar encerra- medida, para tragarse los prescitos? üiiatavit in-
das para siempre por toda una eternidad. Esta fernas os suum sine termino.
es una p a r t e de Jo mucho que Ja santa regis- Oyendo á la sabiduría Divina, que nos ense-
tró en aquel baratro de confusion y horror, que ña ser muchos los que van por el camino nn
ha querido Dios alcancemos á saber, para que cho de la perdición: Spatiow via est, quae ducit
en alguna manera se entienda, cuan horrible co- od perditionem, et multi intrat per eam. Sabier-
sa es c a e r en las manos de Dios vivo, venga- do, que como los copos de nieve caen del cíe
dor de sus injurias, y de los delitos humanos; lo, así las almas caen en el infierno: Sicut « w
Horrendum est incidere in manus Dei viventü, ruit é coelo, ita animae ruunt in infernam. l e -
( * h l 10. 3¿.) po oigamos una historia memorable.
t / n Conde, ó por mejor decir, un Tirano de
mentes, porque estando yo e n la cárcel, deses-
Sulmona, con soberbios modos y graves socali-
perado de remedio, y temeroso del último supli-
ñas, trataba como perros á sus vasallos, al mis-
cio, llamé en mi ayuda al demonio, que apare-
mo tiempo que trataba mejor á sus perros, que
ciendoseme con teirible semblante, me abrasó es-
á sus vasallos, porque siendo muy dado á la ca- trechamente. y sacandome al punto- del calabo-
za, sustentaba muy bien un gran número de ellos. zo, me trasladó á los profundos abismos del in-
Sucedió, que un vasallo suyo, seguido y moles- fierno, en lo mas bajo de la tierra.
tado de un lebrel muy querido del Conde, le hi-
Allí ¡qué horribles é inexplicables espectáculos
rió gravemente, y le hizo dar rabiosos ladridos;
he visto, cabernas tenebrosas, albaña-les hedion-
de que indignado sobremanera el Conde, al ins-
dos, hornos encendidos!' Vi príncipes y señores
tante mandó, que el pobre fuese encerrado en
coronados de fuego, c o n c a d e n a s ardientes al cue-
un horrible calabozo, cargado de cadenas.
llo, á quien daban de coces, como á esclavos, los
Estando allí, abandonado de todo humano so- democios, v ellos maldecian- su gobierno. V i mu-
corro, oprimido de gravísima melancolía, echóse chos eclesiásticos y prelados vestidos de pluvia-
al partido de los desesperados, invocando al de- les y mucetas de 'llamas, sentados sobre sillas en-
monio, que viniese á ayudarle. Cuando yendo el cendidas, maldiciendo su dignidad. Vi mercade-
carcelero á darle una corta ración de mal pan, res descarnados hasta las entrañas, roídos de buy-
halló el calabozo vacio, habiéndose saiido, sin sa- tres tregadores, echando maldiciones á sus rique-
ber cómo, el preso. Atónito de tal fuga el c a r - zas. Ví^mugeres lascivas, todas rodeadas de ás-
celero, y mucho mas el Conde luego que le dió pides, que a pedazos les arrancaban las carnes.
la noticia, hacían muchas quiméricas y fantásti- ¡Oh, qué confusión de gemidos y quejas me atro-
cas sospechas. No bien habían pasado tres días, naban los oidos! ¡Qué hedor podrido me ahoga-
estando cerrado el calabozo, oye el carcelero que ba el corazon!
le llaman con una lamentable voz; y corriendo E n esto me vino á ver el Sr. N. (y lo nom-
allá, vió al mismo prisionero maltratado y torci- bró) muy bien conocido de mí v de vosotros, que
do el rostro, la carne ahumada, y tiznarla de poco antes había muerto, el cual, viendo que me
carbones, y los vestidos negros como de luto. Pre- acercaba, dando un profundísimo suspiro, se me
guntándole cómo se había huido, y vuelto á la mostró todo de podridas llagas, envuelto en lla-
prisión, no respondía otra cosa, sino con voz ron- mas de azufre; y después, con espantosa voz, me
ca y espantosa, que tenia unas nuevas importan- dijo: Mira allá en aquel obscuro calabozo aque-
tísimas que decir al Conde. Llevado, pues, á su lla silla toda hecha un fuego, ella está preveni-
presencia, arrojando primero un profundísimo sus- da para el Conde de Sulmona, si no muda do
piro, empezó á hablar así. costumbres: anda, avísale, que en adelante trate
Yo vengo por embajador del infierno, adonde de portarse mejor con sus vasallos, y 110 opri-
fui arrebatado á ver aquellos horrorosisimos tor- mirlos, porque no sea que venga él también a
esta región de fos tormentos: Ne, et ipse veniat
m hunc locum tormentorum. (LÜC. 16.) Pero por- perpetuas agonías; aquellas rabias inconsolables;
que quizá no te creerán, darás al Conde estas aquel vivir eternamente muriendo, y morir eter-
señas: Que se acuerde del secreto consejo y pac- namente viviendo. Con esto les hacia mudar de
to oculto, que hicimos los dos juntos en tal guer- voluntad, y aborrecer los placeres presentes, por
ra, y sobre tal negocio: cosa de que solo él y no caer en los tormentos venideros; y no solo
yo somos sabedores. Dicho esto, calló, y esten- con palabras, también con obras, dió á ver en
diendo yo la mano para tocar la superficie de el breve resto de su vida, que no deseaba otra
su vestidura, que á la vista parecia de grana, eosa, sino huir la experiencia de aquellas penas,
gritó: No te llegues, no me toques, que es to- de cuya vista solo habia quedado atormentado.
da de fuego; y si la tocas, desdichado de tí. Re- Corrió la fama del trágico suceso por toda aque-
tiré al punto la mano; pero solo el aliento y ar- lla Provincia. Unos se rieron, como de fábula
dor que salía de lejos, fué tan violento y voráz, fingida por una fantástica melancolía, porque á
que ya veis cómo me la ha puesto, quemada y su licenciosa vida, que no querían enmendar, les
denegrida: mirad de cuántas postillas y llagas me tenia cuenta no creer; lo que si creyesen, en-
la ha llenado, y qué hedionda podre destila y gendraría en su corazón un gusano roedor, que
corre á comerme la carne del brazo. les inquietaría, con implacables remordimientos, su
A la horrible vista de aquella mano, á la tris- mala conciencia. Otros, con mejor consejo, y de
mas juicio, la tuvieron por historia verdadera, con-
te nueva de aquella silla, confirmada con la ma-
forme con los testimonios de I09 Pr< fetas, y con
nifestación del secreto, se espeluzó, se puso pá-
la verdad del Evangelio; y entrando dentro de
lido, tembló, corriendo sangre fria por sus venas,
sí mismos, con lágrimas de penitencia, procura-
el Conde. El preso, puesto en libertad, volvió á
ron evitar aquel abismo de penas, cuya memo-
su casa, tan mudado y afeado, que ni aun sus ria no podian oír sin espeluzarse y temblar.
parientes lo conocían. Vivió siempre sepultado en
una profunda melancolía, y ninguno podia con- Lease á Tomás de Kempis, lib. 3. cap. 12.:
solarlo con razones, antes él los entristecía á to- Del aviso para aprender la paciencia de la ba-
dos con su funestísima relación, y les represen- talla contra las pasiones.
taba aquel lugar de eternos tormentos, aquel hor-
no de fuego instable, aquellas cadenas ardientes,
que jamás se quitan á aquellos miserables escla-
vos; aquella sed intolerable, á quien jamás se con-
cederá una gota de refrigerio; aquel arder en el
hielo, y helarse en las llamas, aquel despedazar-
se á bocados las propias carnes; aquella horren-
da vista de los demonios sus verdugos; aquellas
esta región de fos tormentos: Ne, et ipse veniat
m hunc locum tormentorum. (LÜC. 16.) Pero por- perpetuas agonías; aquellas rabias inconsolables;
que quizá no te creerán, darás al Conde estas aquel vivir eternamente muriendo, y morir eter-
señas: Que se acuerde del secreto consejo y pac- namente viviendo. Con esto les hacia mudar de
to oculto, que hicimos los dos juntos en tal guer- voluntad, y aborrecer los placeres presentes, por
ra, y sobre tal negocio: cosa de que solo él y no caer en los tormentos venideros; y no solo
yo somos sabedores. Dicho esto, calló, y esten- con palabras, también con obras, dió á ver en
diendo yo la mano para tocar la superficie de el breve resto de su vida, que no deseaba otra
su vestidura, que á la vista parecia de grana, eosa, sino huir la experiencia de aquellas penas,
gritó: No te llegues, no me toques, que es to- de cuya vista solo habia quedado atormentado.
da de fuego; y si la tocas, desdichado de tí. Re- Corrió la fama del trágico suceso por toda aque-
tiré al punto la mano; pero solo el aliento y ar- lla Provincia. Unos se rieron, como de fábula
dor que salía de lejos, fué tan violento y voráz, fingida por una fantástica melancolía, porque á
que ya veis cómo me la ha puesto, quemada y su licenciosa vida, que no querían enmendar, les
denegrida: mirad de cuántas postillas y llagas me tenia cuenta no creer; lo que si creyesen, en-
la ha llenado, y qué hedionda podre destila y gendraría en su corazón un gusano roedor, que
corre á comerme la carne del brazo. les inquietaría, con implacables remordimientos, su
A la horrible vista de aquella mano, á la tris- mala conciencia. Otros, con mejor consejo, y de
mas juicio, la tuvieron por historia verdadera, con-
te nueva de aquella silla, confirmada con la ma-
forme con los testimonios de I09 Pr< fetas, y con
nifestación del secreto, se espeluzó, se puso pá-
la verdad del Evangelio; y entrando dentro de
lido, tembló, corriendo sangre fría por sus venas,
sí mismos, con lágrimas de penitencia, procura-
el Conde. El preso, puesto en libertad, volvió á
ron evitar aquel abismo de penas, cuya memo-
su casa, tan mudado y afeado, que ni aun sus ria no podian oír sin espeluzarse y temblar.
parientes lo conocían. Vivió siempre sepultado en
una profunda melancolía, y ninguno podia con- Lease á Tomás de Kempis, lib. 3. cap. 12.:
solarlo con razones, antes él los entristecía á to- Del aviso para aprender la paciencia de la ba-
dos con su funestísima relación, y les represen- talla contra las pasiones.
taba aquel lugar de eternos tormentos, aquel hor-
no de fuego instable, aquellas cadenas ardientes,
que jamás se quitan á aquellos miserables escla-
vos; aquella sed intolerable, á quien jamás se con-
cederá una gota de refrigerio; aquel arder en el
hielo, y helarse en las llamas, aquel despedazar-
se á bocados las propias carnes; aquella horren-
da vista de los demonios sus verdugos; aquellas
Jar mas agradecido? Sin duda el segundo, que
L E C C I O N VIL fué preveni do de la gracia, antes de experimen-
tar el castigo. Pues este es tu suceso, pecador,
»EL HRJO PRODIGO. que puedes decir con el profeta: Nisi guia Do'.
minus adjuvet me, pauló minus hobitasset in in•
ferio anima mea. ( P S A L M . ) Ya habrías experimen-
Dios, >movi*io á piedad de urt condenado, em- tado las penas del infierno, si Dios no te hu-
biase dei cielo al infierno un ángel á ofrecerse- biera dado la mano para ayudarte y sostenerte,
le espacio de vida y gracia del perdón, con tal, si no te hubiera ofrecido la gracia del perdón,
que se resolviese á hacer penitencia, qué lágri- si no te hubiera esperado y dado tiempo para
m a s de «contrición, qué rigores y asperezas, qué hacer penitencia. ¿Qué afecto, pues, debes tener
ayunos, qué martirios no abrazaría de buena ga- á tan gran Benefactor tuyo? ¿Qué lágrimas no
na? Ahora nosotros éramos reos, merecedores y debes derramar por las ofensas cometidas contra
.sentenciados al infierno desde que cometimos un un Dios tan misericordioso? ¿Con qué corazon
contrito debes recurrir al seno de su piedad, que
; pecado mortal: ya estaba fulminada la sentencia
d e condenación; ya estábamos entregados en las está abierto para acogerte con las mayores fine-
manos de los verdugos: E¿pectabat non reos ge* zas de amor? El Salvador del mundo nos propo-
ne para la imitación á el hijo pródigo, cuando
hernia, debitis armata suppliciis (s. VALER. 3. I.)
volvió á la casa de su padre, así como le he-
Pero Dios, por singular privilegio de su miseri-
mos seguido en el huir, y ausentarnos de él.
cordia para con nosotros, suspende la ejecución,
nos ofrece el perdón, nos convida á penitencia. Este infeliz joven, criado en su casa entre las
¿Y hemos hecho alguna refleccion al recibir tan delicias, llegó á tomar tédio de las comodidades
gran beneficio? ¿Es acaso menor gracia ésta, que domésticas; y deseoso de libertad, pidió y consi-
á nosotros ofrece Dios, que aquella que ofrece- guió, á disgusto de su padre, la parte de su le-
ría á un condenado! gitima, para andarse paseando en holguras, fes-
Decidme, si un Príncipe, despues de haber pro- tines, placeres y torpezas, hasta que gastando to-
nunciado sentencia de Galeras perpetuas contra- do su patrimonio, se vió reducido á tal pobre-
dos malhechores, mandara poner ai uno en el re- zo y miseria, que fué forzado á alquilarse á ser-
mo por veinte años, á que experimentase los tra- vir á un rústico amo. que le envió á su villa-
bajos y molestias de la esclavitud, y despues le ge á apacentar inmundos animales. ¡Oh, qué des-
gracia tan digna de compasion! -Un joven de no-
hiciese gracia de libertad; y al otro, antes de
ble nacimiento, criado entre tantos regalos y co-
echarle la cadena al pié. antes de amarrarlo al
modidades, venir á tal extremo de miseria, que
banco de la galera, lo favoreciese, concediendo-
andrajoso, medio desnudo, cayendo de hambre, se
jo gracioso perdón; ¿cuál de estos dos quedaría
estaba debajo de una encina, cuidando de una
mas obligado al Principe? ¿Cuál le debería es-
ral, puesto al remo, durmiendo sobre el b a n c o ,
piara, que se apacentaba de su fruto, sin atre- lleno de animalejos sucios, y de dia sudando al
verse él á aquietar su hambre aun con los bru- bogar, sustentando de un duro y negro vizcocho,
tos! Ves ahí el miserable estado de un pecador, se movió á compasion; y acercándose á conso-
que reengendrado á la gracia en las aguas del larle, oyó que le respondía: Poco á poco, P a d r e ,
santo Bautismo, sustentado con los divinos Sa- que yo no soy ya forzado, sino buena voya. ¿Bue-
cramentos, hijo adoptivo del Padre celestial, con na voya? (replicó atónito el Padre.) ¿Es posible
el pecado renuncia la filiación de Dios, y por un que tantas incomodidades no os dén á conocer
vilísimo placer se entrega por esclavo del demo- vuestra miseria? ¿O que conociéndola, podáis a m a r -
nio. ¿Qué paz, qué alegría puede j a m á s tener quien la y escogerla con gusto? Mas extraña parece-
pierde á Dios v su amistad, y especial providen- rá la locura de aquellos mendigos, que siendo cie-
cia con que le "asistía en los peligros, como su gos, cojos, mancos, estropeados, huían de encon-
guarda; lo consolaba en sus tribulaciones, como trarse con los santos milagrosos, porque temían,
su Amigo; le procuraba toda felicidad, como su que los sanasen de su ceguera ó estropeadura,
Padre? Mas ahora lo ha desheredado, como á hi- que amaban mas que la luz de sus ojos, y la
jo ingrato y rebelde; le ha vuelto las espaldas, sanidad de sus miembros, porque les iba bien, y
como á traidor; le amenaza suplicios eternos, co- les tenia cuenta el vil empleo de mendigos y por-
mo á parricida. ¿Qué mayor pérdida? Acuerda- dioseros: Miseri esse cupiebant, quia miseria erat
se Jerusalén infeliz cuán gran castigo sea la au- illis pro quaestu. A este estado reduce el demo-
sencia de Dios, cuando enojado contra ella, di- nio á sus secuaces; quítales el conocimiento d e
jo á sus angeles: surgite, migremus hinc, derelin- su mal, infúndeles alegría y gozo en las mismas
quamus eam; porque al salir Dios por una puer- y detestables desgracias: Letantur, cum mulé fe-
ta, entró por la otra todo el infierno á hacer hor- cerinU
rible carnicería y extrago, hasta no dejar piedra
Pero volvamos al hijo pródigo, á quien la ham-
sobre piedra. Mayor calamidad es darse por es-
bre, la desnudéz, la objecion y desprecio le abrie-
clavo de Satanás, bárbaro pirata, que lo pone
ron los ojos, y le volvieron el juicio, y le hi^
en miserable esclavitud; pero es de la condicion
cieron discurrir como sábio: In se reversas dixit:
de aquellos tiranos, que hacían sacar los o j o s a
quanti met cenarii in domo Patris mei abundant
sus esclavos, para que no viesen la gran mise-
panibus, ego autem liic fame píreo? ¿Cuántos jor-
ria que padecían. Así el demonio llega á quitar
naleros en casa de mi padre están sobrados de
al infeliz pecador la luz de la fé y de la razón,
pan, y yo aquí estoy pereciendo de hambre? ¡O
para que no conozcan sus males, y se estén ale-
suerte infeliz la mia, á qué estremo de miseria
gres y gozosos en sus mismos infortunios: Exul-
me ha traído mi caprichosa libertad! T a n mal me
fant in rebus pessimis. U n padre de la compa-
está haberme salido de la obediencia de mi buen
ñía de Jesús, viendo entre la soez canalla de una
padre: yo, que era servido d e muchos criados,
galera un joven de noble aspecto, t j a z a y natu-
10
a h o r a sirvo á puercos: yo, que comia á mesa es- |Oh, pluguiese á Dios, que semejantes sentimien-
pléndida y regalada, aun de bellotas no puedo tos entrasen en el corazon. y saliesen de la bo-
v e r m e satisfecho. ¿Qué debo, pues, hacei? ¿Pro- ca del pecador! Y que haciendo refleccion sobre
seguir en esta infeliz vida'? Es morir en miseria. el lamentable estado de su alma: Hedité praeva-
•Volveré á mi casa? Me arrojarán con imprope- ricator ad cor, ( J E B E M . 2.) volviese en sí, y en
rios y baldones. Ahora, con razón, aliento: Sur- su juicio, y reconociese, quia malum, et amarum
gom," st ibo ad potrem ineum. Levantaréme, é ¡ré est reliquisse Dominum Deum suum. Estos senti-
a buscar á mi padre. E§ verdad q u e m e he re- mientos del hijo pródigo repasaba en su pensa-
helado contra él, que le tengo gravemente ofen- miento Agustino al convertirse á Dios, como lo
dido: es verdad que no he cumplido con las obli- pinta admirablemente en los libros de sus con-
gaciones de hijo; mas él no ha perdido las en- fesiones, para enseñanza de pecadores arrepentí-
trañas d e padre: Ego perdidi, quod erat filii, ide dos. Anduvo él mucho tiempo trabajando para
quod patris est, non amisit. rendirse á Dios. Ni hay barquilla enmedio del
Moveránlo á piedad las miserias da un hijo pá- ínar tan acosada de contrarios vientos, cuanto lo
lido, fiaco, muerto de hambre, casi desnudo: di. estaba su corazon en la continua batalla, que e n
r'élc, compungido el corazon, y llenos de lágri- él traía el espíritu y lá carne. Las miserias de
mas los ojos: Pater, peccaoi in Coelum, et coram su vida pecadora, las congojas de su alma, los
fe. Ves aquí, padre, á tus pies un hijo, que viene remordimientos de su conciencia, lo tenían en una
Heno de dolor á implorar de tu clemencia el per- continua borrasca. Confesaba, que huyendo de su
dón de sus yerros: confieso que he sido muy in- Dios, no tendría jamás sosiego; que siguiendo las
grato á tus "beneficios, que contra toda razón he sendas de sus sensuales placeres, no hallaría otra
ofendido á tu bondad: Jam non sum dignus w- cosa, sino inquietud. En las recreaciones de los
cari fdius tuus. No soy ya digno de llamarme jardines, en los festines y en las Conversaciones
hvó tuyo, por haber quebrantado todas las leyes burlescas, en los convites, en los deleites, siem-
d e la obediencia, que debe un hijo á su padre. pre traía atravesada una espina, que le atormen-
Bolo pido por piedad ser admitido en el núme- taba con el dolor de ver perdida la bienaventu-
r o de' tus mas inferiores criados: Fac me sicut ranza, y con el temor del infierno, que le ame-
,/ntím de mercenariis luis. Este contare por su- nazaba. Con todo eso, no acababa de tomar re-
mo favor, poder vivir en tu servicio, n o s e r a r - solución de volverse á Dios, porque le parecía
j ó j a d o d e tu vista, y recompensar con humilde» cosa muy dura y áspera, hacer perpetuo divor-
¡i¿sequio6 las injurias, que hize á tu paternal amor. cio, y privarse de sus deleites, y abstenerse p a .
Con estos sentidos afectos en el corazon, dejo la ra siempre de aquellos solaces y gustos, á que
,;¡gva y el monte, y con pasos ligeros, aunque le llevaba, con el peso de la inclinación y la cos-
'.en'ercsof, se puso en camino ácia la casa de su tumbre, su deleznable naturaleza; hásta que se le
padre. - • representó delante de fos ojos la continencia: ale-
ere, pero no desahogada; hermosa, pero no ho- tidos, llenos de horror, á vista de mi peligro, y
nesta: acompañada de dos coros, uno de jóvenes de las amenazas de la divina Justicia. L a muer-
purísimos, otro de doncellas, adornadas de virgi- te repentina, el juicio severo, el infierno formi-
nal pureza; y estendiendo acia el las manos cas- dable, en que pocas veces he pensado con se-
tas, le convidó á seguirla, haciendo burla de su riedad, me constriñen. ¿Y con tántos estímulos
cobardía, y proponiéndole el ejemplo de aquel no me pondré en camino para ir á los brazos
eiérc¡to inocente: Irridebot me irrmone exhorto o- d e mi celestial Padre? ¡Ay. que sí! Ya me rin-
ría, qvosi diceret: Non poteris, quod isti, et istae do: Surgam, et ibo ad Patrem mennu
in Domino Dco sao? De aquí Agustino tomo con-
fianza; v estribando en la Misericordia divina di- II.
jo con el pródigo: Surgam, et ibo ad t atrem
rn-um. Y rompiendo los lazos, que le tenían apri- ACOGIDA QUE LE HIZO EL PADRE.
sionado en los vicios, despreciando con genero-
so esfuerzo los vanos temores, que le hacían des- Pero demos que sean poco eficaces los moti-
confiar, corrió á a b r a z a r el crucifijo, diciendo: lu, vos propuestos. No nos mueva un cielo perdido,
Señor, serás el Médico d e mis llagas, lavatorio ni un infierno tantas veces merecido. Venga otro
de mis inmundicias, norte en mis tribulaciones, motivo el mas fuerte y suave, que puede ser pa-
v tranquilidad de mi combatido corazón. ra un alma noble, para un espíritu generoso. Es-
' Y ¡por qué yo, infeliz pecador, no sigo como ta es la bondad infinita de Dios, que está con
Agustino, el ejemplo del hijo pródigo? Y o t a n , los brazos abiertos para acoger y estrechar en
b i f m reconozco el exceso de mis culpas: siento su corazon al pecador arrepentido. Cuando el hi-
] a turbación inquieta de mi alma, y los remor- jo pródigo volvió á su casa, parece que debe-
dimientos de mi conciencia. ¿Por que no me re- ría haberle dicho su padre: ¡O hijo desconocido!
suelvo desde luego á hacer penitencia? Cur non ¡Ahora vuelves á mí, cuando la hambre y la des-
modo ünis turpitudinis meael ¿Por que temo el nudéz te arrojan, y no te trae el amor y ob-
r e c u r r í ahora á mi celestial Padre, que ,menor- sequio debido á tu p a d r e ' Bien merecía tu in-
mente me está llamando? ¿Cuántos incentivos d i gratitud, que yo te embiase á buscar que comer,
esta resolución siento al presente, que quiza no á costa de aquellos con quien gastaste tu patri-
?os tendié mas en esta ocas,on en lo por ven ? monio; que vo te diera con las puertas en la
Mi corazon me lo pide, cansado ya y fastidia- cara, ya que" con tanta porfía quisiste huirte de
¡jo de tanta inquietud. M e apremia la conc.en- esta casa. Bien merecia la ingratitud del hijo és-
cia, fatigada de sentir tantos remordimientos m t a . ó mas severa acogida. Pero el padre, estan-
l e persuade la voluntad, á quien faltan >a las do por buena suerte á la ventana, y viendo d e
fuerzas para resistir á tantas punzadas, y aun em- lejos venir á tu hijo, temblando de ponerse en
pelloues det Espíritu Santo. M e fuerzan mis sen- su presencia, misericordia motas, sintió, que se le
enternecían las entrañas de piedad: corrió á en- nos asegura san Gregorio: Sic poenüentes recipit,
contrarse con él arrepentido, echóle los brazos al sicut jnstus. Esta sí, que es fineza propia de la
cuello, lo estrechó consigo, le dio ósculo de paz, divina Bondad. Los padres de la tierra con mas
lo roció con amorosas lágrimas, diciendo: Bien ve- caricias favorecen á aquellos hijos, que siempre
nido seas, hijo inio. ¡O cuánto consuelo me has les fueron obedientes, y respecto de los díscolos
dado! Yo vivia en continuo sentimiento por tu au- ó inobedientes usan menos gracias; mas seve-
sencia. Restituyeme la alegría al corazen con tu ridad. No así el Padre celestial: Pater misericor-
venida. Luego volviéndose á los crindos, les man- diarum, Padre de las misericordias; aunqae los pe-
dó tiajesen aprisa ricos vestidos, previniesen es- cadores en lo pasado le hayan sido mucho tiem-
pléndido convite, y solicitasen festivas músicas: po infieles é inobedientes, como se conviertan de
Gvudeie, et epulari opporht, quia filivs mius mor~ veras, nada les escasea, les concede tan entero
Unís erat, tt levixit, ptrierot, tt invevtus est. Y el perdón, que nada les niega, ni de afecto, ni
lo que es señal de mayor amcr, hizo le pusie- de beneficencia; y así, si ellos amaren y sirvie-
sen el anillo en el dedo: Late annvlvm in mu- ren en adelante á Dios, como los inocentes, se-
iivs rjvs, que en aquel tiempo entre los hijos, eia lán de Dios amados, é igualmente favorecidos,
la señal de ser el mas querido, pues á el se lia- como él mismo lo protesta: Impietas impii non
ba. y ponia en su mano el sello. nocebat ei, in quacumque die cor.vtrsus fuerit ab
Veis aquí espresas en propios términos las fi- impietate sua. (EZEQ. 33.) de que nos sobran ad-
nezas de la divina Üondad en acoger á los pe- mi rabies ejemplares. Si el Salvador mostró gran
cadores, que á ella se convierten. Reparó agu- complacencia, y se glorió de la leche de la ino-
damente tan Agustín, que el Salvador jainés dió centísima Virgen santa Inés, que en vez de san-
en cana, ni zahirió, aun muy de lejos, á nir.gun gre salió de sus heridas, cuando padcció marti-
pecader cenVertido las culpas pasadas, ni á r e - rio; también dió á ver, que conservaba con su-
dro sus negacirncs. ni á Mateo sus usuras, ni á mo gU)-to y estimación en un vaso de oro la«
la Magdalena sus liviandades: Sic Leus de tolo lágrimas que derramó a sus pies la pecadora Ma-
i.ndhlget, vt ntc confvndot improperando. Tan del ría Magdalena en su penitencia. Si Dios embió
ledo perdona Dios al que deveras se convierte, á san jacinto, espejo de pureza, á la reina de!
que no solo le castiga, pero ni aun le saca los cielo su Madre, coi tejada de un coro de ánge-
colotes al rostro, ni hace otro movimiento, c o . les, á alegrarle y consolarle los ojos con su vis-
ni o si se hubiese totalmente olvidado, según su ta. y el corazon con una música del paraíso: tam-
divina palabra: Peccatorvm tuoivm r.on i (corda- bién á san Gu¡llfrmo t duque de Aquítania, que
lor. Mas el olvidarse de los pecados seria po- primero fué adúltero y perseguidor de la iglesia,
co, respecto de la infinita misericordia de Dios. le envió á la Señora de los ángeles, acompaña-
Pasa mas adelante á favorecer á los pecadores da de otro coro de vírgenes, á darle aliento, en-
converiidoi á las parejas de les inocentes, como jugarle las lágrimas y curarle las heridas con un
bálsamo celestial. Si el Redentor se apareció f a .
miliarniente á la purísima virgen santa Catalina dalena? Quae fuerat in Civitate peccatrix? ¡Oh,
que el mismo Señor bien claramente confiesa que
de Sena, y abrazandola cariñosamente, le dió á
bajó del cielo, mas á buscar pecadores que jus-
beber la dulcísima Llaga de su Costado: de la
tos. Non veni vocare justas, sed peccatores. A es-
misma manera á la pecadora Catalina Romana,
tos aguarda que hagan penitencia, á estos ofre-
que primero fué la escandalosa Tais de la santa
ce su gracia. Mayor gozo no se le puede dar,
ciudad^ no se le hizo encontradizo domésticamen- que en recurrir con corazon contrito al Seno de
te? ¿No se sentó con ella á la mesa? ¿No ro- su misericordia: Expectat Dominus, ut miserealur,
ció los manjares con su preciosa Sangre, para vestri. (ISAI. 30.)
atraherla con suavidad de aquel delicadísimo néc-
t a r á penitencia? El Testo sagrado no acierta á explicar con
cuántos suspiros Ana, madre de Tobías, espera-
Mas, así como el hermano mayor del pródi-
ba la vuelta de su hijo, y con qué lágrimas de
go, que siempre habia sido obediente á su pa-
alegría le recibió en sus brazos, cuando llegó de
dre: Numquam mandatum tuum praeterive, le pa-
su jornada. Mas inexplicable es el afecto c o n q u e
reció, que el hijo menor y díscolo habia sido mas
Dios espera al pecador; mas indecible el consue-
favorecido, y recibido con mayores caricias de su
lo con que le acoge, no solo con amor de pa-
padre; así padece, que la misericordia de Dios,
dre, sino con ternura de madre, dice san Cipria-
p o r ensanchar el corazon á los penitentes, se mues-
no: In amplitudine sinus sui mater charitas Pró-
tra en cierto modo con ellos mas amorosa y be-
digos susc/pit revertentes.
néfica, que con los inocentes, para que se vea
Pero en el inmenso mar de la divina Mise-
claramente con cuánta verdad dijo san Pablo, que
ricordia se deben huir dos escollos. El primero,
obundáoit ddictum, superabundavit, et gratia.
es el de dilatar la penitencia, en fé de que Dios
E n t r e tantos Profetas justos y santos, "¿quién
espera á los penitentes. El segundo, la confian-
fué mas medido al corazon de Dios, quién mas
za de pecar, porque Dios acoge y abraza á los
enriquecido con singulares favores, que David, que
pecadores. E s verdad, que Dios e'xpecla. ut mi-
habia sido adúltero y homicida? ¿Entre los Após-
sereatur; mas también es verdad, que pertran-
toles hallareis alguno sublimado á mas alta dig-
sit benefaciendo, que esparce sus beneficios y sus
nidad que Pedro, que negó tres veces al S a l -
gracias eficaces á modo de relámpagos, y sus ins-
vador? ¿Mas regalado, mas acariciado que Pablo,
piraciones, como luces volantes y fugitivas. Quien
blasfemo y perseguidor de la iglesia? ¿Entre los
no las recibe presto, nunca mas las recibe, nun-
Doctores de la santa iglesia, quién estuvo mas
ca las logra. Por eso confiesa de sí san Agus-
colmado de celestial sabiduría que Augustino, que
tín, que se llenaba de temor leyendo en muchos
habia sido tan derramado en deleites torpes? ¿En
lugares del Evangelio que Cristo, Señor nuestro,
el coro de las vírgenes hay alguna q u e haya si-
al repartir sus favores iba de paso: Transibat
do mas amada, mas favorecida q u e M a r í a Mag-
Fratres koc, dico,et aperté dico, timeo Jesum tran-
seuntem. ( S E R M . 1 8 . D E V. D.) También repara, punto, y decid en voz alta á vos mismo de mo-
gravemente e n el Evangelio de los convidados á do que lo oiga lo profundo del corazon: ¿Quién
Jas bodas y á la viña. Lease, es verdad, que el sabe si ésta de los Ejercicios espirituales es pa-
Señor llamó al convite de las bodas en todo lu- ra mí la última vocacion del cielo?
gar, y á todo género de personas; de la misma El otro escollo, que se debe huir, es la con-
suerte á la labor de la viña, convidó hombres fianza de pecar en fé de la divina Clemencia,
de todas edades, y á todas horas del dia, á pri- siempre pronta á acoger a los arrepentidos; por-
ma. á sexta, á n o i a , y hasta aun la undécima. que Dios con ninguno usa con mayor rigor de
Mas en tantas vocaciones tan diversas, regis- f-u Justicia, que con los que abusan de su mi-
iradas en el Evangelio, no se lee. que á ningu- sericordia. M u y indigno se hace de la Bondad di-
n o le llamase segunda vez. Oida la d e s c o r t e s a vina, quien quiere ser malo, porque Dios es bueno.
del que n o quería venir, ó la pertinacia de quieu L a verdadera regla de valerse de los atribu-
ddataba la venida, no embió mas los criados á tos divinos para nuestro provecho, es la que en-
hacer nuevo recado é instancia. Para mostrar, que seña san Gregorio; esto es, despues de haber pe-
hav ciertos llamamientos mas eficaces, ciertas ins- cado, esperar en la Misericordia divina; pero an-
piraciones mas poderosas para una saludable con- tes de pecar temer á la divina Justicia. Porque
versión, las cuales no ofrece Dios sino cuando así como el vino es el antídoto contra el veno-
le place para los altos designios de su providen- no de la cicuta, yerba mortífera, si se bebe des-
cia. Enlrique IV. rey de Francia, sabiendo un de- pués de ella; pero si se bebe con ella es mas
lito de lesa Magestad, cometido por el duque irremediable veneno; así la esperanza de la mi-
de Virón, lo hizo llamar á la corte, y le instó sericordia será remedio, despues de ¡a culpa, pa-
muchas veces que confesase su c u p a , prometién- ra no perderse del todo; pero será medio para
dole el perdón. El duque estuvo siempre nega- perderse totalmente, si se acompaña la culpa con
tivo, hasta que saliendo del gabinete real, fué pre- ia confianza de quedar el pecado» sin castigo.
so. Entonces, viendose arriesgada la vida, embió Dignísima de atención es á este propósito la re-
á decir al rey, que estaba pronto á confesar y fleccion que hacen los sagrados Intérpretes, sobre
recibir el perdón. Mas respondió el rey: Ttmpus el perdón que alcanzó el rey Manasés, y el cas-
veniae, tt lempus viudictue. tigo dado al rey Amón, su" hijo.
Y a pasó el tiempo del perdón: no quisiste acep- Manasés, despues de una vida impía y sacri-
tarlo; ahora es tiempo de la venganza y del cas- lega, fué esperado de Dios á penitencia hasta la
tigo; quiero que se ejecute. Y de hecho le fué vejez. Amón, despues de las primeras culpas, fué
cortada la cabeza sobre un funesto cadalzo. ¡Oh, castigado de Dios en la juventud. La causa fué,
que de Dios se deben recibir las gracias! In tem- porque este mal considerado joven, para pecar
pare opportuno, en su tiempo y coyuntura: de otra se fiaba con decir: Mi padre, despues de tantas
suerte n o habrá mas tiempo. Ponderad bien este disoluciones, y tan graves y repetidas culpas, al-
156 tanta alegría y consuelo al Padre Celestial, y no
canzó al fin el p e r d ó n : luego bien puedo yo des- lo harl? g ¿Con y sus lágrimas de c o n t n c o n puede
fogar mis pas ones, y gozar de mis apetitos, que llenar de 'júbilo todo el para.so y lo dilatara?
despues á su tiempo me convertiré a penitencia. No. Dios mió, no, que no puedo res.s ir m a s a
Se,mar nano erran,em, postea sequar poenüeniem. tanta bondad. Y a me rindo á vuestra clemenc.a.
Al fin, grandes y grandísimas son las^maravi- Ven*o á vuestros Pies vencido, no ya del te-
llas de la divina Clemenc.a en la acog.da de los mor del castigo, ni aun de la esperanza del pre-
pecadores. Ella, con paternal amor, como olvi- mio, sino del exceso de vuestra benignidad. Lo
dada de su M o gestad, cuando vuelven a el.a, s a - que no ha podido conmigo, ni aun la muerte,
le á encontrarlos con la gracia preveniente, a her- ni el juicio, ni el infierno, lo ha conseguido fi-
mosearios con la santificante, hasta introducirlo! nalmente vuestra misericordia, de quien únicamen-
en lo mas íntimo de su corazon. Ella, con p r o . te es troféo este corazon contrito: Misericordias
videncia fie pastor, dejando en el monte pacien- Dominí in aetemum cantabo.
do su manada, vá corriendo con ans.a en bus-
c a de la ovejuela perdida, y hallandola, no la IH.
hiere, no la amenaza con el cayado; antes la abra-
za, la pone sobre sus hombros, la trabe al re- EJEMPLO.
baño, hace fiesta, y busca y rec.be parabienes.
Congratulamini miki, quia invertí ovem, quam per- También en la casa del celestial Padre no han
dideram. Donde dice santo Tomas: Congratula, faltado hijas pródigas, que primero quisieron pro-
mini mihi, quasi tota salas Divina ab honmis ««. jicere margaritas ante porcos, arrojar las perlas
ventione pender el. etquasi sine ipso beatasessenon de sus almas á los sucios apetitos, y despues vi-
posset. (opuse. 63. CAP. 7.) Ella como tr.unfan- nieron á ser preciosísimas joyas, dignas de colo-
te, luego que rinde un corazon obstmado, y con- carse en la corona del Rey de la gloria, (BOL.
quista un pecador, quiere que los ángeles se vis- 22. FEB.) Una fué la beata Margarita de Cor-
' t a n de alegría, y que el cielo h a g a mayores fies- tona, que en la primera flor de su edad se hu-
tas por la penitencia de uno solo, que por la mo- yó de la casa de su padre, y sin atender á su
cencía de noventa y nueve justos: "honor, se entregó á un deshonesto amante, y pro-
in Coelo super uno peccatore poendentvm agente siguió nueve años cumpliendo sus desenfrenados
attam super nomginta nooem Justus. ¿Quien, pues, gustos: cuando una mañana vió volver á casa el
no se rinde a la dulce violencia de tanta mise- perro, que solia continuamente acompañar al tor-
ricordia? ¿Qué pecador se resistirá á la benefi- pe dueño de su voluntad; venia ahora solo, y
cencia de ¿ tantas gracias? ¿Quien querrá mas hu.r con tristes ladridos lamentándose, la tiraba con
de tan amoroso Padre, que le v i e n e a encontrar los dientes de la ropa, como que la convidaba
con los brazos abiertos, y aun mas abierto el co- que le siguiese. Turbóse á aquel accidente no es-
razon? ¿Puede el pecador con su penitencia dar
per&do la dama, y despues de haber arrojado ds> Vása á la iglesia á los pies de Cristo crucifica-
sí el can, viendo que porfiaba en tirarla con los do, que siendo aquel rico mercader del Evange-
dientes de la ropa, se resolvió de tenerio encer- lio, que hallando una preciosa margarita: Inven-
rado, hasta que se descubriese el fin de aque- ta una preciosa Margarita, la compró á costa
lla novedad. Kmbió al punto el can á un lugar de todo el caudal de su Sangre, la acogió c e n
apartado, donde había un montón de hacecillos entrañas de caridad, y la enseñó al arte de vol-
de lena. Llegado allí, empezó con los ojos, con ver á la casa del Padre celestial, ya que le fal-
los ladridos, con los movimientos del cuerpo y taba el terreno. Apenas se recobró con corazon
de los pies, á darla á entender que registrase y compungido, y ojos llenos de lágrimas en el se-
descubriese lo que estaba allí escondido. Va qui- no de la Misericordia divina, cuando se sintió lle-
tando los hacecillos, y al fin descubre el cada- na de una dulce esperanza; y no solo consigui©
ver de su infeliz amante, que muerto á manos ser admitida entre las terceras de la orden se-
de sus enemigos, corrompido por las heridas, as- ráfica de la penitencia, sino también mereció que
queroso por la sangre, parecía que le estaba repren- el Salvador, con amorosísimas palabras, la dije-
diendo sus vicios, y la decia: Por tí está aquí se desde la cruz: ¿Qué temes, ó pobrecilla, d e
mi cuerpo, y por tí estará mi alma eternamen- mi Bondad? ¿No reconoces la gracia de mi infi-
te ardiendo en el infierno. Aprende á mi costa nito amor? Y desde aquí empezaron los extra-
á componer bien tus cuentas con Dios. ordinarios favores de la liberalidad divina, y una
Atónita Margarita á tan horrible espectáculo, Jecíproca correspondencia de afectos de Marga-
descolorida, helada y medio muerta, empezó á llo- rita en servir á Dios, y de Dios en hacer be-
rar. Reconoció en las heridas de su infeliz aman- neficios á Margarita. Ella con lágrimas, con ora-
te sus culpas, y con cuerda resolución tomó el ciones, con ayunos, con disciplinas de sangre, no
partido del hijo pródigo, y resuelta á mudar da cesaba de aplacar á la divina Justicia. Dios, con
vida, se encaminó á la caaa de su padre. Pero ilustraciones del entendimiento, con delicias del
el padre, indignado é indiscreto, en vez de aco- espíritu, y con visitas del cielo, le hacia conti-
gerla, si no con amor, á lo menos con pacien- nuamente experimentar los rasgos de su miseri-
cia, la salió al encuentro con el bastón, y la dió cordia, llamandola su pobrecilla. De que no con-
con las puertas en la cara. Desechada de su pa- tenta Margarita, le suplicó una vez con grande
dre, acudió á los religiosos de san Francisco, pa- animosidad, que se dignase llamarla hija. A que
ra que la admitiesen entre las mugeres de la or- respondió el Salvador: ..Cuando hubieres lavado
den tercera, en hábito de penitente. Aquí tam- „mejor tu corazon de toda mancha con una c o n .
bién padeció el desden de ser despedida, temien- ,,fesi(.n general de tus culpas, entonces serás f a .
do ios padres dar tan presto aquel habito á una „vorecida con el nombre de hija." Cumpliólo ell a
muger tan del mundo. con un exactísimo examen de su vida, y f e r v o .
¿Qué hará pues, e s t a triste é infeliz pecadora? rosísimos afectos de contrición, y al acercarse f
160 \
con una soga al cuello á guisa de esclava, á la
mesa de los ángeles para comulgar, oyó que le te grande é increíble; porque no solamente eñ su
decia dulcemente Jestis: Hija mía. Margarita, yo retiro se dolía amargamente de sus culpas, mas
te absuelvo de todos tus pecados: Filia mea, Mar- en público, con improperios, se acusaba. Ni so-
garita, ego te absnloo ab ómnibus ofensis tuis. lo plañía con dolorosos suspiros su vida pasada,
A esta voz se llenó de tanta suavidad su cora- 6¡no convidaba á otros que llorasen y suspirasen
zon, que pensó rebeníar de alegria, y todo aquel por ella. M a s cuanto ella mas se compungía en
iato estuvo fuera de sí arrebatada de un profun- su corazon, y se abatía y envilecía á los ojos
do v dichoso éxtasis, hasta que volviendo en sí, de todos, tanto mas Dios la llenaba de sus c e -
pronunció estas voces: O Verbum omni ruavitate pie- lestiales dones, y la hacia gloriosa á los ojos del
num, quod dixid mihi Jesús: Film mea! ¡O pa- mundo, haciéndola, por decirlo así, señora de sus
labra llena de toda suavidad, con que Jesús me divinos Atributos; de la Sabiburia, porque pene-
dijo hija mía! traba los secretos del corazon; de la Bondad, por-,
que conseguía muchísimos favores; del Poder, por-
Y no solo hija, sino también esposa la llamó que hacía frecuentes y grandes milagros: por lo
otra vez, y como tal la favoreció con singularí- cual, lamentándose ella con Cristo, Señor nues-
simas señas de su beneficencia, enviando muchas tro, porque hacia al descubierto tan grandes ma-
veces á consolarla en sus aflicciones á la reina ravillas y gracias á una pública pecadora, oyó
del cielo, á enseñarla en sus dudas al ángel de que su Magestad la respondía: Tu tres una red
su guarda, á acompañarla en sus oraciones los mia, con que quiero pescar los pecadores, que por
principales santos del paraíso. el mar del mundo van perdidos. No pienses que
El mismo Cristo parecía que gustaba de estar serán pocos los que vendrán á arrepentirse y ha-
con ella, no menos familiarmente, que con la pu- cer penitencia, al oír los favores, no usados, que
rísima virgen santa Gertrudis. Declaróla los mis- yo hago á tu contrición. Ojalá que en nosotros
terios mas escondidos de la Encarnación y P a - también saliese verdadero el dicho del Redentor,
sión, y la dió á ver la Llaga de su santísimo y que esta hermosa red nos sacase á la orilla
Costado. Dióla muchas veces la bendición con su de una verdadera penitencia, y á participar de
divina diestra, y le hizo que leyese su nombre, los celestiales favores, de que fué colmada esta
escrito con letras de oro, en el libro de la vi- felicísima penitente.
da, y su cabeza coronada con una diadema de Lease á Tomás de Kempis, cap. 10. del lib. 3.
glori;. Protestó, que ninguna muger había en la cuyo título es: Como despreciado el mundo, e»
tierra á quien amase tanto en aquel tiempo, cuan- dulce cosa servir á Dios.
to á esta pecadora, lavada con su Sangre, y en-
riquecida con los dones de su gracia: todo esto,
en atención á su fervorosísima contrición, á sus
lágrimas, á su penitencia, que fué verdaderamen- 3í
delitos; la Providencia, en prevenir I03 peligro» pa-
LECCION Vili.
r a librarnos de ellos, y prevenir las necesidades
con el socorro de antemano. O qué bien decia
DKL BEINO D B CRISTO.
David (PSALM. 71.) en el Psalino Profético de
este Rey, que debajo de su dominio reinaría e n
el mundo la felicidad, la alegría, la justicia y la
CSJÜE Jesucristo sea nuestro Rey y nosotros sus abundancia de la paz. Pongámonos un poco á
vasallos, no necesita de prueba, lo confesamos por comparar el Rey del cielo con los reyes de la
la fe, y estamos prontos á confirmarlo con núes- tierra. Est03 imponen gabelas y tributos, él los
t r a sangre: él mismo lo protestó aun desde su quita, antes paga á su costa las deudas de los
nacimiento: Ego autem constitutus sum ab to Rex suyos. Estos empobrecen á los vasallos para en-
super Sion, y al punto hizo que .lo publicasen riquecerse á sí, el se hizo pobre para enrique-
al mundo los Magos: Ubi est qui natus est Rex? cernos con su pobreza. Estos en su gobierno mu-
Y así como nació con el título de Rey en la chas veces se apartan de la rectitud y justicia,
frente, así murió con el nombre de Rey en la ó por ignorancia, ó por pasión, ó por malicia; él
cruz: Jesús Nazarenus, Rex Judaeorum; Jesús Na- nunca puede extraviarse de lo justo, porque e s
zoreno, Rey de los Judíos, que son (según el es- la misma Sabiduría, Justicia y Bondad. Estos ha-
píritu) los fieles verdaderos, como explica S . Agus- cen leyes pesadas, que de ordinario ellos mismos
tín. Somos, pues, sus subditos, como nacidos en las quebrantan; él pone leyes suaves, en cuya ob-
su reino, poseídos de su dominio, redimidos con servancia nos vá siempre delante con el ejem-
su Sangre, libertados por él de la esclavitud del plo.
demonio, v destinados á reinar con él mismo eter-
Ahora, este R e y de las virtudes, bajó del tro-
namente én el cielo. Mirad por cuántos títulos
no de su eterna gloria al campo de la vida mor-
le debemos sujeción y vasallage, y cuánta feli-
tal, para intimar la guerra al mundo rebelde, a l
cidad nuestra es vivir debajo del Señorío, y se-
demonio tirano, y á los vicios, destruidores del
gún las leyes de un Rey infinitamente grande,
linage humano. El, amoroso de sus subditos, ti-
sabio y bueno. , ranizados del bárbaro enemigo, lo movió á tari
•Qué coiazon no se llenara de jubilo, sabien- heroica empresa, como librarlos de la cruel es-
do que puede gozar de sus virtudes verdadera- clavitud quí padecían, no sufriéndole el corazon
mente reales? L a Sabiduría, con que perfecta- verlos gemir y padecer en las cadenas. Unica-
mente conoce las necesidades de sus vasallos; el mente lo solicitó el deseo de traer consigo com-
Poder, con que puede con un solo mirar de ojo3 pañeros á gozar la eterna felicidad de su reino,
remediarlos; la Misericordia, con que se enterne- no pareciendole que reinaba perfectamente dicho-
ce á compadecerse de ellos; la Justicia, incapaz so, si no comunicaba á sus fieles soldados su fe-
de e r r a r en el premiar los méritos y castigar los licidad. De suerte, que «1 fruto de la victoria no
Pero para avivar mas el espíritu, imaginaos que
será de) Rey, sino de los vasallos, é quien quie- oís á S. Luis rey de Francia, cuando en el asam-
r e dar el mérito de sus fatigas, y el premio d e blea de los príncipes y señores de su reino, des-
la batalla y del triunfo. Solamente nos convida cubierta la cruz, que tenia pendiente al pecho,
á que tomemos con él las armas: Sumite Joricum los convidó á la conquista de la tierra santa.
justitiae, scutum Fidei, goleara salutts. Nos ex- „Mis fieles vasallos (dijo) esta cruz, que veis en
h o r t a á seguir su vandera, ofreciéndose el pri- „mi pecho, ya os descubre el deseo y el desig-
mero á los peligros é incomodidades, sin resguar- n i o de mi "corazon. La tierra santa, la ciu-
dar su vida, ni atender á su Magestad. A este d a d de Dios, la herencia de Jesucristo, donde
fin nos alistó en su milicia, para que con el pe- „obró los misterios de nuestra redención, santi-
leásemos, y enmedio de los enemigos, a prueba ,,ficandola con milagros de su vida, y regando-
de trabajos v sudores, diésemos testimonio de nues- „la con su divinísima Sangre, gime sujeta á la
tra lealtad. ¿Que corazon, pues, habrá tan vil, que , tiranía de bárbaros infieles: ellos han arrojado á
se niegue al convite de su R e y , que se ofrece „nuestro Dios de la corte v capital de su impe-
oor cabo y general de tan generosa empresa, y nos- ,,rio, para afianzar su tiránico yugo sóbre las rui-
promete segura la victoria, si no falta por nosotros? n a s del cristianismo. ¿Quién podrá explicar la
i Quién tendrá tan poco juicio y tan poco amor „impiedad con que han arruinado los sagrados tem-
de su bien, que rehuse salir en campaña, donde p l o s ? ¿Quién las opresiones y durísimos tratamien-
se trata aun mas de su salud, que de la glo- , tos con que fatigan á aquellos pocos cristianos
ria de su Rey? Donde no se puede huir el com- ,.que allí han quedado, á quien tratan peor que
bate, sino es quedando prisionero del enemigo, que ,,á esclavos? Las lágrimas de aquellos miserables,
nos 'viene á asaltar, por privarnos de un remo „la desolación de la santa ciudad, rae mueven á
eterno, y hacernos perpetuamente sus esclavos. „compasion, é invocan nuestras armas para que
B r a b a ' cosa seria si un soldado, al tiempo que „los socorramos. Y o estoy resuelto de pasar allá
su capitan está con las a r m a s en la mano, y sa- „mis vanderas, y derramar, si fuere menester, mi
le á acometer á los escuadrones enemigos, él se „sangre. A vosotros también os ofrezco la cruz:
estuviese desarmado, tendido e n la cama, ó ju- ,.¿os negareis á aceptarla? O s convido que me
gando á los dados. Aquel valeroso ürias, tan ce- „acompañéis en tan noble conquista: ¿os escusa-
lebrado en la historia de los Reyes, decía, cuan- „reis de seguirme? Yo, yo voy con vosotros á
do David le convidaba al descanso: Mi general „participar de los trabajos del viage, á experi-
Joab está peleando^en campaña, ó durmiendo so- m e n t a r las incomodidades de la guerra, y voso-
bre la dura tierra en defensa del Arca: ¿y yo he t r o s sereis conmigo partícipes de los despojos da
de tener corazon tan vil, que me esté en casa, „los vencidos, y de los premios de la victoria.
r e g a l á n d o m e á mi mesa, y durmiendo en mi blan- „Ninguno encontrará mas incomodidades, .ni .en-
da cama? Per salutem ammae tuae non jaciam ..trará e n mas peligro, que su rey. Ea, pues, rjiis
rem hanc. Nunca lo haré.
„fieles campeone«, vamos generosamente á la sa- re seguirme á pelear y vencer al príncipe de
„grada empresa, en que triunfará sin duda la glo- las tinieblas, que tiene tiranizado al genero hu-
r i a d e Dios, de la santa iglesia, y de vuestro mano? ¿Quién toma conmigo las armas, vt des-
„valor. Imaginad ahora, que os pone la cruz en truatur corpvs peccoíi, para destruirlos pecados,
„la mano el Salvador, que salió del sepulcro victo, que son las crueles cadenas que tienen a los hom-
„rioso del mundo, de la muerte y del infierno. Con bres en miserahle esclavitud? ¿Quién quiere ex-
„esta cruz no hay duda, que alcanzaremos una glo- ponerse á breve guerra, por conseguir el remo
,,ria inmortal, yá volviendo ricos y cargados de lo« eterno del cielo? Los trabajos de la milicia se-
..despojos de los enemigos, ó quedando allí muer, rán comunes; no será mejor la suerte del ca-
„tos con feliz martirio." pitan, que la de los soldados, solo que y o ' s e r é
A esté gran convite ¿qué corazon podia resis- el primero á entrar en la batalla á plantar el es-
tir? ¿No seria tenido por la mas vil alma del tandarte de mi cruz sobre el campo enemigo: Quod
mundo el que se hubiese escusado de seguir á me facere videritit, hoc facite: ivgreduir partem
su rey en una empresa tan noble y tan sagra- castiorvm. el (¡uod feccro, seclamini. ¡Oh, ¿como
da? Todos, con un corazon, á una voz pidieron podemos dudar de aceptar tal convite, á que obh-
la insignia de la cruz, se ofrecieron prontísimo« gan tantos motivos? L a dignidad del R e y que nos
á seguir al rey, á morir antes en la sagrada guer- llama, á quien por tantos títulos estamos obliga-
ra, que vivir en el sosiego de sus casas en paz. dos; la justicia de la causa por sujetar y ren-
N o solo los tres hermanos del rey y los prín- dir á un tirano, que tantos estragos y ruinas nos
cipes de la sangre, mas aun la reina su muger, ocasiona; la promesa segura del triunfo, que to-
y las tres princesas sus esposas, con otras gran- do debe redundar en beneficio nuestio; el ejem-
des señoras, pidieron al legado de Inocencio IV. plo del capitan, que queriendo y tomando para
q u e las admitiese á ser cruzadas, y tuvieron tan- si la mayor parte de ios trabajos, no quiere go-
t o valor y piedad, que se ofrecieron á seguir el zar mejor tratamiento que los soldados, y para
estandarte real en la sagrada guerra. ellos quiere todo el fruto de la victoria.
¿Y si tanto pudo el convite y ejemplo de un Añádese, que nuestro Rey, no solo quiere ir
r e y terreno, respetado y amado de sus vasallos; delante como guia para el difícil camino que nos
cuánto mas fuerte y suave atractivo debe tener propone en tan ardua empresa, sino también quie-
el encargo y oferta del Rey celestial, justísimo y se dar aliento y vigor p a r a ,e s! a
g f-os c o n
amabilísimo, para arrebatarnos á que le sigamos? gusto, y venzamos con alegria y facilidad, como
E l , depuestas las insignias de su Magestad, y ar- hizo yá san Uvenceslao. Este piadosísimo rey, ar-
m a d o de solas las virtudes, viene á combatir con diendo todo en amor divino, usaba visitar de no-,
el común enemigo, y echa entre los fieles un ban- che las iglesias descalzo, aun en el invierno, e n
d o general de cruzada: Qui vult venire post me, que solia estar la tierra cubierta de nieve. Lle-
follat Crucem suam, el secuatur me. ¿Quién quie- vaba detrás á Podivino, su fiel cortesano, ti cua.
«na vez, por el gran frió ateridos los pies, fué *d praelium. ¡O cuánto se cansa en hallar quien
forzado á detenerse, por no poder seguir al rey. le siwa, como generoso aventurero, en tan jus-
Cuando el piadoso rey lo reconoció, le man- ta "uerra! i ° v i l e z a intolerable de los que so-
dó que entrase sus pies en las huellas que él de- mos sus vasallos! ¡O agravio gravísimo, que se
jaba señaladas. Hízoio el cortesano, y no sólo sin- hace á tan buen Rey! Dignus est plañe rnorte,
tió que se le calentaban los pies, sino todo el qui cum Christo recusot vivere. (s. B E R Í * Í . ) & C I -
cuerpo; con tal ardor, que pudo seguir con ale- pion Africano, queriendo partir de Roma a la di-
gría en el áspero camino á su Señor. Este mis- ficultosísima empresa de Numancia, hallo tantos
m o efecto hacen continuamente en sus seguido- que le siguiesen, por el grande amor que le te-
res leg huellas del Salvador, que vá delante. No nían, ofreciéndose á ir con él, aun sin sueldo y
solo nos enseña el camino, mas nos dá brios pa- sin estipendio, que (como dice Plutarco) lúe me-
ra seguirle con ligeros pasos: Christus viam saúc- nester que el senado, con público pregón, pu-
tae conversationis, quam praecurrendo nobis rrwm- siese término y rava al concurso desmedido de
travit, ineffabili suavitate respersit. Sea, pues, ás- los pueblos, porque no q u e d a s e despoblada Italia:
pera, sea difícil, esté llena de trabajos é incomo- retiñís, ne vacua relinqirerelur Italia. Felipe ! í .
didades la senda por donde le hemos dé seguir, llamó á la corte á algunos soldados, que mas va-
el hallarla toda señalada de sus huellas; el ha- lerosamente habinn militado en Flandes, bajo del
berla él corrido por nuestro amor, no solamen- mando de Alejandro Farnesio, para conocerlos v
te le ha allanado los pasos, sino la ha hecho de- premiarlos. Parecieron todos señalados con gloriosas
leitable, amena y florida con mil acciones, que heridas; y oyendo al rev que les decia con amoroso
nos dejó por ejemplos; ¿pues por qué no le se- semblante, ¿"qué premio deseaban por sus sudores y
guimos? Dominus noster (dice san Cipriano) quid- heridas? Respondieron: Ningún otró, sino que se nos
quid docuit fecit, ut discipulus cxcusatus esse non permita otra vez militar en las vanderas de Alejan-
possit, si servus pati nolit, quod prius pussus est dro: Niftil aliad, niH quod nobis iterum hceat sub
Dominus. ( E P I S T . 5 8 . ) Aloxand.ro militare. T a n grande era la estimación,
tan grande el amor que tenian á aquel valeroso ca-
pitan. ¿Qué hemos de decir, cristianos, si nuestro so-
berano Rey no puede alcanzar de nosotros con
sus convites y llamamientos, lo que tantos otros,
CONVITE A. S E G U I R ESTE BEY.
infinitamente menos dignos, alcanzaron de sus sub-
ditos y soldados sin resistencia alguna? ¿Qué es-
A la conquista, pues, del mundo, á la salud cusa se podrá jamás alegar, si no seguimos al
de las almas, á la ruina d e los pecados aspira Monarca divino con tanto aliento, como se sue-
nuestro Rey. Para esta noble empresa busca por le seguir á un Señor terreno? ¿Por ventura se
todas partes soldados, convida secuaces: Non est, diré, que los trabajos de la milicia, los horrores
(decia desconsolado Ezequiel) non est, qui vadat
de la batalla, que se sufren por el rey de ja e n humillación, la mesa espléndida en rígida abs-
tierra, sen gustosos, son agradables; ñ a s les que tinencia de un anacoreta? Mas ¿qué sucedió? Q u e
se deben padecer por el Rey del cielo son des- todos los ciudadanos, nobles y plebeyos, viejos y
apacibles y amargos? ¿Y donde está la fe? ¿Dón- mozos, desde el primero á el último, hasta los
de el a n o r y ( bsequio debido al Rey de los re- niños de pecho, y los mas acostumbrados á la glo-
yes? De suerte, que el afecto que se tiene á un tonería y embriaguez, renunciaron les placeres, ayu-
príi.cij e terreno, 11 interés de un estipendio mun- naron, "echaron sobre sus cabezas ceniza, se vis-
dano, hace alegre y conforme á la inclinación na- tieron de silicio, é hicieron áspera penitencia: Ves-
tuiai el seguirle en los precisos infortunios y tra- ti/i smit saecis á minore vtque od mayorem, et
bajos de la guerra; ¿y el amor que profesamos jlenam terroribus fgervvt poenitentiam. Un S a r -
al Rey celestial, v el premio de una gloria eter- danápalo, con su ej< mplo pudo tanto con sus súb-
na, déja que parezca muy áspero, muy insufri- ditos; y Jesucristo, con la idea de sus divinas
ble y repugnante á la naturaleza el militar con virtudes, ¿no j e d r á otro tanto en los coiazones
él debajo de sus randeras? de sus fieles? ¿Es esto todo lo que puede pro-
Con razón decia el Salvador: Viri h'ivivifae meterse de nosotros un Dios, habiendo bajado de
surgent in jvdicio, et condemnabunt ros, (i.tc. 11.) su gloria á nuestra: vileza, per ser nuestro Ca-
dando á conocer cuén prontos fueron ellos á imi- pitsn, por n o v e m o s y ayudarnos á la conquis-
tar á su bárbaro Rey, aun en una empresa muy ta de un reino, á nosotros lan útil, c o n o glorio-
dificultosa; que Sardanápalo, oyendo la ruina de sa para él? ¿Pues qué hará? ¿Renunciará las ar-
la ciudad, amenazada por el Profeta Jonás, se mas? ¿Se volverá á su cielo sin pelear? N o se
levantó de su trono, se desnudó sus reales ro- lo permite la gloria de su Eterno padre, ni el
pas, se vistió un saco, se sentó sobre la ceniza, amor de nuestra salud. Está dispuestisimo á ir so-
ayuné:- Svrrtxit de Solio svo, et aljtcit testimen• lo á las experiencias, y nos dice: Ves fvgom co-
tvm svvm, tt indutus est sacco, tt ¿eo'it in ci- piáis, et egorodem inmwlari pro ubis. Vosotros;
inri. fcn.o cobardes, n e volvéis las espaldas, y huis;
Despues, por. público pregón, intimó á sus va- mas yo iré solo á ofrecer per vosotros el pecho
sallos un riguroso ayuno, y ur.a sc\era peniten- a l a s lanzas de vuestros enemigos. Quedaos, pues,
cia de sus pecados; pero, como reparó agudamen- vosotros, perezosos, á gozar del ocio, á dormir
te san Ambrosio, para que teda la ciudad ayu- sobre plumas. Yo solo saldré al encuentro á las
nase, el rey primero puso de abstinencia estre- fatigas y j eligí os, hasta caer renoido del pese.
cha su mesa rea): JJt tota Civitas jejvnorct,fo' Entregaos á los placeres, á la embriaguez y glo-
men ¿ibi privs Jiix ivdixit. ¿Quién hizo á Sar- tonería; para mí serán las penas, á mi me to-
danépalo, al rey mes celebrado, de glotón, o'e pro- cará beber el cáliz de la pasión; y mientras vo-
fano y delicioso, trocar la púrpura en un saco, sotros alargais la mano á las frutas prohibidas,
la corona en ceniza sobre su cabeza, el fausto yo estenderé las mias en el trono de la crus.
Pero no penseis tener parte en mi reino, por- ciones. Los valerosos Macabeos, llegando á afron-
que quien conmigo no pelea, tampoco reina en tarse con el ejército de los enemigos, se acobar-
m i compañia. ¿Y con qué cara tendreis despues daron y entristecieron, porque derepente un ar-
osadia de aspirar á mi bienaventuranza, cuando royo impetuoso les atajó el camino; cuando po-
yo os mostraré las Llagas de mis Manos, Pies niéndose delante el valiente Simón, su Capitan,
-y Costado, abierto por vuestra salvación, y vo- se arrojó el primero al agua con ánimo inven-
sotros no podréis recíprocamente mostrarme una cible. A esta vista todos cobraron aliento y brio,
gota de sudor, no digo de sangre derramada por y ninguno, de veinte mil que eran, dejó de se-
mi gloria? guirle: Transfretavit primus, et viderunt cum vire,
¿Tendrémos corazon para sufrir, que así nos et transierunt post eum. (1. MAC. 16.)
-zahiera? ¿Tendrémos ánimo para ver á nues- Y despues resonaron las sagradas trompetas:
tro Rey en el campo de la batalla? ¿Nos que- Exclamaverunt. Sacris Tubis. Al ver pasar su Ca-
daremos desalentados, porque nos ofrece su cruz, pitan, esforzados vadearon el arroyo los soldados,
y nos dice, que su reino no es de este mundo' no solo con generosidad, sino también con ale-
Regnum meum non est de hoc mundo? E a . fie- gría, hasta ganar al son de las festivas trompe-
monos de su Bondad, que aun en esta vida, en- tas la victoria, ü h , qué bien nos asegura el Ecle-
t r e los trabajos de ¡a milicia, que por él, y con siástico: Gloria magna sequi Dominum, et nihil
él profesamos, no dejará de darnos á experimen- dulcius quam respicere in mandatis ejus! (ECI,E.
t a r los electos dulces de su beneficencia, y eri 2 3 ) No solamente es cosa gloriosa, sino dulce y
la otra vida nos tiene prevenido un gran reino, alegrtsima, seguir al Señor, y ejecutar sus man-
por premio de la batalla; mas no por eso deja- datos.
rá de darnos en esta vida un copioso sueldo. ¿Acaso te parece empresa difícil y ardua ha-
¿A los que pelean no se les promete un libe- ber de retirarte del camino ancho de los vicios,
r r l donativo despues de la victoria? Con todo eso, y entrar por la senda estrecha de las virtudes?
vemos que entretanto se les dá un competente ¿Pero qué aliento no infundirá al corazon llevar
sueldo en el tiempo de la batalla. L o s interio- á los ojos por guia al Rey del cielo? Amarga
res gustos de ánimo, las consolaciones espiritua- cosa nos parece apartar los labios del dulce li-
les, el júbilo de la buena conciencia, son unos cor de los placeres, por aplicarlos á la hiél de
tratamientos amorosos, con que este benigno y la mortificación; ¿pero qué suave y sabrosa la ha-
benéfico Rey. aun en el tiempo de la guerra pre- rá la reíleccion, que Cristo primero la endulzó
sente, premia y contrapesa lo que se obra y pa- v azucaró con su divina Boca! Tememos, como
dece por su amor. Solo el pensar que hemos de vida difícil y melancólica, el vivir sin la conver-
pelear y padecer con tan gran R e y (decía san- sación licenciosa de ciertos amigos del pasatiem-
ta Teresa) nos debe hacer, no solo animosos, si- po. Mas la dulce conversación del Rey celestial,
no alegres y alentados en los trabajos y tribuía- y con eso el tenerlo por compañero en los tra-
bajos y tribulaciones, no prevalecerá v valdrá maf reis entrar á la parte de los trabajos, tomando
que la compañía de cualquier criatura? para vos lo mas arduo, lo mas difícil, lo mas
Revolved las Escrituras sagradas, y hallareis, penoso, y dejando para mí lo menos molesto y
que en virtud de solo esta compañía se alenta- lo menos amargo? Esta vuestra Bondad me ar-
ban todos aquellos Padres á entrar en cualquier rebata todo el corazon. y me hace una amoro-
ardua y trabajosa empresa: Ego ero teciim. Yo sa violencia para seguiros: Paratum cor meum,
estaré contigo, les decía Dios. Así lo dijo á Isac, Deus, paratum cor meum. Una, y otra vez estoy
cuando le quiso animar á no temer las asechan- dispuesto á seguiros, ya sea por un camino lla-
zas de los Palestinos: Ego tecum. Así lo prome- no sin trabajos, ni espinas; ya sea cuesta arri-
tió Dios á Jacob, cuando quiso alentarle á em- ba por sendas ásperas, llenas de malezas y difi-
prender la largo y áspera peregrinación á vuel- cultades. Ni me pone miedo, Señor, lo que pre-
ta de su patria: Ego tecum. Así lo ofreció á Moi- venís: Que quien quisiere ir en pos de vos, se
sés, cuando le quiso dar brios para el grande em- niegue á sí mismo: Qui vult venire post me, ab•
peño de librar á los Israelitas del cautiverio de neget semetipsum: ni me acobarda haber de to-
Faraón: Ego .ero tecum. Así. finalmente á Josué, mar la cruz para seguiros: Tollat Crucera suam,
cuando le encargó la dificultosa empresa de con- et sequatur me: porque este es un dulce amar-
ducir el pueblo á la tierra de promision. Y así go, que mas me alhaga y regala, que me des-
también nos dice á nosotros el Salvador: Nolite maya, ni desalienta, sabiendo, que debo padecer
timere: Ego vobiscum sum, ut salvos faciam. Ce- en vuestra compañia, y que vos vais delante con
da, pues, todo temor; Yo estoy con vosotros á Cruz mucho mas pesada: que yo he de llevar la
daros todo conorte, y libraros. mia, sustentada de vuestra poderosa mano, á quien
Pues ¿qué nos detiene? ¿Cómo dilatamos el se- ha hecho ligera y suave el haber estado sobre
guir á tan amoroso y benéfico Señor y Rey? E s , vuestros divinos Hombros. Aceptad, pues, con agra-
ánimo, digamos generosamente con el devotísimo dables ojos y afecto, ¡ó divinísimo Rey mío! es-
Bernardo: 'Sequemur, Domine, Te, per Te, ad Te: ta mi ofrenda; dad valor á este mi buen deseo,
quia Tu es Via, Veritas, et Vita. Via in exem- asistidme con vuestra eficaz gracia, para que yo
plo; Veritas in promiso; Vita in praemio. (SERM. pelee valerosamente en vuestro servicio, para rei-
2. ASCENS.) Quiero, ¡ó soberano Rey mió! y con nar despues con vos eternamente en vuestra glo-
gran corazon y afecto quiero seguiros adonde me ria.
quisiereis llevar: aquí está mi voluntad y mis po-
tencias, prontísimas á pelear debajo de vuestro
mando. Bastaba solo vuestro convite para mover-
me á aceptar ligeramente vuestro servicio.
¿Qué debo hacer ahora con vuestro ejemplo?
¿Cuando vos, R e y de Soberana Magestad, qus-
v vitndolo de Jejos, se apeó, ,y tres veces an-
Íes dé llegar, hincó las rodillas, en señal de hu-
mildísima reverencia. Abrazáronse con tiermsimas
& IU.
la "rimas, v se retiraron solos a p a r t e en dulces
coloquios.' Allí Floro ofreció ?us riquezas para l a
EJEMPLO.
fábrica del convento; d e m á s de eso, le entrego
¡fñ hiío suyo pequeño, llamado Bertulfo para que
Siendo rey de F r a n c i a Tbeodoberto. tuvo en
le críase ' e n el servicio del Key del cielo, en vez
su corte un caballero principal llamado Floro, que
d e servir de page á un rey de la_ tierra. F u e -
por la excelencia del juicio y el valor de a es-
r a de e ' t o . en secreta confianza anadio, que el
nada, tenia el p r i m e r lngar en la gracia del rey,
misino estaba con gran deseo de trocar la mi-
v en el gobierno d e l reino. Este, como quien es-
serable esclavitud del mundo, en la felicísima de
taba en el auge favorable de su fortuna, con to-
do eso. no hallaba paz en su corazón, ni alegría ° Acabado el s a s r a d o edificio, él siempre hastia-
en su ánimo; por lo cual, siendo de espíritu vir- do v cansado de~ los negocios de la corte, pro-
tuoso y pió, f r e c u e n t e m e n t e revolvía en su pen- curó manifestar con el modo mas humilde y res-
Sarniento estos desengaños: ¿Qué me puede dar petuoso, su ' d e t e r m i n a c i ó n al rey: Señor, le "dijo,
en recompensa d e t a n t o como le he servido? \ mucho tiempo há que Dios roe esta llamando a
¿qué pretendo y o c o n fatigarme tanto por el en v i v i r l e . D e gastado la flor de mis anos en el
la corte y en "lo c a m p a ñ a ? ¿Honras y nquezas7 VeVvWio de \ u e s t r a M s g e s t a d . L a razón pide, que
Y ¡cuan vanos y frágiles son todos los bienes de lo poco oue resta de mi vida, se emplee en la
la tierra, pues no m e sosiegan el corazón, y ca- conquista del remo eterno. Si yo m e despidiera
da instante me p u e d e n fa tari ¡Oh! ¿Si yo hu- ' p a r a pasar á servir á otro rey d e la tierra, se-
biera hecho v p a d e c i d o otro tanto p o r el Key n a el hombre m a s ingrato del mundo; pero cuan-
del cielo, cuanto p o r un rey de la tierra, no se- do solo trato d e servir al r e y del cielo, n o m e
ria un g r a n d e santo? ¿No hubiera adquirido y ase- >abrá negar v u e s t r a piedad s u grata licencia. D i o s
gurado una gloria v e r d a d e r a y eterna? P u e s ¿por m e llama á vivir debajo de la dirección de M a u -
qué no me resuelvo, lo que me queda de vida, ló Abad, que poces días há, llegó á vuestro rei-
m u d a r de esclavitud, y hacer otro tanto por el no. l i é á hacer penitencia de mis pecados, y ora-
r e i n o del cielo? E n estos pensamientos estaba 1; lo-
ción por Ta salud y vida de vuestra Msgestad.
ro ruando Alderado, su cuñado, le dió noticia E l rev, que le escuchaba atónito, le atajo el dis-
d e la llegada de san Mauro Abad, con algunos c u r s o ' a b r a z á n d o l e ; y llorando tiernamente, le res-
monaes sus c o m p a ñ e r o s , p a r a f u n d a r un monas- pondió: N o me podíais d a r nueva mas desagra-
terio en Anjou; y movido del Espíritu Santo, de- dable. E l . a m o r que os he tenido puede ser prue-
terminó emplear sus ricas posesiones en el sagra- ba de mi dolor.
do y magnífico edificio. Y sin detenerse, montan- 12
do en un caballo, se f u é en busca de! santo Abad,
Me arrancais el corazon del pecho con daros feu al acto no pudieron contener las lágrimas, y
esta licencia y despedida. Con todo eso, si Dios lloraron mucho el rey, y toda la corte, viendo
os llama, es preciso obedecerle, y que no os lo á Floro, dé gran Señor del mundo, hecho hu-
embarace. El servicio del soberano Monai-ca, de- milde siervo de Cristo. Pasmábanse, como un ca-
be prevalecer á todo mi afecto, y á todos los ballero noble, rico, poderoso, favorecido del rey,
intereses d e mi corona. Solamente deseo, que me primer ministro de un gran reino, en lo mejor
aviséis el dia que quereis consagraros á Dios, por- de su edad, en lo mas elevado de su florecien-
que quiero ser testigo de la ejecución de tan he- te fortuna, Conocida la vanidad del mundo, ilus-
roica empresa. trado dé luz celestial, dièse de mano á las gran-
Apenas hubo conseguido Floro la licencia, cuan- dezas de la tierra, por abrazarse con la humil-
do de carrera partió al Monasterio, y ajustado dad cristiana, con lá pobreza Evangélica y des-
el dia que habia de tomar el sagrado hábito, dió precio del inundo. .
aviso al rey, añadiéndole, que en el Abad, ha- Acabada una acción tan solemne y gloriosa, el
bia hallado un ángel del cielo. Fué el rey acom- rey se dejó vencer de los r u e g o s , y entró en la
pañado de gran cortejo de Señores; y llegando hospedería del convento á tomar la refección de
á la puerta de la iglesia, se arrojó arrodillado á un aaasajo. Al fin de ella llamó á Floró, ya en-
"los pies del santo Abad, pidiéndole con regia hu- teramente vestido del hábito dé moñgé, y hecho
mildad la bendición, y encomendando en sus ora- caballero de Cristo, y despues de haberlo teni-
ciones su persona y su reino. Luego vuelto á abra- do largo rato entre sus brazos, y dado muchos
zar uno á uno los monges, y viendo á Bertul- ósculos en la frente, derramando muchas lágri-
fo, hijo de Floro, se le estrechó con singular afec- mas, le dijo por último recuerdo estas memora-
to á su pecho. Pasando despues al altar mayor, bles palabras: Floro, y a que como caballero del
despues de breve oracion se sentó el rey con su mundo habéis tan fiel y honradamente servídome
corte en un trono á la diestra del altar, y á la á mi, que soy vuestro Señor; de aquí adelante
izquierda el Abad con sus monges. En esto apa- servid, como caballero de Cristo, servid con la
reció H o r o con humilde, pero alegre semblante, misma lealtad y cuidado al Rey del cielo: Ti-
; y puesto d e rodillas enmedio, se quitó el tala- bí solicité procurandum est, Ut sicut in saeculari
barte militar, y las otras insignias de caballero, habita strenuè semper, ac nobilitèr conversatus es,
y con devota humildad pidió á san Mauro el há- ita nunc qunqùe in Sacra Religione Deo semper
bito de la religión, y la librea del rey del cie- placere satagas; y así como en lo pasado, con
lo. El santo le i emitió al rey, suplicándole, que la espada en la mano, habéis defendido mi rei-
él mismo se dignase de ser el primero en cor- no, así en adelante le defendáis con vuestras ora-
tarle de s u mano parte de los cabellos, y con- ciones. Dicho esto, y tomada la bendición del Abad,
sagrarle á Dios. Cortóle el rey una trensa, y des- se puso á caballo para volver á su corte; pero
pues hicieron lo mismo los otros príncipes, en e j no pudo traer consigo todos sus cortesanos, po>-
que el ejemplo de Floro movió á algunos de aque-
llos Señores, unos á que renunciasen el mundo
y su esclavitud, por seguir Ja milicia de Cristo,
otros á entregar sus hijos á san Mauro, para que
los criase en el servicio de Dios; y cada dia veía
Theódoberto faltar de su corte, yá uno, yá otro
d e sus gentiles hombres y caballeros, que corrían
al monasterio, donde habían dejado el corazon,
á tomar el hábito de la religión. Vivió Floro otros
doce años en perfecta observancia, ayunos, vigi-
lias y humillaciones, acordándose siempre de las
palabras del rey, que debía servir con tanto em-
peño y solicitud al rey del cielo, con cuanto ha- EXPLICADAS ES LECCIONES
bia servido y militado por un rey de la tierra.
Léase á Tomás de Kempis, lib. 3. cap. I . D e ordenadas principalmente para los dias de los
las hablas interiores de Cristo al alma fiel. Ejercicios Espirituales.

TOMO SEGUNDO.

LECCION NOVENA.

D E LA. ENCARNACION Y NACIMIENTO DE JESUCRISTO.

I £ K el sacratísimo Misterio de la Encarnación,


hizo Dios una general demostración de sus divi-
nas perfecciones, por leva ntar todos los entendi-
mientos á admirar su graudeza, y arrebatar to-
dos los corazones á amar su Bondad; porque quien
no admira la infinita bondad, con que Dios, no
contento con haber dado al hombre tantas be-
llas criaturas, quiso también dársele á si mismo,
uniendo la naturaleza Divina con la humana, ba-
jando Dios á ser hombre, y ensalzando 3l hom-
bre á ser Dios, ¿Quién no amará la benéfica Om-
que el ejemplo de Floro movió á algunos de aque-
llos Señores, unos á que renunciasen el mundo
y su esclavitud, por seguir Ja milicia de Cristo,
otros á entregar sus hijos á san Mauro, para que
los criase en el servicio de Dios; y cada dia veía
Theódoberto faltar de su corte, yá uno, yá otro
d e sus gentiles hombres y caballeros, que corrían
al monasterio, donde habían dejado el corazon,
á tomar el hábito de la religión. Vivió Floro otros
doce años en perfecta observancia, ayunos, vigi-
lias y humillaciones, acordándose siempre de las
palabras del rey, que debia servir con tanto em-
peño y solicitud al rey del cielo, con cuanto ha- EXPLICADAS ES LECCIONES
bía servido y militado por un rey de la tierra.
Lcase á Tomás de Kempis, lib. 3. cap. I . D e ordenadas principalmente para los dias de los
las hablas interiores de Cristo al alma fiel. Ejercicios Espirituales.

TOMO SEGUNDO.

LECCION NOVENA.

D E LA. ENCARNACION Y NACIMIENTO DE JESUCRISTO.

H N el sacratísimo Misterio de la Encarnación,


hizo Dios una general demostración de sus divi-
nas perfecciones, por leva ntar todos los entendi-
mientos á admirar su graudeza, y arrebatar to-
dos los corazones á amar su Bondad; porque quien
no admira la infinita bondad, con que Dios, no
contento con haber dado al hombre tantas be-
llas criaturas, quiso también dársele á sí mismo,
uniendo la naturaleza Divina con la humana, ba-
jando Dios á ser hombre, y ensalzando 3l hom-
bre á ser Dios, ¿Quién no amará la benéfica Om-
183 ,. ,
Fnrarnacion, es el Amor Divino, como d,ce el
impotencia en el unir extremos tan contrarios, cua-
discbulo amado- 8ie Den, dilexit Mundum, ut Fi-
j e s son el Verbo jEterno, y la carne mortal, co-
municándole á esta los dotes Divinos, y partici-
pando aquel de las humanas miserias? ¿Quién no
bendecirá la divina Sabiduría, que supo hallar re-
compensa tan oportuna para satisfacer á Dios ofen-
dido, y remediar al pobre pecador que le ofen-
dió? D e otra suerte, el mal era irremediable; pues
por una parte no era razón que Dios fuese ul- so, aquel R e y Universal de cielo y ue ra, se aba-
trajado de los pecadores con tantas injurias, y no te oor el hombre á hacerse como el. Y flue
se le diese satisfacción por ellas; por otra par- c o s í e s ahora el hombre, en c o m — de D,o
te, ninguna criatura podia dar satisfacción propor- Un gusanillo de la tierra, respecto de un Mo
cionada á la gravedad de las ofensas de Dios. narcíf de todo el mundo; un g « n o d e « r e n a com
parado con la vastísima circunferencia del c elo
Por tanto, la causa del género humano era siem-
p r e perdida; ni podia el hombre hacer otra co- L a gota de rocío, á v i s t a
sa, que despues de una vida, pasada en todos los es el hombre respecto del angel? ¿Que sm. to
males de culpa, caer en una muerte perpetua de dos los ángeles comparados con Dios? Con todo
todos los males de pena; si Dios no ponia tal re- eso, se humilla Dios tanto, que ? X
medio á una perdición tan inevitable, uniendo la turaleza tan vil, que toma, no solo a imagen s
naturaleza Divina con la humana, para que co- no la substancia humana. Si nos dijeran, que un
m o hombre pudiese padecer; como Dios, pudie- sera! tomado la forma de un gusanillo
se d a r valor infinito á sus obras, y así viniese quedaríamos maravillados y suspensos del fin de
á satisfacer por todos los pecados, y á librar ai t i l arción- V si se dijera, que el tin cíe ejecu
hombre de todos los suplicios. Así se ajustaron
y concordaron en la Encarnación, la Justicia y
la Misericordia; porque la Justicia quedó pagada
en todo rigor de cuanto podia pretender por las S s1 t t ^ F S ;
ofensas de la divina Magestad, recibiendo de un
Hombre Dios aquella satisfacción, que no le po- rá4 T. v
r a m e n j s infinitamente es el hombre respecto de
dia d a r ninguna pura criatura. También la Mi- D i o " y ." "nos infinitamente importaba el b,en del
sericordia ejercitó sus amorosísimas finezas, com-
padeciéndose de las miserias de sus enemigos, y
librándole del ultimo infortunio, en que yacía, sin
esperanza de remedio,
f e r o lo que mas campéa en el Misterio de la
y hacerle partícipe d e su Naturaleza, y como otro do qus venían algunos enemigos con las espadas
Dios? El amor fué quien obró este prodigio: el desnudas á matar á su señor ürbinió, se puso
amor ejecutó esta obra, digna de la divina Bon- los vestidos de su amó; y fingiéndose que era él,
dad, cuanto mas parece a ^ e n a é indigna de la les salió al encuentro, jiáfa recibir eh sif pecho
divina Grandeza. Por eso exclama san Bernardo: las heridas, que habían de cíár á su Señof.
( S E R M . 64. I \ CANTIC.) O suavisimam vim Anta- A vista de está accíori, quedo atónita Roma;
ris! Ita ne sumwis omnium unus. facías est om- y Urbiain, para perpetúa ¡nemoria, y agradeci-
nium? Qui hoc fecitf Amor, dignitatis iiescius, dig- miento de tan cordial ámo¡% erigió Un sepulcro
natione dioes, suasu. ejjicax. . . . „ real y ostentoso à sú esclavo, tart finamente amáfi-
¡O suavísima violencia del amor! ¿De está suer- te: Ded.it Regïiïm seputchrám arhániissimo mah-
te el Sumo y m i s Soberano de todos, y sobre cipio. ( V A L E R . MAX.) Pues sí áqüeí esclavo me-
todos, se ha hecho uno de todos, y adocenado reció tanta estimación y tanto agradecimiento por
con todos? ¿Quién hizo tal exceso? ¿Quién obró haberse puesto los Véki'dos dJe su señor, á fin de
tan extraña y tan admirable mudanza 1 ' El amor, morir por él: ¿qué afecto, qué agradecimiento no
olvidado de su dignidad, rico de dignación y be- merecerá el Señor Üel cielo y de lá tibrrá, que
nignidad, eficaz ¡pp. su persuasiva. Pues si el amor se viste la librea de esclavo para poder traba-
de Dios para con el hombre ha tenido tanta efi- j a r y morir por él esclafó? Allá 'el esclavo, con
cacia en persuadirle, que j e obligo á ejecutar de aquel prodigio de amor, se ensalzó v engrande,
hecho cuanto nosotros nunca pudiéramos haber ima- ció á sí mismo, vistiendo lá figura de señor, y
ginado, ni concebido en nuestro pensamiento: .¿có- dio su abatida y miserable vida por uïi per'so-
mo la correspondencia de nuestro amor no debe nage tanto mayor que él, de quien hábíá reci-
derretirse en afectos á un amante tan fino, y abra- bido muchos beneficios. Acá el Señor, con este
sarse en deseos de servir á un Dios tan bueno? exceso de c a n d a d , se abatió a sí Vnisiño, toman-
¿Cómo podrémos no amar á aquella eterna é in- do la naturaleza del esclavo, y dió su vida di-
finita Bondad, que sin tener necesidad de nosri- vina por un sujeto infinitamente menor que 'él,
tros, por sola su misericordia, por un medio tan de quien solo habiá recibido ingratitudes, ofensas
costoso, solicitó nuestro remedio? ¿Que bebedizos, é injurias.
ó qué encantamientos, pueden hallarse tan efica- Y aquí se abre un mayor campo phrá descu-
ces para despertar nuestro amor, como ver, que brir la inmensidad del Amor divino; hacerse Dios
somos amados, y tan tiernamente amados del Rsy hombre, cuan lo la naturaleza hiiíriana 'estuviese
de la gloria, que bajó del cielo á la tierra, pa- entera y perfecta, no tocada aún'de 'un liiftár de
r a que nosotros subamos de la tierra al cielo? culpi, sino dorada de todas las virtudes, seria un
esceso de benevolencia, digno ds cattsár embidia
Las historias romanas ensalzan hasta las estre-
á los serafines. Si el criador hlibîéra bajado a tan-
llas, como una p ieza incomparable de amor, la
la humildad, por remediar al hombre, qrfe por-
acción generosa de un esclavo, el cual, sabien-
tandose con Dios, á ley de fidelísimo siervo, hu- mayor, si se mira el ensalzamiento y grandeza de
biese caido e n miserable estado por la honra de subir al hombre y la Alteza Divina. Y a se lee,
Dios; todavía seria excesiva recompensa a los ser- que el rey san Luis y san Eduardo, se humilla-
vicios del hombre. Mas que estando la natura- ron y abatieron hasta s e r v i r y abrazar á los men-
leza h u m a n a depravada y corrompida, abomina- digos y leprosos; pero no se hallará rey ningu-
ble v llena de manchas de pecados, se movie- no, que haya colocado un leproso en su trono
se Dios á tanta compasion de ella. ¡Que Dios real, ni puesto en la cabeza á un mendigo su dia-
t á n t o se humillase por hacer bien al hombre re- dema. E s t e extremo de piadosísimo amor fué sin-
belde y traidor, al mismo tiempo en que el hom- gular en Dios, que al hombre caido en tantas
b r e proseguia á ultrajarle mas con injurias y ofen- miserias, y lleno de la lepra de tantas culpas,
sas' ¡Esto sí que traspasa todos los términos de le levantó al trono de su Magestad, y á la co-
a m o r ! E s t a es caridad propisiina de Dios, que rona de su gloria, como dice el Profeta: Susci-
á t a n t a costa suya quiso hacer tanto bien, á quien tat de pulvere egenum, et de stercore erigit pau-
contra él hacia tanto mal. Ahora, si Dios nos perem, ut sedeat cum Principibus, et solium gloria«
ha a m a d o y favorecido tanto, siendo sus enemi- teneat. (1. KEU. 2.) Ni solamente le elevó á la
gos y malhechores; ¿cómo, y por qué no amare- dignidad de los principes de su reino, igual á los
f n o s nosotros á Dios, tan amante y bienhechor querubines y serafines, sino hasta sobreponer la
nuestro? ¿Qué mayor impiedad, que tener osadía naturaleza humana á la angélica, deificándola con
p a r a alejarse de Dios por el pecado, cuando Dios la unión hipostática, y entrándola en la divina glo-
tiene afecto y corazon para unirse con el hom- ria sobre todas las gerarquias celestiales. De aquí,
b r e con tal estrechéz de cariño? Confundase una ¿quién podrá jamás concebir qué honra incompa-
vez el hombre de verse tan favorecido y bene- rable resulta al linage humano, y con cuanta ra-
ficiado de su Señor, y haber vivido hasta aho- zón puede decirse, que los hombres han emparen-
ra tan desconocido: procure en adelante serian- tado con Dios en un modo singular, como hijos
to de Dios, que ya no sea de criatura alguna, del Altísimo y hermanos de Jesucristo? Reconoz-
ni aun de sí mismo. Diga resueltamente con J . can, pues, los hombres la dignidad de su natu-
Agustín: Concédeme, Señor y Dios mío, q u e d e raleza, y la obligación grande en que están de
tal m a n e r a yo me transforme en ti, que no me a m a r á Dios.
quede mas corazon, que para amarte; ni mas es- Cuando Atenaide, pobre y abandonada donce-
piritu que para servirte. Muera en mi todo amor lla, se vió elevada del emperador Teodosio al
propio, todo afecto á las criaturas; de suerte, que desposorio y corona imperial, se dijo á sí misma:
no hava en mí mas amor, que corresponder aman- Concipe amorern debitum Imperatori, et mores dig-
d o á" quien con tanta ternura me ha amado. nos imperio. Así debe aprander el cristiano á amar
Pero si parece grande el Amor Divino en aba- á su Dios, y respetarse á sí mismo. Avergüén-
tirse á la naturaleza humana, parecera sin duda cese ya de cometer acción indigna de su espi-
188 . i!
ritual nacimiento, y de m a n c h a r el explendo? de ver humilde y sufrido; y ¿qué' humildad escogió?
su sangre con vileza de culpa: Agnosce ¡ó chns- U n establo por palacio, un pesebre por cuna, he,
tiane! dignitatem tuam, (amonesta gravemente S. no por cama, unos vjles animales por cortesanos.
León) (SBRM. 1. DE NAT.) et dimnae consors Jac- Quién no se siente enternecer al oír aquéllas
tas naturae noli in veterem vilitatem degenen con- palabras del Evangelio: In propria venit, et sui
versatione redire. Tales son los prodigios, éstas las eurn non receperunt? Vino á su propia casa, y los
finezas del Divino Amor en la Encarnación: Mis- suyos no le recibieron; y así se vió obligado á
terio, que obliga tanto al hombre á correspondencia mendigar el alvergue de las bestias, cuando se
de alecto, que S . Agustín, apareciéndose á santa Ma- le negaban descorteses los hombres. ¡O qué pro-
ría Magdalena de Pazis, p a r a encenderla toda en digio de abatimiento! S e admira como un exce-
ardentísimas llamas de amor á Dios, no quiso ha- so de humildad el que ejecutó san Alejo, joven
cer otra cosa, ni valerse d e otro medio, que es- nobilísimo, que se vino desconocido á SU propia
cribirle con letras de oro sobre el corazon es- casa á pedir a sus padres un rincón pobre don-
tas palabras: Verbum caro factum est, juzgando de recogerse, y en un aposentillo mal acomoda-
que esto solo bastaba para que se abrasase to- do de su palacio recibió p o r tantos años un po-
co de pan que le daban de limosna sus criados.
da en amor divino.
Si esta poeza, hecha de un hombre por amor de
Dios, fué de tan grande asombro; ¿qué será una
§. II. tánto mayor, ejecutada por Dios por amor del
hombre? ¡O qué pasmo, que entre Dios en el
ADMIRABLE NACIMIENTO DE CRISTO. mundo su casa, y no halle otro lugar, que un
vilísimo establo, y le sea necesario recurrir á la
N o menos está lleno de prodigios de caridad piedad de unos brutos, que le templen con su
el nacimiento del Salvador, en que su primera aliento el rigor del frió, en lugar de los serafi-
venida al mundo lo ostenta piísimo amante de los nes, que le encienden COD amorosas llamas el
Trono!
hombres. Bien podia él venir con comodidades y
fausto ostentoso, en el medio dia solemnísimo, es-
O t r a propiedad del amor es padecer con gus-
coger un palacio magnífico, ser reclinado en una to. Por eso el amor de Jesús no quiso aguar-
preciosísima cuna, recostar sus tiernos miembros d a r á hacer pruebas de su fineza allá á lo úl-
sobre delicadísimos lienzos y sedas, y con esto timo de la vida, muriendo en una cruz, anega-
habria dado clarísimos argumentos de su amor; do en un m a r de tormentos; quiso desdi el pnn-
porque todas las cosas, por grandes que parez- cipio dar muestra, naciendo entre mil asperezas
can. son muv i n f e r i o r e s á l a Magestad de un Dios en el pesebre. Así, para padecer mas desde su
humanado. Mas no quedaba satisfecho el mimito primera entrada, escogió el invierno, estación la
amor de Jesús, si no llegaba á los últimos ex- d a s inrórre':» <?*»; año: y d r ' .*•>> y j*rh
cesos. Sabia, que un grande amor s u c e darse a
188 . i!
ritual nacimiento, y de m a n c h a r el esplendor de ver humilde y sufrido; y ¿qué' humildad escogió?
su sangre con vileza de culpa: Agnosce ¡ó chns- U n establo por palacio, un pesebre por cuna, he,
tiane! dignitatem tuam, (amonesta gravemente S. no por cama, unos viles animales por cortesanos.
León) (SBRM. 1. DE NAT.) et divinae consors Jac- Quién no se siente enternecer al oír aquéllas
tas naturae noli in velaran vilitatem degeneri con- palabras del Evangelio: In propria venit, et sui
versatione redire. Tales son los prodigios, éstas las eum non receperunt? Vino á su propia casa, y los
finezas del Divino Amor en la Encarnación: Mis- suyos no le recibieron; y así se vió obligado á
terio, que obliga tanto al hombre á correspondencia mendigar el alvergue de las bestias, cuando se
de alecto, que S . Agustín, apareciéndose á santa Ma- le negaban descorteses los hombres. ¡O qué pro-
ría Magdalena de Pazis, p a r a encenderla toda en digio de abatimiento! S e admira como un exce-
ardentísimas llamas de amor á Dios, no quiso ha- so de humildad el que ejecutó san Alejo, joven
cer otra cosa, ni valerse d e otro medio, que es- nobilísimo, que se vino desconocido á SU propia
cribirle con letras de oro sobre el corazon es- casa á pedir a sus padres un rincón pobre don-
tas palabras: Verbum caro factum est, juzgando de recogerse, y en un aposentillo mal acomoda-
que esto solo bastaba para que se abrasase to- do de su palacio recibió p o r tantos años un po-
co de pan que le daban de limosna sus criados.
da en amor divino.
Si esta poeza, hecha de un hombre por amor de
Dios, fué de tan grande asombro; ¿qué será una
§. II. tánto mayor, ejecutada por Dios por amor del
hombre? ¡O qué pasmo, que entre Dios en el
ADMIRABLE NACIMIENTO DE CRISTO. mundo su casa, y no halle otro lugar, que un
vilísimo establo, y le sea necesario recurrir á la
N o menos está lleno de prodigios de caridad piedad de unos brutos, que le templen con su
el nacimiento del Salvador, en que su primera aliento el rigor del frió, en lugar de los serafi-
venida al mundo lo ostenta piísimo amante de los nes, que le encienden COD amorosas llamas el
Trono!
hombres. Bien podia él venir con comodidades y
fausto ostentoso, en el medio dia solemnísimo, es-
O t r a propiedad del amor es padecer con gus-
coger un palacio magnífico, ser reclinado en una to. Por eso el amor de Jesús no quiso aguar-
preciosísima cuna, recostar sus tiernos miembros d a r á hacer pruebas de su fineza allá á lo úl-
sobre delicadísimos lienzos y sedas, y con esto timo de la vida, muriendo en una cruz, anega-
habría dado clarísimos argumentos de su amor; do en un m a r de tormentos; quiso desdi el pnn-
porque todas las cosas, por grandes que parez- cipio dar muestra, naciendo entre mil asperezas
can. son muv i n f e r i o r e s á l a Magestad de un Dios en el pesebre. Así, para padecer mas desde su
humanado. Mas no quedaba satisfecho el mimito primera entrada, escogió el invierno, estación la
amor de Jesús, si no llegaba á los últimos ex- d a s inrórre':» <?*»; año: y d e ' .-•<•» y j*rh
cesos. Sabia, que un grande amor s u c e darse a
no el mes mas riguroso; y del mes la hora mas Si huviese venido, á ley de Dios grande, con pom-
telada de lá media noche, cuando es mas sen- pa y magestad, como en otro tiempo sobre el
s i b l e \ aspereza del frió y del aire. Entonces el monte Sinai bajó á d a r la L e y de temor, nos
S Jesús salió del vientre puns.mo de su Ma- habría aterrado y espantado de nuevo; pero vie-
dre teniendo por primera cama la dura ne como pequeño Niño, humilde, manso, benig-
í e r r a en un portalillo descubierto á las mclemen- no, para desterrar de todos los corazones el te-
r i a s del cielo. ¡Cómo' temblarían sus tierrosimas mor, é introducirles la suavísima L e y de Amor;
c a r n e s ' ,Cómo sentiría las punzadas del heno! ¡Con y así, la primera y dulce palabra, que en el san-
o u é U a n t o pediría socorro á su punsima Madre,- to nacimiento anunciaron los ángeles á los hom-
Z t no podia darle otro alivio, ano estrechar e bres, fué: Nolitt timere: no queráis temer, ya pa-
f sus pechos, p a r a calentarle con el ardor de « só el tiempo del temor: no viene Dios como Dios
corazon, y alimentarle con pocas gotas de leche de las venganzas, como R e y de la Magestad, sen-
tado como en Trono sobre nubes de fuego, ar-
O Salvador uño! ¿ P o r q u é q u i s i s t e tan presto es- mada de rayos la diestra: viene como Dios de
i!onerte á las incomodidades de mño, pobre y aba- las Misericordias, Príncipe de la paz, sin a r m a s ,
Udo? . P o r qué, á lo menos, no templaste ed n- en un pesebre, envuelto en pobres pañales, a t a I
Lor del hielo en una noche tan destemplada? ¿Acá- das las manos con fajas, humilde y piadoso, pa-
so porque con la oposicion del toe*» ra atraer todos los afectos á amarlo. Séame lí-
encendiese mas el calor de tu c a n d a d ? Mas es- cito explicarlo con uu gracioso suceso.
te cato? no puede crecer, porque no me puedes Víspera de la fiesta de los santos reyes esta-
a m a r m a s que con amor infinito. ¿Que haras por ban jugando á los naipes cuatro grandes de Es-
m T i ó Jesús mío y Señor de mi alma! cuando paña en la corte del rey Felipe II. Sucedió, que
S k ' c u e r p e c H o crezca, y tengas mayores fuerzas les tocaron a tres de los jugadores los tres re-
yes de la baraja; y así. jnzgando cada uno que
tema buen punto, envidaron el resto; mas el cuar-
to, a quien tocó el rey de oros, (que llaman rey
de les corazones) ganó el juego, y se trajo á sí
los tres reyes, con todo el dinero. Este caso pa-
reció al predicador de la capilla real, disposición
mBr*U Memus, quod ^ u r quo^m- de la divma Providencia, y se sirvió de él pa-
temar. Habemtis, quod amemus V % ra el sermón de la Epifania, para probar que J e -
ño en el pesebre, es un motivo eficacísimo oe sús, verdadero Rey de los corazones y tesoros
amor' un L á n , que con dulcísimo atrae*v a - (como lo llama el Profeta: Deus cordis mei) tra-
rebata los corazones: Sic nüsci voluit, ffl» totot jo á que le adorasen los tres reyes Magos, v de-
email (dice san Pedro Crisólogo) ( S B K M . U F T ) be arrabatar á sí todos los corazones y todas las
Quiso así nacer, porque quiso ganar nuestro amor,
m u e z a s d e dos hombres. Torqne ¿quién no^.a, que esta sentado sobre los querubines, que vue-
f á un Dios, la sobre ias plumas de los vientos, que de tres
á hacer de « « * o r , a c o ^ de tanto dedos tiene pendiente la máquina del mundo, cu-
padecer? ¿Quien no ^ p r e c i a r a ^ 010 > U i ^ yo asiento es el cielo, cuyo escabél real p a r a los
nuezas por ofrecerse a aquel J^ios que cicjan pies es la tierra, (como hablan los Profetas) ver-
rs fe
,» r a r a enriquece)nos y 1 e n a r m - s (C ¡g g i a c j f
le despues venir á tan extremada pobreza y aba¿
limiento, que se vea obligado á nacer en una vi-
Sí | I S p i n , rinden,e A « e s , , o amor xen- lísima choza! ¿Que persona miserable llegó j a m á s
rife d e la ¿úlce viójencia de > , e « . ? á tal e x t r e m o de pobreza, que por falta de me-
» n f á w W r M x o , de vuestro cel¡c:?dMW> C u t í - jor acogida, se entrase en un establo y pusiese
é n f r e brutos su hijo reciennacido? ¿Quién juntó
™ i H r & p m . f e * tod> >»> a t o a , }• Nuestra dos extremos tan distantes entre sí, como son Dios
y pesebre? ¿Yacer entre bestias y reinar sobre
los serafines? ¿Cómo no sale f u e r a d e sí el co-
S » dehñjidcz y u n q u e de
razon humano, considerando estos dos términos
tan contrarios, Dios tendido en poca paja, Dios
temblando de frió, Dios necesitando hasta del
aliento de unos brutos?
El deseo de comunicarnos su felicidad lia obra-
do tales prodigios, y conseguido que tome en sí
nuestras miserias. Finalmente, Habetnua, quod imi-
¿„.'„O c!e admmc.on, < m » un D.us I o d o temur. T e n e m o s mucho que imitar; porque (co-
K f „ ¿ febo KSiu! t i .<V». « n menso, y no mo dice san L e ó n ) Nativitus Christi mors est vi-
cabe f n te términos cíe todo e l mundo, estar es- tiorum, vita virtutum; el nacimiento d e Cristo es
írátado en u n a , . . , u í , a c.iñ¡», atado con pob.es muerte de los vicios, vida d e las virtudes. Este
" an estas fajís! E? el c e l o « divino Maestro y celestial Médico, conociendo bien,
es O f e l i a s , .»peta
que los males del hombre eran los apetitos des-
ordenados d e las riquezas, d e la honra y d e los
deleites, vino á aplicar los remedios contrarios, pa-,
ra dar salud al e n f e r m o .
A la soberbia contrapuso el abatimiento; á la
avaricia, la pobreza d e espíritu;- á los deleites d e
' ° d
t 5 „ f "oía A d m i r a b l e ( - l a m a cc^i el V los sentidos, la aspereza d e la vida. Y p s r q u e
P Fv ¿
luis de G r a n a d a ) q u e m i r a r a a q u e l sabia, que los ejemplos son m a s eficaces que los
i ^ i S u Calían : , s ; e s t r c i n , s d é l a m a r , , " - consejos* y ias obras p e r s u a d e n mejor que las pa-
V2
labras, desde su primera entrada en el mundo,
duras, alhagos, estando el Criador en un pese-
al instante empezó á obrar y enseñar: Coepit Je-
bre padeciendo durezas, molestias é incomodida-
sús facere. et docere.
des? Avergüencese una vez el hombre de que-
Bebió él primero la medicina para atrahernos
rer estar mejor tratado que su Dios.
á bebería á nosotros. El P. F r . Luis de Gra-
. No pretendió tanto aun la soberbia de Luci-
nada, refiere una amorosa fineza que ejecutó el
fer; él se contentaba con ser igual ó semejan-
rey D. Juan II. de Portugal, con un criado su-
te, y con todo eso, fué tan severamente casti-
yo, enfermo. Y fué, que bajando este piísimo rey
gado- Pero nosotros tenemos esta buena suerte,
a tu estancia, y viendo que Tehusaba tomar no
que la semejanza de nuestro Dios nos será fácil
sé que medicina, tomando el vaso, bebió un po-
y saludable; porque para conseguirla no es me-
co, diciendo: ¿No haréis vos en gracia y por dar
nester subir á lo alto, sino bajar á lo ínfimo. Luz-
gusto á vuestro rey, lo que yo hago por amor
bel, cuando afectó ser semejante á Dios, dijo: I n
de mi criado? Esta real acción movió al instan-
Coelura conscedam: Ascendam super altitudinem
te ai enfermo á beberse la purga, endulzada ya
nubium: Similis ero Altissimo. Subiré al cielo, l e -
con los labios del rey. ¿Y no podrá el ejemplo
vántaseme sobre la altura de las nubes, y seré
del soberano Monarca, mover á sus siervos á abra-
igual ai Altísimo. Mas ya nosotros, para hacer-
zar sus virtudes? -¿Buscaremos nosotros honras, co-
nos semejantes á Dios, no hemos menester ele-
modidades y placeres, viendo que nuestro Rey ya-
varnos sobre las alturas de las nubes del cielo,
ce en humildad, en incomodidades, en trabajos,
sino abatirnos á la tierra, arrojarnos á los pies-
por alentarnos a que le sigamos? ¡Oh, cómo di-
de todos; porque Dios, exinanioit semetipsum for-
ce bien san Bernardo en el primer sermón de
mam. servi accipiens, pobre, paciente y humilde,
)a Natividad! ¿Qué causa, ó qué necesidad habia,
se dejó ver, y se presentó á nuestros ojos; po-
para que el Señor de la gloria se humillase y pa-
breza, mortificación y humildad, se pide para imi-
deciese, sino á fin de que hagamos nosotros lo
tarle y adquirir su semejanza.
que él hizo? Ya grita con el ejemplo lo <jue des-
Y ¿con qué remedio se pudo jamás curar la
pues predicará con la palabra: Discite á me, quia
soberbia del hombre, si con la humildad del Hi-
mitis sum, et humilis corde. Y prácticamente nos
jo de Dios 110 sana y se abate? ¿Con qué se
enseña á conformarnos en el espíritu con ur. ejeni*
pudo curar la avaricia, si con la pobreza de) pe-
piar tan perfecto. Porque, ¿que cosa puede ha-
sebre no se modera? ¿Quién será tan atrevido,
ber mas irracional, mas odiosa y mas digna de
que no quiera poner freno á. sus apetitos..y con-
castigo, que ver al Dios del cielo hecho Ni-
cupiscencias, mirando á su Dios, que desde la
ño. y querer hacerse grande sobre la tierra? In-
cuna, y las fajas de Niño aflige con tantas as-
tolerable desvergüenza es, que donde la Mages-
perezas sus delicadísimos miembros? Ya la pobre-
tad se humilló, quiera hincharse y ensoberbecer-
za ha venido á ser rica, amables las incomodi-
se un gusano; que busque la criatura delicias, blan-
dades v; mortificaciones. Aquella pobrisima gruta
de Belen "quedó, t a n preciosa por el nacimiento p i rituales de san Ignacio de Eoyola, y hombre
del Salvador, y tuvo tan eficaz atractivo, que las insigne en santidad y doctrina, daba en VaÜa-,
Paulas, las Eustoquias, princesas Romanas, (como doiíd, entonces corte del rey de España, los Ejer-
afirma san Gerónimo) dejaron á Roma por Be- cicios Espirituales á algunos grandes de España,
ién. y trocaron los dorados palacios por una ca- con aquella mejora de vida y mudanza de cos-
silla de tierra; pospusieron las púrpuras y los tro- tumbres, que suelen causar; cuando un caballe-
ro de los mas acomodados de aquella corte, muy
nos á las fajas y cuna de Cristo, y besaron aque-
rico, muy delicado y criado en delicias, fué á bus-
lla tierra con lágrimas de consuelo, diciendo: Dios
car al padre Fabro. y pedirle qne le diese ins-
te salve, Belén, palacio del Rey del cielo: cho-
trucciones de espíritu, y ejercicios que meditar.
za feliz, bañada con sus lágrimas: afortunadas pe-
Mas Fabro, mirando bien el buen color del su-
ñas, que oíste sus primeros sollozos y llantos. ¿Cuán- geto, y reconociendo que esperaba algún nuevo
tos despues, por imitur al divino Infante, despre- secreto para darse del todo al espíritu, pero sin
ciaron las grandezas del inundo, y de ricos se dejar el regalado tratamiento de su cuerpo; juz-
hicieron pobres; y de poderosos y estimados, qui- gó, que seria lo mismo dar entonces meditacio-
sieron ser humildes y abatidos? De suerte, que nes á aquel hombre, que dar medicinas á un en-
todos sus placeres y honras, eran humillarse y fermo en el rigor del crecimiento de su calen?
afligirse por su amor, y buscar en la objecion tura; y así, no quiso proponerle otra cosa que
la gloria y el gusto en las mortificaciones é in- considerase, sino solamente estos pocos puntos, sa-
comodidades. ¿ H e de ser, pues, yo un monstruo cados de la contraposición entre él y el Salva-
de ingratitud, q u e no me rinda á tantos bene- dor: ..Cristo pobre, y yo rico: Cristo ayunó, y
ficios? ¿Yo solo he de ser tan desamorado, que „yo bien alimentado: Cristo desnudo, y yo rica-
no me deje mover, ni enternecer de tanta bon- m e n t e vestido: Cristo en trabajos padeciendo, y
dad y tanto amor? „yo en delicias gozando." Dicho esto, y exhor?
tandole á que con el pensamiento, ó con la len-
gua repitiese muchas veces estas palabras, ealló.
§. III. El caballero, prometiendo hacerlo, con un senci-
llo despedimento se fué, llevando poco concep-
to de Fabro, pareciendole que no le habia en-
EJEMPLO.
señado nada, y que á él. sin haber estudiado co-
sas de espíritu, le sugería su pensamiento cosas
É n ía lección antecedente vimos un caballero semejantes ó mejores. Mas por cumplir su pala-
áe la corte de Francia, reducido á militar de- bra, andaba tal vez repitiendo vocalmente aque-
dajo de ías vanderas del R e y del cielo; ahora llas palabras; pero aun mas como por burla, que
veremos otro en la corte de España, rendido á por aprovecharse de ellas.
seguir deberás el ejemplo de Jesucristo. El pa-
dre Pedro F a b r o , primogénito entre los hijos cs-
\
H a s t a que un día, hallándose en un esple.idi- q ierer usar vestidos ricos y ostentosos, dormir en
gimo convite, con muchos camaradas; entre los delicadas y blandas plumas, cuando mi Dios p»
platos y bebidas, cuantas podía apetecer el gus- vé cubierto de unas pobres y viles ropas, y n»
to, se le vino oportunamente á la memoria aquel tiene donde reclinar la cabeza? ¿Qué ignominia,
punto: Cristo ayunó, y yo resaladamente alimen- que el criado regale con saínetes y delicias su
tado; y en esta ocasión, á ía verdad, lo repitió, cuerpo, cuando su Señor maltrata el suyo con
n o por burlarse de Fabro, sino por llorarse a sí ayunos y asperezas? ¿Tendría atrevimiento para
mismo; porque penetró bien el sentido y la fuer- ostentarme altivo en la corte con fausto y des-
zá de aquellas palabras con un claro conocimien- vanecimiento, cuando el R e y estuviese humillado
t o y viva compasion de Cristo, cuya hambre é en trage y vestido de penitencia? ¿Y podré lla-
incomodidades no cesaba de comparar con su har- marme cristiano, siendo mis malas costumbres tan
tura y regalos. Allí, labrándole como á torno la contrarias á la vida de Cristo? Preciso es, ó re-
divina gracia, compuso vivamente la disonancia y nunciar la fé que profeao, ó mudar la vida que
deformidad de aquellos dos extremos tan contra- baso. •
rios. Y mirando como que él era un término, y Con estos sentimientos en el corazon, y .agn-
Cristo otro, decia dentro de sí: „Yo, gusano de mas en los ojos, volvió á buscar á Fabro, y to-
„la tierra, harto; y Cristo, Rey del cielo, ham- do lleno de humildad en su semblante y porte,
b r i e n t o ? Yo, cargado de pecados, en delicias; y le dijo: Padre, vuestras pocas palabras fueron otras
„Cristo, inmaculada inocencia, en incomodidades/ tantas saetas, que me han atravesado el corazon.
„¿Qué indignidad es esta?" Bastantemente he conocido la disforme oposicion
Aquí f u é sorprendido de tanta luz del cielo, de mi vida á la vida del Salvador. D103 me ha
hablado al corazon, y me dice, que mi salvación
v de tan grande conrnocion de afectos, que em-
consiste: Non in comessationibus, et ebrietatibus,
pezó á suspirar, gemir y llorar copiosamente, de
non in cubilibus. el impudiátiis; sed induimini Do
suerte que le precisó quitarse de los ojos de los
minum Jesum-Christum. N o es buen camino el
convidados, y retirarse solo aparte para poder sol-
regalo, los convites, la embriaguéz: no los delei-
t á r la rienda al llanto; y por hartarse del pan tes impuros de los sentidos, sino solo el vestir-
de las lágrimas, y beber el vino de la compun- se d e ' l a librea de Jesucristo. Vevsme aquí re-
ción, mucho mas "dulce ya para su corazón, que suelto á seguir en adelante las pisadas de Cristo.
los que había gustado en el suntuoso convite, Allí
de nuevo, puesto de rodillas, fijando mas y mas A estas palabras, acompañadas de tiernas y fer-
el pensamiento en aquella contraposición de sí con vientes lágrimas, lloró también, lleno de con6ola-
Cristo comparaba la excelencia del Señor con su cion Fabro, y le abrazó con gran ternura de amor.
vileza, los méritos del Salvador con sus pecados, Despues discretamente le avisó, que si deverus de-
y sacaba de ahí argumentos de suma confusion seaba conformarse con las virtudes del Salvador,
debia entablar una vida contraria á la pasada,
p a r a sí. ¿Qué deshonra é indignidad es la mia,
v huir de aquellos deleites, que antes tanto bus-
L E C C I O N X.
caba, y buscar aquellas mortificaciones y peniten-
cias, ' de que tanto huía, Dióle juntamente aquel
recuerdo, que dio san Remigio al rey Clcdovéo, Tir. LA VIDA y DOCTRINA DE JESUCRISTO.
cuando se convirtió á la fé'de Jesucristo: Ado-
ra, qvod incendisti: incende, quod adorasti. (BAKOS,.
© ! , , cuantas obligaciones tenemos al Salvador
AUNO. 490.) Seño-, si quereis gozar los frutos de
del mundo, que diciendo: Ego sum ma: Yo soy
una buena conversión, es preciso que adoréis lo
el camino, nos libró de todas dudas y fatigas de
q u e encendisteis y abrasasteis; esto es, la cruz:
buscar la í-enda verdadera, para dirigirnos y lle-
y que quemeis lo que adorasteis; esto es, los ído-
gar con toda felicidad y seguridad al término,
los.
que es gozar de Dios! Filias Dei (dice S. Agus-
Finalmente, entrándole en los Ejercicios Espi-
tín) (SERM. 55. DE v. D.) ossumendo hominem,
rituales, le encaminó por la via del espíritu, y le
factvs ést via. Ambula per hominem et pervenies
dió á mediíar aquellas solidísimas verdades de la
ad JDtutn. Si el Verbo divino hubiera bajado á
fe, que bien entendidas y rumiadas tienen admi-
Ja tierra solamente para descubrirnos con su ce-
rable eficacia para purgar y limpiar el alma de
lestial Boca los misterios de la fé, y revelarnos
los afectos viciosos, y disponerla á las virtudes
a viva voz. de un lado los Caminos de las vir-
perfectas. Así se vió en este felicísimo caballe-
tudes. que guian al cielo, de otro lado los pre-
ro, que se dió todo al estudio de la imitación
cipicios dei pecado, que llevan al infierno, hubie-
de la vida ejemplar de Jesucristo.
ra bastantemente cumplido con el encargo de per-
Léase el cap. 23. del lib. 3. de Tomás de Kem- iéctisimo Maestro, pero quizá no con el oficio de
pis, que es: De la abnegación de sí mismo, y amantisimo Salvador: porque la menor parte de
renunciación de todo apetito. !n enseñanza, que Cristo nos dió, fué el predi-
car y decir, respecto de la otra, que fué el ha-
cer y obrar.
Siempre que convidaba á cualquier difícil em-
presa, no decia á sus discípulos: oid, haced; pe-
ro sí, yo os he dado ejemplo, para que vosotros
hagais lo que yo he hecho: Exemplum dhdit vo-
bis. ut quemadmodum ego feci, ita, et vos facia-
tis. Aprended de las obras de mi Mano, aun mas
que de las palabras de mi Boca. Si les exhor-
ta á beber un cáliz algo amargo, potestis biberc
Caliéem; al punto añade, que él quiere ser ei
v huir de aquellos deleites, que antes tanto bus-
L E C C I O N X.
caba, y buscar aquellas mortificaciones y peniten-
cias, ' de que tanto huía, Dióle juntamente aquel
recuerdo, que dio san Remigio al rey Clodovéo, Tir. LA VIDA y DOCTRINA DE .TESÜC&ISTO.
cuando se convirtió á la fé'de Jesucristo: Ado-
ra, qvod incendisti: incende, quod adorasti. (BAKOS,.
© ! , , cuantas obligaciones tenemos al Salvador
ANJÍO. 490.) Seño-, si quereis gozar los frutos de
del mundo, que diciendo: Ego sum via: Yo soy
una buena conversión, es preciso que adoréis lo
el camino, nos libró de todas dudas y fatigas de
q u e encendisteis y abrasasteis; esto es, la cruz:
buscar la senda verdadera, para dirigirnos y lle-
y que quemeis lo que adorasteis; esto es, los ído-
gar con toda felicidad y seguridad al término,
los.
que es gozar de Dios! Filius Dei (dice S. Agus-
Finalmente, entrándole en los Ejercicios Espi-
tín) (SERM. 55. DE v. D.) assumendo hominem,
rituales, le encaminó por la via del espíritu, y le
factvs e'st via. Ambula per hominem etpervenics
dio á mediíar aquellas solidísimas verdades de la
ad JDtutn. Si el Verbo divino hubiera bajado á
fe, que bien entendidas y rumiadas tienen admi-
Ja tierra solamente para descubrirnos con su ce-
rable eficacia para purgar y limpiar el alma de
lestial Boca los misterios de la fé, y revelarnos
los afectos viciosos, y disponerla á las virtudes
a viva voz. de un lado los Caminos de las vir-
perfectas. Así se vió en este felicísimo caballe-
tudes. que guian al cielo, de otro lado los pre-
ro, que se dió todo al estudio de la imitación
cipicios dei pecado, que llevan a! infierno, hubie-
de la vida ejemplar de Jesucristo.
ra bastantemente cumplido con el encargo de per-
Léase el cap. 23. del lib. 3. de Tomás de Kem- iéctisimo Maestro, pero quizá no con el oficio de
pis, que es: De la abnegación de sí mismo, y amantisimo Salvador: porque la menor parte de
renunciación de todo apetito. 1.1 enseñanza, que Cristo nos dió, fué el predi-
car y decir, respecto de la otra, que fué el ha-
cer y obrar.
Siempre que convidaba á cualquier difícil em-
presa, no decia á sus discípulos: oid, haced; pe-
ro sí, yo os he dado ejemplo, para que vosotros
iiagais lo que yo he hecho: Exemplum dhdit vo-
bis. ut quemadmodum ego feci, ita, et vos facía-
tis. Aprended de las obras de mi Mano, aun mas-
que de las palabras de mi Boca. Si les exhor-
ta á beber un cáliz algo amargo, potestis bíberc
Caliéem; ai punto añade, que él quiere ser ei
primero á ponerlo en sus Labios: Quern ego ha- Virgen, v sin pecado original. Ni le detuvo el
biturus sum. E n suma, hacia puntualmente como dolor de la herida, que debía sentir en su de-
el aguila, que queriendo amaestrar á sus tímidos licadísima carne, ni la mengua de su reputación,
polluelos á volar, descoge ella primero las alas, viniendo á recibir la marca y el hierro de pe-
y dá uno y otro vuelo al rededor del nido: Sicut cador. siendo el Candor de la eterna luz, y Fuen-
Aquila provocans ad vólandum pullos suos, et su.- te original de la santidad. Pero le apremiaba el
per eos volituns, expind.it alas suas. ( D E U T . 3 2 . ) ardor de la caridad, impaciente de esperar á re-
Ni solo somos convidados por Jesucristo á esta dimirnos ron su Sangre en la cruz, ancioso de
imitación, sino también estamos obligados por ei anticiparnos á nosotros con sus heridas la salud,
E t e r n o Padre, que ha decretado infaliblemente, v á sí el g'orioso nombre de Salvador. ¿Y qué
que los escogidos sean conformes á su imagen:. d'uémos de su cbediencia, que puso espanto al
Praedestinaoit conformes fteri bwiginh Filü sui;. cielo y á la tierra? Los sagrados Evangelistas no
y esto só pena de ser reprobados y excluidos- r o s dicen otra copa de la vida del Redentor, des-
de 1 cielo. de el año doce, hasta los treinta, sino estas tres
Haciendo refíeccion sobre este punto san Ig- misteriosas palabras, que han dado tanto que pen-
nacio, procuró siempre con gran cuidado copiar sar v discurrir á las almas contemplativas, y á
en sí mismo la vida de Jesucristo, de suerte, que los sagrados Doctores: Eral Svlditus illis. Esta-
decia: Si me propusiesen dos caminos, que igual • l a Jesús sujeto á la Virgen Mari a su Madre,
mente me llevasen al cielo, uno de delicias y hon- y á su Padre putativo José. ¿Qué entendimien-
ras, otro de ignominias y mortificaciones, antes es- to podiá jamás cbmprehender, quién es aquel que
cogería yo este del padecer, por seguir mejor las i bedece, y quién sen los que mandan y son obe-
pisadas del Salvador Jesús. Y cuando quería ani- decidos? ¿El Argel del gran consejo, la eterna
mar á alguno á obrar bien, n o sabia traerle otro Sabiduría, la Omnipotencia infinita, la Providen-
argumento mas fuerte, que decirle: Así obro Cris- cia sobeiana, está pendiente de la voz, de una
to, así padeció Cristo, así honramos é imitamos seña, ó guiñada de una pobre doncella, y de los
á Cristo. Y ciertamente salió tan felizmente pa- mandatos de un humilde carpintero? ¿Y en qué
recida la copia al divino original, que era dich > se muestra esa humilde sujeción? En ayudarle con
común, que ver á Ignacio, era lo mismo que leer el sudor de su rostro á ganar el pan, que ha
el libro de Tomás de" Kempis, de imtationi Chris- de comer, en ejercitar viles ministerios en una
ti. oficina, ya recogiendo las hastillas, yr. haciendo
Ahora, pues, veamos en la niñez de Jesús la otros pequeños empleos, que le mandaba su pa-
observanciá de la divina Ley, y la obediencia a dre. ya cortando, ya acrpil'ando. ¿Y á qué fin
sus Padres. Apenas nacido, ante todas eosas qui- habita lan de espacio en la pequeña casa de Na-
so cumplir la d u r a Ley de la Circuncisión, á que •/areth, el que habia bajado del cielo para en-
uo estaba sujeto, por ser concebido de Madre s e í a r al n urdo? Sin duda p a í s abrir una uue-
va escuela, en que el divino Maestro leyese j a s lo, y enriquecerse con sus preciosísimas virtudes.
primeras lecciones de la celestial Sabiduría, é ins- ¿Y quién se atreverá ya á tener por viles las
truyese en la ciencia de los santos á todos los acciones humildes, por abatida la obediencia, y
que entrasen con el pensamiento á ver la obe- por despreciable la pobrc-a, viéndolas tan enno-
diencia, pobreza y abatimiento oe! H I J O de Dios. blecidas por la Sabiduría encarnada, y tenidas en
Es*a tan despreciada y tan larga parte de la tanta estimación y amor? Cuando no tuviesen otro
vida del Salvador, que fueron los diez y ocho valor, ni otro premio, han llegado á ser glorio-
años que vivió oculto y desconocido en Nazareth, sas y divinas por s<. lo este título de haberlas ejer-
pareció á los santos Doctores estar llena de mis- citado el Señor de la gloria, de haber vivido en
terios, abundante de maravillas, y fecunda de to- una pobre casilla el Monarca del mundo, de ha-
da perfección. Las otras obras que sabemos de berse humillado á la esfera de siervo de un po-
C r i í o , de los primeros dias, y de los últimos años bre oficial, el Unigénito del Eterno Padre.
de «u vida, el Nacimiento en Belen, la huida a Este ejemplo del R e y del cielo ha persuadido
Egipto, el ayuno de cuarenta días en el Desier- á los Emperadores y reyes de la tierra, los Teo-
to la humildad del bautismo en el Jordán, sus dosíos, los Lotarius, L o s Carlo-Magnos, á trocar
divinas palabras, los estupendos milagros, los in- los palacios reaies por unas estrechas celdillas, la
numerables beneficios repartidos por toda la 1 a- púrpura imperial en una basta túnica; y cambiar
lestina; y finalmente, la dolorosa é injuriosa pa- el gobernar con el cetro, en tejer con sus m a -
sión en Jerusalén. fueron, (como dice san Geró- nos esteras; y el gobierno de los pueblos en apa-
nimo) un continuo esparcir vanas y preciosas per- centar una manada de ovejas: Et de contemptu
las, ya de una, ya de otra hermosa y lucidísi- gloriae gloriosius sublimari, et sublimius gloriari.
ma virtud. Pero que la Luz del mundo (que asi (como dice san Bernardo) ( E P I S T . 1 1 3 . ) Este ejem-
se llamó Cristo: Ego sum Lux mundi) estuvie- plo movió á 'as emperatrices y reinas, las Cu-
se diez y ocho años escondido en tanta obscn- negundas, las Ineses y las Matildes, á dejar cuan-
ridad de rasa pobre, en tanta obediencia á un <o grande tenian en el mundo, por conseguir aquel
oficial, en tanta abjecion de un vil empleo, sin poco ó nada, que miraban en Cristo; á tener por
d a r muestra alguna de lo que era, lo que po- gloria el remendar sus andrajos; el hilar; á ha-
llar mayor gusto en la voluntaria falta de todos
dia y lo que sabia; este es sin duda aquel te-
los bienes terrenos, que en la abundancia que an-
poro escondido en el campo, de que habla el
tes gozaban; y así respondían á quien las zahe-
Evangelio: Quem qui invcvit tomo, Vrot goudm
ría, como á almas viles: (como dice el mismo
Ulitis 'vadit, et vendit universa, qvae hahe.t ti tmt
santo.) Mi reino no es de este mundo; mi glo-
cgrum ittum. Dichoso el que srbe con atenta con- rio está escondida con Cristo: Regnum meurn no»
sideración hallar este tesoro, escondido en su hu- est de hoc mundo; gloria meae abscondita est cum
mildad. Pero mucho mas dichoso el que con el Gkrislo.
desprecio de las riquezas terrenas sabe cotnprar-
Despues de la dilatada vivienda en tan escon- los reinos del mundo, si de rodillas le adoraba:
dido porte, salió Jesús á la campaña á comba- Haec omnia tibí dabo, si cadens adoraveris me.
tir con el enemigo, y hacer prueba de sus di- Pero fueron vanos todos tres asaltos; porque el
vinas virtudes. Los primeros pasos fueron al Jor- Salvador con solas tres palabras de la sagrada
dán, para recibir de su Precursor Juan el b a u - Escritura, como con armas fortisimas, le rebatió,
venció y triunfé. Aquí los ángeles, que atendían
tismo, poniéndose enmedio de los pecadores, y em-
con pasmo á la valiente pelea, al punto se acer-
pezar sus gloriosísimas empresas por un actu he-
caron á celebrar la victoria, cantarle la gloria, y
roico de humildad. Pero cuanto mas el se aba-
ofrecer, como nobles criados, celestial refresco al
te con mostrarse pecador, necesitado del Bautis-
ilustre Vencedor.
mo; tanto mas el E t e r n o Padre le ensalza des-
de el cielo con aquellas magnificas alabanzas: Hic Ahora: bajo del estandarte de tan valeroso Ca-
est Filius meus dilectas, in quo mihi bené com- pitan, ¿quien no concebirá espíritus generosos?
vlacui. De aqui se retira al desierto, guiado del ¿Quién perderá el ánimo en las tentaciones, vien-
Espíritu Santo, donde c o n admirable providencia, do tentado á su Rey, que quitó las armas de la
por abatir y vencer al demonio, toma las armas mano al príncipe de las tinieblas, y puso en ca-
contrarias á aquellas con que él había vencido denas al tirano del mundo? De suerte, que que-
dó tan aterrado y envilecido, que unas santas y
y derribado al primer hombre: Ut diabolus, tn
delicadas doncellas tuvieron despues aliento para
ano vicerat vinceretur. Con la destemplanza de
arrojarle con puntapiés, escupirle en la cara, atar-
la gula habia quedado herido y desbaratado Adán,
le como bruto con cabestros, y ponerle en el yu-
por la infernal serpiente, en el paraíso terrestre;
go, como buey de arado.
y con el ayuno el nuevo Adán recobra la ba-
talla, v pone en desconcierto y fuga al demonio Santa Juliana virgen, de poca edad, ató con
en el" campo del desierto. Ni dejó el cruel ene- una cadena al demonto, (RIBADEJJ. J6. FEB.) que
migo de usar todas las artes, violencias y enga- venia á tentarla; y así atado, le llevaba consigo
por las calles públicas, para que hiciesen burla
n de él los pueblos, y con sola una mirada le ha-
° L a primera tentación fué de gula, persuadién-
cia temblar, como si fuera un vil y cobarde co-
dole convertir las piedras en pan, porque no con- nejo. Bramaba el infernal monstruo y decía: ¡O
tinuase el ayuno: Si Filius Dei es, dic, ut lapi- mi poder perdido! ¿Soy y o aquel principal minis-
des isti panes Jiant. tro de Lucifer, que en otro tiempo, con enga-
L a segunda fué de vanagloria, porque llevan- ños y violencias, vencí y abatí á los Nabucos,
dolé sobre el pináculo del templo de Jerusalen, los Salomones y los Ilerodes; y ahora me veo
procuró inducirle, que se arrojase abajo: Mitte te hecho el desprecio y burla d e los cristianos y de
deorsum, para que la gente, viéndolo volar por el -una rapaza?
aire, le aplaudiese, como obrador de milagro^ Es verdad,, que no. por. eso dejará de asaltar-
La tercera fué de avaricia, ofreciendole todo*
tinuamente sido pies al cojo, manos al manco, ojos
ños con todo género de tentaciones; pero sus asal- al cie^o, guia al descaminado, alimentador b\ ham¿
tos Terán nuestras victorias, con solo que noso- briento, padre á los huérfanos, vida á los muer-
tros tomemos valerosamente las armas para pe- tos Si se mira su paciencia, ¿cuántas injurias pa-
lear, y miremos bien quién esta a nuestro lado deció de aquel ingrato pueblo? ¿Cuántas calum-
por padrino de la batalla, y quien va p o r d e - nias de los soberbios y viciosos tanseos?
lante de nosotros por espitan de la victoria Fué notado como impío, porque atrama los pue-
Basta que el cristiano haga refleccion, que C m , blos á Dios; maldecido corno sedicioso, porque tra-
to en el tiempo de las tentaciones, esta con el, taba y comia con los pecadores, para reducirlos
mirando su fidelidad y su valor, como av^a san á penitencia; oprimido de mil persecuciones, á cau-
Agustín: (M PSM-M. 32.) Hortatur CMus n sa de sus mismos beneficios y milagros, y asi con
pugnes; adjuvat, ut vincas; et ccrlantem mspectaL su ejemplo podia dar alientos generosos a los su-
et dejicientem mblevat, et vrncentew ^ Ima- yos perseguidos; Non eȒ servus major Domino suo;
g i n é i s , pues, que entonces estamo ecl os un 'si me persecuti surU, et vos persequentur. (JOAJÍ.
espectáculo á Dios, Á los angeles y a toda la cor 15) Si atendemos á su piedad, ¿cuántas veces
te celestial, que nos mira y atiende. Sucedenos entró en el sagrado templo para adorar á su E t e r -
o que al gran *an Antonio Abad, que después no Padre? ¿Cuántas noches gastaba en oraciones?
de haber paleado y vencido a los demomos vio Erat pernoctans in oratione Dei. Nunca entro en
entrar en su cueva al Rey de los angeles, y OTO empresa alguna, sin enviar primero de.ante hu-
que fe decia: Antonio, con,igo estaba yo en el mildes ruegos al cielo. No perficionó obra, sin que
combate, alegrándome de tus v.ctorias, y pi epa- diese las gracias y la gloria á Dios, no por ne-
z o t e preciosa, palmas: haré gloriosísimo tu nom- cesidad propia que tuviese, sino por instrucción
bre en el cielo, v sobre la tierra. de sus discípulos: Oravit Dominus, ut nos orare
doceret. Non ut pro se obsecret, sed ut pro me im-
Habiendo Jesús salido victorioso del d e s i e r ^
petret. (dice san Ambrosio) (ra LUC. 6.) i n s u -
Exultavü, ut Gigas, ad currendam viam. entro en
ma la vida de Jesucristo fué tan santa, cual de-
i X í S s t i n a á l a r p n n c i ^ á la
bía' ser la del Santo de los santos, y Fuente de
mundo. De ciudad en ciudad, y de w U a e n vi toda santidad. Escogió un modo de vivir, por una
SL c o r n ó haciendo beneficios: Fertransiü ben^ parte tan sublime y lleno de todas las virtudes,
CT. 10.) esparciéndolos rayos d e s u s v . r - que no se puede concebir otro de mayor per-
t u d e f v ía gracias de su beneficencia. Empleá- fección: por otra parte tan común y familiar, sin
b a s e todo en beneficio de los hombres, y* en- m o r alguno extraño, y con amable mansedumbre,
señando á los ignorantes, ya consolando los afligi- que no ahuyentase con la aspereza, sino atraje-
dos ya sustentando m u g r o s a m e n t e ^ a m ^ se con la apacibilidad y agrado; porque y.no a
tos desprevenidos, ya ser idsa y espejo de la ptrfeccion Evangolica, y
libertando á los oprimidos « ^ ^ a ^ S
te, que podia decir mejor que Job, que haDia
quiso en todo género d e virtudes mostrarse á sí Ahora hagamos cuenta que oirr.os solamente la
mismo por camino, y decir á sus fieles: Haec est primera lección de espíritu, que el celestial Maes-
vio,, ambulate in ea,et non declinetis, ñeque ad dex- tro, haciendo cátedra de un monte, enseñó á sus
teram, ñeque ad sinistrqm. discípulos en aquel admirable sermón, lleno de la
fior de la divina Sabiduría. Aquí, dice el Evan-
gelista: Cum sedisset, aperiens os suum docebat,
II. se sentó, abrió sus labios, y nos previno con ese
aparato, para que supiésemos ser aquella la pri-
EXCELENCIAS D E L A DOCTRINA D E CRISTO. mera vez que el divino Verbo hablaba por su
boca, habiendo en todos los siglos pasados habla-
Así como Jesucristo en su santísima vida se do por boca de sus Profetas. Empezó llamando
llamó camino: Ego sum via: así en su infalible bienaventurados á los pobres de espíritu, y aca-
doctrina se llama verdad, porque nos conduce en bó dando el mismo elogio á los que padecen y
el ejemplo de la una, y el magisterio de la otra son perseguidos por la justicia. ¡O doctrina nue-
á la vida bienaventurada: Veritas, et vita. va y admirable, cuanto contraría á los dictáme-
Grandes obligaciones debemos á Dios, por ha- nes de apetito y de los sentidos, tanto conforme
bernos dado el ser en el tiempo de la L e y Evan- á las leyes del espíritu!
gélica, y poder beber de la Fuente de la sabi- ¿Qué lengua puede explicar, qué entendimien-
duría encarnada, cuando en la ley antigua se be- to puede concebir (exclama san Agustín) el lu-
bía en los arroyuelos de los santos Profetas. Cier- jo y riqueza de celestial sabiduría, que se encier-
tamente, si Filipo, rey de Macedonia, (GELLIO. LIB. ra en estas ocho lecciones de vida bienaventu-
0. CAP. 3.) á par del reino, estimaba que hu- rada? Aquella tan rica pobreza voluntaria, que nos
biese nacido su hijo Alejandro en tiempo que po- enseñó, para cortar de un solo golpe la raiz de
dia darle por maestro á Aristóteles; ¿cuánto de- todos los vicios, de todos los cuidados y de to-
be preciarse cada uno de nosotros de haber na- dos los trabajos, que es la codicia; aquella man-
cido á tiempo de gozar la doctrina de tan di- sedumbre de corderos, que arranca del corazon
vino Maestro? Reconocieron bien tan gran bene- todos los odios, los rencores, las iras y litigios
ficio los príncipes de los Apóstoles: san Pedro, de los hombres; aquellas piadosas lágrimas, con
que no sabia apartarse de Jesús, cautivo de sus que quede regada el alma, y como bautizada, pa-
palabras de vida: Domine, ad quem ibimus? Ver- ra que dé frutos de vida eterna; aquella hambre
ba vitae aeternae hahes. (JOAN. 6.) San Pablo, que y sed de la justicia, que son las primicias de la
tenia por nada todos los tesoros del mundo, en gracia, y como las flores, que preceden á los fru-
comparación de la doctrina de Cristo: Existimo tos de las virtudes: aquella misericordia, que so-
-omnia detrimentum esse propter eminentem scien- corriendo las necesidades agenas, asegura también
tiam Jesu-Christi. el socorro á las propias; aquella limpieza de co-
razón, en que resplandecen los rayos de la di- lemne protesta: Hic est Filius meus dilectus, m
vina Luz, como en un tersísimo espejo; aquella quo mihi bené complacui, ipsurn audite.
paz y concordia con todos, que hace al hombre De donde, aunque toda la sagrada escritura de-
hijo de Dios; aquella paciencia y aun alegría en be ser oída y reverenciada de nosotros como pa-
las tribulaciones y persecuciones, que eleva al hom- labra de Dios; con todo eso debemos mostrar sin-
b r e sobre las estrellas del cielo, y le pone en gularísimo respeto y veneración á lo que Jesu-
aquella región de paz, adonde no llegan los nu- cristo nos enseñó por su boca, y tener especial
blados de "este siglo tempestuoso, y desde don- afecto á su doctrina, como le tuvo un san An-
de, como desde las alturas del olimpo, mira de- tonio, que oyendo en la Misa aquellas palabras
bajo de sus pies sus borrascas, y los trabajos del del Evangelio: Si quieres ser perfecto, anda y ven-
mundo. de lo que posees, y dalo á los pobres, y ven y
Veis ahí en un compendio las primeras lec- sigúeme, y ganarás un tesoro en el cielo: al pun-
ciones de la Sabiduría humanada. Veis aquí en to ejecutó el consejo de Cristo; como también san
qué definió que consiste la verdadera felicidad. Francisco, oyendo aquel documento del Salvador
Si somos, pues, tan deseosos de vivir contentos á los Apóstoles: No poseáis oro, ni plata, m dos
y dichosos, ¿por qué no buscamos el contento y túnicas, ni dinero, prontamente siguió aque-
dicha en las fuentes, que delante de los ojos nos lla Evangélica pobreza. Igualmente san Serapion,
ha abierto el Salvador? ¿Acaso nos parece cosa leyendo aquella protesta de Cristo: El que no re-
extraña, que la felicidad se halle en la pobreza, nuncia todas las cosas que posee, no puede ser mi
el contento en las lágrimas, la dicha en las per- discípulo, renunció sus riquezas, hasta despojarse
secuciones? del propio vestido, por darlo á un pobre. Y asi,
encontrándole un amigo suyo, y preguntándole ¿que
Esto seria ya caer en una locura cercana a la
ladrón le habia de aquel modo despojado? le res-
infidelidad, porque no es mas artículo de fé el
pondió, mostrándole el libro de los Evangelios,
haberse Dios hecho Hombre, que el estar en la
que únicamente se babia reservado, y le dijo: Veis
pobreza, en las lágrimas, eu las persecuciones y
aquí el ladrón que me ha robado hasta el ves-
trabajos padecidos por Dios, no solo el bien, si-
tido. Esto es oír dignamente la palabra de Cristo.
no la bienaventuranza. Esta es igualmente doctri-
De otra suerte, si los que contravinieron á las ór-
na de Cristo. Persuadamouos de ella, y fijemos
denes y mandatos, que el Espíritu Santo anuncio
en nuestros corazones dictámenes contrarios á la
por medio de los profetas, fueron con tanta seve-
estimación y lenguage del mundo, que se atre-
ridad castigados, ¿qué pena no debemos justamen-
ve á contradecir á las verdades eternas del Hi-
te temer nosotros, si no hacemos caso de los do-
jo de Dios, que es el único Maestro de la ver-
cumentos, que por su boca nos intima el R e y de
dadera Sabiduría: Magister vester unus est Chris-
los ángeles y Maestro de los Profetas?
tus, y por tal nos le ha concedido el Eterno Pa-
Mas, ¡ó ignorancia é infidelidad humana! J e -
dre, cuando en el monte Tabor hizo aquella so-
\

ridentur justi simplicitas. (JOB. 12.) Riense como de aborrecidos, que la muerte á aquellos, que e n
locura de la Sabiduría del S a l v a d o r , á quien los Pro- frase del Apostol, aman mas los deleites, que a
fetas dan el apellido de Justo p o r excelencia: Justos, Dios: Magis amatóte? voluptatum, quam Dei. ¿Y
et Salvutor. Grita él en su Evangelio: ¡Ay de los ri- es esto recibir la doctrina del divino Maestro, que
cos! Vae dioitibus. Dichosos los pobres: Bcatipau- nos envió el Padre ad dandam scientiam salu-
peres: pero el mundo se b u r l a , y no puede per- tis, á enseñarnos la ciencia de la salvación? ¿No
suadirse, que se deba l l a m a r mas feliz el que es esto cerrar con desprecio las orejas en su ca-
carece de riquezas, que el que está sobrado y ra, y hacer como aquellos impíos, que dijeron á
abundante de ellas. Enseña el Salvador, que per- Dios: Apartate de nosotros, que no queremos sa-
donemos voluntariamente las injurias, y toleremos ber tus caminos? Dixerunt Deo: Recede á nobis,
con paciencia y alegría las persecuciones. Esto scientiam viarum tuarurn nolumus. (JOB. 21.) E s
empero el mundo lo juzga por vileza y cobar- decirle al Salvador: Volveos al cielo, que noso-
día, contraria á la reputación y al honor de un tros ni queremos aprender, ni seguir vuestros do-
espíritu noble. cumentos: nosotros buscaremos otra senda menos
Predica el Salvador, q u e la verdadera alegría áspera y mas acomodada para ir al paraiso. Otro
del corazon consiste en r e f r e n a r los apetitos sen- tanto, á la verdad, dicen á Cristo, no con las
suales, y sujetar las pasiones de la carne; pero palabras, sino con las obras, aquellos cristianos,
el mundo lo tiene por estupidéz y melancolia. que siguiendo lo que él manda huir, que son los pla-
porque no sabe hallar placer, ni gusto, sino en los ceres y honras vanas, huyendo lo que él persuadió
encenegados charcos de los deleites de los senti- seguir, que son las mortificaciones y la verda-
dos. Así hay muchos cristianos, que son otros dera humildad: llevan otro camino totalmente con-
tantos buhos, que antes del alva están con los trario á su enseñanza. ¿Y no he sido yo una de estas
ojos abiertos á oír el canto de! ruiseñor, sin abrir ovejas errantes? ¡O cuanto me he apartado del ver-
j a m a s la boca á imitar un acento; mas apenas dadero camino de la salud, por seguir las máximas
viene el primer rayo del sol, y les hiere los ojos, engañosas de la política humana! Pero ahora, ¡ó
cuando sin hacer caudal d e l canto, ni atender- divinisimo Maestro! reconozco, que solo vos e n -
le, huyen á esconderse á las tinieblas. Así mu- señáis el camino de Dios en verdad: Viam Dei
chos, es verdad, que oyen la palabra de Dios; in veritate doces; que no hay otro rumho para
pero nunca piensan en cumplir sus preceptos. Y el cielo, sino el que vos nos mostráis: veisme aquí
cuando la luz celestial les llega á penetrar el resuelto á entrar por el camino derecho: Dirige
entendimiento ó el corazon, quieren mas quedar- gressus meos in viam pacis: alumbrad con mas
se en sus tinieblas: Venit lux in mundtm, et dilexe- copiosa luz mi entendimiento; encended con mas
runt homines magis tenebras, quarn lucem. (JOAN. 3.) ardor mi voluntad; haced que penetre yo bien
Y los nombres de mortificación, humildad, y esta gran verdad, enseñada á vuestro gran sier-
otras cruces, tan recomendados de Cristo, son mas vo Tomás de Kempis, cap. 1. que Doctrina Chris-
ti omnes doctrinas Sanctorum praecellit, et qui spi- «ría de espíritu las mortificaciones y trabajos, ha-
ritum hibtrel, absconditum ibi manná invenirel; bía hallado un gran remedio con que hacerlos
la doctrina de Cristo se aventaja á todas las doc- suaves y amables. Este era pensar, que de esa
trinas de los Santos; y quien tuvi ese espíritu ha, suerte imitaba á su celestial Esposo, y que no
liaría en ella un Maná escondido. daba paso en el camino real de la santa cruz,
donde no hallase alguna huella de los pies de
§. III. Jesús; el cual, habiendo experimentado todas las
penas y tristezas en su santísima Hámanidad, ^to-
EJEMPLO. das las había dejado suavizadas y dulces. Con
este pensamiento se imaginaba endulzar todas las
El devotísimo san Bernardo reparó agudamem amarguras de los manjares, echando en ellos una
te, que el instruir de Cristo, y llamar al ejer- gota °de la hiél de Cristo; ablandar la dureza de
cicio de las virtudes, es una exhortación, que per- la cama con ponerle encima la cruz del Salva-
suade; un convite, que atrahe; un llamamiento, dor; hacer felices y apreciables las persecuciones,
que obliga; pues no dice anda, sino ven; no di- con ingerir en ellas la bienaventuranza prometi-
ce haz, sino hagamos. Así á su celestial Espo- da á los perseguidos por la justicia. _
sa, que es el alma, la dice: Surge, propera, árni- Aprendió esta celestial doctrina de su divino
ca mea, et veni; levantate, date priesa, y ven con- Maestro en una bella lección de espíritu. Estan-
migo. , 0 cuánta fuerza de atractivo se contie, do un dia la bendita virgen en su meditación,
n e en aquella voz veni, ven! Considerando, que cargada ú oprimida (por decirlo así) de un haz
el Salvador quiere ser compañero del alma en de cruces, vió á Jesucristo lleno de dolores, en
el hacer v en el padecer; que quiere siempre ir modo de caminar como pasagero, que con ros-
delante con su ejemplo, para allanarle el cami- tro amable y dulces palabras, le dijo: Alma mía
no; que no solo la quiere guiar al monte de la querida, ven conmiso, que quiero que seas mi com-
perfección, sino darla aliento y espíritu para ani- pañera en este caioino. Respondió ella al punto:
marla y reforzarla en todos los pasos. Oigamos Veis me aquí pronta, Señor mió: vengo. Empe-
al santo Doctor: Non partan confortat. quod au- zó á andar, y no hallaba en la senda lugar don-
dit, veni, et non vade; per hoc intelligens spon- de sentar el pié, que no estuviese sino sembrado de
sa, se non tám mitti, quám duci, et secum port- espinas y abrojos; mas con animosa violencia, si-
ier sponsum esse venturum. Quid enim difficili si- guiendo á su divino Esposo, no dejaba de pisar
bi. illo comitc, reputetl ( S E K M . 5 8 . IN CANTIC.) v herirse con sangrientas punzadas.
Entonces, volviéndose á ella el Señor, añadió:
Esto se confirma con un maravilloso ejemplo
Mira bien, ó esposa querida, que sientes bien tu
de la V. virgen Reazonica, favorecida de Dios
pie donde yo siento el mió, y no te apartes de
con gracias muy singulares, (ix VIT. CAP. 6.) Es-
mis pisadas. Obedeció ella, y con atentísimos ojos
£a, por tolerar con generosidad de corazon y ale?
observó las huellas del divino Pie, y procuró siem- gura, y ligeras las cruces; de suerte, que ya no
pre pisar justamente el sitio, que habia pisado el tienen gran fuerza para poner terror y miedo,
Salvador; y haciendo esto, ya no sentía las pun- ni para atormentar á sus fieles imitadores, como
zadas de las espinas; antes le parecía que an- dijo sabiamente Tertuliano, de las espinas embo-
daba sobre blandas y delicadas rosas; y siguió tadas y despuntadas en la Cabeza del Salvador:
hasta el fin á su celestial Esposo, no solamen- Omnes spinarum aculei in Dominici capitis tole-
te sin herida, ni molestia en los pies, sino con ranlia obtusi sunt. (DE CORONA, CAP. 14.)
gran júbilo de corazon. Y asi podia decir me- Lease á Tomás de Kempis lib. 1. cap. 1. De la
jor que el Profeta Job: Vestigio, ejus secutus est imitación de Cristo, y desprecio de todas las va-
yes meus: viam ejus custodivi; (JOB. 23.) y aña- nidades del mundo.
dir despues: Deus mollivit cor meum; mi pie ha
seguido las pisadas de mi Señor: yo he obser-
vado y pisado las señas de sus pasos; pero él
me ha ablandado y llenado de suavidad y ale-
gría mi coraron.
De aquí aprendió esta gran virgen un bello
secreto de celestial Sabiduría, que solía despues
enseñar á las almas deseosas de la perfección;
esto es, que los ejemplos que nos ha dejado el
Redentor, no son solamente sendas para enca-
minarnos á la santidad, son también aliento pa-
ra reforzarnos siempre mas en el camino; y así,
quien en las calles, llenas de espinas, de las vir-
tudes, quisiere no sentir las heridas y punzadas
de los trabajos y afanes, debe frecuentemente acor-
darse y hacer refieccion, que Jesús, su capitán,
vá delante con su cruz: que padeciendo pobre-
za, objeciones y trabajos, no solo se observan los
documentos del Maestro divino, sino se camina
siguiendo la guia del Salvador, que nos condu-
ce á la bienaventuranza.
E n suma, debe pensar que Jesucristo, con su
santísima vida, pasada toda en humillaciones y
trabajos, ha hecho preciosa la pobreza, honrosas
las deshonras, amable la penitencia, dulce la amar-
na de Luzbel, ó el cuello en el yugo de Cris-
L E C C I O N XI. to, miradlos bien, y afrontad unos con otros. Cier-
to es, que al ver que la paga de Luzbel, (aun
LAS DOS VANDERAS DE CRISTO Y DE LUCIFER. cuando él la diese) no es otra cosa, que un co'--
to bien, y un gran mal etarno; al contrario, la
de Cristo es un corto padecer, y un gozar sin
£ ¡ o contento san Ignacio con habernos propues- fin, sin duda cobrareis grande ánimo para no de-
to una consideración del reino de Cristo, formo jaros llevar de las engañosas ofertas y vanas pro-
otra mas eficaz, que llamó de las dos vanderas, mesas del demonio, y seguir de veras al Salva-
para alentarnos mas el corazon, y dar bríos pa- dor.
ra seguir al Salvador; porque viendo realmente, Pónganse, pues, delante de los ojos Lucifer, prín-
que él nos llama y convida á empresas dificul- cipe de las tinieblas y tirano del mundo, que en-
tosas, quizá tendríamos menos ánimo para seguir- medio de Babilonia está sentado sobre un tro-
le si no se hallase reforzado con nueva efica- no lleno de fuego y humo, al rededor un cor-
ci'a de un llamamiento incontrastable: y esto obra tejo terrible de demonios, conjurados á hacer da-
fuerte y suavemente la consideración de las dos ño al género humano, y á destruir el reino de
vanderas, benemérita de tantas religiones, á quien Cristo. Mírese lo horrible de su semblante, la
ha dado sugetos de grandísima estimación; por- frente altiva y llena de soberbia, los ojos fieros
que en esta consideración se suele hacer la elec- y encendidos, á guisa de cometas, la boca san-
ción, ó la reforma del estado de la vida: pun- grienta y arrabiada, que está respirando amena-
to sobre todos los otros importantísimo, de que zas y estragos, como admirablemente lo pinta Job:
aquí n o hablaré palabra, habiendo dicho todo lo De ore ejus lampad.es procedunt, sicut taedae ig-
que conviene en el libro de la Sábia elección, nis accense: de naribus ejus procedit fumus, si-
á que remito al lector. . , cut ollae ferventis: halitus ejus prunas ardere fá-
cil. Pues si bien él por sí mismo, (á ley de es-
Aquí se miran en campaña dos capitanes, de
píritu) no tiene forma alguna corporal; no obstan-
la una parte Cristo, Señor nuestro, y de la otra
te, cuando toma alguna para aparecerse, es es-
Lucifer: el uno, á contraposícion del otro, llama
pantosa, proporcionada á la monstruosa condicion
soldados y echa pregón, con qué sueldo, y a que
de su espíritu: y si tal vez toma alguna forma
fin se ha de militar y pelear bajo de su vande-
juguetona ó lisongera, para atraernos con enga-
ra: cada uno ofrece sus bienes; el uno presen-
ños, sus juegos acaban en terrores y espantos, y
tes, (es verdad) pero mezquinos y breves; el otro
la vana apariencia en estragos y ruinas. Viene
algo lejos, como venideros, pero ciertos, cuanto
como serpiente de hermoso color y forma alha-
lo es el mismo Dios, pues son eternos. Ahora
güeña, que juega y abraza para escupir su ve-
vos, antes de estender la mano á coger os unos
neno. Arridct, ut saeviat (dice san Cipriano) Man-
ó los otros, antes de entrar el pie en la cade-
ditur ut occidat: arridentis nequitiae facies qui- mente, le punza la rabiosa envidia, porque el hom-
dem laeta; sed blandientium malorum virus est oc bre no llegue á gozar la felicidad del cielo, de
cultum. . . que él cayó con eterna ruina.
Aquí levanta y tremóla su vandera, cuya in- Pero no se contenta Lucifer con llamar y con-
signia son pintadas en ella figuras feas, placeres vidar quien le siga bajo de su vandera; envia
abominables, odios, homicidios, tesoros, que se des- por todas partes innumerables legiones de demo-
vanecen v paran en h u m o . Gonv.da con un to- nios á que atraigan gente á su partido. Id (les
no de voz formidable, y juntamente lisonjera, a dice) fieles ministros mios, á alistar soldados ba-
los míseros mortales, p a r a que le sigan: Vernte, jo de mis estandartes: no veis, que el crucifica-
el fraumur bonis. (SAP. 2.) venid conmigo a go- do dilata cada dia mas su reino, y por medio
zar de los bienes que os ofrezco, daos a los pa- de unos vilísimos pescadores nos roba el domi-
satiempos, mientras os lo permite la juventud: co- nio, que reinamos sobre la tierra? ¿Hemos de su-
r o n a o s de rosas, antes que se marchiten; ¡\ullum frir que se enarbole la cruz, donde se venera-
pratum sil, quod non pertranseat luxuna nostra: ban nuestras insignias y armas? Y que hombres
no háv flor de deleite, q u e no se coja: alargad hechos de barro suban á ocupar en el cielo aque-
las riendas al apetito, y a que sois de naturale- llas sillas, de donde nosotros, espíritus nobilisimos,
za deleznable. . , , fuimos arrojados? Id, pues, oponeos á sus desi«'.
Poneos en grande estimación en el mundo poi- nios, apartadlos de las empresas de la virtud: don-
que los honores y dignidades son los verdaderos de no valiere la fuerza, valga el engaño: encen-
bienes del hombre: poned todo vuestro estudio e ded el ansia de las riquezas, que son lazos muy
industria en adquirir y amontonar riquezas, que poderosos para traher lc6 menos advertidos á nues-
son el único medio p a r a haceros grandes en Ja tro bando: acalorad el ardor del apetito, que es el
tierra, V para comprar los placeres, que regalan estímulo mas eficaz para los deleites sensuales:
los sentidos: vo no pongo otras leyes a mis sal- ponedles honores, aplausos, dignidades, que son
dados que los dictámenes de su concupiscencia, cebos muy agradables para pescar los corazones
humanos: en una parte colgad baratijas, y buje-
Y vivir al gusto. rías licenciosas, en otra esparcid odios mortales:
Estas \ peores máximas propone Luciier, de- pregonad convites regalados á la gula: poned oca.
rechamente opuestas á los preceptos de Cristo siones de amores torpes: no haya honestidad se-
para arruinar el mundo. A tanto le estimula el gura de vuestros asaltos, ni virtud libre de vues-
odio implacable contra Dios, cuya justicia ven- tros engaños. E n suma, aquel será mas valien-
«radora experimenta: y quisiera, á pesar suyo, pri- te soldado mío, que volviere con mas copioso bo-
varle del servicio y obsequio de sus criaturas: des- tín de almas rendidas.
nues la ambición de su soberbísimo espíritu, a fin A tal exhortación de Luzbel, ¿qué malignos
que los hombres antes le sirvan á el cruehsuno alientos no conciben los demonios? ¿Con qué ra-
tirano, que al Criador, su legitimo Bey. t i n a l -
bia se aprestan á sus malvadas empresas con aque<
lias tres armas, que apuntó san J u a n ' Uncu¿
quidad y perdición! ¡O quien tuviera un poco de
piscentia carnis, et concupiscentia oculorum, et su-
zelo de la gloria de Dios y de las almas! ¡Cómo'
perbia vitae! Los apetitos de la carne, que son
Horaria los errores y las ruinas de tantos jóve-
la (mía v la lujuria; la concupiscencia de los ojos, nes inocentes, de tantas doncellas puras, que en
que es "la codicia de riquezas; ia soberbia de la ia flor de sus años, engañadas de tales prome-
vida, que es la ambición de las honras. A es- sas, han vuelto las espaldas al Salvador, por se-
to atienden, ya con instancias violentas, a fuer guir á los traidores demonios! Dederunt dilectam
de leones, que b r a m a n d o dan vueltas, y buscan animara suam in manú inimicoi-um ejus. ¡Ay in-
a quien tragar; ya c o n ocultos engaños se insi- felices hijos de A d á n , no os dejeis tan de prie-
núan como áspides lisonjeras, para envenenar a lo sa, á ojos cerrados* arrebatar de los alhagos de
escondido. Cierto es, q u e san Antonio vio al mun- Lucifer, sin reconocer primero qué premios son
do por todas partes, d e alto á bajo, sembrado los que os mueven á escoger su partido!
de lazos, lleno de demonios, engañosos cazado-
Son sin duda aquellas ostentaciones liberales d e
res de las almas. Y -san Agustín, sobre aquel tex-
riqueza, de placeres, de honras, tras de los cua-
to de la Sabiduría: ( G C I . E . 9 ) Ln medio laqueo- les aiidais ciegamente perdidos; pero advertid bien,
rum ambulas, nos avisa, ecce ante pedes tetendit que estas ofertas, estas lisonjas, tan conformes con
laaueos infinitos. Ecquis effugiet? Loqueos posuit vuestro genio depravado, V que tanto Condescien-
in divitiis, taqueas in conversatwmbus, den con todos vuestros irracionales deseos, son
Mira que el demonto por todas partes ha pues- manifiestos e irrefragables indicios de que ellos
to escondidos lazos á tus pies, lazos en las n - os quieren hacer traición y destruir: Decipientium
quezas, lazos en los placeres, lazos en las con- maxime òpus hoc est (dice san Juan Crisòstomo)
versaciones, lazos en los conv.tes. ¿Quien podra (HOM. 16.AU POP.) prius suavia proponer e, Ut mox
escapar sin e n r e d a r s e y quedar preso en ellos? inferant tristia. T o d o s los traidores tienen por cos-
M a s el estudio principal pone el enemigo en ocul- tumbre introducirse con algún embite agradable
t a r todo el mal d e b a j o de apariencias d e bien; á los sentidos. Caín mató alevosamente á Abél,
esconde el anzuelo traidor en el cebo de los pla- convidándole á la recreación alegre del campo,
ceres y hace creer, que él será bien servido, y egrediamur in agrum, p á r a quitarle allí mas á
su salvo la vida. También Dalila hizo mil cari-
con eso paga los t r a b a j o s de quien militare a su
cias á Sansón; y habiéndole rendido, le entregó
sueldo. , _ , . r i despues á la furia rabiosa de sus enemigos. J u -
: Q cuántas pobres almas, engañadas de sus tai- das se introdujo á Cristo con la salutación, y con
gas promesa?, corren de tropél á alistarse en s is el ósculo de paz, p a r a echarle un lazo a í cue-
estandartes! ¡Cuántos, atrahidos y al bagados del llo, y prenderle.
canto de estas maliciosas, pero lisonjeras sirenas,
van á dar v perderse' en los escollos d e la int- ¿Qué importa que Lucifer os prometa liberal,
y aun os arroje al 3eno todos sus bienes, si to-
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dos son bienes engañosos, bienes envenenados, bie- que se brindaban en vasos dorados, rociados de
nes, que de lates 110 tienen mas, que el sobre- licores suaves; mas en bebiendolas se sentía mor-
estrilo y apariencia: bienes, que Salomon, des- talmente envenenado el corazon. (PLUT M L Ü
pues de haberlos gozado todos, hasta hartarse, al CUL.) ¿Quién escogería la diadema de la reina
fin los definió, no solo vanos, sino la misma va- Momma, si despues de haberla tenido en la ca-
nidad y aflicción congojosa del ánimo: Vanitas va- beza, la hubiese de servir, como á ella, de do-
nitatum, aflicto spinlus? Tengan, (demos q u e s e a gal, que la ahogase? Si, pues, á un breve go-
verdad) tengan los secuaces de Lucifer placeres, zar ha de seguir y succeder un eterno penar,
con que desfogar sin freno los bochornos de sus
sentidos; mas con los placeres van muy de or- ZZmUt S U lU€tUS OCCU at
P > ¿ c ó m o aremos tan
Jocos, tan enem.gos de nosotros mismos, que nos
dinario juntas gravísimas enfermedades, y mas in- queramos entrar á servir á tan barbare y pér-
tolerables remordimientos de conciencia. Tengan fido tirano, porque nos promete largamente ta-
riquezas, con que grangear abundancia de como- l o b L n e S ' S a b , ' e n d 0 P ° r t a n t a s e n r i e n d a s , que
didades, v adelanten sus desordenados intentos; pe- no sabe cumphr sus promesas? Nos dará Lu-
ro con las riquezas van inseparables los cuidados y cifer el premio que Mahometo I. dió á un ca-
fatigas, los temores de que falten, los estímulos ntan renegado Este, despues de haber entrega-
de l a s tentaciones, las raices de muchos vicios. do a Constantinopla, pasó de las tropas c r i a L
Tengan en buenhora honras, con que hacerse gran- nas a las vandéras Turquescas, y arrojó la cruz
3 J UZ
des b sobre la tierra, y ganar gran reputación y por tomar el turbante.
estimación entre los hombres; pero con las hon-
ras van á la gurupa las implacables rencillas, las cion í a íl 0 TL 0 - d e 8 p u e s 1 u e e n premio de la trai-
cion le había prometido casarlo con una htfa su
inquietudes del ánimo, el incentivo d e la sober- ya, le dijo: Q u e habiendo sido bañada™ su car-'
bia, tan aborrecida y castigada de Dios y de ios
hombres. h r d a g U a d e I B m i s ™ > contra Ja ley de
Mahoma, quena, que antes de las bodas fíese
Mas: sean bienes deleitables, sean útiles, sean
e ol ado vivo para que depusiese la piel bau!
gloriosos; y ¿cuánto durarán ellos? Son mas du-
tizada. As, lo dijo, y a s i ] 0 K hizo, con increíble
raderos, ó mas estables que la vida? Y no es pasmo y tormento del infelisisimo cristiano £
verdad, que los secuaces de Luzbel, ducunt in es premios pueden esperar los que despues de
bonis dies suos, el in púnelo ad inferna deseen-
dunt gozan por pocos dias esos bienes, y des- Z 7 l T d 0se en,as
eel Uautismo, vanderas del
« áS pasar
atreven traidoramente í á'
pues en un momento son precipitados al infier- r
no á experimentar eternos males? Son estos bie- e huir de tal " " Mas quien deberá ^
nuir de tal paga, aprenda con tieuiDo á m
nes como las dulces aguas del Jordán, que des- "ocer los engaños y embelecos de S e r ío'
pues de breve curso van á parar al mar muer-
to y hediondo. Son como las bebidas de Circe,
que nos muestra la cruz, debajo dé la cual de-
caminos que él nos muestra, y no emplear la vi- bemos militar; pero juntamente nos avisa por me-
da en servir á un tirano, tan pérfido, como cruel: dio de su siervo Tomás de Kempis: „En la cruz
Lvngé foc ab eo viám tuam, et ne des anuos tuos „esta la salud y la vida; en la cruz está la de-
crudeli: (PROV. 5.) de otra suerte, la mayor cul- f e n s a de nuestros enemigos, v la gracia de
pa, á la verdad, no será del que hace traición, „las consolaciones celestiales; e n ' l a cruz se ha-
sino de quien á ojos abiertos se deja entregar o l a la fortaleza del corazon, el gozo del eepíri.
al enemigo. „tu, la perfección de las virtudes, y la esperan-
z a de Ja bienaventuranza eterna.
§. II. Es verdad, que Cristo impone á sus secuaces

VANDERA DE CRISTO. ??™S ,a7/Pnm£ faZ mu V duras


* ' Ah
™S<* semetip-
sum, tollcrn Crucem suam, et sequatur me: poV-
Mirémos ahora de la otra parte á Cristo, Sal- I l e , n l T g a r S f á Sí m Í 8 m o e s u n a renunciación
le todos los placeres del sentido, un abandono de
vador del mundo, que en un sitio humilde jun- las riquezas superfluas, un desprecio de los va-
to al templo de Jerusalén, con un modo suaví-
simo llama y convida á que le sigan. Mirad cuán narJnnT.' e¡ t0mar ]a c r u z
es una pre-
amable es su semblante sobre todas las bellezas pararon del animo á tolerar las cosas contrarias
del mundo: Speciosus forma prae-FilOs hpminum. al genio de l a naturaleza, la penitencia v mor-
E n su frente tiene asiento la Magestad, pero hu- m i l d T l 1 C U e , ' P ° \ ! a P ° b r e z a d e es PÍntu, ¡a hu-
mildad de corazon; las cuales se oponen direc-
milde-, en sus ojos reina la alegria, pero modes-
ta; de sus labios destila dulzura, pero que no em- " m e e | nt demó°nio. treS ~ ^ sug¿ .
palaga; de sus manos salen las gracias, pero sin Pero también es verdad cierta, que si Cristo
interés: en suma, él es, totus desiderabilis. p.de cosas dificultosas, nos concede4 jun amen e
Corónanle al rededor sus queridos discípulos, gracias extraordinarias para fácil y suavemen '
pendientes de su boca á oír y recibir palabras « S ? co
7 ° divinamente adviítió san León:
de vida eterna: Verba vitae aeternae. Tiene enar- Juste nobis instat praecepto, qui praecurrit auxi-
bolado el estandarte de su cruz, in quo est sa-
fas, vita, et rtsurrectio nostra. Convida con dul- % J h n T 16- r PASS
') D á á l o s 'Fe le Siguen
nC a a u
císimas palabras á seguirle y ponerse de su van- no solo t ' y das y socorros divinosfque
da. Venite ad me manes: Venid á mí (dice) to- no solo hacen fáciles, sino alegres y deleitables
dos los que estáis fatigados y agravados, que yo los ejercicios de las virtudes. L í v i d a el S b
os daré.alíento, descanso y refección. T o m a d mi aor al desprecio de las riquezas, y amor á Ja
pobreza; mas al mismo tiempo reparte íal g r ,
yugo sobre vuestros hombros, y aprended de mí
que soy manso y humilde de corazon; porque mi Z P r ft0,eraf; l a , / a l t a bienes humafos,
yugo es suave, y mi peso es ligero. E s verdad, que san Luís, de Primogénito del rey Carlos de
que nos muestra la cruz, debajo dé la cual de-
caminos que él nos muestra, y no emplear la vi- bemos militar; pero juntamente nos avisa por me-
da en servir á un tirano, tan pérfido, como cruel: dio de su siervo Tomás de Kempis: „En la cruz
Lvngé foc ab eo viám tuam, et ne des anuos tuos „esta la salud y la vida; en la cruz está la de-
crudeli: (PROV. 5.) de otra suerte, la mayor cul- f e n s a de nuestros enemigos, v la gracia de
pa, á la verdad, no será del que hace traición, „ as consolaciones celestiales; e n ' l a cruz se ha-
sino de quien á ojos abiertos se deja entregar o l a la fortaleza del corazon, el gozo del eepíri-
al enemigo. „tu, la perfección de las virtudes, y la esperan-
z a de Ja bienaventuranza eterna.
§. II. Es verdad, que Cristo impone á sus secuaces

VANDERA DE CRISTO. ??™S ,a7/Pnm£ faZ mu V duras


* ' Ah
™S<* semetip-
sum, tollcrn Crucem suam, et sequatur me: poV-
Mirémos ahora de la otra parte á Cristo, Sal- I , e t n l n f g a r S i e á Sí ™ 8 m o e s renunciación
vador del mundo, que en un sitio humilde jun- le todos los placeres del sentido, un abandono de
las riquezas superfluas, un desprecio de los va-
to al templo de Jerusalén, con un modo suaví-
simo llama y convida á que le sigan. Mirad cuán narJnnT/ e¡ t0mar ]a c r u z
es una pre-
amable es su semblante sobre todas las bellezas paración del animo á tolerar las cosas contrarias
del mundo: Speciosus forma prae -FilOs hpminum. al genio de l a naturaleza, la penitencia v mor-
E n su frente tiene asiento la Magestad, pero hu- m i l d T l 1 C U e , ' P °', l a p 0 b r e z a d e e s P í l W > h u -
mildad de corazon; las cuales se oponen direc-
milde-, en sus ojos reina la alegría, pero modes-
ta; de sus labios destila dulzura, pero que no em- de a p e n q u e s u g ¿ .
palaga; de sus manos salen las gracias, pero sin
Pero también es verdad cierta, que si Cristo
interés: en suma, él es, totus desiderabilis.
P .decosas dificultosas, nos concede4 juntamente
Corónanle al rededor sus queridos discípulos,
gracias extraordinarias para fácil y suavemen '
pendientes de su boca á oír y recibir palabras C
« S ? T divinamente adviítió san León:
de vida eterna: Verba vitae aeternae. Tiene enar-
Juste nobis instat praecepto, qui praecurrit auxi-
bolado el estandarte de su cruz, in quo est sa-
fas, vita, et rtsurrectio nostra. Convida con dul- % J h n T 16- r PASS
') D á á l o s 'Fe le Siguen
anC a a u
císimas palabras á seguirle y ponerse de su van- no sol , h ' y das y socorros divinosfque
da. Venite ad me manes: Venid á mí (dice) to- no solo hacen fáciles, sino alegres y deleitables
los ejercicios de las virtudes. L í v i d a el S K
dos los que estáis fatigados y agravados, que yo
os daré.alíento, descanso y refección. T o m a d mi f a l d e s Precio de las riquezas, y amor á la
pobreza; mas al mismo tiempo reparte ^ J
yugo sobre vuestros hombros, y aprended de mí
que soy manso y humilde de corazon; porque mi Z P Z a f e r 3 r , l a , / a l t a d e ' 0 S b i e " e s humanos,
yugo es suave, y mi peso es ligero. E s verdad, que san Luis, de Primogénito del rey Carlos de
Ñapóles, hecho pobre religioso Franciscano, de- in corde meo, consolatione tuae iaetifieaverunt ani-
cia: que le era mucho mas sabroso un pedazo de mam meam. Mas: no se contenta el Apostol con
decir, que corresponde puntual una consolacion igual
pan bazo, recogido de limosna, que las delicias
á aquel poco de tristeza, que se padece por Dios,
de la mesa real. Exhorta á la continencia y cas-
sino protesta ser cien veces mavor la avenida de
tidad; pero con tan eficaces socorros conforta la
gozo, que la gota de aflicción: Superabundo gau-
flaqueza de la carne, que san Agustin, despues
dto in omni tribulatione mea.
de haber experimentado tantos deleites sensuales,
sentía mayor gusto en vivir careciendo de ellos, Con todo eso, supongamos que el Salvador no
que cuando soltaba la rienda al apetito: Volvp- quiera favorecer con gracias extraordinarias aho-
tates, quas omitiere metus fuerat, jam dimitiere ra a los que le siguen, ni endulzar la amargu-
ra de su Ley con el maná de sus celestiales dul-
gaudium eral: (LIB. 8, CONFESS.) Persuade el Sal-
Fajamos, que el divino Capitan di 2 a á sus
vador huir de las honras, y tener afecto á la
soldados: Non veni pacem mittere, sed gladium.
humildad; pero con tanta eficacia alienta los co-
Guerra es íntimo, que hagáis guerra al" mundo,
razones débiles, que santa lsabél, reina de Un-
guerra á vosotros mismos. En esta vida, por amor
gria, tenia por mayor gloria el ser ultrajada, que de mí, os habéis de privar de estos bienes tan
cuando antes era honrada y reverenciada en el buscados, tan agradables, tan apetecidos, por en-
trono. trar en una milicia trabajosa, difícil, molesta, sin
Quiere, que con fatigas y sudores apostólicos alivio sin conorte alguno: l'lorobMis, et flebitis vos,
nos industriemos en ganar almas á su servicio: mundus cutera gaudebit. Yo, soldados míos, os con-
Omnes Christo lucrifacere. Para estas industrias vido a lagrimas, á dolores, á padecer; cuando al
apostólicas, busca por todas partes compañeros. contrario, el mundo os llama á sus festines v di-
J
A ellas convida con empeño á sus secuaces. Mas vertimientos.
despues les endulza el trabajo con tantos consue-
los, que san Francisco Xavier en las arduas em- Vosotros habéis, de gemir debajo der peso de
presas de su trabajosísimo apostolado, se veia obli- la cruz: el mundo os dará á gozar todo el cam-
gado á exclamar: Basta, Señor, basta: Satis est, po de sus placeres; pero qotad bien el trueque
Domine, satis est. N o mas gustos, mi Dios, no que debe al fin suceder, porque tristitia veslra
mas, que mi corazon no es capaz de tantas de- vertetur m gaudium, vuestro breve padecer pres-
licias del cielo. ¡Oh, que las mortificaciones, las to se cambiará en un eterno gozar: á la breve
penurias, las deshonras, que tal vez se padecen batalla segu.rá un eterno triunfo: Estote fortes in
por seguir la vandera de Cristo, son recompen- Mío, et accipietis Regnum aeternum: Pelead va-
sadas con tantos regalos de espíritu, que siem- lerosamente, qu^ os espera un reino eterno; Cuan-
pre corren á las parejas los trabajos y los con- do al contrario: Gaudium mundi vertetur in tris-
suelos de sus soldados, que bien pueden decir con í ' t 0 í i a s aquellas transitorias alegrías del mun-
el real Profeta: Secundvm mvltitudinem dolorum do, se reducirán á eternos llantos. Muy presto se.
rán castigados los gustos de una vida caduca con c e ¡<i•,; no tengáis por muy pesado pasar lo me-
penas atrocísimas de una muerte sempiterna é in- jor que pudiereis con yerbas silvestres y raices
mortal. Si el Redentor así les dijese á sus se- amargas, que encontrareis: Vendrá despues, y pres-
cuaces, y los quisiese afligir de presente, para to, el tiempo en que gozaieis los deliciosos y re-
despues premiarles en lo venidero; con todo eso, galadof frutos, los sabrosos manjares de aquella
¿no deberían entrar gustosos . en el partido, y alis- afortunada tierra: pero ni lo dijo, ni lo hizo Dios
tarse debajo de sus vanderas? ¿La felicidad de así. H izóles previsión, auu en el desierto, por aque-
un término bienaventurado sin fin, no debia ser lias sendas ásperas y molastss, de un pan del
poderosa para facilitar cualquier camino áspero? cielo, tan abundante como gustoso: Pluit ülis
¿Cómo podremos, sin pelear y sin padecer, pre- Menna ad manducandvm: Ponera Coeli dedit eis.
tender aquel cielo, que costó á las vírgenes tam (FSALM. 77.)
tas mortificaciones, á los confesores tantas peni, Labró para ellos un maná, que encerraba en
fencias, á los mártires tanta sangre? ¿No es ver- sí todas las suavidades y sabores, sirviendo, no
dad lo que dijo Pablo, que no equivalen, ni igua- solo á la necesidad del sustento, sino también á
lan todas las penas y aflicciones de esta vida«á las delicias del paladar. No de otra suerte nues-
la grandeza de la gloria, que esperamos? Non svnt tro Redentor; si bien tiene preparado á sus sier-
condignae passipnis hvjus temporis adfuluram glo- vos en el paraiso aquel torrente de néctar ce-
riam, quae revelabitur in nobis. lestia,; con todo eso, aun en' este desierto, les
Mas no obra así con sus soldados el Capitan reparte con grande abundancia sus dulzuras pa-
del cielo. Es así, que les tiene preparado un gran ra sustentarlos briosos en sus trabajos.
premio en la otra vida despues de la victoria; pe- I cón todo eso, no consigue el Salvador atraer
ro no por eso en la presente, que es tiempo de muchos á sus vanderas. Aman mejor los cristia-
batalla; no por eso, (digo) deja de repartirles un nos militar a! infeliz sueldo de Lucifer, por la
gran donativo de sus gracias, un sueldo copioso, miseria de algunos bienes suyos, amargos y ca-
y de anticiparles dulcísimos confortativos enmedio ducos, que al sueldo de Cristo, por la abundan-
de sus trabajos, y convertir las pocas mortifica- cia de bienes purísimos, alegrisimos y eternos. An-
ciones del cuerpo, en unos sumos gozos del es- tes quieren ser esclavos de un fiero tirano, que
píritu. Usa el Salvador con sus secuaces lo que por una vida llena de mil ti abajos, los lleva á
usó Dios con el pueblo de Israel. Habiale pro- una muerte eterna, que siervos de su legítimo Se-
metido una tierra tan feliz, que manase leche y nor, e hijos de su amorosísimo Padre, que con
miel, y abundase de todas las delicias. ¿Y con tantas gracias, y por medio de tantas consolacio-
cuánta abundancia les asistió y proveyó, aun en nes^ ¡os conduce á una vida bienaventurada.
el desierto, cuando caminaban á la tierra pro- Íuer n £
metida? Bien pudiera justamente decirles: Por aho- . í; °ios los pérfidos gentiles los que
ra, mientras dura el viage, tened un poco de pa- gritaron: JSolvmvs hunc rrgnare svver nos. No
lo que fe mes por nuestro Rey. Ni solo los iudios
antepusieron á Barrabás, homicida, á Jesús, Sai-
vacior; peor lo hacen algunos cristianos: si nó con ¡Oh! ¿y hemos de sufrir que el demonio za-
las palabras, á lo menos con las obras, se nie- hiera asi al Salvador? ¿No nos resolveremos una
gan al reino de Cristo, huyen de ser sus vasa- vez volvernos á su partido? Si no acaban de mo-
nos. y escogen antes la esclavitud de »n tira- vernos tan indignas y afrentosas palabras de Lu-
no, que la filiación de Dios. ¡O rebelión afren- cifer, dénos el último empellón las justas quejas
tosa! ¡U ultrage gravísimo, que se hace al Rey de Cristo, expresadas á santa Brígida en una tris-
del cielo! Y as., Lucifer, ufano y jactancioso, ha- te y] dolorosa aparición: Nunc ex tolo negleclus
ce a Cristo aquellos improperios que pinta san sum, et, tamquam Rex á proprio Regno expulsus,
Cipriano: Ego pro istis, quos mecum vides, ña- in chjvs loco lotro pessimus electus es!: Yo estoy
gelki non accepi, Mira, ¡ó Cristo! cuantos si- abandonado de mis cristianos, y depuesto de mi
guen m, vandera. Yo no me hice hombre por reino, por colocar en él á un pésimo ladrón. De-
ellos: no he padecido por ellos ni un trabajo; no cidme, ó profesores de mi fé. qué habéis descu-
he derramado por ellos una gota de sangrt; y bierto en mí de mal, para abandonarme? Qvid
con todo eso, me siguen á tropas, con todo eso, nioli feci? Si no es que contéis por mal el ha-
a vandadas toda esa muchedumbre abraza gus-
6 beros criado, el haberos mantenido la vida, el
tosa el servirme.
haberos enriquecido con tantos beneficios. Y mi
enemigo Lucifer* ¿qué bien os ha hecho, para
Tú, por ellos, te vestiste de carne humana, has
que con tanta ansia y afecto le sigáis? ¿Os ha
, , a n t 0 s , s u dores y tanta sangre, y has
dado él alguna mejor vida? ¿Os ha rescatado á
Jlegado hasta morir en una afrentosa cruz por
rosta de su sangre? Haced que muestre las he-
su amor. Mas ¡qué séquito tiene tu estandarte?
ridas que por vosotros ha recibido, las fatigas que
¡Que pocos militan debajo de tus vanderas. v se
por vuestra salud ha tolerado. ¡Ay! que non ille,
aplican a servirte! Ego nec Re*num illis Coe-
sed ego redimí vos. Yo sí, que puedo mostraros
teste promülo. Y o no les prometo el reino de los
mis pies, cansados de tantos viages por busca-
cielos; antes, por un camino sembrado de mise-
ros: mis manos llagadas por haceros beneficios:
rias, los guio á un infierno de penas. No obs-
tn¡ cabeza atravesada de espinas, por daros ós-
tante eso, tengo un número innumerable de se-
culo de paz: mi costado abierto, por acogeros y
cuaces, que viven á mi mala paga. Tú les ofre-
entraros en mi corazon: Ego redimí vos sangui-
ces un remo de felicidad, comprado á costa de
fie meo. Ego emi vobis liaereditatem aeternam pas-
«u Sangre; y alhagandoles con mil favores, les
sione mea. ¿Qué motivo, pues, teneis para reve-
« onvidas a reinar contigo en la eterna gloria: mas
laros contra mí, que he padecido tanto mal, per
ellos brutamente te vuelven las espaldas. Mas
haceros tanto bien? ¿Qué razón para seguir á mi
quieren ser conmigo infelices, que dichosos, con-
enemigo, que lo es también vuestro, y no pre-
tigo. Lsta es la lealtad de tus cristianos. De es-
tende otra cosa sino vuestra perdición? Quid cau-
ta suerte corresponden á tus beneficios.
ae est, quod inimico meo, vestroque libet magis
serviré, quam mihi? Menos mal seria no haber-
me hecho juramento de fidelidad en el bautis-
mo, que revelarse despues contra mí, como si en III.
mi servicio hubieseis hallado algunos malos tra-
tamientos. Ahora, si no cuidáis, ni te neis com- EJEMPLO.
pasión de mis lágrimas, de mis fatigas y de mi
sangre, á lo menos cuidad de vuestra salud, que Doña Catalina de Sandovál, una de las mas
perdeis, de vuestra eterna condenación, adonde os estimadas señoras de España, en la primera flor
lleva Lucifer. Mucho me aflige el ver que me de sus años estuvo mucho tiempo dudosa, sobre
dejais; pero mas me congoja vuestra ruina: Per- qué estado de vida había de seguir, y debajo de
dere animas ádeó dilectas. qué vandera debia militar. Por una parte el de-
¿Y tendrémos aliento para oir estas justísimas monio la proponía las raras prendas, de que era
quejas del Redentor sin conmovernos? ¡Ay, no, dotada, de hermosura y donaire, las comodidades
mi Dios! Veisme aquí resuelto á librarme de es- de sus riquezas, lo dulce de los placeres, y la
ta dura esclavitud de Satanás: Vade retro Sota- gloria de las honras que podia gozar en el mun-
na. Muy engañado me han tenido sus falaces do. Por otra parte, Cristo la sugería la belle-
promesas de placeres, de riquezas y honra, fin- za, pero ardua, de las virtudes, el amor de la po-
giendo en ellas el bien que no tienen, y ocul- breza, la mortificación de los sentidos, el despre-
tando el mal que acarrean. Avergonzado, suma- cio de !a gloria vana. Dudosa entre estas dos
mente estoy de mi deslealtad en huir el recla- escuadras de objetos contrarios, no acertaba á
mo, que tantas veces, (Dios mío) me habéis he- resolverse; pero entretanto, dejándose llevar del
cho al corazon, en rebelarme de vuestro felicí- torrente del mundo, sin resolución de seguir la
simo estandarte. ¡Oh, cómo merecía yo, que vos vandera de Lucifer, con las obras huía de la de
me volvieseis las espaldas, y me despidieseis, y Cristo, hasta que poco á poco se dejó dominar
arrojaseis de vuestro servicio! Mas ya que vues- del amor del mundo. . La vanidad era el elemen-
tra Bondad quiere vencer mi ingratitud, y me re- so en que vivía, y el aire que respiraba. Ves-
nováis la gracia de vuestro llamamiento, veisme tir galas, inventar nuevas modas, y trazas de mos-
aquí prontísimo á seguir vuestra fidelísima guia para trarse hermosa, gustar de trages pomposos y de
el cielo. Escojo antes padecer con vos, que go- ostentación, asistir á todas las fiestas públicas, y
zar con el mundo. Vuestro tengo de ser á to- dejarse ver con gusto de los ojos de todos.
da costa de pobreza y de humillaciones. Deba- Las muchas prendas naturales, que tema, mo-
jo de vuestra cruz quiero en adelante militar. vieron á muchos caballeros de grande esfera á
Alistadme con vuestra Sangre entre vuestros mas pedirla por esposa: mas ella altiva, por sus mis-
elevados soldados. Armadme con vuestra podero- mas prerrogativas, ponía altísimo el punto, y res-
sa gracia, para que pueda alcanzar victoria de pondía soberbiamente, que no habia de admitir á
los enemigos y de mí mismo. sus desposorios, sino una Testa coronada, ó de
sangre real.
Uno, entre otros, que tenia, mayor ansia fie herido, aquellas M a n o s llagadas, y todos los miém-
grangearla, prometió un gran regalo á una don- bros llenos de cardenales. Y repitiendo el mirar-
cella, que la servia de camarera, si tenia ánimo- le OVÓ una voz, que resonó en las orejas del
y traza para persuadir á Doña Catalina, que le cuerpo, mas hizo éco grande en el corazon, y la
admitiese por marido. L a doncella se valió de diio. Tu me conseguirás así. Entonces fuese
todos los artificios imaginables para introducir en reverencia, ó espanto, que atemorizo a Dona Ca-
la gracia de la d a m a aquel caballero; pero siem- talina, ella quedó asombrada de aquellas palabras,
pre en vano. N o obstante, no perdió el ánimo; nue no sabia de donde salieron; cuando vio, que
y una mañana, entrando en la c á m a r a de su se- el Señor, acercándosele amorosamente, anadio: lo
ñora á darla los buenos dias, y haciendo que vie- sou, no quieras temer. Ego sum, noli timere. Por
se la luz, con abrir la ventana, la dijo: ¡O se- donde avivándose y cobrando aliento, se puso de
ñora, qué bravo sueño he tenido esta noche! M e rodillas: y volviendo a) Salvador, le dijo: Señor
parecía que estaba viendo unas magnificas fies- mió, bien sabéis cuanto he huido de vos, y se-
tas á b s bodas de V. Señoría con Don (nom- guido las vanderas del mundo; ya desde este pun-
brándole al caballero) y proseguía á decirla ala- to me rindo t o d a á vuestra cruz: os acepto por
banzas, y ponderar sus prendas. Aquí Doña Ca- mi Esposo, así como lo quereis, coronado de es-
talina, gravemente indignada, la arrojó d e su pre- pinas, y lleno de heridas y l l a g a s por mi bien.
sencia con ásperas palabras, amenazandola con m a s Despídome de todo amor del mundo: y os en-
que palabras, replicando: ¿No te tengo dicho, que trego á vos únicamente mi corazon, rogándoos,
ninguna persona del mundo podrá lograr mi amor, <iue no le dejeis jamás salir de vuestra m a n o ,
si nó es rey, ó de real sangre? Dicho esto, de suerte, que de aquí adelante sea todo total-
83 puso una ropa ligera, y levantándose de la mente vuestro. Sea. testigo de esta mi resolución
cama, se puso á pasear por la sala, revolvien- Y perpetua donacion, la Reina del cielo, mi Se-
do soberbiamente en su ánimo, que para ello n o ñora, con toda la corte celestial. E n t o n c e s es-
bastaban muchas riquezas, que e r a n menester ho- tendió Jesucristo el brazo derecho ácia Catalina,
nores reales. C u a n d o en el mismo punto de en- •como p a r a abrazarla y tomarla por su purísima
soberbecerse, levantó por buena suerte los ojos á e s p o s a , diciendola: Este brazo, en que está mi
un crucifijo, que tenia en la sala; y al mirarle sumo poder y fortaleza, te le doy, p a r a que tu,
la cabeza coronada d e espinas, y leer el título: confortada y fortificada con él. puedas con va-
Jesús Nazarenus Rex Judaeorum, se sintió inte- lor ejecutar mi voluntad, y vencer á tus enemi-
riormente llamada á tomar aquel soberano Rey gos, manteniéndome la palabra que me has dado.
por Esposo, y que la decian: Veis aquí al R e y Así esta grande alma, volviendo las espaldas
que andas buscando, y t« desea y a m a mas q u e á Lucifer, se dió al punto á seguir á su Espo-
ningún otro. Paróse á mirar con ojo3 piadosos ai so coronado de espinas. Y porque no es decen-
crucifijo, y su corona de espinas, aquel Corazon te, que coronada de espinas la cabeza, los miem-
bros sean delicados, como dice san Bernardo: Non
decet sub capile spinoso, membrum esse delicatum, LECCION XII.
empezó á atormentar con asperísimas penitencias
su delicadísimo cuerpo. Las riquezas, los hono- D E LA INSTITUCION D E L SANTISIMO SACRAMENTO.
res, los placeres que antes le sugería y ofrecía
el demonio, fueron despues aborrecidos de su es-
píritu mas que la muerte. Al contrario, la pobre- i bien todas las empresas de Jesucristo fue-
za, las mortificaciones, los desprecios, á que la ron finezas de amor para con los hombres; pe-
llamaba Cristo, eran todas sus delicias endulza- ro una se lleva la ventaja á todas las demás, que
das con extraordinarios consüelos del Espíritu es la institución del Divinisimo Sacramento, en
Santo: hasta que viviendo vida religiosa algún tiem- que la divinidad, (como habla el santo Concilio
po en el siglo, pasó á vivir como santa en la Tridentino) derramó sobre nosotros las riquezas
religión, subdita muy estimada de santa Teresa; de su amor; Divilias sui ergo nos amoris velut
y para continua memoria de haber escogido por effudit, cuando la noche antes de su dolorosisi-
Esposo á Jesucristo, se llamó Catalina de Jesús: ma pasión se dejó en perpetuo don á sí mismo.
Ut quoties nomen suum audii et, recordaretur, quern Porque ¿qué mayor ternura de amor; que habien-
amaret, et. imitari dehéret. do de morir por nosotros, y volverse al Padre,
no le sufre el corazon vivir apartado de nosotros,
Lease ó, Tomás de Kempislib. 3. cap. 5(v Qu?
y dejarnos solos en este valle de lágrimas? E s
debemos negarnos á nosotros mismos, é imitar á
verdad, que nos llevaba al cielo impresos en su
Cristo por la cruz.
Corazon, y en breve había de volver á ver sus
escogidos en su reino: con todo eso, sentia tan-
to apartarse de los hombres, aunque por poco
tiempo, que inventó un amorosísimo medio para
quedar siempre con nosotros presente er¿ el Di-
vino Sacramento; y no solamente para quedar e n
un lugar, como cuando vivía en el mundo, sino
en tantos lugares, cuantas iglesias hay en todo
el orbe, y bajar tantas veces del cielo á visitar-
nos, cuantas Hostias se consagrasen en innume-
rables partes de la tieira, multiplicando cada dia
su presencia, para mostrar el deseo ardentísimo,
y el inmenso gozo de estar con nosotros como
en sus delicias: Delitiae meae essc cum filiis ho-
minum.
bros sean delicados, como dice san Bernardo: Non
decet sub copile spinoso, membrum esse delicatum, LECCION XII.
empezó á atormentar con asperísimas penitencias
su delicadísimo cuerpo. Las riquezas, los hono- D E LA INSTITUCION D E L SANTISIMO SACRAMENTO.
res, los placeres que antes le sugería y ofrecía
el demonio, fueron despues aborrecidos de su es-
píritu mas que la muerte. Al contrario, la pobre- i bien todas las empresas de Jesucristo fue-
za, las mortificaciones, los desprecios, á que la ron finezas de amor para con los hombres; pe-
llamaba Cristo, eran todas sus delicias endulza- ro una se lleva la ventaja á todas las demás, que
das con extraordinarios consüelos del Espíritu es la institución del Divinisimo Sacramento, en
Santo: hasta que viviendo vida religiosa algún tiem- que la divinidad, (como habla el santo Concilio
po en el siglo, pasó á vivir como santa en la Tridentino) derramó sobre nosotros las riquezas
religión, subdita muy estimada de santa Teresa; de su amor; Divilias sui ergo nos amoris velut
y para continua memoria de haber escogido por effudit, cuando la noche antes de su dolorosisi-
Esposo á Jesucristo, se llamó Catalina de Jesús: ma pasión se dejó en perpetuo don á sí mismo.
Ut quoties nomen suum audii et, recordaretur, quern Porque ¿qué mayor ternura de amor; que habien-
amaret, et. imitari dehéret. do de morir por nosotros, y volverse al Padre,
no le sufre el corazon vivir apartado de nosotros,
Lease ó, Tomás de Kempislib. 3. cap. 5(v Qu?
y dejarnos solos en este valle de lágrimas? E s
debemos negarnos á nosotros mismos, é imitar á
verdad, que nos llevaba al cielo impresos en su
Cristo por la cruz.
Corazon, y en breve había de volver á ver sus
escogidos en su reino: con todo eso, sentia tan-
to apartarse de los hombres, aunque por poco
tiempo, que inventó un amorosísimo medio para
quedar siempre con nosotros presente er¿ el Di-
vino Sacramento; y no solamente para quedar e n
un lugar, como cuando vivía en el mundo, sino
en tantos lugares, cuantas iglesias hay en todo
el orbe, y bajar tantas veces del cielo á visitar-
nos, cuantas Hostias se consagrasen en innume-
rables partes de la tieira, multiplicando cada dia
su presencia, para mostrar el deseo ardentísimo,
y el inmenso gozo de estar con nosotros como
en sus delicias: Delitiae meae essc cum filiis ho-
minum.
jrael como Pan del cielo, Manjar de los ángeles,
Ni se contentó el amor de Jesucristo ccn es-
porque del rocio celestial, por ministerio de án-
ta cercanía ó presencia; mas halló un nuevo mo-
geles se formaba? E s verdad, que aquellos fru-
do de interiorizarse, y unirse hasta hacerse man-
tos, y aquel maná tenian todos los sabores, eran
jar del hombre para entrarse en sus entrañas,
medicina de todas las enfermedades, restauración
estrecharse corazon á corazon, y transfundir en
de toda flaqueza.
él las preciosísimas calidades de su Divinidad. Por
Mas este Pan dá fruto de vida divina, Pan que
]o cual parece que esta fineza del Sacramento se
bajó del cielo de los cielos, obra del Rey de ios
aventaja de alguna manera á la Encarnación; por-
ángeles, fuente de todas las dulzuras, antídoto con-
que en ella, (es verdad) se humilló Dios tanto
tra la muerte: Qui manducat hunc Panem, vi-
á sí mismo, que llegó hasta ser hombre: mas en
vet in aeternum. No pudo hallar mayor Don la
el Sacramento pasa hasta ser alimento del hom-
infinita Sabiduría, ni ejecutar mayor obra la in-
brG.
mensa Bondad; porque no se puede dar cosa ma-
Allí llegó á esconder la Divinidad, tomando for-
vor, que un Dios. De donde el venerable padre
ma de criatura racional; aquí tomando semejan-
ÍY. Luis de Granada, anteponiendo este exceso
za de criatura insensible. Por la Encarnación unió-
de amorosísima beneficencia á todos los demás,
se con una naturaleza particular; pero pura de
prorrumpe en estas palabras: „Callen aquí todas
toda culpa, y llena de toda gracia; en el Sacra-
„las maravillas de la naturaleza: callen todos los
mento se complace comunicarse á todos, y á ca-
„prodigios de la gracia: porque esta única obra
da uno, aun á los pecadores.
„es sobre todas las obras, y gracia sobre todas
Entra en corazones, que le han sido rebeldes,
„las gracias. ¡O Sacramento maravilloso! ¿Qué
v se entrega íntimamente aun á sus enemigos.
„podré decir de tí? ¿Con qué afectos te alaba-
Y así el Angélico Doctor santo Tomás, extáti-
,,ré? T ú eres vida de nuestras almas, medicina
co de tanto amor, no supo darle otro nombre,
„de nuestras llagas, consuelo en nuestros afanes
que llamarle: Sacramento de la Caridad, Sacra-
,,y trabajes, Memorial de Jesús crucificado, Tes-
mento de la Beneficencia divina! Sacramentum
t i m o n i o de su amor, Legado preciosísimo de su
Charitatis, Sacramentum Beneficentiae!
„Teitamento, compañía de nuestra peregrinación,
Y con mucha razón Sacramento de la Beneficen-
„alegría en nuestro destierro, brasa para encen-
cia, porque en él solo nos hace Dios mas be-
d e r el amor del cielo, fuente de donde poder
neficio, que en todas las otras obras de su li-
„derivar á nuestros corazones las gracias divinas,
beralisima Mano. ¿Qué tiene que ver el benefu
„prenda segura de la felicidad eterna. Por me-
ció que hizo Dios á Adán, cuando le concedio
d i o de este Manjar el alma se une con su di-
el Arbol de la Vida, con que podía conservar-
v i n o Esposo, con él se ilumina el entendimien-
se inmortal, v gozar aquellos perennes frutos, que
t o , se afervoriza la voluntad, se despiertan I03
le hacían feliz en el Paraíso terrenal? ¿Qué com-
„buenos deseos, se adormecen las pasiones, se abren
paración tiene el maná, dado á los hijos de ls-
„las fuentes de las dulces lágrimas, y se cobra mente. Mas: asi como en la concepción nuestra,
„un suave vigor y aliento para caminar al mon- luego que el alma se une con la carne corrom-
t e santo de Sion." pida y manchada, que viene de Adán, participa
A estas palabras de tan sabio Maestro corres- al punto de sus males y miserias, nace viciada
pondieron siempre los efectos en los devotos de en las potencias, privada de la amistad de Dios,
tan alto Misterio. En san Conrado, Sacerdote, y sujeta á la tiranía del demonio-, así, tocando
cuyos dedos, que tocaban la Hostia consagrada, la carne virginal de Cristo, renacemos inmacu-
quedaban tan resplandecientes, que en la obscu- lados llenos de sus bienes, libres de la esclavi-
ridad de la noche le servían de lucidas antor- tud de Satanás, amigos é hijos de Dios. ¡O amo-
chas para leer la sagrada Escritura: En la san- rosa invención de la Suprema Sabiduría! ¡Sacar
ta virgen Ida, que de la sagrada Comunion con- el antídoto de donde se había sacado el vene-
cebía °en el alma tanto fuego de ardor celestial, no, y coger la vida en el mismo -medio por don-
que rebosando, hasta en el cuerpo, le encendía de vino la muerte' Mas esto seria poco al in-
los miembros, y esparcia vivas llamas: En la U. finito amor de Dios, si el bien de Cristo sola-
Catalina de Génova, que moribunda, al recibir el mente hubiera resarcido el mal de Adán. Con
Santísimo Viático, sintió correr por las entrañas incomparables ventajas le venció. Porque este Sa
una abundancia y rio de consuelo, que al ins- cramento levanta al hombre á una vida divina,
tante' se levantó sana, vigorosa y alegre. y le une por modo inefable con Dios, hasta ha-
Pero volvamos con san Agustín á ver la ad- cerle un espíritu partícipe de los Tesoros de la
mirable invención del divino Amor en contrapo- Divinidad, según habla el Redentor: Qui man-
ner este Manjar de vida, al otro manjar de muer- ducat meam carnem, et bibit meutn sanguinem, in
te. Porque como Adán, comiendo la vedada fru- :«e manet, et ego in illo. De suerte, que como
ta, acarreó al género humano extremas ruinas, el alimento natural se cambia y transmuta en la
la' pérdida de la Justicia original, la rebelión de substancia del que le come; asi el que se sus-
las pasiones, el destierro de las virtudes en nu- tenta de este Pan Sacramental y sobrenatural,
mero innumerable de miserias y desgracias; así el se convierte y transforma en la naturaleza del
Salvador, dando este Manjar celestial, restaura las Salvador, como él mismo lo dijo á san Agustín:
pérdidas, nos restituye la abundancia de las gra- Non me mutabis in te, sed tu rnutaberis in me.
cias, sosiega los afectos rebeldes, infunde los do- Al modo que el oro, mezclado en los medica-
tes 'de las virtudes, y nos hace partícipes de la mentos, no lo digiere el enfermo, sino queda in-
bienaventuranza. De aquella fruta dijo Dios: In violable en el cuerpo humano, y de allí trans-
qnoqumque die córnederis ex eo, morte monería. funde sus calidades, y comunica su virtud al co-
En comiéndola, morirás. De este Pan, dice el razon; así puntualmente el Cuerpo de Cristo Sa-
mismo Dios: Qui manducat hunc Panem, vivet m cramentado, no se convierte en la calidad d«l
aetemum. El que come este Pan, vivirá eterna- hombre; antes cambia sus afectos y costumbres,
Pensad ahora un poco, si la Sabiduría y Bon-
en las costumbres y afectos de Cristo, y espar- dad del Hijo de Dios podía haber hallado rega-
ce por toda el alma y todo el cuerpo, un es- lo mayor para premiar los incomparables mere-
píritu de vida divina, como dice san León: A o n cimientos de su santísima Madre. Si hubiera que-
aliud agit participatio Corporis Chrisit, quam ut rido agradecerle aquellos nueve meses, que le tra-
in id, quod sumimus, transeamus. jo en su purísimo y virginal Vientre: aquella ce-
¡O excesiva magnificencia de Dios! ¡que despues lestial leche, con que le sustentó: aquellos afec-
de haber dado al servicio del hombre, no solo tuosos obsequios, con que le sirvió toda la vida;
las criaturas de la tierra, mas también los an- y por fin, aquellos terribles dolores, con que le
geles del cielo, llegase el Criador á tal exceso asistió hasta la muerte al pie de la cruz; podia
de benevolencia, que se haya dado á si mismo! hacerle donativo mas estimable, mas amoroso, mas
.Cuándo jamás se ha oido, que una madre, por divino? Cierto es, que Dios no tiene mas precio-
mas amante que fuese de su hijo, viendole mo- sa joya que poder dar, ni en el cielo, ni en la
rir de hambre, le diese á comer sus propias car- tierra, pues es la misma, que gozan los ángeles
nes por mantenerle la vida, y se sacase su pro- y los bienaventurados en el Paraíso; con sola es-
pia sangre para dársela en bebida, y fuese cruel ta diferencia, que ellos gozan de Dios á cara des-
para consigo, por mostrarse piadosa para con el! cubierta, y nosotros le gozamos con la fe, de-
Estos prodigios estaban reservados únicamente ai bajo de la cortina de los accidentes; pero con
amor de Dios, que ofreció su Cuerpo á las he- esta ventaja, embidiada (por decirlo asi) de los
ridas, y derramó la Sangre, por darnos alimen- mismos bienaventurados, que nosotros podemos go-
to de vida bienaventurada; aunque bien sabia, que zarle como manjar, aplicar la boca á la Llaga
este Sacramento habia de estar despreciado en\ de su Costado, estrechárnosle interiormente al co-
las iglesias, consagrado de malos Sacerdotes, re- razon, y enriquecernos también con sus precio-
cibido de impíos pecadores, abusado de malvados sísimos merecimientos.
hechiceros; y finalmente, arrojado á los pies de
los brutos. Pero omnia substinuit propter electos.
E l amor le hizo pasar tantos dolores y tantas
injurias por disponer este Maná de eterna salud
á las almas de sus fieles. La medicina suele ser
amarga para el que la bebe, pero no para quien
la manda. Mas aquí sucede totalmente al con-
trario: Jesucristo que la dispuso, tomó para sí to-
do lo amargo y áspero, y dejó á los hombres
todo lo amable" y suave. Como aquella madre,
qüe per curar á su chicuelo enfermo, bebe^ ella
la purga y remedio amargo, y no se le dá al
hijo, sino mudado en suavísima leche.
Pensad ahora un poco, si la Sabiduría y Bon-
en las costumbres y afectos de Cristo, y espar- dad del Hijo de Dios podía haber hallado rega-
ce por toda el alma y todo el cuerpo, un es- lo mayor para premiar los incomparables mere-
píritu de vida divina, como dice san León: A o n cimientos de su santísima Madre. Si hubiera que-
aliud agit participatio Corporis Chrisit, quam ut rido agradecerle aquellos nueve meses, que le tra-
in id, quod sumimus, transeamus. jo en su purísimo y virginal Vientre: aquella ce-
¡O excesiva magnificencia de Dios! ¡que despues lestial leche, con que le sustentó: aquellos afec-
de haber dado al servicio del hombre, no solo tuosos obsequios, con que le sirvió toda la vida;
las criaturas de la tierra, mas también los an- y por fin, aquellos terribles dolores, con que le
geles del cielo, llegase el Criador á tal exceso asistió hasta la muerte al pie de la cruz; podia
de benevolencia, que se haya dado á si mismo! hacerle donativo mas estimable, mas amoroso, mas
.Cuándo jamás se ha oido, que una madre, por divino? Cierto es, que Dios no tiene mas precio-
mas amante que fuese de su hijo, viendole mo- sa joya que poder dar, ni en el cielo, ni en la
rir de hambre, le diese á comer sus propias car- tierra, pues es la misma, que gozan los ángeles
nes por mantenerle la vida, y se sacase su pro- y los bienaventurados en el Paraíso; con sola es-
pia sangre para dársela en bebida, y fuese cruel ta diferencia, que ellos gozan de Dios á cara des-
para consigo, por mostrarse piadosa para con el! cubierta, y nosotros le gozamos con la fe, de-
Estos prodigios estaban reservados únicamente ai bajo de la cortina de los accidentes; pero con
amor de Dios, que ofreció su Cuerpo á las he- esta ventaja, embidiada (por decirlo asi) de los
ridas, y derramó la Sangre, por darnos alimen- mismos bienaventurados, que nosotros podemos go-
to de vida bienaventurada; aunque bien sabia, que zarle como manjar, aplicar la boca á la Llaga
este Sacramento habia de estar despreciado en\ de su Costado, estrechárnosle interiormente al co-
las iglesias, consagrado de malos Sacerdotes, re- razon, y enriquecernos también con sus precio-
cibido de impíos pecadores, abusado de malvados sísimos merecimientos.
hechiceros; y finalmente, arrojado á los pies de
los brutos. Pero omnia substinuit propter electos.
E l amor le hizo pasar tantos dolores y tantas
injurias por disponer este Maná de eterna salud
á las almas de sus fieles. La medicina suele ser
amarga para el que la bebe, pero no para quien
la manda. Mas aquí sucede totalmente al con-
trario: Jesucristo que la dispuso, tomó para sí to-
do lo amargo y áspero, y dejó á los hombres
todo lo amable" y suave. Como aquella madre,
qüe per curar á su chicuelo enfermo, bebe^ ella
la purga y remedio amargo, y no se le dá al
hijo, sino mudado en suavísima leche.
Sarniento, y meiecer aquel improperio, que pro-
§. II. nunció contra los pérfidos Judios el Bautista: Me-
dius veslrum stat, qucm x-os nescitis. ¿Donde es-
MOTIVOS DE CORRESPONDENCIA A TAN GRAN tá, no digo ya el amor, pero aun la fé?
BENEFICIO. En los primeros siglos de la iglesia concurrían
los pueblos de todas las provincias cristianas, al
Tales finezas de caridad obró el Salvador pa- monte Olívete, á reverenciar y besar las sagra-
ra obligarnos á amarle en fuerza de su amor, das hueyas. que dejó estampadas en la piedra el
manifestado en una obra de tanta benignidad; pues »Salvador, cuando subió al cielo: Aáorabimus in
no hay imán mas atractivo, que un amor para loco, ubi stetf-runt pedes ejus. Por ver y adorar
otro amor. Santa Catalina de Sena, cuando ha- el sagrado Velo, en que el Redentor, cargado de
bía de comulgar, veía muchas veces en las ma- la cruz, imprimió la sangrienta imagen de su san-
nos de los Sacerdotes como un horno encendi- tísimo Rostro, venia á Roma innumerable gente,
do. Con que no solamente se figuraba aquel ex- y se tenia por dichoso el que podia llegar á dar-
ceso de caridad, en que ardía el Corazon de Cris- le un ósculo reverente, cuando se exponía á la
to; sino también se expresaba, que él con el Sa- veneración pública. Nosotros, para reverenciar y
cramento, venia á poner en nuestros corazones bra- adorar el propio, verdadero y real Cuerpo del Rey
sas encendidas de amor. Y por ventura, ¿ha con- de la gloria, no tenemos un afecto que nos es-
seguido su intento? ¡Qué buena correspondencia timule, un pensamiento que nos mueva. ¡O, si no
de afecto retorna el hombre á su Dios! ¡O in- ríos apremia el amor de Dios, apremíenos á lo
gratitud increíble del género humano! Está siem- menos el amor de nosotros mismos, para recibir
pre de dia y de noche presente en los sagra- los favores y gracias, que en esta mesa, á co-
dos templos el Dios de las consolaciones, el Pa- razon abierto, y manos llenas, está ofreciendo!
dre de las misericordias, el. Dador de todos los Aparecióse la Madre de Dios á la V. i r a n -
bienes, todo amor, todo ansia de hacernos bene- cisca Fárnese, y poniéndole en las manos á su
ficios; y nosotros ingratos, desconocidos, ni aun divino Hijo el Niño Jesús, la dijo: Tómale, que
solicitamos recibir sus favores. ¿Quién jamás ha- tuyo es, y sábete valer de él bien. Imaginemos,
bría creído poderse ver juntos estos dos extre- cuando llegamos al Altar, que también nos dice
mos, una infinita benignidad del Criador, y una á nosotros: Tomad al Salvador del mundo, que
ingratitud no menos infinita de la criatura? Ha- es todo vuestro; aprended y sabed valeres de él
bitar continuamente entre nosotros por nuestro para enriqueceros de sus tesoros, y lograr todas
amor el Unigénito del Eterno Padre: Hospitahi- las gracias que deseáis. Imaginad, que el mismo
tur, et pascel, et potábit. ingratos; y nosotros no Salvador desde el Sagrario donde está encerra-
solamente no abrasarnos en recíprocas llamas de do, os llama y convida, diciendo: Venite ad. me
amor á él; pero ni aun tener un afectuoso pcn- omnes. Venid á mí, y seré lo que habéis me-
nester para vnestro consuelo y salud, Pastor, Mé- la hambre y achaques del alma, seamos tan des-
dico, Abogado, Confortador, Consejero, Amigo, cuidados y olvidados! ¡Oh, cómo puede decir e
Hermano, Padre, Dios, y todo vuestro bien. ¿Quién Profeta, qua esta divina Mesa está despreciada!
se me pondrá delante, á quien yo no salga al Mensa despecta. Despreciada por nosotros, y abor-
encuentro, diciendo: Quid tibi vis faciam? ¿No de- recida, como si fuera la mesa de Nerón, en que
seáis cosa alguna? ¿No teneis cosa que pedir? ¿No los convidados siempre estaban temiendo en cada
tienes mal alguno, que temas incurrir, y de que plato el veneno.
necesites, que yo te libre? ¿Ni hay algún bien que La causa de tanto mal, es, que las vanas e
desees, que yo te pueda dar? Estoy prontísimo inmundas dulzuras de la tierra, nos han estraga-
á todas tus súplicas, y á todos tus deseos. do el paladar, para que no le sepan bien los pu-
Mas si se duele el Salvador, de que no va- rísimos deleites del cielo. Los demasiados y su-
nos á los templos á venerarle, y recibir sus gra- perfinos cuidados de las cosas temporales, nos ofus-
cias; mucho mas se queja de que no nos llegue- can y encantan para no cuidar de los bienes eter-
mos á la divina Mesa, para alimentarnos con su nos. ¡Intolerable descuido de nuestra salud! ¡In-
sagrado Cuerpo: Quae utilitas in Sanguine meo! gratitud digna de los mayores castigos de Dios.
¿De qué me sirve (dice) haber compuesto con Si Dios castigó severamente á los Israelitas, por-
mi Sangre y con mi Carne, este Manjar celes- que hastiados del maná, decían: Nauseat anima
tial, para alivio y sustento de mis fieles, si es- nostra svper cibo isto levissimo: y deseaban los
tando hambrientos, aun no quieren recibir el ali- ajes y cebollas de Egipto. Si Cristo, (significa-
mento? ¡O fatigas mias perdidas! ¡O mal emplea- do en aquel Señor del Evangelio) se indigno tan-
das industrias de mi amor en prepararles este me- to contra los que convidados no quisieron venir
dicamento de vida, si ellos enfermos y moribun- al convite de las bodas por atender á sus ocu-
dos, tienen hastío del remedio, y escogen antes paciones y placeres, ¿cómo no usará contigo se-
morir, que comer! Y á la verdad, gran dolor verisímos castigos, ó alma ingrata? ¿Cómo no con-
siente el Redentor al ver tanta descortesía y tan- vertirá su amor en indignación, é ira justa con-
to desprecio: ¡que se llegue hasta no querer re- tia tí? Y por ventura, será el m a y o r castigo pri-
cibir sus gracias! Como siente gran pena una ma- varte en vida de este divino Manjar, y en la
dre, que teniendo los pechos llenos de leche, no muerte de este Viático saludable, como lo hizo
puede descargarlos en la boca del hijuelo, y en con aquellos ingratos, que descortezmente se es-
vano le vá diciendo: Dilata os tuum, et implebo cusaron de venir al convite: Neme virorumillo-
illud: Abre esa boca, y te la llenaré. Y ¿qué rum gustabit coenam meam.
enfermedad, qué encanto es este? Que si estamos Acaso darás por escusa tu indignidad, que eres
hambrientos ó enfermos corporalmente, seamos tan pecador, que no mereces comer el Pan de los
cuidadosos y prontos á tomar el alimento ó la ángeles, indigno de familiarizarte tanto con Dios.
medicina, (muchas veces molesta ó amarga) y en Escusa es ésta peor que la culpa, Huyes del me-
dico, porque está3 enfermo, como si el Salvador te, pasto.r mas de bestias, que do almas, era muy
no hubiese dicho muchas veces: Non egent, qui apasionado por caballos. Sucedió que un jueves
sani sunt, Medico, sed qui male habent. Antes, por- santo, estando diciendo Misa, le avisaron que una
que estás sujeto á pecados, de naturaleza frágil yegua suya habia parido; y el mal prelado, sin
y deleznable, tibio y enfermizo de espíritu, de co- acabar de decir todas las oraciones, se fué á ver
razon infiel en los buenos propósitos, debías re- el potrillo reciennacido: (RINALÜ, ANN. 956.) ac-
currir mas frecuentemente al divino Sacramento, ción la mas indigna del mundo, posponer el ob-
para purificarte, para convalecer y librarte de las sequio del Hijo de Dios, á la curiosidad de ver
pasiones, para confortarte y afianzarte en la vida el parto de una bestia. ¿Pero acaso no hacen los
cristiana. Este pretesto tuyo de reverencia, es una cristianos semejantes acciones? ¿Cuántas veces por
máscara de tu descuido, y es un lazo cubierto un mínimo ínteres de la tierra, se deja el con-
de yerbas y hojas, con que el demonio divierte vite del Rey del cielo? Por estarse ociosamen-
las almas, y las aparta de su bien, como dice te en la cama sobre colchones de pluma, no ma-
san Cirilo: Loco laquei damnosam religiones dia- drugan á coger este M a n á del paraíso. L a visi-
bolus praetendit. ta de un amigo, una ligera hacienda de casa, el
Este vano temor reprendió Cristo en san P e - estudio de componerse y aderezarse vanamente,
dro, todavía novicio en la fé, cuando al ver los bastan á divertir y apartar .todos los ánimos de
prodigios que obraba, le dijo: Exi á me, Domi- la Mesa de los ángeles.
ne, quia homo peccator sum. Apártate de mí, Se- No obran así las almas zelosa's de su bien, que
ñor, que soy un hombre pecador, y soy indig- no pueden vivir ayunas mucho tiempo de este
no de estar con vos. Mala consecuencia de un Pan de vida. Quien tiene una 'centellita de amor
buen antecedente; porque se confiesa pecador, ¿ho- de Dios, siempre desea con ansia encenderse mas
ye de quien únicamente le puede hacer justo? en este divino fuego: Amor esuriens til: fameli-
Porque reconoce su enfermedad, ¿se escusa de ci Dei esse debemús: (dice san Agustín) el que
tomar el remedio? Y si se confiesa la verdad, ama, apetece el objeto amado: tiene ancioso de-
ésta no es humildad y conocimiento de vuestras seo de Dios, quien ama á Dios.
miserias, sino el amor de vuestra tibieza, y el Hambre del Sacramento tenia santa Teresa, que
asimiento á vuestros acostumbrados placeres. El solia decir: que si el dia de comunion fuera ne-
descuido de vuestro bien, y el no querer dispo- cesario pasar por entre las espadas de un ejér-
neros á recibir la F u e n t e de la gracia, es quien cito enemigo, ó entre los rayos de un cielo^tem-
os tiene apartado d-a ella. pestuoso, ningún temor la detendría, ni 1a em-
Anteponéis todo cuidado de los bienes mun- barazaría el correr al sagrado Altar. Ardía en
danos á la solicitud d e los tesoros celestiales. Ha- deseos de la Eucaristía el V. Francisco del Ni-
céis al Rey del cielo aquella afrenta, que le hi- ño Jesús, que en el tiempo antes de la comu-
zo Theofiiato, P a t r i a r c a de Constantinopla, Es- nión se quejaba, que las horas iban muy de es-
nació y tardías; y cuando oía dar ei relox, se las gentes: Próbet autem seipsum homo, et. sic de
alebraba y decia. Cinco horas me quedan: y a Pane illo edat. E s preciso hurtar un poco de
no m a s de tres: ya solo tardará una para reci- tiempo á los muchos cuidados y haciendas, que
bir á mi Jesús Sacramentado. S e abrasaba en distrahen el ánimo y el corazon, p a r a purificar
afecto santa Catalina de Sena, que apretaba al bien el alma, donde se debe alvergar y hospe-
Tí Raymundo, su confesor, que saliese presto, sin d a r el Hijo de Dios. Así nos dió admirable ejem-
detenerse, á decir Misa, diciendole: ¡ O padre, si plo el Salvador, cuando antes de d a r la Euca-
supieras cuánta hambre padezco! O, si sctres, pa- ristía á sus discípulos, se dignó lavarles con sus
ter quantam esuriempatior! Y así, con prodigio- manos los pies; y aquel Rey de la gloria, que
s o ' f a v o r voló la Partícula consagrada á su bo- se dignó de n a c e r en un establo, y morir en un
ca para hartar y sosegar el ardor de su cora- calvario, sitios inmundísimos, no quiso instituir el
zon N i me digáis, que aquellos deseos estaban divino S a c r a m e n t o sino en un cenáculo limpio,
hieñ colocados en aquellas almas inocentes é in- aseado y bien adornado: sin duda para darnos á
maculadas, pero no en la vuestra inmunda y pe- entender, que este divinísimo M a n j a r requiere que
cadora, porque el Salvador con mas solícito a f e c - los pecadores, antes de recibirle, tengan una gran
to llama á su Mesa á los pecadores para con- limpieza de corazon: Extreman exigit mundiciem
(dice san Dionisio) (DE ¿BOCEES. H I E R . CAP. 3.)
vertirlos. . , .
¡No encendió semejantes deseos en el corazon Así también, antes de c a e r el maná, precedía
de Agustino, que antes había estado sumergido un rocío abundante sobre la tierra, como para
en los deleites sensuales? lavar el sitio, y hacerle digno de recibir aquel
• No le convidó á apacentarse del Pan de la pan del cielo: p a r a significarnos, que antes de re-
Eucaristía; p a r a mudarle de hombre de carne, en cibir la Eucaristía, debemos purificar bien el co-
razon con lágrimas de verdadera penitencia. Al
espíritu de Dios?
fin, él es Pan de ángeles, y debe recibirse con
¿No apareció á la B. Angela de tulgino, an-
pureza angélica, la cual nosotros, compuestos de
tes famosa pecadora, y por atraherla suavemen-
carne y espíritu, no podemos alcanzar, si vos (ó
te al convite celestial, se sentó con ella á la M e -
Dios mió de las Misericordias, que con un car-
sa y bebió él primero de un Cáliz misterioso, bón encendido purificasteis los labios de Isaías)
para dársele luego á ella, á fin que bebiese y con los ardores de vuestra caridad no purificáis
probase su dulzura? Y así, el respeto que deben esta nuestra lengua, que ha de ser la primera
tener al divino Sacramento, no debe jamás apar- que os acoja y toque, si no limpiáis este nues-
tarlos; antes debe hacer que se dispongan á lle- tro corazon, que d e b e ser hospicio de vuestra Di-
garse dignamente. Debese d a r su lugar al temor vinidad.
para la "reverencia; pero no se le ha de quitar
e l suyo al amor para la confianza.
Pero ya que nó podarnos disponernos con tan-
Así discretamente nos lo avisa el Doctor de to candor de inocencia, sirvámonos á lo menos
de la humildad. Imitemos al Redentor, que an- escogida y practicada en toda la vida de Cris-
tes de instituir este gran Misterio, hizo un ex- to, tan agradable y gloriosa por boca de su Ma-
ceso de humildad, tai, que jamás podria caer en dre? El que te despreciare, será despreciado de
pensamiento humano. El Unigénito Hijo de Dios, Dios, aunque estuviera en lo mas alto del cie-
puesto de rodillas á los pies de unos pobres pes- lo: el que te abrazare, será de Dios abrazado,
cadores, con aquellas manos con que crió el cie- aunque fuera el mayor pecador del mundo. Si
lo y la tierra, y en cuyo poder liabia el Padre tú faltas, las vírgenes son excluidas del reino del
puesto el cetro del mundo, como olvidado de su cielo: si tú las asistes, las públicas pecadoras son
Grandeza y Magestad, les lavó los vilísimos pies. admitidas á los pies de Cristo. Por tí la Madre
¿Cómo mirarán allá desde el cielo los coros de de Dios concibió en su vientre al Verbo Divi-
los ángeles (con éxtasi de asombro) á su Cria- no: Qui a respexit humilitatem Ancillae suae. Tam-
dor. doblados los pies, y las manos empleadas bién nosotros debemos valemos de tí, para dis-
en tal lavatorio! Atónito san Pedro al verle ar- ponernos á recibir el divino Sacramento, consi-
rodillado delante de sí, empezó á decir con pas- derando primero la dignidad de aquel gran Se-
mo: Domine, tu fnihi laxas pedes? Vos, Señor, ñor, á quien debemos hospedar, y la bajeza de
que sois el Hijo de Dios, resplandor de la glo- unas vilísimas criaturas, y abominables pecadores,
ria del Padre, Rey de los ángeles, Monarca del cuales somos nosotros. Mas por eso debemos lle-
mundo, quereis lavarme los pies á mi, lleno de garnos con el sentimiento del Hijo Pródigo: Pa-
muchas miserias; y lo que es mas, hombre man- ter, peccavi in Coelum, et coram te, jam non sunt
chado con muchas culpas? La alteza de tu Ma- dijñus vocari filius tuus. De suerte, que s i n o s
gestad, y la bajeza de mi miseria, me fuerzan dá temor de la Magestad de Dios, nos debe atrgher
á no consentir jamás tal exceso. Así clamaba san mas el amor de Padre: Si terret, quot Deus est,
Pedro, no sabiendo aún la gran gloria, que es- pías alliciat,' quód Pater est. (AVACIIÍ. P . 1 . C A P .
tá encerrada en la humildad cristiana. Pero el 3.)
Salvador, que deseaba dejarnos un maravilloso
ejemplo de esta virtud, especialmente para dis- §. n i . '
posición del divino Sacramento, prosiguió la obra
comenzada. Mas debeis reparar, que si bien el EJEMPLO.
Redentor fué un espejo clarísimo de todas las vir-
tudes; pero de ninguna se lee en el Evangelio, Para encender en nuestros corazones llamas de
que haya protestado por su boca habernos dado amor de Dios y de la divina Eucaristía, no qiiie-
ejemplo, sino de la humildad: Exemplum dedi vo- ro ahora proponeros los ejemplos de un Felipe
bis. Neri, ni de una santa Clara, almas religiosísimas
¿Quién, pues, no pondrá todo cuidado y estu- y devotísimas del Sacramento; sino de un gran
dio por adquirirte, ó preciosísima humildad, Jan príncipe seglar, Leopoldo, Archiduque de Austria,
17
mulgaba, cuando para dar buen ejemplo al pue-
el cual habiendo mamado con la leche la piedad blo, en la pública iglesia, 110 en el trono, que
Austríaca, y devocion á la sagrada Eucaristía, aun le tenían prevenido, sino en el desnudo suelo, de
desde la niñéz empezó á adorarla con frecuen- rodillas, con singular modestia, tenia clavados los
tes obsequios. L a primera vez que fue admitido ojos en el Altar. Cuando por las calles se en-
á la celestial Mesa, concibió tan dulce hambre contraba con algún Sacerdote que llevaba el S a -
de este Pan, que no podia pasar mucho tiem- cramento á los enfermos, al punto se desmon-
po sin comerle: de donde tomó despues la san- taba del caballo, ó saltaba de la carroza, y se
ta costumbre d e apacentarse del Manjar de los arrodillaba en tierra á adorarle, aunque estuvie-
ángeles todos los domingos, las fiestas del Se- se el suelo húmedo ó lleno de lodo; y despues
ñor, las de la Virgen santísima, las de los Apos- tomando una vela, le acompañaba con suma re-
tóles, y de otros santos sus devotos; de suerte, verencia.
que venia á comulgar casi dos veces en la se- Sucedió una vez, que siguiendo, descubierta la
mana. cabeza, al Sacerdote, empezó á llover, y prosi-
Está piadosísima costumbre mantuvo siempre in- guió con grandes turbiones. Los cortesanos le avi-
violable, aun cuando en medio de las armas man- saron, que en atención á su salud, ó se cubrie-
daba los ejércitos; y no gastaba poco tiempo en se la cabeza, ó se entrase debajo del palio de
sus comuniones, porque se disponía muy de es- la Eucaristía; mas él respondio: No se debe te-
pacio, y aquella mañana no admitía conversacio- mer la lluvia por aquel Señor, que por nosotros
nes de cosas temporales. derramó su Sangre, y por quien nosotros debía-
Aun en algunas graves enfermedades, en que era mos derramar la nuestra. Con esta misma aten-
atormentado d e una ardiente sed, y era menester ción respetaba grandemente á los Sacerdotes, mi-
darle á m e n u d o refrescos de agua, llegó á decir, nistros de la Eucaristía, y solía usar las palabras
que ni el precepto del Médico, m el peligro de de san Agustín: Si cura Sacerdote occurreret án-
la vida, le harian abstenerse del agua; mas so- gelus, prius Sacerdoti, quam angelo, honorem esse
lo el deseo d e recibir á su Dios Sacramentado exhibendum. Si á un tiempo me encontrase con un
le podia hacer constante en no beber desde la ángel y un Sacerdote, primero haria cortesia y
media noche hasta el dia. reverencia al Sacerdote, que al ángel.
Ni este su devotísimo afecto se quedó en so- Cuando tenia el mando de las armas, antes de
lo Leopoldo: estendiólo á muchos otros: mandó, salir al campo con el ejército, ordenaba una so-
que todos los de su corte, gentiles hombres, y lemne procesión, en que se llevaba al rededor
pages, comulgasen á lomenos cada mes, só pe- del santísimo Sacramento, para alcanzar el socor-
na de caer e n su desgracia. Si bien, para exci- ro y protección del Dios de los ejércitos y de
tar á gran devocion con la Eucaristía, no eran ias victorias, y solia fortificarse y armarse á sí,
menester preceptos, bastaba ver la piedad de Leo- y á sus soldados con este Manjar, *que en la Es-
poldo, eon q u e asistía al divino Sacrificio y co-
entura se llama P a n d e los valientes: Pañis for*
tium. Fuera de esto, había hecho componer y ade- los soldados, que quien en la mayor tempestad
rezar un riquísimo carro, donde, como en una de las balas estaba detrás del Archiduque, esta-
capilla portátil, llevaba el divinísimo Sacramen- ba mas seguro de los golpes, que si estuviese
to, porque no quería que marchasen sus ejérci- detrás de una cortina de bronce. Mas memora-
tos, sin llevar consigo, como los Israelitas, por ble fué lo que acaeció en el sitio de Naumburg,"
la mas segura defensa, el Arca Sacratísima de donde habiéndose obstinad) los enemigos á no
Dios, en cuya presencia, en los mayores peligros, rendirse jamás, estando ya para el asalto geno-
ya él en persona, ya sus soldados, por turno, re- ral, dijo antes Leopoldo á sus soldados: Oigamos
mudándose, hacían devotísimas oraciones. 1 asi, Misa, y Dios acobardará á nuestros enemigos:
la primera vez que salió á campaña, escribió con Missae Sacrijicium audiamw, et Deus vaecordem
hermosas letras, v se colgó al pecho en un re- faciet inimicum. ¡Cosa maravillosa! Al tiempo de
licario, éstas palabras: Non tímelo mala, quoniam alzar la sagrada Hostia en el campo imperial, hi-
tu mccum es: No temeré los males y peligros, por- cieron seña para rendirse los obstinados enemi-
uue tú estás conmigo. gos; por lo cual añadió el Archiduque: Sic vin-
Ni le salieron vanas sus esperanzas, porque con cendi sunt hostes.
prodigiosos favores fué preservado de gravísimos Pero las mas nobles victorias, que con el san-
peligros. En Salfeld, asistiendo á la sagrada Eu- tísimo Sacramento alcanzó Leopoldo, fueron con-
caristía en un sitio continuamente batido de la tra sus pasiones y contra los vicios, hasta me-
artillería enemiga, y avisándole que se quitase del recer el sobrenombre glorioso de Piincipe an-
riesgo, respondió: Nadie puede hacerme daño, cuan- gélico; y á los suyos el apellido de Corte santa.,
do asisto á mi Dios: Apud Deum meum consti- Quid ad haec Ministri Altaris? A tanta piedad
tuí nemo nocere potest. Igualmente a otros, que y devocion de un Príncipe seglar y guerrero, ¿qué
le persuadían resguardase con corazas el pecho, podrán responder aquellos, que particularmente es-
dijo: El Dios de mi corazon es mi peto y lo- tán consagrados á los altares, y destinados á los
riga: Deus coráis mei lorica est. También en la obsequios del divinísimo Sacramento? ¡O Minis-
Básea se estuvo intrépido en un sitio, donde ases- tros de tan celestial Mesa!
taban y herían las bombas del enemigo, de las Lease á Tomás de Kempis lib. 4. cap. 4. Cuyo
cuales una bala llegó á tocarle la cimera del mor- título es: Cuan muchos bienes se comunica ná los
rión; pero sin herirle ni un cabello de la cabe- que comulgan devotamente.
za, como que las balas no se atrevían á ofender-
aquella cabeza, que por reverencia del santísimo
Sacramento se exponía descubierta á las lluvias
del cielo, y á los rayos del sol. Y como esto
hubiese su^uido muchas veces, corría voz entre
entura se llama P a n d e los valientes: Pañis for*
tium. Fuera de esto, había hecho componer y ade- los soldados, que quien en la mayor tempestad
rezar un riquísimo carro, donde, como en una de las balas estaba detrás del Archiduque, esta-
capilla portátil, llevaba el divinísimo Sacramen- ba mas seguro de los golpes, que si estuviese
to, porque no queria que marchasen sus ejérci- detrás de una cortina de bronce. M a s memora-
tos, sin llevar consigo, como los Israelitas, por ble fué lo que acaeció en el sitio de Naumburg,"
la mas segura defensa, el A r c a Sacratísima de donde habiéndose obstinad) los enemigos á no
Dios, en cuya presencia, en los mayores peligros, rendirse jamás, estando ya para el asalto geno-
ya él en persona, ya sus soldados, por turno, re- ral, dijo antes Leopoldo á sus soldados: Oigamos
mudándose, hacían devotísimas oraciones. 1 asi, Misa, y Dios acobardará á nuestros enemigos:
la primera vez que salió á c a m p a ñ a , escribió con Missae Sacrijicium auáiamw, et Deus vaecordem
hermosas letras, v se colgó al pecho en un re- faciet inimicum. ¡Cosa maravillosa! Al tiempo de
licario, éstas palabras: Non tímelo mala, quoniam alzar la sagrada Hostia en el campo imperial, hi-
tu mccum es: No temeré los males y peligros, por- cieron seña para rendirse los obstinados enemi-
uue tú estás conmigo. gos; por lo cual añadió el Archiduque: Sic vin-
Ni le salieron vanas sus esperanzas, porque con cendi sunt hostes.
prodigiosos favores fué preservado de gravísimos Pero las mas nobles victorias, que con el san-
peligros. En Salfeld, asistiendo á la sagrada Eu- tísimo Sacramento alcanzó Leopoldo, fueron con-
caristía en un sitio continuamente batido de la tra sus pasiones y contra los vicios, hasta me-
artillería enemiga, y avisándole que se quitase del recer el sobrenombre glorioso de Principe an-
riesgo, respondió: Nadie puede hacerme daño, cuan- gélico; y á los suyos el apellido de Corte santa.,
do asisto á mi Dios: Apud Deum meum consti- Quid ad haee Ministri Altaris? A tanta piedad
tulo ritmo nocere potest. Igualmente a otros, que y devocion de un Príncipe seglar y guerrero, ¿qué
le persuadían resguardase con corazas el pecho, podrán responder aquellos, que particularmente es-
dijo: El Dios de mi corazon es mi peto y lo- tán consagrados á los altares, y destinados á los
riga: Deus coráis mei lorica est. También en la obsequios del divinísimo Sacramento? ¡O Minis-
Básea se estuvo intrépido en un sitio, donde ases- tros de tan celestial Mesa!
taban y herían las bombas del enemigo, de las Lease á Tomás de Kempis lib. 4. cap. 4. cuyo
cuales una bala llegó á tocarle la cimera del mor- título es: Cuan muchos bienes se comunica ná los
rión; pero sin herirle ni un cabello de la cabe- que comulgan devotamente.
za, como que las balas no se atrevían á ofender
aquella cabeza, que por reverencia del santísimo
Sacramento se exponía descubierta á las lluvias
del cielo, y á los rayos del sol. Y como esto
hubiese s u ^ u i d o muchas veces, c o m a voz entre
Cuentan las historias, como una proeza heroi-
L E C C I O N XIII. ca de amor incomparable, la de una reina de
Inglaterra que viendo al rey Estevan, SIJ mari-
do, atravesado de una saeta, envenenada, sin es-
DE XA PASION D E JESUCRISTO.
peranza de vida, quiso ella dársela á costa de
su muerte; porque siendo el único remedio de la
S i no supiésemos otra cosa de la vida de Cris-
herida sacar fuera el veneno chupándole, no per-
to, sino su pasión sola, bastaría paia encender
mitió el piadosísimo rey. que ni aun un esclavo
el mundo en amor divino, y reformarle con las
le aplicase los lábios, porque no quiso vivir á cos-
luces de sus ejemplos; así como bastó para re-
ta de la muerte de otro; mas no pudo guardar-
dimirle con el valor de sus méritos. Cuantas vir-
se de las amorosas asechanzas de la reina, su es-
tudes ejercitó, y cuanta doctrina enseño en los
posa, que dormido el rey, entrando en 1a cáma-
treinta y tres años de su vida, todo lo encer-
ra, y descubriendo ligeramente la llaga, aplicó á
ró y compendió en las pocas horas que prece-
ella mas de una ve% la boca, hasta chuparle en-
dieron á su muerte.
teramente el veneno, y atraher á si la muerte,
E n este espejo del Crucificado, (dice fc. l o -
que habia de padecer su marido. Entre los hom-
renzo Justiniano, de Agone) se descubre el abis-
bres parece que no se puede hallar mayor ex-
mo de la misericordia, se ostenta la grandeza,
tremo de amor; pero le excedió, sin comparación,
del infinito amor, y se manifiesta cuan grande e?
el amor de Jesús.
el valor de un alma, por cuyo rescate Dios em-
Aquella reina, al fin, usó tanta fineza con su
pleó su vida: Tam pretioso pretio liominzs redemp-
consorte, de quien era sumamente amada y fa-
iio agitvr, ut Homo Devm valere videatur. Ai
vorecida; pero que el Criador la ejecute por una
pie de la cruz se conoce la gravedad del peca-
vil criatura; el Rey del cielo por un esclavo re-
do, que fué causa de la muerto dolorosisima de
belde, tomando sobre sí las culpas, que él ha-
un Dios, y debió lavarse, no con otra agua, que
bia cometido, y la pena de muerte, que él de-
con la divina Sangre.
bía padecer; éste es un prodigio de amor, que
Aquí se aprende el rigor de la soberana Jus- ni aun los ángeles le habrían juzgado posible.
ticia, que para poner terror al esclavo pecador, Ahora vengamos á los misterios. Así corno el
no perdonó á su propio Hijo\ Propno Filio svo pecado tuvo su origen en el jardín del paraíso
non pepercit. Aquí sobre todo muestra Dios su terrestre, así la redención empezó en el huerto
excesiva caridad: Nimiam cliaritatem suom, como de Gethsemani. Allí Adán estendió las manos al
la llama el Apostol, queriendo padecer tantas in- árbol vedado; aquí Cristo ofreció sus manos al
jurias y dolores por nuestra salud y remedio: por- leño de la cruz: Ut unde mors oriebatur, inde
que si fué extremo del amor de Dios darnos to- vita resurgeret.
dos sus bienes; mayor exceso, sin duda, es to- Apenas entró en el huerto, cuando privó á su
m a r para sí todos nuestros males.
benditísima Alma de todas las consolaciones sen- que penar y morir, sin provecho, ni agradecimien-
sibles, que suelen aligerar los dolores del cuer- to de la persona amada por quien se pena y se
po; y dejando aparte todo esfuerzo, que de la muere; como una madre, que padeciendo morta-
parte superior podia redundar á los sentidos, lar- les fatigas y dolores de parto, viene finalmente
gó la rienda á la parte inferior, para que con á parir un niño muerto: ¡ó cómo se entristece
la aprehensión viva, y horror de los males, q u e sin consuelo, por haber tolerado tantas congojas
le amenazaban, se anegase en un mar de inmen- inútilmente!
sa tristeza y congojas. No solo esto, mas veía el Salvador, que es-
Asi el Redentor, que á sus mártires, obrando tas mismas penas suyas habían de servir de ma-
prodigios, infundió en sus almas una abundancia yor condenación para muchos; porque cuanto él
de tantas delicias espirituales, que enmedio de los mas padecía por el hombre, tanto mas gravemen-
mas crueles tormentos no sentían los dolores, an- te seria castigado el hombre por la ingratitud y
tes se alegraban; en sí mismo hizo milagros, sus- deslealtad al beneficio de la redención.
pendiendo aquellas dulzuras de la bienaventuran- Por esta razón fué tan grave esta pena, que
za sensible, que naturalmente debian rebosar en los sagrados Doctores la juzgan por mayor, que
su alma de la vista y fruición de Dios, para que los otros dolores de la pasión. Cierto es, que las
rendida á los gravísimos sentimientos, hiciese mas aflicciones y congojas del alma son tanto mayo-
sensibles los dolores del cuerpo; y así fueron tan res, que los tormentos del cuerpo, cuanto la una
atroces y vehementes, que los sagrados Evange- se aventaja á el otro: Omnis plaga trislitia cor-
listas no saben explicarlos, sino con diferentes nom- áis est. (ECCI.ES. 25.) Y bien sabemos que mu-
bres de temor, angustia, tedio, tristeza y agonía. chos, por acabar les trabajos del ánimo, volun-
Aun el mismo Salvador llegó á confesar, que la tariamente dieron muerte á su cuerpo; mas el
fatiga habia llegado á tal extremo, que le redu- Salvador no pidió al padre que le librase de los
cía á punto de muerte: Tristis est anima mea tormentos exteriores, pero sí de los interiores. Dos
usque ad mortem. L a causa de tan grandes aflic- nombres dió el Señor á su pasión, ya llamándo-
ciones fué representársele delante de los ojos de la Cáliz: Calix quern dedit mihi Pater, (CORN.)
su entendimiento el dolorosisimo teatro de los in- ya llamandola Bautismo: Baptismo habee baptizuri
numerables tormentos y afanes, que le aguarda- (LÜC. 12.)
ban en su pasión; la multitud y gravedad de los El Cáliz (según los sagrados Intérpretes) sig-
pecados, porque queria dar cabal satisfacción á la nifica la amargura interior del espíritu: el Bau-
divina Justicia, tal, que de la grandeza de sus tismo, los dolores exteriores del cuerpo. De aquel
penas se infiriese bien la gravedad de nuestras pide al Padre que le libre: Transeat á me Ca-
culpas; el poco fruto que habia de coger de tan - lix iste. De este no desea eximirse; antes mues-
to padecer suyo por la malicia de los hombres < tra grande ansia de que llegase: Quomodo coarc-
no habiendo mayor pena p a r a un grande amor tor, vsque ávm perficiatur. Sin duda por darnos
á entender, que mas le atormentaban las agó- P o r este voluntario derramamiento de sangre
n-as interiores del alma, que los tormentos ex- se llama el Salvador Sponsus Sanguinvm, y se
teriores del cuerpo. compara en los sagrados Cantáres al árbol de
Mas para formar de esto algún c o n c e p t a vea- la Myrra, el cual, por fuerza de su calor na-
mos los efectos que causaron. Padeció el Salva- tural, arroja por si. sin violencia agena, el pri-
dor una mortal agonia. y. sudó gotas de sangre mer licoi, reservándose el esparcirlo después en
en tanta abundancia, que corrian hasta la tierra. grande abundancia, cuando le punzan con el hier-
¿Cuál, pues, debia ser en el Corazón de Jesús ro, y le hieren la corteza, abriendo bocas en su
el combate ) lucha de los afectos, cuando el uno, i ronco. Por eso también el Señor apareció á san-
por conservar la vida, le apartaba de padecer una ta Brígida candido y rojo, y se comparó al Pe-
muerte tan dolorosa é infame; el otro, por res- lícano: Ego surn virus Pelicanus, qui savguinem
catar al hombre, le roovia y apremiaba á salir proprium do fdiis meis, et refirió, (LIB. 6. CAP.
al encuentro, y admitir tantas penas y tantas in- ü.) A guisa de un amoroso Pelícano, me saco
jurias. E n tal 'conflicto de pasiones, el temor de voluntariamente de mis venas la sangre, por dar-
'la muerte llamó al corazon toda la sangre, pa- la á mis hijos, y sustentarlos con ella, y refor-
ra socorrerle en su desmayo y caimiento; pero zarlos.
prevaleció y pudo mas el amor de nuestra sa- Pero estas comparaciones explican poco el amor
lud, y con" gran fuerza, rechazó y arrojó la san- y el dolor de Cristo, porque la myrra derrama
gre de modo, que salió de todas sus venas. pocas gotas de su licor, y el Pelicano de solo
T e n atroz fué el dolor del Corazon de Cris- una vena saca la sangre; mas el Redentor suda
to. que el V. P. F r . Luis de Granada le llamó la sangre en tanta abundancia, que corre hasta
milagro de dolor nunca oído: Hoc maximé mi- la tierra, y de todas las venas de su cuerpo la
rabile fuit nunquam enim talis sanguinis sudor derrama con gravísimo dolor; porque con la vi-
visus est. (SERM. 6 . DE PASS.) De ninguno se lee, va aprehensión todos sus miembros empezaron á
que por la grandeza del dolor sudase sangre en sentir aquel dolor, que cada uno habia de pa-
tanta copia. Ya hubo una santa Liduvina, que decer en llegando el caso. Pues allí se le re-
mirando con afecto de compasion a! crucifijo, lle- presentó vivisimamente, que !a cabeza habia de
gó á llorar lágrimas sangrientas." Huvo un san ser coronada de espinas; las megillas heridas con
Francisco Xavier, que por horror del pecado, aun bofetadas: el rostro afeado ccn salivas: la lengua
propuesto en sueños, rompió una vena del pe- ahelada con vinagre y hiél: los cabellos arran-
cho, y arrojó por la boca abundancia de sangre^ cados: las espaldas atormentadas con los czotee:
pero "sudar la sangre en tanta copia, estaba re- las manos y pies traspasados con clavos: las co-
servado á las congojas del Redentor. Así como j u n t u r a s desconsertadas: el costado abierto con la
era único, sin comparación, el amor con que nos lanza; y finalmente, todo el cuerpo herido, des-
quería bien; así debia ser singular, sin ejemplo, pedazado y clavado en una cruz.
su dolor en padecer por nosotros.
en la oracion; ¿por qué á mi cualquier peque-
La representación vivísima de tantas penas, co- ño trabajo me ha de quitar, ó entibiar la volun-
mo si todas juntas allí se padeciesen, fué el ver- tud de orar para mi provecho y beneficio?
dugo que anticipadamente le otormentó, y los cla- Pero digna de especial refleccion es la forma
vos, que allí le clavaron, y el peso gravísimo de de orar del Redentor. Nunca salió de f-w boca
la cruz, que le hizo sudar sangre; pero mas que el transeat á me Calix iste: pase de mí este Cá-
todos los tormentos, la sacó de las venas del co- liz, sin que fuese acompañado de aquel non mea,
razon el amor que nos tenia. ¡ Y yo, á tanta fi- sed tua voluntas fiat; no se haga (ó Padre) mi
neza de caridad, no sabré corresponder ni aun voluntad, sino la tuya: no reservo cosa alguna
con un tierno afecto de compasion! ¡Tendré un á mi arbitrio, todo lo déjo á vuestro benepláci-
corazon tan duro, que no se enternezca á tanto to: ¿quereis que yo padezca traiciones, calumnias,
fuego de amor! ¡No derramarán mis ojos una lá- desprecios, bofetadas, sin defenderme ni aun con
grima por quien por mí derrama tanta sangre! una palabra? fiat voluntas tua. ¿Disponéis, que
En estos sus afanes, no solamente nos dió el todos mis miembros sean despedazados con crue-
remedio de nuestras culpas, sino también nos mos- les azotes, mi cabeza traspasada con espinas agu-
tró el modo de confortarnos en nuestras penas, das, mis hombros oprimidos con una pesadísima
enseñándonos á quien debemos recurrir para ali- cruz? fiat voluntas tua. ¿Mandais, que yo me de-
gerarnos nuestras tribulaciones. Volvióse á su Eter- je clavar en una infame horca, y así con acer-
no Padre con afectuosísima oracion; y ya hinca- visimo dolor esté pendiente, desnudo, entre mil
das las rodillas, ya con el rostro y frente pega- ultrajes é injurias, hasta derramar la última go-
da á la tierra, le suplicó: Pater, si possibüe est ta de mi sangre, y espirar agonizando el alma?
transeat a me Calix iste. Fiat voluntas tua: Hágase en todo tu voluntad.
No siendo oído la primera vez, repitió mas ar- Ni éstas fueron solamente palabras, vinieron pres-
dientes los ruegos; y no alcanzando aún la gra- to á ser obras, porque apenas oyó el es'ruendo
cia del Padre, j^olixius orabat, duró mas horas de la escuadra armada, que venia á prenderle,
en la oracion, sin que la revolución del ánimo, cuando interrumpiendo la oracion, y dejando á
el horror de la cercana muerte, el derramamien- un lado el consuelo del ángel, que vino á con-
to de su sangre le divirtiesen. Y yo, ¿á quién fortarle, salió á encontrar á los soldados, y en-
recurro en mis trabajos? A los amigos, que mu- tregarse en sus manos, para que á su gusto le
chas veces, en lugar de disminuir la pena, la au- atormentasen. ¡O cuántas enseñanzas saludables
mentan con malos consejos, ¿Cuánto tiempo nos dió Cristo en esta su generosísima resigna-
persevéro en la oracion en mis aflicciones? Una ción! Iíaec vox capitis (dice san León) salus est
ligera inquietud me turba el afecto: ¿acaso he te- cor por is. Hace vox, fiat voluntas tua, fuleles iiis-
nido algún dia tan oprimido el corazon, que me ha- truxit, Confessores accendii, Martyres coronavit.
ga correr la sangre? Pues si Cristo, combatido de (SEHM. 7. DE PDS S .)
tantas congojas, no obstante persevera por mi amor
A q u í aprendieron los fieles Confesores de Cris- •jor pintarlo, que con las palabras con que á san-
to á tolerar con resignación las enfermedades, los ta Brígida lo reveló la Madre de Dios, testigo
sucesos adversos, los desprecios, los trabajos v pe- de vista de tan desapiadada carnicería. Dice así:
nas- aquí bebieron su valor y constancia los Mar- (LIB. 1. CAP. 10.) Llevado mi Jesús á la colum-
tires para irse á encontrar con los tormentos y na, empezó de su voluntad á desnudarse de sus
las muertes cruelísimas; con tal generosidad de vestidos, y estender sus manos ácia la misma co-
corazon, y tal alegría de semblante, que parecía lumna, á la cual bárbaramente le ataron aque-
estaban viendo abierto el Paraiso. Santa Gertru- llos verdugos con duras cuerdas. Así atadas las
dis escogió para oracion jaculatoria en sus tra- manos estaba desnudo, con insufrible vergüenza,
bajos Fiat voluntas tua, hasta repetirlo mas de ai ver que sus virginales carnes pareciesen des-
cien veces al día. Felipe II. aquel no menos pia- cubiertas á los ojos del insolente pueblo, cuan-
doso que sabio, rey de España, en su ultima, do se acercaron aquellos sayones, y ahuyentan-
lavo-a v penosa enfermedad, deciu con heroica re- do á cuantos estaban allí cerca, empezaron á des-
l a c i ó n innumerables veces: Pater, fiat voluntas cargar crueles azotes sobre aquellas delicadísimas
tua- v confirmó las palabras con las obras; por- y purísimas carnes. Al primer golpe, yo, que no
que' habiéndole de abrir una apostema, con ter- estaba muy lejos, quedé desmayada de dolor, has-
ribles dolores, hizo que le leyesen el Evangelio ta que recobrando aliento, miré el cuerpo de mi
de la pasión; y llegando el lector á las dichas Jesús ya tan despedazado y roto, que se le veían
palabras Fiat voluntas tua, le mandó que para- hasta las costillas: y lo que era mayor crueldad,
se, repitiéndolas muchas veces; pero mas con el al recoger los látigos y cordeles, abrian y forma-
corazon, que con los labios. ban como sulcos en sus purísimas carnes. Hecho
ya mi divino Hijo todo sangre, y todo llagas,
§. II. de suerte, que no se hallaba miembro sano, en
que cayese el azote; y con todo eso, prosiguien-
AZOTES Y CORONACION. do aquellos homicidas en herir las heridas, uno
de ellos, movido á compasion, ó no sé de que
Comparó Cristo su pasión á un mar inmenso: espíritu, exclamó: ¿Cómo se quita de esta suer-
Veni in altitudinem maris, et tempestas demersit te la vida á quien hasta ahora no está senten-
me No lo podemos navegar ahora todo, sino so- ciado á muerte? Y diciendo esto cortó de un ta-
lo algunos Misterios, entre los cuales es sin du- jo las cuerdas con que estaba atado á la co-
da muy principal el de los azotes. Este fué uno lumna. Entonces moviéndose mi Jesús un tanto,
d é l o s mas dolorosos y extraños espectáculos, que para ponerse en las espaldas su vestido, vi el lu-
jamás vió el mundo; ver llover sobre las espa,- gar donde habían estado sus pies todo lleno de
das de Dios golpes, que eran castigo solamen- sangre, y por donde quiera que se movía, de-
te de esclavos y de ladrones, No sabré yo me- jaba impresas con sangre las huellas; de las cua-
A q u í aprendieron los fieles Confesores de Cris- •jor pintarlo, que con las palabras con que á san-
to á tolerar con resignación las enfermedades, los ta Brígida lo reveló la Madre de Dios, testigo
sucesos adversos, los desprecios, los trabajos v pe- de vista de tan desapiadada carnicería. Dice así:
nas- aquí bebieron su valor y constancia los Mar- (LIB. 1. CAP. 10.) Llevado mi Jesús á la colum-
tires para irse á encontrar con los tormentos y na, empezó de su voluntad á desnudarse de sus
las muertes cruelísimas; con tal generosidad de vestidos, y estender sus manos ácia la misma co-
corazon, y tal alegría de semblante, que parecía lumna, á la cual bárbaramente le ataron aque-
estaban viendo abierto el Paraíso. Santa Gertru- llos verdugos con duras cuerdas. Así atadas las
dis escogió para oracion jaculatoria en sus tra- manos estaba desnudo, con insufrible vergüenza,
bajos Fiat voluntas tua, hasta repetirlo mas de al ver que sus virginales carnes pareciesen des-
cien veces al dia. Felipe II. aquel no menos pia- cubiertas á los ojos del insolente pueblo, cuan-
doso que sabio, rey de España, en su ultima, do se acercaron aquellos sayones, y ahuyentan-
lavo-a v penosa enfermedad, deciu con heroica re- do á cuantos estaban allí cerca, empezaron á des-
l a c i ó n innumerables veces: Fater, fiut voluntas cargar crueles azotes sobre aquellas delicadísimas
tua- v confirmó las palabras con las obras; por- y purísimas carnes. Al primer golpe, yo, que no
que' habiéndole de abrir una apostema, con ter- estaba muy lejos, quedé desmayada de dolor, has-
ribles dolores, hizo que le leyesen el Evangelio ta que recobrando aliento, miré el cuerpo de mi
de la pasión; y llegando el lector á las dichas Jesús ya tan despedazado y roto, que se le veían
palabras Fiat voluntas tua, le mandó que para- hasta las costillas: y lo que era mayor crueldad,
se, repitiéndolas muchas veces; pero mas con el al recoger los látigos y cordeles, abrian y forma-
corazon, que con los labios. ban como sulcos en sus purísimas carnes. Hecho
ya mi divino Hijo todo sangre, y todo llagas,
§. II. de suerte, que no se hallaba miembro sano, en
que cayese el azote; y con todo eso, prosiguien-
AZOTES Y CORONACION. do aquellos homicidas en herir las heridas, uno
de ellos, movido á compasion, ó no sé de que
Comparó Cristo su pasión á un mar inmenso: espíritu, exclamó: ¿Cómo se quita de esta suer-
Veni in altitudinem morís, et tempestas demersit te la vida á quien hasta ahora no está senten-
me No lo podemos navegar ahora todo, sino so- ciado á muerte? Y diciendo esto cortó de un ta-
lo algunos Misterios, entre los cuales es sin du- jo las cuerdas con que estaba atado á la co-
da muy principal el de los azotes. Este fué uno lumna. Entonces moviéndose mi Jesús un tanto,
d é l o s mas dolorosos y extraños espectáculos, que para ponerse en las espaldas su vestido, ví el lu-
jamás vió el mundo; ver llover sobre las espa,- gar donde habían estado sus pies todo lleno de
das de Dios golpes, que eran castigo solamen- sangre, y por donde quiera que se movía, de-
te de esclavos y de ladrones, No sabré yo me- jaba impresas con sangre las huellas; de las cua-
azotes dados á un reo no pasasen de cuarenta?:
les como se alegrasen aquellos crueles, le apre¿
Quadragenarium numerum non excedant, y de otra
miaban con punzadas á que se diese priesa y
suerte el azotado quedaba infame; con todo eso,
alargase los lánguidos pasos y señalase la tier-
los golpes que le dieron á Cristo llegaron á cin-
r a con su sangre. Hasta aquí la santísima Vir-
co mil y mas, como dice san Bernardo; y así
gC
quedó infamadisimo.
Ponderemos ahora un poco la atrocidad de es- E n este terrible tormento estaba el dulcísimo
te tormento: él fué acervisimo, respecto del cuer- Jesús con un Corazon tan manso, con un sem-
no de Cristo; el cual, por ser mas bien dispues- blante tan amable y apacible, que seria bastan-
to V delicado, que cualquiera otro, era también te para ablandar la dureza cruel de los verdu-
el mas sensitivo de los dolores: Quanto dehcatior gos, si hubieran atendido bien á la mansedum-
caro illa fuerat, tanto acerbior imprimebatur dolor: bre de su rostro. Cada golpe que recibía, le ofre-
(dice san Buenaventura.) Fué cruelísimo, por la cía con ardentísimo amor á su Eterno Padre por
rabia de los ministros, que envenenados por si nuestra salud, suplicándole, que quisiese perdonar-
mismos contra—Cristo, se encendían mas con los nos nuestros pecados, como afirma Tomás de Kem-
gritos del pueblo, y sugestiones del demomo a pis: Quoties Chrislus unum ictum verberantis ac-
hacer porfía y competencia sobre quien mejor y cepit, mox illum Patri pro nobis obtulit ex amo-
mas valientemente le azotaba, y entraban suce- re, petens, ut delictis nostris ignoscerct.
sivamente unos despues de otros en gran nume- E n este funestísimo espectáculo exhorta san
ro- pero entre todos, dice san Gerónimo, (LIKEO, Agustin al cristiano, que vuelva los ojos á con-
HB 3. CAP. 4.) que eran seis los que ejecuta- templar, quién es aquel que está desnudo, ata-
ban la carnicería: Sex carnifices accedunt, dúo eo- do á la columna, expuesto á los azotes, y á la
rum viréis spineis, dúo loris nodosis, et dúo ca- inundación de sangre. ¿El Señor de los cielos, el
tenis ferréis. Y así también fué atrocísimo este Criador del mundo, la gloria de los ángeles, la
tormento por la calidad de los instrumentos, los Sabiduría, el Poder y resplandor de Dios, Ser cas-
cuales fueron primero varas llenas de espinas, que tigado con azotes por sus perversos esclavos? ¡Qué
le rompieron todas las venas; despues cordeles asombro, qué horror habrán tenido los coros de
sembrados de agudas puntas de acero, que le pe- los angeles al ver tan afrentado á su rey, dig-
netraron las costillas; y finalmente, cadenas lle- no de infinita honra! ¡Lleno de heridas aquel Se-
nas de garfios de hierro, que le rompían y sa- ñor, que es la bienaventuranza del Paraíso! Y
caban á pedazos la carne, y llagaron mas pro- tú, ó corazon humano, ¿no te enterneces? ¿No te
fundamente las primeras heridas: Super dolorem conmueves.1' ¿Tendrás compasion de ver un cor-
vulnerum meorum addiderunt. («. B R I G I D . L I E . 1 . derillo, que lo descuartizan para el matadero, y
CAP. 10.) Ultimamente, fué el tormento doloro- pasarás con ojos enjutos la sangrienta carnicería
sisimo é ignominiosísimo por el número de os de tu Dios? ¿Qué corazon de tigre es el mió,
azotes; porque ai bien la ley mandaba, que los 18

\
que no se parte de dolor? ¿Qué ojos de basi- del Salvador?,. Compadecíase de Jesus santa T e -
lisco son los mios, si n o derraman lágnmas á vis- resa, que despues de haber meditado este Mis-
ta de esta sangre? T a n t o mas, cuanto yo soy la terio, se azotaba de pies á cabeza con cordeleá
causa de tantas penas, como dice san Agustín: v cadenas, y despues salia de su celda gritan-
(MEDIT. CAP. 7.) Ego sum tui plaga doloris: ego do: No mas pecados, no mas, que le cuesta mu-
tuae culpa occisionis. Peccat impius, et punitur cha sangre al Redentor.
Justus. Quod perpetrat servus, exolvi Dominus. Mas nosotros no nos compadecemos, que no so-
Quod committit liomo sustinet Deus. Yo, yo soy lamente huímos de toda mortificación del cuerpo,
la causa de vuestros dolores; yo soy la culpa de sino andamos buscando cómo darle todo placer
vuestra muerte. Peca el inicuo, y es castigado el sensible. Compadecíase de Jesus sahto Tomás de
justo. Castigan al a m o r por el delito del escla- Yillanueva, que por los pecados ágenos hería y
vo. Dios padece por el pecado del hombre. ¡O ensangrentaba sus espaldas con disciplinas, arma-
poderoso motivo de justísimas y perpetuas lágrimas! das de puntas de hierro, hasta rociar con su san-
Pero no debe pasar es.a consideración con so- gre la cara de los pecadores para ablandarlos.
las dos lágrimas de compasion. Debemos seria- Nosotros no nos compadecemos, que siendo reos
mente reparar la causa de tantos azotes. Los azo- de graves culpas nuestras, rehusamos lavar las man-
tes fueron especialmente tolerados por Cristo (si chas de nuestros pecados propios; no digo ya con
creemos á san Agustín y san Gregorio) en pe- gotas de sangre, mas ni con una lágrima de ver-
na de los deleites de la carne y de los place- dadera contrición.
res sensuales, que nosotros buscamos con tanta Vamos adelante. Si bien los azotes de Cris-
ansia. N uestras desnudeces, sin vergüenza, son las to excedieron en el número de los golpes y he-
que expusieron desnudo el cuerpo virginal de Je- ridas, y en la calidad de los instrumentos; pero
sús, con tanta confusion suya. La libertad de nues- en su especie era tormento que se usaba dar á
tros sentidos en las disolutas conversaciones, es la los esclavos malhechores. Otro inventó la bárba-
que ató como á esclavo al Hijo de Dios á la ra crueldad de los judíos, nunca usado en el mun-
columna. Nuestros inmodestos tocamientos pusie- do: una horrible y afrentosa invención, que sir-
ron en las manos los cordeles á los verdugos pa- viese para atormentar, y juntamente hacer bur-
ra despedazarlo. L o s placeres sensuales, los de- la del rey de la gloria. Apenas se habia vesti-
leites del cuerpo son las varas espinosas, y las do, cuando furiosamente de nuevo le desnudaron,
duras cadenas que hirieron y despedazaron aque- y echaron á las espaldas un despreciable retazo
llas purísimas carnes: Vulneratus est propler ini- de púrpura, y le pusieron en la mano una frá-
quitolis riostras, attritus est propter scelera riostra. gil caña, y le clavaron una corona de agudísi-
¿Qué resolución, pues, tomaremos nosotros con- mas espinas en la cabeza, como á rey de bur-
tra los deleites sensuales 7 ¿Cómo aprenderemos las y de dolores. Quizá aquella venerable cabe-
una vez á compadecernos con obras generosas za había quedado libre de la gran tempestad de
*
los a z o t e , y por eso revolvieron contra ella úni- tanta violencia! Quis satis cogitar i potest (conclu-
camente el furor. Y por su capricho, sin licen- ye el santo) quantas dolor referendum illud ca-
cia ni orden del presidente, teg.eron una coro- pul tot aculéis afecerit. cum nos vel ad unios spi-
na de juncos marinos, no á modo de guirnalda, nae punctionem fere intollerabili dolore vexemw?
sino á semejanza de capacete ó celada, que cu- Mas: jpor ventura fué menos el dolor, que la
briere V lastimase toda la cabeza, como lo en- ignominia? Porque aquellos pérfidos, viéndole co-
tendió san Vicente Ferrer. ( S E B M . D E FASS ) Spi- mo rey de burlas, puesto en el Rollo con fisga,
nea Domini corona eral instar pilei, ita ut undi- hacian desprecio de aquel vestido viejo y sucio
de púrpura, de aquel cetro de caña, de aquella
9,< corona de espinas. Ya se le acercaban todos, y
E s T a P t o n w o s a diadema pusieron en la cabe-
le cercaban, uno á escupirle en el rostro, otro
za al Rey del cielo, y se la encajaron con tal
á abofetearle las megillas, otro á arrancarlo los
violencia, que al punto corrieron arroyos de san-
cabellos y mesarle la barba. Ya se le arrodilla-
g e por el divino Rostro. ¿Cuan acerbo tormen-
ban, diciendo: Ave, fax Judaeorum, y luego des-
to seria este en una parte tan delicada como la
camaban guantadas sobre su rostro. Ya le qui-
cabeza, origen de todos los nervios y venas, don-
taban de la mano la caña, para herirle con ella
de está vivísimo el sentido del tacto para sen-
la cabeza, y entrarle mas adentro las espinas.
tir toda herida, aunque sea ligera? Cuanto mas
¡Qué paciencia y qué caridad hubiera podido re-
estas tan agudas f tan violentas, que no solo hi-
sistir á tantos ultrajes y tantas injurias, sino la
rieron lo exterior de las sienes, sino penetran-
de un -Dios? ¡O alma fiel! Mira primero á este
,'o el casco) llegaron á atormentar el cerebro:
gran Dios en su Magestad: aquella cabeza co-
Svinarum mmetioms cerebrum perfoiarunt, dice san
ronada de gloría y honra, en que, como on es-
J A I erizo Justiniano: y a ñ a d e , que era preciso mo-
pejo, se miran los ángeles: aquellas manos que
r i 7 muy en breve, si por divina virtud no se con-
fabricaron el sol y las estrellas: aquella sobera-
servara aquella vida, para padecer mayores pe-
na Divinidad, ante quien tiemblan de reverencia
na« Si una sola herida del cerebro se tiene por
las dominaciones y principados del cielo; y des-
mortal, poco menos que en el corazon, ¿cual se-
pues mira á este mismo Dios en tanta bajeza,
ria el dolor de Jesús al experimentar tantas pun-
la cabeza ceñida de ignominia, el rostro afeado
zadas, que según la revelación del dicho san f í -
de salivas, las manos despreciadas, con una ca-
cente hicieron mas de setenta penetrantes heridas
ña por cetro, la Magestad divina ultrajada, y es-
en la sagrada cabeza? Si nos dá horror el oír
carnecida por vilísimos bufones, lacayos y sayo-
que los verdugos clavaban agujas y canas a los
nes. A este término ha reducido nuestra sober-
mártires por entre las uñas y la carne; si una
bia á Dios; por nuestra altivez se ha abatido el
espina que se entre e n un pie, causa gran do-
rey de la gloria á tanto desprecio y vileza; nues-
íor á todo el cuerpo: ¡oh, qué habrán hecho, no
tro fausto y nuestra jactancia han puesto en opro-
una, sino tantas espinas clavadas en la frente con
.io, y á ser blanco de las burlas y risadas de ra cuanto padece por satisfacer á la divina Jus-
la hez de la república al Monarca del mundo. ticia por tus pecados. Por curar tu soberbia es-
¿Y quién tendrá ya atrevimiento para buscar va- tá tan vilipendiado y afrentado: por la vanidad
nos honores, viendo que le cuestan al Salvador y fausto de tu cabeza, tiene la suya atravesada
tales humillaciones y desprecios? ¿Con qué reme- con una corona de espinas: por los superfiuos ador-
dio se podrá curar la soberbia del hombre, si no nos de tu rostro, trae el suyo afeado con viles
sana con esta humildad del Hijo de Dios? salivas: Ecce Homo. Mírale como está, que non
Habia quedado el Redentor tan desfigurado y est species ei: ñeque decor. Haz refleccion, que
deshecho, que Pilatos creyó podía mitigar la ra- tus pecados han destruido y deformado la her-
bia de los judíos, y moverlos á compasión, si se mosísima forma, que él habia tomado por tu amor.
les mostrase, sacándole á público á los ojos del ¿A. esta vista no se conmueve tu corazon? ¿1 o-
pueblo en aquel dolorosisimo trage y aspecto; y drás proseguir pecando y diciendo con los judíos:
así, trayendole á fuera á un balcón alto y des- Tulle, crucifige eum?
cubierto, donde todos le pudiesen ver, con aque-
III.
llas funestas insignias de dolor y de ignominia,
dijo: Ecce Homo. Veis aquí el Hombre que tan-
EJEMPLO.
to aborreceisj que ya no tiene forma de Hom-
bre. Temíais que se hiciese Rey: veisle ahí re-
Si bien el V. P. Fr. Luis de Granada en to-
ducido á estado peor que un esclavo; ¿este Ros-
dos sus admirables libros respira piedad y devo-
tro macilento, esta Sangre copiosa, que corre de
ción, en ninguno, empero, resplandece mejor su
todas sus venas, no os mueve á compasion? ¿Qué
amor á Dios, que en las meditaciones de la pa-
os queda que hacer con este Hombre de dolo-
sión de Cristo. A estos misterios tenia un cora-
res?
zon tan tierno, que no podia hablar de ellos sin
Pero interrumpieron el razonamiento de Pila-
lágrimas y suspiros; y así, un viernes santo, ha-
tos los gritos del pueblo, que en altas voces ex-
biendo subido al pulpito para predicar de la pa'-
clamó: Tolle, folie, crucijige eum. tianguis ejus
sion, apenas con el rostro pálido y voz lúgubre,
suptr nos. ¡O barbaridad inaudita! ¡O fieras in-
hubo puesto el tema: Passio Domini nostri Jesu-
humanas, que no se entercecen á tan lastimoso
Chrisli secumdum Joannem, cuando empezó á llo-
espectáculo! ¿Y nosotros, ¡ó cristianos! tenemos aca-
rar tan copiosamente, que cerradas las fauces con
so el corazon mas tierno, mas piadoso? Imagi-
los sollozos, no podia proseguir el razonamiento.
nemos que nos dice, no un juez injusto, sino el
Repitió el tema: Passio Domini nostri; y prosi-
Padre Eterno: Ecce Homo. Mira, y vuelve á mi-
guiendo á querer decir, quién era aquel gran Dios,
rar, ¡ó cristiano! á este Hombre, á quien tu re-
que padecía por los pecadores, sus enemigos, le
conoces y adoras por tu Dios. Mira bien á qué
interrumpió otra mayor vehemencia é impetuosa
término ie ha reducido el smor de tu salud. Mi-
corriente de lágrimas, que le obligó á dejar el soti os, pecadores, vamos á dar placer á nuestra
sermón; pero aquellas pocas palabras, acompaña- carne? ¡Oh, qué malvados somos! ¿Y qué será de
das de sus muchas lágrimas, fueron tan eficaces, nuestra salvación, si mientras los santos padecen,
que movieron á gran contrición á todo el nume- nosotros nos holgamos y regalamos? El ruido dé
roso auditorio, y se levantaron profundos gemi- estos golpes nos avisa, que vamos caminando á
dos y copiosos "llantos. Ni hay que maravillarse la perdición. Y al punto tocados de h divina
que sus palabras fuesen tan poderosas, porque eran gracia, y movidos á verdadera penitencia, se
mas poderosas sus obras y ejemplos. volvieron á sus casas; pero primero observa-
En honra de los azotes de Cristo, se discipli- ron diligentemente la ventana de la celda, de
naba ordinariamente hasta derramar sangre. La donde salia aquel saludable ruido. A la maña-
cuaresma, en obsequio da la corona de espinas, na temprano se vinieron al convento, y pre-
se ceñia con un cerco de estaño, con puntas re- guntaron al portero, ¿quién vivia en la celda
levadas en él. Y por la cadena con que el Sal- correspondiente á aquella ventana, que salín á
vador fué llevado al calvario, tenia un cinto de la calle? Y sabiendo que era el ¡.'adre Fray
hierro, tan estrechamente apretado á la cintura, Luis de Granada, le hicieron llamar; y llevándo-
que despues de su muerte se halló metido y re- le á parte, el uno despues del otro, se le arro-
concentrado con la carne. Demás de otras admi- jaron á sus pies, hiriéndose los pechos, y derra-
rables invenciones, con que su amor lo hacia cruel mando lágrimas y diciendo: Padre, los azotes con
verdugo de sí mismo, y piadoso para con Cris- que la noche pasada heriste tu cuerpo, han he-
to. imitando su pasión. rido á nosotros el corazon, y nos han apartado
Mas es digno de especial memoria lo que le de los deleites sensuales: y refiriéndole distinta-
sucedió en un convento suyo de Portugal. Usa- mente el caso, se confesaron con el V. padre,
ba el siervo de Dios todas las noches, antes de con grandes muestras de contrición. Y enterne-
acostarse, azotarse con una horrible disciplina, cu- cidos mucho mas con las suavísimas palabras del
yos recios golpes resonaban con gran ruido en confesor, y animados á hacer seriamente peniten-
la calle pública, confinante con su celda. Su- cia. se redujeron á una vida ejemplar, sonándo-
cedió, que yendo á aquella hora dos caballeros les siempre en los oidos, y mucho mas en el
mozos á la casa de una muger liviana á ejecu- corazon, aquel ruido, que los habia librado del
tar sus placeres, pasaron cerca de la celda de peligro de su condenación.
Fr. Luis; y oyendo aquel grande ruido de los Ahora, si tanto pudo el sonido'de aquellos azo-
azotes, se pararon y pusieron grande atención á tes en el corazon de estos jóvenes disolutos y
examinar de dónde salia. Presto conocieron lo que deshonestos, ¿qué compunción no deberá causar
era, y compungidos, empezaron á discurrir entre en nosotros la consideración de los cruelísimos
sí: ¡ Ó miserables- de nosotros! Este siervo de Dios azotes del Ptedentor? ¿Y habrá corazon que quie-
castiga y lastima tan fieramente su cuerpo, ¿y no- ra proseguir en buscar y tomar deleites sensua-
les, vienda que el Hijo de Dios padece-, por cau-
sa de ellos, una tan rigurosa carnicería en todo LECCION XIV.
su cuerpo? ¿Habrá ojos de cristiano, que al mi-
rar la sangre del Redentor, derramada por tan- D E LA CRUCIFÍCCION D E JE3CCRIST«-.
tas heridas y con tantos golpes, no llore amar-
gamente los placeres de los sentidos? ¡ Ay! A les
pies del mismo Señor atado á la columna, di- ¿«íos leones, en viendo al hombre abatido y hu-
gamos con todo afecto aquella devota oracion del millad), deponen su fiereza. Los áspides, en ha-
mismo V. P. Er. Luis de Granada. biendo chupado parte de sangre humana por ne-
Señor mió Jesucristo, todas las veces que os cesidad, no prosiguen en herir por rabia; mas no
contemplo así desnudo y todo llagado, me lleno así se mitigaron, ni se enternecieron los judíos,
de confusion y empiezo todo á temblar. ¡Ay mi- al ver tan abatido y ensangrentado al Salvador;
serable! ¡Qué será de mí! N o hay tantos rayos antes mas crueles y rabiosos, alzaron el grito, cla-
en el cielo, cuantos yo conozco que merezco, por mando: A la cruz, á la cruz; ponle en un pa-
haber sido causa con mis maldades de tantos do- lo: Crucifige, erveifige. Y así Pilatos, aunque de
lores vuestros. ¡Oh, cuanto me desagrada á mí mala gana, se vió forzado á sentarse en su tri-
mismo, y me enfada y molesta el vivir! Pero vues- bunal, y dar la sentencia definitiva de muerte.
tra piadosísima voz me consuela todo, y me dá Entonces aquellos bárbaros, contra el estilo de
confianza; llamais á Vos los pecadores, para cu- los mas crueles verdugos, que esconden y ocul-
rar con vuestras Llagas las suyas; oigo que de- tan á los reos los instrumentos del suplicio, al
cis: Venid á mí, que mi muerte será vuestra vi- instante le pusieron á la vista la cruz. Abrazo-
da; vengo, pues, á Vos, ó Salvador de mi al- la el Redentor con grande afecto, y bajó sus hom-
ma, á rogaros, que mostréis vuestra Cabeza co- bros para recibir aquel pesadísimo leño, sobre el
ronada de espinas, y lleno vuestro Rostro de San- cual estaban puestos todos los pecados del lina-
gre al Eterno Padre, diciendole: Ecce Homo. Y ge humano: Posuit Dominus in eo iniquitatem om-
pues tuvisteis corazon para ofrecer vuestros míen- nium nostrum.
bros á los verdugos, para que los atormentasen; Sale fuera, llevando la gravísima carga; no ya
tened también bondad para presentarles por mí como Isac la leña del sacrificio, de noche, por
ai Eterno Padre, para que por vuestro amer me caminos solitarios, sin que nadie lo viese, sino
perdone. al medio dia, por las calles públicas de Jerusa-
Léase á Tomás de Kempis lib. 2. cap. 11. cuyo lén, á són de trompetas, que llamaban al pue-
título es: Cuán pocos son los que aman la cruz blo á aquel ignominioso espectáculo. No pudien-
de Jesucristo. do con el gran peso gobernar los miembros, fal-
tos de fuerzas y de sangre, se movía á pasos
lentos, y á breves ratos arrodillaba y caía á tier-
les, viendo que el Hijo de Dios padece-, por cau-
sa de ellos, una tan rigurosa carnicería en todo LECCION XIV.
su cuerpo? ¿Habrá ojos de cristiano, que al mi-
rar la sangre del Redentor, derramada por tan- D E LA CRUCIFÍCCION D E JE3CCRIST«-.
tas heridas y con tantos golpes, no llore amar-
gamente los placeres de los sentidos? ¡ Ay! A les
pies del mismo Señor atado á la columna, di- ¿«íos leones, en viendo al hombre abatido y hu-
gamos con todo afecto aquella devota oracion del millad), deponen su fiereza. Los áspides, en ha-
mismo V. P. Er. Luis de Granada. biendo chupado parte de sangre humana por ne-
Señor mió Jesucristo, todas las veces que os cesidad, no prosiguen en herir por rabia; mas no
contemplo así desnudo y todo llagado, me lleno así se mitigaron, ni se enternecieron los judíos,
de confusion y empiezo todo á temblar. ¡Ay mi- al ver tan abatido y ensangrentado al Salvador;
serable! ¡Qué será de mí! N o hay tantos rayos antes mas crueles y rabiosos, alzaron el grito, cla-
en el cielo, cuantos yo conozco que merezco, por mando: A la cruz, á la cruz; ponle en un pa-
haber sido causa con mis maldades de tantos do- lo: Crucifige, crucifige. Y así Pilatos, aunque de
lores vuestros. ¡Oh, cuanto me desagrada á mí mala gana, se vió forzado á sentarse en su tri-
mismo, y me enfada y molesta el vivir! Pero vues- bunal, y dar la sentencia definitiva de muerte.
tra piadosísima voz me consuela todo, y me dá Entonces aquellos bárbaros, contra el estilo de
confianza; llamais á Vos los pecadores, para cu- los mas crueles verdugos, que esconden y ocul-
rar con vuestras Llagas las suyas; oigo que de- tan á los reos los instrumentos del suplicio, al
cís: Venid á mí, que mi muerte será vuestra vi- instante le pusieron á la vista la cruz. Abrazo-
da; vengo, pues, á Vos, ó Salvador de mi al- la el Redentor con grande afecto, y bajó sus hom-
ma, á rogaros, que mostréis vuestra Cabeza co- bros para recibir aquel pesadísimo leño, sobre el
ronada de espinas, y lleno vuestro Rostro de San- cual estaban puestos todos los pecados del lina-
gre al Eterno Padre, diciendole: Ecce Homo. Y ge humano: Posuit Dominus in eo iniquitatem om-
pues tuvisteis corazon para ofrecer vuestros mien- nium nostrum.
bros á los verdugos, para que los atormentasen; Sale fuera, llevando la gravísima carga; no ya
tened también bondad para presentarles por mí como Isac la leña del sacrificio, de noche, por
ai Eterno Padre, para que por vuestro amer me caminos solitarios, sin que nadie lo viese, sino
perdone. al medio dia, por las calles públicas de Jerusa-
Léase á Tomás de Kempis lib. 2. cap. 11. cuyo lén, á són de trompetas, que llamaban al pue-
título es: Cuán pocos son los que aman la cruz blo á aquel ignominioso espectáculo. No pudien-
de Jesucristo. do con el gran peso gobernar los miembros, fal-
tos de fuerzas y de sangre, se movia á pasos
lentos, y á breves ratos arrodillaba y caía á tier-
ra; por lo cual aquellos insolentes sayones, va ti- Pero merece ser con especial atención ponde-
rando violentamente de los cordeles, ya punzán- raba la razón que alega: Quia si in viridi lig•
dole con las lanzas, ya con golpes sobre la co- no Itaec fcciunt, in árido quid fiel! Si en mí (di-
rona de espinas, le obligaban á levantarse y pro- ce el Rtdenlor) que soy leño verde, sin infec-
seguir el camino. Aquí verdaderamente vino a ser ción de culpa, y con frutos de todas las virtu-
el Rev de la gloria oprobio de los hombres y des, se ejecutan con tanta crueldad tantas he-
desprecio abatidísimo del pueblo: Opprobium lio- ridas; ¿qué será de los pecadores, que son leños
minum, et abjectio plebis; porque aquel mismo pue- secos, estériles de todo bien, y podridos con tan-
blo, que poco antes le habia recibido con ben- tos pecados? A la ponderación de esta gran clau-
diciones, aplausos, hojas de palma, y con arro- sula convida san Buenaventura á los pecadores.
jar sus capas al suelo v á sus p i e s , como a ttev; Si el Hijo de Dios y Criador del mundo, por
ahora trocado el amor en odio, concurre de todas haber temado carne humana: ín similitudinem car-
partes á maldecirle y burlarle con mofa, como nis peccoti, padece- tantas penas y tantos tormen-
á ladrón. tos, ¿qué habrá de padecer el hombre, vilísima
criatura, engendrado de carne pecadora? ¿Sí el
Apenas se hallan algunas buenas mugeres, que inocente, Azucena de pureza, y Espejo sin man-
movidas á piedad, al ver tanta desgracia y atiic- cha, hubo de tolerar en su purísima Carne su-
cion, le salen al encuentro con gemidos y lagri- dor de sangre, tormentos de agonia, y muerte de
mas, á las cuales volviéndose el Salvador como ciuz por los pecados ágenos; ¿qué castigos, qué
olvidado de sus dolores, y compadecido de los muerte no deberá tener el pecador, reo de tan-
trabajos que habian de padecer, las dijo con tier- tas maldades propias, arguyendole la conciencia
nisimo afecto: Filiae Rierusalem, nohtepre su- de tantas culpas como ha cometido? Si (ajusti-
per me, sed svper vos ipsas jlere. ¡O dulcísimo cia del Eterno P a d i e es tan inexorable contra
Jesús! ¡Cómo prohibís este llanto, con que des- su propio Hijo, que quiso verle agonizar y mo-
foga un poco el afecto compasivo de vuestra pa- rir en una ciuz, ¿qué severidad, qué rigores no
sión! ¿Por qué antes no impedis las blasicmias deberá aguardar el esclavo rebelde? Cuando Tor-
injuriosas de los perseguidores, que las piadosas cuato, cónsul Romano, con severisima justicia, hi-
expresiones de compasion de las mugeres. De- zo cortar la cabeza á su hijo JManlio, porque con-
jad que á lo menos estos corazones se compa- tra s u - o r d e n habia peleado y vencido á los ene-
dezcan, y estos ojos lloren, y paguen un corto migos, quedó pasmado todo el ejército, y ningún
tributo de lágrimas á vuestra Sangre. Pero ¿que soldado tuvo aliento para pedir perdón de su ino-
digo? La fineza de vuestro amor os persuade otra bediencia, viendo que el padre no habia perdo-
cosa. Como vuestro Corazon se compadece mas nado aun á su hijo: Expalluit Mus Exercitus;
de nuestros males, que de vuestras penas; asi que- ruc quis quom milUxnn ausvs est sibe venuim pe-
reis que toda la compasion de los otros se con- tere, vidtus vindiCtcm jalris in flium, (VALER.
vierta ácia nosotros, y las lágrimas se derramen
por nuestras miserias: Super vos ipsas jlere.

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MAXIM.) ¡quién, pues, tendrá atrevimiento para pe- Jo Apóstol? ¿En vuestro cuerpo cumplis lo que
car con esperanza de que Dios le perdonara des- le falta á la pasión de Cristo? Por ventura, ¿no
pues, si proprio Filio non pepercit, si no perdo- fué copiosa y sobreabundante su redención? Co-
piosa apud eum redemptiof Ay, que sí, responde
nó á su Hijo, solamente porque entro a ser fia-
Pablo: fué copiosa y copiosisiina; pero apud eum,
dor por los pecados ágenos? ¿Quién, siendo reo
respecto del Redentor, y en sí misma, mas no
de muchas culpas, vivirá seguro del perdón por respecto de los hombres, y para su eficaz bene-
haber derramado una lágrima de penitencia, o he- ficio, si ellos con su padecer no se aplican los
rido una vez su pecho con el Domine miserere, frutos de su pasión: no serán herederos de la <rl0.
si reparara que el Redentor no se contenta con 11a, si no fueren partícipes d é l a s penas: Si com-
haber derramado por los pecados unas pocas go- patimur, et conglorificubimur.
tas de sangre, sino deja vacias las venas en una
tempestad de azotes, en una corona de espinas, Vengan, pues, las cruces, los trabajos, las per-
secuciones y tormentos, que serán siempre muy
en una infame horca? . bien recibidos: pagaré sangre con sangre, y vida
Acaso diréis, que el haber padecido tanto e! con vida. Así divinamente lo explica san Gre^o-
Redentor por nuestros pecados, mas nos anima a rio el grande: Per crucem quidem suam omhesre-
esperar, que mueve á temer. Si la divina Jus- dimit, sed remansit, ut qui ledimi, et regnare cum
ticia ha cobrado ya la pena de nuestros pecados eo nitur, crucifigatur. Hoc propecto residuum vi.
del Salvador, ya no tendrá que pedirnos esta deu- derut, qui dicebat: si compatimur, et conregnabi-
da ni nosotros tendrémos que pagar, ni penaiv
Eternas gracias al divino Hijo, que á tanta cos- Pero volvamos al Salvador, que proseguía su
ta de su Sangre nos ha redimido, tomando pa- trabajoso camino, bañando la tierra con la san-
ra sí solo los rigores de la Justicia, y dejando gre que corría de las llagas, oprimidas y expri-
para nosotros las finezas y suavidades de la mi- midas con el tórculo ó viga de la pesada cruz.
sericordia. ¿Qué decis, que el Salvador tomo pa- ¡ U , ^ a , n S r e d e Dios vivo, Sangre de infinito va-
ra s í s o l o los rigores d é l a Justicia? ¡ O que gran- lor: ¡Como estáis mezclada con el lodo de las
de error! Estáis muy engañados; antes Dios nos cal es, y pisadas de vilísimos pies! ¡O ángeles del
propone á su Hijo crucificado por nuestras cul- cielo! ¿Como no bajais á la tierra á recoger es-
pas para que nosotros no escusemos tomar la cruz, ta preciosísima Sangre? ¿Cómo no ayudais á lle-
v tolerar nuestras penas: Proprio filio non pe- var la pesada cruz, intolerable á las desmayadas
n-.rcit, ui ostenderelur, quae supplicia manerentser- fuerzas de vuestro desalentado Rey? ¡Cómo no
vum nequám, dum tanta patitur trinocens Films. oponéis-'vuestras santas bendiciones y alabanzas,
Así lo entendió el Doctor de las gentes, Pablo, a las blasfemias con que le maldicen los judíos,
cuando al padecer aquel gran catálogo de sus cru- corno a cap.tan de ladrones? ¿Cómo sufrís que
ces y trabajos, decia: Adimpleo ea quae desuní, el feenor,. que está en el cielo enmedio de las
Passionum Christi in carne mee. ¿Qué decís, san-
dos divinas Personas, rodeado de las celestiales me mandais que y o me retire de vos? ¿Dónde
í e aromas, esté en la tierra entre dos ladrones, puedo hallar conorte, sino en vuestra presencia?
a c o m p a ñ a d o de infames malhechores, y enmedio Vuestra vida es mi vida: sean, pues, mías vues-
de ello coronado de espinas, como Rey de los tras penas: permitid que mis lágrimas acompa-
mas facinerosos? Este (si creemos a san Anse • ñen á vuestra Sangre; quiero ser crucificada con
no f u é el mayor tormento que padeció el t a l - vos, y morir con vuestra muerte. Vivir sin vos,
a d o r verse tratado de ladrón. Esto le hería el m e ' s e r á mas duro y amargo que el morir; y el
Alma m a s vivamente, que al Cuerpo la cruz. morir con vos, me será premio de haberos da-
s f bien mayor, sin duda fue el sentimiento al do la vida.
encontrarse con su divina Madre. ¡O dolores,s,- Estos sentimientos se andaban repitiendo alia
rno encuentro! La Madre santísima, luego que tu- en sus corazones la Madre y el Hijo, y con tan
v o l a funesta noticia, corrió á v e r a su H I J O , dan- dolorosos afectos proseguían el camino, hasta lle-
gar al lugar tíel sacrificio.
dolé el amor las fuerzas y aliento, que ie qui-
taba el dolor. Veía por el camino las gotas de
§. I I .
la sangre, que le sirvieron de guia para condu-
c rse al calvario, conde se encentro con su Hi-
MUERTE D E CRISTO.
•o y se miraron los dos cara a cara. ¡O Dios,
S n qué pasmo y dolor de ambos! Callaban las
Apenas llegaron al monte calvario á la vista
lenguas, nías hablaban los corazones; y con la
de Jerusalen, cuando aquellos sayones, sin dar-
lastimosa vista de los ojos se traspasaban reci-
le un instante de descanso, le desnudaron con
p o c a m e n t e las almas atormentadas. Decía con los
gran furia, hasta de la túnica interior, que estan-
afecto d e l corazon ei Hijo: ¿Para que v e n » aqu,
do pegada á las llagas por la sangre congelada,
M a d r e mía, á aumentar mi dolor y el vuestro?
le renovó acerbísimos dolores. Despues le man-
Bien conoz'co que mi pasión es la vuestra: pe-
d a r o n , con bárbara impiedad, que se tendiese so-
r o tambien vuestro dolor es mío. Yo con esta
bre la cruz. El Salvador, con prontísima obedien-
abeza coronada de espinas traspaso vuestro co-
cia, estendió las manos, y alzando los ojos al cie-
razón: V o s . con vuestro corazon, anegado en tan-
lo, ofreció al Eterno Padre su vida en sacrificio
S s afanes, me dobláis las penas. Volved, o Ma-
por el remedio del género humano. Y como Isac,
d r e «n¡a, á vuestrorct.ro, que no conviene a vues-
atado sobre el ház de la leña estaba esperando
tra pureza esta compañía de ladrones y verdu-
la herida de su padre; así Cristo sobre la cruz
S ' Volved, o purísima Paloma al a.ca de vues-
aguardaba los golpes de los verdugos. Allá Dios,
f r ü alvergue, hasta que cesen las aguas de este
satisfecho con la buena voluntad de Abrahán, hi-
dUuvio. porque aquí no hallareis donde desean-
zo que el ángel le detuviese la espada, para que
se vuestro pié. Mas á esto respondía el corazon
110 descargase el golpe; acá, queriendo la per-
de la Madre: ¡O mi queridísimo H.jo! ¿Por que
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dos divinas Personas, rodeado de las celestiales me mandais que y o me retire de vos? ¿Dónde
í e aromas, esté en la tierra entre dos ladrones, puedo hallar conorte, sino en vuestra presencia?
acompañado de infames malhechores, y enmedio Vuestra vida es mi vida: sean, pues, mías vues-
de ello coronado de espinas, como Rey de los tras penas: permitid que mis lágrimas acompa-
mas facinerosos? Este (si creemos a san Anse • ñen á vuestra Sangre; quiero ser crucificada con
no f u é el mayor tormento que padeció el t a l - vos, y morir con vuestra muerte. Vivir sin vos,
a d o r verse tratado de ladrón. Esto le hería el m e ' s e r á mas duro y amargo que el morir; y el
Alma m a s vivamente, que al Cuerpo la cruz. morir con vos, me será premio de haberos da-
s f bien mayor, sin duda, fue el senum.ento al do la vida.
encontrarse con su divina Madre. ¡O dolores,s,- Estos sentimientos se andaban repitiendo alia
rno encuentro! La Madre santísima, luego que tu- en sus corazones la Madre y el Hijo, y con tan
v o l a funesta noticia, corrió á v e r a su H I J O , dan- dolorosos afectos proseguían el camino, hasta lle-
dolé el amor las fuerzas y aliento, que ¡e qui- gar al lugar tíel sacrificio.
taba el dolor. Veía por el camino las gotas de
§. II.
la sangre, que le sirvieron de guia para condu-
< L e al calvario, conde se encentro con su Hi-
MUERTE DE CRISTO.
•o V se miraron los dos cara a cara. ¡O Dios,
S n qué pasmo y dolor de ambos! Callaban las
Apenas llegaron al monte calvario á la vista
lenguas, mas hablaban los corazones; y con la
de Jerusalen, cuando aquellos sayones, sin dar-
l S . n o a vista de los ojos se traspasaban r e o
le un instante de descanso, le desnudaron con
p o c a m e n t e las almas atormentadas. Decía con los
gran furia, hasta de la túnica interior, que estan-
afecto d e l corazon el Hijo: ¿Para que venís aquí,
do pegada á las llagas por la sangre congelada,
M a d r e mía, á aumentar mi dolor y el vuestro?
le renovó acerbísimos dolores. Despues le man-
Bien conoz'co que mi pasión es la vuestra: pe-
d a r o n , con bárbara impiedad, que se tendiese so-
r o tambien vuestro dolor es m.o. Yo con esta
bre la cruz. El Salvador, con prontísima obedien-
abeza coronada de espinas traspaso vuestro co-
cia, estendió las manos, y alzando los ojos al cie-
razón: V o s . con vuestro corazon, anegado en tan-
lo, ofreció al Eterno Padre su vida en sacrificio
S s afanes, me dobláis las penas. Volved, o Ma-
por el remedio del género humano. Y como Isac,
d r e mia, á vuestroret.ro, que no conviene a vues-
atado sobre el ház de la leña estaba esperando
tra pureza esta compañía de ladrones y verdu-
la herida de su padre; así Cristo sobre la cruz
S ' Volved, o purísima Paloma al aica de vues-
aguardaba los golpes de los verdugos. Allá Dios,
f r o alvergue, hasta que cesen las aguas de este
satisfecho con la buena voluntad de Abrahán, hi-
diluvto, porque aquí no hallareis donde desean-
zo que el ángel le detuviese la espada, para que
se vuestro pié. Mas á esto respondía el corazon
110 descargase el golpe; acá, queriendo la per-
de la Madre: ¡O mi queridísimo H.jo! ¿Por que
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fecta y cumplida ejecución, permitió que los sa-
so del Cuerpo sobre los pies, y los clavos abren
yones desfogasen toda su rabia contra su Hijo:
mas las heridas, y descoyuntan los huesos. Si se
y así, con duros y gruesos clavos empezaron á
quiere sostener en los brazos, crecen las bocas
d a r martilladas, como si las diesen sobre un yun-
de las manos, y se estiran mas los huesos y ner-
que, para atravesar una mtno, que por la vehe-
vios. Si se mueve la sagrada cabeza en la cruz,
mencia del dolor, habiendo encogido los nervios,
se clavan mas en el casco las espinas. Si incli-
obligó á aquellos cruelísimos verdugos que estira-
na la cabeza ácia el pecho, repara, que aque-
sen con mayor fuerza la otra mano, hasta que
lla escuadra de sayones y vil turba, con visages
llegase al agujero señalado. Aquí se descoyunta-
y gestos feísimos le está mofando; la boca lle-
ron los huesos con horrible tormento, como lo
na de amargura con la hiél: los ojos cubiertos
había profetizado el Salvador: Foderunt manus
de sangre; las inexilías acardenaladas por las bo-
meas, et pedes meos, dinumeraverunt omnia ossa
fetadas; todos los miembros están padeciendo, y
mea, ( P S A L . 21.) M e clavaron y atravesaron las
cada uno su especial tormento, sin que pueda so-
manos y los pies; y tanto me estiraron en la cruz,
correr el uno al otro sin reciproco dolor: sobre
que me podían contar todos los huesos de mi
todo, corren de las manos y pies cuatro arro-
cuerpo. Aun mas que las manos, padecieron en
yos de sangre, que son como los cuatro rios del
este tormento los sagrados» pies, por la ju^ta de
Paraíso terrenal, que salían á regar toda la haz
los nervios y grosedad de los huesos, y por el
de la tierra.
-estiramiento de todos los miembros; y así dijo
Mas ya que el cuerpo está sumergido en tan-
el Redentor á santa Brígida, que este fué el ma-
to mar de penas, á lo menos el alma gozará al-
yor dolor que habia padecido: Omnium atrocissi-
gunos consuelos. Ay, que antes confiesa el mis-
mus.
mo Redentor, que su alma está llena de congo-
Clavado de esta suerte el Señor, levantaron con jas: Repleta es malis anima mea. Y según este
furia la cruz, y con ímpetu la dejaron caer en texto, llegó á decir el doctor angélico santo To-
el hoyo cavado en el monte, para que el cuer- más, que también en la cruz los dolores y fa-
po pendiente se descoyuntase y quebrantase to- tigas del alma, fueron mayores, que los tormen-
do, y se abriesen mas las heridas de las manos tos del cuerpo. Y ¿qué mayor confusion, que es-
y de los pies. Apareció entonces el Rey de la tar desnudo sobre un infame leño, á la vista de
gloria desnudo, solo cubierto con su Sangre, á un innumerable pueblo, entre dos famosos ladro-
los ojos del pueblo insolente, que en lugar de nes? Cooperuit confussio faciem meam; la confu-
moverse á piedad, alzó el grito á mofarle y es- sión y vergüenza cubrió mi rostro. Así se dolió
carnecerle: Si Filius Dei es, descende de Cruce. Cristo mas, que de los otros tormentos. ¡Qué ig-
¡ O qué doloroso espectáculo, ver al Hijo de Dios nominia de un alma noble, verse burlada de la
pendiente de una cruz, señalado desde la cabe- vilísima hez del pueblo, mofada con dichos y ges-
za á los pies con atrocísimas llagas! Carga el pe- tos de los 4ayones, con palabras y acciones ri-

dículas é injuriosas de los fariseos! Blasphemabant con temblores la tierra: las piedras se quebraron
eum, mótenles capita sua. ¡Qué soledad, hallarse unas con otras: los sepulcros se abrieron: el sa-
abandonado d e sus queridos discípulos, vendido de cro velo del templo se rasgó: todas las criaturas
uno con traición, negado de otro con perjurio! insensibles, por quien no moria Cristo, tuvieron
¡Qué dolor d e corazon de un Hijo, mirar delan- sentimiento de compasion á la muerte de su Cria-,
te de sí á su queridísima Madre traspasada de dor. Y tú, corazon mío, ¿no te condolerás? ¿ \
la espada del dolor, desmayada y sin aliento! vosotros ojos, mios, no derramareis una lagrima
de compunción? ¿Y yó, por amor de quien mu-
¿A lo menos e s t a ñ a asistido de celestial conor-
rió el .Salvador, no me moveré á piedad, a cor-
te de su Eterno Padre? ¡Ay, que no! él mismo
respondencia de afecto, á arrepentimiento de mis
se queja con lastimeras voces de que está aban-
pecados? Mas, en la muerte de Jesucristo os sol-
donado y desamparado hasta de su Eterno Pa-
dados, verdugos y ministros, ejecutores del supli-
dre: Deus meus, Deus meus, ut quid dereliquisti
cio, se llenaron de horror; y arrepentidos con-
me'l Dios mió, Dios mió, ¿por qué me has des-
fesaron, que era Hijo de Dios: Veré Fdius Dei
amparado? O como dice en otro lugar: Clamo
eral isti. El ladrón crucificado juntamente con el
ad te, et non exaudís me. Mutatus es mihi in
se movió á penitencia, y le confesó por Rey del
crudelem; clamo, imploro vuestra ayuda, y no me
cielo. Los judíos, que antes habían gritado: Cru-
oís: parece q u e para mí os habéis trocado en cruel,
cifige eum, se volvían hiriendo los pechos de con-
pues no mostráis piedad á tantas penas mías, y
trición: Revcrtebantur percutientes pectora sua. hl
sufriéndoos e l corazon ver agonizar á vuestro Hi-
mismo Longinos, que con la lanza atravesó el Cos-
jo sobre u n a cruz. De esta suerte el Criador del
tado del Redentor, quedó tan ilustrado y enter-
mundo, el R e y del cielo, el Unigénito del E t e r -
necido con la sangre que salió de aquella heri-
no Padre, ahogado en un mar de afanes, en un
da, que vino á ser santo penitente, y glorioso
diluvio de su propia sangre, despues de una lar-
mártir. ¿Y yo, al ver morir un Dios sobre la
ga agonía, sin ningún refrigerio, ni alivio, entre
cruz por mis gravísimos pecados, he de quedar-
las burlas é injurias d e . s u s enemigos, inclinan-
me insensible? ¿He de resistir á tantos motivos
do la cabeza, espiró: Inclínalo capite tradidit spi-
de penitencia? ¿No resolveré mudar de vida? Peor
ritum. M u r i ó el Hijo de Dios; y yo tan favore-
sov que los bárbaros judíos; mas impío, que los
cido, tan lleno de sus beneficios, he sido !a cau-
verdugos de Cristo; mas perverso, que Longinos,
sa de su muerte, le he muerto con mis culpas;
que traspasó el Corazon de Jesús. ¿Y qué co-
yo, que si n o queria amarle como Padre, á lo
sa podrá jamás convertirme, si no me convierte
menos le debia temer como Juez: yo le he muer-
la muerte de un Dios, que pudo mover y en-
to con la m a s cruel manera de muerte de cuan-
ternecer aun á sus mismos matadores? ¿Si con
tas la h u m a n a fiereza supo inventar.
la sangre de este Cordero inmaculado no se ablan-
A esta muerte se dió por sentida toda la na- da el diamante de mi durísimo corazon, con que
turaleza: el sol se cubrió de tinieblas: se sacudió
se podrá jamás ablandar? ¿Qué esperanza puedo tamente en el castigo de los ángeles, donde Dios,
tener de mi salvación, si no tengo mejoría con por solo un acto de soberbia, desterró del cie-
tal medicamento, y tan eficaz del Salvador? Una lo, á eternas penas, tantas celestiales gerarquias;
sola vista de Jesús crucificado sacó de las tinie- pero mas se manifiesta su enormidad en la re-
blas de la infidelidad á Umberto, duque de Aqui- dención de los hombres, por cuyos pecados hu-
tania, enemigo de los cristianos; y del lodo de vo de morir con atrocísimos tormentos el Cria-
la torpeza á Catalina Romana, muger deshones- dor de los ángeles y de los hombres. Mira, ó
ta y del mundo, los cuales confesaron haberse pecador, lo que haces, cuando te dejas llevar de
rendido á convertirse, no por temor de la muer- cualquier placer pecaminoso: haces un mal, que
te cercana, no por el peligro del infierno, que 110 se quita, ni se borra, si Dios no derrama su
les amenazaba, sino solo de haber mirado al Sal- Sangre: Sine sanguinis cjfusione non fit remissio.
vador crucificado, cuya vista les movió á peni- Mira cuan grave deuda de penas has contraído
tencia; ¿y yo, habiendo visto tantas veces al Hi- por una sola de tus culpas; deuda tal, que pa-
jo de Dios pendiente de la cruz, despues de tan- ra satisfacer por ella, nada servirán, ni las ora-
tos toques á mi corazon, he de ser rebelde á la ciones de tantos santos confesores, ni las lágri-
luz? Rebellis lumini? ¿Pertináz á las inspiraciones? mas de tantos penitentes, ni la sangre de tantos
¿Y he de hacer tan grande agravio á Ja Sangre mártires, ni los preciosísimos é incomparables mé-
divina? ritos de la divina Madre: Oportebat Christum pati;
Aquí al pie de la cruz aprendió la penitente fué menester que muriese Dios.
Magdalena la gravedad de sus pecados, y de la Mas sobre todo, mira, hombre, en el Corazon
grandeza del remedio infirió la atrocidad de sus traspasado de Jesús, el exceso de la divina ca-
llagas. Aquí debe el pecador concebir asombro ridad con los pecadores; y desde el pie de la
de sus delitos, y en la balanza de la cruz pe- cruz, levantando los ojos al Salvador, pregúnta-
sar la gravedad de sus culpas. Gran teatro de le con el Profeta: Quid sunt plague istae ta me-
la divina Justicia es el infierno, para conocer cuan dio manuum tuaruml ¿Qué llagas son estas, ó Sal-
detestable sea el pecado; pero mayor teatro de vador del mundo, que veo en vuestras manos y
terror es el calvario, donde la ira vengadora de en vuestros pies, que arrojan tanta copia de san-
Dios no se enoja, ni encruelece contra los mal- gre? ¿Quién ha despedazado con tan bárbara car-
vados pecadores, sus enemigos, sino ejercita su nicería todos vuestros miembros? ¿Quién os ha
severidad contra su mismo Hijo, por sola la som- abierto con tan terrible herida vuestro pecho? No
bra y capa, qne tomó de pecador: Non sic ex- responde el Salvador, porque ya ha espirado; pe-
pavesco, (decia temblando santo Tomás de Villa- ro responde por él el amado discípulo Juan, re-
nueva) et contremisco ad poenas inferni, sicut vi- gistrador fiel del Corazon de Jesús, que estuvo
dere Deum pro peccato morientem. presente á su dolorosisima muerte: Ditexit nos,
La enorme malicia del pecado se descubre cier- et labit nos á peccatis nostris in sanguine suo.
El amor fué el mayor verdugo, que le dió la Mas, ¡ó cuanto quedaron burladas las esperan-
muerte; el amor le sacó la sangre de las venas, zas de un Dios amante! ¡Cuán sin fruto empleó
para lavar las manchas de nuestros pecados; el él su Sangre y su vida! ¡Todavía pecan los hom-
amor de Dios llegó á tal punto, que dió su vi- bres habiendo visto morir un Dios por el peca-
da, no por sus amigos, no por sus fieles vasa- do! ¡Aun se hallan hombres tan desapiadados y
llos, sino por sus enemigos y rebeldes. tan inhumanos, que sabiendo por la fé, que su
P o r este mismo fin de manifestar su caridad culpa llegó á quitar la vida á un Dios, con to-
infinita con los pecadores, quiso morir de aque- do eso, se atreven á cometer nuevas culpas' Es-
lla suerte pendiente en una cruz, si creemos á te es un prodigio tan brutal, que si no se vie-
san Agustin: Inspice vulnera pendente. Caput ha- se tan frecuentemente, se tendría por imposible.
bet inclinatum ad osculandum: cor apertura ad di- Y yo también soy uno de estes malvados: Do-
ligendum: bi achia extensa ad amplexandum: totum minas meus pend'et in patíbulo, et ego voluptati
corpus expositura ad redimendum. Mirad, ó peca- operam dabo? Lloraba atónito san Bernardo. Mi
dores, la posicion del crucificado, que está pen- Señor, por mi amor y remedio, está pendiente
diente enfrente de vosotros, y sobre vosotros der- en una cruz; ¿y yo, á desprecio suyo, me he de
r a m a su Sangre. ¿Sabéis por qué tiene inclina- entregar á placeres? El estiende sus manos á las
da la cabeza? Por daros ósculo de paz, prenda heridas por mi salud; ¿y yo estenderé las mías
de a m o r . ¿Por qué está abierto su costado? Por á deleites, á disgusto suyo? El desde la cruz cla-
acogeros v meteros en su Corazon. ¿Por qué es- ma, pidiendo perdón: Pater, ignosce illis, para los
tán estendidos aquellos brazos? Por abrazaros co- soldados que le han herido, para los judíos que
m o hijos pródigos, si os volvéis á vuestro buen han pedido su muerte, para los jueces que le han
P a d r e . ¿Por qué tiene expuesto todo su cuerpo condenado, para los verdugos que le han cruci-
ácia vosotros? Por mostrar que se os dá todo. ficado; iy yo no querré perdonar aun una lige-
Con tantas maravillas de amor esperó Jesús cru- ra injuria á quien incautamente me agravió? El
cificado atraher á sí todos los corazones, que nin- se deja abrir ei Costado para darme el Corazon;
guno tendría y a osadía para ofenderle, que los ¿y yo le he de tener siempre cerrado á sus lla-
arrebataría á todos á su amor. Por eso decia: mamientos, siempre abierto á desordenados amo-
Cura ".xaltatus fuero á térra, omniarn traham ad res? No, no, que no quiero ya ser ingrato á tan-
me ipsum, surn. Cuando me vieren levantado en to amor, ni volver mal por bien á quien me ha
la cruz por amor del linage humano, se verán hecho tantos beneficios á costa de tantas penas:
obligados una vez los hombres á eorresponder- Clamat Crux, clamat clavi, lancea, convitia, ct ver-
rae con amor. Sean, pues, bárbaros, sean como bera; ut ipse tolo corde diligatur, qui pro dilec-
de fieras los pechos de los pecadores; ;podrán t.ionc taliu, et tanta perferre dignatus est, dice san
resistir mas á tanta caridad? Jara non sili vivent, Lorenzo Justiniano: „Clama la cruz, claman los
sed ei, qui pro ómnibus mortuus est. (2. COR. 5.) , clavos, la lanza, las burlas, las espinas, los azo-
„tes, que amemos de todo nuestro corazon á aquel hería á que correspondiese á su afecto. Ya el
„Señor, que por grangear nuestro amor se dig- dulce veneno del amor se iba poco á poco en-
,,nó padecer tantos y tales tormentos." trando en el pecho, pareciendole, que aquel par-
Veisme aquí, pues, ó Redentor mío, al pie de tido de bodas era con personage igual á su no-
vuestra cruz á pediros una gota de vuestra San- bleza; cuando al despedirse, volviendo los ojos,
gre, para lavar mis pecados pasados; yo confie- vió, que se le ponía delante otro Esposo; pero
so, que soy indignísimo, por haberos clavado con de Sangre, Jesús crucificado, en aquel trage y
mis culpas en ese leño infame. Mas oyendo, que semblante puntualmente, como vivió en la tierra:
vos pedis al Padre perdón para los que os han Speci sus forma prae filiis hominum; el cual, con
crucificado, me atrevo á pediros misericordia. ¡O muv diferentes muestras de amor, descubriendo
amador verdadero de las almas! Añadid esta á el pecho, la dió á ver la sacratísima Llaga del
todas las otras finezas vuestras, dadme mayor com- Costado, que destilaba Sangre fresca, y la dijo:
punción, afianzad en mi pecho un firmísimo pro- Blandirías inepti amoñs postea vide, ne requiras.
pósito, y solidísima resolución de no ofenderos mas. Hic fugitér contemplare, quid diligas, et quarno-
Yo, pasmado y obligado de tan gran bondad, de- h em diligas: hic ego totius puritatis delicias pol-
seo amaros sobre todo bien, y aborrecer sobre liceor cbtinendas. De aquí adelante mira bien, no
todo mal el pecado, como causa de vuestra muer- busques delicias del profano amor. Aquí has de
te; ayudadme por vuestras Hagas, abiertas por mi contemplar continuamente en este Corazon heri-
salud, alcáncenme etta gracia, de primero morir, do, lo que debes amar, y por qué causa le de-
que ofenderos mas; antes morir, que pecar. bes amar. Ves aquí el único blanco de tus afec-
tos, Aquí yo te prometo que hallarás las mas dul-
§. III. ces y puras delicias que puedes desear. Aquí tu
espíritu será anegado en un rio caudaloso de ce-
EJEMPLO. lestiales consuelos.
Con esta visión quedó Lugarda tan avergonza-
Santa Lugarda, (SURIO A 16 DE JUNIO) naci' da de sí misma, y tan cautiva del amor de Je-
da de padres nobilísimos, y dotada de las mas sucristo crucificado, que parecía que una mano in-
bellas prendas, que pueden hacer amable á una visible le había sacado y exprimido del corazon
doncella, en la íior de sus años andaba desvane- todo otro afecto. Cerró al punto los ojos y las
cida de sus gallardas prerrogativas, y gustaba un orejas á las lisonjas de todo amante terreno, co-
poco de vanos amores, aunque siempre dentro mo á ojos, y mordeduras de una venenosa sier-
de los términos de la honestidad. Estaba. una pe. Y cuando otra vez volvió el caballero a ga-
tarde discurriendo con un caballero mozo, que de- lantearla, respondió pronta con las palabras de
seando lograrla por esposa, la galanteaba, y con santa Inés al joven Romano: Discede a me, pe-
la suave miel de afectuosas palabras pretendía atra- Ixilum mortis, quia jr.m ab alio amk'ore praeven-
ta sum. Apártate de mí, alimento de muerte, que la preguntó ¿cuál era la causa de tanta tristeza
ya otro mejor y mas noble Esposo me ha es- en ella, que era la alegría y gozo del paraíso?
cogido para mas festivas bodas. Respondió la Señora: Las culpas de los pecado-
Entró, después, tan profundamente en el co- res azotan de nuevo y crucifican á mi querido
razon de esta santa doncella el amor de Jesús Hijo; con blasfemias y torpezas le renuevan á él
crucificado, que ni sabia pensar, ni hablar de otra los dolores, y á mí los afanes y congojas, tan-
cosa, que de padecer amando, y amar padecien- to mas crueles, cuanto que son cometidas por cris-
do la cruz de muchas mortificaciones por su ce- tianos, y no hay quien ponga remedio y me dé
lestial Esposo; el cual, para premiarla tanto afec- consuelo; á tí te toca, ó querida hija, con ge-
to, se le apareció de nuevo en forma de cruci- midos, oraciones y ayunos, consolarnos, y miti-
ficado, bañado en Sangre; y sacando un brazo gar la indignación de Dios, enojado contra los
de la cruz, le estendió sobre ella, como abrazan- hombres; lo cual Lugarda ejecutó con siete años
dola, y haciéndola q u e aplicase la boca á la Lla- de rigurosos ayunos, y otras penitencias. Tuvo
ga del Costado, la cual ella besó con purísima un vehemente deseo de derramar su sangre por
reverencia, y chupó un néctar suavísimo, y tan el martirio, no pareciendola digna esposa de un
divino, que la saliva de sus lábios quedó mas dul- Esposo crucificado, la que no muriese crucifica-
ce que la miel, respirando una suavísima fragan- da; y asi, una mañana, despues de su oracion,
cia, y sanando muchas enfermedades en los que hecha delante de la cruz, la vino un ardentísi-
la tocaban. Y la santa, para remedio de cual- mo deseo de imitar en la muerte á la gloriosa
quier trabajo ó fatiga, no necesitaba de otra co- mártir santa Inés, así como procuró siempre imi-
sa, que de mirar la imagen del Crucifijo, tanto tarla en vida. Pasó tan adelante este deseo, que
era el vigor, y la dulzura de espíritu que de allí estuvo para morir, habiéndosela roto una vena en
sacaba. U n a vez, vió al Hijo de Dios, que es- el pecho, junto al corazon, de que salió gran co-
taba delante de su E t e r n o Padre, y mostrándo- pia de sangre. Entonces se la apareció su Es-
le las sagradas Llagas, rociadas de fresca San- poso Jesús, y la dijo: que en el cielo tendria el
gre, le pedia perdón para los pecadores; y des- mismo premio que santa Inés; porque si bien no
pues se volvió á elia, diciendola: Mira, ó espo- derramaba, como la santa, su sangre por mano
sa mia, como yo me ofrezco todo á mi Padre, de verdugo, á lo menos con igual afecto había
por la salud de los pecadores; así tú debes ofre- deseado derramarla, y con gran dolor compasi-
certe á mí toda, y totalmente, por tu salvación. vo de su pasión. Al fin, estaba tan arrebatada
del amor de su Redentor, y con tan afectuosos
Ni fué solo Cristo ciucificado; también se le
ojos miraba y remiraba al crucificado dueño de
aparació Maria santísima , dolorida, con un sem-
su corazon, que muchas veces padecía desmayos
blante lleno de tristeza, y los ojos bañados en
y deliquios de espíritu; y cuando meditaba sus
lágrimas, cual habia estado en el calvario al pie
atrocísimos dolores, tal vez derramaba lágrimas de
de la cruz. Movida á gran compasion Lugarda,
sangre, que cubrían su rostro, que en una ocá-
sion las enjugó con su propia mano el Salvador. LECCION XV.
¡O dignación amorosísima! Mirad cuánto pudo en
los ojos humanos y corazones de carne una vis- DE LA RESURRECCION D E CRISTO,
ta, un pensamiento de Jesús crucificado. ¡O con- Y GLORIA D E L CIELO.
fusión nuestra! que tantas veces le miramos y pen-
samos en él, sin' una lágrima de ternura en los
ojos, y sin un afecto de compasión en el alma: A se acabaron las penas, ya se puso térmi-
Si non compatimur, nec conregnabimus. no á los afanes; ves aquí al Salvador resucita-
Léase á Tomás de Kcmpis lib. 2. cap. 12. Del do, glorioso y triunfante. Mira como aquella co-
cimino real de la santa cruz. rona de espinas la ha cambiado en una diade-
ma de gl oria; las manchas de la sangre, en ru-
bíes de luz; los cardenales de las llagas, en ga-
las de victoria: las burlas é improperios de los
judíos, en aplausos de los ángeles; y la doloro-
sa muerte, en una vida bienaventurada: Resurrec-
tionis gloria sepelivit morientis injuriam, dice S.
Pedro Crisólogo. Mira en el Cuerpo glorificado
aquellas cinco Llagas, que resplandecen como so-
les, y arrojan rayos de vivísima luz, bellos iris,
hermosos arcos de paz entre Dios y los hombres;
trofeos gloriosos de haber vencido la muerte y el
infierno; cifra de amor, y letras de beneficencia,
con que están escritos en el libro de la vida los
escogidos; en suma, el Cuerpo de Cristo, tan des-
preciado, injuriado y despedazado, está ahora tan
hermoso, tan lleno de gloria, que si en el cie-
lo no hubiese otra cosa sensible que ver, sino la
sacrosanta Humanidad, al verla solamente basta-
ría á hacer un paraíso. Tanta gloria le ha gran-
geado Ja pasión, que si bien atrocísima, fué bre-
ve, cuando la felicidad no solo es inmensa por
ja grandeza de los bienes, sino también eterna por
¡a perpetua continuación de los gozos.
¿Mas qué júbilos de aclamación hicieron los co-
sangre, que cubrían su rostro, que en una ocá-
sion las enjugó con su propia mano el Salvador. LECCION XV.
¡O dignación amorosísima! Mirad cuánto pudo en
los ojos humanos y corazones de carne una vis- DE LA RESURRECCION D E CRISTO,
ta, un pensamiento de Jesús crucificado. ¡O con- Y GLORIA D E L CIELO.
fusión nuestra! que tantas veces le miramos y pen-
samos en él, sin' una lágrima de ternura en los
ojos, y sin un afecto de compasión en el alma: A se acabaron las penas, ya se puso térmi-
Si non compatimur, nec conregnabimus. no á los afanes; ves aquí al Salvador resucita-
Léase á Tomás de Kcmpis lib. 2. cap. 12. Del do, glorioso y triunfante. Mira como aquella co-
cimino real de la santa cruz. rona de espinas la ha cambiado en una diade-
ma de gl oria; las manchas de la sangre, en ru-
bíes de luz; los cardenales de las llagas, en ga-
las de victoria: las burlas é improperios de los
judíos, en aplausos de los ángeles; y la doloro-
sa muerte, en una vida bienaventurada: Resurrec-
tionis gloria sepelivit morientis injuriam, dice S.
Pedro Crisólogo. Mira en el Cuerpo glorificado
aquellas cinco Llagas, que resplandecen como so-
les, y arrojan rayos de vivísima luz, bellos iris,
hermosos arcos de paz entre Dios y los hombres;
trofeos gloriosos de haber vencido la muerte y el
infierno; cifra de amor, y letras de beneficencia,
con que están escritos en el libro de la vida los
escogidos; en suma, el Cuerpo de Cristo, tan des-
preciado, injuriado y despedazado, está ahora tan
hermoso, tan lleno de gloria, que si en el cie-
lo no hubiese otra cosa sensible que ver, sino la
sacrosanta Humanidad, al verla solamente basta-
ría á hacer un paraíso. Tanta gloria le ha gran-
geado la pasión, que si bien atrocísima, fué bre-
ve. cuando la felicidad no solo es inmensa por
ja grandeza de los bienes, sino también eterna por
¡a perpetua continuación de los gozos.
¿Mas qué júbilos de aclamación hicieron los co-
ros de los ángeles, cercando á su Rey triunfan-
no sabia qué decir; aquí muda de pura alegria,
te? Si cuando nació en el portal de Be en vi-
no pudo hablar. Mas hablóla el Hijo, dicjendola:
niendo á padecer trabajos é incomodidades has-
Surge, Arnica mea, jam hyems iransiit, imber abiit,
ta morir, bajaron del cielo á escuadrones a can-
et recessit: Flores opparuerunt in térra riostra. Le-
tarle el Gloria in excelsis Dea; ¿con que fiesta
vántate, ó Madre, y sal de tus fatigas, endulza
vendrían á celebrar el triunfo, ahora que resu-
tu Corazon, serena tus ojos. Y a ha pasado el hor-
citaba para subir á la eterna bienaventuranza?
roroso invierno de la pasión; ya se ha acabado
Partió luego el amantisimo Hijo a consolar con la tempestad de azotes y de sangre: ves aquí han
«u gloriosa presencia el Corazon de su Madre, aparecido las flores de mi Humanidad: mira es-
atravesado con la espada del dolor, y enjugar as tas floridas Llagas, que brotan rosas y azucenas
lágrimas de aquellos ojos, que tanto habían llo- de los collados eternos, que respiran y exhalan
rado en la pasión; porque si es ley de la di- fragancias de vida bienaventurada.
vina Providencia, (como enseña el Apóstol) que A estas amorosísimas palabras es indecible el
quien es compañero de las penas de Cristo, es gozo que llenó el Alma de la Madre; pero en
también partícipe de sus consuelos y glorias: Si parte se puede colegir de la alegria que expe-
socii Passionis estis, sic erüis. et consolahonis; ¿co- rimentó el Patriarca Jacob, cuando despues de
mo podía ser, que no gozase luego al punto de haber llorado con tantas lágrimas por muerto á
la alegria de la Resurrección la afligidísima Ma- su querido hijo José, oyó que viyia y reinaba en
dre que fué siempre tan fiel compañera de su Egipto.
divino Hijo, desde el pesebre, hasta el calvario? Afirma el sagrado Testo, que el buen padre
Mas ¡qué lengua podrá explicar, ó que entendí- quedó como oprimido y anegado de la repenti-
miento concebirá el gozo incomparable de la V ir- na abundancia de gozo; y que despues. Revixit
<ren cuando se le puso delante de los ojos su spiritus ejus, et ait: Suflkit mihi, si adhúc fdius
querido Hijo, hermoso y resplandeciente, con un meos vivit, resucitó como de muerte á vida, y di-
Rostro lleno de gracia y de gloria? Cuando mi- jo: A mí me basta que viva mi hijo: no deseo
ró las señales d é l a s Llagas, que antes le habían otro consuelo, que verle una vez, antes que la
sido causa de increíble dolor, ¿ahora fuentes de muerte me cierre - los ojos. ¿Pues si tanto fué el
un amor beatífico? Cuando le vió, no penando gozo del santo Patriarca á la noticia de estar vi-
entre ladrones, sino gozando entre coros de an- vo aquel hijo que creía muerto; ¿cuánto mayor se-
éeles- no encomendándola desde la cruz al dis- ria el júbilo de la santísima Madre, á la vista
cípulo Juan, sino ofreciendose á si mismo a dar- de su Unigénito resucitado inmortal á la gloria,
le el ósculo de paz; no ya tendido en sus bra- despues de haberle visto morir en una cruz? ¿Con
zos, lleno de heridas y llagas, muerto, sino es- qué alegria besaba aquellas sagradas heridas, y
tendiendo sus manos gloriosas á darle puns.mos qué maná de celestiales consuelos sacaba de ellas?
y estrechísimos abrazos. Allá, atónita de doloi, Verdaderamente fué excesivo aquel gozo, que no
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podría sostenerle el corazon, si con especial mi- de un corazon cristiano. Con este afecto se me-
lagro no hubiera sido confortado de Dios. reció tal impasibilidad y alegría de almo y cuer-
No s'j contentó el amor de Jesús con haber po, que parecía gozar el dote de los bienaven-
una vez consolado tan presto 6 la santísima Vir- turados. Igualmente el V. P. Baltasar Alvarez, de
gen; quiso también, antes que á los Apóstoles, fa- la Compañía de Jesús, (VIDA. CAP. 28.) e r a an-
vorecer con su presencia feliz á la pecadora Mag- siosísimo de padecer, y decia: Arboris Sanctae
dalena, que había sido tan fiel amante al pie de Crucis, nec folium permitiere debemus in terram
la cru2, y despues con tanta copia de lágrimas decídete: No debemos jamás permitir, que caiga
lloraba junto al sepulcro. Ay, ¡cómo las culpas pa- en vano á tierra, ni una hoja muy pequeña del
sadas no embarazan los favores y gracias divi- árbol de la santa cruz, porque es fértil de fru-
nas, cuando con verdadera contrición se borran, tos celestiales. Por eso procuraba siempre el V.
y con nuevos obsequios de ardiente caridad se P. copiar en sus miembros las penas de ia pa-
recompensan! También con las almas penitentes sión, para gozar después las glorias de la Resur-
es el Señor liberalisimo de sus gozos, cuando han rección; lo que consiguió tan dichosamente, que
participado algo de sus penas. Este es el estilo aun viviendo fué visto cercado de resplandores,
de la divina Bondad, (dice san Francisco de Sa- á manera de cuerpo glorioso.
les) remunerar, aun en esta vida, con dulces con- Pero es dignísima de no pasar sin advertencia y
solaciones de espíritu á cualquiera que bebe una sin provecho, la refleccion del Apóstol, acerca de
gota de su amarga hiél, á quien acepta una so- la Resurrección: Christus resurgens ex mortuis jam
la espina de su corona, á quien participa un li- non moritur: El Salvador resucitado á la vida,
gero golpe de sus azotes, una pequeña astilla de no volvió mas á morir. ¡Oh, pluguiese á Dios que
su cruz. Si, pues, el Salvador también comuni- nuestra resurrección á la vida de la gracia, no
ca sus gozos á quien participa de sus dolores: di- recayese jamás otra vez en la muerte del peca-
chosas son aquellas almas, que saben padecer algún do! La eficacia de las consideraciones pasadas nos
poco con Jesús crucificado, y estar con la Mag- habrá sin duda sacado algunas lágrimas de los ojos,
dalena ni pie de la cruz á llorar sus culpas, y y puesto en el corazon algún buen propósito. N o
sacar de las fuentes de las sacratísimas Llagas permitamos, que la luz del Espíritu Santo se apa-
el agua de las consolaciones del cielo: Haurie- gue ya en nosotros, ni que el ardor de la ca-
iis aquas in gaudio de fontibus Salvatoris. Por ridad venga á menos, ó se entibie. Fortifiquémo-
eso el mismo san Francisco de Sales no desea- nos en el bien: Aspicientes in Au'horem Fidei, el
.fía otra cosa que cruces; no suspiraba sino por consummationan Jesum, mirando á nuestro espi-
espinas, y decia: si yo supiese que habia en mi tan Jesús, que cumplió y llenó hasta el fin la em-
corazon una fibra, una pequeñísima parte, que no presa de la Redención, Si él. cuando los pérfi-
estuviese señalada con la cruz de Cristo, al ins- dos judíos lo burlaban, convidándole á bajar de
tante fe procuraría arrojar de mí, como indigna ia cruz: Si Filius Dci es, desccndc de Cruce, hu«
*
biera interrumpid) el curso de la pasión, no hu- si post remissionem prioris peccati secund') pecca-
biera conseguido el triunfo de la Resurrección. L a tum iteretur. Por eso advierte san Bernardo: Ti-
mayor gloria suya fué haber perseverado: In la- me pro accepta gratia, amplius pro amissa. lon-
boribus á juventute sua naque ad consummalionem gé plus pro recuperóla. Gran temor debe haber,
Crucis. (LYRIO, LIB. 7 . DOCUM. 2 1 ) La V. Mag- cuando se vive en gracia, por el peligro de per-
dalena Ursina se dolía una vez, que la cruz de derla, mayor cuando se ha recuperado; porque si
ciertas tribulaciones era para ella muy larga. Apa- de nuevo se pierde, nos hacemos indignísimos de
recióse Jesucristo á consolarla y confortarla, pa- la Misericordia de Dios, y provocamos su Jus-
ra que perseverase con él en la cruz. Respon- ticia para no concedernos mas el perdón. E s así,
dió Magdalena con inocente queja: Señor, vues- que se lee en el Evangelio, que el Salvador re-
tra cruz duró solas tres horas; y la-mia dura años sucitó á los que una vez habian muerto; pero no
y años. Añadió el Salvador; ¿Qué dices, ingrata? se lee que restituyese á la vida á quien segun-
¿No sabes que mi ciuz empezó desde el primer da vez murió. Así también se lee que perdonó
instante de mi concepción, y perseveró hasta el úl- la primera vez I03 pecados, y dió su gracia á
timo de mi vida? Con esto ella mejor instruida pecadores; pero 110 se lee que perdonase segun-
y generosa; In Cruce sua ad finem usque cons- da vez, ni usase indulgencia con quien despues
tantissimé perseveravit. del primer perdón hubiese recaido en nuevos pe-
. No al que empieza bien, sino á quien bien aca- cados. Antes gravemente les avisaba, que se guar-
ba, se promete el premio. En el fin de la es- dasen de la recaida: Noli amplius peccare, ue de-
cala misteriosa vió Jacob á Dios Remunerador, terius tibi aliquid. contingat. No es esto porque
no en el principio, ni en el m¿dio. Nada nos 1 a divina Clemencia no sea inclinada á perdonar
aprovechará el haber conocido esta bella verdad, siempre las nuevas culpas, sino porque la huma-
y haber conseguido la divina gracia, si de nue- na ingratitud tema mas las recaídas, viendo cuan-
vo miserablemente le perdemos. Antes nos será to mas difícil es alcanzar nuevas gracias.
de perjuicio, porque tanto serán mas graves las Formidables son á este propósito las sentencias
ofensas de Dios, cuanto mayores habian sido los de los dos príncipes de los Apóstoles. San Pe-
beneficios recibidos de su mano. Pregunta santo dro, claramente protesta á los pecadores; Melius
Tomás, si es mayor culpa la que comete un ino- erat Ulis non cognoscere viam justitiae, quam post
cente, perdiendo la gracia recibida en el bautis- agnitionem retrorsum convertí. (2. PETR. 2.) Que
mo, ó la que comete un penitente, perdiendo la les seria mejor no haber conocido el camino de
que habia recibido en la confesion? Y resuelve la virtud, q u e despues de haberle empezado, vol-
el santo Doctor: (3. QUAEST. 88. ART. 1.) que ver atrás, y dejarle. San Pablo, con mas terror:
es mas grave la nueva culpa del penitente, ya Impossibili est, eos, qui participes facti surit, Spi-
justificado, por cuanto esta contiene una mayor ritus Sancti, et prolapsi sunt, rursus renovar i ad
poenitentiam. (HEBR. 6.)
ingratitud: Multo, magis contemnitur Dei Bonitas,
Usa san Pablo de la palabra imposible, para da. No volvamos, pues, a pecar, porque el pri-
significar la gran dificultad de nueva conversión, mer pecado quizá será el último, sin remedio. Ha-
qu.e incurren aquellos, que despues de haber ex- gamos frente con brio á los primeros asaltos de
perimentado las gracias del Espíritu Santo, y ha- las tentaciones, que así conseguiremos mas feliz-
berse restituido al camino de la salvación con la mente la victoria. Declaremos abiertamente y en
penitencia, se vuelven otra vez á los antiguos pe- tiempo, de alistarnos en las vanderas del Salva-
cados. Gran dificultad, respecto de Dios, que vien- dor, y morir en su servicio. Reparemos bien en
do al pecador infiel en los propósitos, inconstan- ciertos pecados, que parecen ligeros, y son ori-
te en las promesas, ingrato á los beneficios, de- gen de otros mayores: Judam in baratrum nerjui-
tendrá y negará sus eficaces gracias y socorros. t\ae praecipitavit neglacta miniinorum cautio. De
Gran dificultad, respecto del demonio, que vien- culpas pequeñas de avaricia, fué poco á poco cre-
d o que una vez que se le ha escapado de las ciendo, hasta vender á su propio Maestro.
manos, si vuelve á caer en ellas, dobla los ar- De ciertas reliquias del vicio despreciadas, su-
tificios, multiplica las cadenas para tenerle en su cede lo que suele acontecer en los contagios, en
esclavitud; pero grandísima dificultad, respecto de los cuales tal vez el descuido de quemar un po-
la naturaleza, que habituándose en el vicio, y co de lienzo ó paño, despues de algún tiempo,
echando nuevas raices, no sabrá despues apartar» hace que vuelva á brotar y encenderse de im-
se de las malas costumbres. proviso una gran peste. El pecado admitido una
Por tanto, ahora que estáis libres debeis usar sola vez, es una calentura efímera; ¿pero quien
de toda industria, y todo esfuerzo para no recaer. ignora, que la efímera ó diaria muchas veces de-
Los peces, que una vez escaparon del anzuelo, genera en una hectica horrible é irremediable? Y
y los ciervos que se soltaron del lazo, son cui- Dios os guarde, que el demonio llegue á soplar
dadosísimos de no volver á caer en él. Pues ¿por sobre vos: no hay fuego que de este soplo no
qué no seremos nosotros, dotados de razón, otro pueda encenderse: Si sufflaverit in scintillam, quusi
tanto solícitos en huir de aquellas ocasiones, que ignis exardebit. Estén, pues, muy lejos de noso-
nos pueden atraer otra vez al vicio? Acordémo- tros aquellas sendas, que nos guian á la vida an-
nos de lo que sucedió á Enrique II. rey de Fran- cha, donde sabemos que ya hemos caído. Afian-
cia, que despues de haber sido vencedor de mu- cemos bien el ser totalmente de Dios, y diga-
chas lanzas en la Justa, queriendo de nuevo ju- mos con el fidelísimo Job: Justificatwnem, quarn
garla, respondió á la reina su muger, y á los prin- eoepi tenere, non deseram. ¡O Señor mió! Yo he
cipes de la Sangre, que instantemente le persua- resuelto ser vuestro: vuestro soy, y vuestro seré,
dian, que no lo hiciese: Adhuc semel, et non am- teniendo siempre firmes y estables aquellos sen-
pliús. Dejadme una vez, y no mas. Dijo la ver- timientos, con que habéis sido servido de favo-
dad, porque en aquella vez, herido mortalmente recerme. Quitadme primero del mundo, si veis
de un ojo. perdió entre agudísimos dolores la vi* que ha de llegar algún dia, en que yo no sea
vuestro, y me aparte de vuestra santa Ley. Ha- torioso y teñido de gloriosísima sangre? ¿Cómo
ced, ó benignísimo Redentor, que mi resurrección miraban* estáticos de asombro aquellas Llagas, cau-
de la culpa sea semejante á la vuestra, que fué sa y objeto de una nueva bienaventuranza? ¿Con
á la vida inmortal; y no á la de l.ázaro, que qué" júbilos y aplausos le acompañaron, hasta que
volvió á morir. subiendo sobre tedas las angélicas gerarquias, se
sentó la segunda Humanidad á la diestra del Pa-
§. II. dre en el mas elevado trono de la gloria? ¡O
inefable dignidad! ¡O incomprensible excelencia
DE LA GLORIA, E T E R N A . de la naturaleza humana! Ser ensalzada sobre los
querubines y serafines con real diadema y cetro
Volvamos al Salvador resucitado, que despues Omnipotente en cielo y tierra: Data est mihi om-
de haber con varias apariciones consolado á sus nis potestas in Coelo, et in térra, (MATTII. 28.)
discípulos, se fué con ellos al Monte Olívete, don- De la Ascensión de Cristo tomaron tal brío y
de les dijo aquellas amorosísimas palabras; Yo voy corazon los Apóstoles, que no hacian caudal de
á prepararos lugar en el cielo; vendré de nue- cosa alguna del mundo, y vivian mas en el cie-
vo á veros y llevaros conmigo, pata que esteis lo, que en la tierra. Deseaban los tormentos, des-
vosotros donde yo estoy; y habiéndoles dado á afiaban la muerte, que los sacase de esta vida,
besar las sagradas Llagas, y despidiendose de su y los colocase donde estaba el blanco de todos
santísima Madre, dándoles con su benéfica ma- "sus deseos. También nosotros de la Ascensión del
no la bendición: Videntibus Mis elevatus est; po- Salvador hemos de sacar heroicos y magnánimos
co á poco, á vista de todos, se fué levantando pensamientos, para obrar y padecer grandes co-
y subiendo al cielo. sas por Dios. ¡Cuánto se debe avivar y fortale-
Tenían los discípulos fijos y llenos de lágrimas cer nuestra esperanza, sabiendo que él mismo pro-
tiernisimas sus ojos en aquel maravilloso objeto, metió que iba á disponernos lugar en el cielo,
hasta que una nuhe, resplandeciente como el sol, adonde su'oia, no solame nte para sí, sino para no-
se les qyitó de la vista; pero no de los cora- sotros! Y como cabeza, tomaba la posesion de
zones, que quedaron siempre amantes y deseosos aquella gloria para los otros miembros suyos, que
con ansia de aquella felicísima gloria; de suerte, son sus fieles. Rompió los cerrojos con que es-
que ni sabían hablar de otra cosa, que acabar taban cerradas las puertas del paraíso por el pe-
presto la vida, por gozar de la gloriosa presen- cado de Adán. Nos allanó el camino, yendo de»
cia del Salvador. ¿Mas qué entendimiento podrá 1 ante, para que siguiendo nosotros sus pisadas, pu-
comprehender la fiesta y triunfo con que fué re- diésemos llegar á la celestial pátria, de que es-
cibido el Redentor en el cielo? ¿Cómo toda la tábamos desterrados. Llevó consigo, como por pren-
corte celestial le salió al encuentro para acom- da y señal, las almas de los santos padres, que
pañar á su Señor, que volvia de la guerra vic- habia sacado del limbo, para qu e empezasen á go-
vuestro, y me aparte de vuestra santa Ley. Ha- torioso y teñido de gloriosísima sangre? ¿Cómo
ced, ó benignísimo Redentor, que mi resurrección miraban* estáticos de asombro aquellas Llagas, cau-
de la culpa sea semejante á la vuestra, que fué sa y objeto de una nueva bienaventuranza? ¿Con
á la vida inmortal; y no á la de l.ázaro, que qué" júbilos y aplausos le acompañaron, hasta que
volvió á morir. subiendo sobre tedas las angélicas gerarquias, se
sentó la segunda Humanidad á la diestra del Pa-
§. II. dre en el mas elevado trono de la gloria? ¡O
inefable dignidad! ¡O incomprensible excelencia
DE LA GLORIA, E T E R N A . de la naturaleza humana! Ser ensalzada sobre los
querubines y serafines con real diadema y cetro
Volvamos al Salvador resucitado, que despues Omnipotente en cielo y tierra: Data est mihi om-
de haber con varias apariciones consolado á sus nis potestas in Coelo, et in térra, (MATTII. 28.)
discípulos, se fué con ellos al Monte Olívete, don- De la Ascensión de Cristo tomaron tal brío y
de les dijo aquellas amorosísimas palabras; Yo voy corazon los Apóstoles, que no hacian caudal de
á prepararos lugar en el cielo; vendré de nue- cosa alguna del mundo, y vivían mas en el cie-
vo á veros y llevaros conmigo, para que esteis lo, que en la tierra. Deseaban los tormentos, des-
vosotros donde yo estoy; y habiéndoles dado á afiaban la muerte, que los sacase de esta vida,
besar las sagradas Llagas, y despidiendose de su y los colocase donde estaba el blanco de todos
santísima Madre, dándoles con su benéfica ma- "sus deseos. También nosotros de la Ascensión del
no la bendición: Videntibus Mis elevatus est; po- Salvador hemos de sacar heroicos y magnánimos
co á poco, á vista de todos, se fué levantando pensamientos, para obrar y padecer grandes co-
y subiendo al cielo. sas por Dios. ¡Cuánto se debe avivar y fortale-
Tenían los discípulos fijos y llenos de lágrimas cer nuestra esperanza, sabiendo que él mismo pro-
tiernisimas sus ojos en aquel maravilloso objeto, metió que iba á disponernos lugar en el cielo,
hasta que una nuhe, resplandeciente como el sol, adonde su'oia, no solame nte para sí, sino para no-
se les qyitó de la vista; pero no de los cora- sotros! Y como cabeza, tomaba la posesion de
zones, que quedaron siempre amantes y deseosos aquella gloria para los otros miembros suyos, que
con ansia de aquella felicísima gloria; de suerte, son sus fieles. Rompió los cerrojos con que es-
que ni sabían hablar de otra cosa, que acabar taban cerradas las puertas del paraíso por el pe-
presto la vida, por gozar de la gloriosa presen- cado de Adán. Nos allanó el camino, yendo de»
cia del Salvador. ¿Mas qué entendimiento podrá 1 ante, para que siguiendo nosotros sus pisadas, pu-
comprehender la fiesta y triunfo con que fué re- diésemos llegar á la celestial pátria, de que es-
cibido el Redentor en el cielo? ¿Cómo toda la tábamos desterrados. Llevó consigo, como por pren-
corte celestial le salió al encuentro para acom- da y señal, las almas de los santos padres, que
pañar á su Señor, que volvia de la guerra vic- habia sacado del limbo, para qu e empezasen á go-
zar el fruto de su victoria, y ocupar las sillas, en el amor de las santas virtudes! ¡Qué sueltas
de que habian caido tantos ángeles. y prontas quedarian nuestras manos para empre-
Además de esto, ¡quó encendida é inflamada que- sas grandes y fuertes! Objectum oculis Coelum ma-
da la caridad con la subida del Señor al cielo! nus armai ad forila, dice el Crisòstomo. Aque-
Porque si donde está nuestro tesoro, allí está nues- llos misteriosos animales, que vio Ezequiel tirar
tro corazon, hallándose Jesús, nuestro único teso- el Carro de la gloria de Dios, por eso corrían
ro en el cielo, ninguna razón permite que nues- con una velocidad, como de rayos: In simditu-
tro corazon y amor esté e n la tierra: Ibi rios- dinem fulguris coruscantis: (EZECH. 2 ) porque so-
tra fixa sint corda, ubi vera sunt gaudia. (SEKM. bre sus cabezas tenían un retrato del cielo: Si-
DE ASCENS.) Por eso dijo gravemente el Pontífi- militudo super capita animalium firmamenti. ¡Qué
ce san León: „La Ascensión de Cristo es exal- velozmente correremos nosotros también por el ca-
t a c i ó n del cristiano; porque donde ha precedido mino de los Mandamientos de Dios, si tuviére-
„la gloría de la cabeza, allá espera llegar todo mos impresa ó esculpida en nuestra cabeza una
„el cuerpo. Ya hemos entrado, no solamente en viva imágen del paraíso! S i hiciéremos muchas ve-
„la posesion del paraíso, sino también con la Hu- ces refleccion sobre la celestial Jerusalén, ciudad
m a n i d a d de Cristo, hemos subido 6 la mas ex- de eterna paz, teatro de las soberanas magnifi-
c e l s a parte del cielo. Alegrémonos, pues, con go- cencias, jardin de las delicias divinas, donde no
»30 espiritual, y con acción de gracias ceíebre- hay espina de trabajo, donde están siempre uni-
„mos gran fiesta, levantando los ojos bien limpios das las flores de todo placer en una perpetua pri-
,,á aquella altura de gloria, en que está coloca- mavera! Gozar la felicísima compañía de tantos
d o el Salvador." N o abatan deseos terrenos aque- mártires, vestidos de viva luz, con palmas en las
llos corazones, que D i o s eleva y convida á los manos, y con las insignias de sus gloriosos triun-
celestiales bienes. N o ocupen los bienes de la tier- fos; el coro purísimo de tantas vírgenes, borda-
ra, caducos y transitorios, aquellos espíritus, que das sus ropas de Cándidas azucenas, que con dul-
están escogidos para los eternos. Pasen los fie- císima melodia cantan alabanzas á su Esposo di-
les por las cosas temporales, de modo, que co- vino; el ejército innumerable de tantos ángeles,
nozcan ser peregrinos en este valle de lágrimas, dividido en tantas gerarquias con orden perfec-
y se acuerden siempre, que caminan á la ama- tisimo. Si la hermosura de un solo espíritu, el mí-
da patria, país de toda la felicidad. Sean nues- nimo de los bienaventurados, se aventaja, (según
tros corazones como otras tantas esferas ó cír- siente santo Tomás) á la beldad junta de todas
culos perfectos, que con un solo punto toquen lo las criaturas visibles, ¿qué será ver un numero
bajo de la tierra, y con lodo el resto se levan- casi infinito de tantos querubines y serafines/
ten en lo alto áeia el cielo.
Sobre los corcs angélicos se vé otra mayor glo-
¡O si frecuentemente levantásemos los ojos al ria, que maravillosamente alegra aquella corte so-
cielo, cuánto se encenderían nuestros corazones berana, y es la Reyna del cielo, Maifre de Dios
Hombre, coronada de estrellas, vestida del sol. cer- lo que conorta en los aires frescos, lo que ali-
cada de suavísimos resplandores, de cuya gloria menta en los manjares, lo que deleita en las ar-
se asombran los ángeles, de cuya felicidad se glo- moniosas músicas. Todas son palabras de S . Agus-
rían los bienaventurados. Mucho mas excelente y tín; el cual añade, que si una gota de aquel eter-
ventajosa será la gloria de ver la santísima Hu- no placer, de que gozan los bienaventurados en
manidad del Salvador, que está sentado superior el cielo, cayese en el infierno, al instante sose-
á todos aquellos dichosos ciudadanos, como Rey garía todos los dolores, apagaría todas sus llamas,
soberano de gloria, y como Sol entre las estre- endulzaría todas sus penas, enjugaría todas sus lá-
chas, comunicándoles inexplicables rayos de cali- grimas, y trocaría en objeto de los deseos aquel
dad, é imperceptibles influjos de gozo. Esta so- infelicísimo alvergue, reino de la desesperación:
la felicidad es tan excesiva, qúe llegó á decir san Tanta est dulcedo futurae gloriae, ut si una gui-
Agustín: Si tormenta gehennae tolerare oporteret, ta in Infernum de jlueret, totam damnatorum ama-
ut Christum in gloria sua videre possemus; non- ntudinem dulzorarat.
ne dignum esset, pati, quod triste est, ut tanti bo- Con el pensamiento y con la esperanza de la
ni participes habet emui ? gloria alegraba todos sus trabajos el Seráfico P .
Pero estos son accidentes de la gloria, respec- S. Francisco, y se animaba á padecer grandes
to de lo esencial, que es ver á Dios, como él cosas por Dios. E r a gusto oír los coloquios, que
nos promete: Ego ero merces tua magnanimis. tenia con sus afligidos miembros: Padeced con
(GEN. 15.) ¿Y qué quiere decir ver á Dios? Go- alegría, (decia) ó cuerpo mío, porque presto ven-
zar de la misma felicidad que goza Dios: Simi- drá algún dia, que estareis impasible á toda pe-
lis ti erimus, quia videbimus eum, sicuti est. Be- na, lleno de todo placer, y mas lucido que el
ber de aquel torrente de delicias divinas, con que sol. Mortificaos, ojos mios, y no miréis vani-
Dios es bienaventurado en si mismo: Torrente vo- dades terrenas, porque presto mirareis las belle-
luptatis tuae potabis eos. zas gloriosas del paraíso, y al Rey de la gloria
¡Qué vida tan dichosa! Contemplar cara á ca- en su amable Magestad: Regem in decore vide-
ra, y sin velos ni cortinas, la Omnipotencia del bunt, oculi meí. (ISAI. 33.) O paladar mió, lle-
Padre, que crió el cielo y la tierra; la Sabidu- vad con dulzura los ayunos; sean, orejas mías,
ría del Hijo, gobernadora con altísima providen- amables á vosotras las injurias; sean deleitables,
cia del uninerso, la Bondad y Amor del Espí- ó sentidos mios, las mortificaciones, porque antes
ritu Santo, fuente inagotable de todos los bienes! de mucho tiempo lograreis el gustar de aquel Ma-
¡Qué felicidad, ver á Dios en un abismo de res- ná celestial, que encierra todas las delicias de los
plandores, en un teatro de magestad, en un cen- sabores; os alegrarán aquellas músicas angélicas,
tro de gloria! Y ver en Dios lo que alegra en que una de ellas sola basta á anegar y embria-
el sol, lo que recrea en las estrellas, lo que de- gar en dulzuras los corazones; sereis recreados
leita en las flores, lo que divierte en las fuentes, con aquella suavísima fragrancia que respiran los
collados eternos: Sicut odor agri pleni, cui bene- so entre las conizas. La cabeza de santa Cata*
dixit Dominas. ¿Qué sentirá entonces el bienaventu- lina de Sena, que estuvo coronada de espinas,
rado, c u a n d o por la breve abnegación de los senti- después de su muerte se vió resplandecer con
dos, se v e r á anegado en aquel abismo de gozos? tantos rayos, cuantas heridas había padecido. Ha-
¡O felices trabajos! ¡O servicios bien remunerados! gamos de aquí el argumento: Si en este destier-
ro, que no es el lugar propio de los premios, si-
jO dicha, no para discurrir, sino para desearla,
no de los méritos y trabajos, Dios manifestó tan
y buscarla á costa de mil vidas, si tantas tuvié-
especiales favores en los miembros de sus sier-
semos que emplear en ello! Con semejantes afec-
vos, ¿cuál será la gloria que Ies tiene prepara-
tos se consolaba, y confortaba su corazon el glo-
da para honrarlos y remunerarlos en la patria?
rioso santo, y alegraba su penosa vida, y jubi-
Y si en este dia de lágrimas y penas, es tan
lando decia: liberal en hacer gracias, ¿qué será en aquel eter-
Tanto es el bien que me espera, no dia, y alegrisimo de las bodas, para premiar
sus servicios? Todas las delicias de la tierra no
Que me endulza toda pena.
son otra cosa, que una pequeña muestra, por don-
de discurramos los inestimables tesoros y rique-
Y á la verdad, aquellos miembros y aquellos
zas del cielo, y digamos después, que todo lo her-
sentidos, que particularmente hubieren obrado ó
moso, bueno y alegre de acá abajo es una go-
padecido por Dios, tendrán, (como dice santo To-
ta de aquel mar de dulzuras, una florecita de aquel
más) (3. QUAEST. 54. ART. 4.) su propio deleite
paraíso de deleites, un rayo ó una sombra de aquel
y su gloria especial: In illis quídam specialis de*
sol de belleza, que es la bienaventuranza.
cor apparebit. Porque ¿qué hará Dios en aquel
¡O si revolviésemos frecuentemente en el pen-
reino de la felicidad, si en este valle de mise-
samiento aquellos grandes bienes, qué fácites y
rias se h a dignado glorificar con singulares gra-
suaves nos parecerían los males de esta vida! ¡Có-
cias los miembros de--sus siervos fieles, emplea-
mo diriamos con el Apóstol: Non sunt condignae
dos con especial aplicación á su servicio? Los
passiones hujus temporis ad fuluram gloriam, quae
ojos de san Luis, Obispo de Tolosa, que jamás
revelabitur in nobis. Vengan, pues, trabajos sobre
miraron muger alguna al rostro, quedaron en el
mí: aflíjanme enfermedades, tribulaciones y des-
sepulcro incorruptos y resplandecientes, que pa-
precios: acabese entre dolores mi vida; y mis años
recían diamantes. L a mano de san Estovan, rey
en gemidos, como yo una vez llegue á esta san-
de Ungria, que distribuyó larguísimas limosnas á
ta ciudad, corte de eternos bienes. ¡Oh, con cuán-
lo-j pobres, se conservó siempre entera, fresca y
ta razón decia el fortisimo. soldado de Cristo S ,
olorosa. L a lengua de san Antonio de Padua, que
Agapito, cuando el tirano le amenazaba, que le
con tantas alabanzas supo bendecir á Dios, y pre-
pondría en la cabeza una celada ardiente: Par-
dicar el Evangelio, no estuvo sujeta á corrupción ;
ia res cst, si coput Coronan dum in Coelis combu-
antes se mautuvo como viva, y de color-hermo-
ratur in terris; ligerisima pena es, que la cabe- estaba colocada en la parte superior por donde
za, que se debe coronar con diadema de gloria se pudiese ver el cielo: Haec fenestra fu.it in
en el cielo, sea ahora ceñida breve tiempo de summitale Coelurn versus, quod per eam potuerit
un yelmo de fuego. Por el paraíso, que tanta san- spectari. Y esto con prudentísimo consejo, para
gre costó á los mártires, yo también deberé pa- que el santo patriarca en aquel universal dilu-
decer oigo de trabajo, y negarme á algún delei- vio del mundo, en aquella penosa cárcel de tan-
te de la tierra. Debo desear una vida mortifica- to tiempo, tuviese con que consolar sus fatigas:
da, sí el mismo Salvador no subió desde el Olí- por ser la vista del cielo un suavísimo confor-
vete á la felicidad, sin haber primero subido des- tativo, que enjuga todas las lágrimas de los atri-
de el calvario á la cruz; antes padeció los cla- bulados, y un maná celestial, que endulza todas
vos, y despues tuvo en la mano el cetro: antes las amarguras, como lo manifiesta la historia si-
la desnudéz, y luego el manto real de luz; an- guiente.
tes las espinas, y despues el Iris por corona; an- Dos caballeros, gentiles hombres de un gran
tes la cruz, y despues el trono de gloria, en que príncipe de Italia, cansados, y hartos de las in-
reina. Y si gustó resucitado el panrl de miel, quietudes de la corte, obtenida licencia por al-
(dice Tertuliano) antes habia bebido la amargu- gunos dias para divertirse y recrearse en el cam-
ra de la hiél: Favos post fella gustavit. Por es- po, se recojieron á un Convento de Religiosos,
te camino subió al cielo, y por el mismo nos en- l'ueron recibidos con los brazos abiertos, con
seña a seguirle. Sí, sí, desde ahora renuncio los mucho amor, y llevados a dár un paseo por el
bienes engañosos de la tierra, por aspirar á jardín, donde al ver la amenidad del sitio, la fra-
los verdaderos bienes del cielo. Adiós, vanos pla- grancia de los olores, la quietud y silencio de la
ceres del mundo, allá os goce quien no conoce soledad, no se hartaban de respirar aquel dulce
otros mejores, m a s durables y eternos. A tí, ó y suavísimo aire, y de mirar con santa embidia
glorioso y feliz paraiso, consagro todos mis pen- la serena alegría, que brotaba el semblante de
samientos; en tí deposito mi corazon y mis de- aquellos santos Monges, y decian entre sí: ¡O
' seos: á tí dedico para siempre mis afectos, y mi qué gran diferencia hay en la Babilonia de la cor-
espíritu. te, á esta Jerusalén de paz! Allá todo es fingi-
miento, inquietudes y sospechas: aquí todo es ver-
III. dad, sinceridad, sosiego, amor. Dichosos vosotros,
ó siervos de Dios, que anticipadamente gozáis en
EJEMPLO. la tierra las delicias del cielo!
Convidados despues á subir á lo alto de los
Mandó Dios á Noé, que en la fábrica del ar- claustros, quedaron mas admirados, al ver cuán
ca hiciese una ventana: Fenestram in Arca facies, contentos vivían en gran pobreza; y al oír al Abad,
( D R E X E L . NOE. CAP. 10.) la cual (según Oleastro) que les referia las virtudes de sus Monges: la ma-
21
\
yor parte de ellos eran de noble é ilustre san- la ventana, con curiosidad de ver cuál fuese aquel
gre y parentela, grandes en el mundo, ya por objeto, que tanto recreaba al venerable anciano;
riqueza, va por dignidades, y habían trocado los pero quedaron atónitos, viendo que frente de la
vanos alhagos de la tierra, por las seguras es- ventana estaba un murallon viejo, que embaraza-
peranzas del cielo. Discurriendo de esta suerte, ba la vista, no solo del jardin, mas aun del cie-
proseguían su paseo de celda en celda, hasta que lo; y así maravillados, le dijeron: Nada se des-
al fin del claustro llegaron á la de un santo viejo, cubre desde aquí, que pueda consolaros. ¿Nada?
blanco como un cisne, y alegre corno un bien- (replicó el monge.) , 0 cómo se descubre muy bien
aventurado, con un aire de semblante el mas se- un objeto de sumo consuelo, si con ojos mas des-
reno, que podia e x p l i c a r la mayo- alegría. Este piertos lo miráis! Entonces, asomándose de nuevo
era gran maestro de espíritu, de que hablaba con uno de ellos, vió por un agujero de la misma muralla
tanto fervor y suavidad, que era sumo gusto el un poco de cielo, y dijo: YoÉno alcanzo á ver otra
oírle. Entrando, pues, en su celda, le indujeron cosa, que por la rotura del muro un palmo de
á hablar alguna cosa de Dios, lo que hizo con cielo. ¡Oh, (añadió el monge) aquel palmo de cie-
tanta gracia, que los caballeros, estando yaco- lo solo me basta á mí para llenarme de con-
pidos y presos por los ojos al ver tanta sereni- solaron: cuando la abundancia de las penas vie-
dad de rostro, quedaron mas cautivos por los oí- ne de golpe á ahogarme el corazon, con solo fi-
dos al escuchar y sentir la dulzura de sus ra- j ir J a vista en aquel poco de cielo, se alegra in-
zones y discurso, v de ahí tomaron aliento pa- deciblemente mi alma, y las lágrimas de triste-
ra preguntarle, ¿cómo podia mantener tanto con- za se cambian en lágrimas de gozo. ¿Y cómo
tento de corazon, y alegría de espíritu en tan- podia ya no alegrarme, viendo que me crió Dios
to rigor y aspereza de vida? ¿Si acaso alguna para aquella patria de las delicias? Yo os ase-
vez habia padecido tribulaciones, melancolías, con- guro, que tal vez, al ver y considerar la gloria
gojas de alma ó de cuerpo? A que él candida- de los bienaventurados, y la soberana hermosura
mente respondió con un dulce suspiro: ¡óh, cua- del paraíso, apenas puedo, con fatiga, retener mí
les y cuántas aflicciones han oprimido ini pobre alma y oprimirla, para que no se salga y vuele
corazon en el largo discurso de mi vida! Ni sa- del cuerpo. ¡Ay, que quien mira al cielo, no pue-
bré decir bien, si han sido mas los trabajos in- de ya ver en esta tierra cosa, que sea diana de
teriores del alma, ó las enfermedades del cuer- ser vista ni amada! Mientras esto decía, °se le-
po; pero, gracias á Dios, supe hallar un reme- vantó un dulce torbellino en su corazon, á quien
dio universal, fácil y suave, para convertir en gozo succedió una lluvia de lágrimas, que ahogó y em-
todo trabajo. Bástame abrir esta pequeña ventana, y barazó el resto de su discurso. Los caballeros
dar una ojeada, cuando veo un 110 sé qué, que que con ojos blandos de llanto, y fijos en él le
me llena el corazon de extraordinaria alegría. Ape- escuchaban, se le arrojaron al punto á los pies
nas oyeron esto, cuando los caballeros abrieron pidiéndole su bendición, resueltos á pasar el res-
. ,... v , d a en aquel convento. No se sacia- L E C C I O N XVI.
\ V m i r a r v T el uno, yá el otro por aquel
nsuiero muralla al cielo; y al mirarle, re- DEL AMOR DE B I O S .
g
"I Adiós corte: adiós, esperanzas del mundo;
v con' e l t a s palabras, s e ' l e s caían de las manos
t o d a s las cosas, y se les desaparecían de los ojos, B L epílogo de estas lecciones, el sello de nues-
tros c o r a z a s sea el amor de Dios Sean mu-
^ J ^ J f f S - . una sola vista aten- tiles todos los motivos hasta aquí atra.dos pa a
ta de délo, qué c o n o r t e d á en los trabajos que convencernos: el amor de Dios ha de consegmr
Í u l Í vio enciaq hace á los corazones, para de«- la victoria, porque los afectos de su candad ha-
t de la tierra! Si nosotros también levanta- rían, sin duda, mas fuerte y suave violencia al
sernos los ojos al cielo, ¿ q u é esperanza, que bno corazon, si miráramos los g a n d e s beneficios, con
no consebiriamos para ga'narle?^ Hagamos l o que que ha probado claramente cuanto nos ama Mi-
aquellos peregrinos, que miraiido d e I q o s ta tier ra, hombre, el beneficio de la creación y con-
r a santa, y no permitiéndoles P ^ ^ ^ 1 ^ 1 6 ^ 3 servación, que contiene cuanto hay, y ™ 3 " ^ ;
lo menos la saludan. D.gamos con el V I . i r un cuerpo sano, dotado de cinco b e l l o s sentidos,
Luis de Granada: ¡O dulcísima patria! , 0 tierra un alma perfecta, enriquecida de tan nobles po-
do los vivientes! Dios te salve, puerto seguro de tencias, que se te concedieron sm algún mentó
t tempestades, refugio de las almas tra ¿ a s , tuvo, v conservadas por mera gracia, ¿no son es-
Paraíso de deleites, corte de mmen a n a e s a tos favores, que testifican que Dios te ama? Mi-
jardín de flores eternas, premio de todo lo u ra como dió el ser á los elementos vida -a las
{os. término de nuestros deseos. Dios te salve plañías, sentir á los brutos, el entender a los an-
esperanza nuestra, y nuestra f e l ' C i d a d por quien geles, v en tí solo unió todas estas prerrogativas:-
suspiramos, gemimos Y P e a m o s . ¡ O ^ a n d o e como produjo la muchedumbre, la variedad y la
r á aquel dia, en que saliendo de As ólas tempe hermosura de las criaturas, para que te sirvan,
tuosas del siglo, fijemos el ancora de — v no solo á la necesidad, sino a l a s delicias, l o -
d a en aquel puerto dichoso de toda felicidad, pa das, todas están predicando lo que Dios te ama.
í a g ^ ? l o s L n e s eternos de la soberana g ; Con razón decía san Agustín: Coelum, et térra
ría, y las alegrías durables de la celestial Jeru clamat, Domine, ut te ament. Si entro en un jar-
din, v veo la belleza de las flores, siento la fra-
grancia de los olores, gusto de la suavidad de
^fe' a s e ü Tomás de Kempis lib. 3. cap. 49. Del los frutos, todas me dicen: Ama amantem Crea-
deseo de la vida eterna. torem. Si levanto los ojos al cielo, y miro la ca-
ra del sol, que con tanto orden reparte su luz;
. , ... v , d a en aquel convento. No se sacia- L E C C I O N XVI.
\ V mirar v T el uno, yá el otro por aquel
Q u i e r o de a L u r a l l a al cielo; y al mirarle, re- DEL AMOR DE DIOS.
g
"I Adiós corte: adiós, esperanzas del mundo;
v con eltas palabras, se les caían de as manos
t o d a s las cosas, y se les d e s a p a r e c í a n l e los ojos, B L epílogo de estas lecciones, el sello de nues-

^jr^fis^ - s o , a tta ater


-
tros c o r a z a s sea el amor de D.os Sean mu-
tiles todos los motivos hasta aquí « ra.dos pa a
convencernos: el amor de D.os ha de consegmr
la victoria, porque los afectos de su c a n d a d ha-
t a del délo, qué conorte dá en los trabajos que
rían, sin duda, mas fuerte y suave violencia al
¡uIc7 vio encia q hace á los corazones, para desa-
corazon, si miráramos los grandes beneficios, con
t de la tierra! Si nosotros también levanta-
que ha probado claramente cuanto nos ama. Mi-
sernos los ojos al cielo, ¿ q u é esperanza, que brío
ra, hombre, el beneficio d e la creación y con-
n o consebiriamos para ganarle?^ H a g a m o s l o que
servación, que contiene cuanto hay, y cuanto e r e .
aquellos peregrinos, que mirarido d e I q o s ta tier
un cuerpo sano, dotado de cinco b e l l o s sentidos,
r a santa, y no permitiéndoles P ^ ^ ^1^16^3
un alma perfecta, enriquecida de tan nobles po-
lo menos la saludan. D.gamos con el V I . i r
tencias, que se te concedieron sin algún m e n t ó
L u i s de G r a n a d a : ¡O dulcísima patria! , 0 tierra
tuvo, v conservadas por m e r a gracia, ¿no son es-
do los vivientes! Dios te salve, puerto seguro de
tos favores, que testifican que Dios te ama? Mi-
t tempestades, refugio de las almas tra a o s ,
ra como dió el ser á los elementos vida - a las
•paraíso de deleites, corte de m m e n a m a g e s t a ,
plañías, sentir á los brutos, el entender a los an-
jardín de flores eternas, premio de todo lo ju
ieles, v en tí solo unió todas estas prerrogativas:-
l o s , término de nuestros deseos. Dios t e salve
como produjo la muchedumbre, la variedad y la
esperanza nuestra, y nuestra f e l ' C i d a d por quien
hermosura de las criaturas, para que te sirvan,
suspiramos, gemimos y . P e r n o s ¡ O cuando e
no solo á la necesidad, sino a l a s delicias, l o -
r á aquel día, en que saliendo de As ólas tempe
das, todas están predicando lo que Dios te ama.
tuosas del siglo, fijemos el ancora de — v
Con razón decía san Agustín: Coelum, et térra
d a en aquel puerto dichoso de toda felicidad, pa
clamat, Domine, ut te ament. Si entro en un jar-
í a g ^ ? l o s L n e s eternos de la s o b e r a n a g ;
din, v veo la belleza de las flores, siento la fra-
ría, y las alegrias durables de la celestial Jeru
grancia de los olores, gusto d e la suavidad de
^ f e ' a s e ü Tomás de Kempis lib. 3. cap. 49. Del los frutos, todas me dicen: Ama amantem Crea-
deseo de la vida eterna. torem. Si levanto los ojos al cielo, y miro la ca-
r a del sol, que con tanto orden reparte su luz;
pondiór Ecce Dominus meus omnia hae*. mihi ti a-
si registro la multitud de las estrellas, que era-
didit: quomodo ergo possum hoc malura facere erf
bian tantos benéficos influjos, todas me convidan,
peccare in Deum meum? (GENES. 39.) Mi Señor
Ama Creatorem; ama al amante Criador, que pa-
me ha hecho dueño de tantos tesoros; ¿como, pues,
ra tu necesidad y regalo ha creado un mundo
podré yo jamás volverle mal por bien, y corres-
de delicias. Con semejantes consideraciones san
ponder c o i ofensas & los beneficios? L o mismo
Franciseo de Paula se inflamaba tanto en el amor
debemos decir nosotros, cuando nos asalta aigu-
de Dios, que tal vez, despues de la oracion, me-
na tentación: Mi D i o s e s t á conservando sano mi
tiendo la mano en un vaso de agua fria, la ha-
cuerpo, enteros mis sentidos; ¿y yo podre valer-
cia herbir, y c®n un dedo encendía las lámpa-
me de ellos para ofenderle? Quomodo possum pee-
ras apagadas.
care- in Deum meum\ Mi Señor me ha dado ex-
Ni solamente una vez nos ha dado tantos bie-
celencia de ingenio, nobleza de nacimiento, abun-
nes, sino continuamente nos los conserva, y siem-
dancia de riquezas, y copia de otros bienes; ¿y
pre está obrando á nuestro beneficio. El hace
vo podré servirme de ellos como de armas pa-
voltear de continuo los cielos, el sol, la luna y
ra hacer guerra á Dios? Quomodo possum hoc ma-
estrellas por nuestro obsequio. El está labrando
lura facerel
en las vides el licor, en las plantas los frutos,
en las espigas el grano, en las flores la fragran- Pero no debemos contentarnos con no ofender-
cia, que nos han de servir, yá de alimento, yá le; mas debemos in omni virtute tua dilige eum
de deleite. El mueve la respiración de nuestros qui fecit te. (ECCE. 7.) Hemos de amarle de buen
pechos, rige con espíritus vitales nuestros senti- corazon, con un afecto, no solo tierno y delica-
dos; de tal suerte, que mas depende de su ma- do, sino fuerte y varonil, que tenga brío para
no nuestro ser y nuestro obrar, que del sol los sostener cualquier peso, y vencer cualquier inco-
rayos, los arroyos de la fuente. E n suma, como modidad, antes que apartarnos de la ley de la
dice el Salvador: Pater meus, usque modo opera- verdadera caridad. El amor no consiste en pala-
tur, et ego operar. La Omnipotencia del Et rno bras, consiste en obras; y se conoce en las obras,
Padre, la Sabiduría del Hijo, la Bondad dele Es- así como en el pulso se conoce la vida: Amor non est
píritu Santo, están siempre empleadas y puestas otiosus: operatur magna, si est: si autem operari re-
en obra por nuestro amor; ¿y con tantas finezas nuit,amor non est. (HOM. 30. IN EZECH.) Dice S. Gre-
de beneficios no conquistarán nuestros corazones? gorio: N o sabe estar ocioso el amor, emprende gran-
¿Y con tantos incentivos de amor se podrá dejar des cosas; y si deja de obrar, no es amor. ¿Dios no
de amar? ¿Qué digo dejar de amar? ¿Se podrá ha probado su benevolencia con innumerables be-
disgustar y ofender á un Dios tan bienhechor? Cuan- neficios de su liberalisima mano? Démosle, pues,
do el casto José fué solicitado por la torpe da- nosotros alguna prueba de nuestro afecto, con el
ma á hacer injuria á su Señor, haciendo reflec- testimonio de muchos obsequios. Una leona pre-
cion á los favores, que de él habia recibido, res- sentó á san Macario en el desierto, un leonci-
to, hijo suyo, ciego, á quien el santo, con sola agua del Bautismo: Dios sabe si alguna vez le
una saliva que le arrojó en la frente, le díó vis- hemos dado gracias por haber nacido en el gre-
ta. En reconocimiento del beneficio la leona se mio de la santa iglesia, alimentados con los san-
le aficionó tanto, que le hacia frecuentes obse- tos Sacramentos, instruidos con la doctrina Evan-
quios, y le trahia regalos; y entre otros le tra- gélica.
jo una finísima piel de un gran animal, que S. ¿Qué dirémos del don de la esperanza, que
Macario dió á san Atanasio, y este á santa Me- tanto nos consuela en las miserias de la vida?
lania: y á todos estos santos servia aquella piel La esperanza en la promesa Omnipotente de Dios,
de memorable ejemplo, para excitar en nosotros que nos ha de asistir con su gracia, y nos ha
el agradecimiento á Dios. Aprendamos también de premiar con su gloria, es un conorte, que dá
nosotros de las fieras la correspondencia de amor valor al ánimo para grandes empresas; es un le-
al Sumo Benefactor, que no solo nos dá la luz nitivo, que mitiga lo áspero de las tribulaciones;
de los ojos, sino todos los instantes nos conser- un gozo anticipado de la bienaventuranza, que es-
va el uso de todos los sentidos, el espíritu de la peramos: Spes est quaedam praelibatio aeternae Bea-
vida, y una vida dotada de tantas delicias. No titudinis; pero mucho mayor don es el de la ca-
tengamos pereza, ni nos cause fatiga el obrar por ridad y gracia, que todos los tesoros de la na-
un Dios, que tanto obra por nosotros. Obremos turaleza juntos; porque esta admirable calidad y
por amor, que él aligerará y endulzará á toda don, hace al alma tan amable, tanto la hermo-
molestia: TJbi amor est, labor non est, sed sapor. sea y ensalza, que Dios la ama con amor de Pa-
dice san Bernardo. dre, y viene á e.'tar con ella, como á un tem-
Y si Dios mostró gran fineza de amor en dar- plo vivo del Espíritu Santo. Pondere un poco el
nos los dones naturales, mayor sin duda la des- cristiano los excesos del divino Amor en haber-
cubre en darnos las gracias sobrenaturales. Aun le dado el preciosisímo tesoro de su gracia; don,
solo el don de la fe es tan excelente, que se que contiene y encierra en sí tantos dones. El
aventaja á todos los dones de la naturaleza. ¿Qué levantar á uno á esfera superior á su naturale-
nos servirá haber nacido señores de un gran rei- za, es gran favor; purificar una alma de las man-
no, si hubiésemos nacido, ó en las tinieblas del t has de los pecados cometidos, es suma miseri-
gentilismo, ó en los errores de la heregia, pues cordia; dar valor á las obras de una criatura, pa-
despues de una breve vida, habríamos de pasar ra merecer la gloria eterna, es excesiva benefi-
ó una eterna muerte? Bien reconocía la grande- cencia; enriquecerla con los dones del Espíritu
za de tanto beneficio san Luis, rey de Francia, Santo, es suma bondad; adoptarla por verdade-
que á ciertos embajadores, que le daban los pa- ro hijo de Dios, soberana benevolencia; constituir-
rabienes de haber nacido señor de un floridísi- la heredera del reino celestial, incomparable libe-
mo reino, respondió: De eso no me precio yo, ralidad: y todas estas finezas de amor obra Dios
sino de haber renacido siervo de Jesucristo en el con el hombre cuando le infunde su gracia; fi-
nezas tales, que si cada una de por sí estuvie- sabrá seguirlos y traerlos á la memoria vuestro
sen repartidas entre los ángeles, los habría tam- corazon y conciencia, que sabe los favores reci-
bién elevado á grado superior al angélico, y a bidos. ¿Cuántas bellas luces ha infundido en vues-
participar el divino. ¿Qué será unirlas todas en tro entendimiento para despertaros y llamaros al
un hombre solo, sin mérito suyo, por puro ex- camino de vuestra salvación? ¿Cuántas dulces ins-
ceso de liberalisimo amor? piraciones ha arrojado á vuestro espíritu para atrae-
Si Dios hubiese dado un solo grado de gra- ros suavemente á su servicio? Y quizá os ha le-
cia á san Clemente de Ancira en premio de vein- vantado en su iglesia a mas sublime grado, ad-
te v ocho años de martirios, que padeció con tan- mitiéndoos entre sus mas íntimos amigos, dotán-
tas 'diferencias de tormentos, cuantas sufrieron los doos de sagradas prerrogativas, poniéndoos sobre
otros mártires; si hubiese premiado con solo un el candeleio á resplandecer con especial luz. Mas:
don del Espíritu Santo á la virgen santa Clara ¿de cuántos particulares peligros te ha librado su pró-
por los cincuenta años de cilicios y ayunos que vida mano, cuando, sin advertirlo, corrías riesgo de
toleró; si hubiera concedido una sola gota ó gra- perderte? ¿Cuántas veces, ya perdido mortalmen-
te por las culpas, su misericordia te ha dado nue-
do de caridad á san Romualdo por los cien años
vamente Ja vida de la gracia? ¿Cuántos medios
de austerisima penitencia que pasó en el desier-
ocultos te ha subministrado en su lugar y tiem-
to, es cierto, que estos heroes de santidad se ten-
po oportuno, para que te saliese con felicidad aque-
drían por bien pagados y premiados, aun sobre
lla empresa, ó la otra pretensión? Qué aguda y
los méritos. ¿Cuál, pues, es el extremo de bon- sábiamente san Eucheric: Mvita nec scienhbvs do-
dad en Dios, que dá junta la abundancia de tan not Devs; nec minor in occulto, quam in aperto
grandes tesoros á cualquier hombre que se vuel- benignitas est. Son casi innumerables los favores,
ve á su Magestad con un poco de amor? ¡Qué que Dios continuamente te está haciendo oculta-
entrañas de misericordia divina, admitir á su amis- mente, que ni aun tú los conoces al recibirlos;
tad, y favorecer con su filiación á sus enemigos lo cual es otra fineza grande de amor, que gus-
y rebeldes, no ya por los mayores obsequios, si- ta de hacer beneficios a la persona amada, sin
ño aun solo por decir con verdadera contrición querer ni aun la gloria de haber hecho el be-
un pequé, Señor, tened misericordia de mi! Pee- neficio.
cavi, Domine, miserere mei!
Pero si acaso los beneficios comunes á otros no Ahora: á tantas gracias de un Dios amantisi-
os hacen estimar tanto el amor de Dios para con mo. ¿qué correspondencia de amor has tenido?
vos, volved la consideración sobre el discurso de ¡O espantosa ingratitud, no amar á un tan gran
vuestra vida, y sin duda se os pondrán delante bienhechor! Este es un encanto del demonio, que
de los ojos gran número de especialisimos favo- con prodigio nunca oido, quita de ios entendimien-
res, que os harán confesar: Fecit mihi magna, tos humanos la memoria, y de los corazones el
qui potens est. Yo no puedo adivinarlos, pero bien afecto tan natural del amoroso agradecimiento. No-
tólo así Guillermo Parisiense: Hominem, tot in se
per bonitatem Dei in gestis carbonibus, miraculo §. II.
diabolico, non ardiere. Si tuviéramos mil corazo-
nes, ¿no debíamos consagrarlos todos y enteros OTRAS FINEZAS D E L AMOR DE DIOS.
al amor de Dios? ¿Y será posible que teniendo
uno solo queramos dividirle, dando parte á las No se contentó el Amor divino con habernos
criaturas y parte á Dios? Fleri ne potest, ut ho- dado tantos bienes naturales y sobrenaturales: pa-
mo credens in Deum possit, aliud amare, quam só mas adelante, hasta dar al mismo Dios: Sic
Deúml (decia san Felipe Neri.) Y volviendo.se Deus dilexit mundum, ut Filium suum Unigeni-
á Dios amorosamente se quejaba: Deus, cnm lám tum daret. El amor movió al Padre Eterno a ern-
amabilis sis, et ita velis á nobis amari, cur de- biar del cielo á la tierra á su unigénito Hijo: el
disti nobis tantam unum cor, et hoc lám parvum? Hijo vino á ofrecerse á sí mismo en holocaus-
Señor, siendo vos tan amable, y mandándonos que to perfecto por nuestra salud; el Padre y el Hi-
os amemos, ¿por qué nos disteis un corazon so- jo nos dieron al Espíritu Santo para consolador
lo, y ese tan pequeño? ¿Qué? Si merece gran de nuestra vida; y el Espíritu Santo viene él mis-
castigo quien divide injustamente el corazon, y re- mo a habitar con especial unión de amor en el
serva para Dios sola una parte del suyo, ¿qué corazon de los justos, como en su templo. ¿Se
merecerá aquel impio, que lo dá todo á las cria- pudo concebir mayor bondad? ¡Que un Dios, ie-
turas, y vive totalmente privado del amor del Cria- licisimo en sí mismo, y gloriosísimo en las gerar-
dor? Estos son semejantes á los demonios del in- quias angélicas, se digne de venir á las viles mi-
fierno, perdiendo la naturaleza humana, y como serias de la criatura humana! Una visita cortesa-
transformándose en la diabólica. Y así, conjuran- na, que hizo el emperador Carlos V. á un sol-
do un demonio, que poseia el cuerpo de una po- dado herido, robó los corazones de todo el ejér-
brecilla, y forzándole el Sacerdote con los exor- cito, de suerte, que dañan por él mil vidas. Y
cismos á manifestar su nombre, dijo con voz las- una dignación tan grande de la divina Mages-
timera y llorosa: Ego sum ille nequam privatus tad, que no solo nos visitó enfermos, sino tomó
amore Dei. Y o soy aquel malvado, que estoy pri- en sí nuestras enfermedades; no solo nos dió una
vado del amor de Dios. A las cuales palabras benigna ojeada, sino vive, y mora siempre con
la B. Catalina de Génova, que estaba presente, nosotros en el divinísimo Sacramento, todo amor,
se llenó tanto de horror, que como herida de un todo beneficencia, ¿no tendrá fuerza para arreba-
rayo, esclamó: ¡ 0 horrible miseria, estar privado tamos á amarle? El angélico Doctor santo To-
del amor de Dios! ¡O infierno de los infiernos, más vá ponderando aquella enfática sílaba: Sic
estár privado del amor de Dios! assi, que pone san Juan: Sic Deus dilexit mun-
dum, ut Filium suumMnigenitum. daret. Dios tu-
vo tal amor al mundo, como si el hombre fue-
tólo así Guillermo Parisiense: Hominem, tot in se
per bonitatem Dei in gestis carbonibus, miraculo §. II.
diabolico, non ardiere. Si tuviéramos mil corazo-
nes, ¿no debíamos consagrarlos todos y enteros OTRAS FINEZAS D E L AMOR DE DIOS.
al amor de Dios? ¿Y será posible que teniendo
uno solo queramos dividirle, dando parte á las No se contentó el Amor divino con habernos
criaturas y parte á Dios? Fleri ne potest, ut ho- dado tantos bienes naturales y sobrenaturales: pa-
mo credens in Deum possit, aliud amare, quam só mas adelante, hasta dar al mismo Dios: Sic
Deúml (decia san Felipe Neri.) Y volviendo.se Deus dilexit mundum, ut Filium suum Umgeni-
á Dios amorosamente se quejaba: Deus, cum lám tum daret. El amor movió al Padre Eterno a em-
amabilis sis, et ita velis á nobis amari, cur de- biar del cielo á la tierra á su unigénito Hijo: el
disti nobis tantúm unum cor, et hoc lám parvum? Hijo vino á ofrecerse á sí mismo en holocaus-
Señor, siendo vos tan amable, y mandándonos que to perfecto por nuestra salud; el Padre y el Hi-
os amemos, ¿por qué nos disteis un corazon so- jo nos dieron al Espíritu Santo para consolador
lo, y ese tan pequeño? ¿Qué? Si merece gran de nuestra vida; y el Espíritu Santo viene él mis-
castigo quien divide injustamente el corazon, y re- mo a habitar con especial unión de amor en el
serva para Dios sola una parte del suyo, ¿qué corazon de los justos, como en su templo. ¿Se
merecerá aquel impío, que lo dá todo á las cria- pudo concebir mayor bondad? ¡Que un Dios, ie-
turas, y vive totalmente privado del amor del Cria- licisimo en sí mismo, y gloriosísimo en las gerar-
dor? Estos son semejantes á los demonios del in- quias angélicas, se digne de venir á las viles mi-
fierno, perdiendo la naturaleza humana, y como serias de la criatura humana! Una visita cortesa-
transformándose en la diabólica. Y así, conjuran- na, que hizo el emperador Carlos V. á un sol-
do un demonio, que poseia el cuerpo de una po- dado herido, robó los corazones de todo el ejér-
brecilla, y forzándole el Sacerdote con los exor- cito, de suerte, que dañan por él mil vidas. Y
cismos á manifestar su nombre, dijo con voz las- una dignación tan grande de la divina Mages-
timera y llorosa: Ego sum ille nequam privatus tad, que no solo nos visitó enfermos, sino tomó
amore Dei. Y o soy aquel malvado, que estoy pri- en sí nuestras enfermedades; no solo nos dió una
vado del amor de Dios. A las cuales palabras benigna ojeada, sino vive, y mora siempre con
la B. Catalina de Génova, que estaba presente, nosotros en el divinísimo Sacramento, todo amor,
se llenó tanto de horror, que como herida de un todo beneficencia, ¿no tendrá fuerza para arreba-
rayo, esclamó: ¡ 0 horrible miseria, estar privado tamos á amarle? El angélico Doctor santo To-
del amor de Dios! ¡O infierno de los infiernos, más vá ponderando aquella enfática sílaba: Sic
estár privado del amor de Dios! assi, que pone san Juan: Sic Deus dilexit mun-
dum, ut Filium suumJJnigenitum daret. Dios tu-
vo tal amor al mundo, como si el hombre fue-
se Dios de] mismo Dios: Sic dilexit (añade san comparavit; ni se pudiese mirar Jesús crucificado,
Buenaventura) ut se odisse quodammodo videatur. sin que las heridas de todo su cuerpo nos provo-
Amó en tal grado, que en cierto modo pareció, caran á amarle: Omnes provocarent ad umorem.
que el Hijo ae Dios aborrecía su propia vida,
Seleuco, rey de la Grecia, habia puesto ley, que
en comparación del amor que tenia al hombre,
quien cometiese no sé qué delito, debiese perder
por quien daba la vida.
los ojos en pena. Cayó en el delito su mismo hi-
Y á la verdad, si el Padre hubiese embiado jo: ¿qué haría el padre? ¿Perdonarle? No lo per-
a su Hijo á que fuese Rey glorioso en la tier- mitía la justicia. ¿Castigarle? Mas no lo consentía
ra, y en ella fuese honrado con los mayores ob- el amor paterno. ¿Qué hizo, pues, el rey? Dividió
sequios, y gozase suavísimas delicias, todavia se- la pena: hizo que le sacasen á él un ojo, y otro
ria beneficio inmenso, y una gran muestra de amor. á su hijo, el cual quedó tan obligado y aficionado
¿Qué será haberle embiado á nacer en una ex- amante de su padre, que no se saciaba de mirar-
trema pobreza, á vivir en sumos trabajos, á mo- le al rostro, para ver en aquella cicatriz vacia
rir en una cruz por amor del hombre? Si el di- del ojo, una señal y prenda vivísima de amor.
vino Hijo hubiese venido con comodidades, glo- Ahora, pues, ¿que debemos hacer nosotros al
ria y magestad, digna de su Real persona, á bus- mirar á nuestro Dios crucificado: que no dividió
car al hombre perdido, con solo la costa de una el castigo que debíamos padecer nosotros, que-
palabra, quedaríamos en eterna obligación á su brantadores de la Ley; ni tomó para sí parte de
amorosísima bondad. ¿Qué amor, pues, no le de- la pena, dejándonos á nosotros la otra parte, sino
beremos, habiendo venido á redimirnos con tantos escogió para sí, todo y entero, el suplicio gravísi-
gastos, y á costa de su Sangre? A esta conside- mo que merecíamos nosotros? El solo quiso llevar
ración se deshacía en tiernisimas lágrimas S. Ber- la cruz: Torcular calvavi solus; solo satisfacer con
nardo: ( O E P A S S . C A P . 3.) Super omnia te amabi- las mas atroces penas á la Justicia divina. ¿Y ten-
lem mihí reddit, ó bone Jesu! Calix Passionis. dremos ojos nosotros para mirar el Corazon abier-
Quis illud cor tam vulneratum non diligat? Quis to de Jesús crucificado, sin sentir que se arrebate
tam amnntem non redamet? Sobre todos" los bene- el nuestio? ¡Y viéndole gastarse todo, y dar la vi-
ficios, ¡ó buen Jesús! os hace amable vuestra pa- da por caridad, no concebiremos llamas de amor?
sión; porque, ¿quién no amará aquel corazon he- Bien decia san Ignacio: Ningún leño hace mas, y
rido de amor? ¿Quién no corresponderá amando mas hermoso fuego, que el leño de la santa cruz,
á un tan fino amante? Añade el mismo santo Dr. que enciende en ios corazones llamas de amor di-
otro motivo: Que el Salvador empleó todos sus vino. Encienda, pues, en nuestros pechos un afecto
miembros y tocios sus sentidos, en empresas y tra- generoso y eficaz, para vencer cualquier asalto que
bajos, para que todos fuesen testigos de su amor, nos pretenda apartar de nuestro Dios. Arda tan
y nos obligasen á reamarlo con todos nuestros fuerte nuestra llama, que el ímpetu y torrente de
afectos y todas nuestras fuerzas; Toto se totum me las tribulaciones, como ligera gota ó rocío de agua
Gd.) Dios es tan zeloso de poseer solo y única-
en un horno encendido, sirva solamente para avi- mente tu corazon, que también para esto, (si cree-
varla, mas no pueda extinguirla; y que podamos mos á san Anselmo) quiso él en persona redi-
decir con el Apostol: Quis nos separabit á chari- mirte. para que tú no dividieses tu umor, dan-
tale Christi? do parte á quien te crió, y parte á quien te re-
Finalmente, si se considera con el mismo san dimió; Ne amorem divideres, idem tibi factus est
Bernardo de cuántas maneras el Hijo de Dios se Creator, et Redemplor. Todo tu corazon pide el
ha dado al hombre, se verá, que en todas mostró, padre Eterno, como Criador, jure Creaiionis; to-
que nació y vivió solo para este fin de ser ama- do lo pide el divino Hijo, como Redentor, jure
do: Factus est, ut ametur: se dedit in meritum, se Redemptionis; todo lo pide el Espíritu Santo, co-
apponit in refectionem, se servat in praemium. To- mo Santificador, titulo Sanctificationis; todo lo de-
do convida á amor, porque en su vida se dió por bes á un Dios solo, distinto en tres Personas. ¡O
precio y mérito de nuestro rescate: en su Sacra- que bien entendió esta verdad la B. Miquelina,
mento se nos ha dado por alimento, refección y nobilísima matrona, la cual teniendo un solo hi-
conorte en nuestros trabajos: en su gloria se ofre- jo, á quien amaba como las niñas de sus ojos,
ce por premio y corona de nuestras fatigas; ¿se para poder emplear todo su afecto entera y pu-
puede imaginar, ni mas inmenso, ni mas ardiente, ramente en Dios, le suplicó, que sí fuese de su
ni mas incomparable amor que éste, con que Dios agrado, se le llevase; lo cual alcanzó, juntamen-
se nos comunica en tantos y tan amorosos modos, te con la gracia, de no tener en adelante mas
amor á criatura alguna, sino solamente á su Dios.
cuanto es y cuánto tiene? Eja igitur, ó anima
mea, dilige eum, á quo tám dilecta es: ama aman- Por último, aunque Dios no nos hiciese ningún
tem te, (MANUAL, CAP. 4.) dice san Agustin. Ea, beneficio, ni tuviese aun una centella de amor;
pues, alma mia, ama á aquel Señor, de quien eres si se considera que es infinitamente bueno, infi-
tan amada: ama al que te amó, y te ama tanto: nitamente hermoso, y sumamente amable en si mis-
ofrece todo tu corazon á el que" se te dió todo: mo, por ser el mar de toda bondad, primer prin-
ama sinceramente á quien tantas veces te ha ama- cipio y último fin de todos los bienes, debia ser
do. ¿Para quién quieres guardar tu amor, si no lo amado con infinito amor; y aun cuando la capa-
empleas en aquel Dios, que te puede hacer de cidad de nuestro corazon fuese inmensa, toda se
presente feliz, y eternamente dichoso? Aparta tu debía emplear en amar á un Dios tan perfecto.
afecto dé" las riquezas de la tierra, que no pueden Ahora, siendo á la verdad nuestro. corazon tan li-
hacer otra cosa, sino inquietarte el corazon. Re- mitado y estrecho, ¿cómo podemos quitarle algu.
nuncia los vanos honores y los falsos placeres, que na parte para emplearla en cosa de este mun-
te tendrán siempre en congojas y afanes. Un co- do? La amabilidad de Dios es tan excesiva, que
razon dividido en muchos afectos, nunca puede para amarle mas, ni aun habíamos de acordar-
tener paz. Quien quisiere vivir contento, debe ofre- nos de amarnos á nosotros mismos; y su exce-
cer untim uni, unum cor uni Deo (decia el B. Fr,
22
lente p e r f e c c i ó n tiene en sí tanta vinud a t r a c ó
va d e a m o r , que ni aun debíamos dejarnos mo- me tanto hastío y aborrecimiento de las criaturas
ver á a m a r l a por la esperanza de un paraiso de que yo me vea amorosamente forzado á acudir á
cloria, n i por 'emor de un infierno de pena, vos Criador mío O amor únicamente amable, lie-
i ' o r éso aquella gran virgen, amante de Dios, des- nad mi corazon de amargura, respecto de los bie-
pués d e la contemplación de la bondad y belle- nes mundanos. Haz que aborrezca las apariencias
y errores, que me causan todas las cosas terre-
za del mismo Dios, salió en público con una ve-
nas, asi mi corazon, mi alma y todos mis afee
la encendida en la mano derecha, y un vaso de
tos serán vuestros: en voz solo hallaré reposo u
acniaen la siniestra; (DIOS SOI.O, CAP. 1.) y pre-
guntándole ¿adonde, y para qué llevaba aquellas w s soI
TToi z °viviréfelk y^'iréPdichí
dos cosas? Respondió: Con esta llama quiero abra-
sar el paraiso, y con esta agua apagar el infier-
Finalmente, cierre y ponga fin á estas leccio-
no. p o r q u e Dios debe ser amado y servido por sola
nes y selle nuestros corazone°s aquella grande ofe?
su infinita bondad. Ingeniosa invención de una al- san gnacio á Dios ai fiQ
m a verdaderamente amante, para mostrar, que las
infinitas perfecciones de Dios, nos deben mover
á a m a r l e sumamente, aun sin mirar al inmenso Suscipe, Domine universam meam libertatem. Ac-
premio q u e nos promete, ni á la eterna pena con m
Ouo7hT ' f .T> ellect
«oluntaZi omnem.
que n o s amenaza. Quod habeo, vel possideo, mihi largitus es. IdH-
bi totum restituo, as tuae prorsus voluntaitral
P e r o quizá un amor tan puro sea solo de al- gubernandum. Amorem tuisolum cum gratiatua
mas p e r f e c t a s , como una Teresa y un Xavier, no
para nosotros, miserables pecadores. A lo menos 'ultra posco^ ~ ^
convénzanos á amarle los innumerables beneficios,
con q u e nos ha prevenido, y los eternos premios
que nos promete. Si non amas Deum propter se,
ama propter te. Digámosle, al fin, con aquella gran-
de alma, enamorada de Dios, san Agustín: Muy
tarde os he conocido, ¡ó Bondad infinita, siempre
antigua y siempre nueva! ¡O qué infeliz tiempo
en que no os amé, antes os ofendí! Haced que
de aquí adelante os ame tanto, cuanto os he ofen-
dido en lo pasado. Trocadme estos mis sentidos,
muy inclinados á los bienes sensibles. Ilustradme
los ojos con un rayo de vuestra luz, para que no
sepan mirar otra cosa, que vuestra belleza, uad-
341

111. teria insufrible. ¿Cómo podéis andar tan frenéti-


co de afecto ácia tan abominable objeto? ¿Y el
EJEMPLO. amor que se debe á Dios, darle ú una criatura,
que es de él tan indigna?
A esta vista y razonamiento quedó atónito Rai-
No podré vo proponeros metamorfosi mas no-
mundo, llenóse de horror, helóse mirando, sin po-
b'ede-un amor pío folio, transformado en candad
der articular palabra, aquella hedionda Haga. Al
¿¡¡vin'a, que en Itt&nurwlb Lulio, sugeto de ilustre
punto se sintió todo transformado en otro, sirvien-
virtud. Jamás re vio hombre mas inclinado ni mas
do el cáncer del cuerpo age no de remedio par:?,
'entregado á 1- s amores, que él. Entre Otros ca-
sanar su alma. Ai salir del corazon el amor pro-
ces se e n a m o i ó i a n inertemente de una oama de
fano, entró y lo ocupó el divino; de modo, que
excelentes p n x c r . s , qi:e el f u r o r amoroso U - o a
empezó á llorar las locuras pasadas, y á protes-
«er locura, s a t a i o ve.ciad en el a q u e l celebre
tar, que ya no queria amar mas, que á Dios. Con
dicho: Furor emottiis, júrcr cmetitú: el furor uel
magnánima resolución repartió toda su hacienda
amante, es furor ce loco. Un día paseando a ca-
á los pobres; y saliendo 'le la casa de sus pa-
ballo, vestido mivv de gala, vió el objeto ce su
dres. se retiró á un desierto. Allí, empleado en
afición, que ei.traba en una iglesia; y arrebatado
oraciones, sustentándose de ayunos y lágrimas, se
de su ciego anvor, sin respeto á los sagrados ai-
encendió en tal fuego de amor divino, que se veía
rares ni á los dignos Sacramentos, dando espue-
obligado á romper el vestido delante del pecho,
las al caballo, e u r o en la misma iglesia, para ma-
por dar un poco de desahogo al ardor de! co-
n e a r l e en ella con su acostumbrada galantería.
razon. Al mirar las yerbas y flores del campo,
Mas a! instante se levantó un gran grito en el
le parecia ver otros tantos espejos, que le repre-
pueblo, que le echó fuera, como loco. Afligióse
sentaba la hermosura, la sabiduría y la bondad
muy mucho de esta acción la dama, y se resol-
de Dios. Si iba algún amigo á verle, y le decía
vió á curar con un prudente consejo el luror de
¿cómo podia vivir allí tan solo? respondía al pun-
esto íceo amante; y pedida primero licencia a quien
to: Antes yo me entretenía y recreaba con una
la debia dar, le hizo llamar aparte, y con rostió
gustosa compañía; mas aespues que habéis veni-
entre enojado y compasivo, le descubrió su pecho,
do, estoy solo. Cuando era necesario dar algún
y le hizo ver 'su seno todo despedazado, y roído
poco de reposo á la flaca naturaleza, 1c dolía, por-
í e un horroroso cáncer, que exhalaba un olor pes-
que oprimido del sueño, babia de pasar alguna
tilencial, lleno de viva podre; y por dar mas al-
hora sin la memoria de su Criador amado; y cuan-
ma a ¡a acción, fulminó de la boca estas razo-
do despertaba, encendía por recompensar esa pér-
nas: Mirad bien esta hedionda postema, en que
dida, tanto los amorosos afectos, que á veces pa-
empleáis vuestros amores: ved la fealdad de es-
decía desmayos. Entraba tal vez en la ciudad can-
ta podrida llaga, y oled el hedor de esta ma-
tando loores á su amorosísimo Jesús; y pregun-
tandole ¿de dónde tenia? respondía: Del Amor. nar á Pedro en el amor; Amas me? tres veces
¿Adonde iba? Al Amor ¿A quién servia? Al Amor. le había dicho: Pasee Oves meas, se redujo a pro-
En suma, ninguna otra cosa tenia en la lengua, curar la salud de las almas por todos medios. Las
ninguna otra en el corazon, sino el Amor de Dios; conversiones que obró en todas esferas de perso-
y así, se encendió en un ardentísimo deseo de nas, fueron muchas y grandes: predicando de la
morir presto, por ver á cara descubierta, amar instabilidad de las cosas humanas, de la vemdad
y gozar á su infinito Bien. Llamaba por eso fre- de los honores, de la brevedad de los placeres,
cuentemente á la muerte, que viniese y desata- de las miserias de esta vida, de los premios v
se aquel débil hilo y ligadura, que le tenia el penas de la otra; y esto con tanta copia y efi-
alma alada al cuerpo, como en una prisión. Pe- cacia de razones, que á manera de Lama voraz,
netró una vez mas adentro en el desierto, por andaba transformando en sí cuantos se le ponían
dar mas libre campo á sus gemidos, doliéndose delante. Y mas considerando, que su Amado es-
que se tardaba mucho la muerte, y se dilataba taba crucificado, no se puede decir con cuantas
el gozar la presencia de su amado Dios. Cuando ansias deseaba y buscaba las cruees. Solía decir,
vió un ermitaño á la margen de una fuente, y que el árbol del amor, era el árbol de la cruz,
acercándose, con dolorosos afectos, le preguntó: que producía frutos agridulces; y que las enfer-
Amigo, ¿qué remedio habrá para romper las ca- medades y tribulaciones eran sus flores; y asi, nun-
denas, y salir de prisión? El ermitaño, que tam- ca tenia mayor contento, que cuando estaba mas
bién estaba profundamente herido del Amor Di- afligido y atribulado, padeciendo calumnias, acha-
vino, entendió luego que hablaba de las cadenas ques, prisiones y trabajos; pero endulzados con tan-
y prisión del cuerpo, y respondió: Yo también tas consolaciones de espíritu, que mas era aque-
gimo, por verme detenido con las mismas cade- llo gozar, que padecer.
nas, y en la misma cárcel. Pero viva el Amor, Habia comprado un esclavo turco, para que le
que esta es una cárcel de caridad, y no de te- ensebase la lengua arábiga. Mas cuando este pér-
mor, donde las cadenas son gozos y delicias, por- fido entendió, que el fin no era otro, que para
que son conforme es la voluntad y gusto de nues- ir á hacer guerra á la secta mahometana, tan-
tro amado Bien. Con esto, entrándose en afec- to se enfureció, que con un cuchillo le atrave-
tuosos razonamientos, tanto se encendieron en el só el pecho, si bien la herida no fué mortal. Cor-
corazón y en el semblante, que parecian dos de rió toda la casa al ruido, resuelta á hacer pe-
aquellas nubes, embestidas del sol, que al mismo dazos á aquel traidor; mas Raimundo se inter-
tiempo se deshacen en lluvia y relampaguean, co- puso para librarle, diciendo: que el amor de Dios
mo si fuesen de fuego. mandaba perdonar á los enemigos. Ni mostró otra
Peí'O el amor de Raimundo no paró en dul- señal de dolor, sino que le dolia no haber muer-
ces consuelos, pasó á empresas arduas y heroi- to por tan bella causa.
cas: porque sabiendo que el Salvador al exami- Seria muy largo referir uno por uno los pro •
(L-gios que el Amor Divino obró en este grande
ra! ¡Cuán grande el premio, que Dios tiene prepara-
hombre hasta su muerte, que le dió la impiedad
do para los que le aman y guardan su Ley! Sobre to-
de los moros, glorificada de Dios con una D Í r á -
do, ten bien impreso en el corazon: Quam bnnus est
mide de fuego, que se vió salir de su cadaver,
Deus. bis qui recto sunt corde! ¡Cuán bueno y benig-
como en señal de su ardentísimo amor. Bastára
no es Dios para los que sencillamente le buscan!
con algunos sentimientos generosos suyos, que qui-
¡Cuál fiel para los que le sirven con verdad y de
siera yo entrasen también en nuestros corazones.
buen corazon! Señor tan amoroso, Señor tan bien-
Veislos aquí.
hechor, Señor tan liberal, que tendrá notadas y es-
¡Oh, Santo Amor, cuánto siento haber apren- critas, sin que puedan borrarse, todas tus obras,
dido tarde tus dulces finezas! Si yo te pospuse todos tus pasos, todas tus oraciones, tus peniten-
antes tan vilmente al amor profano, no fué por- cias, que por su amor hicieres, todos tus pensa-
que tú lo merecerías, sino solo porque yo no te mientos. y aun los mas delgados cabellos de tu
conocia. Mas ¿quién habrá que pueda apartarme cabeza: Capilli capitis vestri omnes numerati sunt;
de tí? Quis me separabit á charitate Christi? Tri- esto es, aun los mas mínimos deseos, para pre-
bulatiol ¿Tribulaciones? No, porque tú, ó Santo miarlos con eterno galardón en el cielo.
Amor, me las cambias en suavísimos contentos?
Lease á Tomás de Kempis lib. 3. cap. 5. De los
An angustia? ¿Congojas? No, porque tú me las mu-
admirables afectos del Amor Divino.
darás en tranquila paz. Anfames? ¿La hambre?
No, porque tú me alimentarás y hartarás con un
néctar del paraíso. An periculum? Tampoco los
peligros, porque asistiéndome tú, se convertirán en
seguridad imperturbable. An persecutio? Ni las per-
secuciones, porque al fin se me han de recom-
pensar con gloriosos triunfos. An gladius? No, no
podrán las espadas apartarme de tí, ó Divino Amor;
porque no deseo otra cosa, que morir por mi Amor
crucificado. Las heridas y la muerte, me serán
premio y felicidad: Quis ergo me sperabit á cha-
ritate Christi?

H e aquí las Verdades Eternas, que he podi-


do explicarte, lector cristiano y deseoso de tu sal-
vación, si han engendrado en tu corazon algún
buen sentimiento, procura mantenerle vivo con,la
frecuente consideración de ellas. ¡Cuán breve es
la vida! ¡Qué cierta la muerte! ¡Qué incierta su ho-
(L-gios que el Amor Divino obró en este grande
ra! ¡Cuán grande el premio, que Dios tiene prepara-
hombre hasta su muerte, que le dió la impiedad
do para los que le aman y guardan su Ley! Sobre to-
de los moros, glorificada de Dios con una D Í r á -
do, ten bien impreso en el corazon: Quam bnnus est
tnide de fuego, que se vió salir de su cadaver,
Deus. bis qui recto sunt corde! ¡Cuán bueno y benig-
como en señal de su ardentísimo amor. Bastára
no es Dios para los que sencillamente le buscan!
con algunos sentimientos generosos suyos, que qui-
¡Cuál fiel para los que le sirven con verdad y de
siera yo entrasen también en nuestros corazones.
buen corazon! Señor ran amoroso, Señor tan bien-
Veislos aquí.
hechor. Señor tan liberal, que tendrá notadas y es-
¡Oh, Santo Amor, cuánto siento haber apren- critas, sin que puedan borrarse, todas tus obras,
dido tarde tus dulces finezas! Si yo te pospuse todos tus pasos, todas tus oraciones, tus peniten-
antes tan vilmente al amor profano, no fué por- cias, que por su amor hicieres, todos tus pensa-
que tú lo merecerías, sino solo porque yo no te mientos. y aun los mas delgados cabellos de tu
conocía. Mas ¿quién habrá que pueda apartarme cabeza: Capilli capitis vestri omnes numerati sunt;
de tí? Quis me separabit á charitate Christi? Tri- esto es, aun los mas mínimos deseos, para pre-
bulatiol ¿Tribulaciones? No, porque tú, ó Santo miarlos con eterno galardón en el cielo.
Amor, me las cambias en suavísimos contentos?
Lease á Tomás de Kempis lib. 3. cap. 5. De los
An angustia? ¿Congojas? No, porque tú me las mu-
admirables afectos del Amor Divino.
darás en tranquila paz. Anfames? ¿La hambre?
No, porque tú me alimentarás y hartarás con un
néctar del paraíso. An periculum? Tampoco los
peligros, porque asistiéndome tú, se convertirán en
seguridad imperturbable. An persecutio? Ni las per-
secuciones, porque al fin se me han de recom-
pensar con gloriosos triunfos. An gladius? No, no
podrán las espadas apartarme de tí, ó Divino Amor;
porque no deseo otra cosa, que morir por mi Amor
crucificado. L a s heridas y la muerte, me serán
premio y felicidad: Quis ergo me sperabit á cha-
ritate Christi?

H e aquí las Verdades Eternas, que he podi-


do explicarte, lector cristiano y deseoso de tu sal-
vación, si han engendrado en tu corazon algún
buen sentimiento, procura mantenerle vivo con,la
frecuente consideración de ellas. ¡Cuán breve es
la vida! ¡Qué cierta la muerte! ¡Qué incierta su ho-
348

PROTESTA D E L AUTOR. BREVES

MEDITACIONES SOBRE LOS CUATRO NOVISIMOS,


En ejecución de los decretos de la santa me-
moria del Sr. Urbano VIII. y de la santa In-
repartidas por los dias del mes, con la regla pa-
quisicion Romana, protesto y quiero, que no se
ra vivir bien en todo tiempo, por el padre Juan
dé mas fé á cuanto he escrito en esta obra, que
Pedro Pinamont, de la Compañia de Jesús: tra-
la que se funda e n autoridad humana, sujetándo-
ducidas del idioma Toscano al Castellano, por un
lo todo enteramente, al juicio de la santa Sede
deseoso del bien de las almas.
Apostólica, de quien me profeso en todo y por
todo obedientisinio hijo.
Llevan añadidas el modo de comenzar, finalizar y
Ad majorem Dei Gloriam, examinar la oracion mental, y la corres-
pondiente jaculatoria pata cada dia.

INTRODUCCION.

Toda la causa del poco aprovechamiento es-


piritual en una alma, consiste en la falta de me-
ditación; y así, quien deberás desea adelantar el
sumo negocio de su salvación eterna, conviene, que
todos los dias se ejercite en la oracion mental
ó meditación. Y para hacerlo con facilidad, os
ofrezco esta instrucción breve.
Primeramente: poneos en la presencia de Dios
con un acto de fé viva. 2 . ° Adoradle como pre-
sente con toda humildad. 3.® Ofreceos con to-
do afecto, y consagradle cuanto sois y podéis.
Pedidle que ilumine vuestro entendimiento, para
penetrar la verdad que habéis de meditar; y que
ínflame vuestra voluntad para abrazarla. Esta se
llama oracion preparatoria.
seníes, jamás p e c a r á : Memorare novisúma tua, et
E n segundo lugar, debeis con el entendimien- in actemum non peccabis. (ECCI,. Cada me-
to 1 ° Ponderar atentamente las palabras de ca- ditación se divide en algunos puntos, para instruir
da punto, considerando muy por menudo todo lo el entendimiento c o n las noticias, que le ayuden
que en él se encierra. 2.® Examinar si e mo- á emplear cada dia, por lo menos un cuarto de
do de vivir que habéis tenido hasta ahora ha si- hora, en la consideración de tan importantes ver-
do conforme á aquella verdad, ó á aquel a ma- dades á fin de q u e q u e d e convencido y desen-
xima que meditáis, procurando imprimirla altamen- gañado, y la voluntad resuelta á procurar con efi-
t e « vuestro entendimiento, y persuadiros de su cacia la salvación del alma.
verdad é importancia. 3 ° H a c e r reflexton sobre Por las entrañas d e Cristo te suplico, lector mío
vuestra v i d a presente, y ver si falta,s frecuente- muv amado, p o n d e r e s atentamente, que de una
m e n t e y por qué ocasiones, hasta llegar a en- d e estas verdades, ó bien, ó mal considerada, pue-
contrar l a 1 r a i z d e vuestras faltas, para arrancar- d e ser penda tu eternidad, ó dichosa 6 infeliz.
la En estas operaciones del entendimiento, que Si alguna d e estas consideraciones hiciere ma-
son a p r e n d e r , juzgar y discurrir, consiste propia- vor impresión y f u e r z a á tu alma, detente en ella
mas de espacio, y repítela el dia siguiente: por-
m e n t e la meditación. que esto te servirá d e grande provecho y ade-
En tercer lugar, pasad á los afectos de la vo-
lantamiento. Así m a n d a que se ejecute aquel gran-
luntad 1 ° Detestando con verdadero dolor vues-
de Maestro de la oracion san Ignacio.
t r a p a s a d a vida. 2,® Proponiendo firm.s.mamen-
Por ningún caso se debe emplear todo el tiem-
t e practicar en lo por venir lo que habéis co-
po en discursos del entendimiento: lo principal ha
nocido y aprendido en la meditación presente. 3..
d e *er ejercitar fervorosos afectos de la volun-
Acabad con un coloquio afectuosísimo, hablando
tad va de aborrecimiento de los pecados, ya de
con la santísima Trinidad, ó con Jesucristo, o con
accioíi de gracias á Dios por los beneficios re-
la purísima Virgen, ó con el ángel de la guar-
c i b i o s va de desprecio de los bienes de la tier-
d a ó con los santos vuestros abogados; repitien-
ra ' v a ' d e propósitos firmísimos de mudar de vi-
do' actos de amor de Dios, de humildad de re-
da Y e m p r e n d e r u n a totalmente contraria a las
signación, de propósitos y de peticiónes ele aque-
engañosas máximas del mundo, al gusto de los
llas gracias, de que mas necesitáis. Estos cok*
sentidos, v á las sugestiones del demomo.
quios son la última parte de la oracion mental.
Bepite continuas súplicas y oraciones a Dios,
á la santísima V i r g e n , al ángel de tu guarda, y
AL QUE LEYERE.
á los santos tus patronos, p a r a sacar de este ejer-
P a r a facilitar la práctica de esta meditación, cicio mucho provecho para tu alma.
t e presento la mateíia sacada de los n o v a m o s E l fruto que se señala para practicarse cada
como tan importante para no P e f a r : dia es siempre diferente: pero cuando expenmen-
enseña el Espíritu Santo, el que los tuvieie pre
tares que alguno te ayuda mas para vencer al-
gún vicio, ó para adquirir alguna virtud, conti-
núa en ejercitarle, no solo el dia siguiente, sino
todo el mes, si así lo juzgares conveniente, pa-
r a la mayor gloria de Dios, y bien de tu alma.
Si algún dia no tuvieres tiempo para la me-
ditación, por lo menos lee dos ó tres veces los
puntos de aquel dia; y generalmente para desechar
con mas facilidad las distracciones, tén este libri-
to en las manos, y al mismo tiempo que medi-
tas vuelve á él los ojos, y repite atentamente la
MEDITACIONES
lección de la materia que se propone, para te-
ner mas fija la atención. El Espíritu Sanio te
PARA CADA DIA DEL MES.
asista, y ruega p o r quien deberás desea tu sal-
vación.

DIA PRIMERO.

Importancia de la salvación.

1. M I i salvación es un negocio todo mió: si


yo no pienso en él, ¿quién pensará por mí?
2 . De tal suerte es negocio mió, que en él
se interesa cuanto soy; mi alma y mi cuerpo; si
yo no lo aseguro, ¿quién le asegurará por mí?
3 . E s negocio mió, de que pende toda mi
eternidad: si yo no lo efectúo, ¿quién le efectua-
rá por mí?
Pues ¿qué hago? ¿Por qué no me aplico todo
á salvar mi alma? No tengo cosa que mas de-
ba amar, que esta alma sola: no tengo cosa mas
preciosa que esta alma inmortal: si una vez la
pierdo, todo lo he perdido para siempre.
FRUTO. FRUTO.

Ofreced á la santísima Trinidad, por manos de Estableced una distribución del tiempo, señalan-
la purísima Virgen, del ángel cu : todio, y del san- do lo que debeis hacer en cada hora del dia.
to de aquel dia, todas vuestras acciones, para que Aquella hora que perdiereis, puede ser la última
se dirijan á la mayor gloria de Dios y salvación de vuestra vida; y esa misma hora bien emplea-
del alma. Tres Gloria Patri. da, puede aseguraros la salvación.

JACULATORIA.
JACULATORIA.

¿Quid prodest homini, si universum mundum la- Qua hora non putatis, Filius hominis veniet. (uic<
cretur. animae cero suae detrimentum palialur? 12. 40.)
(MATT. 16.)
Si en la hora que menos piense
¿Que te podrá aprovechar, tienes de venir, Señor,
alma, cuanto el mundo tiene, ¿cómo siempre vigilante
si tu último fin no logras, y prevenido no estoy?
si te pierdes para siempre?
DÍA TRES.
DIA DOS.
Aviso de la muerte.
Incertidumbre de la muerte.
Si no muero d e una muerte repentina, llega-
La sentencia ya está dada: he de morir. rá el dia en que me avisen que me disponga á
1. Pero no sé el tiempo: puedo morir en es- bien morir. Entonces.
ta hora. 1. ¿Tendré tiempo de confesarme? Si apenas
2. Pero no sé ©1 lugar: puedo morir en aque- podré hablar por lo grave*de la enfermedad.
lla ocasion. 2. ¿Tendré tiempo de examinarme? Si apenas
3. Pero no sé el modo: puedo morir en aquel estaré en mí de susto y temor.
pecado. ¿Y peco tari alegremente? ¿Y recaigo con 3. ¿Tendré corazon para arrepentirrae? Si es-
tanta facilidad? ¿Y no huyo toda ocasion de pe- tará mi conciencia enredada con tantas culpas! ¡O
car? ¿Que fé es la mia! Dios mió! i Y qué haré entonces? i

5
.aéáov&úHÓ 2b1 íüul oh áomiairaiñ
23
FRUTO.
FRUTO.
Haced una confesion general de toda vuestra i , : ¡• . r
vida, si no la habéis hecho jamás: y si la habéis Procuraré portarme en todas las ocasiones de
hecho, sea desde la última, ajustando las partidas este día, como si fuese el último de mi vida. Re-
de vuestra alma, y serenad por medio de este petiré actos de contrición de tantos pecados co-
Sacramento, todos los remordimientos de vuestra mo he cometido, y renovaré los propósitos de en-
conciencia. Elegid un buen confesor, y aprove- mendarme. Siete Gloria Patri á Sr. S. José.
chaos de este tiempo que el Señor os concede,
para resolveros eficazmente á enmendar vuestra JACULATORIA.
mala vida.
Statutum est hominibus semel mon. (AV HEBR. 9.
JACULATORIA. y
27.)
Dispone domui tuae, quia morieris. (ISAI. 38. 1.) Si es estatuto que muera,
y tan solo el cuando ignoro,
¡O muerte! si meditada ¿cómo no ando preparado?
solo, tanto me sorprendes, ¿cómo bien no me dispongo?
¿qué será cuando me intimen , .'.. . S X - i' ; . ¡;. .
que ya acelerada vienes? DIA CINCO.

DIA C U A T R O . Estado de un moribundo.

Prevención para la muerte. 1. Lo pasado le aflige: tantos pecados de que


no ha hecho penitencia.
¿Qué será bien que haga para disponerme á una 2. Lo presente le entristece: tantos peligros de
santa muerte? condenarse, y no ve el modo de librarse, de ellos.
1. Aquello que ciertamente querré hacer en 3. Lo futuro le estremece: tiene á la vista la
aquella hora. eternidad, y no sabe cual: si de gloria ó de pe-
2. Aquello que probablemente no podré hacer na. Temblarán los justos: ¿Qué haré yo, misera-
en aquella hora. ble pecador?
3. Aquello que precisamente deberé hacer en
aquella hora p a r a salvarme. Penitencia de mis pe- FRUTO.
cados: actos fervorosos de contrición: propósitos
firmísimos de huir las ocasiones. Confesaos luego este mismo dia, si estáis cier-
to, ó dudáis prudentemente, que estáis en peca-
do mortal. Y si os pareciere estar en gracia, agra-
deced este beneficio, y suplicad al Señor y á la
Virgen María que os mantengáis asi hasta la muer-
JACULATORIA.
te. La Letanía ¿Le la Virgen.
Timenti Dominum bene erit in extremis. (ECCL. 1.)
JACULATORIA .
¿Cómo quieres ser feliz,
Circuridederunt me dolores mortis: et torrentes alma, en el postrer momento,
iniquitatis conturbaverunt me. (PSALM. 17. 5.) si el temor santo de Dios
no es de tu vida el arreglo?
¡ O Dios! Mucho los dolores
de la muerte me atribulan; DIA SIETE.
p e r o mucho mas, Señor,
el torrente d e mis culpas. Preséntase el alma en juicio.

DIA S E I S .
» 1 « ' 1 6 1 f m 1 ? d e , $ m u e r t e ' s é r á Presentada mi
alma en el Tribunal divino. M e imaginaré que veo.
Ultimo momento de la, vida. 1. Al pie de la cama á Jesucristo, como juez
indignado contra mí, y que ha venido á darme
í . E n aquel instante se apartará el alma del la sentencia final.
cuerpo, y de todos los gustos de los sentidos. 2. A la mano izquierda el demonio muy ale-
2. E n aquel instante se acabarán las honras, gre, y que m e pone delante los ojos uri grande
se acabarán las riquezas, se acabarán los amigos. P a r a q ^ lea en él escritos menudamente,
3. Puedo en aquel solo momento condenarme. uno p o r uno, todos los pecados de mi vida.
Si este e n que vivo fuera el último, ¿qué seria 3. A la diestra al ángel de mi guarda, qué
de mí? ¡ O momento de que pende la eternidad! esta leyendo en un pequeño escrito las pocas bue-
ñas obras que hé hecho, y con semblante triste
FRUTO. me lo presenta delante de los ojos. ¡O qué re-
presentación! ¡O qué vista! ¡O qué espanto!
Examinaos cada hora del día como habéis em-
pleado la antecedente: así lo hacia san Ignacio. FRUTO.
Y tomad la santa costumbre, siempre que oye-
reis el relox, de acudir á la santísima Virgen con Cuando estuviereis en la cama esta noche, po-
una Ave Maria. neos en postura de moribundo, imaginando que
! e n 5 . a ^ a n o e ' C M I C i f i J 0 y en la otra una
vela encendida. Renovad la memoria de estos pun-
ios, y decios á vos mismo: ¿Qué quisiera yo ha- tes de comenzar cualquiera obra, decios á vos
ber hecho, si fuera esta la última hora de mi mismo: ¿De esta acción que voy á hacer, qué
vida? sentencia se me dará? Antes de iros á la cama,
repetid tres veces la oracion: Maria, Mater gra-
JACULATORIA. tiae, Mater miserico, diae, tu nos ab hoste prote-
ge, et mortis hora suscipe: y besad la tierra.
iQuis mihi hoc tribuat, ut in inferno protegas me,
. . . . doñee pertranseat furor tuus? (JOB. 14. 13.) JACULATORIA.

¿Quién en el infierno mismo ¿Ante faciem indignationis ejus qui estabisl ¿et
me escondiera, ó Dios, en tanto quis resistet in ira furoris ejus? (NAH. 1. 6.)
que pasa de tu furor v

el espantoso nublado? ¿Peco creyendo me vé


un Omnipotente Dios?
D I A OCHO. ¿Cómo no temo sus iras,
su enojo y su indignación?
Juicio particular del alma.
DIA N U E V E .
1. £1 exámen será rigorosísimo de todos los
pensamientos, de todas las palabras, de todas las Estado del alma despues de la muerte.
acciones muy por menudo: me acusarán los de-
monios que me tentaron: los compañeros que yo 1. Dada la sentencia, si fuere de gloria, lue-
escandalicé: y mi misma conciencia, que tantas go el alma rica de dones y de virtudes, irá con
veces m e avisó con sus remordimientos. grande fiesta acompañada de los santos ángeles.
¿Quién podrá comprender qué alegría será esta?
2. E l juez será justísimo y sin misericordia:
2. S i la sentencia fuere de pena eterna, des-
á su vista cometí los pecados, y así él mismo
pojada el alma en todos dones y virtudes, será
lo vió todo, lo oyó todo y lo supo todo.
luego arrebatada de los demonios al infierno. ¡O
3. L a sentencia será irrevocable: no habrá es-
qué horrorosa pena á la primer experiencia de
cusa, no habrá súplica, no habrá apelación. O
aquellas llamas!
eterna vida, ó e t e r n a muerte.
3. U n a de estas dos sentencias debe infalible-
mente darse á cada uno. ¿Cuál de las dos me
FRUTO.
tocará á mí?
Conservad todo este dia muy viva en vuestra
imaginación, la presencia de Ciisto juez. Y an-
sen, y allí se podrezca y consuma con los gu-
FRUTO. sanos. ¿Y este es el cuerpo que yo trato con
tanto regalo y delicadeza?
Esta tarde, despues del examen de la concien-
cia, haced refleccion sobre vuestra vida pasada, FRUTO.
y considerad, ¿qué sentencia habéis merecido has-
ta ahora, y cuál mereceríais si se os hubiese de Id á una iglesia, y despues de haber adora-
dar antes de acostaros? Un Valer noster y tres do al Santísimo, poneos de rodillas sobré una se-
Gloria Patri á la santísima Trinidad, con la fren- pultura, y decid cinco veces: Esta es la casa don-
te en tierra. de algún dia será llevado este mi cuerpó á po-
IACULATORI A. drecerse y consumirse entre gusanos. Un Depro-
fundís por las almas del Purgatorio.
Non est pax impis. (ISAI. 4 8 . 22.)
JACULATORIA.
¿De qué m e podrá servir
que en paz digan que descanse, Detracta est ad inferas superbia tila, cotícidit
si soy impío, y con el impío cadaver tuum: subter te sternetur tinea, et ope-
no hace la paz maridage? rímentum tuum erunt vermes, (ISAI. 14. 11.)
?.¡:v ¡"¡Oí i -"-:
DIA DIEZ. Si la polilla y gusanos,
cuerpo, tu lecho han de ser,
Estado del cuerpo despues de la muerte. ¿por qué tanto fomentar
el orgullo y la altivéz?
J. Despues d e la muerte imagínate ver á tu
cuerpo: ¿cómo queda? Un cadaver pálido, disfor- DIA ONCE.
me y espantoso. No vé, no siente, no se mue-
ve; solo y desamparado de todos. Proceso de la vida.
2. ¿De qué se viste? O de un andrajo el mas
despreciable, ó d e un pobre hábito; y el horror Mientras vivo, cada instante se está formando
natural hace retirar á todos, de suerte, que ape- el proceso, y llegará el dia en que se lea.
nas se encuentra quien vaya á cubrirle. 1. Se leerá todo lo malo que no debia eje-
3. ¿Dónde es llevado? A la iglesia, acompa- cutar; y sin embargo lo ejecuté.
ñado de Sacerdotes, los cuales despues de las bre- 2. S e leerá todo lo bueno que debia hacer,
ves oraciones, le dejan para que le echen en el y no lo hice.
sepulcro, cubierto de tierra, donde todos le pi- 3. De todo se me dará !a sentencia final. Pe-
ro ¿qué sentencia? L a que yo m e voy disponien-
a o con las acciones de mi vida. FRUTO.
; f n s a b t o i k é v GIBQ^I
FRUTO,
Procurad dar buen ejemplo á todos con vues-
tras acciones, y edificarles con vuestros enojos,
Dad una vista á vuestra pasada vida, y con- solicitando con ellos y con vuestras oraciones la
siderad los pecados de omision, cuantas buenas salvación de los prójimos. La tercera parte del
obras dejasteis de hacer, ó por respetos huma- Rosario, por aquellos á quienes habéis inducido
nos, o por otros motivos; cuantas abominaciones a pecar, rogando fervorosamente á la Virgen san-
Habéis cometido: arrepentios de uno y otro re- tísima, que ninguno se condene por vuestra causa.
solveos a comenzar una vida perfecta. Pater noster. JACULATORIA.

Nisi poenitentiam habueristis, omnes similitér pe-


JACULATORIA.
ribitis. (LUC. 13. 3.)
¿Nonne ipse considérât vias meas, et cunctos
gressus meos dinumeral? (JOB. 31. 4.) Que el que no haga penitencia
perecerá, dice Cristo:
• fe .iv.'.Vú •ovknrviia s j \ -vúsks-i snuui v y m W *
¿Me exceptúa esta regla? No:
¡O Señor! mis pasos todos
Pues bien, ¿en qué me confio?
sé muy bien que vas contando;
pues ó acortármelos luego, !
DIA T R E C E .
ó haz sepa rectificarlos.
i " u r n - " ;¡ ¡ c " e n o j a f "'<q i »
Señales del juicio universal.
DIA DOCE.

Estímulos para la penitencia. L a s señales que precederán al juicio son de


fé, porque las predijo nuestro Redentor.
1. Serán muchísimas. El sol obscurecido y en-
r.;* S Í .!l e p e c a d ? ; 2 . b % a d o estoy á hacer peniten- vuelto en densas tinieblas; la luna eclipsada y man-
cia. ¿No es asi? Pero ¿cuándo la haré?
1. Despues de la muerte es imposible, por- chada de negra sangre; las estrellas caerán; el
H mar bramará; la tierra se abrirá en profundísi-
que ya no hay tiempo.
mos hoquerones; terremotos, guerras, pestilencias,
2. En la muérte es dificultosísimo, porque hav
poco tiempo. J discordias, &c.
2. Serán repentinas y no esperadas; cuando me-
3. Ningún otro tiempo está en mi mano, si-
nos lo pensará el mundo; cuando mas se pecará en
no el presente: luego, ó hacer penitencia de pre-
el mundo; cuando el mundo ya no tendrá tiempo de
sente, o temer desde ahora que nunca la haré.
enmendarse.
i
365
o o ' '
A ; e r a
, n terrib,es:
Lloverá del cielo un fue- 3. Unida el alma, quedará también inmor-
go devorador, que sepultará en sus llama» h™, tal el cuerpo. ¿Pero con qué inmortalidad? Mal-
bres, animales, plantas, ciudades, fortaS paS" ditos en aquella hora todos los placeres y «rus-
1. y j a r d i n e s V e " u n a P ^ a b r a , todo el J n d o tos de esta vida; bendita para siempre la peni-
1
¡Ah que incendio! Si temblarán de asombró las' tencia.
criaturas msensibles, ¿qué harán entonces l o ^ "
FRUTO.
FRUTO.
Haced en este dia alguna mortificación, como
J n
, e S t
, e
ía- e ecu
j t a r e i s tres actos. 1. De te- ayuno, cilicio, &c., privaos de algún gusto, y re-
frenad los sentidos, singularmente los ojos,' apar-
tándolos de toda vana curiosidad: Tres cruces con
la lengua en tierra, e n penitencia de las malas
palabras.

JACULATORIA. JACULATORIA.

pare ,it s num F ü i i Ego sum resurrectio, et vita, (JOANN. 11.25.)


J ™ ! ^ hominis in codo• et
tune plangent omnes tribus terrae. (MATTH. ¡T30.)
¿Qué este cuerpo miserable
Si para aterrar al hombre
podrá no serlo algún dia?
bastan, Señor, las señales
Bendito sea aquel Señor
de tu juicio, ¿qué será
que es resurrección y vida.
cuando ya el golpe descrgues?
DIA QUINCE.
DIA C A T O R C E .
Venida del Juez.
Resurrección de los cuerpos.
Triunfante con su corte, obsequiado de los án-
J U espantoso Sooido de las trompetas angéli- geles, a un lado Maria santísima, acompañado de
los Apostóles, magestuoso sobre las nubes apa-
recera con representación de Juez Cristo Jesús.
1. Como Creador, me pedirá cuenta de tan-
tos dones y medios que me concedió para sal-
varme; y y o ingrato usé mal de ellos.
2. Como Padre, me pedirá cuenta de tanto tos pecados interiores, en que yo por mi culpa
amor que empleó en mí; y yo desconocido cor- no reparé? ¿Que escusa podré dar entonces?
respondí tan mal. 3. A todos los pecados que contra Dios he
3. Como Redentor, me pedirá cuenta de tan- cometido, pondrá Dios enfrente todos los bene-
ta sangre que derramó por mí; y yo mas fie- ficios y gracias que me ha hecho, dándome en
ro que las bestias la pisé muchas veces. rostro con haber pisado su Sangre, abusado de
sus Sacramentos, resistido y despreciado sus ins-
FRUTO. piraciones. ¿Qué desesperación será entonces la
mia?
Llevad en este dia algún instrumento de pe- FRUTO.
nitencia, cruz, cadenillas, cilicio, & c . por dos ho-
ras, en memoria de la pasión de Jesús. Procu- Retiraos hoy á lo menos por un cuarto de ho-
rad ten'jr un Crucifijo, para recurrir á él fre- ra, ó á una iglesia solo, ó delante de un Cru-
cuentemente, como á Padre amorosísimo, adoran- cifijo, y examinad bien vuestra conciencia, así res-
do sus santisimas Llagas, y á cada una un Glo- pecto de los pecados cometidos, especialmente in-
ria Patri. teriores, de deseos, afectos y complacencias, co-
JACULATORIA. mo respecto de las confesiones pasadas. Diréis
el Veni Creator, al Espíritu Santo, para que os
Domine, ne in furore tuo arguas me, ñeque in ilumine. ^
ira tua corripias me. (PSALM. 3 7 . 1.)
JACULATORIA.

Señor, grandes son mis culpas, Si justus vix salvabitur, impius, et peccator ubi
y grandes penas merecen; parebunt? (1. TET. 4. 18.)
mas suspended el castigo
hasta que la ira se temple. Si el justo apenas se salva,
¡ó Señor! entrando á juicio;
DIA DIEZ Y SEIS. ¿qué será de mí, marcado
con tantas señales de impio?
Descubrimiento de las conciencias.
DIA D I E Z Y S I E T E .
1. Ni un solo pecado de cuantos he cometi-
do, quedará oculto. Todos se leerán, de todos se- Separación de los escogidos.
rán oídos. ¿Qué confusion será entonces la mia?
2. ¿ C u á n t o s p e c a d o s ocultos se descubiirán c n - E n esta vida todos viven juntos buenos'v ma-
tonces, de q u e - y o j a m á s m e hice cargo? ¿ C u á n - los, y aun despues de la muerte son sepultados
369
Ü
juntos. Pero llegando el dia del juicio no será
asi: saldrán los ángeles, apartarán á los malos de

1 •uní
medio de los justos.
1. A la mano derecha estarán los escogidos}
y por ventura, veré entre ellos á aquellos, de
DIA D I E Z Y OCHO.

Sentencia final.
quienes yo me burlaba e n esta vida?
2. A la mano izquierda estarán los condena- Apartados los p e c a d o r e s de los justos, dará
Cristo la seritencia.
dss, y por ventura, aquellos con quienes yo pe-
qué. 1. Sentencia que n u n c a se revocará.
3. ¿Qué mano me c a b r á e n aquel dia? 2. Sentencia que al instante se ejecutará.

lii 3. Sentencia que se intimará una vez para


toda la eternidad, e t e r n a maldición al que pecó
1 Pffi •
FRUTO.

Emprended una tieriia devoción con los santos


y nuncá quisó arrepentirse. Eterna bendición al
que o jamás pecó, ó si pecó, hizo con tiempo
ángeles, singularmente con el de vuestra guarda, verdadera penitencia.
para que en aquel tremendo dia os lleve á la
mano derecha, apartandoos de los condenados. Pa- FRUTO.
r a conseguir tan importante gracia, proponed des-
d e luego obedecer y seguir sus inspiraciones. Nue- Rezad con los brazos e n cruz el Miserere, y
ve Gloria Patri á los nueve coros de los án- repetid tres véces con la frente en tierra, aque-
geles. llas palabras; Ne projicias me á facie tua; ha-
ciendo tres actos: 1. ° D e humillación. 2. ® Do
arrepentimientó. 3. ° D e fervorosa súplica á Cris-
JACULATORIA.
to crucificado por el perdón.

Et separabunt malos de medio justorum* (MATTH.


13. 49.) JACULATORIA. W, >
. Oí'>•:'!•> 9h ' "
Venite beneÉéti .:.. Bicedité á me, maledicti.
¡I I i:
Separarán jó qué horror!
á los malos de los buenos:
¡ay de mí, si es q u e m e cabe
(MATTH. 25. 34. &c. 41.) Contendite intrare per
angustam portam. (LUC. 13. 24.)
la suerte de I03 primeros!
¿A quién, alma, acompañar
quieres en el dia postrero?
II f
J I l i
¿A los benditos? Pues ahora,
contiende para ser de ellos.

I 24
./
369
Ü
juntos. Pero llegando el dia del juicio no será
asi: saldrán los ángeles, apartarán á los malos de

1 •uní
medio de los justos.
1. A la mano derecha estarán los escogidos;
y por ventura, veré entre ellos á aquellos, de
DIA D I E Z Y OCHO.

Sentencia final.
quienes yo me burlaba e n esta vida?
2. A la mano izquierda estarán los condena- Apartados los p e c a d o r e s de los justos, dará
Cristo la seritencia.
dss, y por ventura, aquellos con quienes yo pe-
qué. 1. Sentencia que n u n c a se revocará.
3. ¿Qué mano me c a b r á e n aquel dia? 2. Sentencia que al instante se ejecutará.

lii 3. Sentencia que se intimará una vez para


toda la eternidad, e t e r n a maldición al que pecó
1 Pffi •
FRUTO.

Emprended una tierna devoción con los santos


y nunca quisó arrepentirse. Eterna bendición al
que o jamás pecó, ó si pecó, hizo con tiempo
ángeles, singularmente con el de vuestra guarda, verdadera penitencia.
para que en aquel tremendo dia os lleve á la
mano derecha, apartandoos de los condenados. Pa- FRUTO.
r a conseguir tan importante gracia, proponed des-
d e luego obedecer y seguir sus inspiraciones. Nue- Rezad con los brazos e n cruz el Miserere, y
ve Gloria Patri á los nueve coros de los án- repetid tres véces con la frente en tierra, aque-
geles. llas palabras; iVe projicias me á faeie tua; ha-
cienda tres actos: 1. ° D e humillación. 2. ® Da
arrepentimientó. 3. ° D e fervorosa súplica á Cris-
JACULATORIA.
to crucificado por el perdón.

Et separabunt malos de medio justorum* (MATTH.


JACULATORIA. W, >
13. 49.) . Oí'>•:'!•> 9h ' "
Veniie beneÉéti .:.. Bicedité á me, maledicti.
¡I I i:
Separarán jó qué horror!
á los malos de los buenos:
¡ay de mí, si es q u e m e cabe
(MATTH. 25. 34. &c. 41.) Contendite mirare ver
angustam portam. (LUC. 13. 24.)
la suerte de I03 primeros!
¿A quién, alma, acompañar
quieres en el dia postrero?
II f
J I l i
¿A los benditos? Pues ahora,
contiende para ser de ellos.

I 24
./
DIA DIEZ T NUEVE. JACULATORIA.

Estima] del tiempo. Ecce ntinc tempus acceptábile, ecce nunc días
salutis. (2. AD COR. 6. 2.)
El tiempo r es^*on2 ? caudal de sumo aprecio: va-
le tanto un momento, que en solo él puede re- ¿El tiempo acepto, alma mia,
cobrar á Dios el alma que por el pecado le per- ahora pródiga desprecias?
dió. Considerad. Pues tiempo llegará en que
1. Cuanto bien puedo hacer en este dia, y una hora c o m p r a r no puedas.
no le hago.
2. Que este dia pasa, y jamás volverá. DIA VEINTE.
3. Que de este dia he de d a r . estrechísima
cuenta, y no pienso en ello. Y lo mismo será Del infierno.
de todos los momentos de mi vida. ¡Ay de mí,
si loa hubiere empleado mal! ¿Qué cosa es infierno?
1. E s una cárcel de tinieblas, donde se vive
FRUTO. siempre en rigorosa prisión y cadenas, sin un mo-
mento de libertad.
Procurad este día emplearle con una santa co- 2. E s una casa toda de fuego,j donde siem-
dicia de aumentar merecimientos con obras vir- pre se arde, pero nunca se muere'.
tuosas, ejecutándolas p o r todos los motivos san- 3. E s un lugar de todos los tormentos, don-
tos de que fuere capaz cada acción vuestra. Por de se padecen todas las penas; pero sin tener
ejemplo: en la Misa, ejercitad actos de adora- jamás ¿algún alivio.
ción, de fé, de agradecimiento, oídla por moti-
vo de religión, de caridad, de obediencia &c. FRUTO.
La tercera parte del Rosario, en gloria de la san- , ! •;> i! ...•'>••;
tísima Virgen, pidiéndola muchas mercedes. , Aplicad una mano al fuego, ó poned un de-
do sobre la llama de una vela, deteniendoos, si
pudiereis, por espacio de una Ave María; y sa-
cando de aquí, cuál será el fuego del infierno,
en cuya comparación este de acá es como pin-
tado. El Ave Maris Stella.

*
JACULATORIA. JACULATORIA.

Descendant in infemum vívente*, (PSALM. 54. 16.) Vermis eorum non morietur. (ISAI. 66. 24.'

Bajemos, alma, al infierno ¿Pecas alma, y sin cesar


con la consideración; la conciencia no te muerde?
q u e ahora se puede salir, Pues ella será un gusano
que te aflija eternamente.
despues de la muerte no.

DIA V E I N T E Y UNO. DIA VEINTE Y DOS.

Estado de los condenados. Incertidumbre de la salvación.

1. H e merecido el infierno, si he pecado, y


• Que se hace en el infierno?
no sé ciertamente si Dios me ha perdonado.
1. S e comprende cuan gran mal es el peca-
2. Puedo condenarme, pues puedo pecar de
do lo que ahora se conoce tan poco.
nuevo, y no sé ciertamente si puesto en la oca-
2. S e padece la pena del pecado, que aho- íion, resistiré sin caer en ella.
ra "nos dá tan poca pena. 3. Probablemente me condenaré, si no mudo
3. S e maldice la ocasion del pecado, que aho- de costumbres, y no sé ciertamente si mudaré, de
r a no se quita. ¡ O vida infeliz de un pecador, vida antes de la muerte. ¿Qué será de mí, si en
y mas si aquí fué dichoso! aquel momento, aun despues de recibidos los Sa-
FRUTO,
cramentos, consintiese e n algún mal pensamiento
ó deleite, en aquel pecado que tantas veces he
cometido, por la costumbre que he tenido en vi-
Apartad al instante aquella ocasion, ó del com-
da? ¿Qué será de mí ?
pañero, ó del libro, ó del juego, &c., que mas
frecuentemente os hace caer en pecado. Ofreceos
FRUTO.
á Dios á padecer en esta vida cualquiera pena,
t> . I: . 'iíí>3 OU t .i* -"H U < .
por evitar la eterna. Rogad á Dios y á la san-
H a c e d una resolución eficaz de confesaros lue-
tísima Virgen por los que están en pecado mor-
go. si os hallareis en pecado. Aplicad particular
tal. La Letanía de nuestra Señora.
cuidado en enmendaros de aquel pecado en que
caéis con mas frecuencia, porque este hace mas
incierta vuestra salvación. Visitad un altar de 1a
Virgen, y rezadle tre9 Ave Marías, en honra d®
su Inmaculada Concepción. JACULATORIA.

JA CV LA TOEIA. Spatiosa vi a est, qaae ducit ad perditionem, et


multi sunt qui intrant per eam. (MATTH. 7 13.)
Multi enim sunt vocati,pauci veró ileelv (MAT.
32. 14.) N o sigas, alma, esa senda
por donde tantos transitan;
¿Cómo quiero ser electo pues aunque aparenta flores,
para la gloria, Señor, al precipicio encamina.
habiendo correspondido
tan mal á mi vocacion? DIA V E I N T E Y C U A T R O .

DIA V E I N T E Y T R E S . Confesion de un condenado.


y .obc3¡í" on i ' .o¡r¡ •': oí1 "'sai ' í l .1
Número de los condenados. L f § D i o s ha hecho muchísimo para salvarme,
jCuántos beneficios de naturaleza y de gracia pa-
*
ra obligarme á amarle! ¡Cuántas inspiraciones; cuan-
1. E s fácil condenarse, porque el camino del
tos avisos; cuantos Sacramentos, para guiarme por
infierno es muy ancho, y muchos van p o r él: ahí
el camino del cielo! Me ha acariciado con pro-
lo dice Cristo.
mesas; me ha amedrentado con amenazas; me ha
2. E s dificultoso el salvarse, porque la puer-
incitado al arrepentimiento; pero todo lo ha frus-
t a del cielo es muy estrecha, y son pocos lo*
trado mi obstinación.
que entran por ella: Cristo lo dice.
3. Desde el principio del mundo, hasta el tiem- 2. Yo pude conSpoquisima costa salvarme: ¡ah,
po presente, la mayor parte de los hombres se si hubiera cortado al principio aquella ocasion!
han condenado, y como enseñan los santos, la ma- ¡Si me hubiera aprovechado de aquel aviso! jSi
yor parte se condenará. ¿Qué juzgo yo de mi/ hubiera perseverado constante en aquel propósi-
to! U n a resolución generosa, un corte resuelto, una
VIÍL'TO. confesion á su tiempo me ponia en el cielo.
J . Privaos en la mesa de aquel m a n j a r que 3. ¿Yo he! querido condenarme por nada? Sí:
mas os gusta. por un deleite de un momento estoy aquí sen-
2. Negaos á algunas de las recreaciones que tenciado á una eternidad de tormentos. Sí: á ojos
tomáis, aun suponiendo que es licita. abiertos me he precipitado en un abismo de lla-
3. Rezad de rodillas los siete Salmos peni- mas, á despecho del consejo de los confesores,
tenciales. de los remordimientos de la conciencia, de la mi-
sericordia de Dios.
FRUTO. FRUTO.

1. D a d m u c h a s gracias á Dios de haberos cria E n este dia discurrid algún modo de mortifi-
d o en tierra de católicos, y de haberos ilustra- c a r vuestro cuerpo, como será no arrimaros cuan-
do con t a n t a s inspiraciones: haced ahora memo- do estáis sentado; tener uñ pie en alto cuando
ria de ellas p a r a vuestro arrepentimiento, espe- estáis de rodillas: poner los brazos en cruz cuan-
cialmente de aquellas que pertenecían á la elec- do se hace oracion retirada; los ojos en tierra
ción de estado, ó mudanza de costumbres. cuando se a n d a por las calles, y cosas semejan-
2. H a c e d oracion á Dios por los qpe.se ha- tes, que fácilmente se ofrecerán á quien desea
llan en peligro d e condenarse. Rezad el himno mortificarse. E s t a noche escribid con la lengua
Ve ti i Creator Spiriius. en tierra el n o m b r e de M a n a .
JACULATORIA.
JACULATORIA.
¿Qtiis poterit habitare de vobis cum igne devo-
Ego sum via, et veritas, et vita, (JOANN. 1 4 . « . )
rante? ¡quis hahitabit ex vobis cum ardoribus sem-
Ergo errevimus á via Teritatis. (SAP. 5. 6.)
pitirnis? (ISAI. 3 3 . 14.)
S i á Jesús, alma, no sigues
¡Ay Dios! oSi aquí insoportable
que es la senda verdadera:
es tener un dedo al fuego;
tiempo v e n d r á en que confieses,
¿quién por u n a eternidad
que erraste en no ir por ella.
m f r i r p o d r á el del infierno?
D I A V E I N T E Y CINCO. DIA VEINTE Y SEIS.
• ' '
Condenación eterna. JVo dilatar la penitencia.
¿Qué cosa es condenarse? H e pecado, luego y a está hecho el decreto.
1. E s p e r d e r á Dios, y perderle p a r a siem- O infierno, ó penitencia. Vuelvo á pecar, y vi-
pre.
vo contento b a j o la esperanza de convertirme;
2. E s arder en vivas llamas, v arder p a r a pero ¿quién m e asegurará tres cosas?
r
siempre. '
1. Q u e t e n d r e tiempo de hacerlo.
3. E s desesperarse sin fruto, v desesperarse 2. Que teniendole, estaré p a r a hacerlo.
Slempre ¡ siéJP
dad? ' ° P r e í í ° jaoiás! ¡O eterni- 3. Q u e haciéndolo, no volveré ya á caer, y
me condenaré.
3. Las gozaré todas, y por toda la eternidad,
FRUTO.
tin susto ni contingencia d e perderlas jamás.
Dad hoy» tres vistas á vuestras manos, y en ¡O inefable bienaventuranza!
cada una decios á vos mismo: estas manos han
FRUTO.
de llegar á secarse y podrecerse: y acostumbraos
a hacer esta refleccion c a d a mañana. Por este
medio convirtió santo Domingo á una pecadora. En qualquier pena que m e moleste, o en cual-
Cinco Pater noster, Ave María y Gloria Patri, quier deleite que me tiente, diréme á mi mis-
con los brazos en cruz. mo: cielo, rielo, gloria, bienaventuranza eterna,
como dixó S. Eelipe Neri, quando le ofrecieron
la púrpura. A la consideración de los bienes
JACULATORIA.
del cielo, aprenderé á despreciar todos los de
la tierra, como lo hacia S. Ignacio: ¡Heu. quam
Vocábi, et renuistis: Ego quoque in inte-
sorda est tora, dvm ccelvm aspicio! Decid con
nta vestro ridebo. (PROVERB. 1. 24. &c. 26.)
devocion el Salmo Laetatus sum.
Si á Dios no respondes pronta, JACULATORIA.
alma, la hora llegará
en que, aunque clames, se ria,
Momentaneum, et leve tribulationis nostrae quae
y no te quiera escuchar.
eettrnum gloriae pendvs operatur in nobis. (2.
con. 4Y> •
DIA V E I N T E Y S I E T E .
Aliento, aliento, alma mia,
La gloria. con gusto aquí padezcamos,
pues á una gota de mirra
A la-í primera e n t r a d a en el cielo, ¿qué expe-
rimentaré? r sigue de gloria un océano.

1. U n a repentina inundación y posesion de to- DIA VEINTE Y OCHO.


dos los bienes, sin mezcla de mal alguno. Go-
i a r é todos los contentos sin la menor pena. ¡O Camino del cielo.
qué consuelo tan g r a n d e será el mió!
2. Tudas estas s u m a s felicidades las gozaré en
N o hay mas que dos caminos para llegar á la
compañíaj de Jesús, d e la Virgen Madre, y de
gloria, la inocencia, y la penitencia.
todos los t ángeles y santos del cielo. ¡O qué c o -
1. ¡Conservo hasta ahora la inocencia y gra-
municación tan gustosa y tan feliz!
cia bautismal? ¡Ah, pobre de mí, cuántas veces
la he perdido, y he hecho perder á otros coa
graves y enormes pecados contra la pureza! 2. Y para esto poco, me ayuda Dios ponien-
2. ¿Pero de estos y otros pecados he hecho do !o princidal d e su parte con la gracia de sus
la penitencia conveniente? ¿Qué penitencia? Siem- inspiraciones, el valor de sus méritos, con la efi-
pre he huido de toda mortificación, buscando mi cacia de sus ejemplos.
gusto y conveniencia en todo. 3. Esto poco me lo remunera Dios con pre-
3. Siendo esto asi, ¿pienso v deseo salvarme? mio eterno: las tribulaciones momentáneas y le-
Sí. Pero ¿por qué camino? Debo entrar por una ves con un eterno gozo; los trabajos breves con
de estas dos puertas. L a inocencia la perdí, la galardón eterno; pocas penas con eterna gloria.
penitencia n o la admito; pues ¿cómo me salvaré?
FRUTO.

FROTO.
Sírvaos de estímulo la consideración del pre-
Fijad los. ojos en el cielo, y considerad aque- mio, para hacer y padecer cosas grandes por con-
lla patria dichosísima, creyendo que en ella vi- seguirle, y decid tres veces el Pater noste? y Ave
viréis eternamente, si con resolución seguís uno Maiia con Gloria Patri á la beatísima Trinidad,
d e los dos caminos propuestos. El Te Deum lau- para que altamente os imprima e n el corazon
damos. este conocimiento.
JACULATORIA.
JACULATORIA.
. •• • -X. . , , .1 -

Arcta y ta est, quae ducit ad vitam: et pauci


Si quis vult posl me venire, abneget semetip-
sunt, qui inveniunt eam. (MATTH. 7. 14.)
sum, et tolat crucém suam, et sequatur me. (MATTH.
• • . i .¡ s joluoi! K
16. 24,)
Estrecha es, alma, la senda,
que para el cielo dirije:
Alma, á conquistar el cielo,
seamos pues de aquellos pocos
Cristo es nuestro capitan:
que dar con ella consiguen.
nuestra cruz tomemos, que él
abriendo la brecha vá.
DIA V E I N T E Y N U E V E .

Conquista del cielo.

1. Poco me pide Dios para salvarme, solo que


observe su santa Ley, Ley bellísima, Ley fíusti-
slma, L e y suavísima;
>83 3S4
i-"''-. /rU
DIA TREINTA. JACULATORIA.

La eternidad. ¡bit hom• tu domum aeternitajis suot. (im.


13. 5.)
1 Irá todo hombre á la" casa de su eterni-
dad: luego yo también iré. E s t a casa cada uno ¿Qué casa e n la eternidad
se la fabrica en la vida. me cabrá? ¡ D u d a terrible!
2. El demonio con un breve placer, me con- Mas será seguramente
vida á fabricarme la eternidad en el infierno, ¡y la que yo a q u í me fabrique.
yo consiento?
3. Dios con poca penitencia me llama á ¡fu DIA T R E I N T A Y UNO.
bricarme la eternidad en el cielo: ¿y yo repug-
no? ¡O insensato d e mí, qué loco soy! Respuestas de la conciencia.

FRUTO. Pregunto á mi conciencia, y deseo que me res-


ponda.
Cuando estuviereis en la cama, probaos á es- 1. ¡Para q u é fin me ha puesto Dios en el
t a r desvelado é inmoble de un lado por espacio mundo; U n i c a m e n t e para que me salve.
de media hora á lo menos, ó recostada la ca- 2. ¿Cuántos medios me ha dado para salvar-
heza sobre una t a b l a por otro tanto tiempo, y me? Innumerables en el orden de la naturaleza,
si esto os dará t a n t a pena y fatiga, decios á vos y en el orden d e la gracia.
mismo: Pues ¿qué será padecer por toda la eter- 3. ¿Qué he hecho yo hasta ahora para sal-
nidad los tormentos del infierno? Repetid esto mis- varme? Lo p e o r que he podido, y como si es-
mo en todas las ocasiones que se os ofreciere tuviese en el m u n d o solo para condenarme.
alguna penalidad ó mortificacioní rezad siete ver-
sos del Stabat Mater Doloroso, o siete Ave Ma FRUTO.
rias, en reverencia de los siete dolores de la Vir-
gen, besando siete veces la tierra. 1. H a c e d la confesion general del mes pasa-
do, y examinad el estado de vuestra alma sobre
el progreso en los vicios, ó adelantamiento en lai
virtudes.
2. Doleí» d e lo mal hecho, y proponed efi-
cazmente emplear mejor el mes siguiente, consi-
derando que puede ser el último de vuestra vi-
da. Ofrecedle á Dios todo vuestro ser, alma y
cuerpo, potencias y sentidos, palabras, obras y pen-
samientos, y aprended aquella devota o ración de FRUTO
S. Ignacio, para repetirla todas las mañanas lue-
DE ESTAS MEDITACIONES,
go que os levanteis.
Recibid, Señor, toda mi libertad: recibid mi me-
moria, entendimiento y voluntad, con todo su ejer- que debe practicarse todos los dias, y en todas
cicio. Cuanto tengo y poseo, vos me lo habéis las acciones.
dado, y así todo os lo restituyo sin diminución
alguna: y os lo entrego para ser gobernado en- 1. Proponeos una máxima de las que se han
meditado, para gobernar por ella todas vuestras
teramente por vuestra providencia. Solo os supli-
operaciones, como será, ó la muerte, ó el juicio,
co me concedáis vuestro amor y gracia, que con
ó la presencia de Dios, ó la conformidad con su
eso me doy por bastantemente rico: ni os pido
voluntad santisima, ó la eternidad. &c. escogien-
ni deseo otra cosa alguna.
do particularmente aquella que ha hecho mayor
impresión en vuestra alma.
JACULATORIA..
2. Luego que os levanteis por la mañana, traed
á la memoria esta máxima, y en el discurso del
Quid est qtiod debui ultrá facere vina» meae,
dia, aplicadla á todas las acciones particulares. Pon-
ti non fecici. (ISAI. 5. 4.)
go por ejemplo: Si la máxima fuere la muerte,
decios á vos mismo: ¿cómo quisiera yo haber eje-
¿Alma, para que te salves, cutado esta acción en la hora última de mi muer-
Dios omitió cosa alguna? te? Si fuere el juicio, haceos presente: D e esta
Nada. Luego si te pierdes conversación, de este trato, de este negocio, he
tu sola tendrás la culpa. de dar estrechísima cuenta á Dios. E n este pun-
to, y en este mismo lugar me está mirando Dios,
que me ha de juzgar. Suplicad frecuentemente al
Señor y á la santisima Virgen, que quede fir-
memente impresa en vuestro corazon aquella má-
xima.
3. Emprended á ejercitar en todas vuestras ac-
ciones una virtud, como la humildad, el amor de
Dios, la confianza, la pureza, la mortificación &.c.,
y escoged aquella, de la cual conocéis tener ma-
yor necesidad para vencer vuestra mala inclina-
ción, para resistir á las tentaciones que mas os con-
25
vaten, ó para desarraigar el vicio que mas os do- y muy vacios de buenas obras, cuando ya no hay
mine: ejercitad frecuentes y fervorosos actos de tiempo de enmendarlo. P a r a que tú, devoto lec-
esta virtud entre dia, de suerte, que adquirais un tor, no incurras en este tan perjudicial engaño,
buen hábito y costumbre, que os dure hasta la suponiendo, que la meditación de las máximas que
muerte. • . . , te he puesto en este mes, ha excitado en tu al-
4. Esta misma practica tomareis para desar- ma algunos impulsos de devocion, y deseos de
raimar los vicios: reparad en aquellos en que fal- componer una vida muy ajustada, que te asegu-
táis con mayor frecuencia, y dirigid toda la efi- re la salvación, quiero proponerte un modo fácil
cacia de vuestros propósitos para vencerlos: des- de reducir á la práctica esos deseos, y un mé-
de la mañana tomareis esta resolución de no co- todo de acciones virtuosas para cada año, mes,
meter aquel día tal falta ó pecado, huyendo to- semana, y aun para cada dia.
das las ocasiones que os puedan hacer caer en
él, y aun esforzándoos á ejercitar los actos con- CADA A Ñ O .

^ ' T ° S ' P e r o si cayereis, haced luego un acto fer- 1. Señalar un dia para emplearle únicamen-
vorosísimo de arrepentimiento, y con disimulo al- te en el cuidado de tu alma, y en este tiempo
guna acción exterior, como un. golpe en el pe- hacer confesion general á lo menos del año pa-
cho levantar los ojos al cielo, ó fijarlos en la sado, ó desde la última, escogiendo para este efec-
t ' r r r a humillándoos por vuestra flaqueza é mcons- to un confesor docto, santo, y de quien tengas
tamia, y manifestando cuánto lo sentís. Notareis una entera satisfacción para continuar en adelan-
te en confesarte con él, y consultarle todas tus
á la noche en un cuadernillo cuantas veces ha-
cosas, lo que importa sumamente para caminar
béis caido aquel dia en tal falta, comparando un
con acierto, debiendo persuadirte, que Dios le asis-
dia con otro, v una semana con otra, para co-
tirá, mas que á ningún otro, para que te diri-
nocer la pérdida ó ganancia espiritual. Asi lo ha-
ja con su consejo.
cia y aconsejaba aquel gran maestro de J a per-
fección, S. Ignacio, con mucho adelantamiento de 2. Prepararse y disponerse para las festivida-
los que lo practicaban. des mas solemnes con particulares ejercicios de
piedad, como ayunos, penitencias, novenas, mas
REGLAS oracion^ y lección de aquella fiesta ó misterio.
3. Celebrar con particular devocion las fiestas
PARA VIVIR SANTAMENTE. del Señor y de la Virgen santísima, visitando al-
guna iglesia ó altar de su advocación, v confe-
H a y muchísimos á quienes toda la vida se les sando y comulgando aquel dia.
pa=a en propósitos, y llegando la hora de la muer-
t e se encuentran muy llenos de buenos deseos,
vaten, ó para desarraigar el vicio que mas os do- y muy vacios de buenas obras, cuando ya no hay
mine: ejercitad frecuentes y fervorosos actos de tiempo de enmendarlo. P a r a que tú, devoto lec-
esta virtud entre dia, de suerte, que adquirais un tor, no incurras en este tan perjudicial engaño,
buen hábito y costumbre, que os dure hasta la suponiendo, que la meditación de las máximas que
muerte. • . . , te he puesto en este mes, ha excitado en tu al-
4. Esta misma practica tomareis para desar- ma algunos impulsos de devocion, y deseos de
raimar los vicios: reparad en aquellos en que fal- componer una vida muy ajustada, que te asegu-
táis con mayor frecuencia, y dirigid toda la efi- re la salvación, quiero proponerte un modo fácil
cacia de vuestros propósitos para vencerlos: des- de reducir á la práctica esos deseos, y un mé-
de la mañana tomareis esta resolución de no co- todo de acciones virtuosas para cada año, mes,
meter aquel día tal falta ó pecado, huyendo to- semana, y aun para cada dia.
das las ocasiones que os puedan hacer caer en
é¡, y aun esforzándoos á ejercitar los actos con- CADA A Ñ O .

^ ' T ° S ' P e r o si cayereis, haced luego un acto fer- 1. Señalar un dia para emplearle únicamen-
vorosísimo de arrepentimiento, y con disimulo ai- te en el cuidado de tu alma, y en este tiempo
auna acción exterior, como un. golpe en el pe- hacer confesion general á lo menos del año pa-
cho levantar los ojos al cielo, ó fijarlos en la sado, ó desde la última, escogiendo para este efec-
( W r a liumillandoos por vuestra flaqueza é mcons- to un confesor docto, santo, y de quien tengas
tamia, y manifestando cuánto lo sentís. Notareis una entera satisfacción para continuar en adelan-
te en confesarte con él, y consultarle todas tus
á la noche en un cuadernillo cuantas veces ha-
cosas, lo que importa sumamente para caminar
béis caído aquel día en tal falta, comparando un
con acierto, debiendo persuadirte, que Dios le asis-
dia con otro, v una semana con otra, para co-
tirá, mas que á ningún otro, para que te diri-
nocer la pérdida ó ganancia espiritual. Asi lo ha-
ja con su consejo.
cia y aconsejaba aquel gran maestro de J a per-
fección, S. Ignacio, con mucho adelantamiento de 2. Prepararse y disponerse para las festivida-
los que lo practicaban. des mas solemnes con particulares ejercicios de
piedad, como ayunos, penitencias, novenas, mas
REGLAS oracíon^ y lección de aquella fiesta ó misterio.
3. Celebrar con particular devocion las fiestas
PARA VIVIR SANTAMENTE. del Señor y de la Virgen santísima, visitando al-
guna iglesia ó altar de su advocación, v confe-
H a y muchísimos á quienes toda la vida se Ies sando y comulgando aquel dia.
pa=a en propósitos, y llegando la hora de la muer-
t e se encuentran muy llenos de buenos deseos,
guna iglesia donde «e tiene oracion, y se hace
CADA MES. algún ejercicio de penitencia corporal; y tanto así
en la oracion como en las mortificaciones, segui-
1. Tomad por particular patrón de todo el réis el consejo de vuestro padre espiritual.
raes algún santo, celebrando su dia con ejerci-
cios de mayor piedad y devocion. C A D A DIA.
2. Determinad un dia del mes, en el cual,
por espacio 6 lo menos de media hora, os lo- 1. Dejad la cama á buena hora, y sea lo pri-
mareis cuenta del adelantamiento ó atraso que hu- mero levantar vuestro corazon á Dios, ofrecién-
biereis hecho en el aprovechamiento de vuestra al- dole todos las acciones de aquel dia: pedidle, que
ma, y lo manifestareis sinceramente á vuestro di- no permita caigais en algún pecado, especialmen-
rector. te en aquellos á que mas os inclinan vuestras pa-
3. Comulgareis en el mes las mas veces, que siones: proponed la enmienda de todo corazon:
vuestro padre espiritual os ordenare, renovando tened intención d e ganar todas las indulgencias
en ese tiempo los buenos propósitos que habéis que podáis aquel dia: encomendaos muy de ve-
hecho; v si aun no hubiereis determinado el es- ras á la Virgen santísima, al ángel custodio, al
tado que debeis tomar, este es el tiempo de pe- santo de vuestro nombre, y á los que tuviereis
dirle á Dios luz p a r a no errar una elección de por especiales abogados, y á las santas almas del
tanta consecuencia, de cuyo acierto las mas ve- purgatorio. Para ejercitar todos estos actos por
ces depende la salvación; pues teniendo á Dios la mañana, hay varias prácticas impresas; y así
dentro de vos mismo, oiréis mas de cerca su voz. os podréis valer de alguna de ellas para proce-
der con mejor método.
CADA SEMANA. 2. Emplead por lo menos un cuarto de hora
en oracion mental: oid todos los días Misa con
1. Santificareis las fisstas, á mas de oir de- devocion: leed algún libro espiritual: y procurad
votamente la Misa, acudiendo á alguna Congre- no perder el fruto, leyendo despues libros pro-
gación, asistiendo al Sermón y otros ejercicios san- fanos y dañosos. A la noche examinareis todas
tos, visitando alguna iglesia donde haya indulgen- las acciones, pensamientos y palabras de aquel
cia, ó esté expuesto el santísimo Sacramento. dia: si hallareis algo bueno, daréis gracias á Dios,
2. No dejeis en todo caso de acudir á don- á quien debeis atribuirlo: de lo malo le pedireis
de f e enseña la doctrina cristiana; y si os ha- perdón, imponiéndoos alguna penitencia, y propo-
llais en estado de instruir á otros, hacedlo con niendo la enmienda.
mucha paciencia y caridad, entendiendo que este es 3. Procurad con muy particular cuidado huir de
oficio de Apostol, y de mucho mérito para con Dios. las malas compañías, de las conversaciones inmodes-
2. Asistid siquiera u n dia á la semana á al- tas, de los juegos inmoderados, y en general vi-
vir con una suma cautela, para no caer en los de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que
lazos que cautelosamente os arma el demonio, ocul- era la última de tu vida? Puede ser que no ten-
tando el peligro de las ocasiones. gas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes
4. E n t r e dia, y con la mayor frecuencia, po- conseguir con un pequé de corazon. lo que no
déis acordaros, que Dios os mira; y particular- conseguirán con eterno llanto los condenados en
mente en las tentaciones de que fuereis comba- el infierno, que es el perdón de tus pecados. Aler-
tidos, acudid á su Magestad con algunas oracio- ta, pues, no pierdas tiempo tan precioso, por amor
nes jaculatorias. Ofrecedle vuestras acciones in- de Dios.
diferentes; el estudio; los negocios de vuestro es- Creo, Señor, que estáis íntimamente presente
tado; la recreación honesta, dando gloria al Se- á mi corazon. Os doy las gracias por los innu-
ñor en todas las cosas, y procurando en todas merables beneficios que he recibido y recibo en
aumentar vuestros merecimientos. Huid el ocio, cada instante de vuestra infinita liberalidad y mi-
origen de muchos y graves pecados; atended se- sericordia: especialmente porque me habéis con-
riamente al estudio ó al cuidado de vuestra ca- servado hasta aquí la vida, habiendo yo mereci-
sa y familia, según fuere vuestro estado; porque do tantas veces las penas del infierno por mis
esto es lo que Dios quiere de nosotros. Final- pecados. Conceded me, Padre amorosísimo, un co-
mente. tened entendido, que cual fuere vuestra razon agradecido á vuestras grandes misericordias,
vida, así lo hallareis á la hora de la muerte. A y el logro de esta meditación, á mayor honra y
vi/a mors, á marte aeternitas. gloria vuestra, y bien de mi alma. Esté yo en
vuestra divina presencia con la humildad, aten-
MODO D E PREPARARSE, ción y reverencia de alma y cuerpo, que corres-
ponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que
COMENZAR Y FINALIZAR LA ORACION MENTAL. tantas veces os ha despreciado con ofenderos en
vuéstra misma presencia. Detesto de todo mi co-
Advierte, alma mia, que estás en la presencia razon mis pasadas ingratitudes: las aborrezco por
de Dios, mas íntimamente presente á su Mages- ser ofensas de vuestra infinita bondad: rae pesa
tad, que á tí misma. Está mirando el Señor to- en el alma de haberos ofendido por ser quien
dos tus pensamientos, afectos y movimientos inte- sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser
rior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, desprecios de un Dios infinitamente bueno. Dad-
eso eres, y nada mas, pobre, miserable é inmunda me, Criador y dueño mío amabilisimo, verdade-
con la abominable lepra de todos ios pecados con ra contrición de todos mis pecados, y propósito
que has ofendido hasta aquí su infinita bcndad. Pe- firmísimo de la enmienda.
ro el Señor, obligado del peso de su misma infini- Bien conozco que no hay en mí otra cosa que
ta misericordia, desea mas que tú misma darte la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en
el perdón general de todas tus tulpas, y el logro vuestra divina presencia mas que un condenado,
y condenado tan innumerables veces, cuantas he
repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. E X A M E N PARA LA ORACION.
Compadeceos, Dios mió, de mis tinieblas, no per-
mitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñad- ;Si previne los puntos antes de acostarme?
me á tener oraeion: regid mi memoria, alumbrad ;Si procuré dormirme pensando en ellos?
mi entendimiento, moved mi voluntad. Obligaos de •Si al despertar procuré traerlos á la memoria?
vuestra misma bondad, y de los méritos infinitos ,Si previne el fruto que habia de sacar
de vuestra santísima vida, pasión y muerte, y de ¿Si previne la composicion del lugar, y la peti-
los méritos é intercesión de vuestra santísima Ma-
dre. Poned, Señora, en mi corazon aquellos pen- 5 Si consideré con quién iba á hablar?
samientos, afectos y determinaciones que son del ¡Si hice el acto de humildad y resignación?
agrado de vuestro santísimo Hijo. •Si el de conformidad y reverencia?
¿Si actué la presencia de Dios?
COLOQUIO ¿ÍÁ ofrecí la oraeion? ,
ÍSi ejercité las tres potencias por su oraen? #
¡Si estando bien en un punto pasé a otro, o a
AL RIN DE LA MEDITACION.
la contra? .
Clementísimo Dios y Señor de mi corazon, dul- jSi tuve distracciones y no las resistif
císimo Jesús mió, Sacramentado dueño de mi al- ¡Si me dejé llevar de sequedad y pereza?
ma: os doy las gracias con todo el afecto de mi ¿Si de desconsuelos y tibieza?
pobre corazon, porque me habéis concedido es- /Si me procuré avivar?
te tiempo para que medite: perdonad, Señor, las ¡Si tuve consuelos, y como me huve en ellosí
distracciones, negligencias, flojedad, y todos los de- ¿Si procuré sacar loque llevaba, y qué fruto sa-
más defectos en que he incurrido en esta medi- qué?
tación. Quedo e n ella c o n v e n c i d o . . . . Y resuel- ¿Si me dejé vencer del sueno?
t o . . . . Conozco que todos mis pecados, aunque ¿Si hice el coloquio?
tan enormes, no pueden extinguir vuestra infini- ¡Si me enmendé de las faltas pasadas?
ta bondad. En ella espero firmemente, que me ha- ¿Si me conformé con Dios en lo adverso?
béis de ayudar con vuestra gracia, para que eter- ¿Si tuve deseos de salir presto?
namente os ame, os sirva, conozca y ponga en ¿Si tuve deseos de aprovecharme?
todo por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo ¿Si descendí á casos particulares?
espero de vuestra infinita piedad y misericordia, ¿Si hice propósitos, y cuales?
y de los méritos y poderosísima intercesión de Buscar el medio de cumplirlos.
vuestra santísima Madre.
AD MAJOKEM DEI GLORUM.
Ave Maña.
Para la santa Casa de Ejercicios de México, dispuso
DON MANUEL ANTONIO VALDES,

los siguientes

SONETO 1.°
i
MUERTE.

e asustas, hombre, de que llegue el dia


Ultimo de tu vida, el dia en que mueras?
Luego mal vives, pues si bien vivieras,
Esta memoria no te asustaría:
La fiel correspondencia y armonía
Que guardan vida y muerte consideras;
Por eso intimidado muerte esperas
Que éco sea triste de tu vida impía:
E l que bien vive, vive con confianza-
D e pasar de una vida transitoria
A otra en que siempre ser feliz afianza:
¿Y cómo ha de asustarle esa memoria?
Sentirá de la muerte la tardanza,
Pues cuanto vive mas, pierde de gloria.
308
397
SONETO 3.®
SONETO
INFIERNO.
JUICIO.

o " f -" *
é aquí el lugar en donde congregado
ia llegará, mortal, en que abrazada Está cuanto horrible hay, donde encendido
Será toda la tierra, y reducido U n fuego se halla tan enardecido
Cuanto hoy sobre ella alhaga tu sentido, Como que por su Autor es atizado:
A humo, ceniza, polvo, viento, nada. Aquí cada Prescito es castigado
Funesta trompeta, entonces, la llamada Con el tormento á su maldad medido:
Hará mas general, y á su sonido No hay potencia sin pena, no hay sentido
Recobrando la¡vida, conducido Que no sea vivamente atormentado.
Serás á Josafat: jó qué jornada! Mas annque este penar sea tan horrible,
Allí, si fuiste pecador, deJ justo Sin variación, continuo, interminable.
Serás en el momento separado: Hay tormento mayor, aun mas terrible:
¡Oh qué dolor! ¡oh qué aflicción! ¡qué susto! Aborrecer á Dios un miserable
Vendrá el. supremo Juez: serás juzgado, En aquel mismo tiempo en que visible
Y oirás el trueno de su lábio augusto: S e hace á su comprensión cuanto es amable.
Maldito, el fuego eterno id condenado.
399
I N D I C E

SONETO 4: DE LO CONTENIDO EN ESTA OBRA.

G L O R I A . TOM. PRIMERO.

LECCION I. Del último fin del hombre 13.


§, 11. Fin de las otras criaturas 22 •
b a t a l l a s t e , alma, firme contendiste
III. Ejemplo 28-¿
Por entrar á la gloria, y aunque estrecha LECCION II. De los castigos de los pecados, y
Viste su puerta, cual ligera flecha primeramente en los ángeles 33.
II. Castigos de Adán y su posteridad.. 40.
Por ella al fin feliz te introdujiste:
§. III. Ejemplo 46.
Dinos ahora, ¿qué luego en ella viste LECCION 111. Proceso de los pecados propios... 51.
Que tan harta te tiene y satisfecha? II. Daños de los pecados 58.
§. III. Ejemplo 60.
¿De qué sus muros son? ¿Si de oro es hecha? LECCIÓN IV. Del punió inevitable de la muerte. 70
¿De qué piedras preciosas se reviste? §. II. Incerlidumbre de la muerte, 78
Pero si viste á Dios, ya viste cuanto §. III. Ejemplo 85
LECCION V. De el juicio 90
S e puede apetecer: ¡ó qué hermosura! II. Eximen y sentencia del juicio 97
¡De ángeles y hombres ella es el encanto! §. III. Ejemplo 103
LECCION VI. De las -penas del infierno, y prime-
¡Ella es de todos la divina hartura!
ro de la pena de sentido 108
¡Mortales! enjugad ya vuestro llanto, II. Penas de las potencias del alma 119
Que, si quereis, es vuestra esta ventura. §. III. Vision de santa Francisca Romana 127
IV. Ejemplo.. 137
LECCION VIL Del hijo pródigo 142
II. Acogida que le hizo el padre 149
§. III. Ejemplo 157
LECCION VIII. Del reino de Cristo. 162
§. II. Convite á seguir este Rey j'68
§. III. Ejemplo 176
399
I N D I C E

SONETO 4: DE LO CONTENIDO EN ESTA OBRA.

G L O R I A . TOM. PRIMERO.

LECCION I. Del último fin del hombre 13.


§, 11. Fin de las otras criaturas 22 •
b a t a l l a s t e , alma, firme contendiste
III. Ejemplo 28-¿
Por entrar á la gloria, y aunque estrecha LECCION II. De los castigos de los pecados, y
Viste su puerta, cual ligera flecha primeramente en los ángeles 33.
II. Castigos de Adán y su posteridad.. 40.
Por ella al fin feliz te introdujiste:
§. III. Ejemplo 46.
Dinos ahora, ¿qué luego en ella viste LECCION 111. Proceso de los pecados propios... 51.
Que tan harta te tiene y satisfecha? II. Daños de los pecados 58.
§. III. Ejemplo 60.
¿De qué sus muros son? ¿Si de oro es hecha? LECCIÓN IV. Del punto inevitable de la muerte. 70
¿De qué piedras preciosas se reviste? §. II. Incertidumbre de la muerte. 78
Pero si viste á Dios, ya viste cuanto §. III. Ejemplo 85
LECCION V. De el juicio 90
S e puede apetecer: ¡ó qué hermosura! II. Eximen y sentencia del juicio 97
¡De ángeles y hombres ella es el encanto! §. III. Ejemplo 103
LECCION VI. De las penas del infierno, y prime-
¡Ella es de todos la divina hartura!
ro de la pena de sentido 108
¡Mortales! enjugad ya vuestro llanto, II. Penas de las potencias del alma 119
Que, si quereis, es vuestra esta ventura. §. III. Vision de santa Francisca Romana 127
IV. Ejemplo.. 137
LECCION VIL Del hijo pródigo 142
II. Acogida que le hizo el padre 149
§. III. Ejemplo 157
LECCION VIII. Del reino de Cristo. 162
§. II. Convite á seguir este Rey j'68
III. Ejemplo 176
LECCION IX, De la Encarnación y Nacimiento
de Jesucristo 181.
11. Admirable nacimiento de Jesucristo. 188.
§. 111. Ejemplo 19o.
LECCION X. De la vida y doctrina de Jesucristo. 201.
§. II. Excelencias de la doctrina de Cristo 210.
§, III. Ejemplo.. 210.
LECCION XI. De las dos randeras de Cristo y
de Lucifer , 220.
II. Y andera de Cristo 228.
III. Ejemplo 23 T.
LECCION XII. De la Institución del santísimo
Sacramento 241.
II. Motivos de correspondencia á tan gran bebé.
ficio 21a.
§. 111. Ejemplo 257.
LECCION XIII. De la pasión de Jesucristo 262.
II. Azotes y Coronacion 270.
§. III. Ejemplo 279.
LECCION XIV. De la Crucificcton de Jesucristo. 283.
II. Muerte de Cristo 290.
§. III. Ejemplo . 299.
LECCION XV. De la Resurrección de Cristo y
gloria del cielo 304.
II. De la gloria eterna 313.
III. Ejemplo 321.
LECCION XVI. Del amor de Dios 326.
II. Otras finezas del amor de Dios. 334.
§. III. Ejemplo 341.
s
Breves Meditaciones sobre los cuatro Novísimos.... 48.
Reglas para vivir santamente 387.
Modo de prepararse, comenzar y finalizar la ora-
cion mental 391.
Examen para la oracion 394.
Sonetos de los cuatro Novísimos 393.

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