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SECTAS, UN PROBLEMA Y UN DESAFIO

Casi todos hemos tenido alguna vez la visita de un par de personas que nos
lanzan una frase impactante y desean conversar insistentemente. También hemos
visto en las calles grupos, sobre todo de jóvenes que cantan y bailan animadamente,
algunos con llamativas tenidas como los "Hare Krishna". Las sectas fundamentalistas
y movimientos religiosos, son una tremenda realidad en nuestro país y continente. El
hecho de que muchos catolicos se pasen a las sectas es un agudo problema. Es
imperioso, que como agentes pastorales reflexionarr y buscar pistas de discernimiento.
La Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunida en Santo Domingo
abordó esta situación. Primero se refieren a las sectas fundamentalistas,
definiéndolas como grupos religiosos que insisten en que sólo la fe en Jesucristo salva
y que la única base de la fe es la Sagrada Escritura, interpretada de manera personal
y fundamentalista, con la exclusión de la Iglesia, y la insistencia en la proximidad del
fin del mundo y del juicio próximo.
En segundo lugar, las conclusiones de Santo Domingo se refieren a los nuevos
movimientos religiosos o movimientos religiosos libres. Aquí hay que distinguir
formas para- cristianas o semi-cristianas, como Testigos de Jehová y Mormones.
Comúnmente muy proselitistas, milenaristas y con facetas organizativas
empresariales. Luego tenemos formas esotéricas con un iluminismo acentuado y
ocultismo religioso. Tal es el caso de corrientes espiritistas, rosacruces, gnósticos,
teósofos, etc. Están también las filosofías y cultos con rasgos orientales con
experiencia de vida en común tales como Hare Krishna, la Luz Divina, Ananda Marga,
etc. Los grupos derivados de las grandes religiones asiáticas, ya sea del budismo, del
hinduismo o del islam. Empresas socio-religiosas, como la secta Moon o la Nueva
Acrópolis marcadas por eficientes campañas publicitarias de corte proselitista, que
insisten en la conversión inmediata y la sanación, donde resaltan las denominadas
"iglesias electrónicas". Finalmente, una multitud de centros de "sanación" y de cultos
terapéuticos. Últimamente, tendríamos que agregar a esta lista grupos satánicos o
cultos demoníacos que rayan en lo patológico, con influencia generalmente de
sustancias alucinógenas.
Un estudio más detallado de estos fenómenos obviamente excede este escrito.
Sin embargo, debemos de reflexionar el porqué de esta situación. Dejando de lado
motivaciones psicológicas, sociológicas o culturales y el propio afán proselitista de
estas sectas, es innegable que en su crecimiento influyen factores que no poderamos
en nuestra pastoral. Existe en estos grupos “una oferta” que atrae eficazmente. Se
presentan como comunidades mas bien pequeñas, con grandes lazos afectivos
donde se permite la participación directa de todos y se encuentra "solución” a
problemas con mas o menos simples ritos de sanación. Los ministros suelen ser del
pueblo, ofreciendo un mensaje concreto que confiere seguridad religiosa. Todo ello
adornado con alegres y vivas celebraciones.
Las propuestas de estos grupos nos debe hacer meditar. No es cosa de hacer
otro producto en esta misma línea obviamente, sino de distinguir y precisar qué nos
está pasando que nuestro pueblo tradicionalmente católico, toma estos otros rumbos.
Una reflexión en realidad urgente, que tendriamos que haberla realizado mucho antes.
La respuesta, constituye un gran desafío teológico y pastoral, que tiene profundidad y
protagonistas. Tampoco tener la actitud es de "entablar una guerra santa" con la
sectas, cayendo justamente en el error de ellas mismas sino más bien cuestionar y
desafiarnos en nuestra llegada. Hay aquí una desafiante tarea de la cual no podemos
prescindir como católicos. Tener “opciones transformadoras” como lo plantea el Papa
Francisco para la evangelizaciòn (Evangelii Gaudium 27). Una primera pista la
constituyen nuestras parroquias y capillas para que sean mas espacios de relación,
oración y formación que generan un laicado activo y consciente de su papel en la
Iglesia. Otra pista podría ir en la línea de incentivas liturgias vivas, participativas y
unidas a la vida concreta, no solo presididas por sacerdotes. Además, no olvidando la
permanente reflexión y amistad con las Sagradas Escrituras. Otro surco puede ser
lograr momentos creativos de encuentro con Jesucristo, haciéndolo vivo en la realidad
de cada persona, en nuestros Retiros y Ejercicios Espirituales. También tener
presente el aspecto misionero y evangelizador como tambien hoy lo reitera el papa
Francisco; perder el miedo a salir a las casas y tocar una puerta. Romper nuestra
"comodidad" como católicos a lo cual hemos sido mal acostumbrados. Además, un
área sensible son los jovenes, por lo tanto, debemos ser imaginativos y privilegiar el
contacto con ellos.

Todo lo expresado son meras sugerencias. La realidad es compleja y debemos


seguir reflexionando. Quizás, en último término, el propio testimonio de cada uno de
los que participamos en la Iglesia es lo más importante. Personas que
transparentemos a un Dios vivo, con nuestras debilidades y grandezas, entregando un
cálido mensaje de misericordia, que antes que todo acoja. Una responsabilidad y un
continuo desafío.

Juan Carlos Bussenius, S.J.

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