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Los adolescentes, en la actualidad, crecen en un mundo incierto en el que los valores

son poco claros, las culturas están cambiando y la estructura familiar se está alterando. Estas

circunstancias afectan la transición del adolescente a la edad adulta (Setzer, 2017), Por tanto,

es de vital importancia detectar problemas emocionales en adolescentes a partir de métodos

psicométricos.

Existen varias pruebas psicométricas orientadas hacia los adolescentes en México

(Calleja, 2011). Algunas de ellas son:

Inventario autodescriptivo del adolescente: ​Explora variables relacionadas con

aspectos familiares, sociales, escolares, de salud y personal descritos por los adolescentes.

​ ide la opinión de un hijo respecto


Escala de relación con papá [del adolescente]: M

de los vínculos que mantiene con su padre.

Cuestionario de temas de conflicto [entre padres y adolescentes]: ​Evalúa las áreas en

las que los adolescentes perciben que tienen conflictos en sus relaciones con sus padres y la

intensidad de dicho conflicto.

Escala de relación papá/mamá [de adolescentes]: ​Evalúa la percepción que tiene

el(la) adolescente de la frecuencia de ocurrencia de las conductas que su papá y mamá

realizan para expresar afecto e interés en él(ella).

Escala de habilidades comunicativas del adolescente en el ambiente familiar: ​Evalúa

las conductas que utiliza el adolescente para emitir, recibir y significar información sin que

suceda distorsión del mensaje, con el objetivo de disminuir los conflictos en las relaciones

interpersonales en el ámbito familiar. Se miden tres dimensiones: cognitiva, afectiva y

conductual.
Históricamente, la adolescencia como constructo aparece a finales del siglo XIX y principios

del siglo XX, periodo en el cual hubo una notoria movilización juvenil y se acuñó el término

de generación (Souto, 2007).

La adolescencia constituye un amplio campo de estudio para diferentes disciplinas

como la antropología, la pedagogía, la biología del desarrollo, la sociología y, por supuesto,

la psicología. Es una etapa entre la niñez y la edad adulta, la cual se caracteriza por profundas

transformaciones biológicas, psicológicas y sociales.

Este periodo implica cambios físicos y emocionales para los propios adolescentes y

también cambios en la organización y relaciones familiares. Presenta una transición vital

importante y consta de transiciones diferentes. Debe entenderse como una etapa de crisis

personal, intransferible en un esquema de desarrollo biopsicosocial de un ser humano.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adolescencia transcurre entre

los 11 y 19 años; es el inicio de la pubertad el que marca el pasaje de la niñez a esta fase.

Se caracteriza, con independencia de las influencias sociales y culturales, por las

siguientes características universales:

1. Crecimiento corporal dado por el aumento de peso, estatura y cambios de la

forma y dimensiones corporales.

2. Aumento de la masa y fuerza muscular, más marcado en el varón.

3. Ya que los procesos biológicos no siempre ocurren de manera armónica, es

común que se presente torpeza motora, incoordinación, fatiga, trastornos de

sueño, que pueden generar trastornos emocionales y conductuales de manera

transitoria.

4. Desarrollo sexual caracterizado por la maduración de los órganos sexuales.


5. Los aspectos psicosociales presentes en esta etapa son: búsqueda de la

identidad, tendencia grupal, manifestaciones y conductas sexuales,

contradicciones en la manifestación de la conducta, problemas con los padres

relacionados con la dependencia o necesidad de separación, actitud social

reivindicativa y necesidad de formulación y respuestas para un proyecto de

vida.

Ceñal y Casas (2005) describen las tres etapas de la adolescencia:

​ ntre los 12 y 13 años. Cambia la imagen corporal previa,


Adolescencia temprana: E

creando una gran preocupación y curiosidad por los cambios físicos. El grupo de amigos,

normalmente del mismo sexo, sirve para contrarrestar la inestabilidad producida por estos

cambios, en él se compara la propia normalidad con la de los demás y la aceptación por sus

compañeros de la misma edad y sexo. Los contactos con el sexo contrario se inician de forma

“exploratoria”. También, se inician los primeros intentos de modular los límites de la

independencia y de reclamar su propia intimidad pero sin crear grandes conflictos familiares.

Adolescencia media: ​Entre los 14 y 17 años. El crecimiento y la maduración sexual

prácticamente han finalizado adquiriendo alrededor del 95% de la talla adulta y siendo los

cambios mucho más lentos, lo que permite restablecer la imagen corporal. La capacidad

cognitiva va siendo capaz de utilizar el pensamiento abstracto, Tienen una sensación de

omnipotencia e invulnerabilidad con el pensamiento mágico de que a ellos jamás les ocurrirá

ningún percance; esta sensación facilita los comportamientos de riesgo que conllevan a la

morbimortalidad (alcohol, tabaco, drogas, embarazo, etc.) de este período de la vida y que

puede determinar parte de las patologías posteriores en la época adulta.


Adolescencia tardía: ​Entre los 17 y 21 años. El crecimiento ha terminado y ya son

físicamente maduros. El pensamiento abstracto está plenamente establecido. Están orientados

al futuro y son capaces de percibir y actuar según las implicaciones futuras de sus actos.

Cada etapa trae consigo sus propios cambios físicos, emocionales, psicológicos y de

comportamiento. En este periodo crítico se alcanza la madurez biológica y sexual y con ello,

la capacidad de reproducción. Los jóvenes establecen su independencia emocional y

psicológica, aprenden a entender y vivir su sexualidad y a considerar su papel en la sociedad

del futuro (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia [UNICEF], 2002).

Personalidad

Se refiere a las características únicas y distintivas de cada persona respecto a la de los

demás. La personalidad implica lo predecible en la acción o reacción de una persona ante

diversas circunstancias es el elemento en que sostienen el pensamiento, las emociones y la

conducta. La herencia y el ambiente interaccionan para formar la personalidad.

Las características heredadas o resultantes de las condiciones en el embarazo y

nacimiento, diferencian a unos niños de otros, entre las características implícitas se encuentra

de manera parcial la inteligencia y el temperamento. De acuerdo con muchos psicólogos, hay

periodos críticos en el desarrollo de la personalidad y el individuo se encuentra sensible a los

sucesos del medio. Las experiencias familiares del niño son cruciales en el desarrollo de la

personalidad a medida en que se satisfacen las necesidades del ser humano durante la

infancia. Otros investigadores destacan la importancia de las tradiciones culturales. Los

rasgos de un individuo, se combinan para formar a la personalidad, manifestada a través del

tiempo.
Existen problemas importantes en donde la salud y el bienestar emocional están

relacionados, los problemas de salud mental. Se ha considerado que durante el último

decenio, ha aumentado de manera considerable el interés en este tema, con educadores,

profesionales al cuidado de la salud mental e investigadores académicos debatiendo los

aspectos asociados con la promoción de la salud mental.Para Millon y Davis (1998), la

personalidad se constituye a partir de la interacción de varias dimensiones, que son visibles y

susceptibles de evaluación desde la adolescencia. Esta etapa incluye “vivencias, sentimientos

y actitudes contradictorias en diferentes ámbitos de la vida del adolescente […] desde la

propia conformación de la identidad personal […] esto hace que el adolescente sea

especialmente vulnerable al estrés y la desadaptación psicológica” (Vinet & Forns, 2006).

La personalidad del sujeto incluye su capacidad para funcionar de manera mentalmente sana

o no y afrontar los cambios, retos y dificultades que el entorno le presenta. Al no estar la

habilidad idónea para responder a las demandas del medio surgen los trastornos mentales.

El desarrollo de la personalidad durante la adolescencia es crucial. Existen numerosas

teorías de cómo que intentan explicar cómo cada persona desarrolla su personalidad,

diferenciándola del resto. Todas ellas se agrupan en cuatro categorías: las teorías del

aprendizaje, las psicoanalíticas, las humanistas y las de tipos y rasgos (Sánchez, 2008).

Frecuentemente, cuando hablamos sobre la personalidad de alguien, nos referimos a

lo que diferencia a esa persona de los demás, incluso lo que le hace única. A este aspecto de

la personalidad se conoce como diferencias individuales. Para algunas teorías, esta es la

cuestión central. Éstas prestan una atención considerable a tipos y rasgos de las personas,

entre otras características, con los cuales categorizar o comparar. Los teóricos de la

personalidad están interesados en la estructura del individuo y sobre todo sobre la estructura

psicológica; es decir, cómo se “ensambla” una persona, cómo “funciona” ( Boeree, 2005).
Basado en la experiencia humana y en los estudios antropológicos, Erikson 1998) dice

que la existencia de un ser humano depende, en todos los momentos, de tres procesos de

organización complementarios: a) ​el proceso biológico: que envuelve la organización

jerárquica de los sistemas biológicos, orgánicos y el desarrollo fisiológico – ​el soma;​ b) el

proceso psíquico​: que envuelve las experiencias individuales en síntesis del ‘Yo’, los

procesos psíquicos y la experiencia personal y relacional – ​la psique​; c) el ​proceso

ético-social​: que envuelve la organización cultural, ética y espiritual de las personas y de la

sociedad, expresadas en principios y valores de orden social – ​el ethos​.

La perspectiva de Erikson fue organizar una visión del desarrollo del ciclo completo

de la vida de la persona humana, -extendiéndolo en el tiempo, de la infancia a la vejez, y en

los contenidos, el psicosexual y el psicosocial-, organizados en ocho estadíos (Bordignon,

2005).

Estadío V: Adolescencia (de 12 a 20 años)

El período de la pubertad y de la adolescencia se inicia con la combinación del

crecimiento rápido del cuerpo y de la madurez psicosexual, que despierta intereses por la

sexualidad y formación de la identidad sexual. La integración psicosexual y psicosocial de

esta etapa tiene la función de la formación de la identidad personal en los siguientes aspectos:

a) identidad psicosexual por el ejercicio del sentimiento de confianza y lealtad con quien

pueda compartir amor, como compañeros de vida; b) la identificación ideológica por la

asunción de un conjunto de valores; c) la identidad psicosocial por la inserción en

movimientos o asociaciones de tipo social; d) la identidad profesional; y e) la identidad

cultural y religiosa, además de fortalecer el sentido espiritual de la vida. Se establece la ​fuerza

distónica l​ a cual es la confusión de identidad, de roles, la inseguridad y la incertidumbre en la

formación de la identidad. La relación social significativa en esta etapa es la formación de


grupo de iguales, por el cual el adolescente busca la sintonía e identificación afectiva,

cognitiva y comportamental con aquellos con los cuales puede establecer relaciones

autodefinitorias; superar la confusión de roles; establecer relaciones de confianza, estabilidad

y fidelidad; consolidar las formas ideológicas. La fuerza específica que nace de la constancia

en la construcción de la identidad es la fidelidad y la fe. La fidelidad es la solidificación y

asunción de los contenidos y proceso de su identidad, un justo equilibrio -entre la formación

de la identidad y la confusión- alimenta la búsqueda constante de nuevos estadíos de

perfeccionamiento del amor, de la profesión, de la cultura y de la fe. En el afán de superar su

confusión el adolescente puede unirse a formas ideológicas totalitarias por las cuales se deja

atraer (Erikson, 1987; Bordignon, 2005).

Identidad

La búsqueda de identidad es un aspecto esencial de la experiencia misma de la

adolescencia y los problemas relativos a la identidad con frecuencia constituyen una zona de

conflicto importante. El término de identidad, “perspectiva y dirección fundamental que cada

joven debe forjarse para sí mismo, unidad operativa, producto de remanentes efectivos de la

niñez y de las esperanzas de su prevista edad adulta” (Erikson, 1958). No solo el adolescente

lucha por su identidad, sino que los demás miembros de la familia también están cambiando,

hay situaciones dentro del contexto familiar que pueden provocar una “crisis” de identidad.

Comprensión social

El desarrollo de la competencia social es esencial para la adolescencia “incluye la

construcción de estrategias para enfrentar los cambios de las relaciones interpersonales y

redefinir el sentido del sí-mismo, a nuevas realidades sociales” (Steven, 1984). El lugar para
construir esas estrategias y redefinir esa autoimagen es en la familia, quie actúa en el

individuo como un taller para el aprendizaje de capacidades sociales.

El ​narcisismo en la adolescencia se caracteriza por el hecho de que el adolescente se

considera el centro de atención de la familia, se produce en el adolescente una especie de

sensación de omnipotencia y le hace sentir que no necesita adaptarse a las realidades

sociales y, en consecuencia, no tiene por qué cambiar.

Lo exterior a la persona, lo que conforma el ambiente, la naturaleza, los seres, las

personas, etc., así mismo como las relaciones entre estas entidades, que constituyen un

entorno, un contexto y un volumen dentro del cual vive y se perfila la personalidad de cada

individuo. También en este exterior existe el tiempo, un factor fundamental de las vidas, el

cual se mencionara en otras oportunidades, su influencia es tan determinante que “lo

consideramos como problema crucial del realismo” (Popper, 1967).

La diferenciación individual aparece en relación con el modo como se conoce ese

exterior y cómo influye en la persona

Capacidad cognitiva

La capacidad intelectual del adolescente se empieza, en términos de rendimiento

intelectual, coeficiente intelectual y limitaciones orgánicas para el rendimiento.

No significa que sea indispensable para medir o evaluar el rendimiento de una

persona. El término de inteligencia remite a un proceso constructivo en el que intervienen la

combinación de factores orgánicos, psicológicos y sociales lo cual permite al ser humano

desarrollar un comportamiento adecuado inteligente. Significa pasar a un estado de menor

conocimiento a uno de mejor conocimiento.


El principio interaccionista plantea que la inteligencia se construye a partir de la

interacción del sujeto con su objeto de conocimiento, así, a partir de la acción de un sujeto

con su objeto de conocimiento, aparecen poco a poco aproximaciones conductuales de

carácter inteligente que permiten al sujeto solucionar problemas presentados por el ambiente.

Las conductas inteligentes evolucionan cada vez más y de ese modo se construyen etapas en

el desarrollo de características de diferentes períodos, también existe una evolución

psicogenética de tipo cognitivo formada por diferentes etapas o periodos sensorio motriz, de

la inteligencia intuitiva, de operaciones concretas y operaciones formales.

Factores de riesgo

Durante la adolescencia hay un incremento en el número de actividades consideradas

como comportamientos problemáticos o de riesgo. Estos factores tienen un origen tanto

interno como externo, y están implicados en ellos aspectos personales, familiares y sociales.

Entre ellos destacan:

1. Robos y vandalismo

2. Familias disfuncionales

3. Deserción escolar

4. Accidentes

5. Consumo de alcohol y drogas

6. Enfermedades de transmisión sexual asociadas a las prácticas riesgosas

7. Embarazo

8. Desigualdad de oportunidades en términos de acceso a los sistemas de salud y

educación

9. Baja autoestima
10. Problemáticas emocionales como la ansiedad, depresión, ataques de pánico y

estrés

11. Condiciones ambientales insalubres, marginales y poco seguras

Lo anterior expuesto repercute a nivel individual, a nivel de las familias, comunidades y, de

forma menos directa en las prácticas culturales, por lo que es necesario implementar los

factores de protección.

Según Páramo (2011), hay dos tipos: En primera instancia están los ​factores

protectores de amplio espectro​, o sea, indicativos de mayor probabilidad de conductas

protectoras que favorecen el no acontecer de daños o riesgos, por ejemplo una familia

contenedora, con buena comunicación interpersonal; alta autoestima, locus de control interno

bien establecido y sentido de vida elaborado. Por otro lado se encuentran, los ​factores

protectores específicos a ciertas conductas de riesgo, por ejemplo el uso del cinturón de

seguridad o tener relaciones sexuales con uso de preservativo.

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