Cada vez que un extranjero visita Cartagena su mapa o estadía se ve delimitados por las zonas exclusivas, lo cual es de esperarse ya que en una ciudad con tantos atributos paisajísticos se vuelve inevitable el hecho de tener que explotar todas sus maravillas históricas. Sin embargo, las personas que visitan la ciudad solo alcanzan a conocer la Cartagena elegante y cálida, sin llegar a imaginar todo el río de dificultades sociales, incompetencia gubernamental, riqueza cultural y explosión enérgica que constituye la verdadera Cartagena, la de nosotros los locales. Quienes no pertenecen a esa elite social que habita en la zona Norte son quienes le imprimen el sello de autenticidad a la ciudad, desde el valor de las artesanías hasta el baile de la champeta con su cultura picotera. Es necesario exponer nuestra verdadera identidad a los foráneos que buscan ahondar en nuestro pequeño paraíso, que si bien tiene sus momentos de infierno, también cuenta con manifestaciones sociales que demuestran la esencia una región alegre. La brecha social, pobres y ricos, que caracteriza la ciudad debe ser eliminada con una buena dosis de cultura ciudadana e integración cultural globalizada. Es en la base de nuestras costumbres donde debemos dar cambios serios que jueguen a favor de una sociedad civilizada y moderna, que a partir de sus elementos folclóricos pueda edificar una ciudad para mostrar a cabalidad, dejando de lado la segregación de lo bonito con lo real. Es necesario romper con los estereotipos que cohíben la participación de la población de clase baja y media en asuntos turísticos ya que para generar mayor valor como ciudad es imprescindible reconocer todas nuestras fortalezas, las cuales conllevan a integrar nuestros hábitos culturales con expectativa social de los visitantes. El estado debe jugar un papel sumamente relevante para la invención de planes turísticos que relacionen el cosmopolitismo de los extranjeros con la realidad cartagenera, ya que es absurdo disfrutar de una realidad a medias, sin llegar a conocer más allá de los monumentos históricos del centro histórico o las playas de Bocagrande,