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ECONOMÍA POLÍTICA

P. NIKITIN
¿QUÉ ESTUDIA LA ECONOMÍA POLÍTICA?
La Economía política marxista-leninista es parte de la ciencia íntegra del
marxismo-leninismo.
El marxismo-leninismo es la ciencia de las leyes que rigen el desarrollo de la
sociedad, la ciencia de la revolución socialista y la dictadura del proletariado, la ciencia
de la construcción de la sociedad socialista y comunista. El marxismo-leninismo es una
doctrina íntegra y armoniosa que comprende tres partes: la Filosofía, la Economía
política y la teoría del Comunismo Científico. La Economía política es una parte
importante del marxismo-leninismo, ya que trata de la base de la vida de la sociedad
humana.
La producción de bienes materiales es la base de la vida de la sociedad
Hace ya mucho tiempo que surgió el problema de móvil que hace progresar a la
sociedad humana. A este respecto se han expuesto distintos criterios. Por ejemplo, los
representantes de la religión vienen afirmando que el desarrollo se produce obedeciendo
a la voluntad divina. Sin embargo, la ciencia y la práctica han demostrado que no
existen fuerzas sobrenaturales. También se ha difundido la opinión, compartida hoy
todavía por muchos hombres de ciencia burguesa, de que el desarrollo de la sociedad
depende en grado decisivo del medio geográfico es decir, de determinadas condiciones
naturales (clima, suelo, minerales, etc.). Claro que el medio geográfico es una de las
condiciones indispensables para el desarrollo de la sociedad, pero no la determinante. A
lo largo de tres mil años, por ejemplo, se han sucedido en Europa tres regímenes
sociales distintos, y en Europa Central y Oriental, incluso cuatro. Mientras tanto,
durante el mismo período, las condiciones geográficas de Europa no experimentaron
cambio alguno, y si se produjo fue tan insignificante que la geografía apenas lo registra.
Hay quien considera que la marcha de la historia depende de la voluntad de
personalidades eminentes: hombres de Estado, jefes militares, etc. En realidad, las
personalidades eminentes aceleran o retardan el advenimiento de uno u otro
acontecimiento, pero no pueden cambiar el curso de la Historia.
¿Cuáles son, pues, las fuerzas determinantes del desarrollo de la sociedad? Marx
fue el primero en responder a esta pregunta.
Para vivir, los hombres necesitan alimentos, vestido, calzado, vivienda y otros
bienes materiales. Y para poseer estos bienes, tienen que producirlos, tienen que
trabajar. Cualquier sociedad está condenada a desaparecer si deja de producir bienes
materiales. Por eso, la producción de los bienes materiales es, como enseña Marx, la
base de la vida y del desarrollo de cualquier sociedad.
¿Qué se debe entender, pues, por producción de bienes materiales? En el proceso
de producción de los bienes materiales concurren el trabajo del hombre, los medios de
trabajo y el objeto que ha de ser elaborado.
El trabajo es la actividad racional del hombre encaminada a la producción de
bienes materiales. En el proceso del trabajo, el hombre ejerce su influjo sobre la
naturaleza para adaptar los objetos de ésta a sus necesidades. El trabajo es patrimonio
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exclusivo del hombre, una eterna necesidad natural y la primera condición de toda la
vida humana. Según expresión de Engels, el trabajo ha creado al propio hombre.
El proceso de la producción es inconcebible sin los medios de trabajo. Medios
de trabajo son todas las cosas de que se sirve el hombre para actuar sobre los objetos
que han de ser elaborados. Figuran entre ellos las máquinas, el utillaje, instrumentos,
instalaciones, edificios destinados a la producción, todos los tipos de transporte, los
canales, las líneas de conducción de energía eléctrica, etc. La tierra es también un medio
universal de trabajo. De todos estos medios de trabajo, corresponde el papel decisivo a
los instrumentos de producción. De los instrumentos de trabajo de que se vale el hombre
depende precisamente su poder sobre la naturaleza. Marx señala que las épocas
económicas se distinguen unas de otras no por lo que se produce, sino por los
instrumentos que se emplean en la producción de bienes materiales.
Los hombres se valen de los instrumentos de producción para actuar sobre los
objetos del trabajo, es decir, aquello sobre lo que recae el trabajo del hombre. Y como el
trabajo del hombre recae sobre la naturaleza circundante, la propia naturaleza (la tierra y
el subsuelo, las aguas) es objeto universal del trabajo. Todos los objetos primarios del
trabajo se encuentran en la naturaleza. El hombre debe adaptarlos para satisfacer sus
necesidades.
Los medios y los objetos del trabajo forman, en conjunto, los medios de
producción. De por sí, los medios de producción, como es lógico, no pueden crear
bienes materiales. La maquinaria más perfecta es ineficaz si no interviene el hombre. De
ahí que el factor decisivo de toda producción sea el hombre, su fuerza de trabajo.
Las fuerzas productivas y las relaciones de producción
En cualquier fase de desarrollo que se hallara, la producción siempre ha tenido
dos aspectos: las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Las fuerzas productivas son los medios de producción y, ante todo, los
instrumentos de trabajo creador por la sociedad, así como los hombres que producen
bienes materiales. Precisamente los hombres, gracias a su experiencia y hábitos de
trabajo, son los que accionan los instrumentos de producción, los perfeccionan, inventan
máquinas y amplían sus propios conocimientos científicos. Con ello se asegura el
desarrollo continuo de las fuerzas productivas y se despliega la producción de bienes
materiales en medida creciente.
Sin embargo, los hombres no producen los bienes materiales trabajando
aisladamente, sino en común, en grupos o en sociedades. Tomemos, a título de ejemplo,
una fábrica de calzado de nuestros días. ¿Cuántos hombres trabajan en ella para
producir una clase de mercancía: el calzado? Centenares e incluso millares, todavía
trabajan más personas para esta empresa en la fabricación de máquinas, el curtido de
pieles, la producción de hilos, agujas, etc. Por consiguiente, en el proceso de la
producción de bienes materiales, los hombres se hallan vinculados entre sí, dependen
los unos de los otros y contraen determinadas relaciones.
Marx dio el nombre de relaciones de producción o económicas a las que surgen
entre los hombres en el proceso de la producción, el cambio y la distribución de los
bienes materiales. Las relaciones de producción pueden ser relaciones de cooperación y
ayuda mutua de hombres libres de la explotación o bien relaciones de explotación del
hombre por el hombre. Esto depende de quien es el propietario de los medios de
producción: la tierra y el subsuelo, los bosques, las fábricas, los instrumentos de trabajo,
etc. Cuando los medios de producción son propiedad privada y no pertenecen a toda la
sociedad, sino a determinadas personas, grupos o clases sociales, se establecen
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relaciones de explotación del hombre por el hombre, relaciones de dominación y
subordinación. Bajo el capitalismo, los obreros carecen de medios de producción y por
eso, precisamente, se ven forzados a trabajar para los capitalistas. En el socialismo, los
medios de producción pertenecen a toda la sociedad. De ahí que en él no haya
explotación del hombre por el hombre y las relaciones entre las personas sean de
cooperación amistosa y ayuda mutua socialista.
Las relaciones entre los hombres y los medios de producción determinan la
situación y el lugar que ocupan los hombres en la producción y los medios de
distribución de los productos del trabajo. Por ejemplo, en el capitalismo, la burguesía,
que es la propietaria de los medios de producción, dispone de todos los productos del
trabajo de los obreros, mientras la mayoría de estos últimos vive sumida en la miseria.
En el socialismo, en el que los medios de producción pertenecen al pueblo (son
propiedad social), la distribución de los artículos de consumo se efectúa según el trabajo
y se asegura la elevación constante del nivel de vida material y cultural de todos los
trabajadores. Este es el contenido de las relaciones de producción (económicas) entre
los hombres.
La historia del desarrollo de la sociedad humana conoce cinco tipos
fundamentales de relaciones de producción: el de la comunidad primitiva, el esclavista,
el feudal, el capitalista y el socialista, correspondiente a la primera fase del comunismo.
Cada uno de ellos tiene por base una forma determinada de propiedad de los
instrumentos y medios de producción. Así, la base de las relaciones de producción de
los regímenes esclavista, feudal y capitalista es la propiedad privada de los medios de
producción que siempre ha originado y origina inevitablemente la división de la
sociedad en clases hostiles, en explotadores y explotados. Por eso, el rasgo fundamental
de la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo es la encarnizada lucha de clases.
Únicamente no hay lucha de clases en el socialismo, en el que la base de las relaciones
de producción es la propiedad social, socialista, sobre los medios de producción; la
sociedad consta de clases amigas: obreros, campesinos y la capa social formada por los
intelectuales.
Las fuerzas productivas sumadas a las relaciones de producción forman
conjuntamente el modo de producción.
Las fuerzas productivas constituyen el elemento más dinámico del modo de
producción, se modifica continuamente debido a que los hombres perfeccionan sin cesar
los instrumentos de trabajo y acumulan experiencia productiva. Por lo que respecta a las
relaciones de producción, cambian según va cambiando el nivel de desarrollo de las
fuerzas productivas y ejercen, a su vez, su influjo sobre el desarrollo de éstas.
Cuando las relaciones de producción corresponden al nivel de desarrollo de las
fuerzas productivas, éstas progresan con todo éxito. Los países socialistas, donde la
producción se desarrolla intensamente, sin crisis ni paro forzoso, porque se basa en la
propiedad social sobre los medios de producción, ofrecen un ejemplo de
correspondencia de las relaciones de producción con el nivel de las fuerzas productivas.
Cuando las relaciones de producción no corresponden al nivel de desarrollo de
las fuerzas productivas, constituyen un freno para el desarrollo de la producción. Los
países capitalistas ofrecen un ejemplo de falta de correspondencia de las relaciones de
producción con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. En ellos la producción
progresa lentamente, durante las crisis económicas llega incluso a retroceder, y muchos
millones de trabajadores pierden el empleo y van a engrosar las filas de los parados.
Esto se debe a que en la sociedad burguesa domina la propiedad privada capitalista
sobre los medios de producción, lo que constituye un impedimento para el progreso de
las fuerzas productivas.
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Cada nivel determinado de desarrollo de las fuerzas productivas requiere las
correspondientes relaciones de producción. En ello consiste la ley económica de la
correspondencia de las relaciones de producción con las fuerzas productivas,
descubierta por Marx. Dicha ley pone al desnudo la base económica de las revoluciones
sociales. Cuando las relaciones de producción se retrasan respecto al desarrollo de las
fuerzas productivas y frenan su progreso, forzosamente tienen que ceder su lugar a
otras nuevas. En la sociedad dividida en clases hostiles el cambio de las relaciones de
producción se opera siempre mediante la revolución social.
Sólo en la sociedad socialista, donde no existen clases hostiles, el desarrollo de
las relaciones de producción no se realiza a base de revoluciones sociales, sino mediante
su modificación armónica según van progresando las fuerzas productivas.
Del modo de producción en conjunto debe distinguirse la base de la sociedad. Se
entiende por base el conjunto de las relaciones de producción dominantes en la sociedad
de que se trate, vinculadas a un determinado nivel de las fuerzas productivas. La base de
la sociedad puede ser antagónica y no antagónica. Las bases de las sociedades
esclavista, feudal y capitalista son antagónicas, ya que sus cimientos son la propiedad
privada sobre los medios de producción y las relaciones de dominación y subordinación,
de explotación del hombre por el hombre. La base de la sociedad socialista no es
antagónica, ya que su cimiento es la propiedad social sobre los medios de producción y
queda excluida toda clase de explotación.
La base engendra la correspondiente superestructura y determina su desarrollo.
Se entienden por superestructura los conceptos políticos, filosóficos, jurídicos,
artísticos, religiosos, etc., de la sociedad y los institutos que les corresponden. En la
sociedad dividida en clases, la superestructura tiene un carácter clasista. La clase
dominante crea a tenor con sus conceptos, los institutos llamados a defender sus
intereses clasistas.
Tanto la base como la superestructura sólo existen durante un período
determinado. Al cambiar la base cambia también la superestructura. Así, el cambio de la
base feudal y su sustitución por la capitalista tuvo como consecuencia la sustitución de
la de la superestructura feudal por la capitalista; la aparición de la base socialista hizo
aparecer la superestructura socialista y destruyó la capitalista. Si bien la superestructura
es, en conjunto, engendrada por la base, algunos elementos de la nueva superestructura
pueden surgir en las entrañas de la vieja sociedad, ya que en ella aparecen ideas y
conceptos inherentes a la clase de vanguardia. Por ejemplo, en la sociedad capitalista
surge la ideología proletaria, correspondiente a la nueva clase revolucionaria, el
proletariado.
El modo de producción de los bienes materiales, como unidad de las fuerzas
productivas y las relaciones de producción, conjuntamente con la superestructura
correspondiente, constituyen la formación económico-social.
La historia conoce cinco formaciones económico-sociales: la de la comunidad
primitiva, la esclavista, la feudal, la capitalista y la comunista, cuya primera fase es el
socialismo. A cada una de ellas corresponde su propia economía, sus conceptos, ideas e
institutos. El desarrollo de las formaciones económico-sociales comienza por la inferior
y progresa hacia la superior. Así, el feudalismo cedió su lugar al capitalismo, y éste, el
socialismo, fase inferior del comunismo. La raíz del surgimiento, desarrollo y
destrucción de las formaciones económico-sociales se halla en las leyes del desarrollo
de la sociedad.
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Las leyes económicas del desarrollo de la sociedad
El marxismo-leninismo enseña que no se debe concebir la naturaleza y la
sociedad como una aglomeración fortuita de fenómenos aislados, exentos de relaciones
mutuas. Al contrario, todos los fenómenos de la naturaleza y la sociedad guardan
relación entre sí y se condicionan mutuamente. Esa profunda relación entre los
fenómenos se expresa en las leyes del desarrollo de la naturaleza y la sociedad. La
misión de la ciencia es descubrir dichas leyes.
El desarrollo de la sociedad tiene por base las leyes económicas que expresan
toda la diversidad de las relaciones sociales de producción, distribución, cambio y
consumo. Para la Economía política, como ciencia, tiene mucha importancia el
descubrimiento de las leyes económicas que rigen el desarrollo de la sociedad.
Las leyes de la naturaleza y la sociedad poseen un rasgo común: su carácter
objetivo, es decir, surgen y actúan independientemente de que las conozcamos o no, de
que sea deseable o no una u otra ley. Ello quiere decir que los hombres no pueden crear
nuevas leyes. Lo único que pueden hacer es descubrirlas. Ahora bien, el que las leyes
sean objetivas no quiere decir que los hombres se vean impotentes ante ellas. Pueden
conocerlas y aprovecharlas en beneficio de la sociedad. Así, al conocer la ley de la
correspondencia de las relaciones de producción con las fuerzas productivas, el
proletariado de los países socialistas, dirigidos por los partidos comunistas y obreros y
en alianza con el campesinado, derrocó en su tiempo el Poder de los explotadores y
procedió a la construcción de la nueva sociedad.
A diferencia de las leyes de la naturaleza, las leyes económicas poseen varias
peculiaridades. La primera peculiaridad consiste en que no son muy duraderas y actúan
en el curso de un determinado período histórico. Los móviles fundamentales de la
vigencia de las leyes económicas son las condiciones económicas concretas, es decir, las
relaciones de producción, la base de la sociedad. Al pasar de una formación a otra, las
viejas relaciones de producción se liquidan y son reemplazadas por otras. Esto
determina, precisamente, la desaparición de unas leyes económicas de la palestra
histórica y el surgimiento de otras.
Por ejemplo, en los países socialistas, a resultas de la liquidación de la propiedad
privada capitalista de los medios de producción, surgieron nuevas leyes económicas,
mientras que las viejas perdieron su vigor.
En cada formación económico-social actúan muchas leyes económicas. Las que
no rigen más que en una formación sola se denominan leyes económicas específicas.
Entre ellas destaca la ley económica fundamental, que determina el objetivo de la
sociedad y los medios a emplear para lograrlo.
Además de las específicas existen leyes inherentes a todas las formaciones
económico-sociales. Figura entre ellas, por ejemplo, la ley de la correspondencia de las
relaciones de producción con las fuerzas productivas. Dicha ley expresa los vínculos
indispensables y la interdependencia de los dos aspectos de la producción social, o sea,
las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
La segunda peculiaridad de las leyes económicas se refiere a su aplicación en la
sociedad. Se trata de que, a diferencia de las leyes de la naturaleza, en la que el
descubrimiento y la aplicación de una nueva ley transcurren de un modo más o menos
suave, en la esfera económica el descubrimiento y la aplicación de una nueva ley
tropiezan con la mayor resistencia por parte de las fuerzas condenadas a desaparecer. La
aplicación de las leyes económicas en la sociedad dividida en clases tiene un carácter
clasista.
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Estas son las peculiaridades de las leyes económicas que las distinguen de las
leyes de la naturaleza.
En todos los modos de producción las leyes económicas pueden actuar y
manifestarse de modo espontáneo o como “una necesidad hecha conciencia”, es decir,
aplicarse de modo consciente.
En las formaciones económico-sociales antagónicas, donde impera la propiedad
privada de los medios de producción, las leyes económicas actúan de modo espontáneo,
independientemente de que sean conocidas o no. Por ejemplo, bajo el capitalismo
proceso de producción tiene carácter social, todas las ramas están vinculadas entre sí y
dependen la una de la otra. Pero este carácter social del proceso de producción se basa
en la propiedad privada, es decir, cada capitalista persigue en su empresa sus fines de
lucro egoístas, trata de obtener el máximo de ganancia. Los vínculos y proporciones
necesarios entre las ramas de la producción se plasman espontáneamente,
experimentando constantes e innumerables fluctuaciones: hoy abundan unas
mercancías, mañana pueden escasear y así sucesivamente. De este modo se explica que
las fuerzas económicas actúen respecto a cada capitalista como una fuerza que se halla
por encima de él, que no se deja dominar. Como es lógico, unos u otros capitalistas
pueden conocer las leyes económicas del capitalismo, pero son impotentes para cambiar
el carácter espontáneo de esas leyes.
En el socialismo, la propiedad social sobre los medios de producción crea las
premisas para que sean conocidas las leyes económicas y aplicadas conscientemente en
beneficio de la sociedad.
Definición del objeto de la Economía política
Como se ha señalado ya, la base de la vida y del progreso de la sociedad es la
producción de bienes materiales, el modo de producción. Ahora bien, la Economía
política no estudia la producción más que desde el punto de vista de las relaciones entre
los hombres en el proceso de la producción. Estudia la base de la sociedad. “La
Economía política no se ocupa en modo alguno de la “producción”, sino de las
relaciones sociales de los hombres en la producción, del régimen social de la
producción, escribía V. Lenin. Al mismo tiempo, la Economía política no puede por
menos de tener en cuenta la interdependencia de las fuerzas productivas y las relaciones
de producción. Tampoco puede desentenderse en absoluto de la superestructura, ya que
ésta nace de la base y ejerce un gran influjo sobre la base.
La Economía política estudia, por consiguiente, las relaciones de producción
(económicas) entre los hombres. Entre ellas figuran: las formas de propiedad de los
medios de producción; la posición que ocupan los distintos grupos sociales en la
producción y las relaciones mutuas entre ellos; las formas de distribución de los bienes
materiales.
La Economía política estudia la base del desarrollo de la sociedad.
Así, la Economía política es la ciencia del desarrollo de las relaciones sociales
de producción, es decir, de las relaciones económicas entre los hombres. Estudia las
leyes que gobiernan la producción y la distribución de los bienes materiales en la
sociedad humana a lo largo de las diversas fases de su desarrollo.
De dicha definición se infiere que la Economía política es una ciencia histórica.
Muestra la trayectoria de desarrollo que va desde las fases inferiores de la sociedad
hasta sus fases superiores, pone de manifiesto cómo todo el curso del desarrollo
histórico prepara la necesidad objetiva de la victoria del modo comunista de producción.
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La Economía política es una ciencia clasista, con espíritu de partido, trata de las
relaciones entre los hombres entre las clases , y se ocupa de sus intereses vitales.
¿Es inevitable el hundimiento del capitalismo y el triunfo del comunismo? Como
es lógico, la Economía política burguesa da una respuesta negativa a esta pregunta, ya
que expresa los intereses de la clase capitalista.
Los economistas burgueses sólo se hallaban en condiciones de analizar más o
menos objetivamente la realidad mientras la burguesía era una clase ascendente,
mientras el desarrollo del capitalismo correspondía a los intereses del desarrollo de la
sociedad. A ello se debe que en su tiempo se destacaran en la economía burguesa
eminentes hombres de ciencia, como A. Smith y D. Ricardo, que hicieron un análisis
científico de las relaciones de producción de la sociedad burguesa.
Pero hace ya mucho que han pasado esos tiempos. Desde que la clase obrera
comenzó a actuar como fuerza independiente, opuesta a la burguesía, y el progreso de la
lucha de clases llegó a ser ya un prenuncio del hundimiento del capitalismo, la
Economía política burguesa perdió su carácter científico. Pasó a ocuparse únicamente
de la defensa por todos los medios del capitalismo caduco y a luchar contra la ideología
de la clases obrera.
La elaboración de la Economía política sobre bases verdaderamente científicas
se debe a Marx, Engels y Lenin, los jefes de la clase obrera.
En la obra principal de Marx –El Capital- está concentrado todo lo que ha dado
el marxismo antes de Lenin en la esfera de la Economía política. En dicho trabajo, a
base de un análisis del régimen capitalista se demuestra científicamente que son
inevitables el hundimiento del capitalismo y la victoria del comunismo.
Lenin continuó, en las nuevas condiciones históricas la causa de Marx y Engels,
elevando a un peldaño superior la Economía política. El gran mérito de Lenin consiste
en haber hecho un análisis científico de la fase superior y última del capitalismo, el
imperialismo. El análisis del imperialismo y, ante todo, la ley descubierta por Lenin
acerca de la desigualdad del desarrollo económico y político del capitalismo en el
período del imperialismo sirvieron de base a la nueva teoría de la revolución proletaria.
Lenin demostró que la revolución había de triunfar en primer lugar en un país o
en unos cuantos. Sobre la base de este genial descubrimiento se estructuró toda la
estrategia y la táctica del Partido Comunista en el período de preparación y realización
de la Gran Revolución Socialista de Octubre, así como en el período posterior de la
lucha por la victoria del socialismo en la URSS. Al nombre de Lenin va unida la
creación de la Economía política del socialismo.
La teoría económica marxista-leninista se desarrolla con espíritu creador en las
resoluciones del Partido Comunista de la Unión Soviética, de los partidos comunistas y
obreros de otros países y en las obras de los discípulos de Lenin. Vemos un ejemplo de
desarrollo creador de todo el marxismo leninismo, y particularmente de la Economía
política marxista-leninista, en la elaboración que ha aportado el XXII Congreso del
PCUS de problemas tan cardinales como el de las dos fases del desenvolvimiento de la
sociedad comunista y las leyes del desarrollo y transformación del socialismo en
comunismo; la creación de la base técnica y material del comunismo; la creación de la
base técnica y material del comunismo, las vías de fomento y aproximación de las dos
formas de propiedad socialista, la supresión de las diferencias clasistas y la
consolidación de la igualdad social; la formación de las relaciones sociales comunistas;
las condiciones de aplicación del principio fundamental del comunismo: “de cada cual,
según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades”, la culminación de la
revolución cultural y la educación del hombre nuevo. Se enfocan todos los aspectos del
problema de la organización política de la sociedad durante su tránsito al comunismo.
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¿Cuál es, pues, la importancia de la Economía política?
La importancia de la Economía política marxista-leninista consiste en que
pertrecha a la clase obrera y a todos los trabajadores con el conocimiento de las leyes
del desarrollo económico de la sociedad y permite a los trabajadores dar la solución más
acertada a los problemas que se plantean ante ellos. A los trabajadores de los países
capitalistas muestra las causas de su esclavitud, miseria y privaciones. Muestra que la
opresión y el empobrecimiento de la clase obrera y de todos los trabajadores no
dependen de tal o cual elemento fortuito ni de los caprichos de uno u otro capitalista,
sino de todo el sistema capitalista. Por eso únicamente la inconciliable lucha de clases,
la liquidación del capitalismo y la instauración de la dictadura del proletariado liberan a
los trabajadores de las cadenas de la explotación.
La Economía política marxista-leninista descubre a los pueblos de los países
subdesarrollados en el aspecto económico las verdaderas causas de su atraso y miseria.
Muestra que la opresión y el saqueo de los pueblos de las colonias y los países
dependientes son engendros del imperialismo y de su sistema colonial. Por espacio de
varios siglos, un puñado de países imperialistas sojuzgó por medio de la violencia y el
engaño la población de las colonias, que constituía la mayor parte de la humanidad, y la
redujo a la condición de esclavos. Únicamente la enérgica lucha contra el imperialismo,
y todas sus manifestaciones pueda proporcionar a estos pueblos la independencia
nacional y el progreso.
La Economía política muestra en que dirección debe avanzar la construcción del
socialismo y del comunismo en los países que se han liberado del yugo capitalista,
enseña las ventajas del sistema socialista de economía respecto al capitalista y
demuestra que es inevitable la victoria del comunismo. El conocimiento de las leyes de
la economía socialista brinda a las masas populares la posibilidad de intervenir
conscientemente en la construcción del comunismo.
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CAPÍTULO I
LOS MODOS PRECAPITALISTAS DE PRODUCCIÓN
En este capítulo examinaremos someramente el surgimiento, el desarrollo y las
causas de la desaparición de los modos de producción de la comunidad primitiva, y de
los regímenes esclavista y feudal.
1. El modo de producción de la comunidad primitiva
La vida surgió en la Tierra hace unos 900 millones de años, y los primeros
hombres aparecieron hace menos de un millón de años.
La primera formación económico-social fue el régimen de la comunidad
primitiva, que duró muchos cientos de miles de años. Con él comienza el desarrollo de
la sociedad. Al principio los hombres eran semisalvajes y se hallaban indefensos ante
las fuerzas de la naturaleza. Se alimentaban principalmente de los vegetales que
encontraban en la naturaleza: raíces, frutos silvestres, nueces, etc.
Los primeros instrumentos del hombre fueron la piedra, labrada toscamente a
golpe, y el palo. Posteriormente, al adquirir poco a poco experiencia, los hombres
aprendieron a construir instrumentos sencillos, útiles para golpear, cortar y cavar.
En la lucha contra la naturaleza tuvo mucha importancia el descubrimiento del
fuego, que permitió variar los alimentos del hombre primitivo. El invento del arco y la
flecha constituyó una nueva época en el desarrollo de las fuerzas productivas del
hombre primitivo. Gracias a ello los hombres pudieron dedicarse más a la caza de
animales. A la alimentación se sumaba cada vez más la carne de las fieras cazadas. El
desarrollo de la caza dio lugar al surgimiento de la ganadería primitiva. Los cazadores
comenzaron a domesticar animales.
La agricultura se mantuvo durante mucho tiempo a un nivel muy bajo. El
empleo de las bestias como fuerza de tiro hizo más productivo el trabajo del agricultor,
y la agricultura dispuso de una base firme para su progreso. El hombre primitivo
comenzó a pasar a la vida sedentaria.
Las relaciones de producción en la sociedad primitiva se veían determinadas por
el estado de las fuerzas productivas. La base de las relaciones de producción era la
propiedad colectiva de las distintas comunidades sobre los primitivos instrumentos de
trabajo y medios de producción. La propiedad colectiva correspondía al nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas de aquel período. Los instrumentos de trabajo de la
comunidad primitiva eran tan toscos que no permitían al hombre primitivo luchar solo
contra las fuerzas de la naturaleza y las fieras. Por eso, los hombres vivían en grupos o
comunidades y administraban colectivamente su hacienda (la caza, la pesca, la
preparación de la comida).
A la par con la propiedad comunal de los medios de producción existía la
propiedad personal de los miembros de la comunidad sobre algunos instrumentos de
trabajo que eran, al mismo tiempo, armas para defenderse de las fieras.
En la sociedad primitiva el trabajo era muy poco productivo y no creaba
excedente alguno, sino lo más indispensable para la vida. La actividad laboral se basaba
en la cooperación simple, es decir, muchas personas ejecutaban un mismo trabajo. Allí
no había explotación del hombre por el hombre y se practicaba la distribución
igualitaria de los escasos alimentos entre los miembros de la comunidad.
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Mientras se operaba el proceso de separación del hombre del mundo animal, los
hombres vivían en manadas. Posteriormente, al formarse la hacienda fue
constituyéndose poco a poco la organización gentilicia de la sociedad, es decir, sólo se
agrupaban para el trabajo conjunto los hombres unidos por vínculos de parentesco. Al
principio, la gens se componía de unas decenas de personas, pero luego pasó a contar
con varios centenares. Al perfeccionarse los instrumentos de trabajo surgió en la gens la
división natural del trabajo. Entre los hombres y las mujeres, entre los adultos, los niños
y los ancianos. La especialización de los hombres en la esfera de la caza y de las
mujeres en la recolección de alimentos vegetales dio lugar a cierto aumento de la
productividad del trabajo.
Al pasar a la ganadería o pastoreo y al cultivo de la tierra se produjo la división
social del trabajo, es decir, una parte de la sociedad empezó a dedicarse a la agricultura,
y la otra, a la ganadería. Esta división en tribus pastoras y agricultores constituyó en la
historia la primera gran división social del trabajo.
La primera división social del trabajo elevó la productividad del mismo. En las
comunidades apareció cierto excedente de unos productos y la demanda de otros. Esto
creó la base para el intercambio entre las tribus agricultoras y las ganaderas. Con
posterioridad –cuando los hombres aprendieron a fundir las menas metálicas, el cobre y
el estaño (se aprendió a fundir el hierro algo más tarde), y a fabricar instrumentos,
armas y vasijas de bronce, y el invento del telar de mano alivió sensiblemente la
producción de tejidos y de ropa- comenzaron a destacarse poco a poco en las
comunidades unos miembros que se dedicaron a dichos oficios, y los productos de
artesanía pasaron a ser objeto de cambio.
El progreso de las fuerzas productivas elevó considerablemente la productividad
del trabajo del hombre y su poder sobre la naturaleza y le proporcionó más artículos de
consumo. Pero estas nuevas fuerzas productivas desbordaban ya el marco de las
relaciones de producción existentes. El estrecho marco de la propiedad comunal y la
distribución igualitaria de los productos del trabajo trabaron el desarrollo de las fuerzas
productivas. Desapareció la necesidad del trabajo conjunto y apareció la necesidad del
trabajo individual, ya que éste se hizo más productivo. El trabajo colectivo exigía la
propiedad colectiva de los medios de producción, mientras que el individual engendraba
la propiedad privada. Surge la propiedad privada de los medios de producción, y con
ella, la desigualdad patrimonial entre los hombres, tanto las distintas gens como dentro
de cada una de ellas. Los hombres comienzan a dividirse en ricos y pobres.
Al progresar las fuerzas productivas, el hombre comenzó a obtener ya más
medios de subsistencia de los necesarios para su vida. En tales condiciones se hizo
posible el empleo del trabajo de otras personas en la hacienda propia, ya que ese trabajo
ajeno rendía cierto excedente de productos, que podía acumularse para cambiar por
productos que no se obtenían en la hacienda. Esos trabajadores los suministraba la
guerra: los prisioneros se convertían en esclavos. Al principio, la esclavitud tenía un
carácter patriarcal (doméstico), pero luego se convirtió en el modo principal de
existencia del nuevo régimen. El trabajo de los esclavos acentuaba cada vez más la
desigualdad, las haciendas que empleaban el trabajo de los esclavos se enriquecían con
mucha rapidez. Posteriormente, al incrementarse la desigualdad patrimonial, los ricos
pasaron a convertir en esclavos no sólo a los prisioneros, sino también a los miembros
de sus propias tribus empobrecidos o empeñados. Así surgió la primera división clasista
de la sociedad en esclavistas y esclavos. Apareció la explotación del hombre por el
hombre. Desde ese período toda la historia de la humanidad hasta la construcción del
socialismo es la historia de la lucha de clases, de la lucha entre los explotados y los
explotadores.
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La creciente desigualdad entre los hombres dio lugar a la formación del Estado
como órgano de opresión de la clase explotada por la explotadora. Así nació la
esclavitud sobre las ruinas del modo de producción de la comunidad primitiva.
2. El modo esclavista de producción
La esclavitud es la primera forma de explotación, la más burda y descarada
habiendo existido en la historia de casi todos los pueblos.
El paso de la sociedad primitiva al esclavismo tiene por base el crecimiento de
las fuerzas productivas, el desarrollo de la división social del trabajo y el cambio.
En la época del régimen esclavista, por haberse aprendido a fundir el hierro,
comenzaron a predominar los instrumentos de dicho metal, que ayudaron a
ampliar el
marco de la actividad laboral del hombre. El hacha de hierro per
mitió talar bosques y desarraigar arbustos para dedicar los campos al cultivo; el arado con reja de hierro
hizo
posible el cultivo de terrenos relativamente grandes. La agricultura no sólo producía ya
cereales y legumbres, sino también vino y aceite. La fabricación de instrumentos
metálicos originó la aparición de un grupo de hombres aparte, los artesanos, cuyo
trabajo fue adquiriendo un carácter cada vez más independiente. Se produjo la segunda
gran división social del trabajo: los oficios se separaron de la agricultura.
Al separarse los oficios de la agricultura prosiguió el desarrollo del cambio. En
la medida en que se ampliaba el cambio fue apareciendo el dinero, la mercancía
universal por medio de la cual se valoran todas las demás mercancías y que sirve de
intermediario en el cambio. El progreso de la división del trabajo y del cambio
dio lugar a la aparición de personas dedicadas a comprar y vender
mercancías. Se produjo la
tercera gran división social del trabajo: la segregación de los mercaderes. Estos se
aprovechaban de que los pequeños productores estaban separados
del mercado, les compraban sus mercancías a bajo precio y las
vendían en el mercado a precios elevados.
El desarrollo de los oficios y el cambio originó la parición de las
ciudades. Al principio, la ciudad se distinguía poco de la aldea, pero
gradualmente comenzaron a concentrarse en las ciudades los oficios
y el comercio. Así comenzó la ciudad a
separarse del campo.
El desarrollo de las fuerzas productivas, la sucesiva división social del trabajo y
el cambio acentuaron aún más la desigualdad patrimonial. De una parte estaban los
ricos, que habían concentrado en sus manos el ganado de labor, los instrumentos de
producción y el dinero. De la otra parte se hallaban los pobres, que se arruinaban más y
más y se veían forzados a recurrir al préstamo de los ricos. Hicieron su aparición la
usura, el deudor y el acreedor, “La lucha de clases del mundo antiguo reviste
primordialmente la forma de una lucha entre acreedores y deudores, terminando en
Roma con la desaparición del deudor plebeyo, sustituido por el esclavo”1. Apareció la
gran hacienda esclavista. Los esclavistas ricos pasaron a poseer centenares y miles de
esclavos. Se apoderaban de enormes extensiones de tierra y creaban grandes haciendas
esclavistas, que en la Roma antigua se denominaban latifundios. En dichas fincas
trabajaban enormes masas de esclavos.
Las relaciones de producción de la sociedad esclavista tenían como base la
propiedad del esclavista tanto de los medios de producción (la tierra, los aperos, etc.),
como de los trabajadores, o sea, los esclavos. Estos se consideraban como un objeto que
pertenecía entera y totalmente al propietario. Se decía que el esclavo era un apero que
hablaba. En la sociedad esclavista, el esclavo no se distinguía del hacha o del buey más
1 C. Marx, El Capital, ed. en ruso, t. 1, pág. 142.
Pag. 12
que por el don de la palabra. En todos los demás aspectos era propiedad de su señor, lo
mismo que el ganado, la casa, la tierra o los aperos.
La explotación de los esclavos fue adquiriendo formas excepcionalmente
crueles. Se les trataba peor que al ganado. Los conducían al trabajo a latigazos, y por los
más insignificantes errores les imponían rigurosos castigos que incluso les costaba la
vida. El esclavista no respondía ante nadie por la muerte de un esclavo. Se apropiaba de
todo el producto del trabajo del esclavo. Este recibía una cantidad insignificante de
medios de subsistencia, lo suficiente para no morirse de hambre y poder seguir
trabajando en provecho del amo.
A base del trabajo de los esclavos, el mundo antiguo alcanzó un auge
considerable económico y cultural. Sobre los huesos de innumerables generaciones de
esclavos floreció la cultura. Muchas ramas del saber (las matemáticas y la astronomía,
la mecánica y la arquitectura) prosperaron en medida considerable. Pero el modo
esclavista de producción, pese a todos los progresos conseguidos en comparación con el
régimen de la comunidad, era una traba en el camino del progreso sucesivo de la
humanidad.
El modo esclavista de producción llevaba en sus entrañas profundas e
inconciliables contradicciones, que fueron la causa de su desaparición. Ante todo, la
forma esclavista de explotación exterminaba a los propios esclavos, la principal fuerza
productiva de la sociedad. Esta es la razón de las frecuentes sublevaciones de los
esclavos contra las bárbaras formas de explotación. Además, constituían la base de la
hacienda esclavista los esclavos obtenidos mediante la guerra en otros países. La
principal fuerza para librar las guerras la constituían los campesinos y los artesanos, que
engrosaban las filas de los ejércitos y cargaban con todo el peso de los impuestos
indispensables para hacer las guerras. Pero, debido a la competencia de la gran
producción, basada en el trabajo barato de los esclavos, se arruinaban las
haciendas de los campesinos y los artesanos. Esto minaba el poderío económico,
político y militar de los Estados esclavistas. Las derrotas fueron sucediendo a
las victorias y se agotó la fuente constante de esclavos baratos. Todo ello originó
la decadencia general de la producción.
“Empobrecimiento general; retroceso del comercio, de los oficios manuales y
del arte; disminución de la población; decadencia de las ciudades; descenso de la
agricultura a un grado inferior: tales fueron los últimos resultados de la dominación
romana universal”.2
Al hacer su aparición, el modo esclavista de producción contribuyó al
crecimiento de las fuerzas productivas. Su desarrollo posterior, como hemos visto,
causó la destrucción de las fuerzas productivas. Por eso, las relaciones de producción
basadas en el trabajo del esclavo se convirtieron en una traba para el progreso de las
fuerzas productivas de la sociedad. El trabajo de los esclavos que carecían en absoluto
de interés por los resultados de la producción, ya no tenía razón de existir. Surgió la
necesidad histórica de sustituir las relaciones de producción esclavistas por otras que
cambiasen la situación de los esclavos, la principal fuerza productiva de la sociedad.
Al producirse la ruina de las grandes haciendas basadas en el trabajo de los
esclavos se fue haciendo más ventajosa la hacienda pequeña. Por eso aumentó el
número de esclavos manumitidos, registrándose al mismo tiempo el fraccionamiento de
los latifundios en pequeños campos cultivados por colonos. El colono ya no es esclavo,
sino agricultor que adquiere en usufructo vitalicio una determinada superficie de tierra
por la cual abona cierta cantidad de dinero o de productos. El colono no es un
2 F. Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, pág. 170.
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arrendatario libre, sino que está adscrito a la parcela: no puede abandonarla, pero puede
ser vendido junto con ella. Los colonos fueron los antecesores de los campesinos
siervos medievales.
Así en las entrañas del régimen esclavista comenzó a engendrarse el modo
nuevo, el modo feudal de producción.
Paralelamente al desarrollo de la economía esclavista se iba agudizando más y
más la lucha de clases entre oprimidos y opresores. Dicha lucha desembocaba en
sublevaciones de esclavos contra los esclavistas. A los esclavos sublevados se adherían
campesinos y artesanos libres explotados por los grandes propietarios de tierras y el
Estado esclavista. De las numerosas sublevaciones de esclavos, la más importante fue
la acaudillada por Espartaco (años 74-71 a de n.e).
Los golpes internos se fueron entrelazando cada vez más con los asestados desde
fuera, lo que originó el hundimiento definitivo del régimen esclavista.
3. El modo feudal de producción
El régimen feudal ha existido, con unas u otras peculiaridades, en casi todos los
países. La época del feudalismo se prolongó un largo período. En China, por ejemplo, el
régimen feudal duró más de 2.000 años. En los países de Europa Occidental, el
feudalismo existió desde los tiempos del derrumbamiento del Imperio Romano (siglo V)
hasta el siglo XVIII en Inglaterra, y hasta el siglo XVIII en Francia. En Rusia subsistió
el feudalismo desde el siglo IX hasta la abolición de la servidumbre en 1861.
Las relaciones de producción de la sociedad feudal tenían por base la propiedad
privada del señor feudal respecto a la tierra y la propiedad parcial respecto al
campesinado siervo. Este no era esclavo y poseía hacienda propia. A la par de la
propiedad de los señores feudales existía la propiedad de los campesinos y artesanos
respecto a los instrumentos de trabajo y su hacienda privada. La pequeña hacienda
campesina y la producción de los pequeños artesanos se basaba en el trabajo personal.
Toda la producción tenía un carácter natural en lo fundamental, es decir, los productos
del trabajo se destinaban en su masa principal al consumo personal y no al cambio.
La gran propiedad feudal de la tierra servía de base para la explotación de los
campesinos por los terratenientes, los feudales. Una parte de la tierra constituía la finca
feudal y el resto se entregaba en condiciones leoninas a los campesinos. La parcela que
se destinaba al campesino le aseguraba al terrateniente la mano de obra necesaria.
Poseyendo la parcela en usufructo hereditario, el campesino estaba obligado a trabajar
las tierras del señor con sus propios aperos (prestación personal) o a entregar al
terrateniente una parte de sus productos en especie (renta en especie), o bien estaba
obligado a lo uno y a lo otro. Este sistema de administración de la hacienda no sólo
daba lugar a formas descaradas de explotación, sino que colocaba inevitablemente al
campesino en una situación de dependencia personal para con el terrateniente. El
señor
feudal no podía matar al campesino, pero podía venderlo en
ocasiones.
El tiempo de trabajo del campesino siervo se dividía en dos partes: necesario y
adicional. Durante el tiempo de trabajo necesario, el campesino creaba el producto
indispensable para su propia existencia y la de su familia. Durante el tiempo de trabajo
adicional creaba el plusproducto, del que se apropiaba el señor feudal en forma de renta
del suelo (renta en trabajo, renta en especie y dinero). La explotación de los campesinos
por los señores feudales bajo la forma de renta del suelo constituyó el rasgo
fundamental del feudalismo en la historia de todos los pueblos.
Además de la población rural existía la urbana. Las ciudades, donde vivían
principalmente los artesanos y mercaderes, se hallaban bajo la férula de los señores
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feudales en cuyas tierras se encontraban aquellas. La población urbana sostenía
constantes luchas por su liberación, y en muchos casos conquistaba su independencia.
El progreso de las ciudades y el desarrollo del comercio ejercían un gran influjo
en el agro feudal. La hacienda de los feudales fue incorporándose al intercambio
mercantil. Los señores feudales necesitaban dinero para comprar artículos de lujo. Con
tal motivo comenzaron a pasar de la renta en trabajo y en especie a la renta en dinero.
Con el paso a la renta en dinero se hizo mayor la explotación feudal, mientras que se fue
agudizando más y más la lucha entre los feudales y los campesinos.
4. Descomposición y desaparición del feudalismo.
Surgimiento de las relaciones capitalistas en las entrañas del régimen feudal
En la época del feudalismo se alcanzó un nivel más elevado de las fuerzas
productivas que en la esclavitud. En la agricultura se elevó la técnica de producción,
empleándose en gran escala el arado de hiero y otros aperos de este metal. Surgieron
nuevas ramas de cultivo de la tierra y se desarrollaron considerablemente la vinicultura
y la horticultura. Progresaron la ganadería y las ramas vinculadas a ella; la fabricación
de mantequilla y queso. Se ampliaron y mejoraron los prados y pastizales.
En la esfera de los oficios se perfeccionaron paulatinamente en la ciudad los
instrumentos de trabajo, los procedimientos de tratamiento de la materia prima y la
especialización de los oficios. Aparecieron nuevas industrias artesanas: de armas, clavos
y cuchillos; la cerrajería, zapatería, talabartería, etc. Se perfeccionaron la fundición y el
tratamiento del hierro. En el siglo XV aparecieron los altos hornos. A la misma época
corresponden el invento de la brújula y los grandes descubrimientos geográficos.
Sin embargo, el régimen feudal, en cuyas entrañas surgieron estas nuevas
fuerzas productivas, frenaba su desarrollo sucesivo; las fuerzas productivas tropezaron
con el estrecho marco de las relaciones feudales de producción. El campesinado,
sometido al yugo de la explotación feudal, no podía aumentar la producción agrícola, ya
que era muy baja la productividad del trabajo de los siervos. En la ciudad, el
crecimiento de la productividad del trabajo de los artesanos tropezaba con los
obstáculos que levantaba la reglamentación gremial. Todo ellos exigía que se pusiera fin
a las viejas relaciones de producción y que se establecieran otras nuevas, libres de los
grilletes del feudalismo. En las entrañas del feudalismo.
El surgimiento del capitalismo siguió, además, otro camino. El capital
comercial, personificado por los mercaderes, pasó a someter a su poder la producción de
los campesinos y los artesanos. Al
principio, el capital comercial actuó como
intermediario en el proceso de cambio de mercancías, pero más tarde
pasó a comprar con regularidad las mercancías de los pequeños
productores, a suministrarles materias primas y a prestarles dinero.
De este modo, los pequeños productores caían bajo la férula
económica del mercader. El paso siguiente del capital comercial fue la
agrupación de los distintos artesanos en un local común, donde trabajaban ya como
obreros asalariados. El capital comercial se transformó en capital industrial, y el
mercader, en capitalista industrial.
El proceso de surgimiento del capitalismo se operó también en el campo. Al
desarrollarse la producción mercantil creció el poder del dinero. Esta es la razón de que
los señores feudales empezaran a pasar a la renta en dinero. El
progreso de las
relaciones monetarias impulsó la diferenciación del campesinado en
burguesía rural y campesinos arruinados.
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