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Qué ironía (y vergüenza) que mientras las noticias sobre algunos países en el
pasado Mundial de Fútbol eran peleas y malas costumbres, las de Japón eran
sobre sus aficionados recogiendo su basura después del partido. A nosotros,
los occidentales consumistas nos parece un acto hasta heróico, pero ¿qué lo
hace tan especial? Que no todos somos capaces de hacer sencillas acciones
para ocuparnos de los desechos que generamos.
Monserrat Loyde, una mexicana que reside en Japón explica que la razón
principal de que Japón sea limpio es la educación que se recibe desde la
infancia (tanto en escuelas como en hogares) sobre el comportamiento ante
la basura.
Así que esto no fue un plan para llamar la atención de los medios, pues en
Japón es una práctica normal. Y no, tampoco tiene que ver con el pretexto de
que no haya botes de basura en espacios públicos, pues Japón tampoco tiene.
La diferencia es que Los japoneses no comen mientras caminan en la vía
pública, no hay puestos ambulantes (salvo en festivales especiales) y los
pocos residuos que producen los llevan hasta su casa para depositarlos en sus
propios contenedores.
En las tiendas de conveniencia sí hay basureros para papel o envolturas,
botellas de vidrio, plástico o lata de los productos ahí comprados y
consumidos. Las maquinas de refrescos tienen su propio basurero, y la gente
no pone ahí basura diferente a botellas.
Las bolsas donde se guarda la basura también tienen normas, se han retirado
las bolsas negras comunes y se han sustituido por otras semitransparentes
que, al incinerarse, lanzan al aire menos toxinas. En los 23 distritos que
integran la capital dichas bolsas deben ser las reglamentarias y haberse
comprado en supermercados o grandes almacenes. Si son diferentes por
haberse adquirido en otra jurisdicción, la municipalidad no las recoge y a ver
qué haces con ellas.
Otra cosa, el camión de la basura es especial para cada tipo de resíduos, esto
porque los tritura in situ, al momento de recogerlos. Así pueden pasar
directamente a las plantas de reciclaje. Para incentivar estas prácticas se han
implementado sistemas de reciclaje con base en la utilización de una tarjeta
de chip. En dicha tarjeta, por cada botella de plástico se abonan puntos.
Cuando juntas 1.000 puntos, el establecimiento está obligado a canjearlos por
descuentos. Algo así como las máquinas que alimentan a perros cuando
reciclas botellas de PET o las que te dan acceso al transporte público a cambio
de latas y botellas implementados en algunas ciudades.
Si no te quedó muy claro, este vídeo de 2011, hecho por Sandyael Mikoku te
lo explica de otro modo: