Está en la página 1de 25

Cuentos

El Muñeco De Nieve
Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a corretear
por la blanca y mullida alfombra recién formada. La hija del herrero, tomando puñados de nieve con
sus manitas hábiles, se entregó a la tarea de moldearla. Hare un muñeco como el hermanito que
hubiera deseado tener se dijo. Le salió un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón
rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable
compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...

Pero pronto los días empezaron a ser más largos y los rayos de sol más cálidos... El muñeco
se fundió sin dejar más rastro de su existencia que un charquito con dos carbones y un
botón rojo. La niña lloro con desconsuelo. Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para
su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus lágrimas, bonita, por que acabas de recibir una
gran lección: ahora ya sabes que no debe ponerse el corazón en cosas perecederas.

Fin
La Princesa De Fuego
Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes falsos que
se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el
regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos de todos los
tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre todos aquellos
regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien
se la había regalado. A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven,
y este se explicó diciendo:

- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y también es
sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se llene de amor se
ablandará y será más tierno que ningún otro. El joven se marchó tranquilamente, dejando a la
princesa sorprendida y atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes,
y durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la
piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se
deshacía la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que
ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil de lo
importante. Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la
piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante. Acabó con el
lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros. Cuantos trataban con la
princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola presencia transmitía tal calor
humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente "La princesa de
fuego". Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y
como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus
días.

Fin
Gorg El Gigante
Gorg el gigante vivía desde hacía siglos en la Cueva de la Ira. Los gigantes eran seres pacíficos
y solitarios hasta que el rey Cío el Terrible les acusó de arruinar las cosechas y ordenó la gran
caza de gigantes. Sólo Gorg había sobrevivido, y desde entonces se había convertido en el más
feroz de los seres que habían existido nunca; resultaba totalmente invencible y había acabado
con cuantos habían tratado de adentrarse en su cueva, sin importar lo valientes o poderosos que
fueran. Muchos reyes posteriores, avergonzados por las acciones de Cío, habían tratado de
sellar la paz con Gorg, pero todo había sido en vano, pues su furia y su ira le llevaban a acabar
con cuantos humanos veía, sin siquiera escucharles. Y aunque los reyes dejaron tranquilo al
gigante, no disminuyó su odio a los humanos, pues muchos aventureros y guerreros llegaban de
todas partes tratando de hacerse con el fabuloso tesoro que guardaba la cueva en su interior. Sin
embargo, un día la joven princesa fue mordida por una serpiente de los pantanos, cuyo antídoto
tenía una elaboración secreta que sólo los gigantes conocían, así que el rey se vio obligado a
suplicar al gigante su ayuda. Envió a sus mejores guerreros y a sus más valientes caballeros con
la promesa de casarse con la princesa, pero ni sus mágicos escudos, ni las más poderosas armas,
ni las más brillantes armaduras pudieron nada contra la furia del gigante. Finalmente el rey
suplicó ayuda a todo el reino: con la promesa de casarse con la princesa, y con la ayuda de los
grandes magos, cualquier valiente podía acercarse a la entrada de la cueva, pedir la protección
de algún conjuro, y tratar de conseguir la ayuda del gigante. Muchos lo intentaron armados de
mil distintas maneras, protegidos por los más formidables conjuros, desde la Fuerza Prodigiosa
a la Invisibilidad, pero todos sucumbieron. Finalmente, un joven músico apareció en la cueva
armado sólo con un arpa, haciendo su petición a los magos: "quiero convertirme en una bella
flor y tener la voz de un ángel". Así apareció en el umbral de la cueva una flor de increíble
belleza, entonando una preciosa melodía al son del arpa. Al oír tan bella música, tan alejada de
las armas y guerreros a que estaba acostumbrado, la ira del gigante fue disminuyendo. La flor
siguió cantando mientras se acercaba al gigante, quien terminó tomándola en su mano para
escucharla mejor. Y la canción se fue tornando en la historia de una joven princesa a punto de
morir, a quien sólo un gigante de buen corazón podría salvar. El gigante, conmovido,
escuchaba con emoción, y tanta era su calma y su tranquilidad, que finalmente la flor pudo
dejar de cantar, y con voz suave contó la verdadera historia, la necesidad que tenía la princesa
de la ayuda del gigante, y los deseos del rey de conseguir una paz justa y duradera. El gigante,
cansado de tantas luchas, viendo que era verdad lo que escuchaba, abandonó su cueva y su ira
para curar a la princesa. Y el joven músico, quien además de domar la ira del gigante, conquistó
el corazón de la princesa y de todo el reino, se convirtió en el mejor de los reyes.

Fin
El Hada Fea
Había una vez una aprendiz de hada madrina, mágica y maravillosa, la más lista y amable de
las hadas. Pero era también un hada muy fea, y por mucho que se esforzaba en mostrar sus
muchas cualidades, parecía que todos estaban empeñados en que lo más importante de una hada
tenía que ser su belleza. En la escuela de hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a una
misión para ayudar a un niño o cualquier otra persona en apuros, antes de poder abrir la boca,
ya la estaban chillando y gritando:

- ¡fea! ¡Bicho!, ¡lárgate de aquí!.


Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había pensado hacer un
encantamiento para volverse bella; pero luego pensaba en lo que le contaba su mamá de
pequeña:

- tu eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es así por alguna
razón especial...

Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a todas las hadas y
magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó sus propios vestidos, y ayudada por su
fea cara, se hizo pasar por bruja. Así, pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con su
magia preparó una gran fiesta para todas, adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas,
y música de lobos aullando.Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con
un gran hechizo consiguieron encerrar a todas las brujas en la montaña durante los siguientes
100 años.Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la inteligencia
del hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país la fealdad una desgracia, y cada
vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de alegría sabiendo que tendría grandes cosas por
hacer.

Fin
El Árbol Mágico
Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol con un
cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás. El niño trató de
acertar el hechizo, y probó con abracadabra, supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y
muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por favor, arbolito!!", y entonces,
se abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: "sigue haciendo
magia". Entonces el niño dijo "¡¡Gracias, arbolito!!", y se encendió dentro del árbol una luz que
alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate. El niño pudo llevar a todos
sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que "por
favor" y "gracias", son las palabras mágicas.

Fin
Las Monedas Encantadas
Hubo una vez un hombre bondadoso y rico que al cumplir muchos años pensó dejar a cargo de sus
cosas a algún joven inteligente y honesto. Comentando un día su decisión y las ganas que tenía de
no equivocarse en la elección, un buen amigo le dio este consejo:

- La próxima vez que vendas algo, cuando des el dinero del cambio, entrega como por descuido la
moneda del menor valor. Aquel que te la devuelva sabrás que es honrado.El hombre rico agradeció
mucho el consejo, y pensando que era una buena idea y fácil de realizar, decidió ponerla en
práctica. No contaba con que uno de los presentes, un vecino que se hacía pasar por amigo pero en
verdad le envidiaba enormemente, contrató los favores de un hechicero, a quien encargó encantar
las pequeñas monedas que poseía el anciano de modo que cualquiera que mirase una de aquellas
monedas tocadas por él, viera en ella no una moneda corriente, sino aquello que más quería en el
mundo. Confiaba el malvado en que nadie devolviera la moneda y el viejo se desesperase, y
entonces dejase a un sobrino suyo administrar todos sus negocios.Todo resultó según lo planeado
por el envidioso comerciante, y ni uno solo de los que hablaron con el anciano fue capaz de
devolver la triste moneda: unos veían en ella el mayor diamante o piedra preciosa, otros una obra de
arte, otros una reliquia y algunos incluso una pócima curativa milagrosa. Medio rendido en su
intento por encontrar alguien honrado, su envidioso vecino aprovechó para enviar al sobrino
advirtiéndole cuidadosamente para que devolviese la moneda. El sobrino fue decidido a hacerlo,
pero al recibir la moneda, vio en ella todas las posesiones y títulos de su tío, y creyendo que todo lo
que le había contado su tío era un engaño, marchó con su inútil moneda y su avaricia hacia ninguna
parte, pues cuando su tío se enteró de la traición lo despidió para siempre.El anciano, deprimido y
enfermo, decidió llamar a sus sirvientes antes de morir, y les entregó algunos bienes para que
pudieran vivir libremente cuando él no estuviera. Entre ellos se encontraba uno muy joven aún, al
que entregó una de aquellas pequeñas monedas por error. El joven, criado a la sombra de aquel
justo y sabio señor a quien quería como un padre, vio en lugar de la moneda una poderosa medicina
que curaría al anciano señor, pues aquello era de veras lo que más quería en el mundo, y según la
vio, entregó la moneda de nuevo diciendo: "tomad, señor, esto es para vos; seguro que os sentará
bien". Efectivamente, aquella simple moderna actuó como el más milagroso de los bálsamos, pues
el anciano saltó de alegría al haber encontrado por fin alguien honrado, y le llenaba de gozo
comprobar que siempre había estado en su propia casa.Y así, el joven sirviente pasó a administrar
con gran justicia, generosidad y honradez todos los bienes del anciano, quien siguió acompañándole
y aconsejándole como a un hijo por muchos años.

Fin
El Pingüino Y El Canguro
Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero al que el éxito había
vuelto vanidoso, burlón y antipático. La principal víctima de sus burlas era un pequeño pingüino, al
que su andar lento y torpón impedía siquiera acabar las carreras.Un día el zorro, el encargado de
organizarlas, publicó en todas partes que su favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino.
Todos pensaban que era una broma, pero aun así el vanidoso canguro se enfadó muchísimo, y sus
burlas contra el pingüino se intensificaron. Éste no quería participar, pero era costumbre que todos
lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el lugar de inició.
El zorro los guió montaña arriba durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino,
sobre que si bajaría rondando o resbalando sobre su barriga...
Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un cráter que había
rellenado un gran lago. Entonces el zorro dio la señal de salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta
el otro lado". El pingüino, emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su
velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia, mientras el canguro apenas consiguió
llegar a la otra orilla, lloroso, humillado y medio ahogado. Y aunque parecía que el pingüino le
esperaba para devolverle las burlas, éste había aprendido de su sufrimiento, y en lugar de
devolvérselas, se ofreció a enseñarle a nadar.Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el
lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al
vanidoso canguro.

Fin
El Robot Desprogramado
Ricky vivía en una preciosa casa del futuro con todo lo que quería. Aunque no ayudaba mucho en
casa, se puso contentísimo cuando sus papás compraron un robot mayordomo último modelo.
Desde ese momento, iba a encargarse de hacerlo todo: cocinar, limpiar, planchar, y sobre todo,
recoger la ropa y su cuarto, que era lo que menos le gustaba a Ricky. Así que aquel primer día
Ricky dejó su habitación hecha un desastre, sólo para levantarse al día siguiente y comprobar que
todo estaba perfectamente limpio.De hecho, estaba "demasiado" limpio, porque no era capaz de
encontrar su camiseta favorita, ni su mejor juguete. Por mucho que los buscó, no volvieron a
aparecer, y lo mismo fue ocurriendo con muchas otras cosas que desaparecían. Así que empezó a
sospechar de su brillante robot mayordomo. Preparó todo un plan de espionaje, y siguió al robot por
todas partes, hasta que le pilló con las manos en la masa, cogiendo uno de sus juguetes del suelo y
guardándoselo.El niño fue corriendo a contar a sus padres que el robot estaba roto y mal
programado, y les pidió que lo cambiaran. Pero sus padres dijeron que de ninguna manera, que eso
era imposible y que estaban encantados con el mayordomo. Que además cocinaba divinamente. Así
que Ricky tuvo que empezar a conseguir pruebas y tomar fotos a escondidas. Continuamente
insistía a sus padres sobre el "chorizo" que se escondía bajo aquel amable y simpático robot, por
mucho que cocinara mejor que la abuela.Un día, el robot oyó sus protestas, y se acercó a él para
devolverle uno de sus juguetes y algo de ropa.

- Toma, niño. No sabía que esto te molestaba- dijo con su metálica voz.
- ¡Cómo no va a molestarme, chorizo!¡Llevas semanas robándome cosas! - respondió furioso el
niño.

- Sólo creía que no te gustaban, y que por eso las tratabas tan mal y las tenías por el suelo. Yo estoy
programado para recoger todo lo que pueda servir, y por las noches lo envío a lugares donde a otra
gente pueda darles buen uso. Soy un robot de eficiencia máxima, ¿no lo sabías? - dijo con cierto
aire orgulloso.Entonces Ricky comenzó a sentirse avergonzado. Llevaba toda la vida tratando las
cosas como si no sirvieran para nada, sin cuidado ninguno, cuando era verdad que mucha otra gente
estaría encantada de tratarlas con todo el cuidado del mundo. Y comprendió que su robot no estaba
roto ni desprogramado, sino que estaba ¡verdaderamente bien programado!
Desde entonces, decidió convertirse él mismo en un "niño de eficiencia máxima" y puso verdadero
cuidado en tratar bien sus cosas, tenerlas ordenadas y no tener más de las necesarias. Y a menudo
compraba cosas nuevas para acompañar a su buen amigo el robot a visitar y ayudar a aquellas otras
personas.

Fin
La Brujita Dulce
Había una vez una brujita muy especial, porque era una brujita buena, pero no tenía ni idea de cómo
ser buena. Desde pequeñita había aguantado las regañinas de las brujas, que le decían que tenía que
ser mala como todas, y había sufrido mucho porque no quería serlo. Todos sus hechizos eran un
fracaso, y además, no encontraba nadie que quisiera enseñarle a ser buena, así que casi siempre
estaba triste.Un día se enteró de que las brujas viejas planeaban hechizar una gran montaña y
convertirla en volcán para arrasar un pequeño pueblo. La brujita buena pensó en evitar aquella
maldad, pero no sabía cómo y en cuanto se acercó al pueblo tratando de avisar a la gente, todos se
echaron a la calle y la ahuyentaron tirando piedras al grito de "¡¡largo de aquí, bruja!!". La brujita
huyó del lugar corriendo, y se sentó a llorar junto al camino.
Al poco llegaron unos niños, que al verla llorar trataron de consolarla. Ella les contó que era una
bruja buena, pero que no sabía cómo serlo, y que todo el mundo la trataba mal. Entonces los niños
le contaron que ser bueno era muy fácil, que lo único que había que hacer era ayudar a los demás y
hacer cosas por ellos.

- ¿Y qué puedo hacer por vosotros?- dijo la bruja.


- ¡Podías darnos unos caramelos!, le dijeron alegres.

La bruja se apenó mucho, porque no llevaba caramelos y no sabía ningún hechizo, pero los niños no
le dieron importancia, y en seguida se fueron jugando. La brujita, animada, volvió a su cueva
dispuesta a ayudar a todo el mundo, pero cuando iba de camino encontró a las brujas viejas
hechizando la montaña, que ya se había convertido en un enorme volcán y empezaba a escupir
fuego. Quería evitarlo, pero no sabía cómo, y entonces le vinieron a la cabeza un montón de
palabras mágicas, y cuando quiso darse cuenta, el fuego se convirtió en caramelos, y la montaña
escupía una gran lluvia de caramelos y dulces que calló sobre el pueblo.Así fue como la brujita
aprendió a ser buena, desenado de verdad ayudar a los demás.Los niños se dieron cuenta de que
aquello había sido gracias a ella, se lo contaron a todo el mundo, y a partir de aquel día nadie más
en el pueblo la consideró una bruja mala. Se hizo amiga de todo el mundo ayudando siempre a
todos, y en recuerdo de su primer hechizo, desde entonces la llamaron La Brujita Dulce.

Fin

El sapo y la mariposa
Un estanque. En él, un sapo. Tiene hambre. No obstante, desenrolla su lengua y empuja hacia la
orilla a la mariposa, que estaba a punto de ahogarse.

Conversan.

Ella le cuenta las maravillas del inmenso mundo que se extiende más allá del estanque.

Él quiere volar y no se eleva.

Siguen conversando.

Él le cuenta las maravillas del inmenso mundo que se extiende más allá de la superficie.

Ella quiere bucear y, nuevamente, lo intenta. Esta vez, la certeza la empuja con mayor vehemencia.

Con la ayuda del sapo, desciende hacia las profundidades en el interior de una burbuja, que se hace
cada vez más pequeña. Ilusionada, le implora al sapo continuar.

Apenas muere, la engulle. Mientras la digiere, recuerda la angustia de la mariposa cuando estuvo a
punto de ahogarse en la superficie. El sapo hace el amago de volar.
Caperucita Roja
Había una vez una niña llamada Caperucita Roja, ya que su abuelita le regaló una caperuza roja. Un
día, la mamá de Caperucita la mandó a casa de su abuelita, estaba enferma, para que le llevara en
una cesta pan, chocolate, azúcar y dulces. Su mamá le dijo: "no te apartes del camino de siempre, ya
que en el bosque hay lobos".

Caperucita iba cantando por el camino que su mamá le había dicho y , de repente, se encontró con
el lobo y le dijo: "Caperucita, Caperucita, ¿dónde vas?". "A casa de mi abuelita a llevarle pan,
chocolate, azúcar y dulces". "¡Vamos a hacer una carrera! Te dejaré a ti el camino más corto y yo el
más largo para darte ventaja." Caperucita aceptó pero ella no sabía que el lobo la había engañado.
El lobo llegó antes y se comió a la abuelita.

Cuando ésta llegó, llamó a la puerta: "¿Quién es?", dijo el lobo vestido de abuelita. "Soy yo", dijo
Caperucita. "Pasa, pasa nietecita". "Abuelita, qué ojos más grandes tienes", dijo la niña extrañada.
"Son para verte mejor". "Abuelita, abuelita, qué orejas tan grandes tienes". "Son para oírte mejor".
"Y qué nariz tan grande tienes". "Es para olerte mejor". "Y qué boca tan grande tienes". "¡Es para
comerte mejor!".

Caperucita empezó a correr por toda la habitación y el lobo tras ella. Pasaban por allí unos
cazadores y al escuchar los gritos se acercaron con sus escopetas. Al ver al lobo le dispararon y
sacaron a la abuelita de la barriga del lobo. Así que Caperucita después de este susto no volvió a
desobedecer a su mamá. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

FIN
El Patito Feo
En una hermosa mañana primaveral, una hermosa y fuerte pata empollaba sus huevos y mientras lo
hacía, pensaba en los hijitos fuertes y preciosos que pronto iba a tener. De pronto, empezaron a
abrirse los cascarones. A cada cabeza que asomaba, el corazón le latía con fuerza. Los patitos
empezaron a esponjarse mientras piaban a coro. La madre los miraba eran todos tan hermosos,
únicamente habrá uno, el último, que resultaba algo raro, como más gordo y feo que los demás.
Poco a poco, los patos fueron creciendo y aprendiendo a buscar entre las hierbas los más gordos
gusanos, y a nadar y bucear en el agua. Cada día se les veía más bonitos. Únicamente aquel que
nació el último iba cada día más largo de cuello y más gordo de cuerpo.... La madre pata estaba
preocupada y triste ya que todo el mundo que pasaba por el lado del pato lo miraba con rareza. Poco
a poco el vecindario lo empezó a llamar el "patito feo" y hasta sus mismos hermanos lo
despreciaban porque lo veían diferente a ellos.

El patito se sentía muy desgraciado y muy sólo y decidió irse de allí. Cuando todos fueron a dormir,
él se escondió entre unos juncos, y así emprendió un largo camino hasta que, de pronto, vio un
molino y una hermosa joven echando trigo a las gallinas. Él se acercó con recelo y al ver que todos
callaban decidió quedarse allí a vivir. Pero al poco tiempo todos empezaron a llamarle "patito feo",
"pato gordo"..., e incluso el gallo lo maltrataba. Una noche escuchó a los dueños del molino decir:
"Ese pato está demasiado gordo; lo vamos a tener que asar". El pato enmudeció de miedo y decidió
que esa noche huiría de allí. Durante todo el invierno estuvo deambulando de un sitio para otro sin
encontrar donde vivir, ni con quién. Cuando llegó por fin la primavera, el pato salió de su cobijo
para pasear. De pronto, vio a unos hermosos cisnes blancos, de cuello largo, y el patito decidió
acercarse a ellos. Los cisnes al verlo se alegraron y el pato se quedó un poco asombrado, ya que
nadie nunca se había alegrado de verlo. Todos los cisnes lo rodearon y lo aceptaron desde un primer
momento. Él no sabía que le estaba pasando: de pronto, miró al agua del lago y fue así como al ver
su sombra descubrió que era un precioso cisne más. Desde entonces vivió feliz y muy querido con
su nueva familia.

FIN
Bambi
Érase una vez un bosque donde vivían muchos animales y donde todos eran muy amiguitos. Una
mañana un pequeño conejo llamado Tambor fue a despertar al búho para ir a ver un pequeño
cervatillo que acababa de nacer. Se reunieron todos los animalitos del bosque y fueron a conocer a
Bambi, que así se llamaba el nuevo cervatillo. Todos se hicieron muy amigos de él y le fueron
enseñando todo lo que había en el bosque: las flores, los ríos y los nombres de los distintos
animales, pues para Bambi todo era desconocido.

Todos los días se juntaban en un claro del bosque para jugar. Una mañana, la mamá de Bambi lo
llevó a ver a su padre que era el jefe de la manada de todos los ciervos y el encargado de vigilar y
de cuidar de ellos. Cuando estaban los dos dando un paseo, oyeron ladridos de un perro. "¡Corre,
corre Bambi! -Dijo el padre- ponte a salvo". "¿Por qué, papi?", preguntó Bambi. Son los hombres y
cada vez que vienen al bosque intentan cazarnos, cortan árboles, por eso cuando los oigas debes de
huir y buscar refugio.
Pasaron los días y su padre le fue enseñando todo lo que debía de saber pues el día que él fuera muy
mayor, Bambi sería el encargado de cuidar a la manada. Más tarde, Bambi conoció a una pequeña
cervatilla que era muy muy guapa llamada Farina y de la que se enamoró enseguida. Un día que
estaban jugando las dos oyeron los ladridos de un perro y Bambi pensó: "¡Son los hombres!", e
intentó huir, pero cuando se dio cuenta el perro estaba tan cerca que no le quedó más remedio que
enfrentarse a él para defender a Farina. Cuando ésta estuvo a salvo, trató de correr pero se encontró
con un precipicio que tuvo que saltar, y al saltar, los cazadores le dispararon y Bambi quedó
herido.Pronto acudió su papá y todos sus amigos y le ayudaron a pasar el río, pues sólo una vez que
lo cruzaran estarían a salvo de los hombres, cuando lo lograron le curaron las heridas y se puso bien
muy pronto.Pasado el tiempo, nuestro protagonista había crecido mucho. Ya era un adulto. Fue a
ver a sus amigos y les costó trabajo reconocerlo pues había cambiado bastante y tenía unos cuernos
preciosos. El búho ya estaba viejecito y Tambor se había casado con una conejita y tenían tres
conejitos. Bambi se casó con Farina y tuvieron un pequeño cervatillo al que fueron a conocer todos
los animalitos del bosque, igual que pasó cuando él nació. Vivieron todos muy felices y Bambi era
ahora el encargado de cuidar de todos ellos, igual que antes lo hizo su papá, que ya era muy mayor
para hacerlo.

FIN
Los Tres Cerditos
En el corazón del bosque vivían tres cerditos que eran hermanos. El lobo siempre andaba
persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa.

El pequeño la hizo de paja, para acabar antes y poder irse a jugar. El mediano construyó una casita
de madera. Al ver que su hermano pequeño había terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él.
El mayor trabajaba en su casa de ladrillo.- Ya veréis lo que hace el lobo con vuestras casas- riñó a
sus hermanos mientras éstos se lo pasaban en grande.

El lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió hasta su casita de paja, pero el lobo sopló y sopló
y la casita de paja derrumbó. El lobo persiguió también al cerdito por el bosque, que corrió a
refugiarse en casa de su hermano mediano. Pero el lobo sopló y sopló y la casita de madera derribó.
Los dos cerditos salieron pitando de allí. Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron
a la casa del hermano mayor. Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y
ventanas.

El lobo se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con una escalera
larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero el cerdito mayor puso al fuego
una olla con agua. El lobo comilón descendió por el interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua
hirviendo y se escaldó. Escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque.
Se cuenta que nunca jamás quiso comer cerdito.

FIN
El Gato con Botas
Érase una vez un viejo molinero que tenía tres hijos. Acercándose la hora de su muerte hizo llamar
a sus tres hijos. "Mirad, quiero repartiros lo poco que tengo antes de morirme". Al mayor le dejó el
molino, al mediano le dejó el burro y al más pequeñito le dejó lo último que le quedaba, el gato.
Dicho esto, el padre murió.Mientras los dos hermanos mayores se dedicaron a explotar su herencia,
el más pequeño cogió unas de las botas que tenía su padre, se las puso al gato y ambos se fueron a
recorrer el mundo. En el camino se sentaron a descansar bajo la sombra de un árbol. Mientras el
amo dormía, el gato le quitó una de las bolsas que tenía el amo, la llenó de hierba y dejó la bolsa
abierta. En ese momento se acercó un conejo impresionado por el color verde de esa hierba y se
metió dentro de la bolsa. El gato tiró de la cuerda que le rodeaba y el conejo quedó atrapado en la
bolsa. Se hecho la bolsa a cuestas y se dirigió hacia palacio para entregársela al rey. Vengo de parte
de mi amo, el marqués Carrabás, que le manda este obsequio. El rey muy agradecido aceptó la
ofrenda.Pasaron los días y el gato seguía mandándole regalos al rey de parte de su amo. Un día, el
rey decidió hacer una fiesta en palacio y el gato con botas se enteró de ella y pronto se le ocurrió
una idea. "¡Amo, Amo! Sé cómo podemos mejorar nuestras vidas. Tú solo sigue mis instrucciones."
El amo no entendía muy bien lo que el gato le pedía, pero no tenía nada que perder, así que aceptó.
"¡Rápido, Amo! Quítese la ropa y métase en el río." Se acercaban carruajes reales, era el rey y su
hija. En el momento que se acercaban el gato chilló: "¡Socorro! ¡Socorro! ¡El marqués Carrabás se
ahoga! ¡Ayuda!". El rey atraído por los chillidos del gato se acercó a ver lo que pasaba. La princesa
se quedó asombrada de la belleza del marqués. Se vistió el marqués y se subió a la carroza. El gato
con botas, adelantándose siempre a las cosas, corrió a los campos del pueblo y pidió a los del
pueblo que dijeran al rey que las campos eran del marqués y así ocurrió. Lo único que le falta a mi
amo -dijo el gato- es un castillo, así que se acordó del castillo del ogro y decidió acercarse a hablar
con él. "¡Señor Ogro!, me he enterado de los poderes que usted tiene, pero yo no me lo creo así que
he venido a ver si es verdad." El ogro enfurecido de la incredulidad del gato, cogió aire y ¡zás! se
convirtió en un feroz león. "Muy bien, -dijo el gato- pero eso era fácil, porque tú eres un ogro, casi
tan grande como un león. Pero, ¿a que no puedes convertirte en algo pequeño? En una mosca, no,
mejor en un ratón, ¿puedes? El ogro sopló y se convirtió en un pequeño ratón y antes de que se
diera cuenta ¡zás! el gato se abalanzó sobre él y se lo comió. En ese instante sintió pasar las carrozas
y salió a la puerta chillando: "¡Amo, Amo! Vamos, entrad." El rey quedó maravillado de todas las
posesiones del marqués y le propuso que se casara con su hija y compartieran reinos. Él aceptó y
desde entonces tanto el gato como el marqués vivieron felices y comieron perdices.

FIN
La Ratita Presumida
Érase una vez, una ratita que era muy presumida. Un día la ratita estaba barriendo su casita, cuando
de repente en el suelo ve algo que brilla... una moneda de oro.La ratita la recogió del suelo y se puso
a pensar qué se compraría con la moneda.

“Ya sé me compraré caramelos... uy no que me dolerán los dientes. Pues me comprare pasteles... uy
no que me dolerá la barriguita. Ya lo sé me compraré un lacito de color rojo para mi rabito.”

La ratita se guardó su moneda en el bolsillo y se fue al mercado. Una vez en el mercado le pidió al
tendero un trozo de su mejor cinta roja. La compró y volvió a su casita.Al día siguiente cuando la
ratita presumida se levantó se puso su lacito en la colita y salió al balcón de su casa. En eso que
aparece un gallo y le dice:

“Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar conmigo?”.

Y la ratita le respondió: “No sé, no sé, ¿tú por las noches qué ruido haces?”

Y el gallo le dice: “quiquiriquí”. “Ay no, contigo no me casaré que no me gusta el ruido que haces”.

Se fue el gallo y apareció un perro. “Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar
conmigo?”. Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿tú por las noches qué ruido haces?”. “Guau, guau”.
“Ay no, contigo no me casaré que ese ruido me asusta”.Se fue el perro y apareció un cerdo. “Ratita,
ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar conmigo?”. Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿y tú por
las noches qué ruido haces?”. “Oink, oink”. “Ay no, contigo no me casaré que ese ruido es muy
ordinario”.El cerdo desaparece por donde vino y llega un gato blanco, y le dice a la ratita: “Ratita,
ratita tú que eres tan bonita ¿te quieres casar conmigo?”. Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿y tú qué
ruido haces por las noches?”. Y el gatito con voz suave y dulce le dice: “Miau, miau”. “Ay sí
contigo me casaré que tu voz es muy dulce.”Y así se casaron la ratita presumida y el gato blanco de
dulce voz. Los dos juntos fueron felices y comieron perdices y colorín colorado este cuento se ha
acabado.

FIN
La Casa de Chocolate
Había una vez una pobre familia que vivía en su perdido bosque lejos de todos sitios. Tenían dos
hijos, el chico se llamaba Haensel y la chica, Gretel. Todos los días Haensel y Gretel iban con su
padre a buscar leña para su casa. Un día, salieron con su padre en busca de ramitas. Su papá les
advirtió que no se distrajeran porque se podrían perder, pero Haensel y Gretel no le hicieron mucho
caso porque estaban jugando. Al llegar a la mitad del camino, su papá les dijo: "Vamos a
separarnos, vosotros dos ir por allí, y yo iré por aquí, pero antes del anochecer tenéis que estar aquí
para volver juntos a casa, ¿vale?". "Sí, papá, no te preocupes." "Bueno, hijos, tened cuidado, dadme
un beso."

Los dos hermanos besaron a su padre y alegremente se fueron cantando y saltando mientras cogían
ramas. Tan bien se lo estaban pasando que no se fijaron en el camino que estaban recorriendo y de
repente se dieron cuenta de que estaban perdidos. Haensel se asustó mucho, pero su hermana que
era un poco más valiente que él le dijo: "No te preocupes hermanito, todavía no ha anochecido,
seguro que encontramos el camino de vuelta." Haensel y Gretel empezaron a andar sin saber muy
bien hacia donde iban y con miedo porque pronto anochecería. De pronto, ¡qué sorpresa!, ¡no se lo
podían creer! ¡Era una casa de chocolate allí, en medio del bosque! Al principio, los dos hermanos
no se atrevían a acercarse, pero decidieron cogerse de la mano e ir juntos. Miraron por la ventana y
vieron que no había nadie dentro. Por fuera de la casa tenía ladrillos de chocolate, tejado de
mazapán, cristales de caramelo. Tenían mucha hambre y pensaron que si le daban un bocado a un
ladrillo no pasaría nada y así lo hicieron. Mientras comían se dieron cuenta que la puerta de la casa
estaba abierta. Decidieron entrar. ¡Qué susto cuando vieron lo que allí había! Un gran fuego con un
enorme caldero y jaulas que colgaban del techo, sapos y culebras en botes ¡Qué asco! Estaban
ensimismados mirando y, de pronto... ¡Ja, Ja, Ja, Ja!

Era la risa de una fea bruja que entró en la casa montada en su escoba y tras de sí cerró la puerta con
llave y Haensel y Gretel quedaron allí atrapados. La bruja los cogió y metió a cada niño en una
jaula, cerro y colgó la llave en la pared, diciendo: "¡Creíais que os podías comer mi casa! Ja, Ja.
Pues ahora quién os comerá seré yo, pero antes tenéis que engordar porque estáis muy flacos. Y así
cada día la bruja les daba mucho de comer y les pedía que sacaran el brazo entre los barrotes, pero
Haensel que muy inteligente, se dio cuenta que la bruja apenas veía y cuando ella le decía que
sacara el brazo, él y su hermana sacaban un hueso de pollo y así la bruja decidía no comérselos aún,
hasta que se cansó y dijo: "¡Ya está bien! Me da igual lo flaco que estés, te comeré a tí primero." La
bruja cogió la llave y sacó a Haensel de la jaula. Se enfadó mucho al notar que el niño estaba más
gordito y que la había engañado. Se enfadó tanto que se olvidó que la llave la había dejado puesta
en la jaula. Mientras la bruja gritaba y metía a Haensel en el caldero, Gretel cogió la llave, salió de
su jaula, agarró la escoba en que la bruja volaba y le atizó en la cabeza, entonces su hermano y ella
subieron a la escoba y salieron volando de allí. La bruja quería perseguirlos pero no podía hacer
nada sin su escoba, así que no pudo agarrarlos.
Los dos hermanos se dirigieron alegremente a su casa, y ¡cuál fue la sorpresa de sus padres cuando
los vieron llegar sanos y salvos en la escoba! Se besaron y abrazaron felizmente, utilizaron la
escoba para ir de pueblo en pueblo vendiendo leña y así nunca les faltó para comer, y además los
dos hermanos aprendieron una gran lección: "Nunca hay que fiarse de las apariencias". Por eso si
veis a un desconocido que os llama, aunque parezca bueno.... No os fiéis.

FIN
Pinocho
El viejo carpintero Gepetto fabricó un muñeco de madera, y le quedó tan bien que le puso un
nombre: Pinocho.

Pero de pronto el muñeco empezó a hablar y a saltar ante el asombro de Gepetto.

Gepetto le compró una cartera y libros, y lo mandó al colegio, acompañado de grillo, que le iba
dando buenos consejos. Pero pinocho prefería divertirse en el teatro de títeres, sin escuchar a grillo.

El dueño del teatro quiso quedarse con pinocho, pero tanto lloró el pobre muñeco que le dio unas
monedas y lo dejó marchar.

De vuelta a casa, se fue con el zorro y el gato, dos astutos ladrones, sin atender a grillo.

Le llevaron al campo de los milagros y le dijeron que si enterraba allí sus monedas se haría muy
rico. Pinocho les creyó y se quedó sin monedas. Cuando se dio cuenta del engaño, decidió volver a
casa, pero una paloma le dijo que Gepetto había ido a buscarle al mar. En el camino se encontró con
muchos niños que se dirigían al país de los juguetes. Al instante olvidó sus promesas y se fue con
ellos.

Allí jugó y brincó todo lo que quiso... pero acabó convertido en burro.

Lloró arrepentido hasta que un hada buena se compadeció de él. El hada le devolvió su aspecto,
pero le advirtió:

- Cada vez que mientas te crecerá la nariz.

Pinocho y grillo salieron hacia el mar en busca de Gepetto. Allí se toparon con un tiburón gigante,
que se los tragó.

¡Qué sorpresa encontrar a Gepetto en el estómago del animal! Gracias a que el tiburón bostezó,
pudieron escapar. Cuando llegaron a la playa, sanos y salvos, el hada transformó a Pinocho en un
niño de carne y hueso. Y desde aquel día, siempre se portó bien.

FIN
La Gallina de los Huevos
de Oro
Érase un labrador tan pobre, tan pobre, que ni siquiera poseía una vaca. Era el más pobre de la
aldea. Y resulta que un día, trabajando en el campo y lamentándose de su suerte, apareció un
enanito que le dijo:

-Buen hombre, he oído tus lamentaciones y voy a hacer que tu fortuna cambie. Toma esta gallina;
es tan maravillosa que todos los días pone un huevo de oro.

El enanito desapareció sin más ni más y el labrador llevó la gallina a su corral. Al día siguiente, ¡oh
sorpresa!, encontró un huevo de oro. Lo puso en una cestita y se fue con ella a la ciudad, donde
vendió el huevo por un alto precio.

Al día siguiente, loco de alegría, encontró otro huevo de oro. ¡Por fin la fortuna había entrado a su
casa! Todos los días tenía un nuevo huevo.

Fue así que poco a poco, con el producto de la venta de los huevos, fue convirtiéndose en el hombre
más rico de la comarca. Sin embargo, una insensata avaricia hizo presa su corazón y pensó:

"¿Por qué esperar a que cada día la gallina ponga un huevo? Mejor la mato y descubriré la mina de
oro que lleva dentro".

Y así lo hizo, pero en el interior de la gallina no encontró ninguna mina. A causa de la avaricia tan
desmedida que tuvo, este tonto aldeano malogró la fortuna que tenía.

FIN
El Libro de la Selva
Un lobo encontró llorando en la selva a un cachorro de hombre que había sido abandonado. Lo
llevó a su guardia y la loba lo crió junto con sus lobatos. Lo llamaron Mowgli. Un día Shere Khan,
el temido tigre, se asomó a la guarida y prometió comerse a Mowgli al menor descuido, pues odiaba
a los hombres.

Akela, el lobo gris, Bagheera, la pantera negra, y Baloo, el sabio oso, enseñaron al niño los secretos
de la selva. Y Mowgli aprendió el idioma de los animales, a nadar, correr y trepar.Una tarde, los
monos charlatanes lo raptaron y lo llevaron a la ciudad antigua. Después de una larga pelea, Baloo,
Bagheera y Kaa, la pitón, que hipnotizaba con su danza, lo rescataron.

Pasó el tiempo. Un día, el tigre Shere Khan reapareció más fiero que nunca, dispuesto a cumplir su
promesa de despedazar al cachorro de hombre. Pero Mowgli ya no era un ser indefenso: mandó a
dos manadas de búfalos contra él, y el tigre murió aplastado. Así fue como el cachorro de hombre,
junto a su amigo el elefante Hathi, se convirtió en el nuevo rey de la selva.

Todos le respetaban y temían. Una vez invadió la selva una jauría de perros salvajes hambrientos,
que mataban a todos los animales que encontraban a su paso. Mowgli los desvió a los dominios del
pueblo diminuto, habitado por innumerables abejas que los acribillaron a picotazos.

Y un año más llegó la estación del lenguaje nuevo, la primavera, y Mowgli se encontró por primera
vez en su vida sola y triste, y lloró. Descubrió a lo lejos la aldea de los hombres. Vio el humo de las
hogueras, oyó los cantos y las risas y sintió un gran deseo de acercarse.

Bagheera, Baloo, Kaa, Akela y Hathi le explicaron que cada uno debe vivir con los de su especie
para ser feliz y que, como él era un hombre, debía vivir en la aldea. Le cantaron la canción de la
despedida y le dijeron que quizá allí encontraría a su verdadera madre, y quizá..... también
encontraría una compañera. Al acercarse al poblado, Mowgli empezó a ver chicos y chicas como él,
y no se sintió tan solo. Para él empezaba una nueva vida, pero nunca olvidaría a sus amigos.

FIN
La gata encantada
Erase un príncipe muy admirado en su reino. Todas las jóvenes casaderas deseaban tenerle por
esposo. Pero el no se fijaba en ninguna y pasaba su tiempo jugando con Zapaquilda, una preciosa
gatita, junto a las llamas del hogar. Un día, dijo en voz alta:

Eres tan cariñosa y adorable que, si fueras mujer, me casaría contigo.

En el mismo instante apareció en la estancia el Hada de los Imposibles, que dijo:

Príncipe tus deseos se han cumplido.

El joven, deslumbrado, descubrió junto a ala Zapaquilda, convertida en una bellísima muchacha.

Al día siguiente se celebraban las bodas y todos los nobles y pobres del reino que acudieron al
banquete se extasiaron ante la hermosa y dulce novia. Pero, de pronto, vieron a la joven lanzarse
sobre un ratoncillo que zigzagueaba por el salón y zampárselo en cuanto lo hubo atrapado. El
príncipeempezó entonces a llamar al Hada de los Imposibles para que convirtiera a su esposa en la
gatita que había sido. Pero el Hada no acudió, y nadie nos ha contado si tuvo que pasarse la vida
contemplando como su esposa daba cuenta de todos los ratones de palacio

FIN
La Ratita Blanca
El Hada soberana de las cumbres invito un día a todas las hadas de las nieves a una fiesta en su
palacio. Todas acudieron envueltas en sus capas de armiño y guiando sus carrozas de escarcha. Pero
una de ellas, Alba, al oír llorar a unos niños que Vivian en una solitaria cabaña, se detuvo en el
camino.

El hada entro en la pobre casa y encendió la chimenea. Los niños, calentándose junto a las llamas,
le contaron que sus padres hablan ido a trabajar a la ciudad y mientras tanto, se morían de frío y
miedo.

-Me quedare con vosotros hasta el regreso de vuestros padres -prometió ella.

Y así lo hizo; a la hora de marchar, nerviosa por el castigo que podía imponerle su soberana por la
tardanza, olvido la varita mágica en el interior de la cabaña. El Hada de las cumbres contemplo con
enojo a Alba.

Cómo? , No solo te presentas tarde, sino que además lo haces sin tu varita? ¡Mereces un buen
castigo!

Las demas hadas defendían a su compañera en desgracia.

-Ya se que Alba tiene cierta disculpa. Ha faltado, sí, pero por su buen corazón, el castigo no será
eterno. Solo durara cien años, durante los cuales vagara por el mundo convertida en ratita blanca.

Amiguitos, si veis por casualidad a una ratita muy linda y de blancura des-lumbrante, sabed que es
Alba, nuestra hadita, que todavía no ha cumplido su castigo

FIN
Un día que el agua se encontraba en su elemento, es decir, en el soberbio mar sintió el caprichoso
deseo de subir al cielo. Entonces se dirigió al fuego:

-Podrías tú ayudarme a subir mas, alto?

El fuego aceptó y con su calor, la volvió más ligera que el aire, transformándola en sutil vapor.

El vapor subió más y más en el cielo, voló muy alto, hasta los estratos más ligeros y fríos del aire,
donde ya el fuego no podía seguirlo. Entonces las partículas de vapor, ateridas de frío, se vieron
obligadas a juntarse apretadamente, volviéndose más pesados que el aire y cayendo en forma de
lluvia.

Habían subido al cielo invadidas de soberbia y fueron inmediatamente puestas en fuga. La tierra
sedienta absorbió la lluvia y, de esta forma, el agua estuvo durante mucho, tiempo prisionera del
suelo y purgó su pecado con una larga penitencia.

Fin
Un anciano rey tuvo que huir de su país asolado por la guerra. Sin escolta alguna, cansado y
hambriento, llegó a una granja solitaria, en medio del país enemigo, donde solicitó asilo. A pesar de
su aspecto andrajoso y sucio, el granjero se lo concedió de la mejor gana. No contento con ofrecer
una opípara cena al caminante, le proporcionó un baño y ropa limpia, además de una confortable
habitación para pasar la noche.

Y sucedió que, en medio de la oscuridad, el granjero escuchó una plegaria musitada en la


habitación del desconocido y pudo distinguir sus palabras:

-Gracias, Señor, porque has dado a este pobre rey destronado el consuelo de hallar refugio. Te
ruego ampares a este caritativo granjero y haz que no sea perseguido por haberme ayudado.

El generoso granjero preparó un espléndido desayuno para su huésped y cuando éste se marchaba,
hasta le entregó una bolsa con monedas de oro para sus gastos.

Profundamente emocionado por tanta generosidad, el anciano monarca se prometió recompensar al


hombre si algún día recobraba el trono.

Algunos meses después estaba de nuevo en su palacio y entonces hizo llamar al caritativo labriego,
al que concedió un título de nobleza y colmó de honores. Además, fiando en la nobleza de sus
sentimientos, le consultó en todos los asuntos delicados del reino.

Fin

También podría gustarte