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Borges y La Política - Diego Tatián PDF
Borges y La Política - Diego Tatián PDF
Diego Tatián
1
“ L a p r u e b a ” , e n L a c i f r a , E me c é , B u e n o s A i r e s , 1 9 8 1 , p . 3 9 .
2
“ F r a g me n to s d e u n E v a n g e lio a p ó c r if o ” , e n O b r a s c o m p l e t a s , E me c é , B u e n o s A i r e s ,
1974, p. 1012.
gratitud por el olvido contrasta en cambio con el “se dirá que es inmortal”,
dicción afectada asimismo de vanidad. Nos resta un solo elemento abstracto:
“Ahora oye la profecía de su muerte”, tal vez lo decisivo, en particular la
palabra “ahora”. Un hombre –cada uno de nosotros- está ante el momento de la
verdad, que no es de noche cuando eleva la plegaria sino “ahora”, sentado
detrás de la puerta.
Estas palabras más bien graves (plegaria, dios, inmortalidad, muerte,
olvido) en apenas nueve versos, se disipan y son derrotadas por otras, de
menor cuantía y bien materiales: los vermes contra el dios, el “animal
sentado” contra el que se dice inmortal. Por fin, comprendemos y a que la
corrupción que se deja caer en el segundo verso no es precisamente moral sino
corporal: tras la puerta que no puede ser otra que la del baño, “la prueba” de
nuestra muerte nos es revelada en, cómo decir lo que Borges omite, el
excremento, las heces, la zulla, la plasta, el zurullo, la inmundicia.
La hipérbole, perfecta, es sin embargo extraña por su tema, que podría
presumirse no borgeano. Sin embargo, la desmitificación amable, el
materialismo irónico, el agnosticismo lúdico tan propios de Borges obtienen
aquí una forma singular: el secreto de nosotros mismos no nos es revelado a
través de la plegaria en lugares solemnes, sino en el baño cotidiano, al dejar
caer lo más deleznable, lo que no hemos podido incorporar, lo que es aún
menos que cuerpo.
Borges comienza un cuento así: “Sentí lo que sentimos cuando alguien
muere: la congoja, y a inútil, de que nada nos hubiera costado haber sido más
buenos. El hombre olvida que es un muerto que conversa con muertos”. Acaso,
pienso, este olvido es el origen de muchos males -incluso del Mal a secas. Si
prestamos cotidiana atención a la “prueba” de nuestra condición mortal, o, lo
que es igual, si somos borgeanos, deberíamos ser más buenos cada vez que
salimos del baño.
II- Hay una relación esencial entre esa condición mortal y la política.
Tal vez sea posible llegar a comprender esa relación por vía positiva. Se trata
de un interrogante que presupone una extrema intensidad de la imaginación, y
es éste: ¿habría política si fuésemos inmortales? Porque: ¿habría lenguaje? (el
estrechísimo vínculo entre política y lenguaje encuentra su formulación más
canónica, como se sabe, en el libro I de la Politica aristotélica); me pregunto
también: ¿existirían las pasiones? ¿Tendríamos deseo o necesidad de otros?
¿Persistiría la pluralidad que busca su forma por obra de la política? ¿Permite,
la inmortalidad, la memoria?
Como se habrá advertido, todos estos problemas están concernidos en
“El inmortal”. Se trata de un texto que pone en escena la pregunta que
interroga por la política y la inmortalidad, y los otros interrogantes que les
son anejos.
La ciudad de los inmortales a la que llega el tribuno militar de las
legiones de Roma Marco Flaminio Rufo, está deshabitada y su descripción
plantea un motivo que será recurrente en la obra de Borges: lo inhabitable. “A
la impresión de enorme antigüedad se agregaron otras: la de lo interminable,
la de lo atroz, la de lo complejamente insensato... La arquitectura carecía de
fin. Abundaban el corredor sin salida, la alta ventana inalcanzable, la
aparatosa puerta que daba a una celda o a un pozo, las increíbles escaleras
inversas, con los peldaños y las balaustradas hacia abajo. Otras, adheridas
aéreamente al costado de un muro monumental, morían sin llegar a ninguna
parte...” 3 .
La condición post-política de una ciudad abandonada e imposible,
inhabitable, se halla ínsita en la utopía de inmortalidad -que tiene mucho que
ver, de manera paradójica, con la pulsión de la muerte 4 . En la que sea tal vez
la página más perfecta de todas las que ilustran la militancia antifascista de
Borges en los años treinta y cuarenta, me refiero a la “Anotación al 23 de
agosto de 1944”, se postula una conjetura extraordinaria, una deducción a
priori de la derrota del nazismo. Leo: “El nazismo adolece de irrealidad, como
los infiernos de Erígena. Es inhabitable; los hombres sólo pueden morir por él,
mentir por él, matar y ensangrentar por él. Nadie, en la soledad de su y o,
puede anhelar que triunfe. Arriesgo esta conjetura: Hitler quiere ser
derrotado. Hitler de un modo ciego, colabora con los ejércitos que lo
aniquilarán...” 5 . Sin embargo, ese relato profundamente perturbador que es el
Deutsches Requiem, invierte lo anterior y establece una tesis extraordinaria:
Hitler ganó la guerra, estamos en la barbarie 6 .
En cualquier caso, lo que en la Segunda Gran Guerra hay en juego es,
otra vez, Europa o Roma o la Civilización –que para Borges encarna
3
“ E l i n mo r t a l ” , e n I b i d . , p p . 5 3 7 - 5 3 8 .
4
Ver sobre esto las sugestivas observaciones de Jean Baudrillard en La ilusión vital
( S ig lo X X I , Bu e n o s A ir e s , 2 0 0 1 ) , e n p a r tic u la r e l e n s a yo lla ma d o “ L a s o lu c ió n
f in a l: la c lo n a c ió n má s a llá d e lo h u ma n o e in h u ma n o ” .
5
“ A n o ta c ió n a l 2 3 d e a g o s to d e 1 9 4 4 ” , e n O b r a s c o m p l e t a s , o p . c it. , p . 7 2 8 .
6
“ D e u t s c h e s R e q u i e m” , e n I b i d . , p p . 5 7 6 - 5 8 1 .
Inglaterra 7 . Por lo general, la guerra no es para Borges una contienda entre el
eje y los aliados sino, en el fondo, entre Inglaterra y Alemania. Otras veces
entre Inglaterra y Alemania (Borges dice en realidad ser él un “germanófilo” 8 )
y todo Occidente (Atenas, Roma, Jerusalén) contra el Mal. Según esta última
interpretación 9 , Hitler no es expresión de Alemania (cuy o destino, al igual que
el de todos los países europeos, es la civilización), ni encarnación del
Volksgeist, sino esencialmente “antialemán”.
7
“ D e c ir q u e h a v e n c id o I n g la te r r a e s d e c ir q u e la c u ltu r a o c id e n ta l h a v e n c id o , e s
d e c ir q u e Ro ma h a v e n c id o ; ta mb ié n e s de c ir q u e h a v e n c id o la s e c r e ta p o r c ió n d e
d iv in id a d q u e h a y e n e l a lma d e to d o h o mb r e , a ú n d e l v e r d u g o d e s tr o z a d o p o r la
v i c t o r i a ” ( “ N o t a s o b r e l a p a z ” ( 1 9 4 5 ) , e n B o r g e s e n S u r 1 9 3 1 - 1 9 8 0 , E me c é , B u e n o s
A ir e s , 1 9 9 9 , p p . 3 3 - 3 4 ) .
8
“ D e f in ic ió n d e l g e r ma n ó f ilo ” ( 1 9 4 0 ) , e n T e x to s c a u tiv o s , T u s q u e ts , Bu e n o s A ir e s ,
1986, pp. 335-338.
9
“ E n s a yo d e imp a r c ia lid a d ” ( 1 9 3 9 ) , e n B o r g e s e n S u r 1 9 3 1 - 1 9 8 0 , o p . c it. , 1 9 9 9 , p p .
29-30
10
Aristóteles, Política, 1253a.
Homero compuso la Odisea; postulado un plazo infinito, con infinitas
circunstancias y cambios, lo imposible es no componer, si quiera una vez, la
Odisea. Nadie es alguien, un solo hombre inmortal es todos los hombres” 11 .
La inmortalidad diluy e la acción propiamente dicha, pues la despoja de
todos y cada uno de los elementos que Hannah Arendt ha mostrado esenciales
a su comprensión: la irreversibilidad –que vuelve necesario el perdón-; la
imprevisibilidad –que volvería inhabitable la pluralidad humana si no existiera
también la capacidad de prometer. Nada ni nadie es único, precioso,
irrecuperable, irrepetible, azaroso o precario. No hay posibilidad de otro.
(Finalmente –aunque no es esta la parte del relato que nos interesa ahora- una
esperanza, la esperanza de hallar en alguna parte un río cuy as aguas restituy an
la muerte y la frágil singularidad de la vida humana, devuelve el deseo, el
lenguaje, la memoria y la multiplicidad).
11
“ E l in mo r ta l” , o p . c it. , p . 5 4 1 .
12
P i g l i a , R i c a r d o , “ I d e o l o g í a y f i c c i ó n e n B o r g e s ” , e n P u n to d e v is ta , n º 5 , Bu e n o s
A ir e s , 1 9 8 0 .
o inauditas; antes bien pareciera el escenario en el que diferentes actores
representan, sin saberlo, siempre el mismo drama.
Instrumentos inconscientes de una contienda única de las mismas
fuerzas, los hombres se ven obligados a la lucidez del desciframiento más que
a la invención. De manera que –dice citando a Carly le- “la historia universal
es un texto que estamos obligados a leer y a escribir incesantemente y en el
cual también nos escriben”. El desciframiento lo es de una representación en
la que los actores no saben lo que hacen ni el sentido exacto de sus actos; o
bien llegan a saberlo mediante un laborioso método indiciario (Tema del
traidor y del héroe), o les es revelado en el momento final (Deutsches
Requiem; Biografía de Tadeo Isidoro Cruz...). En El encuentro, los hombres
son instrumentos de las armas y no las armas de los hombres –que ignoran lo
que hacen cuando empuñan una. “Uriarte no mató a Duncan; las armas, no los
hombres, pelearon. Habían dormido, mano a mano, en una vitrina, hasta que
las manos las despertaron. Acaso se agitraron al despertar; por eso tembló el
puño de Uriarte, por eso tembló el puño de Duncan. Las dos sabían pelear –no
sus instrumentos, los hombres- y pelearon bien esa noche. Se habían buscado
largamente, por los largos caminos de la provincia, y por fin se encontraron
cuando sus gauchos y a eran polvo. En su hierro dormía y acechaba un rencor
humano.
Las cosas duran más que la gente. Quién sabe si la historia concluy e aquí,
quién sabe si no volverán a encontrarse” 13 .
13
“ E l e n c u e n t r o ” , e n O b r a s c o m p l e t a s , o p . c it. , p . 1 0 4 3 . L a mis ma id e a la
e n c o n tr a mo s , c u a r e n ta a ñ o s a n te s , e n u n a p á g in a d e l E v a r i s t o C a r r i e g o ( 1 9 3 0 ) : “ O tr a
c o s a q u i e r e e l p u ñ a l . . . ; e s , d e a l g ú n mo d o , e t e r n o , e l p u ñ a l q u e a n o c h e ma t ó a u n
h o mb r e e n T a c u a r e mb ó y lo s p u ñ a le s q u e ma ta r o n a Cé s a r . Q u ie r e ma ta r , q u ie r e
d e r r a ma r b r u s c a s a n g r e . . . ” ( O p . c i t . , p . 1 5 6 ) .
14
“ A n o ta c ió n a l 2 3 d e a g o s to d e 1 9 4 4 ” , o p . c it. , p . 7 2 8 .
imposible –entre la civilización y la barbarie-, obtiene en algunas otras
páginas una dimensión abierta y conjetural que relativiza, si no desdice, la
anterior teología de la Luz donde reposa la civilización.
15
“ E l i n f o r me d e B r o d i e ” , e n O b r a s c o m p l e t a s , o p . c it. p p . 1 0 7 3 - 1 0 7 8 .
Tal vez el asombro por la variedad sea en Borges más elemental que
cualquier verdad estabilizadora y así, en un mundo determinista en el que todo
puede suceder, nadie –nos enseña la literatura rusa según un prólogo a
Dostoievski-, nadie es imposible: traidores por fidelidad, crueles por bondad,
asesinos por amor, suicidas por felicidad... Un guerrero bárbaro del siglo VI
que abandona su condición y misteriosamente abraza la causa de Ravena, que
es la de Roma; una mujer inglesa que opta por el desierto sudamericano y la
perpetuación de su cautiverio entre los bárbaros. Sin duda, la “Historia del
guerrero y la cautiva” exhibe de la mejor manera el típico procedimiento
borgeano que realiza una conjunción en principio extraña o imposible –en este
caso dos episodios separados por mil trescientos años- para encontrar allí una
iluminación de lo común, una cifra o un símbolo de la existencia humana.
Borges hace ver que la radical contingencia de las vidas no es contradictoria
con la revelación del destino que, según tantos relatos suy os, se revela a los
hombres, a veces, en el momento de morir. En todo caso, “Cualquier destino,
por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el
momento en el que el hombre sabe para siempre quién es” 16 . Ese destino que
nos está deparado, no establece una identidad; muchas veces su efecto es
producir una diferencia. Nadie está exento de ser otro.
16
“ Bio g r a f ía d e T a d e o I s id o r o Cr u z ( 1 8 2 9 - 1 8 7 4 ) ” , e n I b i d . , c it. , p . 5 6 2 .
eran ahora... una sola gran pieza desmantelada con uno y otro mueble. No
trataré de describirlos porque no estoy seguro de haberlos visto, pese a la
despiadada luz blanca. Me explicaré. Para ver una cosa hay que
comprenderla... Ninguna de las formas insensatas que esa noche me deparó
correspondía a la figura humana o a un uso concebible. Sentí repulsión y
terror... Recupero ahora una suerte de larga mesa operatoria, muy alta, en
forma de U, con hoy os circulares en los extremos. Pensé que podía ser el
lecho del habitante cuy a monstruosa anatomía se revelaba así, oblicuamente,
como la de un animal o un dios, por su sombra”. En efecto, “¿Cómo sería el
habitante? ¿Qué podía buscar en este planeta, no menos atroz para él que él
para nosotros? ¿Desde qué secretas regiones de la astronomía... había
alcanzado este arrabal sudamericano y esta precisa noche? Me sentí un intruso
en el caos” 17 .
Lo inhabitable reaparece aquí con singular intensidad y explicitación.
¿Quién podrá ser el habitante de lo inhabitable? Un elemento preciso en el
relato permite conjeturar la referencia autobiográfica. Como el joven
estudiante de Texas, Borges volvía a la Argentina en 1921, luego de siete
largos años en Europa. Desde hacía cinco, tras intensas luchas con el régimen
conservador, por primera vez contaban políticamente las clases populares
argentinas con el ascenso al poder de Hipólito Yrigoy en (por quien, al
parecer, al igual que Macedonio y otros intelectuales cercanos a él,
18
manifestaba simpatía ). Lo cierto es que There Are More Things, escrito
posiblemente en 1973 ó 1974, desplaza el “monstruo” hacia 1921, pero es el
mismo. La parábola es precisa.
La ocupación de la casa de infancia por el misterioso extranjero en el
relato de Borges puede ser leída, seguramente, como una variante de “Casa
tomada” de Cortázar 19 , relato en el que una invisible presencia ocupa poco a
poco la casa que “guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo
paterno, nuestros padres y toda la infancia”. No es inverosímil la conjetura –si
no me equivoco de Sebreli-, según la cual se trata, también aquí, de una
parábola del peronismo. Como se sabe, Borges fue el primer editor de “Casa
tomada” hacia fines de los años cuarenta, aunque no creo que le hubiera
adjudicado un sentido político. A su vez, estos dos relatos recuerdan a otro de
17
“ T h e r e A r e M o r e T h i n g s ” , e n E l lib r o d e a r e n a , A lia n z a , Ma d r id , 1 9 7 7 , p p . 4 4 - 4 5 .
18
Cf r . A b ó s , Á lv a r o , M a c e d o n io F e r n á n d e z . L a b io g r a fía im p o s ib le, P l a z a y J a n é s ,
Bu e n o s A ir e s , 2 0 0 2 , p . 8 4 .
19
J u l i o C o r t á z a r , B e s t i a r i o , Bu e n o s A ir e s , 1 9 5 1 .
igual argumento: “El salón dorado” de Manuel Mujica Láinez 20 , y aún otro
más, en este caso de inequívoco contenido político, siempre la historia de una
usurpación y una casa tomada -me refiero a “Cabecita negra” de Germán
Rozenmacher 21 .
Las últimas líneas del cuento de Borges son estas: “Mis pies tocaban el
último tramo de la escalera cuando sentí que algo ascendía por la rampa,
opresivo y lento y plural. La curiosidad pudo más que el miedo y no cerré los
ojos”. Opresivo y lento y plural. La metáfora del “monstruo de mil cabezas”
para evocar el pueblo –o, en lenguaje más antiguo, a la plebe o el vulgo-, tiene
un extenso recorrido en la historia de la filosofía política, desde la misma
República platónica. Más aún, el título La fiesta del monstruo, del relato
escrito con Bioy en 1946, presenta una ambigüedad fundamental: ¿De quién es
la fiesta? ¿Quién es, propiamente, el monstruo? ¿El individuo que habla en el
balcón? ¿La muchedumbre que ocupa la plaza? En un artículo de 1957 para la
revista Ficción, en el que reprocha a los historiadores la exculpación de Perón
como resultado del “fatalismo histórico”, dice de ellos: “Simulan incoercible
sinceridad, pero ni una palabra de condena tienen para los asaltos, los robos,
los descarrilamientos y los incendios; aludir a la violencia o al sabotaje podría
molestar al múltiple monstruo” 22 .
No hay en Borges propiamente Historia, sino restitución arquetípica y
mítica de una escena originaria: El matadero instituy e el avatar argentino de
ese arquetipo, con el que dialoga La fiesta del monstruo.
20
M a n u e l M u j i c a L á i n e z , M i s t e r i o s a B u e n o s A i r e s , S u d a me r i c a n a , B u e n o s A i r e s ,
1950.
21
G e r má n R o z e n ma c h e r , Ca b e c ita n e g r a , e d ic ió n d e l a u to r , Bu e n o s A ir e s , 1 9 6 2 .
22
“ U n c u r io s o mé to d o ” , e n T e x to s r e c o b r a d o s (1 9 5 6 - 1 9 8 6 ), E me c é , B u e n o s A i r e s ,
2 0 0 1 , p . 2 5 2 . T a mb ié n : “ F u e r a d e a lg u n o s in d iv id u o s d e la Re a l A c a d e mia E s p a ñ o la
– c u yo s e n tid o d e l id io ma e r a d e f ic ie n te n a d ie c r e yó e n e l ‘ j u s tic ia lis mo ’ , m o n s tr u o
n e o ló g ic o q u e c o n s u e c o in e x p lic a b le s ig u e d a n d o h o r r o r a u n a p á g in a d e l a b u lta d o
d ic c io n a r io ” ( I b i d . , p p . 2 9 1 - 2 9 2 ) – yo s u b r a yo .
dice: “Ya que todo hecho presupone una causa anterior, y ésta, a su vez,
presupone otra, y así hasta lo infinito, es innegable que no hay cosa en el
mundo, por insignificante que sea, que no comprometa y postule todas las
demás. En lo cotidiano, sin embargo, admitimos la realidad del libre albedrío;
el hombre que llega tarde a una cita no suele disculparse (como en buena
lógica podría hacerlo) alegando la invasión germánica de Inglaterra en el siglo
V o la aniquilación de Cartago. Ese laborioso método regresivo, tan desdeñado
por el común de la humanidad, parece reservado a los comentadores del
peronismo, que cautelosamente hablan de necesidades históricas, de males
necesarios, de procesos irreversibles y no del evidente Perón..., prefiero el
hombre de la calle que habla de hijos de perra y de sinvergüenzas; ese
hombre, en un lenguaje rudimental, está afirmando, para quienes sepan oírlo,
que en el universo hay dos hechos elementales, que son el bien y el mal, o,
como dijeron los persas, la luz y la tiniebla, o, como dicen otros, Dios y el
Demonio. Creo que el dictador encarnó el mal...” 23 .
Esa teatralidad de lo político, la política como representación en
sentido teatral, donde los actores y las máscaras son instrumentos de las
mismas antiguas fuerzas que montan localmente siempre la misma obra –a la
vez tragedia, drama y comedia-, pareciera implicar una destitución de la
política por la teología y la ética. La escenificación de El simulacro da la
cifra de ese carácter teatral; la puesta en escena consta de una muñeca rubia
en un cajón de manzanas sobre un tablón en un pueblito del Chaco, y un
conjunto personas simples que hacen cola para dar el pésame a un hombre
vestido de luto parado a su lado, circunspecto, no sin dejar antes de salir
alguna moneda en la alcancía puesta junto a la muñeca. Siguiendo un
procedimiento de abismación, el relato hace del simulacro una cifra. No se
trata de la copia de un original –sabemos que Platón reserva el término
“simulacro” precisamente para realidades que se insubordinan, que pierden la
imagen y la semejanza, que no responden a géneros, paradigmas, ideas o
conceptos que se arroguen la originalidad. El simulacro del Chaco es, antes
bien, la verdad misma del simulacro de Buenos Aires. “El enlutado no era
Perón y la muñeca rubia no era la mujer Eva Duarte, pero tampoco Perón era
Perón ni Eva era Eva sino desconocidos o anónimos (cuy o nombre secreto y
23
“ U n a e f u s ió n d e E z e q u ie l Ma r tín e z E s tr a d a ” ( 1 9 5 6 ) , e n B o r g e s e n S u r (1 9 3 1 -
1 9 8 0 ), o p . c it. , p . 1 7 4 .
cuy o rostro verdaderos ignoramos) que figuraron, para el crédulo amor de los
arrabales, una crasa mitología” 24 .
La vieja Argentina, cuy a historia se confunde con la ley enda familiar y
un linaje de antepasados valientes (“mis may ores”), había sido transformada
en la incomprensible habitación del monstruo. En el extremo de este motivo
antipopular por antonomasia –no es imposible que estemos aquí ante el peor
Borges-, paradójicamente, se forja lo que a mi modo de ver es uno de sus
conceptos más lúcidos y de may or relevancia política.
24
“ E l s i mu l a c r o ” , e n O b r a s c o m p l e t a s , o p . c it. , p . 7 8 9 .
25
“ L a c e n s u r a ” ( 1 9 8 3 ) , e n T e x to s r e c o b r a d o s (1 9 5 6 - 1 9 8 6 ), o p . c it. , p p . 3 0 5 - 3 0 6 .
Estado –escribía Macedonio- debe ser meramente el mínimo renunciado de
libertad, porque el may or bien psicológico y económico es la libertad, o
porque el bien por coerción casi nunca compensa la degradación psicológica
que la coerción inflige a la persona coercida y a la coerciente, la que se
traduce en degradación de la persona económica de ambos, del hombre como
creador de valores”(...) “Soy antiestatal: toda civilización verdaderamente
avanzada en lo sincero es antiestatal” 26 .
En un trabajo reciente, en el que sale al cruce de toda apropiación
socialista de Macedonio, Luis Thonis 27 sostiene su inequívoca filiación anglo-
norteamericana, frente al ascenso del socialismo y el fascismo durante los
años 20. Contrapunto exacto de la deriva política lugoniana, la opción de
Macedonio -por la que Borges toma partido- es la exigencia liberal de un
mínimo Estado político. ¿Liberal o anarquista? En 1921 Borges presentó en la
revista Cosmópolis de Madrid un poema de Macedonio, a quien adjudica ser el
“iniciador –allá por el borroso 99- de una comunidad anarquista en el
Paraguay ” 28 (se refiere a la aventura náutica hacia tierra guaraní junto a Julio
Molina y Vedia y Arturo Múscari). Como quiera que sea, al igual que su padre
Jorge, el joven Borges se involucra desde Madrid en el delirante propósito de
la candidatura presidencial de Macedonio para suceder a Yrigoy en en 1922.
“El vasto ensueño maximalista –escribía en esos años el perturbador
candidato- resuena reciamente con mi fe individualista antiestatal...; debemos
esforzarnos para que abandonen el dogma maximalista... que asfixiará al
individuo y empobrecerá a todos” 29 .
Para el autor de Isolina Buenos Aires, la Argentina de los años 20 reúne
las condiciones para cumplir con el propósito de un “máximo de individuo” y
un “mínimo de Estado”, en línea con el ideario político anglo-norteamericano.
Pocos meses después de la muerte de Macedonio en 1952, Borges
publicó Otras inquisiciones, una de las cuales lleva por título “Nuestro pobre
individualismo”. Desde las reflexiones macedonianas de los años 20 habían
sucedido muchas cosas: la segunda guerra, el nazismo, el stalinismo y , en la
Argentina, el peronismo. La postulación borgeana de un individualismo
impolítico, reconocerá una proveniencia y una inspiración extraña, que se
26
F e r n á n d e z , Ma c e d o n io , T e o r í a s , Co r r e g id o r , Bu e n o s A ir e s , 1 9 7 4 .
27
T h o n i s , L u i s , “ M a c e d o n i o f e r ná n d e z : mín i mo d e E s t a d o , má x i mo d e i n d i v i d u o ” , e n
T o k o n o m a , n º 8 , Bu e n o s A ir e s , 2 0 0 3 , p p . 4 6 - 5 3 .
28
Cita d o p o r A b ó s , Á lv a r o , M a c e d o n io F e r n á n d e z . L a b io g r a fía im p o s ib le, o p . c i t . ,
p.43.
29
Ibid., p. 86.
inscribe en una de sus pasiones más intensas y persistentes: pensar la
Argentina.
“El argentino, a diferencia de los americanos del norte y de casi todos
los europeos –dice en un pasaje célebre-, no se identifica con el Estado. Ello
puede atribuirse a la circunstancia de que, en este país, los gobiernos suelen
ser pésimos o al hecho general de que el Estado es una inconcebible
abstracción; lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano.
Aforismos como el de Hegel: ‘El Estado es la realidad de la idea moral’ le
parecen bromas siniestras” 30 . Frente al nazismo y al comunismo, frente al
Estado que tiende a su totalización (“el más urgente de los problemas de
nuestra época”), “el individualismo argentino –concluy e-, acaso inútil o
perjudicial hasta ahora, encontraría justificación y deberes”. Esa justificación
es política. No se trata de un rasgo “meramente negativo o anárquico...
[incapaz] de explicación política. Me atrevo a sugerir lo contrario”.
1952. Moría Macedonio en febrero y Eva Perón en julio. Borges, en
tanto, escribe: “Sin esperanza y con nostalgia, pienso en la abstracta
posibilidad de... un partido que nos prometiera un severo mínimo de
gobierno”. Sin esperanza y con nostalgia. ¿Nostalgia de qué?
Los nacionalistas –es el argumento de Borges-, en su insistencia por el
color local (“ese reciente culto europeo que deberían rechazar por foráneo”),
ignoran en realidad a los argentinos. En efecto, “El escritor argentino y la
tradición” 31 –concebido casi como un manifiesto de resistencia contra la
política cultural del peronismo-, se debate con El payador de Lugones para
afirmar que la tradición argentina no es la gauchesca -ni España, ni la nada-
sino el universo entero. En el mismo sentido, unos años antes, apenas
concluida la guerra y con el peronismo hecho realidad, Borges moviliza
30
“ N u e s tr o p o b r e in d iv id u a lis mo ” , e n O b r a s c o m p l e t a s , o p . c it. , p . 6 5 8 .
31
T a n to e n la e d ic ió n d e la s o b r a s d e Bo r g e s r e a liz a d a p o r Cle me n te e n 1 9 5 7 , c o mo
e n l a e d i c i ó n d e l a s O b r a s c o m p l e t a s – q u e e mp le a mo s a q u í- r e a liz a d a p o r Ca r lo s
Frías en 1974, se hace pertenecer “El escritor argentino...” a Discusión, libro
p u b lic a d o e n 1 9 3 2 ( e l le c to r d e e s a s e d icio n e s n o p u e d e me n o s q u e v e r s e s o r p r e n d id o
a l e n c o n tr a r e s te a n a c r o n is mo : “ T o d o lo q u e h a o c u r r id o e n E u r o p a , lo s tr a u má tic o s
a c o n t e c i mie n t o s d e l o s ú l t i mo s a ñ o s d e E u r o p a , h a n r e s o n a d o p r o f u n d a me n t e a q u í . E l
h e c h o d e q u e u n a p e r s o n a f u e r a p a r tid a r ia d e l f r a n q u is mo o d e lo s r e p u b lic a n o s
d u r a n te la g u a r r a c iv il e s p a ñ o la , o f u e r a p a r tid a r ia d e lo s n a z is o d e lo s a lia d o s , h a
d e te r min a d o e n mu c h o s c a s o s p e le a s y d is ta n c ia mie n to s mu y g r a v e s ” , p . 2 7 2 ) . Má s
a llá d e e s ta o p e r a c ió n - c u yo s ig n if ic a d o , tr a tá n d o s e d e u n o d e lo s e s c r ito s má s
p o l í t i c o s d e B o r g e s , n o e s me n o r - , “ E l e s c r i t o r a r g e n t i n o . . . ” a p a r e c i ó o r i g i n a l me n t e
en Cursos y Conferencias, publicación del Colegio Libre de Estudios Superiores,
p r e s e n t a d o c o mo l a v e r s i ó n t a q u ig r á f i c a d e u n a c l a s e d a d a a l l í p o r B o r g e s e l 1 9 d e
d i c i e mb r e d e 1 9 5 1 . ( V e r G i l l e r mo G a s i o , “ B o r g e s y l a p o l í t i c a ” , e n Ñ. R e v is ta d e
c u l t u r a , n º 1 4 1 , Bu e n o s A ir e s , 1 0 d e j u n io d e 2 0 0 6 , p . 3 3 ) .
“antiguas virtudes argentinas”, nuestro arcano político más íntimo que tiene,
esta vez, un origen popular. “Las dictaduras –escribe en 1946- fomentan la
opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la
crueldad; más admirable es el hecho de que fomenten la idiotez. Botones que
balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados..., la
mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez... Combatir esas tristes
monotonías es uno de los muchos deberes del escritor. ¿Habré de recordar a
los lectores del Martín Fierro y de Don Segundo Sombra que el
32
individualismo es una vieja virtud argentina?” .
Nostalgia, entonces, del viejo individualismo solitario y ácrata que
obtuvo su mejor emblema en el Martín Fierro, documento antisarmientino
may or que la peripecia borgeana invocaba contra el peronismo en 1946.
32
“ P a la b r a s p r o n u n c ia d a s p o r J . L . Bo r g e s e n la c o mid a q u e le o f r e c ie r o n lo s
e s c r ito r e s ( 1 9 4 6 ) ” , e n J o r g e L u i s B o r g e s A / Z , S ir u e la , Ma d r id , 1 9 8 8 , p p . 7 2 - 7 3 .
Re s u lta in te r e s a n te c o n f r o n ta r lo a n te r io r c o n u n a d e c la r a c ió n f o r mu la d a
e x a c t a me n t e t r e i n t a a ñ o s d e s p u é s : “ U n a d i c t a d u r a n o me p a r e c e c e n s u r a b l e . A s i mp l e
v i s t a , p a r e c e q u e c o r t a r l a l i b e r t a d e s t á ma l , p e r o l a l i b e r t a d s e p r e s t a p a r a t a n t o s
a b u s o s : h a y l i b e r t a d e s q u e c o n s t i t u y e n u n a f o r ma d e i mp e r t i n e n c i a ” ( R e v i s t a A h o r a ,
1976) (Ibid, p.73).
33
A v e lin o A r r e d o n d o ( r e c r e a c i ó n b o r g e a n a d e u n h e c h o r e a l , e l a s e s i n a t o e n
Mo n te v id e o d e l p r e s id e n te c o lo r a d o J u a n Ba u tis ta I d ia r te Bo r d a , e n 1 8 9 7 ) e s u n
r e la to e n e l q u e e l in d iv id u o a c tú a ( c o me te e l ma g n ic id io ) s ig u ie n d o s o la me n te e l
d i c t a d o d e s u c o n c i e n c i a . E s u n e l o g i o d e l i n d i v i d u o s o l i t ar i o y h e r o i c o q u e c u mp l e
c o n lo q u e c o n s id e r a s u d e b e r ( “ U n o s mu c h a c h o s n a c io n a lis ta s me p r e g u n ta r o n :
¿ p e r o c ó mo ; e n to n c e s c u a n d o é l [ A v e lin o A r r e d o n d o ] to mó e s a d e c is ió n , a q u ié n
r e p r e s e n t a b a ? A n a d i e - r e s p o n d í yo - , s ó l o r e p r e s e n t a b a a s u c o n c i e n c i a . . . N o , p e r o
e s tá ma l, me d ij e r o n . Q u ie r e d e c ir q u e ya n o s e e n tie n d e u n a c to in d iv id u a l. S i
h u b i e r a s i d o e n v i a d o p o r u n P a rt i d o , s í s e e n t e n d e r í a . P a r e c e q u e l a v i o l e n c i a e s t á
b i e n s i s e d e c i d e e n e l c o mi t é . . . S e re c h a z a q u e u n o t o me d e c i s i o n e s a n t e s u p r o p i a
c o n c i e n c i a y l u e g o a s u ma t o d a l a r e s p o n s a b i l i d a d . P r e c i s a me n t e l o h e r o i c o e s e s o ” ) .
La idea de individuos que secretamente están salvando el mundo gracias
a la conjura que su sola existencia pone en marcha, se halla diseminada en
varios pasajes de la obra de Borges. “En general, el argentino descree de las
circunstancias. Puede ignorar la fábula de que la humanidad incluy e treinta y
tres hombres justos –los Lamed Wufniks- que no se conocen entre ellos pero
que secretamente sostienen el universo; si la oy e, no le extrañaría que esos
beneméritos fueran oscuros y anónimos” 34 . Acaso también El congreso -según
Borges su mejor cuento- pueda ser leído en clave panteísta, anarquista y
antirrepresentativa como la historia de una conjura, que logra su objetivo no
gracias al éxito del emprendimiento sino por revelación.
34
“ N u e s tr o p o b r e in d iv id u a lis mo ” , o p . c it. , p . 6 5 9 . E s ta mis ma id e a s e r e p ite e n “ E l
h o mb r e e n e l u mb r a l ” ( íb id . , p . 6 1 4 ) y e n e l p o e ma “ L o s j u s to s ” ( L a c i f r a , c i t . , p .
79).
En el prólogo a La moneda de hierro se lee: “Sé que este libro
misceláneo que el azar fue dejándome a lo largo de 1976 en el y ermo
universitario de East Lansing y en mi recobrado país, no valdrá ni mucho más
ni mucho menos que los anteriores volúmenes”, y concluy e: “Me sé del todo
indigno de opinar en materia política, pero tal vez me sea perdonado añadir
que descreo de la democracia, ese abuso de la estadística. J.L. Borges, 27 de
julio de 1976” 35 . Como se podrá advertir, no es un momento cualquiera en el
“recobrado país” para descreer de la democracia. Durante ese mismo año, el
más grande escritor argentino almorzó con Videla y con Pinochet; poco antes
había calificado a la Junta Militar que usurpó el poder con el golpe de estado
del 24 de marzo de 1976 como “un gobierno de caballeros”.
Lo menos importante de esta serie de episodios desafortunados es que le
hay an costado a Borges la no adjudicación del Nobel. Se ha insistido poco, sin
embargo, en la existencia de un conjunto de posteriores testimonios, tanto
privados y periodísticos como literarios, en sentido opuesto al de su posición
inicial, entre los cuales no es el menos importante el breve escrito –poco
conocido- redactado con motivo de haber asistido el 22 de julio de 1985 a una
de las audiencias del juicio oral a los ex-comandantes que por ese entonces se
celebraba en la Argentina. Aparecido en el diario Clarín, el escrito llevaba por
título La rutina del infierno. Borges escribió allí: “He asistido, por primera y
última vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre que había sufrido
cuatro años de prisión, de azotes, de vejámenes y de cotidiana tortura... De las
muchas cosas que oí esa tarde y que espero olvidar, referiré la que más me
marcó, para librarme de ella. Ocurrió un 24 de diciembre. Llevaron a todos los
presos a una sala donde no habían estado nunca. No sin algún asombro vieron
una larga mesa tendida. Vieron manteles, platos de porcelana, cubiertos y
botellas de vino. Después llegaron los manjares (repito las palabras del
huésped). Era la cena de Nochebuena. Habían sido torturados y no ignoraban
35
“ L a mo n e d a d e h ie r r o ” ( 1 9 7 6 ) , e n O b r a s c o m p le ta s (1 9 7 5 - 1 9 8 5 ), E me c é , B u e n o s
A ir e s , 1 9 8 9 , p . 1 2 1 . O c h o a ñ o s má s ta r d e , e n u n a n o ta a p a r e c id a e n Cla r ín e l 2 2 d e
d ic ie mb r e d e 1 9 8 3 , v o lv e r á s o b r e e s te p r ó lo g o :“ E s c r ib í a lg u n a v e z q u e la d e mo c r a c ia
e s u n a b u s o d e l a e s t a d í s t i c a ; y o h e re c o r d a d o mu c h a s v e c e s a q u e l d i c t a me n d e
Ca r lyle , q u e la d e f in ió c o mo u n c a o s p r o v is to d e u r n a s e le c to r a le s . E l 3 0 d e o c tu b r e
d e 1 9 8 3 , l a d e mo c r a c i a a r g e n t i n a me h a r ef u t a d o e s p l é n d i d a me n te . . . Mi U t o p í a s i g u e
s i e n d o e l p a í s , o t o d o e l p la n e t a , s i n E s t a d o , o c o n u n mín i mo d e E s t a d o . . . C u a n d o
c a d a h o mb r e s e a j u s to , p o d r e mo s p r e s c in d ir d e la j u s tic ia , d e lo s c ó d ig o s y d e lo s
g o b i e r n o s . . . N a d i e i g n o r a l a s f o r ma s q u e a s u mi ó e s a p e s a d i l l a o b s t i n a d a . E l h o r r o r
p ú b lic o d e la s b o mb a s , e l h o r r o r c la n d e s tin o d e lo s s e c u e s tr o s , d e la s to r tu r a s y d e
la s mu e r te s , la r u in a é tic a y e c o n ó mic a , la c o r r u p c ió n , e l h á b ito d e la d e s h o n r a , la s
b r a v a ta s , la má s mis te r io s a , ya q u e n o la má s la r g a , d e la s g u e r r a s q u e r e g is tr a la
que los torturarían al día siguiente. Apareció el Señor de ese Infierno y les
deseó Feliz Navidad. No era una burla, no era una manifestación de cinismo,
no era un remordimiento. Era... una suerte de inocencia del mal”.
Se advertirá la semejanza de esta expresión con la que, más de veinte
años antes, había empleado Hannah Arendt (a quien sin duda Borges jamás ha
leído) en el subtítulo de su libro sobre Eichmann en Jerusalén: “banalidad del
mal”. Invocando a Grocio, Arendt justificaba allí el castigo como una realidad
negativa: no restaura la justicia pero su ausencia nos sumiría en una
indignidad aún peor. Tras hablar de “inocencia del mal”, concluy e Borges en
igual sentido: “Sin embargo, no juzgar y no condenar el crimen sería fomentar
la impunidad y convertirse, de algún modo, en su cómplice”.
Según sus propias palabras, Borges fue “indigno de opinar en materia
política”; sin embargo, no podría reprochársele oportunismo o deshonestidad,
y debemos tomar en serio, con la literalidad más estricta, su crítica de la
dictadura, que comienza bastante antes de 1983. En 1980, el diario La Prensa
publica unas declaraciones suy as en las que condena la represión política en la
Argentina y el 12 de agosto del mismo año, en las páginas de Clarín
aparecería una “Solicitada sobre los desaparecidos” que lleva su firma –junto
a la de Sábato, Bioy Casares y Olga Orozco entre otras. El texto decía: “Ante
la angustiosa incertidumbre por la que atraviesan los familiares de personas
desaparecidas por motivos políticos o gremiales, nos solidarizamos –por
razones de ética y justicia- con el reclamo que formulan padres, hijos.
Cóny uges, hermanos y allegados ante las autoridades nacionales para que se
publiquen las listas de los desaparecidos y se informe sobre el paradero de los
mismos”.
Un cierto desvarío político ha coexistido siempre, en Borges con una
extraordinaria sensibilidad para la ética, para las “razones de ética”, y de esta
conjunción resulta uno de los aspectos más perturbadores de su personalidad
pública. Algunos años después de su mencionado almuerzo con Pinochet, en
un libro de diálogos con María Esther Vázquez de 1984, y ante una pregunta
sobre aquél encuentro, dice Borges: “...confieso que me equivoqué; no me di
cuenta de que no se trataba de una razón política sino que se trataba de una
razón ética. Ahora, por ejemplo, he recibido una invitación de Paraguay , que
no acepté, porque si no apoy o a los militares de aquí, por qué voy a apoy ar a
los de allá”. ¿La ética salva a Borges de la política? La ética -es decir la
h i s t o r i a . S é , h a r t o b i e n , q u e e s t e c a t á lo g o e s i n c o mp l e t o ” ( “ E l ú l t i mo d o mi n g o d e
o c tu b r e ” , e n T e x to s r e c o b r a d o s (1 9 5 5 - 1 9 8 6 ), o p . c it. , p . 3 0 7 .
atención por lo singular, por la solicitud de un rostro, de alguien que tiene una
voz, un nombre, un cuerpo- es acaso la pasión borgeana que logra sustraerse y
sustraer al mismo Borges de una estetización omnímoda de la realidad; el
brazo largo de la literatura que se posa sobre todo, incluso, lamentablemente,
sobre la política. La ética salva a Borges de la política porque es su punto de
ruptura con la estética, el punto ciego de la literatura. “Una tarde –recuerda en
el diálogo con María Esther Vázquez- vinieron a casa las Madres y las
Abuelas de Plaza de May o a contarme lo que pasaba..., sentí que venían
llorando sinceramente, porque uno siente la veracidad. ¡Pobres mujeres, tan
desdichadas!... Cuando me enteré de todo ese asunto de los desaparecidos me
sentí terriblemente mal. Me dijeron que un general había comentado que si
entre cien personas secuestradas cinco eran culpables, estaba justificada la
matanza de las noventa y cinco restantes. ¡Debió ofrecerse él para ser
secuestrado, torturado y muerto para dar validez a su argumento!”.
En 1985, casi al mismo tiempo que el escrito breve sobre el juicio a las
Juntas, aparecía su último libro, Los conjurados. El poema final, la última
palabra del viejo escritor, nada tiene de literario y sí una dimensión política
de suma importancia. Finalmente, la última página de la obra de Borges
prescinde con rara lucidez de la literatura, o la subordina. Esa página está aún
por ser pensada, como así también la política de la conjura que allí se sugiere.
Los conjurados incluy e también un relato que comienza como sigue: “Nunca
sabré de qué manera pudieron entrar en mi casa la noche del 14 de abril de
1977... Sin alzar la voz me ordenó que me levantara y vistiera
inmediatamente. Se había decidido mi muerte y el sitio destinado a la
ejecución quedaba un poco lejos. Mudo de asombro, obedecí...”. Sabemos que
las fechas no son casuales en Borges. Sabemos que en abril de 1977 el
secuestro y la muerte cundían por las calles de un país que, al igual que
Borges, había “descreído de la democracia”.
Paradójicamente, tal vez como en ninguna otra parte puedan hallarse en
la obra de Borges los grandes motivos políticos por venir: la conjura, la ética,
el don, la hospitalidad, la resistencia, la amistad, y tal vez, también, las claves
para una existencia colectiva menos violenta, para que el país del secuestro, la
tortura, la desaparición y la muerte no retorne nunca más.
“ E n e l c e n tr o d e E u r o p a e s tá n c o n s p ir a n d o .
E l h e c h o d a ta d e 1 2 9 1 .
S e tr a ta d e h o m b r e s d e d iv e r s a s e s tir p e s , q u e p r o fe s a n d iv e r s a s r e lig io n e s y q u e
h a b la n e n d iv e r s o s id io m a s .
H a n to m a d o la e x tr a ñ a r e s o lu c ió n d e s e r r a z o n a b le s .
H a n r e s u e l t o o l v i d a r s u s d i f e r en c i a s y a c e n t u a r s u s a f i n i d a d e s (. . . )
E n e l c e n t r o d e E u r o p a , e n l a s t i e r r as a l t a s d e E u r o p a , c r e c e u n a t o r r e d e r a z ó n y
de firme fe.
L o s c a n t o n e s a h o r a s o n v e i n t i d ó s . E l d e G i n e b r a , e l úl t i m o , e s u n a d e m i s p a t r i a s .
M a ñ a n a s e r á n to d o e l p la n e ta .
A c a s o lo q u e d ig o n o s e a v e r d a d e r o ; o ja lá s e a p r o fé tic o ” .