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El disco compacto (en sistema MP3) “Canto tu gloria Arequipa lírica y audaz”, contiene 55

pistas numeradas: con 14 canciones, 16 prosas poéticas y 1 discurso compuestos por Juan Guillermo
Carpio Muñoz en los últimos cuarenta años; 27 yaravíes, marineras, huayños, pampeñas y pasacalles
anónimos de la antigua Arequipa que hoy nadie conoce y que han sido recopilados por Juan Guillermo
Carpio Muñoz, entre los que destacan tres hermosos yaravíes de Mariano Melgar que “reviven” des-
pués de haber sido olvidados por un siglo en la memoria colectiva de nuestro pueblo; y dos valses de
Benigno Ballón Farfán y Jorge Azpilcueta y Elard Zavalaga.
Mi gratitud a Reynaldo Roberts Billig, quien a través de su empresa RESERSUR, ha aus-
piciado la publicación de este disco; a quienes hicieron posibles las interpretaciones musicales
y sus grabaciones: Gróverly Núñez Monar, Lionel Cuadros del Carpio, Eduardo (Lalo) Apaza
Rodríguez, Ricardo Gallegos Sanz, Félix Valdivia Cano, José Linares Bezold, Melbin Alarcón,
César Salas Morales, hermanas Rosa y Stephany Arenas Pérez, Estudiantina Amistad Arequipa; a
Gustavo Alayza (de quien es la fotografía de la carátula y las 3 fotografías de La Lucila; todas las
demás fotografías son mías); y a la memoria de José Luis Pantigoso Rodríguez (+), de quien se
reproduce algunas pinturas y dibujos.
Juan Guillermo Carpio Muñoz
Quienes deseen duplicar o copiar este disco,
quedan autorizados para hacerlo.

1
EN MEMORIA DE MI QUERIDO AMIGO Y MAESTRO
BERNARDO GARCÍA IZQUIERDO

No pensé, jamás, que Bernardo, quien al escuchar mis canciones grabadas me pidió
que las publicara en un disco, no podría llegar a tenerlo en sus manos. Con todo amor y
respeto lo dedico a su memoria. 
En Canadá, mi hijo Gonzalo me dio la infausta noticia de su muerte, cuando empe-
zábamos a caminar en un bosque. Sollocé y sobrecogido todo el día rememoré nuestra
longeva y fructífera amistad. Esa noche dormí en una cabaña del Parque Nacional del BIC,
al amanecer el día siguiente escuché el Requiem de Johann Christoph Bach que tenía en
una tablet y escribí lo siguiente.
Bernardo García Izquierdo. Amanece en Canadá y tú no estás en Arequipa, ni en nin-
guna parte. Hoy enterrarán tus despojos que tu espíritu animó por ochenta años. Tu vida de
músico ha sido una melodía preciosa que nos encantó a muchos pero que, lastimosamente,
dejó de sonar con un trino de corno que no pudiste controlar y te sacó del pentagrama.
Yo, que aprendí a amar la música académica llevado de tu mano, de tu oído, de tu
gusto, que caminé varias veces las sonoras pisadas de Mozart, Vivaldi, Zipoli, Tomás Luis
de Victoria, Orlando di Laso, guiado en los últimos cincuenta años por tu conocimiento,
amabilidad y sensibilidad artística exquisita. 
Yo, que tuve el privilegio de contarme entre tus amigos más cercanos, fieles y recu-
rrentes, me inclino reverente ante la memoria que guardamos los que tuvimos la suerte de
conocerte y compartir tu camino interrumpido para siempre. Hoy, querido Maestro, entra-
ñable Amigo, sobresaliente Músico, estarás por siempre presente en nuestra agradecida
memoria que se doblega de dolor porque te has ido más lejos de lo lejos, al misterio de lo
eterno. Descansa en paz

Juan Guillermo Carpio Muñoz


Amanecer del 3 de julio del 2013

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“Canto tu gloria Arequipa lírica y audaz”
Juan Guillermo Carpio Muñoz

I
CANCIONES DE JUAN GUILLERMO CARPIO MUÑOZ
(Letra y música)

1. Presentación: Cantar en toda la extensión de la palabra.


2. Mi promesa. Vals sentimental arequipeño de Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien lo
canta con el acompañamiento de Félix Valdivia Cano (guitarra). Lo compuse a fines del
2008 en que cumplí mi sueño de volver a vivir en Arequipa.

Mi promesa
Cuando camino por mi ciudad
me siento dueño de todo:
del volcán y la nieve que lo corona,
de sus bóvedas que acunan al sol,
de sus calles que pueblan mi fantasía,
del campanario que reza en bronce
como monja catalina,
del río que pinta en verdes
su bucólica campiña,
y del blanco de sus sillares
por los que va mi corazón a pie.

Arequipa: yo soy guijarro de tu seno,


tu Cholololo enamorado
y tu toro de pelea,
quisiera acolpacharme
entre tus senos de chaquenas

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y anidar en tu corazón por los que va mi corazón a pie.
donde destilas la miel de nuestras vidas.
Arequipa, tú eres la Chola
Chola recién bañada más hermosa de mis sueños,
por una lluvia de luceros, blancura del jazmín
blanco bordado de la libertad siento tu aliento de cedrón y yerbabuena,
en el azul añil del firmamento, pañal de la inmortalidad,
he vuelto a ti, te recorro querido nácar de alegría,
llenándote de besos permite que te trence
y te prometo que nunca más el pelo de tus sauces y tus molles,
me apartaré de tu amoroso regazo. y te ponga un ramito de texaos
He vuelto a ti, te recorro en pleno pecho.
llenándote de besos
y te prometo que nunca más Chola recién bañada
me apartaré de tu amoroso regazo. por una lluvia de luceros,
blanco bordado de la libertad
Cuando camino por mi ciudad en el azul añil del firmamento,
me siento dueño de todo: he vuelto a ti, te recorro
del volcán y la nieve que lo corona, llenándote de besos
de sus bóvedas que acunan al sol, y te prometo que nunca más
de sus calles que pueblan mi fantasía, me apartaré de tu amoroso regazo.
del campanario que reza en bronce He vuelto a ti, te recorro
como monja catalina, llenándote de besos
del río que pinta en verdes y te prometo que nunca más
su bucólica campiña, me apartaré de tu amoroso regazo.
y del blanco de sus sillares

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Cantando con Félix Valdivia Cano.

En el río Chili, a la altura de Charcani. Año 2011.

5
3. Río Chili, padre mío. Marinera arequipeña de Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien
la canta con el acompañamiento de Lalo Apaza y Gróverly Núñez Monar (guitarras).
Compuse esta marinera en el Club Internacional, caminando al lado del Chili, el 25 de
junio del 2011.

Río Chili, padre mío

Río Chili, padre mío, No hay río como mi Chili,


Por ti vivimos aquí, Nadie lo podrá igualar,
Río Chili, padre mío, No hay río como mi Chili,
Por ti vivimos aquí: Nadie lo podrá igualar,
El chilicuto y el molle, Corre por todas mis venas
El rocoto y el texao, Me alegra con su cantar,
La papaya y la alfalfa, Bota en lágrimas mis penas
Y el cuy que como en chacta´o; Y por él quiero brindar.
El chilicuto y el molle,
El rocoto y el texao, Recitado:
La papaya y la alfalfa, Porque llevas pocas aguas
Y el cuy que como en chacta´o. Y recorres distancias breves
¡Nadie se acuerda de ti, padre mío!
Río Chili, padre mío,
Y, sin embargo, todo se inicia de ti:
Por ti vivimos aquí,
Mis lindas chacras, lonccos y calas
Río Chili, padre mío,
Y hasta la flor de alhelí.
Por ti vivimos aquí:
Mi toro que es de pelea
Río Chili, Padre mío:
Y un gran señor de esta tierra,
Por ti vive esta ciudad,
Mi caballo que es de paso
Río Chili, Padre mío:
Y baila la marinera;
Por ti vive esta ciudad,
Mi toro que es de pelea
Por ti existimos los lonccos
Y un gran señor de esta tierra,
Y las calitas de allá;
Mi caballo que es de paso
Tú limpias lo que está sucio y
Y baila la marinera.
Catatas lo que está mal.

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Por ti existimos los lonccos No hay río como mi Chili,
Y las calitas de allá; Nadie lo podrá igualar,
Tú limpias lo que está sucio y No hay río como mi Chili,
Catatas lo que está mal. Nadie lo podrá igualar,
Río Chili, Padre mío: Corre por todas mis venas
Por ti vive esta ciudad, Me alegra con su cantar,
Río Chili, Padre mío: Bota en lágrimas mis penas
Por ti vive esta ciudad, Y por él quiero brindar.
Contigo hacemos los chupes No hay río como mi Chili,
Y la chicha de güiñapo, Nadie lo podrá igualar,
Tú riegas todas las chacras No hay río como mi Chili,
Y lavas todos los trapos. Nadie lo podrá igualar,
Contigo hacemos los chupes Corre por todas mis venas
Y la chicha de güiñapo, Me alegra con su cantar,
Tú riegas todas las chacras Bota en lágrimas mis penas
Y lavas todos los trapos. Y por él quiero brindar.

4. Alondritay. Yaraví arequipeño de Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien lo canta con el
acompañamiento de Félix Valdivia Cano (guitarra). Compuesto entre el 27 de marzo y el 28
de junio del 2010. Experimento en el que en su estructura musical, pretendo mostrar cómo
el yaraví andino y el cante jondo influyeron en la configuración del yaraví arequipeño.

¡Alondritay!

(Aire de yaraví andino) Yarabayas, copoatas y puquinas,


Aquí en San Lázaro fue: Hicieron rondas y chozas
Brotó el agua de la vida Junto a acequias cantarinas.
De esta Villa tan hermosa,
De esta mi tierra florida. (Aire de cante jondo)
Aquí mis abuelos moros:
Aquí mis agüelos indios: Andaluces y extremeños,

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Pasaron sus primeras noches ¡ay!
En el suelo arequipeño.
Pasaron sus primeras noches ¡ay!
En el suelo arequipeño.
(Aire de yaraví arequipeño)
Aquí he levanta´u mi nido,
Alondra mía. Alto, muy alto, en el cielo,
Deslumbrado por tus vuelos,
Quiero beber de tu pico
Tus ansias y tus desvelos.
Quiero beber de tu pico, ¡alondritay!
Tus ansias y tus desvelos.
Quiero beber de tu pico, ¡alondritay!
Tus ansias y tus desvelos.

Como algún día me iré


Seguiré en mi loco empeño:
Enseñando a que otros te amen, ¡alondritay!
Hasta hacerse arequipeños.
Hasta hacerse arequipeños, ¡alondritay!
Tus amantes y tus dueños.

He de inculcar en los pechos


De los hijos de puneños,
De moqueguanos, cuzqueños,
Que hoy viven bajo tu cielo,

El que lleguen a adorarte


Mi Arequipa, Chola Hermosa,
Como te venero yo, ¡alondritay!
Por sobre todas las cosas.
Por sobre todas las cosas, ¡alondritay!
Mi Arequipa, Chola Hermosa.

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5. Menelik. Pampeña de Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien la canta con el acompa-
ñamiento de Lalo Apaza y Gróverly Núñez Monar (guitarras). La compuse, en junio
del 2011, cuando terminé de escribir la biografía del toro Menelik para mi libro: Surco,
pasión y gloria del chacarero arequipeño y sus peleas de toros.
Menelik
En la linda Socabaya
hace tiempo que nació
donde el Mateyo Zegarra
el torito más Campeón,
donde el Mateyo Zegarra
el torito más Campeón.

Creció entre toros serranos


que lo trataban muy mal,

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pronto aprendió a defenderse y los cuereaba tupi´u.
venciendo a todo rival,
pronto aprendió a defenderse Enseñó a los otros toros
venciendo a todo rival. a pelear para vivir,
hizo feliz a los ccoros,
En medio de alfalfares nunca se dejó abatir,
de la chacra arequipeña hizo feliz a los ccoros,
te levantamos altares nunca se dejó abatir.
¡viva Arequipa, tu dueña!,
te levantamos altares Menelik, Menelik,
¡viva Arequipa, tu dueña! el Campeón más recorda´o,
de todita nuestra historia
Menelik, Menelik, por su cachito afila´o.
el Campeón más recorda´o, Menelik: como vos,
de todita nuestra historia Menelik, no hay dos
por su cachito afila´o. eres rey de la campiña
Menelik: como vos, y, de los toros, su Dios.
Menelik, no hay dos
eres rey de la campiña Menelik, Menelik,
y, de los toros, su Dios. el Campeón más recorda´o,
de todita nuestra historia
Tenía unos cachos lindos por su cachito afila´o.
era toro acriolla´o, Menelik: como vos,
tres pintas era su pelo Menelik, no hay dos
entre blanco y colora´o, eres rey de la campiña
tres pintas era su pelo y, de los toros, su Dios,
entre blanco y colora´o. eres rey de la campiña
Pa´ pelear no hubo otro toro y, de los toros, su Dios.
ni un luchador más sabi´u 6. Campanitas de San Lázaro. Pampeña
ensartaba a sus rivales de Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien
y los cuereaba tupi´u, la canta con el acompañamiento de Félix
ensartaba a sus rivales Valdivia Cano (guitarra). La compuse el

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Las campanitas de San Lázaro cuelgan de la espadaña de la capilla

27 de marzo del 2010, uno de los días más felices de mi vida, en homenaje al barrio de San
Lázaro que, presumiblemente se llamó Llallihuaya, antes de que llegaran los españoles.

Campanitas de San Lázaro


Campanitas de San Lázaro
En su espadaña altiva,
Campanitas de San Lázaro
En su espadaña altiva,
Capillita y puente al lado,
Me tienen embelesado.
No hay barrio como mi barrio: San Lázaro
Bello por todo costado,

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Campanitas de San Lázaro De Arequipa, La Bonita.
De voces tan cantarinas, Barrio de San Lázaro:
Campanitas de San Lázaro Mestiza cunita,
De voces tan cantarinas, Raíz y diadema
Regalan mucha alegría, talán, talán, De Arequipa, La Bonita.
Por todas nuestras esquinas,
Regalan mucha alegría, tilín, tilín, Callejones de San Lázaro
Por todas nuestras esquinas. Raíces de mi Arequipa:
Tejada, Desaguadero, ¡ja jay ja jay!
Barrio de San Lázaro: Violín con cuerdas de tripa.
Mestiza cunita, Tejada, Desaguadero, ¡ja jay ja jay!
Raíz y diadema Violín con cuerdas de tripa.

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Para no romper Cristales Raíz y diadema
Enristro mi Bayoneta, De Arequipa, La Bonita.
Y en un Combate Naval ¡ja jay ja jay! Barrio de San Lázaro:
Entra mi lloclla en trompeta. Mestiza cunita,
Y en un Combate Naval ¡ja jay ja jay! Raíz y diadema
Entra mi lloclla en trompeta. De Arequipa, La Bonita.
Campo Redondo, Ripacha,
Calienes, Veliz y El Filtro, (1) En esta grabación este verso dice: Pa-
Alameda y Carlos Llosa, ¡ja jay ja jay!
sajes Veliz y El Filtro. Después de esta gra-
Son trenzas de mi preciosa.
bación, perfeccioné este verso porque me
No hay barrio como mi barrio: San Lázaro
De Arequipa, Chola Hermosa. había olvidado de uno de los callejones de
Remate San Lázaro, y debe cantarse así: Calienes,
Barrio de San Lázaro: Veliz y El Filtro.
Mestiza cunita,

7. Arequipa güenamoza. Marinera arequipeña de Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien


la canta con el acompañamiento de Lionel Cuadros (guitarra y segunda voz) y Gro-
verly Núñez Monar (segunda guitarra). Esta marinera la compuse en Arequipa, en mi
casa de Cerro Colorado, el 1 de junio de 1983. La retoqué, para cantarla y grabarla en
enero del 2011.

Arequipa güenamoza
Rodeada por los desiertos Está mi ciudad querida
y en medio de un alfalfar, encaje en blanco sillar
debajo de un cielo claro que labraron mis agüelos
y al pie de un alto volcán. entre chicha y bajamar,
Están mis ricos picantes
Cantada por los chiguancos
que crearon mis agüelas
que güelan sobre el maizal,
entre fogones, cazuelas
aromada de eucaliptos,
y un dulcísimo cantar.
de cedrón y watacay.

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El 16 de agosto de 1988 entrevisté a Los Dá-
valos en mi casa de Cerro Colorado. Al día
siguiente, por la mañana, nos tomamos la fo-
tografía de la izquierda, delante de la puerta
de una casa vieja de un callejón de Yanahuara;
y, al mediodía y por la tarde, me di el enorme
gusto de agasajar a Víctor y José Dávalos en mi
casa de Cerro Colorado con cauche de queso y
conejos chactados, hechos por mi madre y con
pisco, vino y mucho amor, en presencia de mis
queridos amigos Jaime Rey de Castro y Alber-
to Franco Castillo, dos hijos de José, una hija
de Víctor, el joven compositor y cantante Raúl
Huerta (que hoy vive en Europa), mi madre, mi
esposa y mis hijos.

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Están mis ricos picantes
que crearon mis agüelas
entre fogones, cazuelas
y un dulcísimo cantar,
recitado
Pa´nde vais mi güenamoza,
pa´nde te vais a esconder,
yo he de ser tu fino amante
de noche y de amanecer.

Y esta tierra que es mi tierra


tiene un pueblo colosal
que al desierto transformó
en campiña sin igual,
Que a la lava convirtió
en ciudad monumental,
Arequipa güenamoza
como tú no hay otra igual.
Apunte de Eduardo Ugarte y Chocano: Juan
Aretes de campanarios, Guillermo Carpio Muñoz en el festejo de la
enagua de alfalfas tiernas, presentación de su libro El yaraví arequipeño,
chaposa como un geranio picantería La Palomino, Yanahuara 1976.
joyita de relicario.
Enamorada de ensueño 8. Vengo catatando coplas. Pampeña de
de este trejo arequipeño, Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien
dejame bailar contigo, la canta con el acompañamiento de Fé-
te amo, beso y bendigo. lix y Alfredo Valdivia Cano (guitarras).
Enamorada de ensueño En Arequipa, el 20 de marzo de 1974,
de este trejo arequipeño, hace treinta y siete años, cuando tenía
dejame bailar contigo, veintinueve años de edad, compuse
te amo, beso y bendigo, esta pampeña de “protesta”, como se

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decía en la época. En ese entonces, como muchos jóvenes de mi generación, tenía ideas
socialistas, pues creía, románticamente, que debíamos conseguir un Estado que distribuya
la riqueza entre todos para alcanzar la justicia social. Después, aprendí que esa idea es utó-
pica, irrealizable y equívoca, porque quienes controlan el Estado y, especialmente quienes
lo hacen en nombre del pueblo, los pobres o el proletariado, lo único que hacen es utilizarlo
para llenarse los bolsillos de dinero y de privilegios y, lo que es peor y diametralmente
opuesto a la justicia social, se convierten en unos tiranos que anulan la libertad, el bien más
preciado de la humanidad.
Tiempo después, la noche del 18 de marzo, tal vez del año 1977, en la serenata que le dimos
a la señora Josefa Cano (a quien yo llamaba “mamá Josefa”) se la canté. Esa es la versión
que usted puede escuchar.

Vengo catatando coplas

De mi Cerro Colorado tápense ccalas los oidos


vengo catatando coplas, mi canto es un canto loncco.
tápense ccalas los oidos
mi canto no es refinado, Con la misma valentiya

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del obrero en su trabajo,
del chacarero en su tierra
mi canto no tiene atajo,
ni quien le ponga un carajo.

Arequipa del obrero,


del chacarero y minero,
de los ccalas y turistas
que hasta explotan tu vista
par´eso te hacen nudista.

Ay ay ay, chola pinturera


tu pasado es blanco, ja jay
roja es tu pollera.
(Tu pasado es blanco, ja jay
roja es tu pollera).

Arequipa, chola hermosa


te han converti´u en museyo
los ccalas que todo el diya Autógrafo de Ariel Ramírez en que repro-
explotan al pueblo, feyo, duce los primeros compases de su Misa
y a ti como a su trofeyo. Criolla, porque le conté que como solista
yo la canté, cuando el Coro Palestrina la
Pero algún día mi Arequipa estrenó en Arequipa.
ya no serás blanco ccala,
serás un rojo texao si el loncco que te lomeó
junto a una luna plateada. o el ccala que lo ordenó
(Serás un rojo texao y al pobre loncco explotó?
junto a una luna plateada).
Ay ay ay, chola pinturera...
Sillarcito, sillarcito
dime ¿quién te trabajó

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9. Brindis con Garcí Manuel de Carbajal. Poema costumbrista de Juan Guillermo Car-
pio Muñoz, quien lo declama con el acompañamiento de Félix Valdivia Cano (guita-
rra). El 13 de agosto de 1990, en mi estudio y casa de Cerro Colorado, queriendo agra-
decer a alguien el que exista Arequipa, me imaginé en una picantería estando al frente
de Garcí Manuel de Carbajal, y levantando un cogollo de chicha le dije lo siguiente:

¡Salú,
con usté,
don Garcí Manuel! :
He dejau mi lampa a un la´u por tantismo lajla güeno
y me he quita´u mi huacali, que vive bajo este cielo.
pa´decirle qu´hizo bien Y... cuando la parca venga
en el diya de l´Asunta pido m´entierren aquí,
del mil quiñentos cuarenta que como usté don Garcí,
al jundar al pie del Misti me he de ir, pero dejando
esta ciudá güenamoza, las huellas que trabajando
que los loncos, como yo, de sol a sol puse aquí.
hemos rodia´u de campiña ¡Barajo! qu´estoy huarojlla
con ¡tanta! veneración. como tanquita trinando
¡Ya no la conocerís...! ¡oido! mi Señor Gobernador
¡tan grande que si´a crecí´u! pa´ lo que le voy contando:
qui hasta nos quiere engullir diyas hay que sólo como
y no lo hemos de permitir. un puña´o de mote verde
Pa´eso lomeamos, toditos, y lampeyo con tanta juerza
como si juéramos güeyes, que hasta me quedo temblando,
catatando nuestras penas pero, diyas hay también,
entre las melgas y andenes. que tiro una cana al aire
Aquí, en este bendito suelo, con mi compadre Abelardo,
he nací´u y m´echo hombre, con el duende del Isidro,
aquí riego mi majuelo, con el tacpi del Isaac,
aquí quiero y soy querí´u y el ccaroso Esmeregildo.

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Ahi nos fajamos, con gusto, llenemos este cogollo
unos cuyes con sus huayllas con el néctar del güiñapo
con llatan, que es un contento. y páguem´i´usté contento
Y en lo mejor del fandango, porque a pesar de los siglos
cantando con la vihuela, hay algo que sigue igual:
levantamos nuestro vaso queremos mucho a Arequipa
con la chicha arequipeña. y no dejamos de trabajar
...A propósito, oiga´ste... porque siempre seya linda,
usté que sí conoció joven, próspera, sin igual,
bebida tan rica y treja como vosotros quisisteis
que nos refresca el toncori, el diya jundacional.
que nos alegra a los machos, ¡Salú, por usté,
a las jóvenes, a los muchachos, don Garcí Manuel!
pero también a las viejas,

10. Picardía de pie a pelo. Marinera de Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien la canta
(primera voz) con el acompañamiento de Lionel Cuadros (primera guitarra) y Cé-
sar Salas Morales (segunda voz) y Gróverly Núñez Monar (segunda guitarra). En
1987, cuando terminé de estudiar los orígenes históricos de la marinera, emociona-
do por su origen y salero tan peruanos, compuse esta marinera, en la que pretendo
describir cómo se baila y por qué es tan peruana. Por las razones dichas, no es una
marinera arequipeña (más bien su aire y carácter está concebido como el de una
marinera norteña).
Picardía de pie a pelo
Pañuelo hecho gaviota,
pareja que balancea, (bis)
gallito que se alborota,
caballo que pajarea.
(gallito que se alborota,
caballo que pajarea).

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Coqueteo´e chola en celo,
gracia de negra cimbreante. (bis)
Picardía de pie a pelo
inspírame en este instante.
(picardía de pie a pelo
inspírame en este instante).

Tus pies trazan un bordado


mientras mi agitado anhelo
(tus pies trazan un bordado
mientras mi agitado anhelo)

21
Lalo Apaza, Juan Guillermo Carpio Muñoz, Ricardo Gallegos Sanz y Lionel Cuadros del Carpio,
haciendo un último ensayo en la sala de grabación.
como blanco crisantemo y regresó de chilena,
se prende de mi pañuelo, marinera de alhelí:
lo cambio por la guirnalda eres alegría en pena.
que roja adorna tu pelo.
(como blanco crisantemo Revoloteando a tu alero
se prende de mi pañuelo, descubro que tu cintura (bis)
lo cambio por la guirnalda es donaire hecho bisagra
que roja adorna tu pelo). entre tus ojos y el suelo
(es donaire hecho bisagra
recitado entre tus ojos y el suelo).
Zamacueca fue pa´llí Me miras y te retiras

22
como diciendo que no (bis) si me he de morir mañana
alzá, palomita el vuelo pido me entierren aquí,
que aquí va tu cazador que donde estamos bailando
(alzá, palomita el vuelo nacerá un capulí,
que aquí va tu cazador). si me he de morir mañana
La marinera es peruana pido me entierren aquí,
como el dulce es de la caña que donde estamos bailando:
(la marinera es peruana bamboleará un capulí.
como el dulce es de la caña)
11 Madrid, paloma liberada. Vals de Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien lo canta
con el acompañamiento de Lalo Apaza y Gróverly Núñez Monar (guitarras). Después
de Arequipa, Madrid es la ciudad que más quiero. Compuse este vals en Madrid, el
domingo 11 de mayo de 1986.

Madrid, paloma liberada

Como leño en invierno que es canto de sirena


como beso en primavera para este arequipeño.
como luz que diluye
la tiniebla de la espera Madrid, Madrid,
entraste en mis retinas Madrid, Madrid:
como una mujer primor de niña
que pronto nos embruja que se convierte
y se hace querer. en hermosura de mujer.
(Madrid, Madrid,
Después de tantos años Madrid, Madrid:
de vivir regimentada primor de niña
te sientes cual paloma que se convierte
de pronto liberada en hermosura de mujer).
y subes por los aires
trina tu loco empeño Glorieta de Quevedo

23
Bravo Murillo donde viví.
Plaza Mayor hermosa.
Diálogo en Chamberí.
Calle de Malasaña
cante, vino y guitarra
La Cibeles conoce
mi soledad en Madrid.

Paseo en El Retiro,
templo de Euterpe en el Real,
Histrión multiplicado,
arte en El Prado
y por donde uno va.
Viajes en “Mundo Joven”,
en Ledesma el yantar
y en Las Ventas corridas
que no podré olvidar. Daniel Alomía Robles - 1902

Madrid, Madrid...

Tú eres como una niña


que se transforma y ruboriza
al descubrir de golpe
que puede ser señora
y la inocencia pura
de tu primera edad
se ha hecho la belleza
que en tu talante va.
Y ahora que en raudo vuelo
me voy y dejo tu tibio lecho,
recorro enloquecido
tu piel: fresco barbecho,

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navego en tus arterias, ciudad de mil recuerdos.
bebo en tu cáliz tierno
y te guardo en el pecho Madrid, Madrid...
12 Elegía a la muerte de Víctor Jara. Canción de Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien
la canta y se acompaña con la guitarra. Por las razones ya expuestas al describir la
pampeña que aparece en la pista 8 y por mi admiración al cantante Víctor Jara, a
quien conocí cuando llegó a Arequipa meses antes de morir cruelmente asesinado en
el estadio de Santiago de Chile, compuse esa elegía en el mes de diciembre de 1974.
Disculpen que toque tan elementalmente la guitarra.

Elegía a la muerte
de Víctor Jara
Te fuiste Víctor Jara
como una estrella,
la voz de los obreros
es tu voz bella.

Te fuiste Víctor Jara


como un cometa
que impulsó el viento
fiero de la vileza.

La vileza terrible
que a fuego y bala
cree matar la causa
que tú cantabas.
La vileza terrible
que uniformada
cree matar la causa
que tú cantabas.

25
Ay, ay, ay, ay. Víctor Jara no ha muerto
Tú recordaste a Amanda, es una guitarra,
la de Manuel: se convierte en clavel
que la vida es eterna en cada mañana.
en cinco minutos.
Víctor Jara no ha muerto
Tú entregaste a tu pueblo es una guitarra,
en noche obscura se convierte en clavel
tu canción que es antorcha en cada mañana.
de la esperanza.
Ay, ay, ay, ay.

13. Chabuca: cuculi. Elegía a la muerte de Chabuca Granda. Canción con aires de
yaraví y de marinera de Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien la canta con el acompa-
ñamiento de Lalo Apaza y Gróverly Núñez Monar (guitarras). Compuse este tema al
enterarme de la muerte de Chabuca Granda, el 8 de marzo de 1983.

Chabuca: cuculi
Elegía a la muerte de Chabuca Granda
(Aire de yaraví)
Ya no podré escuchar más
Tu acento ronco y querido,
Que se callen las guitarras
Que una cuculi ha partido.
Ya no cantará su pico
Por llevar ramas de olivo,
Pido que doblen campanas
Para arrullarla en su nido,
Pido que doblen campanas
Para arrullarla en su nido.
(Aires de vals - marinera)
En berebere criollo

26
27
va una niña galopando
se va a la edad eterna
bajo lluvia de amancaes,
lleva guitarra en la grupa
y en la brida soledades,
va susurrando canciones
cual cuculi enamorada.
Va susurrando canciones
cual cuculi enamorada.
Ella amó al Perú que teje
urdimbre de muchas hebras,
amó a la serrana ingenua
que espera a su “Dueño Ausente”,
amó a los negros que ponen
su alma en ritmo de cajón,
amó al caballo de paso
y al gallito Camarón.
Amó al caballo de paso
y al gallito “Camarón”.

(Aire de yaraví)
Te alejas pronto Chabuca,
Te alejas en noche obscura
Nos quedará tu fragancia (Aires de vals - marinera)
De jazmín y albahaca pura. El río y la alameda
Hay penas que nos laceran y el viejo puente contemplan:
Y que nunca tendrán cura. a la “Flor de la Canela”,
Tu canto es la candileja junto a “Martín y su mula”,
Que alumbra en la noche oscura, van por las gamas de verde
Tu canto es la candileja del Perú “Bello Durmiente”,
Que alumbra en la noche oscura. paseas tu “Fina Estampa”
con ritmo altivo y prudente.

28
Paseas tu “Fina Estampa”
con ritmo altivo y prudente.

Ese puente que la espera


en dulce y quieta tarde
entre sus maderos cruje,
lanza un suspiro que arde.
Se ha ido su amor cantante,
se ha ido su fina amante
ni la garúa de junio
ha de poder consolarle.
Ni la garúa de junio
ha de poder consolarle.

(Aire de remate de marinera)


Chabuca tú no te has ido
se han ido todas tus penas,
Chabuca tú no te has ido
se han ido todas tus penas,
tu música nos amarra
con las más dulces cadenas.
Tu música nos amarra
con las más dulces cadenas.
14. Amor mío. Vals sentimental
arequipeño de Juan Guiller-
mo Carpio Muñoz, quien lo
canta con el acompañamien-
to de Gróverly����������
Núñez Mo-
���
nar (guitarra). Lo compuse Parados: Fred Rohner, Juan Guillermo Carpio Muñoz y
el 28 de mayo del 2013. Rolando Vento, rodean a Víctor Marín.

29
Amor mío
Amor mío regálame esta noche
Disfrutemos la miel de nuestros cuerpos,
Beberé de tus labios la ambrosía,
Sentirás, de mi ser todo su afecto.

Naveguemos en el mar de emociones


Que la vida va abriendo a nuestro
encuentro,
Galopemos como un Caballo de Oro
Entregándonos todo nuestro enamoro.

Quede atrás el pérfido pasado,


Tantas noches con amores inciertos,
Tantos días soñándote despierto,
Tan poca agua en el medio del desierto.
Amor mío, amor mío,
Luz de mi atardecer
A ti mi corazón confío.
Amor mío, amor mío,
Tus caricias me dan
El gozo de un hermoso desvarío.

30
II
RESCATANDO ANTIGUAS CANCIONES DE AREQUIPA.
(Anónimas y de autores)

15 Paloma Blanca. Yaraví arequipeño anónimo, recopilado y cantado por Juan Guillermo
Carpio Muñoz. Con Lalo Apaza (guitarra y segunda voz).

Paloma blanca
1 Paloma blanca los cazadores
alas de pata tiran sus tiros
piquito de oro tiros perdidos.
no te remontes 13 Aquí en mi pecho
por esos montes hay una jaula
porque yo lloro donde te criaste
7 Si eres paloma te viste plumas,
si eres cuculí alzaste el vuelo
vuelve a tu nido, y me dejaste.

16 El diablo más viejo. Antigua pampeña anónima que hoy nadie conoce, recopilada
por Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien la canta con el acompañamiento de la estu-
diantina Amistad Arequipa: Martín Mamani (primera mandolina), Renildo Gutiérrez
(segunda mandolina) y Augusto Ocharán (guitarra).

EL DIABLO MÁS VIEJO

En la torre de mis gustos el de las orejas gachas,


en lo más alto me vi. el de las orejas gachas,
Los cimientos fueron falsos: que de los infiernos vengo
otro subió yo caí. a matar todas las viejas
y a llevarme a las muchachas.
Yo soy el diablo más viejo,

31
Ahí te he trai´u el mondongo
que me mandasteis comprar,
que me mandasteis comprar
dime dónde te lo pongo
toditito este mondongo
que me mandasteis comprar,
y si no lo recibís
en la puerta te lo pongo,
toditito este mondongo
que me mandasteis comprar.

En la punta de aquel cerro


hay un puñal escondido,
hay un puñal escondido,
para matar a mi amiga
si no se casa conmigo.

En la punta de aquel cerro


hay un lago cristalino,
hay un lago cristalino,
a´nde cantan los jilgueros
la vida de los solteros.

Ahí te he trai´u el mondongo


que me mandasteis comprar,
que me mandasteis comprar
dime dónde te lo pongo
toditito este mondongo
que me mandasteis comprar,
y si no lo recibís
en la puerta te lo pongo,
toditito este mondongo.

32
17. ¿Con que al fin, tirano dueño…? Yaraví arequipeño de Mariano Melgar Valdivieso, que
hoy nadie conoce, recopilado por Daniel Alomía Robles y Juan Guillermo Carpio Muñoz.
Cantan: Juan Guillermo Carpio Muñoz (primera voz) y Ricardo Gallegos Sanz (segunda
voz), con la guitarra de Lionel Cuadros del Carpio. Solo se cantan las estrofas 1, 4 y 5.

¿CON QUE AL FIN, TIRANO DUEÑO


Con que al fin, tirano dueño,
tanto amor, clamores tantos,
tantas fatigas,
no han conseguido en tu pecho
más premio que un duro golpe
de tiranía.

Tú me intimas que no te ame,


diciendo que no me quieres,
¡ay vida mía!
Y que esta ley tan tirana
tenga de observar, perdiendo
mi triste vida.

Yo procuraré olvidarte,
y moriré bajo el yugo
de mis desdichas;
pero no por eso juzgues
deje de hacerte sentir
mis justas iras.

Muerto yo, tú llorarás


el yerro de haber perdido
un alma fina;
que aun muerto sabrá vengarse

33
este mísero viviente
que hoy tiranizas.

A todas horas mi sombra


llenará de mil horrores
tu fantasía;
y acabará con tus gustos
el melancólico espectro
de mis cenizas.
18. Aceitunas he comido. Huayño anónimo, que hoy nadie conoce, recopilado por Juan
Guillermo Carpio Muñoz. Intérpretes: Juan Guillermo Carpio Muñoz (canta), Martín
Mamani (primera mandolina), Renildo Gutiérrez (segunda mandolina) y Augusto Ocha-
rán (guitarra).

Aceitunas he comido
Aceitunas he comido,
las pepitas he botado.
Mi cholita no me quiere
otro amor se habrá buscado.

Cholita vamos al Cuzco,


allá la vida es barata:
cinco naranjas por medio
y una cuzqueña de yapa.

Si eres casada:
con tu marido,
si eres soltera:
vente conmigo,
cholita flor de canela,
ojitos de filigrana

34
prima hermana con la luna,
lucero de la mañana.

Cholita vamos al Cuzco,


allá la vida es barata:
cinco naranjas por medio
y una cuzqueña de yapa.
19. ¡Ay, amor dulce veneno! Yaraví arequipeño de Mariano Melgar Valdivieso, que hoy
nadie conoce, recopilado por Juan Guillermo Carpio Muñoz. Intérpretes: Juan Gui-
llermo Carpio Muñoz (primera voz) y Lalo Apaza (segunda voz, primera y segunda
guitarra).

¡Ay, amor! dulce veneno

(Ay, amor)
1 ¡Ay amor!, dulce veneno
¡ay tema de mi delirio!
Solicitado martirio
y de todos males lleno.

5 ¡Ay amor! lleno de insultos,


centro de angustias mortales,
donde los bienes son males
y los placeres tumultos.

9 ¡Ay amor! ladrón casero


de la quietud más estable.
¡Ay amor falso y mudable!
¡Ay, que por tu causa muero!

35
13 ¡Ay amor! glorioso infierno
y de infernales injurias
león de celosas furias,
disfrazado de cordero.

17 ¡Ay amor! pero ¿qué digo,


que conociendo quién eres
abandonando placeres,
soy yo, quien a ti te sigo?

20. Sin ver tus ojos. Yaraví arequipeño de Mariano Melgar Valdivieso, que hoy nadie co-
noce, recopilado por Daniel Alomía Robles y Juan Guillermo Carpio Muñoz. Cantan:
Juan Guillermo Carpio Muñoz (primera voz) y Ricardo Gallegos Sanz (segunda voz),
con la guitarra de Lionel Cuadros del Carpio. Solo se cantan las tres primeras estrofas.

SIN VER TUS OJOS


Sin ver tus ojos
mandas que viva
mi pecho triste;
pero el no verte
y tener vida
es imposible.

Las largas horas


que sin ti paso
son insufribles,
vivo violento,
nada me gusta,
todo me aflige.

36
El sol me envía
para alegrarme
luz apacible;
mas si no trae
tu imagen bella,
¿de qué me sirve?

En mi retiro
aguardo solo
hasta que viste
de negro luto
el orbe entero
la noche horrible.

37
Dibujos de Teodoro Núñez Ureta (arriba) y José Luis Pantigoso Rodríguez (abajo).

38
Mientras los astros
van silenciosos
al mar, a hundirse,
yo revolviendo
estoy las penas
que el pecho oprimen.

En mi desvelo,
mi amor y pena

Dibujo de José Luis Pantigoso Rodríguez.

39
40
41
suelo decirte;
pero estás lejos,
no oyes mi llanto,
ni por mí gimes.

Por largas horas


mi amarga queja
mi alma repite,
hasta que el Cielo
para mal mío
de luz se viste.

Entonces veo
ser todavía
más infelice,
porque el desahogo
que me da el llanto
la luz me impide.
¡Ay! Así vivo
dando a mi pena
giros terribles;
y así muriera
si eterna fuese
la ausencia triste.
Hacer, tú puedes
¡Ay, vida mía!
que yo respire,
amando fina
a quien tan solo
de tu amor vive.

42
19. Por las mujeres pierdo la vida. Pampeña anónima que hoy nadie conoce, recopilada
por Juan Guillermo Carpio Muñoz, quien la canta (primera voz) con el acompañamien-
to de la estudiantina Amistad Arequipa: Martín Mamani (primera mandolina), Renildo
Gutiérrez (segunda mandolina) y Augusto Ocharán (guitarra y canta, segunda voz).

Por las mujeres pierdo la vida


Por las mujeres pierdo la vida,
por las mujeres me he de morir.
Por las mujeres pierdo la vida,
por las mujeres me he de morir,
por una linda socabayina
que no me supo corresponder,
por una linda socabayina
que no me supo corresponder.

Paucarpatina la flor de mayo,


socabayina la flor de abril,
Paucarpatina la flor de mayo,
socabayina la flor de abril,
las socabayas son tan celosas
como las hojas del perejil,
las socabayas son tan celosas
como las hojas del perejil.

Cómete la papa
y déjame el cui,
cómete la papa
y déjame el cui,
huaray que sí,
huaray que no,
me estás queriendo

43
Óleos de José Luis Pantigoso Rodríguez.

44
y dices que no.
Huaray que sí,
huaray que no,
estando con ganas
me decís que no.
20. Un pajarillo cautivo. Yaraví arequipeño anónimo. Cantan: Melbin Alarcón (primera voz)
y Juan Guillermo Carpio Muñoz (segunda voz), con la guitarra de Félix Valdivia Cano.

Un pajarillo cautivo
(Un pajarillo)
1 Un pajarillo cautivo
se halla sin poder volar;
pobre de aquel pajarillo
cautivo y sin libertad.

5 Las tíjeras del amor


le han cercenado las plumas
y sin dejarle ninguna
todo el vuelo le han quitado
y al ver su vuelo perdido
donde consuelo no encuentra,
con razón, pues se lamenta
UN PAJARILLO CAUTIVO

13 Ya no sacude las alas


para elevarse a los vientos
sólo sus tristes lamentos
se le oyen dentro su jaula
¡Qué pesada y dura calma!
sin plumas y con prisión,

45
pobre de aquel pajarillo
SE HALLA SIN PODER VOLAR

21 Al asomar la aurora
con sus luces admirables,
comienzan todas las aves
a cantar en esa hora,
sólo el que está preso llora,
con el peso de los grillos
sirviéndole de martirios
pobre de aquel pajarillo.

29 Al fin su mala suerte


larga un suspiro y se queja
al hallarse entre la reja
hasta que venga la muerte,
nadie su pesar advierte,
ni le puede remediar,
porque hasta el fin ha de estar
CAUTIVO Y SIN LIBERTAD.
21. Contigo me quedaré, palomita. Yaraví arequipeño anónimo, recopilado por Juan
Guillermo Carpio Muñoz. Intérpretes: Juan Guillermo Carpio Muñoz (primera voz) y
Lalo Apaza (segunda voz, primera y segunda guitarra).

Contigo me quedaré, palomita


(La promesa)

Contigo me quedaré
palomita,

46
si me voy me perderé
te prometo,
¡Ay de no olvidarte
con el tiempo!
¡Ay no sé qué tengo,
¿qué me has hecho?
me has robado el alma
de mi pecho.

Ya la noche está silencia


palomita,
si me voy me perderé
te prometo,
¡Ay! de no olvidarte
con el tiempo
¡Ay! no sé qué tengo,
¿qué me has hecho?
robaste la calma
de mi pecho.

Los caminos me han trancado


palomita,
por separarme de ti
te prometo
¡Ay de no olvidarte
con el tiempo!
¡Ay no sé qué tengo,
¿qué me has hecho?
me has robado el alma
de mi pecho.

Separarme no podrán

47
palomita,
quitarme la vida ay sí
te prometo
¡Ay! de no olvidarte
con el tiempo
¡Ay! no sé qué tengo,
¿qué me has hecho?
robaste la calma
de mi pecho.
22. Si dos con el alma + ¿Por qué sensible, señor, me hiciste? Yaravíes arequipeños
anónimos (en tránsito a convertirse en valses o pasillos primitivos), que hoy nadie
conoce, recopilados por Juan Guillermo Carpio Muñoz. Se canta solo una parte de
sus letras (vea las letras completas, que se cantan con la misma música, en mi libro El
pendón musical de Arequipa, de próxima aparición). Cantan: Juan Guillermo Carpio
Muñoz (Primera voz) y Ricardo Gallegos Sanz (Segunda voz) con el acompañamiento
de Lalo Apaza (Primera guitarra) y Lionel Cuadros (Segunda guitarra). Que conste que
el yaraví arequipeño Si dos con el alma, es anónimo en su música y género, pero no en
la letra, que pertenece a un poema de la poetisa española Carolina Coronado, fechado
en Cádiz 1847 y publicado según Darío Mejía en su libro: “Poesías de la señorita Doña
Carolina Coronado”, que data del año 1852, con el título de: “¡No hay nada más triste
que el último adiós!” (Leer más información al respecto en mi libro El pendón musical
de Arequipa, de próxima aparición).
23. Independencia. Vals de Jorge Azpilcueta y Elard Zavalaga. Cantan: Juan Guillermo
Carpio Muñoz (primera voz) y César Salas Morales (segunda voz), con el acompaña-
miento de la guitarra de Lionel Cuadros del Carpio.

Independencia
¡Oh, querido colegio
de los mil y un recuerdos!
Te canto en este día

48
Óleo de José Luis Pantigoso Rodríguez.

49
con toda la alegría
de un sincero corazón.
Oh querido amigo viejo
tú que fuiste mi colegio
siempre te recordaré
con emoción.
Oh querido amigo viejo
tú que fuiste mi colegio
siempre te recordaré
con emoción.

En tus aulas
se forjaron grandes hombres
y salieron (1) promociones
del más puro ideal.
Ya fuera de tus muros
añoro aquellos días
que (2) orgulloso decía:
independiente soy (3)
de corazón.
Ya fuera de tus muros
añoro aquellos días
que (2) orgulloso decía:
independiente soy (3)
de corazón.

Y con estas melodías


se conmueve mi existir,
y cantando he de sufrir
porque al evocarte lloro
Oh colegio de mi amor.
Y con estas melodías

50
se conmueve mi existir,
y cantando he de sufrir
porque al evocarte lloro
Oh colegio de mi amor.

(1) Brotaron, en lugar de: salieron.


(2) Qué (de admiración), en lugar de: que.
(3) Independiente soy, en lugar de: independiente soy de corazón.
24. Al pasar por un cachachi. ¿Canción? ¿Pasacalle? ¿Yaraví? anónimo, que hoy nadie
conoce, recopilado por Juan Guillermo Carpio Muñoz. Intérpretes: Juan Guillermo
Carpio Muñoz (canta, primera voz), Lionel Cuadros del Carpio (primera guitarra y
canta segunda voz), Rosa Arenas Pérez (mandolina), Stephani Arenas Pérez (Laúd),
Gróverly Núñez Monar (segunda guitarra). Dejando de lado los yaravíes arequipeños,
esta hermosa canción tiene el valor de ser la más antigua de cuantas he podido recopi-
lar. De compositor anónimo, no puedo precisar de qué género es, tal vez se trate de un
antiguo pasacalle.
Al pasar por un cachachi
(Recitado) Le ponís al burro una carona y le hacís una sencapa
y váis a dejar este costal de harina al amasijo de mi
compadre Feliberto ¡cuidau que te pongáis a liglichar!
Al pasar por un cachachi
me tocpí con un tocolo
me tocpí con un tocolo,
y la sangre me chacllaba
pareciba carambano,
pareciba carambano.

¿Qué estarís haciendo cielo


si te acordaráis de mí,
si te acordaráis de mí?

51
Doña Josefa Cano, la mejor picantera del siglo XX.

52
Mientras yo dormir no puedo
por estar pensando en ti,
por estar pensando en ti.

Te dejo libre, libre te dejo,


¡goza de tu libertad!
acciones borran pasiones
¿por qué me has pagado mal?
¿por qué me has pagado mal?
Una tarde yo paseaba
por la calle de Acequia Alta,
por la calle de Acequia Alta,
me enamoré de una Chávez
flor de harina, panadera,
flor de harina, panadera.

Me ha cerniu el corazón
con la ceisuna de amor,
con la ceisuna de amor,
ñatita, flor de amapola,
ramita del ruiseñor,
ramita del ruiseñor.

Si porque te quise tanto


¡acaso ha sido un delito!
¡acaso ha sido un delito!
Mándame pues a la cárcel,
a la cárcel de tu pecho
y allí viviré contento.

Te dejo libre, libre te dejo…

53
Doña Lucila Salas de Ballón (+) en lo que yo llamo El Salón del Trono de la Picantería Arequipeña.

54
25. Dos amigos una tarde. Yaraví arequipeño anónimo, recopilado por Juan Guillermo
Carpio Muñoz. Intérpretes: Juan Guillermo Carpio Muñoz (primera voz) y Lalo Apaza
(segunda voz, primera y segunda guitarra).
26. El cardosanto. Pampeña anónima. Cantan: Melbin Alarcón y Juan Guillermo Car-
pio Muñoz; con el acompañamiento de guitarra de Félix Valdivia Cano. Del docu-
mental de TV: ¡Viva Arequipa!
27. Trigueña de mis amores (Trigueña). Yaraví arequipeño anónimo, recopilado por Juan
Guillermo Carpio Muñoz. Cantan: Juan Guillermo Carpio Muñoz (Primera voz) y
Ricardo Gallegos Sanz (Segunda voz) con el acompañamiento de Lalo Apaza (Primera
guitarra) y Lionel Cuadros (Segunda guitarra).
28. Un pajarillo cantaba por las mañanas serenas (¿Por qué con tanto rigor?). Yaraví
arequipeño anónimo, que hoy nadie conoce, recopilado por Juan Guillermo Carpio
Muñoz. Se canta solo una parte de su letra (vea la letra completa, que se canta con la
misma música, en mi libro El pendón musical de Arequipa, de próxima aparición).
Cantan: Juan Guillermo Carpio Muñoz (Primera voz) y Ricardo Gallegos Sanz (Se-
gunda voz) con el acompañamiento de Lalo Apaza (Primera guitarra) y Lionel Cuadros
del Carpio (Segunda guitarra).
29. Natividad del alma. Marinera arequipeña anónima, recopilada por Benigno Ballón
Farfán y Juan Guillermo Carpio Muñoz. Intérpretes: Juan Guillermo Carpio Muñoz
(canta, primera voz), Julio César Salas Morales (canta, segunda voz), Lionel Cuadros
del Carpio (primera guitarra) y Gróverly Núñez Monar (segunda guitarra).
30. Ya me voy a una tierra lejana. (La partida). Yaraví arequipeño anónimo. Cantan:
Melbin Alarcón y Juan Guillermo Carpio Muñoz; con el acompañamiento de guitarra
de Félix Valdivia Cano. Del documental de TV: ¡Viva Arequipa!
31. Sufriendo estoy. Vals de Benigno Ballón Farfán. Cantan: Melbin Alarcón y Juan Gui-
llermo Carpio Muñoz; con el acompañamiento de guitarra de Félix Valdivia Cano. Del
documental de TV: ¡Viva Arequipa!
32. Recordarás, dueño mío + no me mires por dios te lo pido (La casada). Popurrí de
yaravíes arequipeños anónimos, que hoy nadie conoce, en que se canta solo una parte
55
de sus letras (vea las letras completas, que se cantan con la misma música, en mi libro
El pendón musical de Arequipa, de próxima aparición). Intérpretes: Juan Guillermo
Carpio Muñoz (primera voz) y Lalo Apaza (segunda voz, primera y segunda guitarra).
33. Sois linda, sois bella. Marinera arequipeña anónima, que hoy nadie conoce, recopilada
por Juan Guillermo Carpio Muñoz. Intérpretes: Juan Guillermo Carpio Muñoz (canta,
primera voz), Julio César Salas Morales (canta, segunda voz), Lionel Cuadros del Car-
pio (primera guitarra) y Groverly Núñez Monar (segunda guitarra).
34. Con un mentiroso engaño + hoy nos toca separarnos + ya no te han de ver mis
ojos. Popurrí de tres yaravíes arequipeños anónimos, que hoy nadie conoce, recopila-
dos por Juan Guillermo Carpio Muñoz. (Vea las letras completas, que se cantan con
la misma música, en mi libro El pendón musical de Arequipa, de próxima aparición).
Intérpretes: Juan Guillermo Carpio Muñoz (primera voz) y Lalo Apaza (segunda voz,
primera y segunda guitarra).
35. Dos palomitas volaron. Pasacalle arequipeño anónimo, que hoy nadie conoce, recopilado
por Juan Guillermo Carpio Muñoz. Intérpretes: Rosa Arenas Pérez (mandolina), Stephani
Arenas Pérez (Laúd), Juan Guillermo Carpio Muñoz (canta, primera voz), Lionel Cuadros
del Carpio (primera guitarra y canta segunda voz), Groverly����������������������������
Núñez Monar
���������������������
(segunda guita-
rra).
36. Pampa tendida, frío, arenales. Huayño anónimo, recopilado por Juan Guillermo
Carpio Muñoz. Intérpretes: Juan Guillermo Carpio Muñoz (canta), Martín Mamani
(primera mandolina), Renildo Gutiérrez (segunda mandolina) y Augusto Ocharán (gui-
tarra). Presumiblemente fue compuesto por algún pastor de la Pampa de Tocra (subien-
do por Cayma, Cabrerías, detrás del Misti en dirección al valle del Colca), posición
desde la cual se divisa los paisajes que describe el huayño, con vicuñales (grupos de
numerosas vicuñas).

56
Pampa tendida, frío, arenales
Pampa tendida, frío, arenales
todo cubierto de vicuñales,
Pampa tendida, frío, arenales
todo cubierto de vicuñales,
allí comienza y allí termina,
allí fallece mi corazón,
allí comienza y allí termina,
allí fallece mi corazón.

A lo lejos se divisa
al volcán Misti solito y triste,
A lo lejos se divisa
al volcán Misti solito y triste,
abandonado como un amante
acongojado, solito y triste,
abandonado como un amante
acongojado, solito y triste.

Vicuñita, taruquita,
la cinta morada
no pierde el color.
Vicuñita, taruquita,
la cinta morada
no pierde el color.
Verás que sí,
verás que no,
la cinta morada
no pierde el color.
Verás que sí,
verás que no,

57
la cinta morada
no pierde el color.
Si tú supieras mi dolor
correspondieras a mi amor,
Si tú supieras mi dolor
correspondieras a mi amor,
tú bien sabes que sin ti
la vida es nada para mí,
tú bien sabes que sin ti
la vida es nada para mí.

No solo el que hace una muerte


lleva cadenas arrastrando,
No solo el que hace una muerte
lleva cadenas arrastrando,
también la lleva todo pobre
que por el mundo va rodando,
también la lleva todo pobre
que por el mundo va rodando.

Vicuñita, taruquita,…

58
59
III
PROSAS POÉTICAS DE JUAN GUILLERMO CARPIO MUÑOZ

39. ELOGIO DE AREQUIPA. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída por
su autor.
40. ELOGIO AL SILLAR. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída por su
autor.
41. ELOGIO AL RÍO CHILI. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída por
su autor.
42. ELOGIO AL YARAVÍ AREQUIPEÑO. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio
Muñoz, leída por su autor.
43. ELOGIO AL CAMARÓN. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída por
su autor.
44. ELOGIO AL TORO DE PELEA. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz,
leída por su autor.
45. ELOGIO AL ROCOTO. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída por
su autor.
46. ELOGIO A LA PICANTERÍA. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leí-
da por su autor.
47. ELOGIO AL TUTURUTU. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída
por su autor.
48. ELOGIO A LOS VOLCANES, CERROS Y NEVADOS QUE CIRCUNDAN A
AREQUIPA. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída por su autor.
49. ELOGIO AL PUERTO QUE FUE. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz,
leída por su autor.

60
50. ELOGIO A LA CEBOLLA. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída
por su autor.
51. ELOGIO A LA ALFALFA. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída por
su autor.
52. ELOGIO AL LIBRO. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída por su
autor.
53. ELOGIO AL EMOLIENTE. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz, leída
por su autor.
54. ELOGIO AL VALS PERUANO. Prosa poética de Juan Guillermo Carpio Muñoz,
leída por su autor.
53. DISCURSO DE ORDEN POR EL 472 ANIVERSARIO DE AREQUIPA. Pronun-
ciado por Juan Guillermo Carpio Muñoz. Teatro Municipal, 10 de agosto del 2012.

MOVIENDO MIS CONCHOS CANOROS


23 Anécdotas biográficas de un aficionado al canto

1 Estoy seguro que yo aprendí a cantar desde que estuve en la barriga de mi mamá. Me
explico. A mi mamá le gustaba cantar mientras hacía sus cosas y me contó que mientras
estuvo embarazada cantaba mucho. Mi madre tenía una voz de soprano muy alta y
agradable. Mi abuelo materno, Pascual Muñoz Gómez también cantaba, mis tíos Fer-
nando y Mario también cantan con propiedad. Todas las reuniones festivas de la casa
de mi abuelo se remataban con los cantos de mis familiares, generalmente yaravíes,
valses, rancheras y boleros.
2 Aunque solo la llamábamos Teodora o Tota, mi madre se llamó Catalina Victoria Teo-
dora Muñoz Rivera y era una mujer muy hermosa. Me contó mamá que yo comencé a
cantar primero, que a hablar. Lo grave, para mi sacrificada madre, era que yo, de dos
o tres años de edad, me despertaba muy temprano, a las cinco de la mañana y, no bien
abría los ojos en mi cuna, me ponía a cantar más que un gallito doméstico. Cantaba

61
interminablemente y con tal insistencia, que no atendía las súplicas de ella ni, después,
sus órdenes de que me callara; incluso seguía cantando a pesar que recibía los almoha-
donazos, que ella me daba desesperada por seguir durmiendo.
3 “Juegos, canciones, dichos y otros entretenimientos de los niños recogidos en la ciu-
dad de Arequipa” de Miguel Ángel Ugarte y Chamorro, fue el segundo libro de mi
vida (puede ver su carátula en ilustración cercana). Me lo compró mi padre, Oscar
Carpio Arias, a propuesta de mi mamá, cuando yo tenía cinco años de edad (1950)
y hoy en el 2013, sesenta y tres años después, todavía lo tengo, gracias a que mi
hermana Martha lo conservó muchos años, entiendo que siendo mi menor el libro
pasó a sus dominios. Sirvió a mis padres para estimularme a que aprendiera a leer,
¡vaya estímulo! Aprendí a leer y con la música de esas canciones que me enseñó mi
mamá, cantaba con cancionero en mano desde que tuve seis años de edad.
4 Me gustó tanto ese libro y cancionero infantil que, como usted puede ver en la carátula
interior (que se reproduce en otra página de este folleto), cometí el estropicio de tachar
los nombres de los colaboradores de su autor: José Luis García y Alejandro Koseleff,
y escribí mi nombre encima.
5 A los seis o siete años de edad participé en el concurso La Voz del Niño de Radio
Continental. Fue una experiencia inolvidable, ensayar con dos señores extraños que
tocaban la guitarra y uno que tocaba el piano; conocer a otros niños y niñas que con-
cursaban, actuar en el auditorio repleto de público sabiendo que mis abuelitos y tíos me
escucharían en sus casas (todavía no era consciente que miles de desconocidos míos
me escucharían también en sus casas); conocer en persona a dos locutores y actores de
radio novelas que solo conocía por voz: Bernal Murillo e Ignacio Cané Pardo. El con-
curso duró varios meses (creo que sus audiciones eran un día a la semana). Participé
en varias etapas en mi calidad de “intérprete” de música mexicana (los concursantes
se inscribían para cantar música criolla, tropical, mexicana o boleros). Me acuerdo que
canté en distintas fechas o etapas: Juan Charrasqueado, Tú y las nubes y Gorrioncillo
pecho amarillo. Ganó el concurso Nora Ladrón de Guevara cantando también música
mexicana, una niña que tuvo una excelente voz hasta de señora, como que de mayor

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fue cantante profesional en una serie de acontecimientos religiosos e integró el Coro
Municipal. El Segundo Puesto se lo ganó Rubén Díaz Delgado cantando valses perua-
nos con una dulzura incomparable, de mayor Rubén fue destacado músico profesional
y popular, profesor de música y tuvo una orquesta propia que, si me recuerdo bien, se
llamó Los Palitos. El Tercer Puesto fue para un niño apellidado Ortiz que cantó tam-
bién rancheras mexicanas con mucha calidad, años después me reencontré con Ortiz
cuando estudiábamos, en distintos grados, en el Colegio Independencia y, desde enton-
ces no he vuelto a saber de él. El Cuarto Puesto me lo dieron a mí. Con Nora Ladrón
de Guevara y especialmente con Rubén Díaz Delgado nos unió una gran amistad, hasta
que lastimosamente ellos fallecieron. Con Rubén nos alternábamos para cantar en las
actuaciones escolares del Colegio Independencia; me recuerdo que en esos años eran
sus éxitos el bolero Sabor a mí y el vals Dos años de Mario Cavagnaro.
6 Cuando tenía seis años de edad estudié en la Academia de la Asociación Peruano Bri-
tánica, en su local del segundo piso de una casa de la primera cuadra de la calle Palacio
Viejo. En esa academia y a tan temprana edad me enamoré de una compañerita que
era melliza y se llama María Elena (su hermana melliza se llamaba María Cristina y
también estudiaba con nosotros). Las mellizas se parecían como dos gotas de agua y
sus padres las vestían en forma idéntica. Yo distinguía a “mi enamorada” porque tenía
un lunarcito junto a la boca, que la hacía más bella que la otra que no tenía lunar, fe-
lizmente. Nuestro profesor de inglés era un señor Washington Cárdenas, yanahuarino
de la calle Cortaderas que hace más medio siglo se fue a vivir a los Estados Unidos de
Norteamérica. Enterado que yo cantaba, el profesor Cárdenas me comprometió a can-
tar en la clausura del curso. Fue todo un acontecimiento, me recuerdo que me preparé
más que nunca ya que iba a cantar delante “de mi enamorada” y posiblemente delante
de sus padres y hermanos. Mi mamá, a la que seguramente conté “mis amoríos”, me
compró y confeccionó un disfraz de ranchero mexicano (que, ahora me doy cuenta,
tenía más de cow boy norteamericano): camisa de franela a cuadros rojos, bluyín azul
(al que mi madre le hizo con tiras de lana una especie de cinta con borlitas que lateral-
mente lo adornaban), botas de cuero cafés, pañuelo de gasa blanca amarrado al cuello
y un sombrero de paño color café y con el ala grande y adornada en los bordes con

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una cinta amarilla. Lo mejor de toda mi indumentaria para cantar eran mis dos pistolas
de cebas que en sus respectivas cartucheras colgaban de mi correa. Hasta ahora se
sobresalta mi corazón cuando me acuerdo cómo canté aquella tarde – noche. Canté
primero Juan Charrasqueado (que el título de la ranchera lleve mi nombre era motivo
de orgullo pero, como entonces no sabía su significado, pensé que el estrambótico
adjetivo de charrasqueado, tenía algo que ver con churrasco, se nota que comeloncito
he sido desde guagüito; hoy sé que charrasqueado llaman en México a la persona que
tiene una cicatriz por herida producida con arma blanca). Volvamos a mi actuación, un
momento culminante fue cuando saqué mis pistolas, las levante dirigiéndolas al techo
y disparé haciendo sonar las cebas percutidas y sorprendiendo a mi auditorio, mientras
cantaba esa parte de Juan charrasqueado que dice: “No tuvo tiempo de montar en
su caballo / pistola en mano se le echaron de a montón / estoy borracho, les gritaba,
y soy buen gallo, / cuando una bala atravesó su corazón”. Pero mi actuación llegó a
su clímax, cuando dos o tres números después canté Tú y las nubes. Los presentes no
supieron qué intensa emoción yo vivía, al intuir que María Elena sintonizaba emocio-
nalmente conmigo, cuando yo le cantaba: “Tú y las nubes me traen muy loco, / tú y las
nubes me van a matar. / Yo pa´ rriba volteo muy poco, / tú pa´bajo no sabes mirar”.
¿Dónde estará “mi” María Elena, a la que no veo desde que le canté hace sesenta años?
7 En la Escuela Normal Urbana, bendita escuela, yo estudié la primaria. Cuando uno de
los hermanos cristianos descubrió que a mí me gustaba cantar y recitar, me metió en el
coro de la escuela. Ensayábamos bastante en el coro, especialmente cuando pusimos
en escena una opereta que si no estoy equivocado, se llama La Barcarola; cuando nos
preparaban para la primera comunión y cuando se aproximaban las famosas veladas
literario - musicales de la Normal. Para esa opereta, el hermano cristiano nos eligió
como solistas a un compañero que se apellida Arenas (que tenía y, espero que siga te-
niendo, una linda voz que le valió ya de joven cantar en público con el nombre artístico
de Peter Lee. Cuando era estudiante universitario me enteré que Arenas era hijo de un
catedrático llamado Pedro Arenas y Aranda y hermano de unos amigos con los que
he cantado ya de mayor). También fue solista en aquella oportunidad, un compañero
Oscar Valenzuela (quien con voz muy dulce cantaba en las actuaciones por el Día de

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la Madre el bolero Corazón de Dios; décadas después me enteré que el Valenzuela de
mi primaria, al que no veo desde entonces, es hermano mayor de mis amigos Martha,
Enrique y Cecilia Valenzuela, con los que todavía me veo de vez en cuando y hasta
cantamos juntos).
8 En mi barrio del Puente del Diablo (hoy Puente Juan Pablo II al final de la avenida
Ejército) todos los vecinos concurríamos a misa en la Clínica San Juan de Dios,
que antes tenía una capillita muy modesta y hoy tiene una señora iglesia. En unas

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vacaciones escolares, cuando yo tenía unos once años de edad, el hermano juan-
dediano llamado Esteban (un español que tocaba el armonio a pedal) descubrió
que yo sabía cantar. El hermano Esteban se valió de su buen trato y de una serie
de pequeños presentes: medallitas, estampitas, caramelos y golosinas, para ani-
marme a cantar con el acompañamiento del armonio tocado por él, en las misas
diarias y novenas de la clínica. Me enseñó muchos cánticos e himnos religiosos,
unos villancicos españoles de navidad (que hasta ahora canto). En todas las misas,
novenas y ceremonias de esos años en la Clínica canté como solista. Mis amigos
del barrio y mis vecinos mayores me pusieron el apelativo de Joselito, ya que por
aquellos tiempos estaba de moda y era muy popular un niño cantor español con ese
nombre, del que incluso aquí se exhibieron varias películas. Quede entonces que
por gustarme cantar yo fui El Joselito del Puente del Diablo.

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9 Justamente, después de una misa (cantada por mí) en la capilla de la Clínica San Juan
de Dios, se me acercó un señor, canoso y de imponente figura, me felicitó, y me invitó a
cantar, bajo su dirección, con otros niños y mayores en la procesión del Santo Sepulcro
de la ciudad. El señor era nada menos que el maestro de capilla del templo de Santo
Domingo, se llamaba Manuel Moscoso Vargas, que como tenía un hijo casado que vi-
vía en la vecindad había asistido circunstancialmente a esa misa. Es así como, después
de ensayar con el maestro Moscoso, una noche de Viernes Santo canté los tradicionales
misereres arequipeños, en castellano y latín, en la solemne procesión del Santo Sepul-
cro de Santo Domingo, en todo el recorrido procesional, integrando un coro de ocasión
con dos o tres niños más, unos cinco cantores adultos, y con el acompañamiento de
violines, viola, clarinete y tal vez un saxofón (no recuerdo bien). Tres años acompañé
como cantor esta procesión tradicional.
10 Cuando era niño, mi mamá me solía llevar a la fiesta de Socabaya, en el mes de setiem-
bre en la fiesta de la Virgen de los Remedios. Mi madre que había nacido en Socabaya,
aunque la llevaron a vivir a la ciudad de Arequipa a los pocos días de nacida, le gustaba
mucho volver a su pueblo y, sobre todo ir cada año a esa fiesta, por devoción a la Virgen
y por encontrarse con toda nuestra parentela. Después de la misa de fiesta toda mi fami-
lia se reunía en una de las casas que se acomodaban para la ocasión como restaurantes
improvisados. Nuestros mayores se encontraban y abrazaban con afecto. Mi madre se
cansaba de presentarme a uno y otro: este es tu tío Ismael, tu tía Irma, tu tío Eleuterio,
tu tía Lola, tu tío Adolfo, su hermana Juana, etc., etc. Para mis adentros yo decía, y
sigo diciendo todavía: todos los socabayas son mis parientes. Así como mi madre nos
llevaba a Marthita, después a Charito y a mí; mis tíos hacían lo propio con sus hijos;
de tal suerte que mientras nuestros viejos se divertían, nosotros armábamos una patota
respetable que nos dedicábamos a jugar. Me recuerdo que en esas fiestas lo que más
me gustaba era dar manilla a la pianola, con cuya música bailaban los mayores. Varios
primos nos disputábamos el privilegio de dar manilla al instrumento musical, algunas
veces a trompadas. Cuando tocaba la pianola, me sentía en la gloria pensando que yo
era músico y, lo que más me divertía, era tocar más rápido y súbitamente tocar más
lento la pianola y ver que los mayores, como marionetas, seguían con sus movimientos

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Ambarinas: Las hermosas flores de la cebolla.

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de baile, rápidos o lentos, mis decisiones de mataperro. Otra cosa muy disputada con
mis primos era el de hacer de acólitos en la procesión de las tardes de esos domingos
de fiesta. El señor cura nos daba las túnicas respectivas y la cruz alta, campanillas o los
candelabros metálicos que llevaban los acólitos encabezando la procesión. Son inolvi-
dables las caras que ponían nuestros padres y tíos cuando se acercaban, ya mareados,
a la procesión vespertina y nos identificaban como angelitos, digo como acólitos de la
procesión (sabiendo que éramos diablillos).
11 En 1957, cuando entre al Glorioso (para los que no lo sepan al Colegio Nacional de la
Independencia Americana), algún profesor encargado de organizar una actuación es-

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colar pidió a los alumnos de mi aula que digan quienes podían recitar o cantar. Algunos
compañeros de la Escuela Normal, que estaban en mi misma aula de la I, le dijeron
al profesor, señalándome: él sabe cantar. Me anotó el profesor y, llegada la actuación,
canté por primera vez en el Patio de Honor del Glorioso ante todo el alumnado y pro-
fesorado. Me recuerdo que canté una canción española que aprendí en la Clínica San
Juan de Dios: Tani, ay, Tani, mi Tani. Días después, un profesor no sé de qué materia, al
entrar a la clase me reconoció y como recordaba mi aflautada voz blanca, me preguntó
en voz alta: ¿Tú eres el que cantó esa canción española en la actuación? Sí, le respondí.
Entonces el profe, ante la expectativa de todos los alumnos, me felicitó y dijo: muy
bien muchacho, cantas igual a Lola
Flores. Mis compañeros largaron una
sonora carcajada, burlándose de mí, a
mí me dio roche (como dicen los mu-
chachos de hoy) y, desde ese día, en el
Glorioso, me apodaron: Lola Flores o,
simplemente Lola. Y todo, por gustar-
me cantar.
12 En la I, desde el tercero de secunda-
ria, conformé el Trío Los Alfeñiques.
Cantaba la primera voz, junto con mi
amigo César Salas Morales, que to-
caba la primera guitarra y cantaba la
segunda voz, y un compañero Mendo-
za, que tocaba la segunda guitarra. En
tercero, cuarto y quinto de secundaria
fueron incontables las veces en que
actuábamos en el colegio Los Alfeñi-
ques, particularmente en todas las ac-
tuaciones escolares. Nuestro repertorio
estaba conformado por valses, polcas,

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huayños, marineras y pampeñas. Infaltablemente, todas las veces cantábamos el vals
Independencia: “Oh, querido colegio / de los mil un recuerdos / te canto en este día, /
con toda la alegría de un sincero corazón. / Oh querido, amigo viejo, / tú que fuiste mi
colegio…”. Extraordinariamente, cuando estábamos en quinto de media (somos de la
Promoción 1961), un profesor nos “contrató”, invitó, para cantar en un cumpleaños de
uno de sus familiares. Me recuerdo que fue en Sachaca. En esa fiesta que amenizamos,
me recuerdo que nuestro éxito más sonado fue el inmortal vals de don Benigno Ballón
Farfán: Sufriendo estoy.
13 Por esos años, en que estudiaba la secundaria, recuerdo que un día fui con mis mayores
a Socabaya, para asistir al matrimonio de un tío, que se llamó Abelardo Huaquipaco
Muñoz. Después de la ceremonia que se realizó en la Iglesia de Socabaya, todos los
invitados pasamos a la casa de la madre del contrayente, la tía Candelaria Muñoz que
fue hermana de mi abuelito Pascual. Los mayores se dedicaron a bailar, beber y comer,
mientras los jovenzuelos y niños jugábamos en diversos grupos formados por edades.
En esa jarana que duró muchas horas se sirvieron varios potajes criollos, entre ellos
tamales, chancho al horno, etc. Me recuerdo que allí comí por primera vez en mi vida
un plato de arroz chaufa. Me pareció estupendo. Las gentes bailaban con la música de
un tocadiscos y la amplificación respectiva. Avanzada la fiesta, se presentaron, en vivo,
unos músicos amigos de mi tío que conformaban una estudiantina. Después que estos
músicos tocaran unas cuatro o cinco piezas que los asistentes bailaron con entusiasmo,
mi tío Abelardo, el novio, tomó el micro, alentó a sus invitados para seguir jaraneando
y, ante mi total sorpresa, les dijo que tenía un sobrino que “canta bien bonito” y me
anunció e invitó a acercarme a los músicos y al micro para cantar. Totalmente azorado
me acerqué, me puse de acuerdo con el director del grupo, un señor al que le decían
El Chino Medina y tocaba la mandolina (disculpen la rima), y canté Pasionarias la
canción ecuatoriana que hizo un éxito popular Julio Jaramillo. No lo hice mal, me
aplaudieron cariñosamente mis familiares y tuve que cantar una segunda canción que
no recuerdo. Los aplausos fueron nutridos, pero lo inolvidable fueron las numerosas y
cuantiosas propinas que recibí de mis tíos, que ya picaditos con el licor de la jarana y
contentos de tener un sobrino cantor, me obsequiaron con prodigalidad. Salí del salón

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y terraza en que se jaraneaban
los mayores y, con mis primos
y amigos jóvenes, ya en la ca-
lle, me convertí en el rey de
nuestra particular “jarana” y,
con las propinas, compré para
todos golosinas y gaseosas.
14 El año que entré a la U, 1962,
me admitieron en el Coro Pa-
lestrina que se fundó en 1959.
Entonces el coro ensayaba
en una casona de la calle de
Santa Catalina que pertenecía
a la familia Meneses Díaz y
que, hoy en día, es el local de
la Federación Departamental
de Trabajadores de Arequipa
(FDTA). En el Coro Palestrina
hice muchos de mis mejores
amigos y amigas. Cantando
juntos se hace una amistad en-
trañable. Hasta ahora soy muy
amigo de Bernardo García Iz-
quierdo (mi Maestro de música
académica), de Augusto Vera Béjar (mi querido compadre, con el que cantábamos de
tenores en el coro y formábamos un dúo criollo en nuestras jaranas corales que nos
valió para hacer de solistas en la Misa Criolla de Ariel Ramírez que fue estrenada
por el Palestrina hará unos cuarenta años), de Manuel Castro Basulto (el estupendo
Director del Palestrina), de Elizabeth Urízar Bishop y Juana Gómez de Cáceres (nues-
tras divas que lucían sus hermosas voces como aplaudidas solistas del Palestrina), de

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Sándor Fernán Zegarra (+), Julio Cáceres Escobar (+), Pepe Gómez, Jorge Lira Torres,
Ángel Lucioni Ibárcena, Coco y Leo Zuzunaga, Enrique Alcázar Arévalo (+), Helen
O´Connor, Martha Guerra, Mecha y Lily Urízar, Carmen Veramendi, Marita Cáceres,
Corbacho, Ernesto Ladrón de Guevara, Ernesto Castelo, etc., etc. Cuando desapareció
el Coro Palestrina, canté también en los coros: Gaudeamus, Euterpe (en Lima), Ars
Viva (Coro del Instituto Peruano Alemán).
15 En el Coro Palestrina tuvimos actuaciones y giras memorables. Son de recordar el
estreno de una de las misas brevis de Mozart, que cantamos con acompañamiento de la
Orquesta Sinfónica de Arequipa, en la Catedral con ocasión de un encuentro nacional
de alcaldes al que asistieron, entre otros, Luis, El Tucán, Bedoya Reyes y Ulrich Neis-
ser, a la sazón alcaldes de Lima y Arequipa respectivamente. En dicha ocasión fuimos
solistas: Elizabeth Urizar (soprano), Juana Gómez (contralto), Bernardo García (bajo)
y yo, como tenor. Esa misa la llegamos a cantar en el Festival Internacional de Coros
de Valparaíso (Chile), con el acompañamiento de la estupenda Orquesta Sinfónica de
Concepción. Fueron también memorables nuestras actuaciones el día que abrieron al
turismo las puertas del Monasterio de Santa Catalina con presencia de los reyes de Es-
paña; el día que estrenamos en Arequipa el Stabat Mater de Palestrina, para dos coros
y dos cuartetos de solistas; nuestros conciertos corales de todos los años en los viernes
santos, en el canal 6 de televisión por las tardes, y en las noches en la procesión del
Santo Sepulcro, desde el local de CORSUR en la primera cuadra de Mercaderes; los
conciertos que ofrecíamos por el aniversario de Arequipa en el Teatro Municipal, todos
los meses de agosto; las triunfales presentaciones que tuvimos en Chile (Antofagasta,
Viña del Mar, Valparaíso), Lima, Tacna, Mollendo, Piura, etc. La del estreno de la
Misa Criolla de Ariel Ramírez (en la que me cupo hacer de solista con Augusto Vera
Béjar). Y ya que menciono algunas de las veces que me tocó hacer de tenor solista,
debo señalar que lo hice cuando ya no cantaban en el Coro Palestrina Danilo Valencia
y Ángel Lucioni Ibárcena, queridos amigos que tenían una voz mucho mejor que la
mía. Danilo y Ángel, que lastimosamente ya fallecieron, tuvieron las mejores voces
de tenor que he escuchado en Arequipa en toda mi vida, además de ser dos personas
joviales, muy educadas y de gran musicalidad. Siempre soñé en cantar como solista

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del Coro Palestrina: El Pajarillo Errante; pero nunca se cumplió mi deseo, porque
Danilo Valencia y Ángel Lucioni lo hacían mejor.
16 Cuando entré al Coro Palestrina, gentilmente Bernardo García Izquierdo se convirtió
en mi maestro de música académica. Las tardes de todos los sábados, antes de los
ensayos del coro que eran por las noches, me invitaba a su casa (que era también casa
de sus padres, los españoles José Luis García Beytia y Marujita Izquierdo de García) y
me hacía escuchar obras de Mozart, Beethoven, Monteverdi, Palestrina, Orff, Handel,
Haydn, Schubert, Liszt, Ginastera, y tantos otros. Lo bueno estaba en que, además de
escuchar, grabábamos esa música, en una pequeña grabadora de cintas, marca Natio-
nal, que yo me compré con mis propinas de becario en la universidad en que estudiaba;
y que, de sábado a sábado yo escuchaba en mi casa. Mientras nosotros escuchábamos
y grabábamos música los sábados por la tarde, en una habitación contigua los padres
de Bernardo y sus amigos, jugaban al póquer. Algunas veces en que faltaba un jugador,
yo lo suplía en ese simpático cenáculo de jugadores de póquer. Con Bernardo aprendí
a gozar y a entender la música académica, por eso empecé a llamarle Maestro en esa
época, denominación con la que hasta la fecha lo trato, con gratitud y afecto.
17 Entre 1965 y 1973, aproximadamente, algunos integrantes del Coro Palestrina y cons-
picuos aficionados a la música académica de nuestra ciudad, formamos la Agrupación
Musical Agón. Los palestrinos fuimos: Manuel Castro Basulto, Bernardo García Iz-
quierdo, Antioco Bartolomé, Sándor Fernán Zegarra, Julio Cáceres, José Gómez Ibá-
ñez, Ernesto Castelo y yo. Los no palestrinos fueron: Jorge Emmel Ayrer, Enrique Ba-
llón Aguirre, Guillermo Delgado de la Flor. Como aficionados a la música académica,
los miembros de Agón nos reuníamos todas las noches de los sábados, después de los
ensayos del Palestrina, para escuchar la música de nuestra afición común, intercambiá-
bamos discos, grabaciones, comentarios y hasta encendidas polémicas. Lo hermoso
fue que, entusiasmados por la Enciclopedia e Historia de la Música de Abbiati, nos
dividimos por capítulos esta obra monumental y, sábado tras sábado, los encargados de
cada capítulo disertaban sobre el capítulo que les tocaba haciéndonos escuchar música
de la época que trataban, a manera de ilustración. Para poder seleccionar la mejor
música de cada época, todos los miembros de Agón hicimos un listado de las obras

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que teníamos en discos o cintas y las poníamos a disposición de todos. De esta ma-
nera repasamos buena parte de la historia de la música occidental y aprendimos y nos
divertimos mucho. Después de las disertaciones (que se hacían rotativamente en las
casas de los integrantes) escuchábamos más música, charlábamos sobre temas libres
y bebíamos algunos copetines. No está demás señalar que Jorge Emmel Ayrer tuvo la
devoción y gentileza, por muchos años, de invitarnos a su casa (en la calle Jerusalén de
Yanahuara) las tardes de los viernes santos a escuchar algunas de las pasiones de Juan
Sebastián Bach. Para el efecto, Jorge se daba el trabajo de traducirnos del alemán el
texto de la pasión que escucharíamos y lo imprimía en mimeógrafo; además, claro está,
de atendernos con una elegancia y distinción remarcables.
18 No es que cante muy bien, pero tampoco lo hago mal. Lo importante es que, algo de
lo que más me gusta en la vida, es cantar y que puedo hacerlo hasta en momentos ino-
pinados y sorprendentes. Cada que puedo, especialmente cuando no estoy trabajando
y no hay personas cerca mío, canto, canto y no dejo de cantar. Por ejemplo, cantaba
mucho cuando me tocaba cuidar a mis hijos y ellos estaban chiquitos; en mis visitas a
los monumentos arquitectónicos y museos históricos en el Perú y países extranjeros,
por supuesto que cuando en uno de sus ambientes no hay otras personas, me pongo a
cantar alguna canción apropiada al lugar; cuando camino por las chacras de la campiña
arequipeña, lo hago cantando, solo lo hago en silencio cuando camino en las riberas
del río Chili, para escuchar el canto del río; cuando diariamente nado en la piscina
temperada del Inter, nado cantando, siempre que no naden cerca de mí personas desco-
nocidas (algunos conocidos saben y toleran que cante, más de uno hasta me lo exige);
en los últimos tiempos, para escándalo de mi hija Lucía, se me ha dado en cantar en
algunos pasajes de mis discursos y entrevistas; incluso, aunque parezca raro, de vez
en cuando me sueño cantando y más de una vez me ha despertado el sonido de lo que
canto mientras estoy dormido.
19 En la actualidad integro un círculo de amigos músicos, que yo llamo La Montañita,
porque la mayoría de nuestras reuniones se realizan en la picantería La Montañita. En
este grupo están magníficos músicos populares como: Armando Tejada, Fernando Ra-
mos, Víctor Cruz, Víctor Bernal (mandolinistas de primera); Félix Valdivia Cano, Fer-

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nando Valderrama, Aedo Guzmán, Gróverly Núñez Monar (estupendos guitarristas);
Miguel Azpilcueta (primera voz del dúo de los hermanos Azpilcueta); Oscar Revilla,
valioso acordeonista; Juan Carlos Abarca (constructor de guitarras y otros instrumen-
tos); y una serie de amigos conocedores y aficionados a la música popular: Rigavi
Gamarra, Macedo Raa, y otros. Nos reunimos para hacer música y confraternizar, es-
pecialmente celebrando el cumpleaños de algunos de nosotros. En nuestras reuniones
se forman, espontáneamente, dúos, tríos, cuartetos. Algunos de los integrantes saben
tocar dos o más instrumentos. En nuestros encuentros se suceden, como por encanto,
valses, foxes, boleros, huayños, pampeñas, yaravíes, tangos, milongas, taquiraris, ma-
rineras, pasillos (en la mayoría de casos en versiones instrumentales y añejas, muy de
vez en cuando, salpicadas por cantos de Miguel o míos).
20 Juan Carlos Abarca, hijo de mi compadre Nicanor (que fue notable charanguista y
mandolinista) y, por tanto, hijo y nieto de músicos y constructores de instrumentos de
cuerda, es el dueño y gerente de la Casa Abarca. Junto a su mamá, hermanos, esposa e
hijos, Juan Carlos Abarca mantiene una devoción muy linda para celebrar a Arequipa.
Reciben en su tienda, de la Casa Abarca de la segunda cuadra de la calle de Puente
Bolognesi, a todos los músicos que deseen ir, la noche del 14 de agosto de cada año
y, todos, damos una serenata de rompe y raja a nuestra amada ciudad. Esas noches el
local de la tienda queda chico para tantos músicos. La serenata la damos con las puertas
abiertas al público que se arracima en la calle. La mamá y la esposa de Juan Carlos nos
dan de comer criollas delicias preparadas por sus manos. Este grupo de músicos de las
bellas serenatas informales, es casi el mismo de La Montañita. Algunas otras tiendas
de instrumentos musicales de la calle indicada, están siguiendo el buen ejemplo de la
Casa Abarca en las noches del 14 de agosto.
21 Tenemos un grupo de amigos en que disfrutamos con esporádicas guitarreadas. Nancy
Gamero Zegarra, Martha Valenzuela, Antonieta de Gallegos, Maruja Cuba, Silvia For-
ga, Freddy Castillo Neira, Edgar Gallegos, El Chito Edgar Manrique Salazar, Ricardo
Bedoya Forga y señora, Percy Ballivián, El Flaco Bezold, Willy Iriberry y su Gringa
Ingrid y algunos más, nos reunimos rotativamente en nuestras casas para hacer música
y cultivar nuestra amistad. La bonhomía, vena cómica, el toque de su guitarra y la

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calidez de su voz hacen de Freddy Castillo Neira el alma de este grupo.
22 En la presentación del libro que publicó el Gobierno Regional de Arequipa, con las
Poesías Completas de Mariano Melgar en la Biblioteca Mario Vargas Llosa, en agosto
del 2012, por primera vez en mi vida canté profesionalmente. Cantamos en dúo con
Ricardo Gallegos Sanz, con el acompañamiento de Lalo Apaza y Lionel Cuadros del
Carpio. Nos dimos el gusto de reestrenar, después de dos siglos de haber sido compues-
to un yaraví de Mariano Melgar, entre otras obras melgarianas.

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23 Me gusta cantar y hacer cantar a otras gentes. Una tarde de toros con mis amigos de
la grada de la Plaza de Las Ventas de Madrid nos pusimos a cantar Doce cascabeles
y Campanera, y muchos en la plaza nos siguieron. Otra vez esperando la llegada de
un barco en el puerto de Capri, me puse a cantar con algunos pescadores italianos. El
26 de junio del 2013, cumpleaños de mi hijo Gonzalo y mío, en Montreal donde vive
mi hijo, fuimos invitados a la casa de una pareja de esposos canadienses y ejemplares
amigos de mi hijo. Como yo no hablo francés ni inglés, le propuse cantar juntos a
nuestro gentil anfitrión que, con valentía admirable, soporta una grave enfermedad, y,
así lalareamos los cinco asistentes canciones infantiles, francesas, mexicanas y perua-
nas. Al despedirnos el dueño de casa me dijo si te quedas un mes más en Montreal, me
sano. Con estos antecedentes es comprensible el que me haya animado a publicar en
el presente trabajo, algunas antiguas canciones arequipeñas y canciones que he creado
en los últimos cuarenta años, cantándolas personalmente, para que queden registradas
y no se pierdan y, en segundo lugar, para que nuestros jóvenes y futuros intérpretes las
conozcan, recreen o las interpreten mejor.

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